9. La pulpera de Santa Lucía, de Blomberg y Viale Paz representada en 1930 en el Circo Campos
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15. El circo que se ama "El circo que se ama es el de la banda musical estruendosa, con cornetines afónicos y bombo zumbante, con tambores que redoblan y platillos cocineros, vibrantes hasta más allá de la calle. El circo típico es aquel que tenía un boletero que daba sus entradas a cambio de unas monedas, desde la ventanilla graciosa abierta en el pescante del carretón principal, e! boletero que después se le veía con un gorra de marino tocando el clarín anunciador de la aparición de la muchacha que atravesaba el fuego de las antorchas y caía de pie sobre los admirables resortes de una mesa articulada con níqueles. El circo deslumbrante es el pelotón de actores, con cría, con careta, con hambre que nace, vive, camina dentro de un carro entoldado. ' « Y sin embargo, de todo lo que llevamos dicho, a ese circo le falta lo principal: el payaso, el clown, el de la cara enharinada, el bonete con cascabeles, el traje de muchos colores y muchos pliegues, el de las zapatillas de raso, el que cuando habla dice tonterías instrascendentes, el que no encuentra la palabra exacta y pronuncia otra inesperada, el que guiña los ojos pintados cuando el el tony tropieza en sus zapatones enormes o cuando se pierde en la amplitud descomunal de sus pantalones mal prendidos." Bernardo González Arrili, en La Prensa , 31 de agosto de 1976.
16. el circo criollo es aquel que tiene pista y escenario, lo que hace que la gente del ambiente lo designe como de primera y segunda parte. Aún así, tal vez esto no explique nada, si no agregamos que la primera parte es aquella que se desarrolla en el picadero, que no se cubre de arena, como mencionan algunos nostalgiosos de épocas neroneanas, sino de dorado aserrín y donde los números de trapecio, contorsiones y la infaltable "pareja cómica" -tony y payaso o clown- constituyen el circo tradicional. Pero la carpa criolla tiene además un proscenio por el que desfilan obras del teatro nacional, desde las peripecias del drama gauchesco y todos los géneros, hasta el teatro universal. Si hubiera que buscar una definición, es posible que la más bella la haya dado Enrique García Velloso, en las palabras que pronunciara el 26 de mayo de 1925, al celebrar José Podestá sus bodas de oro con el teatro: "A pesar de los teatros suntuosos, yo vuelvo con ternura infinita mis ojos hacia el circo criollo, que fue la cuna gloriosa donde nació para triunfar la dramática rioplatense
17. Tratemos de instalarnos en el primer circo, que, como tal, funcionó en Buenos Aires. Se debe a la iniciativa de un caballero inglés: Santiago Spencer Wilde. También inglés fue Philip Astiey, nacido en Newcastie Under-Line el 8 de junio de 1742, considerado el padre del circo moderno. Nuestro Wilde instala entre las calles Florida y Córdoba el "Parque Argentino". Corre el año 1827 y allí transcurren los primeros espectáculos circenses con artistas nativos. Fue también receptor de cuanto circo extranjero llegara a nuestras playas. No obstante, arriesgamos la opinión de que una empresa modesta fue el primer circo argentino. Redondo, de lona, con un solo "palo maestro", es el que construye Sebastián Suárez en 1860 y lo llama "Flor América", como una premonición. Trabajan con él su mujer, Dolores Tisera, y sus nueve hijos, de los cuales su hija Etelvina -nacida en San Isidro en 1876 y fallecida en Caseros, Buenos Aires, en 1966- prolonga la raíz hasta nuestros días, ya que a los catorce años de edad, se casa con un joven artista chileno: se llama Alejandro Rivero, quien nació en Copiapó en 1874 y falleció en Caseros en 1964. La pareja tiene ocho hijos -uno de los cuales muere prematuramente-, los que llegarán a formar el famoso "Circo de los Siete Hermanos Rivero". Esta familia -como muchas de las que no podrán acceder a este breve estudio: Anselmi, Villalba, Cantillana, Tejedor, Palma y tantos otros- merecen por sí solos su propia historia, aquella que ambicionamos escribir.
18. Si bien Moreira es como el símbolo del inicio del circo criollo, otros personajes de la literatura gauchesca prendieron hondo en la mitología del pueblo, como Juan Cuello. Hormiga Negra, etc. Pero es Santos Vega quien llega a emparejar la gigantesca figura de Moreira. Tiene el personaje una aureola romántica y un final anticonvencional, al que el público adhiere con fervor. La primera versión teatral se produce en pleno apogeo del circo y su repertorio gauchesco y pertenece al acróbata, cantor, actor y payador Domingo Espíndola, personaje para destacar, si los hay, en nuestro circo. Las adaptaciones de Santos Vega fueron múltiples -entre las primeras, una de los hermanos Félix e Hirán Henault- pero prácticamente ningún circo llevó a escena otra que no fuera la de Domingo Espíndola. ¿Cuál fue la magia, qué elementos se conjugaron para esta elección? No es fácil precisarlo. Su tratamiento es simple, noble, heroico, romántico, tiene un par de bellas canciones y el contrapunto de Vega con el Diablo, acompañado de un coro femenino. También el arquetipo del personaje implica ciertas condiciones -que reunía su autor y primer intérprete: figura de galán, como se entendía teatralmente esta caracterización, buena planta, capaz de enamorar a todas las muchachas en edad de merecer, sin el vigor fiero de Moreira que vendrá después cuando como aquel sea objeto de la injusticia--, buen actor, cantor y guitarrista.
19. Los payadores en el circo La etapa de los payadores en el circo argentino corresponde a un momento concreto y breve de su historia. Es un medio donde mostrarse.Y traemos nuevamente el nombre de Domingo Espíndola. Las referencias que de él se hacen son sumarias por ignoradas y consecuentemente se le resta la importancia que tuvo para el circo criollo. Así, Domingo Casadevall, dice: "También en 1880 es estrenada la versión de otra novela de Eduardo Gutiérrez, Pastor Luna o el gaucho de las trompadas, efectuada por Do. mingo Espíndola, autor de arreglos de folletines y novelones de mucha resonancia popular, como Santos Vega, Los hermanos Barrientos, Buenaventura Dios, Mussolino, etc." Es preciso aclarar que el "arreglo" de folletines y novelones comienza con el éxito de Juan Moreira. Estas adaptaciones marcan el inicio del teatro gauchesco y son conocidas. según hemos dicho antes, como un género especial denominado "dramón". Castagnino, en El circo criollo, le dedica unas líneas a nuestro personaje: "Nuevos payadores van renovando el plantel conocido. Así, Domingo Spíndola, apodado El Chileno." En una llamada, agrega: "También equilibrista, actor, autor y adaptador de piezas criollas" y enumera alguna de ellas.
20. Como dato interesante, registramos una información de la revista Nativa que editaba el poeta y periodista Julio Díaz Usandivaras. Data del año 1938 y en la sección "Galería de Payadores Ríoplatenses", dedicada en ese número a Gabino, dice: "Recuérdanse entre otras tenidas famosas, las que sostuviera con Navas, en Montevideo y con Espíndola, en Rosario." Si esto confirma una vez más los valores de Ezeiza, afirma rotundamente qué significó Domingo Espíndola y estrecha a ambos en la pasión payadoril y circense. Uno de los más antiguos payadores que se recuerdan en la provincia de Buenos Aires -más-precisamente por los pagos de Azul- fue Ismael Palacios, quien luego de recorrer los caminos, fue llevado a Inglaterra, actuando en el circo de Búfalo Bill. Cuenta la anécdota, que Manuelita Rosas, al encontrarlo allí repetía emocionada: - "¡Mis gauchos, mis gauchos!"
21. El Tony y el Payaso o Clown Si bien se cree que el primer payaso que conoció Buenos Aires fue el italiano Pedro Sotora, que debutó en abril de 1834 en el teatro Coliseo, haciendo además acrobacia, prestidigitación, traga I lamas -por lo que se hacía llamar "El rey del fuego o el hombre incombustible" aditamentos muy generalizados aún en nuestros días- nuevamente debemos acordarle a Podestá, convertido en "Pepino el 88", ser el creador de el primer tony con características criollas, una síntesis de ingenuidad, unida al humor argentino, ya que junto a los tradicionales "gags" caídas y bofetadas, canta desde el picadero sus propias canciones con críticas para una época ardiente del pasado nacional. A partir de él, junto con el inolvidable Frank Brown, -el inglés que sintió al país como pocos y al que entregó su vida y su muerte, unido a la famosa ecuyére Rosita de La Plata en el amor y el arte- comienza una etapa de oro de la comicidad circense, propia del país. Se constituye entonces lo que se conoce como pareja cómica, eje central del espectáculo, formada por el tony y el payaso y casi invariablemente colabora en la acción el maestro de pista, que así es como se conoce en la Argentina al maestro de ceremonias o director de pista. Llegados a este punto, tal vez nos preguntemos quiénes son en realidad estos personajes llamados Tony y Payaso