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La sala de armas era un excelente lugar para, además de entrenar,
mantener tu mente ocupada, Jace necesitaba mantener su mente en
extremo ocupada en este momento.
-Recuerda que sé por lo que estás pasando. –Dijo Clary tomando una
daga y poniéndose frente a Jace como rival de combate.
Jace la miro vulnerable -No puedo quitarme su rostro de la mente. –Dijo.
-Fue como si para él, Max hubiera muerto de nuevo.
Clary recordó ese momento y aparto la imagen de inmediato. –Lo fue. –
Dijo con pesar.
Jace tomo su celular. -¿Por qué Magnus no nos llama? Ni siquiera
sabemos si esta con él ahora. Aunque lo más lógico es que haya querido
volver a su casa.
Clary lo miro.
-A la que cree su casa. –Corrigió.
-Si algo malo pasara Magnus nos lo diría. –Dijo Clary y sonrió. –Tal vez
están pasando un buen rato. ¿No?
Jace envidio bastante el optimismo de su novia.
-Sí. –Dijo él sin convicción.
Clary no se rindió en su intento por animarlo. –Te estoy esperando. –Dijo
levantando en guardia su daga.
Jace se acercó a ella sin ninguna intención de combatir, él la tomo de
lleno y la acerco a su pecho. Jace se aferró muy fuerte a la chica.
La daga de Clary había caído al suelo. Ella sintió un profundo hoyo en el
pecho. –Está bien. –Dijo ella acariciando la espalda de su novio. –Pronto
todo estará bien.
-Falta la mitad de mí. –Dijo Jace entre el cabello de Clary. –Nada está
bien ahora.
Su runa parabatai había cambiado desde aquel día en el que se
enfrentaron a Belcebú. Seguía dibujada en su cuerpo pero
completamente apagada y sin vida. Ahora habían encontrado a Alec pero
su enlace no se había restaurado. Jace moría de terror al pensar en que
nunca más lograra recuperar a su parabatai.
-¿Jace?
La voz que lo llamaba lo despertó de un sobresalto.
-¿Estas bien?
Jace levanto su vista hacia la entrada del salón de armas en donde
estaba Alec. Detrás de él Magnus se acercaba tranquilo. Alec lo miraba
claramente angustiado, Jace pensó que no importaba el poder del
demonio. Había cosas que nunca iban a cambiar.
Jace miro a Alec acercándose y después a Magnus que le sonrío al ver su
reacción. Y todo lo que en el mundo parecía oscuro y sin color se
convirtió en claridad. Tan claro, colorido y brillante como los ojos azules
de su hermano.
-¿Jace? –Volvió a llamarlo.
Jace sonrío. –Estoy infinitamente mejor que hace cinco segundos. –Dijo.
Los hombros de Alec se relajaron. –Amigo te mirabas devastado. –Dijo
Alec sencillamente y Jace detesto su peculiar forma de hablar en este
momento.
-Creí haber escuchado que Isabelle intentara cocinar hoy. –Dijo Jace. –
Eso devasta a cualquiera. –Clary golpeo el hombro de su novio.
-Y tú. –Jace señalo hacia Magnus. -¿Por qué no nos dijiste que estaba
contigo? ¿Tienes una idea de lo preocupado que estábamos?
-¿Ya te escuchaste? –Dijo Magnus. El brillaba un poco más de lo
acostumbrado. Noto Clary. –Suenas como toda una madre preocupada.
-No mi madre. –Dijo Alec sencillamente. Todos lo miraron. –Lo que me
recuerda. Oh dios. –Alec tallo su rostro. –Ella debe estar…
-Ella no es tu madre. –Dijo Jace tenso.
-Ella no lo sabe. –Alec respondió. –Estamos en una especie de guarida
Nephilim ¿No? Es decir. El número telefónico de este lugar no está en la
guía telefónica. Ni sus coordenadas en Google Maps, ¿Cierto?
-No entiendo. –Dijo Clary. -¿Qué te preocupa?
-¡Que me encuentre! –Dijo Alec como si Clary hubiera preguntado algo
muy obvio. –Es decir, no es como si me escondiera, pero pase la noche
fuera, no llame, eso la pone muy mal. No quisiera que llegara derribando
puertas, gritando, buscando a su pequeño niño que necesita de sus
medicinas para sobrevivir. –Todos abrieron mucho los ojos hacia él. –Con
una sola ocasión fue suficiente. –Dijo con voz baja y mirándose
avergonzado de ello.
-Esa mujer es un caso ¿Eh? –Dijo Magnus después de un momento.
-No puedes culparla. –Dijo Alec. –Los recuerdos en mi cabeza justifican
eso. Ella ha sufrido mucho por su hijo.
Y sufrirá mucho más. Pensó.
-Supongo que debemos decirles. –Dijo Clary.
-¿Decirles que? –Pregunto Jace. –En realidad no tenemos que hacer nada
de eso.
-Jace. Ellos necesitan saber lo que paso con su hijo. No puede
simplemente desaparecer. Eso los destrozaría.
-Estoy de acuerdo. –Dijo Alec.
Todos lo miraron de nuevo. Alec considero la idea de cuidar un poco más
lo que decía.
-Escuchen. –Dijo. –Sé quién soy. No importa lo que ellos hagan o lo que
haga yo. Eso no va a cambiar. Soy Alec Lightwood y es aquí donde
pertenezco.
-Aun así. No creo que tratar con ellos sea necesario, podemos enviar a
alguien de la clave.
-Jace. –Alec miro hacia él bastante sorprendido.
Magnus decidió intervenir. –No tiene nada de malo que seas tú el que le
diga a los Carter la verdad. –Dijo Magnus. Jace lo fulmino con la mirada.
–Pero debes entendernos, nos asusta la idea de que decidas quedarte con
ellos. Aun sabiendo quien eres, también eres libre. Un Cazador de
sombras puede elegir no serlo y…
-¡No! –Dijo Alec, él se miraba angustiado al escuchar a Magnus. Se
acercó más para tomar una de sus manos –No voy a irme. A ningún lado.
Tomo con más fuerza la mano de Magnus. –Necesito que me creas
porque le dije lo mismo a Gwen y…
Magnus rio. –Te creo. –Dijo y acaricio el pómulo del chico.
Era muy evidente que la personalidad de Alex Carter aún estaba
presente en Alec. A él no le importó tener espectadores, se acercó a
Magnus suficiente para besarlo. Magnus no pudo resistir no hacerlo.
Se besaron plenamente frente a Jace y Clary que en lugar de verse
incomodos se miraban complacidos y aliviados.
-¡POR EL ANGEL!
El grito hizo que Alec y Magnus se separaran precipitadamente.
Cuando Alec miro, Isabelle ya estaba de camino muy rápido en su
dirección. Ella no se detuvo. Rodeo a su hermano con sus fuertes brazos,
Alec escucho titilar sus pulseras al chocar contra él y le sorprendió lo
familiar del sonido.
-Hola Isabelle. –Dijo sonriendo mientras la chica lo estrujaba.
-No me equivoco ¿Cierto? –Le dijo muy emocionada. –Tú estabas besando
a Magnus. Yo te vi.
-Hmm
-Nos interrumpiste. –Dijo Magnus e Isabelle le arrugo la nariz.
-Entonces eso significa que recuerdas…
-Isabelle. –Llamo precavido Magnus a la chica.
-lo siento Isabelle. –Dijo Alec. –Aun no recuerdo, por lo menos no todo
cuanto debiera recordar.
Isabelle levanto ambas cejas. -¿Y eso que fue entonces? –Dijo señalando
a ambos chicos.
-Hmm…
-Amor –Dijo Magnus, todos lo miraron incluso Alec. -¿No lo conocen
Cazadores?
-No tanto como tu ¿Cierto brujo? –Dijo Jace con una sonrisa torcida y
maliciosa.
-¿Qué significa eso? –Pregunto Alec y miro a Magnus. -¿Qué tanto?
-Créeme cariño. Ya pasamos por esto.
Alec tenía la sensación de que era verdad.
-Así que… Alec –Era Simon que no había hablado hasta ahora. –No
recuerdas todo, pero ¿lo estás haciendo? ¿Estas recordando?
-Anoche recordé muchas cosas. –Dijo Alec reflexivo. –Pero todas ellas
fueron relacionadas con Magnus.
-Soy memorable. –Dijo Magnus, Alec lo miro sonriente dándole la razón.
Sus miradas se quedaron fijas entre ellos hasta que…
Jace carraspeo. –Me legra escuchar eso, pero, en realidad eso no nos
ayuda.
-Habla por ti. –Definitivamente Magnus estaba muy feliz, pensó Clary.
-Ustedes me dijeron que a Simon le paso lo mismo. –Dijo Alec. -¿Cómo
recupero él sus recuerdos?
-La copa mortal. –Dijo Simon. –Cuando me convertí en un Cazador de
Sombras todo el poder del demonio desapareció de mí.
-¿Y no intentamos eso por qué…?
-Tú eres ya un Cazador de Sombras. –Dijo Isabelle. –Tomar de la copa
mortal no te afectara para nada.
-Además, no fue el hecho de convertirse en un Nephilim. –Dijo Clary. –
Los demonios no se meten con La Clave, o por lo menos lo intentan.
-¿Están diciendo que los demonios respetan la ley?
-En lo absoluto. –Dijo Magnus. –Solo intentan mantenerse fuera del
radar, y atacar a un Cazador de Sombras no es la opción más inteligente
para ellos.
-Entonces Belcebú sabe muy bien que rompió la ley.
-Así es. Y por eso está escondiéndose.
La manera más simple que tuvo Alec en ver la situación fue como una
situación de crimen, donde el infractor solo tenía un par de opciones; la
primera era esconderse justo como Belcebú lo estaba haciendo.
Entonces, ¿si lo atrapaban? Él tendría que borrar toda evidencia, negar
todo y matar a los testigos que había tomado de rehenes. Le fue
imposible no mirarse a sí mismo como un rehén y principal testigo.
-¿Qué pasa? –Pregunto Magnus despertándolo. –Te miras muy
preocupado.
-Bueno. –Dijo Alec. –No poder recobrar mis recuerdos puede ser razón de
más para preocuparme.
-Lo encontraremos. –Dijo Jace, pero Alec sabía que el decirlo no lo
convertía en un hecho.
-O bien. –Dijo Magnus tiernamente mientras colocaba su mano en el
hombro de su novio. -Siempre podemos hacer nuevos recuerdos.
-Claro. –Dijo Alec lo más convincente que pudo. Eso si el demonio no me
mata antes. Pensó.
Magnus entrecerró los ojos en su dirección. Alec aparto la mirada. -
¿Puedo entrenar con ustedes? –Pregunto rápidamente. No era que
quisiera hacer exactamente eso. Cada actividad física aun le parecía
aburrida, por ello siempre prefería los videojuegos, pero necesitaba
esconder sus pensamientos de Magnus quien siempre lograba
sorprenderlo con la manera tan hábil de saber en lo que pensaba.
Jace resplandeció. –Esa es una excelente idea Alexander.
Isabelle empujo a su hermano al centro de la sala, en un segundo estaba
rodeado por Cazadores de demonios expertos y ansiosos por enseñarle
cualquier técnica de asesinar.
Magnus se rindió por ahora al ver a sus hermanos tan motivados
alrededor de él. El brujo explico a los chicos que necesitaba alejarse por
un tiempo para hablar con Maryse y Robert. Jace le respondió con una
señal desdeñosa. Magnus rodo los ojos y salió de la sala.
* * * * *
Alec y sus amigos entrenaron por un par de horas, practico el tiro con
arco, y Jace le mostro la manera correcta de sostener una daga, espada y
múltiples artificios que eran algo así como lo básico en su tarea de matar
demonios.
Terminaron con su entrenamiento y se encontraron con Magnus en uno
de los corredores del instituto. Alec dejo que se acercara lo suficiente
para besarlo.
-¿Qué hablaste con los Lightwoods? es decir… mis padres. –Pregunto el
chico.
-Es un secreto. –Contesto Magnus.
-Vamos ¿Es en serio? ¿Ahora tienes secretos?
-No soy el único. –Dijo Magnus claramente acusando a Alec.
Alec se soltó del agarre de Magnus. -¿Qué quieres decir?
-La última vez que me ocultaste algo… bueno. No terminó nada bien, de
hecho solo termino, así que…
Alec trago con fuerza. Él hecho una mirada rápida hacia Jace y los
demás que seguían caminando por enfrente de ellos.
Como lo había imaginado Magnus sabía que le ocultaba algo, Alec no
quería decirle que muy probablemente el demonio estaba dañándolo en
una especie de control remoto.
-Estoy preocupado por Gwen. Quisiera verla. –Esta no era exactamente
la verdad pero tampoco era mentira. -¿Crees que…?
Magnus se miró comprensivo. –No veo porque no.
-¿Por qué no qué? –Jace se acercó a ellos.
-Alec quiere ver a Gwen. –Dijo. Su miraba desafiaba un poco a Jace. –Y
no veo que eso traiga algún problema.
-Y yo no veo que haya alguna necesidad de eso.
-Es mi prima. –Dijo Alec sin pensar. –Es decir…
Alec se miró de inmediato frustrado, era tan raro saberse tan alejado de
Gwen, era ridículo pensar en que necesitaba una excusa muy buena
para poder verla.
-Yo… -Alec recordó a Gwen llorando desconsolada en el suelo del
santuario. Todo su cuerpo se tensiono, sintió como poco a poco la
angustia lo inundaba. Llevo una de sus manos al rostro. –No respiro. –
Dijo.
Antes de que Magnus se moviera, Jace tomo su estela y comenzó a
dibujar en el brazo del chico.
-¿Qué haces? –Pregunto Alec.
-Esto te ayudara. –Jace trazo la runa que ayudaba a la concentración y
serenidad. No era la primera vez que Alec la usaba, esta se había
convertido en necesaria cuando ambos salían sin permiso del instituto
siendo muy jóvenes para realizar las hazañas propuestas por Jace.
Después de un tiempo Alec acepto el hecho de que, de nada serbia
preocuparse por sus padres cuando podía usar esa preocupación en algo
más productivo como mantener a salvo a Jace.
-Wow. –Dijo Alec cuando Jace termino. –No sé lo que hiciste pero gracias.
-No te adelantes. –Dijo Jace guardando su estela tranquilamente. –Te
enojaras conmigo cuando te diga que no puedes ir a ver a esa chica.
-¿Y por lo menos puedo saber por qué?
-No es necesario.
-¿No es necesario la explicación? ¿O no es necesario verla?
-Ambas
-Jace. –Llamo Magnus al chico.
Jace rodo los ojos. –Magnus sabes que no es necesario ¿Para qué
arriesgarnos a que el demonio encuentre a Alec? El instituto es el lugar
más seguro para él.
-No necesito salir del instituto para verlos. –Dijo Alec rápidamente. –Ellos
pueden venir.
-Y sigo sin ver inconvenientes en ello. –Agrego Magnus.
Jace tallo su rostro fuertemente y con cansancio. –Por el ángel. De
acuerdo, pero no pueden quedarse demasiado.
Apenas Jace termino de pronunciar la aprobación, Alec tomo su celular
de uno de los bolsillo en su pantalón, presiono una solo tecla y llevo el
celular a su oído.
-Johanna aceptaron. –La voz que se oía a través del auricular era
ansiosa. –tranquila, solo hagan lo que te dije. Justo como lo hablamos y
deberán poder salir sin levantar ninguna sospecha.
Jace y Magnus miraban a Alec fijamente.
-De acuerdo, entonces los veo en la entrada.
Cuando Alec colgó, Magnus y Jace seguían mirándolo.
Alec se encogió de hombros.
-Hablando de secretos. –Dijo Magnus sombríamente.
Jace miro al brujo, sus manos cruzadas en su pecho. -¿Sigues creyendo
que no hay inconvenientes?
* * * * *
Clary, Jace, Magnus y Alec estaban en los jardines del instituto, Alec
estaba sentado en una de las bancas mirando hacia la entrada en donde
Isabelle y Simon conversaban muy cerradamente.
-Debes calmarte. –Dijo Magnus a Alec.
-Estoy bien. –Dijo Alec mordiendo una de sus uñas.
-Deja de moverte entonces, me estas poniendo nervioso.
Alec detuvo su pie que se había estado moviendo con cada vez más
velocidad. –Lo siento. –Dijo mirando sinceramente apenado hacia
Magnus.
Magnus había permanecido distante en los últimos minutos, no le había
parecido que Alec hubiera hablado con Johanna sin siquiera
mencionárselo. Ahora que miraba tanta ansiedad en Alec se sintió
culpable y se compadeció de él. Magnus se sentó a su lado y tomo una de
sus manos.
-Todo irá bien. –Dijo acariciando su brazo con ternura.
Alec se sorprendió un poco del gesto, había estado muy consciente del
enfado del brujo. Alec se inclinó hacia Magnus buscando sus labios. Se
acercó lo suficiente para que sus frentes se juntaran, Alec siguió en su
intento por besarlo lentamente. Magnus cerró los ojos fuertemente pero
no se movió un milímetro hacia Alec. El cual entendió y se alejó.
-Lo siento. –Dijo Magnus. –Es solo que…
-Estás enojado, lo sé.
-Tienes que parar. –Dijo Magnus. –Deja de ocultarme las cosas.
-No necesito decir las cosas que no necesito decir. –Dijo Alec mirando
hacia la puerta.
Magnus se sorprendió. Guardo silencio por un momento. Alec le miro. -
¿Hasta ahora te das cuenta? –Dijo Alec mientras se ponía de pie,
mirando como Simon abría la puerta a sus amigos. La primera en entrar
fue Johanna. –Que no soy la persona de la que estás enamorado.
Alec corrió hacia la entrada dejando a Magnus sin aliento y mirando
como Johanna se precipitaba a los brazos de Alec. El cual la recibía con
el mismo entusiasmo.
* * * * *
-Creí que no vendrían. –Dijo Alec soltando a Johanna. –Tardaron.
-Nico, el sol ¿Recuerdas? Gwen no quería venir sin él. Y además, no
funciono. –Dijo la chica. –Tuvimos que contarle a tus padres.
-Maldición. –Dijo Alec distraídamente, el seguía mirando hacia la entrada
del instituto. -¿Y Gwen?
Johanna suspiro. –Dale unos minutos. –Dijo.
-No. –Alec camino hacia las puertas.
-Alec no debes salir. –Dijo Isabelle a su hermano mirando que hacia
precisamente eso. Alec la ignoro.
Justo al otro lado de las puertas, recargada sobre la barda de ladrillo de
la cerca estaba Gwen. Nico a un metro de ella, solo mirándola,
vigilándola sin hablar.
Alec se acercó. –Hola Nico. –Dijo y Nico lo abrazo.
-Eh amigo. Te eche de menos.
-También yo. –Alec miro hacia Gwen que no lo había mirado, ni siquiera
había levantado la mirada del suelo. -¿Podrías darnos un minuto? –Dijo
Mirando a su amigo.
-Claro. –Dijo Nico. –Iré a molestar a Johanna.
-Y por favor mantenla lejos de Magnus, no quisiera que empeorara las
cosas con él. Yo solo lo hago muy bien. –Esto último lo dijo en voz baja.
Haciendo que Gwen se preocupara.
-¿Qué pasa con Magnus? –Pregunto la chica.
Nico se retiró.
–No te preocupes por eso. –Dijo Alec a la chica. –Cosas de novios
supongo.
Gwen sonrió levemente. -¿Son novios ya?
-Creo que somos mucho más que eso ahora.
La sonrisa de Gwen se amplió mucho más. -¿Qué hiciste anoche Carter?
–Gwen golpeo el hombro de Alec y se detuvo al siguiente segundo. –Es
decir…
-Está bien. –Dijo Alec. –Siempre me has llamado así, ¿Por qué cambiarlo
ahora?
-Porque ahora sabemos cuál es la verdad.
-¿Sabes? Aun sabiendo que no soy tu primo, yo… Te sigo queriendo con
todo mi corazón.
-No, por favor no lo hagas.
-No puedo evitarlo. Es por eso que estoy teniendo problemas con
Magnus. Él quiere ver en mí a Alec Lightwood pero, no puedo, está
enojado porque le oculto cosas.
-Nunca dices las cosas que no necesitas decir.
-Tú lo entiendes, pero él. –Alec suspiro. –Espera que sea Alec Lightwood
pero es imposible, tengo una personalidad muy diferente y no puedo
cambiar eso. ¿Por qué no lo entiende?
-Creo que eres tú el que debe entender. –Alec fijo aún más su mirada en
Gwen. –Eres Alexander Lightwood, debes esforzarte para lograr ser quien
eras, no puedes culpar a Magnus por querer de regreso a quien ama.
-Supongo. –Alec bajo la mirada. Ahora se daba cuenta de que Magnus
confiaba ciegamente en él, necesitaba confiar de igual manera en él.
Las miradas de ambos chicos se fijaron por un momento. Alec se
sorprendió de la habilidad de Gwen por hacerlo reaccionar.
-Gwen. –Dijo él. –Sé que no soy tu primo, pero… tú puedes, es decir… -
Alec tomo aire. –Puedes verme como un canal hacia él, soy como una
espeluznante copia de él creo… Lo que quiero decir es… -Alec tomo las
manos de la chica. –Lo que él te diría es: No importa lo que pase, o el
tiempo que tarde. Siempre encontrare la manera de volver a ti.
Gwen cerró sus ojos. Detrás de sus parpados miro el rostro claro de su
primo, diciéndole exactamente esas palabras, de alguna manera, sabía
que había sido él quien se lo había dicho. Las lágrimas estaban a punto
de brotar.
-Si es que eso tiene algo de sentido. –Dijo Alec y Gwen rio.
-Lo tiene. –Dijo. –Más de lo que te imaginas.
* * * * *
Gwen y Alec volvieron al instituto, claramente mucho más relajados. –Oh
dios. –Exclamo Alec al ver a Johanna y Magnus en el mismo grupo y ella
hablándole a él. Los demás a su alrededor la observaban perplejos.
Ambos chicos se apresuraron hacia ellos. Cuando Johanna se percató de
Alec guardo silencio.
-¿Qué le estabas diciendo a mi novio? –Exigió Alec.
-Nada malo. –Contesto Johanna.
Alec la siguió mirando. –Si no me crees pregúntale a él. –Dijo la chica y
Alec miro hacia Magnus que pareció despertar de su asombro.
-Hm, ella básicamente presumía de lo mucho que te conocía.
-¡JOHANNA!
-Por favor -Dijo la chica -Era una broma, no veo porque tomarlo tan en
serio.
-Se escuchaba muy en serio. –Dijo Nico.
Johanna lo fulmino con la mirada. –Traidor.
-Magnus no tiene la culpa de tus resentimientos.
-Yo no estoy resentida. –Dijo Johanna al mismo tiempo que se unía a la
conversación Isabelle y Gwen. Se formó un revuelo. Magnus observaba
bastante entretenido cuando sintió un agarre a su brazo.
Giro. Era Alec. -¿Puedo hablar contigo? –Dijo con sus pómulos rojos.
Ambos caminaron, Alec había tomado la mano de Magnus y él no la
había soltado. Dejo que lo guiara hacia el costado del instituto.
-No le tome importancia a lo que dijo Johanna, -Dijo Magnus -Espero no
sea eso lo que te preocupa.
-Ella no es mala. –Dijo Alec colocándose frente a Magnus.
-Lo sé. ¿De qué querías hablar entonces?
Alec presiono más la mano de Magnus. –Quiero pedirte perdón. –Dijo. –
Por no haberte dicho que conversaba con Johanna, es solo que…
-No dices las cosas que no necesitas decir. –Repitió Magnus.
-Eso era antes, es decir… quiero ser como debo ser, quiero ser la persona
de la que te enamoraste, no quiero que dejes de quererme.
-Tú eres esa persona. –Lo interrumpió Magnus. -Eres Alexander
Lightwood. Mi Alec.
Esta vez Magnus se inclinó a buscar los labios de Alec, los encontró con
muchísima facilidad. Se besaron lenta y tiernamente haciendo que el
estómago de Alec se sintiera como una marea salvaje.
Se separaron tan solo unos milímetros, Alec podía sentir el aliento
entrecortado de Magnus. –¿Sería inapropiado pedirte que volvamos a
casa ahora mismo? –Dijo en voz baja.
Magnus mordió su labio inferior. –Por desgracia mi amor debemos
permanecer aquí, por lo menos un par de horas más.
Alec se separó resignado. –Nunca obtengo lo que quiero.
Magnus rio. –Escúchate, hablas como un chico malcriado.
-Lo soy, en parte, creo. Por lo menos hasta que los recuerdos del chico
Carter se vallan.
-Parece que estas ansioso por eso. Escucharte hablar de él como otra
persona, es reconfortante.
-Quiero dejar de estar en conflicto conmigo mismo. –Alec se miró
reflejado en los ojos de gato de Magnus. –Y quiero hacerte feliz.
La comodidad de los brazos de Magnus era impresionante, abrumadora e
insuficiente, todo al mismo tiempo, Alec no quería que lo soltara, Alec
hubiera querido tener mucha más fuerza para aferrarse más a sus
brazos.
-Lo haces. –Dijo Magnus con sus labios en el cuello del chico. –Que de
eso no te quede duda.
* * * * *
Cuando Alec y Magnus volvieron con sus amigos, se percataron de
inmediato de Robert y Maryse que se habían unido a ellos, conversaban
con Isabelle y Simon, mientras que Jace, Clary, Nico, Johanna y Gwen se
acercaban a ellos.
-¿Pasa algo? –Pregunto Alec de inmediato.
-Quieren hablar con ustedes. –Dijo Jace mirando no solo a Alec sino
también a Gwen, Nico y Johanna.
-¿Con nosotros? –Pregunto Gwen. -¿Por qué?
-Necesitan hacerles preguntas. –Dijo Clary.
-Por lo menos servirá de ensayo. –Dijo Alec. –Para cuando vuelvan a
casa.
-Oh es verdad. Hablamos con tus padres.
-¿Cómo están? –Pregunto Alec mientras presionaba la mano de Magnus.
Maryse y Robert se acercaron. Sin embargo, seguían conversando solo
entre ellos.
-Ellos están bien. –Dijo Gwen. –Johanna les conto sobre ti y Magnus.
Alec abrió mucho los ojos, todos ahí se sorprendieron irremediablemente,
incluso Maryse y Robert cortaron su conversación para prestar más
atención.
-¿Es broma? –Dijo Alec incrédulo.
-No. –Contesto Johanna. -¿Qué esperabas? ¿Qué les mintiéramos? Sabes
que eres el único con esa capacidad.
-Pero ¿qué les dijiste?
-Lo que me contaste, que Magnus y tu estaban juntos ahora, que te
quedarías con él.
-¿Y cómo lo tomaron? –La voz de Alec tembló un poco, era extraño
sentirse así de inseguro.
Fue como un cambio de ambiente en un segundo. Gwen rio amplia y
fuertemente. –Tu papa, mi tío, es decir, -Dijo Gwen entre risas. –
Literalmente levanto los brazos como si…
-Hubiera ganado la lotería. –Dijo Nico, él se miraba aun sorprendido, al
parecer al recordar la escena.
-Y dijo algo sobre no tener que preocuparse de que interrumpieras tus
estudios por… bueno…
-Dejar a una chica embarazada. –Dijo Johanna sencillamente.
Alec golpeo su rostro con su mano. Deseando con todas sus fuerzas
nunca haber preguntado. –Solo mi padre se pondría tan feliz por tener
un hijo Gay.
Nico soltó una carcajada, -Debiste verlo. –Dijo emocionado y levantando
sus brazos, imitando al señor Carter. –Él estaba increíblemente feliz.
-Que padres tan geniales. –Dijo Simon después de un momento sin
ningún cuidado. –Él miro hacia los Lightwoods -Es decir, no digo que
sean sus padres. Solo digo que en general son geniales, ya saben, como
padres… Olvídenlo.
-Lo son. –Dijo Isabelle sombríamente. –Así deberían ser todos los padres.
–Ella miro hacia sus propios padres luciendo molesta. A Alec le fue
imposible no notarlo. Ahora algunas cosas estaban siendo de su
comprensión. Al parecer sus verdaderos padres no aceptaban sus
preferencias. Hubo un sentimiento que se acumuló en su pecho,
angustiante, doloroso, aterrador y familiar.
Alec agacho su cabeza.
-¿Y la Señora Carter? –Pregunto Clary para intentar romper la tensión. -
¿Cómo lo tomo ella?
-Ella se angustio un poco. –Dijo Johanna meditadamente. –Nos exigió
conseguir el número telefónico de Magnus. –Johanna miro al brujo. -Ella
necesita hablar contigo sobre los cuidados médicos de Alex.
-¡Por supuesto! –Exclamo Alec, él se miraba como si quisiera enterrar su
rostro en el concreto.
Magnus junto al resto del grupo lucia como si le estuvieran contando
una historia fantástica y en otro idioma.
-Podrás dárselo pronto. –Dijo Gwen. –Ellos quieren que vallan ambos a
cenar hoy.
-¡Wow! –Exclamo Isabelle con bastante fuerza. Ella lucia furiosa –Una
muy impresionante familia feliz.
Sin decir nada más, giro y se alejó de todos ellos.
-Isabelle. –Dijo Alec mientras se movió de inmediato tras ella.
-No me di cuenta. –Dijo Gwen triste. –Que había dicho algo muy malo.
Magnus miro a la chica. –No lo hiciste. –Dijo. –Por el contrario, dijiste
algo demasiado bueno como para poder soportarlo.
Robert y Maryse solo miraron quietos como sus dos hijos de alejaban.
* * * * *
-Isabelle, espera por favor…
-¡¿Por qué?! –Exigió la chica girando hacia su hermano, ellos habían
entrado al instituto. -¿Qué caso tiene? ¿No te das cuenta? No puedo
competir con todo eso, todo lo que tienes y que mereces.
-¿Por qué piensas que podría preferir esa mentira a ti? A mi hermana,
eres mi sangre.
-Nuestros padres no te tratan bien. –Dijo Isabelle llorando. –Tenemos un
hermano que fue asesinado y en nuestro mundo tu… tú ni siquiera
puedes casarte con Magnus. ¿Por qué querrías esto?
-Porque es mi vida, porque no quiero una en donde no estés tu o Jace.
-Ni siquiera nos recuerdas.
-Pero los siento. Más de lo que puedo soportar, desde aquella vez cuando
llegue al apartamento de Magnus y tú me abrazaste, yo te sentí, te sentí
en verdad. Y renunciar a ti seria como renunciar a mí mismo. ¿No te das
cuenta? Eres mi hermana, eres parte de mí.
Fue como si el cuerpo de Isabelle hubiera perdido la batalla ante las
palabras de Alec, ella de nuevo se miraba como una pequeña niña
indefensa. –Yo quisiera… en verdad…
Alec se precipito hacia Isabelle para rodearla con sus brazos. Isabelle
sollozaba en su pecho. –Yo, yo no lloro… -Dijo La chica.
-Lo sé. –Dijo Alec. –Odias llorar y no tienes por qué preocuparte. No se lo
diré a nadie.
Isabelle dejo que su hermano la acunara en su pecho y acariciara su
cabello por bastante tiempo.
* * * * *
Isabelle y Alec volvieron a los jardines caminando lado a lado, Isabelle
incluso estaba sonriendo. Simon no tardó mucho en correr hacia ella
para abrazarla. Alec les dio espacio y camino hacia el grupo.
-Lo siento. –Dijo Gwen en cuanto miro a Alec.
Alec sacudió la cabeza. –No es tu culpa que tus tíos sean tan amigables.
Tus tíos. No eran más sus padres. Gwen tuvo que obligarse a sí misma a
no caer al suelo. Ella sonrió. –Ya los conoces. –Dijo.
-¿Y sobreprotectores? –Dijo Johanna.
-Esa es otra de las razones por las que les dijimos la verdad, es decir, en
parte.
-No entiendo. –Dijo Alec.
-Mi tía estaba a punto de llamar a la gente de Pandemónium, y sabes
que…
Jace se colocó frente a Alec como si intentara apartarlo de la chica tan
rápido que asusto a Gwen.
-¿Qué fue lo que dijiste? –Pregunto Jace mortalmente.
Gwen parpadeo. -¿Sobre llamar a Pandemónium?
-Si exactamente eso. –Dijo Jace casi gritando.
-Jace cálmate. –Dijo Alec. -¿Qué pasa? Pandemónium es solo un grupo
de gente rica pretenciosa, como un club social.
-Parece ser que tenías razón Magnus. –Dijo Robert oscuramente.
-¿Razón en qué? –Pregunto Alec a su novio.
Magnus tomo un largo respiro. –Es una organización que existe desde
hace mucho tiempo. –Explico. –Usan su dinero para comprar
conocimientos del mundo de las sombras. He sido contratado por ellos
en muchas ocasiones.
-¿Contratado para qué? –Pregunto Alec dudando en si realmente quería
saber la respuesta.
-Infinidad de trabajos mágicos. –Dijo Magnus y miro a Robert y Maryse. –
Siempre en conciencia de la Ley por supuesto. –Se apresuró a agregar.
Robert no le creyó pero ahora no le importaba.
-¿Qué relación tiene tu familia con esta organización? –Pregunto Robert a
Gwen fríamente.
Ahora fue Alec quien quiso colocarse entre Gwen y Robert para
protegerla.
-Nada en realidad. –Dijo la chica. –Es decir… al parecer nuestro abuelo
perteneció a su gremio y ellos siempre han ofrecido su ayuda a nuestros
padres, tal vez por respeto al abuelo. Nunca han necesitado de su ayuda,
pero, mi tía se preocupó por Alex… Alexander. Por eso estuvo a punto de
llamarlos.
-El Pandemónium no ofrece ayuda por nada. –Dijo Magnus mirándose
reflexivo.
-Tu teoría es cierta entonces. –Repitió Robert.
Alec busco el rostro de Magnus. -¿Qué teoría? –Esta vez lo dijo exigiendo
una respuesta.
Magnus lo miro y por un segundo Clary miro la duda en su rostro, por lo
general Magnus se miraba como alguien capaz de decir cualquier cosa a
cualquier persona. Clary se dio cuenta que eso cambiaba cuando eso que
dirás se lo dices a alguien que en verdad te importa. Y que sabes no le
gustara escuchar.
-No hay manera. –Dijo Magnus lentamente. –De que la Señora Carter
haya tenido como hijo a un brujo y no estar consciente de lo que era.
-No. –Dijo Gwen. –Ella no puede ocultar algo así. Ella en verdad no sabía
Magnus que Alex era un brujo.
-El demonio tuvo que haberse presentado ante ella cuando Alex nació.
Ella lo sabía.
-¡Tú no sabes eso! –Grito Alec. –Son solo conjeturas, tu… Es decir…
-Alec –Llamo Jace a su parabatai. –Debes saber que por lo menos eso es
muy probable.
Alec negó con la cabeza. -¿Y la organización Pandemónium? Mi madre…
La Señora Carter nunca ha aceptado ayuda de ellos. Ellas ni siquiera
acepto la herencia de mi abuelo. No tienen nada que ver con él… él… -
Fue como si algo en la mente de Alec se hubiera revelado. Miro hacia
Gwen buscando apoyo. Ella se miraba igual.
-Supongo que ahora sabemos por qué. –Dijo Gwen.
-¿A qué se refieren? –Pregunto Maryse.
-Mi madre y mi tía… ellas cortaron toda conexión con el abuelo, un día él
fue a casa y mi madre le grito que no se acercaría a nosotros. Ellas le
reprochaban algo pero… éramos muy jóvenes como para entenderlo. Mi
abuelo murió poco después. Mi mama y mi tía no aceptaron la fortuna
que les dejo.
-Tal vez ellas descubrieron que era en realidad el Pandemónium y
quisieron alejarse. –Dijo Isabelle. –Para mí, eso les da puntos.
-Nuestra investigación debe ir en dirección a tu abuelo entonces. –Dijo
Maryse mirando a Gwen. -Cuál era su nombre –Exigió.
Emmet Alexander –Todos giraron hacia Alec que hablo mirando al suelo.
–Emmet Alexander Carter.
Maryse y Robert se alejaron con prisa hacia el instituto.
Jace, Clary, Isabelle y Simon iniciaron una conversación con Gwen,
Johanna y Nico. Ellos querían seguir averiguando cualquier cosa al
respecto.
Alec giro hacia Magnus velozmente. –Necesito ir a casa. –Dijo tomando
por sorpresa al brujo.
-Podemos irnos cuando quieras pero…
-No. –Dijo Alec. –No me entendiste. Quiero ir con Los Carter.
-No. –Dijo Magnus en un segundo.
-Necesito hablar con ella, necesito explicarle.
-Alexander eso no tiene ningún caso.
-Lo tiene. Si ella supiera lo que el demonio hizo.
-Suponiendo solo si no lo sabe ya…
-Ella no lo sabe. –Dijo Alec molesto.
-Alexander –Dijo Magnus pero Alec no se quedó a escuchar lo que quería
decirle. Camino hacia Gwen, Johanna y Nico.
-Nos vamos. –Dijo caminando entre ellos y dirigiéndose de inmediato a la
salida, los tres chicos lo siguieron sin dudar. Gwen apenas tuvo tiempo
de brindarles una mirada de disculpa.
Magnus salió detrás de ellos y enseguida los demás. –Alexander, basta,
detente.
Alec giro sin dejar de caminar, -En serio chicos tienen que darse prisa. –
Dijo a sus amigos. Las dos chicas corrieron hacia la salida, Nico detrás
de ellas. Una vez que salieron Alec cerró la gran puerta detrás de él.
-¡Nico! –Llamo Alec y Nico con su fuerza vampírica actuó de inmediato,
tomo con sus manos ambos extremos de la reja y los torció entre ellos,
provocando no solo un ruido desgarrador de metal contra metal, sino
también una muy eficiente forma de mantener a los Cazadores y Magnus
dentro del instituto.
Magnus llego a la reja y observo lo que Nico había hecho. -¿Olvidas que
soy un brujo? –Dijo mirando hacia Alec al otro lado del acero.
Alec levanto su mano, Magnus pudo ver lo que llevaba en ella. Una
Estela.
Jace que también observaba a Alec junto a los demás desde el interior,
movió su mano hacia el cinturón que colgaba de su cintura. -¿Cuándo la
tomo? –Dijo sin caber en su asombro.
Alec se concentró y la estela comenzó a brillar en su mano.
Al cerrar sus ojos, pudo ver con mucha claridad una runa, la runa
perfecta para esta ocasión. Sin ningún titubeo comenzó a trazarla en el
nudo de metal que Nico había hecho.
Alec termino, todos lo miraban con ojos muy abiertos. -Y tú olvidas que
soy un Cazador de Sombras. –Dijo y se fue.
El silencio se hizo presente entre los cinco chicos.
-Por el ángel. –Dijo Clary. -¿Esa es?
-La runa que usaste en la corte Seelie. –Dijo Jace. –Él la recordó.
-Genial. –Dijo Isabelle. –Recuerda algo y lo usa en nuestra contra.
-Fue bastante asombroso. –Dijo Jace y Magnus le dedico una mirada de
asesino. –Lo fue. –Dijo el chico encogiéndose de hombros.
-¿Qué pasa aquí? –Dijo Maryse con sus manos en la cintura. -¿Dónde
está Alexander?
* * * * *
Alec despertó tras el sonido de su molesto despertador, se quitó las
cobijas del rostro, miro a su alrededor, estaba en su habitación, en la
que siempre creyó era su habitación. Ahora le parecía tan extraña. Casi
tan como la figura que estaba en medio de ella, con sus manos cruzadas
sobre su pecho. Ella lucia tan peligrosa con todas las armas que llevaba
y el uniforme negro de los Cazadores de Sombras. Además, ella se
miraba furiosa.
-Hola mamá. –Dijo Alec sencillamente parpadeando hacia Maryse, tal vez
si la llamaba así ella se enternecería y no lo lastimaría, por lo menos no
demasiado.
Maryse entrecerró los ojos hacia su hijo.
Alec trago con fuerza. –Ahora sé que tan eficientes son las runas. –Dijo
moviendo sus piernas a la horilla de la cama.
-El problema mi pequeño es que olvidaste que no eres el único que hace
runas.
-Oh. –Dijo Alec que se había levantado. -¿Me llevaras de vuelta al
instituto?
-No eres un niño. –Dijo Maryse y miro a su alrededor. –A pesar de que
esta habitación pareciera de uno.
-Para mí defensa, Alexander Carter tiene dieciséis.
-A los dieciséis años tú ya habías leído todas las enciclopedias
demoniacas del instituto, sabias al menos diez idiomas y manejabas más
de veinte armas diferentes.
-Wow, eso deja mal a cualquiera, pero supongo que para los Cazadores
es algo así como el promedio. Solo basta ver a Isabelle y Jace para
notarlo. –Alec se estaba poniendo un pantalón de mezclilla que encontró
en el piso de la habitación.
-Ellos podrían o no ser un poco más diestros que tú para las armas. –
Dijo Maryse reflexiva, -Pero ellos no tienen tu lógica, sentido común o
madures, eres quien los mantiene a salvo y siempre he podido contar
contigo para todo, desde muy joven te ganaste mi confianza.
-No lo parece. –Dijo Alec poniéndose sus zapatos tenis. –estas aquí
ahora, así que…
-El que este aquí no tiene que ver con la confianza que te tengo. Necesito
que estés a salvo cuando hables con esa mujer.
Alec la miro. -¿Dices que me dejaras hablar con ella?
-Y yo estaré ahí, ella no podrá verme, pero no te dejare solo.
-Puedo aceptar eso. –Dijo Alec satisfecho. –Entonces ¿Qué edad tengo?
-Diecinueve.
-Uhm, no soy tan mayor.
-En lo absoluto, eres joven, muy joven como para incluso estar
comprometido.
Alec rodo los ojos al cielo. Una madre es una madre. Pensó.
-Ni siquiera tiene algún caso que te preocupes por eso. Isabelle me dijo
que no puedo casarme con Magnus. Así que…
-Créeme Alexander –Dijo su madre mirándolo fijamente. –Eso no va a
detenerte.
* * * * *
Alec y Maryse bajaron las escaleras hacia la cocina. Alec estaba
agradecido de que estuviera ahí, de cierta manera se sentía mucho más
seguro ahora que anoche, que había llegado inesperadamente y que no
había podido iniciar el tema con su madre falsa, así que solo dejo que lo
enviara a dormir. Alec sentia en su tobillo la daga que le había dado Jace
y la estela que le había robado estaba en su bolsillo. Inesperadamente se
sentía más como un Cazador de Sombras ahora que hace tres días atrás.
La señora Carter estaba parada frente a la encimera cortando fruta. Ella
no miro hacia su hijo. -¿Por qué no fuiste a la universidad? –Pregunto de
inmediato.
Alec se sentó frente a ella. –Necesitaba hablar contigo. –Dijo y hecho una
mirada rápida hacia Maryse, la cual se quedó en la entrada mirando
fijamente a la Señora Carter.
-Solo quiero que de ningún modo abandones tus estudios, y tu salud,
debes cuidarte ahora más que nunca.
Alec parpadeo. –No entiendo por qué remarcar algo que ya se. –Dijo.
La señora Carter dejo el cuchillo de lado, dio a Alec un plato con fruta y
un emparedado de revista. Ella suspiro. –Magnus parece ser un chico
decente. –Dijo y Maryse resoplo. Alec la miro ¿En serio? Le dijo con la
mirada. –Pero no puedes culparme por dudar, es decir… ¿Hace cuánto lo
conoces?
Alec movió la cabeza. –No es de Magnus sobre lo que necesito hablarte. –
Dijo tranquilamente.
-¿De qué entonces? –Dijo su madre con sincera curiosidad. Ella miro
hacia uno de los brazos extendidos de Alec y se quedó mirando hacia la
marca que ahí estaba, la runa que Jace había dibujado aún no se iba.
Alec la cubrió con la palma de su mano. –No es permanente. –Dijo
rápidamente antes de que su madre comenzara a gritarle por haber ido a
quien sabe qué lugar a hacerse un tatuaje.
La expresión en la cara de la mujer cambio en un segundo, Alec pensó en
si estaba a punto de llorar. -¿Estas bien? –Pregunto el chico.
La mujer distraídamente siguió en su tarea de cortar fruta. –En
ocasiones deseamos tanto algo que no pensamos en las consecuencias. –
Dijo con la cabeza gacha.
-¿Qué?
-O lo haces pensando que serás tú la única persona perjudicada y
aceptas, aceptas pagar el precio, pensando que te lo cobraran a ti.
-¿Qué es lo que estás diciendo? –Dijo Alec, su voz sonaba débil y frágil,
como la de un niño.
-Siempre hay un precio que pagar con ellos ¿No es así?
Maryse se había acercado y colocado detrás de Alec, su postura en
guardia.
-¿Con quiénes? –Se atrevió a preguntar Alec.
La señora levanto la cabeza, las lágrimas corrían de sus ojos como dos
cascadas. –Los demonios. –Dijo.
Alec se levantó de su asiento, sus oídos zumbaron mientras Maryse
saltaba por el aire para sujetar a la mujer. En un segundo la apreso
contra la encimera como un policía entrenado sujetando a un
delincuente.
Alec dio dos pasos atrás, se sujetó de uno de los muebles, su cabeza le
dolía como nunca y la inconciencia lo llamaba con demasiada velocidad.
Escucho a Maryse llamándolo pero él no pudo responder, su visión se
estaba yendo, justo como lo había hecho su esperanza.
Continuara…
MayGraciela♥
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  • 1. La sala de armas era un excelente lugar para, además de entrenar, mantener tu mente ocupada, Jace necesitaba mantener su mente en extremo ocupada en este momento. -Recuerda que sé por lo que estás pasando. –Dijo Clary tomando una daga y poniéndose frente a Jace como rival de combate. Jace la miro vulnerable -No puedo quitarme su rostro de la mente. –Dijo. -Fue como si para él, Max hubiera muerto de nuevo. Clary recordó ese momento y aparto la imagen de inmediato. –Lo fue. – Dijo con pesar. Jace tomo su celular. -¿Por qué Magnus no nos llama? Ni siquiera sabemos si esta con él ahora. Aunque lo más lógico es que haya querido volver a su casa. Clary lo miro. -A la que cree su casa. –Corrigió. -Si algo malo pasara Magnus nos lo diría. –Dijo Clary y sonrió. –Tal vez están pasando un buen rato. ¿No? Jace envidio bastante el optimismo de su novia.
  • 2. -Sí. –Dijo él sin convicción. Clary no se rindió en su intento por animarlo. –Te estoy esperando. –Dijo levantando en guardia su daga. Jace se acercó a ella sin ninguna intención de combatir, él la tomo de lleno y la acerco a su pecho. Jace se aferró muy fuerte a la chica. La daga de Clary había caído al suelo. Ella sintió un profundo hoyo en el pecho. –Está bien. –Dijo ella acariciando la espalda de su novio. –Pronto todo estará bien. -Falta la mitad de mí. –Dijo Jace entre el cabello de Clary. –Nada está bien ahora. Su runa parabatai había cambiado desde aquel día en el que se enfrentaron a Belcebú. Seguía dibujada en su cuerpo pero completamente apagada y sin vida. Ahora habían encontrado a Alec pero su enlace no se había restaurado. Jace moría de terror al pensar en que nunca más lograra recuperar a su parabatai. -¿Jace? La voz que lo llamaba lo despertó de un sobresalto.
  • 3. -¿Estas bien? Jace levanto su vista hacia la entrada del salón de armas en donde estaba Alec. Detrás de él Magnus se acercaba tranquilo. Alec lo miraba claramente angustiado, Jace pensó que no importaba el poder del demonio. Había cosas que nunca iban a cambiar. Jace miro a Alec acercándose y después a Magnus que le sonrío al ver su reacción. Y todo lo que en el mundo parecía oscuro y sin color se convirtió en claridad. Tan claro, colorido y brillante como los ojos azules de su hermano. -¿Jace? –Volvió a llamarlo. Jace sonrío. –Estoy infinitamente mejor que hace cinco segundos. –Dijo. Los hombros de Alec se relajaron. –Amigo te mirabas devastado. –Dijo Alec sencillamente y Jace detesto su peculiar forma de hablar en este momento. -Creí haber escuchado que Isabelle intentara cocinar hoy. –Dijo Jace. – Eso devasta a cualquiera. –Clary golpeo el hombro de su novio. -Y tú. –Jace señalo hacia Magnus. -¿Por qué no nos dijiste que estaba contigo? ¿Tienes una idea de lo preocupado que estábamos?
  • 4. -¿Ya te escuchaste? –Dijo Magnus. El brillaba un poco más de lo acostumbrado. Noto Clary. –Suenas como toda una madre preocupada. -No mi madre. –Dijo Alec sencillamente. Todos lo miraron. –Lo que me recuerda. Oh dios. –Alec tallo su rostro. –Ella debe estar… -Ella no es tu madre. –Dijo Jace tenso. -Ella no lo sabe. –Alec respondió. –Estamos en una especie de guarida Nephilim ¿No? Es decir. El número telefónico de este lugar no está en la guía telefónica. Ni sus coordenadas en Google Maps, ¿Cierto? -No entiendo. –Dijo Clary. -¿Qué te preocupa? -¡Que me encuentre! –Dijo Alec como si Clary hubiera preguntado algo muy obvio. –Es decir, no es como si me escondiera, pero pase la noche fuera, no llame, eso la pone muy mal. No quisiera que llegara derribando puertas, gritando, buscando a su pequeño niño que necesita de sus medicinas para sobrevivir. –Todos abrieron mucho los ojos hacia él. –Con una sola ocasión fue suficiente. –Dijo con voz baja y mirándose avergonzado de ello. -Esa mujer es un caso ¿Eh? –Dijo Magnus después de un momento.
  • 5. -No puedes culparla. –Dijo Alec. –Los recuerdos en mi cabeza justifican eso. Ella ha sufrido mucho por su hijo. Y sufrirá mucho más. Pensó. -Supongo que debemos decirles. –Dijo Clary. -¿Decirles que? –Pregunto Jace. –En realidad no tenemos que hacer nada de eso. -Jace. Ellos necesitan saber lo que paso con su hijo. No puede simplemente desaparecer. Eso los destrozaría. -Estoy de acuerdo. –Dijo Alec. Todos lo miraron de nuevo. Alec considero la idea de cuidar un poco más lo que decía. -Escuchen. –Dijo. –Sé quién soy. No importa lo que ellos hagan o lo que haga yo. Eso no va a cambiar. Soy Alec Lightwood y es aquí donde pertenezco. -Aun así. No creo que tratar con ellos sea necesario, podemos enviar a alguien de la clave.
  • 6. -Jace. –Alec miro hacia él bastante sorprendido. Magnus decidió intervenir. –No tiene nada de malo que seas tú el que le diga a los Carter la verdad. –Dijo Magnus. Jace lo fulmino con la mirada. –Pero debes entendernos, nos asusta la idea de que decidas quedarte con ellos. Aun sabiendo quien eres, también eres libre. Un Cazador de sombras puede elegir no serlo y… -¡No! –Dijo Alec, él se miraba angustiado al escuchar a Magnus. Se acercó más para tomar una de sus manos –No voy a irme. A ningún lado. Tomo con más fuerza la mano de Magnus. –Necesito que me creas porque le dije lo mismo a Gwen y… Magnus rio. –Te creo. –Dijo y acaricio el pómulo del chico. Era muy evidente que la personalidad de Alex Carter aún estaba presente en Alec. A él no le importó tener espectadores, se acercó a Magnus suficiente para besarlo. Magnus no pudo resistir no hacerlo. Se besaron plenamente frente a Jace y Clary que en lugar de verse incomodos se miraban complacidos y aliviados. -¡POR EL ANGEL!
  • 7. El grito hizo que Alec y Magnus se separaran precipitadamente. Cuando Alec miro, Isabelle ya estaba de camino muy rápido en su dirección. Ella no se detuvo. Rodeo a su hermano con sus fuertes brazos, Alec escucho titilar sus pulseras al chocar contra él y le sorprendió lo familiar del sonido. -Hola Isabelle. –Dijo sonriendo mientras la chica lo estrujaba. -No me equivoco ¿Cierto? –Le dijo muy emocionada. –Tú estabas besando a Magnus. Yo te vi. -Hmm -Nos interrumpiste. –Dijo Magnus e Isabelle le arrugo la nariz. -Entonces eso significa que recuerdas… -Isabelle. –Llamo precavido Magnus a la chica. -lo siento Isabelle. –Dijo Alec. –Aun no recuerdo, por lo menos no todo cuanto debiera recordar.
  • 8. Isabelle levanto ambas cejas. -¿Y eso que fue entonces? –Dijo señalando a ambos chicos. -Hmm… -Amor –Dijo Magnus, todos lo miraron incluso Alec. -¿No lo conocen Cazadores? -No tanto como tu ¿Cierto brujo? –Dijo Jace con una sonrisa torcida y maliciosa. -¿Qué significa eso? –Pregunto Alec y miro a Magnus. -¿Qué tanto? -Créeme cariño. Ya pasamos por esto. Alec tenía la sensación de que era verdad. -Así que… Alec –Era Simon que no había hablado hasta ahora. –No recuerdas todo, pero ¿lo estás haciendo? ¿Estas recordando? -Anoche recordé muchas cosas. –Dijo Alec reflexivo. –Pero todas ellas fueron relacionadas con Magnus.
  • 9. -Soy memorable. –Dijo Magnus, Alec lo miro sonriente dándole la razón. Sus miradas se quedaron fijas entre ellos hasta que… Jace carraspeo. –Me legra escuchar eso, pero, en realidad eso no nos ayuda. -Habla por ti. –Definitivamente Magnus estaba muy feliz, pensó Clary. -Ustedes me dijeron que a Simon le paso lo mismo. –Dijo Alec. -¿Cómo recupero él sus recuerdos? -La copa mortal. –Dijo Simon. –Cuando me convertí en un Cazador de Sombras todo el poder del demonio desapareció de mí. -¿Y no intentamos eso por qué…? -Tú eres ya un Cazador de Sombras. –Dijo Isabelle. –Tomar de la copa mortal no te afectara para nada. -Además, no fue el hecho de convertirse en un Nephilim. –Dijo Clary. – Los demonios no se meten con La Clave, o por lo menos lo intentan. -¿Están diciendo que los demonios respetan la ley?
  • 10. -En lo absoluto. –Dijo Magnus. –Solo intentan mantenerse fuera del radar, y atacar a un Cazador de Sombras no es la opción más inteligente para ellos. -Entonces Belcebú sabe muy bien que rompió la ley. -Así es. Y por eso está escondiéndose. La manera más simple que tuvo Alec en ver la situación fue como una situación de crimen, donde el infractor solo tenía un par de opciones; la primera era esconderse justo como Belcebú lo estaba haciendo. Entonces, ¿si lo atrapaban? Él tendría que borrar toda evidencia, negar todo y matar a los testigos que había tomado de rehenes. Le fue imposible no mirarse a sí mismo como un rehén y principal testigo. -¿Qué pasa? –Pregunto Magnus despertándolo. –Te miras muy preocupado. -Bueno. –Dijo Alec. –No poder recobrar mis recuerdos puede ser razón de más para preocuparme. -Lo encontraremos. –Dijo Jace, pero Alec sabía que el decirlo no lo convertía en un hecho. -O bien. –Dijo Magnus tiernamente mientras colocaba su mano en el hombro de su novio. -Siempre podemos hacer nuevos recuerdos.
  • 11. -Claro. –Dijo Alec lo más convincente que pudo. Eso si el demonio no me mata antes. Pensó. Magnus entrecerró los ojos en su dirección. Alec aparto la mirada. - ¿Puedo entrenar con ustedes? –Pregunto rápidamente. No era que quisiera hacer exactamente eso. Cada actividad física aun le parecía aburrida, por ello siempre prefería los videojuegos, pero necesitaba esconder sus pensamientos de Magnus quien siempre lograba sorprenderlo con la manera tan hábil de saber en lo que pensaba. Jace resplandeció. –Esa es una excelente idea Alexander. Isabelle empujo a su hermano al centro de la sala, en un segundo estaba rodeado por Cazadores de demonios expertos y ansiosos por enseñarle cualquier técnica de asesinar. Magnus se rindió por ahora al ver a sus hermanos tan motivados alrededor de él. El brujo explico a los chicos que necesitaba alejarse por un tiempo para hablar con Maryse y Robert. Jace le respondió con una señal desdeñosa. Magnus rodo los ojos y salió de la sala. * * * * * Alec y sus amigos entrenaron por un par de horas, practico el tiro con arco, y Jace le mostro la manera correcta de sostener una daga, espada y
  • 12. múltiples artificios que eran algo así como lo básico en su tarea de matar demonios. Terminaron con su entrenamiento y se encontraron con Magnus en uno de los corredores del instituto. Alec dejo que se acercara lo suficiente para besarlo. -¿Qué hablaste con los Lightwoods? es decir… mis padres. –Pregunto el chico. -Es un secreto. –Contesto Magnus. -Vamos ¿Es en serio? ¿Ahora tienes secretos? -No soy el único. –Dijo Magnus claramente acusando a Alec. Alec se soltó del agarre de Magnus. -¿Qué quieres decir? -La última vez que me ocultaste algo… bueno. No terminó nada bien, de hecho solo termino, así que… Alec trago con fuerza. Él hecho una mirada rápida hacia Jace y los demás que seguían caminando por enfrente de ellos.
  • 13. Como lo había imaginado Magnus sabía que le ocultaba algo, Alec no quería decirle que muy probablemente el demonio estaba dañándolo en una especie de control remoto. -Estoy preocupado por Gwen. Quisiera verla. –Esta no era exactamente la verdad pero tampoco era mentira. -¿Crees que…? Magnus se miró comprensivo. –No veo porque no. -¿Por qué no qué? –Jace se acercó a ellos. -Alec quiere ver a Gwen. –Dijo. Su miraba desafiaba un poco a Jace. –Y no veo que eso traiga algún problema. -Y yo no veo que haya alguna necesidad de eso. -Es mi prima. –Dijo Alec sin pensar. –Es decir… Alec se miró de inmediato frustrado, era tan raro saberse tan alejado de Gwen, era ridículo pensar en que necesitaba una excusa muy buena para poder verla. -Yo… -Alec recordó a Gwen llorando desconsolada en el suelo del santuario. Todo su cuerpo se tensiono, sintió como poco a poco la
  • 14. angustia lo inundaba. Llevo una de sus manos al rostro. –No respiro. – Dijo. Antes de que Magnus se moviera, Jace tomo su estela y comenzó a dibujar en el brazo del chico. -¿Qué haces? –Pregunto Alec. -Esto te ayudara. –Jace trazo la runa que ayudaba a la concentración y serenidad. No era la primera vez que Alec la usaba, esta se había convertido en necesaria cuando ambos salían sin permiso del instituto siendo muy jóvenes para realizar las hazañas propuestas por Jace. Después de un tiempo Alec acepto el hecho de que, de nada serbia preocuparse por sus padres cuando podía usar esa preocupación en algo más productivo como mantener a salvo a Jace. -Wow. –Dijo Alec cuando Jace termino. –No sé lo que hiciste pero gracias. -No te adelantes. –Dijo Jace guardando su estela tranquilamente. –Te enojaras conmigo cuando te diga que no puedes ir a ver a esa chica. -¿Y por lo menos puedo saber por qué? -No es necesario.
  • 15. -¿No es necesario la explicación? ¿O no es necesario verla? -Ambas -Jace. –Llamo Magnus al chico. Jace rodo los ojos. –Magnus sabes que no es necesario ¿Para qué arriesgarnos a que el demonio encuentre a Alec? El instituto es el lugar más seguro para él. -No necesito salir del instituto para verlos. –Dijo Alec rápidamente. –Ellos pueden venir. -Y sigo sin ver inconvenientes en ello. –Agrego Magnus. Jace tallo su rostro fuertemente y con cansancio. –Por el ángel. De acuerdo, pero no pueden quedarse demasiado. Apenas Jace termino de pronunciar la aprobación, Alec tomo su celular de uno de los bolsillo en su pantalón, presiono una solo tecla y llevo el celular a su oído. -Johanna aceptaron. –La voz que se oía a través del auricular era ansiosa. –tranquila, solo hagan lo que te dije. Justo como lo hablamos y deberán poder salir sin levantar ninguna sospecha.
  • 16. Jace y Magnus miraban a Alec fijamente. -De acuerdo, entonces los veo en la entrada. Cuando Alec colgó, Magnus y Jace seguían mirándolo. Alec se encogió de hombros. -Hablando de secretos. –Dijo Magnus sombríamente. Jace miro al brujo, sus manos cruzadas en su pecho. -¿Sigues creyendo que no hay inconvenientes? * * * * * Clary, Jace, Magnus y Alec estaban en los jardines del instituto, Alec estaba sentado en una de las bancas mirando hacia la entrada en donde Isabelle y Simon conversaban muy cerradamente. -Debes calmarte. –Dijo Magnus a Alec. -Estoy bien. –Dijo Alec mordiendo una de sus uñas.
  • 17. -Deja de moverte entonces, me estas poniendo nervioso. Alec detuvo su pie que se había estado moviendo con cada vez más velocidad. –Lo siento. –Dijo mirando sinceramente apenado hacia Magnus. Magnus había permanecido distante en los últimos minutos, no le había parecido que Alec hubiera hablado con Johanna sin siquiera mencionárselo. Ahora que miraba tanta ansiedad en Alec se sintió culpable y se compadeció de él. Magnus se sentó a su lado y tomo una de sus manos. -Todo irá bien. –Dijo acariciando su brazo con ternura. Alec se sorprendió un poco del gesto, había estado muy consciente del enfado del brujo. Alec se inclinó hacia Magnus buscando sus labios. Se acercó lo suficiente para que sus frentes se juntaran, Alec siguió en su intento por besarlo lentamente. Magnus cerró los ojos fuertemente pero no se movió un milímetro hacia Alec. El cual entendió y se alejó. -Lo siento. –Dijo Magnus. –Es solo que… -Estás enojado, lo sé. -Tienes que parar. –Dijo Magnus. –Deja de ocultarme las cosas.
  • 18. -No necesito decir las cosas que no necesito decir. –Dijo Alec mirando hacia la puerta. Magnus se sorprendió. Guardo silencio por un momento. Alec le miro. - ¿Hasta ahora te das cuenta? –Dijo Alec mientras se ponía de pie, mirando como Simon abría la puerta a sus amigos. La primera en entrar fue Johanna. –Que no soy la persona de la que estás enamorado. Alec corrió hacia la entrada dejando a Magnus sin aliento y mirando como Johanna se precipitaba a los brazos de Alec. El cual la recibía con el mismo entusiasmo. * * * * * -Creí que no vendrían. –Dijo Alec soltando a Johanna. –Tardaron. -Nico, el sol ¿Recuerdas? Gwen no quería venir sin él. Y además, no funciono. –Dijo la chica. –Tuvimos que contarle a tus padres. -Maldición. –Dijo Alec distraídamente, el seguía mirando hacia la entrada del instituto. -¿Y Gwen? Johanna suspiro. –Dale unos minutos. –Dijo.
  • 19. -No. –Alec camino hacia las puertas. -Alec no debes salir. –Dijo Isabelle a su hermano mirando que hacia precisamente eso. Alec la ignoro. Justo al otro lado de las puertas, recargada sobre la barda de ladrillo de la cerca estaba Gwen. Nico a un metro de ella, solo mirándola, vigilándola sin hablar. Alec se acercó. –Hola Nico. –Dijo y Nico lo abrazo. -Eh amigo. Te eche de menos. -También yo. –Alec miro hacia Gwen que no lo había mirado, ni siquiera había levantado la mirada del suelo. -¿Podrías darnos un minuto? –Dijo Mirando a su amigo. -Claro. –Dijo Nico. –Iré a molestar a Johanna. -Y por favor mantenla lejos de Magnus, no quisiera que empeorara las cosas con él. Yo solo lo hago muy bien. –Esto último lo dijo en voz baja. Haciendo que Gwen se preocupara. -¿Qué pasa con Magnus? –Pregunto la chica.
  • 20. Nico se retiró. –No te preocupes por eso. –Dijo Alec a la chica. –Cosas de novios supongo. Gwen sonrió levemente. -¿Son novios ya? -Creo que somos mucho más que eso ahora. La sonrisa de Gwen se amplió mucho más. -¿Qué hiciste anoche Carter? –Gwen golpeo el hombro de Alec y se detuvo al siguiente segundo. –Es decir… -Está bien. –Dijo Alec. –Siempre me has llamado así, ¿Por qué cambiarlo ahora? -Porque ahora sabemos cuál es la verdad. -¿Sabes? Aun sabiendo que no soy tu primo, yo… Te sigo queriendo con todo mi corazón. -No, por favor no lo hagas.
  • 21. -No puedo evitarlo. Es por eso que estoy teniendo problemas con Magnus. Él quiere ver en mí a Alec Lightwood pero, no puedo, está enojado porque le oculto cosas. -Nunca dices las cosas que no necesitas decir. -Tú lo entiendes, pero él. –Alec suspiro. –Espera que sea Alec Lightwood pero es imposible, tengo una personalidad muy diferente y no puedo cambiar eso. ¿Por qué no lo entiende? -Creo que eres tú el que debe entender. –Alec fijo aún más su mirada en Gwen. –Eres Alexander Lightwood, debes esforzarte para lograr ser quien eras, no puedes culpar a Magnus por querer de regreso a quien ama. -Supongo. –Alec bajo la mirada. Ahora se daba cuenta de que Magnus confiaba ciegamente en él, necesitaba confiar de igual manera en él. Las miradas de ambos chicos se fijaron por un momento. Alec se sorprendió de la habilidad de Gwen por hacerlo reaccionar. -Gwen. –Dijo él. –Sé que no soy tu primo, pero… tú puedes, es decir… - Alec tomo aire. –Puedes verme como un canal hacia él, soy como una espeluznante copia de él creo… Lo que quiero decir es… -Alec tomo las manos de la chica. –Lo que él te diría es: No importa lo que pase, o el tiempo que tarde. Siempre encontrare la manera de volver a ti.
  • 22. Gwen cerró sus ojos. Detrás de sus parpados miro el rostro claro de su primo, diciéndole exactamente esas palabras, de alguna manera, sabía que había sido él quien se lo había dicho. Las lágrimas estaban a punto de brotar. -Si es que eso tiene algo de sentido. –Dijo Alec y Gwen rio. -Lo tiene. –Dijo. –Más de lo que te imaginas. * * * * * Gwen y Alec volvieron al instituto, claramente mucho más relajados. –Oh dios. –Exclamo Alec al ver a Johanna y Magnus en el mismo grupo y ella hablándole a él. Los demás a su alrededor la observaban perplejos. Ambos chicos se apresuraron hacia ellos. Cuando Johanna se percató de Alec guardo silencio. -¿Qué le estabas diciendo a mi novio? –Exigió Alec. -Nada malo. –Contesto Johanna. Alec la siguió mirando. –Si no me crees pregúntale a él. –Dijo la chica y Alec miro hacia Magnus que pareció despertar de su asombro.
  • 23. -Hm, ella básicamente presumía de lo mucho que te conocía. -¡JOHANNA! -Por favor -Dijo la chica -Era una broma, no veo porque tomarlo tan en serio. -Se escuchaba muy en serio. –Dijo Nico. Johanna lo fulmino con la mirada. –Traidor. -Magnus no tiene la culpa de tus resentimientos. -Yo no estoy resentida. –Dijo Johanna al mismo tiempo que se unía a la conversación Isabelle y Gwen. Se formó un revuelo. Magnus observaba bastante entretenido cuando sintió un agarre a su brazo. Giro. Era Alec. -¿Puedo hablar contigo? –Dijo con sus pómulos rojos. Ambos caminaron, Alec había tomado la mano de Magnus y él no la había soltado. Dejo que lo guiara hacia el costado del instituto. -No le tome importancia a lo que dijo Johanna, -Dijo Magnus -Espero no sea eso lo que te preocupa.
  • 24. -Ella no es mala. –Dijo Alec colocándose frente a Magnus. -Lo sé. ¿De qué querías hablar entonces? Alec presiono más la mano de Magnus. –Quiero pedirte perdón. –Dijo. – Por no haberte dicho que conversaba con Johanna, es solo que… -No dices las cosas que no necesitas decir. –Repitió Magnus. -Eso era antes, es decir… quiero ser como debo ser, quiero ser la persona de la que te enamoraste, no quiero que dejes de quererme. -Tú eres esa persona. –Lo interrumpió Magnus. -Eres Alexander Lightwood. Mi Alec. Esta vez Magnus se inclinó a buscar los labios de Alec, los encontró con muchísima facilidad. Se besaron lenta y tiernamente haciendo que el estómago de Alec se sintiera como una marea salvaje. Se separaron tan solo unos milímetros, Alec podía sentir el aliento entrecortado de Magnus. –¿Sería inapropiado pedirte que volvamos a casa ahora mismo? –Dijo en voz baja.
  • 25. Magnus mordió su labio inferior. –Por desgracia mi amor debemos permanecer aquí, por lo menos un par de horas más. Alec se separó resignado. –Nunca obtengo lo que quiero. Magnus rio. –Escúchate, hablas como un chico malcriado. -Lo soy, en parte, creo. Por lo menos hasta que los recuerdos del chico Carter se vallan. -Parece que estas ansioso por eso. Escucharte hablar de él como otra persona, es reconfortante. -Quiero dejar de estar en conflicto conmigo mismo. –Alec se miró reflejado en los ojos de gato de Magnus. –Y quiero hacerte feliz. La comodidad de los brazos de Magnus era impresionante, abrumadora e insuficiente, todo al mismo tiempo, Alec no quería que lo soltara, Alec hubiera querido tener mucha más fuerza para aferrarse más a sus brazos. -Lo haces. –Dijo Magnus con sus labios en el cuello del chico. –Que de eso no te quede duda. * * * * *
  • 26. Cuando Alec y Magnus volvieron con sus amigos, se percataron de inmediato de Robert y Maryse que se habían unido a ellos, conversaban con Isabelle y Simon, mientras que Jace, Clary, Nico, Johanna y Gwen se acercaban a ellos. -¿Pasa algo? –Pregunto Alec de inmediato. -Quieren hablar con ustedes. –Dijo Jace mirando no solo a Alec sino también a Gwen, Nico y Johanna. -¿Con nosotros? –Pregunto Gwen. -¿Por qué? -Necesitan hacerles preguntas. –Dijo Clary. -Por lo menos servirá de ensayo. –Dijo Alec. –Para cuando vuelvan a casa. -Oh es verdad. Hablamos con tus padres. -¿Cómo están? –Pregunto Alec mientras presionaba la mano de Magnus. Maryse y Robert se acercaron. Sin embargo, seguían conversando solo entre ellos.
  • 27. -Ellos están bien. –Dijo Gwen. –Johanna les conto sobre ti y Magnus. Alec abrió mucho los ojos, todos ahí se sorprendieron irremediablemente, incluso Maryse y Robert cortaron su conversación para prestar más atención. -¿Es broma? –Dijo Alec incrédulo. -No. –Contesto Johanna. -¿Qué esperabas? ¿Qué les mintiéramos? Sabes que eres el único con esa capacidad. -Pero ¿qué les dijiste? -Lo que me contaste, que Magnus y tu estaban juntos ahora, que te quedarías con él. -¿Y cómo lo tomaron? –La voz de Alec tembló un poco, era extraño sentirse así de inseguro. Fue como un cambio de ambiente en un segundo. Gwen rio amplia y fuertemente. –Tu papa, mi tío, es decir, -Dijo Gwen entre risas. – Literalmente levanto los brazos como si…
  • 28. -Hubiera ganado la lotería. –Dijo Nico, él se miraba aun sorprendido, al parecer al recordar la escena. -Y dijo algo sobre no tener que preocuparse de que interrumpieras tus estudios por… bueno… -Dejar a una chica embarazada. –Dijo Johanna sencillamente. Alec golpeo su rostro con su mano. Deseando con todas sus fuerzas nunca haber preguntado. –Solo mi padre se pondría tan feliz por tener un hijo Gay. Nico soltó una carcajada, -Debiste verlo. –Dijo emocionado y levantando sus brazos, imitando al señor Carter. –Él estaba increíblemente feliz. -Que padres tan geniales. –Dijo Simon después de un momento sin ningún cuidado. –Él miro hacia los Lightwoods -Es decir, no digo que sean sus padres. Solo digo que en general son geniales, ya saben, como padres… Olvídenlo. -Lo son. –Dijo Isabelle sombríamente. –Así deberían ser todos los padres. –Ella miro hacia sus propios padres luciendo molesta. A Alec le fue imposible no notarlo. Ahora algunas cosas estaban siendo de su comprensión. Al parecer sus verdaderos padres no aceptaban sus preferencias. Hubo un sentimiento que se acumuló en su pecho, angustiante, doloroso, aterrador y familiar.
  • 29. Alec agacho su cabeza. -¿Y la Señora Carter? –Pregunto Clary para intentar romper la tensión. - ¿Cómo lo tomo ella? -Ella se angustio un poco. –Dijo Johanna meditadamente. –Nos exigió conseguir el número telefónico de Magnus. –Johanna miro al brujo. -Ella necesita hablar contigo sobre los cuidados médicos de Alex. -¡Por supuesto! –Exclamo Alec, él se miraba como si quisiera enterrar su rostro en el concreto. Magnus junto al resto del grupo lucia como si le estuvieran contando una historia fantástica y en otro idioma. -Podrás dárselo pronto. –Dijo Gwen. –Ellos quieren que vallan ambos a cenar hoy. -¡Wow! –Exclamo Isabelle con bastante fuerza. Ella lucia furiosa –Una muy impresionante familia feliz. Sin decir nada más, giro y se alejó de todos ellos. -Isabelle. –Dijo Alec mientras se movió de inmediato tras ella.
  • 30. -No me di cuenta. –Dijo Gwen triste. –Que había dicho algo muy malo. Magnus miro a la chica. –No lo hiciste. –Dijo. –Por el contrario, dijiste algo demasiado bueno como para poder soportarlo. Robert y Maryse solo miraron quietos como sus dos hijos de alejaban. * * * * * -Isabelle, espera por favor… -¡¿Por qué?! –Exigió la chica girando hacia su hermano, ellos habían entrado al instituto. -¿Qué caso tiene? ¿No te das cuenta? No puedo competir con todo eso, todo lo que tienes y que mereces. -¿Por qué piensas que podría preferir esa mentira a ti? A mi hermana, eres mi sangre. -Nuestros padres no te tratan bien. –Dijo Isabelle llorando. –Tenemos un hermano que fue asesinado y en nuestro mundo tu… tú ni siquiera puedes casarte con Magnus. ¿Por qué querrías esto? -Porque es mi vida, porque no quiero una en donde no estés tu o Jace.
  • 31. -Ni siquiera nos recuerdas. -Pero los siento. Más de lo que puedo soportar, desde aquella vez cuando llegue al apartamento de Magnus y tú me abrazaste, yo te sentí, te sentí en verdad. Y renunciar a ti seria como renunciar a mí mismo. ¿No te das cuenta? Eres mi hermana, eres parte de mí. Fue como si el cuerpo de Isabelle hubiera perdido la batalla ante las palabras de Alec, ella de nuevo se miraba como una pequeña niña indefensa. –Yo quisiera… en verdad… Alec se precipito hacia Isabelle para rodearla con sus brazos. Isabelle sollozaba en su pecho. –Yo, yo no lloro… -Dijo La chica. -Lo sé. –Dijo Alec. –Odias llorar y no tienes por qué preocuparte. No se lo diré a nadie. Isabelle dejo que su hermano la acunara en su pecho y acariciara su cabello por bastante tiempo. * * * * * Isabelle y Alec volvieron a los jardines caminando lado a lado, Isabelle incluso estaba sonriendo. Simon no tardó mucho en correr hacia ella para abrazarla. Alec les dio espacio y camino hacia el grupo.
  • 32. -Lo siento. –Dijo Gwen en cuanto miro a Alec. Alec sacudió la cabeza. –No es tu culpa que tus tíos sean tan amigables. Tus tíos. No eran más sus padres. Gwen tuvo que obligarse a sí misma a no caer al suelo. Ella sonrió. –Ya los conoces. –Dijo. -¿Y sobreprotectores? –Dijo Johanna. -Esa es otra de las razones por las que les dijimos la verdad, es decir, en parte. -No entiendo. –Dijo Alec. -Mi tía estaba a punto de llamar a la gente de Pandemónium, y sabes que… Jace se colocó frente a Alec como si intentara apartarlo de la chica tan rápido que asusto a Gwen. -¿Qué fue lo que dijiste? –Pregunto Jace mortalmente. Gwen parpadeo. -¿Sobre llamar a Pandemónium?
  • 33. -Si exactamente eso. –Dijo Jace casi gritando. -Jace cálmate. –Dijo Alec. -¿Qué pasa? Pandemónium es solo un grupo de gente rica pretenciosa, como un club social. -Parece ser que tenías razón Magnus. –Dijo Robert oscuramente. -¿Razón en qué? –Pregunto Alec a su novio. Magnus tomo un largo respiro. –Es una organización que existe desde hace mucho tiempo. –Explico. –Usan su dinero para comprar conocimientos del mundo de las sombras. He sido contratado por ellos en muchas ocasiones. -¿Contratado para qué? –Pregunto Alec dudando en si realmente quería saber la respuesta. -Infinidad de trabajos mágicos. –Dijo Magnus y miro a Robert y Maryse. – Siempre en conciencia de la Ley por supuesto. –Se apresuró a agregar. Robert no le creyó pero ahora no le importaba. -¿Qué relación tiene tu familia con esta organización? –Pregunto Robert a Gwen fríamente.
  • 34. Ahora fue Alec quien quiso colocarse entre Gwen y Robert para protegerla. -Nada en realidad. –Dijo la chica. –Es decir… al parecer nuestro abuelo perteneció a su gremio y ellos siempre han ofrecido su ayuda a nuestros padres, tal vez por respeto al abuelo. Nunca han necesitado de su ayuda, pero, mi tía se preocupó por Alex… Alexander. Por eso estuvo a punto de llamarlos. -El Pandemónium no ofrece ayuda por nada. –Dijo Magnus mirándose reflexivo. -Tu teoría es cierta entonces. –Repitió Robert. Alec busco el rostro de Magnus. -¿Qué teoría? –Esta vez lo dijo exigiendo una respuesta. Magnus lo miro y por un segundo Clary miro la duda en su rostro, por lo general Magnus se miraba como alguien capaz de decir cualquier cosa a cualquier persona. Clary se dio cuenta que eso cambiaba cuando eso que dirás se lo dices a alguien que en verdad te importa. Y que sabes no le gustara escuchar. -No hay manera. –Dijo Magnus lentamente. –De que la Señora Carter haya tenido como hijo a un brujo y no estar consciente de lo que era.
  • 35. -No. –Dijo Gwen. –Ella no puede ocultar algo así. Ella en verdad no sabía Magnus que Alex era un brujo. -El demonio tuvo que haberse presentado ante ella cuando Alex nació. Ella lo sabía. -¡Tú no sabes eso! –Grito Alec. –Son solo conjeturas, tu… Es decir… -Alec –Llamo Jace a su parabatai. –Debes saber que por lo menos eso es muy probable. Alec negó con la cabeza. -¿Y la organización Pandemónium? Mi madre… La Señora Carter nunca ha aceptado ayuda de ellos. Ellas ni siquiera acepto la herencia de mi abuelo. No tienen nada que ver con él… él… - Fue como si algo en la mente de Alec se hubiera revelado. Miro hacia Gwen buscando apoyo. Ella se miraba igual. -Supongo que ahora sabemos por qué. –Dijo Gwen. -¿A qué se refieren? –Pregunto Maryse. -Mi madre y mi tía… ellas cortaron toda conexión con el abuelo, un día él fue a casa y mi madre le grito que no se acercaría a nosotros. Ellas le reprochaban algo pero… éramos muy jóvenes como para entenderlo. Mi abuelo murió poco después. Mi mama y mi tía no aceptaron la fortuna que les dejo.
  • 36. -Tal vez ellas descubrieron que era en realidad el Pandemónium y quisieron alejarse. –Dijo Isabelle. –Para mí, eso les da puntos. -Nuestra investigación debe ir en dirección a tu abuelo entonces. –Dijo Maryse mirando a Gwen. -Cuál era su nombre –Exigió. Emmet Alexander –Todos giraron hacia Alec que hablo mirando al suelo. –Emmet Alexander Carter. Maryse y Robert se alejaron con prisa hacia el instituto. Jace, Clary, Isabelle y Simon iniciaron una conversación con Gwen, Johanna y Nico. Ellos querían seguir averiguando cualquier cosa al respecto. Alec giro hacia Magnus velozmente. –Necesito ir a casa. –Dijo tomando por sorpresa al brujo. -Podemos irnos cuando quieras pero… -No. –Dijo Alec. –No me entendiste. Quiero ir con Los Carter. -No. –Dijo Magnus en un segundo.
  • 37. -Necesito hablar con ella, necesito explicarle. -Alexander eso no tiene ningún caso. -Lo tiene. Si ella supiera lo que el demonio hizo. -Suponiendo solo si no lo sabe ya… -Ella no lo sabe. –Dijo Alec molesto. -Alexander –Dijo Magnus pero Alec no se quedó a escuchar lo que quería decirle. Camino hacia Gwen, Johanna y Nico. -Nos vamos. –Dijo caminando entre ellos y dirigiéndose de inmediato a la salida, los tres chicos lo siguieron sin dudar. Gwen apenas tuvo tiempo de brindarles una mirada de disculpa. Magnus salió detrás de ellos y enseguida los demás. –Alexander, basta, detente. Alec giro sin dejar de caminar, -En serio chicos tienen que darse prisa. – Dijo a sus amigos. Las dos chicas corrieron hacia la salida, Nico detrás de ellas. Una vez que salieron Alec cerró la gran puerta detrás de él.
  • 38. -¡Nico! –Llamo Alec y Nico con su fuerza vampírica actuó de inmediato, tomo con sus manos ambos extremos de la reja y los torció entre ellos, provocando no solo un ruido desgarrador de metal contra metal, sino también una muy eficiente forma de mantener a los Cazadores y Magnus dentro del instituto. Magnus llego a la reja y observo lo que Nico había hecho. -¿Olvidas que soy un brujo? –Dijo mirando hacia Alec al otro lado del acero. Alec levanto su mano, Magnus pudo ver lo que llevaba en ella. Una Estela. Jace que también observaba a Alec junto a los demás desde el interior, movió su mano hacia el cinturón que colgaba de su cintura. -¿Cuándo la tomo? –Dijo sin caber en su asombro. Alec se concentró y la estela comenzó a brillar en su mano. Al cerrar sus ojos, pudo ver con mucha claridad una runa, la runa perfecta para esta ocasión. Sin ningún titubeo comenzó a trazarla en el nudo de metal que Nico había hecho. Alec termino, todos lo miraban con ojos muy abiertos. -Y tú olvidas que soy un Cazador de Sombras. –Dijo y se fue.
  • 39. El silencio se hizo presente entre los cinco chicos. -Por el ángel. –Dijo Clary. -¿Esa es? -La runa que usaste en la corte Seelie. –Dijo Jace. –Él la recordó. -Genial. –Dijo Isabelle. –Recuerda algo y lo usa en nuestra contra. -Fue bastante asombroso. –Dijo Jace y Magnus le dedico una mirada de asesino. –Lo fue. –Dijo el chico encogiéndose de hombros. -¿Qué pasa aquí? –Dijo Maryse con sus manos en la cintura. -¿Dónde está Alexander? * * * * * Alec despertó tras el sonido de su molesto despertador, se quitó las cobijas del rostro, miro a su alrededor, estaba en su habitación, en la que siempre creyó era su habitación. Ahora le parecía tan extraña. Casi tan como la figura que estaba en medio de ella, con sus manos cruzadas sobre su pecho. Ella lucia tan peligrosa con todas las armas que llevaba y el uniforme negro de los Cazadores de Sombras. Además, ella se miraba furiosa.
  • 40. -Hola mamá. –Dijo Alec sencillamente parpadeando hacia Maryse, tal vez si la llamaba así ella se enternecería y no lo lastimaría, por lo menos no demasiado. Maryse entrecerró los ojos hacia su hijo. Alec trago con fuerza. –Ahora sé que tan eficientes son las runas. –Dijo moviendo sus piernas a la horilla de la cama. -El problema mi pequeño es que olvidaste que no eres el único que hace runas. -Oh. –Dijo Alec que se había levantado. -¿Me llevaras de vuelta al instituto? -No eres un niño. –Dijo Maryse y miro a su alrededor. –A pesar de que esta habitación pareciera de uno. -Para mí defensa, Alexander Carter tiene dieciséis. -A los dieciséis años tú ya habías leído todas las enciclopedias demoniacas del instituto, sabias al menos diez idiomas y manejabas más de veinte armas diferentes.
  • 41. -Wow, eso deja mal a cualquiera, pero supongo que para los Cazadores es algo así como el promedio. Solo basta ver a Isabelle y Jace para notarlo. –Alec se estaba poniendo un pantalón de mezclilla que encontró en el piso de la habitación. -Ellos podrían o no ser un poco más diestros que tú para las armas. – Dijo Maryse reflexiva, -Pero ellos no tienen tu lógica, sentido común o madures, eres quien los mantiene a salvo y siempre he podido contar contigo para todo, desde muy joven te ganaste mi confianza. -No lo parece. –Dijo Alec poniéndose sus zapatos tenis. –estas aquí ahora, así que… -El que este aquí no tiene que ver con la confianza que te tengo. Necesito que estés a salvo cuando hables con esa mujer. Alec la miro. -¿Dices que me dejaras hablar con ella? -Y yo estaré ahí, ella no podrá verme, pero no te dejare solo. -Puedo aceptar eso. –Dijo Alec satisfecho. –Entonces ¿Qué edad tengo? -Diecinueve. -Uhm, no soy tan mayor.
  • 42. -En lo absoluto, eres joven, muy joven como para incluso estar comprometido. Alec rodo los ojos al cielo. Una madre es una madre. Pensó. -Ni siquiera tiene algún caso que te preocupes por eso. Isabelle me dijo que no puedo casarme con Magnus. Así que… -Créeme Alexander –Dijo su madre mirándolo fijamente. –Eso no va a detenerte. * * * * * Alec y Maryse bajaron las escaleras hacia la cocina. Alec estaba agradecido de que estuviera ahí, de cierta manera se sentía mucho más seguro ahora que anoche, que había llegado inesperadamente y que no había podido iniciar el tema con su madre falsa, así que solo dejo que lo enviara a dormir. Alec sentia en su tobillo la daga que le había dado Jace y la estela que le había robado estaba en su bolsillo. Inesperadamente se sentía más como un Cazador de Sombras ahora que hace tres días atrás. La señora Carter estaba parada frente a la encimera cortando fruta. Ella no miro hacia su hijo. -¿Por qué no fuiste a la universidad? –Pregunto de inmediato.
  • 43. Alec se sentó frente a ella. –Necesitaba hablar contigo. –Dijo y hecho una mirada rápida hacia Maryse, la cual se quedó en la entrada mirando fijamente a la Señora Carter. -Solo quiero que de ningún modo abandones tus estudios, y tu salud, debes cuidarte ahora más que nunca. Alec parpadeo. –No entiendo por qué remarcar algo que ya se. –Dijo. La señora Carter dejo el cuchillo de lado, dio a Alec un plato con fruta y un emparedado de revista. Ella suspiro. –Magnus parece ser un chico decente. –Dijo y Maryse resoplo. Alec la miro ¿En serio? Le dijo con la mirada. –Pero no puedes culparme por dudar, es decir… ¿Hace cuánto lo conoces? Alec movió la cabeza. –No es de Magnus sobre lo que necesito hablarte. – Dijo tranquilamente. -¿De qué entonces? –Dijo su madre con sincera curiosidad. Ella miro hacia uno de los brazos extendidos de Alec y se quedó mirando hacia la marca que ahí estaba, la runa que Jace había dibujado aún no se iba. Alec la cubrió con la palma de su mano. –No es permanente. –Dijo rápidamente antes de que su madre comenzara a gritarle por haber ido a quien sabe qué lugar a hacerse un tatuaje.
  • 44. La expresión en la cara de la mujer cambio en un segundo, Alec pensó en si estaba a punto de llorar. -¿Estas bien? –Pregunto el chico. La mujer distraídamente siguió en su tarea de cortar fruta. –En ocasiones deseamos tanto algo que no pensamos en las consecuencias. – Dijo con la cabeza gacha. -¿Qué? -O lo haces pensando que serás tú la única persona perjudicada y aceptas, aceptas pagar el precio, pensando que te lo cobraran a ti. -¿Qué es lo que estás diciendo? –Dijo Alec, su voz sonaba débil y frágil, como la de un niño. -Siempre hay un precio que pagar con ellos ¿No es así? Maryse se había acercado y colocado detrás de Alec, su postura en guardia. -¿Con quiénes? –Se atrevió a preguntar Alec. La señora levanto la cabeza, las lágrimas corrían de sus ojos como dos cascadas. –Los demonios. –Dijo.
  • 45. Alec se levantó de su asiento, sus oídos zumbaron mientras Maryse saltaba por el aire para sujetar a la mujer. En un segundo la apreso contra la encimera como un policía entrenado sujetando a un delincuente. Alec dio dos pasos atrás, se sujetó de uno de los muebles, su cabeza le dolía como nunca y la inconciencia lo llamaba con demasiada velocidad. Escucho a Maryse llamándolo pero él no pudo responder, su visión se estaba yendo, justo como lo había hecho su esperanza. Continuara… MayGraciela♥