3. 24. LUGAR DE ENCUENTRO ENTRE LEY Y
LIBERTAD
• 1. LA CONCIENCIA MORAL
• 2. LA CONCIENCIA CRISTIANA
• 3. LA AUTORIDAD DE LA CONCIENCIA
4. 1. Qué es la conciencia
La conciencia es la voz interior que
manifiesta al hombre la bondad o malicia
de una acción, para que haga el bien y
evite el mal; es el juicio de la razón, por el
que la persona humana reconoce la
cualidad moral de un acto concreto que
piensa hacer, está haciendo o ha hecho.
La conciencia resuena y avisa, y si se ha
hecho algo que la conciencia
reprueba, remuerde; si se ha obrado
bien, muestra su aprobación y alabanza.
5. Cardenal Newman.
• La conciencia es la mensajera
del que, tanto en el mundo de
la naturaleza como en el de la
gracia, a través de un velo nos
habla, nos instruye y nos
gobierna. La conciencia es el
primero de todos los vicarios
de Cristo
San Agustín
• La voz de Dios que resuena en
el interior del hombre
• Retorna a tu
conciencia, interrógala...
retornad, hermanos, al
interior, y en todo lo que
hagáis mirad al Testigo, Dios.
6. I. DEFINICIONES
Del latín conscientia (saber con)
1. Juicio que realiza la inteligencia
–a partir de la ley natural- con
el cual dictamina sobre la
bondad de un acto concreto
7. I. DEFINICIONES
2. Es la capacidad que tiene
la persona de enjuiciar
un acto concreto a la luz
de lo que percibe como
valores morales.
8. Compendio del catecismo
372. ¿Qué es la conciencia moral?
1776-1780
1795-1797
La conciencia moral, presente en lo íntimo
de la persona, es un juicio de la razón, que
en el momento oportuno, impulsa al
hombre a hacer el bien y a evitar el mal.
Gracias a ella, la persona humana percibe la
cualidad moral de un acto a realizar o ya
realizado, permitiéndole asumir la
responsabilidad del mismo. Cuando escucha
la conciencia moral, el hombre prudente
puede sentir la voz de Dios que le habla.
10. 1. LA CONCIENCIA MORAL
• 1.1. LA CONCIENCIA COMO
JUICIO DE LA RAZÓN
PRÁCTICA
• 1.2. PROPIEDADES DE LA
CONCIENCIA
• 1.3. LA SINDÉRESIS, LA
CIENCIA MORAL, LA
CONCIENCIA. LA VIRTUD DE
LA PRUDENCIA
11.
No se limita a afirmar la verdad de las cosas, sino qué exige
esa verdad
Es un juicio personalísimo: en el “sagrario” del hombre, nadie
lo puede sustituir.
Pero no es creación humana
En lo profundo de su conciencia, el hombre descubre una ley
que no se da a sí mismo, escrita por Dios en su corazón, en
cuya obediencia está la dignidad humana y según la cual será
juzgado (GS 16)
12. ARTÍCULO 6
LA CONCIENCIA MORAL
1776 “En lo más profundo de su conciencia el hombre
descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la
que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es
necesario, en los oídos de su corazón, llamándole
siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal [...]. El
hombre tiene una ley inscrita por Dios en su corazón
[...]. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario
del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz
resuena en lo más íntimo de ella” (GS 16).
13. • 1777 ordena, en el momento oportuno, practicar
el bien y evitar el mal.
• Juzga también las opciones concretas aprobando
las que son buenas y denunciando las que son
malas (cf Rm 1, 32).
• Atestigua la autoridad de la verdad con
referencia al Bien supremo por el cual la persona
humana se siente atraída y cuyos mandamientos
acoge.
• El hombre prudente, cuando escucha la
conciencia moral, puede oír a Dios que le habla.
Con-ciencia
1777
14. cum-scientiae
• 1778 La conciencia moral es un juicio de la razón por el que la
persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto
que piensa hacer, está haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y
hace, el hombre está obligado a seguir fielmente lo que sabe que
es justo y recto. Mediante el dictamen de su conciencia el hombre
percibe y reconoce las prescripciones de la ley divina.
15. 1778 La conciencia moral es un juicio de la razón por el que la
persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que
piensa hacer, está haciendo o ha hecho. En todo lo que dice y hace,
el hombre está obligado a seguir fielmente lo que sabe que es justo
y recto. Mediante el dictamen de su conciencia el hombre percibe y
reconoce las prescripciones de la ley divina:
La conciencia «es una ley de nuestro espíritu, pero que va más allá
de él, nos da órdenes, significa responsabilidad y deber, temor y
esperanza [...] La conciencia es la mensajera del que, tanto en el
mundo de la naturaleza como en el de la gracia, a través de un velo
nos habla, nos instruye y nos gobierna. La conciencia es el primero
de todos los vicarios de Cristo» (J. H. Newman, Carta al duque de
Norfolk,5).
16. Es
el resultado del
encuentro entre la ley
moral (la verdad, Dios) y la
libertad en el interior de la
persona
Respuesta de la libertad a
17. A. Se da siempre en todo acto libre
B. No obliga por sí mismo
C. Puede ser erróneo
D. Ha de conformarse libremente con la verdad
18. VINCULA A LA PERSONA
• Si no se sigue, se peca (Rm 14,23)
• Pero este carácter vinculante no le viene de sí misma
sino que es el eco de Dios
• Aunque la conciencia se puede oscurecer, el recuerdo
primordial de lo buen o y malo no puede
obscurecerse del todo “Al igual que no se puede
cancelar totalmente el sentido de Dios, ni apagar la
conciencia, tampoco se cancela nunca
completamente el sentido del pecado” (JPII RP18)
¿Por qué?
19. 1779 Es preciso que cada uno preste
mucha atención a sí mismo para oír y
seguir la voz de su conciencia. Esta
exigencia de interioridad es tanto
más necesaria cuanto que la vida nos
impulsa con frecuencia a prescindir
de toda reflexión, examen o
interiorización:
«Retorna a tu conciencia,
interrógala. [...] Retornad,
hermanos, al interior, y en todo lo
que hagáis mirad al testigo, Dios»
(San Agustín, In epistulam Ioannis
ad Parthos tractatus 8, 9).
20. 1780 La dignidad de la persona humana implica y exige
la rectitud de la conciencia moral. La conciencia moral
comprende la percepción de los principios de la moralidad
(«sindéresis»), su aplicación a las circunstancias concretas
mediante un discernimiento práctico de las razones y de los
bienes, y en definitiva el juicio formado sobre los actos
concretos que se van a realizar o se han realizado. La verdad
sobre el bien moral, declarada en la ley de la razón, es
reconocida práctica y concretamente por el dictamen
prudente de la conciencia. Se llama prudente al hombre que
elige conforme a este dictamen o juicio.
21. 1781 La conciencia hace posible asumir la responsabilidad de los
actos realizados. Si el hombre comete el mal, el justo juicio de la
conciencia puede ser en él el testigo de la verdad universal del
bien, al mismo tiempo que de la malicia de su elección concreta.
El veredicto del dictamen de conciencia constituye una garantía
de esperanza y de misericordia. Al hacer patente la falta cometida
recuerda el perdón que se ha de pedir, el bien que se ha de
practicar todavía y la virtud que se ha de cultivar sin cesar con la
gracia de Dios:
«Tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de
que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor
que nuestra conciencia y conoce todo» (1 Jn 3, 19))
22. LIBERTAD DE CONCIENCIA
•
•
•
•
•
¿Qué entendemos por esto?
¿Que la conciencia puede pensar lo que le da la gana?
¿Qué libremente debemos buscar la verdad?
Debate sobre libertad religiosa en el Vaticano II
Todos los hombres están “obligados” a buscar la verdad y una
vez conocida a abrazarla y practicarla
• ¿Quién obliga a esto?
• Diferencia entre libertad de conciencia y libertad de las
conciencias
23. 1782 El hombre tiene el derecho de actuar en
conciencia y en libertad a fin de tomar
personalmente las decisiones morales. “No
debe ser obligado a actuar contra su
conciencia. Ni se le debe impedir que actúe
según su conciencia, sobre todo en materia
religiosa” (DH 3)
24. 1.3. LA SINDÉRESIS, LA CIENCIA MORAL, LA
CONCIENCIA. LA VIRTUD DE LA PRUDENCIA
• La persona juzga a partir de la sindéresis: primeros principios (haz el
bien, evita el mal)
• A estos primeros principios debe añadirse la ciencia moral: preceptos
que explicitan las verdades morales fundamentales señaladas por la
sindéresis.
Se adquiere por propio razonamiento y por
enseñanza de otros
En la ciencia moral puede haber error, por eso es
tan importante la educación de las virtudes
Para aplicar la ciencia moral a cada caso la
prudencia
25. JUICIO DE LA CONCIENCIA
PRUDENCIA
CIENCIA MORAL
SINDÉRESIS
26. 2. LA CONCIENCIA CRISTIANA
• 2.1. LA GRACIA, LA FE, LA CARIDAD, LOS DONES DEL ESPÍRITU
SANTO
• 2.2. EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA Y LA CONCIENCIA
• En el cristiano unido a Cristo la voz de Dios en el hombre ha
sido sanada y elevada, para asemejarse con la conciencia de
Cristo
27. 2.1. LA GRACIA, LA FE, LA CARIDAD, LOS DONES
DEL ESPÍRITU SANTO
• La gracia da la fuerza para vencer dificultades, la razón
voluntad participan del conocimiento y amor con e
conoce y ama
• La fe capacita para realizar un juicio moral que sobrepas
luces naturales de la r
• La caridad nos lleva a amar como Dios
• La conciencia cristiana es el juicio de la razón prá
iluminada por la fe y movida por la ca
28. Pero además los dones del E.S.
• Moverse siempre y en todo
por el amor de caridad está
tan por encima de nuestras
fuerzas que necesitamos los
dones del E.S.
• Los dones del E.S. nos hacen
actuar espontáneamente y
como por instinto: es la
santidad
29. 2.2. EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA Y LA
CONCIENCIA
• La conciencia cristiana es tener la conciencia de Cristo. La
conciencia cristiana es eclesial. Cristo se nos da en la Iglesia, la
Iglesia es Cristo visible
• La luz del Magisterio no es una enseñanza más, depende de la
autoridad del Señor
• En la fidelidad al magisterio está la garantía de la autenticidad
del seguimiento de Cristo
30. 3. LA AUTORIDAD DE LA CONCIENCIA
• 3.1. LA CONCIENCIA, NORMA PRÓXIMA Y SUBJETIVA
DE LA MORALIDAD
• 3.2. LA CONCIENCIA NORMA “NORMADA” DE LA
MORALIDAD
• Cada uno debe seguir el dictamen de su conciencia
31. 3.1. LA CONCIENCIA, NORMA PRÓXIMA Y
SUBJETIVA DE LA MORALIDAD
• Norma próxima: está
dentro de nosotros
pero es subjetiva,
puede variar según
cada persona
32. 3.2. LA CONCIENCIA NORMA “NORMADA” DE
LA MORALIDAD
• La conciencia no dice lo que hay que hacer porque a ella le
parece, sino porque Dios así lo quiere, es el espacio santo
donde Dios habla al hombre (VS 58)
• La autoridad de la conciencia deriva de su función mediadora
• Por eso es norma normada
• “No es suficiente decir: sigue siempre tu conciencia, sino
añadir pregúntate si tu conciencia dice la verdad, de lo
contrario la conciencia se puede convertir en una fuerza
destructora de la humanidad” (JP II)
33. Veritatis Splendor ante algunas
desviaciones
• S.XX autonomía radical conciencia Conferencias
episcopales ante Humanae Vitae
• Autonomía creativa, criterio último verdad práctica
• La conciencia crearía la verdad y sería la fuente
última de moralidad y no podría equivocarse sólo así
sería realmente libre, detrás hay una falsa
concepción de la libertad
• Autonomía o heteronomía: mejor teonomía
participada, conversión
34. RECORDAMOS
Lugar de encuentro entre la ley moral y la
libertad personal
• A. Se da en todo acto libre
• B. No obliga por sí misma
• C. Puede ser errónea
• D. Ha de conformarse libremente con la verdad
• La conciencia es como una tuerca cuando se fuerza se va deformando
y al final no aprieta
35. COROLARIO:
El juicio de la conciencia
no es autónomo, sino
“heterónomo”, es decir,
la conciencia NO CREA la
ley moral, sino que la Ley
natural es anterior a ella
y en ella se fundamenta.
36. El problema de la conciencia
Cuando se obra contra la conciencia, la debilidad se acentúa y
la libertad se pierde. Todos tenemos esa experiencia, porque
todos somos débiles y obramos mal muchas veces. Los
sentimientos se maleducan y nos arrastran o nos atascan
según su capricho. Obrar en contra de la conciencia produce
una espiral hacia abajo, hacia la incoherencia; es como si el
hombre se disolviera por dentro. Por eso es tan importante
detener ese proceso degenerativo (que continuamente se
inicia), arrepentirse y volver a empezar todas las veces que
sea necesario. Sólo quien sabe arrepentirse protege su
37. Cicerón lo ha expresado con gran rotundidad: "en un corazón
podrido por las pasiones hay siempre razones ocultas para
encontrar falso lo verdadero; del fondo de la naturaleza
desviada se elevan brumas que oscurecen la inteligencia.
Nos convencemos fácilmente de lo que queremos y cuando
el corazón se entrega a la seducción del placer, la razón se
abandona en brazos de la falsedad que justifica (De natura
deorum, I,54).
San Agustín lo explica esplendidamente: "Los que aman otra
cosa distinta que la verdad, quisieran que lo que aman fuera
la verdad. Como no quieren engañarse, pero tampoco
quieren reconocer la verdad, odian la verdad a causa de
aquello que aman en su lugar" (Confesiones, 10, 23).
38.
A la costumbre de guiarse
siempre por lo que la
conciencia ve, se le llama
rectitud, honradez. La
rectitud da a la vida
humana una extraordinaria
calidad y una
extraordinaria belleza.
Hace al hombre
verdaderamente dueño de
sus actos y acentúa la
personalidad
39.
40. Imaginemos que vivimos en un país donde reina un régimen opresor y tiránico, donde
los derechos de los ciudadanos son despreciados, donde reina el terror. Un día nos
tropezamos con un viejo amigo al que apreciamos mucho, pero del que no teníamos
noticia. En medio de la alegría del encuentro, nos relata su historia reciente: en estos
años ha sido perseguido y hecho prisionero; ha sufrido mucho en la cárcel y ha sido
sometido a humillantes penalidades. Sólo ha podido liberarse de ese infierno cuando
se ha decidido a colaborar y ha delatado a varios compañeros.
Seguramente, nos quedaríamos helados; habríamos seguido el relato con enorme
simpatía hasta llegar a ese horrible final. Quizá podemos entender su situación;
comprendemos que después de haber sufrido tanto y ante el temor de más dolores y
quizá de una muerte espantosa, un hombre se rompa. Y lo entendemos
mejor, porque quizá no sabríamos responder de nosotros mismos en una situación
semejante. Pero causa una pena inmensa que una persona a la que amamos haya
hecho algo tan horrible como delatar a sus compañeros.
41.
Es verdad que cada uno de nosotros carece de autoridad moral para
exigir de otro un comportamiento heróico. Quizá no le podemos
pedir que sacrifique sus bienes para salvar los nuestros.
Especialmente, si tenemos presente la propia debilidad, no nos
sentiremos capaces de reprochar a nadie que haya cedido en
circunstancias difíciles.
En cambio, la dignidad del hombre exige no ceder en esas
circunstancias. Cada uno de nosotros está obligado, no porque otros
se lo pidan o se lo reprochen, sino porque se lo piden las cosas
mismas, se lo pide, sobre todo, su propia dignidad de hombre. No
podemos exigir a nadie en nombre propio un comportamiento
heroico, pero por el bien de toda la humanidad, por la dignidad del
hombre sería mejor que fuera capaz de él. Y si nos tocara participar
en una situación así, tendríamos que recordárnoslo o recordárselo a
otros, por nuestro bien y por el de toda la humanidad. Su fracaso es
el fracaso de todos. Sería una desgracia haber nacido hombres si no
hubiera hombres capaces de vivir y morir con dignidad.
42.
¿Se puede pedir a un soldado que defienda con la vida
una posicion estratégica? ¿Y a un bombero que arriesgue
su piel por salvar a un niño? ¿Y a un capitán que
abandone el último el barco que naufraga? ¿Se puede
pedir a un médico que atienda a un infeccioso? ¿a un
piloto de aviación que ceda su paracaídas al último
pasajero? ¿a un policía que se ponga en peligro por
liberar a un secuestrado? ¿Se puede pedir a una madre
que se juegue la vida al dar a luz a un hijo?