El documento describe un proyecto de Focine en 1985 para producir 38 películas de mediometraje con financiamiento estatal total. Esto representó una oportunidad sin precedentes para los cineastas colombianos y activó la industria cinematográfica nacional. Sin embargo, también trajo limitaciones como presupuestos bajos que afectaron la calidad. El documento analiza tanto las posibilidades como los errores del proyecto para extraer lecciones que mejoren futuras producciones cinematográficas en Colombia.
Análisis de los mediometrajes de FOCINE en la década de 1980
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Agosto 22 al 26 de 2011
Sobre una época del cine nacional
LOS MEDIOMETRAJES DE FOCINE
Estos apartes del libro de Patricia Restrepo, publicado en 1985, aparecieron en la edición número 35 de la revista Kinetoscopio (Centro Colombo
Americano de Medellín, enero-febrero de 1996). Conservamos incluso la interesante entradilla con que la redacción de la revista saluda las
ideas de Restrepo.
Patricia Restrepo
Realizadora, crítica y docente. Vinculada a dos importantes momentos del devenir cinematográfico de Colombia: Caliwood y Cine Mujer.
Para ella, se trataba de un proyecto cultural de mucha importancia. Al
parecer, para Focine no. De los mediometrajes que se produjeron
entonces para televisión, casi todos son películas desaparecidas hoy. El
negativo de todos se extravió, así como el de muchas otras de las que
produjo Focine, entre cortos y largos. Es estremecedor leer el libro Los
mediometrajes de Focine, de Patricia Restrepo, si sabe uno que lo que
permaneció de todo aquel trabajo fue un libro y no las películas. Una
experiencia también, para todos, algo que ella, en su afán de sacar
provecho de todo lo que llena la vida, quiso evaluar minuciosamente,
para que los errores no se volvieran a cometer y para que los logros
pudieran desarrollarse en un futuro mejor. El resultado fue ese libro que
publicó el Cine Club de la Universidad Central, dirigido por ella misma,
cuando cumplió sus diez años, en el cual hay artículos suyos y de otros
críticos sobre el cine colombiano contemporáneo, sobre largometrajes
como Canaguaro, Cóndores no entierran todos los días, Pura sangre,
Carne de tu carne y Caín; diálogos con y entre directores, reflexiones
sobre las políticas de producción de Focine y sobre la dramaturgia —un
aspecto que siempre ha apasionado a Patricia Restrepo—. El escrito de
mayor extensión, el que da nombre al libro, es “Los mediometrajes de
Focine”, un análisis pormenorizado de un momento que fue
apasionante en la historia de nuestro cine y de nuestra televisión,
abarcándolo desde la era del sobreprecio, y que cobra una singular
relevancia ahora, cuando su referente físico ha desaparecido, mas no su
legado profesional, sus herencias y sus taras, de las que, de un modo u
otro, descendemos. Reproducimos aquí algunos fragmentos, para
recordar y evolucionar, si es posible.
INTRODUCCIÓN
Los cineastas colombianos acabamos de entregar al público
televidente, a los intelectuales, a los profesionales, a las amas de casa
y a la opinión pública en general un proyecto de diecinueve películas
de mediometraje financiadas en su totalidad por la Compañía de
Fomento Cinematográfico —Focine —. Cultural y
cinematográficamente hablando éste es un proyecto importante
para el país. Las enormes dificultades de producción, la parálisis en la
que estaba sumido el cine, venían desde muchos años atrás. Los
primeros seis meses de este año (1985) —un período
dramáticamente corto—, fueron beneficiosos de verdad para el cine
nacional.
Alrededor de nuestro cine hay una imagen de desprestigio, hay
también intereses en su contra, hay sectores de la misma industria
que preferirían no verlo nacer nunca puesto que es contrario a su
rentabilidad. La prensa publica constantemente diatribas que
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refuerzan su mala imagen. Párrafos como el que transcribo a películas con costos mínimos o las compran a quienes son capaces
continuación son los que se dan a conocer al público (la referencia de hacerlas por la mitad de su valor sacrificando calidad y
que se hace es a los cortometrajes exhibidos en los teatros antes de la posibilidades estéticas. Y sí fue un gran negocio puesto que en
película): “(...) Se suponía que tales cortos obligatorios servirían para determinado momento se pudo comprobar que las entradas que les
el fomento del cine nacional y que los mismos cortos a fuerza de producían los "pésimos cortos” superaban las de la dulcería y las de la
hacerse y de darse mejorarían de calidad. Han pasado diez años, los película de largometraje. La dulcería había sido su fuerte.
cortos colombianos son cada vez más mediocres y el cine nacional no Y en esa época estaban en silencio. Los señores distribuidores y
se ve por parte alguna”. Más adelante continúa: “(...) Los cortos han exhibidores saturaron al público repitiendo siempre los mismos
matado a los largos y los cinematografistas y la Empresa de Fomento malos cortos pues nunca respetaron, tampoco, el tiempo de
Cinematográfico [Sic] tendrán que hacer juiciosos replanteamientos duración en pantalla exigido por la ley, para ellos resultaba más
a ver si al fin le salen con algo al público y si éste, más adelante, le rentable exhibirlo hasta la saciedad sin pensar en la reacción de los
toma gusto al cine nacional”. espectadores y sin sentir el menor respeto hacia ellos.
Los cortometrajes colombianos que se exhiben en los teatros no son
hechos, en su mayoría, por cineastas. Que esto quede claro. Y si en
alguna parte hay responsabilidad del desprestigio del cine nacional
es, justamente, en los hombros de los señores distribuidores y
exhibidores que ahora, cuando "el cine nacional no se ve por ninguna
parte” —claro, si los cineastas están muy lejos de ahí—, salen a
inculparles.
En resumen, una buena ley, que fomentaba el cine y la industria
privada al mismo tiempo, fue destruida y aniquilada por la ambición
de un sector del gremio cinematográfico. Películas de cortometraje,
premiadas en Colombia y en el exterior, películas que fueron buenos
intentos hacia un cine de calidad, no fueron ni siquiera exhibidas.
Distribuidores y exhibidores ofrecían la tercera parte de su costo.
Ejemplo de ello son: Los cuentos del capitán, de Jorge Nieto, El huacán,
de Mady Samper, Y su mamá qué hace, de Eulalia Carrizosa, Donde hay
payasos, de Magdalena de Massonnat, para citar unos pocos.
Este largo paréntesis apunta a pedirle a la opinión pública que se
acerque a su cine con cariño. Los cineastas necesitamos de la
retroalimentación de los espectadores; una crítica es absolutamente
necesaria pero a condición de que sea constructiva y constructiva no
quiere decir débil o condescendiente. Lo que molesta es la actitud de
Patricia Restrepo en plena movida cinematográfica de los años ochenta
desdén por parte de grandes sectores de la opinión pública que no
Son los señores distribuidores y exhibidores hablando; estos señores permite, en muchos casos, ni siquiera ver las películas, y en otros, su
tan serios y respetables, tienen absoluta razón al emitir su juicio sobre acercamiento es de indiferencia o menosprecio. Esa actitud no le
la calidad de los cortos; nada más cercano a la realidad que la pésima hace bien a nadie, nosotros queremos comentarios agudos, certeros,
calidad de esas películas en las cuales el cine, ciertamente, brilla por inflexibles; los necesitamos pero queremos que estén animados por
su ausencia. Y son certeros también cuando afirman que los cortos una actitud positiva y cariñosa. Las exigencias hacia el cine
tienen sobre sí la gran responsabilidad (o por lo menos una buena colombiano suelen ser mucho más drásticas que hacia otras
parte de ella) del desprestigio del cine nacional ante el público. Pero cinematografías, se tiene el preconcepto —muy alimentado, como
lo que se les olvida a estos señores, lo que no cuentan a la opinión dijimos antes, por el desprestigio de los cortometrajes— de que si es
pública, es el manejo que ellos hicieron de los cortometrajes y de la colombiano es malo, y se le niegan caminos al cine nacional.
ley que les daba derecho a su existencia. Y allí sí que hay Dejemos el desdén y la mala atmósfera alrededor de una industria y
responsabilidad. un arte porque ya sabemos que si sale adelante será en beneficio de
Distribuidores y exhibidores saturaron el mercado de cortometrajes todo el país. No olvidemos que aunque el proyecto de Focine
malos y mal realizados; nunca respetaron la ley que concedía el 50 % significó un respaldo estatal muy positivo, solamente duró cinco o
de las entradas al productor; establecieron la compra a precio fijo y seis meses y en ese período no hay nada —mucho menos un
fijaron los precios que ellos quisieron, obligaron así a reducir la lenguaje, un arte, una identidad cultural— que se pueda consolidar.
calidad de cada película puesto que los precios que pagaron nunca Seamos estrictos pero no esperemos resultados óptimos.
cubrían, ni siquiera, los costos de realización. Los cineastas fueron,
poco a poco, retirándose de esta posibilidad profesional que les
había brindado el Gobierno y fueron quedando una vez más sin Los cineastas necesitamos de la
empleo. El negocio quedó en manos de los distribuidores y
exhibidores, quienes en la mayoría de los casos encargan sus propias
retroalimentación de los espectadores; una crítica
es absolutamente necesaria pero a condición de
que sea constructiva y constructiva no quiere
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decir débil o condescendiente.
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LOS MEDIOMETRAJES DE FOCINE contradicciones: muchas posibilidades pero también serias
La Empresa de Fomento Cinematográfico —Focine— [Sic] puso en limitantes. Las limitantes empezaron a verse durante la experiencia
marcha, a finales del año pasado (1984), su proyecto más ambicioso y de la realización y solo pudieron palparse una vez finalizados los
coherente. El objetivo principal era la realización de 38 películas de trabajos.
media hora, con temática libre y para ser emitidas por televisión. Para
la realización se llevó a cabo una convocatoria pública, con una serie LAS POSIBILIDADES
de requisitos, como guion totalmente elaborado, ficha técnica (hoja Fue la primera vez que el cine nacional tuvo un apoyo de esta
de vida) del grupo realizador, presupuesto detallado y ajustado a la naturaleza. Se trataba de un apoyo económico total con el cual los
suma propuesta por Focine, actores, plan de rodaje, guion técnico, cineastas podían demostrar la calidad de su trabajo y sus
etc. capacidades creadoras. Era el apoyo que el gremio esperaba desde
Después de pasar por el filtro de un jurado especializado, es decir, varios años atrás para poder salir de la inmovilidad a la que estaba
cuando cada uno de los proyectos pasó por concurso, se adjudicaron reducido, en parte por el manejo que distribuidores y exhibidores
diecinueve películas entre argumentales y documentales. Un poco hacen del mercado, en parte por la mala calidad de sus películas, en
más adelante, en el mes de marzo del 85, se llevó a cabo la segunda parte por la inercia que vivió el propio Focine durante cuatro años, en
convocatoria en donde se aprobaron otras diecinueve. Estas últimas parte por la distorsión de las leyes (como la de la cuota de pantalla o la
están todavía en sus procesos finales. del sobreprecio para cortometrajes), en parte por el bajo costo de la
El presente trabajo se propone hacer un balance de este proyecto en boleta, en fin, por todos los factores que han intervenido para hacer
su totalidad. Pretende mirar detenidamente la forma de producción que esta (mil veces) naciente industria venga sufriendo una larga
planteada por Focine a los cineastas colombianos, quienes debieron crisis.
ajustarse a algunas normas precisas para sacar adelante sus películas, La propuesta de Focine activó el gremio; fue también la primera vez
y, de otro lado, analizar la respuesta de los cineastas frente a este en muchísimos años que se vio a la gente del cine —camarógrafos,
apoyo estatal sin precedentes. Queremos ver los logros y los errores luminotécnicos, sonidistas, anotadoras, guionistas, actores,
cometidos de parte y parte para extraer de allí experiencia que tramoyistas, etc., etc.— trabajando como cualquier otro profesional
alimente las producciones posteriores. Nuestro ánimo es un ánimo de nuestro país. Había empleo; los equipos existentes en el país como
cariñoso y positivo y es el amor al cine el que nos impulsa a correr el moviolas, consolas para mezclas, laboratorios, etc., se movilizaron.
riesgo de dejar impresas opiniones sobre un proyecto cultural que Hubo vida en el mundo del cine; se buscaron formas de producción,
consideramos importante. No queremos que por amistad se se establecieron grupos de trabajo. Muchos realizadores jóvenes
entienda solamente el mutuo elogio y la aprobación; la amistad y el tuvieron la oportunidad de hacer su película.
cariño incluyen también la capacidad de señalar errores y Se tuvo en cuenta al cine como parte de la cultura de este país y se
equivocaciones. Queremos hacer un análisis constructivo y reconoció que para hacer cine en Colombia se necesita del fomento
enriquecedor para alimentar la reflexión y la autocrítica; del Estado mientras el cine madura, mientras el público aprende a
consideramos que es la forma de entrar en la madurez del cine querer sus películas, mientras se encuentra con ellas; mientras la
colombiano. Tendremos muy en cuenta los valores y hallazgos de empresa privada aprende a correr riesgos de inversión. Mientras
cada una de las películas, sentimos la necesidad de recuperar cada todos aprendemos la compleja realidad de un arte industrial.
elemento positivo de estas cintas porque es imperioso hacerlo Se entendió la necesidad de hacer películas a bajo costo, cortas, en 16
cuando se trata de una labor tan ardua como el cine en un país tan mm, en donde los retos estéticos fueran los mismos que los de una
árido culturalmente como el nuestro. Pero también queremos ser película de largometraje. Cada uno de los equipos realizadores
inflexibles frente a las deficiencias, frente a la mediocridad, frente al estaba enfrentándose a la búsqueda de soluciones administrativas,
descuido, frente a la falta de rigor, en una palabra, frente al desamor al económicas, artísticas, actorales, etc., y en este sentido estaban
cine. Si queremos que nuestro cine exista no podemos ser haciendo escuela para sus futuros largometrajes sin el costo que
complacientes. implica una película de hora y media. Antes de entrar a mirar los
resultados de estas cintas veamos en dónde estuvieron los cuellos de
LA PROPUESTA DE FOCINE botella, los momentos difíciles y las limitaciones que el proyecto
El planteamiento que Focine hizo a los cineastas para la forma de abrigaba puesto que ellas inciden, de todas maneras, en su calidad.
producción fue el siguiente: las películas se realizarían en 16 mm, con
un duración de veinticinco minutos, cada una tendría un valor de tres
millones de pesos y deberían realizarse totalmente en 75 días, es La propuesta de Focine activó el gremio; fue también
decir, existía un tiempo de dos meses y medio para preproducción, la primera vez en muchísimos años que se vio a la
rodaje, montaje y posproducción. Los tres millones significaban el gente del cine —camarógrafos, luminotécnicos,
costo total de la película, por lo tanto Focine era dueño de ellas. Los
cineastas debían acreditar hoja de vida y un guion aprobado por el sonidistas, anotadoras, guionistas, actores,
jurado además de lo que enumeramos anteriormente. Se tramoyistas, etc., etc.— trabajando como cualquier
comprometían a entregar la copia final. Focine entregaba el dinero otro profesional de nuestro país.
en tres desembolsos (cosa que, por otra parte, no ocurrió casi nunca a
tiempo). Esta propuesta tenía, como casi todo en la vida, sus propias
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LAS LIMITANTES La estrechez del presupuesto reduce también, en algunos casos, la
Dos son las serias cortapisas que hemos destacado para la buena calidad técnica del mediometraje. Según las necesidades de cada
marcha de este proyecto. La primera sería el tiempo límite de 75 días proyecto había que eliminar gastos de laboratorio, efectos de sonido,
impuesto por Focine a los cineastas. Un tiempo extremadamente disolvencias, etc., o también durante la preproducción o en
corto para hacer una película de media hora, sobre todo si se tienen ocasiones ocurría que las limitaciones aparecían en la ambientación,
en cuenta algunas cosas: la parálisis del gremio que implicaba todo en el vestuario, etc. y como se sabe estos sacrificios que a veces
un despertar de una infraestructura, en el mejor de los casos, parecen puramente técnicos influyen en la claridad de la narración,
paquidérmica y, en la mayoría, inexistente. Había problemas por falta en la construcción de los personajes, en el estilo formal y desmejoran
de gente: escasearon los sonidistas; por ejemplo, los camarógrafos la calidad total de la obra. La forma de producción no está, entonces,
tampoco abundaban, esto detenía los rodajes. Algunos aislada de la capacidad creadora del director ni de la de todo el grupo
implementos necesarios no se conseguían en el país, por ejemplo el técnico, al contrario, incide sobre ella enriqueciéndola o limitándola.
material que se requiere para editar el negativo, la película virgen, el Durante la realización de los mediometrajes de Focine ocurrieron
magnético para hacer las bandas del sonido. Esto también demoraba ambas cosas. Sin tenerlo presente no podríamos dar opiniones justas
el avance normal de la realización. Los laboratorios de sonido sobre las películas.
saturaron sus cupos. Imposible producir mediometrajes en 75 días
en Colombia, al menos por ahora mientras la misma producción LAS PELÍCULAS
genera los recursos para satisfacer las necesidades. Vimos veintiún películas todas muy distintas. Fue muy satisfactorio
La otra dificultad aparecería en el presupuesto. Si bien es cierto que ver la enorme cantidad de posibilidades, en todos los sentidos, que
para algunos sectores del país la suma de tres millones de pesos posee una cinematografía naciente para ir encontrando su
suena bastante elevada para una película de media hora, la verdad es personalidad. Nos pareció apasionante ver cómo los temas, los
que resulta bastante estrecha. Pensemos que un largometraje oscila estilos, las intenciones, las intensidades más diversas van, poco a
entre los veinte y treinta millones de pesos y démonos cuenta de poco, confluyendo hacia un mismo fin: el de buscar a nuestro país.
cómo estas cintas deberían tener un presupuesto equivalente a la Esa intención temática es común a la mayoría de los mediometrajes y
tercera parte; esto es entre siete y diez millones de pesos. Sin los caminos para su búsqueda son ricos, diferentes y variados. Vamos
embargo una vez aceptado el hecho de que había que producir con viendo algo de nuestro universo propio, de nuestra Colombia. Es
este dinero o no hacer nada, podemos ver claramente cómo el cierto que más que encuentros, en los medios lo que hay es
presupuesto estaba determinando el tipo de película y poniendo búsquedas, pero ahí están. Pudimos observar algo del mundo
barreras a la creación. El estilo de guion ajustado a dicho presupuesto llanero, del caleño, del antioqueño. Y también del costeño. Los temas
era el de una historia con un interés dramático fuerte y una solución elegidos cuentan algo de nuestra idiosincrasia, hay intenciones de
rápida, con pocos actores, con pocas locaciones y, ojalá, con pocos o contar nuestra manera de ser.
ningún cambio de ciudad. Esto quiere decir que la forma de Todo esto es un reconocimiento que hay que hacerle a nuestro cine
producción elegida definía en gran medida la dramaturgia y la de mediometraje; es muy importante que esas intenciones de
creación en general. buscarnos, de valorarnos, de ir detectando lo que somos y querernos
así, lleguen a la pantalla de televisión y entren a los hogares
colombianos tan adormecidos por los malos enlatados gringos y las
peores telenovelas nacionales. En ese sentido, el proyecto de Focine
ya puede considerarse un proyecto cultural de gran interés. Porque
nos reconocemos como somos, aprendemos a aceptarnos y vamos
reconociendo nuestra verdadera identidad. El público televidente se
ve allí y se identifica en cambio de tener que hacerlo con El Hombre
Nuclear o con el Señor Carrington ante el cual tiene que negarse o
frustrarse. Este es un primer paso en el encuentro de la autenticidad.
Es primitivo y precario pero importante. La bondad de los temas
queda registrada en las calles, en los lugares, en las casas con sus
espacios y mobiliarios claramente colombianos, en los bares, en el
suelo de tierra pisada, en el color de las paredes, en los tendidos de las
camas. También en las personas, en su apariencia física, su manera de
hablar, sus ropas. Los mediometrajes tienen una imagen colombiana,
es una imagen que reconocemos y que nos representa. Pero ocurre
que estas temáticas no llegan nunca, o casi nunca, a convertirse en un
buen guion. Lo cineastas colombianos no somos todavía cuenta-
historias. No manejamos el arte maestro de entretener e interesar
con lo que contamos. El cine colombiano está en la edad de una
imagen con identidad propia, pero aún aburrimos a nuestro público.
El locutor Alonso Arcila, protagonista de Los habitantes de la noche. Nos atreveríamos a decir que en las veintiuna películas que vimos no
hay ningún tema malo.
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¿Qué es lo que pasa entonces? Que lo que importa no es el qué se En lo que a puesta en escena se refiere, estas veintiún películas tienen
cuente (a condición de que posea autenticidad) sino cómo se cuente. todas buena factura y buen nivel de hacer comprensible lo que se
Pero a ese nivel no llegamos todavía, tenemos mucho que quiere comunicar. Son películas bien hechas que cuentan lo que se
aprenderle a nuestros narradores porque nuestros argumentos no proponen, pero son tímidas, tal vez temerosas en sus propuestas
convencen, así la temática posea gran interés. narrativas. Mejor dicho, carecen de ellas, no hay caminos personales
en este sentido. Podríamos afirmar que nuestros realizadores
deciden sus posiciones y movimientos de cámara como quien ha
aprendido algunas normas y las repite con cuidado para no caer en el
Nos pareció apasionante ver cómo los temas, los error, y eso está bien, solo que no hay audacia, no tenemos autores
estilos, las intenciones, las intensidades más diversas cinematográficamente hablando. Creemos que las películas, en la
van, poco a poco, confluyendo hacia un mismo fin: el mayoría de sus momentos no poseen todavía un estilo personal. No
hay un director detrás de ellas. Víctor Manuel Gaviria y Carlos Mayolo
de buscar a nuestro país. son las excepciones más logradas a esta opinión. Gaviria en Los
habitantes de la noche nos entrega propuestas narrativas y
soluciones visuales o de puesta en escena, originales y con fuerte
Lisandro Duque Naranjo en Póngale color (guion escrito por él, expresión personal. Mayolo, tal vez en menor medida, porque en
película dirigida por Camila Loboquerrero) aborda un tema Aquel 19 estuvo un poco descuidado, consigue también buenos
extraordinario: el día de la madre para una mamá de clase media momentos expresados con vigor y personalidad. En estos dos casos
bogotana; bello tema por su valor humano, su valor social, su valor nos llega desde atrás de la cámara una persona que comenta y que
comercial, sus implicaciones emocionales. Ocurre que al armar el opina, que se expresa legítimamente. Ellos dos son directores y
guion, el pretexto del equívoco es demasiado previsible y el público prometen buenas cosas para nuestro cine.
no mantiene el interés. Oí decir frases como: “Pero si yo siempre supe Alguna vez Glauber Rocha hablando de Godard decía: “Lo
que iban a llegar con dos neveras”, o: "¡Valiente gracia! ¿Y para eso me importante no es contar una historia sino elaborar un universo vivo,
tuvo aquí media hora?”, o: "Yo me aburrí porque ya sabía qué iba a un mundo en torno y con determinados personajes del presente o
pasar”. Ponemos este ejemplo porque los guiones de Lisandro suelen del pasado. Personajes con ideas propias, con su propia moral y su
ser los más coherentes y mejor armados. No tienen desviaciones con propia actitud frente a la vida”. En ese sentido nuestras películas tal
respecto a la línea narrativa o al personaje central, los personajes son vez han pecado un poco de ocuparse de la buena construcción de la
coherentes, existen a lo largo de la historia o el pretexto de la historia historia y de los asuntos de la dramaturgia (cosa que nuestro cine
otro tanto pero es la historia o el pretexto de la historia el que no descubrió hace más bien poco) y han olvidado a sus personajes o,
funciona. La debilidad del conflicto central. Los mediometrajes dejan aclarando un poco, la misma historia los ha dejado de lado o no les ha
ver, pues, el dolor de cabeza del cine nacional: la forma de contar las permitido ser. Sin embargo ya vemos personajes en estas películas,
historias. No tenemos guionistas. un poco incipientes y en ocasiones truncos, pero ahí están. Viven,
sienten, sufren, dudan; son. No están en todos los mediometrajes
Carlos Mayolo.
que vimos puesto que no todos se lo proponían; algunos de los
medios marcharon por el camino de la comedia donde más importan
las situaciones que los personajes. Buen ejemplo de un personaje
elaborado es la prostituta protagonista de Semana de pasión y tal vez
Rosita, la niña de Momentos de un domingo (qué pena decir esto)1.
De este balance podemos deducir que, muy al contrario de la idea
generalizada entre los artistas, sobre todo entre los cineastas,
Colombia es un país con una gran riqueza (en intensidad y en
variedad) de identidad cultural. Las historias, las anécdotas, los
mundos, los universos, están allí. Y es de allí de donde hay que
tomarlos. Un cineasta atento y sensible podrá encontrar el filón que
le falta a nuestro cine. Si en nuestro cine todavía no está representada
Colombia no es porque ella no tenga mucho qué ofrecernos, es por el
descuido, la desorientación y en algunos casos la pretensión de los
cineastas. Ya es hora de que las búsquedas de nuestro cine dejen de
serlo y se conviertan, de una vez por todas, en logros y hallazgos. Es
hora también sobre todo a partir de la opción que tuvimos con este
proyecto de Focine, de que pasemos de tener buenos momentos, de
tener elementos positivos a entregar películas concebidas y
realizadas intensamente, con pasión, con rigor y con despliegue de
Habitantes de la noche talento. Los cineastas tenemos esa obligación con el público.
1
Patricia Restrepo es directora y coguionista de esta película.
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En estas veintiuna películas existen grandes desigualdades de la medida de la bondad y de las recompensas futuras; San Antonio,
calidad. Y lo que es peor es que los cineastas con quienes se debe ser vida cotidiana desde abajo, de Andrés Agudelo, pretendidamente
más exigente puesto que de ellos es de quienes más se espera, o sea, ingeniosa y fantástica) y hay también algunas que despertaron
aquellos quienes ya hicieron largometraje, son quienes entregaron nuestro entusiasmo o que cuentan con elementos dignos de ser
trabajos más descuidados, más feos en sus imágenes. En fin, son los resaltados: Semana de pasión, de Julio Luzardo, una película
trabajos de menor interés, débiles en su concepción como es el caso redondita, con una puesta en escena concisa, clara y sobria; Camiones
de El amor de Milena, de Fernando Laverde; pretensiosas y vacuas de polvo, de Fernando Reyes, visual y atmosféricamente hermosa,
como El domador de la llanura, de Luis Alfredo Sánchez, quien colombiana; Aroma de muerte, de Heriberto Fiorillo, con fuerza
realmente anuló un excelente tema y la preciosa oportunidad de también en sus imágenes, original y auténticamente costeña —con
sondear ese otro país que son los Llanos Orientales; descuidada y de el serio problema de que todo el mundo habla cachaco—.
verdad sorprendente por la ligereza y falta de interés con que se hizo,
pobre y fea, Un ascensor de película, de Lisandro Duque Naranjo; El CONCLUSIONES Y PROPUESTAS
doble, de José María Arzuaga, interesante por esa manera de Arzuaga Para los cineastas es absolutamente necesaria la continuidad. La
de construir sus personajes, rezagos de sus buenos intentos desigualdad en las opciones que Focine entrega a los cineastas, su
(recordados con tanto cariño por nosotros los cinéfilos) Raíces de absoluta desarticulación en las políticas, desorientan y mutilan las
piedra y Pasado el meridiano; pero de verdad a Arzuaga no se le puede capacidades creadoras de guionistas y directores. No es lo mismo
recibir de buen grado su exceso en el desinterés por la técnica y por resolver los asuntos estéticos y dramatúrgicos de un mediometraje
una factura medianamente decorosa. La época del cine imperfecto que de un largometraje. Focine impulsa con fuerza el mediometraje y
ya pasó y no tenemos porqué seguir descuidando tanto su cuando la mayoría de los cineastas han hecho uno (después de una
apariencia. Otra gran expectativa era, obviamente, el trabajo que parálisis de cuatro años) y se han iniciado en su ritmo, posibilidades,
realizara Pepe Sánchez; nada, desilusión, un argumento que no etc., Focine frena en seco el proyecto y los cineastas vuelven a su
conservaba nuestro interés, un manejo cinematográfico acostumbrada posición de brazos cruzados.
desaprovechado, todo muy lejano, distante, con deficiencias Sin continuidad de trabajo, sin políticas coherentes, las exigencias
narrativas, dos horas de cine (cuatro episodios) en planos americanos que se hacen al cine colombiano no podrán ser nunca una realidad. El
y planos generales. cine colombiano solamente va a nacer con apoyo estatal, como nació
Además de estas películas hay algunas desilusionantes también y no en Venezuela, o en España... en Francia, en México. O en Cuba.
necesariamente de directores con la trayectoria de largos (El papá de Es importante no agotar los proyectos antes de que germinen, no hay
Simón, de Bella Mitriotti, en la que el problema es de concepción del que malograrlos sin antes haber confiado en ellos. ¿Qué sería del cine
mundo, del cine y sus propósitos: una película nociva y alienante para colombiano si durante los diez años de ley del sobreprecio a los
un público de televisión, en la que el sufrimiento y la abnegación son cortometrajes, los cineastas hubieran podido hacer sus películas
como lo disponía la ley? Otras serían imagen y realidad del cine si el
Estado hiciera cumplir sus leyes o si dejara marchar sus buenas ideas.
Pero en este país las buenas intenciones son solo eso y siempre están
truncas.
El camino más apropiado para seguir con respecto al proyecto Cine
en Televisión sería continuarlo sin término fijo y hacer adjudicaciones
rigurosas y absolutamente exigentes en calidad. El trabajo en 16 mm
y con una duración de veinticinco minutos permite una excelente
preparación para el largometraje. Este proyecto demostró que con
continuidad en la producción y con un buen filtro en la selección de
guiones, el cine se depurará.
Ahora, mientras María Emma Mejía, nuestra directora de
cinematografía y la Junta Directiva de Focine, se toman el tiempo
para una prudente reflexión, queda en pie poner a andar la ley del
sobreprecio para los cortometrajes. Con esta ley en marcha Focine
puede hacer préstamos a los productores sobre dinero seguro. Ya
está demostrado que el mercado de los cortometrajes, manejado
como es debido, alcanza a ser rentable para exhibidores y
distribuidores, y para productores.
Dos son, pues, nuestras propuestas: continuar con el proyecto de 16
mm para televisión y hacer préstamos para cortometrajes de
sobreprecio. Son proyectos realizables, que generan empleo,
movilizan una industria y permiten construir una estética propia.
Julio Luzardo
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LA IMAGEN DEL CINE COLOMBIANO
Jerónimo Rivera
Profesor de cine e investigador. Jefe del Área de Comunicación Audiovisual y editor de la revista Palabra Clave de la Universidad de La Sabana.
www.jeronimorivera.com
El cine colombiano no está hecho para vender nuestro país al
El Colombian Dream
exterior, sino para contar nuestras historias, aquellas a las que ni la
fuerte maquinaria de Hollywood puede tener acceso: las que
tenemos más cercanas. En este Festival es pertinente hacer una gran
pregunta de la que probablemente nadie tiene una respuesta: más
allá de la procedencia de las películas, ¿qué es realmente el cine
colombiano?
Durante muchos años se ha hablado de cine colombiano como si
fuera un género en sí mismo, aquel que se aprovecha un poco de la
difícil situación del país para vender una imagen llena de sicarios,
narcotráfico, malas palabras y folclorismo. Esta impresión puede
estar motivada por películas que han abordado esta temática, pero
es injusto caracterizarlo así, ante la gran cantidad de largometrajes
que no tratan estos temas y aquellos que, incluyéndolos, lo hacen de
forma estética y con un planteamiento más allá de la denominada
“pornomiseria”.
El cine colombiano no está hecho para vender nuestro
país al exterior, sino para contar nuestras historias,
aquellas a las que ni la fuerte maquinaria de Hollywood
puede tener acceso: las que tenemos más cercanas.
Al pensar en el cine colombiano, muchos compatriotas quizás solo
traen a su memoria escenas violentas, palabras vulgares y algunas de EN BUSCA DE TEMAS, GÉNEROS Y AUTOR
esas imágenes que dicen que afectan al país al “vender” una mala Las primeras películas colombianas de ficción del siglo XX trataron
imagen de Colombia. Nunca he entendido esa obsesión de algunas de contar en las pantallas el ser y el sentir de los colombianos por
personas por proteger la imagen antes que intentar cambiar la medio de historias que reflejan la vida de la época, en medio de
realidad, pero lo cierto es que la idea que asocia al cine colombiano paisajes rurales, tramas sencillas y melancólicas, y en muchas
con la violencia tiene bases reales pero parte del prejuicio y del poco ocasiones partiendo de la literatura denominada “costumbrista”.
conocimiento que, en general, tenemos frente a nuestro cine. Lamentablemente, muchas de estas imágenes llegan a nuestros días
La responsabilidad de esta situación no es solo de los espectadores, solo por referencia de reseñas periodísticas, críticas de la época y un
sino también de quienes históricamente han promovido y exhibido par de libros fundamentales de historia del cine nacional.
cierto tipo de cine colombiano que es el que más consume porque, Luego, y particularmente durante el período conocido como el
en un eterno círculo vicioso, es el que el público conoce. “sobreprecio”, el cine colombiano tuvo una mayor variedad y
Culpar al cine colombiano de los males del país es absurdo si también se contaron historias de las que algunos dicen extrañar en
partimos de que el cine es representación y creación. Aun el cine que las pantallas: aquellas que sí hablan de lo bello que es Colombia y
se basa en la realidad, no la sustituye ni representa de manera exacta, que, por lo tanto, son tremendamente aburridas. El “género” turístico
pues muchos espejos también modifican la realidad haciéndola institucional hizo carrera entre los años cincuenta y ochenta, con
diferente. Sin embargo, el cine no es solo representación, pues algo algunos títulos que intentaron “vender” nuestro país ignorando la
que nos encanta es su gran poder de creación, que le permite regla de la narrativa de que toda buena historia debe tener
construir mundos y situaciones tan maravillosas y fantásticas que a personajes, acciones y conflictos.
veces motivan el avance de la ciencia y la sociedad. Los cineastas En las décadas del setenta y ochenta, la influencia de otros países
colombianos, sin embargo, han sido tímidos muchas veces al latinoamericanos (principalmente México) fue determinante para el
intentar transitar los caminos del cine de autor o de experimentación, estreno de una buena cantidad de películas que algunos clasifican
como si sobre ellos recayera una pesada carga que los obligara a peyorativamente como “cine popular” y que en muchos casos podría
hablar de la realidad del país, sacrificando la poesía y la expresión. considerarse como “populachero”. Se trata de historias sencillas,
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desarrolladas en barrios pobres, con personajes estereotipados y el Casi diez años después del “destape” del fenómeno del narcotráfico
humor como su principal característica. Estas historias a menudo en el país, a comienzos de la década de 1980, comienza la producción
bordean la frágil frontera entre la comedia y el ridículo. Sin entrar a de películas basadas en esta temática. El narcotráfico es un
mencionar nombres, podríamos coincidir en que hay herederos fenómeno interesante, los narcotraficantes personajes complejos, y
directos de ese tipo de películas que hoy optan por el camino fácil de sus historias llenas de conflicto tienen un gran potencial narrativo, lo
la comedia televisiva para hacer del cine un negocio rentable. Por que los ha hecho protagonistas de las pantallas de todo el mundo.
supuesto, algo completamente legítimo. Películas que abordan este tema como El Rey (Antonio Dorado, 2004),
Sumas y restas (Víctor Gaviria, 2004), La Virgen de los Sicarios (Barbet
Schroeder, 2000) y Rosario Tijeras (Emilio Maillé, 2005) son algunas de
las cintas nacionales (a pesar de que las dos últimas son dirigidas por
extranjeros) más recordadas por el público.
De lo anteriormente expuesto, se infiere que el cine colombiano no
ha estado necesariamente marcado por historias violentas ni se ha
limitado a contar las historias sangrientas y casi épicas del
narcotráfico. Aunque se presume que se han hecho más de
seiscientos largometrajes en el país, solo se tiene datos de,
aproximadamente, 280. De estas 280 películas solo el dieciocho por
ciento tiene una temática violenta como principal hilo conductor. Sin
embargo, entre las treinta películas más taquilleras del cine nacional,
catorce tienen una historia basada en el narcotráfico o el conflicto
armado colombiano. ¿Será que todo el cine colombiano es violento o
solo que este ingrediente es el que mejor se vende?
Rosario Tijeras
Confesión a Laura
Ya desde los años sesenta se hacía también ese otro tipo de cine que
apunta al conflicto en el país, que en unos casos cuenta historias
sobre la violencia de todo tipo como denuncia de las situaciones
injustas que ocurren a diario y en otros es solo una simple forma
sensacionalista de sacar provecho de la realidad. Sin pretensiones
sociológicas se hace en Colombia desde entonces un cine que
cuenta historias enmarcadas en el tema del conflicto armado, la
mayor parte de las veces centradas en la anécdota más que en la
reflexión. Títulos como El río de las tumbas (Julio Luzardo, 1965),
Canaguaro (Dunav Kuzmanich, 1981) y Cóndores no entierran todos
los días (Francisco Norden, 1984) hacen parte de esa filmografía DESPUÉS DE LA LEY DEL CINE
indispensable para quienes quieran acercarse un poco al drama que Después de la puesta en marcha de la Ley 814 de 2003 (Ley del Cine),
ha vivido Colombia en los últimos sesenta años. muchos dieron el peligroso giro de 180 grados del escepticismo y
Con las historias del conflicto llegaron también las películas rechazo a la euforia y triunfalismo frente a lo que sería el “nuevo cine
militantes, hechas por una generación de cineastas educados en colombiano”. El aumento en la producción de largometrajes en
escuelas de cine europeas, con una alta influencia de movimientos nuestro país, realizando por año casi el mismo número de películas
como el neorrealismo italiano y de ideologías de izquierda, que que en toda la década del noventa, ha sido, por supuesto, un nuevo
vieron en el cine un importante instrumento de denuncia. Su aire para el cine que con la diversidad apunta a la búsqueda hacia el
radiografía del país significó un importante equilibrio con respecto a cine de género o de autor y con la cantidad contribuye a la
la historia oficial, aunque a menudo se descuidó la forma por el cualificación del personal técnico y profesional y a la creación de
interés hacia el contenido, generalmente político, de sus historias. industria.
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Si algo puede valorarse de nuestro cine hoy, aparte del evidente comedia es el ingrediente principal de las películas de los últimos
avance técnico en las películas, es precisamente la variedad de temas años. En algunos casos se trata de historias que se afilian a este
que se abordan y algunos esfuerzos por hacer cine de género o género, como las producidas por Dago García, pero en otros aparece
acercarse al cine de autor. La discusión sobre las características del mezclado con géneros como el thriller o el cine bélico, como en Bluff
cine de autor es extensa y no podría ser abordada en poco espacio, (Felipe Martínez, 2007), El Colombian Dream (Felipe Aljure, 2006) o
pero es importante señalar que algunos de nuestros mejores Soñar no cuesta nada (Rodrigo Triana, 2006).
realizadores presentan marcas de estilo destacadas y reconocidas en Como muchas de las películas parten de historias que ocurren todos
el ámbito internacional y que algunos se han arriesgado también a los días en nuestro país (en una investigación mencionábamos que
contar historias poco convencionales, expresivas y experimentales. se trata de un cine de anécdotas), el thriller es quizás el género con
Algunas investigaciones sobre el cine colombiano como las mayor fuerza en el reciente cine colombiano. De las películas
realizadas por Gabriel AlbaI, Maritza CeballosII, Carlos Jáuregui y exhibidas en el período, más del 35% tienen presente en su narración
Juana SuárezIII, y Luisa AcostaIV, y algunos proyectos en los que he alguna de las marcas reconocidas de este género: crimen,
estado involucradoV, sugieren que algunas características del cine investigador, pistas, suspenso, etc.
colombiano se relacionan con que está basado en anécdotas, sus A pesar de la supremacía de estos dos géneros junto con el drama
personajes han sido pobremente construidos y adolece de serios (que para muchos es un ingrediente que está presente en todas las
problemas de guión relacionados con la ausencia de una estructura películas, como el suspenso), hemos tenido coqueteos de mayor o
narrativa clara en las películas y la mezcla de varios géneros a lo largo menor éxito con géneros comerciales como el terror (Al final del
de la narración. espectro, Juan Felipe Orozco, 2006), el drama histórico (Del amor y
Gabriel Alba, por ejemplo, indica que una de las características del otros demonios, Hilda Hidalgo, 2010), el drama erótico (Entre sábanas,
cine de ficción colombiano es la hibridación narrativa que lleva a que Gustavo Nieto Roa, 2008) y la comedia romántica (Lecciones para un
muchas películas mezclen en la narración características de distintos beso, Juan Pablo Bustamante, 2011), entre otros. Es de resaltar, sin
géneros narrativos. Elegir un género no es garantía para el éxito embargo, que muchas de las películas que cada año se estrenan
comercial o artístico de una película, pero las historias que no lo conservan una mayor afinidad con géneros y formatos propios de la
tienen (o los mezclan) a menudo presentan baches en la narración. televisión, por lo que, por lo menos desde el lenguaje, podríamos
En una investigación sobre cine colombiano en la que participé decir que estamos viendo historias hechas realmente para la pantalla
también descubrimos que, en el período que analizamos (1990- chica.
2005), las películas privilegian la anécdota detonante sobre la Durante muchos años se dijo que el cine nacional estaba en pañales,
caracterización de personajes y locaciones. desconociendo quizás el aporte de los buenos cineastas que se
arriesgaron a contar historias en una época en la que hacer cine era
sinónimo de locura. Hoy podríamos decir que el cine colombiano ha
Si algo puede valorarse de nuestro cine hoy, aparte del arribado por fin a su adolescencia, el período propicio para
evidente avance técnico en las películas, es experimentar, para intentar innovar, para afianzar las fortalezas sin
perder el candor de la niñez y uno que otro asomo de madurez. Si en
precisamente la variedad de temas que se abordan y noventa años de cine vamos en la adolescencia, es de esperar que la
algunos esfuerzos por hacer cine de género o adultez aún se demore unos cuantos años en llegar.
acercarse al cine de autor.
Después de 2004, en Colombia se han estrenado 77 largometrajes
nacionales de ficción (cifra alentadora, si tenemos en cuenta que en
toda la década del noventa se estrenaron diecinueve). Historias muy
diversas han propiciado que poco a poco se vaya superando la idea
de un supuesto cine nacional uniformado por la violencia. La
influencia del cine de Hollywood, la televisión, la publicidad y el
videoclip han llevado a que nuestras películas asuman algunas
marcas de género que las pueden hacer más accesibles al público.
Los géneros proporcionan a los espectadores un repertorio de
recursos más o menos identificables que establecen ritmos, tonos y
atmósferas en las películas. En nuestro caso, podríamos decir que la Los colores de la montaña
I
Proyecto de investigación Alba, G. y M. Ceballos (2002). La narración en el cine colombiano de ficción 1950-2000. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana
II
Ceballos, M. (2006) Las pasiones: interacción y retórica, en Revista Signo y Pensamiento Vol. 25, No. 49. Bogotá: Universidad Javeriana y (2006-2) Historias y argumentos. 50 años de hibridación narrativa en
http://www.javeriana.edu.co/redicom/documents/.
III
jáuregui, C. y J. Suárez (2002). Profilaxis, traducción y ética: La humanidad desechable en Rodrigo D. No futuro, La vendedora de rosas y La Virgen de los Sicarios. Revista Iberoamericana # 199.
IV
Acosta, L. (2008). “De aficionados a cibernautas”, en Cuadernos de cine colombiano 13. 2008 nueva etapa. Bogotá: Cinemateca Distrital.
V
personajes, acciones y escenarios en el cine colombiano de 1990-2005. Rivera, J. y E. Correa (investigadores principales). Proyecto de investigación de la Universidad de Medellín, 2006 y Narrativas del conflicto armado en
el cine colombiano. Rivera, J. y S. Ruiz (investigadores principales). Proyecto de investigación de la Universidad de La Sabana, 2009.
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Emisora Cultural
Universidad de Antioquia
Sistema de Radio Educativa
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REALISMO IMPURO EN UN CINE DE CIRCUNSTANCIAS
Lucía Victoria Torres
Comunicadora Social Periodista, escritora e investigadora de cine. Docente titular de la Universidad Pontificia Bolivariana.
El cine colombiano de hoy, a pesar de su inquietante idiosincrasia ya que el género rechaza lo sentimental, no regala finales felices ni
que a veces roza lo kafkiano, me gusta. Ver nuestras películas es algo historias de amor eterno pues su gran preocupación es mostrar la
significativo. Ellas ofrecen lo que somos como país, como sociedad y realidad individual y social en el marco del devenir histórico.
como cultura, incluso como individuos, y eso no se encuentra en los Por lo anterior, el cine colombiano, como espejo de una realidad
otros medios masivos de comunicación donde el tema recurrente donde por lo general los afectados por el conflicto no logran un buen
también es la problemática nacional, pero entregado con menos destino, pierde consistencia y credibilidad en la construcción de
inteligencia, escasa sensibilidad y muy poca estética. personajes cuando redime la lucha de éstos con desenlaces
Del cine colombiano no me avergüenza ni me molesta la reiteración positivos. Y cuando opta por dar protagonismo al amor, éste no se
temática sobre nuestra injusta sociedad en conflicto; la temática es impone a la desesperanza, como puede ocurrir en la vida real por ser
inescapable: es lo que más hemos tenido y tenemos, por lo tanto ya efectivamente la fuerza más poderosa; a cambio, el amor aparece
es parte de lo que somos. En este cine, más que historias de amor enrarecido por las circunstancias, infiel, traicionado, frustrado,
hacen falta personajes entrañables y desenlaces más prohibido e incluso como generador de más conflictos, así éstos
esperanzadores y conclusivos; sobran hechos, óperas primas y permanezcan en la intimidad de los personajes. Buenos ejemplos los
algunas miradas tan subjetivas de los autores, y serían deseables han proporcionado El arriero (Guillermo Calle, 2009), García (José Luis
menos espectadores ahuyentados de las salas. Rugeles, 2010) y Esto huele mal (Jorge Alí Triana, 2007). Con Locos
Celebro el impulso y la expansión que ha habido en los últimos años (Harold Trompetero, 2011) se nos plantea el amor como asunto de
para películas realizadas con talento y con dinero colombiano, aun desquiciados, por lo tanto en forma inverosímil y grotesca.
con la inmadurez, imperfecciones o falsas pretensiones que puedan
notarse en algunos creadores. Es un trabajo loable desde todos los
ángulos: el de los directores y guionistas, por la voluntad para hacer
bien su obra y por la decisión de exhibir en ella su espíritu; el de los
productores, por su confianza y apoyos financieros; el de los
distribuidores y exhibidores, por su apuesta; el del Estado por dar a
luz una Ley de Cine madura que asimiló las lecciones aprendidas de
experiencias anteriores y por aceptar la expresión de los creadores; el
de los actores por prestarse para la aventura de directores novatos, y
el de los equipos técnicos y de producción por las ganas para
integrarse como pieza clave en el cometido de realizar un
largometraje de ficción en Colombia.
En este cine, más que historias de amor hacen falta
Esto huele mal
personajes entrañables y desenlaces más
esperanzadores y conclusivos; sobran hechos, óperas Pero más que la manera de abordar las tramas, en las películas
primas y algunas miradas tan subjetivas de los colombianas desconcierta la reacción del público ante un cine
autores, y serían deseables menos espectadores cercano en el tiempo y en el espacio que asume problemas próximos
y cotidianos de nuestra sociedad de hoy, esa misma sociedad que
ahuyentados de las salas. podría verse a través del periodismo si su mirada sobre el país fuera
como la del cine que tenemos: realista y sincera, sin ser
Ver cine colombiano en salas colombianas tiene su nivel de riesgo. necesariamente etnográfica.
Genera inquietud la reacción de los espectadores ante una historia Es explicable la reacción de nuestros inmaduros espectadores,
no reconfortante, sus preguntas sin respuesta, sus caras de afectados por una formación audiovisual telenovelera que no
decepción o su perplejidad por el final inesperado, trágico, absurdo o aguanta la reflexión sino que prefiere la exhibición, que no gusta
simplemente indescifrable de la película. O duele la soledad de tres o mucho de lo sutil y prefiere el grito al susurro, que ha acostumbrado a
cuatro espectadores íngrimos en la sala, situación recurrente en las la estridencia, lo hiperbólico y la evidencia; desarmados para leer los
exhibiciones nacionales. lenguajes y gestos sugeridos en el cine actual, el grueso de los
La ausencia de resoluciones que premien a personajes y espectadores no capta lo que los directores dicen sobre Colombia y
espectadores es coherente en un cine que se enmarca en el Realismo, sobre el ser humano colombiano; se disgusta por la evidente y
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frecuente mención en las películas a la actualidad predominante, Si los temas son grandilocuentes es porque nuestra realidad es
aquella condicionada por la lucha entre grupos armados ilegales y el grandilocuente, pero se muestra sin escenografías aparatosas, a
Estado y sus consecuencias para la población civil. través de escenas cotidianas y un estilo en algunos casos sencillo,
Con intención o no, desde la ficción cinematográfica se documenta el sobrio y preciso que resulta muy agradable, caso. Lo habitual se
momento histórico y se produce por lo tanto un cine histórico sin mezcla con lo exótico porque lo cotidiano colombiano a su vez es
acudir a la recreación de épocas pasadas. Esa mirada del cine exótico y en ese mimetismo se desdibuja la frontera de lo que es el
colombiano sobre nuestra realidad conformaría una especie de Realismo puro.
corriente que puede denominarse como Realismo impuro, en tanto No siempre este Realismo parte de la intención expresa o primigenia
que su pretensión o intención manifiesta no es la reproducción de exponer nuestras problemáticas políticas, sociales y de relaciones
exacta y completa del ambiente social y de la época en que vivimos, y humanas. Pero aún sin ser propiamente un cine con orientación o
porque la manera como se hace el abordaje de la realidad no es la intención de denuncia social, es capaz de representar los efectos de
más sencilla posible para que todos lo comprendan; por el contrario, un conflicto en una sociedad en conflicto y proponer una reflexión
admite cabos sueltos puesto que no trata de explicarlo todo. sobre los sentimientos de frustración, desconcierto y desesperación
Este Realismo, distinto a cine de realidad, se presenta de manera a raíz de la situación de seguridad del país.
espontánea, como surgido del azar y consignado de manera fortuita. Es de esperar que al inscribirse en el Realismo, el cine colombiano
En nuestras películas se incluye y se muestra con naturalidad el tenga en cuenta también el contexto del medio cinematográfico, la
contexto en el que transcurre la cotidianidad de los colombianos, un realidad de una industria naciente como la nacional, los costos de
contexto determinado por el caos. Así, las historias se desarrollan en producción, a los inversionistas que intentan sacar adelante una
medio de circunstancias caóticas y éstas se imponen como parte de industria, a los exhibidores que tienen la angustiosa conciencia de la
la puesta en escena, dando la falsa impresión de que el cine taquilla y de los espectadores.
colombiano es predominantemente sobre violencia.
Algunos referentes indirectos hacen visible y fuerte ese contexto. En
La sangre y la lluvia
el caso del narcotráfico, su representación supone armas y crímenes,
pero su presencia e influencia se percibe también en usos y
costumbres de la vida diaria mostrados en las películas, como el
hecho de que los personajes consuman droga como si se tomaran
una copa de vino o se fumaran un cigarrillo, situación que queda bien
retratada en el ambiente en el que transcurren Sumas y restas (Víctor
Gaviria, 2004) y Te amo, Ana Elisa (Antonio Dorado y Róbinson Días,
2009), por ejemplo.
Sin embargo, en el momento histórico que vivimos es más necesario
el desahogo, la elaboración de un trauma colectivo, algo que tal vez
ponga al cine de espaldas a los productores y el público pero de cara
al país, y justifique el que los directores se sientan más presionados
por su necesidad de expresión que por los apoyos estatales recibidos.
En el universo de óperas primas del panorama cinematográfico
colombiano de los últimos años, los directores se inclinan más por
centrarse en sí mismos que en poner su interés en describir
Te amo Ana Elisa objetivamente los problemas sociales valiéndose de sus películas. En
esa intención de dejar constancia de una voz particular, la de su autor,
El no ceder a la tentación de volver glamorosos los escenarios nuestro cine muestra una subjetividad que contradice su inherente
verdaderos en los que se hacen los rodajes es otro aspecto de nuestro realismo, pero en él al mismo tiempo se expresa una sociedad que
Realismo, así como la presencia de actores no profesionales, tanto necesita hacer catarsis, una sociedad traumatizada como puede
entre los personajes secundarios como entre los protagónicos; es lo palparse en La sombra del caminante (Ciro Guerra, 2005), Retratos en
que explica la existencia de cintas como La Sociedad del Semáforo un mar de mentiras (Carlos Gaviria, 2010) y La sangre y la lluvia (Jorge
(Rubén Mendoza, 2010). Navas, 2009).
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Por otro lado, si bien no se defienden posturas ideológicas o políticas No es extraño que nuestros cineastas se inspiren o basen sus historias
en general, en algunos autores es deducible una mirada en hechos e individuos reales, busquen en la prensa y en los expertos
comprometida y hasta progresista, que salva los errores de los datos necesarios para conseguir la exactitud ambiental o
comprensión del conflicto que eventualmente se escapan en otros sicológica de sus historias, se documenten rigurosamente sobre el
autores, cuya ambigüedad se evidencia en sus posturas éticas o los terreno, observen el ambiente, las gentes, sus modos de hablar, de
lleva a caer en el costumbrismo. En este último caso, la visión relacionarse, de reaccionar y comportarse, sus manifestaciones
comercial que guía las producciones distorsiona la mirada y lleva al culturales y hasta su indumentaria. Es lo que dejan ver La primera
populismo y el estereotipo, degenera el realismo y lo iguala con lo noche (Luis Alberto Restrepo, 2003), PVC-1 (Spiros Stathoulopoulos,
pintoresco, lo folclórico y hasta lo vulgar, en un cine, ahí sí, 2007), Satanás (Andy Báiz, 2007), Perro come perro (Carlos Moreno,
grandilocuente pero de bajo contenido, con personajes 2008) y Los viajes del viento (Ciro Guerra, 2009).
extravagantes, tópicos insólitos, exageración hasta en el decorado y
chistes sobre situaciones que no los admiten. Aquí el ejemplo más Los viajes del viento
ilustrativo sabemos que lo constituye la “saga” de películas obra de
Dago García.
De esta manera, se pierde la posibilidad de que el cine colombiano,
dividido entre comercial y no comercial, se vea unido por el Realismo
y su construcción de la historia del país, aunque hay que reconocer
que, cada uno por su lado, ha dado lugar a obras que son fieles
testimonios de la Colombia de nuestra época, pasando por lo crudo,
lo burdo, lo tierno, lo delicado, por el buen y el mal gusto, por el
sentimiento y el sentimentalismo, por el hecho cotidiano y el suceso
extraordinario macondiano real que rompe la rutina.
La sangre y la lluvia
En medio de la diversidad que los caracteriza como grupo, las
coincidencias de nuestros cineastas no se explican en un propósito
colectivo consciente de ellos por consignar el momento presente, lo
cual los aparta de un Realismo puro. Sin embargo, es interesante que,
sin pretenderlo, estén haciendo del arte cinematográfico nacional un
documento valioso sobre lo que somos hoy y del cual podrán
disponer generaciones futuras; hayan o no tenido la intención, los
males que aquejan a Colombia quedan reproducidos, analizados y
denunciados en las películas realizadas.
Lo anterior llena de mayor sentido un cine de autor al que se le tacha
de no estar al servicio del mercado o de los espectadores, que podría
ser más provocador y hacernos ruborizar por lo que somos, más que
avergonzarnos, si es verdad que nos habla de nosotros mismos como
país. Un cine donde los creadores no tengan que cuidarse por
enmascarar sus temas en escenas menos perturbadoras o más Dicho método da una contundente verosimilitud y un poder de
tranquilizadoras, que no tenga que evitar confrontar al espectador identificación que paradójicamente lleva al rechazo por parte de
distanciándose de la denuncia social que debe estar presente. espectadores que buscan en una película la evasión y no la
interpretación de la realidad; al rechazo porque en Colombia el
Perro come perro espejo de lo que somos es incapaz de mostrar una imagen distinta de
lo que vemos desde hace más de medio siglo, y porque medios como
la televisión han acostumbrado a matizar, “humorizar” y despojar de
significado situaciones trascendentales y trágicas de nuestra historia
A nuestro Realismo, que prefiere la gente común y corriente, también
debería corresponder una gama más amplia de personajes para
completar el cuadro social, incluyendo la representación de los
protagonistas pertenecientes a otros estratos. Aunque la mayoría de
los habitantes de Colombia, por lo tanto más afectada por nuestra
problemática, la constituyen la clase media y baja, falta ahondar más
en la alta burguesía, la clase política y dirigente, actores relevantes
que explican en buena parte las causas de ese mismo conflicto y que
son precariamente perfilados en La ministra inmoral (Julio Luzardo,
Celmira Zuluaga, 2007) y After Party. The Movie (Julio César Luna,
Guillermo Rincón, 2002).
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En el abordaje de personajes, nuestro Realismo cumple con Las nuevas generaciones de realizadores están dando un cine
proponernos unos protagonistas complejos, que evolucionan e inquietante, algo perturbador, que ojalá fuera más revolucionario. A
interactúan influyendo en otros; en mostrarnos una relación mediata ellas solamente habría que reclamarles la capacidad para realizar más
entre las personas y su entorno económico y social a través de sus filmes y superar sus impactantes óperas primas, con la conciencia de
oficios, por ejemplo, con lo cual se vuelven exponentes de una época. las escasas posibilidades de sobrevivencia del cine de autor por su
En un cine naciente parece lógico que se dé el Realismo. El nuestro es carga conceptual que en el mercado y los espectadores de hoy
un Realismo en evolución que, sin agotarse en sus presupuestos, parece no tener mucha cabida “gracias” a la tecnología que ha
porque no los ha tenido conscientemente, empieza a desacostumbrado a las reflexiones existenciales fundamentales del
descomponerse, o acaso a recomponerse en corrientes diversas, y ser humano y de la sociedad. Es totalmente válido y natural que en
que no se agota en la descripción de los entornos, pero sí en la de las estos directores jóvenes persista la espiritualidad, su insistencia en el
circunstancias. Puede, para no agotarse, empezar a interesarse por la individuo, algo esencial para hacer buenas películas.
sicología de los personajes, centrándose más en su mundo interior, Hay que esperar que los espectadores descubran también esas voces,
como por ejemplo lo hace Karen llora en un bus (Gabriel Rojas Vera, adecuadas para renovar la mirada sobre nuestra realidad, unas voces
2011), en su momento lo hizo La vendedora de rosas (Víctor Gaviria, que dejan como resultado la autenticidad e impresiones sólidas y
1998), y más atrás Confesión a Laura (Jaime Osorio, 1990). O ampliar el duraderas en la memoria colectiva.
universo a otros grupos como los niños, protagonistas ausentes de la
pantalla que en Los colores de la montaña (Carlos César Arbeláez,
2011) logran ser el centro de la historia, calar en los espectadores y Las nuevas generaciones de realizadores están
dar lugar a una película memorable. dando un cine inquietante, algo perturbador, que
Estamos viendo un cine por madurar en una industria naciente, ojalá fuera más revolucionario.
inclasificable en los géneros tradicionales, pero cuya temática,
discurso y narrativa lo vuelven un género en sí mismo: el del Realismo
impuro.
La pasión de Gabriel
Karen llora en un bus Sumas y restas
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