1. Poesía contra la barbarie. Alonso de Molina Pag. 1
Poesía contra la
barbarie
Alonso de Molina
Sevilla 31 enero 2009
2. Poesía contra la barbarie. Alonso de Molina Pag. 2
Sara había dedicado la tarde del sábado, echada
en el suelo sobre la alfombra del salón de su
casa, a seleccionar poemas que ofrecería
posteriormente en el acto de Poesía contra la
Barbarie convocado para las 20:00 h. en el
frecuentado Bar Rayuela en el casco antiguo de
Sevilla. Parecía una niña, Sara, en el día de
Reyes, la tarde antes había recibido el premio de
la VII edición del Certamen de Poesía y
Relato Corto que convoca anualmente El
Ayuntamiento de Cádiz, a través de la Fundación
Municipal de la Mujer.
Sara Castelar seleccionaba poemas, los
imprimía en papel de colores pastel: verde,
amarillo, azul, naranja que recortaba a tamaño
de un tercio de folio. Ana Villalobos conversaba
con ella cosas de mujeres, de niños y de tareas
domésticas. Benjamín León había omitido su
presencia, estoy por decir que estaba haciendo
acopio de energía tras el almuerzo y sobremesa
que habíamos compartido con los tres niños de
Sara, incansables especialmente el pequeño de
seis años.
Yo dormitaba en un sofá del salón, un tanto
ausente pero no del todo ajeno a la conversación
de las dos mujeres.
3. Poesía contra la barbarie. Alonso de Molina Pag. 3
Bar Rayuela. Sevilla
Con treinta minutos de retraso–debido a la
imposibilidad de aparcar en la calle, donde por
otro lado es palmaria la carencia de
aparcamientos públicos- comenzaron el recital
Sara y Benjamín. Por mi parte seguía perdido en
las calles estrechas del casco antiguo sevillano
buscando un lugar donde aparcar. Tras dejar el
coche en una esquina, mitad sobre la acera
mitad sobre un paso peatonal (lo siento pero el
coche no me cabía en la mochila y di vueltas a la
zona durante más de treinta minutos), la zona
estaba en obras y el mal que podría ocasionar mi
impropio estacionado vehículo era mínimo, la
amenaza en todo caso era para mí economía si la
grúa municipal hubiera pasado por allí en ese
momento.
Corrí durante unos diez minutos por la zona en
obras, sorteando alguna que otra valla antes de
encarrilar la estrecha y larguísima calle Feria,
justo por los números del final. Tras recorrerla
casi en toda su longitud, arribo por fin al bar,
angosto y hondo, estaba hasta los topes de
gente. Por encima de las cabezas miro al fondo
donde una chica está leyendo uno de los poemas
4. Poesía contra la barbarie. Alonso de Molina Pag. 4
seleccionados por Sara. La gente permanece en
silencio y sobre la voz de la leyente, justo a mi
derecha, percibo unos acordes aflamencados que
dibujan en el ambiente un toque de exclusividad,
privativo de otros tiempos. Era Ramón, sentado
justo a la entrada del bar. Posteriormente me
confiesa que hacía tiempo que no tenía una
guitarra en las manos. Que es concertista
flamenco y que por avatares de la vida, de la
injusta vida, estaba pasando una mala racha que
ya duraba demasiado tiempo. La guitarra de
Ramón estaba rota, como él herida, con una
enorme brecha en el cuerpo, en el costado
derecho de la caja de resonancia; los acordes,
las falsetas sonaban, a pesar de las heridas,
transparentes desde los ágiles dedos del artista.
5. Poesía contra la barbarie. Alonso de Molina Pag. 5
Lyric Storm
A cada uno de los presentes se les entregó un
papelito con un logo especial para este día: un
corazón en espiral, tal vez nacido del deseo de
que la violencia que acaece en tantas partes del
mundo transfiera hacia una curva ascendente en
la paz, y que por encima de intereses, razas y
religiones, prevalezca la convivencia entre las
personas que a fin de todo es lo único que de
verdad importa. Logro llegar al fondo, Benjamín
me apremia, Sara me pasa un papelito con un
poema del poeta palestino Mahmud Darwich
(¡qué gran honor, gracias amiga!) que logro leer
casi a voz en grito para hacerme oír en la
concurrida estancia. La guitarra, en las manos de
Ramón, continúa llenando el aire con sus
arpegios rotos.
Lee Ana Villalobos. Alguien del público grita
emocionado. Continúa Sara. Le toca el turno a
Benjamín,… el local es una espiral de poesía, no
hay lugar para la tregua, la gente sigue callada
de pie y sentada en las mesas, tras la barra los
camareros también permanecen en silencio…la
poesía es dueña, ordena con su grito y se
suceden los versos y los poemas. Ahora es Sara
quien me apremia pasándome un poema de esta
6. Poesía contra la barbarie. Alonso de Molina Pag. 6
gran dama de la poesía palestina, la inmortal
Fadwa Tuqán, otro gran honor que me
confiere: “Sólo quiero estar en el seno de mi
patria / Siendo tierra / Hierba / O flor”.
Sara recoge los papelitos entregados. Cada
papelito un verso. Los coloca aleatoriamente
sobre una cartulina grande. Cuando todo parece
estar dicho, surge Lyric Storm. Poesía inmersa
en la vida, respirando los instantes. Intentando
que la voz de todos sea verso, en esta ocasión
versos contra la barbarie y a favor de la vida, la
paz y el entendimiento entre las personas.
Son las veintidós treinta. Salimos a la calle.
Comienza a chispear. Nos despedimos. El coche
continúa mal estacionado pero continúa donde lo
dejé. Pongo el GPS, destino casa. Arrecia la
lluvia.
En la radio suena el Fito Cabrales: “”Raro!! ....
no digo diferente digo raro!! ya no sé si el
mundo está al revés o soy yo el que está cabeza
abajo”.