1. ¿UNA FAMILIA CORRIENTE? Marta y Guillermo están casados desde hace 15 años. Tienen tres hijas y un hijo de edades entre los 8 y 14 años. Viven en un departamento amplio, en realidad no mayor de los que necesita una familia de 6 personas, en una zona agradable de la ciudad. Es un departamento decorado con sencillez y buen gusto. La habitación más amplia es la cocina. Marta así lo quiso. Marta ¿cómo ves a tus hijos? “ Yo creo que son muy buenos, no me dan preocupaciones, hombre lo normal... Ya sabes lo que es una casa con cuatro hijos activos. Hay momentos de agobio, de nerviosismo, algún desorden: en fin la vitalidad propia de la edad. Respecto al tema de la autoridad, ella se considera una madre blanda; él por el contrario, cree que es autoritario. Pero dejemos que sean ellos quienes hablen. La hija mayor, Laura, es -dicen sus padres muy responsables: ayuda mucho en casa, estudia mucho, pero es muy intransigente y radical. Posee un gran sentido crítico. “Hay que razonarle todo, a veces hay que estar hasta 20 minutos razonando, sin convencerla, ella tiene sus razones. Al fin, aún sin convencerla tengo que acabar diciendo: esto es lo que debes hacer”. Ella piensa bien, se da cuenta y lo acepta -dice Marta”. Guillermo cree, pese a estas situaciones -que por otra parte tampoco son muy serias- que tiene autoridad moral. Laura se da cuenta de que lo hace por su bien, y como lo sabe, acaba por cumplir lo que él dice. En general sus hijos no son rencorosos. Se les pasa pronto. La convivencia es más fácil con María, la segunda; es peor estudiante pero más flexible, es más “normal” para la edad que tiene. Con respecto a las tareas domésticas que tiene asignadas, en ocasiones, recibe alguna que otra “bronca” porque se le olvida cumplirlas, pero reacciona muy bien. En casa todos ayudan mucho. No tienen servicio doméstico. “ Esto tiene ventajas -opina Marta, porque se responsabilizan más. Quieren ayudarme y yo también les exijo más porque lo necesito. Sin embargo, por la edad tienden a hacer lo menos posible -excepto la mayor- . Cada una tiene su trabajo asignado. Cuando no lo hacen bien, las corrijo”. “ A gritos -interrumpidos el padre dice-. Muchas veces son broncas colectivas y a muchos decibelios”. Marta ahora está más preocupada por la calidad de trabajo que por su simple realización. Están de acuerdo en que no deben suplir a sus hijos en el cumplimiento de su responsabilidad. No obstante, en ocasiones, ella cede. Entonces Guillermo le recuerda que no debe hacer el trabajo de sus hijos. 121 Subsecretaría de Educación e Investigación Tecnológica Dirección General de Educación Tecnológica Industrial
2. Marta nos cuenta un “episodio” reciente: Carmen, la tercera de mis hijos es muy astuta y como medio de defensa, cuando sabe que ha dejado de hacer algo y se le va a recriminar grita como si la estuviesen matando. Anoche, precisamente, se había acostado sin lavarse y cuando fui a levantarla, saltó de la cama gritando: su padre al oírla, vino y le dio unos manazos” “. Guillermo interviene: “Marta me miró indignada, yo reconocí que me había “pasado” y volví a pedirle perdón a Carmen”. ¿Haces esto con frecuencia? “No lo hice más porque Marta se quedara tranquila, que por Carmen”. “No les pego nunca a las mayores, a la pequeña a veces”. “ El es más tranquilo, yo les grito, y recurro muchas veces a él porque obtengo mejores resultados.” Marta cree que su marido tiene más autoridad que ella, porque sus hijos siempre le obedecen. Pero no es por miedo, aunque saben que él cumple los castigos que les impone. Ellos saben que los quiere, le tienen mucha confianza y respeto. “ Saben que los castigo por que los quiero. Les doy gran cantidad de explicaciones antes de hacerlo. A veces los llevo al despacho (es profesor en la Universidad y tiene una habitación para trabajar) a que me cuenten lo que ha pasado. Les hago preguntas para que ellos analicen y luego hablamos sobre las medidas a tomar. De estas conversaciones, cuando es necesario, surgen castigos como: una tarde sin salir, privarles de algo durante un tiempo... Al día siguiente todo va mejor”. Los estudios son otro aspecto importante al que los cabezas de familia le dedican tiempo y atención. Los resultados son muy distintos, sobre todo en las tres mayores. La hija mayor tiene mucha capacidad, sus calificaciones siempre están por los nueves o dieces, está muy integrada en el colegio; los estudios, evidentemente, no son para ella un problema. Con la segunda las cosas no van tan bien. Este curso reprobó tres asignaturas. Durante el verano, sus padres le ayudaron a elaborar un plan de trabajo diario, algunas horas, que incluía clases que le daban Guillermo y su hermana mayor. El plan surtió efecto, pues en septiembre aprobó las tres asignaturas pendientes. “ Va mejorando -comenta la madre”. Jesús, aprueba sus cursos en junio, es muy inteligente, sin embargo, no estudia nada. “Cuando lo corrijo por algo suele contestarme. Su madre le insiste con frecuencia que tiene que ser obediente”. Pero en este momento, la que más atención requiere es María. Le cuesta mucho estudiar, siempre está distraída. Marta le dedica muchas horas, la hermana mayor también le da clase, aunque no sin cierto esfuerzo y alguno que otro enfado. ¿Hablan con sus hijos? “ Yo hablo con ellos un rato todos los días. Me preocupo por sus cosas, el colegio, los amigos... Pero como las mayores son mujeres, hay algunos temas en los que no entro, los platican con su madre; con ella hablan mucho, estamos viendo la televisión y sale alguna escena romántica y ellas se “enojan mucho”. Los padres tienen prestigio y son admirados por sus hijos. Las mayores suelen hacer comparaciones entre su padre y los padres de sus amigos, y consideran que han tenido suerte con el suyo. Una de las cosas que admiran de él, es su responsabilidad hacia el trabajo. 122
3. El padre colabora, haciéndoles ver algunas cualidades de su madre. En ocasiones, recibe quejas de que Marta no las comprende. Lo hacen buscando tener la razón, él procura hacerles pensar y más tarde lo comenta con ella, especialmente cuando sospecha que ha podido haber una actuación incorrecta de Marta. ¿Y esas reacciones autoritarias de que nos hablas? “ Me molesta la indisciplina, que se peguen; no lo tolero. He dedicado horas hablándoles de este tema. Es a lo que más importancia doy, que se quieran y se respeten. Saben que si no, tomaré medias serias. En una ocasión, tuve que levantarlos a las dos de la mañana. Supimos por la mayor que María y Jesús habían estado peleándose; Jesús cogió la cámara fotográfica que acababan de regalarle a María y la metió en una sartén con aceite. Me los llevé al despacho donde tuvimos una larga conversación, pese a que Marta trató de interceder, pues le parecía horrible levantarlos a esa hora; yo me mantuve en mi postura, les dije que lo recordarían cuando fueran mayores”. “ Yo hubiera sido incapaz -puntualiza Marta”. Marta y Guillermo se ayudan mutuamente. Cuando ella está “gastada” de tanto insistir y gritar para que obedezcan, es él quien entra en escena y pone las cosas en su sitio, actúa de refuerzo. Creen que es un sistema eficaz. Guillermo es muy severo. Su papel es difícil en algunos momentos, ya que tiene que intervenir cuando la situación está un poco deteriorada. En la familia la televisión, aunque no de un modo formal, suele utilizarse como medio educativo. Los padres comentan con los hijos, les hacen preguntas. Es más un pretexto para estar juntos que por la TV en sí misma. Algunas veces son los hijos los que proponen apagarla y seguir platicando. Lo que no ocurre nunca es que la TV deteriore la comunicación en la familia. Guillermo es más restrictivo. Da razones y no tarda en cortar un programa cuando no le parece, adecuado. Marta sin embargo, es más permisiva, sobre todo con las mayores, pero en lo fundamental está de acuerdo con Guillermo. En general la tónica familiar es de exigencia. “De hijitos consentidos nada -dice Marta-, sin embargo, aveces me gasto”. Hay exigencias en los dos pero ella tiene que insistir más”. Cuando no está Marta son más responsables, limpian la casa, hacen la comida, me cuidan muy bien”. Aunque se quejan de sus hijos, suelen ser admirados y felicitados por sus amigos que los ven educados y correctos. No tienen problemas (“cositas caseras” dice Marta). En lo fundamental están de acuerdo, no así en el modo de actuar. “ Ella no llega - dice Guillermo” “ Él se pasa -dice Marta” ¿Podrá llegar a constituir un problema? 123