2. Historia del mito
Orfeo era el músico más extraordinario de todos los mortales y con su canto,
deleitaba a todas las criaturas de la naturaleza.
El día de su boda con Eurídice, la bella mujer de quien estaba enamorado, cantó mejor
que nunca.
Todos a su alrededor parecían festejar su amor con la misma alegría viendo a los
amantes paseando felices por la verde pradera.
Sin embargo, la adversidad los acechaba en el camino y se ensañaría con ellos. Una
serpiente venenosa mordió a Eurídice, quien dejando escapar un grito de su garganta
cayó herida de muerte.
Sin embargo, la adversidad los acechaba en el camino y se ensañaría con ellos. Una
serpiente venenosa mordió a Eurídice, quien dejando escapar un grito de su garganta
cayó herida de muerte.
Orfeo, desesperado, trató inútilmente de ayudarla, pero ya era tarde; el veneno se
había esparcido por todo su cuerpo sin darle tiempo a nada e irremediablemente al
poco tiempo murió en sus brazos.
Orfeo no pudo recuperarse de su profunda pena y toda la naturaleza lo acompañó en
su dolor; las aves con sus agudos lamentos y los árboles emitiendo extraños y lúgubres sonidos
con sus follajes.
No pudiendo soportar tanto dolor, Orfeo decidió bajar al Inframundo decidido a recuperar a su
amada.
3. No pudiendo soportar tanto dolor, Orfeo decidió bajar al Averno
decidido a recuperar a su amada.
Acompañado por un barquero, atravesó el oscuro pantano del Estigio,
que separaba el reino de los vivos del de los muertos; e iluminándose
con una antorcha se hundió en las oscuras profundidades de la morada
de los muertos.
Encontró los rostros ajados de las Furias, y el perro Cancerbero de tres
cabezas que custodiaba el palacio de Plutón y Proserpina, los señores de
los muertos que se encontraban sentados en sus tronos.
Se postró a sus pies y tomando su lira comenzó a cantar una hermosa
canción sobre su perdida amada.
Todos los presentes lloraron al compás de su triste canto y los reyes se
apiadaron de él.
Eurídice fue llamada para que se presentara en el salón del trono y al
encontrarse ambos amantes se abrazaron.
Plutón autorizó a Eurídice a regresar al mundo de los vivos pero con una condición,
que Orfeo no girase su cabeza para mirarla en su viaje de regreso, debiendo confiar en
que ella lo estaría siguiendo.
Orfeo, acompañado del barquero regresó por el mismo camino lúgubre que lo
había conducido hasta el Averno, atravesando sus macabras y oscuras sendas y
rodeado de tenebrosos aullidos y lamentos.
Mientras atravesaban el río Estigio, Orfeo pudo ver una fuente de luz que anunciaba la salida y
ambos se apresuraron a salir de la caverna.
4. Una vez afuera, Orfeo no pudo evitar darse vuelta para
comprobar si detrás de él venía Eurídice, sin recordar que
la condición impuesta por los reyes del Averno era que
ambos tenían que estar afuera para poder mirarse
mutuamente.
Ni bien sus ojos se posaron en el bello rostro de
Eurídice, ésta le dijo adiós y desapareció para siempre.
Orfeo quiso seguirla pero espectros fantasmales le
impidieron el paso y el barquero se negó a acompañarlo.
Desalentado, subió hasta lo alto de una colina y allí
comenzó a llorar desconsoladamente.
Su lamento se fue convirtiendo en una triste melodía
que atrajo a los pájaros, animales y árboles del lugar, que
mientras lo escuchaban trataban de protegerlo del fuerte
viento y de las inclemencias del tiempo.
5. La escena donde Eurídice sale del árbol por la atrayente
música de Orfeo.
6. Orfeo se giró por la intriga de saber si su amada esposa
estaba detrás y el alma de Eurídice volvió al inframundo.