Un niño con mucha hambre ve un tarro lleno de almendras y su madre le dice que puede coger un puñado, pero él coge todas las almendras que puede y ya no puede sacar su puño cerrado del tarro. Su madre le dice que suelte algunas almendras para poder sacar la mano, enseñándole la moraleja de que a veces es mejor tener menos que quedarse con nada.