Artículos. Banco de materiales MJD.
Hay muchas cosas que nos son fundamentales y precisas para nuestra relación con el medio y la propia comunidad. Entre todas ellas se encuentra la visión, esencial para un primer contacto con alguien, o simplemente, para la primera impresión (a la que tantas veces le damos tanta importancia). De este sentido, del sentido de la vista, parten muchas de las funciones primarias en nuestro cotidiano, o no, ritmo de vida...
GUIA DE TEXTOS EDUCATIVOS SANTILLANA PARA SECUNDARIA
ARTÍCULO - ¿Cómo ves? ¿Cómo lo ves?
1. ¿Cómo ves? ¿Cómo lo ves?
"Llegan a Betsaida. Le presentan a un ciego y le suplican que le toque. Tomando al
ciego de la mano, le sacó fuera del pueblo, y habiéndole puesto saliva en los ojos, le
impuso las manos y le preguntaba: <<¿ves algo?>>. El alzando la vista dijo: <>
Después, le volvió a poner las manos en los ojos y comenzó a ver perfectamente y
quedó curado, de suerte que veía de lejos claramente todas las cosas."
Mc 8,22-25
Hay muchas cosas que nos son fundamentales y precisas para nuestra relación con
el medio y la propia comunidad. Entre todas ellas se encuentra la visión, esencial
para un primer contacto con alguien, o simplemente, para la primera impresión (a
la que tantas veces le damos tanta importancia). De este sentido, del sentido de la
vista, parten muchas de las funciones primarias en nuestro cotidiano, o no, ritmo
de vida.
Quizá una primera cuestión podría ser: ¿qué veo?, ¿cómo veo?... ¿veo lo que hay? ¿o
solo veo lo que me interesa ver y de la forma que quiero y me es agradable?
Me parecen importantes muchas cosas; en primer lugar: el hecho de poder
plantearse dicho interrogante es signo de autocontrol y autoconocimiento, señal
de que uno es auriga de vida. Pero más importante aún es el poder contestarla.
Muchas veces no vemos claro, más bien nos sucede como al ciego de Betsaida, al
principio veo algo parecido a hombres pero no está seguro de que sean, ¡duda!. ¿Y
nosotros?, ¿dudamos de lo que vemos?. Es preciso poder darse cuenta de la
realidad que nos rodea, de la sociedad que constantemente reclama nuestra
atención, unas veces por su propio interés, otras por el nuestro propio, y otras por
motivos de solidaridad, misericordia o compasión.
¡Hay que saber dudar!... hay que saber distinguir y juzgar para buscar la Verdad;
Eso que tanto nos singulariza y nos une. Tenemos que aprender a ver, a observar;
pero antes debemos de tener la necesidad de hacerlo. Querer hacerlo siempre en
favor de los demás, de esos "pobres" que nos llaman a la vera de nuestro camino
personal. Así, con esta actitud, "es posible descubrir a Dios de manera particular a
través de la vida de los que, a menudo sin saberlo, son un reflejo de Dios entre los
humanos." (1)
Jesús le puso las manos al ciego, a nosotros también cuando pasamos a formar
parte de la comunidad cristiana; y con ello le dio la posibilidad de distinguir algo
entre muchos "algos", pero no fue suficiente. El ciego necesitó, de nuevo, de Jesús
para mirar y ver con claridad. Con la claridad que Jesús irradia y posee, con la
claridad de aquellos que viven el Evangelio en su vida.
Debemos de buscarle en aquellos que sabemos que nos devolverán la vista clara,
que nos harán entender lo que vemos y qué nos dice las imágenes, la realidad que
nos envuelve. Y "si nosotros miramos con bastante fuerza podemos ver siempre las
2. huellas del Dios de la libertad incontenible que está allí invitándonos a ayudarle a
hacer nuevas cosas." (2)
Abrir los ojos es lo mismo que mirar desde el corazón, es sentir la llamada de la
justicia, de la solidaridad… de aquello que nos reclama incesantemente. Por eso,
igual que nos hemos preguntado antes: ¿cómo ves?, quizá debamos de volver
hacerlo ahora, pero sin titubeos y con cierta firmeza: ¿cómo lo veo?... ¿cómo lo ves?
Porque si estás receptivo y curado de la intolerancia y el conformismo, de eso que
te mantenía ciego, empezarás a ver la verdadera belleza que contienen las cosas
del mundo (las cosas de Dios), y te encontrarás con la verdad en cada hombre, que
unidas, se muestran como la Verdad, y como nuestro propio misterio de amor en la
diversidad de la realidad en la que nos encontramos y nos movemos cada día. Esa
realidad que nos confunde tantas veces, porque nos hace dudar ("veo a los
hombres, pues los veo como árboles, pero que andan" (3)) entre esa verdad y lo
que es imposible. Imposible para quien no sienta, no vea… no crea que hay algo
más en el interior de cada hombre que merece la pena ver, buscar, educar y cuidar.
¡Hay que continuar…!, seguir, mirar más allá del horizonte… siempre más allá; para
ser capaces y darnos cuenta de que, como el ciego del evangelio de Marcos,
estamos curados perfectamente y vemos todas las cosas como son en sí mismas y
no con caretas que las pongan bajo nuestra influencia y nuestro propio gusto. Si
nos sentimos recuperados, de nuestra ceguera, sabremos ser felices con todo
cuanto nos rodee. Sabiendo que "hay una felicidad en el humilde don de uno
mismo." (4)
Ver, mirar… observar, salir de nosotros para entrar en los otros, en su historia, en
la profundidad del amor que nace de su corazón para poder sentir el valor y el
misterio de la vida… para poder sentir y mirar a los ojos a Dios y ser capaz de
decirle: me gusta la mirada de misericordia y ternura que has puesto en mis
hermanos. Me gusta mirarte, poder verte y sentir que siempre me dices Te quiero.
José Chamorro (MJD, El Reflujo).
(1) De la carta del Hno. Roger: ¿Presientes una felicidad?, con motivo del encuentro
de Navidad en Barcelona
(2) Radcliffe, T. (1992). "Mensaje navideño del Maestro de la Orden" en IDI.
(3) Mc 8, 24
(4) De la carta del Hno. Roger: ¿Presientes una felicidad?, con motivo del encuentro
de Navidad en Barcelona.