1. COMPROMISO<br />En aquellos años alcanzar la Victoria no era tan solo cuestión de honor, habíamos sido educados para creer que la victoria no tiene substituto, y no es así?<br />No podíamos creer en “derrotas honrosas”, y no es así?<br />Un día de tantos se organizo un torneo de futbol, el representativo de la escuela se armo, con alguna sorpresa vi que muchos de los que consideraba los más aptos no estaban en esa lista, me incluyo…<br />En aquellos juegos los padres de familia acudían a ver a sus críos, cabe mencionar que a mí nunca me vieron jugar, no era algo que les importara mucho, y a mí tampoco que me vieran jugar… de la misma manera y con mi fanatismo característico iba a entregar todo, acaso hay otra manera?<br />De todas formas fui a ver el juego, en menos de diez minutos nuestro equipo iba cuatro goles abajo, nuestro portero se tomaba la cabeza y se revolcaba como parturienta pidiendo cesárea…<br /> Asi se fueron sumando hasta llegar a nueve… tan bonitos que se veian con sus uniformes!, era una lastima que tanto para este juego como para la vida se necesitara algo mas que ser bonito…<br />Con tristeza deje el campo, en mi errante caminar uno de los religiosos que dirigían la escuela se me acerco, creo que se sentía peor que yo. <br />-Don Jorge (era curioso, siempre se dirigieron a mi en ese tono): cree usted poder hacer algo mejor?, el honor dela escuela esta en entredicho.”<br />Sin reclamar la elección de los participantes suspire.<br />-“Si me dan a elegir a mi gente me comprometo a ganar”<br />Poco me importaba que fueran dos anos mayores, que a mis dieciséis dos anos pesaban mucho, el furor del momento y la confianza que tenia en mis compañeros me hicieron decir eso.<br />-“Adelante!, el compromiso será en dos semanas.’<br />Podría haber dicho que al día siguiente, yo sabía que contaba con gente que nunca había necesitado ser bonita para ganar.<br />Pensé en Luis, en Riva, y en varios mas, con la clase y los tamaños suficientes para pelear sin retorcerse como nuestro portero, gente con código de honor, no como estos, que como dijere Negrete : -“changuitos matreros con ribetes de Tarzan”<br />No necesite mucho para convencerlos, no tenian miedo a perder, sabian que no perderiamos…<br />-“tenemos que hacer algo que los vuelva locos, si jugamos haciendo lo que ellos esperan vamos a perder, línea por línea son superiores a nosotros, pero descontrolándolos y aprovechando el momento, son nuestros…”<br />Y Luis dijo:<br />-“dos en la defensa, cinco en la media y los demás al ataque, nadie regresa después de la media cancha, los de abajo cortan el juego y vuelven a mandar el balón arriba”<br />El juego dependía de los de abajo, dos y el portero, en ellos se centraba todo el juego, y la magia tenia que venir de los de arriba…<br />Algo descabellado, simple y hermoso, el estilo argentino de los anos trienta… espectáculo, audacia y decisión, acaso hay alguna otra forma que valga la pena?<br />Aunque los compañeros tenían dudas a momento había tres que nunca dudaron de ganar, Luis, Riva y yo…<br />Riva se me acerco y dijo –“ en una serie de juegos perderíamos, pero siendo un solo juego y volviéndolos locos les vamos a ganar…”<br />Y el día llego, los padres en las bancas viéndonos, los padres de los contrarios, mi equipo adolescia de lo mismo que yo, nunca nuestros padres nos vieron jugar, las novias de los oponentes, pero los que para vernos siempre estuvieron, los chiquillos, esos siempre estaban, pensando que éramos indestructibles, yo solo pensaba en el compromiso…<br />Los oponentes aparecieron orgullosos, mas altos, pavoneándose, esperaban arrollarnos. El narrador daba sus nombres y números.<br />Voltee a ver a nuestro director y movió la cabeza en señal de apoyo, la chiquillada nos tocaba y abrazaba… era un compromiso…<br />Sentí un estremecimiento, sentí miedo…<br />-“nunca te ha molestado que los tuyos no vengan a verte jugar? A mi si”<br />-“No, los míos están aquí, a mi lado, jugando conmigo, no necesito que me vea nadie más…”<br />-“Y la novia?”<br />-“se aburre y no le importa lo que estoy haciendo, para que traerla a aburrirse?”<br />-‘Que no te acuerdas de la que le lloraba porque jugaba?’<br />El juego comenzó, recuerdo al quemas golpeaba, de los ponentes, lo señalé y dije <br />-“es mío!”<br />Me miro con furia y me sonreí, no había marcha atrás… los roles estaban dados…<br />Como esperábamos se descontrolaron y los tomábamos fuera de orden, presentábamos peligro pero no concretábamos, cuando ellos atacaban, como podíamos nos defendíamos, disfrutaba del choque, mi físico me lo permitía, los veía caer y dolerse, y dábamos el contragolpe.<br />Los antiguos llamaban al enfrentamiento en un pase abierto, entre el portero y el delantero “el pase de la muerte’, un buen nombre a fe mía, vi venir a su héroe máximo y fui por él, el fue por mí, el balón no importaba tanto, y los tres, el balón, el y yo chocamos, me sentí lastimado , sentí como se me rasgaba el suéter, sentí como mis zapatos le entraban pleno en el tórax, un gran choque, por un instante no supe de mi, el estaba encima de mí, lo empuje y trate de ir por el balón, que giraba cerca de ambos, el trato de hacer lo mismo, ambos nos sujetamos tratando de impedir que el otro llegara<br />-“ya me chingaste’<br />-“ tu igual a mi”<br />Antes de que pudiéramos llegar Luis llego y volvió a mandar el balón hacia arriba, como pude me levante, el otro no pudo… al terminar la jugada el otro dejo el juego.<br />Me revise y vi que sangraba de las costillas, me acerque a mi portería, tome vaselina y me la unte para no sangrar y seguir en el juego.<br />Gritos e insultos me llovían, no más héroe de los contrarios…<br />Esto sembró el desconcierto en nuestros oponentes, y volvimos al ataque, pero fue inútil, resistieron una y otra vez.<br />El juego finalizo, un sabor amargo me invadió, la chiquillada me abrazaba, los compañeros sonreían, siempre sentí que al siguiente intento los íbamos a doblegar, pero ellos también eran gente de honor, más que dignos rivales.<br />Me lave y cambie de ropa, el sabor amargo no se me quitaba, era un fracaso… aunque hubiera alegría en nuestros partidarios.<br />Ya para salir me encontré con nuestro Director<br />-“Fracasamos, creí que éramos mejores…, me equivoque”<br />-no Don Jorge, no fracasaron, no ganaron, pero esto nunca fue un fracaso, pueden sentirse orgullosos”.<br />-“Gracias, pero ustedes me ensenaron que la victoria es lo que vale…’<br />-“Y le vamos a ensenar algo mas, cuando uno da todo y no se logra la meta, uno debe también perdonarse.”<br />En la tumba del que fuera uno de mis mejores amigos escribieron:<br />“He peleado un buen combate, solo me resta esperar la recompensa de mi señor”<br />