Durante la adolescencia, los jóvenes experimentan cambios físicos, emocionales y cognitivos significativos que los preparan para la madurez, incluyendo el desarrollo de la identidad adulta y la capacidad de pensamiento abstracto. La inteligencia emocional, que incluye la comprensión de las propias emociones y las de los demás, se vuelve cada vez más importante durante este período de transición.