Este documento describe las condiciones de los migrantes que cruzan la frontera entre Marruecos y España. Relata cómo el gobierno español ha hecho de la deportación ilegal de migrantes africanos a Marruecos una práctica habitual, enviándolos de vuelta después de maltratos policiales y abandonándolos en el desierto junto a la frontera con Argelia. También habla de la militarización creciente de la frontera entre España y Marruecos, y cómo esto ha aumentado las muertes y el sufrimiento de los migrantes,
1. NADIE ES ILEGAL
No.17•noviembre2013•enero2014
México • Senegal • España • Marruecos • Medio Oriente • Bolivia • Centroamérica • África Subsahariana • Italia • Irán • Túnez • Rumanía • Francia
Cruzar la Frontera
Estados Unidos
Dreamers,
“¡ven y arréstanos!”
Grecia
La crisis refuerza
el racismo
Brasil
Desarrollo a costa del
esclavismo indígena
Canadá
La permanente
migración temporal
2. Nadie es
desinformemonos.org
ilegal
G L O C A L
MIRADA
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DIRECTORIO
E
l hecho de cruzar una frontera en busca de una esperanza los convierte en
delincuentes. No lo son, nunca lo fueron, pero una política absurda los expulsa
de sus países. A veces es la pobreza, otras las guerras y las persecuciones,
o su condición nómada y trashumante que no reconoce fronteras. Siempre es la
búsqueda que no termina y los arroja a un mar de incertidumbres, a la nada.
Es ya “una tragedia de nuestro tiempo esta inmensa masa migrante que vaga por
el mundo buscando casa”, dice el gran escritor uruguayo Eduardo Galeano. Y lo es.
Las estadísticas los convierten en número, pero son vidas las que se mueven de un
lado a otro cruzando líneas inventadas que dividen a los pueblos. Puentes que se
abren para las mercancías y se cierran para los humanos, en un mundo que escupe
personas y deglute dineros.
Para ellos y ellas no hay futuro. En sus lugares de origen la miseria o la violencia
los obliga a buscar horizontes. Emprenden un trayecto en el que se juegan cada
minuto la vida. Policías, intermediarios conocidos como coyotes, crimen organizado,
transportes peligrosos (lo mismo una balsa en el estrecho de Gibraltar que un tren
de carga de sur a norte en el México profundo), son sólo algunos de los peligros
de un camino que termina donde empieza la discriminación, la explotación y el
desprecio en el país que los recibe.
De Centroamérica y de México a Estados Unidos; de Marruecos a España; de
Medio Oriente a Grecia; de Irán y de Asia a Estados Unidos; de Túnez a Francia;
de África Subsahariana al sur de Italia; son algunas de las rutas de la ignominia
que Desinformémonos presenta en este número. Son una pequeña muestra de lo
absurdo de un mundo que criminaliza y mata al migrante y, al mismo tiempo, lo
explota hasta la esclavitud.
“Vivir y morir entre extranjeros puede parecer menos absurdo que vivir perseguido
y torturado por los propios compatriotas. Todo esto es cierto. Pero emigrar siempre
será desmantelar el centro del mundo y, consecuentemente, trasladarse a otro
perdido, desorientado, formado de fragmentos”, dice John Berger, otro gran escritor,
él de origen inglés, migrante radicado en el sur de Francia.
Y en este mundo al revés, de debajo de abajo viene también la solidaridad, la mano
que se extiende y hermana. Colectivos y organizaciones en todo el mundo que
luchan para que las fronteras se abran no sólo para el capital, sino para las vidas
que transitan. Migrantes que se juntan para no sentirse solos y alzan la cabeza para
gritar por sus derechos, porque, dicen, nadie es ilegal. Los ilegales son ellos, los
que han impuesto fronteras y reglas para cruzarlas.
3. No.17 • noviembre 2013 • enero 2014
De Estados Unidos a Estados Unidos
Sin miedo y
sin documentos
Jóvenes que llegaron a Estados Unidos siendo niños se enfrentan a la imposibilidad de regularizar su situación migratoria o realizar
estudios superiores. Se llaman Dreamers, son activistas y no tienen miedo a ser arrestados.
Texto original: Eileen Truax • Foto: David Bacon
• 3 •
Phoenix, Estados Unidos. Seis jóvenes
indocumentados sentados sobre una manta
bloquean la avenida principal del barrio latino de West
Phoenix, y aseguran no tener miedo. Sus camisetas,
con letras rojas en fondo negro, dicen “Ya no nos
quedaremos en las sombras”. Son adolescentes
dispuestos a ir a la cárcel, a enfrentarse con las
autoridades, a ser deportados. Ellos son los Dreamers,
o Soñadores.
Los jóvenes de este movimiento llegaron a Estados
Unidos por una decisión de sus familias y no tienen
documentos que les permitan permanecer en el
país. No tienen acceso a educación superior por ser
extranjeros, pero el gobierno ya invirtió en ellos 12
años de educación básica. Quieren ser parte del país
porque es el único que conocen.
Los jóvenes soñadores actúan en estados como
Alabama, Arizona o Georgia, azotados por leyes
antiinmigrantes que permiten a las autoridades
detener a un indocumentado sólo por parecerlo. Tal
vez por eso, en medio de la protesta y con la voz
cargada de ira, Viridiana Hernández, de 20 años, tomó
un megáfono para gritar: “¡Dejen de buscarme! No me
pienso esconder más, soy indocumentada y aquí estoy.
¡Ven y arréstame!”.
El limbo legislativo afecta a más de 700 mil jóvenes
inmigrantes indocumentados mayores de 18 años,
y otros 900 mil menores que se encontrarán en la
misma situación cuando lleguen a la mayoría de
edad. Eso es lo que busca solucionar el DREAM Act,
iniciativa de ley que convirtió a todos en “Soñadores”.
Mohammad Abdollahi es el principal dirigente de la
organización DreamActivist desde su fundación, en
2011. El grupo cree que mientras más visibles sean y
mejor organizados estén, menor será el riesgo de que
los arresten y los deporten. “Si detienen a uno solo y
nadie levanta la voz, en unas horas estará deportado;
pero si somos varios y hay una alerta, movilizamos a
los medios, la gente pregunta por nosotros. Cuando la
gente tiene miedo, pierde el poder”, afirma.
Desobediencia civil
“No los dejaré solos; sé cómo prolongar lo más
posible la salida de un indocumentado, pero sepan
que eso les puede cambiar la vida porque van a vivir
en zozobra”, alerta un abogado que los apoya. “Pero
si así vivimos. Mañana pueden detener a cualquiera
de nosotros mientras camina a la tienda”, responde la
joven Viridiana, con una sonrisa sarcástica.
Una vez en la movilización, los chicos repasaron
las consignas, se apuntaron el número de una hot
line para llamar desde la cárcel, dieron un beso
a la familia. Mohamed Abdollahi hizo un último
recordatorio: su resistencia es pacífica, la actitud
hacia los policías debe ser siempre amable.
Tras detener a los jóvenes y llevarlos a prisión,
la policía local no logró involucrar a la autoridad
de inmigración porque los detenidos no tenían
antecedentes criminales. Con una fianza por el
bloqueo de la calle, los liberaron. Un día y medio más
tarde, los seis estaban afuera, sin cargos y sin más
documento que la confianza en su gente. Y por ahora
con eso les basta.
Eileen Truax es autora de un libro sobre los
Dreamers. Para mayor información, visita:
www.dreamersellibro.com
4. No.17 • noviembre 2013 • enero 2014
De Senegal a España
Ya no vivimos con el
miedo de antes: Barry
Barry viene de Senegal y vive en Zaragoza, donde participa en la Red de Apoyo a Sin Papeles de Aragón. “La primera de nuestras
luchas fue por la despenalización de la venta de material audiovisual ‘pirata’ en las calles”, cuenta.
Testimonio recogido en Zaragoza, España, por Sergio de Castro Sánchez • Foto: Sergio de Castro Sánchez
• 4 •
No sabíamos que el permiso de residencia era por
tres meses y creíamos que había posibilidades de
obtener nuestros papeles. Con las malas condiciones
de vida en Senegal, tres compañeros y yo decidimos
quedarnos en España cuando la Exposición se acabó.
En Senegal vivía con cinco hermanos y era el único
que trabajaba. Toda la familia tenía esperanzas en
mí. En España, por el mismo trabajo que se hace en
Senegal, se paga mucho más. Vine en avión, pero
hay los que se juegan la vida en cayucos (pequeñas
canoas con las que migrantes viajan desde países
como Senegal o Mauritania hasta las Islas Canarias).
Yo tenía mucho miedo de salir a la calle, la policía
siempre exigía los papeles. Ahora, con las luchas, ya
no vivimos con el miedo de antes. Sabemos cuáles
son nuestros derechos y que, aunque no tenemos
papeles, somos personas. Estamos con gente que nos
ayuda.
Aun así, me detuvieron. Venía de una reunión del
grupo de autoempleo de la Red de Apoyo a Sin
Papeles de Aragón e iba por la calle con un amigo que
tiene papeles. Unos policías nos pararon y pidieron
los papeles. A mí y a otros chicos nos llevaron a la
comisaría.
No tengo un trabajo fijo, pero gracias al grupo de
autoempleo de la Red, consigo pequeños trabajos
como dar talleres de djembé, cocinar o comprar cosas
para revender. Antes lo pasé muy mal aquí. No se lo
decía a nadie porque yo lo elegí y debía asumir mis
responsabilidades.
La Red está compuesta por 500 personas españolas y
extranjeras. Somos un grupo de mestizaje - el mongol,
el italiano, el francés, el senegalés… todos juntos
hacemos cosas.
La primera de nuestras luchas fue por la
despenalización de la venta de material audiovisual
“pirata” en las calles, que en España está en manos
de migrantes, en su mayoría sin papeles. Luchamos
para que no fuera delito. Conseguimos al menos que
ya no se vayan a la cárcel por esto. Ahora pagan una
multa, pero también hay riesgo de expulsión.
¿Qué espero del futuro? Quiero vivir las cosas como
vienen. Ahora tengo todo lo que quiero: mis amigos,
mi familia en la Red. Sólo me falta apoyar a mi familia
en Senegal, ese es mi deseo.
Mi nombre es Abdoulaye Barry y soy de Senegal. Llegué a
Zaragoza en 2008 a trabajar en la Exposición Internacional con
un contrato del gobierno de mi país.
5. No.17 • noviembre 2013 • enero 2014
De Marruecos a España
Un agujero oscuro
en la frontera sur
El gobierno de España hizo de la deportación ilegal de migrantes africanos a Marruecos una práctica habitual. Después del maltrato
en dependencias policiales son deportados a la frontera con Argelia y abandonados en el desierto.
Texto original: Manuel Lario • Foto: Oscar Llago
• 5 •
Murcia, España. Melilla y Ceuta, ciudades bajo
soberanía española en el norte de Marruecos,
forman una de las fronteras europeas terrestres
más singulares. Frontera entre antiguos colonizador
y colonizado; entre el cristianismo y el islam; entre
la Unión Europa y África; entre el rico norte y el
sur empobrecido. La tensión entre los que buscan
mejores oportunidades en Europa y los que los
impiden es constante.
Desde 2005, cuando centenares de personas
intentaron por primera vez saltar las vallas que
protegen la frontera, la represión aumenta. En
este episodio, al menos 16 inmigrantes murieron
y decenas quedaron heridos. Las fuerzas de
seguridad marroquíes detuvieron a más de cuatro mil
subsaharianos en los alrededores de Ceuta y Melilla.
Los detenidos fueron deportados hacia las fronteras
del desierto saharaui y abandonados allí.
Una ley que no se cumple
Ocho años más tarde, después de varios
enfrentamientos entre policía e inmigrantes, el
Presidente de Melilla, Juan José Imbroda, reclama
la reforma de la ley de extranjería para devolver
automáticamente a Marruecos a todos los que entren
a la ciudad de forma “violenta”. De ser atendida la
petición, las garantías legales existentes quedarán
anuladas.
Según la ley española, los inmigrantes africanos o
asiáticos que llegan a suelo español no pueden ser
devueltos directamente a Marruecos. La ley obliga
el ingreso en los Centros de Estancia Temporal de
Inmigrantes (CETI ), mientras se espera la solución
de las demandas de asilo - denegadas en su gran
mayoría. Los inmigrantes entran en un limbo que
puede durar varios años a la espera del traslado a la
península.
La norma es militarizar
La militarización de la frontera y el refuerzo de las
vallas y sistemas de seguridad son crecientes. Por
20 millones de euros instalaron aspersores de gas
lacrimógeno, cámaras de vigilancia y sensores de
sonido, de movimiento y térmicos. Un sistema de
alarma temprana alerta a la Guardia Civil sobre la
aproximación de personas a dos kilómetros de la
frontera. En el otro lado y con financiamiento de la
Unión Europea (UE), el ejército marroquí estableció
numerosos puestos de vigilancia y campamentos
militares.
El blindaje funciona, pero también aumenta las
muertes y el sufrimiento de los inmigrantes. Y no
detiene los intentos de entrada, que siguen con
grupos reducidos por tierra, a nado cerca de la costa,
con la ayuda de motos acuáticas u ocultos en dobles
fondos de vehículos.
Durante el cuarto encuentro por los derechos de
los refugiados y solicitantes de asilo, celebrado en
septiembre de 2013 en Rabat, se constituyó una
red de organizaciones marroquíes en defensa de
los derechos de los refugiados y de los inmigrantes
subsaharianos. La red nace en un momento decisivo
para la situación de las personas refugiadas y
solicitantes de asilo en Marruecos. Una de sus
primeras acciones fue convocar una marcha hacia la
frontera de Ceuta en recuerdo del octavo aniversario
de los acontecimientos ocurridos en las vallas en
2005. Ocho años después, su caza y persecución
continúa.
6. No.17 • noviembre 2013 • enero 2014
Entrar a Estados Unidos
Unos son la carnada y
otros son los que pasan
Al llegar a la línea te encuentras con un terreno baldío, grande, parecido a un cementerio, lleno de
cruces. Los que cruzan, clavan su cruz.
Testimonio recogido en la Ciudad de México por Sergio Adrián Castro Bibriesca
Foto: Murphy Woodhouse
Eran las nueve de la mañana, íbamos tres en un
carro además del conductor, no conocía a los que
iban conmigo. En el camino desayunamos y el coyote
me dijo que tenía que comprarme ropa de cholo, para
vestirme como los del otro lado. Me disfracé para que
no me deportaran. Compré una camisa, un pantalón y
tenis. Me daba miedo, pero intentaba verme seguro.
Los que conoces te dicen que te encomiendes a la
Virgen y te dan a su manera sus bendiciones. Al llegar
a la línea te encuentras con un terreno baldío, grande,
parecido a un cementerio, lleno de cruces. Los que
cruzan, clavan su cruz. Pones tu nombre, la fecha, y
atrás tus metas - trabajar y regresar con bien. Cuando
regresas bien, quitas la cruz como un símbolo de
agradecimiento, y cuando no lo logras o falleces en el
intento, es el único medio para saber algo de ti, y de
todos los que intentaron cruzar.
Cuando llegué a la línea vi que
muchos esperaban el
momento justo
para
entrar. Una gran fila, todos con gran actitud. Cuando
pasas, la misma gente de ahí te anima, te apoya y te
da la buena vibra.
Para entrar a los Estados Unidos hay algunas formas:
la primera es por la línea, en auto, te consiguen
papeles de gente que se parezca a ti; la otra es
meterte a la cajuela, los autos vienen equipados con
oxígeno; también puedes entrar nadando o caminando
por el desierto. Yo brinqué el muro. Primero pasaría
por la línea pero no se pudo; luego me meterían a
la cajuela, pero yo no quise, porque yo veía como
morían personas, ya que algunos te dejan en el auto,
abandonado.
Ya era tarde, casi noche, llegué a Santa Ana, en
California, una mujer me pasó hasta allá. Cuando
cruzas del otro lado, antes de entrar a las ciudades
hay otro retén para los inmigrantes que pasaron
el primer filtro. Antes de pasar nos rebasó una
camioneta con las luces apagadas, señalizó con las
luces y se fue. Las tres unidades de policía que se
acercaban siguieron a esa camioneta, lo que nos dejó
el camino libre. Pasamos todos los que pudimos. Me
dijeron que unos son la carnada y otros son los que
pasan. Los nuevos normalmente son la carnada. Yo
tuve la suerte de pasar rápido. Eran las cuatro de la
mañana y yo llegaba a mi destino.
Me fui para los Estados Unidos en octubre de 2002.
Dejé mi país porque me orillaron las necesidades
económicas, las deudas, la desesperación de querer
comprar algo y no poder. Cuando fui me emocionaba
llegar a un país primermundista, porque cumpliría el
sueño americano. Mi idea era quedarme por allá y
ayudar a mis padres.
Encontré trabajo en la construcción, ahí trabajé
tres años. El primer problema fue el idioma, no
entendía mucho, tardé como seis meses en entender
completamente las órdenes de mi jefe.
Uno piensa que de regreso encontrará todo igual, a
tus padres igual de fuertes, a tus amigos en el mismo
rollo, pero no, el tiempo pasa y adaptarse es lo más
difícil al regreso.
Me llamo Rafael Martínez Ramos y tengo 31 años. Soy
ingeniero petrolero y ya trabajo, no me va mal. Pienso
regresar por mi cruz allá en la línea. La cruz la dejas
con la virgen como agradecimiento por cuidarte en el
camino y allá, en los Estados Unidos.
7. Un reciente estudio de la Universidad de Arizona
encontró que una de cada cuatro personas
deportadas tenía un hijo menor de 18 años que era
ciudadano estadounidense.
En 2012, la mayor parte de los cuerpos de migrantes
fue identificada a través de las licencias de conducir o
por sus pertenencias. Es un método inexacto, porque
los objetos pasan de una mano a otra en el proceso
de migración.
Sin la prueba de ADN, es imposible que las familias
sepan con certeza lo que sucedió a sus seres
queridos, como señala Marta Iraheta, cuyo sobrino
desapareció en el desierto: “ellos encontraron un
cadáver que estaba en los huesos. Necesitamos el
ADN para saber que en realidad era él, pero en Texas
no hay ADN. Sin eso no podemos hacer nada”.
Los familiares, los activistas locales y grupos
humanitarios luchan no sólo para que los muertos
sean identificados, sino para que los migrantes
ya no mueran en su intento por cruzar la frontera.
Esto implica alejarse de la aplicación de políticas de
migración que militarizan e implementar otras que
respeten los derechos humanos.
*Este artículo fue publicado originalmente en inglés en el
Programa de las Américas
No.17 • noviembre 2013 • enero 2014
De México a Estados Unidos
• 7 •
Texas, Estados Unidos. Las muertes de migrantes
en la frontera se encuentran en su punto más
alto en Texas. En las últimas dos décadas, miles de
hombres, mujeres y niños murieron en sus intentos
por atravesar la frontera entre Estados Unidos y
México. El Congreso de Estados Unidos presiona para
que se incremente la “seguridad” en la frontera, que
causa más muertes.
Los “obstáculos” en el camino de los migrantes sin
papeles incluyen daños físicos, enfermedad y muerte.
Para las familias, la muerte de sus seres queridos no
siempre es el final del viaje, ya que muchos cuerpos
encontrados en el desierto no son identificados, y los
migrantes quedan como desaparecidos.
Las actuales “desapariciones” son producto de la
letal mezcla entre las políticas de inmigración de
Estados Unidos, su aplicación en la frontera y políticas
económicas neoliberales en la región, como el Tratado
de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)
y el Tratado de Libre Comercio de Centroamérica
(TLCC), que desplazaron tanto a campesinos como a
trabajadores urbanos.
La muerte de migrantes aumenta aun cuando el
número de gente que intenta cruzar la frontera
Estados Unidos-México disminuye. En 2012, la
Universidad de Arizona reportó 463 migrantes
muertos en el conjunto de los estados fronterizos. Es
el número más alto desde 2005, cuando la patrulla
detuvo tres veces más migrantes que en 2012.
El aumento de muertes en la frontera debe ser visto
en el contexto de una creciente criminalización
de la migración en Estados Unidos. El número de
deportaciones alcanzó su ápice en 2012, cuando el
Control de Aduanas y Migración (ICE, por sus siglas en
inglés) reportó más de 400 mil deportaciones.
Estas políticas dividen familias, separan a miles de
padres y madres de sus hijos, quienes tienen la
ciudadanía. Entre 2010 y 2012, más de 200 mil
deportaciones involucraron a padres y madres con
hijos que contaban con la ciudadanía estadounidense.
De sin papeles a
no identificado
La muerte de migrantes aumenta aun cuando el número de gente que intenta cruzar la frontera Estados Unidos-México disminuye. En
2012, la Universidad de Arizona reportó 463 migrantes muertos en el conjunto de los estados fronterizos.
Texto original: Christine Kovic • Traducción: Amaranta Cornejo Hernández
Foto: Murphy Woodhouse
8. • 8 •
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Fortalecimiento de ideas
9. Entre la crisis y la
violencia fascista
En la Grecia en crisis, el fascismo gana fuerza con un discurso de “protección” a la nación y la
violencia llega a la capa más vulnerable de la población: los migrantes.
Texto original: Gloria Muñoz Ramírez • Foto: Simela Pantzartzi
L
os de debajo de abajo en una Grecia
sumida en la peor de sus crisis económicas
son los migrantes. Vienen de Afganistán,
Irak, Bangladesh, Albania, Pakistán y un
etcétera que abarca naciones en conflicto
de África del norte y Medio Oriente. La crisis, es
cierto, pega parejo, pero más a los que llegaron de
lejos y además de sobrevivir en el desempleo, ahora
son víctimas de la violencia feroz protagonizada por
grupos fascistas que se fortalecieron en este periodo
de austeridad. No son nuevos los ataques, pero ésta
es una embestida acompañada de un crecimiento
histórico de Alba Dorada, partido que los representa, y
que obtuvo un histórico siete por ciento en el proceso
electoral de junio del 2012.
Los integrantes de Alba Dorada salen en grupos a las
calles, siguen a algún migrante, lo muelen a golpes
y se van sin que intervenga la policía. En los barrios
de Neos Kosmos, Kalithea, Agios Panteleimonas y
Pérama, entre otros, casi todos los días se registran
No.17 • noviembre 2013 • enero 2014
agresiones en un ambiente de ultranacionalismo que
legitima su discurso y envalentona a los agresores en
las calles.
En Pérama, un barrio de astilleros en el que se
registró en el 2012 hasta 90 por ciento de desempleo
(no era momento de construir barcos), los fascistas
entraron a la casa de unos pescadores egipcios y
les dieron una paliza que los envió al hospital. En
otro caso, ingresaron a una tienda en Kipseli, barrio
céntrico de Atenas, y arrasaron con todo. A otro
migrante lo siguieron y lo atacaron en un pequeño
establecimiento de sublaki (comida popular griega)
en el barrio de Kalithea. A otros más dentro de los
vagones del Metro.
La crisis económica le infunde a la ultra derecha un
discurso que puede explicar su fortalecimiento: “Hay
muchos migrantes que ocupan las plazas de trabajo
de los griegos, además roban a la gente en las calles
y, por tanto, hay que acabar con ellos”. Los fascistas
ahora ofrecen también “protección” a la población.
Acompañan, por ejemplo, a una viejita al banco para
que “no sea agredida en el camino”. También hacen
algo más complejo: si el dueño de un departamento
no recibió la renta de parte de unos migrantes, llama
a Alba Dorada y una semana después la ultraderecha
le entrega las llaves de su departamento, el cuál ha
sido pintado y arreglado por ellos y, por supuesto, un
sobre con el dinero que se les debía. La forma con la
que lo consiguieron no importa.
Es alarmante y es verdad: un sector de la sociedad
griega se corre a la
ultraderecha como
una de las tantas
consecuencias de
la crisis.
De Medio Oriente a Grecia
10. Africa a España
6.7 mil
Cuba al Mundo
35 mil
Centro America a EUA
400 mil
México
EstadosUnidos
Canadá
Brasil
España
Francia
Grecia
Italia
México
CentroAmericaCubaBoliviaBrasil
MarruecosSenegalTunez
AfricaSubsaharianaRumania
MedioOriente
Iran
PAISES DE
ORIGEN
PAISES DE
DESTINO
(Cifras estimadas de cruces transfronterizos sin papeles al año)
México a EUA
390 mil
12. No.17 • noviembre 2013 • enero 2014
De Bolivia a ningún lado
“Yo me quedo aquí”,
un taxista en Cochabamba
Raymundo tiene 35 años de edad y desde hace diez vive en Cochabamba. Renunció a emigrar a otro país porque
tiene la esperanza de poder “cambiar las cosas para que estemos mejor”.
Testimonio recogido en Cochabamba, Bolivia, por Matteo Dean • Foto: Brisa Araujo
• 12 •
La difícil situación económica de Bolivia hace que la
emigración hacia países vecinos, principalmente
Argentina y Brasil, sea grande. Aunque la situación
es dramática, muchos todavía tienen la esperanza
de mejorar su situación sin la necesidad de irse.
Raymundo es uno de ellos.
Soy Raymundo, nací en Potosí, sur de Bolivia. Tengo
35 años y vivo desde hace diez en Cochabamba. Aquí
la situación económica es desastrosa, obliga a que
muchos migren al extranjero para buscar una vida
mejor. Pero hay consecuencias: encuentran segundas
familias, olvidan la familia boliviana y su propio origen.
Olvidan dónde nacieron, de dónde salieron.
Yo me quedo aquí. Ahora tengo dos trabajos. Trabajo
como enfermero en un hospital. Cuando estoy libre
trabajo en el taxi, y aún así no alcanza para ahorrar,
para tener un lugar digno dónde vivir aquí en Bolivia.
Tengo tres hijos. La mayor tiene diez años y el más
pequeño, cinco. Para darles una vida decente uno
trabaja mucho, hasta el cansancio. Amo a mis hijos,
no pienso ni un momento en no hacer todo lo que
pueda por ellos.
Con Evo [Morales, presidente boliviano], el gobierno
mejoró, pero aún así nuestro salario no alcanza para
un plato digno en la casa. A veces la mujer trabaja
también para tener más dinero… Tuvimos malos
gobiernos que se aprovecharon de la economía para
llenar sus propios bolsillos.
En Potosí hay mucha riqueza. Están empresas
privadas que sacan minerales del suelo y en todos
estos años no dejaron nada. Las cosas siguen iguale,
no se ve cambio. Allá viví mi infancia.
Hay que ser optimistas. El gobierno no es el mejor,
pero la oposición es peor. Evo Morales dice ser
indígena, pero no habla una lengua indígena. Habla
bien cuando está en el exterior o cuando recibe
visitas, pero aquí las cosas no son perfectas como él
dice.
Hay demasiados pobres y muchas protestas también.
En el sur protestan en contra de las minas. Aquí
protestaron por el agua. Y el gobierno no siempre
escucha.
Hace diez años vine a trabajar. Vine sólo, alcancé a mi
hermana que vivía aquí e hice mi familia. No quise ir
a otro país porque cuando la gente se va, se olvida de
lo que tiene aquí. Construyen otra familia. Yo prefiero
esforzarme aquí en Bolivia para mejorar la situación,
en lugar de buscar en otros países.
Eso es mendigar, ¿no? Y todavía la gente te trata mal
en el extranjero. No eres digno de que te traten bien.
Y de repente te quitan el trabajo. ¿Y si te quedas sin
trabajo?, ¿qué haces? O te regresas, o haces cosas
malas. Ahora trabajo aquí, aporto aquí. Quiero cambiar
las cosas para mejorar, para que no haya pobres, ni
la necesidad de salir del país, abandonar tu tierra y
tu gente.
También aporto para mi pensión, porque cuando uno
es grande necesita descansar. Los hijos se dedican
a sus familias, tienen que hacer lo suyo. Muchos
mendigan; o trabajan, pero se jubilan. Abuelitas
venden lo que pueden porque no tienen con qué vivir.
Es una lástima, tantos
países se aprovecharon de
nuestra materia prima, y
mira cómo estamos.
13. No.17 • noviembre 2013 • enero 2014
manera, son excluidos de algunas previsiones de la
legislación laboral por su estatus migratorio temporal
y su ocupación laboral (jornalero).
La organización comunitaria Justicia para
Trabajadores Migrantes, con sede en Canadá, se
organiza con trabajadores agrícolas de diferentes
países de Latinoamérica, Asia y el Caribe. Sus
principales demandas son el derecho a la
regularización y protección total en la legislación
laboral provincial; y abolición de los programas de
empleo temporal impulsados por el sector industrial,
ya que crean un sistema de servidumbre impuesta y
acceso igualitario a todos los servicios y prestaciones
sociales.
Independientemente del número de años que un
jornalero migrante haya trabajado en Canadá y de los
lazos que desarrolló ahí, no tiene la opción de solicitar
residencia permanente o ciudadanía. “Canadá sólo
nos quiere por nuestro trabajo, cuando ya no servimos
nos despiden con una patada en el trasero”, afirma
Ricardo, un trabajador originario de Oaxaca que
después de trabajar por ocho años consecutivos en un
invernadero de jitomates, desarrolló cáncer de sangre,
fue despedido y regresado a México.
De México a Canadá
Las ilusiones rotas
y los bolsillos vacíos
Ricardo, un trabajador originario de Oaxaca, después de servir a su patrón por ocho años consecutivos en un
invernadero de jitomates, desarrolló cáncer de sangre, fue despedido y regresado a México.
Adriana Paz Ramírez • Fotos: Justice for Migrant Workers (J4MW)
• 13 •
Además de trabajar jornadas de más de 14
horas por 24 dólares al día y de vivir en malas
condiciones - como en trailers sin calefacción, con
baños portables completamente obstruidos, los
trabajadores migrantes en los campos canadienses
contratados a través del Programa de Trabajadores
Agrícolas Temporales (PTAT), enfrentan la amenaza de
deportación si reclaman mejores condiciones.
“En México somos pobres pero vivimos con dignidad.
No dormimos en el suelo como animales”, dijo Adán
cuando supo que al día siguiente sería deportado a su
país, después de organizar una huelga en la granja de
arándanos en la que trabajaba. Su compañero Daniel
añade: “Nos regresamos a México con las ilusiones
rotas y los bolsillos vacíos, pero con la frente en alto.
Nos rehusamos a vivir y trabajar como animales”.
El PTAT es parte de un tratado binacional entre
Canadá, México y los países del Caribe. El tratado
con México fue firmado en 1974. El programa fue
instituido como respuesta a la aparente escasez de
mano de obra laboral (barata) en la industria agrícola
canadiense y fue implementado como una “solución
temporal”. Actualmente existen más de 25 mil
trabajadores en todo el país que llegan anualmente a
trabajar en los cultivos de frutas, verduras y hortalizas.
Aunque el programa satisface la necesidad de mano
de obra de los granjeros canadienses, debilita los
derechos y restringe severamente la movilidad laboral
y las oportunidades de los trabajadores. Un jornalero
agrícola migrante llega a Canadá con una visa de
trabajo cerrada para trabajar por hasta ocho meses.
Antes de dejar su país, el trabajador debe firmar un
contrato individual con el patrón en el que renuncia a
su derecho de buscar mejores condiciones de trabajo
y vivienda.
Miedo y repatriación son las constantes que rigen en
el PTAT. Cuando los trabajadores se enferman o se
accidentan, son enviados a México antes de apelar la
decisión o buscar atención médica apropiada. De igual
14. De Centroamérica a México
El Estado mexicano, cómplice de los
secuestros de migrantes centroamericanos
Un caso paradigmático de la violencia contra migrantes es la masacre de San Fernando, ocurrida en el norteño
estado de Tamaulipas en 2010 –cuando 72 migrantes fueron asesinados por el crimen organizado.
Texto original: Adazahira Chávez • Fotos: Prometeo Lucero y Clayton Conn
• 14 •
México, DF. El Estado no es cómplice sólo por
omisión en las desapariciones forzadas de
migrantes en tránsito por México, ya sean nacionales
o de otros países: “está en connivencia, hay
participación”, afirma Camilo Pérez Bustillo, integrante
del equipo de trabajo del Tribunal Permanente de los
Pueblos (TPP) y profesor-investigador de la Universidad
Autónoma de la Ciudad de México.
Se trata, explica el investigador, de una complicidad
estructural transnacional entre los países de origen,
tránsito y destino implicados, en la que a México
le toca “hacer el trabajo sucio y ampliar la política
migratoria de Estados Unidos en su propio territorio”.
La militarización de la frontera deja a las compañías
estadounidenses privadas un negocio de cerca de 46
mil millones de dólares.
Los migrantes en tránsito por México son 95 por
ciento centroamericanos de origen hondureño,
nicaragüense, salvadoreño y guatemalteco, y la cifra
oscila entre 400 mil -según cálculos independientes-,
y un mínimo de 171 mil por año, de acuerdo con
datos difundidos por el Estado mexicano. México
detuvo tan sólo en 2009 a 65 mil personas en
tránsito, y casi la totalidad fueron deportados.
Complicidades oficiales
Pérez Bustillo explica que el informe de la Comisión
Nacional de Derechos Humanos (CNDH) sobre los
secuestros entre 2008 y 2009 señaló la participación
de autoridades mexicanas en el secuestro de al
menos 91 migrantes. En estos casos, los migrantes
mencionaron que tenían conocimiento de que la
policía estaba en contacto con los secuestradores.
Un caso paradigmático de la violencia contra
migrantes es la masacre de San Fernando, ocurrida
en el norteño estado de Tamaulipas en 2010 –cuando
72 migrantes fueron asesinados por el crimen
organizado. “No es posible que el gobierno no sepa
que grupos de decenas de personas son secuestradas
ante sus narices. Hay una impunidad total del Estado:
al día de hoy no hay un sólo responsable indiciado
por este hecho. Es negligente e irresponsable”, acusa
Pérez Bustillo. Esta masacre solamente es comparable
a la ocurrida en Acteal en 1997, considera el jurista.
Seres “desechables”
Para los Estados los seres humanos son mercancía
desechable, define el investigador. Esto explica su
comportamiento “criminal” ante el fenómeno. “Los
migrantes son estructuralmente necesarios para
generar riqueza, pero desechables porque siempre
habrá más” señala Pérez Bustillo, que compara las
masacres con los viajes de barcos de esclavos o
“negreros”, donde las personas eran arrojadas al
mar cuando se volvía “costoso” mantenerlas por
enfermedad o escasez de comida.
No.17 • noviembre 2013 • enero 2014
15. Lo soñé y fue una forma de comunicarnos
Soy de Nicaragua, me llamo Ana María Valdivia
y vengo en busca de mi hijo Jorge Luis Cardoza,
desaparecido hace seis años. El 8 de junio de 2006
partió de Nicaragua buscando una mejor vida y el
27 de ese mismo mes fue su última llamada desde
Matamoros, Tamaulipas.
Cuando cruzaron el Río Bravo, caminaron toda la
noche y antes de amanecer mi hijo se quedó. Me
dijeron que lo dejaron por el camino porque iba la
migra sobre ellos. Eran más de 30 migrantes y tres
polleros. El pollero responsable dijo que mi hijo no
está muerto, porque recorrió el camino de regreso y
no encontró su cuerpo.
Creo que mi hijo está preso y que no murió, sin
embargo no hay registro alguno de él.
Lo que me motiva a seguir buscando es saber que
mi hijo vive. Lo soñé hace un tiempo, estaba tras las
rejas, creo que fue una forma de comunicarnos.
No.17 • noviembre 2013 • enero 2014
De Centroamérica a Estados Unidos
“En México les perdimos el rastro,
pero nuestros hijos están vivos”
Tres madres centroamericanas que recorrieron México con la esperanza de encontrar a sus hijos migrantes,
cuentan la historia de cómo los perdieron, y su incansable lucha por recuperarlos.
Testimonios recogidos en la Ciudad de México por Amaranta Cornejo Hernández • Foto: Prometeo Lucero
México, DF. El largo camino de Centroamérica a
Estados Unidos se hace casi imposible cuando
es recorrido en La Bestia- el tren al que se trepan
los migrantes en la frontera sur de México, el país
en medio del camino. El Movimiento Migrante
Mesoamericano (MMM) estima que desde 2007 se
registraron en este trayecto 140 mil desapariciones
forzadas de migrantes. Del otro lado de la historia
están sus madres, quienes no pierden la esperanza de
encontrarlos. Aquí se presentan tres historias.
Sé que él está vivo
Mi hijo se llama Eugenio Marcelino Juárez Gómez,
desapareció en el 2002. Hace tres años me marcó
por última vez desde Tijuana, me pidió que le
mandara su acta de nacimiento. Se la envié e intenté
comunicarme con él, pero ya no respondió. Lo volví a
intentar, pero no tuve respuesta.
Eugenio tenía 17 años cuando se fue a buscar
mejor suerte a los Estados Unidos. Me dijo que me
compraría una casa con lo que ganara. Tengo mucha
fe en que la vida de mi hijo esté intacta, todos los días
rezo por él, y también por los demás hijos y las demás
madres que andamos en esta lucha.
Me llamo Narcisa Socorro Gómez y soy de Nicaragua.
Tal vez hoy no reciba noticias de él.
Me decía que tenía miedo de cruzar México
Vengo de Honduras y busco a mi hijo Óscar López
Enamorado, quien se fue en 2008 con destino a los
Estados Unidos. Óscar estudiaba, pero la situación en
Honduras es muy difícil, porque casi no hay empleo.
Entre 2008 y 2010 perdimos la comunicación, hasta
que él habló por teléfono desde Puerto Vallarta. Óscar
tiene 22 años.
Las autoridades de Honduras no nos ayudaron en
nada, ni tampoco las de México. Mi hijo ya no llegó
a Estados Unidos y se quedó trabajando en una casa
ayudando en lo que se necesitaba, pues me decía que
tenía miedo de cruzar México.
• 15 •
16. No.17 • noviembre 2013 • enero 2014
Roma, Italia. El sector agrícola es casi la única
posibilidad de trabajo para quien llega a Italia sin
papeles, sobre todo en el sur. En Campania, Calabria,
Puglia y el Lazio, zonas donde la economía y la política
se relacionan con las mafias, hay lugares donde las
condiciones del trabajo migrante son muy cercanas a
la esclavitud.
Anna y María, integrantes de las Brigadas de
Solidaridad Activa (BSA), explican en entrevista con
Desinformémonos que las leyes italianas sobre
migración crean muchas dificultades para que las
personas se regularicen. Quienes sufren más esta
situación son los africanos, sobre todo los que vienen
de países del África Subsahariana: Ghana, Gambia,
Senegal, Burkina Faso, Nigeria, Eritrea, entre otros.
Las Brigadas de Solidaridad Activa defienden que el
sector agrícola no tiene por qué ser un laboratorio
político y económico: “Mucho de lo que ensayaron ahí
lo aplican a los trabajadores italianos. Se aprovechan
de la gente que abandonó el campo en otros países
para ejercer presión sobre los salarios. Suena simple,
pero es una dinámica compleja que crea una guerra
entre los pobres”, acusan.
Los migrantes recién llegados duermen donde pueden
hasta que los reclutan los caporales – mediadores
entre los terratenientes y la mano de obra. A los
migrantes se les obliga a permanecer en casas
abandonadas o campamentos improvisados en medio
de los sembradíos. Se les retiene el pasaporte hasta
que termina la cosecha. Además de trabajar entre
12 y 15 horas al día, deben pagar el hospedaje y los
alimentos; el transporte que los lleva a recolectar
y, por si fuera poco, deben entregar al caporal un
porcentaje de lo que ganan al día como pago por la
“oportunidad” de trabajar.
“Ante esta situación, además de impulsar la auto
organización al interior del campo”, explica María,
“informamos a los trabajadores sobre sus derechos,
porque la gran mayoría los desconoce. Nosotros
De África Subsahariana al sur de Italia
El recorrido semi esclavo
en los campos agrícolas
“Es necesario conectarse con otras luchas. No son los migrantes a quienes tenemos que ayudar en una forma
muy humanitaria: somos trabajadores todos. Italianos y migrantes juntos”.
Alejandro González Ledesma y Gloria Muñoz Ramírez • Foto: Simona Granati
• 16 •
La película La-bàs, educación criminal,
del director italiano Guido Lombardi,
habla de uno de los muchos aspectos de
la migración en su país. Un joven artista
africano se muda a Italia en búsqueda de
una mejor situación, pero se encuentra
con la violencia y la discriminación
impuesta a los inmigrantes en el país
europeo.
fomentamos la organización autónoma de los
trabajadores. Los acompañamos pero jamás los
guiamos. Les damos los instrumentos informativos
para que se organicen”, continúa.
Para la derecha, la migración es uno de los puntos
más delicados en la agenda. Aprobaron leyes que
vuelven todavía más difícil la situación de los sin
papeles. “Si tú, como italiano, aceptas una ley que
vuelve permanente la irregularidad, ejerces presión
sobre tu trabajo regular, te bajan poco a poco tu
nivel de vida y te ponen a competir con mayores
desventajas”, señala Anna.
“Es necesario conectarse con otras luchas. No son
los migrantes a quienes tenemos que ayudar en una
forma muy humanitaria: somos trabajadores todos.
Italianos y migrantes juntos”, defienden.
17. Me llamo L. Tengo 36 años y vengo de Túnez.
Llegué a Francia el 20 de junio de 1998 con una
visa de turista. Vine para ganar un poco de dinero
para ayudar a mi familia en Túnez; somos muy pobres.
Después mi mujer vino con una visa de estudiante y
ahora tenemos un niño. Tuvimos muchas dificultades
para casarnos porque no tenemos papeles.
Finalmente encontramos un alcalde del Partido
Comunista que aceptó hacerlo.
Tuve muchos problemas para trabajar. De 1998 al
2003 no estaba declarado y trabajaba en restaurantes
o en mercados. Los patrones se aprovechaban de
nuestra situación de sin papeles para explotarnos.
Trabajaba 16 horas por día por 15 euros (260 pesos
mexicanos). El restaurante cerró y los últimos meses
no nos pagaron.
También somos explotados con la vivienda. Pagamos
en efectivo y la renta aumenta sin cesar. No podemos
protestar. Estamos sin papeles, de ilegales, no
podemos denunciar para defender nuestros derechos.
Tuve muchos problemas con la policía. Varias veces
me controlaron en los mercados. Di nombres falsos,
decía que no traía mis papeles conmigo. Pero ya me
arrestaron dos veces. Trabajaba para una empresa
de limpieza cuando los policías me detuvieron en la
calle. El Noveno Colectivo de los Sin Papeles, una
asociación en defensa de los migrantes, presionó con
reuniones frente a la Comisaría donde me tenían. Y
me liberaron. La presión contra nosotros es cotidiana,
cada mañana le digo a mi esposa que no sé si
regresaré. Vivimos con este miedo permanente. Evito
los lugares donde hay más policías pero hay controles
donde sea.
Me uní al Noveno Colectivo de los Sin Papeles en
el 2004 porque tenía un amigo ahí y porque es uno
de los colectivos más activos. Uno se siente menos
solo cuando actúa con otros. Luchamos para tener
nuestros papeles. Multiplicamos las ocupaciones, las
manifestaciones, pero cada vez es más difícil tener
papeles y la política del gobierno es cada vez más
represiva. Yo no quiero regresar a mi país después de
15 años, sin nada para mi familia. Hoy las mercancías
circulan cada vez más fácilmente, nada más a los
seres humanos los bloquean en las fronteras.
No.17 • noviembre 2013 • enero 2014
De Túnez a Francia
Uno se siente menos solo
cuando lucha con otros
L. es uno de los cientos de miles de sin papeles que viven en Francia. Empujados por necesidades económicas, dejaron sus países para
enfrentar un viaje muy arriesgado, llegar a Francia y buscar cómo sobrevivir y enviar dinero a la familia.
Testimonio recogido en París, Francia, por Francois Xavier Fournier • Fotos: Simona Granati
• 17 •
18. No.17 • noviembre 2013 • enero 2014
De Irán a Estados Unidos
Pintando casas en Las Vegas,
huyendo de la violencia de mi país
En Las Vegas muchos migrantes recogen botes de aluminio en los contenedores de basura para venderlos en una recicladora. Te pagan
un dólar la libra. Aquí ya no hay trabajo, por eso muchos se están regresando a sus países.
Testimonio recogido en Las Vegas, Nevada, por Luis Fernando Muñoz Ramírez • Fotos: Alejandro Muñoz y Moisés Quintana Guerrero
• 18 •
Desde hace 30 años vivo en Estados Unidos, llegué
a los 12. Yo nací en Teherán, la capital de Irán. Me
llamo Rani Sarefi y vine con mi familia en busca de
una mejor vida, huyendo de la violencia en mi país.
Ahora vivo en Las Vegas, aquí trabajo como pintor,
pero ya casi no hay trabajo, por la crisis.
Allá en Irán hay mucha discriminación entre
musulmanes y cristianos. Y cuando llegué a Estados
Unidos me di cuenta de que aquí también hay mucho
racismo contra los negros y mexicanos.
El gobierno en Irán es muy corrupto, se queda con
todo el dinero del pueblo. Ahí el pueblo es muy pobre
y hay gente muy pero muy rica. Los cristianos en Irán,
como mi familia, no tienen muchas oportunidades
porque somos minoría. Hasta nuestra literatura es
ilegal.
Mi familia emigró a Estados Unidos hace 30 años,
cuando todavía era fácil venir a este país. Llegamos
de manera legal. Un tío que ya vivía aquí tramitó los
papeles de toda la familia: mamá, papá e hijos. En
todos estos años viví en San Francisco, California; y
en Las Vegas, Nevada. Aquí ya tengo diez años.
En Las Vegas también hay mucha discriminación, tan
sólo por la apariencia y por nuestro lugar de origen.
Aunque tengas los papeles en regla te discriminan.
Como soy legal y no tengo trabajo, me cubre el seguro
de desempleo con 370 dólares a la semana. Me
alcanza para la renta y para comer. Tengo tres hijos en
California y les envío aunque sea un poco de dinero.
Hace poco estuve tres meses sin trabajo, sin
absolutamente nada. Luego conseguí una semana
pintando un “lugar para caballeros”, así les dicen en
Las Vegas a los lugares donde hay mujeres bailando y
sólo pueden entrar hombres. Pero ahora ya acabó el
trabajo, y hasta que llegue otro.
En Las Vegas la mayoría trabaja en la hotelería, los
restaurantes, los casinos y la construcción. También
los migrantes somos los que hacemos el trabajo duro:
jardinería, albañilería, pintura, pero ahora ni de eso
hay.
Aquí también hay mucha prostitución y drogadicción.
Son los gringos los que la consumen y para todos hay.
Ahora con la crisis económica cada vez se ponen
peor las cosas. Muchos migrantes recogen botes de
aluminio en los contenedores de basura para luego
venderlos en una recicladora. Ahí te pagan un dólar
la libra.
La verdad es que ya muchos se están regresando a
México y a los otros países. Aquí ya no hay mucho
qué hacer. Muchos pasan horas de jornaleros afuera
de los Home Depot, esperando que algún gringo los
recoja para ir a hacer un trabajo a su casa. En todas
las esquinas te los encuentras.
Yo aquí me quedo, como quiera tengo el seguro de
desempleo…
19. No.17 • noviembre 2013 • enero 2014
• 19 •
De Asia a Estados Unidos
El costo humano de la moda
La mayoría de los trabajadores de la costura en Los Ángeles trabajan de 60 a 80 horas semanales con sueldos
menores al salario mínimo, en condiciones dañinas a la salud y bajo muchas formas de hostigamiento.
Texto original: Alejandro Reyes Arias • Fotos: David Bacon
Los Ángeles, Estados Unidos. Se les conoce
como “los callejones”. Un área colorida y
caótica de 90 cuadras en el centro, con un sabor
inconfundiblemente latino. Es el centro de la moda en
Los Ángeles y el corazón de la industria de la costura
en la costa oeste de los Estados Unidos. Detrás de los
aparadores de las tiendas existe una realidad sombría:
la explotación de la mano de obra de inmigrantes que
trabajan en condiciones que llegan a la esclavitud.
El Centro de Trabajadoras y Trabajadores de la Costura
(GWC, por sus siglas en inglés), es el espacio de
resistencia a la explotación. Delia Herrera, activista
voluntaria del centro, explica que la mayoría de los
más de 80 mil trabajadores de la costura en Los
Ángeles trabajan de 60 a 80 horas semanales con
sueldos menores al salario mínimo, sin prestaciones,
pago de horas extras, o descansos reglamentarios, en
condiciones dañinas a la salud y bajo muchas formas
de hostigamiento, como la amenaza de despidos y
denuncias a las autoridades migratorias.
En 1995, la policía de California descubrió un taller
de trabajo esclavo a 20 kilómetros de Los Ángeles.
Por afuera, parecía un típico complejo residencial
suburbano. Adentro, 72 mujeres y hombres
tailandeses vivían presos. Los migrantes trabajaban
más de 18 horas diarias, siete días a la semana, en
cocheras mal iluminadas bajo la vigilancia de guardias
armados y rodeados de alambre de púas y rejas de
hierro. Los trabajadores cosían ropa para varias de
las compañías más prestigiosas del país, vendidas
en conocidas tiendas como May, Nordstrom, Sears y
Target.
La “liberación” de los 72 trabajadores esclavos - en
su mayoría mujeres, todos migrantes indocumentados
- recibió amplia cobertura mediática. Mucho menos
visible fue su destino. Después de años de esclavitud,
los detuvieron las autoridades migratorias y los
encarcelaron en una celda común, de donde sólo
salían encadenados con grilletes para entrevistas.
El caso reveló los extremos a los que llega la
explotación en la industria de la costura en los
Estados Unidos. Julie Su, una de las fundadoras de
la coalición Sweatshop Watch, observa que ante
la amenaza de encarcelamiento y deportación, los
trabajadores indocumentados no tienen estímulos
para denunciar los abusos. El caso también demostró
la necesidad de responsabilizar a los talleres, a
las grandes empresas de moda y a las tiendas
departamentales que controlan el proceso.
Además de la fragilidad creada por la criminalización
de la migración, Delia Herrera explica que el propio
sistema crea y promueve divisiones en la clase obrera.
Existe la división de raza, particularmente entre
latinos y asiáticos, así como la competencia entre
trabajadores documentados e indocumentados.
El GWC intenta romper estas divisiones a través de
pláticas, talleres y la convivencia comprometida. Los
trabajadores se asesoran unos a los otros y participan
en actividades conjuntas. “Juntos trabajamos nuestros
traumas y compartimos nuestra experiencia con los
demás”, cuenta Herrera.
20. “La emigración no sólo implica dejar atrás, cruzar océanos, vivir entre
extranjeros, sino también, destruir el significado propio del mundo y, en último
término, abandonarse a la irrealidad del absurdo”: John Berger.