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CUENTOS INFANTILES PARA U
                                                                                                                                                             TERCERA EDAD
                                                                                                                                                    Oican los gerontósoíos QU^ en la
                                                                                                                                                 tercera edad se vuelve a la inTancia y
                                                                                                                                                 que renacen los temores y las infle-
                                                                                                                                                 fensiones de aquellos años lejanos en
                                                                                                                                                 los que nuestros padres y nuestros
                                                                                                                                                 pedagogos nos coniaban cuentos,
                                                                                                                                                    ¿Por qué. pierisan los citados ge-
                                                                                                                                                  rontúsoíos, no escribirrios cuentos
                                                                                                                                                  que nuestros ancianos puedan com-
                                                                                                                                                  prender desde sus lejarK)s horizonies
                                                                                                                                                  y perspectivas mentales?
                                                                                                                                                     ¿Por qué nuesíros ancianos deben
                                                                                                                                                  otr solamente los cuentos que les
                                                                                                                                                  cuentan los políticos en la -tele- y no
                                                                                                                                                  los bellos cuenlos que oyeron en su
                                                                                                                                                  infancia, ya casi olvidados?
                                                                                                                                                    Sería hermoso que escuchasen ha-
                                                                                                                                                  dlar a Caperucita Roja y al lobo, y a
                                                                                                                                                  la aDueiiia y a los pastores de (a si-
                                                                                                                                                  guiente manera, por ejemplo:
                                                                                                                                                     -Iba Caperuciía por el bosque
                                                                                                                                                  cuando se la apareció el lobo que le
                                                                                                                                                  di^o con sibilantes ceceos de desden-
                                                                                                                                                  lado:

                                   U      HIPOCONDRÍA                      de Chumy Chúmez                                                           -¿Onie fa Capefuíita Roja?
                                                                                                                                                       -¿Que dices? -responda Capem-
                                                                                                                                                  cüa,    que tenía una hipoacusia de
                                                                                                                                                  muro de las lamentaciones
                                                                                                                                                     -¿Fé? -respondió el iobOn que
                                                                                                                                                  larribién andaba duro de oído.
                                                                                                                                                    Caperucita se encogió de hombros
                                                                                                                                                  y Siguió su camino apoyada en su
                                                                                                                                                  bastón íemiendo que de un momento
                                                                                                                                                  a oiro le estallase ia osleoporosis.
                                                                                                                                                  Tres días después llegó a casa de la
                                                                                                                                                  abuelita, adonde todavía no habla lle-
                                                                                                                                                  gado el lobo por culpa de su artrosis
                                                                                                                                                  y la amnesia senit que padecía entre
                                                                                                                                                  oíros mafes menores
                                                                                                                                                    —íHuy, abuelita -dí[0 Caperucita
                                                                                                                                                  IRoja-, qué orejas mSs largas tienesT
                                                                                                                                                     Y la abuela respondió:
                                                                                                                                                    - Y a te has olvidado otra vez de las
                                                                                                                                                  gafas para cerca, Caperucita, No es-
                                                                                                                                                  toy en la cama, estoy en el baAo Y a
                                                                                                                                                  propósito, ¿me has iraido el purgante
                                                                                                                                                  que te dije?
                                                                                                                                                     V así sucesivamente.
                                                                                                                                                     He dicho,
                                                                                                                                                     Rn.

                                                                                                                                                                               Ch.Ch.


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Blanco y Negro (Madrid) - 07/01/1996, Página 88
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  • 1. CUENTOS INFANTILES PARA U TERCERA EDAD Oican los gerontósoíos QU^ en la tercera edad se vuelve a la inTancia y que renacen los temores y las infle- fensiones de aquellos años lejanos en los que nuestros padres y nuestros pedagogos nos coniaban cuentos, ¿Por qué. pierisan los citados ge- rontúsoíos, no escribirrios cuentos que nuestros ancianos puedan com- prender desde sus lejarK)s horizonies y perspectivas mentales? ¿Por qué nuesíros ancianos deben otr solamente los cuentos que les cuentan los políticos en la -tele- y no los bellos cuenlos que oyeron en su infancia, ya casi olvidados? Sería hermoso que escuchasen ha- dlar a Caperucita Roja y al lobo, y a la aDueiiia y a los pastores de (a si- guiente manera, por ejemplo: -Iba Caperuciía por el bosque cuando se la apareció el lobo que le di^o con sibilantes ceceos de desden- lado: U HIPOCONDRÍA de Chumy Chúmez -¿Onie fa Capefuíita Roja? -¿Que dices? -responda Capem- cüa, que tenía una hipoacusia de muro de las lamentaciones -¿Fé? -respondió el iobOn que larribién andaba duro de oído. Caperucita se encogió de hombros y Siguió su camino apoyada en su bastón íemiendo que de un momento a oiro le estallase ia osleoporosis. Tres días después llegó a casa de la abuelita, adonde todavía no habla lle- gado el lobo por culpa de su artrosis y la amnesia senit que padecía entre oíros mafes menores —íHuy, abuelita -dí[0 Caperucita IRoja-, qué orejas mSs largas tienesT Y la abuela respondió: - Y a te has olvidado otra vez de las gafas para cerca, Caperucita, No es- toy en la cama, estoy en el baAo Y a propósito, ¿me has iraido el purgante que te dije? V así sucesivamente. He dicho, Rn. Ch.Ch. 88 Blanco y Negro (Madrid) - 07/01/1996, Página 88 Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.