1. 22. agosto-septiembre 2013
rustración como mínimo, odio
como máximo: eso sentimos
todos al menos una vez al día
cada vez que queremos sacar
una cuenta de email o conti-
nuar navegando en Internet.
Todos los días tipeamos un
“captcha”, esas letritas beodas
que piden que uno las copie con exac-
titud para seguir adelante. Captcha
significa Completely Automated Public
Turing Test to Tell Computers and
Humans Apart. Captcha es lo que uno
odia. Y a Captcha lo pensó alguien.
Ese alguien es Luis Von Ahn, un guate-
malteco científico y profesor en Cien-
cias de la Computación, cuya tesis
de doctorado se llamó “Computación
basada en humanos”. WOBI entrevistó
al malo. (Para conocer más del cere-
bro de Von Ahn: www.recaptcha.com;
www.duolingo.com.)
Yahoo tenía un problema, ¿cuál era?
Hace 13 años había personas que crea-
ban programas para obtener millones
de cuentas de emails gratis, “spammers”
que mandaban correo basura. Enviaban
10 millones diarios, pero cada cuenta de
Yahoo sólo deja mandar 100. Entonces,
la solución fue Captcha: asegurarse de
que solo los humanos puedan obtener
cuentas de correo.
¿Hubo otra idea antes de Captcha
para resolver el mismo problema?
Tuve una levemente diferente: en vez
de letras distorsionadas, lo que propuse
era que la gente viera varias imágenes
de una misma cosa —por ejemplo, fotos
de gatos— y dilucidara qué eran.
¿De ahí se desprendió el ESP Game?
Sí, nació dos o tres años después. (N.
de la R.: en ESP Game, los jugado-
res —que no tienen contacto entre
sí— deben coincidir en la respuesta a
una misma imagen. Ese juego ayudó
a Google a refinar su galería de imá-
genes, ya que hasta ese momento, la
búsqueda funcionaba sobre la base
de nombres de archivo. Gracias a
Von Ahn, si buscamos “perro”, Google
devuelve fotos de perros, y ya no la de
un mal jugador de fútbol que alguien
subió con el nombre “perro.jpg”.)
¿Es verdad que regaló Captcha?
Sí.
¿Por qué?
No sólo Yahoo tenía ese problema,
muchos sitios de Internet también.
Y además, no sabía qué tan grande
se iba a volver. Creo que la razón por
la que se convirtió en lo que es fue
porque era gratis. Si hubiera cobrado,
no sé si todos lo hubieran usado.
Le escriben generadores de spam.
¿Qué le piden?
Bueno… no les caigo bien (ríe). Algunos
me han ofrecido dinero para encontrar
la manera de resolver los captchas, que
los deje pasar o algo así…
¿Cómo lo encuentran: mail, llamadas?
Por mail y a veces por Twitter.
¿Qué piensa cuando recibe spam?
Creo que ahí falló el sistema. Por
suerte el inconveniente ha mejorado
bastante. En 2001 yo recibía cerca de
50 emails de spam. Ahora, muy pocos.
Mucha gente no lo conoce, e insul-
tan al que inventó “eso que hay que
llenar cada vez que quiero hacer
algo en la computadora”. ¿Recibió
insultos en persona?
(Ríe) Sí, pasa bastante. El Captcha es
un mal necesario; a mí tampoco me
gusta. Desafortunadamente es como
muchas cosas; solo están ahí para ase-
gurarse de que nadie haga nada malo.
¿Alguna vez le dijo a alguien, “eso lo
inventé yo”?
Sí.
¿Y lo entienden?
Usualmente sí, y mejora bastante
cuando les explico la idea de ReCapt-
cha, para digitalizar libros.
¿Cómo funciona ReCaptcha?
Sucedió unos seis años después de
inventar Captcha. En 2006 ya todos los
sitios grandes de Internet lo usaban.
Por día se ingresaban alrededor de 200
millones de captchas. Era mucho más
grande de lo que yo pensaba, y me
dio mucho orgullo. Pero después me
empecé a sentir mal, porque la gente
pierde alrededor de 10 segundos de su
tiempo tipeando. Si multiplicamos 10
segundos por 200 millones, resulta ser
que la humanidad entera está perdiendo
EN FOCO
Inventor de la prueba del “Captcha” para descubrir si uno es un robot o
una persona real en Internet, y del “ReCaptcha”, palabras en formato de imagen
que las computadoras no comprenden y que son parte de un proyecto de
digitalización de libros, Luis Von Ahn es un innovador poco querido.
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