Desarrollo de habilidades del siglo XXI - Práctica Educativa en una Unidad-Ca...
Familia parvoviridae
1. Escriba aquí la ecuación.
Á R E A D E M I C R O B I O L O G Í A Y P A R A S I T O L O G Í A
2014
FAMILIA
PARVOVIRIDAE
VIROLOGÍA
ALUMNO: PUICAN POPUCHE, GIANFRANCO JESÚS
UNIVERSIDAD NACIONAL PEDRO RUIZ GALLO
2. ÍNDICE:
I.- Introducción……………………………………………………………………….……..3
Capítulo I:
II.- Estructura y composición………………………………………………………………4
III.- Multiplicación de los parvovirus……………………………………………………….5
Capítulo II:
IV.- Patogenia e inmunidad………………………………………………………………...7
V.- Epidemiología……………………………………………………………………………9
VI.- Enfermedad clínica…………………………………………………………………....10
VII.- Respuesta del huésped……………………………………………………………....11
VIII.- Diagnóstico…………………………………………………………………………....11
IX.- Tratamiento, prevención y control…………………………………………………….11
X.- Conclusiones…………………………………………………………………………….12
XI.- Bibliografía………………………………………………………………………………13
3. I.- INTRODUCCIÓN.
Parvoviridae son los virus de ácido desoxirribonucleico (ADN) de menor tamaño. Su
pequeño tamaño y su limitada dotación genética hacen que para replicarse sean más
dependientes de la célula anfitriona o necesiten de la presencia de otro virus
adyuvante en mayor medida que ningún otro virus ADN. Solamente se conoce un
miembro de la familia Parvoviridae capaz de provocar una enfermedad en el ser
humano: el B19, perteneciente al género Parvovirus.
Normalmente, el B19 provoca el eritema infeccioso o quinta enfermedad, una
enfermedad exantematosa febril que ataca a los niños. Este último nombre lo recibe
debido a que constituía el quinto de los exantemas de la infancia (los cuatro primeros
eran la varicela, la rubeola, la roséola y el sarampión). El B19 también causa episodios
de crisis aplásica en pacientes con anemia hemolítica crónica y provoca poliartritis
aguda en los adultos. La infección intrauterina de un feto puede provocar abortos.
La escasa cantidad de ADN presente en los parvovirus solo permite codificar las
proteínas de la cápside, de manera que para su replicación en el núcleo precisa
condiciones complementarias de la célula o la presencia de un virus asociado. Se
divide en 3 géneros: Parvovirus, Dependovirus y Densovirus, que producen
infecciones en los animales, el hombre y los insectos respectivamente.
Otros parvovirus, como el RA-1(aislado a partir de un sujeto aquejado de artritis
reumatoide) y los parvovirus fecales no han demostrado ser capaces de provocar
enfermedades en el ser humano. Los parvovirus felinos y caninos no afectan al ser
humano, y en los animales se pueden prevenir mediante la vacunación.
Los virus adenoasociados (VAA) pertenecen al género Dependovirus de la familia
Parvoviridae. Por lo general suelen infectar al ser humano, pero se multiplican
solamente con la ayuda de un segundo virus adyuvante, normalmente un adenovirus.
Los Dependovirus no provocan enfermedades ni modifican la infección causada por
los virus adyuvantes. Estas propiedades, junto a la tendencia de los VAA a integrarse
en el cromosoma del organismo anfitrión, han convertido a los VAA genéticamente
modificados en candidatos para la terapia genética.
4. II.- ESTRUCTURA Y COMPOSICIÓN
Los parvovirus son extremadamente pequeños (18 a 26 ηm de diámetro) y poseen una
cápside icosaédrica carente de envoltura. El genoma del virus B19 se compone de una
molécula monocatenaria lineal de ácido desoxirribonucleico (ADN) con un peso
molecular de 1,5 a 1,8 x 106
Da (5 500 bases de longitud). Los viriones contienen
cadenas de ADN positivas o negativas que son empaquetados en ellos por separado.
El genoma codifica tres proteínas estructurales y dos proteínas principales no
estructurales. Solamente se conoce la existencia de un serotipo de B19.
Los viriones son muy resistentes a la inactivación. Son estables en un pH de 3 a 9 y
soportan temperaturas hasta de 56°C durante 60 min, pero se les puede inactivar con
formalina, β propiolactona y agentes oxidantes.
Los viriones contienen 2 o 3 proteínas de cubierta codificadas por una secuencia de
ADN sobrepuesta en un marco de lectura. La principal proteína de la cápside (la VP2)
representa cerca de 90% de la proteína del virión. El genoma es de cadena sencilla de
ADN lineal de casi 5 kb.
Un virus autónomo, el B19, contiene 5 596 nucleótidos, mientras un parvovirus
defectuoso, el AAV-2, contiene 4 680 bases. El parvovirus autónomo generalmente
solo contiene en su cápside cadenas de ADN de ambas polaridades con igual
frecuencia de viriones separados.
5. III.- MULTIPLICACIÓN DE LOS PARVOVIRUS
Los virus B19 se multiplican en células con mitosis activa, preferentemente de la
estirpe eritroide, como células jóvenes de médula ósea humana, células eritroides de
hígado fetal y células de leucemia eritroide. Tras su unión al antígeno eritrocitario del
grupo sanguíneo P y su internalización, la cápsula se desprende del virión y el genoma
de ADN monocatenario se introduce en el núcleo. La síntesis de una cadena
complementaria de ADN exige la presencia de factores que solamente existen durante
la fase S del ciclo de crecimiento celular y de polimerasas celulares de ADN.
La transcripción y la replicación requieren la conversión del genoma monocateriano de
ADN del virión en una molécula bicatenaria. Las secuencias con repeticiones
invertidas de ADN localizadas en ambos extremos del genoma se doblan sobre sí
mismos y se hibridan con el genoma para crear un cebador para la polimerasa celular
de ADN. De este modo se genera una cadena complementaria y se replica el genoma
del virión.
6. Las dos proteínas principales no estructurales y las proteínas estructurales de la
cápside VP1 y VP2 se traducen a partir de cadenas de ácido ribonucleico de gran
longitud. Las proteínas víricas sintetizadas en el citoplasma vuelven al núcleo para el
ensamblaje del virión. La proteína VP2 se degrada en una fase posterior para formar la
proteína VP3. La membrana nuclear y citoplasmática degeneran y el virus se libera
tras la lisis celular.
7. IV.- PATOGENIA E INMUNIDAD
Parece probable que el tracto respiratorio sea la vía de ingreso habitual, si bien los
parvovirus pueden ser transmitidos por la sangre o los productos de la sangre.
El B19 tiene como objetivo las células precursoras eritroides, para las cuales es
citolítico. La enfermedad asociada al B19 está condicionada por la destrucción directa
de estas células y la respuesta inmunitaria subsiguiente a la infección (exantema y
artralgia).
Algunos estudios realizados en voluntarios sugieren que el B19 empieza a replicarse
en la nasofaringe y las vías respiratorias superiores, y después se extiende por viremia
a la médula ósea y a cualquier otra localización, donde se multiplica y destruye las
células precursoras eritroides. La enfermedad presenta una evolución bifásica.
8. La fase febril inicial es la fase infecciosa. En esta etapa, la producción de eritrocitos se
detiene aproximadamente durante una semana como consecuencia de la muerte de
las células precursoras provocada por el virus. Transcurridos ocho días desde el
comienzo de la infección se produce una abundante viremia acompañada de síntomas
inespecíficos similares a los de la gripe. Con las secreciones orales y respiratorias se
desprenden, igualmente, grandes cantidades de virus. Los anticuerpos detienen la
viremia, y desempeñan una destacada función en la resolución de la enfermedad, pero
también participan en la aparición de los síntomas.
La segunda fase sintomática parece ser mediada por el sistema inmunitario. El
exantema y la artralgia observados en esta fase coinciden con la aparición de
anticuerpos específicos para el virus, la desaparición de B19 detectable y la formación
de complejos inmunitarios.
Los sujetos aquejados de anemia hemolítica crónica e infectados por el B19 corren el
riesgo de padecer una reticulocitopenia potencialmente mortal que se denomina crisis
aplásica. La reticulocitopenia es el resultado de la combinación de: 1) el agotamiento
por parte del B19 de los precursores de los eritrocitos, y 2) la disminución de la
duración de vida de los eritrocitos provocada por la anemia subyacente.
9. V.- EPIDEMIOLOGÍA
Los estudios serológicos demuestran que los anticuerpos con mayor frecuencia son
producidos entre los cuatro y los diez años de edad.
El diagnóstico del eritema infeccioso se ha basado en la aparición de una erupción,
pero ahora se sabe que la infección no siempre produce una infección reconocible.
Alrededor de un 65% de la población adulta ha sufrido una infección por el B19 a la
edad de 40 años.
Las epidemias de eritema infeccioso se han descrito como limitados a la familia, la
escuela y otros grupos institucionales y como ampliamente comunitarias. La
enfermedad se ha reconocido en todo el mundo y en su forma clínica ocurre
principalmente en los niños de dos a doce años.
El eritema infeccioso no se ha considerado una enfermedad altamente comunicable.
En un estudio reciente de seguimiento de contactos familiares susceptibles se ha
estimado que la tasa de ataque secundario es de aproximadamente el 50%. Se ha
hallado que el riesgo de infección en el personal susceptible de los centros de
cuidados diurnos es del 20 al 30%.
Las epidemias concurrentes de crisis aplásicas y eritema infeccioso demuestran
claramente la asociación de cada una de estas entidades clínicas con las infecciones
por el parvovirus de B19.
En los adultos es más probable que aparezcan artritis y artralgias.
Es muy probable que el virus se trasmita a través de gotitas respiratorias y
secreciones orales. La enfermedad suele darse a finales del invierno y en la
primavera. También se ha descrito la transmisión parenteral del virus mediante
concentrados de factores de coagulación de la sangre.
10. VI.- ENFERMEDAD CLÍNICA
Los parvovirus causan un espectro de enfermedades clínicas, desde una enfermedad
febril indefinida con cefalea vaga y artritis hasta entidades clínicas bien definidas como
el eritema infeccioso, la hidropesía fetal y las crisis aplásicas en los pacientes con
anemia hemolítica.
El virus B19 es el agente etiológico del eritema infeccioso. La enfermedad cursa con
un cuadro prodrómico inadvertido de 7 a 10 días durante el cual el paciente puede
contagiar la enfermedad. La infección del anfitrión normal puede finalizar sin que
aparezca ningún síntoma manifiesto, pero también puede provocar fiebre y síntomas
inespecíficos como dolor de garganta, escalofríos, malestar y mialgias, así como un
ligero descenso de los valores de hemoglobina. Este periodo va seguido por un
exantema característico de las mejillas, que parecen haber sido abofeteadas. El
exantema suele extenderse en una fase posterior, especialmente a zonas de piel
descubierta como brazos y piernas y persiste durante una o dos semanas. Es
frecuente que haya recidivas del exantema.
La infección por B19 en los adultos provoca poliartritis acompañada o no de un
exantema, que puede mantenerse durante varias semanas, meses o incluso, un
periodo más prolongado. Predominan las artritis de manos, muñecas, rodillas y
tobillos. El exantema puede preceder a la artritis, aunque con frecuencia no es así. La
infección por B19 en pacientes inmunodeprimidos puede originar una enfermedad
crónica.
La complicación más grave de la infección por parvovirus es la crisis aplásica que
afecta a pacientes con anemia hemolítica crónica. La infección de estos sujetos
provoca una reducción transitoria de la eritropoyesis en la médula ósea. La reducción
da lugar a una reticulocitopenia transitoria que durará entre siete y diez días, y un
descenso del valor de la hemoglobina. La crisis aplásica se acompaña de fiebre y
síntomas inespecíficos como malestar, mialgias, escalofríos y prurito. Igualmente, se
puede observar un exantema maculopapular con artralgia y algunas inflamaciones
articulares.
La infección por B19 de una madre seronegativa aumenta el riesgo de muerte fetal. El
virus puede infectar al feto, y destruir sus precursores eritrocitarios, lo que origina
anemia e insuficiencia congestiva (hidropenia fetal). Con frecuencia, la infección de
una mujer embarazada seropositiva no tiene ningún efecto nocivo para el feto. No se
ha demostrado que el B19 provoque anomalías congénitas.
11. VII.- RESPUESTA DEL HUÉSPED
La infección por parvovirus provoca la aparición de anticuerpos de IgM y luego de
anticuerpos de IgG. Los anticuerpos de IgM llegan a títulos altos durante la segunda
semana de la inoculación experimental; los anticuerpos de IgG pueden detectarse
hacia el final de la segunda semana o hacia el comienzo de la tercera después de la
infección experimental. Se ha observado una respuesta anamnésica de anticuerpos en
un voluntario con anticuerpos de IgG preexistentes. Se han detectado complejos
durante la viremia pero no durante el desarrollo posterior de la erupción y las
artralgias. Las observaciones secuenciales de las células polimorfonucleares y los
linfocitos durante la infección indican que se desarrolla una neutropenia transitoria y
leve aproximadamente una semana después de la infección y que dura varios días.
Asimismo, los recuentos de linfocitos disminuyen aproximadamente una semana
después de la infección y permanecen por debajo de los niveles previos a la
inoculación durante unos tres días.
VIII.- DIAGNÓSTICO
El diagnóstico del eritema infeccioso suele basarse en su presentación clínica. Sin
embargo, el diagnóstico definitivo de la enfermedad provocada por el B19 requiere la
detección de IgM específica (IgM) o el ADN vírico (p. ej., para distinguir el exantema
del B19 del de la rubéola en una mujer gestante). Se han comercializado análisis de
inmunoabsorción ligada a enzimas para la IgG e IgM del B19. La reacción en cadena
de la polimerasa constituye un método muy sensible para detectar el genoma del B19
en muestras clínicas. No se suele aislar el virus.
IX.- TRATAMIENTO, PREVENCIÓN Y CONTROL
No existen formas específicas para la prevención o el tratamiento de estas infecciones.
Están indicadas todas las medidas de sostén apropiadas para los pacientes con una
enfermedad hemolítica crónica y una crisis aplásica eritrocitaria. Por fortuna la mayor
parte de los casos son lo bastante leves y autolimitados como para que no sea
necesaria ninguna intervención.
Se han diseñado vacunas frente a la parvovirosis del perro y del gato.
12. X.- CONCLUSIONES:
La transcripción y la replicación requiere la conversión del genoma
monocatenario de ADN del virión en una molécula bicatenaria.
Las secuencias con repeticiones invertidas de ADN localizadas en ambos
extremos del genoma se doblan sobre sí mismos y se hibridan con el genoma
para crear un cebador para la polimerasa celular de ADN; de este modo se
genera una cadena complementaria y se replica la cadena del virión.
Los parvovirus infectan a células eritroides que tienen que estar en actividad
mitótica; específicamente en la fase S para poder valerse de los factores de
transcripción y polimerasas de ADN que solo existen en las células en
crecimiento.
Los dependovirus necesitan la asistencia de un virus “helper” para que lleven a
cabo su propio ciclo de multiplicación; como es el caso de los virus
adenoasociados, a los cuales se les pueden considerar también como
“partículas defectivas interferentes”; puesto que son incapaces de reproducirse
por sí mismas.
La parvovirosis ocasionada por el B19 es más incidente en población infantil
en edad de escuela, y actualmente aún no se cuenta con una vacuna para la
enfermedad; a excepción de las parvovirosis canina y felina.
13. XI.- BIBLIOGRAFÍA
ZINSSER (JOKLIK / WILLETT / AMOS / WILFERT). (1994). Microbiología de
Zinsser. Editorial. Hispanoamericana. Pag. (1415-1419).
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