1. Jairo Contreras, del arte para la vida
Las calles de Chinácota fueron las que una noche de 1975 vieron nacer a Jairo
Alonso Contreras Montenegro, quien desde pequeño demostró para que
había sido enviado a este mundo. Con un papá dedicado a la docencia y una
madre con un empleo como secretaria ejecutiva, Jairo fue creciendo en un
ambiente de aprendizaje y mucho amor.
Su tía Cecilia, de quien sacó la “vena artística” le regaló su primera colección
de oleos cuando Jairo aún estaba muy pequeño, este fue el inicio de lo que
ahora es un artista multifacético y lleno de amor por cada obra que crea. Sus
primeros trabajos fueron pinturas y dibujos a lápiz y carboncillo de aquellos
paisajes que todos en algún momento hacen en la escuela, pero que, los de
Jairo resaltaban por su precisión y dedicación hasta para hacer las hojas de
los árboles.
Su madre, Carmenza Montenegro, no dudó en inscribir a Jairo en cuanto
curso artístico había en Ragonbalia, pueblo donde tuvo su infancia, estaba
confiada de que la entrega y pasión con que él hacía cada uno de sus trabajos
de la materia artística en el colegio lo llevarían lejos si ella ayudaba a sembrar
en él la semilla de la perseverancia. Estuvo en talleres de pintura en tela,
estampado, oleo, dibujo y manualidades de
todo tipo que reforzaron el don con el que
ya contaba. Jairo cuenta que se iba por
horas al parque a mirar las técnicas de los
artesanos y luego regresaba a su casa y en
el laboratorio que creó los imitaba hasta
lograr con exactitud lo que había
aprendido. Le sacaba provecho a todo lo
que aprendía, pues sus compañeros del
colegio le pedían que les hiciera todo tipo
de trabajos como dibujos, álbumes,
carteleras y él compraba sus materiales
con este dinero.
Jairo siempre fue muy independiente, se
graduó de bachillerato y se fue para
Bogotá a estudiar diseño gráfico y se
destacaba entre sus compañeros, pero por
cuestiones económicas tuvo que volver a
2. su pueblo. Un año después se radicó en Cúcuta y empezó a estudiar en el
Instituto de Bellas Artes y se graduó como técnico en artes plásticas.
Al pasar el tiempo y no conseguir
empleo se sintió afligido y un poco
frustrado por las pocas oportunidades
que la vida le estaba dando y decidió
dejar su sueño y lo que amaba de
lado. Empezó a practicar deportes
como aeróbicos y pesas, decidió
competir y ganó varios premios en
esas categorías, después decidió ser
instructor y trabajó en casi todos los gimnasios de Cúcuta por 8 años, pero
siempre se sentía incompleto, el deporte le gustaba pero lo que realmente
amaba eran los lienzos y su paleta de colores, así que decidió dejar los
gimnasios de lado y dedicarse de lleno a el arte. Estudió licenciatura en
educación artística en la Universidad de Pamplona y salió como licenciado. Se
pagó su carrera vendiendo cuadros y haciendo exposiciones.
En su larga carrera artística Jairo ha explorado ramas como la pintura,
escultura, danzas, escenografías, crea toda la utilería en teatro, escultura en
arena. En 2012 por esta última participó en un concurso en el Centro
Comercial Ventura Plaza, su trabajo fue uno de los más llamativos y empezó
a viajar a Yopal y Cartagena a mostrar sus obras. A principios de este año fue
invitado a Uruguay y está invitado nuevamente en el 2016. Jairo trabaja para
una compañía artística de colombianos que tiene su sede en Dubái y cada año
va allí y crea toda la escenografía en espuma y maquillaje.
A Jairo le gustan los retos que pongan a prueba su capacidad de aprendizaje,
que lo lleven a amar más esto que ya idolatra. Una de sus facetas más difíciles
como artista ha sido el tatuaje, empieza como tatuador porque le parecía algo
sencillo pintar en sus lienzos, el cuerpo humano es mucho más exigente, se
requiere más precisión, excelentes dibujos y un conocimiento de la piel en
cada parte del cuerpo. Esto lo convirtió en un artista más versátil y
apasionado.
3. Cada artista posee una esencia, algo que lo hace reconocible ante los demás.
Jairo considera el arte como el lenguaje de la vida, él siempre muestra lo que
lleva dentro con cada una de sus obras, su trabajo es explorar lo que lleva y
sacarlo, que todos lo vean y lo entiendan, pero sobretodo que se sientan
identificados, que les deje un mensaje
que cambie su día. Su deseo no es solo
hacer cosas bonitas y agradables a los
ojos, sino sensibilizar y dar valores,
principios de vida, el arte es solo una
herramienta, pero el propósito es guiar
a ser cada día más humanos.
Una de las metas que tiene Jairo es
llegar al cine, le encantaría crear efectos especiales, entender todo con
respecto a escenografía, dice que en ella los artistas se vuelven magos, él
quiere crear magia con conciencia, que las personas aprendan a querer y
cuidar la vida.
Jairo recuerda a uno de sus profesores que le daban clases en el instituto de
Bellas Artes, él siempre les dijo que como artistas jamás les iba a faltar el
dinero, no importa en que rama se desempeñaran, en todo momento iban a
tener algo por hacer. Aunque como Jairo, la mayoría de los artistas han
pasado por momentos duros, él nunca ha dejado de creer en el arte, mantiene
la firme certeza de que si la vida le dio ese don es para cambiar mentes, la
suya y la de todo aquel que lo rodee; los malos ratos son como cachetadas que
da la vida para volver a estar en su sitio porque si se nace con un talento hay
que desarrollarlo hasta el cansancio.
El arte es la vida misma… Así la define Jairo, considera que todo está hecho
de arte, el cuerpo, las acciones, las emociones y hasta el aire, el amor y la
pasión no nacen de un día para otro y esto es lo que le sobra a Jairo cuando
habla de las maravillas que crea.