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Primer Domingo de Adviento
¡Este es el tiempo de la esperanza!

“Estad en vela para estar preparados”. Mt 24, 37-44

“¿De qué aprovecha saber cuándo vendrá el Señor,
si Él no viene primero a mi alma y vuelve a mi espíritu,
si Cristo no vive en mí y me habla?”
(San Pascasio)

Invocación al Espíritu
Espíritu Santo,
tú que sembraste la esperanza
en el corazón de María de Nazaret
y alumbraste en su seno
al Salvador del mundo,
abre nuestro corazón al gozo

de la escucha de tu Palabra
y haz que acojamos,
con esperanza y amor,
al Señor que viene
a hacer nuevas todas las cosas.
Amén.

1. LECTIO ¿Qué dice el texto?
a) Lectura del Evangelio Mateo 24, 37-44
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del
hombre, pasará como en tiempo de Noé.
Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que
Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los
llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos
hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos
mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene
el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que
menos penséis viene el Hijo del hombre».

b) Momentos de silencio orante para que la Palabra de Dios
pueda entrar en nosotros e iluminar nuestras vidas.
2. MEDITATIO ¿Qué me dice?
a) Clave de lectura: Para fijarnos en Jesús y el Evangelio
Justo antes de este texto de hoy, Mateo ha subrayado que el Hijo del
hombre vendrá (Mt 24,4-35).
Ahora dice que no sabemos el momento.
La alusión a la historia del diluvio (Gn 6-7) se hace como ejemplo de
aquello que llega de manera repentina e imprevista en un día cualquiera;
quienes no estaban preparados recibieron las consecuencias negativas. El
Señor vendrá cuando todo el mundo estará haciendo su vida de cada día,
viene cada día, en la vida más ordinaria. Quien está atento, vive con Él.
Jesús desvía la atención de los discípulos: de fijarse en la fecha de la
venida futura a fijarse en el presente. La preocupación de quienes seguimos
a Jesús no tiene que ser cuándo se acabará el mundo, sino qué actitud
tenemos que mantener mientras vivimos en este mundo. Dada la condición
de ignorantes del día y la hora, se nos propone de vivir velando, para estar
a punto para el encuentro con el Señor.
La imagen del ladrón refuerza esta invitación, remarcando el carácter
imprevisible de la venida de Cristo. Y con la imagen de los dos sirvientes
que Mateo presenta a continuación (Mt 24,45-51), así como con las
parábolas del capítulo siguiente (Mt 25,1-30), se aclara qué quiere decir
“velar”: dar fruto, cumpliendo la voluntad de Dios. Después (Mt 25,31-46)
nos presenta cual será el criterio del día del juicio: el amor en el “hoy”, en
el presente.
Este “velar” para “dar fruto” pasa por estar atento a lo que sucede en el
entorno y en el mundo en general; pasa por hacer discernimiento (con los
demás) para descubrir qué es la voluntad de Dios en cada situación; pasa
por rogar-rezar (Mt 26,41). Velar así nos mantiene firmes en la fe, nos da
coraje, nos ayuda a vivir sobriamente.
En este primer domingo se ofrece una respuesta a las incertidumbres de
las personas. El profeta no espera la salvación de los hombres ni de los
poderes políticos, sino de Dios mismo. Daremos razón de la esperanza no
con nuestras palabras, ni por imperativo moral, sino por un estilo de vida
de quien se pone en pie, mira el horizonte, convoca a otros, ajusta velas y
enfila la barca. La esperanza no es algo que tenemos sino algo que
compartimos.

¿Vives confiado? ¿Te sientes lleno de miedo? ¿En quién tienes
puesta la confianza? ¿Te fías?
¿Estás en vela? ¿Vives alerta, a la espera, vigilante? ¿Esperas al
Señor que viene a tu vida?
3. ORATIO: ¿Qué le digo?
Pídele a Jesús que te ayude a estar preparado, a estar disponible, a
estar atento. Que el Señor nos ayude a mantener firme la fe, encendida la
esperanza, alerta el amor. Demos gracias a Dios porque el cielo y la tierra
pasarán, pero sus palabras no pasarán.

a) Al comenzar un nuevo Adviento,
deseamos que se robustezca nuestra esperanza

para que no nos falten deseos
del Señor de la Vida que viene y vendrá.
Deseo que mis deseos sean apasionados,
deseo que mi espera no se enfríe,
deseo que mi caridad no decaiga,
deseo que mi oración no sea rutinaria.
Deseo que mi vida no sea de pasada,
deseo que mi corazón lata al compás de muchos otros,
deseo que mi fe no se sienta asegurada,
deseo que mi canto testimonie mi esperanza.
Sí, Señor que vienes, haznos seres llenos de deseos,
hombres y mujeres de esperanza,
que aún esperan de la vida la sorpresa
que puede regalarnos cada jornada.
Mujeres y hombres liberados
por la fuerza sorprendente de tu mirada y tu Palabra.
Hombres y Mujeres despiertos
porque se han encontrado contigo
y no pueden vivir aletargados.
Mujeres y hombres valientes
que han disuelto sus miedos al calor de tu corazón.
Hombres y Mujeres del Reino constructores
que no pueden vivir sus días
sin responder a los clamores de otros corazones.

b) Oración final
Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la
voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la
fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María,
tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú
que vives y reinas...
4. CONTEMPLATIO ¿Cómo interiorizo el mensaje?
La contemplación es el saber unir nuestro corazón y nuestra mente al Señor
que con su Palabra nos transforma en nuevas personas que cumplen siempre
su voluntad. “Sabiendo estas cosas, seréis dichosos si la ponéis en práctica”
(Jn 13,17).

5. REFLEXIÓN FRANCISCANA
Clave de la reflexión: Como Francisco, lee, ora y vive la Palabra de
Dios en fraternidad, en comunidad. Porque el ejercicio de la Lectio Divina en
fraternidad enriquece la vida de la comunidad y acrecienta los vínculos entre
los hermanos, quienes son alimentados por la Palabra, leída, meditada, orada
y compartida. Deja que el Espíritu Santo sea el Maestro interior que te vaya
adentrando en la Palabra. ¡Qué mejor que podamos discernir los
acontecimientos de la vida apoyados en la Palabra de Dios!
Francisco al principio de su conversión le pedía al Señor la fe recta lo
que hemos de entender el dejar atrás lo superficial, tal vez lo engañoso, y
descubrir en todo la presencia viviente del Amor personal de Dios y al mismo
tiempo, el valor de cada ser, como también su llamada y su destino último
que es Dios mismo…
Pero la fe, en todo su realismo, entraña también percatarse de que
nuestro mundo está en gestación, está inacabado, está herido, y de que el
mal está en él demasiado presente y de que son inciertas nuestras
expectativas de felicidad. Por eso Francisco también pide ESPERANZA
CIERTA, que constituye un sobresalto de optimismo, de vitalidad, la certeza
de que las promesas y el compromiso mismo de Dios no pueden fracasar,
que el futuro absoluto – plenitud de vida y de felicidad – está reservado a los
que Dios ama: a todos los hombre y al mundo en cuanto cosmos e historia. Es
la certeza de que un reino nos está preparado desde el origen del mundo (Mt
25,34, 1R 23,4) en feliz compañía y en la fruición por siempre de Dios (ParPN 4)
Ora con San Francisco:
¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón
Y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla tu santo y veraz mandamiento

6 – ACCIÓN: ¿A qué me comprometo?
Domingo Segundo de Adviento

“Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos” . Mt 3, 1-12

Invocación al Espíritu
Espíritu Santo,
tú que sembraste la esperanza
en el corazón de María de Nazaret
y alumbraste en su seno
al Salvador del mundo,
abre nuestro corazón al gozo

de la escucha de tu Palabra
y haz que acojamos,
con esperanza y amor,
al Señor que viene
a hacer nuevas todas las cosas.
Amén.

1. LECTIO ¿Qué dice el texto?
a) Lectura del Evangelio Mateo 3, 1-12
Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea,
predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».
Éste es el que anunció el profeta Isaías, diciendo: “Una voz grita en el
desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”.
Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a
la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda
la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus
pecados; y él los bautizaba en el Jordán.
Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les
dijo: «¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo
inminente?
Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones,
pensando: “Abrahán es nuestro padre”, pues os digo que Dios es capaz de
sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los
árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego.
Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí
puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con
Espíritu Santo y fuego.
Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el
granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga».

b) Momentos de silencio orante para que la Palabra de Dios
pueda entrar en nosotros e iluminar nuestras vidas.
2. MEDITATIO ¿Qué me dice?
a) Clave de lectura
El “desierto”, dónde Juan “predicaba”, recuerda al éxodo, donde Dios
interviene para liberar. Y estamos cerca de ese momento. Mateo pretende
presentar a Jesús como el Hijo de Dios y a Juan como el precursor, lo presenta
con los rasgos de Elías (1Re1, 8) que volvería antes del Mesías. Citando a Isaías (Is
40, 3) -libro de la consolación- se anuncia la llegada del Mesías con la invitación a
convertirse y con un rito bautismal. La salvación del pueblo es obra de Dios.


El mismo anuncio que hace Juan es el que hará Jesús cuándo empiece
su misión (Mt 4, 17) y el que harán aquellos que Jesús enviará (Mt 10, 7). Este
anuncio viene a decir que Dios ha empezado a instaurar su reinado en medio del
mundo. Y dónde se hace visible este reino es en la persona de Jesús, en sus
palabras y en sus obras contundentes (Mt 12, 28). La “conversión” que pide este
anuncio no es la consecuencia, ya que hace falta prepararse para acoger el
Señor que viene a reinar. De ahí la imagen del camino el profeta apunta la idea
de la salvación como nuevo éxodo.
La descripción que Mateo hace de Juan, es situarlo como profeta, en
continuidad con los profetas del AT Su forma de vestir, alimentarse... hace
referencia a una vida de austeridad... Jesús lo citará más adelante Mt 11, 18:
“Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonios tiene”.


Juan Bautista insiste en el juicio final de Dios es inminente (7 y 10). Jesús
aparece como el Salvador (Mt 1, 21): su nombre significa el Señor salva; el nombre
mismo de Jesús indica su misión: él viene a traer a los hombres la salvación de
Dios. La imagen de la siega y la limpieza del grano es frecuente en la Biblia para
hablar del juicio del fin de los tiempos (Is 27, 12). También Jesús la usa (Mt 13, 30).
Las palabras de Juan a los fariseos y saduceos (7-10) recogen una
intuición de los profetas de la que Jesús extraerá todas las consecuencias: el
hecho de ser israelita no garantiza la salvación, ni el no ser supone ser excluido
de esta salvación. Porque la salvación es don de Dios, que “puede hacer salir
hijos a Abraham de las piedras”. Lo que cuenta en el Reino son los hechos de
cada cual, tal y como Mateo insistirá al final de su obra (Mt 25, 31-46).
Esta presentación de Juan, el precursor, apunta hacia Jesús: “quien
viene tras mí”. El bautismo de Juan (6 y 11) es un simple gesto externo de la
voluntad de conversión. El de Jesús expresa la vinculación personal (no
meramente ritual) con Dios con Espíritu Santo y fuego.


No perdamos de vista la idea de conversión que se propone hoy: no se
trata solamente de ser mejores israelitas (hoy diríamos “cristianos”), aunque
también implica esto, la conversión tiene que ver con un Adviento, con un
disponerse interiormente para participar en la novedad definitiva: ¡la
tremenda cercanía de Dios!
1.- El tiempo de adviento nos llama a la conversión. ¿Qué aspectos e
identificado en mí que necesitan conversión? ¿Cómo lo haré?
2.- Juan Bautista es la voz que invita a la conversión. ¿En qué forma
concreta yo puedo también ser esa voz para los demás? ¿Qué me pide
el Señor que haga durante este tiempo?

3. ORATIO ¿Qué le digo?
a) Plegaria de confianza en la Divina Providencia
Recibe, Señor,
nuestros miedos
y transfórmalos en confianza.

Recibe, Señor,
nuestro desánimo
y transfórmalo en fe.

Recibe, Señor,
nuestro sufrimiento
y transfórmalo en crecimiento.

Recibe, Señor, nuestra soledad
y transfórmala en
contemplación.

Recibe, Señor, nuestro silencio
y transfórmalo en adoración.

Recibe, Señor,
nuestras amarguras
y transfórmalas
en paz del alma.

Recibe, Señor, nuestras crisis
y transfórmalas en madurez.
Recibe, Señor,
nuestras lágrimas
y transfórmalas en plegarias.
Recibe, Señor, nuestra ira
y transfórmala en intimidad.

Recibe, Señor, nuestra espera
y transfórmala en esperanza.
Recibe, Señor, nuestra muerte
y transfórmala en
resurrección.

b) Oración final
Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la
voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la
fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María,
tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú
que vives y reinas...
4. CONTEMPLATIO ¿Cómo interiorizo el mensaje?
La contemplación es el saber unir nuestro corazón y nuestra mente al Señor
que con su Palabra nos transforma en nuevas personas que cumplen siempre
su voluntad. “Sabiendo estas cosas, seréis dichosos si la ponéis en práctica”
(Jn 13,17).

5. REFLEXIÓN FRANCISCANA
Clave de la reflexión: El Papa nos explica en su encíclica Spe Salvi que
hemos sido creados con una necesidad de lo infinito, que es Dios mismo, y que por
muchas esperanzas que el hombre ponga en la Tierra, al final ninguna otra le
satisface.
“A lo largo de su existencia, el hombre tiene muchas esperanzas, más
grandes o más pequeñas, diferentes según los períodos de su vida. A veces
puede parecer que una de estas esperanzas lo llena totalmente y que no
necesita de ninguna otra. Puede ser la esperanza del amor a una persona; la
esperanza de cierta posición en la profesión, de uno u otro éxito determinante
para el resto de su vida. Sin embargo, cuando estas esperanzas se cumplen,
se ve claramente que esto, aunque sea bueno, en realidad, no lo era todo.
Está claro que el hombre necesita una esperanza que vaya más allá. Es
evidente que sólo puede contentarse con algo infinito, algo que será siempre
más de lo que nunca podrá alcanzar”.
Francisco en el momento de su conversión va descubriendo que lo
que antes era importante en su vida ya no lo es como era el ser armado
caballero, sus esperanzas se ven frustradas, pero a la vez le va naciendo en
su interior otra esperanza más profunda, por eso ante el Cristo de San
Damián, pide una esperanza cierta, que es la que irá creciendo en su interior
como consecuencia precisamente de su encuentro con Cristo, que será el
que colme todas sus esperanzas.

Ora con San Francisco:
¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón
Y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla tu santo y veraz mandamiento

6 – ACCIÓN ¿A qué me comprometo?
Tercer Domingo de Adviento
“¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. Mt 11, 2-11

Invocación al Espíritu
Espíritu Santo,
tú que sembraste la esperanza
en el corazón de María de Nazaret
y alumbraste en su seno
al Salvador del mundo,
abre nuestro corazón al gozo

de la escucha de tu Palabra
y haz que acojamos,
con esperanza y amor,
al Señor que viene
a hacer nuevas todas las cosas.
Amén.

1. LECTIO ¿Qué dice el texto?
a) Lectura del Evangelio Mt 11, 2-11
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del
Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: «¿Eres tú el que
ha de venir o tenemos que esperar a otro?»
Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y
oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y
los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el
Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!»
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué
salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿0 qué
fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo?
Los que visten con lujo habitan en los palacios.
Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: “Yo envío mi
mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti”. Os aseguro que
no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más
pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».

c) Momentos de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda
entrar en nosotros e iluminar nuestras vidas.
2. MEDITATIO ¿Qué me dice?
a) Clave de lectura
Las señas de identidad del Mesías según Juan el Bautista se presentan
con estas tres imágenes: el hacha, el bieldo y el fuego, son metáforas
convergentes, no sólo porque apuntan a la misma persona, al Mesías, sino
porque todas ellas anotan una característica que define a quien él anuncia: aquel
día será el del juicio de Dios, que recae como castigo sobre los pecadores; de esa
catástrofe sólo escaparán los justos. Dios aparece como justiciero, que venga los
agravios que se le han hecho, salvo que los hombres se conviertan.


La actuación pública de Jesús no parece responder a las expectativas de
Juan Bautista. Éste espera al Mesías-juez que, de forma inmediata, aplique el
castigo merecido (Mt 3, 1-12). Eso explica que Juan quiera saber si Jesús es el
Mesías. A pesar de sus cadenas se acerca: quiere conocer, profundizar en la
persona, en lo que dice y hace. Jesús remite a sus obras con citas de Isaías (ls 35,
5-6; 29, 18; 26, 19; 42, 18; 61, 1) que hablan de salvar y dar buenas noticias. Las obras
son signos visibles de la mesianidad de Jesús.


Jesús se manifiesta con unas obras entre los excluidos (4-5) y con la
buena nueva a los “pobres” (5). Y envía quienes son testigos a dar la noticia, “a
anunciar” (4), esta experiencia: “lo que estáis viendo y oyendo” (4).


El cumplimiento de las profecías que se dan en este relato es
sorprendente. Porque quien las cumple es un pobre, Jesús. Un pobre
misericordioso-solidario con los pobres. Y esto sucede en un mundo en el que
muchos esperaban un Mesías guerrero que se impusiera por la fuerza. Por esto
hace falta la pregunta: “¿eres tú?” (3).


Así, cuando llegue Jesús como Mesías no optará por una justicia estricta
que castigue a los malos, sino por un ofrecimiento generoso de misericordia a
todos los pecadores. Cuando Jesús los ve, se le conmueven las entrañas, se
pone en movimiento, y pone gracia donde hay desgracia, misericordia donde hay
miseria.


Cuando se marchó la embajada del Bautista, Jesús habla de Juan.
Primero dice lo que no es: no es un oportunista que está “al sol que más calienta”;
ni un rico cortesano. Es un profeta y, por tanto, un hombre honesto, austero,
apasionado por el reinado de Dios; incluso “más que un profeta” por ser el
precursor de la llegada de Dios mismo (Mal 3, 1; Ex 23, 20).
“No ha nacido de mujer uno más grande que Juan” contrasta con “el más
pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él”. Lo nuevo supera todo
lo anterior. Los que han entrado en el reino a través del seguimiento de Jesús son
más que él. El reinado de Dios, que hace presente Jesús, supera al Antiguo
Testamento.


“La misericordia es una de las formas como Dios hace justicia”. ¿En
qué hago consistir concretamente la misericordia, la acogida, el amor
y el perdón hacia los demás? ¿Soy más llevado/a a pedir a pedir
justicia que a ofrecerla?
Entre las obras que Jesús enumera como signo de su identidad para los
discípulos y para el mismo Juan está la de curar. ¿La curación que yo
le pido a Dios es solamente la física? ¿Hay alguna actitud en mí que
necesite ser curada? ¿Cuál?
¿Me desconciertan las obras de Jesús? ¿Qué espero de Él? ¿Digo perder la fe
cuando no recibo una respuesta pronta a mis peticiones?
Juan Bautista preparó el camino del Señor. ¿Cómo estamos preparando este
año su venida a nivel personal, familiar y comunitario?

3. ORATIO ¿Qué le digo?
a) Tened paciencia, hermanos,
hasta el advenimiento del Señor.
En la esperanza del fruto de la tierra,
el labrador espera pacientemente,
las lluvias y el sereno sobre los cultivos.
Tened también vosotros paciencia;
fortaleced vuestros corazones.
Porque la venida del Señor está cerca (St 5,7-9).
Señor, tú estás cerca. No tengo por qué inquietarme.
Todas nuestras necesidades están ante Ti.
¡Oh Dios! Tú las conoces bien.
Las pongo ante Ti, en mi plegaria,
y desde ya te doy gracias.
Tu paz sobre nosotros supera todo conocimiento.
Custodia nuestros corazones y nuestros pensamientos,
en Cristo Jesús, el Señor (Flp 4,4-7).
Señor, crea en nosotros un corazón puro.
Para que esté ante Ti sin temor.
(Del Monasterio Apostólico Piedra Blanca, Chile)

b) Oración final
Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la
voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la
fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María,
tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú
que vives y reinas...
4. CONTEMPLATIO ¿Cómo interiorizo el mensaje?
La contemplación es el saber unir nuestro corazón y nuestra mente al Señor que con
su Palabra nos transforma en nuevas personas que cumplen siempre su voluntad.
“Sabiendo estas cosas, seréis dichosos si la ponéis en práctica” (Jn 13,17).

5. REFLEXIÓN FRANCISCANA
Clave de la reflexión: La esperanza cristiana es distinta a todas las otras porque
ofrece la unión con Dios a través de Jesucristo. El Papa nos dice en su encíclica Spe
Salvi: “Nosotros necesitamos tener esperanzas –más grandes o más pequeñas–, que
día a día nos mantengan en camino. Pero sin la gran esperanza, que ha de superar
todo lo demás, aquellas no bastan. Esta gran esperanza sólo puede ser Dios, que
abraza el universo y que nos puede proponer y dar lo que nosotros por sí solos no
podemos alcanzar. De hecho, el ser agraciado por un don forma parte de la
esperanza. Dios es el fundamento de la esperanza; pero no cualquier dios, sino el
Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo, a cada uno
en particular y a la humanidad en su conjunto. Su reino no es un más allá imaginario,
situado en un futuro que nunca llega; su reino está presente allí donde Él es amado y
donde su amor nos alcanza. Sólo su amor nos da la posibilidad de perseverar día a
día con toda sobriedad, sin perder el impulso de la esperanza, en un mundo que por
su naturaleza es imperfecto. Y, al mismo tiempo, su amor es para nosotros la
garantía de que existe aquello que sólo llegamos a intuir vagamente y que, sin
embargo, esperamos en lo más íntimo de nuestro ser: la vida que es «realmente»
vida”.
Para Francisco esto fue una gran realidad, para él la gran esperanza solo era
Dios, pues casi al final de su vida en la en la oración que compuso después de la
experiencia de la impresión de las llagas, “las alabanzas al Dios Altísimo” por dos
veces le dice a Dios “Tú eres nuestra esperanza”, es la culminación profunda de
aquella oración del principio de su conversión… “Dame esperanza cierta”, Dios es
para él esa esperanza cierta, que nada ni nadie ya le podrá arrebatar….

Ora con San Francisco:
¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón
Y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla tu santo y veraz mandamiento

6 – ACCIÓN ¿A qué me comprometo?
Cuarto Domingo de Adviento
“Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David”. Mt 1, 18-24

Invocación al Espíritu
Espíritu Santo,
tú que sembraste la esperanza
en el corazón de María de Nazaret
y alumbraste en su seno
al Salvador del mundo,
abre nuestro corazón al gozo

de la escucha de tu Palabra
y haz que acojamos,
con esperanza y amor,
al Señor que viene
a hacer nuevas todas las cosas.
Amén.

1. LECTIO ¿Qué dice el texto?
a) Lectura del Evangelio Mateo 1, 18-24
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó
que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió
repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta
resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le
dijo:
«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu
mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu
Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús,
porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el
Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá
por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y
se llevó a casa a su mujer.

c) Momentos de silencio orante para que la Palabra de Dios
pueda entrar en nosotros e iluminar nuestras vidas.
2. MEDITATIO ¿Qué me dice?
a) Clave de lectura
I. El contexto El “acuerdo matrimonial”) se hacía aproximadamente un
año antes del casamiento y tenía un valor legal muy parecido al del
matrimonio, aun cuando los novios no vivían juntos; solo al final del
año la novia dejaba la casa de sus padres y el novio la llevaba a la
suya (Mt 25, 1.13) como esposa, con todos sus derechos.
Vocación de José: El anuncio a José del nacimiento de Jesús se parece
a los antiguos relatos del nacimiento de Isaac (Gn17, 19), Moisés (Ex 2), Sansón (Jue
13, 24), Samuel (1Sam 1, 18). Pero tiene un matiz, y es que es un relato de vocación,
que define el papel que jugará José cuando venga Jesús al mundo.
En la Biblia los “sueños” (20) aparecen como un medio por el cual Dios se
manifiesta (Gn 15, 12; Mt 2,12.13.19.22; 27, 19). También es común a toda la Biblia
hablar del “ángel del Señor” (20) para expresar que Dios mismo actúa o habla.
Aquí es el mensajero de Dios.
José, al darse cuenta del embarazo de su prometida decide repudiarla
según la ley... José era un hombre justo (fiel a los mandatos de Dios), el ángel le
llama hijo de David (titulo que se atribuye solo a Jesús), él ni podrá elegir el
nombre de Jesús... Pero al final asume la perplejidad (¿noche oscura?) con la
ayuda de Dios (sueño), será el esposo de María, y por ese camino de la
paternidad legal le hará descendiente del rey David (Mt1, 16; Lc 1, 32)
Una cosa que queda bien afirmada en esta página es la intervención
directa de Dios en el nacimiento de Jesús. Del mismo modo que en la creación
del mundo se decía que el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas (Gn 1, 2),
ahora se dice que María “había concebido un hijo por obra de lo Espíritu Santo”
(18 y 20). Se trata, pues, no de una biografía sino de una confesión de fe sobre
Jesús: Él es el Mesías, el Hijo de Dios. Los dos nombres que recibe Jesús
también vienen de Dios. El primero, “Jesús” (21), lo propone el ángel, el
mensajero. El segundo, “Emmanuel” (23), viene de la Escritura, de la Palabra de
Dios (Is 7, 14), el “Dios con nosotros” (se repite varias veces: donde dos o más
estéis reunidos en mi nombre yo estaré con vosotros) (Mt 18, 20; Mt 28, 20).
Ni a José, ni a los contemporáneos de Jesús, ni a nosotros nos es fácil aceptar
que un hombre concreto sea el mismo Dios... hace falta un corazón pobre para
que Dios nos lo revele (Mt11, 25; 16, 17). José, con corazón de pobre obediente a la
fe.

La decisión que José toma respecto a María de repudiarla en secreto está
relacionada con la búsqueda de la voluntad de Dios. ¿Cómo busco yo la voluntad de
Dios? ¿En esta búsqueda estoy dispuesto/a a salvar a las personas aunque estas estén
acusadas gravemente? Cómo familia, comunidad o grupo, ¿a qué personas concretas
hemos tratado de salvar?
José pudo decidir porque escuchó el punto de vista de Dios.
¿Frecuentemente decido basándome sólo en “mi” punto de vista o contando solamente
con el punto de vista de las personas que la ven conmigo? ¿En qué forma voy a
proponerme escuchar y pedirle a Dios su punto de vista?
¿Qué condicionamientos a nivel personal o comunitario nos impiden decidir
según la voluntad de Dios? ¿Qué vamos a hacer para que esta navidad que se
aproxima no se quede sólo en fiestas y celebraciones de carácter social sino que nos
ayude a entrar en un camino de búsqueda y obediencia de la voluntad de Dios?

3. ORATIO ¿Qué le digo?
a) Señor Dios nuestro,
así como tocaste la vida de José,
haciéndolo parte de tu proyecto,
para que fuera el que cuidara y
protegiera a María y a tu HIJO;
así como le diste la gracia
de ser dócil a tu voz,
adhiriéndose a lo que le pedías,
de la misma manera,
derrama tu amor en nuestras
vidas, para que como José,
aceptemos todo lo que nos pides,
para que como él,
te busquemos de todo corazón,
y que como él, seamos fieles,
aún en los momentos que nos
superan y en aquellos momentos
que no entendemos,
pero que ahí te digamos un SÍ,
cada vez más pleno,
viviendo como Tú me pides,
viviendo solo por ti y para ti.
Que así sea.
Niño Dios te estamos esperando,
estamos expectantes de tu
nacimiento, aguardamos con las
mismas ansias
que tenía tu Madre
en los momentos previos,

antes de tenerte en sus brazos,
antes de apretarte en su pecho,
antes de sentir tu calor
en su corazón de Madre.
Niño Dios, te estamos esperando
y queremos que Tú nazcas
en nuestros corazones,
queremos que así como Tú
naciste de María Virgen,
nazcas en cada uno de nosotros,
para que así vivamos como Tú,
amando como Tú,
viviendo el amor como estilo,
haciendo del amor, nuestro
proyecto,
buscando amar totalmente
como lo hizo el Padre en ti.
En esta Navidad,
en cada una de nuestras familias,
en cada uno de nosotros.
Ven, ven y danos tu vida.
Ven, ven y llénanos de amor.
Ven, ven y haz que sea Navidad
en nosotros.
Que así sea
b) Oración final
Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad
del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza
para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu
Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que
vives y reinas...

4. CONTEMPLATIO ¿Cómo interiorizo el mensaje?
La contemplación es el saber unir nuestro corazón y nuestra mente al Señor
que con su Palabra nos transforma en nuevas personas que cumplen siempre
su voluntad. “Sabiendo estas cosas, seréis dichosos si la ponéis en práctica”
(Jn 13,17).

5. REFLEXIÓN FRANCISCANA
Clave de la reflexión: La esperanza es un don que cambia la vida de quien lo
recibe, como demuestra la experiencia de muchos santos en este caso como
Francisco. Como resumen de la enciclica "Spe salvi", resaltamos:
 La esperanza «Consiste en el conocimiento de Dios, en el descubrimiento de su
corazón de Padre bueno y misericordioso». Esta esperanza es nuestra
salvación.
 Jesús nos ha revelado el rostro de un Dios tan grande en el amor que nos ha
dado una esperanza inquebrantable, que ni siquiera la muerte puede
resquebrajar, pues la vida de quien confía en este Padre se abre a la perspectiva
de la felicidad eterna».
 Jesús es nuestra esperanza: más fuerte que los sufrimientos de la esclavitud y
que por ello transforma desde dentro la vida y el mundo.
 La esperanza crece con la oración, la acción, el sufrimiento y el Juicio de
Dios.

Francisco vivió todo esto porque Dios le fue concediendo a lo largo
de su vida lo que él le pidió al principio de su conversión, y supo en quien
poner su esperanza, por eso podemos decir con rotundidad que Francisco es
un hombre de “esperanza cierta”. Y "María, estrella de la esperanza", se la
fue iluminando.

Ora con San Francisco:
¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón
Y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla tu santo y veraz mandamiento

6 – ACCIÓN ¿A qué me comprometo?
VIGILIA DE LA INMACULADA MARÍA, MADRE
DEL SÍ
1.- INTRODUCCIÓN
En su momento, María supo decir sí
a Dios, y merced a esa respuesta nos
brindó Cristo su presencia en nuestro
mundo, en nuestras vidas. Hoy, al igual
que a María hace dos mil años, también a
nosotros nos pide Dios que le ofrezcamos
nuestro sí generoso y esperanzado.
Porque Adviento es esperar caminando al
Dios que nos viene; es sentir nostalgia de
su amor, y contárselo.
Nadie mejor que María sabe de
esperas y de esperanza. Por ello, en esta
celebración
de
su
Inmaculada
Concepción, queremos acogernos a su compañía, para andar
con Ella el camino del Adviento. Y, ¿qué mejor modo de
acompañarla que seguir su ejemplo? Así, en esta noche de
oración, reflexionaremos acerca del Adviento de María a partir
de las tres grandes enseñanzas que, con su silencio, nos dejó: la
fe, la esperanza, y el amor. La más grande es el amor (1Co 13,
13).

2.- LA ANUNCIACIÓN (MARÍA, MADRE DE LA FE)
a) Canto: (apropiado de la Virgen)
b) Lectura (Lc 1,26-38)
El sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de
Galilea llamada Nazaret, a una virgen prometida a un hombre
llamado José, de la familia de David; la virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde estaba ella y le dijo:
- Alégrate, favorecida, el Señor está
contigo.
Al oírlo, ella se turbó y discurría qué clase
de saludo era aquél.
El ángel le dijo:
- No temas, María, que gozas del favor de
Dios. Mira, concebirás y darás a luz un
hijo, a quien llamarás Jesús. Será grande,
llevará el título de Hijo del Altísimo: el
Señor Dios le dará el trono de David su padre, para que reine
sobre la Casa de Jacob por siempre y su reinado no tenga fin.
María respondió al ángel:
- ¿Cómo sucederá eso si no convivo con un varón?
El ángel le respondió:
- El espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo le hará
sombra; por eso, el consagrado que nazca llevará el título de
Hijo de Dios. Mira, también tu pariente Isabel ha concebido en su
vejez, y la que se consideraba estéril está ya de seis meses.
Pues nada es imposible para Dios.
Respondió María:
- Aquí tienes a la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu
palabra. El ángel la dejo y se fue.
C) SILENCIO
D) SALUDO A LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARIA
(S.Francisco)

Salve, Señora, santa Reina,
santa Madre de Dios, María,
que eres virgen hecha Iglesia y
elegida por el santísimo Padre del
cielo, a la cual consagró Él con su
santísimo amado Hijo y el Espíritu
Santo Paráclito,
en la cual estuvo y está toda la
plenitud de la gracia y todo bien.
Salve, palacio suyo;
salve, tabernáculo suyo;
salve, casa suya.
Salve, vestidura suya;
salve, esclava suya;
salve, Madre suya y todas vosotras,
santas virtudes,
que sois infundidas por la gracia e
iluminación del Espíritu Santo en
los corazones de los fieles, para que
de infieles hagáis fieles a Dios.
«Santa Virgen María, no ha nacido
en el mundo ninguna semejante a ti
entre las mujeres,
hija y esclava del altísimo y sumo
Rey, el Padre celestial, Madre de
nuestro santísimo Señor Jesucristo,
esposa del Espíritu Santo:
ruega por nosotros... ante tu
santísimo amado Hijo, Señor y
maestro» (S. Francisco, Antíf O.la Pasión).
Salve, por ti resplandece la dicha;
Salve, por ti se eclipsa la pena.
Salve, levantas a Adán, el caído;
Salve, rescatas el llanto de Eva.
Salve, ah cima encumbrada a la
mente del hombre;

Salve, abismo insondable
a los ojos del ángel.
Salve, tú eres de veras
el trono del Rey;
Salve, tú llevas en ti
al que todo sostiene.
Salve, lucero que el Sol
nos anuncia;
Salve, regazo del Dios
que se encarna.
Salve, por ti la creación se renueva;
Salve, por ti el Creador nace niño.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Salve, tú guía al eterno consejo;
Salve, tú prenda de arcano misterio.
Salve, milagro primero de Cristo;
Salve, compendio de todos los
dogmas.
Salve, celeste escalera
que Dios ha bajado;
Salve, oh puente que llevas los
hombres al cielo.
Salve, de angélicos coros
solemne portento: Salve, de turba
infernal lastimero flagelo.
Salve, inefable, la Luz alumbraste;
Salve, a ninguno dijiste el secreto.
Salve, del docto rebasas la ciencia;
Salve, del fiel iluminas la mente.
Salve, ¡Virgen y Esposa!
Salve, ¡Virgen y Esposa!
(KATHISTOS)
(En este momento, libremente, podemos repetir en voz alta aquella frase que más nos ha
llamado la atención, o compartir alguna reflexión que esta oración nos haya suscitado.)

3.- LA VISITACIÓN (María, Madre de la esperanza)
a) Canto (apropiado de la Virgen)
b) Lectura: (Lc 1,39-56)
En aquellos días, se levantó María y se fue con
prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá;
entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María,
saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de
Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú
entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí
que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a
mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno.
¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le
fueron dichas de parte del Señor!»Y dijo María:
«Engrandece mi alma al Señor
y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador
porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava,
por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán
bienaventurada,
porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su
nombre y su misericordia alcanza de generación en generación
a los que le temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son
soberbios en su propio corazón.
Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes.
A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada.
Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como
había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su
linaje por los siglos.»

María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su
casa.
c) Reflexión: Dar razón de nuestra esperanza
Si somos hombres y mujeres de
esperanza, tiene que notarse. La esperanza no
sólo se cree, sino que se vive. Nuestra vida
tiene que estar iluminada por los resplandores
de esta virtud, así podremos contagiar a los
demás. Y no basta ofrecer razones
intelectuales, hemos de presentar razones
existenciales.

Si somos hombres y mujeres de esperanza:
- Viviremos con alegría, porque estamos salvados.
- Viviremos en confianza, porque estamos en buenas manos.
- Superaremos los miedos, porque no estamos solos.
- No guardaremos tesoros, porque son relativos.
- No cultivaremos rencores, porque Dios es nuestra justicia.
- No nos apegaremos a la vida, porque no es un absoluto.
-Viviremos el presente, pero esperando.
-Sembraremos cada día, aunque la cosecha se retrase.
- Adelantaremos el futuro, con oración y trabajo.
- Proclamaremos que nada ni nadie podrá quitamos esta
esperanza, ni siquiera la muerte, porque Dios es lo último,
porque es el más fuerte, y Él nos espera.
d) Peticiones.
(Estas tres preces son una sugerencia. Pueden ser sustituidas por otras, y en
cualquier caso se invita a los hermanos a pedir, de forma espontánea, por aquellas
necesidades que les preocupen en su vida, en la comunidad y en la Iglesia)
Señor, te pedimos por la intercesión de María Inmaculada,
Esperanza nuestra.
1.- Para que a ejemplo tuyo sepamos guardar en nuestro
corazón las Palabras de Jesús y crecer en la Esperanza. R. María
ampáranos.
2.- Por todos los que viven apartados de Cristo para que
encuentren en ti la luz que necesitan y la gracia de la conversión. R.
María ampáranos.
3.- Por los enfermos para que por medio de María, nuestra
Esperanza, recuperen su salud. R. María ampáranos.
4.- MARÍA, TESTIGO DEL AMOR
a) Canto (apropiado de la Virgen)
b) Lectura: Lc 2, 1-8 . 15-19
Por
entonces
se
promulgó un decreto del
emperador
Augusto
que
ordenaba a todo el mundo
inscribirse en el censo. Este fue
el primer censo, realizado
siendo Quirino gobernador de
Siria.
Acudían
todos
a
inscribirse, cada uno en su
ciudad. José subió de Nazaret,
ciudad de Galilea, a la ciudad
de David en Judea llamada Belén –pues pertenecía a la Casa y familia
de David– a inscribirse con María su esposa, que estaba encinta.
Estando ellos allí, le llegó la hora del parto y dio a luz a su hijo
primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque
no habían encontrado sitio en la posada.
Había unos pastores en la zona que velaban por turnos los
rebaños a la intemperie. Fueron aprisa y encontraron a María, a José y
al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían
dicho del niño. Y todos los que lo oyeron se asombraban de lo que
contaban los pastores. Pero María lo conservaba y meditaba todo en
su interior.

C) SÍMBOLO:

(Se colocan delante del altar UN RECIPIENTE donde se echa agua
y se bendice)

El agua nos recuerda nuestro bautismo, la fe de la Iglesia que
recibimos de nuestros padres, y que un día, en la confirmación y en la
profesión religiosa, nos comprometió con Jesucristo. Nos recuerda la
esperanza de llegar a ser hombres nuevos muriendo al hombre viejo.
Jesús es el Alegre Mensajero que anuncia la inauguración
inminente del Reino de Dios en beneficio de los pobres. El gran
testimonio de fe, esperanza y caridad lo tenemos en María.
El tiempo de Adviento es la gran invitación a ponernos en la
piel de María, el gran modelo: abre su corazón a la fuerza de Dios y
permite que se hagan realidad las esperanzas de los profetas. Ella es
modelo de confianza en Dios y modelo de caridad. Todos aquellos que
queremos ir de la mano de María en este Adviento.
(Podemos acercarnos al altar y hacer la señal de la cruz, mojando la mano en el agua bendita, y
se recoge una cartulina con esta oración u otra que veáis mejor para recitarla todos juntos al
final...)

d) Oración final (de pie, todos juntos)
Santa María,
modelo de mujer y madre,
Santa María, madre nuestra,
acompaña nuestro esfuerzo
por construir un mundo más justo
y solidario.
Bajo tu amparo nos acogemos, Madre.
Pon fortaleza en nuestras vidas débiles.
Ven con nosotros al caminar,
Santa María del Camino.
Tú, la mujer servicial,
atenta siempre a los demás,
líbranos de nuestros egoísmos;
líbranos de hacer un mundo
donde unos esclavicen a otros.
Dichosa tú, porque has creído.
Dichosa tú, porque no perdiste la esperanza.
Dichosa tú, porque escuchaste
la Palabra y la hiciste carne con tu Amor.
Santa María, Madre de Dios,
acompáñanos a lo largo del Adviento.

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Adv de 2013

  • 1. Primer Domingo de Adviento ¡Este es el tiempo de la esperanza! “Estad en vela para estar preparados”. Mt 24, 37-44 “¿De qué aprovecha saber cuándo vendrá el Señor, si Él no viene primero a mi alma y vuelve a mi espíritu, si Cristo no vive en mí y me habla?” (San Pascasio) Invocación al Espíritu Espíritu Santo, tú que sembraste la esperanza en el corazón de María de Nazaret y alumbraste en su seno al Salvador del mundo, abre nuestro corazón al gozo de la escucha de tu Palabra y haz que acojamos, con esperanza y amor, al Señor que viene a hacer nuevas todas las cosas. Amén. 1. LECTIO ¿Qué dice el texto? a) Lectura del Evangelio Mateo 24, 37-44 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre». b) Momentos de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestras vidas.
  • 2. 2. MEDITATIO ¿Qué me dice? a) Clave de lectura: Para fijarnos en Jesús y el Evangelio Justo antes de este texto de hoy, Mateo ha subrayado que el Hijo del hombre vendrá (Mt 24,4-35). Ahora dice que no sabemos el momento. La alusión a la historia del diluvio (Gn 6-7) se hace como ejemplo de aquello que llega de manera repentina e imprevista en un día cualquiera; quienes no estaban preparados recibieron las consecuencias negativas. El Señor vendrá cuando todo el mundo estará haciendo su vida de cada día, viene cada día, en la vida más ordinaria. Quien está atento, vive con Él. Jesús desvía la atención de los discípulos: de fijarse en la fecha de la venida futura a fijarse en el presente. La preocupación de quienes seguimos a Jesús no tiene que ser cuándo se acabará el mundo, sino qué actitud tenemos que mantener mientras vivimos en este mundo. Dada la condición de ignorantes del día y la hora, se nos propone de vivir velando, para estar a punto para el encuentro con el Señor. La imagen del ladrón refuerza esta invitación, remarcando el carácter imprevisible de la venida de Cristo. Y con la imagen de los dos sirvientes que Mateo presenta a continuación (Mt 24,45-51), así como con las parábolas del capítulo siguiente (Mt 25,1-30), se aclara qué quiere decir “velar”: dar fruto, cumpliendo la voluntad de Dios. Después (Mt 25,31-46) nos presenta cual será el criterio del día del juicio: el amor en el “hoy”, en el presente. Este “velar” para “dar fruto” pasa por estar atento a lo que sucede en el entorno y en el mundo en general; pasa por hacer discernimiento (con los demás) para descubrir qué es la voluntad de Dios en cada situación; pasa por rogar-rezar (Mt 26,41). Velar así nos mantiene firmes en la fe, nos da coraje, nos ayuda a vivir sobriamente. En este primer domingo se ofrece una respuesta a las incertidumbres de las personas. El profeta no espera la salvación de los hombres ni de los poderes políticos, sino de Dios mismo. Daremos razón de la esperanza no con nuestras palabras, ni por imperativo moral, sino por un estilo de vida de quien se pone en pie, mira el horizonte, convoca a otros, ajusta velas y enfila la barca. La esperanza no es algo que tenemos sino algo que compartimos. ¿Vives confiado? ¿Te sientes lleno de miedo? ¿En quién tienes puesta la confianza? ¿Te fías? ¿Estás en vela? ¿Vives alerta, a la espera, vigilante? ¿Esperas al Señor que viene a tu vida?
  • 3. 3. ORATIO: ¿Qué le digo? Pídele a Jesús que te ayude a estar preparado, a estar disponible, a estar atento. Que el Señor nos ayude a mantener firme la fe, encendida la esperanza, alerta el amor. Demos gracias a Dios porque el cielo y la tierra pasarán, pero sus palabras no pasarán. a) Al comenzar un nuevo Adviento, deseamos que se robustezca nuestra esperanza para que no nos falten deseos del Señor de la Vida que viene y vendrá. Deseo que mis deseos sean apasionados, deseo que mi espera no se enfríe, deseo que mi caridad no decaiga, deseo que mi oración no sea rutinaria. Deseo que mi vida no sea de pasada, deseo que mi corazón lata al compás de muchos otros, deseo que mi fe no se sienta asegurada, deseo que mi canto testimonie mi esperanza. Sí, Señor que vienes, haznos seres llenos de deseos, hombres y mujeres de esperanza, que aún esperan de la vida la sorpresa que puede regalarnos cada jornada. Mujeres y hombres liberados por la fuerza sorprendente de tu mirada y tu Palabra. Hombres y Mujeres despiertos porque se han encontrado contigo y no pueden vivir aletargados. Mujeres y hombres valientes que han disuelto sus miedos al calor de tu corazón. Hombres y Mujeres del Reino constructores que no pueden vivir sus días sin responder a los clamores de otros corazones. b) Oración final Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas...
  • 4. 4. CONTEMPLATIO ¿Cómo interiorizo el mensaje? La contemplación es el saber unir nuestro corazón y nuestra mente al Señor que con su Palabra nos transforma en nuevas personas que cumplen siempre su voluntad. “Sabiendo estas cosas, seréis dichosos si la ponéis en práctica” (Jn 13,17). 5. REFLEXIÓN FRANCISCANA Clave de la reflexión: Como Francisco, lee, ora y vive la Palabra de Dios en fraternidad, en comunidad. Porque el ejercicio de la Lectio Divina en fraternidad enriquece la vida de la comunidad y acrecienta los vínculos entre los hermanos, quienes son alimentados por la Palabra, leída, meditada, orada y compartida. Deja que el Espíritu Santo sea el Maestro interior que te vaya adentrando en la Palabra. ¡Qué mejor que podamos discernir los acontecimientos de la vida apoyados en la Palabra de Dios! Francisco al principio de su conversión le pedía al Señor la fe recta lo que hemos de entender el dejar atrás lo superficial, tal vez lo engañoso, y descubrir en todo la presencia viviente del Amor personal de Dios y al mismo tiempo, el valor de cada ser, como también su llamada y su destino último que es Dios mismo… Pero la fe, en todo su realismo, entraña también percatarse de que nuestro mundo está en gestación, está inacabado, está herido, y de que el mal está en él demasiado presente y de que son inciertas nuestras expectativas de felicidad. Por eso Francisco también pide ESPERANZA CIERTA, que constituye un sobresalto de optimismo, de vitalidad, la certeza de que las promesas y el compromiso mismo de Dios no pueden fracasar, que el futuro absoluto – plenitud de vida y de felicidad – está reservado a los que Dios ama: a todos los hombre y al mundo en cuanto cosmos e historia. Es la certeza de que un reino nos está preparado desde el origen del mundo (Mt 25,34, 1R 23,4) en feliz compañía y en la fruición por siempre de Dios (ParPN 4) Ora con San Francisco: ¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón Y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento 6 – ACCIÓN: ¿A qué me comprometo?
  • 5. Domingo Segundo de Adviento “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos” . Mt 3, 1-12 Invocación al Espíritu Espíritu Santo, tú que sembraste la esperanza en el corazón de María de Nazaret y alumbraste en su seno al Salvador del mundo, abre nuestro corazón al gozo de la escucha de tu Palabra y haz que acojamos, con esperanza y amor, al Señor que viene a hacer nuevas todas las cosas. Amén. 1. LECTIO ¿Qué dice el texto? a) Lectura del Evangelio Mateo 3, 1-12 Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos». Éste es el que anunció el profeta Isaías, diciendo: “Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”. Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: «¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Abrahán es nuestro padre”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga». b) Momentos de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestras vidas.
  • 6. 2. MEDITATIO ¿Qué me dice? a) Clave de lectura El “desierto”, dónde Juan “predicaba”, recuerda al éxodo, donde Dios interviene para liberar. Y estamos cerca de ese momento. Mateo pretende presentar a Jesús como el Hijo de Dios y a Juan como el precursor, lo presenta con los rasgos de Elías (1Re1, 8) que volvería antes del Mesías. Citando a Isaías (Is 40, 3) -libro de la consolación- se anuncia la llegada del Mesías con la invitación a convertirse y con un rito bautismal. La salvación del pueblo es obra de Dios.  El mismo anuncio que hace Juan es el que hará Jesús cuándo empiece su misión (Mt 4, 17) y el que harán aquellos que Jesús enviará (Mt 10, 7). Este anuncio viene a decir que Dios ha empezado a instaurar su reinado en medio del mundo. Y dónde se hace visible este reino es en la persona de Jesús, en sus palabras y en sus obras contundentes (Mt 12, 28). La “conversión” que pide este anuncio no es la consecuencia, ya que hace falta prepararse para acoger el Señor que viene a reinar. De ahí la imagen del camino el profeta apunta la idea de la salvación como nuevo éxodo. La descripción que Mateo hace de Juan, es situarlo como profeta, en continuidad con los profetas del AT Su forma de vestir, alimentarse... hace referencia a una vida de austeridad... Jesús lo citará más adelante Mt 11, 18: “Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonios tiene”.  Juan Bautista insiste en el juicio final de Dios es inminente (7 y 10). Jesús aparece como el Salvador (Mt 1, 21): su nombre significa el Señor salva; el nombre mismo de Jesús indica su misión: él viene a traer a los hombres la salvación de Dios. La imagen de la siega y la limpieza del grano es frecuente en la Biblia para hablar del juicio del fin de los tiempos (Is 27, 12). También Jesús la usa (Mt 13, 30). Las palabras de Juan a los fariseos y saduceos (7-10) recogen una intuición de los profetas de la que Jesús extraerá todas las consecuencias: el hecho de ser israelita no garantiza la salvación, ni el no ser supone ser excluido de esta salvación. Porque la salvación es don de Dios, que “puede hacer salir hijos a Abraham de las piedras”. Lo que cuenta en el Reino son los hechos de cada cual, tal y como Mateo insistirá al final de su obra (Mt 25, 31-46). Esta presentación de Juan, el precursor, apunta hacia Jesús: “quien viene tras mí”. El bautismo de Juan (6 y 11) es un simple gesto externo de la voluntad de conversión. El de Jesús expresa la vinculación personal (no meramente ritual) con Dios con Espíritu Santo y fuego.  No perdamos de vista la idea de conversión que se propone hoy: no se trata solamente de ser mejores israelitas (hoy diríamos “cristianos”), aunque también implica esto, la conversión tiene que ver con un Adviento, con un disponerse interiormente para participar en la novedad definitiva: ¡la tremenda cercanía de Dios!
  • 7. 1.- El tiempo de adviento nos llama a la conversión. ¿Qué aspectos e identificado en mí que necesitan conversión? ¿Cómo lo haré? 2.- Juan Bautista es la voz que invita a la conversión. ¿En qué forma concreta yo puedo también ser esa voz para los demás? ¿Qué me pide el Señor que haga durante este tiempo? 3. ORATIO ¿Qué le digo? a) Plegaria de confianza en la Divina Providencia Recibe, Señor, nuestros miedos y transfórmalos en confianza. Recibe, Señor, nuestro desánimo y transfórmalo en fe. Recibe, Señor, nuestro sufrimiento y transfórmalo en crecimiento. Recibe, Señor, nuestra soledad y transfórmala en contemplación. Recibe, Señor, nuestro silencio y transfórmalo en adoración. Recibe, Señor, nuestras amarguras y transfórmalas en paz del alma. Recibe, Señor, nuestras crisis y transfórmalas en madurez. Recibe, Señor, nuestras lágrimas y transfórmalas en plegarias. Recibe, Señor, nuestra ira y transfórmala en intimidad. Recibe, Señor, nuestra espera y transfórmala en esperanza. Recibe, Señor, nuestra muerte y transfórmala en resurrección. b) Oración final Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas...
  • 8. 4. CONTEMPLATIO ¿Cómo interiorizo el mensaje? La contemplación es el saber unir nuestro corazón y nuestra mente al Señor que con su Palabra nos transforma en nuevas personas que cumplen siempre su voluntad. “Sabiendo estas cosas, seréis dichosos si la ponéis en práctica” (Jn 13,17). 5. REFLEXIÓN FRANCISCANA Clave de la reflexión: El Papa nos explica en su encíclica Spe Salvi que hemos sido creados con una necesidad de lo infinito, que es Dios mismo, y que por muchas esperanzas que el hombre ponga en la Tierra, al final ninguna otra le satisface. “A lo largo de su existencia, el hombre tiene muchas esperanzas, más grandes o más pequeñas, diferentes según los períodos de su vida. A veces puede parecer que una de estas esperanzas lo llena totalmente y que no necesita de ninguna otra. Puede ser la esperanza del amor a una persona; la esperanza de cierta posición en la profesión, de uno u otro éxito determinante para el resto de su vida. Sin embargo, cuando estas esperanzas se cumplen, se ve claramente que esto, aunque sea bueno, en realidad, no lo era todo. Está claro que el hombre necesita una esperanza que vaya más allá. Es evidente que sólo puede contentarse con algo infinito, algo que será siempre más de lo que nunca podrá alcanzar”. Francisco en el momento de su conversión va descubriendo que lo que antes era importante en su vida ya no lo es como era el ser armado caballero, sus esperanzas se ven frustradas, pero a la vez le va naciendo en su interior otra esperanza más profunda, por eso ante el Cristo de San Damián, pide una esperanza cierta, que es la que irá creciendo en su interior como consecuencia precisamente de su encuentro con Cristo, que será el que colme todas sus esperanzas. Ora con San Francisco: ¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón Y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento 6 – ACCIÓN ¿A qué me comprometo?
  • 9. Tercer Domingo de Adviento “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. Mt 11, 2-11 Invocación al Espíritu Espíritu Santo, tú que sembraste la esperanza en el corazón de María de Nazaret y alumbraste en su seno al Salvador del mundo, abre nuestro corazón al gozo de la escucha de tu Palabra y haz que acojamos, con esperanza y amor, al Señor que viene a hacer nuevas todas las cosas. Amén. 1. LECTIO ¿Qué dice el texto? a) Lectura del Evangelio Mt 11, 2-11 En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?» Jesús les respondió: «Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!» Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: «¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿0 qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: “Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti”. Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él». c) Momentos de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestras vidas.
  • 10. 2. MEDITATIO ¿Qué me dice? a) Clave de lectura Las señas de identidad del Mesías según Juan el Bautista se presentan con estas tres imágenes: el hacha, el bieldo y el fuego, son metáforas convergentes, no sólo porque apuntan a la misma persona, al Mesías, sino porque todas ellas anotan una característica que define a quien él anuncia: aquel día será el del juicio de Dios, que recae como castigo sobre los pecadores; de esa catástrofe sólo escaparán los justos. Dios aparece como justiciero, que venga los agravios que se le han hecho, salvo que los hombres se conviertan.  La actuación pública de Jesús no parece responder a las expectativas de Juan Bautista. Éste espera al Mesías-juez que, de forma inmediata, aplique el castigo merecido (Mt 3, 1-12). Eso explica que Juan quiera saber si Jesús es el Mesías. A pesar de sus cadenas se acerca: quiere conocer, profundizar en la persona, en lo que dice y hace. Jesús remite a sus obras con citas de Isaías (ls 35, 5-6; 29, 18; 26, 19; 42, 18; 61, 1) que hablan de salvar y dar buenas noticias. Las obras son signos visibles de la mesianidad de Jesús.  Jesús se manifiesta con unas obras entre los excluidos (4-5) y con la buena nueva a los “pobres” (5). Y envía quienes son testigos a dar la noticia, “a anunciar” (4), esta experiencia: “lo que estáis viendo y oyendo” (4).  El cumplimiento de las profecías que se dan en este relato es sorprendente. Porque quien las cumple es un pobre, Jesús. Un pobre misericordioso-solidario con los pobres. Y esto sucede en un mundo en el que muchos esperaban un Mesías guerrero que se impusiera por la fuerza. Por esto hace falta la pregunta: “¿eres tú?” (3).  Así, cuando llegue Jesús como Mesías no optará por una justicia estricta que castigue a los malos, sino por un ofrecimiento generoso de misericordia a todos los pecadores. Cuando Jesús los ve, se le conmueven las entrañas, se pone en movimiento, y pone gracia donde hay desgracia, misericordia donde hay miseria.  Cuando se marchó la embajada del Bautista, Jesús habla de Juan. Primero dice lo que no es: no es un oportunista que está “al sol que más calienta”; ni un rico cortesano. Es un profeta y, por tanto, un hombre honesto, austero, apasionado por el reinado de Dios; incluso “más que un profeta” por ser el precursor de la llegada de Dios mismo (Mal 3, 1; Ex 23, 20). “No ha nacido de mujer uno más grande que Juan” contrasta con “el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él”. Lo nuevo supera todo lo anterior. Los que han entrado en el reino a través del seguimiento de Jesús son más que él. El reinado de Dios, que hace presente Jesús, supera al Antiguo Testamento.  “La misericordia es una de las formas como Dios hace justicia”. ¿En qué hago consistir concretamente la misericordia, la acogida, el amor y el perdón hacia los demás? ¿Soy más llevado/a a pedir a pedir justicia que a ofrecerla?
  • 11. Entre las obras que Jesús enumera como signo de su identidad para los discípulos y para el mismo Juan está la de curar. ¿La curación que yo le pido a Dios es solamente la física? ¿Hay alguna actitud en mí que necesite ser curada? ¿Cuál? ¿Me desconciertan las obras de Jesús? ¿Qué espero de Él? ¿Digo perder la fe cuando no recibo una respuesta pronta a mis peticiones? Juan Bautista preparó el camino del Señor. ¿Cómo estamos preparando este año su venida a nivel personal, familiar y comunitario? 3. ORATIO ¿Qué le digo? a) Tened paciencia, hermanos, hasta el advenimiento del Señor. En la esperanza del fruto de la tierra, el labrador espera pacientemente, las lluvias y el sereno sobre los cultivos. Tened también vosotros paciencia; fortaleced vuestros corazones. Porque la venida del Señor está cerca (St 5,7-9). Señor, tú estás cerca. No tengo por qué inquietarme. Todas nuestras necesidades están ante Ti. ¡Oh Dios! Tú las conoces bien. Las pongo ante Ti, en mi plegaria, y desde ya te doy gracias. Tu paz sobre nosotros supera todo conocimiento. Custodia nuestros corazones y nuestros pensamientos, en Cristo Jesús, el Señor (Flp 4,4-7). Señor, crea en nosotros un corazón puro. Para que esté ante Ti sin temor. (Del Monasterio Apostólico Piedra Blanca, Chile) b) Oración final Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas...
  • 12. 4. CONTEMPLATIO ¿Cómo interiorizo el mensaje? La contemplación es el saber unir nuestro corazón y nuestra mente al Señor que con su Palabra nos transforma en nuevas personas que cumplen siempre su voluntad. “Sabiendo estas cosas, seréis dichosos si la ponéis en práctica” (Jn 13,17). 5. REFLEXIÓN FRANCISCANA Clave de la reflexión: La esperanza cristiana es distinta a todas las otras porque ofrece la unión con Dios a través de Jesucristo. El Papa nos dice en su encíclica Spe Salvi: “Nosotros necesitamos tener esperanzas –más grandes o más pequeñas–, que día a día nos mantengan en camino. Pero sin la gran esperanza, que ha de superar todo lo demás, aquellas no bastan. Esta gran esperanza sólo puede ser Dios, que abraza el universo y que nos puede proponer y dar lo que nosotros por sí solos no podemos alcanzar. De hecho, el ser agraciado por un don forma parte de la esperanza. Dios es el fundamento de la esperanza; pero no cualquier dios, sino el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo, a cada uno en particular y a la humanidad en su conjunto. Su reino no es un más allá imaginario, situado en un futuro que nunca llega; su reino está presente allí donde Él es amado y donde su amor nos alcanza. Sólo su amor nos da la posibilidad de perseverar día a día con toda sobriedad, sin perder el impulso de la esperanza, en un mundo que por su naturaleza es imperfecto. Y, al mismo tiempo, su amor es para nosotros la garantía de que existe aquello que sólo llegamos a intuir vagamente y que, sin embargo, esperamos en lo más íntimo de nuestro ser: la vida que es «realmente» vida”. Para Francisco esto fue una gran realidad, para él la gran esperanza solo era Dios, pues casi al final de su vida en la en la oración que compuso después de la experiencia de la impresión de las llagas, “las alabanzas al Dios Altísimo” por dos veces le dice a Dios “Tú eres nuestra esperanza”, es la culminación profunda de aquella oración del principio de su conversión… “Dame esperanza cierta”, Dios es para él esa esperanza cierta, que nada ni nadie ya le podrá arrebatar…. Ora con San Francisco: ¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón Y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento 6 – ACCIÓN ¿A qué me comprometo?
  • 13. Cuarto Domingo de Adviento “Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David”. Mt 1, 18-24 Invocación al Espíritu Espíritu Santo, tú que sembraste la esperanza en el corazón de María de Nazaret y alumbraste en su seno al Salvador del mundo, abre nuestro corazón al gozo de la escucha de tu Palabra y haz que acojamos, con esperanza y amor, al Señor que viene a hacer nuevas todas las cosas. Amén. 1. LECTIO ¿Qué dice el texto? a) Lectura del Evangelio Mateo 1, 18-24 El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer. c) Momentos de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestras vidas.
  • 14. 2. MEDITATIO ¿Qué me dice? a) Clave de lectura I. El contexto El “acuerdo matrimonial”) se hacía aproximadamente un año antes del casamiento y tenía un valor legal muy parecido al del matrimonio, aun cuando los novios no vivían juntos; solo al final del año la novia dejaba la casa de sus padres y el novio la llevaba a la suya (Mt 25, 1.13) como esposa, con todos sus derechos. Vocación de José: El anuncio a José del nacimiento de Jesús se parece a los antiguos relatos del nacimiento de Isaac (Gn17, 19), Moisés (Ex 2), Sansón (Jue 13, 24), Samuel (1Sam 1, 18). Pero tiene un matiz, y es que es un relato de vocación, que define el papel que jugará José cuando venga Jesús al mundo. En la Biblia los “sueños” (20) aparecen como un medio por el cual Dios se manifiesta (Gn 15, 12; Mt 2,12.13.19.22; 27, 19). También es común a toda la Biblia hablar del “ángel del Señor” (20) para expresar que Dios mismo actúa o habla. Aquí es el mensajero de Dios. José, al darse cuenta del embarazo de su prometida decide repudiarla según la ley... José era un hombre justo (fiel a los mandatos de Dios), el ángel le llama hijo de David (titulo que se atribuye solo a Jesús), él ni podrá elegir el nombre de Jesús... Pero al final asume la perplejidad (¿noche oscura?) con la ayuda de Dios (sueño), será el esposo de María, y por ese camino de la paternidad legal le hará descendiente del rey David (Mt1, 16; Lc 1, 32) Una cosa que queda bien afirmada en esta página es la intervención directa de Dios en el nacimiento de Jesús. Del mismo modo que en la creación del mundo se decía que el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas (Gn 1, 2), ahora se dice que María “había concebido un hijo por obra de lo Espíritu Santo” (18 y 20). Se trata, pues, no de una biografía sino de una confesión de fe sobre Jesús: Él es el Mesías, el Hijo de Dios. Los dos nombres que recibe Jesús también vienen de Dios. El primero, “Jesús” (21), lo propone el ángel, el mensajero. El segundo, “Emmanuel” (23), viene de la Escritura, de la Palabra de Dios (Is 7, 14), el “Dios con nosotros” (se repite varias veces: donde dos o más estéis reunidos en mi nombre yo estaré con vosotros) (Mt 18, 20; Mt 28, 20). Ni a José, ni a los contemporáneos de Jesús, ni a nosotros nos es fácil aceptar que un hombre concreto sea el mismo Dios... hace falta un corazón pobre para que Dios nos lo revele (Mt11, 25; 16, 17). José, con corazón de pobre obediente a la fe. La decisión que José toma respecto a María de repudiarla en secreto está relacionada con la búsqueda de la voluntad de Dios. ¿Cómo busco yo la voluntad de Dios? ¿En esta búsqueda estoy dispuesto/a a salvar a las personas aunque estas estén acusadas gravemente? Cómo familia, comunidad o grupo, ¿a qué personas concretas hemos tratado de salvar?
  • 15. José pudo decidir porque escuchó el punto de vista de Dios. ¿Frecuentemente decido basándome sólo en “mi” punto de vista o contando solamente con el punto de vista de las personas que la ven conmigo? ¿En qué forma voy a proponerme escuchar y pedirle a Dios su punto de vista? ¿Qué condicionamientos a nivel personal o comunitario nos impiden decidir según la voluntad de Dios? ¿Qué vamos a hacer para que esta navidad que se aproxima no se quede sólo en fiestas y celebraciones de carácter social sino que nos ayude a entrar en un camino de búsqueda y obediencia de la voluntad de Dios? 3. ORATIO ¿Qué le digo? a) Señor Dios nuestro, así como tocaste la vida de José, haciéndolo parte de tu proyecto, para que fuera el que cuidara y protegiera a María y a tu HIJO; así como le diste la gracia de ser dócil a tu voz, adhiriéndose a lo que le pedías, de la misma manera, derrama tu amor en nuestras vidas, para que como José, aceptemos todo lo que nos pides, para que como él, te busquemos de todo corazón, y que como él, seamos fieles, aún en los momentos que nos superan y en aquellos momentos que no entendemos, pero que ahí te digamos un SÍ, cada vez más pleno, viviendo como Tú me pides, viviendo solo por ti y para ti. Que así sea. Niño Dios te estamos esperando, estamos expectantes de tu nacimiento, aguardamos con las mismas ansias que tenía tu Madre en los momentos previos, antes de tenerte en sus brazos, antes de apretarte en su pecho, antes de sentir tu calor en su corazón de Madre. Niño Dios, te estamos esperando y queremos que Tú nazcas en nuestros corazones, queremos que así como Tú naciste de María Virgen, nazcas en cada uno de nosotros, para que así vivamos como Tú, amando como Tú, viviendo el amor como estilo, haciendo del amor, nuestro proyecto, buscando amar totalmente como lo hizo el Padre en ti. En esta Navidad, en cada una de nuestras familias, en cada uno de nosotros. Ven, ven y danos tu vida. Ven, ven y llénanos de amor. Ven, ven y haz que sea Navidad en nosotros. Que así sea
  • 16. b) Oración final Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas... 4. CONTEMPLATIO ¿Cómo interiorizo el mensaje? La contemplación es el saber unir nuestro corazón y nuestra mente al Señor que con su Palabra nos transforma en nuevas personas que cumplen siempre su voluntad. “Sabiendo estas cosas, seréis dichosos si la ponéis en práctica” (Jn 13,17). 5. REFLEXIÓN FRANCISCANA Clave de la reflexión: La esperanza es un don que cambia la vida de quien lo recibe, como demuestra la experiencia de muchos santos en este caso como Francisco. Como resumen de la enciclica "Spe salvi", resaltamos:  La esperanza «Consiste en el conocimiento de Dios, en el descubrimiento de su corazón de Padre bueno y misericordioso». Esta esperanza es nuestra salvación.  Jesús nos ha revelado el rostro de un Dios tan grande en el amor que nos ha dado una esperanza inquebrantable, que ni siquiera la muerte puede resquebrajar, pues la vida de quien confía en este Padre se abre a la perspectiva de la felicidad eterna».  Jesús es nuestra esperanza: más fuerte que los sufrimientos de la esclavitud y que por ello transforma desde dentro la vida y el mundo.  La esperanza crece con la oración, la acción, el sufrimiento y el Juicio de Dios. Francisco vivió todo esto porque Dios le fue concediendo a lo largo de su vida lo que él le pidió al principio de su conversión, y supo en quien poner su esperanza, por eso podemos decir con rotundidad que Francisco es un hombre de “esperanza cierta”. Y "María, estrella de la esperanza", se la fue iluminando. Ora con San Francisco: ¡Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón Y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y veraz mandamiento 6 – ACCIÓN ¿A qué me comprometo?
  • 17. VIGILIA DE LA INMACULADA MARÍA, MADRE DEL SÍ 1.- INTRODUCCIÓN En su momento, María supo decir sí a Dios, y merced a esa respuesta nos brindó Cristo su presencia en nuestro mundo, en nuestras vidas. Hoy, al igual que a María hace dos mil años, también a nosotros nos pide Dios que le ofrezcamos nuestro sí generoso y esperanzado. Porque Adviento es esperar caminando al Dios que nos viene; es sentir nostalgia de su amor, y contárselo. Nadie mejor que María sabe de esperas y de esperanza. Por ello, en esta celebración de su Inmaculada Concepción, queremos acogernos a su compañía, para andar con Ella el camino del Adviento. Y, ¿qué mejor modo de acompañarla que seguir su ejemplo? Así, en esta noche de oración, reflexionaremos acerca del Adviento de María a partir de las tres grandes enseñanzas que, con su silencio, nos dejó: la fe, la esperanza, y el amor. La más grande es el amor (1Co 13, 13). 2.- LA ANUNCIACIÓN (MARÍA, MADRE DE LA FE) a) Canto: (apropiado de la Virgen)
  • 18. b) Lectura (Lc 1,26-38) El sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen prometida a un hombre llamado José, de la familia de David; la virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde estaba ella y le dijo: - Alégrate, favorecida, el Señor está contigo. Al oírlo, ella se turbó y discurría qué clase de saludo era aquél. El ángel le dijo: - No temas, María, que gozas del favor de Dios. Mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús. Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo: el Señor Dios le dará el trono de David su padre, para que reine sobre la Casa de Jacob por siempre y su reinado no tenga fin. María respondió al ángel: - ¿Cómo sucederá eso si no convivo con un varón? El ángel le respondió: - El espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo le hará sombra; por eso, el consagrado que nazca llevará el título de Hijo de Dios. Mira, también tu pariente Isabel ha concebido en su vejez, y la que se consideraba estéril está ya de seis meses. Pues nada es imposible para Dios. Respondió María: - Aquí tienes a la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu palabra. El ángel la dejo y se fue. C) SILENCIO
  • 19. D) SALUDO A LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARIA (S.Francisco) Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres virgen hecha Iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien. Salve, palacio suyo; salve, tabernáculo suyo; salve, casa suya. Salve, vestidura suya; salve, esclava suya; salve, Madre suya y todas vosotras, santas virtudes, que sois infundidas por la gracia e iluminación del Espíritu Santo en los corazones de los fieles, para que de infieles hagáis fieles a Dios. «Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo ninguna semejante a ti entre las mujeres, hija y esclava del altísimo y sumo Rey, el Padre celestial, Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros... ante tu santísimo amado Hijo, Señor y maestro» (S. Francisco, Antíf O.la Pasión). Salve, por ti resplandece la dicha; Salve, por ti se eclipsa la pena. Salve, levantas a Adán, el caído; Salve, rescatas el llanto de Eva. Salve, ah cima encumbrada a la mente del hombre; Salve, abismo insondable a los ojos del ángel. Salve, tú eres de veras el trono del Rey; Salve, tú llevas en ti al que todo sostiene. Salve, lucero que el Sol nos anuncia; Salve, regazo del Dios que se encarna. Salve, por ti la creación se renueva; Salve, por ti el Creador nace niño. Salve, ¡Virgen y Esposa! Salve, ¡Virgen y Esposa! Salve, tú guía al eterno consejo; Salve, tú prenda de arcano misterio. Salve, milagro primero de Cristo; Salve, compendio de todos los dogmas. Salve, celeste escalera que Dios ha bajado; Salve, oh puente que llevas los hombres al cielo. Salve, de angélicos coros solemne portento: Salve, de turba infernal lastimero flagelo. Salve, inefable, la Luz alumbraste; Salve, a ninguno dijiste el secreto. Salve, del docto rebasas la ciencia; Salve, del fiel iluminas la mente. Salve, ¡Virgen y Esposa! Salve, ¡Virgen y Esposa! (KATHISTOS)
  • 20. (En este momento, libremente, podemos repetir en voz alta aquella frase que más nos ha llamado la atención, o compartir alguna reflexión que esta oración nos haya suscitado.) 3.- LA VISITACIÓN (María, Madre de la esperanza) a) Canto (apropiado de la Virgen) b) Lectura: (Lc 1,39-56) En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.» María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.
  • 21. c) Reflexión: Dar razón de nuestra esperanza Si somos hombres y mujeres de esperanza, tiene que notarse. La esperanza no sólo se cree, sino que se vive. Nuestra vida tiene que estar iluminada por los resplandores de esta virtud, así podremos contagiar a los demás. Y no basta ofrecer razones intelectuales, hemos de presentar razones existenciales. Si somos hombres y mujeres de esperanza: - Viviremos con alegría, porque estamos salvados. - Viviremos en confianza, porque estamos en buenas manos. - Superaremos los miedos, porque no estamos solos. - No guardaremos tesoros, porque son relativos. - No cultivaremos rencores, porque Dios es nuestra justicia. - No nos apegaremos a la vida, porque no es un absoluto. -Viviremos el presente, pero esperando. -Sembraremos cada día, aunque la cosecha se retrase. - Adelantaremos el futuro, con oración y trabajo. - Proclamaremos que nada ni nadie podrá quitamos esta esperanza, ni siquiera la muerte, porque Dios es lo último, porque es el más fuerte, y Él nos espera.
  • 22. d) Peticiones. (Estas tres preces son una sugerencia. Pueden ser sustituidas por otras, y en cualquier caso se invita a los hermanos a pedir, de forma espontánea, por aquellas necesidades que les preocupen en su vida, en la comunidad y en la Iglesia) Señor, te pedimos por la intercesión de María Inmaculada, Esperanza nuestra. 1.- Para que a ejemplo tuyo sepamos guardar en nuestro corazón las Palabras de Jesús y crecer en la Esperanza. R. María ampáranos. 2.- Por todos los que viven apartados de Cristo para que encuentren en ti la luz que necesitan y la gracia de la conversión. R. María ampáranos. 3.- Por los enfermos para que por medio de María, nuestra Esperanza, recuperen su salud. R. María ampáranos.
  • 23. 4.- MARÍA, TESTIGO DEL AMOR a) Canto (apropiado de la Virgen) b) Lectura: Lc 2, 1-8 . 15-19 Por entonces se promulgó un decreto del emperador Augusto que ordenaba a todo el mundo inscribirse en el censo. Este fue el primer censo, realizado siendo Quirino gobernador de Siria. Acudían todos a inscribirse, cada uno en su ciudad. José subió de Nazaret, ciudad de Galilea, a la ciudad de David en Judea llamada Belén –pues pertenecía a la Casa y familia de David– a inscribirse con María su esposa, que estaba encinta. Estando ellos allí, le llegó la hora del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían encontrado sitio en la posada. Había unos pastores en la zona que velaban por turnos los rebaños a la intemperie. Fueron aprisa y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían dicho del niño. Y todos los que lo oyeron se asombraban de lo que contaban los pastores. Pero María lo conservaba y meditaba todo en su interior. C) SÍMBOLO: (Se colocan delante del altar UN RECIPIENTE donde se echa agua y se bendice) El agua nos recuerda nuestro bautismo, la fe de la Iglesia que recibimos de nuestros padres, y que un día, en la confirmación y en la profesión religiosa, nos comprometió con Jesucristo. Nos recuerda la esperanza de llegar a ser hombres nuevos muriendo al hombre viejo. Jesús es el Alegre Mensajero que anuncia la inauguración inminente del Reino de Dios en beneficio de los pobres. El gran testimonio de fe, esperanza y caridad lo tenemos en María.
  • 24. El tiempo de Adviento es la gran invitación a ponernos en la piel de María, el gran modelo: abre su corazón a la fuerza de Dios y permite que se hagan realidad las esperanzas de los profetas. Ella es modelo de confianza en Dios y modelo de caridad. Todos aquellos que queremos ir de la mano de María en este Adviento. (Podemos acercarnos al altar y hacer la señal de la cruz, mojando la mano en el agua bendita, y se recoge una cartulina con esta oración u otra que veáis mejor para recitarla todos juntos al final...) d) Oración final (de pie, todos juntos) Santa María, modelo de mujer y madre, Santa María, madre nuestra, acompaña nuestro esfuerzo por construir un mundo más justo y solidario. Bajo tu amparo nos acogemos, Madre. Pon fortaleza en nuestras vidas débiles. Ven con nosotros al caminar, Santa María del Camino. Tú, la mujer servicial, atenta siempre a los demás, líbranos de nuestros egoísmos; líbranos de hacer un mundo donde unos esclavicen a otros. Dichosa tú, porque has creído. Dichosa tú, porque no perdiste la esperanza. Dichosa tú, porque escuchaste la Palabra y la hiciste carne con tu Amor. Santa María, Madre de Dios, acompáñanos a lo largo del Adviento.