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La fe es para los valientes
1. La Fe es para los Valientes
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se
ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe
entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo
que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más
excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo,
dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe
Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso
Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca
a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé,
cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor
preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue
hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo
llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió
sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida
como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la
misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo
arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril,
recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque
creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya
casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena
innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron todos éstos
sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y
saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;
pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente
tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual
Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una
ciudad” (Hebreos 11:1-16).
Muchas personas al pensar en la fe creen que se trata de creer que existe
un ser supremo con cualidades sobrenaturales y divinas. Sin embargo, la fe es
mucho más que creer que Dios existe. Hace unos años hubo en México un
secuestrador que se hizo famoso por el modo de pedir rescate por sus víctimas,
2. de hecho fue apodado por los medios como “el mocha-orejas” pues como
amenaza para que se le pagara el rescate mandaba las orejas de sus víctimas.
Cuando finalmente fue capturado, algunos medios pasaron imágenes de el lugar
donde vivía y torturaba a sus víctimas, lo sorprendente es que en ese lugar tenía
puesto un altar a Dios y algunos santos con algunas veladoras, este secuestrador
admitió pedirle a Dios todos los días que no lo atraparan. Te pregunto, ¿de qué le
sirvió a este hombre lleno de mal y de muerte creer en Dios? El simple hecho de
creer no significa tener fe. Si le preguntaras al diablo o a alguno de sus demonios
que si creen en Dios, ¡te dirían que sí! La fe es mucho más que creer, la fe
requiere todas tus fuerzas, todo tu valor, todo tu coraje y toda tu persistencia, la
fe es para los valientes.
Firmes y Seguros
Estos dos adjetivos calificativos son tal vez las dos palabras que mejor
definen la fe. La fe es un conocimiento seguro y claro de algo, es abrazar algo
firmemente sin temor de fallar; la fe es también estar convencido de algo de una
manera tan firme que ningún razonamiento puede moverte o hacerte negar lo
que crees. La fe es un ancla del alma que hemos arrojado a las profundidades del
amor y conocimiento de Dios.
Donde hay fe no hay dudas ni inseguridad, puede haber preguntas sobre lo
que no entendemos pero en el fondo de nuestro ser siempre sabemos que Dios
está en control y que Él siempre sabe lo que hace. Donde hay fe no hay espacio
para especulaciones sobre “otras verdades”, no hay miedo sobre si hemos
escogido vivir una manera correcta de vivir, no hay dolor, sufrimiento ni angustia
que nos haga negar la existencia de Dios. El momento más doloroso de la vida de
Jesús fue en la cruz, el dolor físico se sumaba al vacío que sentía en su alma pues
al llevar nuestros pecados en Él se había separado de la santidad de su padre, fue
en esos momentos de mayor dolor cuando hizo declaraciones de perdón por
otros, de confianza en Dios (en tus manos encomiendo mi espíritu), en esos
momentos se preocupó porque alguien cuidara de su madre, por terminar su
tarea de manera correcta, por agradar en todo a Dios. ¡La fe verdadera crece en
la adversidad y se aferra a Dios en medio de las tormentas! Porque sabe que
separado de Él dejaría de existir.
3. La Fe se mueve de lo invisible a lo visible
El capítulo 11 del libro de Hebreos nos da una lista larga de hombres que
tuvieron fe digna de mencionarse. Es interesante que pareciera que los separa en
bloques para resaltar ciertas cualidades que tenían. El primer bloque lo
conforman: Abel y Enoc. Dos hombres que sin haber tenido una experiencia
visible o palpable con Dios decidieron agradarle con todo su corazón sin poner
su vista en nadie más. La fe de Abel por Dios lo llevó a ser engrandecido después
de que su hermano Caín lo mató en un momento de celos y envidia, dice la Biblia
que era tan grande su fe que aún muerto Abel su sangre seguía llamando a Dios.
En el caso de Enoc, era tal la relación de amor de Dios y tanto lo que le agradaba
que Dios ¡se lo llevó! La Biblia dice que fue traspuesto, esto es, fue removido de
un lugar (en la tierra) y puesto en uno nuevo (en el Cielo con Dios). En ambos
casos vemos una fe ¡mucho más grande que la vida misma!, y en ambas
historias vemos que estos hombres creyeron que lo que veían había sido
formado a partir del poder invisible de Dios. Pero sin fe, es imposible agradar a
Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es
galardonador (premia, remunera) de los que le buscan. No es solamente creer
sino estar absolutamente convencidos de la existencia de Dios y de su interés de
relacionarse con nosotros.
La Fe pone sus ojos en lo Eterno
El segundo bloque de hombres que tuvieron una fe digna de mencionarse
lo conforman: Noé, Abraham y Sara. El primero creyó que vendría algo que no
existía o no había experimentado antes pues la Biblia menciona que antes del día
del diluvio no había caído lluvia sobre la tierra y mucho menos ¡en tanta cantidad!
Pero Noé en su corazón creyó y construyó el arca que lo salvó a él y su familia.
Abraham por su parte, dejó todo lo que tenía y salió sin saber a dónde iba, lo
único que poseía y lo hacía tomar decisiones es que tenía una promesa de Dios de
que le daría una tierra próspera y una generación que nadie podría contar. Sara,
por último, creyó que su cuerpo podía recuperar fuerzas para dar a luz en una
etapa en la que ¡era imposible que sucediera! pero ella supo en lo profundo de su
ser que era fiel quien lo había prometido, no se trataba del qué sino del quién, no
puso su mirada en la situación sino en lo alto, en el Cielo, en su amado creador.
Estos tres seres humanos tomaron decisiones basados en lo que Dios les decía
aunque a su alrededor no había ni la más mínima señal de que fuera posible que
4. sucediera lo que esperaban, pero la falta de pruebas no detuvo su caminar,
sabían en quién habían creído.
Conclusiones
Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino
mirándolo de lejos, y creyéndolo, saludándolo, confesando que eran peregrinos y
extranjeros sobre la tierra. Los que esto dice claramente, que dan a entender que
buscan una patria; pues si hubieran estado pensando de aquella de donde
salieron, todavía tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es,
celestial, por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les
ha preparado una ciudad. La fe tiene consecuencias eternas, no todo lo que
esperamos lo alcanzaremos en la tierra, de algunas cosas solamente seremos los
sembradores o precursores para que otros desarrollen y cosechen, pero toda
nuestra fe sí será siempre recompensada por Dios. Él mismo, el arquitecto y
constructor del Cielo nos tiene preparada una ciudad donde habitaremos juntos
por la eternidad. Tal vez no hayas recibido todo lo que esperas, pero levanta tu
mirada al Cielo, confía en Dios, cree en su Palabra demuéstrale que tu deseo de
vivir con Él por siempre es mucho mayor que tu deseo de ver tus oraciones
contestadas, ¡no mires atrás! Pon tu anhelo en lo mejor, lo más excelente, lo más
alto, llénate de valor y coraje y avanza en tu carrera por ser ciudadano eterno del
Reino Celestial de nuestro Dios.
Ideas para tu Oración diaria
1. Llena tu oración del día con palabras de fe, dale gracias a Jesucristo por
lo que hizo por ti en la cruz, declárale a Dios tu amor y pasión por Él y por seguirle
y agradarle siempre. Confiesa tus dudas y temores y pídele a Dios que te llene de
fe y seguridad.
2. Si has notado que algunas cosas a tu alrededor no están saliendo como
esperabas, levanta tu mirada, quítala de las situaciones y ponla en Dios y su
Palabra. Busca versículos que hablen de verdades referentes a lo que estás
batallando, deja que la vida de las Escrituras te llene de fe y esperanza.