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                             “Vos y yo y la noche”
                                      Daniel Dagna

“El delito de los que nos engañan no está en el engaño, sino en
que ya no nos dejan soñar que no nos engañarán nunca”
                             Víctor Ruiz Iriarte (1912 -1982) Dramaturgo español.


ÉPOCA:
Actual.

ESPACIO ESCÉNICO:
Dos espacios bien definidos:
En uno nos encontramos en un estudio de radio. Una mesa, libros sobre la mesa, sillas,
sillones, micrófonos, auriculares…
En el segundo espacio escénico es donde transcurrirán las historias. Dichos espacios
están especificados antes de cada una de ellas.

PERSONAJES:
(Por orden de aparición)

“Estudio radial”

Juana:        Es una mujer de alrededor de 35 años, de buen cuerpo y muy linda voz.
              Locutora y conductora del programa radial: “Vos y yo y la noche” Al hablar
              al micrófono trata de emplear y de sostener un tono muy sensual. Con ritmo
              apacible. La tranquilidad que intenta transmitir, y que sólo por momentos
              logra, y los tiempos que se toma, dan la sensación de que el programa radial
              nocturno que conduce durará toda la noche.

“Anti oxidante”

Alicia:       Un anciana con mal carácter que ya ni se mueve. No por impedimentos
              físicos, más bien por su actitud hacia la vejez.
Pedro:        Tiene algunos años más que su mujer (Alicia). A pesar de su parkinson
              trata de mantener un buen carácter. Intenta estar en actividad.

“Su sana costumbre”

Susana:       Una joven provinciana muy bonita. De cabello largo y renegrido, de piel
              blanca y muy buen cuerpo. Tiene un leve acento de provincia. Nació en
              un pueblo de la provincia de Santa Fe.
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Claudio:      Un señor de alrededor de 50 años. Dobla en edad a Susana. Viste con
              ropa cara pero no del todo bien combinada; con saco sport, con una
              remera y un pantalón de jean. Usa cadenas de oro tanto en la muñeca
              como colgando del cuello. La del cuello tiene un enorme crucifijo
              dorado. Trae consigo un portafolio.

“A buen cazador, liebre suelta”

María:       Viejecita chiquitita e inquieta. Todos sus movimientos son como ella,
             chiquititos.
Juan:        Es un anciano pesado. No tanto por la masa corporal sino más bien por la
             actitud. Ya se ha transformado en un viejo gruñón.

“El pomo flojo”

Hernán:       Comerciante de aproximadamente 50 años. Intenta mantenerse joven y
              atractivo. Es muy cuidadoso de su cabello y de su rostro bien afeitado.
              Oculta casi permanentemente su abdomen. Esto lo lleva a mantener el
              pecho y los hombros erguidos.
Ana:          Esposa de Hernán. Tiene cuarenta y pico muy bien llevados. Cuida su
              cuerpo y todo su aspecto en general. Es lo que se denomina una
              apetecible mujer.

“Un kit revitalizador”

Lau:          Pedicuro gay. Tiene alrededor de treinta y cinco años y está algo
              excedido de peso. Su comportamiento y su voz son muy afeminados.
              Inconcientemente realiza en forma casi constante un juego con su lengua,
              ella casi nunca está absolutamente oculta en la boca. La punta de su
              lengua, cuando él se queda observando o escuchando algo con atención,
              se queda reposando entre sus labios.
Manu:         Es la pareja de Lautaro y tiene edad similar. Abogado. Delgado y con
              muy buena presencia. A diferencia de Lau no muestra feminidad en su
              aspecto corporal. Sólo algún desliz sutil, muy tenue, en algunos giros al
              hablar. Pierde sutilidad cuando algo lo pone nervioso o lo enoja mucho.
              Bebe en exceso.

“Des Consuelo”

Consuelo:    Una mujer muy atractiva de alrededor de 35 años. Es insinuante,
             enigmática, muy sensual y por momentos subraya todos sus atributos
             provocativamente.
Luis:        Un apuesto señor de alrededor de 40 años. Viste con mucha elegancia. Es
             muy cuidadoso con la gama de colores. Lleva sus trajes con mucha
             prestancia. Aparenta seguridad y firmeza.
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                     “Vos y yo y la noche”

La cortina musical del programa radial llena el espacio.
Suavemente ingresa una tenue luz que ilumina el estudio de radio. Una mesa, unas
sillas, un micrófono…
Juana ingresa al espacio y enciende otra luz que nos permite verla moverse en su
espacio.
Trae consigo muchos libros que acomoda ordenadamente sobre la mesa de trabajo.
Muchos de ellos son material de consulta durante su audición radial.
La cortina musical irá disminuyendo su volumen hasta desaparecer.

Juana:-      (Toma un libro y lo abre. Sin leer del libro comienza a hablar)
              “El cliente siempre tiene la razón”; “mi amor: eres lo más importante en mi
             vida”; “una empresa que piensa en usted”; “¡qué bueno era el finado!”;
             “¡qué lindo bebé!”; etc., etc., etc.
             (Breve pausa. Leyendo el libro que tiene entre sus manos)
             La vida social es una suma casi infinita de medias verdades, de frases
             hechas que siempre ocultan algo. Es decir, las relaciones humanas conllevan
             estructuralmente un núcleo de engaño.
             (Cierra el libro y pierde levemente el tono apacible de su voz)
              Ello significa que todo, absolutamente todo vínculo interhumano es
             engañoso.
             (Pausa. Retoma su tranquilidad al hablar)
             Queridos míos, muy buenas noches. ¿Cómo ha sido la semana? La mía
             bastante alborotada. Sobrevolando, todavía, una zona de agitación. Pero,
             bueno, ya hemos llegado al viernes, a las… 23 y seis minutos exactamente,
             y ya nos sentimos en fin de semana. El lunes a la noche contamos historias
             de amor apasionado y el miércoles de despedidas inevitables. Hasta el
             martes no sabíamos que tema tratar hoy. Con Estela, mi amiga y productora
             del programa, leíamos y leíamos hermosas historias que ustedes nos envían
             a diario a nuestro mail. Afortunadamente, vosyyoylanoche@am1122.com. ,
             rebalsa de relatos conmovedores. Anoche, exactamente a las 23 y 42,
             recibimos un mail que nos regaló el tema a tratar hoy. Gracias a esa (carga
             la palabra) “amiga”, pude mantener firme el volante en plena turbulencia y
             tomar una decisión muy importante.
             Queridos míos, esta noche sin luna visible, llena de paz y quietud, con la paz
             y la quietud que solamente el inclemente frío puede producir a estas horas,
             quiero que hablemos del “engaño”. Simplemente les voy a relatar seis
             alegatos donde el tema central es “el engaño”
             (Breve pausa, toma otro libro)
             Historias vinculares, simples, cotidianas, de vos, de él, de todos nosotros.
             Testimonios que, en algunos casos, hemos corregido y recreado para que
             todos ustedes a través del éter puedan imaginarlas y vivirlas. ¿Quién no ha
             sido víctima del engaño alguna vez en la vida?
             (Se pone sería y pierde la sensualidad en la voz, leyendo)
             El delito de los que nos engañan no está en el engaño, sino en que ya no nos
             dejan soñar que no nos engañarán nunca.
             (Dejando el libro y resaltando el autor de la frase que acaba de leer)
             “Víctor Ruiz Iriarte”
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              (Vuelve al tono coloquial)
              Somos fácilmente engañados por aquellos a quienes amamos. Hay una frase
              célebre o a mí se me ocurre que así lo debería ser: “Se puede engañar a
              todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo. Pero no
              puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo” Creo que la dijo John
              Fitzgerald Kennedy.
              (Breve pausa. Vuelve a retomar el tono apacible. Toma un grueso
              diccionario y busca entre sus hojas)
              ¿Qué nos produce el engaño? El desconsuelo. Según reza en la real
              academia “desconsuelo” significa, dos puntos, angustia, coma, pena o dolor
              por falta de consuelo punto y consuelo significa, dos puntos, descanso y
              alivio de la pena, molestia o fatiga que aflige y oprime el ánimo punto.
              (Cierra el diccionario)
              Y tal como reza en la jerga popular: “Es preferible consolarse que
              ahorcarse”; “un clavo saca a otro clavo”; “mal de muchos, consuelo de
              tontos”; “poca cosa nos consuela cuando poca cosa nos aflige”; “frío e
              insípido es el consuelo cuando no va envuelto en algún remedio”...
              (Breve pausa)
              Queridos míos ya es tiempo de ir a la primera historia, la que sospecho,
              fuera enviada por un testigo habitual del acontecer de esta singular pareja, y
              a la que hemos titulado: “Anti oxidante”

Se apaga la luz del estudio radial. Al mismo tiempo en que aparece la cortina musical
a muy bajo volumen, la luz nos traslada al segundo espacio escénico, donde ahora nos
encontramos con un pequeño living comedor.

“Anti oxidante”

Voz de Juana:- Pedro viene de la cocina con una bandeja plateada. En ella trae el
            desayuno para Alicia. La bandeja plateada tiembla en el aire al ser sostenida
            por las manos temblorosas de Pedro.
            Pedro es un viejito muy simpático que padece el paso del tiempo. Pero que
            por nada del mundo se entrega a los límites que le pone el paso del tiempo.
            Alicia, su mujer, está sentada en un sillón de mimbre. Un sillón tan viejo y
            destartalado como ella.

Desaparece la cortina musical.

Pedro:-       Aquí te traje el desayuno. Ya que no quisiste venir a la cocina para
              desayunar sentados a la mesa como Dios manda.
Alicia:-      Ya no quiero desayunar. Se desayuna para tener energías para enfrentar el
              día. Yo no necesito energías para estar sentada todo el santo día.
Pedro:-       (Dándole de beber y de comer en la boca, con toda la paciencia del
              mundo) Cada día más caprichosa. No sé de qué te quejás, si en lugar de
              envejecer cada día que pasa, sos más nenita. (Ríe)
Alicia:-      Vos y tus chistes tontos. Tus gracias fueron envejeciendo con vos. No eran
              graciosas hace cuarenta años imaginate ahora.
Pedro:-       ¡Bien que te reías de mis chistes!
Alicia:-      Abrá sido la otra la que se reía.
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Pedro:-       ¿Qué otra? Dale, comé algo que te hace bien. Hay que hacer trabajar el
              estómago. Para que el mecanismo funcione hay que aceitarlo todos los días.

Voz de Juana:- Alicia como y bebe con ganas, juega voluntariamente a que no quiere, es
            evidente que este juego lo juegan desde hace bastante tiempo y les ocupa
            gran parte de la mañana.

Alicia:-      ¡A tus manos le faltan aceite! Ya tiraste té por todo el piso.
Pedro:-       No lo tiré, le di de desayunar también. (Ríe)
Alicia:-      Vos tirá nomás, derrochá, te pasaste la vida despilfarrando. Si no hubiera
              sido por mí viviríamos de los ochocientos pesos roñosos que nos devuelve el
              gobierno.
Pedro:-       ¿De dónde sacás que yo despilfarraba? ¿No abrá sido el otro?
Alicia:-      ¿Qué otro? Ojalá hubiera tenido otro. A lo mejor ahora tendría las
              articulaciones más aceitadas. Si nos guiamos por tu teoría, (señalando su
              propio cuerpo), lo usaste bastante poco a este cuerpito.
Pedro:-       ¡Qué hablás! Más de una vez tuvimos que cerrar la ventana de la pieza para
              no molestar a los vecinos.
Alicia:-      ¿Qué vecinos? Si nuestra pieza siempre dio al jardín del fondo.
Pedro:-       ¡Es cómo una metáfora! (Viendo el rostro incrédulo de Alicia) ¡Un modo
              de exponer! Vos siempre tomás las expresiones literalmente.
Alicia:-      (Cambiando de tema) ¡Pasame la servilleta que me mojaste toda la blusa!
Pedro:-       (Limpiándole la blusa con la servilleta) ¡Bueno! No es para tanto, son sólo
              algunas miguitas…
Alicia:-      (Sin darse cuenta empieza a reír) ¡Dejá de limpiarme que con el temblor
              me hacés cosquillas!
Pedro:-       (Alegrándose) Por fin una sonrisa para éste abnegado y sumiso esposo
              servicial.
Alicia:-      ¿Sumiso? ¿Vos sumiso? ¿Desde cuándo?
Pedro:-       (Intenta darle un beso en la boca) Sometido al amor que siento por vos.
Alicia:-      (Lo rechaza cariñosamente) ¡Dale, salí de acá! Haber si a esta altura del
              campeonato me voy a creer eso.
Pedro:-       Nunca te gustaron los besos en la boca…
Alicia:-      Vos metías tu boca por cualquier lado…
Pedro:-       ¡Ah, esta es una nueva! ¿Qué querés decir con eso?
Alicia:-      Desde el día en que te vi en tu consultorio besando en la trompa a ése
              perrito…
Pedro:-       (Muy sorprendido) ¿A qué perrito?
Alicia:-      ¡A un salchicha todo vendado y con una pata de madera!
Pedro:-       ¿¡Al Buqui Hernández Urrutia!?
Alicia:-      ¡Qué sé yo como se llamaba ése salchicha pulgoso!
Pedro:-       Pero eso fue hace más de 35 años…
Alicia:-      Después habrás seguido besando a otros…
Pedro:-       Lo había atropellado el camioncito del sodero y le salvé la vida después de
              dos operaciones…
Alicia:-      No quiero ni imaginarme lo que le habrás besado a la “pequinesa” de la
              viuda de Velásquez cuando se les murieron las crías adentro y tuviste que
              hacerle una cesaria.
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Pedro:-       ¡Alicia qué me está diciendo! ¡Mirá de qué me acabo de enterar después de
              tantos años! Por besar a un perrito en la trompa me perdí 35 años de besos…
              ¿¡Qué otras cosas me habré perdido!? ¿¡Y por qué motivos irrelevantes!?

Voz de Juana:- Pedro deja la bandeja sobre la mesa y se sienta en un sillón. Abre el diario
            con intenciones de leerlo. Alicia lo mira sin saber que hacer ni decir…

Alicia:-      (Cambiando de tema) Digamos que vos no eras ningún Marcelo
              Mastroiani por lo romántico. Creo que le demostrabas más afecto a tus
              pacientes caninos, felinos o reptiles que a tu propia familia.
Pedro:-       (Mirando el diario, se esfuerza para mantener la tranquilidad que lo
              caracteriza) No pienso responder a semejantes acusaciones infundadas.
Alicia:-      Te odio cuando te ponés a hablar en difícil.
Pedro:-       (Con sarcasmo) Por lo visto me abominás todo el día y a toda hora.
Alicia:-      ¡No sólo cuando te ponés en “profesional”!, ¡para que sepas eras sólo un
              veterinario de barrio no un científico de Matachuten!
Pedro:-       (Riéndose) ¡Masachusen! ¡Masachusen, Minesota! (Como para sí) Qué
              ignorante…
Alicia:-      ¡Sí! ¡Puedo ser una vieja ignorante! ¡Pero soy capaz de dar amor! El pobre
              de Ariel no sabe más que hacer para recibir tu amor. Cuando era un niño lo
              tratabás mucho peor que a cualquiera de tus pacientes reptiles. No lo dejabas
              ni entrar a tu consultorio. (Emulándolo) ¡Ahí no! ¡Ahí no! ¡El Consultorio
              del Doctor Pedro Poletti es sagrado! ¡Sólo puede entrar él con sus pacientes
              y los “papis” de sus pacientes!
Pedro:-       (Sin dejar de mirar el diario, tratando de sacarse el tema de encima) A
              “tú hijito” lo único que le interesaba era acompañar a “su mami” a la
              peluquería y a mirar vidrieras.
Alicia:-      Nunca te sentaste con él para mirar sus cuadernos o para ayudarlo con
              alguna tarea. ¡Ni siquiera cuando empezó el secundario y le iba mal en
              biología lo ayudabas!
Pedro:-       (Sin dejar de mirar el diario, restándole importancia al hecho) Sólo se
              puede ayudar a quien desee ser ayudado.
Alicia:-      (Tiene ganas de pelearse y al no encontrar contrincante cambia de
              actitud corporal. Se pone de pie a duras penas) ¡Señores catedráticos!
              ¡Psicólogos del mundo! ¿¡Tomaron nota de la última máxima del eximio
              Doctor Poletti!?
Pedro:-       (Mirándola por encima del diario, con cierto sarcasmo) En tu caso el
              resentimiento funciona como antioxidante de las articulaciones. (Vuelve a
              su diario)
Alicia:-      (Camina lenta y titubeante hacia el sillón de Pedro) ¡Hoy me resbalan tus
              estúpidas monsergas!
Pedro:-       (Sin dejar de mirar el diario, divertido por el hallazgo) ¡Monsergas!
              Después de más de cuarenta años lograste acuñar un vocablo aceptable.
Alicia:-      ¡Deja de hacerte que lees el diario! ¡Ése jueguito tuyo me lo tengo bien
              manyado!
Pedro:-       (Tratando de calmar a Alicia) No empecés a gritar desaforadamente.
              Después te viene la taquicardia… (Baja el diario y mirando a Alicia,
              conciliador en extremo) A ver mi amor, ¿qué es lo que te trae hacia mí?
Alicia:-      (Apoyándose en el pasamanos del sillón donde está sentado Pedro, no
              pudiendo contenerse) ¡Nunca voy a lograr que levantés el tono de tu voz!
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Pedro:-       Qué yo sepa si el interlocutor no presenta alguna dificultad clínica y si
              verdaderamente tiene deseos de escuchar puede oír hasta un susurro.
Alicia:-      ¡Volvió el catedrático de Matachuten o como se llame ese maldito país! (Va
              directamente a su objetivo) ¿Por qué no querés a tu hijo?
Pedro:-       (Intenta subir el diario para taparse el rostro) ¿Y ahora? ¿A qué viene
              eso?
Alicia:-      (Le baja el diario de un manotazo, acción esta que le hace perder
              estabilidad, para recuperarla se toma fuertemente del pasamanos) ¡Dejá
              de esconderte detrás del diario! ¿Por qué no querés a Ariel?
Pedro:-       (Con tranquilidad) ¿De dónde sacaste que no lo quiero?
Alicia:-      Esta debe ser la quinicienta vez que te lo pregunto, hoy quiero saber la
              verdad, quiero que seas sincero conmigo...
Pedro:-       (Tratando de escapar de la situación) Alicia, Alicia, terminá tu desayuno,
              dejáme leer el diario, y no continúes con...
Alicia:-      ¡Quiero saber! ¡Vamos! ¡Sinceráte!
Pedro:-       ¿Vas a lograr resistir la verdad?
Alicia:-      ¿¡Qué verdad puede causar más dolor que la ignorancia!? (Pedro la mira
              con grato asombro) Yo tengo mi teoría, mi forma de ver las cosas, nunca
              pudiste aceptar que hubiera otro varón en la casa, para vos Ari siempre fue
              tu competencia, tú enemigo; ¡pobre chico!, se fue criando con todo ese peso
              encima...
Pedro:-       (Simpáticamente) Como siempre tu forma de ver las cosas es la incorrecta.
Alicia:-      Tu inseguridad no te permite involucrarte afectivamente, eso es lo que
              pasa...
Pedro:-       ¡Epa, Alicia! ¡Qué pensamiento tan froideano! Vos que sos tan segura
              afectivamente, ¿podriás soportar que yo sepa algo que vos crees que lograste
              ocultarme durante largos años?
Alicia:-      No tuve y no tengo nada que ocultarte.
Pedro:-       (Casi teorizando) Muy bien. Retomemos el supuesto o no afecto que yo
              tengo por Ariel. A Ariel yo lo quiero mucho, aunque no lo parezca aprendí a
              quererlo, y realmente le tengo mucho afecto. Lo que nunca pude, a pesar de
              mis esfuerzos, es amarlo como a un hijo. Ya que como vos bien sabés, Ariel
              no es mi hijo. (Alicia lo mira casi sin entender, hasta siente un pequeño
              mareo) Es tú hijo sanguíneo y mí hijo por adopción. Le di mi apellido
              porque soy un hombre de bien. Porque eximo al ser humano de cometer
              errores. Por que tomé tu engaño como un error posible, redimible...

Voz de Juana:- Se produce un profundo silencio, sólo se escucha el raspar contra el piso
            de los cansados pies de Alicia, que la conducen muy lentamente hacia su
            viejo sillón de mimbre. Está muy aturdida...

Pedro:-       El ser humano es el único capaz de engañar. De engañar y de sostener
              durante largos años la farsa.
Alicia:-      (Se desmorona en el sillón) ¿Desde cuándo lo sabes?

Voz de Juana:- El gesto de Pedro a las clara refleja que sabe la verdad desde siempre. Se
            pone de pie y va hacia la mesa. Toma la bandeja entre sus manos
            temblorosas y comienza su lento traslado hacia la cocina. Alicia lo mira
            irse…
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Pedro:-       (Gira lentamente sobre sus pasos y mira quedamente a Alicia) Alicia, sé
              cuidadosa con tu vestuario.
Alicia:-      ¿Qué cosa?
Pedro:-       No es la muchacha quien te roba las prendas íntimas. (Va saliendo
              lentamente)
Alicia:-      (Aún está un poco aturdida) ¡¿Eh?! ¡Ah no! ¿Y quién va a ser?
Pedro:-       Revisá la habitación de “tu hijo”...

Se apaga la luz del living comedor. Por unos instantes escuchamos la cortina musical.
La luz nos instala nuevamente en el estudio radial y nos devuelve el rostro de Juana.

Juana:-       (Leyendo) El autoengaño es cerrar los ojos a la realidad por ser más grato y
              cómodo aceptar la mentira.
              (Cierra el libro y busca entre las páginas de otro)
              ¿Habrá sido éste un caso de autoengaño?
              (Leyendo)
              La autosugestión es un propósito mediante el cual un individuo
              autoalecciona a su subconsciente para llegar a creer algo, o fijar
              determinadas asociaciones mentales. .
              (Desaparece la cortina musical cuando cierra el libro)
              Probablemente en el cerebro de Alicia la mentira ya se había constituido
              como una verdad. Cómo algo cierto. De esta manera ya había olvidado
              absolutamente su infidelidad.
              La historia que viene ahora encierra un cúmulo de engaños. ¿Hasta dónde la
              realidad es realidad y la ficción, ficción? Mejor vamos a dar comienzo con
              el relato que hemos titulado: “Su sana costumbre”

Se apaga la luz del estudio radial y la luz nos traslada al segundo espacio escénico,
donde ahora nos encontramos con un pequeño mono-ambiente. Podemos apreciar la
pequeña cocina y el comedor diario. Un sillón de un cuerpo contra un biombo
desplegado que no nos permite ver el dormitorio.

“Su sana costumbre”

Voz de Juana:- Susana, con un delantal puesto, limpia y ordena desganadamente.
             La radio despertador encendida está sobre la mesa. La cumbia
             santafecina se escucha a todo volumen. Una valija y algunas bolsas
             de cartón llenas de objetos y cosas se encuentran apoyadas contra
             la pared y muy cerca de la puerta.

Susana:-      (Barre desganadamente y poco a poco va transformando la escoba
              en un compañero de baile. Ya no barre, baila entusiastamente. En el
              marco de la puerta aparece Claudio. Se queda mirándola. Ella al
              descubrirlo deja la escoba por alguna parte y comienza a realizar un
              seductor strip tease al ritmo de la cumbia. Lentamente se desplaza
              hasta donde se encuentra Claudio. Quien sin muchos deseos es
              obligado a bailar al ritmo de la música. Él, casi con violencia, baja el
              volumen de la música.)
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Susana:-    (Se le cuelga del cuello e intenta besarlo en la boca) ¡Hola papi! ¡Hola!
            ¿Cómo estás hoy?
Claudio:-   (Le rehúye al beso en la boca e intenta quitársela de encima) Hola
            nena…
Susana:-    ¡Te estaba esperando! ¡Te extrañé un montón! ¡Un montón! (Le quita el
            portafolio y lo arroja sobre la mesa) ¡Vamos, ponéte cómodo!
            ¡Relajáte! ¡Estás en tú casa y con tú nenita! (Intenta quitarle el saco)
            ¡Sacáte esto!
Claudio:-   (Quitándosela de encima de mala manera) ¡Basta Susi! (Intenta
            calmarse) Suficiente nena… No estás entendiendo la situación…
Susana:-    Sí que entiendo, nos tenemos que mudar. ¡Bueno y qué! Iremos a otro
            departamento… No por eso me vas a tener que empujar ni tratar mal…
Claudio:-   (Se le acerca tratando de recomponer la situación) Perdón mi nenita,
            perdón, es que todo lo que pasó últimamente me tiene muy nervioso…
Susana:-    (Dejándose abrazar) No merezco que me tratés mal…
Claudio:-   (Le da un beso en la boca) No mi nenita… Vos merecés mucho más de
            lo que yo te puedo dar, ¡Mucho más! (Toma distancia de ella)
Susana:-    ¿Qué te pasa?
Claudia:-   Problemas, problemas, muchos problemas…
Susana:-    Bueno, te escucho papi. Cómo siempre. Siempre te escuché. A lo mejor
            no puedo darte las soluciones a tantos problemas, pero, puedo escucharte.
            Como decís vos: “Me hace tanto bien cuando me escuchás sin hablar”
            (Se sienta) ¡Aquí estoy, soy todo oído!
Claudio:-   (Se acerca por detrás y habla mientras le acaricia el cuello y los
            hombros) Últimamente nada me sale bien. El lunes me cayó un inspector
            municipal: “¡No están los precios en vidriera!” “La ley dice que los
            precios tienen que estar a la vista del cliente, que el cliente tiene que
            saber, que hay que ser transparente” ¡Qué son dos mil doscientos pesos
            de coima! ¡La puta que los parió! ¿Cuándo mierda vieron los precios en
            las vidrieras de Warnes? ¡Ningún local los tiene! (Susana se pone de
            pie, le quita el saco y luego, sin hablar, obliga a Claudio a sentarse.
            Él se deja hacer) Treinta y seis volantes deportivos en vidriera: ¡Treinta
            seis precios! Dieciséis blister diferentes de lámparas: ¡dieciséis precios!
            …Veintidós faros de distintas marcas… (Mira hacia arriba y hacia
            atrás a Susana que le acaricia los hombros, el cuello, el pecho) ¡Ay
            nenita! Si supieras la vergüenza que me da tener la única vidriera con
            precios en toda la avenida Warnes. Y para completar la semana: ¡Lo tuyo
            con Mabel! (Emulando a Mabel) ¡No hace nada! ¿Mira la tele todo el
            santo día! ¡Limpia sobre lo limpio y lo demás lo deja todo sucio! ¡Le
            estamos pagando al pedo! Yo no la soporto más y blá y blá y blá… Y vos
            nenita no me la hiciste nada fácil…
Susana:-    (Sus caricias irán subiendo en intensidad erótica y desde ahora y
            hasta que Claudio cambie su juego, Susana actuará como una nenita
            juguetona) ¡Me trató muy mal! Ni mi mamá me trató tan mal…
Claudio:-   Un poco de razón tiene…
Susana:-    ¿Quién, la señora?
Claudio:-   Y sí… Yo te encontré muchas veces tirada en el sillón del living…
Susana:-    (Las caricias se han transformado en un juego sexual subido de tono)
            Y bien que te gustó encontrarme ahí tirada con el uniforme casi
            desabrochado y sin la bombachita…
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Claudio:-   (Se deja hacer) Pero eso fue antes, antes de que te trajera acá…
Susana:-    La vieja se enojaba porque yo no rendía en el trabajo, ¡cómo iba a rendir
            si no me dejabas dormir de noche!
Claudio:-   Eso era antes, cuando dormías en el cuarto de servicio…
Susana:-    Y que servicio, completo, muy completo…
Claudio:-   (Interrumpe el juego y Susana deja de hacerse la nenita) Me estás
            calentado, y hoy no puedo, basta de tocarme, basta. (Toma distancia
            corporal) Tengo que contarte algo más…
Susana:-    (Va hacia él) Tenemos quince minutos… ¿Tenemos un “express” ¿“un
            higiénico”?, como decís vos…
Claudio:-   (Se aleja y busca algo en el portafolio) ¡No Susana, suficiente!
            Suficiente. No ando con mucho tiempo y tengo algo importante para
            decirte. Todavía no pude encontrar un departamento.
Susana:-    ¡Ah, no! ¿Y entonces?
Claudio:-   Hay una pensión aquí a dos cuadras y media…
Susana:-    (Burlonamente) ¿Y vos pensás que tu nenita se va a meter en una
            pensión? ¡¿De verdad creés que después de lo nuestro yo voy a volver a
            vivir en una roñosa pensión?!
Claudio:-   Es sólo por unos días, una semana como máximo…
Susana:-    (Sin dejar dudas) ¡Ni por un par de horas!
Claudio:-   Es que me quedé sin un mango y me están pidiendo cuatro meses de
            depósito. ¿De dónde querés que saque seis mil o siete mil pesos así de
            golpe?
Susana:-    (Cortante) ¡De la cartera de tú querida señora! ¡De tu negocio trucho de
            Warnes! ¡O de dónde carajo sea! ¡No es mí problema!
Claudio:-   (Defendiéndose) ¡Pará un poco la moto nena! Quien carajo te creés que
            sos. ¿La reina de Java? ¡Haber si ponemos un poco las cositas en su
            lugar!
Susana:-    (Sin dejarse llevar por delante) ¡Pongamos las cosas en orden!
            ¡¡Pongamos los precios en la vidriera!!
Claudio:-   (Evitando la discusión) Susi, perdón, perdón, estoy bastante nervioso,
            últimamente no me están saliendo bien las cosas. En unas semanas todo
            vuelve a ser como antes. Estoy hablando con algunos conocidos… Ahora
            que me acuerdo al Ruso que vende amortiguadores me dijo que se le está
            por desocupar un departamento: ¡de dos ambientes! ¡Aquí no más por
            Chacarita, sobre la calle Corrientes!…
Susana:-    (Poniendo las cosas en claro) ¡A ver Claudito! Pongamos los precios en
            la vidriera. Vos me estás mintiendo. ¡Ni hay tal Ruso ni tal
            departamento! Creés que soy tonta. ¡No mi tesoro! No te confundás. Vos
            querés liberarte de mí.
Claudio:-   ¿Qué estás diciendo? Susi, yo te quiero de verdad, me gustás un
            montón…
Susana:-    De a poco me fui transformando en un “montón” de problemas para vos.
Claudio:-   (Va hacia ella) ¡No mi nenita! ¡No es así! Lo mío es un problema de
            momento. Compré mucha “merca”, me entraron los “checonatos” y tengo
            que cubrirlos con la poca venta que hay. ¡Hay un paráte de mierda! Se
            está vendiendo muy poco. Pero, es un problema, de momento. Se reactiva
            un cacho y todo vuelve a ser como antes.
Susana:-    Nada vuelve a ser como antes. Tú querida mujercita me echó. ¡Ni
            siquiera me indemnizó! Y vos, ¡me querés mandar a una pensión! ¿Por
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            qué mejor no me das unos pesos y me sacás un pasaje de ida a Villa
            Cañas?
Claudio:-   ¿Querés eso? Sí querés eso te doy eso. (Busca en su portafolio)
Susana:-    ¿Qué buscas?
Claudio:-   Tengo unos pesos que saqué del banco…
Susana:-    (Riéndose para no echarlo a la mierda) ¡Ay Claudito! ¡Qué boludo que
            sos! Te creés tan piola y sos tan boludo...
Claudio:-   (Cierra su portafolio y lo deja sobre la mesa) ¿Por qué me tratás así?
Susana:-    ¿No era qué el problema era de guita? Te das cuenta que tengo razón. No
            sabés como hacer para sacarme de encima tuyo. (Con mucha firmeza)
            Tenés miedo de que te haga juicio por haberme echado sin causa
            justificada y sin preaviso ni indemnización. Tenés miedo de que hable
            con Mabel y le cuente todo lo nuestro. ¡Tenés un cagazo fenomenal! No
            sabés como carajo salir todo este lío...
Claudio:-   (Se deja caer en una silla, con honestidad) No sé que hacer, Susi, te
            juro que no sé que hacer…
Susana:-    Por ahí vamos mucho mejor… (Se sienta cerca de él) Mucho mejor. Si
            venís con la verdad podemos hablar y entendernos. Pensemos juntos,
            ¿qué podemos hacer?
Claudio:-   ¿Podés apagar la música? Por favor…
Susana:-    (Apaga la radio) ¿Por qué querés terminar con lo nuestro?
Claudio:-   Tengo miedo de que Mabel se entere.
Susana:-    ¿Y por qué se tiene que enterar?
Claudio:-   Me resultó raro que te haya echado así tan de repente, creo que sospecha
            algo. Últimamente yo perdí el, como se dice, bueno, ya no tengo ganas de
            cogerla.
Susana:-    (Con un dejo burlón) Es que para cogerse semejante bicho no hay que
            tener ni idea de lo que es el sexo.
Claudio:-   (Continuando) Nunca me pidió más que una vez por semana.
Susana:-    Menos mal…
Claudio:-   Pero últimamente yo me hacía el boludo y ella me reclamó. Y lo hizo de
            una manera, como, como dándome a entender de que yo estaba con otra.
            ¡Bah!, me lo dijo directamente: (Emulando a Mabel) “¿Con qué putita
            andás esta vez? Y cuando empezó a describir a la supuesta las
            características que daba…
Susana:-    De la putita, se me parecían…
Claudio:-   Mabel te echó por que sabe que me acostaba con vos. Aceptó que dejaras
            de trabajar cama adentro creyendo que de ésa manera podía cortar lo
            nuestro.
Susana:-    Entonces que te preocupa. Primero me sacó de la pieza de servicio y
            ahora me sacó del departamento. Nunca va a pensar que su querido
            maridito va a mantener a una “doméstica”
Claudio:-   Nos va a perseguir…
Susana:-    ¿Cómo lo sabés?
Claudio:-   Ya pasé por esto.
Susana:-    Mirá de lo que me vengo a enterar…
Claudio:-   Si no hubiera sido porque los chicos eran chiquitos me echaba a patadas
            y me dejaba en la calle…
Susana:-    Se hubieran divorciado…
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Claudio:-   ¡Y yo me quedaba en la calle, sin un mango, sin negocio, sin donde ir a
            dormir, sin poder ver a los chicos! No tenés idea de lo que es capaz
            Mabel. Cuando me casé con ella me lo dijo clarito. “Si te gusta ser el
            marido de la dueña, ¡portáte bien!, ¡no te mandés ninguna trastada!”
Susana:-    (Se ríe burlonamente) ¡Con razón! ¡Ahora entiendo todo! Sos un pobre
            “pelapollos” como yo. Mirálo a él. Mucha cadenita de oro. Muchos
            relojes caros. (Vuelve a reír) ¿Cómo hacemos para que la “dueña” deje
            vivir a estos dos pobres pelapollos?
Claudio:-   (Con temor) Dejándonos de ver…
Susana:-    Dejandonos de ver. ¡A no Claudito! De esa manera yo soy la única que
            sale perdiendo.
Claudio:-   (Va hacia ella, muy reconciliador) No mi nenita, yo a mi edad pierdo
            mucho más que vos, nunca más voy a tener la oportunidad de estar con
            alguien como vos…
Susana:-    (Continuando la frase) Un pollito de carne firme como yo. A ver
            Claudito, pongamos las cosas en claro. Yo me quedo sin donde vivir, sin
            trabajo y sin dinero. Con una radio despertador viejo, algunos pantalones
            más de los que traje de mi pueblo, algunas remeras más, pero sola y a la
            buena de Dios…
Claudio:-   (La acaricia) No mi nenita, ¡no! Yo te puedo dar algo de guita para que
            tirés un par de meses y vayás viendo. Vas a conseguir trabajo enseguida.
            Sos muy linda. ¡Muy bonita! Muy simpática. ¡Hasta podés conseguir de
            vendedora en alguna parte!
Susana:-    (Le devuelve las caricias) Y vos creés que una nenita tan bonita, cómo
            vos decís; un pollito con la carne firme, cómo vos te comías; ¡se va a
            quedar con las manos vacías! Después de haber tenido que soportar los
            insultos de esa vieja horrible; después de haber tenido que comerse un
            gallo viejo y desplumado cómo vos: ¡se va a quedar con las manos
            vacías! ¡No mí Claudito! ¡No, eso sí qué no! ¡Sí eso es lo que pensás,
            estás totalmente equivocado! O acaso vos creés que yo me encamaba con
            vos por amor. Por qué sos bonito, un “ses simbol”, ¡no mí Claudito! Lo
            hacía porque no me gusta limpiar la mierda ajena, prefiero cerrar los ojos
            y besar a un gallo desplumado como vos o como tantos otros que andan
            hambrientos de pollitos con carne firme como yo.
Claudio:-   (Acorralado) ¿Qué querés Susana?
Susana:-    (Con seguridad) Un departamento cómo éste con contrato por dos años.
Claudio:-   Te podés quedar aquí por un tiempo…
Susana:-    ¡¿No era que se lo tenés que devolver a tu amigo porque se divorció y no
            tiene donde vivir?! ¡¡Basta de mentiras!! ¡¡Basta Claudito!! Suficiente,
            como vos decís. Éste departamento es de “tú Mabel” ¡Cómo todo lo que
            aparentás tener! Y vos le decís que está alquilado. Le mentís. ¡Vivís
            mintiendo Claudito! ¡A mí ya no me importan tus mentiras! (Con mucha
            tranquilidad y firmeza) Quiero un departamento en Barrio Norte, dos
            años de contrato, amoblado, expensas y alquileres pagados por
            anticipado.
Claudio:-   ¡Eso es mucha guita!
Susana:-    Pero vos te quedás tranquilo con tu gallina vieja, con tu negocio en
            Warnes y con éste departamento alquilado de verdad. (Dándole una
            solución) Con lo que sacás acá pagás allá.
Claudio:-   Y yo cómo…
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Susana:-      Quedate tranquilo que nunca más vas a escuchar hablar de mí…
Claudio:-     Pero…
Susana:-      La única garantía que te puedo dar es mi palabra y yo nunca te mentí.
              Nunca te juré amor eterno, ni siquiera te dije alguna vez que te amaba o
              que me gustabas, ¡nunca te mentí!
Claudio:-     (Muy confundido, casi aturdido, se pone de pie, toma su portafolio)
              Hoy mismo me pongo en campaña…
Susana:-      Dejo la valija hecha y todo…
Claudio:-     (Se le acerca para despedirse) Mañana, más o menos a esta hora, paso
              para contarte como va todo…
Susana:-      Aquí voy a estar esperándote, como siempre. (Se da cuenta de que él no
              sabe como despedirse) Podés despedirte con un besito. ¡Aquí, en mi
              mejilla! Un beso de amigos…
Claudio:-     (Le da un beso en la mejilla) Hasta mañana…
Susana:-      Hasta mañana…
Claudio:-     (Se detiene ante la puerta) ¿Te puedo hacer una pregunta?
Susana:-      Por supuesto.
Claudio:-     ¿Por qué en Barrio Norte?
Susana:-      (Se sonríe) Ahí viven muchos gallos viejos llenos de plumas…

Se apaga la luz del monoambiente. Aparece la cortina musical y paulatinamente irá
bajando su volumen hasta desaparecer. La luz nos instala nuevamente en el estudio
radial y nos devuelve el rostro de Juana.

Juana:-       (Con voz sensual y apacible)
              El engañador que es engañado por el supuesto engañado. Las diversas
              aristas de la mentira. De la hipocresía. La ficción dentro de una realidad
              donde no se termina por definir con claridad: ¿Qué es ficción y qué es
              realidad? A veces la realidad de uno se transforma en la ficción del otro.
              ¿Hasta dónde somos capaces de convivir con la verdad?
              (Pierde momentáneamente su tranquilidad, el tono de voz se exaspera)
              Una de las fuentes donde se nutre el engaño es el egoísmo. Decimos y
              hacemos para lograr algo. ¡Por algo! ¡Por algo que nos sirve! ¡Por algo qué
              necesitamos! ¡Cuándo ya lo hemos logrado dejamos de decirlo o hacerlo!
              ¡Engañamos de puro egoístas que somos!
              (Breve pausa. Vuelve con su tono de voz habitual)
              El autoengañado trata de evitar el dolor. El dolor que causa concebir que
              alguien que nos quiera nos mienta. La siguiente historia habla de esto.
              ¿Quién engaña a quién? ¿Es bueno decir la verdad? ¿Por qué, para qué, para
              quién, cuándo, cómo, dónde? A esta pequeña historia la hemos titulado: “A
              buen cazador, liebre suelta”

Se apaga la luz del estudio radial y una muy tenue luz nos traslada al segundo espacio
escénico, en donde entre penumbras descubrimos un pequeño living. La cortina
musical suena suave.

“A buen cazador, liebre suelta”

Voz de Juana:- María enciende un par de velas que se encuentran en un candelabro
            plateado. Juan está sentado en su querida y antigua silla de roble forrada con
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             cuero bordó. María luego de encender las velas y de colocar el candelabro
             en la pequeña mesa ratona, toma asiento en el sillón de dos cuerpos. Toma
             una revista he intenta ponerse a leer. Juan y María son dos ancianos llenos
             de años, de recuerdos, de vida...

Desaparece la cortina musical.

María:-      Es imposible leer a la luz de una vela...
Juan:-       Y sobre todo sin anteojos.
María:-      No puedo andar a tientas buscando los anteojos.
Juan:-       Sobretodo por que ni sabés a dónde los dejaste.
María:-      Sí que sé
Juan:-       A ver, ¿dónde están?
María:-      Sobre mi mesa de luz, al lado del reloj despertador...
Juan:-       Frío, frío, muy frío.
María:-      No voy a entrar en tu juego. No pienso levantarme para ir a ver si están
             donde yo digo que están o donde vos vas a decir que los viste.
Juan:-       No querés entrar en el juego porque sabés que siempre gano yo. Los habías
             dejado al lado del helecho, fuiste a sacar las hojas secas y los dejaste ahí. Te
             hubiera llevado mínimo dos días poder encontrarlos. El tiempo en que el
             helecho pide agua.
María:-      A ver vos que tenés memoria para todo, ¿estás seguro de que pagaste
             Segba?
Juan:-       ¡Hay María, María, qué antigüedad! Hace cerca de veinte años que no existe
             Segba, y vos dale con Segba con Gas del Estado con Entel y con los
             Australes.
María:-      ¿Pagaste o no pagaste?
Juan:-       Hace como una semana que estaba programado el corte. ¿No te acordás que
             Raquelita nos había invitado a pasar unos días en su casa ya que por su zona
             no hay cortes programados?
María:-      ¡Eso fue otro día! Hace cómo un mes que nos había invitado. ¡Y fuiste vos
             el que no quiso ir! No soportás ni a tus propios nietos.
Juan:-       Son dos mocosos mal criados. Ni siquiera te dan un beso cuando llegás.
             Gritan y corren como desaforados. Tienen el diablo en el cuerpo.
María:-      ¿Jugamos a las cartas?
Juan:-       Con vos no se puede jugar a nada. Sos una tramposa sin remedio.
María:-      ¿Qué yo soy una tramposa? ¡Oia! Se asusta el muerto del degollado. Dale,
             por favor, juguemos a algo. Es muy temprano para ir a dormir. (Juan se
             niega con un movimiento de cabeza) ¿La radio? ¿Dónde está la radio?
Juan:-       ¿Qué radio?
María:-      La radio a pilas que nos regalaron para el último aniversario.
Juan:-       ¿La que en ése mismo aniversario el dulce de tu nieto mayor estampó contra
             el piso?, y que después se hizo el que se había tropezado y lloraba
             desconsoladamente para que nadie lo retara.
María:-      Pero lo radio no se rompió.
Juan:-       No, que se va a romper, ¡se hizo mierda!
María:-      Juguemos a algo, pensemos, pensemos...
Juan:-       Juguemos a no hablarnos por media hora. Dale, ¡yo tomo el tiempo!
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Voz de Juana:- Mientras María piensa y piensa, Juan mira fijamente su viejo reloj pulsera.
            Su antiguo reloj a cuerda. El rostro de Juan viaja por el tiempo. Tal vez las
            gastadas agujas de su gastado reloj lo llevan a otro lugar, a otro tiempo.
            María está ensimismada en sus pensamientos. Las imágenes de los
            recuerdos de María y de Juan se desbordan expresivamente y se transforman
            en enormes sonrisas dibujadas en sus rostros.

María:-       ¡Ya sé a qué podemos jugar!
Juan:-        ¡Perdiste! Siempre que jugamos a estar callados, ¡perdés! Pero hoy
              superaste tu propia marca, no llegaste ni a cinco minutos, exactamente tres
              minutos y veinte segundos...
María:-       Juguemos a contarnos un secreto.
Juan:-        ¿Qué?
María:-       (Muy divertida) ¡A contarnos un secreto! En tantos años de vivir juntos los
              dos tenemos secretos. Cosas que no nos hemos dicho nunca. Pero
              contémonos alguno bien importante. Uno de esos imposible de contar en la
              juventud. Uno bien… bien grueso. Algo que uno ocultó toda la vida. A
              nuestra edad podemos perdonarnos lo que sea. Hasta la infidelidad.
Juan:-        ¿Vos fuiste infiel?
María:-       ¡Ah no! Primero decidamos si vamos a jugar a no.
Juan:-        ¿Me pusiste los cuernos? ¿Con quién? ¡Ah! ¡Ya sé con quién, con el hijo de
              puta de mi primo Esteban!
María:-       ¿Querés jugar?
Juan:-        Dale, juguemos, ¿me fuiste infiel?
María:-       Si vamos a jugar tenemos que tener un reglamento básico. Y tenemos que
              cumplirlo. ¿De acuerdo?
Juan:-        Dale. ¿Qué reglamento? ¡Empezá a contar tu secreto!
María:-       No pienso contar nada si antes no establecemos las reglas del juego.
Juan:-        Vos inventaste el juego, inventá el reglamento.
María:-       Regla número uno, no vale mentir. Regla número dos, no vale enojarse.
Juan:-        Regla número tres, ¡empezá vos!

Voz de Juana:- María le quita el escarbadientes que Juan tiene en la boca, lo seca con un
            pañuelo, lo parte en partes desiguales, coloca una parte en una mano y otra
            en la otra...

María:-       (Coloca sus manos cerradas por detrás de su espalda) El que saca el
              palito más corto empieza.
Juan:-        ¿Y por qué yo tengo que elegir?
María:-       (Dejando las manos por detrás de su espalda) ¿Querés sortear vos y qué
              yo elija? A mí me da lo mismo.
Juan:-        ¡Está bien! Elijo yo.
María:-       (Extiende hacia Juan sus manos cerradas) Regla número uno, no mentir;
              regla número dos, no enojarse. Si estás de acuerdo, podés elegir.
Juan:-        Vale.

Voz de Juana:- Juan duda, en que mano se encuentra el palito más largo. Mira las manos
            de María. Amaga a pegarle en una mano he inmediatamente la mira a los
            ojos, pensando que tal vez ella pueda delatarse. Amaga pegarle en la otra y
            María entrando en el juego se ríe. Juan entiende que la risa delata el palo
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              más largo y golpea la mano derecha de María. Ella abre su mano y un
              minúsculo pedacito de escarbadientes queda a la vista de un desconsolado
              Juan.

María:-       (Abre su otra mano y muestra el pedazo más largo) Vos empezás Juan.
Juan:-        (Ni siquiera se toma un minuto para pensar) No tengo ningún secreto
              importante…
María:-       Vamos Juan, tantos años viajando por tu trabajo, durmiendo en distintos
              hoteles, almorzando y cenando solo…
Juan:-        Aunque parezca estúpido nunca tuve nada que esconderte, en cambio vos,
              seguro que con Esteban…
Maria:-       ¡Regla número cero! Tenés que respetar el turno. Dale.
Juan:-        No me acuerdo ninguno que valga la pena, que sea importante…
María:-       Te voy a ayudar, ¿por qué viajabas tan seguido a Lobos? ¿Qué tenías ahí?
              ¿No habrás imaginado que me tragaba la píldora de que ibas a pescar?
Juan:-        Iba a pescar a la laguna. Y si no me creías, ¿por qué me dejabas ir sin
              problema?
María:-       Porque me parecía natural que después de tantos años de casados, después
              de haber criado a una hija, tuvieras un momento de privacidad, algo propio,
              algo solamente tuyo…
Juan:-        ¿No te hubiera importado que te hubiera sido infiel?
María:-       No. Un poco de sexo. Alguna historia sin importancia Además, siempre
              volvías a mi lado.
Juan:-        Eso lo decís ahora, a tu edad…
María:-       No Juan. Que yo sepa nunca te hice una escena. Nunca.
Juan:-        Nunca te di un motivo.
Maria:-       Si Juan, me diste varios. ¿Te acordás de la colorada que vivía al frente de
              casa?
Juan:-        (Sorprendido) Nunca me gustaron las coloradas.
María:-       Vamos Juan. Aunque fueras caminando de mi brazo no podías evitar el girar
              la cabeza para mirarle el culo.
Juan:-        Nunca me gustaron las coloradas…
María:-       Volvamos a nuestro juego. Seguro que ya te acordaste de algún “secretito
              bien guardado”
Juan:-        Sabés una cosa María, durante los cuarenta y dos años que llevamos de
              casados nunca tuve sexo con otra que no fueras vos, y mira que tuve
              oportunidades, pero no sé porque mierda me parecía que no debía faltarte el
              respeto…

Voz de Juana:- Juan se queda pensativo por un momento, tal vez buscando en su interior
            los motivos de su fidelidad sexual.

Juan:-        Probablemente por temor a que me pagaras con la misma moneda. Ni
              siquiera me di el permiso sabiendo que vos con Esteban…
María:-       ¡Tu secretito!
Juan:-        (Dispuesto a contarlo) Regla número dos: ¡No te tenés que enojar!
María:-       ¡Prometido!
Juan:-        Cuando tu mamá estaba internada en el Hospital tenían que hacerle una
              transfusión de sangre. Era muy importante. En esa época no había banco de
              sangre como ahora. Bueno eso creo. La única sangre compatible era la mía.
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              El médico habló conmigo y me dijo que si se hacía la transfusión, si ella
              recibía bastante sangre mía, sangre joven, sangre limpia, ya que yo no era ni
              fumador ni alcohólico, era muy posible que Antonia pudiera vivir varios
              años más. Después me dio datos clínicos que ni me acuerdo. Mi cabeza
              empezó a pensar y a pensar, a mil por hora. No podía detenerla. Sólo
              escuchaba el susurro de la voz del médico. Cómo si fuera una música
              monótona que venía de otra parte. Y mi voz clara le dijo: Doctor, tengo
              alergia crónica.
María:-       ¿Y?
Juan:-        Le mentí. Nunca tuve alergia crónica ni nada que se le parezca. Ni sé que es
              la alergia crónica. No hice nada para salvarle la vida. O para intentar darle
              un tiempo más de vida.
María:-       ¿¡No tenés alergia crónica!?
Juan:-        (Intuyendo el posible enojo de María) ¡Regla dos!

Voz de Juana:- María ha quedado como atontada. Es incapaz de tragar saliva. Mira a Juan
            con ganas de estrangularlo. Pero sabe que ella misma creó las reglas del
            juego. Juan la mira sin saber si hizo bien o mal en contar su historia y se
            apresura haciendo su pregunta. Tal vez para evitar la reacción de María ante
            la revelación de “su secretito”

Juan:-        ¿Qué pasó con Esteban?

Voz de Juana:- Casi con rabia, tal vez en respuesta al enojo que le ha generado el secreto
            bien guardado de Juan…

María:-       ¡Parece que el Hospital tenía guardado nuestros secretos! ¿Te acordás
              cuando Esteban estuvo internado? (Juan asiente con su cabeza) Lo habían
              internado por una supuesta intoxicación con duraznos verdes. Porque tenía
              fuertes náuseas, vómitos, fiebre, taquicardias…
Juan:-        Evitá el parte médico…
María:-       Resultó ser que tenía una peritonitis aguda y lo mandaron a quirófano de
              urgencia.
Juan:-        ¡Vamos a la cuerneada, lo que sufrió o no sufrió ese hijo de buena madre
              poco me interesa!
María:-       ¡Regla número dos!

Voz de Juana:- Juan traga saliva y se apresta a escuchar…

María:-       (Inmersa en el recuerdo) Estaba acostado entre las sábanas blancas y me
              miró sugestivamente a los ojos. Y me dijo:- “Hay María, creía que no te iba
              a volver a ver. Al menos en esta vida. Porque estoy seguro que en la otra vas
              a ser mía” Me conmovió. Tuve que hacer esfuerzos para contener una
              lágrima.

Voz de Juana:- Ahora también lo hace…

María:-       (Sumergida en las imágenes, tal como si estuviera sola con sus
              recuerdos) Yo sabía que él andaba arrastrándome el ala…
Juan:-        ¡Yo también lo sabía! ¡Cuánto me alegré el día que le agarro el infarto!
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María:-       Sabía que le gustaba. Pero pensaba que su interés era superficial… con lo
              picaflor que era…
Juan:-        Murió solo como una rata. ¡Cómo lo que era!
María:-       Sin dejar de mirarme fijamente a los ojos, con esos enormes ojos negros que
              tenía, me dijo:- “¿Te puedo pedir algo María? Lo qué quieras. Le respondí
              sin pensarlo.” Tomó mi mano y la llevo debajo de las sábanas blancas y
              ayudándose con su mano, comenzó a refregar mi mano en sus genitales…
Juan:-        ¡Basta María! ¡No quiero jugar más! ¡Odio éste maldito juego!
María:-       ¡Su miembro se iba poniendo cada vez más grande y más grande!

Voz de Juana:- Juan con todas sus fuerzas se abalanza sobre María…

Juan:-        ¡No quiero saber! ¡No me interesa saber la verdad!
María.-       (Aún en su recuerdo) ¡Se mojó en mí mano! ¡Se mojó en mí mano!

Voz de Juana:- Juan se deja caer al lado de Maria y sin saber bien porque se pone a llorar.

Juan:-        ¡No me interesa saber la verdad! Me duele mucho, me duele todo el cuerpo,
              no puedo ni respirar…

Voz de Juana:- María mira su mano seca, algunas lágrimas ruedan por sus mejillas.
            Recién ahora sale de su recuerdo y mira a Juan que se cubre el rostro con
            sus dos manos y no puede dejar de llorar…

María:-       Pobre Mamá…

Voz de Juana:- De repente vuelve la luz he ilumina todo el living. María y Juan ni se dan
            cuenta que la luz ha vuelto…

Juan:-        ¿Por qué inventaste este maldito juego?
María:-       Porque sin luz y sin mis anteojos no puedo leer…
Juan:-        Te voy a comprar un par de anteojos para cada lugar de la casa…
María:-       Y de seguro que me los olvido a todos al lado del helecho…

Se apaga la luz del living. Aparece la cortina musical que irá bajando su volumen
hasta desaparecer. La luz nos instala nuevamente en el estudio radial y nos devuelve
el rostro de Juana.

Juana:-       (Con el correr de las palabras se va involucrando con lo que dice)
              Cuando un secreto es guardado por tantos años, ¿develarlo es necesidad de
              quien lo guarda?; escucharlo, ¿despeja la duda y calma la ansiedad que esta
              producía?; o, ¿reaviva el odio y produce un dolor mayor que el que producía
              la convivencia con la duda? Tal vez Juan hubiera preferido vivir con una
              fantasía falta de imágenes que convivir ahora con la imagen viva de unas
              sábanas blancas.
              (Desaparece la cortina musical; largo suspiro de Juana, retoma el
              aliento)
              Queridos míos vamos a continuar con éste programa lleno de sorpresas.
              Para quienes escriben las historias y para ustedes. Tal vez se encuentren
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              reflejados en alguna de ellas. La próxima historia la hemos dado en llamar:
              “El pomo flojo”

Aparece la cortina musical que paulatinamente irá perdiendo su volumen hasta
desaparecer. Se apaga la luz del estudio radial y la iluminación, en el segundo espacio
escénico, nos permite descubrir la habitación de un hotel alojamiento.

“El pomo flojo”

Voz de Juana:- Nos encontramos en una clásica habitación de un clásico hotel
            alojamiento. Ella está sentada en la cama. Ya tiene puesta una blusa. Está
            muy pronta a ponerse su pollera. Su rostro dibuja un gesto adusto, casi
            trágico, casi sin poder ocultar su profundo enojo. Él aún permanece
            semiacostado en la cama. Detrás de sus palabras podemos adivinar un dejo
            de malestar. Tal vez en un grado ínfimo, pero malestar al fin...

El:-          No entiendo que me está pasando. Creí que si veníamos aquí, como cuando
              éramos novios, pero no hay caso. El médico me dijo que no tengo nada
              clínico. Todos los análisis me dieron bien...
Ella:-        (Abotonándose la blusa) Mejor vestite. A ver si tenemos que pagar dos
              turnos y sólo por hablar...
El:-          Bueno, ¡ponéle un poco de onda! Para ustedes las mujeres es más sencillo.
              No tienen que poner duro nada, por el contrario, cuando más flojo mejor...
Ella:-        ¿Qué estás insinuando?
El:-          Que abren las piernas y eso, que pueden quedarse flojitas...
Ella:-        Dale, vestite y vamos.

Voz de Juana:- Hernán se incorpora e insinuantemente se coloca detrás de ella. Con cierto
            esfuerzo intenta recomenzar...

El:-          Probemos de nuevo, el sábado pasado dio resultado...

Voz de Juana:- Ana, sin ocultarlo, se aleja súbitamente de él. Se pone de pie y lo deja a él
            en cuclillas sobre la cama. En una posición algo ridícula, casi abrazando la
            nada...

Ella:-        Vestite y vamos que tengo mucho para hacer en casa.
El:-          No me podés dejar tan desamparado. ¿Qué crees? ¿Qué lo hago a propósito?
              Que le digo: ¡no te vas a poner duro! ¡Si ella tiene ganas no le vamos a dar
              con el gusto! Estoy lleno de preocupaciones, eso es lo que pasa, tengo un
              estrés fenomenal, el negocio va para el culo, ya no le puedo pagar a Miguel,
              lo voy a tener que echar y ni siquiera tengo guita para despedirlo, me voy a
              comer un juicio de la puta madre, ¡voy a perder hasta el auto! ¡Eso es lo que
              pasa y a vos te preocupa si tenemos sexo o no tenemos sexo! ¡Eso es lo
              único que te preocupa!
Ella:-        ¿A vos no te preocupa si tenemos sexo o no tenemos sexo?
El:-          Sí que me preocupa mi amor, cómo no me va a preocupar. Si hasta estuve
              leyendo artículos sobre el libido, o como se llame, sobre el deseo sexual…
Ella:-        ¡Eso lo leíste en la revista del diario del domingo!
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El:-          Lo leí porque estoy preocupado por el tema, ¿cuándo me viste leer esa
              revista? Pero, ¿sabés una cosa? Lo que más me preocupa es que no tratés de
              entenderme, de comprenderme, de que no tratés de acompañarme en estos
              difíciles momentos que estoy atravesando.
Ella:-        Lo único cierto es que no te preocupa que no tengamos sexo. El último año
              venías haciendo la plancha, uno por semana y la “señora” contenta, pero los
              dos últimos meses se te complicaron...
El:-          Nunca me pediste más de una vez por semana.
Ella:-        No contabas con que a tu edad tal vez...
El:-          ¿A mi edad, qué? ¡Estoy en la flor de la edad! ¡Tengo cuerda para rato! El
              médico me dijo que no tengo nada clínico.
Ella:-        ¿Cuándo fuiste al médico?
El:-          ¿Cómo que cuándo fui al médico? Ahora estás dudando de sí fui o no fui.
              Cuando el Doctor Peñalba vuelva del Congreso lo vamos a ver para que él
              en persona te diga lo que me dijo.
Ella:-        El Doctor Peñalba no atiende más por la Obra Social, hace dos años que...
El:-          ¿Quién te dijo semejante barbaridad? ¿Con quién me atendí yo, con el
              hermano mellizo? El Doctor Peñalba atiende todos los miércoles en su
              consultorio privado, firmo una planillita y listo. A la clínica hace como dos
              años que no va. Atiende directamente en su consultorio.
Ella:-        ¿Dónde queda?
El:-          ¿Qué cosa?
Ella:-        ¡El Consultorio Privado del Doctor Peñalba!, ¡¿qué va a ser sino?!
El:-          Magariños Cervantes 2140.
Ella:-        Piso segundo.
El:-          Estás diciendo cualquier cosa. En Planta Baja.
Ella:-        El tema es que vos no tenés nada clínico.
El:-          ¡Por supuesto que no!
Ella:-        Tenés algo psicológico.
El:-          La palabra precisa es: “estresado”
Ella:-        Eso te lo dijo el Doctor Peñalba.
El:-          Sí, me lo dijo el Doctor...
Ella:-        Vestite y vamos, con todos los problemas económicos que tenés, vas a tener
              que pagar dos turnos por no coger.

Voz de Juana:- Hernán se da cuenta que hasta aquí ha llegado el intento sexual y
            comienza a vestirse.

El:-          (Corrigiéndola) Con todos los problemas económicos que “tenemos”
              querida...
Ella:-        Cómo antes dijiste: (Imitándolo) “¡Ya no le puedo pagar a Miguel, lo voy a
              tener que echar y ni siquiera tengo guita para despedirlo, me voy a comer un
              juicio de la puta madre, voy a perder hasta el auto!” No le puedo pagar, lo
              voy a echar, me voy a comer, voy a perder, ¡no caben dudas que los
              problemas económicos son sólo tuyos!
El:-          Es una manera de decir, después de todo el que trabaja en el negocio soy yo.
Ella:-        ¿Por qué echar a Miguel y no a Isabel?
El:-          Miguel tiene menos antigüedad, sale mucho menos guita indemnizarlo.
Ella:-        Y no sirve para lo mismo.
El:-          Y no, Isabel maneja mucho mejor la venta.
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Ella:-        No sólo la venta.
El:-          Es cierto, sabe contabilidad, bancos…
Ella:-        Es soltera, no tiene problemas de “trabajar” los sábados y domingos, de
              atender los stands en las ferias, ni de quedarse a dormir en “tu cama”, ni de
              despertarte para que no llegués tarde a casa, ni de cambiar la voz cuando te
              llama y atiendo yo, ni de ser la segunda. Aunque ahora es la primera porque
              el pomo flojo lo recibo yo; ya que vos a los cincuenta años no podés tener
              sexo más de dos veces a la semana y como a ella le viene bien cualquier día
              y a cualquier hora, ella juega en primera con el pomo firme y yo juego de
              suplente. ¡Cuándo el pomo ya no sirve para un pomo!
El:-          ¡Pero que bicho te pico! ¿De dónde sacaste semejante disparate? Seguro que
              fue Miguel el que te fue con ese cuento.
Ella:-        Sí fue el pobre de Miguel que se sintió acorralado por un par de preguntas
              que le hice el fin de semana pasado, mientras ustedes estaban vendiendo en
              la bendita feria de Rosario.
El:-          ¿¡No te das cuenta que te engañó?! Como sabe que lo voy a tener que rajar
              porque no está vendiendo un pomo.
Ella:-        ¡¡Y dale con el pomo y dale con el pomo!! El único que me engañó fuiste
              vos. El Doctor Peñalba murió hace dos años. Él por solidaridad machista te
              hubiera recetado viagra. Y gozaría de ayuda tu pobre aparatito. ¡Tu pomo no
              miente! No puede con dos mujeres. ¡El pobre está pidiendo a gritos una
              tregua! ¡Dos a la semana! ¡Dos a la semana! ¡Quiero sólo dos por semana!
El:-          ¿Quién engañó primero a quién?
Ella:-        Ahora te vas a poner en víctima, ¿¡qué historia vas a inventar!? Yo nunca te
              fui infiel.
El:-          ¡Nunca fuiste infiel a vos misma!
Ella:-        ¡¿Qué estupideces vas a empezar a decir para cubrir tu engaño?!
El:-          ¡Vos empezaste a engañarme!
Ella:-        ¡Deja de decir estupideces!, a ver, ¡¿con quién?!
El:-          ¡No se necesita a un otro para engañar! Cuándo éramos novios eras fogosa,
              inagotable, te gustaba todo en la cama, ¡parecía que te habías estudiado el
              Kamasutra de memoria! ¡Me hacías sentir un objeto sexual! Con el correr de
              los años te convertiste en una puritana. La clásica puritana católica
              apostólica y romana. ¡Tirada abajo como un bofe esperando al padrillo con
              el pomo firme!
Ella:-        ¡Estás dando vueltas las cosas!
El:-          ¡No estoy dando vuelta nada! ¡Hace años que no tenemos sexo oral! ¡Y vos
              bien sabés que me encanta! Pero es obvio que lo hacías para casarme.
              Después que el ratón cayó en la trampa, ¡chau sexo oral!
Ella:-        ¡¡No se puede tener sexo oral con una babosa!!
El:-          ¡¡No se puede ser fiel a un bofe!!

Voz de Juana:- (Con voz sensual y apacible relata la escena) Largo silencio cargado de
            hondos sentimientos contradictorios. Ni Hernán ni Ana saben como salir de
            la situación. Ya están vestidos. Las miradas perdidas. Él se coloca el saco.
            Ella toma su cartera y se coloca su par de anteojos oscuros.

El:-          (Mirando su reloj) Vamos a tener que pagar doble turno.
Ella:-        (Yendo hacia la puerta) Y sólo por hablar...
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Se apaga la luz de la habitación. Aparece la cortina musical que paulatinamente irá
bajando su volumen hasta desaparecer. La luz nos instala nuevamente en el estudio
radial y nos devuelve el rostro de Juana.

Juana:-       (Con voz sensual y apacible)
              Es evidente que el engaño va de la mano de la constitución humana misma;
              el hecho mismo de hablar, de usar símbolos, nos torna en “mentirosos”
              ¿Existe el amor eterno? El amor eterno tantas veces jurado y jurado. ¿No
              será que el amor debe renacer día a día? Entre dos personas que toman la
              decisión de convivir, ¿no deberían renovar el pacto a diario? Sin perder
              nunca al otro de vista.
              (Pierde momentáneamente su tranquilidad, el tono de voz se exaspera)
              Una de las fuentes donde se nutre el engaño es el egoísmo. Decimos y
              hacemos para lograr algo. ¡Por algo! ¡Por algo que nos sirve! ¡Por algo qué
              necesitamos! ¡Cuándo ya lo hemos logrado dejamos de decirlo o hacerlo!
              ¡Engañamos de puro egoístas que somos!
              (Breve pausa. Vuelve con su tono de voz habitual)
              El autoengañado trata de evitar el dolor. El dolor que causa concebir que
              alguien que nos quiera nos mienta. La siguiente historia habla de esto.
              ¿Quién engaña a quién? ¿Es bueno decir la verdad? ¿Por qué, para qué, para
              quién, cuándo, cómo, dónde? A esta pequeña historia la hemos titulado:
              “Un kit revitalizador”

Se apaga la luz del estudio radial, mientras aparecen los últimos compases de “Ojos
verdes” el espacio escénico permanece a oscuras por unos instantes.

“Un kit revitalizador”

Voz de Juana:- A muy alto volumen se escuchan los compases finales de: “Ojos
             verdes” en la provocativa voz de Manuel Bandera. La iluminación nos
             introduce en un pequeño y coqueto living-comedor. Al finalizar “Ojos
             Verdes”, seguidamente se escucha: “Te lo juro yo” por el mismo
             intérprete; en ése preciso instante aparece Lautaro cantando encima de la
             grabación. Lau va y viene de la cocina al comedor realizando todos los
             preparativos…

Lau:-         (Entra a escena con un mantel puesto como túnica. Canta con mucho
              sentimiento mientras limpia la mesa)
              Yo no me di cuenta de que te quería.
              Hasta el mismo día en que te perdí.
              (Coloca el mantel)
              Y vi claramente lo que te quería.
              Cuándo ya no había remedio pa’ mi.
               (Trae de la cocina un arreglo floral casero y lo coloca en el centro de
              la mesa)
              Llévame por calles de hiel y amarguras.
              Ponme ligaduras y hasta escúpeme.
              (Trae de la cocina platos, cubiertos y copas. Los coloca sobre la
              mesa)
              Échame en los ojos un puñado de arena.
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              Mátame de pena, (Se aleja para ver como queda el centro de mesa)
              pero quiéreme.
              (Sale hacia la cocina. Trae dos velas en dos pequeños candelabros y
              los ubica a los costados del arreglo floral)
              ¡Por ti contaría la arena del mar!
              (Al cantar el estribillo de la canción pone mucho más énfasis y
              emoción)
              ¡Por ti yo sería capaz de matar!
              (Enciende las velas)
              ¡Y que si te miento me castigue Dios!
              ¡Eso con la mano sobre el evangelio te lo juro yo!
              (Dobla delicadamente las servilletas en forma de abanico sobre los
              platos)
              Y ahora vas con una distinta cabía.
              Y en cambio yo muero de celos por ti.
              (Toma distancia de la mesa y la observa, se acerca a ella acomoda
              una copa, se vuelve a alejar y observa la mesa, vuelve hacia ella y
              reacomoda la misma copa. Sin ser visto por Lau aparece Manu en
              escena, se queda de pie observando)
              Claro que la culpa de que esto pasara,
              No la tuvo nadie… nadie más que yo.
Manu:-        (Ensordecido por el sonido del equipo de música y el cantar de Lau
              por encima, baja ostensible el volumen) ¡¿No te parece que está
              demasiado alto?!
Lau:-         (Interrumpe su canto y con un movimiento histérico de su cabeza)
              ¡Acaba de hacer su aparición el macho de la casa! (Sale hacia la cocina.
              La música continuará durante toda la escena a muy bajo volumen)
Manu:-        (Observando el espacio) ¿A qué se deben todos estos preparativos?
Lau:-         (Desde la cocina) Dejá tus pertenencias en la habitación, no me
              desordenés la casa…

Voz de Juana:- Manu va hacia el dormitorio, pero en ése instante aparece Lau que casi
            corriendo le corta el paso...

Lau:-         ¡Esperá, esperá! ¡No entrés todavía!

Voz de Juana:- Manu lo mira absorto. Lau entra solo en la habitación y al momento
            sale escondiendo un paquete envuelto con papel de regalo y un moño
            rosa…

Lau:-         Manu, podés pasar. (Se para delante de Manu y le da un piquito leve
              y ligero) ¿Cómo fue tu día tesoro? (Sin esperar respuesta sale hacia la
              cocina) Los viernes para los “bogas” son de mucha… charla y café.

Voz de Juana:- Manu por unos instantes se queda de pie absorto, menea su cabeza, sin
            comprender lo que está pasando y entra en la habitación en el mismo
            momento en que reaparece Lau…

Lau:-         ¡En cambio los viernes para mí son una locura! (Busca donde esconder
              el paquete) Todas se acuerdan de sus uñas en día viernes. ¡Hoy tuve una
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             uña encarnada espantosa! ¡La gorda sufrió más que cuando parió a los
             mellizos! (Deja el paquete en la tercer silla. La que muestra su
             respaldo al público y permite verlo a su través) Mirá que se lo digo
             todo el tiempo: ¡Tesoro, no podés dejar pasar tanto tiempo! (Aparece
             Manu, sin saco, sin corbata, sin portafolios y arremangándose la
             camisa. Se queda de pie muy cerca de la puerta de la habitación) Las
             clientas creen que uno se lo dice para ganar más, para que vengan más
             seguido…

Voz de Juana:- Lau lo mira fijamente a Manu. Luego se sienta en una cabecera. Manu
            va hacia la otra…

Manu:-       (En la frase siguiente deja deslizar un leve amaneramiento) Lau,
             ahora que apoyaste tus posaderas en el mullido sillón de la reina y
             lograste aquietar los diecisiete músculos linguales, (Lau concientemente
             oculta la punta de su lengua) ¿me podés contar qué es lo que
             festejamos? (Se sienta)
Lau:-        ¡Ay Manu! Vos nunca te acordás de ninguna fecha.
Manu:-       ¡Ay Lau! Que yo sepa en febrero no cumplimos años ninguno de los dos,
             ni es nuestro aniversario, ¡ni siquiera cumplimos mes!
Lau:-        ¡No pienso decírtelo! Tendrás que vivir el agasajo sin saber de que se
             trata. (Se pone de pie, muy teatralmente) “Es hora de dar comienzo al
             servicio” (Sale hacia la cocina)
Manu:-       (Busca con la mirada el regalo) ¿¡Qué vamos a cenar!?
Lau:-        (Desde la cocina y con un teatral acento italiano) “¡Mangiaremos una
             bella sinfonía italiana!”
Manu:-       (Se pone de pie y busca por el espacio) ¿¡Qué hay de entrada?, ¿y de
             plato principal!?
Lau:-        (Desde la cocina y sin abandonar el acento italiano) Come primieri
             plati: ¡Bruschettas capresse! Tostas cubiertas con mozzarella, cherrys y
             albahaca. E dopo: ¡Spaguettis al limón!… (Entra con una fuente con
             seis bruschettas. Descubre a Manu de pie y buscando el regalo) ¡¡Eso
             es trampa!!
Manu:-       (Sorprendido contesta lo primero que se le ocurre) Se me había…
             caído la servilleta… (Se sienta)
Lau:-        ¿Tan lejos? (Deja la fuente en la mesa) ¡Ay Manu, Manu! Entre
             nosotros no hay trampas o al menos no las había…
Manu:-       ¡No puedo con mi ansiedad! Lau, sabés que soy muy ansioso, que
             necesito tener las cartas a la vista…
Lau:-        (Sirviendo las bruschettas) ¡Serví el vino tesoro! Así que te “piache” el
             pocker abierto. Bueno, está bien, hablemos a “calzone quitadi” mientras
             “mangiamo cuesta bella sinfonía gastronómica” (Se sienta)
Manu:-       (Levanta la copa proponiendo un brindis) ¿Brindamos?
Lau:-        ¡Por supuesto! (Levanta la suya)
Manu:-       ¿Por qué brindamos?
Lau:-        ¿Cómo por qué brindamos?
Manu:-       ¡Lau! Ya te dije que no sé que día es hoy…
Lau:-        ¡Manu! Viernes, ¡hoy es viernes!
Manu:-       (Deja su copa) ¡Odio cuando te transformás en un irónico enigmático!
Lau:-        (Deja su copa) ¡Odio cuando me gritás!
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Manu:-   (Tranquilizándose) Lautaro, no pienso comer si no me decís que es lo
         que festejamos.
Lau:-    (Comiendo su primera bruschetta) Manuel, vos te lo perdés.
         (Saboreando exageradamente) ¡Hummm… esto es un manjar… el
         toque de oliva es esencial, erótico, sensual…!
Manu:-   (Se pone de pie) ¿Me estás jodiendo? ¡Lautaro, pará de provocarme!
         ¡Sabés que ése tonito me pone loco!
Lau:-    (Sin inmutarse, comiendo su bruschetta) Hace tiempo que conmigo no
         te ponés loquito.
Manu:-   (Va hacia Lau tratando de intimidarlo) Basta… basta… ¡cortala! ¿Qué
         carajo te pasa?
Lau:-    (Intenta servirse otra) Pasa que estoy disfrutando de…
Manu:-   (Le corre la fuente impidiéndole que se sirva) ¡De ponerme loco! ¡No
         vas a seguir comiendo solo! ¿Qué es lo que estás festejando? (Se inclina
         ante él, le coloca una mano sobre un hombro y lo mira fijo a los ojos)
         ¡Decímelo!
Lau:-    (Conteniendo su ira) Alcanzame la fuente.
Manu:-   No hasta que no me lo digás.
Lau:-    (Subiendo su tono de voz) ¡Quiero comer!
Manu:-   (De pie ante él y con violencia en la voz) ¡¡Decímelo!!
Lau:-    Esa violencia me gustaría en la habitación y no en el comedor.
Manu:-   ¡No vuelvas con tus ironías!
Lau:-    (Provocativo) ¿Puedo seguir “mangiando”?
Manu:-   (Conteniendo la violencia) Ufff… (Tranquilizándose) ¿Vas a
         decírmelo?
Lau:-    ¿Estás dispuesto a escuchar?
Manu:-   (Va hacia su silla) Por supuesto. (Se sienta y bebe vino)
Lau:-    (Irónico) Te olvidaste de brindar.
Manu:-   (Lo mira desafiante) ¡Hablá!
Lau:-    (Irónico) Me encantó ésa mirada. ¡Es la de tus escenas de celos! ¡Qué
         bonito te ponías cuando me celabas! Tus preguntas, tus dudas: ¿ése salió
         con vos y aquél y aquél otro? (Estira su brazo para tomar una
         bruschetta)
Manu:-   (Aleja la fuente) No vas a comer si no me mostrás tus cartas.
Lau:-    ¡Está bien! ¡Juguemos pocker abierto! (Levanta su copa y brinda al
         aire, sin pronunciar palabra y luego bebe) ¿Puedo servirme? (Manu le
         alcanza la fuente) Están exquisitas, ¿vos no vas a comer?
Manu:-   Después…
Lau:-    (Comienza a hablar mientras come) Bueno, ya que querés saber... Te
         lo voy a contar... (Manu bebe y lo mira desafiante) Hoy festejamos…
         (Manu vuelve a tomar otro trago y le demuestra a Lau que no le está
         gustando el juego) Hoy festejamos... Festejamos: “¡Mesario!”
Manu:-   ¿De qué?
Lau:-    (Disfrutando de lo que come) Hace exactamente un mes de un gran
         descubrimiento. Todo empezó éste enero. Después de una mañana
         agotadora, con mis pequeñas manos llenas de pies ajenos, llenas de
         placas de piel engrosadas y de prominencias óseas de gran tamaño…
Manu:-   ¡Lautaro! (Tranquilizándose) No quiero escucharte hablar de callos y
         juanetes…
Lau:-    ¡Manuel! Si querés que te cuente dejá que lo haga a mí manera.
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Manu:-   (Se vuelve a servir vino y bebe) Perdón, seguí, seguí…
Lau:-    ¿No vas a comer? (Manu niega con un movimiento de cabeza) ¿Puedo
         comer de las tuyas? (Mientras bebe, Manu, asiente con la cabeza)
         Bien, sigo. Necesitado de productos lo fui a ver a Pablo…
Manu:-   ¿Qué Pablo?
Lau:-    (Comiendo) Mi amigo, el encargado del local de la calle Santa Fe.
         ¡Dónde compré el torno! ¿No te acordás? Después lo pasamos a buscar y
         vos me esperaste afuera en el auto. Pablo puso el torno en el baúl, lo
         cerró con llave y a través de tu ventanilla te devolvió las llaves. Obvio, ni
         lo registraste. Pero él a vos sí.
Manu:-   ¿Y Pablo qué tiene que ver con esto?
Lau:-    (Sigue comiendo) La distribuidora de Cosméticos abrió una Sucursal en
         Belgrano y lo trasladaron. Si fueras más fisonomista lo hubieras
         reconocido cuando fuiste a donde el trabaja del brazo de “tu amiguita”.
Manu:-   (Repasando la escena en su mente y tratando de ganar tiempo) ¿De
         qué hablás? ¿Esta es una escena de celos?
Lau:-    En cierto modo, ¡sí! ¡Siempre te celé! ¡Se cela lo que se ama! Mi amigo
         Pablo asesoró a tu amiga Virginia, ¡qué nombre tan estúpido para una
         mujer sin virginidad!, diagnóstico: “uñas frágiles”. Deberías recordarle a
         “tu amiguita” que tiene que cuidarse con la alimentación. ¡Flaca anémica
         sin vitaminas ni minerales!
Manu:-   ¡Ah, sí! Ahora me acuerdo de ése día. La acompañé a ése lugar porque
         me pareció que ahí le podían dar el producto adecuado…
Lau:-    (Se levanta y va con la fuente vacía hacia la cocina) Qué como es
         español no había en stock. Pablo te pidió la dirección y vos, tal como si
         fuera la de tu propia casa, no dudaste en dársela: Arévalo 2140 2do “I”
         (Vuelve con más bruschettas que comerá desenfrenadamente) ¡“I” de
         infiel! ¡¿Querías saber lo que festejábamos?! ¡Muy bien! ¡Ahora lo sabés!
         ¡Eso es lo que festejamos! ¡Un mes de tu vuelta a la bisexualidad! ¡Esa
         mierda es la que festejamos! ¡Mi terapeuta siempre me lo decía! ¡Y yo
         dejé terapia para no escucharla!
Manu:-   (Se defiende) Virginia es una amiga, una amiga, una colega, la conozco
         hace un tiempo y nunca pasó nada. ¡Somos amigos!
Lau:-    ¡Sin dudas! ¡Y muy amigos! ¡Muy amigos! Yo “misma” llevé el kit de
         tratamiento revitalizador de uñas al edificio de Arévalo. El encargado,
         un divino, me dejó subir al solarium. “¡Si es para la doctora suba, suba, a
         está hora está tomando sol!” ¡Y ahí estabas vos! ¡Con un short de baño
         que yo nunca te regalé! ¡Al borde de la pileta y a los besos con ésa flaca
         bulímica! (Toma el paquete de donde lo había ocultado) ¡Tomá!
         ¡Llevale éste regalito a la “doctora”! (Rompe el paquete) ¡Andá a
         festejar el mesario con ella y llevále éste regalo! El qué le compraste ya
         se le debe haber acabado. ¡Aquí tenés! ¡Un revitalizador! (Se lo arroja a
         la cara y por lo inesperado hace impacto) ¡Un endurecedor de uñas!
         (Se lo arroja a la cara. Manu lo ataja con una mano) ¡Y un quita
         esmalte oleoso sin acetona! (Se lo arroja a la cara. Manu lo esquiva.
         Lau se pone de pie y le tira con todos los pedazos de papel y hasta
         con la caja) ¡Puto! ¡Puto!¡¡Puto de mierda!! (Pausa cargada. Toma la
         bandeja de la mesa y se dispone a ir hacia la cocina. Reflexivamente
         y con los ojos llenos de lágrimas) No digás nada porque no podés decir
         nada conveniente. (Pausa) Yo voy a seguir con mi bella sinfonía italiana.
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              Voy a la cocina por mis spaguettis al limón. ¿Los vas a probar? (Manu
              niega con la cabeza) Vos te los perdés, ¿te traigo más vino? (Manu
              asiente con la cabeza) Compré dos chablís porque supuse que en el
              transcurso de la noche la garganta te iba a pedir más de uno. (Se lleva la
              botella vacía y sale)

Voz de Juana:- Manu se ha quedado sin palabras, sin aliento, se echa hacia atrás en la
            silla, como estirando su columna, los ojos llenos de lágrimas, la mano
            temblorosa toma la copa vacía, la lleva hacia la boca, al darse cuenta de
            que ya no hay vino en ella, la vuelve a dejar sobre la mesa…

Se apaga la luz del living comedor. Aparece la cortina musical que lentamente irá
bajando su volumen hasta desaparecer. La luz nos instala nuevamente en el estudio
radial y nos devuelve el rostro de Juana

Juana:-       (Esforzándose por mantener su tono de voz sensual, dirigiéndose a sus
              oyentes)
              ¿Todavía están ahí? Sin lugar a dudas, mis amigos trasnochadores. ¡Cómo
              poder pegar un ojo con estos relatos! ¿Será más doloroso ser engañado con
              alguien del otro sexo?
              (Lo piensa por un instante)
              Yo creo que sí. Ése alguien que estuvo a nuestro lado, sexualmente, tiene un
              conducta diferente con el objeto del engaño. Cuánto engaño producido por
              un solo acto…
Juana:-       (Leyendo) El autoengaño es cerrar los ojos a la realidad por ser más grato y
              cómodo aceptar la mentira.
              (Cierra el libro y busca entre las páginas de otro)
              ¿Habrá sido éste un caso de autoengaño?
              (Leyendo)
              La autosugestión es un propósito mediante el cual un individuo
              autoalecciona a su subconsciente para llegar a creer algo, o fijar
              determinadas asociaciones mentales. .
              (Desaparece la cortina musical cuando cierra el libro)
Juana:-       El engañador que es engañado por el supuesto engañado. Las diversas
              aristas de la mentira. De la hipocresía. La ficción dentro de una realidad
              donde no se termina por definir con claridad: ¿Qué es ficción y qué es
              realidad? A veces la realidad de uno se transforma en la ficción del otro.
              ¿Hasta dónde somos capaces de convivir con la verdad?
              (Breve pausa)
              Ahora bien, la historia que sigue y que pone el broche de oro al programa,
              es la del mail que despertó el tema de hoy. Sin consultar a Estela, mi
              productora y amiga, voy a relatar la historia exactamente como la recibimos
              por mail. Perdón Estela, amiga mía estoy segura que sabrás comprender…
              (Breve pausa en donde Juana intenta recobrar la calma)
              Curiosamente quien firma el mail y quien es la protagonista de la historia se
              llama “Consuelo”. Éste nombre de origen latino encierra en su significado:
              "Aquella que aporta consuelo". Y vaya si lo aportó.
              (Hablándole a Consuelo)
              Consuelo, no voy a olvidar el día de tu santa.
              (Luego de una breve pausa)
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              Para continuar con el juego de palabras, me atreví a ponerle el siguiente
              título: “Des Consuelo”

Se apaga la luz del estudio radial y la luz nos traslada al segundo espacio escénico, en
donde descubrimos un lujoso y minimalista living.

“Des Consuelo”

Voz de Juana:- Consuelo entra con un florero en sus manos. Un florero con seis rosas
            rojas. Acomoda el florero en la mesa ratona. Acomoda las rosas...

Consuelo:-    Gracias por las flores...
Luis:-        Vos te mereces eso y mucho más...

Voz de Juana:- (Con sorna) Luis viste elegantemente dentro de su selecto traje gris y luce
            una hermosa corbata haciendo juego con el todo. Está de pie con una copa
            de whisky en una de sus manos.

Consuelo:-    Es muy raro verte un martes por aquí.
Luis:-        Hoy no es un martes cualquiera.
Consuelo:-    ¿Y por qué no? ¿Si puede saberse?

Voz de Juana:- Consuelo se sirve una copa de whisky y luego tomará asiento en el sillón
            de dos cuerpos…

Luis:-        Espero a que te sientes.
Consuelo:-    Estás muy misterioso. Llegaste con el ramo en la mano, echo inusual en vos
              ya que siempre te dio vergüenza, por eso, seguramente, la encargada de esos
              menesteres fue siempre la florería de la otra cuadra. Me diste un largo beso,
              largo, pero desapasionado, obligatorio largo beso. (Se sienta) Y ahora me
              pedís que me siente para comenzar a hablar en este martes tan especial. Bien
              ya estoy sentada...
Luis:-        No sé por donde empezar...
Consuelo:-    Por el comienzo.
Luis:-        Tuve un fin de semana algo complicado.
Consuelo:-    Ella te lo complicó.
Luis:-        No, no, yo mismo me lo compliqué. Me puse a pensar a destejer mis últimos
              años y... Bueno, creo que soy un egoísta y que ninguna de las dos debe
              seguir viviendo en estas condiciones.
Consuelo:-    ¿Por qué se te ocurre pensar eso?
Luis:-        Las dos son mujeres extraordinarias.
Consuelo:-    En eso tenés razón, yo me considero una mujer extraordinaria, en todo el
              significado del vocablo. Extra-ordinaria, fuera de lo ordinario. Sólo una
              mujer extra-ordinaria puede ser parte, por más de tres años, en la vida
              paralela de un hombre.
Luis:-        Ella también lo es.
Consuelo:-    Ella no sabe que es parte de una historia en paralelo. Ella no sabe que vos
              tenés dos casas, dos camas, cuatro almohadas, imagino que con ella también
              usas dos, dos semanas, dos celulares...
Luis:-        No sé si ella no la sabe.
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Consuelo:-    ¡Qué va a saber! Conociéndola como la conozco estoy segura de que si ella
              hubiera tenido una mínima sospecha no hubieras podido entrar al
              departamento. Como trabaja de noche te habría cambiado la cerradura para
              que no pudieras entrar. No te hubiera dejado ni hacer las valijas. ¡Te habría
              tirado las cosas por la ventana!
Luis:-        Vos no la conoces tanto.
Consuelo:-    Con lo que la conozco me basta. ¿Por qué se te ocurre que nosotras estamos
              mal en la situación en que estamos?
Luis:-        A esta altura de la relación deberíamos pensar en el futuro, que sé yo, los
              tres estamos en edad como para ser padres, para pensar en formar una
              familia...
Consuelo:-    ¡A ver, a ver! Como dicen los gallegos: “¡Con tanto rollo a la final va a salir
              más caro el arroz que el pollo!” ¿Ella te planteó que quiere ser madre?
Luis:-        No, ella no me planteó nada, te dije que durante el fin de semana me fui
              enredando solo.
Consuelo:-    ¿Querés ser papá?
Luis:-        No. Estoy pensando a futuro. Tal vez a vos o a ella...
Consuelo:-    Estás tratando de poner el problema en nosotras y nosotras no somos el
              problema; o al menos yo no lo soy, nunca te hice semejante planteo, ni te lo
              insinúe; además, sería un tema a conversar. A vos te pasó algo el fin de
              semana y no me lo estás pudiendo decir. Inventás justificativos que vos
              mismo no te los crees. ¿Qué pasó ayer? ¿Por que hoy estás acá?
Luis:-        Ayer no pasó nada, te estoy diciendo que el fin de semana...
Consuelo:-    A ver Luis, ayer viniste muy contento, sin flores pero muy feliz. Me diste un
              largo y apasionado beso. Estabas fogoso como todos los lunes. ¡No
              llegamos ni a la cama! ¡Lo hicimos desaforadamente en el pasillo, contra la
              pared, en el piso! ¿Qué pasó cuando llegaste hoy a la mañana?
Luis:-        Pasó que cuando bajé del ascensor me estaba esperando.
Consuelo:-    ¿De qué ascensor?
Luis:-        ¡Del ascensor!
Consuelo:-    ¿Del de acá o del de allá?
Luis:-        ¡Del de acá!

Voz de Juana:- (Perdiendo la sensualidad y la tranquilidad) ¡Estaba en el edificio de
            ella! ¡La espera duró sólo diez minutos! (Trata de tranquilizarse) ¡Sólo
            diez minutos! Sabía exactamente a que hora él se iba todos los martes por la
            mañana...

Consuelo:-    ¿Y cómo supo dónde estabas?
Luis:-        Nos hizo seguir durante quince días...
Consuelo:-    ¿Por quién?
Luis:-        Contrató un detective privado...
Consuelo:-    ¿Existen?
Luis:-        Sí que existen.

Voz de Juana:- (Totalmente involucrada con la historia) ¡Claro que existen! ¡Son el
            terror de los infieles! ¡Son los verdugos del engaño!

Consuelo:-    Y yo que creía que esas cosas sólo pasaban en las películas...
Luis:-        Ya ves que no…
30


Consuelo:-    Pasemos las cosas en limpio. Ahora ella también sabe que es parte de una
              historia paralela...
Luis:-        Ella sabe que tengo una amante...
Consuelo:-    ¡Perdón, yo no soy tu amante! ¡Soy una de tus mujeres! Imagino que se lo
              habrás aclarado.
Luis:-        Intenté. Pero ni me escuchó. ¡Me dijo de todo! Delante de Ariel…
Consuelo:-    ¿Delante del portero?
Luis:-        ¡Me escupió en la cara! Me dijo que no me quería ver más y se fue en un
              taxi que la estaba esperando en la puerta.
Consuelo:-    Todo delante del portero.
Luis:-        ¡Sí! ¡Delante del portero! Cuando quise reaccionar el taxi había partido a
              toda velocidad. Me quedé parado en la vereda como un estúpido. Encima
              cuando llegué al departamento…
Consuelo:-    No pudiste entrar…

Voz de Juana:- ¡Por supuesto que no!

Luis:-        Había cambiado la cerradura y me había dejado un bolso con ropa en el
              palier…
Consuelo:-    ¿¡Y!? ¿¡La conozco o no la conozco!? Es una mujer como todas,
              absolutamente normal y que reacciona como todas, ordinariamente.
Luis:-        El hecho es que ahora estoy viviendo en un hotel…
Consuelo:-    ¿El que te haya mojado el rostro con saliva te hizo oxidar las neuronas? Por
              una semana te venís a vivir acá, hasta que encuentres un nuevo
              departamento.
Luis:-        ¿Cómo que por una semana?
Consuelo:-    Y sí, hagamos de cuenta que ella se fue de vacaciones. Mientras tanto vas
              buscando un departamento por acá cerca.
Luis:-        ¡Ah! Ahora entiendo. Si ella me echó no significa que yo me venga aquí
              tiempo completo.
Consuelo:-    Exacto. Veo que no se te oxidaron las neuronas.
Luis:-        Vos me querés mitad de tiempo.
Consuelo:-    ¡A ver Luis! En mi vida no ha cambiado significativamente nada. En la tuya
              parece que sí. ¡Mi amor, yo quiero seguir como hasta hoy por la mañana!
              Yo te quiero mucho, la paso muy bien con vos, me gusta mucho esperarte
              todos los lunes, miércoles y viernes. Me paso todos los fines de semana
              fantaseando nuestro encuentro de los lunes…
Luis:-        Cómo una amante.
Consuelo:-    ¡No mi amor! ¡Cómo tú mujer! Vivimos en pareja tres días por semana. Tres
              días conmigo y cuatro días con ella. Con la diferencia que en horas estás
              más tiempo conmigo que con ella. ¿Si yo soy tú amante ella que es?
Luis:-        Ella me echó cuando se enteró que vos existías…
Consuelo:-    Yo te hice entrar sabiendo que ella existía.
Luis:-        Yo tenía pensado quedarme a vivir con vos…
Consuelo:-    Lunes, miércoles y viernes.
Luis:-        Ya veo.

Voz de Juana:- (Disfrutando la situación) Sin decir una palabra más, Luis salió del
            living rumbo a la cocina. Consuelo se volvió a servir otra copa de whisky.
            Luis regresó de la cocina trayendo un papel de celofán. Ante la mirada
31


             atónita de Consuelo sacó las rosas rojas del florero y las envolvió con el
             papel.

Consuelo:-   ¿Qué estás haciendo? ¿No te das cuenta qué chorreas con agua todo el piso?
Luis:-       (Controlando el enojo) Bastante caro me ha salido este piso durante más de
             tres años.
Consuelo:-   (Controlando el enojo) Bastante más barato que el departamento roñoso en
             el que vivías con ella.

Voz de Juana:- (Bastante descontrolada) ¡Ah, no, Consuelo! ¡Vos ni sabés como es el
            departamento! ¡Serás una mujer fuera de lo común pero no podes ser
            vidente!

Luis:-       Me apena mucho que terminemos de esta manera.
Consuelo:-   A mí también me da mucha pena. Pero es evidente que sos un hombre
             ordinario. Para tener bien en claro tu infidelidad necesitás una mujer y una
             amante. Y yo no nací para amante ni para mujer de tiempo completo.
Luis:-       Hasta hoy a la mañana era un hombre envidiable.
Consuelo:-   Y en este momento nadie quisiera estar en tus zapatos. ¿Sabés que día es
             hoy?
Luis:-       4 de septiembre
Consuelo:-   (Tristemente) Santa Consuelo.
Luis:-       ¿¡Eh!?

Voz de Juana:- (En el mismo instante en que Luis, casi involuntariamente, extiende
            su brazo como para regalarle las flores a Consuelo) ¡¡Pedazo de…
            ridículo!!

Consuelo:-   (Negándose a recibirlas, subestimándolo) Chau Luis…

Se apaga la luz del living. Aparece la cortina musical. La luz nos instala nuevamente
en el estudio radial y nos devuelve el rostro de Juana.

Juana:-      (Con mucha rabia contenida) ¡Fahhh...! ¡Qué historia! ¡¡Qué historia!!
             (Con mucho odio)¡¡¡Que historia de mierda!!!(Trata de controlar su
             rabia) ¡No hay peor engañador que el engañado en su propio engaño!
             ¡¡Enredado en su propia tela!! (Mientras Juana lee de un libro que tiene
             en su mano. Desaparece la cortina musical y Luis, inesperadamente,
             ingresa en el estudio radial. Aún lleva puesto su traje gris y su corbata
             haciendo juego. Luce algo desmejorado, como si no hubiera pasado
             buenas noches. Trae en su mano un ramo de rosas rojas algo
             deterioradas) “El arte de agradar es el arte de engañar” “Muchas veces el
             “engañado” tiene tanto interés en creer la mentira como el autor del engaño”
             (Deja de leer y al levantar la vista lo descubre a Luis) ¿¡Qué haces acá!?
             ¿¡Quién te dejó entrar!? ¡¡Ah, no!! ¡¡Sos un reverendo hijo de puta!!
             ¡¡Encima me traes el ramo de rosas que no le dejaste a ella!!
Luis:-       (Le muestra el ramo de rosas) Las compré para vos…
Juana:-      ¡¡Mentira!! ¡¡Consuelo me lo contó todo!! ¡¡Con lujo de detalles!! ¡¡Pedazo
             de… estúpido!!
Luis:-       ¿Estuviste con ella?
Vos y yo y la noche(puesta del 2009)

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  • 1. 1 “Vos y yo y la noche” Daniel Dagna “El delito de los que nos engañan no está en el engaño, sino en que ya no nos dejan soñar que no nos engañarán nunca” Víctor Ruiz Iriarte (1912 -1982) Dramaturgo español. ÉPOCA: Actual. ESPACIO ESCÉNICO: Dos espacios bien definidos: En uno nos encontramos en un estudio de radio. Una mesa, libros sobre la mesa, sillas, sillones, micrófonos, auriculares… En el segundo espacio escénico es donde transcurrirán las historias. Dichos espacios están especificados antes de cada una de ellas. PERSONAJES: (Por orden de aparición) “Estudio radial” Juana: Es una mujer de alrededor de 35 años, de buen cuerpo y muy linda voz. Locutora y conductora del programa radial: “Vos y yo y la noche” Al hablar al micrófono trata de emplear y de sostener un tono muy sensual. Con ritmo apacible. La tranquilidad que intenta transmitir, y que sólo por momentos logra, y los tiempos que se toma, dan la sensación de que el programa radial nocturno que conduce durará toda la noche. “Anti oxidante” Alicia: Un anciana con mal carácter que ya ni se mueve. No por impedimentos físicos, más bien por su actitud hacia la vejez. Pedro: Tiene algunos años más que su mujer (Alicia). A pesar de su parkinson trata de mantener un buen carácter. Intenta estar en actividad. “Su sana costumbre” Susana: Una joven provinciana muy bonita. De cabello largo y renegrido, de piel blanca y muy buen cuerpo. Tiene un leve acento de provincia. Nació en un pueblo de la provincia de Santa Fe.
  • 2. 2 Claudio: Un señor de alrededor de 50 años. Dobla en edad a Susana. Viste con ropa cara pero no del todo bien combinada; con saco sport, con una remera y un pantalón de jean. Usa cadenas de oro tanto en la muñeca como colgando del cuello. La del cuello tiene un enorme crucifijo dorado. Trae consigo un portafolio. “A buen cazador, liebre suelta” María: Viejecita chiquitita e inquieta. Todos sus movimientos son como ella, chiquititos. Juan: Es un anciano pesado. No tanto por la masa corporal sino más bien por la actitud. Ya se ha transformado en un viejo gruñón. “El pomo flojo” Hernán: Comerciante de aproximadamente 50 años. Intenta mantenerse joven y atractivo. Es muy cuidadoso de su cabello y de su rostro bien afeitado. Oculta casi permanentemente su abdomen. Esto lo lleva a mantener el pecho y los hombros erguidos. Ana: Esposa de Hernán. Tiene cuarenta y pico muy bien llevados. Cuida su cuerpo y todo su aspecto en general. Es lo que se denomina una apetecible mujer. “Un kit revitalizador” Lau: Pedicuro gay. Tiene alrededor de treinta y cinco años y está algo excedido de peso. Su comportamiento y su voz son muy afeminados. Inconcientemente realiza en forma casi constante un juego con su lengua, ella casi nunca está absolutamente oculta en la boca. La punta de su lengua, cuando él se queda observando o escuchando algo con atención, se queda reposando entre sus labios. Manu: Es la pareja de Lautaro y tiene edad similar. Abogado. Delgado y con muy buena presencia. A diferencia de Lau no muestra feminidad en su aspecto corporal. Sólo algún desliz sutil, muy tenue, en algunos giros al hablar. Pierde sutilidad cuando algo lo pone nervioso o lo enoja mucho. Bebe en exceso. “Des Consuelo” Consuelo: Una mujer muy atractiva de alrededor de 35 años. Es insinuante, enigmática, muy sensual y por momentos subraya todos sus atributos provocativamente. Luis: Un apuesto señor de alrededor de 40 años. Viste con mucha elegancia. Es muy cuidadoso con la gama de colores. Lleva sus trajes con mucha prestancia. Aparenta seguridad y firmeza.
  • 3. 3 “Vos y yo y la noche” La cortina musical del programa radial llena el espacio. Suavemente ingresa una tenue luz que ilumina el estudio de radio. Una mesa, unas sillas, un micrófono… Juana ingresa al espacio y enciende otra luz que nos permite verla moverse en su espacio. Trae consigo muchos libros que acomoda ordenadamente sobre la mesa de trabajo. Muchos de ellos son material de consulta durante su audición radial. La cortina musical irá disminuyendo su volumen hasta desaparecer. Juana:- (Toma un libro y lo abre. Sin leer del libro comienza a hablar) “El cliente siempre tiene la razón”; “mi amor: eres lo más importante en mi vida”; “una empresa que piensa en usted”; “¡qué bueno era el finado!”; “¡qué lindo bebé!”; etc., etc., etc. (Breve pausa. Leyendo el libro que tiene entre sus manos) La vida social es una suma casi infinita de medias verdades, de frases hechas que siempre ocultan algo. Es decir, las relaciones humanas conllevan estructuralmente un núcleo de engaño. (Cierra el libro y pierde levemente el tono apacible de su voz) Ello significa que todo, absolutamente todo vínculo interhumano es engañoso. (Pausa. Retoma su tranquilidad al hablar) Queridos míos, muy buenas noches. ¿Cómo ha sido la semana? La mía bastante alborotada. Sobrevolando, todavía, una zona de agitación. Pero, bueno, ya hemos llegado al viernes, a las… 23 y seis minutos exactamente, y ya nos sentimos en fin de semana. El lunes a la noche contamos historias de amor apasionado y el miércoles de despedidas inevitables. Hasta el martes no sabíamos que tema tratar hoy. Con Estela, mi amiga y productora del programa, leíamos y leíamos hermosas historias que ustedes nos envían a diario a nuestro mail. Afortunadamente, vosyyoylanoche@am1122.com. , rebalsa de relatos conmovedores. Anoche, exactamente a las 23 y 42, recibimos un mail que nos regaló el tema a tratar hoy. Gracias a esa (carga la palabra) “amiga”, pude mantener firme el volante en plena turbulencia y tomar una decisión muy importante. Queridos míos, esta noche sin luna visible, llena de paz y quietud, con la paz y la quietud que solamente el inclemente frío puede producir a estas horas, quiero que hablemos del “engaño”. Simplemente les voy a relatar seis alegatos donde el tema central es “el engaño” (Breve pausa, toma otro libro) Historias vinculares, simples, cotidianas, de vos, de él, de todos nosotros. Testimonios que, en algunos casos, hemos corregido y recreado para que todos ustedes a través del éter puedan imaginarlas y vivirlas. ¿Quién no ha sido víctima del engaño alguna vez en la vida? (Se pone sería y pierde la sensualidad en la voz, leyendo) El delito de los que nos engañan no está en el engaño, sino en que ya no nos dejan soñar que no nos engañarán nunca. (Dejando el libro y resaltando el autor de la frase que acaba de leer) “Víctor Ruiz Iriarte”
  • 4. 4 (Vuelve al tono coloquial) Somos fácilmente engañados por aquellos a quienes amamos. Hay una frase célebre o a mí se me ocurre que así lo debería ser: “Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo” Creo que la dijo John Fitzgerald Kennedy. (Breve pausa. Vuelve a retomar el tono apacible. Toma un grueso diccionario y busca entre sus hojas) ¿Qué nos produce el engaño? El desconsuelo. Según reza en la real academia “desconsuelo” significa, dos puntos, angustia, coma, pena o dolor por falta de consuelo punto y consuelo significa, dos puntos, descanso y alivio de la pena, molestia o fatiga que aflige y oprime el ánimo punto. (Cierra el diccionario) Y tal como reza en la jerga popular: “Es preferible consolarse que ahorcarse”; “un clavo saca a otro clavo”; “mal de muchos, consuelo de tontos”; “poca cosa nos consuela cuando poca cosa nos aflige”; “frío e insípido es el consuelo cuando no va envuelto en algún remedio”... (Breve pausa) Queridos míos ya es tiempo de ir a la primera historia, la que sospecho, fuera enviada por un testigo habitual del acontecer de esta singular pareja, y a la que hemos titulado: “Anti oxidante” Se apaga la luz del estudio radial. Al mismo tiempo en que aparece la cortina musical a muy bajo volumen, la luz nos traslada al segundo espacio escénico, donde ahora nos encontramos con un pequeño living comedor. “Anti oxidante” Voz de Juana:- Pedro viene de la cocina con una bandeja plateada. En ella trae el desayuno para Alicia. La bandeja plateada tiembla en el aire al ser sostenida por las manos temblorosas de Pedro. Pedro es un viejito muy simpático que padece el paso del tiempo. Pero que por nada del mundo se entrega a los límites que le pone el paso del tiempo. Alicia, su mujer, está sentada en un sillón de mimbre. Un sillón tan viejo y destartalado como ella. Desaparece la cortina musical. Pedro:- Aquí te traje el desayuno. Ya que no quisiste venir a la cocina para desayunar sentados a la mesa como Dios manda. Alicia:- Ya no quiero desayunar. Se desayuna para tener energías para enfrentar el día. Yo no necesito energías para estar sentada todo el santo día. Pedro:- (Dándole de beber y de comer en la boca, con toda la paciencia del mundo) Cada día más caprichosa. No sé de qué te quejás, si en lugar de envejecer cada día que pasa, sos más nenita. (Ríe) Alicia:- Vos y tus chistes tontos. Tus gracias fueron envejeciendo con vos. No eran graciosas hace cuarenta años imaginate ahora. Pedro:- ¡Bien que te reías de mis chistes! Alicia:- Abrá sido la otra la que se reía.
  • 5. 5 Pedro:- ¿Qué otra? Dale, comé algo que te hace bien. Hay que hacer trabajar el estómago. Para que el mecanismo funcione hay que aceitarlo todos los días. Voz de Juana:- Alicia como y bebe con ganas, juega voluntariamente a que no quiere, es evidente que este juego lo juegan desde hace bastante tiempo y les ocupa gran parte de la mañana. Alicia:- ¡A tus manos le faltan aceite! Ya tiraste té por todo el piso. Pedro:- No lo tiré, le di de desayunar también. (Ríe) Alicia:- Vos tirá nomás, derrochá, te pasaste la vida despilfarrando. Si no hubiera sido por mí viviríamos de los ochocientos pesos roñosos que nos devuelve el gobierno. Pedro:- ¿De dónde sacás que yo despilfarraba? ¿No abrá sido el otro? Alicia:- ¿Qué otro? Ojalá hubiera tenido otro. A lo mejor ahora tendría las articulaciones más aceitadas. Si nos guiamos por tu teoría, (señalando su propio cuerpo), lo usaste bastante poco a este cuerpito. Pedro:- ¡Qué hablás! Más de una vez tuvimos que cerrar la ventana de la pieza para no molestar a los vecinos. Alicia:- ¿Qué vecinos? Si nuestra pieza siempre dio al jardín del fondo. Pedro:- ¡Es cómo una metáfora! (Viendo el rostro incrédulo de Alicia) ¡Un modo de exponer! Vos siempre tomás las expresiones literalmente. Alicia:- (Cambiando de tema) ¡Pasame la servilleta que me mojaste toda la blusa! Pedro:- (Limpiándole la blusa con la servilleta) ¡Bueno! No es para tanto, son sólo algunas miguitas… Alicia:- (Sin darse cuenta empieza a reír) ¡Dejá de limpiarme que con el temblor me hacés cosquillas! Pedro:- (Alegrándose) Por fin una sonrisa para éste abnegado y sumiso esposo servicial. Alicia:- ¿Sumiso? ¿Vos sumiso? ¿Desde cuándo? Pedro:- (Intenta darle un beso en la boca) Sometido al amor que siento por vos. Alicia:- (Lo rechaza cariñosamente) ¡Dale, salí de acá! Haber si a esta altura del campeonato me voy a creer eso. Pedro:- Nunca te gustaron los besos en la boca… Alicia:- Vos metías tu boca por cualquier lado… Pedro:- ¡Ah, esta es una nueva! ¿Qué querés decir con eso? Alicia:- Desde el día en que te vi en tu consultorio besando en la trompa a ése perrito… Pedro:- (Muy sorprendido) ¿A qué perrito? Alicia:- ¡A un salchicha todo vendado y con una pata de madera! Pedro:- ¿¡Al Buqui Hernández Urrutia!? Alicia:- ¡Qué sé yo como se llamaba ése salchicha pulgoso! Pedro:- Pero eso fue hace más de 35 años… Alicia:- Después habrás seguido besando a otros… Pedro:- Lo había atropellado el camioncito del sodero y le salvé la vida después de dos operaciones… Alicia:- No quiero ni imaginarme lo que le habrás besado a la “pequinesa” de la viuda de Velásquez cuando se les murieron las crías adentro y tuviste que hacerle una cesaria.
  • 6. 6 Pedro:- ¡Alicia qué me está diciendo! ¡Mirá de qué me acabo de enterar después de tantos años! Por besar a un perrito en la trompa me perdí 35 años de besos… ¿¡Qué otras cosas me habré perdido!? ¿¡Y por qué motivos irrelevantes!? Voz de Juana:- Pedro deja la bandeja sobre la mesa y se sienta en un sillón. Abre el diario con intenciones de leerlo. Alicia lo mira sin saber que hacer ni decir… Alicia:- (Cambiando de tema) Digamos que vos no eras ningún Marcelo Mastroiani por lo romántico. Creo que le demostrabas más afecto a tus pacientes caninos, felinos o reptiles que a tu propia familia. Pedro:- (Mirando el diario, se esfuerza para mantener la tranquilidad que lo caracteriza) No pienso responder a semejantes acusaciones infundadas. Alicia:- Te odio cuando te ponés a hablar en difícil. Pedro:- (Con sarcasmo) Por lo visto me abominás todo el día y a toda hora. Alicia:- ¡No sólo cuando te ponés en “profesional”!, ¡para que sepas eras sólo un veterinario de barrio no un científico de Matachuten! Pedro:- (Riéndose) ¡Masachusen! ¡Masachusen, Minesota! (Como para sí) Qué ignorante… Alicia:- ¡Sí! ¡Puedo ser una vieja ignorante! ¡Pero soy capaz de dar amor! El pobre de Ariel no sabe más que hacer para recibir tu amor. Cuando era un niño lo tratabás mucho peor que a cualquiera de tus pacientes reptiles. No lo dejabas ni entrar a tu consultorio. (Emulándolo) ¡Ahí no! ¡Ahí no! ¡El Consultorio del Doctor Pedro Poletti es sagrado! ¡Sólo puede entrar él con sus pacientes y los “papis” de sus pacientes! Pedro:- (Sin dejar de mirar el diario, tratando de sacarse el tema de encima) A “tú hijito” lo único que le interesaba era acompañar a “su mami” a la peluquería y a mirar vidrieras. Alicia:- Nunca te sentaste con él para mirar sus cuadernos o para ayudarlo con alguna tarea. ¡Ni siquiera cuando empezó el secundario y le iba mal en biología lo ayudabas! Pedro:- (Sin dejar de mirar el diario, restándole importancia al hecho) Sólo se puede ayudar a quien desee ser ayudado. Alicia:- (Tiene ganas de pelearse y al no encontrar contrincante cambia de actitud corporal. Se pone de pie a duras penas) ¡Señores catedráticos! ¡Psicólogos del mundo! ¿¡Tomaron nota de la última máxima del eximio Doctor Poletti!? Pedro:- (Mirándola por encima del diario, con cierto sarcasmo) En tu caso el resentimiento funciona como antioxidante de las articulaciones. (Vuelve a su diario) Alicia:- (Camina lenta y titubeante hacia el sillón de Pedro) ¡Hoy me resbalan tus estúpidas monsergas! Pedro:- (Sin dejar de mirar el diario, divertido por el hallazgo) ¡Monsergas! Después de más de cuarenta años lograste acuñar un vocablo aceptable. Alicia:- ¡Deja de hacerte que lees el diario! ¡Ése jueguito tuyo me lo tengo bien manyado! Pedro:- (Tratando de calmar a Alicia) No empecés a gritar desaforadamente. Después te viene la taquicardia… (Baja el diario y mirando a Alicia, conciliador en extremo) A ver mi amor, ¿qué es lo que te trae hacia mí? Alicia:- (Apoyándose en el pasamanos del sillón donde está sentado Pedro, no pudiendo contenerse) ¡Nunca voy a lograr que levantés el tono de tu voz!
  • 7. 7 Pedro:- Qué yo sepa si el interlocutor no presenta alguna dificultad clínica y si verdaderamente tiene deseos de escuchar puede oír hasta un susurro. Alicia:- ¡Volvió el catedrático de Matachuten o como se llame ese maldito país! (Va directamente a su objetivo) ¿Por qué no querés a tu hijo? Pedro:- (Intenta subir el diario para taparse el rostro) ¿Y ahora? ¿A qué viene eso? Alicia:- (Le baja el diario de un manotazo, acción esta que le hace perder estabilidad, para recuperarla se toma fuertemente del pasamanos) ¡Dejá de esconderte detrás del diario! ¿Por qué no querés a Ariel? Pedro:- (Con tranquilidad) ¿De dónde sacaste que no lo quiero? Alicia:- Esta debe ser la quinicienta vez que te lo pregunto, hoy quiero saber la verdad, quiero que seas sincero conmigo... Pedro:- (Tratando de escapar de la situación) Alicia, Alicia, terminá tu desayuno, dejáme leer el diario, y no continúes con... Alicia:- ¡Quiero saber! ¡Vamos! ¡Sinceráte! Pedro:- ¿Vas a lograr resistir la verdad? Alicia:- ¿¡Qué verdad puede causar más dolor que la ignorancia!? (Pedro la mira con grato asombro) Yo tengo mi teoría, mi forma de ver las cosas, nunca pudiste aceptar que hubiera otro varón en la casa, para vos Ari siempre fue tu competencia, tú enemigo; ¡pobre chico!, se fue criando con todo ese peso encima... Pedro:- (Simpáticamente) Como siempre tu forma de ver las cosas es la incorrecta. Alicia:- Tu inseguridad no te permite involucrarte afectivamente, eso es lo que pasa... Pedro:- ¡Epa, Alicia! ¡Qué pensamiento tan froideano! Vos que sos tan segura afectivamente, ¿podriás soportar que yo sepa algo que vos crees que lograste ocultarme durante largos años? Alicia:- No tuve y no tengo nada que ocultarte. Pedro:- (Casi teorizando) Muy bien. Retomemos el supuesto o no afecto que yo tengo por Ariel. A Ariel yo lo quiero mucho, aunque no lo parezca aprendí a quererlo, y realmente le tengo mucho afecto. Lo que nunca pude, a pesar de mis esfuerzos, es amarlo como a un hijo. Ya que como vos bien sabés, Ariel no es mi hijo. (Alicia lo mira casi sin entender, hasta siente un pequeño mareo) Es tú hijo sanguíneo y mí hijo por adopción. Le di mi apellido porque soy un hombre de bien. Porque eximo al ser humano de cometer errores. Por que tomé tu engaño como un error posible, redimible... Voz de Juana:- Se produce un profundo silencio, sólo se escucha el raspar contra el piso de los cansados pies de Alicia, que la conducen muy lentamente hacia su viejo sillón de mimbre. Está muy aturdida... Pedro:- El ser humano es el único capaz de engañar. De engañar y de sostener durante largos años la farsa. Alicia:- (Se desmorona en el sillón) ¿Desde cuándo lo sabes? Voz de Juana:- El gesto de Pedro a las clara refleja que sabe la verdad desde siempre. Se pone de pie y va hacia la mesa. Toma la bandeja entre sus manos temblorosas y comienza su lento traslado hacia la cocina. Alicia lo mira irse…
  • 8. 8 Pedro:- (Gira lentamente sobre sus pasos y mira quedamente a Alicia) Alicia, sé cuidadosa con tu vestuario. Alicia:- ¿Qué cosa? Pedro:- No es la muchacha quien te roba las prendas íntimas. (Va saliendo lentamente) Alicia:- (Aún está un poco aturdida) ¡¿Eh?! ¡Ah no! ¿Y quién va a ser? Pedro:- Revisá la habitación de “tu hijo”... Se apaga la luz del living comedor. Por unos instantes escuchamos la cortina musical. La luz nos instala nuevamente en el estudio radial y nos devuelve el rostro de Juana. Juana:- (Leyendo) El autoengaño es cerrar los ojos a la realidad por ser más grato y cómodo aceptar la mentira. (Cierra el libro y busca entre las páginas de otro) ¿Habrá sido éste un caso de autoengaño? (Leyendo) La autosugestión es un propósito mediante el cual un individuo autoalecciona a su subconsciente para llegar a creer algo, o fijar determinadas asociaciones mentales. . (Desaparece la cortina musical cuando cierra el libro) Probablemente en el cerebro de Alicia la mentira ya se había constituido como una verdad. Cómo algo cierto. De esta manera ya había olvidado absolutamente su infidelidad. La historia que viene ahora encierra un cúmulo de engaños. ¿Hasta dónde la realidad es realidad y la ficción, ficción? Mejor vamos a dar comienzo con el relato que hemos titulado: “Su sana costumbre” Se apaga la luz del estudio radial y la luz nos traslada al segundo espacio escénico, donde ahora nos encontramos con un pequeño mono-ambiente. Podemos apreciar la pequeña cocina y el comedor diario. Un sillón de un cuerpo contra un biombo desplegado que no nos permite ver el dormitorio. “Su sana costumbre” Voz de Juana:- Susana, con un delantal puesto, limpia y ordena desganadamente. La radio despertador encendida está sobre la mesa. La cumbia santafecina se escucha a todo volumen. Una valija y algunas bolsas de cartón llenas de objetos y cosas se encuentran apoyadas contra la pared y muy cerca de la puerta. Susana:- (Barre desganadamente y poco a poco va transformando la escoba en un compañero de baile. Ya no barre, baila entusiastamente. En el marco de la puerta aparece Claudio. Se queda mirándola. Ella al descubrirlo deja la escoba por alguna parte y comienza a realizar un seductor strip tease al ritmo de la cumbia. Lentamente se desplaza hasta donde se encuentra Claudio. Quien sin muchos deseos es obligado a bailar al ritmo de la música. Él, casi con violencia, baja el volumen de la música.)
  • 9. 9 Susana:- (Se le cuelga del cuello e intenta besarlo en la boca) ¡Hola papi! ¡Hola! ¿Cómo estás hoy? Claudio:- (Le rehúye al beso en la boca e intenta quitársela de encima) Hola nena… Susana:- ¡Te estaba esperando! ¡Te extrañé un montón! ¡Un montón! (Le quita el portafolio y lo arroja sobre la mesa) ¡Vamos, ponéte cómodo! ¡Relajáte! ¡Estás en tú casa y con tú nenita! (Intenta quitarle el saco) ¡Sacáte esto! Claudio:- (Quitándosela de encima de mala manera) ¡Basta Susi! (Intenta calmarse) Suficiente nena… No estás entendiendo la situación… Susana:- Sí que entiendo, nos tenemos que mudar. ¡Bueno y qué! Iremos a otro departamento… No por eso me vas a tener que empujar ni tratar mal… Claudio:- (Se le acerca tratando de recomponer la situación) Perdón mi nenita, perdón, es que todo lo que pasó últimamente me tiene muy nervioso… Susana:- (Dejándose abrazar) No merezco que me tratés mal… Claudio:- (Le da un beso en la boca) No mi nenita… Vos merecés mucho más de lo que yo te puedo dar, ¡Mucho más! (Toma distancia de ella) Susana:- ¿Qué te pasa? Claudia:- Problemas, problemas, muchos problemas… Susana:- Bueno, te escucho papi. Cómo siempre. Siempre te escuché. A lo mejor no puedo darte las soluciones a tantos problemas, pero, puedo escucharte. Como decís vos: “Me hace tanto bien cuando me escuchás sin hablar” (Se sienta) ¡Aquí estoy, soy todo oído! Claudio:- (Se acerca por detrás y habla mientras le acaricia el cuello y los hombros) Últimamente nada me sale bien. El lunes me cayó un inspector municipal: “¡No están los precios en vidriera!” “La ley dice que los precios tienen que estar a la vista del cliente, que el cliente tiene que saber, que hay que ser transparente” ¡Qué son dos mil doscientos pesos de coima! ¡La puta que los parió! ¿Cuándo mierda vieron los precios en las vidrieras de Warnes? ¡Ningún local los tiene! (Susana se pone de pie, le quita el saco y luego, sin hablar, obliga a Claudio a sentarse. Él se deja hacer) Treinta y seis volantes deportivos en vidriera: ¡Treinta seis precios! Dieciséis blister diferentes de lámparas: ¡dieciséis precios! …Veintidós faros de distintas marcas… (Mira hacia arriba y hacia atrás a Susana que le acaricia los hombros, el cuello, el pecho) ¡Ay nenita! Si supieras la vergüenza que me da tener la única vidriera con precios en toda la avenida Warnes. Y para completar la semana: ¡Lo tuyo con Mabel! (Emulando a Mabel) ¡No hace nada! ¿Mira la tele todo el santo día! ¡Limpia sobre lo limpio y lo demás lo deja todo sucio! ¡Le estamos pagando al pedo! Yo no la soporto más y blá y blá y blá… Y vos nenita no me la hiciste nada fácil… Susana:- (Sus caricias irán subiendo en intensidad erótica y desde ahora y hasta que Claudio cambie su juego, Susana actuará como una nenita juguetona) ¡Me trató muy mal! Ni mi mamá me trató tan mal… Claudio:- Un poco de razón tiene… Susana:- ¿Quién, la señora? Claudio:- Y sí… Yo te encontré muchas veces tirada en el sillón del living… Susana:- (Las caricias se han transformado en un juego sexual subido de tono) Y bien que te gustó encontrarme ahí tirada con el uniforme casi desabrochado y sin la bombachita…
  • 10. 10 Claudio:- (Se deja hacer) Pero eso fue antes, antes de que te trajera acá… Susana:- La vieja se enojaba porque yo no rendía en el trabajo, ¡cómo iba a rendir si no me dejabas dormir de noche! Claudio:- Eso era antes, cuando dormías en el cuarto de servicio… Susana:- Y que servicio, completo, muy completo… Claudio:- (Interrumpe el juego y Susana deja de hacerse la nenita) Me estás calentado, y hoy no puedo, basta de tocarme, basta. (Toma distancia corporal) Tengo que contarte algo más… Susana:- (Va hacia él) Tenemos quince minutos… ¿Tenemos un “express” ¿“un higiénico”?, como decís vos… Claudio:- (Se aleja y busca algo en el portafolio) ¡No Susana, suficiente! Suficiente. No ando con mucho tiempo y tengo algo importante para decirte. Todavía no pude encontrar un departamento. Susana:- ¡Ah, no! ¿Y entonces? Claudio:- Hay una pensión aquí a dos cuadras y media… Susana:- (Burlonamente) ¿Y vos pensás que tu nenita se va a meter en una pensión? ¡¿De verdad creés que después de lo nuestro yo voy a volver a vivir en una roñosa pensión?! Claudio:- Es sólo por unos días, una semana como máximo… Susana:- (Sin dejar dudas) ¡Ni por un par de horas! Claudio:- Es que me quedé sin un mango y me están pidiendo cuatro meses de depósito. ¿De dónde querés que saque seis mil o siete mil pesos así de golpe? Susana:- (Cortante) ¡De la cartera de tú querida señora! ¡De tu negocio trucho de Warnes! ¡O de dónde carajo sea! ¡No es mí problema! Claudio:- (Defendiéndose) ¡Pará un poco la moto nena! Quien carajo te creés que sos. ¿La reina de Java? ¡Haber si ponemos un poco las cositas en su lugar! Susana:- (Sin dejarse llevar por delante) ¡Pongamos las cosas en orden! ¡¡Pongamos los precios en la vidriera!! Claudio:- (Evitando la discusión) Susi, perdón, perdón, estoy bastante nervioso, últimamente no me están saliendo bien las cosas. En unas semanas todo vuelve a ser como antes. Estoy hablando con algunos conocidos… Ahora que me acuerdo al Ruso que vende amortiguadores me dijo que se le está por desocupar un departamento: ¡de dos ambientes! ¡Aquí no más por Chacarita, sobre la calle Corrientes!… Susana:- (Poniendo las cosas en claro) ¡A ver Claudito! Pongamos los precios en la vidriera. Vos me estás mintiendo. ¡Ni hay tal Ruso ni tal departamento! Creés que soy tonta. ¡No mi tesoro! No te confundás. Vos querés liberarte de mí. Claudio:- ¿Qué estás diciendo? Susi, yo te quiero de verdad, me gustás un montón… Susana:- De a poco me fui transformando en un “montón” de problemas para vos. Claudio:- (Va hacia ella) ¡No mi nenita! ¡No es así! Lo mío es un problema de momento. Compré mucha “merca”, me entraron los “checonatos” y tengo que cubrirlos con la poca venta que hay. ¡Hay un paráte de mierda! Se está vendiendo muy poco. Pero, es un problema, de momento. Se reactiva un cacho y todo vuelve a ser como antes. Susana:- Nada vuelve a ser como antes. Tú querida mujercita me echó. ¡Ni siquiera me indemnizó! Y vos, ¡me querés mandar a una pensión! ¿Por
  • 11. 11 qué mejor no me das unos pesos y me sacás un pasaje de ida a Villa Cañas? Claudio:- ¿Querés eso? Sí querés eso te doy eso. (Busca en su portafolio) Susana:- ¿Qué buscas? Claudio:- Tengo unos pesos que saqué del banco… Susana:- (Riéndose para no echarlo a la mierda) ¡Ay Claudito! ¡Qué boludo que sos! Te creés tan piola y sos tan boludo... Claudio:- (Cierra su portafolio y lo deja sobre la mesa) ¿Por qué me tratás así? Susana:- ¿No era qué el problema era de guita? Te das cuenta que tengo razón. No sabés como hacer para sacarme de encima tuyo. (Con mucha firmeza) Tenés miedo de que te haga juicio por haberme echado sin causa justificada y sin preaviso ni indemnización. Tenés miedo de que hable con Mabel y le cuente todo lo nuestro. ¡Tenés un cagazo fenomenal! No sabés como carajo salir todo este lío... Claudio:- (Se deja caer en una silla, con honestidad) No sé que hacer, Susi, te juro que no sé que hacer… Susana:- Por ahí vamos mucho mejor… (Se sienta cerca de él) Mucho mejor. Si venís con la verdad podemos hablar y entendernos. Pensemos juntos, ¿qué podemos hacer? Claudio:- ¿Podés apagar la música? Por favor… Susana:- (Apaga la radio) ¿Por qué querés terminar con lo nuestro? Claudio:- Tengo miedo de que Mabel se entere. Susana:- ¿Y por qué se tiene que enterar? Claudio:- Me resultó raro que te haya echado así tan de repente, creo que sospecha algo. Últimamente yo perdí el, como se dice, bueno, ya no tengo ganas de cogerla. Susana:- (Con un dejo burlón) Es que para cogerse semejante bicho no hay que tener ni idea de lo que es el sexo. Claudio:- (Continuando) Nunca me pidió más que una vez por semana. Susana:- Menos mal… Claudio:- Pero últimamente yo me hacía el boludo y ella me reclamó. Y lo hizo de una manera, como, como dándome a entender de que yo estaba con otra. ¡Bah!, me lo dijo directamente: (Emulando a Mabel) “¿Con qué putita andás esta vez? Y cuando empezó a describir a la supuesta las características que daba… Susana:- De la putita, se me parecían… Claudio:- Mabel te echó por que sabe que me acostaba con vos. Aceptó que dejaras de trabajar cama adentro creyendo que de ésa manera podía cortar lo nuestro. Susana:- Entonces que te preocupa. Primero me sacó de la pieza de servicio y ahora me sacó del departamento. Nunca va a pensar que su querido maridito va a mantener a una “doméstica” Claudio:- Nos va a perseguir… Susana:- ¿Cómo lo sabés? Claudio:- Ya pasé por esto. Susana:- Mirá de lo que me vengo a enterar… Claudio:- Si no hubiera sido porque los chicos eran chiquitos me echaba a patadas y me dejaba en la calle… Susana:- Se hubieran divorciado…
  • 12. 12 Claudio:- ¡Y yo me quedaba en la calle, sin un mango, sin negocio, sin donde ir a dormir, sin poder ver a los chicos! No tenés idea de lo que es capaz Mabel. Cuando me casé con ella me lo dijo clarito. “Si te gusta ser el marido de la dueña, ¡portáte bien!, ¡no te mandés ninguna trastada!” Susana:- (Se ríe burlonamente) ¡Con razón! ¡Ahora entiendo todo! Sos un pobre “pelapollos” como yo. Mirálo a él. Mucha cadenita de oro. Muchos relojes caros. (Vuelve a reír) ¿Cómo hacemos para que la “dueña” deje vivir a estos dos pobres pelapollos? Claudio:- (Con temor) Dejándonos de ver… Susana:- Dejandonos de ver. ¡A no Claudito! De esa manera yo soy la única que sale perdiendo. Claudio:- (Va hacia ella, muy reconciliador) No mi nenita, yo a mi edad pierdo mucho más que vos, nunca más voy a tener la oportunidad de estar con alguien como vos… Susana:- (Continuando la frase) Un pollito de carne firme como yo. A ver Claudito, pongamos las cosas en claro. Yo me quedo sin donde vivir, sin trabajo y sin dinero. Con una radio despertador viejo, algunos pantalones más de los que traje de mi pueblo, algunas remeras más, pero sola y a la buena de Dios… Claudio:- (La acaricia) No mi nenita, ¡no! Yo te puedo dar algo de guita para que tirés un par de meses y vayás viendo. Vas a conseguir trabajo enseguida. Sos muy linda. ¡Muy bonita! Muy simpática. ¡Hasta podés conseguir de vendedora en alguna parte! Susana:- (Le devuelve las caricias) Y vos creés que una nenita tan bonita, cómo vos decís; un pollito con la carne firme, cómo vos te comías; ¡se va a quedar con las manos vacías! Después de haber tenido que soportar los insultos de esa vieja horrible; después de haber tenido que comerse un gallo viejo y desplumado cómo vos: ¡se va a quedar con las manos vacías! ¡No mí Claudito! ¡No, eso sí qué no! ¡Sí eso es lo que pensás, estás totalmente equivocado! O acaso vos creés que yo me encamaba con vos por amor. Por qué sos bonito, un “ses simbol”, ¡no mí Claudito! Lo hacía porque no me gusta limpiar la mierda ajena, prefiero cerrar los ojos y besar a un gallo desplumado como vos o como tantos otros que andan hambrientos de pollitos con carne firme como yo. Claudio:- (Acorralado) ¿Qué querés Susana? Susana:- (Con seguridad) Un departamento cómo éste con contrato por dos años. Claudio:- Te podés quedar aquí por un tiempo… Susana:- ¡¿No era que se lo tenés que devolver a tu amigo porque se divorció y no tiene donde vivir?! ¡¡Basta de mentiras!! ¡¡Basta Claudito!! Suficiente, como vos decís. Éste departamento es de “tú Mabel” ¡Cómo todo lo que aparentás tener! Y vos le decís que está alquilado. Le mentís. ¡Vivís mintiendo Claudito! ¡A mí ya no me importan tus mentiras! (Con mucha tranquilidad y firmeza) Quiero un departamento en Barrio Norte, dos años de contrato, amoblado, expensas y alquileres pagados por anticipado. Claudio:- ¡Eso es mucha guita! Susana:- Pero vos te quedás tranquilo con tu gallina vieja, con tu negocio en Warnes y con éste departamento alquilado de verdad. (Dándole una solución) Con lo que sacás acá pagás allá. Claudio:- Y yo cómo…
  • 13. 13 Susana:- Quedate tranquilo que nunca más vas a escuchar hablar de mí… Claudio:- Pero… Susana:- La única garantía que te puedo dar es mi palabra y yo nunca te mentí. Nunca te juré amor eterno, ni siquiera te dije alguna vez que te amaba o que me gustabas, ¡nunca te mentí! Claudio:- (Muy confundido, casi aturdido, se pone de pie, toma su portafolio) Hoy mismo me pongo en campaña… Susana:- Dejo la valija hecha y todo… Claudio:- (Se le acerca para despedirse) Mañana, más o menos a esta hora, paso para contarte como va todo… Susana:- Aquí voy a estar esperándote, como siempre. (Se da cuenta de que él no sabe como despedirse) Podés despedirte con un besito. ¡Aquí, en mi mejilla! Un beso de amigos… Claudio:- (Le da un beso en la mejilla) Hasta mañana… Susana:- Hasta mañana… Claudio:- (Se detiene ante la puerta) ¿Te puedo hacer una pregunta? Susana:- Por supuesto. Claudio:- ¿Por qué en Barrio Norte? Susana:- (Se sonríe) Ahí viven muchos gallos viejos llenos de plumas… Se apaga la luz del monoambiente. Aparece la cortina musical y paulatinamente irá bajando su volumen hasta desaparecer. La luz nos instala nuevamente en el estudio radial y nos devuelve el rostro de Juana. Juana:- (Con voz sensual y apacible) El engañador que es engañado por el supuesto engañado. Las diversas aristas de la mentira. De la hipocresía. La ficción dentro de una realidad donde no se termina por definir con claridad: ¿Qué es ficción y qué es realidad? A veces la realidad de uno se transforma en la ficción del otro. ¿Hasta dónde somos capaces de convivir con la verdad? (Pierde momentáneamente su tranquilidad, el tono de voz se exaspera) Una de las fuentes donde se nutre el engaño es el egoísmo. Decimos y hacemos para lograr algo. ¡Por algo! ¡Por algo que nos sirve! ¡Por algo qué necesitamos! ¡Cuándo ya lo hemos logrado dejamos de decirlo o hacerlo! ¡Engañamos de puro egoístas que somos! (Breve pausa. Vuelve con su tono de voz habitual) El autoengañado trata de evitar el dolor. El dolor que causa concebir que alguien que nos quiera nos mienta. La siguiente historia habla de esto. ¿Quién engaña a quién? ¿Es bueno decir la verdad? ¿Por qué, para qué, para quién, cuándo, cómo, dónde? A esta pequeña historia la hemos titulado: “A buen cazador, liebre suelta” Se apaga la luz del estudio radial y una muy tenue luz nos traslada al segundo espacio escénico, en donde entre penumbras descubrimos un pequeño living. La cortina musical suena suave. “A buen cazador, liebre suelta” Voz de Juana:- María enciende un par de velas que se encuentran en un candelabro plateado. Juan está sentado en su querida y antigua silla de roble forrada con
  • 14. 14 cuero bordó. María luego de encender las velas y de colocar el candelabro en la pequeña mesa ratona, toma asiento en el sillón de dos cuerpos. Toma una revista he intenta ponerse a leer. Juan y María son dos ancianos llenos de años, de recuerdos, de vida... Desaparece la cortina musical. María:- Es imposible leer a la luz de una vela... Juan:- Y sobre todo sin anteojos. María:- No puedo andar a tientas buscando los anteojos. Juan:- Sobretodo por que ni sabés a dónde los dejaste. María:- Sí que sé Juan:- A ver, ¿dónde están? María:- Sobre mi mesa de luz, al lado del reloj despertador... Juan:- Frío, frío, muy frío. María:- No voy a entrar en tu juego. No pienso levantarme para ir a ver si están donde yo digo que están o donde vos vas a decir que los viste. Juan:- No querés entrar en el juego porque sabés que siempre gano yo. Los habías dejado al lado del helecho, fuiste a sacar las hojas secas y los dejaste ahí. Te hubiera llevado mínimo dos días poder encontrarlos. El tiempo en que el helecho pide agua. María:- A ver vos que tenés memoria para todo, ¿estás seguro de que pagaste Segba? Juan:- ¡Hay María, María, qué antigüedad! Hace cerca de veinte años que no existe Segba, y vos dale con Segba con Gas del Estado con Entel y con los Australes. María:- ¿Pagaste o no pagaste? Juan:- Hace como una semana que estaba programado el corte. ¿No te acordás que Raquelita nos había invitado a pasar unos días en su casa ya que por su zona no hay cortes programados? María:- ¡Eso fue otro día! Hace cómo un mes que nos había invitado. ¡Y fuiste vos el que no quiso ir! No soportás ni a tus propios nietos. Juan:- Son dos mocosos mal criados. Ni siquiera te dan un beso cuando llegás. Gritan y corren como desaforados. Tienen el diablo en el cuerpo. María:- ¿Jugamos a las cartas? Juan:- Con vos no se puede jugar a nada. Sos una tramposa sin remedio. María:- ¿Qué yo soy una tramposa? ¡Oia! Se asusta el muerto del degollado. Dale, por favor, juguemos a algo. Es muy temprano para ir a dormir. (Juan se niega con un movimiento de cabeza) ¿La radio? ¿Dónde está la radio? Juan:- ¿Qué radio? María:- La radio a pilas que nos regalaron para el último aniversario. Juan:- ¿La que en ése mismo aniversario el dulce de tu nieto mayor estampó contra el piso?, y que después se hizo el que se había tropezado y lloraba desconsoladamente para que nadie lo retara. María:- Pero lo radio no se rompió. Juan:- No, que se va a romper, ¡se hizo mierda! María:- Juguemos a algo, pensemos, pensemos... Juan:- Juguemos a no hablarnos por media hora. Dale, ¡yo tomo el tiempo!
  • 15. 15 Voz de Juana:- Mientras María piensa y piensa, Juan mira fijamente su viejo reloj pulsera. Su antiguo reloj a cuerda. El rostro de Juan viaja por el tiempo. Tal vez las gastadas agujas de su gastado reloj lo llevan a otro lugar, a otro tiempo. María está ensimismada en sus pensamientos. Las imágenes de los recuerdos de María y de Juan se desbordan expresivamente y se transforman en enormes sonrisas dibujadas en sus rostros. María:- ¡Ya sé a qué podemos jugar! Juan:- ¡Perdiste! Siempre que jugamos a estar callados, ¡perdés! Pero hoy superaste tu propia marca, no llegaste ni a cinco minutos, exactamente tres minutos y veinte segundos... María:- Juguemos a contarnos un secreto. Juan:- ¿Qué? María:- (Muy divertida) ¡A contarnos un secreto! En tantos años de vivir juntos los dos tenemos secretos. Cosas que no nos hemos dicho nunca. Pero contémonos alguno bien importante. Uno de esos imposible de contar en la juventud. Uno bien… bien grueso. Algo que uno ocultó toda la vida. A nuestra edad podemos perdonarnos lo que sea. Hasta la infidelidad. Juan:- ¿Vos fuiste infiel? María:- ¡Ah no! Primero decidamos si vamos a jugar a no. Juan:- ¿Me pusiste los cuernos? ¿Con quién? ¡Ah! ¡Ya sé con quién, con el hijo de puta de mi primo Esteban! María:- ¿Querés jugar? Juan:- Dale, juguemos, ¿me fuiste infiel? María:- Si vamos a jugar tenemos que tener un reglamento básico. Y tenemos que cumplirlo. ¿De acuerdo? Juan:- Dale. ¿Qué reglamento? ¡Empezá a contar tu secreto! María:- No pienso contar nada si antes no establecemos las reglas del juego. Juan:- Vos inventaste el juego, inventá el reglamento. María:- Regla número uno, no vale mentir. Regla número dos, no vale enojarse. Juan:- Regla número tres, ¡empezá vos! Voz de Juana:- María le quita el escarbadientes que Juan tiene en la boca, lo seca con un pañuelo, lo parte en partes desiguales, coloca una parte en una mano y otra en la otra... María:- (Coloca sus manos cerradas por detrás de su espalda) El que saca el palito más corto empieza. Juan:- ¿Y por qué yo tengo que elegir? María:- (Dejando las manos por detrás de su espalda) ¿Querés sortear vos y qué yo elija? A mí me da lo mismo. Juan:- ¡Está bien! Elijo yo. María:- (Extiende hacia Juan sus manos cerradas) Regla número uno, no mentir; regla número dos, no enojarse. Si estás de acuerdo, podés elegir. Juan:- Vale. Voz de Juana:- Juan duda, en que mano se encuentra el palito más largo. Mira las manos de María. Amaga a pegarle en una mano he inmediatamente la mira a los ojos, pensando que tal vez ella pueda delatarse. Amaga pegarle en la otra y María entrando en el juego se ríe. Juan entiende que la risa delata el palo
  • 16. 16 más largo y golpea la mano derecha de María. Ella abre su mano y un minúsculo pedacito de escarbadientes queda a la vista de un desconsolado Juan. María:- (Abre su otra mano y muestra el pedazo más largo) Vos empezás Juan. Juan:- (Ni siquiera se toma un minuto para pensar) No tengo ningún secreto importante… María:- Vamos Juan, tantos años viajando por tu trabajo, durmiendo en distintos hoteles, almorzando y cenando solo… Juan:- Aunque parezca estúpido nunca tuve nada que esconderte, en cambio vos, seguro que con Esteban… Maria:- ¡Regla número cero! Tenés que respetar el turno. Dale. Juan:- No me acuerdo ninguno que valga la pena, que sea importante… María:- Te voy a ayudar, ¿por qué viajabas tan seguido a Lobos? ¿Qué tenías ahí? ¿No habrás imaginado que me tragaba la píldora de que ibas a pescar? Juan:- Iba a pescar a la laguna. Y si no me creías, ¿por qué me dejabas ir sin problema? María:- Porque me parecía natural que después de tantos años de casados, después de haber criado a una hija, tuvieras un momento de privacidad, algo propio, algo solamente tuyo… Juan:- ¿No te hubiera importado que te hubiera sido infiel? María:- No. Un poco de sexo. Alguna historia sin importancia Además, siempre volvías a mi lado. Juan:- Eso lo decís ahora, a tu edad… María:- No Juan. Que yo sepa nunca te hice una escena. Nunca. Juan:- Nunca te di un motivo. Maria:- Si Juan, me diste varios. ¿Te acordás de la colorada que vivía al frente de casa? Juan:- (Sorprendido) Nunca me gustaron las coloradas. María:- Vamos Juan. Aunque fueras caminando de mi brazo no podías evitar el girar la cabeza para mirarle el culo. Juan:- Nunca me gustaron las coloradas… María:- Volvamos a nuestro juego. Seguro que ya te acordaste de algún “secretito bien guardado” Juan:- Sabés una cosa María, durante los cuarenta y dos años que llevamos de casados nunca tuve sexo con otra que no fueras vos, y mira que tuve oportunidades, pero no sé porque mierda me parecía que no debía faltarte el respeto… Voz de Juana:- Juan se queda pensativo por un momento, tal vez buscando en su interior los motivos de su fidelidad sexual. Juan:- Probablemente por temor a que me pagaras con la misma moneda. Ni siquiera me di el permiso sabiendo que vos con Esteban… María:- ¡Tu secretito! Juan:- (Dispuesto a contarlo) Regla número dos: ¡No te tenés que enojar! María:- ¡Prometido! Juan:- Cuando tu mamá estaba internada en el Hospital tenían que hacerle una transfusión de sangre. Era muy importante. En esa época no había banco de sangre como ahora. Bueno eso creo. La única sangre compatible era la mía.
  • 17. 17 El médico habló conmigo y me dijo que si se hacía la transfusión, si ella recibía bastante sangre mía, sangre joven, sangre limpia, ya que yo no era ni fumador ni alcohólico, era muy posible que Antonia pudiera vivir varios años más. Después me dio datos clínicos que ni me acuerdo. Mi cabeza empezó a pensar y a pensar, a mil por hora. No podía detenerla. Sólo escuchaba el susurro de la voz del médico. Cómo si fuera una música monótona que venía de otra parte. Y mi voz clara le dijo: Doctor, tengo alergia crónica. María:- ¿Y? Juan:- Le mentí. Nunca tuve alergia crónica ni nada que se le parezca. Ni sé que es la alergia crónica. No hice nada para salvarle la vida. O para intentar darle un tiempo más de vida. María:- ¿¡No tenés alergia crónica!? Juan:- (Intuyendo el posible enojo de María) ¡Regla dos! Voz de Juana:- María ha quedado como atontada. Es incapaz de tragar saliva. Mira a Juan con ganas de estrangularlo. Pero sabe que ella misma creó las reglas del juego. Juan la mira sin saber si hizo bien o mal en contar su historia y se apresura haciendo su pregunta. Tal vez para evitar la reacción de María ante la revelación de “su secretito” Juan:- ¿Qué pasó con Esteban? Voz de Juana:- Casi con rabia, tal vez en respuesta al enojo que le ha generado el secreto bien guardado de Juan… María:- ¡Parece que el Hospital tenía guardado nuestros secretos! ¿Te acordás cuando Esteban estuvo internado? (Juan asiente con su cabeza) Lo habían internado por una supuesta intoxicación con duraznos verdes. Porque tenía fuertes náuseas, vómitos, fiebre, taquicardias… Juan:- Evitá el parte médico… María:- Resultó ser que tenía una peritonitis aguda y lo mandaron a quirófano de urgencia. Juan:- ¡Vamos a la cuerneada, lo que sufrió o no sufrió ese hijo de buena madre poco me interesa! María:- ¡Regla número dos! Voz de Juana:- Juan traga saliva y se apresta a escuchar… María:- (Inmersa en el recuerdo) Estaba acostado entre las sábanas blancas y me miró sugestivamente a los ojos. Y me dijo:- “Hay María, creía que no te iba a volver a ver. Al menos en esta vida. Porque estoy seguro que en la otra vas a ser mía” Me conmovió. Tuve que hacer esfuerzos para contener una lágrima. Voz de Juana:- Ahora también lo hace… María:- (Sumergida en las imágenes, tal como si estuviera sola con sus recuerdos) Yo sabía que él andaba arrastrándome el ala… Juan:- ¡Yo también lo sabía! ¡Cuánto me alegré el día que le agarro el infarto!
  • 18. 18 María:- Sabía que le gustaba. Pero pensaba que su interés era superficial… con lo picaflor que era… Juan:- Murió solo como una rata. ¡Cómo lo que era! María:- Sin dejar de mirarme fijamente a los ojos, con esos enormes ojos negros que tenía, me dijo:- “¿Te puedo pedir algo María? Lo qué quieras. Le respondí sin pensarlo.” Tomó mi mano y la llevo debajo de las sábanas blancas y ayudándose con su mano, comenzó a refregar mi mano en sus genitales… Juan:- ¡Basta María! ¡No quiero jugar más! ¡Odio éste maldito juego! María:- ¡Su miembro se iba poniendo cada vez más grande y más grande! Voz de Juana:- Juan con todas sus fuerzas se abalanza sobre María… Juan:- ¡No quiero saber! ¡No me interesa saber la verdad! María.- (Aún en su recuerdo) ¡Se mojó en mí mano! ¡Se mojó en mí mano! Voz de Juana:- Juan se deja caer al lado de Maria y sin saber bien porque se pone a llorar. Juan:- ¡No me interesa saber la verdad! Me duele mucho, me duele todo el cuerpo, no puedo ni respirar… Voz de Juana:- María mira su mano seca, algunas lágrimas ruedan por sus mejillas. Recién ahora sale de su recuerdo y mira a Juan que se cubre el rostro con sus dos manos y no puede dejar de llorar… María:- Pobre Mamá… Voz de Juana:- De repente vuelve la luz he ilumina todo el living. María y Juan ni se dan cuenta que la luz ha vuelto… Juan:- ¿Por qué inventaste este maldito juego? María:- Porque sin luz y sin mis anteojos no puedo leer… Juan:- Te voy a comprar un par de anteojos para cada lugar de la casa… María:- Y de seguro que me los olvido a todos al lado del helecho… Se apaga la luz del living. Aparece la cortina musical que irá bajando su volumen hasta desaparecer. La luz nos instala nuevamente en el estudio radial y nos devuelve el rostro de Juana. Juana:- (Con el correr de las palabras se va involucrando con lo que dice) Cuando un secreto es guardado por tantos años, ¿develarlo es necesidad de quien lo guarda?; escucharlo, ¿despeja la duda y calma la ansiedad que esta producía?; o, ¿reaviva el odio y produce un dolor mayor que el que producía la convivencia con la duda? Tal vez Juan hubiera preferido vivir con una fantasía falta de imágenes que convivir ahora con la imagen viva de unas sábanas blancas. (Desaparece la cortina musical; largo suspiro de Juana, retoma el aliento) Queridos míos vamos a continuar con éste programa lleno de sorpresas. Para quienes escriben las historias y para ustedes. Tal vez se encuentren
  • 19. 19 reflejados en alguna de ellas. La próxima historia la hemos dado en llamar: “El pomo flojo” Aparece la cortina musical que paulatinamente irá perdiendo su volumen hasta desaparecer. Se apaga la luz del estudio radial y la iluminación, en el segundo espacio escénico, nos permite descubrir la habitación de un hotel alojamiento. “El pomo flojo” Voz de Juana:- Nos encontramos en una clásica habitación de un clásico hotel alojamiento. Ella está sentada en la cama. Ya tiene puesta una blusa. Está muy pronta a ponerse su pollera. Su rostro dibuja un gesto adusto, casi trágico, casi sin poder ocultar su profundo enojo. Él aún permanece semiacostado en la cama. Detrás de sus palabras podemos adivinar un dejo de malestar. Tal vez en un grado ínfimo, pero malestar al fin... El:- No entiendo que me está pasando. Creí que si veníamos aquí, como cuando éramos novios, pero no hay caso. El médico me dijo que no tengo nada clínico. Todos los análisis me dieron bien... Ella:- (Abotonándose la blusa) Mejor vestite. A ver si tenemos que pagar dos turnos y sólo por hablar... El:- Bueno, ¡ponéle un poco de onda! Para ustedes las mujeres es más sencillo. No tienen que poner duro nada, por el contrario, cuando más flojo mejor... Ella:- ¿Qué estás insinuando? El:- Que abren las piernas y eso, que pueden quedarse flojitas... Ella:- Dale, vestite y vamos. Voz de Juana:- Hernán se incorpora e insinuantemente se coloca detrás de ella. Con cierto esfuerzo intenta recomenzar... El:- Probemos de nuevo, el sábado pasado dio resultado... Voz de Juana:- Ana, sin ocultarlo, se aleja súbitamente de él. Se pone de pie y lo deja a él en cuclillas sobre la cama. En una posición algo ridícula, casi abrazando la nada... Ella:- Vestite y vamos que tengo mucho para hacer en casa. El:- No me podés dejar tan desamparado. ¿Qué crees? ¿Qué lo hago a propósito? Que le digo: ¡no te vas a poner duro! ¡Si ella tiene ganas no le vamos a dar con el gusto! Estoy lleno de preocupaciones, eso es lo que pasa, tengo un estrés fenomenal, el negocio va para el culo, ya no le puedo pagar a Miguel, lo voy a tener que echar y ni siquiera tengo guita para despedirlo, me voy a comer un juicio de la puta madre, ¡voy a perder hasta el auto! ¡Eso es lo que pasa y a vos te preocupa si tenemos sexo o no tenemos sexo! ¡Eso es lo único que te preocupa! Ella:- ¿A vos no te preocupa si tenemos sexo o no tenemos sexo? El:- Sí que me preocupa mi amor, cómo no me va a preocupar. Si hasta estuve leyendo artículos sobre el libido, o como se llame, sobre el deseo sexual… Ella:- ¡Eso lo leíste en la revista del diario del domingo!
  • 20. 20 El:- Lo leí porque estoy preocupado por el tema, ¿cuándo me viste leer esa revista? Pero, ¿sabés una cosa? Lo que más me preocupa es que no tratés de entenderme, de comprenderme, de que no tratés de acompañarme en estos difíciles momentos que estoy atravesando. Ella:- Lo único cierto es que no te preocupa que no tengamos sexo. El último año venías haciendo la plancha, uno por semana y la “señora” contenta, pero los dos últimos meses se te complicaron... El:- Nunca me pediste más de una vez por semana. Ella:- No contabas con que a tu edad tal vez... El:- ¿A mi edad, qué? ¡Estoy en la flor de la edad! ¡Tengo cuerda para rato! El médico me dijo que no tengo nada clínico. Ella:- ¿Cuándo fuiste al médico? El:- ¿Cómo que cuándo fui al médico? Ahora estás dudando de sí fui o no fui. Cuando el Doctor Peñalba vuelva del Congreso lo vamos a ver para que él en persona te diga lo que me dijo. Ella:- El Doctor Peñalba no atiende más por la Obra Social, hace dos años que... El:- ¿Quién te dijo semejante barbaridad? ¿Con quién me atendí yo, con el hermano mellizo? El Doctor Peñalba atiende todos los miércoles en su consultorio privado, firmo una planillita y listo. A la clínica hace como dos años que no va. Atiende directamente en su consultorio. Ella:- ¿Dónde queda? El:- ¿Qué cosa? Ella:- ¡El Consultorio Privado del Doctor Peñalba!, ¡¿qué va a ser sino?! El:- Magariños Cervantes 2140. Ella:- Piso segundo. El:- Estás diciendo cualquier cosa. En Planta Baja. Ella:- El tema es que vos no tenés nada clínico. El:- ¡Por supuesto que no! Ella:- Tenés algo psicológico. El:- La palabra precisa es: “estresado” Ella:- Eso te lo dijo el Doctor Peñalba. El:- Sí, me lo dijo el Doctor... Ella:- Vestite y vamos, con todos los problemas económicos que tenés, vas a tener que pagar dos turnos por no coger. Voz de Juana:- Hernán se da cuenta que hasta aquí ha llegado el intento sexual y comienza a vestirse. El:- (Corrigiéndola) Con todos los problemas económicos que “tenemos” querida... Ella:- Cómo antes dijiste: (Imitándolo) “¡Ya no le puedo pagar a Miguel, lo voy a tener que echar y ni siquiera tengo guita para despedirlo, me voy a comer un juicio de la puta madre, voy a perder hasta el auto!” No le puedo pagar, lo voy a echar, me voy a comer, voy a perder, ¡no caben dudas que los problemas económicos son sólo tuyos! El:- Es una manera de decir, después de todo el que trabaja en el negocio soy yo. Ella:- ¿Por qué echar a Miguel y no a Isabel? El:- Miguel tiene menos antigüedad, sale mucho menos guita indemnizarlo. Ella:- Y no sirve para lo mismo. El:- Y no, Isabel maneja mucho mejor la venta.
  • 21. 21 Ella:- No sólo la venta. El:- Es cierto, sabe contabilidad, bancos… Ella:- Es soltera, no tiene problemas de “trabajar” los sábados y domingos, de atender los stands en las ferias, ni de quedarse a dormir en “tu cama”, ni de despertarte para que no llegués tarde a casa, ni de cambiar la voz cuando te llama y atiendo yo, ni de ser la segunda. Aunque ahora es la primera porque el pomo flojo lo recibo yo; ya que vos a los cincuenta años no podés tener sexo más de dos veces a la semana y como a ella le viene bien cualquier día y a cualquier hora, ella juega en primera con el pomo firme y yo juego de suplente. ¡Cuándo el pomo ya no sirve para un pomo! El:- ¡Pero que bicho te pico! ¿De dónde sacaste semejante disparate? Seguro que fue Miguel el que te fue con ese cuento. Ella:- Sí fue el pobre de Miguel que se sintió acorralado por un par de preguntas que le hice el fin de semana pasado, mientras ustedes estaban vendiendo en la bendita feria de Rosario. El:- ¿¡No te das cuenta que te engañó?! Como sabe que lo voy a tener que rajar porque no está vendiendo un pomo. Ella:- ¡¡Y dale con el pomo y dale con el pomo!! El único que me engañó fuiste vos. El Doctor Peñalba murió hace dos años. Él por solidaridad machista te hubiera recetado viagra. Y gozaría de ayuda tu pobre aparatito. ¡Tu pomo no miente! No puede con dos mujeres. ¡El pobre está pidiendo a gritos una tregua! ¡Dos a la semana! ¡Dos a la semana! ¡Quiero sólo dos por semana! El:- ¿Quién engañó primero a quién? Ella:- Ahora te vas a poner en víctima, ¿¡qué historia vas a inventar!? Yo nunca te fui infiel. El:- ¡Nunca fuiste infiel a vos misma! Ella:- ¡¿Qué estupideces vas a empezar a decir para cubrir tu engaño?! El:- ¡Vos empezaste a engañarme! Ella:- ¡Deja de decir estupideces!, a ver, ¡¿con quién?! El:- ¡No se necesita a un otro para engañar! Cuándo éramos novios eras fogosa, inagotable, te gustaba todo en la cama, ¡parecía que te habías estudiado el Kamasutra de memoria! ¡Me hacías sentir un objeto sexual! Con el correr de los años te convertiste en una puritana. La clásica puritana católica apostólica y romana. ¡Tirada abajo como un bofe esperando al padrillo con el pomo firme! Ella:- ¡Estás dando vueltas las cosas! El:- ¡No estoy dando vuelta nada! ¡Hace años que no tenemos sexo oral! ¡Y vos bien sabés que me encanta! Pero es obvio que lo hacías para casarme. Después que el ratón cayó en la trampa, ¡chau sexo oral! Ella:- ¡¡No se puede tener sexo oral con una babosa!! El:- ¡¡No se puede ser fiel a un bofe!! Voz de Juana:- (Con voz sensual y apacible relata la escena) Largo silencio cargado de hondos sentimientos contradictorios. Ni Hernán ni Ana saben como salir de la situación. Ya están vestidos. Las miradas perdidas. Él se coloca el saco. Ella toma su cartera y se coloca su par de anteojos oscuros. El:- (Mirando su reloj) Vamos a tener que pagar doble turno. Ella:- (Yendo hacia la puerta) Y sólo por hablar...
  • 22. 22 Se apaga la luz de la habitación. Aparece la cortina musical que paulatinamente irá bajando su volumen hasta desaparecer. La luz nos instala nuevamente en el estudio radial y nos devuelve el rostro de Juana. Juana:- (Con voz sensual y apacible) Es evidente que el engaño va de la mano de la constitución humana misma; el hecho mismo de hablar, de usar símbolos, nos torna en “mentirosos” ¿Existe el amor eterno? El amor eterno tantas veces jurado y jurado. ¿No será que el amor debe renacer día a día? Entre dos personas que toman la decisión de convivir, ¿no deberían renovar el pacto a diario? Sin perder nunca al otro de vista. (Pierde momentáneamente su tranquilidad, el tono de voz se exaspera) Una de las fuentes donde se nutre el engaño es el egoísmo. Decimos y hacemos para lograr algo. ¡Por algo! ¡Por algo que nos sirve! ¡Por algo qué necesitamos! ¡Cuándo ya lo hemos logrado dejamos de decirlo o hacerlo! ¡Engañamos de puro egoístas que somos! (Breve pausa. Vuelve con su tono de voz habitual) El autoengañado trata de evitar el dolor. El dolor que causa concebir que alguien que nos quiera nos mienta. La siguiente historia habla de esto. ¿Quién engaña a quién? ¿Es bueno decir la verdad? ¿Por qué, para qué, para quién, cuándo, cómo, dónde? A esta pequeña historia la hemos titulado: “Un kit revitalizador” Se apaga la luz del estudio radial, mientras aparecen los últimos compases de “Ojos verdes” el espacio escénico permanece a oscuras por unos instantes. “Un kit revitalizador” Voz de Juana:- A muy alto volumen se escuchan los compases finales de: “Ojos verdes” en la provocativa voz de Manuel Bandera. La iluminación nos introduce en un pequeño y coqueto living-comedor. Al finalizar “Ojos Verdes”, seguidamente se escucha: “Te lo juro yo” por el mismo intérprete; en ése preciso instante aparece Lautaro cantando encima de la grabación. Lau va y viene de la cocina al comedor realizando todos los preparativos… Lau:- (Entra a escena con un mantel puesto como túnica. Canta con mucho sentimiento mientras limpia la mesa) Yo no me di cuenta de que te quería. Hasta el mismo día en que te perdí. (Coloca el mantel) Y vi claramente lo que te quería. Cuándo ya no había remedio pa’ mi. (Trae de la cocina un arreglo floral casero y lo coloca en el centro de la mesa) Llévame por calles de hiel y amarguras. Ponme ligaduras y hasta escúpeme. (Trae de la cocina platos, cubiertos y copas. Los coloca sobre la mesa) Échame en los ojos un puñado de arena.
  • 23. 23 Mátame de pena, (Se aleja para ver como queda el centro de mesa) pero quiéreme. (Sale hacia la cocina. Trae dos velas en dos pequeños candelabros y los ubica a los costados del arreglo floral) ¡Por ti contaría la arena del mar! (Al cantar el estribillo de la canción pone mucho más énfasis y emoción) ¡Por ti yo sería capaz de matar! (Enciende las velas) ¡Y que si te miento me castigue Dios! ¡Eso con la mano sobre el evangelio te lo juro yo! (Dobla delicadamente las servilletas en forma de abanico sobre los platos) Y ahora vas con una distinta cabía. Y en cambio yo muero de celos por ti. (Toma distancia de la mesa y la observa, se acerca a ella acomoda una copa, se vuelve a alejar y observa la mesa, vuelve hacia ella y reacomoda la misma copa. Sin ser visto por Lau aparece Manu en escena, se queda de pie observando) Claro que la culpa de que esto pasara, No la tuvo nadie… nadie más que yo. Manu:- (Ensordecido por el sonido del equipo de música y el cantar de Lau por encima, baja ostensible el volumen) ¡¿No te parece que está demasiado alto?! Lau:- (Interrumpe su canto y con un movimiento histérico de su cabeza) ¡Acaba de hacer su aparición el macho de la casa! (Sale hacia la cocina. La música continuará durante toda la escena a muy bajo volumen) Manu:- (Observando el espacio) ¿A qué se deben todos estos preparativos? Lau:- (Desde la cocina) Dejá tus pertenencias en la habitación, no me desordenés la casa… Voz de Juana:- Manu va hacia el dormitorio, pero en ése instante aparece Lau que casi corriendo le corta el paso... Lau:- ¡Esperá, esperá! ¡No entrés todavía! Voz de Juana:- Manu lo mira absorto. Lau entra solo en la habitación y al momento sale escondiendo un paquete envuelto con papel de regalo y un moño rosa… Lau:- Manu, podés pasar. (Se para delante de Manu y le da un piquito leve y ligero) ¿Cómo fue tu día tesoro? (Sin esperar respuesta sale hacia la cocina) Los viernes para los “bogas” son de mucha… charla y café. Voz de Juana:- Manu por unos instantes se queda de pie absorto, menea su cabeza, sin comprender lo que está pasando y entra en la habitación en el mismo momento en que reaparece Lau… Lau:- ¡En cambio los viernes para mí son una locura! (Busca donde esconder el paquete) Todas se acuerdan de sus uñas en día viernes. ¡Hoy tuve una
  • 24. 24 uña encarnada espantosa! ¡La gorda sufrió más que cuando parió a los mellizos! (Deja el paquete en la tercer silla. La que muestra su respaldo al público y permite verlo a su través) Mirá que se lo digo todo el tiempo: ¡Tesoro, no podés dejar pasar tanto tiempo! (Aparece Manu, sin saco, sin corbata, sin portafolios y arremangándose la camisa. Se queda de pie muy cerca de la puerta de la habitación) Las clientas creen que uno se lo dice para ganar más, para que vengan más seguido… Voz de Juana:- Lau lo mira fijamente a Manu. Luego se sienta en una cabecera. Manu va hacia la otra… Manu:- (En la frase siguiente deja deslizar un leve amaneramiento) Lau, ahora que apoyaste tus posaderas en el mullido sillón de la reina y lograste aquietar los diecisiete músculos linguales, (Lau concientemente oculta la punta de su lengua) ¿me podés contar qué es lo que festejamos? (Se sienta) Lau:- ¡Ay Manu! Vos nunca te acordás de ninguna fecha. Manu:- ¡Ay Lau! Que yo sepa en febrero no cumplimos años ninguno de los dos, ni es nuestro aniversario, ¡ni siquiera cumplimos mes! Lau:- ¡No pienso decírtelo! Tendrás que vivir el agasajo sin saber de que se trata. (Se pone de pie, muy teatralmente) “Es hora de dar comienzo al servicio” (Sale hacia la cocina) Manu:- (Busca con la mirada el regalo) ¿¡Qué vamos a cenar!? Lau:- (Desde la cocina y con un teatral acento italiano) “¡Mangiaremos una bella sinfonía italiana!” Manu:- (Se pone de pie y busca por el espacio) ¿¡Qué hay de entrada?, ¿y de plato principal!? Lau:- (Desde la cocina y sin abandonar el acento italiano) Come primieri plati: ¡Bruschettas capresse! Tostas cubiertas con mozzarella, cherrys y albahaca. E dopo: ¡Spaguettis al limón!… (Entra con una fuente con seis bruschettas. Descubre a Manu de pie y buscando el regalo) ¡¡Eso es trampa!! Manu:- (Sorprendido contesta lo primero que se le ocurre) Se me había… caído la servilleta… (Se sienta) Lau:- ¿Tan lejos? (Deja la fuente en la mesa) ¡Ay Manu, Manu! Entre nosotros no hay trampas o al menos no las había… Manu:- ¡No puedo con mi ansiedad! Lau, sabés que soy muy ansioso, que necesito tener las cartas a la vista… Lau:- (Sirviendo las bruschettas) ¡Serví el vino tesoro! Así que te “piache” el pocker abierto. Bueno, está bien, hablemos a “calzone quitadi” mientras “mangiamo cuesta bella sinfonía gastronómica” (Se sienta) Manu:- (Levanta la copa proponiendo un brindis) ¿Brindamos? Lau:- ¡Por supuesto! (Levanta la suya) Manu:- ¿Por qué brindamos? Lau:- ¿Cómo por qué brindamos? Manu:- ¡Lau! Ya te dije que no sé que día es hoy… Lau:- ¡Manu! Viernes, ¡hoy es viernes! Manu:- (Deja su copa) ¡Odio cuando te transformás en un irónico enigmático! Lau:- (Deja su copa) ¡Odio cuando me gritás!
  • 25. 25 Manu:- (Tranquilizándose) Lautaro, no pienso comer si no me decís que es lo que festejamos. Lau:- (Comiendo su primera bruschetta) Manuel, vos te lo perdés. (Saboreando exageradamente) ¡Hummm… esto es un manjar… el toque de oliva es esencial, erótico, sensual…! Manu:- (Se pone de pie) ¿Me estás jodiendo? ¡Lautaro, pará de provocarme! ¡Sabés que ése tonito me pone loco! Lau:- (Sin inmutarse, comiendo su bruschetta) Hace tiempo que conmigo no te ponés loquito. Manu:- (Va hacia Lau tratando de intimidarlo) Basta… basta… ¡cortala! ¿Qué carajo te pasa? Lau:- (Intenta servirse otra) Pasa que estoy disfrutando de… Manu:- (Le corre la fuente impidiéndole que se sirva) ¡De ponerme loco! ¡No vas a seguir comiendo solo! ¿Qué es lo que estás festejando? (Se inclina ante él, le coloca una mano sobre un hombro y lo mira fijo a los ojos) ¡Decímelo! Lau:- (Conteniendo su ira) Alcanzame la fuente. Manu:- No hasta que no me lo digás. Lau:- (Subiendo su tono de voz) ¡Quiero comer! Manu:- (De pie ante él y con violencia en la voz) ¡¡Decímelo!! Lau:- Esa violencia me gustaría en la habitación y no en el comedor. Manu:- ¡No vuelvas con tus ironías! Lau:- (Provocativo) ¿Puedo seguir “mangiando”? Manu:- (Conteniendo la violencia) Ufff… (Tranquilizándose) ¿Vas a decírmelo? Lau:- ¿Estás dispuesto a escuchar? Manu:- (Va hacia su silla) Por supuesto. (Se sienta y bebe vino) Lau:- (Irónico) Te olvidaste de brindar. Manu:- (Lo mira desafiante) ¡Hablá! Lau:- (Irónico) Me encantó ésa mirada. ¡Es la de tus escenas de celos! ¡Qué bonito te ponías cuando me celabas! Tus preguntas, tus dudas: ¿ése salió con vos y aquél y aquél otro? (Estira su brazo para tomar una bruschetta) Manu:- (Aleja la fuente) No vas a comer si no me mostrás tus cartas. Lau:- ¡Está bien! ¡Juguemos pocker abierto! (Levanta su copa y brinda al aire, sin pronunciar palabra y luego bebe) ¿Puedo servirme? (Manu le alcanza la fuente) Están exquisitas, ¿vos no vas a comer? Manu:- Después… Lau:- (Comienza a hablar mientras come) Bueno, ya que querés saber... Te lo voy a contar... (Manu bebe y lo mira desafiante) Hoy festejamos… (Manu vuelve a tomar otro trago y le demuestra a Lau que no le está gustando el juego) Hoy festejamos... Festejamos: “¡Mesario!” Manu:- ¿De qué? Lau:- (Disfrutando de lo que come) Hace exactamente un mes de un gran descubrimiento. Todo empezó éste enero. Después de una mañana agotadora, con mis pequeñas manos llenas de pies ajenos, llenas de placas de piel engrosadas y de prominencias óseas de gran tamaño… Manu:- ¡Lautaro! (Tranquilizándose) No quiero escucharte hablar de callos y juanetes… Lau:- ¡Manuel! Si querés que te cuente dejá que lo haga a mí manera.
  • 26. 26 Manu:- (Se vuelve a servir vino y bebe) Perdón, seguí, seguí… Lau:- ¿No vas a comer? (Manu niega con un movimiento de cabeza) ¿Puedo comer de las tuyas? (Mientras bebe, Manu, asiente con la cabeza) Bien, sigo. Necesitado de productos lo fui a ver a Pablo… Manu:- ¿Qué Pablo? Lau:- (Comiendo) Mi amigo, el encargado del local de la calle Santa Fe. ¡Dónde compré el torno! ¿No te acordás? Después lo pasamos a buscar y vos me esperaste afuera en el auto. Pablo puso el torno en el baúl, lo cerró con llave y a través de tu ventanilla te devolvió las llaves. Obvio, ni lo registraste. Pero él a vos sí. Manu:- ¿Y Pablo qué tiene que ver con esto? Lau:- (Sigue comiendo) La distribuidora de Cosméticos abrió una Sucursal en Belgrano y lo trasladaron. Si fueras más fisonomista lo hubieras reconocido cuando fuiste a donde el trabaja del brazo de “tu amiguita”. Manu:- (Repasando la escena en su mente y tratando de ganar tiempo) ¿De qué hablás? ¿Esta es una escena de celos? Lau:- En cierto modo, ¡sí! ¡Siempre te celé! ¡Se cela lo que se ama! Mi amigo Pablo asesoró a tu amiga Virginia, ¡qué nombre tan estúpido para una mujer sin virginidad!, diagnóstico: “uñas frágiles”. Deberías recordarle a “tu amiguita” que tiene que cuidarse con la alimentación. ¡Flaca anémica sin vitaminas ni minerales! Manu:- ¡Ah, sí! Ahora me acuerdo de ése día. La acompañé a ése lugar porque me pareció que ahí le podían dar el producto adecuado… Lau:- (Se levanta y va con la fuente vacía hacia la cocina) Qué como es español no había en stock. Pablo te pidió la dirección y vos, tal como si fuera la de tu propia casa, no dudaste en dársela: Arévalo 2140 2do “I” (Vuelve con más bruschettas que comerá desenfrenadamente) ¡“I” de infiel! ¡¿Querías saber lo que festejábamos?! ¡Muy bien! ¡Ahora lo sabés! ¡Eso es lo que festejamos! ¡Un mes de tu vuelta a la bisexualidad! ¡Esa mierda es la que festejamos! ¡Mi terapeuta siempre me lo decía! ¡Y yo dejé terapia para no escucharla! Manu:- (Se defiende) Virginia es una amiga, una amiga, una colega, la conozco hace un tiempo y nunca pasó nada. ¡Somos amigos! Lau:- ¡Sin dudas! ¡Y muy amigos! ¡Muy amigos! Yo “misma” llevé el kit de tratamiento revitalizador de uñas al edificio de Arévalo. El encargado, un divino, me dejó subir al solarium. “¡Si es para la doctora suba, suba, a está hora está tomando sol!” ¡Y ahí estabas vos! ¡Con un short de baño que yo nunca te regalé! ¡Al borde de la pileta y a los besos con ésa flaca bulímica! (Toma el paquete de donde lo había ocultado) ¡Tomá! ¡Llevale éste regalito a la “doctora”! (Rompe el paquete) ¡Andá a festejar el mesario con ella y llevále éste regalo! El qué le compraste ya se le debe haber acabado. ¡Aquí tenés! ¡Un revitalizador! (Se lo arroja a la cara y por lo inesperado hace impacto) ¡Un endurecedor de uñas! (Se lo arroja a la cara. Manu lo ataja con una mano) ¡Y un quita esmalte oleoso sin acetona! (Se lo arroja a la cara. Manu lo esquiva. Lau se pone de pie y le tira con todos los pedazos de papel y hasta con la caja) ¡Puto! ¡Puto!¡¡Puto de mierda!! (Pausa cargada. Toma la bandeja de la mesa y se dispone a ir hacia la cocina. Reflexivamente y con los ojos llenos de lágrimas) No digás nada porque no podés decir nada conveniente. (Pausa) Yo voy a seguir con mi bella sinfonía italiana.
  • 27. 27 Voy a la cocina por mis spaguettis al limón. ¿Los vas a probar? (Manu niega con la cabeza) Vos te los perdés, ¿te traigo más vino? (Manu asiente con la cabeza) Compré dos chablís porque supuse que en el transcurso de la noche la garganta te iba a pedir más de uno. (Se lleva la botella vacía y sale) Voz de Juana:- Manu se ha quedado sin palabras, sin aliento, se echa hacia atrás en la silla, como estirando su columna, los ojos llenos de lágrimas, la mano temblorosa toma la copa vacía, la lleva hacia la boca, al darse cuenta de que ya no hay vino en ella, la vuelve a dejar sobre la mesa… Se apaga la luz del living comedor. Aparece la cortina musical que lentamente irá bajando su volumen hasta desaparecer. La luz nos instala nuevamente en el estudio radial y nos devuelve el rostro de Juana Juana:- (Esforzándose por mantener su tono de voz sensual, dirigiéndose a sus oyentes) ¿Todavía están ahí? Sin lugar a dudas, mis amigos trasnochadores. ¡Cómo poder pegar un ojo con estos relatos! ¿Será más doloroso ser engañado con alguien del otro sexo? (Lo piensa por un instante) Yo creo que sí. Ése alguien que estuvo a nuestro lado, sexualmente, tiene un conducta diferente con el objeto del engaño. Cuánto engaño producido por un solo acto… Juana:- (Leyendo) El autoengaño es cerrar los ojos a la realidad por ser más grato y cómodo aceptar la mentira. (Cierra el libro y busca entre las páginas de otro) ¿Habrá sido éste un caso de autoengaño? (Leyendo) La autosugestión es un propósito mediante el cual un individuo autoalecciona a su subconsciente para llegar a creer algo, o fijar determinadas asociaciones mentales. . (Desaparece la cortina musical cuando cierra el libro) Juana:- El engañador que es engañado por el supuesto engañado. Las diversas aristas de la mentira. De la hipocresía. La ficción dentro de una realidad donde no se termina por definir con claridad: ¿Qué es ficción y qué es realidad? A veces la realidad de uno se transforma en la ficción del otro. ¿Hasta dónde somos capaces de convivir con la verdad? (Breve pausa) Ahora bien, la historia que sigue y que pone el broche de oro al programa, es la del mail que despertó el tema de hoy. Sin consultar a Estela, mi productora y amiga, voy a relatar la historia exactamente como la recibimos por mail. Perdón Estela, amiga mía estoy segura que sabrás comprender… (Breve pausa en donde Juana intenta recobrar la calma) Curiosamente quien firma el mail y quien es la protagonista de la historia se llama “Consuelo”. Éste nombre de origen latino encierra en su significado: "Aquella que aporta consuelo". Y vaya si lo aportó. (Hablándole a Consuelo) Consuelo, no voy a olvidar el día de tu santa. (Luego de una breve pausa)
  • 28. 28 Para continuar con el juego de palabras, me atreví a ponerle el siguiente título: “Des Consuelo” Se apaga la luz del estudio radial y la luz nos traslada al segundo espacio escénico, en donde descubrimos un lujoso y minimalista living. “Des Consuelo” Voz de Juana:- Consuelo entra con un florero en sus manos. Un florero con seis rosas rojas. Acomoda el florero en la mesa ratona. Acomoda las rosas... Consuelo:- Gracias por las flores... Luis:- Vos te mereces eso y mucho más... Voz de Juana:- (Con sorna) Luis viste elegantemente dentro de su selecto traje gris y luce una hermosa corbata haciendo juego con el todo. Está de pie con una copa de whisky en una de sus manos. Consuelo:- Es muy raro verte un martes por aquí. Luis:- Hoy no es un martes cualquiera. Consuelo:- ¿Y por qué no? ¿Si puede saberse? Voz de Juana:- Consuelo se sirve una copa de whisky y luego tomará asiento en el sillón de dos cuerpos… Luis:- Espero a que te sientes. Consuelo:- Estás muy misterioso. Llegaste con el ramo en la mano, echo inusual en vos ya que siempre te dio vergüenza, por eso, seguramente, la encargada de esos menesteres fue siempre la florería de la otra cuadra. Me diste un largo beso, largo, pero desapasionado, obligatorio largo beso. (Se sienta) Y ahora me pedís que me siente para comenzar a hablar en este martes tan especial. Bien ya estoy sentada... Luis:- No sé por donde empezar... Consuelo:- Por el comienzo. Luis:- Tuve un fin de semana algo complicado. Consuelo:- Ella te lo complicó. Luis:- No, no, yo mismo me lo compliqué. Me puse a pensar a destejer mis últimos años y... Bueno, creo que soy un egoísta y que ninguna de las dos debe seguir viviendo en estas condiciones. Consuelo:- ¿Por qué se te ocurre pensar eso? Luis:- Las dos son mujeres extraordinarias. Consuelo:- En eso tenés razón, yo me considero una mujer extraordinaria, en todo el significado del vocablo. Extra-ordinaria, fuera de lo ordinario. Sólo una mujer extra-ordinaria puede ser parte, por más de tres años, en la vida paralela de un hombre. Luis:- Ella también lo es. Consuelo:- Ella no sabe que es parte de una historia en paralelo. Ella no sabe que vos tenés dos casas, dos camas, cuatro almohadas, imagino que con ella también usas dos, dos semanas, dos celulares... Luis:- No sé si ella no la sabe.
  • 29. 29 Consuelo:- ¡Qué va a saber! Conociéndola como la conozco estoy segura de que si ella hubiera tenido una mínima sospecha no hubieras podido entrar al departamento. Como trabaja de noche te habría cambiado la cerradura para que no pudieras entrar. No te hubiera dejado ni hacer las valijas. ¡Te habría tirado las cosas por la ventana! Luis:- Vos no la conoces tanto. Consuelo:- Con lo que la conozco me basta. ¿Por qué se te ocurre que nosotras estamos mal en la situación en que estamos? Luis:- A esta altura de la relación deberíamos pensar en el futuro, que sé yo, los tres estamos en edad como para ser padres, para pensar en formar una familia... Consuelo:- ¡A ver, a ver! Como dicen los gallegos: “¡Con tanto rollo a la final va a salir más caro el arroz que el pollo!” ¿Ella te planteó que quiere ser madre? Luis:- No, ella no me planteó nada, te dije que durante el fin de semana me fui enredando solo. Consuelo:- ¿Querés ser papá? Luis:- No. Estoy pensando a futuro. Tal vez a vos o a ella... Consuelo:- Estás tratando de poner el problema en nosotras y nosotras no somos el problema; o al menos yo no lo soy, nunca te hice semejante planteo, ni te lo insinúe; además, sería un tema a conversar. A vos te pasó algo el fin de semana y no me lo estás pudiendo decir. Inventás justificativos que vos mismo no te los crees. ¿Qué pasó ayer? ¿Por que hoy estás acá? Luis:- Ayer no pasó nada, te estoy diciendo que el fin de semana... Consuelo:- A ver Luis, ayer viniste muy contento, sin flores pero muy feliz. Me diste un largo y apasionado beso. Estabas fogoso como todos los lunes. ¡No llegamos ni a la cama! ¡Lo hicimos desaforadamente en el pasillo, contra la pared, en el piso! ¿Qué pasó cuando llegaste hoy a la mañana? Luis:- Pasó que cuando bajé del ascensor me estaba esperando. Consuelo:- ¿De qué ascensor? Luis:- ¡Del ascensor! Consuelo:- ¿Del de acá o del de allá? Luis:- ¡Del de acá! Voz de Juana:- (Perdiendo la sensualidad y la tranquilidad) ¡Estaba en el edificio de ella! ¡La espera duró sólo diez minutos! (Trata de tranquilizarse) ¡Sólo diez minutos! Sabía exactamente a que hora él se iba todos los martes por la mañana... Consuelo:- ¿Y cómo supo dónde estabas? Luis:- Nos hizo seguir durante quince días... Consuelo:- ¿Por quién? Luis:- Contrató un detective privado... Consuelo:- ¿Existen? Luis:- Sí que existen. Voz de Juana:- (Totalmente involucrada con la historia) ¡Claro que existen! ¡Son el terror de los infieles! ¡Son los verdugos del engaño! Consuelo:- Y yo que creía que esas cosas sólo pasaban en las películas... Luis:- Ya ves que no…
  • 30. 30 Consuelo:- Pasemos las cosas en limpio. Ahora ella también sabe que es parte de una historia paralela... Luis:- Ella sabe que tengo una amante... Consuelo:- ¡Perdón, yo no soy tu amante! ¡Soy una de tus mujeres! Imagino que se lo habrás aclarado. Luis:- Intenté. Pero ni me escuchó. ¡Me dijo de todo! Delante de Ariel… Consuelo:- ¿Delante del portero? Luis:- ¡Me escupió en la cara! Me dijo que no me quería ver más y se fue en un taxi que la estaba esperando en la puerta. Consuelo:- Todo delante del portero. Luis:- ¡Sí! ¡Delante del portero! Cuando quise reaccionar el taxi había partido a toda velocidad. Me quedé parado en la vereda como un estúpido. Encima cuando llegué al departamento… Consuelo:- No pudiste entrar… Voz de Juana:- ¡Por supuesto que no! Luis:- Había cambiado la cerradura y me había dejado un bolso con ropa en el palier… Consuelo:- ¿¡Y!? ¿¡La conozco o no la conozco!? Es una mujer como todas, absolutamente normal y que reacciona como todas, ordinariamente. Luis:- El hecho es que ahora estoy viviendo en un hotel… Consuelo:- ¿El que te haya mojado el rostro con saliva te hizo oxidar las neuronas? Por una semana te venís a vivir acá, hasta que encuentres un nuevo departamento. Luis:- ¿Cómo que por una semana? Consuelo:- Y sí, hagamos de cuenta que ella se fue de vacaciones. Mientras tanto vas buscando un departamento por acá cerca. Luis:- ¡Ah! Ahora entiendo. Si ella me echó no significa que yo me venga aquí tiempo completo. Consuelo:- Exacto. Veo que no se te oxidaron las neuronas. Luis:- Vos me querés mitad de tiempo. Consuelo:- ¡A ver Luis! En mi vida no ha cambiado significativamente nada. En la tuya parece que sí. ¡Mi amor, yo quiero seguir como hasta hoy por la mañana! Yo te quiero mucho, la paso muy bien con vos, me gusta mucho esperarte todos los lunes, miércoles y viernes. Me paso todos los fines de semana fantaseando nuestro encuentro de los lunes… Luis:- Cómo una amante. Consuelo:- ¡No mi amor! ¡Cómo tú mujer! Vivimos en pareja tres días por semana. Tres días conmigo y cuatro días con ella. Con la diferencia que en horas estás más tiempo conmigo que con ella. ¿Si yo soy tú amante ella que es? Luis:- Ella me echó cuando se enteró que vos existías… Consuelo:- Yo te hice entrar sabiendo que ella existía. Luis:- Yo tenía pensado quedarme a vivir con vos… Consuelo:- Lunes, miércoles y viernes. Luis:- Ya veo. Voz de Juana:- (Disfrutando la situación) Sin decir una palabra más, Luis salió del living rumbo a la cocina. Consuelo se volvió a servir otra copa de whisky. Luis regresó de la cocina trayendo un papel de celofán. Ante la mirada
  • 31. 31 atónita de Consuelo sacó las rosas rojas del florero y las envolvió con el papel. Consuelo:- ¿Qué estás haciendo? ¿No te das cuenta qué chorreas con agua todo el piso? Luis:- (Controlando el enojo) Bastante caro me ha salido este piso durante más de tres años. Consuelo:- (Controlando el enojo) Bastante más barato que el departamento roñoso en el que vivías con ella. Voz de Juana:- (Bastante descontrolada) ¡Ah, no, Consuelo! ¡Vos ni sabés como es el departamento! ¡Serás una mujer fuera de lo común pero no podes ser vidente! Luis:- Me apena mucho que terminemos de esta manera. Consuelo:- A mí también me da mucha pena. Pero es evidente que sos un hombre ordinario. Para tener bien en claro tu infidelidad necesitás una mujer y una amante. Y yo no nací para amante ni para mujer de tiempo completo. Luis:- Hasta hoy a la mañana era un hombre envidiable. Consuelo:- Y en este momento nadie quisiera estar en tus zapatos. ¿Sabés que día es hoy? Luis:- 4 de septiembre Consuelo:- (Tristemente) Santa Consuelo. Luis:- ¿¡Eh!? Voz de Juana:- (En el mismo instante en que Luis, casi involuntariamente, extiende su brazo como para regalarle las flores a Consuelo) ¡¡Pedazo de… ridículo!! Consuelo:- (Negándose a recibirlas, subestimándolo) Chau Luis… Se apaga la luz del living. Aparece la cortina musical. La luz nos instala nuevamente en el estudio radial y nos devuelve el rostro de Juana. Juana:- (Con mucha rabia contenida) ¡Fahhh...! ¡Qué historia! ¡¡Qué historia!! (Con mucho odio)¡¡¡Que historia de mierda!!!(Trata de controlar su rabia) ¡No hay peor engañador que el engañado en su propio engaño! ¡¡Enredado en su propia tela!! (Mientras Juana lee de un libro que tiene en su mano. Desaparece la cortina musical y Luis, inesperadamente, ingresa en el estudio radial. Aún lleva puesto su traje gris y su corbata haciendo juego. Luce algo desmejorado, como si no hubiera pasado buenas noches. Trae en su mano un ramo de rosas rojas algo deterioradas) “El arte de agradar es el arte de engañar” “Muchas veces el “engañado” tiene tanto interés en creer la mentira como el autor del engaño” (Deja de leer y al levantar la vista lo descubre a Luis) ¿¡Qué haces acá!? ¿¡Quién te dejó entrar!? ¡¡Ah, no!! ¡¡Sos un reverendo hijo de puta!! ¡¡Encima me traes el ramo de rosas que no le dejaste a ella!! Luis:- (Le muestra el ramo de rosas) Las compré para vos… Juana:- ¡¡Mentira!! ¡¡Consuelo me lo contó todo!! ¡¡Con lujo de detalles!! ¡¡Pedazo de… estúpido!! Luis:- ¿Estuviste con ella?