Tema 3 EL CORAZON DEL CONFLICTO, LA SANTA LEY DE DIOS ES SU CARACTER.pdf
Josué, fortaleza y valentía
1. Josué, fortaleza y valentía
Dr. Charles Stanley
"Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a
toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a
siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas" (Josué
1:7).
Cuando usted echa una mirada al pasado de su vida, ¿ve un montón de
hechos o nota algunos puntos de decisión, claros y definidos, que constituyen el
entramado de su existencia? Muy probablemente, pensará en uno o dos
momentos clave que implicaron decisiones críticas que moldearon su vida en lo
que es ahora. Cuando consideramos la vida de Josué, a quien Dios designó para
que introdujera a Israel a la Tierra Prometida, surgen al instante dos momentos
claros y memorables Para comprender a este hombre, debemos entender
primero estos dos hechos cruciales.
Valeroso
Josué aparece por primera vez a plena luz en los capítulos 13 y 14 de
Números. Hasta ese momento, vemos sólo referencias ocasionales sobre él como
el siervo de Moisés. Gozaba, en efecto, de tanta confianza, que estuvo entre los
12 espías que fueron enviados a la Tierra Prometida para evaluar la condición del
territorio.
Moviéndose en medio de las sombras, Josué y sus amigos fueron testigos
de la excelencia de la tierra. Su corazón se desbordó de alegría ante la idea de
llamar a este lugar su hogar. Pero su emoción se convirtió en angustia al escuchar
a diez de los espías; todos ellos, excepto su amigo Caleb, dieron un informe
descorazonador a Moisés y el pueblo. Los otros espías, aparentemente, estaban
más concentrados en la estatura y el número del ejército enemigo, que en la
condición de la tierra.
2. Josué no podía creer lo que estaba oyendo. Él y Caleb respondieron al
informe de los demás clamando y rasgando sus vestidos, una clara señal de su
angustia y tristeza (Números 14:6-9). Hicieron lo más que pudieron para dar
seguridades al pueblo de la hermosura de la tierra y para rectificar el falso
informe en cuanto al aparente poderío del enemigo. No obstante, el pueblo creyó
en los temores de los diez, y por eso desecharon el testimonio de Josué.
Entonces hizo su más ardiente alegato: "Por tanto, no seáis rebeldes contra
Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como
pan" (Números 14:9). Dicho de manera sencilla, estaba llamando al pueblo a ser
valeroso y a estar plenamente seguros de que su todopoderoso Dios podía vencer
a cualquier enemigo. Pero la reacción de la multitud fue la imagen de la cobardía:
en vez de hacer frente a los pesimistas espías, la asamblea se volvió contra Josué
y Caleb, e incluso amenazó sus vidas. Pensaron que era más fácil silenciar el
llamado al valor que hacerles caso.
Ante esta rebelión, Dios se sintió inclinado a destruir toda la congregación y
comenzar de nuevo con Moisés y unos pocos escogidos (Números 14:12). Sin
embargo, después de la intercesión de Moisés, el Señor le permitió a la nación
vivir, aunque no le permitiría que entrara a la Tierra Prometida. En vez de eso, los
hizo deambular por el desierto durante cuarenta años, es decir, un año por cada
día que los infames espías exploraron la tierra.
De toda esa generación, sólo a Josué y a Caleb se les permitiría entrar en la
tierra después de vagar durante esos años. Por su fidelidad y valentía frente al
temor, Josué no sólo viviría para ver de nuevo la tierra, sino que también sería
utilizado para introducir en ella a la nueva generación.
Fuerte
Cuarenta años más tarde, vemos el segundo momento crucial en la vida de
Josué. La población de Israel consistía sólo en los hijos de los emigrantes
originales, más Moisés, Caleb y Josué. Cuando la peregrinación de la nación
llegaba a su fin, Moisés recibió una mala noticia del Señor: no sería él quien
introduciría al pueblo a la Tierra Prometida. En vez de eso, el liderazgo pasaría a
Josué, el soldado, siervo y espía fiel (Números 27:12-23).
3. Al recordar la reacción de la nación la última vez que él estuvo a las puertas
de la ciudad, Josué sin duda se sintió perturbado. Fue allí, en efecto, que todo el
pueblo había tomado la decisión de asesinarlo hacía cuarenta años antes. Pero
ahora estaba frente a ellos de nuevo, con la tarea de introducir a los hijos de sus
antiguos atacantes a su nuevo hogar. Esto era indudablemente un reto para el
envejecido comandante, que ahora tendría probablemente más de ochenta años.
Al ver el corazón de Su instrumento escogido, el Señor comunicó palabras
de aliento a Josué. Y, para coronar la dura prueba, Dios le dijo que hiciera lo que
el propio Josué había dicho al pueblo años antes: sé fuerte, sé valiente, y confía
en Dios (Josué 1:7). Sin duda alguna, sonriendo un poco por el eco del pasado,
Josué se mantuvo firme, empuñó el bastón y condujo al pueblo a una portentosa
victoria.
Líder y siervo
Muchas veces somos culpables de restar importancia al papel de Josué
cuando leemos el Antiguo Testamento. Muchos, en realidad, lo retratan como un
joven pisándole los talones a su maestro, Moisés. Sin embargo, Josué estuvo muy
lejos de ser un simple aprendiz. Incluso una mirada superficial a su extraordinaria
vida revela un pilar de fortaleza, valentía, convicción, dedicación y rectitud rara
vez vistas en otra parte.
Josué sabía lo que significaba ser un esclavo. Por haber nacido bajo la
severa dominación de los egipcios, él y toda su nación soportaron el yugo de la
esclavitud y una crueldad intolerable. Frente a los azotes diarios del látigo del
amo, ¿cómo podía Josué imaginar que algún día conduciría a su pueblo a la tierra
más rica que alguien pudiera imaginar?
Josué también sabía lo que significaba ser un soldado. En el día de hoy, los
creyentes muchas veces se sienten confundidos por la contradicción que
observan entre el rol de "cristiano" y el rol de "soldado". Sin embargo, para Josué
no había ninguna contradicción. Él era un seguidor de Dios y también un genio
militar. Seguía órdenes, comandaba tropas, diseñaba estrategias, planeaba
ataques y condujo a su pueblo adonde éste necesitó ir. E hizo absolutamente todo
esto bajo la guía de su Comandante Supremo, el Dios todopoderoso.
4. Josué sabía, además, lo que significaba ser un siervo. Obviamente adornado
de muchas cualidades, y apartado para un trabajo especial, él nunca se pasó de la
raya en cuanto a su humildad. Desde su niñez sirvió a su amo Moisés, observando
todo el tiempo la sabiduría y la fe poderosa demostrada por su maestro (Números
11:28). Por haber sido dócil, Josué fue utilizado por Dios de una manera increíble
e insospechada.
Josué fue al mismo tiempo líder y siervo, espía y estadista. Estaba lleno del
Espíritu de Dios (Deuteronomio 34:9) y era guiado por Su Palabra (Josué 1:8). Fue
un guerrero, pero también un pastor. Fue, durante un tiempo, el instrumento
escogido de Dios para hacer grandes cosas. La fórmula de su éxito la encontramos
en dos pequeñas palabras, que vienen directamente de Dios: fortaleza y valentía.
Seguir las órdenes de nuestro Líder no es a menudo fácil, pero siempre vale
la pena la lucha. Al investir de poder y valentía a Josué, Dios lo sacó del foso de la
esclavitud y lo envió a derribar la puerta de las tierras del enemigo. La fortaleza y
la valentía de Dios siguen siendo igualmente poderosas hoy. ¿Adónde pudiera Él
enviarle a usted hoy? ¿Con qué propósito pudiera el Señor llamarle para que se
llene de fortaleza y valor? Una vez que reciba la orden de movilización, comience
a andar y maravíllese de lo que Dios podrá lograr en, y por medio de, usted.
Amén.