1. RETAZOS DE MEMORIA
Un equipo de redactores entrevistó a sus mayores para que sus recuerdos no se disuelvan como
lágrimas en la lluvia
Mi bisabuela y mi abuela. Las dos se llaman Aurelia y yo Ángela
NOMBRE: Mi abuela se llama Aurelia al igual que
mi bisabuela.
EDAD: Mi bisabuela tiene casi 96 (1918) y mi
abuela tiene 63 años (1951).
LUGAR DONDE VIVIÓ ESTE PERÍODO HISTÓRICO:
Mi bisabuela nació En Brazar de Álamos, en una
calle al lado de la vía del tren en La Basca, Beniel
(Murcia). Nació en una cabaña porque sus
padres no tenían casa. Mi abuela en cambio
nació en una pequeña casa que hicieron sus
padres, fue la primera que llegó a nacer en una
casa porque los demás nacieron en unos cuartos
donde se hallaban los cerdos.
SU HISTORIA:
En la Guerra Civil, mi bisabuela se crió con su abuela,
porque eran cuatro hermanos y sus padres no podían
tenerla. Era la mayor de todos. Su padre era un
“francachelas” (alcohólico) y se llevaba a los amigos allí a
la cabaña donde ellos vivían. A la edad de los 7 u 8 años,
ella le dijo a su madre que no podía vivir allí, porque su
padre llevaba muchos borrachos, tenía que hacerles de
comer y se comían lo poco que había.
A la edad de los 20 años, se casó con mi bisabuelo el cual
se lo llevaron a la guerra de Madrid a los 21 años. Allí se
tiró año y medio viendo muchas mujeres, hombres y
niños muertos, había muchos tiroteos de metralletas,
etc. Mi bisabuelo le escribía a mi bisabuela una vez al
mes una carta diciéndole que aquello “era horrible, que
no podía seguir viendo todo aquello que sus ojos podían
ver”. Cuando llevaba 1 año, una bala le alcanzó la rodilla
y se la atravesó y también otra en el codo. Viendo que no
podía seguir allí, lo mandaron de vuelta a Murcia. Se
puso como loco, y hasta quiso ponerse delante de un
tren de cercanías, porque decía que no podía soportar
todo lo que había visto. Mi bisabuela lo cuidaba y lo
convenció para que se olvidara de todo.
Al año de que volviera de la Guerra tuvieron su primer
hijo en 1940. Realmente lo pasaron muy mal, porque
empezaba la Posguerra. Cada tres años, mi bisabuela se
volvía a quedar embarazada, hasta llegar a 8 hijos, 2
niños y 6 niñas, de los cuales, ninguno nació en
hospitales, solo con la ayuda de una vecina que hacía de
comadrona. Los dos primeros nacieron en un cuarto
donde estaban de caseros, sin luz, ni agua, ni comida, y
los niños dormían en el suelo, en un montón de paja.
Comían de lo que cogían de la huerta porque no tenían
dinero. Mi bisabuelo cavaba los huertos con una azada,
para poder ganar algunas pesetas para darle de comer a
sus hijos. En aquellos tiempos se ganaba muy poco
dinero, y los niños pasaban mucha hambre. Las otras dos
niñas, nacieron en un cuarto donde estaban los cerdos
en la casa de los padres de mis bisabuelos, porque tenían
muchos hijos y no podían darle alojamiento a todos.
(Continúa en la siguiente página)
2. Estando mi bisabuela embarazada de mi abuela, la 5ª de
todos los hermanos, mi bisabuelo ganó un poco de
dinero, y así pudieron construir una casita pequeña para
cuando llegara mi abuela, aunque solo tenía 2
habitaciones, una para los padres y otra para todos los
niños, sin cuartos de baño, solamente tenían una cocina
de ladrillos para calentarse en invierno. Aquella casa no
tenía ni puertas, ni ventanas, ni luz, ni agua, ni comida
porque no tenían frigorífico. Por la noche al no tener
nada de pan, salían al huerto a comerse un par de
naranjas. Mi bisabuela hacía una especie de cortina con
sacos para tapar puertas y ventanas. No tenían ni un solo
mueble. Las camas eran somieres con cajas de madera
de apoyo, porque no tenían patas. Los colchones eran de
paja, al no tener mantas ni ropas para la cama, mi
bisabuela tapaba a sus hijos con sacos y la poca ropa que
tenía se la echaba por encima a ellos. Mi abuela dormía
con 4 de sus hermanas en la misma cama, dos para un
lado y otras dos para otro porque la más pequeña
dormía con su padres.
En la misma habitación tenían un tabique de por medio,
donde dormían los hermanos mayores. Al no tener
baños, tenían que hacer sus necesidades en los huertos,
para bañarse calentaban agua y se lavaban en un
barreño. En el verano se bañaban en la acequia y en el
río, con todo el peligro que eso conllevaba. Mi abuela
empezó a los 6 años en el colegio, y a los 9 años se tuvo
que salir para ir a trabajar en el cuidado de un bebe de 1
año, y así poder comer todos los días y dormir en una
cama.
En aquellos tiempos, al no haber médicos, porque se
pagaban, se pasaban muchas enfermedades sin saber lo
que tenían. Una vez, mi abuela y su hermana, al beber
agua del pozo y de la tinaja, cogieron la enfermedad del
“Tifus”, la enfermedad de las aguas contaminadas,
estuvieron a punto de morir de las calenturas tifoideas
que daban. Al no tener comida mi bisabuela les hacía un
caldo de pollo de los que ella cuidaba y se los daba a
cucharadas para poder alimentarlas. Lo pasaron
realmente mal.
Al igual que mi abuela, los otros cuatro hermanos
mayores también se tuvieron que ganar la comida
trabajando sirviendo en otras casas. Mi bisabuela a las 7
de la mañana cogía a la hija mayor que apenas tenía 5
años y se la llevaba a buscar pan a la panadería pero no
pan del día sino pan duro del día anterior. Al día
siguiente no tenían ni pan, ni leche cuando se iban a la
escuela y cuando volvían mi bisabuela había hecho la
comida porque venían con mucha hambre ya que desde
la noche anterior no habían comido y si no tenían qué
echarse a la boca se ponían a llorar.
Cuando vino el racionamiento, a mi bisabuela sólo le
daban ¼ de aceite y 1kg de judías para los 1o de la
familia, además de un panecillo por cabeza, que se lo
comían antes de llegar a casa. Mi abuela solo tenía un
vestido para todos los domingos y durante el día iba con
baberos que su madre le hacía para ir a la escuela. No
tenían nada de ropa, ni calcetines, ni zapatos, solo tenían
los vestidos que les hacía mi bisabuela, y pasaban días y
noches con ellos puestos. Como no podían ducharse se
tiraban días y semanas sin lavarse.
Mi bisabuela tenía gallinas y conejos para venderlos y
sacar algo de dinero para poder comprarles tela para
hacerles vestidos y alguna otra prenda.
Cuando mi abuela iba a la escuela, que solo llegó a ir 3
años, como no bebían leche, daban leche en polvo para
todos los niños, pero como tenían tanta hambre que no
llevaban bocadillo, de camino a casa cogían una hoja de
limonero como si fuera una cucharilla y se la comían. Y
los hermanos más pequeños que no iban a la escuela se
quedaban sin poder beber leche. Poco después, como
era mucha leche la que repartían para todos los niños, la
hacían en la escuela con un bidón de agua y luego les
iban echando la leche en polvo, entonces los niños se
llevaban el vaso con un poco de canela. También había
unos botes de 5kg que llevaban unas ruedas de queso de
unos 10 cm, que partían con un hilo como quesitos, que
los traían de los países de fuera. A veces la misma
profesora, se llevaba la bolsa llena para su familia
aunque no hubiese para los niños, porque mi abuela la
veía que se lo llevaba.
Creo que esta historia me marcará el resto de mi vida,
porque mi abuela me la ha ido contando desde bien
pequeña. Hoy en día la mayoría de la gente no se da
cuenta de lo que tiene. Yo miro el pasado de mi abuela, y
la miró como una auténtica heroína de la cual estoy
súper orgullosa, porque sacó a su familia adelante y a
ella misma.
3. NOMBRE Y APELLIDOS: José Manuel González
LUGAR DONDE VIVIÓ ESTE PERÍODO HISTÓRICO:
Murcia
EDAD: 65 años
PROFESIÓN: maestro
SU HISTORIA:
Desde el aeródromo de El Palmar salió el
gobierno de la República al exilio y mi madre
pudo irse pero se quedó haciendo pasaportes.
Mi padre por haber sido alcalde de Villanueva en
la República estuvo nueve años en la cárcel
provincial. Mi madre, que fue denunciada por la
mujer de uno de los hermanos de mi padre,
estuvo presa quince años y yo cinco.
La juzgaron en el Cuartel de Artillería de Murcia.
Las penas se dividían en pena mayor, que debía
cumplirse íntegra, en teoría, y era de treinta
años y un día, y la pena menor que era menos de
treinta años y más fácil de cumplir.
Ella fue juzgada al principio por auxilio a la
rebelión con tres penas de muerte. Su condena
no vino de Murcia, sino de la Junta Central de
Falange de Madrid (fascistas) porque había
trabajado en el Estado Mayor de la República.
Llegó a presentar después una instancia a Franco
solicitando su libertad condicional.
Mis padres se casaron en la cárcel de Cieza, fue
una boda de guerra. Yo ingresé en prisión a los
seis días de haber nacido. A mi madre la llevaron
al hospital por la noche para que naciera yo y
salimos a los seis días para volver a la cárcel.
La parte izquierda de la cárcel era la zona de
mujeres. Recuerdo a dos celadoras, una se
llamaba Josefa y la otra Gloria, tenían muy mala
leche.
A mí me enseñó mi madre a leer y a escribir allí.
Normalmente sólo permitían estar en la prisión
a los niños hasta los tres años, pero como ella
ayudaba en la administración, le posibilitaron
que nos quedáramos juntos más tiempo.
José Manuel bañándose en una
jofaina en la cárcel provincial de Murcia
José Manuel con una celadora
en el patio de la cárcel
4. En la cárcel pasaban cosas raras. Al lado de la
celda donde estábamos había otra que se usaba
de almacén. En otro tiempo se utilizaba para
llevar a aquellos que se les notificaba la pena de
muerte, era lo que se dice “estar en capilla”,
porque entraba el sacerdote.
Toda la correspondencia que le llegaba y salía
era censurada. Mi madre se enteró en la cárcel
de que su padre había muerto por un sueño que
tuvo, pues no le dijeron nada. Se dio cuenta
también en una visita de su hermana que iba
vestida con algo negro debajo de algo de color.
Por las noches iba el pelotón, daban los
testimonios de condena y la llamaban a ella para
que escribiera las cartas de despedida a las
familias de las condenadas. Mi madre recuerda
que se produjeron tres ejecuciones en la misma
cárcel: una empleando el garrote y otras dos
fusilando. En uno de los fusilamientos se le
obligó a la mujer del ajusticiado, que también
estaba presa, a que viera la ejecución. Las
ejecuciones era muy arbitrarias, por ejemplo, a
una presa se la llamó para fusilarla porque no
decía dónde estaba su hijo escondido y en otra
ocasión otra dijo que si la ejecutaban que fuera
también con su hijo pequeño porque no quería
dejarlo allí. Entonces no sólo no se le ejecutó
sino que al día siguiente salió en libertad.
Mi madre llevaba en una libreta un registro
secreto de todas las presas que ajusticiaban.
Hubo un mes que ejecutaron a más de
novecientas.
En la cárcel quisieron acusarla de participar en
un complot. El director investigó pero no
encontraron pruebas. La definición que me
dieron de mi madre era: como persona
bellísima, como política un mal bicho. Mi madre
tenía las ideas muy claras y una buena oratoria.
A veces, para firmar las sentencias de muerte,
como muchas presas eran analfabetas, se las
engañaba diciendo que firmaban cualquier otra
cosa.
Mi madre recuerda haber visto una gran fosa
común dentro del cementerio de Murcia a todo
lo largo del mismo y pensaba que allí
depositaron a los muertos desde el 39 hasta el
46. A veces, llamaban a las familias para
notificar las ejecuciones, otras se enteraban
cuando iban a visitarlos a la misma cárcel.
En mayo recuerdo ver desde la cárcel el cielo
lleno de cometas, serían de críos que iban a la
Redonda a volarlas. También recuerdo las losas
del piso de la cárcel, ¿por qué? No lo sé.
La primera vez que salió mi madre en libertad
condicional le dieron un billete especial para
viajar en tren a Villanueva y al llegar a casa de su
suegra las tuvieron allí encerradas con llave
durante quince o veinte días.
En una ocasión, fuera ya de la cárcel, mi madre
presenció una ejecución en la tapia del
cementerio y ella, cuando se hubo marchado
todo el mundo, depositó tres flores con los
colores de la bandera republicana. Se la jugó.
José Manuel junto a su madre en la cárcel
“En mayo recuerdo ver
desde la cárcel el cielo
lleno de cometas”
5. Yo no podía decir al salir de la cárcel si me lo
había pasado bien o mal, porque no tenía otras
referencias, no había conocido otra cosa. Mi
madre se debía presentar una vez al mes en el
ayuntamiento de Villanueva, en otras ocasiones
tuvo que ir a declarar a la comisaría de Murcia,
que estaba en la primera planta del edificio de la
cafetería Willians en Santo Domingo.
Cualquier salida debía comunicarla. No podía
hacer viajes largos. Incluso en una ocasión le
prohibieron vestirse de carnaval por el hecho de
ser una antigua reclusa.
En 1973 el Presidente de la República en el exilio
le mandó un diploma fechado en París en el que
le reconocía su labor.
Hubo una época al morir Franco que se tenía a
gala decir que habías estado en la cárcel, yo no
lo dije. No quería alardear y tampoco renegar de
mi pasado, porque significaría renegar de una
parte de mí. Soy lo que soy por todo esto, para
bien o para mal.
A pesar de todo, mi madre fue una persona que
no tuvo odio a nadie por lo ocurrido. Incluso
invitamos a mi boda a una de las celadoras de la
cárcel. He visto a otros tener mucho odio por
mucho menos.
FAMILIAR DE ANDREA GARCÍA
NOMBRE Y APELLIDOS: Josefa Medrano
LUGAR DONDE VIVIÓ ESTE PERÍODO HISTÓRICO:
Murcia
EDAD: Nacida en el año 1943
SU HISTORIA: Mi abuela Fina me contó que su
padre, en la Guerra Civil, tan sólo tenía unos
veinte años. Como era normal, estaba muy
asustado, y decidió esconderse en una tinaja
José Manuel junto a su madre en la cárcel
“Soy lo que soy por todo
esto, para bien o para
mal”
para que nadie lo encontrara y no pudieran
llevarlo al frente a luchar. Estaba en casa de una
conocida, la cual, le daba comida y agua. Allí era
donde tenía la tinaja y donde se escondía.
6. FAMILIAR DE SAMUEL SÁNCHEZ
NOMBRE Y APELLIDOS: Remedios Perona Cebrián
LUGAR DONDE VIVIÓ ESTE PERÍODO HISTÓRICO: Murcia
EDAD: Mi abuela tiene 83 años (1931)
SU HISTORIA: Mi abuela me contó que mi abuelo estuvo en Torreguil, fue uno de los lugares donde hubo
un campo de concentración en Murcia, en Sangonera La Verde. También me dijo que el ejército español
de los nacionales o fascistas le pidió ayuda a los moros en la batalla de Marruecos. Franco que estaba
destinado en aquella sangrienta y triste batalla les dijo “poneos esta ropa y veniros con nosotros a ganar
la batalla de Asturias”.
Cuando la tarde se rompa
en silencio y en naranjas.
Cuando se duerman las cosas
esperando la mañana,
estarán lejos, muy lejos,
perdidos en turbias aguas,
envueltos en el olvido,
los mercaderes de España…
José Hierro