Este poema de tres estrofas reflexiona sobre la fugacidad de la vida y la certeza de la muerte. Usa la metáfora de los ríos que desembocan en el mar para representar cómo todas las vidas, tanto de los poderosos como de los humildes, terminan en la muerte. Exhorta al lector a despertar del sueño de la vida y contemplar cómo el placer se desvanece y solo queda el dolor.