El autor discute cómo los niños están aprendiendo sobre el voto y la política de sus padres y maestros. Explica que es importante que los padres hablen con sus hijos sobre el impacto del voto popular y que los maestros lo discutan en el aula. Concluye que tanto los adultos como los niños deben participar activamente en el proceso democrático y expresar sus opiniones sobre las elecciones.
1. EL VOTO COMO UNA OPCIÓN PARA HACER PEDAGOGÍA.
LA PEDAGOGÍA COMO UNA OPCIÓN PARA COMPRENDER EL VOTO.
Por Luis Eduardo Peláez Valencia
Tengo un hijo de 12 años y uno de 7. Hace pocos días aprovecharon la reunión de la
comida alrededor de las 7 de la noche para discutir –entre ellos- sobre los resultados de la
reciente jornada electoral. El mayorcito está convencido de la decisión que había tomado:
no votará en la segunda vuelta, no se anima, los candidatos que quedaron le parecen
inadecuados para el País. El menorcito, dijo que habían tratado el tema en el colegio con
sus colegas y también concluyó: -mi amigo David G (léase deivi lli) va a votar por Zuluaga.
Yo les dije que iba a votar en blanco-, continuó, -pero me dicen ellos que el voto en blanco
no pasó a la segunda vuelta porque quedó por debajo de Peñalosa-.
A ambos les expliqué entonces –me animé a intervenir- que sí podían votar en blanco,
aunque éste último no podría ganar. Eso no fui capaz de explicárselos; es posible que por
eso el mayorcito no siga animado a votar.
Con el panorama anterior confirmo la necesidad que tiene la sociedad de que los Padres
expliquen a sus hijos en sus hogares el impacto del voto popular y que los Maestros hagan
lo propio con sus estudiantes en el aula. Ellos, los menores de edad, no pueden votar,
pero están asumiendo el voto de sus Padres y de sus Maestros como propio; porque
reciben ese ejemplo o mejor aún, ese testimonio.
El escenario puede ser poco alentador por muchos aspectos o también muy alentador por
otro tanto. Sobre la perspectiva se pueden tomar muchas actitudes, pero hay una que no
podemos promover: la indiferencia.
Si los niños lo están haciendo en las escuelas, los grandes lo debemos hacer en los
escenarios en los que actuamos. Hay que ejercer el derecho. Aunque este derecho se
interprete como la posibilidad que tiene el elector de “gozar del sagrado privilegio de
votar por un candidato que eligieron otros” (Bierce, 1904)
Aprovechemos la pedagogía, nuestras capacidades en didáctica. Ese podría ser nuestro
granito de arena frente a la situación.
La democracia no puede ser el silencio. Si estamos de acuerdo o no, debemos expresarlo.
Se nos ofrecen los mecanismos para hacerlo y si queremos trascender los dispositivos que
nos facilitan, podemos buscar los medios de comunicación para pronunciarnos; medios
como este.
Que les vaya bien en el ejercicio.