2. LA LEYENDA
Sucede en Toledo, ciudad española capital de la
provincia del mismo nombre, a las orillas del Río Tajo.
Se desarrolla esta leyenda en la Ermita del Cristo de
la Vega.
Se construyó una Basílica sobre el lugar donde fue
enterrada Santa Leocadia, virgen que fue martirizada en
el siglo IV. En ella tuvieron lugar los famosos Concilios
de Toledo.
El edificio sufrió ruinas y reconstrucciones a través
de la historia, y quedó como una ermita donde se venera
al Cristo de la Vega.
Os contaré esta leyenda toledana, que inmortalizó
José Zorrilla en su obra "A buen Juez mejor Testigo".
5. LA HISTORIA
• Había en Toledo dos amantes: Diego
Martínez e Inés de Vargas. Un día llegó la
noticia: Diego tenía que partir hacia Flandes.
• Llegó la hora de la despedida y ésta se
produjo en la capilla del Cristo de la Vega en
la cual los dos se juraron amor eterno y
Diego tocando los pies de Cristo prometió
desposarla en cuanto regresara.
• Dos años pasaron y las guerras de Flandes
acabaron. Diego no regresaba, pero Inés
nunca desesperó y todos los días acudía al
miradero en espera de ver aparecer a su
amado.
6. Un día vio aparecer un tropel de hombres a
lo lejos que se acercaban a la muralla de la
ciudad, y se encaminaban a la puerta del
Cambrón. Fue corriendo hacia allí a ver quiénes
eran como había hecho muchas otras veces.
Cuando allí llegó, el corazón le palpitó con
fuerza; al frente del pelotón de hombres, en
cabeza iba Diego. ¡Por fin! Tanto tiempo
esperando dio fruto; Inés dando gritos de
alegría agradecía al cielo el haberle traído sano
y salvo, pero Diego al verla le hizo caso omiso
como si no la conociera y dando espuelas al
caballo se adentró en las callejuelas de Toledo.
7. En su desesperación, sólo vio un camino
para salir de la situación en que se encontraba,
aunque podía ser un peligro, pues era dar a luz
pública su conflicto y deshonor; pero en realidad
las murmuraciones en la ciudad no cesaban y
todo el mundo hablaba de su caso. Tomada la
decisión, acudió al Gobernador de Toledo, que a
la sazón lo era don Pedro Ruiz de Alarcón, y le
pidió justicia.
8. Después de escuchar sus quejas, el viejo
dignatario le pidió algún testigo que
corroborase su afirmación, mas ella ninguno
tenía. Don Pedro hizo acudir ante su tribunal a
Diego Martínez y al preguntarle, éste negó
haber jurado casamiento a Inés. Ella porfiaba y
él negaba. No había testigos y nada podía hacer
el gobernador. Era la palabra de uno contra la
de otro.
9. En el momento en que Diego iba a
marcharse con gesto altanero, satisfecho
después de que don Pedro le diera permiso para
ello, Inés pidió que lo detuvieran, pues
recordaba tener un testigo. Cuando la joven dijo
quién era ese testigo, todos quedaron
paralizados por el asombro. El silencio se hizo
profundo en el tribunal y, tras un momento de
vacilación y de una breve consulta de don Pedro
con los jueces que le acompañaban en la
administración de justicia, decidió acudir al
Cristo de la Vega a pedirle declaración.
10. Al caer el sol se acercaron todos a la
vega donde se halla la ermita. Un confuso
tropel de gente acompañaba al cortejo, pues
la noticia del suceso se había extendido
como la pólvora por la ciudad. Delante iban
don Pedro Ruiz de Alarcón, don lván de
Vargas, su hija Inés, los escribanos, los
corchetes, los guardias, monjes, hidalgos y
el pueblo llano. «Otra turba de curiosos en
la vega aguarda", entre los que se
encontraba Diego Martínez «en apostura
bizarra".
11. Entraron todos en el claustro,
"encendieron ante el Cristo cuatro cirios y
una lámpara" y se postraron de hinojos a
rezar en voz baja. A continuación un notario
se adelantó hacia la imagen y teniendo a los
dos jóvenes a ambos lados, en voz alta,
después de leer "la acusación entablada”
demandó a Jesucristo como testigo:
"¿Juráis ser cierto que un día, a vuestras
divinas plantas, juró a Inés Diego Martínez
por su mujer desposarla?“
12. Tras unos instantes de expectación y
silencio, el Cristo bajó su mano
derecha, desclavándola del madero y
poniéndola sobre los autos, abrió los
labios y exclamó:
- Sí, juro».
13. Esta leyenda está basada en la obra
“A BUEN JUEZ, MEJOR TESTIGO”
de José Zorrilla.