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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
ROBERTO HELÍ SALDAÑA MILLA
Doctor en Educación
ÉTICA Y
EDUCACIÓN
TRUJILLO-PERÚ
Marzo 2016
Escuela de Posgrado
2
Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
DECANO DE LA ESCUELA DE POSGRADO:
Víctor Chanduví Cornejo
Doctor en Derecho
DIRECTORA DE MAESTRÍA DE LA ESCUELA DE POSGRADO:
Lucero Uceda Dávila
Doctora en Educación
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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
XXIII edición, marzo del 2016
La presentación y disposición en conjunto de ÉTICA Y EDUCACIÓN, son propiedad del
editor. Queda prohibida la reproducción total o parcial de la presente obra, por cualquier
medio o método gráfico, audiovisual o electrónico, sin la autorización previa y escrita del
editor, excepto citas en revistas, diarios o libros, siempre que se mencione la procedencia
de las mismas.
Derechos reservados conforme a ley.
© Escuela de Posgrado.
Universidad Privada Antenor Orrego.
Pabellón “J”, 1° piso, Ciudad Universitaria, Av. América Sur 3145,
Urbanización Monserrate, TRUJILLO.
Teléfono: (044) 60-4444
E-mail: rsaldanam@upao.edu.pe
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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN 6
PRESENTACIÓN 7
PAUTAS PARA EL MANEJO DEL MATERIAL AUTO INSTRUCTIVO 8
SÍLABO 9
DESARROLLO DEL CONTENIDO 14
I UNIDAD: FUNDAMENTOS DE LA ÉTICA
1. FUNDAMENTOS DE LA ÉTICA 15
1.1 Sentido de la Ética 16
1.2 La Moral 18
1.3 Las Bases de la Bioética 21
2. DOCTRINAS ÉTICAS: LAS MORALES DE OCCIDENTE 39
La Reforma Protestante 41
EI Proyecto ilustrado 42
Las Morales Inmanentes 42
EI Utilitarismo 44
EI Emotivismo 46
Las Morales del deber 46
EI Pragmatismo 48
EI Relativismo Moral 49
La Moral del Superhombre 50
Derecho y Moral 51
Las seudo-Morales Violentistas 53
EI Caos Moral Contemporáneo 54
La Moral no tiene sucedáneos 56
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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
II UNIDAD: LA ÉTICA DEL PROFESOR UNIVERSITARIO
2.1 ÉTICA EN LAS PROFESIONES 62
2.2 EL PROFESOR UNIVERSITARIO 71
2.3 LA INSTITUCIÓN UNIVERSITARIA 92
III UNIDAD: LA MORALIDAD DE LOS ACTOS HUMANOS
3.1 LA MORALIDAD DE LOS ACTOS HUMANOS 93
3.2 CÓDIGO BÁSICO DE ÉTICA 99
3.3 LA ÉTICA DOCENTE: UNA PROPUESTA DEONTOLÓGICA 113
3.4 CASOS DE ÉTICA PROFESIONAL 141
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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
INTRODUCCION
Quienes hemos optado por dedicar nuestra vida, o gran parte de ella a la formación
de personas, en los diferentes niveles educativos, estamos constantemente en la palestra,
por lo que nuestras actitudes y comportamiento son ahora el mejor agente formativo. Sin
embargo, como constructores de una nueva civilización, ya no basta con las buenas
intenciones, ni tampoco observar cómo el mundo contemporáneo parece imponer modas y
costumbres que no favorecen el desarrollo humano ni tampoco el desarrollo social.
Por esta razón es de suma importancia reflexionar sobre nuestra actuación como
profesionales y docentes, siendo conscientes que somos ejemplo de nuestros alumnos.
No se puede pensar de una manera y actuar de otra diferente, o actuar de una manera
incorrecta y justificarlo con ideas insostenibles. Se tiene que ser congruente para poder
transmitir la verdad y enseñar el bien.
Es necesario, por tanto, tener un conocimiento amplio y profundo a la vez sobre la
moral en términos de trascendencia, entendiendo sus fundamentos e implicancias en la
actuación personal y social del ser humano. Este conocimiento debe ser acompañado de
un análisis comparativo de las diversas concepciones de moral que se han dado a lo largo
de la historia, para abstraer determinados referentes e ir construyendo una ética educativa
en el ámbito de influencia de cada profesor.
De otro lado, se hace necesario entender los criterios y elementos de la moralidad
de un acto humano para poder realizar juicios de valor que ayuden a nuestros estudiantes
en el desarrollo de su vida y su profesión. Para ello será necesario también analizar un
código básico de ética que pueda ser comprendido en sus fundamentos filosóficos y
científicos. Así será posible entender la realidad del contexto y del educando y plantear
unos principios de ética que puedan orientar el desarrollo de la sociedad.
Finalmente, no podemos dejar de reflexionar en este curso sobre la propia
actuación del docente y su integración en el quehacer educativo, tratando de descubrir,
además, el significado de la ética profesional que tenga en cuenta las diversas
especialidades y procedencias de los profesores y alumnos. En ese sentido es muy útil
ejercitar el juicio crítico mediante el análisis de casos, los cuales serán tomados de la
propia experiencia.
Si, como producto del desarrollo de este curso, seremos capaces de mirarnos a
nosotros mismos y a nuestro alrededor con una actitud franca y sincera, tratando de
mejorar nuestra actuación personal y de reforzar nuestras convicciones, entonces
habremos dado un paso significativo en nuestro desarrollo profesional y docente, el cual
tendrá ciertamente un impacto altamente formativo en nuestro entorno personal, familiar,
educativo y social.
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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
PRESENTACION
¡Estimado alumno!
Bienvenido al Curso de Ética y Educación, el cual está elaborado en la
modalidad semi presencial.
El curso requiere de su participación decidida ya que Ud. será el
responsable de su propio aprendizaje: exigirá que determine el lugar y el momento
en que realizará su estudio. Asimismo contará con algunas sesiones presenciales a
fin de socializar y ampliar la información que presenta el material instructivo.
Por tal motivo, el Equipo Pedagógico ha diseñado este material para que
pueda realizar un aprendizaje autónomo; en donde el docente pueda brindarle las
orientaciones necesarias para el desarrollo del proceso de su aprendizaje.
Esperamos que el estudio del curso le ayude a analizar y reflexionar los
aspectos relacionados a la Ética Educacional; así como a descubrir la importancia
que tiene este conocimiento para su formación educativa.
¡Éxitos en su estudio!
El equipo pedagógico
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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
PAUTAS PARA EL MANEJO DEL AUTO INSTRUCTIVO
En esta parte se le dará algunas orientaciones para el manejo del material auto
instructivo, las cuales les permitirán llevar con éxito su proceso de estudio.
El material se encuentra dividido en tres unidades; en la primera unidad se desarrollará
la temática relacionada a las doctrinas éticas; en la segunda unidad se verá la ética del
profesor universitario y en la tercera unidad se desarrollará la moralidad de los actos
humanos y se presentarán casos de estudio.
A medida que se desarrollan los aspectos teóricos, encontrará ayudas pedagógicas,
preguntas orientadoras y de reflexión las cuales facilitarán su aprendizaje. Asimismo al
finalizar cada unidad encontrará actividades de comprensión y reflexión respecto al tema
trabajado; de tal manera que se consolide su aprendizaje autónomo y sea un complemento
de las sesiones presenciales en las cuales puede resolver sus dudas y/o ampliar la
información desarrollada en el material.
El estudio del curso a través del material auto instructivo se ha previsto en cuatro
semanas. Se le sugiere que el tiempo de dedicación diaria sea de tres horas, considerando la
lectura del material así como el desarrollo de las actividades propuestas.
Recuerde que la organización de su tiempo es importante a fin de cumplir con las
actividades previstas y con la entrega del trabajo final. En la perspectiva de facilitar la
organización de su tiempo de estudio le recomendamos completar el siguiente calendario,
distribuyendo de acuerdo a su disponibilidad de las tareas a realizar:
Por último le recomendamos que para la lectura del material utilice las diferentes
estrategias de aprendizaje (subrayado, resúmenes, esquemas, mapas conceptuales, etc.).
Estas le permitirán comprender los aspectos teóricos desarrollados.
Si tiene alguna duda o dificultad puede consultar al profesor del curso: Dr. Roberto
Saldaña Milla, rsaldanam@upao.edu.pe, quien le ayudará y brindará las orientaciones
necesarias para el éxito de su estudio.
Programación del estudio no presencial
PERIODO: Del 12 de marzo al 03 de abril del 2016
SÁBADO DOMINGO LUNES MARTES MIÉRCOLES JUEVES VIERNES
12 13 14 15 16 17 18
19 20 21 22 23 24 25
26 27 28 29 30 31 01
02 03 04 05 06 07 08
Horas de estudio programadas: Horas de estudio realizadas:
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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
SILABO DE
ETICA Y EDUCACION
1. DATOS INFORMATIVOS:
1.1. Programa : Maestría en Educación.
1.2. Mención : Didáctica de la Educación Superior
1.3. Ciclo : II
1.4. Prerrequisitos : Ninguno.
1.5. Duración : Sesenta y cuatro (64) horas. Cuatro semanas.
1.6. Tiempo a distancia : Aproximadamente 3 horas diarias.
1.6. Créditos : Cuatro (4).
1.7. Profesor : Dr. Roberto Saldaña Milla.
1.8. E-mail : rsaldanam@upao.edu.pe
2. MARCO DE REFERENCIA:
El curso de Ética y Educación es una reflexión sobre la visión global e integradora
de la Moral, sus fundamentos e implicaciones en el aspecto educativo, así como la crítica
a las diversas teorías que se disputan unas a otras el gobierno de las conciencias.
En este contexto, se pretende comprender el sentido del quehacer educativo y el
compromiso ético del docente, orientado a la formación integral de los alumnos en todos
sus aspectos: cognoscitivo, afectivo, espiritual, moral, psicológico, social, etc.
Los contenidos que conforman el curso se han estructurado en tres unidades: La
primera corresponde a las doctrinas éticas, la segunda se refiere a la ética del profesor
universitario; la tercera unidad lo constituye la moralidad de los actos humanos y
comprende el estudio y aplicación de casos.
3. OBJETIVOS GENERALES:
Al finalizar el curso, el alumno podrá:
 Reflexionar sobre la Moral, sus fundamentos e implicaciones, así como de las
diversas teorías con planteamientos moralistas.
 Ampliar sus conocimientos sobre concepciones, enfoques y teorías sobre la
moral; valorar la moral en términos de trascendencia y asumir con autonomía
intelectual y convicción personal una concepción propia que pueda ser
compartida con sus colegas y alumnos.
 Reflexionar sobre el sentido de la labor educativa a nivel superior considerando
los fines, sujetos de la educación y las exigencias actuales.
 Descubrir los elementos y procesos de la moralidad de los actos humanos,
analizando la problemática de la conciencia moral en relación a la formación
profesional de los alumnos.
 Conocer y manejar estrategias para promover el desarrollo del juicio moral en
los alumnos.
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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
4. PROGRAMACIÓN ACADÉMICA:
PRIMERA UNIDAD: Fundamentos de la Ética.
- Objetivos específicos:
 Reflexionar sobre la Moral trascendente e inmanente, sus fundamentos e
implicaciones en la actuación personal y social del ser humano.
 Analizar y comparar las diversas concepciones de Moral y abstraer
determinados referentes para ir construyendo una ética profesional en el
ámbito de influencia de cada docente.
- Contenidos :
 Fundamentos de la Ética.
 Doctrinas éticas.
 Las morales de occidente.
 Las bases de la bioética.
SEGUNDA UNIDAD: La Ética del Profesor Universitario
- Objetivos específicos:
 Descubrir el significado de la Ética Profesional, teniendo en cuenta las
diversas procedencias de los profesores y alumnos.
 Analizar la ética del profesor y de la institución universitaria.
- Contenidos:
 Ética en las profesiones.
 El Profesor Universitario.
 La Institución Universitaria.
TERCERA UNIDAD: La Moralidad de los actos humanos. Estudio de casos.
- Objetivos específicos:
 Conceptualizar y descubrir los criterios y elementos de la moralidad de un
acto humano.
 Identificar y analizar un código básico de ética que pueda ser comprendido
en su fundamentación filosófica y científica.
 Analizar la ética del docente desde una perspectiva deontológica.
 Ejercitarse en la práctica de los juicios éticos, mediante el estudio y
aplicación de casos específicos que deberán ser tomados de la propia
experiencia como docente o profesional.
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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
Contenidos:
 La moralidad de los actos humanos.
 Código básico de ética.
 La ética docente: una propuesta deontológica.
 Casos de estudio por parte de los alumnos, basados en su propia
experiencia como profesionales o docentes.
5. METODOLOGÍA.
El tratamiento didáctico de los contenidos de la Asignatura se basa en la aplicación
de la concepción de la Metodología Activa, empleándose procedimientos estratégicos y
técnicos para su interiorización, así como para la consolidación personal de un código de
Ética.
- Las clases se desarrollarán como seminarios-talleres.
- Tiempo previsto: Se trabajarán dieciséis (16) horas por cada unidad.
- Actividades: Desarrollar las actividades propuestas en las unidades del
material auto instructivo.
6. EVALUACIÓN DEL APRENDIZAJE.
El modelo de evaluación es concebirlo como proceso y producto (bipolar) que
coexisten en una unidad permanente, es decir, se opta por la evaluación de proceso
(formativa) – producto (sumativa).
La evaluación es formativa – sumativa, porque las evaluaciones serán parciales
(unidades didácticas) así como también, se obtendrá el promedio global promocional.
Para la evaluación de cada Unidad Didáctica se tendrán en cuenta:
a. Presentación de las actividades desarrolladas en cada Unidad Académica, dentro
del trabajo a distancia.
b. Participación en las dinámicas y tareas grupales y evaluación de los
contenidos de cada Unidad Académica, dentro del trabajo presencial.
 La escala de calificación es la vigesimal (0 a 20).
 La nota promocional resultará del promedio simple de las tres (03) unidades
didácticas. La fracción de 0.5 ó más se considerara como unidad a favor del
maestrista.
 La nota mínima aprobatoria es catorce (14). No habrá examen de aplazados.
Tan solo se permite un examen de recuperación de alguna de las unidades
desarrolladas, previo acuerdo entre el Profesor y el maestrista.
 La asistencia es obligatoria. Si el maestrista acumula el 30% o más de
inasistencias a las sesiones presenciales, será inhabilitado del curso.
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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
7. BIBLIOGRAFÌA
 ALTAREJOS, F. (1998). Ética Docente. Editorial Ariel S.A. Barcelona.
 ALUJA, A. (2004). El Papel de la Ética en la Investigación Científica y la
Educación Superior.
 ANDORNO, R. (2012). Bioética y Dignidad de la Persona. Editorial Tecnos,
Madrid.
 CAPELLA, J. (2007). Liderazgo y Ética en las instituciones Educativas.
Universidad Católica de Santa María.
 CARDONA, C. (1990) Ética del Quehacer Educativo. Ediciones Rialp, S.A.
Madrid.
 ESTARTÚS, R. (1995) Moral Para Profesionales. Publicaciones Universidad
de Piura. Udep, Piura.
 GARCÍA-HUIDOBRO, J. (2009) Una Introducción a la tradición central de
la Ética. Palestra Editores. Lima.
 HORTA, E. y RODRÍGUEZ, V. (2011) Ética General. ECOE Ediciones.
Universidad Católica de Colombia.
 LEJEUNE, J. (1993) ¿Qué es el Embrión Humano? Ediciones Rialp, S.A.
Madrid.
 LEWIS, C.S. (1989) Los Cuatro Amores: Afecto, Amistad, Eros y Caridad.
Ed. Universitaria. EUNSA, Pamplona.
 LLANO, A. et al (1992). Veinte Claves para la Nueva Era. Ediciones Rialp,
S.A. Madrid.
 MACINTYRE, A. (1998) Historia de la Ética. Ed. Paidos, Barcelona.
 PEREZ, J. (1990) Ética Empresarial: Teoría y Casos. Ediciones Rialp, S.A.
Madrid.
 PEREZ, P. (1995) Principios para la Organización Social.Ed. Universidad
de Piura. Udep, Piura.
 POLO, L. (1993) Quién es el hombre. Ed. Universidad de Piura. Udep, Piura.
 BERGOGLIO, J. (2015) Carta Encíclica Laudato Si’ Del Santo Padre
Francisco Sobre el Cuidado de la Casa Común.
Consulta: jueves, 17 marzo de 2016:
https://w2.vatican.va/content/dam/francesco/pdf/encyclicals/documents/papa-
francesco_20150524_enciclica-laudato-si_sp.pdf
ENLACES EN LA WEB
• www.onlineethics.org
• Center for Ethics in the Professions
http://www.uprm.edu/etica
• MarkkulaCenter for Applied Ethics
http://www.scu.edu/SCU/Centers/Ethics/
• National Institute for Engineering Ethics
http://www.niee.org
• Institute for Global Ethics
http://www.globalethics.org
• ACI PRENSA
http://www.aciprensa.com
• ACI PRENSA
http://www.aciprensa.com
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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
Fundamentos de la Ética
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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
UNIDAD1
FUNDAMENTOS DE LA ÉTICA
1. Objetivos:
Al finalizar la primera unidad el participante estará en
condiciones de:
a. Definir la moral en trascendente e inmanente, sus
fundamentos e implicaciones en la actuación
personal y social del ser humano.
b. Diferenciar las diversas concepciones de moral y
abstraer determinados referentes para la construcción
de una ética educacional.
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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
2. Contenidos:
FUNDAMENTOS DE LA ÉTICA
DOCTRINAS ÉTICAS:
LAS MORALES DE OCCIDENTE
¡Reconozcamos nuestro nivel de conocimientos sobre
los contenidos que a continuación se propone!
Al iniciar el estudio de la Primera
Unidad existen algunas interrogantes que es
necesario plantear, como por ejemplo: ¿Qué
es la moral?¿La moral es un tema privado,
o tiene implicancias en la actuación
profesional y social? ¿Cómo se ha
entendido la moral a lo largo de la
historia? entre otras.
Para poder responder a estas inquietudes, le invitamos a
leer detenidamente la información básica que se ha procesado
a la luz de los aportes de especialistas y de nuestra propia
experiencia.
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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
1. FUNDAMENTOS DE LA ÉTICA
1.1 SENTIDO DE LA ÉTICA
Lo ético es algo que tiene que ver con los valores, considerar algo un valor, valioso, es el
término de la operación de valorar, que implica un cierto juzgar, sopesar, tasar, En este
sentido amplio cabe hablar de lo valioso o del valor como de algo positivo o negativo,
aunque, en un significado más estricto, por valioso se suele entender lo positivamente
valioso.
Hay valores de muchos tipos: económicos, biológicos, artísticos, éticos o morales,
religiosos. Los valores éticos se especifican porque se refieren a la conducta humana en
cuanto que está radicada en la libertad de comportarse de un modo o de otro. Lo ético se
presenta así como una ordenación de las acciones humanas, ordenación que está
centrada en dos conceptos: lo bueno y lo malo. Bueno y malo, a su vez, tienen muchos
sentidos, pero se reconoce fácilmente su sentido moral: así, cuando se habla de una
persona buena, honrada; o, al revés, de una mala persona, de un individuo inmoral. El
sentido intuitivo de esas expresiones puede no ser muy preciso, pero sirve para que los
hombres entiendan lo que se quiere decir con ellas.
Por otra parte, el uso de esas y de otras expresiones del mismo tipo indica que hay,
reconocidamente, valores éticos. Esos valores se refieren a las acciones humanas
propiamente dichas. Por acciones humanas, en sentido propio, se entienden aquellos
actos del hombre que están basados en un suficiente conocimiento de causa y en el
ejercicio de la libertad. Por tanto, no son susceptibles de valoración ética los actos que
implican una ausencia de conocimiento o los que se ejecutan sin la suficiente libertad. Hay
que tener en cuenta que la ausencia de conocimiento y de libertad -en los dos casos en
sentido grave- es algo relativamente poco frecuente. Cuando se presenta se debe a
circunstancias o estados extraordinarios: enfermedad mental, hipnosis, injerencia de
drogas, tortura, miedo grave y casos similares. En los usos ordinarios de la vida, las
acciones humanas proceden de un conocimiento nunca perfecto pero suficiente, y de una
libertad condicionada por muchos factores pero en definitiva libre.
Esto es lo que se quiere decir en el lenguaje ordinario cuando se afirma que un acto
humano es voluntario. Los actos voluntarios son más o menos perfectos, según la mayor o
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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
menor advertencia, pero son queridos conscientemente de un modo directo o indirecto. Se
llama acto voluntario indirecto al que no se pretende por sí mismo, pero que es
consecuencia de otro que sí se desea en sí mismo.
El acto voluntario indirecto tiene especial importancia en los problemas éticos. Por
ejemplo: ¿es ilícito producir morfina aunque se sepa que alguien puede hacerse con
ella y usarla no con fines médicos sino como droga, es decir, en dosis no
terapéuticas? Algunos de los casos más conocidos de ética empresarial son una
aplicación del voluntario indirecto.
Se encontrará una coincidencia significativa en afirmar que engañar, mentir, robar, difamar
son acciones negativas, éticamente hablando. Eso supone que se considera que decir la
verdad, respetar la propiedad ajena, respetar el buen nombre ajeno son valores éticos. La
lista podría alargarse, pero bastan esos ejemplos para darse cuenta de que al hablar de
ética y de valores éticos se hace referencia a algo con lo que se cuenta, o algo que, de
algún modo, está ahí.
Y, además, está ahí como comportamiento corriente, normal. Casi todo el mundo piensa
que puede ser juez en temas éticos y el lenguaje ordinario está lleno de apreciaciones
éticas.
La ética no es un tema académico. Tampoco lo es, como se verá, la ética profesional.
Habiendo definido la ética, corresponde entonces definir lo que es la moral. Para ello se
presentan los capítulos II y III del trabajo de Rafael Estartús (1995), quien plantea el tema
de la moral en los siguientes términos:
En este punto, podemos afirmar que la ética tiene dos acepciones:
1. Es la parte de la filosofía, que trata de la moral de los actos
humanos, que permite calificarlos como buenos o malos. Ejemplo:
la ética trascendente.
2. Conjunto de normas morales que regulan cualquier relación o
conducta humana en un ámbito específico. Ejemplo: la ética
médica, la ética educativa.
18
Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
1.2 LA MORAL
Los calificativos de bueno o malo se podrían entender también en forma relativa (o
sectorial): así cuando se dice que alguien es muy buen ladrón, porque roba con mucha
eficacia. Bueno se aplica entonces no al hombre completo, sino sólo a su habilidad para el
robo. Por consiguiente, la acepción de moralmente bueno o malo ha de entenderse en
relación al perfeccionamiento de la persona humana en su totalidad.
Si una moral se basa en la razón humana la llamaremos también Ética o Filosofía Moral.
Si se basa en la revelación cristiana, la llamaremos también Teología Moral.
MORALES TRASCENDENTES O INMANENTES
Morales trascendentes son aquellas que se fundamentan en algo (o Alguien) exterior al ser
humano o al universo material. En cambio, son morales inmanentes las que el hombre ha
ideado y excluyen toda referencia diferente al mismo hombre, a la humanidad, y al
universo material.
LAS MORALES TRASCENDENTES
Se reducen, en la práctica, a
la Teología Moral (o moral
revelada), y a la Ética
aristotélico tomista (o moral
natural).
La moral revelada se basa en
la revelación de Dios, que ha
creado al hombre, y le ha
hecho libre para amar y
obedecer a su Creador. Si lo hace es premiado con el Cielo. Pero si contraviene las
órdenes de Dios, él mismo se hace incapaz de alcanzar su fin último, y sufre una eterna
frustración en el Infierno.
Moral es la ciencia que estudia el comportamiento humano en
cuanto bueno o malo en forma absoluta, es decir, en cuanto
mejora o empeora al propio hombre en vistas a su fin último.
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Maestría en Educación
Curso: Ética y Educación
La dignidad humana se fundamenta en que Dios ha hecho al hombre "a su imagen y
semejanza"; y en que Dios ama al hombre, a cada hombre en particular, amor que le ha
llevado a morir por cada uno en una Cruz para librarle del pecado de Adán (pecado
original, transmitido a todos sus descendientes); el hombre goza de la libertad de hacerse
eternamente feliz o desdichado, de aceptar a Dios o rechazarlo.
La moral natural se basa en la naturaleza del hombre (que es un ser tan natural como los
animales y las plantas); el hombre es, evidentemente, un proyecto de la naturaleza, algo a
medio hacerse que espera ser terminado: igual que una semilla es un proyecto natural de
árbol, aunque puede frustrarse por no llegar nunca a hacerse un árbol; también el hombre
necesita completarse a sí mismo, desarrollarse, pues tiene una finalidad natural escrita en
todas sus venas y en todos sus tejidos, un ansia de perfección y de felicidad que espera
su cumplimiento.
La naturaleza quiere algo del hombre, el cual ha de averiguar qué cosas debe hacer para
seguir lo que ella desea, obedeciendo así un imperativo que le viene de las propias
fuentes de su existencia (1).
Observemos que las morales trascendentes consideran al hombre como un ser
dependiente, ligado a una tarea que él mismo no se ha impuesto, sino que le viene
señalada desde fuera. En el caso de la moral revelada, la tarea le ha sido propuesta por
Dios. En el caso de la moral natural, por la naturaleza, que viene a ser Dios en forma
implícita. El hombre es un ser funcional, un ser del que se espera que realice una función,
por eso puede ser bueno o malo (al igual que un reloj, del que se espera que señale la
hora, puede ser calificado de buen reloj o de mal reloj (2). La tarea cuya ejecución ha de
realizar el hombre, tiene muchas veces un beneficio inmediato para él mismo o para otros
(generalmente para otros).
Para aceptar las morales trascendentes, el hombre debe tener, por tanto, un mínimo de
humildad; debe reconocer que no es autosuficiente, y no rebelarse por ello. Las morales
trascendentes tienen pues un carácter autoritario, normativo, y en cierto modo, represivo:
obligan al hombre a dar un sentido a su vida, aunque respetan su libertad.
(1) "Catecismo...", n. 1956-1959.
(2) McIntyre,"Tras...", p. 83
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Curso: Ética y Educación
Cualquier moral que no sea represiva más bien desmoraliza, pues da ventajas al que la
vulnera inteligentemente. Esa moral sería, paradójicamente, una moral inmoral.
Ahora podemos entender la bondad o maldad de un acto en las morales trascendentes: el
valor de un acto humano referido a la totalidad de la vida, supone, explícita o
implícitamente, un espectador absoluto al que ninguna ilusión pueda engañar (3).
Como dice un proverbio griego, "a nadie hay que alabar como feliz antes de su muerte".
Para juzgar la vida, hay que tenerla presente toda entera. Esta afirmación se hace desde
el punto de vista del espectador absoluto, o de otro modo no tiene ningún sentido (4).
Leonardo Polo compara las morales trascendentes con el cuento de Caperucita Roja.
Caperucita recibe un encargo de su mamá: llevar una cesta con pan y miel a la abuelita.
Esta última es la beneficiaria del encargo (no la propia Caperucita, quien sin embargo
mejorará como persona si cumple ese deber). Hay que atravesar el bosque donde habita
el lobo feroz (el encargo a cumplir es arduo, presenta dificultades).
"Si no hay quien encargue, no hay tarea para la libertad nativa. Si alguien no acepta el
encargo, no hay sujeto libre. Si no hay adversario, la cosa no tiene gracia, y si no hay
beneficiario, no tiene sentido" (5).
(3) Spaemann, "Felicidad...", p. 62
(4) Spaemann, "Felicidad...", p. 81
(5) Polo, "Quién ... ", p. 258
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1.3 LAS BASES DE LA BIOÉTICA
(Fuente: ANDORNO, R. Bioética y Dignidad de la Persona.
Ed. Tecnos, Madrid.2012)
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2. DOCTRINAS ÉTICAS: LAS MORALES DE OCCIDENTE
Aristóteles (siglo IV a.C.) escribió la Ética a Nicómaco y la Ética a Eudemo. Ambas son los
primeros estudios sistemáticos conocidos de moral natural.
La naturaleza ha hecho al hombre un animal social: quiere que viva en sociedad. Pues el
hombre tiene el don de la palabra, y, como la naturaleza no hace nada en vano, el hombre
está destinado a ser animal social. Ello exige la práctica de algunas virtudes, que
Aristóteles estudia con penetración y detalle. La moral aristotélica coincide, en buena
parte, con la moral revelada: podríamos decir que es como su sombra. Pero Aristóteles
comete errores: no asigna naturaleza humana a los esclavos, los cuales no son, según él,
sujetos de moral.
La moral natural aristotélica exige que el hombre obre de acuerdo a la recta razón. Por
consiguiente, no debe abandonarse a sus instintos, pues éstos, por su propia constitución,
han de subordinarse a la facultad más noble del hombre que es la inteligencia.
El premio del hombre moralmente bueno es la contemplación de Dios. Aristóteles no
detalla si esta contemplación tiene lugar en esta vida o en la vida después de la muerte.
Tiene que haberse planteado el dilema, pues Sócrates, maestro de su maestro Platón,
creía en otra vida, y quería a toda costa salvar su alma (en un sentido idéntico al que tiene
la "salvación del alma" para el cristiano). Pero esta vida futura, que tanta importancia tenía
para Sócrates, choca con la concepción aristotélica de un mundo sempiterno, que se
repite sin cesar en ciclos temporales idénticos a sí mismos (a esa concepción del mundo le
acomoda más bien la reencarnación de las almas).
El destino puede hacer sin embargo, que la felicidad del hombre no sea posible, incluso
sin ninguna culpa suya: cuando le asigna la esclavitud, la fealdad, el bajo nacimiento o la
falta de progenie. Ninguna virtud puede hacer frente a esas desgracias (6).
La integración de Aristóteles en el medio cristiano no fue una tarea fácil. La llamada
"sociedad heroica" de los pueblos bárbaros cristianizados, cuya moral era semejante a la
moral griega anterior a Aristóteles, repartía deberes y responsabilidades de acuerdo al
papel desempeñado: si uno era rey, tenía unos deberes; si era hombre llano, otros.
(6) McIntyre, "Tras...", p, 220
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Cada individuo tenía necesidad de las virtudes apropiadas para realizar bien su papel; y
también habilidades (podríamos decir cualidades técnicas), que no se diferenciaban,
desde su punto de vista, de las virtudes: la valentía, la capacidad para la amistad, la
fidelidad, y también la astucia y la fuerza física. La condición de esclavo y de vencido no
se diferenciaban mucho de la condición de muerto.
Además de no estar sustentada en una teoría coherente, esta moral tenía grandes
lagunas respecto a la moral cristiana. En la primitiva ley medieval germánica, por ejemplo,
el asesinato es un crimen sólo si se mata en secreto. Cuando una persona conocida mata
públicamente a otra persona conocida, la respuesta apropiada es la venganza a cargo de
un pariente. La moralización de la sociedad medieval descansa en la creación de
categorías generales de lo bueno y lo malo -y además un código legal- capaces de
reemplazar los vínculos y fracturas de un paganismo más antiguo (7).
Desde su conversión al cristianismo, en la Edad Antigua o primeros siglos de la Edad
Media, hasta el siglo XII, en que la sociedad tenía costumbres mucho más aceptables
desde el punto de vista del Evangelio, los intelectuales (casi todos eclesiásticos) se
ocuparon de la organización social y moral. Pero había muchos obstáculos:
"El paganismo con que lucharon los estudiosos... era parte de ellos mismos y de su propia
sociedad" (8).
"Vista retrospectivamente, la ordalía (o juicio de Dios) parece superstición a muchos
autores modernos, pero cuando se introdujo por primera vez su función fue precisamente
colocar en un contexto público y cósmico, de una manera completamente nueva, los males
de la vida privada y local" (9).
El redescubrimiento de la tradición clásica grecorromana abrió un nuevo filón para la
organización de la sociedad, pues podía suministrar tipos de conceptos y experiencias que
el propio cristianismo (dedicado básicamente a enseñar el camino del cielo y no la
estructura de la sociedad en la tierra), no proporciona ni pretende proporcionar. Pero
ciertos cristianos se oponían a la integración con la cultura antigua, porque pensaban que
toda enseñanza pagana era obra del demonio, y buscaban en la Biblia la guía
omnisuficiente (Lutero perteneció a los sucesores de esa tradición medieval).
(7) McIntyre, “Tras…", p. 209
(8) Mclntyre, "Tras…", p. 209
(9) McIntyre, "Tras…", p. 209
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En el siglo XII, los desafíos de la sociedad derivaban de que estaba en el proceso de
creación de una serie de instituciones sociales nuevas: una administración de justicia
equitativa; las universidades y demás conservatorios de la enseñanza y de la cultura; y la
clase de civilidad que es peculiar de la vida urbana (10).
Las virtudes antiguas tenían que ser reinterpretadas y reestructuradas. La caridad no tiene
equivalente, ni siquiera remoto, en Aristóteles. El mal es, en el cristianismo,
consecuencia de la mala voluntad humana, nunca de la inevitable jugarreta del
destino.
Santo Tomás de Aquino (1225-1274) escribió el Comentario a la ética a Nicómaco, el
mejor comentario que se ha hecho de esa obra, cuando la animadversión a la cultura
grecorromana había amainado. Santo Tomás aprueba la estructura de Aristóteles, y
completa las lagunas que encuentra: los esclavos también son sujetos morales; la
contemplación se realiza principalmente en la vida después de la muerte...
Santo Tomás muestra que la moral aristotélica, con correcciones de detalle, es muy
compatible con la moral revelada, y se puede integrar fácilmente en ella.
Una labor similar a la de Santo Tomás realizan el judío Maimónides y el mahometano
Averroes: la moral aristotélica es también compatible con el judaísmo y con el Islam: no en
vano esas tres religiones tienen creencias básicas en parte idénticas.
LA REFORMA PROTESTANTE
Lutero (1483-1546) y Calvino (1509-1564), entre otros de menor importancia, rechazan la
autoridad de la Iglesia Católica, y la Tradición que la acompaña: según ellos, la Sagrada
Escritura es suficiente para conocer la Revelación divina. Cada persona puede encontrar
(10)Mclntyre, "Tras... ", p. 214
La moral natural aparece, pues, como una plataforma común para la
convivencia social y política de personas de esas tres religiones, cosa
de gran importancia práctica para muchas naciones medievales,
habitadas por cristianos, judíos y musulmanes.
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por sí misma la verdad, simplemente leyendo la Biblia. No admiten, por tanto, que los
libros sagrados tengan valor en un contexto y una tradición, en la que han sido escritos y
de la que reciben su autoridad y su interpretación. La moral cristiana se hace más
subjetiva en el protestantismo, se fracciona en interpretaciones múltiples que no tienen la
fuerza que les da, en el catolicismo, el Magisterio del Papa y de la Iglesia.
Además, los reformadores rompen lanzas contra Aristóteles ("Ese bufón que ha
confundido a la Iglesia", dice Lutero). Según ellos, la razón humana está tan pervertida por
el pecado original, que la única fuente válida de verdad religiosa (y moral) es la revelación,
la fe; postura que le conoce como "fideísmo". Según este planteamiento, todo intento de
armonizar razón y revelación es una corruptela.
EL PROYECTO ILUSTRADO
Renato Descartes (1596-1650) es considerado como el iniciador de un enfoque filosófico
llamado de la Ilustración (o del iluminismo).
Su filosofía, que parte del famoso principio "cogito, ergo sum" (pienso, luego existo), no
sigue la metafísica de Aristóteles (ni la de Santo Tomás de Aquino, que completa a
Aristóteles). Para Descartes, no existen las causas finales, no existe por tanto una
naturaleza que "desee" un comportamiento del hombre. Descartes suprime la finalidad
incluso en la mente de Dios. La moral natural, tal y como era conocida, muere en ese
contexto filosófico.
Los filósofos siguientes (a excepción de una corriente aristotélico tomista, que nunca ha
desaparecido, aunque no ha estado de moda), acentúan si cabe esa des finalización. Para
Kant, la causa final (y todas las demás causas) es una condición subjetiva del
conocimiento, sin representar nada real y objetivo, nada fuera de la mente.
Para Hume, las causas son también un artificio mental para relacionar sensaciones.
Y cosa similar sucede con las restantes corrientes "de avanzada" del pensamiento
occidental.
LAS MORALES INMANENTES
Eliminada la ética aristotélico tomista, había que hacer, desde las coordenadas del
movimiento ilustrado, la ética "de la razón". Esta ética era muy deseada, pues se
comprendía claramente que, si bien el hombre como individuo podía contentarse con la
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moral de su propia religión, la sociedad necesitaba una moral básica compartida, como la
que (con mejor o peor aproximación en la práctica) había tenido antes.
La tarea parecía sencilla. La moral que se esperaba era conocida, o al menos así se
suponía: se estaba en el caso de un alumno que tiene que resolver un problema cuya
solución está indicada al final del libro: la ética racionalista o iluminista sería muy parecida
a la moral cristiana; no lo dudaron ni Hume, ni Diderot, ni Kant, ni Schopenhauer...
Pero la metafísica del iluminismo se reveló totalmente ineficaz para sustentar ninguna
ética (al menos en el sentido antiguo de "normatividad" o de "obligatoriedad").
En efecto, de premisas que simplemente reflejan hechos, no sale ninguna conclusión
normativa: de premisas “es” no puede salir ninguna conclusión "debe ser".
Si no hay finalidades naturales, si el ojo no ha sido hecho para ver, menos se podía
considerar al hombre como un ser funcional. En este contexto, el hombre no debe hacer
nada por obligación: es autónomo, autosuficiente, ya es maduro y emancipado.
Así es imposible definir el bien y el mal en el sentido profundo de las morales
trascendentes.
Los filósofos iluministas han intentado deducir éticas de su propia filosofía, una y otra vez;
para caer por fin en la cuenta de que la única posibilidad que tienen es la de elaborar
simulaciones de moral: cambiar y devaluar el significado de las palabras “bien”, "mal",
"naturaleza" y "deber".
Podría pensarse que la ética se puede deducir por sentido común, sin pretensiones de alta
ciencia. Así se hace a veces, Y se puede resolver más o menos discretamente un
problema concreto.
Las "morales" inmanentistas no son necesariamente perversas; son
falsas por incompletas, y lo son porque carecen de lo específico de una
moral, a saber, un encargo a realizar, una vocación, sea de Dios, sea de
la naturaleza como portadora o transmisora de inteligencia y de
normatividad.
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Pero el sentido común, la forma de pensar de la gente sencilla, mejor dicho, el uso
espontáneo y sin recelos del equipo o dotación natural para conocer que se nos ha dado al
nacer, también ha sido desacreditado por la modernidad. "Si hiciéramos caso del sentido
común, todavía pensaríamos que la tierra es plana", se nos dice. Podríamos objetar que,
sin sentido común, no podríamos saber tampoco que es esférica. El sentido común se
puede equivocar, porque no es infalible. La refutación de sus errores se puede hacer sólo
usando el mismo sentido común, con más información que la que tuvo antes. Pero si lo
rechazáramos, o redujéramos arbitrariamente su capacidad, nos sería imposible conocer
nada, y caeríamos en el escepticismo.
EL UTILITARISMO
Bentham (1748-1822) fue el fundador de una de esas “nuevas morales” de la ilustración: el
utilitarismo. El hombre se mueve en busca del placer y alejándose del dolor. Debemos
escoger, pues, aquella conducta que maximice la felicidad, es decir, que haga máxima la
diferencia "placer menos dolor". Bentham cuantifica los placeres y los dolores (la
"aritmética de los placeres").
John Stuart Mill (1806-1873) descubrió que la felicidad y el placer eran polimorfos,
formados por entidades heterogéneas y no conmensurables. Sigdwick, (1838-1900) por
fin, llegó a la conclusión de que detrás del utilitarismo no se encontraba sino un caos
mental.
Pero el fracaso filosófico no le impidió al utilitarismo tener una gran influencia, que se
proyecta hasta nuestros días.
La moral utilitarista es la más elemental, la más fácil de entender por las gentes sencillas y
sin formación. Es una moral primitiva, aunque se la encuentre en civilizaciones avanzadas.
El gran sistema utilitarista de la antigüedad es el de Epicuro (371-240 a.C.): el mundo se
explica solamente por el azar; el mismo hombre es también fruto del azar; y al morir el
hombre, todo se disuelve. El sabio tiene que buscar el placer, un placer sereno y tranquilo,
no turbado por los excesos, ni por el sufrimiento y el deseo. Es una "moral" de un profundo
egoísmo, de un egoísmo calculado; produce una ruina y decadencia tan profundas que
cortan toda posibilidad de ascensión hacia una vida propiamente humana (11).
El utilitarismo moderno se distingue del epicureismo en dos rasgos cuya explicación
arranca del medio cristiano en que se desenvuelve.
(11) Leclerq, “Las grandes... ", p. 89
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El primero es el gusto por la acción. Epicuro ve la acción en sus aspectos más negativos:
despierta las pasiones, turba el alma, quita la paz interior. Pero el cristianismo confirió a la
acción un valor soberano, que se puede asociar a la acción redentora de Cristo; en la
sociedad cristiana tienen prestigio todas las formas de acción buena, incluidas las más
profanas, como la política.
El segundo rasgo es el amor al prójimo. Epicuro era un parásito social. Pero para los
utilitaristas modernos, la idea de que es necesario hacer el bien a los semejantes no es
discutida, se acepta como de evidencia inmediata. Están impregnados de la tradición
moral del cristianismo (y lo exhiben mucho, pues recae sobre ellos la sospecha de
irreligión y de inmoralidad).
El utilitarismo corresponde, como hemos dicho, a una moral mínima, fácil de entender y de
practicar, y que puede dar un barniz -no despreciable- de moralidad. Se le dice al niño: "si
mientes, nadie te creerá. Si pegas a tus compañeros, nadie querrá jugar más contigo". El
utilitarismo trata a los adultos como si fueran niños: "No cometas delitos, porque puedes ir
a la cárcel". "Tengamos palabra, cumplamos lo pactado y seremos todos más felices". No
dejan de ser buenas razones, que buscan el interés propio a corto o mediano plazo.
Pero el utilitarismo no es una teoría filosóficamente bien fundada, y tampoco es capaz de
dar ningún empuje moral, ningún espíritu de sacrificio, ninguna pureza de intención.
Produce, como mucho, hombres adocenados, conformistas, y aprovechadores de
oportunidades delictivas (cuando tengan la seguridad de poder eludir el castigo social).
En el fondo, los utilitaristas modernos son cristianos descentrados: no hablan, como la
moral cristiana, del amor fundado en Dios mismo (y con la idea de Dios la de la vida
futura). Y tratan de mantener los preceptos de la moral cristiana (o algo bastante parecido
a ellos) centrándolos sólo en el hombre y en este mundo.
"Epicuro era lógico consigo mismo: fría y sistemáticamente egoísta, condena el altruismo.
Los utilitaristas, bajo la presión de la tradición cristiana, han querido integrar el altruismo
en el utilitarismo, pero su tentativa misma muestra que es preciso otro principio para
justificar el sacrificio. El interés no puede fundar sino una higiene moral estrictamente
personal. El lugar absorbente del sacrificio en favor de su semejante o en favor del bien
común en la moral moderna viene del cristianismo, que la ha impuesto al mundo con una
exigencia tal que el problema del sacrificio se ha convertido en el problema central de la
moral" (12).
(12) Leclerq,"Las grandes...", p. 103
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EL EMOTIVISMO
Los ingleses Moore y Stevenson, en los siglos XIX y XX, establecieron que los juicios
morales no son más que expresión de las preferencias personales; al contrario que
los juicios fácticos, que expresan hechos independientes de nuestros gustos (13). Decir
"esto es bueno", sería lo mismo que decir "yo apruebo esto, hazlo tú también", o decir
"¡viva esto!".
El significado de un juicio moral seria, pues, diferente de su uso: significa realmente una
preferencia, y se usa como si fuera una obligación (simulando otras morales más antiguas,
las de la trascendencia; simulación que es una tentativa de manipulación del prójimo, por
si alguno, poco informado, se impresiona). El emotivismo es pues, un utilitarismo
psicológico.
Su influencia ha sido grande, y conocidos personajes vieron en él una liberación de las
presuntas alucinaciones de Aristóteles, de Jesucristo... y del temor al infierno (14). Sin
embargo, destrozado por las críticas, ha sido desechado.
Si estamos dispuestos a aprovechar lo poco o mucho que el emotivismo tenga de
aprovechable, podemos observar que una persona sensata y virtuosa, espontáneamente
vibra con el bien: por eso es bueno consultar al sentimiento, antes de formar un juicio
moral. Pero la última palabra para juzgar un acto la tiene la conciencia, o sea la razón, a la
luz de unos principios que no suministra ni puede suministrar el emotivismo.
También es verdad, desgraciadamente, que muchas personas usan los juicios morales
como un disfraz de sus preferencias personales (o de sus intereses más rastreros),
lo cual ha sucedido siempre y seguirá sucediendo; pero este abuso no quiere decir
que toda la moral sea subjetiva.
LAS MORALES DEL DEBER
Emmanuel Kant (1724-1804) es el creador de la primera de una familia de pretendidas
morales que se basan en el deber: el hombre siente la llamada de su razón, que le exige
que cumpla el deber. Ese deber no tiene ningún fundamento en el mundo exterior, es pura
"forma a priori" de la inteligencia práctica.
(13) Mclntyre, "Tras..." p. 26 y ss.
(14) Mclntyre, "Tras...”, p. 31
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Kant enumera tres máximas básicas que le impone su razón, y que él supone universales,
obligatorias para todo hombre:
1. "Obra de tal manera que la máxima de tu voluntad pueda valer como principio de
legislación universal". O sea, que los demás hombres puedan obrar igual que tú sin
que seas discriminado. Ya lo había dicho Jesucristo: "Haz a los demás lo que quieras
que ellos te hagan a ti".
2. "Obra con la idea de tu voluntad como legisladora universal".
3. "Obra de tal manera que trates a los demás como un fin, y no como un medio". Es
una manera de expresar la dignidad de nuestros semejantes: no debemos usarlos
como meros medios para conseguir nuestros fines; siempre debemos pensar en el
bien de los demás.
De estas máximas Kant deduce fácilmente toda su teoría moral (15). Los resultados que
obtiene (no es una casualidad, es justamente lo que busca) coinciden con la moral
cristiana, en la que Kant ha sido educado con rigor desde su más tierna infancia.
Kant demuestra que la máxima "cumple tus promesas", es coherente con las tres
anteriores, y pasa un filtro, una prueba lógica kantiana de validez; mientras que la que dice
"no cumplas tus promesas a menos que te convenga", no pasa la prueba.
Sin embargo, según Mclntyre, la máxima (que Kant repudiaría) "Cumple tus promesas,
excepto una sola vez en la vida", también se puede validar igual. Y así sucede con buen
número de proposiciones moralmente repudiables. El razonamiento de Kant en ese punto
deja mucho que desear.
La moral del deber de Kant ha sido refutada desde poco tiempo después de su
publicación, y abandonada. Aun así ha tenido y sigue teniendo una gran influencia. Sus
bases son endebles: el deber que, según él, ordena con imperio a todo hombre (el llamado
"imperativo categórico"), procede de las convicciones religiosas luteranas y puritanas
heredadas por Kant, y no es ni universal ni evidente. Y aunque lo fuera, ¿Por qué hay que
obedecerle?
(15) Leclerq, "Las grandes...", p. 134
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Según Kant, un acto no es moral más que cuando se hace por deber. Una limosna dada
por amor al prójimo, no tendría valor moral ninguno, y menos aún si se hace con gusto.
Además de sostenerse en el aire, la moral de Kant es inhumana.
EL PRAGMATISMO
Es una filosofía elaborada en Norteamérica por William James (1842-1952) y otros.
Pretende extender a todo conocimiento lo que es admisible –parcialmente- en ciertas
hipótesis físicas: que se consideran verdaderas cuando son útiles para la investigación.
El pragmatismo sostiene que la verdad es la utilidad: una proposición será verdadera en
cuanto nos sea útil. Las variantes del pragmatismo más "duras" son la de James y la de
Dewey. Otras, como la de Pierce, son menos contundentes y más matizadas.
Respecto a la moral, si se pregunta ¿es lícito robar?, en buena ley el pragmatista debería
responder: sí, cuando es útil. Y siempre es útil, al menos para el ladrón, con tal de que no
lo descubran. El pragmatista tratará, en forma no convincente, de mostrar un panorama
más amplio: el robo no es útil a la comunidad. Pero incluso eso puede tener muchas
excepciones. Y ¿Por qué hay que pensar en la comunidad?
No parece que el pragmatismo sea aceptable éticamente (tampoco filosóficamente). Por
definición, el pragmatismo orienta hacia la búsqueda del poder, de la riqueza, por todos los
medios... útiles. Es una corriente muy partidaria de la democracia, porque esa forma de
gobierno produce, según ellos, poderío, fuerza, riqueza...; o sea, es útil. El pragmatismo
está íntimamente emparentado con el utilitarismo; su visión del mundo es materialista,
pero con gusto por la acción.
No hay que confundir al pragmatista con el pragmático, que es quien encuentra soluciones
oportunas rápidamente. Ser pragmático es una cualidad deseable, que naturalmente
exige, para ser realmente una cualidad buena, la adhesión a la moral verdadera y, por
tanto...no pragmatista.
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EL RELATIVISMO MORAL
El escepticismo se encuentra en todas las civilizaciones envejecidas (en China, India o
Grecia, como en Occidente actual). Nace cuando al entusiasmo sucede el desencanto: no
se ha logrado lo que se pretendía.
El escepticismo moderno ante el fracaso de las morales de la Ilustración adopta la
forma de relativismo: no existe una sola moral, sino varias, tantas como tipos de
sociedad. La enseñanza moral consiste en que cada uno busque su propia moral, de
acuerdo a su medio.
Unas sociedades protegen con ardor la vida de los niños, ancianos y minusválidos. Otras
los matan cuidadosamente. Las dos prácticas tienen en sí el mismo valor moral: el valor
real lo crean las circunstancias, las necesidades del caso concreto. Las buenas
costumbres serían las costumbres habituales. Las malas costumbres las no habituales.
Nada de luchar contra corriente: el conformismo es la regla básica de la moral. La moral se
basa en la sociología.
Aunque repudiemos esa forma de pensar, no hay que deducir de ello que la sociología o
ciencia de las costumbres no tenga ningún valor. Lo tiene, y puede ser un valioso auxiliar
de la ética... pero no un sustitutivo de la misma.
Contribuyen al relativismo las distintas variantes del cientificismo (no sabemos nada
confiable excepto lo que indican las ciencias experimentales); los científicos y técnicos son
los únicos autorizados a hablar de moral y a dictar reglas, que serán por ejemplo la
conservación del medio ambiental, o el control de población, o los medios para no sufrir....
El técnico es el verdadero moralista.
El darwinismo y, en general, todos los evolucionismos comprometidos con el materialismo,
anulan toda moral trascendente. La moral "de facto" es, según ellos, una más o menos
sabia compilación de reglas y aptitudes para la supervivencia de la especie frente a los
retos del medio y de la competencia. ¿Qué puede quedar de la dignidad humana, si el
hombre no es imagen y semejanza de Dios, sino mero producto del azar, un mono
superado y nada más?
El psicoanálisis de Sigmund Freud considera que los valores morales son, en el fondo,
represiones de la libido o instinto sexual. Esta escuela está muy desacreditada, pero su
influencia a nivel de convicciones diluidas permanece.
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Para el consecuencialismo, la moralidad de un acto debe medirse por sus consecuencias
futuras. Lo bueno, hoy, es lo que dará buenos resultados mañana. Pero esto no es
satisfactorio: los bienes de mañana serán los que den buenos resultados pasado mañana,
y así sucesivamente. Para evitar un proceso al infinito, que nos dejaría en la más profunda
ignorancia de la moral, el consecuencialista se ve obligado en algún momento a definir el
bien de hoy, ahora, y suele hacerlo en forma improvisada, de pasada, llamando bien y mal
a la riqueza y pobreza, a la ecología y a la contaminación... es decir, regresa a los
conceptos del pragmatismo ya criticados.
Hay que decir que muchas veces es bueno, y hasta moralmente necesario, hacer
conjeturas sobre los resultados futuros de nuestras acciones. No siempre es posible, no
siempre es conveniente: podría hacer que la conciencia se viera conducida a un agobiante
juego de ajedrez, previendo las consecuencias de sus jugadas. Las consecuencias buenas
futuras sólo nos permiten elegir entre algo bueno y algo mejor. Lo malo nunca se debe
hacer, aunque se puedan prever consecuencias buenas.
El relativismo moral impregna los espíritus de nuestro tiempo, los medios de comunicación,
los espectáculos, el comportamiento de los universitarios y los profesionales. Es más una
actitud que una doctrina coherente. Se expresa constantemente en fórmulas abstractas
que se presentan como absolutas, y sirve de pretexto para todas las concesiones morales
(16).
LA MORAL DEL SUPERHOMBRE
Federico Nietzsche (1844-1900) se dio perfecta cuenta de que las éticas en circulación
(las que él conocía; no trata nunca el caso de la moral natural aristotélico-tomista)
simulaban un fundamento objetivo (o trascendente), pero eran en realidad expresiones de
la voluntad del sujeto, de su conveniencia o del azar. En cinco aforismos rápidos,
ocurrentes y demoledores, destruye de un plumazo el proyecto moral de la ilustración (17).
"Mi moral sólo puede ser la moral que mi voluntad ha creado: no hay sitio para ficciones al
estilo de los derechos humanos, o el mayor bienestar para el mayor número" (18).
Toda moral es el disfraz de una voluntad de poder, excepto la propia moral de Nietzsche,
que no oculta nada, que es simple y llana voluntad de poder sin máscara ninguna.
(16) Leclerq, "Las grandes...", p. 52-68
(17) Mclntyre, "Tras ... p. 146
(18) Mclntyre, "Tras ... p. 146
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El hombre realmente valioso, el superhombre, impone su voluntad creando su propia
moral. Los mediocres no tienen sino que obedecerla. Para Nietzsche, la humildad y la
compasión son vicios abyectos, y el cristianismo, que los predica, rechazable.
Nietzsche es el filósofo moral por excelencia de nuestra época; sus premisas están
presentes tanto en las sociedades burocráticas como en los irracionalismos proféticos de
izquierda o derecha (nazismo, comunismo...) (19). Su “moral” está muy arraigada en el
medio contemporáneo, y por ello no es extraño que la manipulación impere en el mundo,
no ya como una debilidad, sino como un derecho; cabe esperar que en la sociedad
occidental sigan apareciendo "superhombres" de vez en cuando (al estilo de Hitler o
Stalin); y que en la vida diaria, los grandes dirigentes, los gerentes de la sociedad, los
gobernantes y los burócratas traten de dirigir a su antojo, por medio de la simulación y el
engaño, diciendo la verdad en la medida de lo indispensable, a la masa aborregada. La
moral del superhombre es la moral de la selva, inteligentemente disfrazada.
Nietzsche ganó la batalla filosófica; y la ganó porque los contendores con que disputaba
eran sólo los filósofos de las morales de la inmanencia. Su victoria es la prueba de que
esas morales son un fracaso. Y la propia moral del superhombre es, al fin y al cabo, una
moral más como las que Nietzsche, con tanto acierto, desautoriza. Su mayor lucidez no la
redime de ser tan arbitraria, tan vacua y tan sin fundamento como las demás.
Dice McIntyre: "Después de tres siglos de filosofía moral y uno de sociología, todavía falta
cualquier enunciado coherente o creíble del punto de vista ilustrado" (20).
DERECHO Y MORAL
Para los positivistas jurídicos las leyes definen lo moral y lo inmoral, al menos en la vida
pública. Es decir, si emanan de la autoridad legítima, las leyes humanas no deben
subordinarse a nada extraño a ellas.
Para los iusnaturalistas, en cambio, las leyes dictadas por el estado no deben oponerse a
la moral natural, y si lo hicieran, no serían válidas ni deberían ser obedecidas.
(19) Mclntyre, "Tras ... p. 147
(20) Mclntyre, "Tras...", p. 318
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La Iglesia Católica es iusnaturalista (21). Los derechos de la persona humana, la dignidad
de la persona, son anteriores a la sociedad y a sus leyes (22).
Un caso especial de leyes positivas son los códigos deontológicos elaborados para
distintas profesiones, generalmente por los respectivos Colegios profesionales. Un buen
código puede ser una gran ayuda, pero no suple a unas convicciones éticas sólidas: el
código siempre es interpretado y adaptado a los casos particulares, y la selección de
reglas que hace quien lo aplica nunca puede ser aséptica, mecánica: siempre está muy
fuertemente influida por sus convicciones (o por su falta de convicciones).
Otro caso interesante es el referente a los derechos humanos. Proclamados
solemnemente en Francia durante la Revolución Francesa, y vueltos a proclamar por las
Naciones Unidas en 1947, han sido enunciados como derechos pertenecientes al ser
humano en cuanto tal, o sea como derechos naturales del hombre.
Pero en los dos casos no se ha dado ninguna razón válida para fundamentarlos. Son
expuestos en forma axiomática (pero sabemos que los axiomas no existen por sí mismos,
hay que apoyarlos en algo o están vacíos).
Los derechos humanos o se basan en el cristianismo, o en la moral natural. Pero, a partir
de las filosofías permitidas hoy en el debate público, no tienen ninguna demostración
posible. Por consiguiente, o son residuos de algo que no se quiere mencionar (y no se
menciona), o se convierten en simples ficciones (como los unicornios y las brujas, dice
MacIntyre), necesarias para gobernar y para entenderse, sin ninguna fuerza de convicción
y con un gran potencial de manipulación.
Se ha objetado que, del hecho de que una proposición no pueda ser demostrada, no se
sigue que sea falsa. "Lo que es cierto. Pero podría servir igualmente para defender
presunciones sobre los unicornios y las brujas" (23).
La ley que dan los gobernantes es "una ordenación de la razón, dirigida al bien común, y
promulgada por quien tiene autoridad" (Santo Tomás, "Summa Theologiae", I II, q. 90, a4).
(21) "Catecismo...", n. 1929-1930
(22)"Catecismo…", n. 1950-1951, 2237
(23) Mclntyre, "Tras...", p. 96
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De la razón: no del capricho; dirigida al bien común: no puede dirigirse al bien particular;
promulgada: para que tenga fuerza obligatoria. La ley debe ser también posible de cumplir,
honesta o que no se oponga a la ley natural, justa porque guarde las debidas proporciones
(unos impuestos exorbitantes pueden ser efecto de leyes injustas).
Hay que distinguir, pues, entre legalidad y legitimidad. Una ley ilegítima, por ser injusta, no
puede tener fuerza obligatoria, incluso pueden los súbditos rebelarse para no cumplirla. En
otro caso, la ley debe ser obedecida no sólo por temor al castigo, sino por las exigencias
de la moral natural (y la cristiana).
LAS SEUDO-MORALES VIOLENTISTAS
El comunismo, el anarquismo y los terroristas, comparten una "moral" en la que el fin (la
instauración de una sociedad perfecta en el futuro) justifica cualquier medio (incluido el
asesinato fríamente calculado). ¿Cómo ha podido llegarse, en nuestro propio siglo, a una
aberración tal?
Según opiniones muy autorizadas (24), la moral de la violencia es una perversión del
cristianismo: se ha perdido la fe en Dios y en la vida eterna, pero se sigue "creyendo" en
un paraíso, ya no después de la muerte y en la vida futura de cada hombre, sino en
nuestro mismo mundo, y en un tiempo futuro. Esta caricatura del Cielo “justifica”' cualquier
acto que sirva para facilitar el advenimiento de la nueva sociedad. El fin justifica los
medios.
En el fondo, esta lógica no es diferente de la que dice que, para alcanzar "resultados
científicos", que permitan el mundo mejor del mañana, es lícito sacrificar embriones
humanos. O de la lógica que argumenta que debe dejarse a la mujer la decisión de
abortar, pues el niño puede ser un obstáculo para su "autorrealización".
El terrorismo ha sido marginado en la sociedad occidental desarrollada; pero sus siniestros
presupuestos no han sido, de ninguna manera, derrotados. Por eso hay quien lo considera
bueno para los países del Tercer Mundo (tal vez piensa que es “Justo”, o sea “útil” en el
subdesarrollo; “útil” para quien piensa eso, claro está).
(24) Ratzinger, “Una mirada…”, p.40 y ss.
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EL CAOS MORAL CONTEMPORÁNEO
Analicemos qué significaría, traducido a un lenguaje sencillo y sin sofisticaciones, la
expresión: la acción A es buena, la B es mala, enunciada por:
Un utilitarista: A me produce gozo, B me causa dolor.
Un emotivista: Me gusta A, B es algo que está feo.
Un kantiano: La razón manda hacer A, y no hacer B, sin darnos más
explicaciones.
Un pragmatista: A es útil para el desarrollo, B lo perjudica.
Un relativista: A es lo que la gente suele hacer ahora, nadie haría B.
Un darwinista: A tiene éxito para conservar la especie, B la hace menos
apta para la lucha por la vida.
Un psicoanalista: A me libera, B me reprime la libido.
Un nietzscheano: A me da poder e importancia, B me los disminuye.
No se trata de un magnífico pluralismo, como a veces se nos dice; se trata de un
perfecto caos: no hay ni puede haber un lenguaje siquiera parcialmente común en
que entenderse, cuando, como suele suceder, en un debate se adoptan los
principios de alguna "ética" ilustrada. No hay forma de superar las discrepancias. Lo
que es útil para uno, perjudica a otro, está bonito para un tercero, no está de moda para un
cuarto; y todos dirán que es bueno o malo. Siempre que haya un litigio, lo que favorece a
la parte A justamente perjudica a la B. La primera lo verá como justo y razonable, la
segunda lo tomará como una manifiesta injusticia. Y el juez (o el gobernante) dictará
sentencia... según lo más útil (lo más útil para él, con toda “Justicia”). Por eso los debates
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morales son interminables, y adoptan la forma de afirmar con fuerza y convicción y de
contrafirmar. No hay ninguna plataforma común para el diálogo o el debate (25).
“Enseñar valores es contar con una imagen del mundo y del hombre" (Juan Gerardo
Garza, "Educar con los valores", Itesm, México, mayo 1993). No hay ética alguna sin
metafísica (26). Las nociones de bien, de justicia, de moralidad, necesitan una visión del
mundo que sea compatible con un orden impuesto desde fuera del mismo no bastan para
ello las filosofías idealistas, empiristas, positivistas, que simplemente socavan los
cimientos de la civilización occidental.
A la vista de este panorama, vienen a la memoria las palabras, atribuidas a Mark Twain:
"Las investigaciones de incontables comentaristas ya han hecho muy oscuro el tema, y es
probable que, de continuar así, pronto no sepamos nada al respecto".
Vemos con cierta frecuencia, en la TV, a personas que juzgan éticamente ciertos sucesos,
y, con seriedad y solemnidad muy bien estudiadas (son muy buenos actores), consiguen
(apoyándose en principios morales inexistentes), hacer que los espectadores sientan los
escalofríos de terror, la indignación ante el "mal" y los propósitos de enmienda, casi tan
bien como pudo haberlo logrado un predicador religioso de siglos anteriores, hablando de
la eternidad de las penas del infierno. Están haciendo el gran “salto" de la moral inmanente
a la trascendente, simulación que confunde al público y lo impresiona.
Vemos políticos que confiesan que, en su vida moral privada, no siguen las directivas de la
Iglesia (ni de la moral natural), porque no admiten ninguna moral represiva: nadie tiene
derecho a imponerles lo que deben hacer. Pero cuando tienen que actuar como
candidatos de un partido político, gritan "¡Vamos a moralizar! " y ya no quieren decir con
ello "hagan lo que quieran, como personas maduras, nadie les puede imponer cómo tienen
que actuar". Se dan perfecta cuenta de que, si transmitieran ese mensaje, sus seguidores
se entregarían masivamente a la depredación en cuanto llegaran al poder. Entonces
recurren a una moral represiva, la única que pueden invocar seriamente para dominar las
ansias de saqueo y conseguir un gobierno que no se cubra de deshonor. La duplicidad de
significado, consciente o no, el insensible paso del "bien" en sentido inmanente al "bien" en
sentido trascendente, está en el fondo de la mayor parte del lenguaje ético (o seudo ético)
de la actualidad.
(25) Mclntyre, "Tras...", p. 20 y ss.
(26) Spaemann, "Felicidad...", p. 155
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Para un cristiano, lo moral es la voluntad de Dios y me acerca al cielo. Para un aristotélico-
tomista, la naturaleza me pide que haga A y omita B, y así cumplo un proyecto que me ha
encargado, sin consultarme, la misma potencia natural que me ha dado el ser también sin
consultarme. Son dos significados perfectamente coherentes.
LA MORAL NO TIENE SUCEDÁNEOS
La civilización occidental está en una grave crisis ética. La esperanza está en la Iglesia
Católica, cuyo Catecismo reciente explica tan bien la moral tradicional puesta al día, y que
aparece más claramente cada día como la única gran reserva espiritual y moral de la
humanidad. Y en un regreso a una filosofía realista, como la de Santo Tomás-Aristóteles,
que potencie el sentido común y nos permita superar esta gigantesca crisis de ideas y de
conductas.
Los países desarrollados han conseguido su desarrollo cuando han tenido una moral
exigente, unas virtudes y una disciplina. Siguen disfrutando de un alto nivel, aún cuando
esa moral se resquebraje, porque los usos y costumbres heredados, por inercia, están aún
vigentes (si bien se van degradando). Pero los países del Tercer Mundo necesitan, ahora,
no sólo transferencias de dinero, de tecnología o de educación: necesitan sobre todo un
capital de convicciones acertadas, que permitan cimentar las virtudes personales y
colectivas para su despegue hacia el desarrollo.
Indicaremos de paso que a las convicciones morales, los ideales morales y las virtudes, se
les suele llamar también valores. Así se habla de los valores familiares, sociales, etc.; y se
dice que alguien tiene valores.
La señora Corazón Aquino, ex presidenta de Filipinas, ha expresado así sus ideas:
“es necesario estimular la capacidad de las personas en -el plano espiritual e intelectual-
para que puedan gobernarse a sí mismos, y por sí mismos. Sin un sistema de valores
rectos en la gente, una democracia es una reunión de locos".
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"Los principios dan coherencia a la vida del hombre y la estructuran. Sin ellos, el hombre
es sólo un amasijo de anhelos y aversiones. Si se transige en los valores, nada podrá
frenar el deslizamiento hacia un desenfrenado oportunismo. Así sucede también en el
cuerpo político. Los valores dan coherencia al gobierno y son un punto de referencia para
las relaciones de los gobernantes con el pueblo. Sin valores, el armazón ético para la toma
de decisiones se desintegra; los actos se salen de cauce, buscando, como el agua, el nivel
más bajo".
(Roma, “UNIV 93", 5 de abril de 1993).
O sea, no es posible hacer el desarrollo sin una moral teórica consistente y fiable.
CONCLUSIÓN
Solamente son dignas de crédito, entre todas las morales en circulación en Occidente (por
no decir en el mundo), la moral cristiana (tal y como la enuncia la Iglesia Católica) y la
moral aristotélico-tomista. Las demás son un intento fallido de cimentar unas normas de
conducta que sirvan de sucedáneo a las dos primeras.
Aun así, esas seudo morales tienen aciertos accidentales (que no fundamentan
correctamente en su teoría), que pueden ayudar a encontrar soluciones correctas a
problemas morales concretos.
¡Felicitaciones! Ha concluido en el estudio de la primera unidad. Lo
invitamos a desarrollar las siguientes actividades a fin de consolidar
su aprendizaje.
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Luego de revisar los contenidos de la primera unidad, realice las
siguientes actividades:
01. Elabore:
a. Un cuadro comparativo con las diferencias entre las
morales trascendentes, objetivas y las morales
inmanentes, relativas.
b. Un mapa conceptual con los diversos planteamientos
morales a lo largo de la historia.
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La Ética del Profesor Universitario.
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UNIDAD 2
LA ETICA DEL PROFESOR UNIVERSITARIO
1. Objetivos:
Al finalizar la segunda unidad el participante estará en
condiciones de:
Descubrir el significado de la Ética del Profesor
Universitario en el contexto actual.
Analizar la Ética Docente desde la perspectiva
deontológica.
Comprender la naturaleza de la institución
universitaria.
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2. Contenidos:
2.1 Ética en las profesiones
2.2 El Profesor Universitario
2.3 La Institución Universitaria
En esta segunda unidad surgen algunas
interrogantes que guiaran el instructivo, como por
ejemplo: ¿Cuál es el significado de la Ética
Profesional? ¿Cómo debe comportarse el
profesor universitario? ¿Es necesario una
vocación especial para cumplir cabalmente los
principios de la moral? entre otras.
Para poder responder a estas inquietudes, le invitamos a leer
detenidamente la información básica que se ha procesado a la luz de
los aportes de especialistas y de nuestra propia experiencia.
:
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2.1 ETICA EN LAS PROFESIONES
(Fuente: Ortiz,J. 20 Claves de una nueva era. Ed. Rialp, Madrid. 1,992)
Se cuenta de un literato que, interrogado acerca de cierto pensador «que estaba muy de
moda», respondió lo siguiente: ya lo leeré cuando deje de estar de moda. Del tema que
nos ocupa puede decirse que «está de moda», al menos en una de sus manifestaciones;
está de moda hablar de ética empresarial; desde hace unos pocos años, en las escuelas
de negocios se habla de ética; alguien dirá que se habla más que se practica, o que se
habla para que se diga que se habla; pero el caso es que de esa creciente preocupación
ética en el mundo empresarial pueden extraerse abundantes consecuencias.
Quiero aclarar que no voy a centrarme en el problema de si es ésa una moda
bienintencionada: como algunos han descubierto que alardear de preocupaciones éticas y
sociales les proporciona a la larga mayores beneficios en sus actividades empresariales,
no tienen reparos en disfrazar con preocupaciones «culturales» o «humanas» lo que en el
fondo sigue siendo su único norte, enriquecerse económicamente. Centrar la discusión en
esta posibilidad reduce el estudio de la ética profesional aun caso en el que se aplica un
determinado modelo -el consecuencialista-; para evitar el riesgo de quedarnos
enganchados en la discusión de ese caso, me parece que es preferible dirigir la atención
hacia lo que constituye el núcleo ético de todas las profesiones. En este sentido, hablar de
la «ética en las profesiones» abarca consideraciones más universales que la «ética en los
negocios» o la «ética en la empresa» y es algo que desde el comienzo ha estado presente
en quienes han impulsado estos estudios.
La ética empresarial comenzó a ponerse de moda a finales de los años setenta, gracias en
gran parte al interés de algunas corporaciones ya la docencia de unos cuantos profesores
universitarios. En los primeros trabajos, los modelos éticos más representativos que se
ofrecen a la hora de otorgar el análisis de la realidad económica son el utilitarismo y el
relativismo; es el caso de Richard de George (Kansas) o Thomas Donaldson (Loyola
University of Chicago); se parte de la idea de que generalmente todos buscamos nuestro
propio interés al actuar, y la actividad económica no es ni mucho menos una excepción; y
si buscamos la propia utilidad, la noción de qué es bueno se relativiza: la bondad pasa a
estar ligada estrechamente a las circunstancias del momento, del lugar, de la persona que
puede beneficiarse o perjudicarse. Pero bajo estas perspectivas no resulta posible definir
qué es bueno o malo de forma absoluta, universal, para todos los hombres sean cuales
sean sus circunstancias; Donaldson sugería que la ética kantiana del deber aporta una
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solución a este problema: hay cosas que debemos hacer todos los hombres, porque sí,
por sentido del deber.
Así planteados, los problemas de ética empresarial tienen tan poca solución como todos
los problemas éticos de herencia kantiana. Cuando se genera un abismo entre lo particular
y lo universal, entre el bien individual y el general, entre los intereses privados y públicos,
la única solución posible es el tira y afloja, el pacto, el equilibrio entre unas partes que
siempre están abocadas al conflicto de intereses.
Estos indicios tienen indudablemente un valor positivo; baste pensar en que los primeros
economistas, fundadores de esta ciencia, provenían del campo de la filosofía moral, y que
los períodos álgidos de la economía han estado acompañados por el examen de su
fundamento moral. Hoy, como en el siglo XVII, el individualismo va acompañado por la
reducción de la racionalidad al cálculo. Pero darse cuenta de ello ya es un avance.
La reducción de la naturaleza humana al deseo por el que cada hombre busca su propio
interés hizo que las explicaciones ilustradas que compartieron los primeros economistas
diseñaran mecánicamente la constitución de la sociedad. La mecánica social
contractualista de Hobbes, Locke o Rousseau es asumida en lo esencial por Adan Smith
quien añadió una especie de tercer contrato a los ya existentes de la sociedad y del
gobierno: el mercado.
Si todos los hombres buscan su propio interés, organizarán la vida económica de modo
que ése sea el norte de sus negocios; el problema es entonces cómo explicar la
solidaridad: cómo es posible que buscando el propio bien, sin preocuparse por el bien de
todos, los hombres estén contribuyendo al establecimiento de la sociedad. La solución
ideada por Adam Smith, y llamada «mano invisible», es el mecanismo social, una ley de la
naturaleza por la cual se alcanza el equilibrio -el bienestar social-: una especie de sistema
de fuerzas que mueve a los individuos hacia un bienestar no buscado directamente.
En nuestros días asistimos a un debate muy similar porque somos conscientes de no
haber resuelto lo principal del problema que parece imposible poder buscar ala vez el bien
propio y el de los demás; que si actuamos movidos por el interés individual, entonces
nadie se interesa de verdad por el bien social. No es que de hecho nadie se interese por el
bien común: el problema es que si todos somos radicalmente egoístas nadie puede buscar
el bien de los demás, todos estamos incapacitados para decidir cuándo algo contribuye al
bienestar social. En palabras de Adam Smith, la beneficencia se convierte en asunto
privado que nada tiene que ver con las obligaciones de justicia; dicho de otro modo, en la
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vida pública -y la economía es parte de la vida pública gracias al carácter universal del
dinero- no se exige actuar en conciencia.
Cuando no se reforma ese principio individualista, el mecanismo social reduce el bien
común al equilibrio de las consecuencias de las acciones particulares. Pero ese cálculo de
las consecuencias es muy complicado. Jeremy Bentham se encontró con ese problema:
es muy difícil calcular qué proporcionará la máxima felicidad al máximo número de
hombres; pero, sobre todo, es muy difícil asegurar que alguien pueda emitir ese juicio con
objetividad. John Stuart MilI se dio cuenta de la contradicción subyacente en el utilitarismo:
¿Cómo puede un individuo emitir un juicio en el que se ponga a sí mismo en igualdad de
condiciones junto a los demás, si desconoce cómo son los otros individuos?
Si se desecha la hipótesis de A. Smith de la cooperación espontánea, para que la
cooperación al bien común sea más o menos consciente es preciso diseñar la sociedad
como un individuo ficticio. Ése es el germen de lo que se ha denominado el «Estado-
providencia»: ese Estado que encarna el altruismo corrector de las desviaciones
utilitaristas individuales. Ese modo de ver el Estado como principal responsable del
bienestar social, capaz de arreglar todos los desajustes es compartido por libera- les y
socialistas: para unos porque es más cómodo, para otros por vocación totalitaria.
El auge de los estudios éticos en las profesiones, unido al desprestigio del Estado
totalitario, quizás sirva para plantear de forma más correcta los problemas sociales; como
se preguntaba William May (University of South California), ante las responsabilidades
corporativas y sociales hay que preguntar: ¿quién decide? , ¿quién resuelve? , ¿quién es
el último responsable moral? Los problemas sociales, la construcción del bien común, del
bienestar, no estriban en un problema de cálculo sino de saber quién es el último
responsable y como ya indicó en su día la In Society for Values in Higher Education de la
Universidad de Yale esa responsabilidad corresponde a personas concretas cuyo obrar
capaz de armonizar tantas normas y circunstancias condicionantes debe ser un obrar
prudente.
Lo mejor de esta moda ética es que quienes han comenzado a hablar de prudencia,
justicia y responsabilidad han sido los propios hombres de empresa. Más que una reflexión
importada desde fuera, ha sido la necesidad de dar sentido a la propia actividad lo que ha
provocado esta explosión de publicaciones, cursos, congresos, etc. A comienzos de los
años ochenta Peter Drucker se preguntaba: teniendo en cuenta que, al fin y al cabo, la
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ética no es un descubrimiento reciente, la ética empresarial, ¿es simplemente otra moda
pasajera, o el último asalto en el consabido y sangriento deporte norteamericano de los
mitos comerciales?
La ética empresarial no se ha puesto de moda por una hostilidad contra la empresa o
contra la actividad económica en general, ni tampoco tiene su origen en la tradicional
demanda de cotilleo social para la que las historias de abusos en las alturas podrían ser
un filón inexplorado-. La ética en las profesiones la han puesto de moda aquellos
empresarios responsables interesados en saber si su comportamiento es recto o
reprobable, deseosos de dominar su propia actividad en la que los relaciones internas y
con su entorno se hacen cada vez más complejas, necesitados de la seguridad que
proporciona el conocimiento de unos criterios básicos a los que acudir a la hora de tomar
decisiones de un alcance cada día más imprevisible. Pocos años han bastado para
demostrar que no es una moda sino una necesidad.
El choque de las preocupaciones éticas con una cultura individualista hace que las
primeras preguntas que se planteen puedan referirse a si existen algunos valores más allá
de cada sujeto; si la ética en las empresas no sería más que una consecuencia de la
moralidad privada de sus componentes. Como se preguntaba David Dill (University of
North Carolina), se trataría de saber si es posible dirigir los valores, y si éstos tendrán
consecuencias eficaces. Hasta cierto punto es explicable la preocupación acerca de si es
posible acceder al mundo empresarial cargados de valores éticos personales, pero ésa no
es la cuestión clave; si no se reconocen valores éticos en la propia actividad empresarial, o
si no se reconoce que los valores personales tienen unas exigencias determinadas en la
vida pública más allá de una supuesta moralidad privada, entonces seguiría siendo
imposible atravesar la barrera escéptica que el individualismo impone.
El dilema «o excelencia o eficacia» está mal planteado; igual que está mal planteada la
búsqueda de un equilibrio entre el comportamiento ético y el eficaz. Aparte de que la
excelencia ética se acaba traduciendo en eficacia mercantil, lo más importante es notar
que la excelencia es el principal componente de la eficacia. El hombre, en todas sus
actividades, lo más importante que alcanza al final es su propio perfeccionamiento, que le
capacita para ulteriores acciones más perfectas. Ésa es la parte más importante de los
resultados.
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Kenet Goodpaster, al principio desde la Universidad de Notre Dame, y después desde la
de Harvard, expuso gráficamente cómo todas las facetas del mundo empresarial tienen un
componente ético; en la medida en que las profesiones son una actividad genuinamente
humana, en todos los aspectos del mundo laboral se encuentran reflejos éticos; la ética
viene a ser como un rayo de luz que a su paso por el mundo de los negocios se refracta
en múltiples facetas -organización, marketing, control, recursos humanos, dirección,
finanzas, producción, asuntos internacionales-; y en todas esas facetas se presentan
cuestiones genuinamente éticas. En definitiva, que todos los temas de las profesiones
están tocados de cuestiones éticas porque eso es lo propio de todos los asuntos humanos.
Ninguna profesión está exenta de exigencias éticas; leyes que deben ser obedecidas,
salarios justos, repartos de beneficios, impuestos, respeto a la fama e intimidad,
promoción y formación del personal, calidad de los productos, publicidad y veracidad, etc.,
están presentes de una y otra forma en todas las actividades empresariales, si bien en
intensidad diferente según el tipo de profesión de que se trate.
Si en cualquier actividad empresarial distinguimos tres grandes ámbitos: organización-
producción, marketing y finanzas, todas las profesiones inciden más en uno de los
aspectos, lo cual acentúa determinadas cuestiones éticas; pero nunca pueden soslayarse
las otras áreas. En algunos tipos de empresas o profesiones se acentúa la importancia de
las estrategias organizativas, el primado de liderazgo, la adecuada formación y promoción
de los trabajadores, los tramos de control de producción, el que la cadena productiva esté
humanizada; es probablemente el caso de las profesiones más técnicas, en las que la
actividad más realzada es la productora.
Sin embargo, cuando lo más importante de una profesión está en saberse acerca a las
necesidades del consumidor entonces priman los aspectos de marketing, entendido en
ese amplio sentido; en las empresas informativas, educativas, o médicas, lo principal es la
capacidad de adecuarse a lo que de verdad necesita el cliente que recibe ese servicio;
algo similar ocurre también en las profesiones jurídicas, con excepción de aquellas ramas
que más se han mercantilizado. Está claro que esto no significa que la veracidad del
marketing no sea esencial en toda profesión; igual que en toda empresa informativa o
educativa existen implicaciones éticas ineludibles en el área de organización y
administración.
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Por último, si bien la financiación es una de las piedras de toque de cualquier organización
profesional, toma un protagonismo inusitado en las empresas mercantiles; además, como
se ha identificado en muchas ocasiones la ética empresarial con la ética de los negocios,
es quizás el área con una casuística más detallada: impuestos, comisiones, aranceles,
informaciones privilegiadas, salarios, participación en los beneficios, etc. Cuestiones que,
de alguna manera, pueden resumirse en la más amplia de si la situación financiera de una
organización ofrece o no una imagen fiel de lo que en realidad es y hace.
Partiendo del convencimiento de que quien desea actuar al margen de la moral jamás se
hubiera propuesto poner de moda el tema de la ética empresarial, nos encontramos con
que la solución a los problemas nunca es fácil no hay reglas de comportamiento para cada
caso concreto, precisamente porque ese caso es en cierta medida único, nuevo. Pero del
hecho de que las normas de comportamiento no desciendan a los casos particulares no se
sigue que tales normas no existan: lo que se demuestra es que no son una pura
casuística. La raíz de las decisiones complejas apunta hacia la responsabilidad de quien
se encuentra en un punto de cruce entre la prudencia y la justicia: responsabilidad,
hacerse cargo; prudencia, porque quien decide es una persona, y al decidir aplica criterios
generales aun caso particular; y justicia, porque esas decisiones, a la larga o a la corta,
tienen que ver con personas, sean pocas o muchas.
Lo más importante de las cosas que suceden en la cadena productiva no son las
cuantificables: el incremento de conocimiento, la iniciativa, la responsabilidad, el
afán de superación, la fiabilidad, la lealtad, el esfuerzo, la magnanimidad; son
valores no cuantificables que hoy por hoy suponen los resortes más idóneos para
las diversas culturas de las empresas; y sobre todo, son lo más importante porque
son lo más humano; demuestran que el hombre es un ser cuya raíz está más allá de
los valores cuantificables materiales.
La ética profesional no es una casuística porque tiene que ver con el
verdadero ser de todas las actividades humanas; si pensamos en las
cuestiones que giran alrededor de la organización y administración,
llegaremos a la conclusión de que un comportamiento es ético cuando se
toma en serio a las personas en su dignidad, en sus aspiraciones
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A ese núcleo trascendente no calculable hace referencia también el criterio ético
fundamental del marketing: la mayor adecuación posible a las verdaderas
necesidades. Cuando un vendedor es capaz de aconsejar la compra de un producto
más barato porque se adecua mejor a las necesidades del cliente no está ganando
más dinero, sino que se está ganando al cliente como persona.
Muchas empresas suelen hacer una bandera de alguna de esas cualidades para describir
lo que denominan «su cultura»; esa comunidad de hombres que constituye la empresa no
sólo se contenta con percibir la remuneración pactada en el contrato de trabajo; necesita
una cohesión que sólo se consigue si existen líderes en todos sus niveles: personas
capaces de transmitir los fines de la empresa, y de concentrar a los hombres a su
alrededor.
Es cierto que este tipo de valores cualitativos de los que venimos hablando se fomenta
más en las profesiones y puestos de trabajo menos manuales; al menos, sobre ellos se
escribe más, desde luego; se demuestra que la realización personal puede gozar de una
creatividad mayor en la medida en que la tarea profesional es más intelectual; pero, ¿es
ése el parámetro principal de la dignidad humana? No. Un trabajo con mayor iniciativa o
con más creatividad no es necesariamente el más digno que otro; porque si así fuera
todos los trabajos gerenciales, de organización" etc., serían más dignos que los manuales.
Tiene que haber otra cualidad que defina mejor la dignidad de las profesiones; y esa
cualidad tiene que ver con la capacidad de cualquier trabajo para contribuir al bien común
y para fomentar la solidaridad social.
Puesto que la dignidad ética es una propiedad de personas, lo que hace más digna a
cualquier actividad profesionales la capacidad de quien la desempeña para colaborar al
bien más importante -el bien común-, independientemente del carácter más o menos
elevado que tenga de suyo esa categoría profesional. Porque si la decisión de fomentar
los valores cualitativos en una profesión estuviera motivada exclusivamente por el deseo
de lucro, esa decisión estaría instrumentalizada, condicionada; no sería absoluta; y su
tergiversación sería tanto más grave por haber desvirtuado el orden de los fines
personales. De forma similar, una actividad que tenga que ver directamente con los fines
de una comunidad de hombres se desvirtúa si es desempeñada buscando el provecho
personal.
Los valores cualitativos presentes en cualquier actividad profesional no son medibles
numéricamente, algo que también ocurre con la idea de felicidad a la que se refiere Vifredo
Pareto; para conocer la felicidad de una sociedad, dice Pareto, habría que cifrar la de cada
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uno de sus individuos; pero esto no es posible, lo cual le lleva a introducir su «óptimo
social»: una situación social será óptima siempre que no sea posible mejorar a un
individuo sin empeorar a otro. Este modelo social continúa siendo geométrico, y presupone
que se trata de un juego de suma cero: lo que gana un individuo, lo pierde otro. Los
valores nucleares de la dignidad humana, por el contrario, no son de suma cero: baste
pensar en que cuanta más confianza se da, más confianza se tiene.
Hemos vuelto al problema inicial: si es posible que el hombre se beneficie beneficiando a
los demás; la respuesta ya se ha ido apuntando en dos grandes manifestaciones: que lo
más importante en la actividad profesional trasciende los parámetros cuantificables, y que
la dignidad tiene que cifrarse en la capacidad para contribuir al bien común. Pero la raíz de
esas dos manifestaciones es la misma: la capacidad de trascender. Ahí radica lo más
digno, lo incondicionado, lo absoluto, de cualquier persona; y ello tiene una inmediata
traducción en su actividad profesional: una manifestación hacia adentro, y otra hacia
afuera: por un lado, las satisfacciones más hondas trascienden lo cuantificable; por otro,
puesto que toda persona es un ser que hace referencia a los demás, ese trascenderse se
muestra en que la propia actividad profesional es tanto más digna en cuanto que sirve a
los demás, en cuanto que colabora al bien común. El bien propio más profundo lo logra
buscando el bien común, el bien de los demás en lo que tienen de seres dignos y no en
cuanto seres instrumentalizados que en el futuro podrían devolver ese bien.
La ética en las profesiones tiene que ver, por lo tanto, con el núcleo del ser personal; sus
manifestaciones no son calculables matemáticamente, aunque sí que existe un más y un
menos; cualquier persona es capaz de percibir un aumento o una pérdida de confianza en
su trabajo, aunque no sea capaz de cuantificarlo con exactitud.
¿Qué operatividad tiene todo esto? Se me ocurren algunas cuestiones en las que puede
reflejarse la operatividad de un cambio de mentalidad consecuente con la dignidad de
cualquier hombre. El hecho de que las guerras sean uno de los principales motores de la
investigación tecnológica, ¿supone un planteamiento acorde con la dignidad de cualquier
vida humana?; ¿por qué está al servicio de la guerra lo mejor de las tecnologías nucleares,
de telecomunicaciones, etc.? En la cuenta de resultados, ¿cuál es el lugar más apropiado
para los salarios, el de «costes» o el de «participación en los beneficios»? Por otra parte,
si a la hora de decidir la idoneidad para un puesto de trabajo entre un varón y una mujer
no existen condicionamientos derivados de la fuerza física y sí se tiene en cuenta que las
«obligaciones familiares» de la mujer condicionarán en el futuro sus jornadas laborales
¿es ese trabajo digno de una persona humana? Es evidente que una empresa no es sólo
un lugar de cooperación entre personas, puesto que específicamente lo que la diferencia
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de otras formas de convivencia es la creación de riqueza de la manera más eficiente; pero
a esa creación de riqueza la ética no es un ser extraño que le marca unos límites: son
unas reglas de juego básicas que se deducen de la naturaleza de los «recursos» con los
que se está jugando.
La dignidad humana no es un modelo más o menos operativo; es el ser mismo de los
directivos, trabajadores, consumidores o espectadores; cualquier acción profesional,
empresarial, de negocios, es ante todo una acción humana para la cual seguir las normas
éticas no es un lujo o una moda sino una necesidad. Está claro que una empresa no es
una asociación de beneficencia, y que no puede dejar de ganar dinero porque ésa es su
principal condición de existencia; pero el fin de una empresa no es sólo sobrevivir, de
forma similar a como el fin de un hombre no es comer. Ganar dinero es la condición de
supervivencia, y es también la condición de posibilidad de seguir ganando más dinero.
Pero si ése fuera el único fin de una actividad profesional sería indigna de seres humanos.
El dinero, qué duda cabe, posee un valor universal y futuro; implica posibilidades, poder.
Pero la pregunta que reclama es: ¿«para qué»? Detestamos cualquier forma de esclavitud
entre los hombres, y si la esclavitud nos repugna no es por motivos de mejor o peor gusto,
sino por un juicio absoluto es una situación indigna del ser humano. Ahora bien, cuando el
dinero sirve ante todo para ganar más dinero, para tener más poder, no podemos olvidar
que entonces se erige en una forma de apropiarse del trabajo futuro de otras personas: no
ya de su ser, que eso sería la esclavitud; pero sí de su actividad. ¿Y es eso digno de seres
humanos? Sería la situación de quien siendo dueño de una empresa considerara que todo
lo que sus trabajadores producen le pertenece; ¿en qué se diferenciaría esa
«pertenencia» de una solapada forma de esclavitud cuando además esa empresa puede
erigirse en «persona» jurídica?, ¿qué sería sino una forma de esclavitud el que unas
personas trabajasen exclusivamente para una «persona»?; en cualquier caso, algo
indigno.
En conclusión, podemos afirmar que:
Lo mejor de lo que alguien produce en la actividad profesional se
queda en quien desempeña ese trabajo afecta a lo íntimo de su ser,
de su dignidad, y eso no le pertenece a ninguno de los directivos ni
accionistas de la organización empresarial. Ni siquiera es algo que
uno mismo puede comprar o vender, porque la propia dignidad no
se compra ni se vende. Y en cualquier profesión es posible tener
como norte ese principio tratar a los demás como personas.
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  • 1. 1 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación ROBERTO HELÍ SALDAÑA MILLA Doctor en Educación ÉTICA Y EDUCACIÓN TRUJILLO-PERÚ Marzo 2016 Escuela de Posgrado
  • 2. 2 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación DECANO DE LA ESCUELA DE POSGRADO: Víctor Chanduví Cornejo Doctor en Derecho DIRECTORA DE MAESTRÍA DE LA ESCUELA DE POSGRADO: Lucero Uceda Dávila Doctora en Educación
  • 3. 3 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación XXIII edición, marzo del 2016 La presentación y disposición en conjunto de ÉTICA Y EDUCACIÓN, son propiedad del editor. Queda prohibida la reproducción total o parcial de la presente obra, por cualquier medio o método gráfico, audiovisual o electrónico, sin la autorización previa y escrita del editor, excepto citas en revistas, diarios o libros, siempre que se mencione la procedencia de las mismas. Derechos reservados conforme a ley. © Escuela de Posgrado. Universidad Privada Antenor Orrego. Pabellón “J”, 1° piso, Ciudad Universitaria, Av. América Sur 3145, Urbanización Monserrate, TRUJILLO. Teléfono: (044) 60-4444 E-mail: rsaldanam@upao.edu.pe
  • 4. 4 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación CONTENIDO INTRODUCCIÓN 6 PRESENTACIÓN 7 PAUTAS PARA EL MANEJO DEL MATERIAL AUTO INSTRUCTIVO 8 SÍLABO 9 DESARROLLO DEL CONTENIDO 14 I UNIDAD: FUNDAMENTOS DE LA ÉTICA 1. FUNDAMENTOS DE LA ÉTICA 15 1.1 Sentido de la Ética 16 1.2 La Moral 18 1.3 Las Bases de la Bioética 21 2. DOCTRINAS ÉTICAS: LAS MORALES DE OCCIDENTE 39 La Reforma Protestante 41 EI Proyecto ilustrado 42 Las Morales Inmanentes 42 EI Utilitarismo 44 EI Emotivismo 46 Las Morales del deber 46 EI Pragmatismo 48 EI Relativismo Moral 49 La Moral del Superhombre 50 Derecho y Moral 51 Las seudo-Morales Violentistas 53 EI Caos Moral Contemporáneo 54 La Moral no tiene sucedáneos 56
  • 5. 5 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación II UNIDAD: LA ÉTICA DEL PROFESOR UNIVERSITARIO 2.1 ÉTICA EN LAS PROFESIONES 62 2.2 EL PROFESOR UNIVERSITARIO 71 2.3 LA INSTITUCIÓN UNIVERSITARIA 92 III UNIDAD: LA MORALIDAD DE LOS ACTOS HUMANOS 3.1 LA MORALIDAD DE LOS ACTOS HUMANOS 93 3.2 CÓDIGO BÁSICO DE ÉTICA 99 3.3 LA ÉTICA DOCENTE: UNA PROPUESTA DEONTOLÓGICA 113 3.4 CASOS DE ÉTICA PROFESIONAL 141
  • 6. 6 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación INTRODUCCION Quienes hemos optado por dedicar nuestra vida, o gran parte de ella a la formación de personas, en los diferentes niveles educativos, estamos constantemente en la palestra, por lo que nuestras actitudes y comportamiento son ahora el mejor agente formativo. Sin embargo, como constructores de una nueva civilización, ya no basta con las buenas intenciones, ni tampoco observar cómo el mundo contemporáneo parece imponer modas y costumbres que no favorecen el desarrollo humano ni tampoco el desarrollo social. Por esta razón es de suma importancia reflexionar sobre nuestra actuación como profesionales y docentes, siendo conscientes que somos ejemplo de nuestros alumnos. No se puede pensar de una manera y actuar de otra diferente, o actuar de una manera incorrecta y justificarlo con ideas insostenibles. Se tiene que ser congruente para poder transmitir la verdad y enseñar el bien. Es necesario, por tanto, tener un conocimiento amplio y profundo a la vez sobre la moral en términos de trascendencia, entendiendo sus fundamentos e implicancias en la actuación personal y social del ser humano. Este conocimiento debe ser acompañado de un análisis comparativo de las diversas concepciones de moral que se han dado a lo largo de la historia, para abstraer determinados referentes e ir construyendo una ética educativa en el ámbito de influencia de cada profesor. De otro lado, se hace necesario entender los criterios y elementos de la moralidad de un acto humano para poder realizar juicios de valor que ayuden a nuestros estudiantes en el desarrollo de su vida y su profesión. Para ello será necesario también analizar un código básico de ética que pueda ser comprendido en sus fundamentos filosóficos y científicos. Así será posible entender la realidad del contexto y del educando y plantear unos principios de ética que puedan orientar el desarrollo de la sociedad. Finalmente, no podemos dejar de reflexionar en este curso sobre la propia actuación del docente y su integración en el quehacer educativo, tratando de descubrir, además, el significado de la ética profesional que tenga en cuenta las diversas especialidades y procedencias de los profesores y alumnos. En ese sentido es muy útil ejercitar el juicio crítico mediante el análisis de casos, los cuales serán tomados de la propia experiencia. Si, como producto del desarrollo de este curso, seremos capaces de mirarnos a nosotros mismos y a nuestro alrededor con una actitud franca y sincera, tratando de mejorar nuestra actuación personal y de reforzar nuestras convicciones, entonces habremos dado un paso significativo en nuestro desarrollo profesional y docente, el cual tendrá ciertamente un impacto altamente formativo en nuestro entorno personal, familiar, educativo y social.
  • 7. 7 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación PRESENTACION ¡Estimado alumno! Bienvenido al Curso de Ética y Educación, el cual está elaborado en la modalidad semi presencial. El curso requiere de su participación decidida ya que Ud. será el responsable de su propio aprendizaje: exigirá que determine el lugar y el momento en que realizará su estudio. Asimismo contará con algunas sesiones presenciales a fin de socializar y ampliar la información que presenta el material instructivo. Por tal motivo, el Equipo Pedagógico ha diseñado este material para que pueda realizar un aprendizaje autónomo; en donde el docente pueda brindarle las orientaciones necesarias para el desarrollo del proceso de su aprendizaje. Esperamos que el estudio del curso le ayude a analizar y reflexionar los aspectos relacionados a la Ética Educacional; así como a descubrir la importancia que tiene este conocimiento para su formación educativa. ¡Éxitos en su estudio! El equipo pedagógico
  • 8. 8 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación PAUTAS PARA EL MANEJO DEL AUTO INSTRUCTIVO En esta parte se le dará algunas orientaciones para el manejo del material auto instructivo, las cuales les permitirán llevar con éxito su proceso de estudio. El material se encuentra dividido en tres unidades; en la primera unidad se desarrollará la temática relacionada a las doctrinas éticas; en la segunda unidad se verá la ética del profesor universitario y en la tercera unidad se desarrollará la moralidad de los actos humanos y se presentarán casos de estudio. A medida que se desarrollan los aspectos teóricos, encontrará ayudas pedagógicas, preguntas orientadoras y de reflexión las cuales facilitarán su aprendizaje. Asimismo al finalizar cada unidad encontrará actividades de comprensión y reflexión respecto al tema trabajado; de tal manera que se consolide su aprendizaje autónomo y sea un complemento de las sesiones presenciales en las cuales puede resolver sus dudas y/o ampliar la información desarrollada en el material. El estudio del curso a través del material auto instructivo se ha previsto en cuatro semanas. Se le sugiere que el tiempo de dedicación diaria sea de tres horas, considerando la lectura del material así como el desarrollo de las actividades propuestas. Recuerde que la organización de su tiempo es importante a fin de cumplir con las actividades previstas y con la entrega del trabajo final. En la perspectiva de facilitar la organización de su tiempo de estudio le recomendamos completar el siguiente calendario, distribuyendo de acuerdo a su disponibilidad de las tareas a realizar: Por último le recomendamos que para la lectura del material utilice las diferentes estrategias de aprendizaje (subrayado, resúmenes, esquemas, mapas conceptuales, etc.). Estas le permitirán comprender los aspectos teóricos desarrollados. Si tiene alguna duda o dificultad puede consultar al profesor del curso: Dr. Roberto Saldaña Milla, rsaldanam@upao.edu.pe, quien le ayudará y brindará las orientaciones necesarias para el éxito de su estudio. Programación del estudio no presencial PERIODO: Del 12 de marzo al 03 de abril del 2016 SÁBADO DOMINGO LUNES MARTES MIÉRCOLES JUEVES VIERNES 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 01 02 03 04 05 06 07 08 Horas de estudio programadas: Horas de estudio realizadas:
  • 9. 9 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación SILABO DE ETICA Y EDUCACION 1. DATOS INFORMATIVOS: 1.1. Programa : Maestría en Educación. 1.2. Mención : Didáctica de la Educación Superior 1.3. Ciclo : II 1.4. Prerrequisitos : Ninguno. 1.5. Duración : Sesenta y cuatro (64) horas. Cuatro semanas. 1.6. Tiempo a distancia : Aproximadamente 3 horas diarias. 1.6. Créditos : Cuatro (4). 1.7. Profesor : Dr. Roberto Saldaña Milla. 1.8. E-mail : rsaldanam@upao.edu.pe 2. MARCO DE REFERENCIA: El curso de Ética y Educación es una reflexión sobre la visión global e integradora de la Moral, sus fundamentos e implicaciones en el aspecto educativo, así como la crítica a las diversas teorías que se disputan unas a otras el gobierno de las conciencias. En este contexto, se pretende comprender el sentido del quehacer educativo y el compromiso ético del docente, orientado a la formación integral de los alumnos en todos sus aspectos: cognoscitivo, afectivo, espiritual, moral, psicológico, social, etc. Los contenidos que conforman el curso se han estructurado en tres unidades: La primera corresponde a las doctrinas éticas, la segunda se refiere a la ética del profesor universitario; la tercera unidad lo constituye la moralidad de los actos humanos y comprende el estudio y aplicación de casos. 3. OBJETIVOS GENERALES: Al finalizar el curso, el alumno podrá:  Reflexionar sobre la Moral, sus fundamentos e implicaciones, así como de las diversas teorías con planteamientos moralistas.  Ampliar sus conocimientos sobre concepciones, enfoques y teorías sobre la moral; valorar la moral en términos de trascendencia y asumir con autonomía intelectual y convicción personal una concepción propia que pueda ser compartida con sus colegas y alumnos.  Reflexionar sobre el sentido de la labor educativa a nivel superior considerando los fines, sujetos de la educación y las exigencias actuales.  Descubrir los elementos y procesos de la moralidad de los actos humanos, analizando la problemática de la conciencia moral en relación a la formación profesional de los alumnos.  Conocer y manejar estrategias para promover el desarrollo del juicio moral en los alumnos.
  • 10. 10 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación 4. PROGRAMACIÓN ACADÉMICA: PRIMERA UNIDAD: Fundamentos de la Ética. - Objetivos específicos:  Reflexionar sobre la Moral trascendente e inmanente, sus fundamentos e implicaciones en la actuación personal y social del ser humano.  Analizar y comparar las diversas concepciones de Moral y abstraer determinados referentes para ir construyendo una ética profesional en el ámbito de influencia de cada docente. - Contenidos :  Fundamentos de la Ética.  Doctrinas éticas.  Las morales de occidente.  Las bases de la bioética. SEGUNDA UNIDAD: La Ética del Profesor Universitario - Objetivos específicos:  Descubrir el significado de la Ética Profesional, teniendo en cuenta las diversas procedencias de los profesores y alumnos.  Analizar la ética del profesor y de la institución universitaria. - Contenidos:  Ética en las profesiones.  El Profesor Universitario.  La Institución Universitaria. TERCERA UNIDAD: La Moralidad de los actos humanos. Estudio de casos. - Objetivos específicos:  Conceptualizar y descubrir los criterios y elementos de la moralidad de un acto humano.  Identificar y analizar un código básico de ética que pueda ser comprendido en su fundamentación filosófica y científica.  Analizar la ética del docente desde una perspectiva deontológica.  Ejercitarse en la práctica de los juicios éticos, mediante el estudio y aplicación de casos específicos que deberán ser tomados de la propia experiencia como docente o profesional.
  • 11. 11 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación Contenidos:  La moralidad de los actos humanos.  Código básico de ética.  La ética docente: una propuesta deontológica.  Casos de estudio por parte de los alumnos, basados en su propia experiencia como profesionales o docentes. 5. METODOLOGÍA. El tratamiento didáctico de los contenidos de la Asignatura se basa en la aplicación de la concepción de la Metodología Activa, empleándose procedimientos estratégicos y técnicos para su interiorización, así como para la consolidación personal de un código de Ética. - Las clases se desarrollarán como seminarios-talleres. - Tiempo previsto: Se trabajarán dieciséis (16) horas por cada unidad. - Actividades: Desarrollar las actividades propuestas en las unidades del material auto instructivo. 6. EVALUACIÓN DEL APRENDIZAJE. El modelo de evaluación es concebirlo como proceso y producto (bipolar) que coexisten en una unidad permanente, es decir, se opta por la evaluación de proceso (formativa) – producto (sumativa). La evaluación es formativa – sumativa, porque las evaluaciones serán parciales (unidades didácticas) así como también, se obtendrá el promedio global promocional. Para la evaluación de cada Unidad Didáctica se tendrán en cuenta: a. Presentación de las actividades desarrolladas en cada Unidad Académica, dentro del trabajo a distancia. b. Participación en las dinámicas y tareas grupales y evaluación de los contenidos de cada Unidad Académica, dentro del trabajo presencial.  La escala de calificación es la vigesimal (0 a 20).  La nota promocional resultará del promedio simple de las tres (03) unidades didácticas. La fracción de 0.5 ó más se considerara como unidad a favor del maestrista.  La nota mínima aprobatoria es catorce (14). No habrá examen de aplazados. Tan solo se permite un examen de recuperación de alguna de las unidades desarrolladas, previo acuerdo entre el Profesor y el maestrista.  La asistencia es obligatoria. Si el maestrista acumula el 30% o más de inasistencias a las sesiones presenciales, será inhabilitado del curso.
  • 12. 12 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación 7. BIBLIOGRAFÌA  ALTAREJOS, F. (1998). Ética Docente. Editorial Ariel S.A. Barcelona.  ALUJA, A. (2004). El Papel de la Ética en la Investigación Científica y la Educación Superior.  ANDORNO, R. (2012). Bioética y Dignidad de la Persona. Editorial Tecnos, Madrid.  CAPELLA, J. (2007). Liderazgo y Ética en las instituciones Educativas. Universidad Católica de Santa María.  CARDONA, C. (1990) Ética del Quehacer Educativo. Ediciones Rialp, S.A. Madrid.  ESTARTÚS, R. (1995) Moral Para Profesionales. Publicaciones Universidad de Piura. Udep, Piura.  GARCÍA-HUIDOBRO, J. (2009) Una Introducción a la tradición central de la Ética. Palestra Editores. Lima.  HORTA, E. y RODRÍGUEZ, V. (2011) Ética General. ECOE Ediciones. Universidad Católica de Colombia.  LEJEUNE, J. (1993) ¿Qué es el Embrión Humano? Ediciones Rialp, S.A. Madrid.  LEWIS, C.S. (1989) Los Cuatro Amores: Afecto, Amistad, Eros y Caridad. Ed. Universitaria. EUNSA, Pamplona.  LLANO, A. et al (1992). Veinte Claves para la Nueva Era. Ediciones Rialp, S.A. Madrid.  MACINTYRE, A. (1998) Historia de la Ética. Ed. Paidos, Barcelona.  PEREZ, J. (1990) Ética Empresarial: Teoría y Casos. Ediciones Rialp, S.A. Madrid.  PEREZ, P. (1995) Principios para la Organización Social.Ed. Universidad de Piura. Udep, Piura.  POLO, L. (1993) Quién es el hombre. Ed. Universidad de Piura. Udep, Piura.  BERGOGLIO, J. (2015) Carta Encíclica Laudato Si’ Del Santo Padre Francisco Sobre el Cuidado de la Casa Común. Consulta: jueves, 17 marzo de 2016: https://w2.vatican.va/content/dam/francesco/pdf/encyclicals/documents/papa- francesco_20150524_enciclica-laudato-si_sp.pdf ENLACES EN LA WEB • www.onlineethics.org • Center for Ethics in the Professions http://www.uprm.edu/etica • MarkkulaCenter for Applied Ethics http://www.scu.edu/SCU/Centers/Ethics/ • National Institute for Engineering Ethics http://www.niee.org • Institute for Global Ethics http://www.globalethics.org • ACI PRENSA http://www.aciprensa.com • ACI PRENSA http://www.aciprensa.com
  • 13. 13 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación Fundamentos de la Ética
  • 14. 14 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación UNIDAD1 FUNDAMENTOS DE LA ÉTICA 1. Objetivos: Al finalizar la primera unidad el participante estará en condiciones de: a. Definir la moral en trascendente e inmanente, sus fundamentos e implicaciones en la actuación personal y social del ser humano. b. Diferenciar las diversas concepciones de moral y abstraer determinados referentes para la construcción de una ética educacional.
  • 15. 15 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación 2. Contenidos: FUNDAMENTOS DE LA ÉTICA DOCTRINAS ÉTICAS: LAS MORALES DE OCCIDENTE ¡Reconozcamos nuestro nivel de conocimientos sobre los contenidos que a continuación se propone! Al iniciar el estudio de la Primera Unidad existen algunas interrogantes que es necesario plantear, como por ejemplo: ¿Qué es la moral?¿La moral es un tema privado, o tiene implicancias en la actuación profesional y social? ¿Cómo se ha entendido la moral a lo largo de la historia? entre otras. Para poder responder a estas inquietudes, le invitamos a leer detenidamente la información básica que se ha procesado a la luz de los aportes de especialistas y de nuestra propia experiencia.
  • 16. 16 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación 1. FUNDAMENTOS DE LA ÉTICA 1.1 SENTIDO DE LA ÉTICA Lo ético es algo que tiene que ver con los valores, considerar algo un valor, valioso, es el término de la operación de valorar, que implica un cierto juzgar, sopesar, tasar, En este sentido amplio cabe hablar de lo valioso o del valor como de algo positivo o negativo, aunque, en un significado más estricto, por valioso se suele entender lo positivamente valioso. Hay valores de muchos tipos: económicos, biológicos, artísticos, éticos o morales, religiosos. Los valores éticos se especifican porque se refieren a la conducta humana en cuanto que está radicada en la libertad de comportarse de un modo o de otro. Lo ético se presenta así como una ordenación de las acciones humanas, ordenación que está centrada en dos conceptos: lo bueno y lo malo. Bueno y malo, a su vez, tienen muchos sentidos, pero se reconoce fácilmente su sentido moral: así, cuando se habla de una persona buena, honrada; o, al revés, de una mala persona, de un individuo inmoral. El sentido intuitivo de esas expresiones puede no ser muy preciso, pero sirve para que los hombres entiendan lo que se quiere decir con ellas. Por otra parte, el uso de esas y de otras expresiones del mismo tipo indica que hay, reconocidamente, valores éticos. Esos valores se refieren a las acciones humanas propiamente dichas. Por acciones humanas, en sentido propio, se entienden aquellos actos del hombre que están basados en un suficiente conocimiento de causa y en el ejercicio de la libertad. Por tanto, no son susceptibles de valoración ética los actos que implican una ausencia de conocimiento o los que se ejecutan sin la suficiente libertad. Hay que tener en cuenta que la ausencia de conocimiento y de libertad -en los dos casos en sentido grave- es algo relativamente poco frecuente. Cuando se presenta se debe a circunstancias o estados extraordinarios: enfermedad mental, hipnosis, injerencia de drogas, tortura, miedo grave y casos similares. En los usos ordinarios de la vida, las acciones humanas proceden de un conocimiento nunca perfecto pero suficiente, y de una libertad condicionada por muchos factores pero en definitiva libre. Esto es lo que se quiere decir en el lenguaje ordinario cuando se afirma que un acto humano es voluntario. Los actos voluntarios son más o menos perfectos, según la mayor o
  • 17. 17 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación menor advertencia, pero son queridos conscientemente de un modo directo o indirecto. Se llama acto voluntario indirecto al que no se pretende por sí mismo, pero que es consecuencia de otro que sí se desea en sí mismo. El acto voluntario indirecto tiene especial importancia en los problemas éticos. Por ejemplo: ¿es ilícito producir morfina aunque se sepa que alguien puede hacerse con ella y usarla no con fines médicos sino como droga, es decir, en dosis no terapéuticas? Algunos de los casos más conocidos de ética empresarial son una aplicación del voluntario indirecto. Se encontrará una coincidencia significativa en afirmar que engañar, mentir, robar, difamar son acciones negativas, éticamente hablando. Eso supone que se considera que decir la verdad, respetar la propiedad ajena, respetar el buen nombre ajeno son valores éticos. La lista podría alargarse, pero bastan esos ejemplos para darse cuenta de que al hablar de ética y de valores éticos se hace referencia a algo con lo que se cuenta, o algo que, de algún modo, está ahí. Y, además, está ahí como comportamiento corriente, normal. Casi todo el mundo piensa que puede ser juez en temas éticos y el lenguaje ordinario está lleno de apreciaciones éticas. La ética no es un tema académico. Tampoco lo es, como se verá, la ética profesional. Habiendo definido la ética, corresponde entonces definir lo que es la moral. Para ello se presentan los capítulos II y III del trabajo de Rafael Estartús (1995), quien plantea el tema de la moral en los siguientes términos: En este punto, podemos afirmar que la ética tiene dos acepciones: 1. Es la parte de la filosofía, que trata de la moral de los actos humanos, que permite calificarlos como buenos o malos. Ejemplo: la ética trascendente. 2. Conjunto de normas morales que regulan cualquier relación o conducta humana en un ámbito específico. Ejemplo: la ética médica, la ética educativa.
  • 18. 18 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación 1.2 LA MORAL Los calificativos de bueno o malo se podrían entender también en forma relativa (o sectorial): así cuando se dice que alguien es muy buen ladrón, porque roba con mucha eficacia. Bueno se aplica entonces no al hombre completo, sino sólo a su habilidad para el robo. Por consiguiente, la acepción de moralmente bueno o malo ha de entenderse en relación al perfeccionamiento de la persona humana en su totalidad. Si una moral se basa en la razón humana la llamaremos también Ética o Filosofía Moral. Si se basa en la revelación cristiana, la llamaremos también Teología Moral. MORALES TRASCENDENTES O INMANENTES Morales trascendentes son aquellas que se fundamentan en algo (o Alguien) exterior al ser humano o al universo material. En cambio, son morales inmanentes las que el hombre ha ideado y excluyen toda referencia diferente al mismo hombre, a la humanidad, y al universo material. LAS MORALES TRASCENDENTES Se reducen, en la práctica, a la Teología Moral (o moral revelada), y a la Ética aristotélico tomista (o moral natural). La moral revelada se basa en la revelación de Dios, que ha creado al hombre, y le ha hecho libre para amar y obedecer a su Creador. Si lo hace es premiado con el Cielo. Pero si contraviene las órdenes de Dios, él mismo se hace incapaz de alcanzar su fin último, y sufre una eterna frustración en el Infierno. Moral es la ciencia que estudia el comportamiento humano en cuanto bueno o malo en forma absoluta, es decir, en cuanto mejora o empeora al propio hombre en vistas a su fin último.
  • 19. 19 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación La dignidad humana se fundamenta en que Dios ha hecho al hombre "a su imagen y semejanza"; y en que Dios ama al hombre, a cada hombre en particular, amor que le ha llevado a morir por cada uno en una Cruz para librarle del pecado de Adán (pecado original, transmitido a todos sus descendientes); el hombre goza de la libertad de hacerse eternamente feliz o desdichado, de aceptar a Dios o rechazarlo. La moral natural se basa en la naturaleza del hombre (que es un ser tan natural como los animales y las plantas); el hombre es, evidentemente, un proyecto de la naturaleza, algo a medio hacerse que espera ser terminado: igual que una semilla es un proyecto natural de árbol, aunque puede frustrarse por no llegar nunca a hacerse un árbol; también el hombre necesita completarse a sí mismo, desarrollarse, pues tiene una finalidad natural escrita en todas sus venas y en todos sus tejidos, un ansia de perfección y de felicidad que espera su cumplimiento. La naturaleza quiere algo del hombre, el cual ha de averiguar qué cosas debe hacer para seguir lo que ella desea, obedeciendo así un imperativo que le viene de las propias fuentes de su existencia (1). Observemos que las morales trascendentes consideran al hombre como un ser dependiente, ligado a una tarea que él mismo no se ha impuesto, sino que le viene señalada desde fuera. En el caso de la moral revelada, la tarea le ha sido propuesta por Dios. En el caso de la moral natural, por la naturaleza, que viene a ser Dios en forma implícita. El hombre es un ser funcional, un ser del que se espera que realice una función, por eso puede ser bueno o malo (al igual que un reloj, del que se espera que señale la hora, puede ser calificado de buen reloj o de mal reloj (2). La tarea cuya ejecución ha de realizar el hombre, tiene muchas veces un beneficio inmediato para él mismo o para otros (generalmente para otros). Para aceptar las morales trascendentes, el hombre debe tener, por tanto, un mínimo de humildad; debe reconocer que no es autosuficiente, y no rebelarse por ello. Las morales trascendentes tienen pues un carácter autoritario, normativo, y en cierto modo, represivo: obligan al hombre a dar un sentido a su vida, aunque respetan su libertad. (1) "Catecismo...", n. 1956-1959. (2) McIntyre,"Tras...", p. 83
  • 20. 20 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación Cualquier moral que no sea represiva más bien desmoraliza, pues da ventajas al que la vulnera inteligentemente. Esa moral sería, paradójicamente, una moral inmoral. Ahora podemos entender la bondad o maldad de un acto en las morales trascendentes: el valor de un acto humano referido a la totalidad de la vida, supone, explícita o implícitamente, un espectador absoluto al que ninguna ilusión pueda engañar (3). Como dice un proverbio griego, "a nadie hay que alabar como feliz antes de su muerte". Para juzgar la vida, hay que tenerla presente toda entera. Esta afirmación se hace desde el punto de vista del espectador absoluto, o de otro modo no tiene ningún sentido (4). Leonardo Polo compara las morales trascendentes con el cuento de Caperucita Roja. Caperucita recibe un encargo de su mamá: llevar una cesta con pan y miel a la abuelita. Esta última es la beneficiaria del encargo (no la propia Caperucita, quien sin embargo mejorará como persona si cumple ese deber). Hay que atravesar el bosque donde habita el lobo feroz (el encargo a cumplir es arduo, presenta dificultades). "Si no hay quien encargue, no hay tarea para la libertad nativa. Si alguien no acepta el encargo, no hay sujeto libre. Si no hay adversario, la cosa no tiene gracia, y si no hay beneficiario, no tiene sentido" (5). (3) Spaemann, "Felicidad...", p. 62 (4) Spaemann, "Felicidad...", p. 81 (5) Polo, "Quién ... ", p. 258
  • 21. 21 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación 1.3 LAS BASES DE LA BIOÉTICA (Fuente: ANDORNO, R. Bioética y Dignidad de la Persona. Ed. Tecnos, Madrid.2012)
  • 22. 22 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación
  • 23. 23 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación
  • 24. 24 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación
  • 25. 25 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación
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  • 39. 39 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación 2. DOCTRINAS ÉTICAS: LAS MORALES DE OCCIDENTE Aristóteles (siglo IV a.C.) escribió la Ética a Nicómaco y la Ética a Eudemo. Ambas son los primeros estudios sistemáticos conocidos de moral natural. La naturaleza ha hecho al hombre un animal social: quiere que viva en sociedad. Pues el hombre tiene el don de la palabra, y, como la naturaleza no hace nada en vano, el hombre está destinado a ser animal social. Ello exige la práctica de algunas virtudes, que Aristóteles estudia con penetración y detalle. La moral aristotélica coincide, en buena parte, con la moral revelada: podríamos decir que es como su sombra. Pero Aristóteles comete errores: no asigna naturaleza humana a los esclavos, los cuales no son, según él, sujetos de moral. La moral natural aristotélica exige que el hombre obre de acuerdo a la recta razón. Por consiguiente, no debe abandonarse a sus instintos, pues éstos, por su propia constitución, han de subordinarse a la facultad más noble del hombre que es la inteligencia. El premio del hombre moralmente bueno es la contemplación de Dios. Aristóteles no detalla si esta contemplación tiene lugar en esta vida o en la vida después de la muerte. Tiene que haberse planteado el dilema, pues Sócrates, maestro de su maestro Platón, creía en otra vida, y quería a toda costa salvar su alma (en un sentido idéntico al que tiene la "salvación del alma" para el cristiano). Pero esta vida futura, que tanta importancia tenía para Sócrates, choca con la concepción aristotélica de un mundo sempiterno, que se repite sin cesar en ciclos temporales idénticos a sí mismos (a esa concepción del mundo le acomoda más bien la reencarnación de las almas). El destino puede hacer sin embargo, que la felicidad del hombre no sea posible, incluso sin ninguna culpa suya: cuando le asigna la esclavitud, la fealdad, el bajo nacimiento o la falta de progenie. Ninguna virtud puede hacer frente a esas desgracias (6). La integración de Aristóteles en el medio cristiano no fue una tarea fácil. La llamada "sociedad heroica" de los pueblos bárbaros cristianizados, cuya moral era semejante a la moral griega anterior a Aristóteles, repartía deberes y responsabilidades de acuerdo al papel desempeñado: si uno era rey, tenía unos deberes; si era hombre llano, otros. (6) McIntyre, "Tras...", p, 220
  • 40. 40 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación Cada individuo tenía necesidad de las virtudes apropiadas para realizar bien su papel; y también habilidades (podríamos decir cualidades técnicas), que no se diferenciaban, desde su punto de vista, de las virtudes: la valentía, la capacidad para la amistad, la fidelidad, y también la astucia y la fuerza física. La condición de esclavo y de vencido no se diferenciaban mucho de la condición de muerto. Además de no estar sustentada en una teoría coherente, esta moral tenía grandes lagunas respecto a la moral cristiana. En la primitiva ley medieval germánica, por ejemplo, el asesinato es un crimen sólo si se mata en secreto. Cuando una persona conocida mata públicamente a otra persona conocida, la respuesta apropiada es la venganza a cargo de un pariente. La moralización de la sociedad medieval descansa en la creación de categorías generales de lo bueno y lo malo -y además un código legal- capaces de reemplazar los vínculos y fracturas de un paganismo más antiguo (7). Desde su conversión al cristianismo, en la Edad Antigua o primeros siglos de la Edad Media, hasta el siglo XII, en que la sociedad tenía costumbres mucho más aceptables desde el punto de vista del Evangelio, los intelectuales (casi todos eclesiásticos) se ocuparon de la organización social y moral. Pero había muchos obstáculos: "El paganismo con que lucharon los estudiosos... era parte de ellos mismos y de su propia sociedad" (8). "Vista retrospectivamente, la ordalía (o juicio de Dios) parece superstición a muchos autores modernos, pero cuando se introdujo por primera vez su función fue precisamente colocar en un contexto público y cósmico, de una manera completamente nueva, los males de la vida privada y local" (9). El redescubrimiento de la tradición clásica grecorromana abrió un nuevo filón para la organización de la sociedad, pues podía suministrar tipos de conceptos y experiencias que el propio cristianismo (dedicado básicamente a enseñar el camino del cielo y no la estructura de la sociedad en la tierra), no proporciona ni pretende proporcionar. Pero ciertos cristianos se oponían a la integración con la cultura antigua, porque pensaban que toda enseñanza pagana era obra del demonio, y buscaban en la Biblia la guía omnisuficiente (Lutero perteneció a los sucesores de esa tradición medieval). (7) McIntyre, “Tras…", p. 209 (8) Mclntyre, "Tras…", p. 209 (9) McIntyre, "Tras…", p. 209
  • 41. 41 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación En el siglo XII, los desafíos de la sociedad derivaban de que estaba en el proceso de creación de una serie de instituciones sociales nuevas: una administración de justicia equitativa; las universidades y demás conservatorios de la enseñanza y de la cultura; y la clase de civilidad que es peculiar de la vida urbana (10). Las virtudes antiguas tenían que ser reinterpretadas y reestructuradas. La caridad no tiene equivalente, ni siquiera remoto, en Aristóteles. El mal es, en el cristianismo, consecuencia de la mala voluntad humana, nunca de la inevitable jugarreta del destino. Santo Tomás de Aquino (1225-1274) escribió el Comentario a la ética a Nicómaco, el mejor comentario que se ha hecho de esa obra, cuando la animadversión a la cultura grecorromana había amainado. Santo Tomás aprueba la estructura de Aristóteles, y completa las lagunas que encuentra: los esclavos también son sujetos morales; la contemplación se realiza principalmente en la vida después de la muerte... Santo Tomás muestra que la moral aristotélica, con correcciones de detalle, es muy compatible con la moral revelada, y se puede integrar fácilmente en ella. Una labor similar a la de Santo Tomás realizan el judío Maimónides y el mahometano Averroes: la moral aristotélica es también compatible con el judaísmo y con el Islam: no en vano esas tres religiones tienen creencias básicas en parte idénticas. LA REFORMA PROTESTANTE Lutero (1483-1546) y Calvino (1509-1564), entre otros de menor importancia, rechazan la autoridad de la Iglesia Católica, y la Tradición que la acompaña: según ellos, la Sagrada Escritura es suficiente para conocer la Revelación divina. Cada persona puede encontrar (10)Mclntyre, "Tras... ", p. 214 La moral natural aparece, pues, como una plataforma común para la convivencia social y política de personas de esas tres religiones, cosa de gran importancia práctica para muchas naciones medievales, habitadas por cristianos, judíos y musulmanes.
  • 42. 42 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación por sí misma la verdad, simplemente leyendo la Biblia. No admiten, por tanto, que los libros sagrados tengan valor en un contexto y una tradición, en la que han sido escritos y de la que reciben su autoridad y su interpretación. La moral cristiana se hace más subjetiva en el protestantismo, se fracciona en interpretaciones múltiples que no tienen la fuerza que les da, en el catolicismo, el Magisterio del Papa y de la Iglesia. Además, los reformadores rompen lanzas contra Aristóteles ("Ese bufón que ha confundido a la Iglesia", dice Lutero). Según ellos, la razón humana está tan pervertida por el pecado original, que la única fuente válida de verdad religiosa (y moral) es la revelación, la fe; postura que le conoce como "fideísmo". Según este planteamiento, todo intento de armonizar razón y revelación es una corruptela. EL PROYECTO ILUSTRADO Renato Descartes (1596-1650) es considerado como el iniciador de un enfoque filosófico llamado de la Ilustración (o del iluminismo). Su filosofía, que parte del famoso principio "cogito, ergo sum" (pienso, luego existo), no sigue la metafísica de Aristóteles (ni la de Santo Tomás de Aquino, que completa a Aristóteles). Para Descartes, no existen las causas finales, no existe por tanto una naturaleza que "desee" un comportamiento del hombre. Descartes suprime la finalidad incluso en la mente de Dios. La moral natural, tal y como era conocida, muere en ese contexto filosófico. Los filósofos siguientes (a excepción de una corriente aristotélico tomista, que nunca ha desaparecido, aunque no ha estado de moda), acentúan si cabe esa des finalización. Para Kant, la causa final (y todas las demás causas) es una condición subjetiva del conocimiento, sin representar nada real y objetivo, nada fuera de la mente. Para Hume, las causas son también un artificio mental para relacionar sensaciones. Y cosa similar sucede con las restantes corrientes "de avanzada" del pensamiento occidental. LAS MORALES INMANENTES Eliminada la ética aristotélico tomista, había que hacer, desde las coordenadas del movimiento ilustrado, la ética "de la razón". Esta ética era muy deseada, pues se comprendía claramente que, si bien el hombre como individuo podía contentarse con la
  • 43. 43 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación moral de su propia religión, la sociedad necesitaba una moral básica compartida, como la que (con mejor o peor aproximación en la práctica) había tenido antes. La tarea parecía sencilla. La moral que se esperaba era conocida, o al menos así se suponía: se estaba en el caso de un alumno que tiene que resolver un problema cuya solución está indicada al final del libro: la ética racionalista o iluminista sería muy parecida a la moral cristiana; no lo dudaron ni Hume, ni Diderot, ni Kant, ni Schopenhauer... Pero la metafísica del iluminismo se reveló totalmente ineficaz para sustentar ninguna ética (al menos en el sentido antiguo de "normatividad" o de "obligatoriedad"). En efecto, de premisas que simplemente reflejan hechos, no sale ninguna conclusión normativa: de premisas “es” no puede salir ninguna conclusión "debe ser". Si no hay finalidades naturales, si el ojo no ha sido hecho para ver, menos se podía considerar al hombre como un ser funcional. En este contexto, el hombre no debe hacer nada por obligación: es autónomo, autosuficiente, ya es maduro y emancipado. Así es imposible definir el bien y el mal en el sentido profundo de las morales trascendentes. Los filósofos iluministas han intentado deducir éticas de su propia filosofía, una y otra vez; para caer por fin en la cuenta de que la única posibilidad que tienen es la de elaborar simulaciones de moral: cambiar y devaluar el significado de las palabras “bien”, "mal", "naturaleza" y "deber". Podría pensarse que la ética se puede deducir por sentido común, sin pretensiones de alta ciencia. Así se hace a veces, Y se puede resolver más o menos discretamente un problema concreto. Las "morales" inmanentistas no son necesariamente perversas; son falsas por incompletas, y lo son porque carecen de lo específico de una moral, a saber, un encargo a realizar, una vocación, sea de Dios, sea de la naturaleza como portadora o transmisora de inteligencia y de normatividad.
  • 44. 44 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación Pero el sentido común, la forma de pensar de la gente sencilla, mejor dicho, el uso espontáneo y sin recelos del equipo o dotación natural para conocer que se nos ha dado al nacer, también ha sido desacreditado por la modernidad. "Si hiciéramos caso del sentido común, todavía pensaríamos que la tierra es plana", se nos dice. Podríamos objetar que, sin sentido común, no podríamos saber tampoco que es esférica. El sentido común se puede equivocar, porque no es infalible. La refutación de sus errores se puede hacer sólo usando el mismo sentido común, con más información que la que tuvo antes. Pero si lo rechazáramos, o redujéramos arbitrariamente su capacidad, nos sería imposible conocer nada, y caeríamos en el escepticismo. EL UTILITARISMO Bentham (1748-1822) fue el fundador de una de esas “nuevas morales” de la ilustración: el utilitarismo. El hombre se mueve en busca del placer y alejándose del dolor. Debemos escoger, pues, aquella conducta que maximice la felicidad, es decir, que haga máxima la diferencia "placer menos dolor". Bentham cuantifica los placeres y los dolores (la "aritmética de los placeres"). John Stuart Mill (1806-1873) descubrió que la felicidad y el placer eran polimorfos, formados por entidades heterogéneas y no conmensurables. Sigdwick, (1838-1900) por fin, llegó a la conclusión de que detrás del utilitarismo no se encontraba sino un caos mental. Pero el fracaso filosófico no le impidió al utilitarismo tener una gran influencia, que se proyecta hasta nuestros días. La moral utilitarista es la más elemental, la más fácil de entender por las gentes sencillas y sin formación. Es una moral primitiva, aunque se la encuentre en civilizaciones avanzadas. El gran sistema utilitarista de la antigüedad es el de Epicuro (371-240 a.C.): el mundo se explica solamente por el azar; el mismo hombre es también fruto del azar; y al morir el hombre, todo se disuelve. El sabio tiene que buscar el placer, un placer sereno y tranquilo, no turbado por los excesos, ni por el sufrimiento y el deseo. Es una "moral" de un profundo egoísmo, de un egoísmo calculado; produce una ruina y decadencia tan profundas que cortan toda posibilidad de ascensión hacia una vida propiamente humana (11). El utilitarismo moderno se distingue del epicureismo en dos rasgos cuya explicación arranca del medio cristiano en que se desenvuelve. (11) Leclerq, “Las grandes... ", p. 89
  • 45. 45 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación El primero es el gusto por la acción. Epicuro ve la acción en sus aspectos más negativos: despierta las pasiones, turba el alma, quita la paz interior. Pero el cristianismo confirió a la acción un valor soberano, que se puede asociar a la acción redentora de Cristo; en la sociedad cristiana tienen prestigio todas las formas de acción buena, incluidas las más profanas, como la política. El segundo rasgo es el amor al prójimo. Epicuro era un parásito social. Pero para los utilitaristas modernos, la idea de que es necesario hacer el bien a los semejantes no es discutida, se acepta como de evidencia inmediata. Están impregnados de la tradición moral del cristianismo (y lo exhiben mucho, pues recae sobre ellos la sospecha de irreligión y de inmoralidad). El utilitarismo corresponde, como hemos dicho, a una moral mínima, fácil de entender y de practicar, y que puede dar un barniz -no despreciable- de moralidad. Se le dice al niño: "si mientes, nadie te creerá. Si pegas a tus compañeros, nadie querrá jugar más contigo". El utilitarismo trata a los adultos como si fueran niños: "No cometas delitos, porque puedes ir a la cárcel". "Tengamos palabra, cumplamos lo pactado y seremos todos más felices". No dejan de ser buenas razones, que buscan el interés propio a corto o mediano plazo. Pero el utilitarismo no es una teoría filosóficamente bien fundada, y tampoco es capaz de dar ningún empuje moral, ningún espíritu de sacrificio, ninguna pureza de intención. Produce, como mucho, hombres adocenados, conformistas, y aprovechadores de oportunidades delictivas (cuando tengan la seguridad de poder eludir el castigo social). En el fondo, los utilitaristas modernos son cristianos descentrados: no hablan, como la moral cristiana, del amor fundado en Dios mismo (y con la idea de Dios la de la vida futura). Y tratan de mantener los preceptos de la moral cristiana (o algo bastante parecido a ellos) centrándolos sólo en el hombre y en este mundo. "Epicuro era lógico consigo mismo: fría y sistemáticamente egoísta, condena el altruismo. Los utilitaristas, bajo la presión de la tradición cristiana, han querido integrar el altruismo en el utilitarismo, pero su tentativa misma muestra que es preciso otro principio para justificar el sacrificio. El interés no puede fundar sino una higiene moral estrictamente personal. El lugar absorbente del sacrificio en favor de su semejante o en favor del bien común en la moral moderna viene del cristianismo, que la ha impuesto al mundo con una exigencia tal que el problema del sacrificio se ha convertido en el problema central de la moral" (12). (12) Leclerq,"Las grandes...", p. 103
  • 46. 46 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación EL EMOTIVISMO Los ingleses Moore y Stevenson, en los siglos XIX y XX, establecieron que los juicios morales no son más que expresión de las preferencias personales; al contrario que los juicios fácticos, que expresan hechos independientes de nuestros gustos (13). Decir "esto es bueno", sería lo mismo que decir "yo apruebo esto, hazlo tú también", o decir "¡viva esto!". El significado de un juicio moral seria, pues, diferente de su uso: significa realmente una preferencia, y se usa como si fuera una obligación (simulando otras morales más antiguas, las de la trascendencia; simulación que es una tentativa de manipulación del prójimo, por si alguno, poco informado, se impresiona). El emotivismo es pues, un utilitarismo psicológico. Su influencia ha sido grande, y conocidos personajes vieron en él una liberación de las presuntas alucinaciones de Aristóteles, de Jesucristo... y del temor al infierno (14). Sin embargo, destrozado por las críticas, ha sido desechado. Si estamos dispuestos a aprovechar lo poco o mucho que el emotivismo tenga de aprovechable, podemos observar que una persona sensata y virtuosa, espontáneamente vibra con el bien: por eso es bueno consultar al sentimiento, antes de formar un juicio moral. Pero la última palabra para juzgar un acto la tiene la conciencia, o sea la razón, a la luz de unos principios que no suministra ni puede suministrar el emotivismo. También es verdad, desgraciadamente, que muchas personas usan los juicios morales como un disfraz de sus preferencias personales (o de sus intereses más rastreros), lo cual ha sucedido siempre y seguirá sucediendo; pero este abuso no quiere decir que toda la moral sea subjetiva. LAS MORALES DEL DEBER Emmanuel Kant (1724-1804) es el creador de la primera de una familia de pretendidas morales que se basan en el deber: el hombre siente la llamada de su razón, que le exige que cumpla el deber. Ese deber no tiene ningún fundamento en el mundo exterior, es pura "forma a priori" de la inteligencia práctica. (13) Mclntyre, "Tras..." p. 26 y ss. (14) Mclntyre, "Tras...”, p. 31
  • 47. 47 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación Kant enumera tres máximas básicas que le impone su razón, y que él supone universales, obligatorias para todo hombre: 1. "Obra de tal manera que la máxima de tu voluntad pueda valer como principio de legislación universal". O sea, que los demás hombres puedan obrar igual que tú sin que seas discriminado. Ya lo había dicho Jesucristo: "Haz a los demás lo que quieras que ellos te hagan a ti". 2. "Obra con la idea de tu voluntad como legisladora universal". 3. "Obra de tal manera que trates a los demás como un fin, y no como un medio". Es una manera de expresar la dignidad de nuestros semejantes: no debemos usarlos como meros medios para conseguir nuestros fines; siempre debemos pensar en el bien de los demás. De estas máximas Kant deduce fácilmente toda su teoría moral (15). Los resultados que obtiene (no es una casualidad, es justamente lo que busca) coinciden con la moral cristiana, en la que Kant ha sido educado con rigor desde su más tierna infancia. Kant demuestra que la máxima "cumple tus promesas", es coherente con las tres anteriores, y pasa un filtro, una prueba lógica kantiana de validez; mientras que la que dice "no cumplas tus promesas a menos que te convenga", no pasa la prueba. Sin embargo, según Mclntyre, la máxima (que Kant repudiaría) "Cumple tus promesas, excepto una sola vez en la vida", también se puede validar igual. Y así sucede con buen número de proposiciones moralmente repudiables. El razonamiento de Kant en ese punto deja mucho que desear. La moral del deber de Kant ha sido refutada desde poco tiempo después de su publicación, y abandonada. Aun así ha tenido y sigue teniendo una gran influencia. Sus bases son endebles: el deber que, según él, ordena con imperio a todo hombre (el llamado "imperativo categórico"), procede de las convicciones religiosas luteranas y puritanas heredadas por Kant, y no es ni universal ni evidente. Y aunque lo fuera, ¿Por qué hay que obedecerle? (15) Leclerq, "Las grandes...", p. 134
  • 48. 48 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación Según Kant, un acto no es moral más que cuando se hace por deber. Una limosna dada por amor al prójimo, no tendría valor moral ninguno, y menos aún si se hace con gusto. Además de sostenerse en el aire, la moral de Kant es inhumana. EL PRAGMATISMO Es una filosofía elaborada en Norteamérica por William James (1842-1952) y otros. Pretende extender a todo conocimiento lo que es admisible –parcialmente- en ciertas hipótesis físicas: que se consideran verdaderas cuando son útiles para la investigación. El pragmatismo sostiene que la verdad es la utilidad: una proposición será verdadera en cuanto nos sea útil. Las variantes del pragmatismo más "duras" son la de James y la de Dewey. Otras, como la de Pierce, son menos contundentes y más matizadas. Respecto a la moral, si se pregunta ¿es lícito robar?, en buena ley el pragmatista debería responder: sí, cuando es útil. Y siempre es útil, al menos para el ladrón, con tal de que no lo descubran. El pragmatista tratará, en forma no convincente, de mostrar un panorama más amplio: el robo no es útil a la comunidad. Pero incluso eso puede tener muchas excepciones. Y ¿Por qué hay que pensar en la comunidad? No parece que el pragmatismo sea aceptable éticamente (tampoco filosóficamente). Por definición, el pragmatismo orienta hacia la búsqueda del poder, de la riqueza, por todos los medios... útiles. Es una corriente muy partidaria de la democracia, porque esa forma de gobierno produce, según ellos, poderío, fuerza, riqueza...; o sea, es útil. El pragmatismo está íntimamente emparentado con el utilitarismo; su visión del mundo es materialista, pero con gusto por la acción. No hay que confundir al pragmatista con el pragmático, que es quien encuentra soluciones oportunas rápidamente. Ser pragmático es una cualidad deseable, que naturalmente exige, para ser realmente una cualidad buena, la adhesión a la moral verdadera y, por tanto...no pragmatista.
  • 49. 49 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación EL RELATIVISMO MORAL El escepticismo se encuentra en todas las civilizaciones envejecidas (en China, India o Grecia, como en Occidente actual). Nace cuando al entusiasmo sucede el desencanto: no se ha logrado lo que se pretendía. El escepticismo moderno ante el fracaso de las morales de la Ilustración adopta la forma de relativismo: no existe una sola moral, sino varias, tantas como tipos de sociedad. La enseñanza moral consiste en que cada uno busque su propia moral, de acuerdo a su medio. Unas sociedades protegen con ardor la vida de los niños, ancianos y minusválidos. Otras los matan cuidadosamente. Las dos prácticas tienen en sí el mismo valor moral: el valor real lo crean las circunstancias, las necesidades del caso concreto. Las buenas costumbres serían las costumbres habituales. Las malas costumbres las no habituales. Nada de luchar contra corriente: el conformismo es la regla básica de la moral. La moral se basa en la sociología. Aunque repudiemos esa forma de pensar, no hay que deducir de ello que la sociología o ciencia de las costumbres no tenga ningún valor. Lo tiene, y puede ser un valioso auxiliar de la ética... pero no un sustitutivo de la misma. Contribuyen al relativismo las distintas variantes del cientificismo (no sabemos nada confiable excepto lo que indican las ciencias experimentales); los científicos y técnicos son los únicos autorizados a hablar de moral y a dictar reglas, que serán por ejemplo la conservación del medio ambiental, o el control de población, o los medios para no sufrir.... El técnico es el verdadero moralista. El darwinismo y, en general, todos los evolucionismos comprometidos con el materialismo, anulan toda moral trascendente. La moral "de facto" es, según ellos, una más o menos sabia compilación de reglas y aptitudes para la supervivencia de la especie frente a los retos del medio y de la competencia. ¿Qué puede quedar de la dignidad humana, si el hombre no es imagen y semejanza de Dios, sino mero producto del azar, un mono superado y nada más? El psicoanálisis de Sigmund Freud considera que los valores morales son, en el fondo, represiones de la libido o instinto sexual. Esta escuela está muy desacreditada, pero su influencia a nivel de convicciones diluidas permanece.
  • 50. 50 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación Para el consecuencialismo, la moralidad de un acto debe medirse por sus consecuencias futuras. Lo bueno, hoy, es lo que dará buenos resultados mañana. Pero esto no es satisfactorio: los bienes de mañana serán los que den buenos resultados pasado mañana, y así sucesivamente. Para evitar un proceso al infinito, que nos dejaría en la más profunda ignorancia de la moral, el consecuencialista se ve obligado en algún momento a definir el bien de hoy, ahora, y suele hacerlo en forma improvisada, de pasada, llamando bien y mal a la riqueza y pobreza, a la ecología y a la contaminación... es decir, regresa a los conceptos del pragmatismo ya criticados. Hay que decir que muchas veces es bueno, y hasta moralmente necesario, hacer conjeturas sobre los resultados futuros de nuestras acciones. No siempre es posible, no siempre es conveniente: podría hacer que la conciencia se viera conducida a un agobiante juego de ajedrez, previendo las consecuencias de sus jugadas. Las consecuencias buenas futuras sólo nos permiten elegir entre algo bueno y algo mejor. Lo malo nunca se debe hacer, aunque se puedan prever consecuencias buenas. El relativismo moral impregna los espíritus de nuestro tiempo, los medios de comunicación, los espectáculos, el comportamiento de los universitarios y los profesionales. Es más una actitud que una doctrina coherente. Se expresa constantemente en fórmulas abstractas que se presentan como absolutas, y sirve de pretexto para todas las concesiones morales (16). LA MORAL DEL SUPERHOMBRE Federico Nietzsche (1844-1900) se dio perfecta cuenta de que las éticas en circulación (las que él conocía; no trata nunca el caso de la moral natural aristotélico-tomista) simulaban un fundamento objetivo (o trascendente), pero eran en realidad expresiones de la voluntad del sujeto, de su conveniencia o del azar. En cinco aforismos rápidos, ocurrentes y demoledores, destruye de un plumazo el proyecto moral de la ilustración (17). "Mi moral sólo puede ser la moral que mi voluntad ha creado: no hay sitio para ficciones al estilo de los derechos humanos, o el mayor bienestar para el mayor número" (18). Toda moral es el disfraz de una voluntad de poder, excepto la propia moral de Nietzsche, que no oculta nada, que es simple y llana voluntad de poder sin máscara ninguna. (16) Leclerq, "Las grandes...", p. 52-68 (17) Mclntyre, "Tras ... p. 146 (18) Mclntyre, "Tras ... p. 146
  • 51. 51 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación El hombre realmente valioso, el superhombre, impone su voluntad creando su propia moral. Los mediocres no tienen sino que obedecerla. Para Nietzsche, la humildad y la compasión son vicios abyectos, y el cristianismo, que los predica, rechazable. Nietzsche es el filósofo moral por excelencia de nuestra época; sus premisas están presentes tanto en las sociedades burocráticas como en los irracionalismos proféticos de izquierda o derecha (nazismo, comunismo...) (19). Su “moral” está muy arraigada en el medio contemporáneo, y por ello no es extraño que la manipulación impere en el mundo, no ya como una debilidad, sino como un derecho; cabe esperar que en la sociedad occidental sigan apareciendo "superhombres" de vez en cuando (al estilo de Hitler o Stalin); y que en la vida diaria, los grandes dirigentes, los gerentes de la sociedad, los gobernantes y los burócratas traten de dirigir a su antojo, por medio de la simulación y el engaño, diciendo la verdad en la medida de lo indispensable, a la masa aborregada. La moral del superhombre es la moral de la selva, inteligentemente disfrazada. Nietzsche ganó la batalla filosófica; y la ganó porque los contendores con que disputaba eran sólo los filósofos de las morales de la inmanencia. Su victoria es la prueba de que esas morales son un fracaso. Y la propia moral del superhombre es, al fin y al cabo, una moral más como las que Nietzsche, con tanto acierto, desautoriza. Su mayor lucidez no la redime de ser tan arbitraria, tan vacua y tan sin fundamento como las demás. Dice McIntyre: "Después de tres siglos de filosofía moral y uno de sociología, todavía falta cualquier enunciado coherente o creíble del punto de vista ilustrado" (20). DERECHO Y MORAL Para los positivistas jurídicos las leyes definen lo moral y lo inmoral, al menos en la vida pública. Es decir, si emanan de la autoridad legítima, las leyes humanas no deben subordinarse a nada extraño a ellas. Para los iusnaturalistas, en cambio, las leyes dictadas por el estado no deben oponerse a la moral natural, y si lo hicieran, no serían válidas ni deberían ser obedecidas. (19) Mclntyre, "Tras ... p. 147 (20) Mclntyre, "Tras...", p. 318
  • 52. 52 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación La Iglesia Católica es iusnaturalista (21). Los derechos de la persona humana, la dignidad de la persona, son anteriores a la sociedad y a sus leyes (22). Un caso especial de leyes positivas son los códigos deontológicos elaborados para distintas profesiones, generalmente por los respectivos Colegios profesionales. Un buen código puede ser una gran ayuda, pero no suple a unas convicciones éticas sólidas: el código siempre es interpretado y adaptado a los casos particulares, y la selección de reglas que hace quien lo aplica nunca puede ser aséptica, mecánica: siempre está muy fuertemente influida por sus convicciones (o por su falta de convicciones). Otro caso interesante es el referente a los derechos humanos. Proclamados solemnemente en Francia durante la Revolución Francesa, y vueltos a proclamar por las Naciones Unidas en 1947, han sido enunciados como derechos pertenecientes al ser humano en cuanto tal, o sea como derechos naturales del hombre. Pero en los dos casos no se ha dado ninguna razón válida para fundamentarlos. Son expuestos en forma axiomática (pero sabemos que los axiomas no existen por sí mismos, hay que apoyarlos en algo o están vacíos). Los derechos humanos o se basan en el cristianismo, o en la moral natural. Pero, a partir de las filosofías permitidas hoy en el debate público, no tienen ninguna demostración posible. Por consiguiente, o son residuos de algo que no se quiere mencionar (y no se menciona), o se convierten en simples ficciones (como los unicornios y las brujas, dice MacIntyre), necesarias para gobernar y para entenderse, sin ninguna fuerza de convicción y con un gran potencial de manipulación. Se ha objetado que, del hecho de que una proposición no pueda ser demostrada, no se sigue que sea falsa. "Lo que es cierto. Pero podría servir igualmente para defender presunciones sobre los unicornios y las brujas" (23). La ley que dan los gobernantes es "una ordenación de la razón, dirigida al bien común, y promulgada por quien tiene autoridad" (Santo Tomás, "Summa Theologiae", I II, q. 90, a4). (21) "Catecismo...", n. 1929-1930 (22)"Catecismo…", n. 1950-1951, 2237 (23) Mclntyre, "Tras...", p. 96
  • 53. 53 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación De la razón: no del capricho; dirigida al bien común: no puede dirigirse al bien particular; promulgada: para que tenga fuerza obligatoria. La ley debe ser también posible de cumplir, honesta o que no se oponga a la ley natural, justa porque guarde las debidas proporciones (unos impuestos exorbitantes pueden ser efecto de leyes injustas). Hay que distinguir, pues, entre legalidad y legitimidad. Una ley ilegítima, por ser injusta, no puede tener fuerza obligatoria, incluso pueden los súbditos rebelarse para no cumplirla. En otro caso, la ley debe ser obedecida no sólo por temor al castigo, sino por las exigencias de la moral natural (y la cristiana). LAS SEUDO-MORALES VIOLENTISTAS El comunismo, el anarquismo y los terroristas, comparten una "moral" en la que el fin (la instauración de una sociedad perfecta en el futuro) justifica cualquier medio (incluido el asesinato fríamente calculado). ¿Cómo ha podido llegarse, en nuestro propio siglo, a una aberración tal? Según opiniones muy autorizadas (24), la moral de la violencia es una perversión del cristianismo: se ha perdido la fe en Dios y en la vida eterna, pero se sigue "creyendo" en un paraíso, ya no después de la muerte y en la vida futura de cada hombre, sino en nuestro mismo mundo, y en un tiempo futuro. Esta caricatura del Cielo “justifica”' cualquier acto que sirva para facilitar el advenimiento de la nueva sociedad. El fin justifica los medios. En el fondo, esta lógica no es diferente de la que dice que, para alcanzar "resultados científicos", que permitan el mundo mejor del mañana, es lícito sacrificar embriones humanos. O de la lógica que argumenta que debe dejarse a la mujer la decisión de abortar, pues el niño puede ser un obstáculo para su "autorrealización". El terrorismo ha sido marginado en la sociedad occidental desarrollada; pero sus siniestros presupuestos no han sido, de ninguna manera, derrotados. Por eso hay quien lo considera bueno para los países del Tercer Mundo (tal vez piensa que es “Justo”, o sea “útil” en el subdesarrollo; “útil” para quien piensa eso, claro está). (24) Ratzinger, “Una mirada…”, p.40 y ss.
  • 54. 54 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación EL CAOS MORAL CONTEMPORÁNEO Analicemos qué significaría, traducido a un lenguaje sencillo y sin sofisticaciones, la expresión: la acción A es buena, la B es mala, enunciada por: Un utilitarista: A me produce gozo, B me causa dolor. Un emotivista: Me gusta A, B es algo que está feo. Un kantiano: La razón manda hacer A, y no hacer B, sin darnos más explicaciones. Un pragmatista: A es útil para el desarrollo, B lo perjudica. Un relativista: A es lo que la gente suele hacer ahora, nadie haría B. Un darwinista: A tiene éxito para conservar la especie, B la hace menos apta para la lucha por la vida. Un psicoanalista: A me libera, B me reprime la libido. Un nietzscheano: A me da poder e importancia, B me los disminuye. No se trata de un magnífico pluralismo, como a veces se nos dice; se trata de un perfecto caos: no hay ni puede haber un lenguaje siquiera parcialmente común en que entenderse, cuando, como suele suceder, en un debate se adoptan los principios de alguna "ética" ilustrada. No hay forma de superar las discrepancias. Lo que es útil para uno, perjudica a otro, está bonito para un tercero, no está de moda para un cuarto; y todos dirán que es bueno o malo. Siempre que haya un litigio, lo que favorece a la parte A justamente perjudica a la B. La primera lo verá como justo y razonable, la segunda lo tomará como una manifiesta injusticia. Y el juez (o el gobernante) dictará sentencia... según lo más útil (lo más útil para él, con toda “Justicia”). Por eso los debates
  • 55. 55 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación morales son interminables, y adoptan la forma de afirmar con fuerza y convicción y de contrafirmar. No hay ninguna plataforma común para el diálogo o el debate (25). “Enseñar valores es contar con una imagen del mundo y del hombre" (Juan Gerardo Garza, "Educar con los valores", Itesm, México, mayo 1993). No hay ética alguna sin metafísica (26). Las nociones de bien, de justicia, de moralidad, necesitan una visión del mundo que sea compatible con un orden impuesto desde fuera del mismo no bastan para ello las filosofías idealistas, empiristas, positivistas, que simplemente socavan los cimientos de la civilización occidental. A la vista de este panorama, vienen a la memoria las palabras, atribuidas a Mark Twain: "Las investigaciones de incontables comentaristas ya han hecho muy oscuro el tema, y es probable que, de continuar así, pronto no sepamos nada al respecto". Vemos con cierta frecuencia, en la TV, a personas que juzgan éticamente ciertos sucesos, y, con seriedad y solemnidad muy bien estudiadas (son muy buenos actores), consiguen (apoyándose en principios morales inexistentes), hacer que los espectadores sientan los escalofríos de terror, la indignación ante el "mal" y los propósitos de enmienda, casi tan bien como pudo haberlo logrado un predicador religioso de siglos anteriores, hablando de la eternidad de las penas del infierno. Están haciendo el gran “salto" de la moral inmanente a la trascendente, simulación que confunde al público y lo impresiona. Vemos políticos que confiesan que, en su vida moral privada, no siguen las directivas de la Iglesia (ni de la moral natural), porque no admiten ninguna moral represiva: nadie tiene derecho a imponerles lo que deben hacer. Pero cuando tienen que actuar como candidatos de un partido político, gritan "¡Vamos a moralizar! " y ya no quieren decir con ello "hagan lo que quieran, como personas maduras, nadie les puede imponer cómo tienen que actuar". Se dan perfecta cuenta de que, si transmitieran ese mensaje, sus seguidores se entregarían masivamente a la depredación en cuanto llegaran al poder. Entonces recurren a una moral represiva, la única que pueden invocar seriamente para dominar las ansias de saqueo y conseguir un gobierno que no se cubra de deshonor. La duplicidad de significado, consciente o no, el insensible paso del "bien" en sentido inmanente al "bien" en sentido trascendente, está en el fondo de la mayor parte del lenguaje ético (o seudo ético) de la actualidad. (25) Mclntyre, "Tras...", p. 20 y ss. (26) Spaemann, "Felicidad...", p. 155
  • 56. 56 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación Para un cristiano, lo moral es la voluntad de Dios y me acerca al cielo. Para un aristotélico- tomista, la naturaleza me pide que haga A y omita B, y así cumplo un proyecto que me ha encargado, sin consultarme, la misma potencia natural que me ha dado el ser también sin consultarme. Son dos significados perfectamente coherentes. LA MORAL NO TIENE SUCEDÁNEOS La civilización occidental está en una grave crisis ética. La esperanza está en la Iglesia Católica, cuyo Catecismo reciente explica tan bien la moral tradicional puesta al día, y que aparece más claramente cada día como la única gran reserva espiritual y moral de la humanidad. Y en un regreso a una filosofía realista, como la de Santo Tomás-Aristóteles, que potencie el sentido común y nos permita superar esta gigantesca crisis de ideas y de conductas. Los países desarrollados han conseguido su desarrollo cuando han tenido una moral exigente, unas virtudes y una disciplina. Siguen disfrutando de un alto nivel, aún cuando esa moral se resquebraje, porque los usos y costumbres heredados, por inercia, están aún vigentes (si bien se van degradando). Pero los países del Tercer Mundo necesitan, ahora, no sólo transferencias de dinero, de tecnología o de educación: necesitan sobre todo un capital de convicciones acertadas, que permitan cimentar las virtudes personales y colectivas para su despegue hacia el desarrollo. Indicaremos de paso que a las convicciones morales, los ideales morales y las virtudes, se les suele llamar también valores. Así se habla de los valores familiares, sociales, etc.; y se dice que alguien tiene valores. La señora Corazón Aquino, ex presidenta de Filipinas, ha expresado así sus ideas: “es necesario estimular la capacidad de las personas en -el plano espiritual e intelectual- para que puedan gobernarse a sí mismos, y por sí mismos. Sin un sistema de valores rectos en la gente, una democracia es una reunión de locos".
  • 57. 57 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación "Los principios dan coherencia a la vida del hombre y la estructuran. Sin ellos, el hombre es sólo un amasijo de anhelos y aversiones. Si se transige en los valores, nada podrá frenar el deslizamiento hacia un desenfrenado oportunismo. Así sucede también en el cuerpo político. Los valores dan coherencia al gobierno y son un punto de referencia para las relaciones de los gobernantes con el pueblo. Sin valores, el armazón ético para la toma de decisiones se desintegra; los actos se salen de cauce, buscando, como el agua, el nivel más bajo". (Roma, “UNIV 93", 5 de abril de 1993). O sea, no es posible hacer el desarrollo sin una moral teórica consistente y fiable. CONCLUSIÓN Solamente son dignas de crédito, entre todas las morales en circulación en Occidente (por no decir en el mundo), la moral cristiana (tal y como la enuncia la Iglesia Católica) y la moral aristotélico-tomista. Las demás son un intento fallido de cimentar unas normas de conducta que sirvan de sucedáneo a las dos primeras. Aun así, esas seudo morales tienen aciertos accidentales (que no fundamentan correctamente en su teoría), que pueden ayudar a encontrar soluciones correctas a problemas morales concretos. ¡Felicitaciones! Ha concluido en el estudio de la primera unidad. Lo invitamos a desarrollar las siguientes actividades a fin de consolidar su aprendizaje.
  • 58. 58 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación Luego de revisar los contenidos de la primera unidad, realice las siguientes actividades: 01. Elabore: a. Un cuadro comparativo con las diferencias entre las morales trascendentes, objetivas y las morales inmanentes, relativas. b. Un mapa conceptual con los diversos planteamientos morales a lo largo de la historia.
  • 59. 59 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación La Ética del Profesor Universitario.
  • 60. 60 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación UNIDAD 2 LA ETICA DEL PROFESOR UNIVERSITARIO 1. Objetivos: Al finalizar la segunda unidad el participante estará en condiciones de: Descubrir el significado de la Ética del Profesor Universitario en el contexto actual. Analizar la Ética Docente desde la perspectiva deontológica. Comprender la naturaleza de la institución universitaria.
  • 61. 61 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación 2. Contenidos: 2.1 Ética en las profesiones 2.2 El Profesor Universitario 2.3 La Institución Universitaria En esta segunda unidad surgen algunas interrogantes que guiaran el instructivo, como por ejemplo: ¿Cuál es el significado de la Ética Profesional? ¿Cómo debe comportarse el profesor universitario? ¿Es necesario una vocación especial para cumplir cabalmente los principios de la moral? entre otras. Para poder responder a estas inquietudes, le invitamos a leer detenidamente la información básica que se ha procesado a la luz de los aportes de especialistas y de nuestra propia experiencia. :
  • 62. 62 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación 2.1 ETICA EN LAS PROFESIONES (Fuente: Ortiz,J. 20 Claves de una nueva era. Ed. Rialp, Madrid. 1,992) Se cuenta de un literato que, interrogado acerca de cierto pensador «que estaba muy de moda», respondió lo siguiente: ya lo leeré cuando deje de estar de moda. Del tema que nos ocupa puede decirse que «está de moda», al menos en una de sus manifestaciones; está de moda hablar de ética empresarial; desde hace unos pocos años, en las escuelas de negocios se habla de ética; alguien dirá que se habla más que se practica, o que se habla para que se diga que se habla; pero el caso es que de esa creciente preocupación ética en el mundo empresarial pueden extraerse abundantes consecuencias. Quiero aclarar que no voy a centrarme en el problema de si es ésa una moda bienintencionada: como algunos han descubierto que alardear de preocupaciones éticas y sociales les proporciona a la larga mayores beneficios en sus actividades empresariales, no tienen reparos en disfrazar con preocupaciones «culturales» o «humanas» lo que en el fondo sigue siendo su único norte, enriquecerse económicamente. Centrar la discusión en esta posibilidad reduce el estudio de la ética profesional aun caso en el que se aplica un determinado modelo -el consecuencialista-; para evitar el riesgo de quedarnos enganchados en la discusión de ese caso, me parece que es preferible dirigir la atención hacia lo que constituye el núcleo ético de todas las profesiones. En este sentido, hablar de la «ética en las profesiones» abarca consideraciones más universales que la «ética en los negocios» o la «ética en la empresa» y es algo que desde el comienzo ha estado presente en quienes han impulsado estos estudios. La ética empresarial comenzó a ponerse de moda a finales de los años setenta, gracias en gran parte al interés de algunas corporaciones ya la docencia de unos cuantos profesores universitarios. En los primeros trabajos, los modelos éticos más representativos que se ofrecen a la hora de otorgar el análisis de la realidad económica son el utilitarismo y el relativismo; es el caso de Richard de George (Kansas) o Thomas Donaldson (Loyola University of Chicago); se parte de la idea de que generalmente todos buscamos nuestro propio interés al actuar, y la actividad económica no es ni mucho menos una excepción; y si buscamos la propia utilidad, la noción de qué es bueno se relativiza: la bondad pasa a estar ligada estrechamente a las circunstancias del momento, del lugar, de la persona que puede beneficiarse o perjudicarse. Pero bajo estas perspectivas no resulta posible definir qué es bueno o malo de forma absoluta, universal, para todos los hombres sean cuales sean sus circunstancias; Donaldson sugería que la ética kantiana del deber aporta una
  • 63. 63 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación solución a este problema: hay cosas que debemos hacer todos los hombres, porque sí, por sentido del deber. Así planteados, los problemas de ética empresarial tienen tan poca solución como todos los problemas éticos de herencia kantiana. Cuando se genera un abismo entre lo particular y lo universal, entre el bien individual y el general, entre los intereses privados y públicos, la única solución posible es el tira y afloja, el pacto, el equilibrio entre unas partes que siempre están abocadas al conflicto de intereses. Estos indicios tienen indudablemente un valor positivo; baste pensar en que los primeros economistas, fundadores de esta ciencia, provenían del campo de la filosofía moral, y que los períodos álgidos de la economía han estado acompañados por el examen de su fundamento moral. Hoy, como en el siglo XVII, el individualismo va acompañado por la reducción de la racionalidad al cálculo. Pero darse cuenta de ello ya es un avance. La reducción de la naturaleza humana al deseo por el que cada hombre busca su propio interés hizo que las explicaciones ilustradas que compartieron los primeros economistas diseñaran mecánicamente la constitución de la sociedad. La mecánica social contractualista de Hobbes, Locke o Rousseau es asumida en lo esencial por Adan Smith quien añadió una especie de tercer contrato a los ya existentes de la sociedad y del gobierno: el mercado. Si todos los hombres buscan su propio interés, organizarán la vida económica de modo que ése sea el norte de sus negocios; el problema es entonces cómo explicar la solidaridad: cómo es posible que buscando el propio bien, sin preocuparse por el bien de todos, los hombres estén contribuyendo al establecimiento de la sociedad. La solución ideada por Adam Smith, y llamada «mano invisible», es el mecanismo social, una ley de la naturaleza por la cual se alcanza el equilibrio -el bienestar social-: una especie de sistema de fuerzas que mueve a los individuos hacia un bienestar no buscado directamente. En nuestros días asistimos a un debate muy similar porque somos conscientes de no haber resuelto lo principal del problema que parece imposible poder buscar ala vez el bien propio y el de los demás; que si actuamos movidos por el interés individual, entonces nadie se interesa de verdad por el bien social. No es que de hecho nadie se interese por el bien común: el problema es que si todos somos radicalmente egoístas nadie puede buscar el bien de los demás, todos estamos incapacitados para decidir cuándo algo contribuye al bienestar social. En palabras de Adam Smith, la beneficencia se convierte en asunto privado que nada tiene que ver con las obligaciones de justicia; dicho de otro modo, en la
  • 64. 64 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación vida pública -y la economía es parte de la vida pública gracias al carácter universal del dinero- no se exige actuar en conciencia. Cuando no se reforma ese principio individualista, el mecanismo social reduce el bien común al equilibrio de las consecuencias de las acciones particulares. Pero ese cálculo de las consecuencias es muy complicado. Jeremy Bentham se encontró con ese problema: es muy difícil calcular qué proporcionará la máxima felicidad al máximo número de hombres; pero, sobre todo, es muy difícil asegurar que alguien pueda emitir ese juicio con objetividad. John Stuart MilI se dio cuenta de la contradicción subyacente en el utilitarismo: ¿Cómo puede un individuo emitir un juicio en el que se ponga a sí mismo en igualdad de condiciones junto a los demás, si desconoce cómo son los otros individuos? Si se desecha la hipótesis de A. Smith de la cooperación espontánea, para que la cooperación al bien común sea más o menos consciente es preciso diseñar la sociedad como un individuo ficticio. Ése es el germen de lo que se ha denominado el «Estado- providencia»: ese Estado que encarna el altruismo corrector de las desviaciones utilitaristas individuales. Ese modo de ver el Estado como principal responsable del bienestar social, capaz de arreglar todos los desajustes es compartido por libera- les y socialistas: para unos porque es más cómodo, para otros por vocación totalitaria. El auge de los estudios éticos en las profesiones, unido al desprestigio del Estado totalitario, quizás sirva para plantear de forma más correcta los problemas sociales; como se preguntaba William May (University of South California), ante las responsabilidades corporativas y sociales hay que preguntar: ¿quién decide? , ¿quién resuelve? , ¿quién es el último responsable moral? Los problemas sociales, la construcción del bien común, del bienestar, no estriban en un problema de cálculo sino de saber quién es el último responsable y como ya indicó en su día la In Society for Values in Higher Education de la Universidad de Yale esa responsabilidad corresponde a personas concretas cuyo obrar capaz de armonizar tantas normas y circunstancias condicionantes debe ser un obrar prudente. Lo mejor de esta moda ética es que quienes han comenzado a hablar de prudencia, justicia y responsabilidad han sido los propios hombres de empresa. Más que una reflexión importada desde fuera, ha sido la necesidad de dar sentido a la propia actividad lo que ha provocado esta explosión de publicaciones, cursos, congresos, etc. A comienzos de los años ochenta Peter Drucker se preguntaba: teniendo en cuenta que, al fin y al cabo, la
  • 65. 65 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación ética no es un descubrimiento reciente, la ética empresarial, ¿es simplemente otra moda pasajera, o el último asalto en el consabido y sangriento deporte norteamericano de los mitos comerciales? La ética empresarial no se ha puesto de moda por una hostilidad contra la empresa o contra la actividad económica en general, ni tampoco tiene su origen en la tradicional demanda de cotilleo social para la que las historias de abusos en las alturas podrían ser un filón inexplorado-. La ética en las profesiones la han puesto de moda aquellos empresarios responsables interesados en saber si su comportamiento es recto o reprobable, deseosos de dominar su propia actividad en la que los relaciones internas y con su entorno se hacen cada vez más complejas, necesitados de la seguridad que proporciona el conocimiento de unos criterios básicos a los que acudir a la hora de tomar decisiones de un alcance cada día más imprevisible. Pocos años han bastado para demostrar que no es una moda sino una necesidad. El choque de las preocupaciones éticas con una cultura individualista hace que las primeras preguntas que se planteen puedan referirse a si existen algunos valores más allá de cada sujeto; si la ética en las empresas no sería más que una consecuencia de la moralidad privada de sus componentes. Como se preguntaba David Dill (University of North Carolina), se trataría de saber si es posible dirigir los valores, y si éstos tendrán consecuencias eficaces. Hasta cierto punto es explicable la preocupación acerca de si es posible acceder al mundo empresarial cargados de valores éticos personales, pero ésa no es la cuestión clave; si no se reconocen valores éticos en la propia actividad empresarial, o si no se reconoce que los valores personales tienen unas exigencias determinadas en la vida pública más allá de una supuesta moralidad privada, entonces seguiría siendo imposible atravesar la barrera escéptica que el individualismo impone. El dilema «o excelencia o eficacia» está mal planteado; igual que está mal planteada la búsqueda de un equilibrio entre el comportamiento ético y el eficaz. Aparte de que la excelencia ética se acaba traduciendo en eficacia mercantil, lo más importante es notar que la excelencia es el principal componente de la eficacia. El hombre, en todas sus actividades, lo más importante que alcanza al final es su propio perfeccionamiento, que le capacita para ulteriores acciones más perfectas. Ésa es la parte más importante de los resultados.
  • 66. 66 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación Kenet Goodpaster, al principio desde la Universidad de Notre Dame, y después desde la de Harvard, expuso gráficamente cómo todas las facetas del mundo empresarial tienen un componente ético; en la medida en que las profesiones son una actividad genuinamente humana, en todos los aspectos del mundo laboral se encuentran reflejos éticos; la ética viene a ser como un rayo de luz que a su paso por el mundo de los negocios se refracta en múltiples facetas -organización, marketing, control, recursos humanos, dirección, finanzas, producción, asuntos internacionales-; y en todas esas facetas se presentan cuestiones genuinamente éticas. En definitiva, que todos los temas de las profesiones están tocados de cuestiones éticas porque eso es lo propio de todos los asuntos humanos. Ninguna profesión está exenta de exigencias éticas; leyes que deben ser obedecidas, salarios justos, repartos de beneficios, impuestos, respeto a la fama e intimidad, promoción y formación del personal, calidad de los productos, publicidad y veracidad, etc., están presentes de una y otra forma en todas las actividades empresariales, si bien en intensidad diferente según el tipo de profesión de que se trate. Si en cualquier actividad empresarial distinguimos tres grandes ámbitos: organización- producción, marketing y finanzas, todas las profesiones inciden más en uno de los aspectos, lo cual acentúa determinadas cuestiones éticas; pero nunca pueden soslayarse las otras áreas. En algunos tipos de empresas o profesiones se acentúa la importancia de las estrategias organizativas, el primado de liderazgo, la adecuada formación y promoción de los trabajadores, los tramos de control de producción, el que la cadena productiva esté humanizada; es probablemente el caso de las profesiones más técnicas, en las que la actividad más realzada es la productora. Sin embargo, cuando lo más importante de una profesión está en saberse acerca a las necesidades del consumidor entonces priman los aspectos de marketing, entendido en ese amplio sentido; en las empresas informativas, educativas, o médicas, lo principal es la capacidad de adecuarse a lo que de verdad necesita el cliente que recibe ese servicio; algo similar ocurre también en las profesiones jurídicas, con excepción de aquellas ramas que más se han mercantilizado. Está claro que esto no significa que la veracidad del marketing no sea esencial en toda profesión; igual que en toda empresa informativa o educativa existen implicaciones éticas ineludibles en el área de organización y administración.
  • 67. 67 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación Por último, si bien la financiación es una de las piedras de toque de cualquier organización profesional, toma un protagonismo inusitado en las empresas mercantiles; además, como se ha identificado en muchas ocasiones la ética empresarial con la ética de los negocios, es quizás el área con una casuística más detallada: impuestos, comisiones, aranceles, informaciones privilegiadas, salarios, participación en los beneficios, etc. Cuestiones que, de alguna manera, pueden resumirse en la más amplia de si la situación financiera de una organización ofrece o no una imagen fiel de lo que en realidad es y hace. Partiendo del convencimiento de que quien desea actuar al margen de la moral jamás se hubiera propuesto poner de moda el tema de la ética empresarial, nos encontramos con que la solución a los problemas nunca es fácil no hay reglas de comportamiento para cada caso concreto, precisamente porque ese caso es en cierta medida único, nuevo. Pero del hecho de que las normas de comportamiento no desciendan a los casos particulares no se sigue que tales normas no existan: lo que se demuestra es que no son una pura casuística. La raíz de las decisiones complejas apunta hacia la responsabilidad de quien se encuentra en un punto de cruce entre la prudencia y la justicia: responsabilidad, hacerse cargo; prudencia, porque quien decide es una persona, y al decidir aplica criterios generales aun caso particular; y justicia, porque esas decisiones, a la larga o a la corta, tienen que ver con personas, sean pocas o muchas. Lo más importante de las cosas que suceden en la cadena productiva no son las cuantificables: el incremento de conocimiento, la iniciativa, la responsabilidad, el afán de superación, la fiabilidad, la lealtad, el esfuerzo, la magnanimidad; son valores no cuantificables que hoy por hoy suponen los resortes más idóneos para las diversas culturas de las empresas; y sobre todo, son lo más importante porque son lo más humano; demuestran que el hombre es un ser cuya raíz está más allá de los valores cuantificables materiales. La ética profesional no es una casuística porque tiene que ver con el verdadero ser de todas las actividades humanas; si pensamos en las cuestiones que giran alrededor de la organización y administración, llegaremos a la conclusión de que un comportamiento es ético cuando se toma en serio a las personas en su dignidad, en sus aspiraciones
  • 68. 68 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación A ese núcleo trascendente no calculable hace referencia también el criterio ético fundamental del marketing: la mayor adecuación posible a las verdaderas necesidades. Cuando un vendedor es capaz de aconsejar la compra de un producto más barato porque se adecua mejor a las necesidades del cliente no está ganando más dinero, sino que se está ganando al cliente como persona. Muchas empresas suelen hacer una bandera de alguna de esas cualidades para describir lo que denominan «su cultura»; esa comunidad de hombres que constituye la empresa no sólo se contenta con percibir la remuneración pactada en el contrato de trabajo; necesita una cohesión que sólo se consigue si existen líderes en todos sus niveles: personas capaces de transmitir los fines de la empresa, y de concentrar a los hombres a su alrededor. Es cierto que este tipo de valores cualitativos de los que venimos hablando se fomenta más en las profesiones y puestos de trabajo menos manuales; al menos, sobre ellos se escribe más, desde luego; se demuestra que la realización personal puede gozar de una creatividad mayor en la medida en que la tarea profesional es más intelectual; pero, ¿es ése el parámetro principal de la dignidad humana? No. Un trabajo con mayor iniciativa o con más creatividad no es necesariamente el más digno que otro; porque si así fuera todos los trabajos gerenciales, de organización" etc., serían más dignos que los manuales. Tiene que haber otra cualidad que defina mejor la dignidad de las profesiones; y esa cualidad tiene que ver con la capacidad de cualquier trabajo para contribuir al bien común y para fomentar la solidaridad social. Puesto que la dignidad ética es una propiedad de personas, lo que hace más digna a cualquier actividad profesionales la capacidad de quien la desempeña para colaborar al bien más importante -el bien común-, independientemente del carácter más o menos elevado que tenga de suyo esa categoría profesional. Porque si la decisión de fomentar los valores cualitativos en una profesión estuviera motivada exclusivamente por el deseo de lucro, esa decisión estaría instrumentalizada, condicionada; no sería absoluta; y su tergiversación sería tanto más grave por haber desvirtuado el orden de los fines personales. De forma similar, una actividad que tenga que ver directamente con los fines de una comunidad de hombres se desvirtúa si es desempeñada buscando el provecho personal. Los valores cualitativos presentes en cualquier actividad profesional no son medibles numéricamente, algo que también ocurre con la idea de felicidad a la que se refiere Vifredo Pareto; para conocer la felicidad de una sociedad, dice Pareto, habría que cifrar la de cada
  • 69. 69 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación uno de sus individuos; pero esto no es posible, lo cual le lleva a introducir su «óptimo social»: una situación social será óptima siempre que no sea posible mejorar a un individuo sin empeorar a otro. Este modelo social continúa siendo geométrico, y presupone que se trata de un juego de suma cero: lo que gana un individuo, lo pierde otro. Los valores nucleares de la dignidad humana, por el contrario, no son de suma cero: baste pensar en que cuanta más confianza se da, más confianza se tiene. Hemos vuelto al problema inicial: si es posible que el hombre se beneficie beneficiando a los demás; la respuesta ya se ha ido apuntando en dos grandes manifestaciones: que lo más importante en la actividad profesional trasciende los parámetros cuantificables, y que la dignidad tiene que cifrarse en la capacidad para contribuir al bien común. Pero la raíz de esas dos manifestaciones es la misma: la capacidad de trascender. Ahí radica lo más digno, lo incondicionado, lo absoluto, de cualquier persona; y ello tiene una inmediata traducción en su actividad profesional: una manifestación hacia adentro, y otra hacia afuera: por un lado, las satisfacciones más hondas trascienden lo cuantificable; por otro, puesto que toda persona es un ser que hace referencia a los demás, ese trascenderse se muestra en que la propia actividad profesional es tanto más digna en cuanto que sirve a los demás, en cuanto que colabora al bien común. El bien propio más profundo lo logra buscando el bien común, el bien de los demás en lo que tienen de seres dignos y no en cuanto seres instrumentalizados que en el futuro podrían devolver ese bien. La ética en las profesiones tiene que ver, por lo tanto, con el núcleo del ser personal; sus manifestaciones no son calculables matemáticamente, aunque sí que existe un más y un menos; cualquier persona es capaz de percibir un aumento o una pérdida de confianza en su trabajo, aunque no sea capaz de cuantificarlo con exactitud. ¿Qué operatividad tiene todo esto? Se me ocurren algunas cuestiones en las que puede reflejarse la operatividad de un cambio de mentalidad consecuente con la dignidad de cualquier hombre. El hecho de que las guerras sean uno de los principales motores de la investigación tecnológica, ¿supone un planteamiento acorde con la dignidad de cualquier vida humana?; ¿por qué está al servicio de la guerra lo mejor de las tecnologías nucleares, de telecomunicaciones, etc.? En la cuenta de resultados, ¿cuál es el lugar más apropiado para los salarios, el de «costes» o el de «participación en los beneficios»? Por otra parte, si a la hora de decidir la idoneidad para un puesto de trabajo entre un varón y una mujer no existen condicionamientos derivados de la fuerza física y sí se tiene en cuenta que las «obligaciones familiares» de la mujer condicionarán en el futuro sus jornadas laborales ¿es ese trabajo digno de una persona humana? Es evidente que una empresa no es sólo un lugar de cooperación entre personas, puesto que específicamente lo que la diferencia
  • 70. 70 Maestría en Educación Curso: Ética y Educación de otras formas de convivencia es la creación de riqueza de la manera más eficiente; pero a esa creación de riqueza la ética no es un ser extraño que le marca unos límites: son unas reglas de juego básicas que se deducen de la naturaleza de los «recursos» con los que se está jugando. La dignidad humana no es un modelo más o menos operativo; es el ser mismo de los directivos, trabajadores, consumidores o espectadores; cualquier acción profesional, empresarial, de negocios, es ante todo una acción humana para la cual seguir las normas éticas no es un lujo o una moda sino una necesidad. Está claro que una empresa no es una asociación de beneficencia, y que no puede dejar de ganar dinero porque ésa es su principal condición de existencia; pero el fin de una empresa no es sólo sobrevivir, de forma similar a como el fin de un hombre no es comer. Ganar dinero es la condición de supervivencia, y es también la condición de posibilidad de seguir ganando más dinero. Pero si ése fuera el único fin de una actividad profesional sería indigna de seres humanos. El dinero, qué duda cabe, posee un valor universal y futuro; implica posibilidades, poder. Pero la pregunta que reclama es: ¿«para qué»? Detestamos cualquier forma de esclavitud entre los hombres, y si la esclavitud nos repugna no es por motivos de mejor o peor gusto, sino por un juicio absoluto es una situación indigna del ser humano. Ahora bien, cuando el dinero sirve ante todo para ganar más dinero, para tener más poder, no podemos olvidar que entonces se erige en una forma de apropiarse del trabajo futuro de otras personas: no ya de su ser, que eso sería la esclavitud; pero sí de su actividad. ¿Y es eso digno de seres humanos? Sería la situación de quien siendo dueño de una empresa considerara que todo lo que sus trabajadores producen le pertenece; ¿en qué se diferenciaría esa «pertenencia» de una solapada forma de esclavitud cuando además esa empresa puede erigirse en «persona» jurídica?, ¿qué sería sino una forma de esclavitud el que unas personas trabajasen exclusivamente para una «persona»?; en cualquier caso, algo indigno. En conclusión, podemos afirmar que: Lo mejor de lo que alguien produce en la actividad profesional se queda en quien desempeña ese trabajo afecta a lo íntimo de su ser, de su dignidad, y eso no le pertenece a ninguno de los directivos ni accionistas de la organización empresarial. Ni siquiera es algo que uno mismo puede comprar o vender, porque la propia dignidad no se compra ni se vende. Y en cualquier profesión es posible tener como norte ese principio tratar a los demás como personas.