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MÁSTER EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS
La inmigración masiva y la prostitución
en Buenos Aires (1875-1940)
Tesina presentada por
Samanta FERNÁDEZ CORTÉS
Barcelona, 2012
Directora
Gabriela Dalla-Corte Caballero
48
ÍNDICE
1. Introducción…………………………………………………………………………. 3
2. Inmigración………………………………………………………………………….. 5
2.1. La llegada de la inmigración a la Argentina…………………………………5
2.2. Ubicación de inmigrantes…………………………………………………….12
2.3. Afluencia masiva de hombres………………………………………………15
3. Prostitución……………………………………………………………………………17
3.1. Historia de la trata y la prostitución en Buenos Aires……………………… 17
3.2. Definición y funcionamiento de la trata de personas……………………… 19
3.3. De las enfermedades a la regulación……………………………………….. 24
3.4. La constitución de mafias………………………………………………….. 32
3.5. Milieu……………………………………………………………………….. 35
3.6. Zwi Migdal………………………………………………………………….. 39
3.7. Manifestaciones del fenómeno de la prostitución en la cultura porteña…. 45
4. Conclusión…………………………………………………………………………… 50
5. Anexo………………………………………………………………………………… 52
6. Bibliografía…………………………………………………………………………… 54
47
LA INMIGRACIÓN MASIVA Y LA PROSTITUCIÓN EN
BUENOS AIRES (1875-1940)
1. Introducción
Las migraciones a la Argentina en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del
XX fue uno de los fenómenos que más marcó la construcción del emergente Estado-nación.
Mi tierra natal, Galicia, fue tierra de expulsión de personas por las condiciones económicas de
dichas décadas, y la gran mayoría de ellas eligieron como destino Buenos Aires. Es por ello
que tengo una fuerte vinculación emocional con esta ciudad, y con las consecuencias de este
fenómeno social.
En torno a la enorme cantidad de personas que poblaron las tierras argentinas en pocos
años, se desencadenaron muchos cambios estructurales de lo que venía siendo el país tras la
inmediata independencia. Los cambios fueron de tipo económico, arquitectónico, cultural,
social entre otros. Es decir, que la presencia de los inmigrantes transformó la sociedad
existente para dar paso a una nueva: una sociedad rica en diversos lenguajes, gastronomías,
religiones... De esta bella mezcla emerge y se constituye la idiosincrasia porteña actual.
En la primera parte de mi trabajo abordo, por tanto, la inmigración de estos tiempos,
así como las condiciones, salvando excepciones, en que llegaban a la gran ciudad de la
República Argentina, Buenos Aires, recorriendo los dos grandes tópicos por los que todo
migrante solía transitar: el barco y el conventillo.
Pero fue entre todas las consecuencias que esta gran inmigración provocó, la
prostitución que se desarrolló de manera masiva en los últimos años del XIX y los primeros
del XX, el fenómeno que me interesó como reflexión principal en la presente tesina. La mayor
parte de los inmigrantes eran varones, especialmente en las primeras oleadas de la
inmigración masiva, factor que indica la gran cantidad de mujeres que acabaron ejerciendo la
prostitución en los numerosos burdeles que se establecieron por el centro en un inicio y por
toda la ciudad en años posteriores.
Por ello, en segundo lugar me centro en el proceso que comportaba la prostitución: la
trata de personas que fueron llevadas a cabo por mafias (especialmente de origen francés y
48
polaco) así como los procedimientos que seguían la misma desde los países de origen hasta el
establecimiento de las mujeres en los burdeles porteños.
Como vamos a ver en las siguientes páginas, el ejercicio de la prostitución se tornó tan
habitual que incluso requirió una legislación propia para regularla. Esta legislación se
modificó a lo largo de casi sesenta años hasta que se decretó su abolición.
Las fuentes bibliográficas usadas para la presente tesina son diversas, pues trabajo de
manera profunda con una de las fuentes documentales más importantes para el tema que nos
concierne: “El camino de Buenos Aires: La trata de blancas” de Albert Londres, publicado en
1927. Este fue el primer libro que se publicó haciendo mención a la trata de personas, pues era
un tema del cual no había referencias en aquellos tiempos, ni en literatura ni en prensa.
Como fuentes secundarias hay diversos autores y autoras que tratan el tema desde
diversos enfoques y que ayudan a la composición de la realidad de aquella época y a la
reflexión sobre la misma. Aquí se pueden destacar celebridades como Donna J. Guy, con su
clásica obra “El sexo peligroso: la prostitución legal en Buenos Aires, 1895-1955”. Además
he tratado otros autores que han abordado el tema en profundidad como Diego Armus, Liliana
Mabel Martiello, Silvia Chejter o Raúl A. Schnabel.
La hipótesis de este trabajo es que la prostitución que se manifestó en Buenos Aires en
las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX se desarrolló debido a la influencia de la
inmigración masiva europea que se dio en esta época.
Por último, es muy importante para mi añadir los agradecimientos a las personas que
hicieron posible la documentación para esta tesina:
A Beatriz Ferrús por la recomendación de la magnífica novela “Frontera Sur” de
Horacio Vázquez-Rial, con la cual desperté mi interés por este tema además de descubrir un
gran autor, de cuya bibliografía me apoyé para la realización de este trabajo.
A Xosé Manuel Núñez Seixas y Pilar Cagiao, de la Universidad de Santiago de
Compostela, por sus aportaciones en materia de migraciones. Siempre disponibles para
ofrecer bibliografía.
A Ruy Farías y Nadia de Cristóforis, que me guiaron en la búsqueda de
documentación en la Ciudad de Buenos Aires, a donde tuve la suerte de poder viajar para
conocer el enclave sobre el que versa mi trabajo, y donde conocí el Museo de la Emigración
Gallega, que me sirvió de inspiración para determinar mi tema.
47
A Adrián Pignatelli que tuvo la amabilidad de proporcionarme valiosa información
sobre temas que tienen escasa documentación.
Y finalmente a Gabriela Dalla Corte que generosamente me proporcionó todos los
contactos anteriores, así como excelentes sugerencias para mi trabajo y sobre todo, su
esfuerzo.
2. Inmigración
“Los mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas,
y los argentinos... de los barcos.” Octavio Paz
En este apartado abordo la inmigración llegada a la República Argentina en el periodo
de organización del Estado Nacional y de la nacionalidad argentina. El fenómeno de la
prostitución a la que atiende este trabajo, que se presenta de manera más intensa a fines del
siglo XIX y principios del XX, es preciso contextualizarla en el período de inmigración
europea masiva a Argentina que se dio de 1970 a la I Guerra Mundial, y especialmente a la
ciudad que nos ocupa: Buenos Aires.
2.1 La llegada de la inmigración a la Argentina
El fenómeno de la prostitución a la que atiende este trabajo, que se presenta de
manera más intensa a fines del siglo XIX y principios del XX, es preciso
contextualizarlo en el período de inmigración europea masiva a Argentina, y
especialmente a la ciudad que nos ocupa: Buenos Aires.
Si bien la inmigración fue un suceso que tuvo inicio desde los tiempos de la
colonia, en las últimas décadas del siglo romántico y hasta mediados del siglo XX, la
afluencia de hombres, mujeres y niños que cruzaban el Atlántico en busca de mejores
condiciones fue desorbitada. Las causas de ello apuntan en primera instancia a la
extrema pobreza que envolvía al viejo continente. En el contexto político-económico de
muchas regiones europeas no había la posibilidad de subsistir para gran parte de la
población. Las regiones más azotadas por esta crisis fueron por consecuencia las que
48
más poblaron Argentina: Italia, España, Polonia, países de Europa del este y Rusia,
incluso franceses, suizos y alemanes. De entre estos puntos de partida, quisiera
detenerme unas líneas en Galicia, lugar de procedencia de muchos inmigrantes que
habitaban la capital argentina. Durante los años de la I Guerra Mundial, la mitad de los
españoles eran de procedencia gallega.
Como en otras regiones europeas, la causa mayoritaria de expulsión fue la
pobreza. Como Pilar Cagiao sostiene en su artículo titulado “Cinco siglos de emigración
gallega a América” (1992), el sistema económico tradicional, basado en la agricultura de
subsistencia entró en crisis debido a un crecimiento demográfico acentuado que se venía
produciendo desde finales del siglo XVIII.
Desde la segunda mitad del siglo XIX Galicia conocía una grave crisis en el
sector industrial doméstico, los tejidos domésticos no pueden competir con los tejidos
de algodón y la importación o contrabando de los linos europeos hilados y tejidos por
medios mecánicos. Muchas familias se encontraban en situaciones difíciles porque no
había otros sectores de actividades para compensar la mano de obra de este sector. Al
lado de la caída de la industria rural se presenta la crisis del sector agrícola entre los
años de 1850 a 1860. La revolución industrial no se desarrolló en Galicia al mismo
tiempo que en otros lugares de España, y al mantenerse la economía feudal mientras que
en otros lugares se estaba desarrollando la economía capitalista, dejó a esta región en
una clara desventaja.
La disponibilidad de medios económicos para afrontar el viaje fue una facilidad
que tuvieron los gallegos debido a la existencia de pequeños propietarios agrícolas. La
repartición de la tierra en Galicia es de carácter minifundista, y es por ello que esta
estructura de propiedad de la tierra proporcionó medios en numerosas ocasiones a los
pequeños campesinos para poder llevar a cabo su emigración, al facilitarles por distintos
métodos la financiación del viaje. En este sentido es importante destacar que esta mayor
disponibilidad económica por parte de los emigrantes gallegos, al poder efectuar ventas
e hipotecas de propiedades, hizo que en Galicia se hiciera menos frecuente la existencia
de emigración subsidiada por “contratadores” americanos (típica en regiones como
Andalucía donde el latifundio no permitía a los jornaleros la acumulación de capital
para enfrentar la emigración).
Cagiao (1992) explica también la función de los “ganchos”, que eran agentes de
emigración contratados por las compañías navieras o por los propios gobiernos de los
47
países receptores que recorrían los pueblos y aldeas de Galicia, cantando las excelencias
de América para persuadir a las gentes del campo de un porvenir mejor al otro lado del
Atlántico.
Estos ganchos convencían a los emigrantes, cuyo nivel cultural era
mayoritariamente escaso, de que su gestión para conseguir el pasaje ofrecía mayores
garantías que realizándola directamente con las consignatarias. Además de esto
facilitaban a los emigrantes los trámites de obtención de la documentación necesaria, o
falsificaban dicha documentación si era necesario, cobrando por ello una determinada
cantidad. Esto encarecía el precio de los pasajes que por supuesto pagaban los
emigrantes sin saberlo.
Asimismo, en muchos casos se ofrecían como prestamistas a un alto interés o
sugerían al interesado la posibilidad de hipotecar algunos de sus bienes a su favor.
Como ganchos solían actuar desde secretarios de ayuntamiento hasta farmacéuticos,
comerciantes, párrocos o simples individuos que solían estar bien relacionados. Es
interesante resaltar esta figura, porque en páginas siguientes, se verá de nuevo un figura
similar que facilitaba la trata de personas.
Entre gallegos y otros inmigrantes, se elaboran pues la identidades colectivas.
Un estudio destacado en este ámbito es el de Xosé Manuel Núñez Seixas (2002) en “O
inmigrante imaxinario: estereotipos, respresentacións e identidades dos galegos na
Arxentina (1880-1940), en el cual analiza los flujos culturales entre la sociedad
receptora y la recién llegada, así como la perspectiva resultante en la que encuentra
claves explicativas de la compleja construcción de la identidad nacional y la
construcción de la ciudadanía.
La multiculturalidad pasó a formar parte de Buenos Aires, y los porteños que
nacieron ya en la ciudad arrastraron esta mezcla de identidades, culturas, idiomas... que
los conformaron en los que son hoy en día. Me ha parecido muy interesante la siguiente
reflexión de Alberto Londres en 1927, en su clásica obra “El camino de Buenos Aires:
La trata de blancas” que ocuparé detenidamente en el siguiente capítulo. Casi se puede
decir que la naturaleza del porteño era el mestizaje:
“Llegó el guardia. Era éste un perfecto argentino, pues su padre era alemán; su madre,
francesa; sus abuelos uno italiano y otro sirio, y sus abuela, portuguesa la una y polaca la
otra” (Londres 1937: 36).
48
Existió también como motivación a la emigración, entre estamentos no tan
pobres de la sociedad, el afán de progreso que pasó a la historia como “Hacer las
Américas”.
La inmigración se ve favorecida también por la revolución de los transportes. El
avance en el barco de vapor ayuda a que mucha gente pueda costearse el viaje, pues
resulta más barato tras este descubrimiento. Además de esto también mejoran las
condiciones de seguridad y de sanidad en la travesía. Se reducen significativamente la
cantidad de días a bordo, pues mientras que a mediados del siglo XIX el viaje duraba
alrededor de cincuenta días para el primer cuarto de siguiente siglo se podía realizar en
sólo trece.
También la construcción del ferrocarril en el interior de Argentina ayudó al
movimiento interno de los inmigrantes y a su posterior colocación por las provincias.
Este factor fue importantísimo para el impulso económico del país, como destaca
Roberto Cortés Conde en “El crecimiento de la economía Argentina”, pues las
dificultades de transporte en regiones del interior hacía complicada la salida de los
productos que se esperaban comercializar. Fue hacia la década de los 70 en el siglo XIX
cuando empezaron a implementarse las políticas de inmigración y colonización, y fue
posible en gran parte, gracias a este avance ferroviario.
La inmigración es impulsada por la burguesía propietaria de tierras rurales, para
abaratar la mano de obra en la producción agrícola, que era la base de su poder
económico, razón por la cual el país se convirtió en uno de los mayores agro-
exportadores del mundo. El inmigrante estaba pensado para poblar el desierto. Pero
finalmente fue difícil hacer realidad este proyecto, pues la mayoría de los inmigrantes se
asentaron en ciudades portuarias, especialmente en Buenos Aires. Esto produjo grandes
cambios en la sociedad argentina, se estaba construyendo la identidad nacional a partir
de este flujo masivo.
La transformación que estaba viviendo este país, y en concreto esta gran capital,
fue la rotación de la sociedad tradicional a la sociedad moderna. De ello deja constancia
María Luísa Múgica (2011) en su estudio “Presencias y Ausencias: Rosario, historia y
nuevos libros” cuando habla de un claro pasaje de una sociedad precapitalista aunque
mercantil a otra con rasgos capitalitas. También José Panettieri (1967) en su obra “Los
Trabajadores – Los Argentinos III” asegura que los medios tendientes a lograr el ansiado
desarrollo en la Argentina, se basa en dos premisas fundamentales: la inmigración y la
importación de capitales con el fin de aplicarlos a la ganadería, agricultura y ciertas
47
industrias, para ponerlas en condiciones aptas frente a las nuevas perspectivas que se
ofrecían en el país.
La mutación de la sociedad se dio por el flujo de inmigrantes y no porque
hubiese las condiciones para que se gestase una industrialización como en otros países,
no era la misma lógica de las revoluciones industriales de ciertas ciudades del viejo
continente. Resulta muy curioso destacar que fue un proceso a la inversa, primero
llegaban los habitantes, los cuales generaban una demanda y por ello se desarrollaba una
industria. Panettieri (1967) recalca esta idea:
“El crecimiento demográfico de Buenos Aires en el transcurso de la segunda mitad del XIX
no fue el producto de una revolución industrial, sino el resultado de una inmigración
masiva.” (Panettieri 1967: 45).
Pero para articular la ciudad, fue muy importante el desarrollo de los transportes,
sobre todo, el tranvía. Surgió en 1868 y tenía más kilómetros construidos que el de
Nueva York o Londres de la época. Fue un fenómeno impactante para la sociedad del
momento, porque los medios de transporte eran caros, y solo podían transportar una
pequeña cantidad de personas. Con este transporte se pudieron hilar varias partes de
Buenos Aires y conformarlas en una sola. Panettieri (1967) trata también esta idea
cuando dice que en los años ochenta, Buenos Aires dejó de ser una gran aldea (cuando
incorpora los barrios de Flores y Belgrano). El tranvía a caballos acortaba las distancias
entre los nuevos barrios integrados en la ciudad porteña. De esta manena comienza a
cohesionarse la ciudad de Buenos Aires, preparada ya para el gran crecimiento que
experimentaría en las siguientes décadas.
La ciudad estaba haciendo un cambio estructural importante. Poco a poco se
estaba construyendo una gran urbe, y como es de suponer, no fue un hecho que se
devino fortuitamente. Nada de esto se podría llevar a cabo, si por parte del Estado no se
tomasen las medidas jurídicas oportunas para recibir a los inmigrantes, y por ello es
preciso revisar el modelo político-jurídico que desarrolló esta iniciativa.
Los principios liberales en el estado-nación en construcción argentino, pensaron
en la inmigración como la mayor necesidad del país y la plasmaron en la constitución de
1853, que convocaba a los inmigrantes con frases como la siguiente: “A todos los
hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”.1
(Constitución 1974: 15)
1
Artículo 25 de la Constitución de 1853, que tras siete reformas es la que rige en la actualidad
en argentina. Es curioso destacar, que tras las modificaciones que se realizaron en más de un
siglo y medio, los artículos referentes a la captación de inmigración siguen presentes.
48
Las facilidades con las que se acogerían a los futuros inmigrantes venían
también detalladas en la Carta Magna. A los extranjeros se les permitía el goce en el
territorio de la Nación de todos los derechos civiles de los ciudadanos, podían así mismo
ejercer su industria, comercio y profesión. Eran libre de comprar y poseer bienes raíces
así como ejercer libremente su culto y casarse conforme a las leyes. No estaban
obligados a admitir la ciudadanía, ni a pagar contribuciones forzosas extraordinarias. La
obtención de la nacionalización se obtenía residiendo dos años continuos en la Nación,
aunque las autoridades podían acortar este término a favor del que lo solicitase,
alegando y probando servicios a la República.
Los inmigrantes tras la formulación de esta Constitución tenían prácticamente
las mismas facilidades que un originario del joven Estado-nación.
Domingo Faustino Sarmiento2
y Juan Bautista Alberdi3
lideraron este
pensamiento. Alberdi en concreto, en su obra “Bases y puntos de partida para la
organización política de la República Argentina” escrita en el año 1852, dedica un
epígrafe al histórico lema de: “Gobernar es poblar”. Cuando comienza a explicar la idea,
hace grandes referencias al ejemplo de los Estados Unidos, que marca definitivamente
el proyecto Estado-nación que intentan llevar a cabo en este país del Cono Sur. Entiende
además, la idea del poblar, como educar, para lo cual es precisa la presencia de lo que el
denomina “poblaciones de la Europa más adelantadas en libertad y en industria”
(Alberdi 1852:15).
Así pues, el inmigrante debía convertirse en punta de lanza para modernizar el
país, enmarcado en un estado liberal que no controlaría de ninguna manera la entrada de
capitales extranjeros, y que se complementaba con la llegada de mano de obra. Eran
brazos para la agricultura y para extender las vías ferroviarias.
El sueño de estos pensadores era la llegada de inmigrantes europeos cultos y
deseosos de aprovechar las oportunidades de un país en crecimiento. El quería imitar el
modelo de inmigración norteamericano; sin embargo, la mayoría de los inmigrantes que
vinieron al país eran pobres e iletrados, situación favorecida por la legislación de la
época.
2
Embajador en un primer momento de Argentina en los Estados Unidos y posteriormente (entre
el período 1868-1874) presidente de la República Argentina.
3
Ideólogo de la Constitución Argentina de 1853. Se basó en el modelo constitucional
norteamericano.
47
La situación se regulariza en 1875, cuando se creo la Comisión general de
Inmigración, y, en 1876 se dicto la ley Nº 761, llamada Ley de Inmigración y
Colonización, más conocida como Ley de Avellaneda, que legisló en forma amplia el
fomento inmigratorio. A partir de esta ley, se creó el Departamento General de
Inmigración (dependiente del Ministerio del Interior) y también oficinas de colocación
de inmigrantes.
El Departamento de Inmigración argentino contaba con agentes en el extranjero
para organizar en conjunto con los gobiernos y las empresas navieras la publicidad y las
condiciones de viaje de los inmigrantes. Creó también agencias en Europa que
publicitaban todos los beneficios que ofrecía el país a los posibles emigrantes. Argentina
ofrecía a los inmigrantes el alojamiento en los “Hoteles de Inmigrantes” por unos días,
el acceso a la posibilidad de trabajo que se sustentaba con esta nuevas instituciones4
creadas especialmente para el inmigrante y un billete de tren gratuito para desplazarse al
interior del país en caso de haber encontrado trabajo.
La Ley Avellaneda definió por primera vez qué era un inmigrante, especificando
sus derechos y deberes, y propuso la colonización que debía realizarse sobre tierras
públicas, pero de la que también podían participar agentes privados. El proyecto era
convertir al inmigrante en colono, es decir, en pequeño o mediano propietario de tierras
rurales. Si bien esta propuesta tuvo un éxito muy parcial, pues la gran mayoría de los
inmigrantes se concentró en las ciudades. La economía agro-exportadora daba cada vez
más beneficios a los terratenientes y la mayoría de los inmigrantes no podían acceder a
la propiedad de la tierra. Es por ello que no acaba resultando el planteamiento inicial de
poblar el país, ocurre que las ciudades están superpobladas y los campos bastante
deshabitados.
2.2 Ubicación de inmigrantes
Tras un viaje insalubre y riesgoso de alrededor de un mes, llegaban a los
famosos “Hoteles de Inmigrantes” a los cuales acabo de hacer referencia. Aquí se
juntaban las personas que procedían del mismo lugar. Buscaban trabajo y en cuanto
podían pagarse una habitación, abandonaban estos hoteles y se establecían en los
4
La Oficina de Colocación fue una institución creada especialmente para los inmigrantes, y era
la que regulaba estos trámites.
48
conventillos. Este tipo de vivienda se convirtió en el lugar de acogida más común para
el inmigrante medio que llegaba al país, entendiendo al inmigrante medio como un
individuo con pocos recursos. María Bjerg hace mención a este fenómeno del habitar en
el Buenos Aires de la época de la inmigración masiva en su libro “Historias de la
inmigración en la Argentina”:
“En un país rebosante de inmigrantes, impactado por un cambio demográfico brusco como
el que vivió Argentina de fines del siglo XIX y comienzos del XX, la vivienda se
transformó en uno de los problemas centrales del mundo urbano, a la vez que expresó un
conjunto de valores materiales y actitudes que acompañaron el proceso de ajuste de los
inmigrantes a la vida en el nuevo país. Si bien el conventillo ha sido considerado como la
forma más clásica del habitar, no fue por cierto la única.” (Bjerg 2009: 36)
Los conventillos eran lugares similares a estos hoteles donde los inmigrantes
residían, con la diferencia de que lo hacían por un tiempo más prolongado. En ellos se
compartían los baños, los lavatorios, las letrinas, la cocina y los lavaderos. En las
habitaciones vivían familias enteras, a veces con varios hijos. Para dormir, los más
pobres tenían dos opciones: el sistema de "cama caliente", en el que se alquilaba un
lecho por turnos rotativos para descansar un par de horas, o la maroma, que eran sogas
amuradas a la pared a la altura de los hombros. Quien optaba por ese método debía
pasase las sogas por debajo de las axilas, dejar caer el peso del cuerpo y dormir de pie.
Esto nos da una idea del enorme sacrificio que debieron hacer muchos de los que venían
en busca de un futuro mejor.
La convivencia no era tarea fácil bajo circunstancias tan adversas. Aunque el
hacinamiento en el que vivían estos inmigrantes producía incomodidades, no eran estas
las más importantes, sino las que se gestaban entre los inquilinos y los dueños de los
conventillos. Bjerg (2009) refleja también las malas relaciones que se generaban en
torno a los alquileres:
“Las dificultades de una convivencia plagada de limitaciones desataban airadas discusiones
entre sus moradores, sin embargo, el conflicto más clásico enfrentaba a los inquilinos con
los encargados o con los dueños. Los primeros, denunciando sumideros infectos, baños
insuficientes, falta de agua y humedades en los cuartos; y los segundos esgrimiendo la
existencia de escándalos, el ejercicio de la prostitución, y la falta de pago del alquiler.”
(Bjerg 2009: 37).
47
Así pues, debido a todo este desorden que se estaba produciendo en torno ala
vivienda, Torcuato de Alvear5
desde la intendencia de Buenos Aires trató de construir
conventillos modelo para paliar el hacinamiento en que vivían los inmigrantes, pero el
sector privado lo impidió, pues era una competencia directa hacia su negocio.
En este período se construyen plazas y lagos en los lugares donde había mayor
proporción de viviendas y se pone en marcha a aprovisionamiento de agua potable para
la ciudad, era una lucha contra la insalubridad que estaba provocando miles de
enfermedades mortales.
Los conventillos se convirtieron en un gran negocio. Los propietarios se negaban
a hacer reformas básicas como la construcción de un baño para hombres y otro para
mujeres, una ducha para una media de diez personas… Y la municipalidad no solía
hacer inspecciones exceptuando cuando había riesgos de epidemias.
El precio de los conventillos era desorbitado. Costaba más una habitación en un
conventillo bonaerense que en zonas obreras de Londres de la época. Según describe
Marina Guidotti de Sánchez (2008) en “Las obras de teatro: espejo de los estereotipos
gallegos en el imaginario Argentino”, el precio de una pieza superaba el 30 % del
salario de un peón, y podían llegar a convivir dentro de ella hasta siete personas.
A principios del siglo XX, las condiciones de vivienda eran insostenibles y
comienzan las protestas. Es entonces, cuando el gobierno de Julio Argentino Roca
promueve la Ley de Residencia sancionada por el Congreso de la Nación Argentina en
1902 y que permitió y habilitó al gobierno a expulsar a inmigrantes sin juicio previo. La
ley fue utilizada por sucesivos gobiernos argentinos para reprimir la organización
sindical de los trabajadores, expulsando principalmente anarquistas y socialistas.
Durante sus 56 años de vigencia se utilizaron diversos criterios de expulsión, pero
fundamentalmente dirigidos contra los movimientos de resistencia obrera (sobre todo en
sus primeros tiempos de aplicación).
Esto provocó numerosas revueltas por diversos motivos, como la facilidad con la
cual se podía expulsar a un inmigrante con residencia o por la arbitrariedad por la que se
les daban facilidades a los inmigrantes para su llegada, pero no se les garantizaba la
posesión de las tierras que trabajaban. Los inmigrantes, en pocas ocasiones podían
llegar a ascender en las clases sociales. En su gran mayoría eran obreros es los
5
Primer intendente de la Ciudad de Buenos Aires entre los años 1883 y 1887. Fue el padre del
famoso Marcelo Torcuato de Alvear que presidió la república de 1922 a 1928.
48
eslabones más bajos de la escala social. Es por ello que las protestas y reivindicaciones
de tipo laboral eran protagonizadas por inmigrantes.
Fue sin duda, una de las protestas más impactantes de la época, la que se produjo
en el año 1907 denominada “Huelga de Inquilinos” por los precios abusivos de la renta.
Más de dos mil conventillos se sumaron al impago y pronto la policía comenzó a
reprimir y desalojar. Muchos de los conventillos terminan en peores condiciones tras
esta protesta y muchos de los huelguistas son expulsados del país bajo la Ley de
Residencia.
2.3 Afluencia masiva de hombres
“Las mujeres estaban en casa de sus maridos o de sus padres casi todas. Todos los hombres
iban sin mujer, bebían sin mujer, comían sin mujer. Los machos inundaban la ciudad.”
(Londres 1927:40-41)
En todo este flujo masivo de inmigrantes que llegaban a nuevas tierras a buscar
un futuro, hay que destacar la grandísima desproporción entre hombres y mujeres .
Londres dejó constacia en su obra de ello, pero no fue el único. Ernesto Goldar (1996)
señala que uno de los grandes problemas que acarreó la gran inmigración europea a la
Argentina de fines del XIX e inicios del XX fue la desproporción evidente de sexos en
los recién llegados.
Así como en Italia y Galicia, los mayores “exportadores” de migrantes hacia
Sudamérica, se fueron quedando sin hombres, la desproporción se dio en el sentido
inverso en ciudades como Buenos Aires, donde la cantidad de mujeres era
considerablemente menor a la de hombres. Una razón importante que convocó a muchos
varones a esta experiencia trasatlántica fue el rechazo a hacer el servicio militar.
Por diversos motivos, la realidad fue que los hombres inundaban las calles de esta
mestiza ciudad, y que según Caride (2009) desencadenó el fenómeno de la prostitución:
“La prostitución en Buenos Aires estaba definitivamente relacionada con el aumento de
varones dentro de la población activa (esto es, mayores de 14 años de edad), como
consecuencia de la inmigración masiva.” (Caride 2009:34).
47
Según sostiene Donna Guy (1990) en su estudio sobre el número de hombres
frente al de mujeres, en 1869 había el doble de hombres de cualquier nacionalidad frente
al de mujeres, excepto en el caso de los Alemanes, que eran el triple. La cantidad se fue
reduciendo en las siguientes décadas en las cuales había una media de 150 hombres por
cada 100 mujeres. Pero de nuevo, este índice volvió aumentar antes de la Gran Guerra
en que volvieron alcanzarse grandes niveles de desequilibrios entre ambos sexos. Para
1914, en Buenos Aires había 600.000 hombres más que mujeres y eso se hacía sentir.
Son por tanto diversos los autores que relacionan directamente la prostitución
desenfrenada de estos años con la llegada de hombres en edades tempranas, que en
muchas ocasiones venían con la intención de regresar a sus países una vez ganada la
suma de dinero que les permitiera comenzar una vida con más facilidades económicas a
su regreso. Pero además de Guy (1990) y Caride (2009), también Goldar (1996) se
pronunció sobre esta relación entre la inmigración varonil y la prostitución:
“Como corresponde a una época de euforia, en las clases altas, el capital se invierte en
lenocinios y se reclutaban batallones de prostitutas que ofrecen lo que prohíbe las cifras
desbarajustadas de la segregación social. La inmigración masculina impone sus costumbres.
Por consiguiente, se importan prostitutas y rameras europeas. Las preferencias dictaminan
que una prostituta extranjera es mejor que una criolla.” (Goldar 1996: 229).
Es bajo estos preceptos, que el presente trabajo sostiene que la llegada de
hombres en mayores cantidades que mujeres, propició el hecho de que la prostitución
adquiriese cada vez un carácter más masivo. Los hombres solos, emigrantes en una
ciudad, buscaban satisfacer sus necesidades sexuales y tenían todas las herramientas
para hacerlo, pues la sociedad estaba sustentada por un dominio totalmente masculino,
donde los deseos de los hombres pasaban completamente por encima del de cualquier
mujer, ya fuese de clase alta o de clase baja. No quiero terminar este capítulo pues, sin
destacar la siguiente reflexión de Silvia Chejter:
“La dominación masculina se apoya en una representación del deseo masculino, […]
Pensarlo como un intercambio entre iguales constituye notoriamente una ficción.” (Chejter
2009: 101)
48
3. Prostitución
En este capítulo trataré de explicar el fenómeno de la trata de personas y el
procedimiento con el que se ejecutaba, la explotación sexual de las víctimas por parte de
mafias en los lugares de destino y la huella literaria y artística que dejó este hecho en la
sociedad argentina.
3.1 Historia de la trata y la prostitución en Buenos Aires
Si bien se hace difícil rastrear cuándo comienza la prostitución en Buenos Aires,
encontramos antecedentes históricos desde el año 1797, es decir, con anterioridad al
nacimiento del Estado-nación argentino. Según menciona Schnabel (2009) en ”Historia
de la trata de personas en Argentina como persistencia de la esclavitud”, en dicho año
una población de reclusas inglesas viajaba a una colonia penitenciaria de Australia, pero
recaló en Río de la Plata tras un motín a bordo del barco que las conducía. La mayoría de las
mujeres se quedó en Buenos Aires para ejercer la prostitución, sometiéndose a rufianes
extranjeros que ya se habían instalado en Buenos Aires.
Durante la primera mitad del siglo XIX los abusos policiales de dieron con en un
espacio donde el delito de comercio sexual aun no estaba tipificado, por lo cual se
carecía de un marco y de una solución a un problema que ya se reconocía en la ciudad.
Era pues, la prostitución, una actividad muy perseguida, pero en lo que tenía que ver
con las mujeres. Donna Guy (1990) escribió una magnífica obra (muy trabajada para la
realización de esta tesina) llamada “El sexo peligroso: la prostitución legal en Buenos
Aires, 1895-1955” en la cual deja constancia de ello:
A lo largo del siglo XIX, las mujeres acusadas de vender favores sexuales quedaron bajo
vigilancia de la policía. En un principio, las mujeres pobres de la ciudad,
independientemente de las pruebas, o bien eran ignoradas o eran detenidas y enviadas a los
puestos militares por el delito de tráfico sexual, a pesar de que la prostitución no era un
delito penal. En 1832, por ejemplo, la policía de la ciudad detuvo a tres centenares de
47
mujeres "de dudoso carácter" quienes fueron deportadas a la frontera sur de la Provincia de
Buenos Aires, “sin previo aviso ni investigación a sus delitos" (Guy 1990: 39)6
Si bien se habla aquí de la prehistoria de lo que concierte a esta investigación, da
cuenta que con el nacimiento de la nueva nación existían vacíos legales y uno de ellos
estaba relacionado con el trabajo de las prostitutas.
No fue hasta el último cuarto del siglo XIX cuando el fenómeno se intensificó.
Los rufianes (sinónimo de proxeneta, alcahuete) comenzaron a organizarse y a
desarrollar estrategias que se fueron profesionalizando con los años, convirtiendo el
negocio de la trata de personas7
en verdaderas empresas transoceánicas.
Es en estas últimas décadas del siglo romántico, cuando se empiezan a generar
redes de traficantes de distintos orígenes que quieren cubrir la demanda de una sociedad
en rápida expansión y compuesta en importantes porcentajes por hombres. Raúl A.
Schnabel (20099 hace una relación directa entre el factor inmigración masiva que tiene
lugar en estas décadas y el desarrollo de la prostitución, en su artículo “Historia de la
trata de personas en Argentina como persistencia de la esclavitud”:
“En nuestro país, la prostitución, abastecida en gran medida por la trata de personas, se
difundió como una importante actividad a fines del siglo XIX de la mano de cierta
prosperidad económica en la joven Nación Argentina de modelo agro-exportador que
convocaba a la masiva inmigración europea.”
(Schnabel 2009: 3).
Pero no solo provenían de Europa los inmigrantes varones, sino también las
mujeres objeto de la trata de personas, procedían (como ocuparé más tarde) de diversos
lugares del Viejo Continente. Hubo una gran afluencia de francesas, judías
(provenientes de Polonia, Rusia, Ucrania o Europa del Este) y menor medida de otras
nacionalidades de europea occidental. Por supuesto, ejercían también la prostitución y
6
Texto original: “Throughout the nineteenth century, women accused of selling sexual favors
came under the surveillance of the police. Initially, poor urban women, regardless of evidence,
either were ignored or were rounded up and sent to military outpost for alleged sex trafficking,
even though prostitution was not a criminal offence. 1832, for example, city police simply
seized three hundred women “of doubtful character” and deported them to the souther frontier
of Buenos Aires province “without any notice or investigation of their offenses” (Guy 1990: 39).
7
Me referiré al fenómeno de la trata como “trata de personas”, aunque en la mayoría de las citas
está nombrado como “trata de blancas”. El término primero se usa con más frecuencia en
nuestros tiempos con la intención de no segregar o diferenciar otros grupos étnicos que han
sufrido las mismas condiciones de trata.
48
fueron objeto de explotación mafiosa, mujeres criollas y de otras etnias pertenecientes al
joven Estado-nación argentino, pero no fueron un alto porcentaje en números totales.
El lenocinio fue tan fuertemente masivo en la sociedad bonaerense, que en el
año 1975 se creó una ley para regular la actividad. Más adelante se abordará con
profundidad este punto.
3.2 Definición y funcionamiento de la trata de personas
Existen diversas definiciones sobre este concepto, pero es a partir de la
Convención de las Naciones Unidas contra el Crimen Organizado Transnacional
firmado en Palermo en el año 20008
donde se define de manera consensuada el término.
En la publicación de “Guía anotada del Protocolo completo de la ONU contra la Trata
de Personas” por las Naciones Unidas, se puede encontrar la definición oficial.
“La trata de personas es la acción de captar, transportar, trasladar, acoger o recibir personas,
recurriendo a diversas formas de coacción: rapto, amenaza, uso de la fuerza, engaño, abuso
de poder o de una situación de vulnerabilidad o la concesión o recepción de pagos o
beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra,
con fines de explotación.”
(Naciones Unidas 2002: 7).
Si bien la trata de personas se puede dar de diversas maneras, desde la
explotación sexual de las mismas hasta la explotación laboral o extracción de órganos,
el presente trabajo se centrará exclusivamente en la explotación sexual.
Existe un procedimiento común con el que diversos autores coinciden para llevar
a cabo la trata de persona y es, en líneas generales, el siguiente:
Se encuentra una primera fase de reclutamiento que se puede realizar de manera
forzosa o por engaño con la participación de un individuo que busca a las víctimas.
Hubo casos también en que esta fase fue voluntaria por parte de la víctimas (más en el
caso de las francesas que las centro europeas).
El transporte es la segunda fase del proceso. Suelen participar intermediarios del
tratante, transportistas e incluso funcionarios corruptos.
8
Existen dos Protocolos Complementarios: Uno sobre la Trata de Personas, en especial sobre
mujeres y niños y otro contra el Tráfico Ilícito de Migrantes por Tierra, Mar y Agua.
47
Por último se da la explotación de la víctima por el proxeneta. Este considera
que la explotada es de su propiedad.
Las causas que han llevado a que este fenómeno se produjese son muy diversas.
Dependen del lugar de proveniencia y de las condiciones particulares de cada persona,
pero es cierto que existe un consenso bastante acentuado en colocar como factor más
definitorio de este suceso, la pobreza.
Albert Londres, que emprendió un viaje a Buenos Aires en 1927 para hacer una
investigación sobre la trata de personas y las mafias que las llevaban a cabo9
, siendo uno
de los pocos autores que abordaron el tema en esos tiempos, destacó lo siguiente:
“El rufián no crea. No hace más que explotar lo que encuentra. Si no encontrara esa
mercadería, no la vendería. […] Conoce la fábrica de donde sale la materia prima, la gran
fábrica: La Miseria.” (Londres 1927:170).
Es evidente por otro lado, que las causas, aunque diversas como acabo de
aclarar, tenían una fuerte procedencia también de la base cultural que toleraba la
prostitución, aludiendo a la justificación del “mal necesario” para evitar mayores males
(como las violaciones). A pesar de que moralmente el hecho era inaceptable para la
sociedad de ese momento, había una voluntad (que luego se materializó en ley) de
regularlo y aceptarlo porque significaba una necesidad masculina a la que había que dar
cobertura.
En los primeros años de trata fueron trasladadas las mujeres que en Europa ya
ejercían la prostitución, pero la demanda se volvió tan fuerte, que esta cantidad no
alcanzó para abastecerla y los rufianes tuvieron que buscar otro tipo de técnicas.
Una de las técnicas fue el casamiento religioso, ya que no existía el civil, que contraía el
mismo rufián o algún hombre especialmente contratado para ello con la víctima. Había
casos en que el mismo hombre contraía matrimonio con varias mujeres a la vez.
El modus operandi de los tratantes que ejecutaban la captación no voluntaria de
las víctimas (generalmente más popularizado entre la trata de mujeres judías) era el
siguiente:
El joven (nativo) en supuesta búsqueda de novia se presentaba en algún pueblo
donde ya poseía datos entregados por la alcahueta que servía de primer filtro para
seleccionar. El joven se presentaba como un inmigrante más que había llegado a la
9
En concreto se centró en el caso de la Milieu, mafia de origen francés, como el autor.
48
Argentina y que gracias a su esfuerzo, había logrado hacer fortuna. Prueba de ellos era
su elegante vestimenta y los regalos que llevaba a su futura prometida.
Contaba entonces que en Argentina lo esperaba su trabajo y su fortuna, por lo
cual la realización de la boda con la joven prometida debía ser rápida para emprender el
retorno a su país de residencia.
La boda se efectuaba sin mayores ceremonias y en un pequeño viaje de luna de
miel, en algunos casos, o ya en la partida definitiva hacia el nuevo continente, era la
mujer entregada a los operarios del barco quienes se hacían cargo del traslado mientras
el novio se quedaba repitiendo la labor con otra familia incauta. Esta labor se ve
facilitada, como sustenta Schnabel (2009) en el facto de que la poligamia o el
matrimonio múltiple no podían ser detectados por la falta de registros.
En el caso de que el rufián viajase con la víctima, se garantizaba la virginidad de la
joven, para que de ese modo que pudiesen cobrar sumas más altas. Así lo destaca Goldar
(1996):
“El auxiliar polaco en rol de “marido” no llega ni “a besar” a la muchacha, les estaba
expresamente prohibida cualquier relación durante el viaje. Sólo debía casarse y transferir
la mercancía” (Goldar 1996: 237).
Otra manera fue engañar a mujeres que bajo promesa de otros empleos
emprendían el viaje siendo, al igual que el segundo caso, obligadas a ejercer la
prostitución.
En torno a esto entonces se puede señalar que la trata de blancas funcionaba
como una verdadera red que muchas veces tenía operarios pagados fuera del territorio
argentino, ya sea en Francia, donde las jóvenes eran las mejor cotizadas por el mercado
argentino, países de centro Europa o Europa del este, los cuales fueron también
proveedores no voluntarios de esclavas sexuales para el otro lado del Atlántico.
Uno de los formatos de esta amplia red era la contratación de mujeres,
generalmente ancianas, que en los países de origen iban preseleccionado a las jóvenes
para que cuando llegasen los rufianes no tuviesen que detenerse en la clasificación.
Estas mujeres funcionaban de la misma manera que los “ganchos” a los que me referí en
el primer capítulo, pues trabajaban a sueldo buscando los perfiles de personas que las
personas asentadas en Argentina pedían. Tras este procedimiento, las muchachas serían
47
trasladadas a Uruguay para luego seguir la ruta a Argentina, con Rosario y Buenos Aires
como destinos principales, o incluso Brasil. Pero un lugar muy común de entrada fue
Uruguay. De acuerdo con los vaivenes de la legislación Argentina, se adaptaba la ruta de
ingreso de las mujeres. En tiempos de restricción o cuando los rufianes viajaban con
menores de edad, los ingresos se hacían vía Colón o Concordia (Uruguay). Tanto
Londres (1927) como Schnabel (2009) hicieron referencia al hecho de que este país
tenía especial permisividad sobre la entrada de mujeres europeas con el fin de la
esclavitud sexual.
Es evidente la colaboración de transportistas y del personal de aduanas para que
este proceso pudiese terminar de manera exitosa para los mafiosos. La corrupción se
extendía en varias direcciones, tanto en los países de origen de las muchachas como (y
especialmente) en los de llegada, aunque este es un tema que se tratará de manera más
pormenorizada en adelante.
Una vez que las chicas llegaban al puerto de destino, se llevaban a cabo los
remates, es decir, la venta de las mismas. Schnabel (2009) recoge en su artículo
“Historia de la trata de personas en Argentina como persistencia de la esclavitud” el
siguiente fragmento del comisario Alsogaray en su obra “Trilogía de la trata de
blancas”, para explicar como se efectuaba el remate:
“El rufián importador traía mujeres para vender exclusivamente; las depositaba con
anticipación en casas de viejas proxenetas donde luego se efectuaban los remates, con la
presencia de interesados, espectadores voluntarios, autoridades y algún juez de instrucción,
quienes asistían al espectáculo por “espíritu de curiosidad”... La habitación utilizada para
ese fin estaba provista de un tablado, a manera de escenario, en el que aparecía la víctima,
exhibiendo su desnudez. No bien corríanse lateralmente las cortinas que ocultaban a las
miradas de los asistentes, se anunciaba el remate y entonces hombres y mujeres
precipitábanse sobre la infeliz, impulsados por un acceso de repugnante avaricia...
Palpábanse la dureza de sus carnes, se detenían en la conformidad general del cuerpo y de
los pechos en particular, de la dentadura y el cabello. Realizando el “examen” comenzaba la
subasta. Formuladas una o dos ofertas por distintos interesados, pero sin revestir nunca los
aspectos de una competencia formal, adjudicábase la mercadería al mejor postor”.
(Schnabel 2009:22)
48
Tras la venta de las chicas eran distribuidas a los lugares que sus proxenetas
determinaban, y entonces sufrían el llamado “ablandamiento”.10
Este fue una fase por la
que todas la víctimas pasaron. El ablande era una técnica de maltrato físico y
psicológico que usaban los proxenetas para humillarlas y someterlas a sus mandatos. De
esta experiencia las clasificaban los rufianes. Si tras el ablande ellas tornaban sumisas,
podrían disponer de su cincuenta por ciento de las ganancias semanalmente, lo cual les
permitiría ahorrar y tener una mayor independencia. Algunas de las chicas que
integraban este grupo, podían convertirse en madamas, es decir, mujeres que regentaran
su propia casa de tolerancia (prostíbulo).
En cambio, las mujeres que reaccionasen con violencia ante el ablande, perdían
la confianza de los rufianes y no recibirían su cincuenta por ciento hasta el final de su
vida útil. Si inspiraban aun menos confianza, eran trasladadas a prostíbulos donde
vivirían y trabajarían en las peores condiciones posibles y sin ningún tipo de
independencia económica que les permitiera acumular capital. Julio Alsogaray deja
constancia de esto último en “Trilogía de la trata de blancas”, que fue la obra que
redactó tras la redada de proxenetas que él mismo protagonizó:
“Si la esclavas exteriorizan alguna protesta o no cumplen estrictamente la exigencias del
rufián, las trasladan de un prostíbulo a otro donde les espera un recibimiento y permanencia
espantosos, y a buen seguro no le quedan ganas de reincidir” (Alsogaray, 1933:126).
3.3 De las enfermedades a la regulación
En las últimas décadas del siglo XIX, la propagación de enfermedades de
transmisión sexual fue causa determinante de la muerte de miles de personas en la
ciudad de Buenos Aires. En particular, la tuberculosis en dicha ciudad, fue una causa de
gran cantidad de fallecimientos entre la década de 1970 y 1950. Tanto fue así, que se
convirtió en un tópico de recurrente de la cultura. Apareció en canciones, literatura,
teatro, pintura... En las primeras décadas en las que se dio esta enfermedad, poco o nada
se sabía de su origen, pero pronto fue asociada como el mal de la prostitución y de los
10
Es importante destacar que no siempre existía este sistema de remate. En ocasiones la víctima
era trasladada a un lugar perteneciente a la mafia que la había ido a procurar donde era
movilizada al lugar de trabajo, aunque siempre se producía el ablandamiento.
47
que la rodeaban, aunque se generalizó como un mal de las mujeres que ejercían este
trabajo.
La sífilis fue otra de las enfermedades que arrastraron una cantidad de muertes
significativa, y solía asociarse mucho también con la prostitución. En un gráfico
realizado por Donna Guy (1990) en el cual extrae datos relativos a la mortalidad
femenina de la ciudad por sífilis de la Revista Médico-Quirúrgica, se puede ver como en
el año 1874 hubo cantidades escandalosas de fallecimientos, que se volvieron a repetir
en los años ochenta y ochenta y cuatro del mismo siglo. Fueron por tanto las prostitutas
uno de los gremios más afectados por la propagación de esta enfermedad de transmisión
sexual.
Es interesante destacar la siguiente conversación de la novela “Frontera Sur” de
Horacio Vázquez-Rial, que si bien es una obra ficcionada, no deja de ser ser leal a a la
historia de la época, salvando por supuesto los personajes y sus personales aventuras:
"Regresó del salón acompañado por una morenita de ojos vacíos y uñas sucias que no despegaba
los ojos del suelo.
- Mire, mire – invitó Bartolo-. Vos levantá la cabeza y sonreíle al señor – le ordenó a ella.
Lo peor de la sonrisa no era la estupidez o ausencia que revelaba, sino la falta de dientes.
[…]
- ¿Tiene mujer?
- No. Pero antes de irme a la cama con una así, prefiero arreglarme solo. Por lo menos, no me
enfermo.
- Dicen que la paja debilita y vuelve loco.
- La sífiles también. Y además mata" (Vázquez-Rial 1994: 49).
Hubo también, un esfuerzo por parte de la cultura (tango, poesía entre otros) en
afirmar que eran las mujeres quienes sufrían estas enfermedades mortales, y
normalmente de transmisión sexual, alegando su supuesta debilidad física, cuando en
realidad, afectaba a los dos sexos por igual. Es Diego Armus (2002), en su estudio
“Milonguitas en Buenos Aires (1910-1940): tango, ascenso social y tuberculosis”, el que
sustenta la idea de que esta adhesión de la mujer y la enfermedad es una manipulación
llevada a cabo por el discurso masculino:
“La tuberculosis -real o imaginada, supuestamente femenina- se condensa algo de la
incomodidad y ansiedad de los hombres del tango que, mientras no pueden ignorar la
creciente presencia de la mujer fuera del ámbito doméstico, narran el viaje al centro de las
48
jóvenes de barrio en clave piadosa o como una aventura trasgresora, demasiado
independiente, amenazante e innecesaria.”
(Armus 2002: 205).
Otras enfermedades muy comunes fueron el cólera, la viruela o la fiebre
amarilla. El sistema de higiene era muy precario en estas últimas décadas del siglo XIX
en la gran Buenos Aires. Los soldados que volvían de la guerra de Paraguay venían
infectados de fiebre amarilla, enfermedad que estaba azotando fuertemente el país. Pero
fue sin duda la falta de provisión de agua potable, la ausencia de cloacas y el
hacinamiento en el que vivían ciertos guetos (como los negros o los inmigrantes de
clases bajas) lo que provocaron que se desarrollase y se propagase de una manera tan
arrolladora. Horacio Caride Bartrons (2009) en “Apuntes para una geografía de la
prostitución en Buenos Aires” analiza con profundidad lo determinantes que fueron las
enfermedades contagiosas (algunas de ellas por transmisión sexual, otras no
necesariamente) en el hecho de que se reglamentara la prostitución por las autoridades.
Expone pues, que en el año 1870, una epidemia de cólera significó la antesala de la
fiebre amarilla, que al año siguiente mató a cerca de trece mil personas (8% de su
población). En ese lapso, unas cincuenta mil más abandonaron la ciudad. Otras
enfermedades como la viruela, el sarampión y especialmente la tuberculosis también se
estaban cobrando gran cantidad de vidas.
Fue tanto el impacto de esta epidemia de 1871 que dio lugar al nacimiento de
uno de los cementerios más conocidos de la ciudad: el cementerio de la Chacarita.
Estaban muriendo una media de 500 personas por día en los días en que estaba
descontrolada la enfermedad, algo inaudito y sin precedentes.
Fue a partir de este episodio, cuando las autoridades comenzaron a reaccionar en
materia de leyes e implementación de políticas públicas contundentes para frenar este
terrible escenario de muertes epidémicas.
En cuanto a lo que a infraestructuras se refiere, construyeron cloacas,
proveyeron a la mayoría de la ciudad de agua potable y se crearon especializaciones en
higiene en la Facultad de Medicina de Buenos Aires, creando todo un movimiento de
médicos higienistas que promovieron la Reglamentación de la Prostitución del año
1875.
Desde el año 1875 se reguló de manera interrumpida y hasta 1936 las prácticas
postibularias en la ciudad. Este tipo de control se llevaba a cabo por dos motivos
47
principales: el control higiénico y el control moral. El control moral, pretendía sacar a la
prostitución de la vista de todo el mundo y permitir su práctica como “el mal necesario”
pero con discreción. El reglamento de 1875 fue la primera pieza jurídica que tuvo por
objetivo regular las prácticas prostibularias en la ciudad, en sus posibilidades de
ejercicio y de ubicación.
En cuanto al mal higiénico, se pretendía controlar ciertos lugares como los
“conventillos”, construcciones donde vivían los inmigrantes de clase baja (con cierto
hacinamiento, como referí con anterioridad) y en el que las autoridades presuponían que
se daba cierta promiscuidad que favorecía la incubación de enfermedades, la
transmisión de otras (estas últimas de transmisión sexual como la gonorrea o la sífilis) o
la gestación causada por las relaciones sexuales, como la tuberculosis.
Siendo la prostitución un oficio que siempre ha convivido con la ilegalidad, la
sanción de estas leyes no determina que se haya puesto inicio y final al ejercicio de esta,
sino que son marcos jurídicos que se hace importante señalar. Lo que se hace
sorprendente es como la edad para casarse era de 22 años, en cambio no así para ejercer
la prostitución. Así lo deja esclarecido Schnabel (2009):
“La ley local prohibía la actividad a las mujeres menores de 18 años, pero con una
excepción sorprendente y escalofriante. La hipocresía de la sociedad de entonces autorizaba
legalmente el ejercicio de la prostitución da niñas menores de edad si habían sido iniciadas
tempranamente. […] El proxenetismo era, cuando no reconocido, tácitamente aceptado.”
(Schnabel 2009:6).
Así mismo, es importante tener en cuenta como el hecho de la regulación de la
prostitución, animó que la trata de personas tomase auge, así como a la organización de
los proxenetas para establecer negocios en torno a ello.11
Las cifras hablan por si solas.
Caride Bartrons (2009) establece una serie de datos que cuantifican cantidades de casas
de tolerancia pocos años después de la reglamentación y las siguientes cifras de un
lustro posterior son asombrosas. Para el año 1883 existen mil ochocientas sesenta y
ocho casas de inquilinato (pues también podían denominarse así) y en 1887 existían
alrededor de seis mil prostíbulos.
11
Esto no quiere decir que la reglamentación tuviera como objetivo promover la trata de
personas, pero se creó un marco legal que propició las actividades este tipo de actividades
ilícitas, pues al menos el facto de la práctica sexual no estaba condenada, si bien la esclavitud de
las personas estaba prohibida constitucionalmente desde el año 1853.
48
Este mismo autor, expone la ley que rigió en los primeros años de la
reglamentación de la prostitución, que me parece interesante dejarla plasmada para
manejar el marco jurídico bajo el que se daba este fenómeno masivo de los lenocinios:
“Cualquiera que regentee algunas de las casas de prostitución que actualmente existen en la
ciudad, deberá presentar antes de los quince días siguientes a la sanción de esta Ordenanza,
una Solicitud ante el Secretario de la Municipalidad, en la cual se exprese el número de la
casa que ocupan, el número de prostitutas que tenga a su cargo, su nombre, patria, edad, un
duplicado del retrato fotográfico en tarjeta, de cada una de ellas, y un certificado médico
por el cual conste que en el día de la presentación todas las prostitutas se encuentran
perfectamente sanas de enfermedades venéreas y sifilíticas, y por separado, una carta de un
médico por la cual conste que en adelante será el que asista en la casa […] Las casas que se
abriesen nuevamente, además de las prescripciones del artículo anterior, deberán cumplir
las siguientes:
a) La casa será de un solo piso y en caso de tener varios no podrán ser ocupados sino por
las prostitutas.
b) La casa deberá encontrarse a distancia de dos cuadras cuando menos de los templos,
teatros y casas de educación; las que actualmente se encuentren en cualquiera de estos
casos, serán removidas en el plazo de cuarenta días”.
(Caride Bartrons 2009: 29-30).
De esta ley podemos sacar en conclusión, que uno de los motivos principales de
dicha regulación es el control de las enfermedades. El control sanitario se vuelve más
riguroso a partir de entonces para poder prevenir las epidemias, pero es importante
añadir que las prostitutas tenían que financiarse los servicios médicos. Si no querían
someterse a tal control, serían expulsadas de la casa de tolerancia y rebirían también una
multa. Gabriela Dalla Corte (2009) trata este tema en el libro “Lealtades Firmes”
sustentando que normalmente, las prostitutas debían someterse a un reconocimiento
médico semanal pagado por ellas misma, así como a llevar consigo una libreta de
sanidad firmada regularmente por el médico designado por el organismo comunal para
controlar su estado de salud.
En cuanto a la ley de 1875, se puede percibir también, como el fenómeno del
proxenetismo no era muy cotidiano todavía, por lo cual no inciden en el hecho de que
solo pueden regentar mujeres o que puede haber un máximo de dos mujeres por casa,
como ocurrirá en posteriores modificaciones de la ley cuando ya el hecho de la
existencia de mafias era conocidos por todos.
47
Se centran también en la ubicación de estos establecimientos. Respondiendo al
control moral, se buscaba una separación mínima de lugares “de bien”, pero no supieron
prever el factor de la aglomeración que se produjo poco después de la entrada en
vigencia de la ley, y motivo por el cual tuvieron que hacer numerosas enmiendas a este
reglamento. De hecho, para fines de la década de los años ochenta y en base a los
registros de habilitación conservados en los archivos municipales, “se estimó que sólo
en la calle Cuyo (Sarmiento actualmente), se habían instalado entre las alturas del 0 al
400, treinta y seis casas de tolerancia; en Esmeralda, del 0 al 300, cuarenta y cinco. En
la calle Libertad se concentraron sesenta prostíbulos, sólo entre la altura 0 a 400;
cantidad similar a la de la calle 25 de mayo, entre 0 y 500” (Caride Bartrons 2009: 30-
31).
Ya con esa densidad de lenocinios en la ciudad comenzaba también las protestas
de la ciudadanía que veía no con buenos ojos como Buenos Aires se transformaba en
una de las urbanizaciones de mayor prostitución en el mundo.
En el año 1904 se sancionó el Segundo Reglamento de Prostíbulos en donde
mediante las ordenanzas del Consejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires se
reglamentaron las características físicas de las casas de prostitución o burdeles. Caride
Bartrons lo señala:
“No podrán establecerse casas de prostitución sin permiso del D.E. Que los acordará de acuerdo a
las siguientes condiciones:
a) No se permitirá más de una por cuadra, comprendidas ambas aceras, no pudiendo establecerse
en las cuadras donde hubiere iglesias o establecimientos de educación.
b) Estas casa no se distinguirán por ningún signo interior o exterior, llenarán todas las condiciones
que se establezcan y estarán sujetas a inspección municipal.
c) En cada casa no podrán alojarse más de dos mujeres, las que serán responsables de todas las
infracciones al reglamento” (Caride Bartrons 2009: 31).
En este nuevo reglamento aparecen ya los primeros atisbos de lo que se estaba
generando con esta ley: por un lado el desarrollo de organizaciones de rufianes y la trata
de personas con las que comerciaban y a las que explotaban, y por otro lado, se estaban
creando zonas rojas en la ciudad. Es decir, Buenos Aires ya contaba para esa fecha con
verdaderos Barrios Rojos, solo mencionando la prostitución que se ejercía dentro de
establecimientos sin mencionar hasta el momento a las mujeres que la ejercían en forma
48
callejera, es decir, “yirando”, como señala el verbo en lunfardo al recorrido casi circular
que hacían las prostitutas buscando clientes en las veredas de la ciudad.
Con esta nueva ley en la que solo se permitía un prostíbulo por cuadra se estaba
dejando el margen para crear estos negocios por toda la ciudad, que fue lo que más tarde
ocurrió (si bien fue el centro el que recopiló la mayor parte de la oferta).
Es importante señalar, que esto se enmarca dentro de la ciudad de Buenos Aires,
pues es un país por esos años federal, que posee disposiciones exclusivas para su
capital.
Respecto a la aparición de cabarets, se puede afirmar que no fue exclusividad de
la ciudad de Buenos Aires, sino que también existieron en otras localidades argentinas,
entre ellas la ciudad de Rosario, una de las más importantes a la hora de hablar de la
explotación sexual de la mujer. Fue después de Buenos Aires la ciudad donde más
cantidad de lenocinios se establecieron. María Luísa Múgica es probablemente la figura
más representativa en lo que respecta al estudio de la prostitución rosarina.
Esta ciudad fue la primera del país en reglamentar la prostitución (1874) y
también la primera en abolirla (1932), aunque la diferencia temporal no fue importante
respecto a Buenos Aires. Múgica (2011) aborda estas diferencias en “Los desafíos de la
modernización: Rosario 1890-1930”. Pero no es la única autora que hace referencia a
este hecho de la importancia de Rosario como protagonista de los cabarets. Guy (1990)
deja constancia de ello también:
“Buenos Aires no fue la única ciudad en regular a los cabarets, la forma en que se
popularizaron los clubes nocturnos en la Argentina a partir de 1910. En 1925 en Rosario se
promulgaron ordenanzas para hacer frente a las que consecuencias que pudiera traer a la
salud esta forma de entretenimiento urbano” (Guy 1990: 143).12
Uno de los prostíbulos más famosos de inicios del XX en Argentina es el
rosarino “Madame Safo”, construido en 1914 en el barrio de la Pichinga, famoso por ser
una “zona roja” en esos tiempos (pues en el se asentaron la mayor parte de las casas de
tolerancia en la época de la regulación). Una descripción de este lugar se nos presenta
mediante la entrevista que realizara el periodista e investigador rosarino Hector Zinni a
algunos de los parroquianos de ese lugar.
12
Texto original: “Buenos Aires was not the only city to regulate cabarets, the sew form of
nightclub that became popular in Argentina after 1910. In 1925 Rosario officials enacted
ordinances to deal with the presumed medical consequences of urban entertainment” (Guy
1990: 143).
47
“- El de Madame Safó era el más caro, ¿no?
- Si era de cinco pesos, que es donde ahora está el Ideal, la posada esa. […]
- Nos dijeron que el Madame Safo tenía espejos hasta en el techo en las habitaciones…
‘Pero no todas ¿eh?
- ¿No todas?
‘Había dos con espejos a los costados y en el techo. Entonces a solicitud del cliente iba a
esa pieza. Pero había que poner más. Había que poner una diferencia. Ya no eran cinco
pesos. Serían quince o veinte. […]
- Las paredes estaban cubiertas de pinturas de famosos artistas
- Monet, Nicolás, ¿que tipo de cuadros eran? ¿paisajes artísticos o alusiones a la cosa?
‘No. Eran mujeres desnudas, nada más. Poses distintas.
- Entonces, ¿era lujoso?
‘¡Si lo era! En el centro de la sala había jarrones grandes y tenía sofás de este lado y ese
lado para dos personas. El que entraba se sentaba. Venía una, usted le decía que no, venía
otra, la tercera lo escupía. Si usted le decía no, yo vengo a acompañar a fulano, no lo
molestaban más, porque era la madama la que las mandaba. […]. No era como en los
prostíbulos que venia una, agarraba a la otra. No: ahí las mandaba la madama. (Caride
Bartrons 2009: 24)
Si bien existieron particularidades en los distintos estados del país, la ley de
1875 fue promulgada en Buenos Aires, hubo diversas modificaciones que sirvieron para
tratar de gestionar de la mejor manera los problemas que se devenían con el transcurso
de los años. Es interesante destacar este punto, porque la legalización de la prostitución
no fue homogénea en Argentina. Existieron diferencias entre Buenos Aires y el resto de
las provincias, así como también entre estas segundas.
Dicha ley, se mantiene con modificaciones, hasta 1934, cuando se prohíbe la
existencia de prostíbulos en Buenos Aires, lo que luego se hace extensivo al resto del
país.
Una cuestión a tener en cuenta es la de la clandestinidad. Normalmente, la
prostitución que se ejercía de manera irregular era muy penada por la ley. Es decir, las
prostitutas que decidían ejercer por cuenta propia, tanto en la calle como en locales eran
perseguidas y sancionadas. Tenían pues que regirse a la ley para ejercer el oficio. Liliana
Mabel Martiello (2005) deja constancia de ello:
“La prostitución legal era cortejada y protegida. La clandestina, competidora desleal, muy
perseguida.”(Martiello 2005: 3).
48
Una manera común de trabajar fuera de la ley, era organizando espectáculos en
los cuales había muchas mujeres en un escenario, cada una con un instrumento, pero
solo se podían escuchar algunos de ellos, pues las demás que no sabían tocar, esperaban
a que algún cliente las eligiese para irse a alguna habitación cercana. La manera de
comunicarse generalmente era a través de las camareras del bar.
3.4 La constitución de mafias
A fines del siglo XIX, la prostitución en Buenos Aires era un fenómeno muy
común en el devenir cotidiano de la ciudad. Como refería anteriormente, el aumento de
la cantidad de prostíbulos era más que notable año a año.
Los lugares donde se ejercía la prostitución, fueron cambiando de nombre con
los tiempos: “café de camareras”, “quilombos”13
, “casas de tolerancia”, “cabarets”...
entre otros.
Si bien la mayoría de los prostíbulos estaban habitados por mujeres de
procedencia europea, también se incorporaron a este trabajo las argentinas, y no de
manera puntual. Fue un fenómeno lo suficientemente significativo como para
desarrollar una literatura en torno a esta figura. Se las denominó “milonguitas”.14
La “milonguitas” solían ser chicas que provienen de estratos bajos de la
sociedad. Eran chicas normalmente pobres que buscaban el rápido ascenso social. Está
presente cierta ambición por salir del estado de pobreza, pero también hay la intención
de la autonomía de la mujer. En estos tiempos de principios de siglo XX, la mujer tenía
un rol social que le impedía prácticamente ejercer vida pública, pues su papel estaba
relegado al cuidado de los niños, de la casa y la vida de barrio.
El hecho de llegar a trabajar en un cabaret15
significaba en cierta forma una
reivindicación de los derechos de la mujer, así lo dice Diego Armus (2002):
“La “milonguita” buscaba en el cabaret y en la noche del centro una alternativa al barrio, a
sus limitaciones y su modestia, a sus rutinas hogareñas y laborales. Frente a un futuro de
13
Palabra lunfarda que quiere decir embrollo.
14
Palabra que tiene el siguiente significado: “mujer de vida airada, mujer muy afecta al baile”.
15
Trabajar en un cabaret no significaba necesariamente trabajar como prostituta, había la
posibilidad de hacer carrera artística, y era un ideal que muchas mujeres perseguían.
47
trabajo y sacrificio, muchas veces pegado a la máquina de coser, el cabaret ofrecía las
tentaciones del lujo, es ascenso social rápido, incluso una carrera artística.” (Armus 2002:
193).
Existían diversos trabajos que las mujeres podían realizar en un cabaret, y Diego
Armus (2002), citando a Tania en “Discepulín y yo” nombra a tres tipos de mujeres que
circulaban en el cabaret: las “artistas”, cantantes consagradas; las “coperas”; que daban
conversación y bailaban con los clientes, los acompañaban con la bebida y, luego de una
larga y paciente ceremonia, vendían amor y sexo; las “queridas” y “mantenidas”,
amantes de los clientes con dinero que encontraban en el cabaret un espacio íntimo y
permisivo.
Así pues se fue creando esta situación en que algunas mujeres de barrio, se
animaban o arriesgaban a buscar una vida que pudiese aportarle mayor felicidad de la
que les esperaba en la vida cotidiana.
La situación laboral no era muy positiva para las mujeres en la Argentina de la
segunda mitad del XIX. Era escasa la oferta y se limitaba sólo a un reducido tipo de
empleos. Guy (1990) explica que las Las perspectivas de trabajo eran escasas en
Buenos Aires para 1869, cuando aproximadamente el 16 por ciento de la población
femenina trabajaba en el sector textil, siendo costurera, o en la fabricación de cigarrillos,
que eran las formas comunes de mano de obra femenina en Argentina. Esto provocaba,
que una mujer de la época que buscaba cierta indepencia económica, no tenía muchas
ofertas de posibilidades.
Las letras de tango se ocuparon mucho de esta figura de la “milonguita”. Todas
tenían un discurso moralista en el cual la historia siempre comenzaba con la
presentación de una linda joven, que por ambición salió del barrio para buscar una vida
de felicidad y riqueza, y tras los años de juventud se ve sola y abandonada, y en muchos
casos tuberculosa. Hay que dejar claro que los tangos eran escritos por hombres
generalmente.
Es preciso puntualizar también, el hecho de que las muchachas criollas no eran
las mejor pagadas. Los hombres que habitaban Buenos Aires buscaban especialmente
francesas y mujeres de pelo y ojos claros (las de Europa del este).
Pero si bien este suceso de la “miloguita” se dio en el Buenos Aires de principios
del XX, no fue lo más común. La cantidad de prostitutas extranjeras en la Argentina de
inicios del XX superó largamente a las nacionales, por lo menos en lo que se refiere a
48
las que ejercían este trabajo en los burdeles y no en la calle. Como se ha dicho eran
mejor consideradas las prostitutas nacidas fuera del país, especialmente si eran
francesas, luego si eran polacas relegando a un puesto más bajo a las nacidas en
territorio argentino. Esto da cuenta de cuan real era el tráfico de mujeres que llegaron
hasta Buenos Aires y de cómo finalmente se constituía el mapa del comercio sexual en
la ciudad.
“La creencia en que los prostíbulos argentinos fueron alimentados por la trata internacional
de blancas creció a medida que la proporción de prostitutas con registro de nacimiento
extranjero fue en aumento. Entre 1889 y 1901, existían 6.413 mujeres registradas en
Buenos Aires, y sólo el 25 por ciento de ellas eran argentinas. Por el contrario, casi el 19
por ciento eran de origen ruso, y combinando éstas con las de origen rumano, alemán o
austro-húngaros, la cifra ascendía a un 35 por ciento, mucho más que la proporción de las
nacionales en la ciudad. Los siguientes grupos fueron las provenientes de Italia (13 por
ciento) y Francia (9 por ciento). Sólo 65 mujeres inglesas fueron registradas durante ese
tiempo (1 por ciento). Cuando el plazo se extiende hasta 1915, el porcentaje de mujeres
argentinas registradas disminuyó, la proporción de mujeres rusas seguía siendo el mismo, y
las francesas aumentaron a un 15 por ciento. No fue sino hasta la década de 1920 que el
porcentaje de prostitutas argentinas registradas comenzó a aumentar, representando en 1934
el 43,9 por ciento del total, mientras que las mujeres polacas y rusas constituían el 48,6 por
ciento" (Guy 1990: 16)16
.
La mayoría de la prostitución vino de la mano de mafias constituidas por
extranjeros que traían de sus tierras de origen enormes cantidades de mujeres para
obligarlas a ejercer la prostitución su propio provecho.
Hubo mafias de diversos orígenes, pero este trabajo va a ocupar las dos mafias
más conocidas no solo por fama sino por las grandes cantidades de prostitutas que
esclavizaron. Una de ellas de procedencia francesa, fue la conocida Milieu y la famosa
16
Texto original: “The belief that Argentine bordellos were fed by the international white slave
traffic grew as the proportion of foreign to native-born registered prostitutes increased. Between
1889 and 1901, there were 6,413 women registered in Buenos Aires, and only 25 percent were
Argentine. In contrast, almost 19 percent were Russian, and combined with the Romanian,
German and Austro-Hungarian women they totaled 35 percent – far more than the proportion of
those nationalities to the city’s female population. The next largest groups came from Italy (13
percent) and France (9 percent). Only 65 English women registered during this time (1 percent).
When the time period is extended to 1915, the percentage of registered Argentine women
decreased, the proportion of Russians women remained the same, and the French increased to
15 percent. It was not until the 1920s that the percentage of registered Argentine prostitutes
began to rise, and by 1934 they represented 43.9 percent of the total, while Polish and Russian
women made up 48,6 percent” (Guy 1990: 16).
47
por excelencia, debido a que hubo procesos judiciales que la desmantelaron, fue la Zwi
Migdal que hacía la trata con personas procedentes sobre todo de Polonia, aunque
también de Rusia, Ucrania y Europa del este.
3.5 Milieu
La Milieu fue una organización de origen francés que se dedicó a la trata de
personas desde Francia a Buenos Aires. Casi toda la información que poseemos en
nuestro tiempo, es por la magnífica obra “El camino a Buenos Aires” de Albert Londres,
escritor que logra integrarse en la organización delictiva para vivir en primera persona
las acciones que llevaban a cabo, así como la moral que apoyaba dicho negocio y las
condiciones de la víctima con anterioridad a la trata.
Normalmente el perfil del rufián era el de un ex-convicto, de cualquier edad, que
tras salir de prisión descubre que el de la trata, es un verdadero negocio.
Londres, cruzó el océano para poder documentarse sobre el tema de la trata,
poniendo interés en los mafiosos franceses. Partió con un integrante de la Milieu desde
Francia que viajaba con una mujer que usaría para el negocio. Los franceses hacían
trabajar a dos o tres mujeres (que normalmente iban a buscar ellos mismos, aunque a
veces también las compraban) y de ellas, solo una era su mujer, la verdadera. Con esta,
se retiraban una vez que la jubilaban para disfrutar juntos de la fortuna que el negocio
había dado, en cambio las demás, no podían esperar por tal “privilegio”, y eran vendidas
cuando el tratante se retiraba del negocio.
La forma de interactuar con las mujeres era también diferente a otras mafias (en
concreto a la Zwi Migdal que se tratará más adelante). Los alcahuetes tenían la potestad
para tener relaciones con sus chicas antes de introducirlas en el prostíbulo, de hecho se
creaba un vínculo afectivo en el cual la mujer aceptaba el papel que le tocaba para
ayudar económicamente a su “querido”.
La mayoría de las mujeres viajaban normalmente hacia América en unas
condiciones muy diferentes a otras mujeres europeas, pues muchas sabían a qué iban, o
incluso ellas mismas buscaban la manera de partir para América. Guy argumenta este
punto:
48
"Los franceses operaron uno de los principales organizaciones dedicadas a la prostitución.
El 1889 la Asociación Nacional de Vigilancia en uno de sus informe reportó que al puerto
de Havre como "el mejor puerto para que zarpe una chica, ya que los barcos americanos las
llamaban desde allí". Curiosamente, esta declaración implica que las mujeres buscaban
voluntariamente emigrar hacia Francia, así como a hacia las Américas, lo que es un fuerte
contraste con las historias sobre las mujeres judías." (Guy 1990: 11).17
Es interesante hacer hincapié en el hecho de que no hay un acuerdo académico
sobre el facto de si la gran mayoría de las mujeres sabían qué iban a hacer al otro lado
del océano o no.
Bra y Londres no están de acuerdo. Silvia Chejter (2009) dice que “con
frecuencia, los padres conocían el motivo y el destino del viaje al Nuevo Mundo y, en
ocasiones, también la hija” compartiendo esta teoría con Londres que subraya “saben el
camino que han emprendido” mientras que Bra (1999) advierte que ellas eran reclutadas
“la mayoría de la veces con engaños, para convertirlas por coacción en carne de
prostíbulo”.
Donna J. Guy (1990) sostiene las dos ideas: defiende que Buenos Aires era
conocida internacionalmente como un tenebroso puerto de mujeres desaparecidas y
vírgenes europeas secuestradas que se veían obligadas a vender su cuerpo y bailar el
tango, pero que si bien es cierto que la Capital tenía por ese entonces una población
mayoritariamente masculina, y en consecuencia la prostitución legalizada era un
negocio activo y rentable para el que se solía reclutar con engaños a mujeres europeas,
también es real, que hubo muchas inmigrantes trabajadoras del sexo que llegaron a estas
playas sabiendo a qué atenerse.
Volviendo a la experiencia de Alberto Londres, cuando este desembarcó en
Buenos Aires, acudía a las reuniones que se celebraban de manera clandestina en
diferentes ambientes de Buenos Aires, a veces bares aunque también recurrían a
librerías francesas u otros emplazamientos (siempre de compatriotas). Los proxenetas
provenían de diferentes lugares de Francia, no tenían porqué conocerse anteriormente,
su unión se producía por la nacionalidad. La ascendencia de estatus social era muy
17
Texto original: “French men operated one of several other major organized prostitution rings.
The 1889 National Vigilance Association report named the port of Havre as “the best port for
the girl to go to, as so many American ships called there”. Curiously, this statement implied that
omen voluntarily sought to migrate to France as well as to the Americas, a strong contrast to the
accompanying stories about Jewish women” (Guy 1990: 11).
47
rápida para este tipo de personaje. Es muy interesante esta reflexión sociológica que
hace Londres (1927) en su obra:
“Allí estaban ellos. ¡Demonio! ¡Bonita asamblea! Había enviados especiales del faubourg
Saint-Denis y del faubourg Saint-Martin. Marsella también estaba representada. ¡Es
consolador encontrar compatriotas lejos de la patria! Impresión inesperada: aquí no chocan
estos sujetos. No parecen individuos raros, como en París. En Francia, lo mismo en los
medios populares que entre los burgueses, se señalan, y ni soñar siquiera en que puedan
confundirse con las capas superiores, a pesar de sus ropas. En Buenos Aires están a tono
con el conjunto del paisaje argentino...” (Londres 1927: 57-58).
La Milieu fue una organización que se estructuró sin jerarquías, no tenían jefes,
eran socios.18
Ellos se relacionaban de manera horizontal, se aconsejaban entre ellos y se
defendían y apoyaban.
Normalmente los hombres que pertenecían a esta organización, tenían algunas
mujeres explotadas en Buenos Aires (u otras regiones de la Argentina) y de vez en
cuando volvían a la remonta.19
Pero es importante destacar que ellos decidían de manera
autónoma, a diferencia de los polacos que eran designados por las jerarquías superiores.
Cuando conseguían una mujer, partían con ella y la desembarcaban en Uruguay o en
Buenos Aires.
Este negocio funcionaba de la misma manera que podría funcionar una empresa
convencional. Se tenían en cuenta los activos y los pasivos, las relaciones diplomáticas,
la oferta, la demanda y la competencia. Es curiosa la siguiente cita de Londres (1927) en
la cual describe la manera como la organización se relaciona con las instituciones:
“El ambiente es una sociedad de hombres que explotan a la mujer, como otros explotan los
bosques, la ganadería, las minas o las fuentes medicinales. Es una corporación: un Estado,
como Mónaco en la RepúblicaFrancesa, San Marino en el reino de Italia y Andorra en los
Pirineos. […] Han roto con todos los poderes públicos, excepto con la policía, a la que
reconocen como potencia extranjera, por lo que le envían sus embajadores, encargados de
asegurar las buenas relaciones de frontera.” (Londres 1927: 93).
Existía la compra y a venta de las mujeres, que pasaban a manos de otros
rufianes, que tenían desde entonces el derecho de explotarlas como propiedad privada
18
Es importante mencionar esto porque no era la manera más común de organización, pues las
mafias solían estructurarse de manera jerárquica.
19
Venir de remonta significaba ir a buscar más mujeres al país de origen.
48
suya. Se negociaba por su valía de la misma manera que un objecto. No existía ningún
tipo de aprensión sobre el tema, se convirtió en un hecho cotidiano dentro del ambiente
de la trata. Y en cuanto al funcionamiento del negocio, es decir, a lo que había que tener
en cuenta para ponerlo en marcha y mantenerlo, es muy ilustrativo el siguiente
fragmento:
“Y los gastos? Para poner en marcha una mujer hay que gastar alrededor de treinta mil
francos: ir a buscarla a Francia, ponerla en Buenos Aires, colocarla. Esto no es nada. Luego
viene: el alquiler de la casa ¡setecientos u ochocientos pesos mensuales!; sostener una
encargada y una criada, envíos a la familia todos los meses, multas, ¡los regalos!, ¡la sisa!
¿Creía usted que no teníamos más que poner la mano? El oficio de chulo, monsieur Alberto,
tiene bastantes complicaciones: hay que ser administrador, educador, paño de lágrimas,
higienista. Exige mucha sangre fría, golpe de vista, ser un gran psicólogo, dulzura, firmeza
y abnegación. ¿Sabe usted cuáles son nuestros principios, o mejor cuáles eran en los
tiempos en que el ambiente no estaba maleado? Ser correctos en todas partes, lo mismo en
buenos que en malos lugares. […] Defender al débil contra el fuerte. Dejarse arrancar las
uñas antes que entregar al camarada, aunque sea culpable.” (Londres 1927: 118-119).
Al final del texto se puede ver cómo la relación entre los rufianes franceses es
horizontal y cooperativa. Ellos se defienden mutuamente, son compañeros de negocios y
suelen tener buena relación. Es bien distinto el caso de la organización de polacos que
ahora vamos a ocupar.
3.6 Zwi Migdal
La Zwi Migdal fue la organización que manejó más volumen de protíbulos a
principios del siglo XX, y es famosa no solo por este dato, sino porque fueron
denunciados, detenidos y juzgados numerosos rufianes y madamas en el año 1930.
La organización Varsovia, luego conocida con el nombre de Zwi Migdal llegó a
tener inmenso que no solo se remitía a la ciudad de Buenos Aires, sino que también con
sedes en las provincias como es el caso de Rosario y Córdoba, además de Brasil.
Había nacido en los alrededores de 1906 como la Sociedad Israelita de Socorros
Mutuos La Varsovia, pero que luego dejó al descubierto su verdadero cariz. Tenía
antecedentes en un grupo de proxenetas ya organizados con anterioridad y que se
47
conocían desde 1889 como “Los Cuarenta” o “El Club de los Cuarenta” agrupando a
polacos judíos que trabajaban ese rubro y que desde sus primeros movimientos en
provincia lograron obtener la personalidad jurídica bajo el rótulo de Sociedad de
Socorros Mutuos La Varsovia. Schnabel (2009) trata con profundidad este tema:
“En 1891 llegan a Buenos Aires 3.000 judíos provenientes de Europa del este, algunos de
ellos en el marco del proyecto de colonización agraria financiada por el Barón Hirsch. Sin
embargo ya en 1879 se registra la primera mención de tráfico de rufianes judíos en Buenos
Aires. Para principios del siglo XX ya había en Argentina alrededor de 18.000 extranjeros
de religión judía. En gran medida esa afluencia migratoria respondía a la persecución racial
que sufrieron en Europa, los llamados “pogroms”. (Schnabel 2009: 15).
Si bien, como ya se señalaba, su nombre original era Varsovia, el de Migdal se lo
debe a uno de sus fundadores, Luis o Zwi Migdal, quien con 42 años de edad, pelirrojo
y de nacionalidad rusa, aparece en los archivos policiales publicados en 1896. Con solo
este dato se puede ver como esta organización si que estaba altamente jerarquizada, a
diferencia de la Milieu.
El Club de los Cuarenta, hizo posible que los rufianes judíos se conociesen y
cooperasen para darse apoyo mutuo y compartir información para poder esquivar a la
justicia de una manera exitosa. Según Schnabel, citando a Goldar, para poder entrar a la
organización había que acreditar la condición de rufián. Me parece interesante citar las
características a cumplir para poder ingresar en dicho Club:
“La Asociación establecía que a la Comisión Directiva le correspondía intervenir en las
operaciones corrientes de: 1) compraventa de mujeres; 2) indemnizaciones a los socios que
por una u otra causa quedaran sin mujeres... La indemnización tenía como única finalidad
permitir al caftén trasladarse a Europa para obtener otra mujer; 3) todo lo relativo al
traslado de prostitutas a los distintos lenocinios; 4) aplicación de multas a los remisos en el
cumplimiento de sus obligaciones; 5) la fijación de cuotas sociales para hacer frente a las
coimas20
, dádivas, donaciones, etc.; 6) el estricto control del remate...; 7) las sanciones a las
prostitutas que no cumplían con las exigencias de su caftén, pues había que enviarlas a
prostíbulos de “campo” donde la estadía ser tornaba espantosa”. (Schnabel 2009:19).
Fue sin lugar a dudas la más afamada red de prostitución que operó en
Argentina. La red era conocida ya no sólo dentro de la comunidad judía, sino que
20
Coima es un sinónimo de prostituta, pero en Argentina la palabra se usa con el significado de
soborno.
48
también en toda la ciudad, lo que provocó una necesidad de distanciamiento con esta
por parte de la comunidad hebrea para no generar una estigmatización que ya venía
creciendo. Empezó a vincularse la religión judía con el proxenetismo, creciendo así el
anti-semitismo. Los proxenetas alcanzaron tal popularidad entre la población argentina,
que llegó al punto en que los judíos se avergonzaban de confesar su condición de tales.
Goldar (1996) señala en sus estudios que la existencia de esta red o sociedad de
prostitución llegó a repercutir tan desfavorablemente en la colectividad judía que
palabras como “judío” y “polaco” eran sinónimos de rufián.
Por ello, los participantes de la red fueron expulsados de los templos e incluso
les fue prohibido ser enterrados en el cementerio de judíos. Este es el motivo por el que
se organizan para crear sus propias instituciones. Los rufianes judíos, destacan en
comparación a otros tratantes por convalidar la trata de personas con la religión. Eran
creyentes y querían una muerte digna (pues para los judíos el entierro es muy
importante). Gerardo Bra, uno de los escritores célebres del caso de la Migdal señala lo
siguiente en su obra “La organización negra: la increíble historia de la Zwi Migdal”:
“Fueron rechazados, unánimemente, con la sola repulsión que despertaba su sola presencia
física. Les negaron el acceso a los escasos templos hebraicos existentes por aquellos años,
llegando la exclusión hasta el estado post-mortem, prohibiendo inhumaciones en los
cementerios israelitas de todo aquel que en vida había medrado con el vil comercio.” (Bra
1982:18-19).
Sus negocios fueron tan rentables que consiguieron tener una sinagoga propia en
Córdoba al 3200. Este lugar fue como la oficina de la organización durante muchos
años. Aquí se efectuaban parodias de casamientos (con falsos rabinos) con las mujeres
judías traídas bajo engaños.
La organización además, consigue (en colaboración de una comunidad sefardí)
compara el terreno para un cementerio propio. Se encuentra ubicado en Avellaneda, y
hoy en día, aunque sigue existiendo, no se puede visitar. En este cementerio fueron
enterrados los “tmein” o impuros. Tanto prostitutas como rufianes tuvieron desde este
entonces un lugar donde ser enterrados. Aunque en 1930 la organización fue
desarticulada, solo en 1952 la Municipaliad de Avellaneda dio fin al permiso que tenía
la Zwi Migdal para establecer el cementerio y tomó posesión de las tierras. Los rufianes
y las madamas siguieron siendo sepultadas allí hasta 1954.
47
El poder de esta organización era tan fuerte que podía permitirse el comprar una
sinagoga, un cementerio y por supuesto pagar los sobornos necesarios a políticos y
policías que cuidasen de su negocio.
Quizás uno de los políticos más involucrados con las redes de prostitución para
ese primer tercio del siglo XX en Argentina es Alberto Barceló (1873-1946), diputado y
senador nacional conservador por Avellaneda. Desde 1909 hasta bien entrada la década
de los 30 tuvo el poder de manera casi ininterrumpida en la intendencia de Avellaneda.
El creó su propio partido llamado “Provincialista”, pero se integró en una confederación
conservadora tras el golpe de estado de José Félix Uriburu en 1930.
Fue famoso por su mano dura, y la creación de empleos lícitos e ilícitos.
Aceptaba los sobornos de proxenetas (Zwi Migdal) que manejaban altas sumas, y a
cambio le concedía protección política.
Pero hacía falta una persona, que ofreciese la protección material, en la calle.
Esa persona fue el famoso “Ruggerito”.
Si bien no se ha escrito mucho sobre los enredos de la prostitución porteña de
inicios de siglo, la figura de Ruggerito ha sido y es famosa en la ciudad.
Ruggerito pegaba carteles para el partido conservador de Alberto Barceló, con
solo 14 años de edad. Era así mismo, escolta del hermano del político. En un tiroteo
fuera de un prostíbulo, se ganó la fama necesaria para ser el colaborador de Barceló,
ejecutando en la calle la política de protección de la mafia por la cual la Migdal pagaba.
Ruggerito tenía una banda conocida como “chicos del gatillo fácil” que actuaba cuando
era necesario preservar los intereses de los alcahuetes. Fue definido de la siguiente
manera por Adrián Pignatelli (2005) en su libro “Ruggerito: Política y negocios sucios
en la Avellaneda violenta de 1920-1930”: “un tanto pistolero, otro tanto político y otras
cosas más, que vivió muy aprisa, en un ambiente donde se hacía mucho dinero sin
trabajar”. Juan Rugerio fue una persona odiada por muchos y muy querida por otros.
Pero de una manera u otra fue una figura muy destacada interrelacionada entre la
política y la mafia de trata y la explotación sexual.
El desbaratamiento de la Zwi Migdal, vino de la mano de una mujer que ha
pasado a la historia por enfrentarse a una organización con tanto poder y tan pocos
escrúpulos.
Ella, Raquel Liberman, de procedencia polaca, fue una de más de las que
sufrieron la trata y la explotación. Consiguió ahorrar para darle el dinero a un cliente
que se apiadó de ella y que la “compró” a su rufián.
48
Una vez en libertad, Raquel puso una denuncia en 1926 que no prosperó, porque
fue descubierta por la Migdal y reclutada de nuevo. En 1929 contacta con el comisario
Julio Alsogaray y decide sostener la denuncia. Con esta demanda, el comisario y el juez
Manuel Rodriguez Ocampo (que no se dejó corromper en tal situación) tienen las
pruebas para comenzar la captura y el desmantelamiento de toda una organización, e
inician el juicio contra rufianes y madamas.
En la investigación que llevan a cabo ven como hay una gran relación entre este
negocio ilícito y otros como el comercio de drogas. Julio Alsogaray, además de iniciar la
denuncia de Raquel Liberman y trabajar activamente en el caso, escribió un libro para
explicar los pormenores de la organización y sus métodos de actuación. El libro fue
publicado en 1933 y lleva por título “Trilogía de la trata de blancas”. De esta obra se
puede destacar los siguiente:
“Nada faltaba para que su parecido fuera semejante al de las asociaciones lícitas: la Migdal
tenía un activo y un pasivo, representando el primero por la mujer convertida en capital y el
e segundo, aunque infinitamente menor, por las coimas y otras dádivas ilegales que se veía
forzada a dar para asegurarse la impunidad. El problema de la trata de blancas no es una
novedad en el país ni puede causar extrañeza su difusión, tal cual se practicaba años atrás.
Lo extraño, lo increíble, lo inaudito, es el perfeccionamiento y organización adquiridas en
los últimos tiempos, como si se tratara de la explotación de una industria o empresa
comercial, basada en cálculos matemáticos.” (Alsogaray 1933: 220).
Así las cosas, el juez decreta la captura de los integrantes de la organización, se
ordenan allanamientos y se le retira la personalidad jurídica a la organización.
Rodriguez Ocampo dicta prisión preventiva por corrupción y asociación ilícita contra
108 detenidos, aunque ordena la captura de otros 334 prófugos.
Pero todo este proceso se vio envuelto en momentos políticos complicados. Se
desenlaza el golpe de estado del militar José Félix Uriburu, y se detiene la marcha de los
esclarecimientos. Con el estado de sitio que se produjo tras el golpe, la situación fue
propicia para “que se continuara con los interminables arreglos y acomodos”
(Alsogaray 1933: 237).
Tras el cambio político el 4 de diciembre de 1930 el Comisario Alsogaray debe
dejar su cargo. Nunca se supo por qué y en qué condiciones. Sobre el final de la feria
judicial, el 27 de enero de 1931, la Cámara sólo confirma la prisión preventiva de tres
rufianes y deja sin efecto la de los restantes, aduciendo que muchos se pudieron asociar
47
sólo por los fines ostensibles y lícitos y no tenían por qué conocer los propósitos
delictivos. No hubo un efecto tan fuerte sobre el hecho como el que en un inicio se
pretendía.
La mayor parte de los imputados son deportados a Uruguay y Brasil. Muchos de
ellos se quedan en estos países y siguen con el negocio, otros vuelven a Buenos Aires
para continuarlo y algunos regresan para reformularse y establecer otro tipo de
comercio. Casi ninguno de los incriminados termina cumpliendo su condena, a causa
del desarrollo del nuevo régimen político.
Aun con este infortunio, el trabajo de Alsogaray y Ocampo da resultados
sociales. La trata, sufrió un duro golpe. El fenómeno del proxenetismo se torna muy
conocido públicamente, la sociedad conoce el negocio, el trato que se le daba a las
víctimas, la corruptela de los funcionarios, la vinculación de este delito organizado con
los estamentos públicos y se comienza a valorar la permisividad de la prostitución
“como mal necesario”.
Así se va creando la conciencia pública que repercutirá en la “Ley de Profilaxis
de Enfermedades Venéreas” que se aprueba en 1936. Esta ley prohíbe la existencia de
locales para el ejercicio de la prostitución en todo el país y castiga a las personas que los
dirigen. También impone un examen prenupcial para conocer la existencia de
enfermedades venéreas en los contrayentes. El proceso de abolicionismo comienza en la
década de los 20 pero no se materializa hasta 193421
para la ciudad de Buenos Aires y
1936 para todo el país.
Aunque la desarticulación de la organización acaba repercutiendo en la ley
contra el desarrollo de la prostitución, no se puede decir que la esclavitud sexual
desapareciese con este capítulo. Schnabel (2009) recalca este punto:
“La prostitución se ejercía de modo disimulado en cabarets, cafés, restaurantes y las
mujeres solían tener arreglos con hoteles céntricos.” (Schnabel 2009: 34).
Tras el abolicionismo, la policía puso en práctica el manyamiento22
. Este sistema
se puso en práctica sobre todo con prostitutas. Las detenían y después pasaban al
sanatorio para recibir el control médico. Después de este procedimiento, y si estaban
21
En este año se prohíbe la existencia de prostíbulos para la Ciudad de Buenos Aires. El motivo
de esta anticipación es el estallido del escándalo en la ciudad en primera instancia. Luego se
desarticuló en los demás lugares del Estado Argentino donde también operaba.
22
Sistema por el cual la policía recorría las calles (de civil) para buscar a delincuentes
conocidos. Se les detenía para hacer averiguaciones.
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Tesina: "La inmigración masiva y la prostitución en Buenos Aires (1875-1940)

  • 1. 47 MÁSTER EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS La inmigración masiva y la prostitución en Buenos Aires (1875-1940) Tesina presentada por Samanta FERNÁDEZ CORTÉS Barcelona, 2012 Directora Gabriela Dalla-Corte Caballero
  • 2. 48 ÍNDICE 1. Introducción…………………………………………………………………………. 3 2. Inmigración………………………………………………………………………….. 5 2.1. La llegada de la inmigración a la Argentina…………………………………5 2.2. Ubicación de inmigrantes…………………………………………………….12 2.3. Afluencia masiva de hombres………………………………………………15 3. Prostitución……………………………………………………………………………17 3.1. Historia de la trata y la prostitución en Buenos Aires……………………… 17 3.2. Definición y funcionamiento de la trata de personas……………………… 19 3.3. De las enfermedades a la regulación……………………………………….. 24 3.4. La constitución de mafias………………………………………………….. 32 3.5. Milieu……………………………………………………………………….. 35 3.6. Zwi Migdal………………………………………………………………….. 39 3.7. Manifestaciones del fenómeno de la prostitución en la cultura porteña…. 45 4. Conclusión…………………………………………………………………………… 50 5. Anexo………………………………………………………………………………… 52 6. Bibliografía…………………………………………………………………………… 54
  • 3. 47 LA INMIGRACIÓN MASIVA Y LA PROSTITUCIÓN EN BUENOS AIRES (1875-1940) 1. Introducción Las migraciones a la Argentina en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX fue uno de los fenómenos que más marcó la construcción del emergente Estado-nación. Mi tierra natal, Galicia, fue tierra de expulsión de personas por las condiciones económicas de dichas décadas, y la gran mayoría de ellas eligieron como destino Buenos Aires. Es por ello que tengo una fuerte vinculación emocional con esta ciudad, y con las consecuencias de este fenómeno social. En torno a la enorme cantidad de personas que poblaron las tierras argentinas en pocos años, se desencadenaron muchos cambios estructurales de lo que venía siendo el país tras la inmediata independencia. Los cambios fueron de tipo económico, arquitectónico, cultural, social entre otros. Es decir, que la presencia de los inmigrantes transformó la sociedad existente para dar paso a una nueva: una sociedad rica en diversos lenguajes, gastronomías, religiones... De esta bella mezcla emerge y se constituye la idiosincrasia porteña actual. En la primera parte de mi trabajo abordo, por tanto, la inmigración de estos tiempos, así como las condiciones, salvando excepciones, en que llegaban a la gran ciudad de la República Argentina, Buenos Aires, recorriendo los dos grandes tópicos por los que todo migrante solía transitar: el barco y el conventillo. Pero fue entre todas las consecuencias que esta gran inmigración provocó, la prostitución que se desarrolló de manera masiva en los últimos años del XIX y los primeros del XX, el fenómeno que me interesó como reflexión principal en la presente tesina. La mayor parte de los inmigrantes eran varones, especialmente en las primeras oleadas de la inmigración masiva, factor que indica la gran cantidad de mujeres que acabaron ejerciendo la prostitución en los numerosos burdeles que se establecieron por el centro en un inicio y por toda la ciudad en años posteriores. Por ello, en segundo lugar me centro en el proceso que comportaba la prostitución: la trata de personas que fueron llevadas a cabo por mafias (especialmente de origen francés y
  • 4. 48 polaco) así como los procedimientos que seguían la misma desde los países de origen hasta el establecimiento de las mujeres en los burdeles porteños. Como vamos a ver en las siguientes páginas, el ejercicio de la prostitución se tornó tan habitual que incluso requirió una legislación propia para regularla. Esta legislación se modificó a lo largo de casi sesenta años hasta que se decretó su abolición. Las fuentes bibliográficas usadas para la presente tesina son diversas, pues trabajo de manera profunda con una de las fuentes documentales más importantes para el tema que nos concierne: “El camino de Buenos Aires: La trata de blancas” de Albert Londres, publicado en 1927. Este fue el primer libro que se publicó haciendo mención a la trata de personas, pues era un tema del cual no había referencias en aquellos tiempos, ni en literatura ni en prensa. Como fuentes secundarias hay diversos autores y autoras que tratan el tema desde diversos enfoques y que ayudan a la composición de la realidad de aquella época y a la reflexión sobre la misma. Aquí se pueden destacar celebridades como Donna J. Guy, con su clásica obra “El sexo peligroso: la prostitución legal en Buenos Aires, 1895-1955”. Además he tratado otros autores que han abordado el tema en profundidad como Diego Armus, Liliana Mabel Martiello, Silvia Chejter o Raúl A. Schnabel. La hipótesis de este trabajo es que la prostitución que se manifestó en Buenos Aires en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX se desarrolló debido a la influencia de la inmigración masiva europea que se dio en esta época. Por último, es muy importante para mi añadir los agradecimientos a las personas que hicieron posible la documentación para esta tesina: A Beatriz Ferrús por la recomendación de la magnífica novela “Frontera Sur” de Horacio Vázquez-Rial, con la cual desperté mi interés por este tema además de descubrir un gran autor, de cuya bibliografía me apoyé para la realización de este trabajo. A Xosé Manuel Núñez Seixas y Pilar Cagiao, de la Universidad de Santiago de Compostela, por sus aportaciones en materia de migraciones. Siempre disponibles para ofrecer bibliografía. A Ruy Farías y Nadia de Cristóforis, que me guiaron en la búsqueda de documentación en la Ciudad de Buenos Aires, a donde tuve la suerte de poder viajar para conocer el enclave sobre el que versa mi trabajo, y donde conocí el Museo de la Emigración Gallega, que me sirvió de inspiración para determinar mi tema.
  • 5. 47 A Adrián Pignatelli que tuvo la amabilidad de proporcionarme valiosa información sobre temas que tienen escasa documentación. Y finalmente a Gabriela Dalla Corte que generosamente me proporcionó todos los contactos anteriores, así como excelentes sugerencias para mi trabajo y sobre todo, su esfuerzo. 2. Inmigración “Los mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas, y los argentinos... de los barcos.” Octavio Paz En este apartado abordo la inmigración llegada a la República Argentina en el periodo de organización del Estado Nacional y de la nacionalidad argentina. El fenómeno de la prostitución a la que atiende este trabajo, que se presenta de manera más intensa a fines del siglo XIX y principios del XX, es preciso contextualizarla en el período de inmigración europea masiva a Argentina que se dio de 1970 a la I Guerra Mundial, y especialmente a la ciudad que nos ocupa: Buenos Aires. 2.1 La llegada de la inmigración a la Argentina El fenómeno de la prostitución a la que atiende este trabajo, que se presenta de manera más intensa a fines del siglo XIX y principios del XX, es preciso contextualizarlo en el período de inmigración europea masiva a Argentina, y especialmente a la ciudad que nos ocupa: Buenos Aires. Si bien la inmigración fue un suceso que tuvo inicio desde los tiempos de la colonia, en las últimas décadas del siglo romántico y hasta mediados del siglo XX, la afluencia de hombres, mujeres y niños que cruzaban el Atlántico en busca de mejores condiciones fue desorbitada. Las causas de ello apuntan en primera instancia a la extrema pobreza que envolvía al viejo continente. En el contexto político-económico de muchas regiones europeas no había la posibilidad de subsistir para gran parte de la población. Las regiones más azotadas por esta crisis fueron por consecuencia las que
  • 6. 48 más poblaron Argentina: Italia, España, Polonia, países de Europa del este y Rusia, incluso franceses, suizos y alemanes. De entre estos puntos de partida, quisiera detenerme unas líneas en Galicia, lugar de procedencia de muchos inmigrantes que habitaban la capital argentina. Durante los años de la I Guerra Mundial, la mitad de los españoles eran de procedencia gallega. Como en otras regiones europeas, la causa mayoritaria de expulsión fue la pobreza. Como Pilar Cagiao sostiene en su artículo titulado “Cinco siglos de emigración gallega a América” (1992), el sistema económico tradicional, basado en la agricultura de subsistencia entró en crisis debido a un crecimiento demográfico acentuado que se venía produciendo desde finales del siglo XVIII. Desde la segunda mitad del siglo XIX Galicia conocía una grave crisis en el sector industrial doméstico, los tejidos domésticos no pueden competir con los tejidos de algodón y la importación o contrabando de los linos europeos hilados y tejidos por medios mecánicos. Muchas familias se encontraban en situaciones difíciles porque no había otros sectores de actividades para compensar la mano de obra de este sector. Al lado de la caída de la industria rural se presenta la crisis del sector agrícola entre los años de 1850 a 1860. La revolución industrial no se desarrolló en Galicia al mismo tiempo que en otros lugares de España, y al mantenerse la economía feudal mientras que en otros lugares se estaba desarrollando la economía capitalista, dejó a esta región en una clara desventaja. La disponibilidad de medios económicos para afrontar el viaje fue una facilidad que tuvieron los gallegos debido a la existencia de pequeños propietarios agrícolas. La repartición de la tierra en Galicia es de carácter minifundista, y es por ello que esta estructura de propiedad de la tierra proporcionó medios en numerosas ocasiones a los pequeños campesinos para poder llevar a cabo su emigración, al facilitarles por distintos métodos la financiación del viaje. En este sentido es importante destacar que esta mayor disponibilidad económica por parte de los emigrantes gallegos, al poder efectuar ventas e hipotecas de propiedades, hizo que en Galicia se hiciera menos frecuente la existencia de emigración subsidiada por “contratadores” americanos (típica en regiones como Andalucía donde el latifundio no permitía a los jornaleros la acumulación de capital para enfrentar la emigración). Cagiao (1992) explica también la función de los “ganchos”, que eran agentes de emigración contratados por las compañías navieras o por los propios gobiernos de los
  • 7. 47 países receptores que recorrían los pueblos y aldeas de Galicia, cantando las excelencias de América para persuadir a las gentes del campo de un porvenir mejor al otro lado del Atlántico. Estos ganchos convencían a los emigrantes, cuyo nivel cultural era mayoritariamente escaso, de que su gestión para conseguir el pasaje ofrecía mayores garantías que realizándola directamente con las consignatarias. Además de esto facilitaban a los emigrantes los trámites de obtención de la documentación necesaria, o falsificaban dicha documentación si era necesario, cobrando por ello una determinada cantidad. Esto encarecía el precio de los pasajes que por supuesto pagaban los emigrantes sin saberlo. Asimismo, en muchos casos se ofrecían como prestamistas a un alto interés o sugerían al interesado la posibilidad de hipotecar algunos de sus bienes a su favor. Como ganchos solían actuar desde secretarios de ayuntamiento hasta farmacéuticos, comerciantes, párrocos o simples individuos que solían estar bien relacionados. Es interesante resaltar esta figura, porque en páginas siguientes, se verá de nuevo un figura similar que facilitaba la trata de personas. Entre gallegos y otros inmigrantes, se elaboran pues la identidades colectivas. Un estudio destacado en este ámbito es el de Xosé Manuel Núñez Seixas (2002) en “O inmigrante imaxinario: estereotipos, respresentacións e identidades dos galegos na Arxentina (1880-1940), en el cual analiza los flujos culturales entre la sociedad receptora y la recién llegada, así como la perspectiva resultante en la que encuentra claves explicativas de la compleja construcción de la identidad nacional y la construcción de la ciudadanía. La multiculturalidad pasó a formar parte de Buenos Aires, y los porteños que nacieron ya en la ciudad arrastraron esta mezcla de identidades, culturas, idiomas... que los conformaron en los que son hoy en día. Me ha parecido muy interesante la siguiente reflexión de Alberto Londres en 1927, en su clásica obra “El camino de Buenos Aires: La trata de blancas” que ocuparé detenidamente en el siguiente capítulo. Casi se puede decir que la naturaleza del porteño era el mestizaje: “Llegó el guardia. Era éste un perfecto argentino, pues su padre era alemán; su madre, francesa; sus abuelos uno italiano y otro sirio, y sus abuela, portuguesa la una y polaca la otra” (Londres 1937: 36).
  • 8. 48 Existió también como motivación a la emigración, entre estamentos no tan pobres de la sociedad, el afán de progreso que pasó a la historia como “Hacer las Américas”. La inmigración se ve favorecida también por la revolución de los transportes. El avance en el barco de vapor ayuda a que mucha gente pueda costearse el viaje, pues resulta más barato tras este descubrimiento. Además de esto también mejoran las condiciones de seguridad y de sanidad en la travesía. Se reducen significativamente la cantidad de días a bordo, pues mientras que a mediados del siglo XIX el viaje duraba alrededor de cincuenta días para el primer cuarto de siguiente siglo se podía realizar en sólo trece. También la construcción del ferrocarril en el interior de Argentina ayudó al movimiento interno de los inmigrantes y a su posterior colocación por las provincias. Este factor fue importantísimo para el impulso económico del país, como destaca Roberto Cortés Conde en “El crecimiento de la economía Argentina”, pues las dificultades de transporte en regiones del interior hacía complicada la salida de los productos que se esperaban comercializar. Fue hacia la década de los 70 en el siglo XIX cuando empezaron a implementarse las políticas de inmigración y colonización, y fue posible en gran parte, gracias a este avance ferroviario. La inmigración es impulsada por la burguesía propietaria de tierras rurales, para abaratar la mano de obra en la producción agrícola, que era la base de su poder económico, razón por la cual el país se convirtió en uno de los mayores agro- exportadores del mundo. El inmigrante estaba pensado para poblar el desierto. Pero finalmente fue difícil hacer realidad este proyecto, pues la mayoría de los inmigrantes se asentaron en ciudades portuarias, especialmente en Buenos Aires. Esto produjo grandes cambios en la sociedad argentina, se estaba construyendo la identidad nacional a partir de este flujo masivo. La transformación que estaba viviendo este país, y en concreto esta gran capital, fue la rotación de la sociedad tradicional a la sociedad moderna. De ello deja constancia María Luísa Múgica (2011) en su estudio “Presencias y Ausencias: Rosario, historia y nuevos libros” cuando habla de un claro pasaje de una sociedad precapitalista aunque mercantil a otra con rasgos capitalitas. También José Panettieri (1967) en su obra “Los Trabajadores – Los Argentinos III” asegura que los medios tendientes a lograr el ansiado desarrollo en la Argentina, se basa en dos premisas fundamentales: la inmigración y la importación de capitales con el fin de aplicarlos a la ganadería, agricultura y ciertas
  • 9. 47 industrias, para ponerlas en condiciones aptas frente a las nuevas perspectivas que se ofrecían en el país. La mutación de la sociedad se dio por el flujo de inmigrantes y no porque hubiese las condiciones para que se gestase una industrialización como en otros países, no era la misma lógica de las revoluciones industriales de ciertas ciudades del viejo continente. Resulta muy curioso destacar que fue un proceso a la inversa, primero llegaban los habitantes, los cuales generaban una demanda y por ello se desarrollaba una industria. Panettieri (1967) recalca esta idea: “El crecimiento demográfico de Buenos Aires en el transcurso de la segunda mitad del XIX no fue el producto de una revolución industrial, sino el resultado de una inmigración masiva.” (Panettieri 1967: 45). Pero para articular la ciudad, fue muy importante el desarrollo de los transportes, sobre todo, el tranvía. Surgió en 1868 y tenía más kilómetros construidos que el de Nueva York o Londres de la época. Fue un fenómeno impactante para la sociedad del momento, porque los medios de transporte eran caros, y solo podían transportar una pequeña cantidad de personas. Con este transporte se pudieron hilar varias partes de Buenos Aires y conformarlas en una sola. Panettieri (1967) trata también esta idea cuando dice que en los años ochenta, Buenos Aires dejó de ser una gran aldea (cuando incorpora los barrios de Flores y Belgrano). El tranvía a caballos acortaba las distancias entre los nuevos barrios integrados en la ciudad porteña. De esta manena comienza a cohesionarse la ciudad de Buenos Aires, preparada ya para el gran crecimiento que experimentaría en las siguientes décadas. La ciudad estaba haciendo un cambio estructural importante. Poco a poco se estaba construyendo una gran urbe, y como es de suponer, no fue un hecho que se devino fortuitamente. Nada de esto se podría llevar a cabo, si por parte del Estado no se tomasen las medidas jurídicas oportunas para recibir a los inmigrantes, y por ello es preciso revisar el modelo político-jurídico que desarrolló esta iniciativa. Los principios liberales en el estado-nación en construcción argentino, pensaron en la inmigración como la mayor necesidad del país y la plasmaron en la constitución de 1853, que convocaba a los inmigrantes con frases como la siguiente: “A todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”.1 (Constitución 1974: 15) 1 Artículo 25 de la Constitución de 1853, que tras siete reformas es la que rige en la actualidad en argentina. Es curioso destacar, que tras las modificaciones que se realizaron en más de un siglo y medio, los artículos referentes a la captación de inmigración siguen presentes.
  • 10. 48 Las facilidades con las que se acogerían a los futuros inmigrantes venían también detalladas en la Carta Magna. A los extranjeros se les permitía el goce en el territorio de la Nación de todos los derechos civiles de los ciudadanos, podían así mismo ejercer su industria, comercio y profesión. Eran libre de comprar y poseer bienes raíces así como ejercer libremente su culto y casarse conforme a las leyes. No estaban obligados a admitir la ciudadanía, ni a pagar contribuciones forzosas extraordinarias. La obtención de la nacionalización se obtenía residiendo dos años continuos en la Nación, aunque las autoridades podían acortar este término a favor del que lo solicitase, alegando y probando servicios a la República. Los inmigrantes tras la formulación de esta Constitución tenían prácticamente las mismas facilidades que un originario del joven Estado-nación. Domingo Faustino Sarmiento2 y Juan Bautista Alberdi3 lideraron este pensamiento. Alberdi en concreto, en su obra “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina” escrita en el año 1852, dedica un epígrafe al histórico lema de: “Gobernar es poblar”. Cuando comienza a explicar la idea, hace grandes referencias al ejemplo de los Estados Unidos, que marca definitivamente el proyecto Estado-nación que intentan llevar a cabo en este país del Cono Sur. Entiende además, la idea del poblar, como educar, para lo cual es precisa la presencia de lo que el denomina “poblaciones de la Europa más adelantadas en libertad y en industria” (Alberdi 1852:15). Así pues, el inmigrante debía convertirse en punta de lanza para modernizar el país, enmarcado en un estado liberal que no controlaría de ninguna manera la entrada de capitales extranjeros, y que se complementaba con la llegada de mano de obra. Eran brazos para la agricultura y para extender las vías ferroviarias. El sueño de estos pensadores era la llegada de inmigrantes europeos cultos y deseosos de aprovechar las oportunidades de un país en crecimiento. El quería imitar el modelo de inmigración norteamericano; sin embargo, la mayoría de los inmigrantes que vinieron al país eran pobres e iletrados, situación favorecida por la legislación de la época. 2 Embajador en un primer momento de Argentina en los Estados Unidos y posteriormente (entre el período 1868-1874) presidente de la República Argentina. 3 Ideólogo de la Constitución Argentina de 1853. Se basó en el modelo constitucional norteamericano.
  • 11. 47 La situación se regulariza en 1875, cuando se creo la Comisión general de Inmigración, y, en 1876 se dicto la ley Nº 761, llamada Ley de Inmigración y Colonización, más conocida como Ley de Avellaneda, que legisló en forma amplia el fomento inmigratorio. A partir de esta ley, se creó el Departamento General de Inmigración (dependiente del Ministerio del Interior) y también oficinas de colocación de inmigrantes. El Departamento de Inmigración argentino contaba con agentes en el extranjero para organizar en conjunto con los gobiernos y las empresas navieras la publicidad y las condiciones de viaje de los inmigrantes. Creó también agencias en Europa que publicitaban todos los beneficios que ofrecía el país a los posibles emigrantes. Argentina ofrecía a los inmigrantes el alojamiento en los “Hoteles de Inmigrantes” por unos días, el acceso a la posibilidad de trabajo que se sustentaba con esta nuevas instituciones4 creadas especialmente para el inmigrante y un billete de tren gratuito para desplazarse al interior del país en caso de haber encontrado trabajo. La Ley Avellaneda definió por primera vez qué era un inmigrante, especificando sus derechos y deberes, y propuso la colonización que debía realizarse sobre tierras públicas, pero de la que también podían participar agentes privados. El proyecto era convertir al inmigrante en colono, es decir, en pequeño o mediano propietario de tierras rurales. Si bien esta propuesta tuvo un éxito muy parcial, pues la gran mayoría de los inmigrantes se concentró en las ciudades. La economía agro-exportadora daba cada vez más beneficios a los terratenientes y la mayoría de los inmigrantes no podían acceder a la propiedad de la tierra. Es por ello que no acaba resultando el planteamiento inicial de poblar el país, ocurre que las ciudades están superpobladas y los campos bastante deshabitados. 2.2 Ubicación de inmigrantes Tras un viaje insalubre y riesgoso de alrededor de un mes, llegaban a los famosos “Hoteles de Inmigrantes” a los cuales acabo de hacer referencia. Aquí se juntaban las personas que procedían del mismo lugar. Buscaban trabajo y en cuanto podían pagarse una habitación, abandonaban estos hoteles y se establecían en los 4 La Oficina de Colocación fue una institución creada especialmente para los inmigrantes, y era la que regulaba estos trámites.
  • 12. 48 conventillos. Este tipo de vivienda se convirtió en el lugar de acogida más común para el inmigrante medio que llegaba al país, entendiendo al inmigrante medio como un individuo con pocos recursos. María Bjerg hace mención a este fenómeno del habitar en el Buenos Aires de la época de la inmigración masiva en su libro “Historias de la inmigración en la Argentina”: “En un país rebosante de inmigrantes, impactado por un cambio demográfico brusco como el que vivió Argentina de fines del siglo XIX y comienzos del XX, la vivienda se transformó en uno de los problemas centrales del mundo urbano, a la vez que expresó un conjunto de valores materiales y actitudes que acompañaron el proceso de ajuste de los inmigrantes a la vida en el nuevo país. Si bien el conventillo ha sido considerado como la forma más clásica del habitar, no fue por cierto la única.” (Bjerg 2009: 36) Los conventillos eran lugares similares a estos hoteles donde los inmigrantes residían, con la diferencia de que lo hacían por un tiempo más prolongado. En ellos se compartían los baños, los lavatorios, las letrinas, la cocina y los lavaderos. En las habitaciones vivían familias enteras, a veces con varios hijos. Para dormir, los más pobres tenían dos opciones: el sistema de "cama caliente", en el que se alquilaba un lecho por turnos rotativos para descansar un par de horas, o la maroma, que eran sogas amuradas a la pared a la altura de los hombros. Quien optaba por ese método debía pasase las sogas por debajo de las axilas, dejar caer el peso del cuerpo y dormir de pie. Esto nos da una idea del enorme sacrificio que debieron hacer muchos de los que venían en busca de un futuro mejor. La convivencia no era tarea fácil bajo circunstancias tan adversas. Aunque el hacinamiento en el que vivían estos inmigrantes producía incomodidades, no eran estas las más importantes, sino las que se gestaban entre los inquilinos y los dueños de los conventillos. Bjerg (2009) refleja también las malas relaciones que se generaban en torno a los alquileres: “Las dificultades de una convivencia plagada de limitaciones desataban airadas discusiones entre sus moradores, sin embargo, el conflicto más clásico enfrentaba a los inquilinos con los encargados o con los dueños. Los primeros, denunciando sumideros infectos, baños insuficientes, falta de agua y humedades en los cuartos; y los segundos esgrimiendo la existencia de escándalos, el ejercicio de la prostitución, y la falta de pago del alquiler.” (Bjerg 2009: 37).
  • 13. 47 Así pues, debido a todo este desorden que se estaba produciendo en torno ala vivienda, Torcuato de Alvear5 desde la intendencia de Buenos Aires trató de construir conventillos modelo para paliar el hacinamiento en que vivían los inmigrantes, pero el sector privado lo impidió, pues era una competencia directa hacia su negocio. En este período se construyen plazas y lagos en los lugares donde había mayor proporción de viviendas y se pone en marcha a aprovisionamiento de agua potable para la ciudad, era una lucha contra la insalubridad que estaba provocando miles de enfermedades mortales. Los conventillos se convirtieron en un gran negocio. Los propietarios se negaban a hacer reformas básicas como la construcción de un baño para hombres y otro para mujeres, una ducha para una media de diez personas… Y la municipalidad no solía hacer inspecciones exceptuando cuando había riesgos de epidemias. El precio de los conventillos era desorbitado. Costaba más una habitación en un conventillo bonaerense que en zonas obreras de Londres de la época. Según describe Marina Guidotti de Sánchez (2008) en “Las obras de teatro: espejo de los estereotipos gallegos en el imaginario Argentino”, el precio de una pieza superaba el 30 % del salario de un peón, y podían llegar a convivir dentro de ella hasta siete personas. A principios del siglo XX, las condiciones de vivienda eran insostenibles y comienzan las protestas. Es entonces, cuando el gobierno de Julio Argentino Roca promueve la Ley de Residencia sancionada por el Congreso de la Nación Argentina en 1902 y que permitió y habilitó al gobierno a expulsar a inmigrantes sin juicio previo. La ley fue utilizada por sucesivos gobiernos argentinos para reprimir la organización sindical de los trabajadores, expulsando principalmente anarquistas y socialistas. Durante sus 56 años de vigencia se utilizaron diversos criterios de expulsión, pero fundamentalmente dirigidos contra los movimientos de resistencia obrera (sobre todo en sus primeros tiempos de aplicación). Esto provocó numerosas revueltas por diversos motivos, como la facilidad con la cual se podía expulsar a un inmigrante con residencia o por la arbitrariedad por la que se les daban facilidades a los inmigrantes para su llegada, pero no se les garantizaba la posesión de las tierras que trabajaban. Los inmigrantes, en pocas ocasiones podían llegar a ascender en las clases sociales. En su gran mayoría eran obreros es los 5 Primer intendente de la Ciudad de Buenos Aires entre los años 1883 y 1887. Fue el padre del famoso Marcelo Torcuato de Alvear que presidió la república de 1922 a 1928.
  • 14. 48 eslabones más bajos de la escala social. Es por ello que las protestas y reivindicaciones de tipo laboral eran protagonizadas por inmigrantes. Fue sin duda, una de las protestas más impactantes de la época, la que se produjo en el año 1907 denominada “Huelga de Inquilinos” por los precios abusivos de la renta. Más de dos mil conventillos se sumaron al impago y pronto la policía comenzó a reprimir y desalojar. Muchos de los conventillos terminan en peores condiciones tras esta protesta y muchos de los huelguistas son expulsados del país bajo la Ley de Residencia. 2.3 Afluencia masiva de hombres “Las mujeres estaban en casa de sus maridos o de sus padres casi todas. Todos los hombres iban sin mujer, bebían sin mujer, comían sin mujer. Los machos inundaban la ciudad.” (Londres 1927:40-41) En todo este flujo masivo de inmigrantes que llegaban a nuevas tierras a buscar un futuro, hay que destacar la grandísima desproporción entre hombres y mujeres . Londres dejó constacia en su obra de ello, pero no fue el único. Ernesto Goldar (1996) señala que uno de los grandes problemas que acarreó la gran inmigración europea a la Argentina de fines del XIX e inicios del XX fue la desproporción evidente de sexos en los recién llegados. Así como en Italia y Galicia, los mayores “exportadores” de migrantes hacia Sudamérica, se fueron quedando sin hombres, la desproporción se dio en el sentido inverso en ciudades como Buenos Aires, donde la cantidad de mujeres era considerablemente menor a la de hombres. Una razón importante que convocó a muchos varones a esta experiencia trasatlántica fue el rechazo a hacer el servicio militar. Por diversos motivos, la realidad fue que los hombres inundaban las calles de esta mestiza ciudad, y que según Caride (2009) desencadenó el fenómeno de la prostitución: “La prostitución en Buenos Aires estaba definitivamente relacionada con el aumento de varones dentro de la población activa (esto es, mayores de 14 años de edad), como consecuencia de la inmigración masiva.” (Caride 2009:34).
  • 15. 47 Según sostiene Donna Guy (1990) en su estudio sobre el número de hombres frente al de mujeres, en 1869 había el doble de hombres de cualquier nacionalidad frente al de mujeres, excepto en el caso de los Alemanes, que eran el triple. La cantidad se fue reduciendo en las siguientes décadas en las cuales había una media de 150 hombres por cada 100 mujeres. Pero de nuevo, este índice volvió aumentar antes de la Gran Guerra en que volvieron alcanzarse grandes niveles de desequilibrios entre ambos sexos. Para 1914, en Buenos Aires había 600.000 hombres más que mujeres y eso se hacía sentir. Son por tanto diversos los autores que relacionan directamente la prostitución desenfrenada de estos años con la llegada de hombres en edades tempranas, que en muchas ocasiones venían con la intención de regresar a sus países una vez ganada la suma de dinero que les permitiera comenzar una vida con más facilidades económicas a su regreso. Pero además de Guy (1990) y Caride (2009), también Goldar (1996) se pronunció sobre esta relación entre la inmigración varonil y la prostitución: “Como corresponde a una época de euforia, en las clases altas, el capital se invierte en lenocinios y se reclutaban batallones de prostitutas que ofrecen lo que prohíbe las cifras desbarajustadas de la segregación social. La inmigración masculina impone sus costumbres. Por consiguiente, se importan prostitutas y rameras europeas. Las preferencias dictaminan que una prostituta extranjera es mejor que una criolla.” (Goldar 1996: 229). Es bajo estos preceptos, que el presente trabajo sostiene que la llegada de hombres en mayores cantidades que mujeres, propició el hecho de que la prostitución adquiriese cada vez un carácter más masivo. Los hombres solos, emigrantes en una ciudad, buscaban satisfacer sus necesidades sexuales y tenían todas las herramientas para hacerlo, pues la sociedad estaba sustentada por un dominio totalmente masculino, donde los deseos de los hombres pasaban completamente por encima del de cualquier mujer, ya fuese de clase alta o de clase baja. No quiero terminar este capítulo pues, sin destacar la siguiente reflexión de Silvia Chejter: “La dominación masculina se apoya en una representación del deseo masculino, […] Pensarlo como un intercambio entre iguales constituye notoriamente una ficción.” (Chejter 2009: 101)
  • 16. 48 3. Prostitución En este capítulo trataré de explicar el fenómeno de la trata de personas y el procedimiento con el que se ejecutaba, la explotación sexual de las víctimas por parte de mafias en los lugares de destino y la huella literaria y artística que dejó este hecho en la sociedad argentina. 3.1 Historia de la trata y la prostitución en Buenos Aires Si bien se hace difícil rastrear cuándo comienza la prostitución en Buenos Aires, encontramos antecedentes históricos desde el año 1797, es decir, con anterioridad al nacimiento del Estado-nación argentino. Según menciona Schnabel (2009) en ”Historia de la trata de personas en Argentina como persistencia de la esclavitud”, en dicho año una población de reclusas inglesas viajaba a una colonia penitenciaria de Australia, pero recaló en Río de la Plata tras un motín a bordo del barco que las conducía. La mayoría de las mujeres se quedó en Buenos Aires para ejercer la prostitución, sometiéndose a rufianes extranjeros que ya se habían instalado en Buenos Aires. Durante la primera mitad del siglo XIX los abusos policiales de dieron con en un espacio donde el delito de comercio sexual aun no estaba tipificado, por lo cual se carecía de un marco y de una solución a un problema que ya se reconocía en la ciudad. Era pues, la prostitución, una actividad muy perseguida, pero en lo que tenía que ver con las mujeres. Donna Guy (1990) escribió una magnífica obra (muy trabajada para la realización de esta tesina) llamada “El sexo peligroso: la prostitución legal en Buenos Aires, 1895-1955” en la cual deja constancia de ello: A lo largo del siglo XIX, las mujeres acusadas de vender favores sexuales quedaron bajo vigilancia de la policía. En un principio, las mujeres pobres de la ciudad, independientemente de las pruebas, o bien eran ignoradas o eran detenidas y enviadas a los puestos militares por el delito de tráfico sexual, a pesar de que la prostitución no era un delito penal. En 1832, por ejemplo, la policía de la ciudad detuvo a tres centenares de
  • 17. 47 mujeres "de dudoso carácter" quienes fueron deportadas a la frontera sur de la Provincia de Buenos Aires, “sin previo aviso ni investigación a sus delitos" (Guy 1990: 39)6 Si bien se habla aquí de la prehistoria de lo que concierte a esta investigación, da cuenta que con el nacimiento de la nueva nación existían vacíos legales y uno de ellos estaba relacionado con el trabajo de las prostitutas. No fue hasta el último cuarto del siglo XIX cuando el fenómeno se intensificó. Los rufianes (sinónimo de proxeneta, alcahuete) comenzaron a organizarse y a desarrollar estrategias que se fueron profesionalizando con los años, convirtiendo el negocio de la trata de personas7 en verdaderas empresas transoceánicas. Es en estas últimas décadas del siglo romántico, cuando se empiezan a generar redes de traficantes de distintos orígenes que quieren cubrir la demanda de una sociedad en rápida expansión y compuesta en importantes porcentajes por hombres. Raúl A. Schnabel (20099 hace una relación directa entre el factor inmigración masiva que tiene lugar en estas décadas y el desarrollo de la prostitución, en su artículo “Historia de la trata de personas en Argentina como persistencia de la esclavitud”: “En nuestro país, la prostitución, abastecida en gran medida por la trata de personas, se difundió como una importante actividad a fines del siglo XIX de la mano de cierta prosperidad económica en la joven Nación Argentina de modelo agro-exportador que convocaba a la masiva inmigración europea.” (Schnabel 2009: 3). Pero no solo provenían de Europa los inmigrantes varones, sino también las mujeres objeto de la trata de personas, procedían (como ocuparé más tarde) de diversos lugares del Viejo Continente. Hubo una gran afluencia de francesas, judías (provenientes de Polonia, Rusia, Ucrania o Europa del Este) y menor medida de otras nacionalidades de europea occidental. Por supuesto, ejercían también la prostitución y 6 Texto original: “Throughout the nineteenth century, women accused of selling sexual favors came under the surveillance of the police. Initially, poor urban women, regardless of evidence, either were ignored or were rounded up and sent to military outpost for alleged sex trafficking, even though prostitution was not a criminal offence. 1832, for example, city police simply seized three hundred women “of doubtful character” and deported them to the souther frontier of Buenos Aires province “without any notice or investigation of their offenses” (Guy 1990: 39). 7 Me referiré al fenómeno de la trata como “trata de personas”, aunque en la mayoría de las citas está nombrado como “trata de blancas”. El término primero se usa con más frecuencia en nuestros tiempos con la intención de no segregar o diferenciar otros grupos étnicos que han sufrido las mismas condiciones de trata.
  • 18. 48 fueron objeto de explotación mafiosa, mujeres criollas y de otras etnias pertenecientes al joven Estado-nación argentino, pero no fueron un alto porcentaje en números totales. El lenocinio fue tan fuertemente masivo en la sociedad bonaerense, que en el año 1975 se creó una ley para regular la actividad. Más adelante se abordará con profundidad este punto. 3.2 Definición y funcionamiento de la trata de personas Existen diversas definiciones sobre este concepto, pero es a partir de la Convención de las Naciones Unidas contra el Crimen Organizado Transnacional firmado en Palermo en el año 20008 donde se define de manera consensuada el término. En la publicación de “Guía anotada del Protocolo completo de la ONU contra la Trata de Personas” por las Naciones Unidas, se puede encontrar la definición oficial. “La trata de personas es la acción de captar, transportar, trasladar, acoger o recibir personas, recurriendo a diversas formas de coacción: rapto, amenaza, uso de la fuerza, engaño, abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación.” (Naciones Unidas 2002: 7). Si bien la trata de personas se puede dar de diversas maneras, desde la explotación sexual de las mismas hasta la explotación laboral o extracción de órganos, el presente trabajo se centrará exclusivamente en la explotación sexual. Existe un procedimiento común con el que diversos autores coinciden para llevar a cabo la trata de persona y es, en líneas generales, el siguiente: Se encuentra una primera fase de reclutamiento que se puede realizar de manera forzosa o por engaño con la participación de un individuo que busca a las víctimas. Hubo casos también en que esta fase fue voluntaria por parte de la víctimas (más en el caso de las francesas que las centro europeas). El transporte es la segunda fase del proceso. Suelen participar intermediarios del tratante, transportistas e incluso funcionarios corruptos. 8 Existen dos Protocolos Complementarios: Uno sobre la Trata de Personas, en especial sobre mujeres y niños y otro contra el Tráfico Ilícito de Migrantes por Tierra, Mar y Agua.
  • 19. 47 Por último se da la explotación de la víctima por el proxeneta. Este considera que la explotada es de su propiedad. Las causas que han llevado a que este fenómeno se produjese son muy diversas. Dependen del lugar de proveniencia y de las condiciones particulares de cada persona, pero es cierto que existe un consenso bastante acentuado en colocar como factor más definitorio de este suceso, la pobreza. Albert Londres, que emprendió un viaje a Buenos Aires en 1927 para hacer una investigación sobre la trata de personas y las mafias que las llevaban a cabo9 , siendo uno de los pocos autores que abordaron el tema en esos tiempos, destacó lo siguiente: “El rufián no crea. No hace más que explotar lo que encuentra. Si no encontrara esa mercadería, no la vendería. […] Conoce la fábrica de donde sale la materia prima, la gran fábrica: La Miseria.” (Londres 1927:170). Es evidente por otro lado, que las causas, aunque diversas como acabo de aclarar, tenían una fuerte procedencia también de la base cultural que toleraba la prostitución, aludiendo a la justificación del “mal necesario” para evitar mayores males (como las violaciones). A pesar de que moralmente el hecho era inaceptable para la sociedad de ese momento, había una voluntad (que luego se materializó en ley) de regularlo y aceptarlo porque significaba una necesidad masculina a la que había que dar cobertura. En los primeros años de trata fueron trasladadas las mujeres que en Europa ya ejercían la prostitución, pero la demanda se volvió tan fuerte, que esta cantidad no alcanzó para abastecerla y los rufianes tuvieron que buscar otro tipo de técnicas. Una de las técnicas fue el casamiento religioso, ya que no existía el civil, que contraía el mismo rufián o algún hombre especialmente contratado para ello con la víctima. Había casos en que el mismo hombre contraía matrimonio con varias mujeres a la vez. El modus operandi de los tratantes que ejecutaban la captación no voluntaria de las víctimas (generalmente más popularizado entre la trata de mujeres judías) era el siguiente: El joven (nativo) en supuesta búsqueda de novia se presentaba en algún pueblo donde ya poseía datos entregados por la alcahueta que servía de primer filtro para seleccionar. El joven se presentaba como un inmigrante más que había llegado a la 9 En concreto se centró en el caso de la Milieu, mafia de origen francés, como el autor.
  • 20. 48 Argentina y que gracias a su esfuerzo, había logrado hacer fortuna. Prueba de ellos era su elegante vestimenta y los regalos que llevaba a su futura prometida. Contaba entonces que en Argentina lo esperaba su trabajo y su fortuna, por lo cual la realización de la boda con la joven prometida debía ser rápida para emprender el retorno a su país de residencia. La boda se efectuaba sin mayores ceremonias y en un pequeño viaje de luna de miel, en algunos casos, o ya en la partida definitiva hacia el nuevo continente, era la mujer entregada a los operarios del barco quienes se hacían cargo del traslado mientras el novio se quedaba repitiendo la labor con otra familia incauta. Esta labor se ve facilitada, como sustenta Schnabel (2009) en el facto de que la poligamia o el matrimonio múltiple no podían ser detectados por la falta de registros. En el caso de que el rufián viajase con la víctima, se garantizaba la virginidad de la joven, para que de ese modo que pudiesen cobrar sumas más altas. Así lo destaca Goldar (1996): “El auxiliar polaco en rol de “marido” no llega ni “a besar” a la muchacha, les estaba expresamente prohibida cualquier relación durante el viaje. Sólo debía casarse y transferir la mercancía” (Goldar 1996: 237). Otra manera fue engañar a mujeres que bajo promesa de otros empleos emprendían el viaje siendo, al igual que el segundo caso, obligadas a ejercer la prostitución. En torno a esto entonces se puede señalar que la trata de blancas funcionaba como una verdadera red que muchas veces tenía operarios pagados fuera del territorio argentino, ya sea en Francia, donde las jóvenes eran las mejor cotizadas por el mercado argentino, países de centro Europa o Europa del este, los cuales fueron también proveedores no voluntarios de esclavas sexuales para el otro lado del Atlántico. Uno de los formatos de esta amplia red era la contratación de mujeres, generalmente ancianas, que en los países de origen iban preseleccionado a las jóvenes para que cuando llegasen los rufianes no tuviesen que detenerse en la clasificación. Estas mujeres funcionaban de la misma manera que los “ganchos” a los que me referí en el primer capítulo, pues trabajaban a sueldo buscando los perfiles de personas que las personas asentadas en Argentina pedían. Tras este procedimiento, las muchachas serían
  • 21. 47 trasladadas a Uruguay para luego seguir la ruta a Argentina, con Rosario y Buenos Aires como destinos principales, o incluso Brasil. Pero un lugar muy común de entrada fue Uruguay. De acuerdo con los vaivenes de la legislación Argentina, se adaptaba la ruta de ingreso de las mujeres. En tiempos de restricción o cuando los rufianes viajaban con menores de edad, los ingresos se hacían vía Colón o Concordia (Uruguay). Tanto Londres (1927) como Schnabel (2009) hicieron referencia al hecho de que este país tenía especial permisividad sobre la entrada de mujeres europeas con el fin de la esclavitud sexual. Es evidente la colaboración de transportistas y del personal de aduanas para que este proceso pudiese terminar de manera exitosa para los mafiosos. La corrupción se extendía en varias direcciones, tanto en los países de origen de las muchachas como (y especialmente) en los de llegada, aunque este es un tema que se tratará de manera más pormenorizada en adelante. Una vez que las chicas llegaban al puerto de destino, se llevaban a cabo los remates, es decir, la venta de las mismas. Schnabel (2009) recoge en su artículo “Historia de la trata de personas en Argentina como persistencia de la esclavitud” el siguiente fragmento del comisario Alsogaray en su obra “Trilogía de la trata de blancas”, para explicar como se efectuaba el remate: “El rufián importador traía mujeres para vender exclusivamente; las depositaba con anticipación en casas de viejas proxenetas donde luego se efectuaban los remates, con la presencia de interesados, espectadores voluntarios, autoridades y algún juez de instrucción, quienes asistían al espectáculo por “espíritu de curiosidad”... La habitación utilizada para ese fin estaba provista de un tablado, a manera de escenario, en el que aparecía la víctima, exhibiendo su desnudez. No bien corríanse lateralmente las cortinas que ocultaban a las miradas de los asistentes, se anunciaba el remate y entonces hombres y mujeres precipitábanse sobre la infeliz, impulsados por un acceso de repugnante avaricia... Palpábanse la dureza de sus carnes, se detenían en la conformidad general del cuerpo y de los pechos en particular, de la dentadura y el cabello. Realizando el “examen” comenzaba la subasta. Formuladas una o dos ofertas por distintos interesados, pero sin revestir nunca los aspectos de una competencia formal, adjudicábase la mercadería al mejor postor”. (Schnabel 2009:22)
  • 22. 48 Tras la venta de las chicas eran distribuidas a los lugares que sus proxenetas determinaban, y entonces sufrían el llamado “ablandamiento”.10 Este fue una fase por la que todas la víctimas pasaron. El ablande era una técnica de maltrato físico y psicológico que usaban los proxenetas para humillarlas y someterlas a sus mandatos. De esta experiencia las clasificaban los rufianes. Si tras el ablande ellas tornaban sumisas, podrían disponer de su cincuenta por ciento de las ganancias semanalmente, lo cual les permitiría ahorrar y tener una mayor independencia. Algunas de las chicas que integraban este grupo, podían convertirse en madamas, es decir, mujeres que regentaran su propia casa de tolerancia (prostíbulo). En cambio, las mujeres que reaccionasen con violencia ante el ablande, perdían la confianza de los rufianes y no recibirían su cincuenta por ciento hasta el final de su vida útil. Si inspiraban aun menos confianza, eran trasladadas a prostíbulos donde vivirían y trabajarían en las peores condiciones posibles y sin ningún tipo de independencia económica que les permitiera acumular capital. Julio Alsogaray deja constancia de esto último en “Trilogía de la trata de blancas”, que fue la obra que redactó tras la redada de proxenetas que él mismo protagonizó: “Si la esclavas exteriorizan alguna protesta o no cumplen estrictamente la exigencias del rufián, las trasladan de un prostíbulo a otro donde les espera un recibimiento y permanencia espantosos, y a buen seguro no le quedan ganas de reincidir” (Alsogaray, 1933:126). 3.3 De las enfermedades a la regulación En las últimas décadas del siglo XIX, la propagación de enfermedades de transmisión sexual fue causa determinante de la muerte de miles de personas en la ciudad de Buenos Aires. En particular, la tuberculosis en dicha ciudad, fue una causa de gran cantidad de fallecimientos entre la década de 1970 y 1950. Tanto fue así, que se convirtió en un tópico de recurrente de la cultura. Apareció en canciones, literatura, teatro, pintura... En las primeras décadas en las que se dio esta enfermedad, poco o nada se sabía de su origen, pero pronto fue asociada como el mal de la prostitución y de los 10 Es importante destacar que no siempre existía este sistema de remate. En ocasiones la víctima era trasladada a un lugar perteneciente a la mafia que la había ido a procurar donde era movilizada al lugar de trabajo, aunque siempre se producía el ablandamiento.
  • 23. 47 que la rodeaban, aunque se generalizó como un mal de las mujeres que ejercían este trabajo. La sífilis fue otra de las enfermedades que arrastraron una cantidad de muertes significativa, y solía asociarse mucho también con la prostitución. En un gráfico realizado por Donna Guy (1990) en el cual extrae datos relativos a la mortalidad femenina de la ciudad por sífilis de la Revista Médico-Quirúrgica, se puede ver como en el año 1874 hubo cantidades escandalosas de fallecimientos, que se volvieron a repetir en los años ochenta y ochenta y cuatro del mismo siglo. Fueron por tanto las prostitutas uno de los gremios más afectados por la propagación de esta enfermedad de transmisión sexual. Es interesante destacar la siguiente conversación de la novela “Frontera Sur” de Horacio Vázquez-Rial, que si bien es una obra ficcionada, no deja de ser ser leal a a la historia de la época, salvando por supuesto los personajes y sus personales aventuras: "Regresó del salón acompañado por una morenita de ojos vacíos y uñas sucias que no despegaba los ojos del suelo. - Mire, mire – invitó Bartolo-. Vos levantá la cabeza y sonreíle al señor – le ordenó a ella. Lo peor de la sonrisa no era la estupidez o ausencia que revelaba, sino la falta de dientes. […] - ¿Tiene mujer? - No. Pero antes de irme a la cama con una así, prefiero arreglarme solo. Por lo menos, no me enfermo. - Dicen que la paja debilita y vuelve loco. - La sífiles también. Y además mata" (Vázquez-Rial 1994: 49). Hubo también, un esfuerzo por parte de la cultura (tango, poesía entre otros) en afirmar que eran las mujeres quienes sufrían estas enfermedades mortales, y normalmente de transmisión sexual, alegando su supuesta debilidad física, cuando en realidad, afectaba a los dos sexos por igual. Es Diego Armus (2002), en su estudio “Milonguitas en Buenos Aires (1910-1940): tango, ascenso social y tuberculosis”, el que sustenta la idea de que esta adhesión de la mujer y la enfermedad es una manipulación llevada a cabo por el discurso masculino: “La tuberculosis -real o imaginada, supuestamente femenina- se condensa algo de la incomodidad y ansiedad de los hombres del tango que, mientras no pueden ignorar la creciente presencia de la mujer fuera del ámbito doméstico, narran el viaje al centro de las
  • 24. 48 jóvenes de barrio en clave piadosa o como una aventura trasgresora, demasiado independiente, amenazante e innecesaria.” (Armus 2002: 205). Otras enfermedades muy comunes fueron el cólera, la viruela o la fiebre amarilla. El sistema de higiene era muy precario en estas últimas décadas del siglo XIX en la gran Buenos Aires. Los soldados que volvían de la guerra de Paraguay venían infectados de fiebre amarilla, enfermedad que estaba azotando fuertemente el país. Pero fue sin duda la falta de provisión de agua potable, la ausencia de cloacas y el hacinamiento en el que vivían ciertos guetos (como los negros o los inmigrantes de clases bajas) lo que provocaron que se desarrollase y se propagase de una manera tan arrolladora. Horacio Caride Bartrons (2009) en “Apuntes para una geografía de la prostitución en Buenos Aires” analiza con profundidad lo determinantes que fueron las enfermedades contagiosas (algunas de ellas por transmisión sexual, otras no necesariamente) en el hecho de que se reglamentara la prostitución por las autoridades. Expone pues, que en el año 1870, una epidemia de cólera significó la antesala de la fiebre amarilla, que al año siguiente mató a cerca de trece mil personas (8% de su población). En ese lapso, unas cincuenta mil más abandonaron la ciudad. Otras enfermedades como la viruela, el sarampión y especialmente la tuberculosis también se estaban cobrando gran cantidad de vidas. Fue tanto el impacto de esta epidemia de 1871 que dio lugar al nacimiento de uno de los cementerios más conocidos de la ciudad: el cementerio de la Chacarita. Estaban muriendo una media de 500 personas por día en los días en que estaba descontrolada la enfermedad, algo inaudito y sin precedentes. Fue a partir de este episodio, cuando las autoridades comenzaron a reaccionar en materia de leyes e implementación de políticas públicas contundentes para frenar este terrible escenario de muertes epidémicas. En cuanto a lo que a infraestructuras se refiere, construyeron cloacas, proveyeron a la mayoría de la ciudad de agua potable y se crearon especializaciones en higiene en la Facultad de Medicina de Buenos Aires, creando todo un movimiento de médicos higienistas que promovieron la Reglamentación de la Prostitución del año 1875. Desde el año 1875 se reguló de manera interrumpida y hasta 1936 las prácticas postibularias en la ciudad. Este tipo de control se llevaba a cabo por dos motivos
  • 25. 47 principales: el control higiénico y el control moral. El control moral, pretendía sacar a la prostitución de la vista de todo el mundo y permitir su práctica como “el mal necesario” pero con discreción. El reglamento de 1875 fue la primera pieza jurídica que tuvo por objetivo regular las prácticas prostibularias en la ciudad, en sus posibilidades de ejercicio y de ubicación. En cuanto al mal higiénico, se pretendía controlar ciertos lugares como los “conventillos”, construcciones donde vivían los inmigrantes de clase baja (con cierto hacinamiento, como referí con anterioridad) y en el que las autoridades presuponían que se daba cierta promiscuidad que favorecía la incubación de enfermedades, la transmisión de otras (estas últimas de transmisión sexual como la gonorrea o la sífilis) o la gestación causada por las relaciones sexuales, como la tuberculosis. Siendo la prostitución un oficio que siempre ha convivido con la ilegalidad, la sanción de estas leyes no determina que se haya puesto inicio y final al ejercicio de esta, sino que son marcos jurídicos que se hace importante señalar. Lo que se hace sorprendente es como la edad para casarse era de 22 años, en cambio no así para ejercer la prostitución. Así lo deja esclarecido Schnabel (2009): “La ley local prohibía la actividad a las mujeres menores de 18 años, pero con una excepción sorprendente y escalofriante. La hipocresía de la sociedad de entonces autorizaba legalmente el ejercicio de la prostitución da niñas menores de edad si habían sido iniciadas tempranamente. […] El proxenetismo era, cuando no reconocido, tácitamente aceptado.” (Schnabel 2009:6). Así mismo, es importante tener en cuenta como el hecho de la regulación de la prostitución, animó que la trata de personas tomase auge, así como a la organización de los proxenetas para establecer negocios en torno a ello.11 Las cifras hablan por si solas. Caride Bartrons (2009) establece una serie de datos que cuantifican cantidades de casas de tolerancia pocos años después de la reglamentación y las siguientes cifras de un lustro posterior son asombrosas. Para el año 1883 existen mil ochocientas sesenta y ocho casas de inquilinato (pues también podían denominarse así) y en 1887 existían alrededor de seis mil prostíbulos. 11 Esto no quiere decir que la reglamentación tuviera como objetivo promover la trata de personas, pero se creó un marco legal que propició las actividades este tipo de actividades ilícitas, pues al menos el facto de la práctica sexual no estaba condenada, si bien la esclavitud de las personas estaba prohibida constitucionalmente desde el año 1853.
  • 26. 48 Este mismo autor, expone la ley que rigió en los primeros años de la reglamentación de la prostitución, que me parece interesante dejarla plasmada para manejar el marco jurídico bajo el que se daba este fenómeno masivo de los lenocinios: “Cualquiera que regentee algunas de las casas de prostitución que actualmente existen en la ciudad, deberá presentar antes de los quince días siguientes a la sanción de esta Ordenanza, una Solicitud ante el Secretario de la Municipalidad, en la cual se exprese el número de la casa que ocupan, el número de prostitutas que tenga a su cargo, su nombre, patria, edad, un duplicado del retrato fotográfico en tarjeta, de cada una de ellas, y un certificado médico por el cual conste que en el día de la presentación todas las prostitutas se encuentran perfectamente sanas de enfermedades venéreas y sifilíticas, y por separado, una carta de un médico por la cual conste que en adelante será el que asista en la casa […] Las casas que se abriesen nuevamente, además de las prescripciones del artículo anterior, deberán cumplir las siguientes: a) La casa será de un solo piso y en caso de tener varios no podrán ser ocupados sino por las prostitutas. b) La casa deberá encontrarse a distancia de dos cuadras cuando menos de los templos, teatros y casas de educación; las que actualmente se encuentren en cualquiera de estos casos, serán removidas en el plazo de cuarenta días”. (Caride Bartrons 2009: 29-30). De esta ley podemos sacar en conclusión, que uno de los motivos principales de dicha regulación es el control de las enfermedades. El control sanitario se vuelve más riguroso a partir de entonces para poder prevenir las epidemias, pero es importante añadir que las prostitutas tenían que financiarse los servicios médicos. Si no querían someterse a tal control, serían expulsadas de la casa de tolerancia y rebirían también una multa. Gabriela Dalla Corte (2009) trata este tema en el libro “Lealtades Firmes” sustentando que normalmente, las prostitutas debían someterse a un reconocimiento médico semanal pagado por ellas misma, así como a llevar consigo una libreta de sanidad firmada regularmente por el médico designado por el organismo comunal para controlar su estado de salud. En cuanto a la ley de 1875, se puede percibir también, como el fenómeno del proxenetismo no era muy cotidiano todavía, por lo cual no inciden en el hecho de que solo pueden regentar mujeres o que puede haber un máximo de dos mujeres por casa, como ocurrirá en posteriores modificaciones de la ley cuando ya el hecho de la existencia de mafias era conocidos por todos.
  • 27. 47 Se centran también en la ubicación de estos establecimientos. Respondiendo al control moral, se buscaba una separación mínima de lugares “de bien”, pero no supieron prever el factor de la aglomeración que se produjo poco después de la entrada en vigencia de la ley, y motivo por el cual tuvieron que hacer numerosas enmiendas a este reglamento. De hecho, para fines de la década de los años ochenta y en base a los registros de habilitación conservados en los archivos municipales, “se estimó que sólo en la calle Cuyo (Sarmiento actualmente), se habían instalado entre las alturas del 0 al 400, treinta y seis casas de tolerancia; en Esmeralda, del 0 al 300, cuarenta y cinco. En la calle Libertad se concentraron sesenta prostíbulos, sólo entre la altura 0 a 400; cantidad similar a la de la calle 25 de mayo, entre 0 y 500” (Caride Bartrons 2009: 30- 31). Ya con esa densidad de lenocinios en la ciudad comenzaba también las protestas de la ciudadanía que veía no con buenos ojos como Buenos Aires se transformaba en una de las urbanizaciones de mayor prostitución en el mundo. En el año 1904 se sancionó el Segundo Reglamento de Prostíbulos en donde mediante las ordenanzas del Consejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires se reglamentaron las características físicas de las casas de prostitución o burdeles. Caride Bartrons lo señala: “No podrán establecerse casas de prostitución sin permiso del D.E. Que los acordará de acuerdo a las siguientes condiciones: a) No se permitirá más de una por cuadra, comprendidas ambas aceras, no pudiendo establecerse en las cuadras donde hubiere iglesias o establecimientos de educación. b) Estas casa no se distinguirán por ningún signo interior o exterior, llenarán todas las condiciones que se establezcan y estarán sujetas a inspección municipal. c) En cada casa no podrán alojarse más de dos mujeres, las que serán responsables de todas las infracciones al reglamento” (Caride Bartrons 2009: 31). En este nuevo reglamento aparecen ya los primeros atisbos de lo que se estaba generando con esta ley: por un lado el desarrollo de organizaciones de rufianes y la trata de personas con las que comerciaban y a las que explotaban, y por otro lado, se estaban creando zonas rojas en la ciudad. Es decir, Buenos Aires ya contaba para esa fecha con verdaderos Barrios Rojos, solo mencionando la prostitución que se ejercía dentro de establecimientos sin mencionar hasta el momento a las mujeres que la ejercían en forma
  • 28. 48 callejera, es decir, “yirando”, como señala el verbo en lunfardo al recorrido casi circular que hacían las prostitutas buscando clientes en las veredas de la ciudad. Con esta nueva ley en la que solo se permitía un prostíbulo por cuadra se estaba dejando el margen para crear estos negocios por toda la ciudad, que fue lo que más tarde ocurrió (si bien fue el centro el que recopiló la mayor parte de la oferta). Es importante señalar, que esto se enmarca dentro de la ciudad de Buenos Aires, pues es un país por esos años federal, que posee disposiciones exclusivas para su capital. Respecto a la aparición de cabarets, se puede afirmar que no fue exclusividad de la ciudad de Buenos Aires, sino que también existieron en otras localidades argentinas, entre ellas la ciudad de Rosario, una de las más importantes a la hora de hablar de la explotación sexual de la mujer. Fue después de Buenos Aires la ciudad donde más cantidad de lenocinios se establecieron. María Luísa Múgica es probablemente la figura más representativa en lo que respecta al estudio de la prostitución rosarina. Esta ciudad fue la primera del país en reglamentar la prostitución (1874) y también la primera en abolirla (1932), aunque la diferencia temporal no fue importante respecto a Buenos Aires. Múgica (2011) aborda estas diferencias en “Los desafíos de la modernización: Rosario 1890-1930”. Pero no es la única autora que hace referencia a este hecho de la importancia de Rosario como protagonista de los cabarets. Guy (1990) deja constancia de ello también: “Buenos Aires no fue la única ciudad en regular a los cabarets, la forma en que se popularizaron los clubes nocturnos en la Argentina a partir de 1910. En 1925 en Rosario se promulgaron ordenanzas para hacer frente a las que consecuencias que pudiera traer a la salud esta forma de entretenimiento urbano” (Guy 1990: 143).12 Uno de los prostíbulos más famosos de inicios del XX en Argentina es el rosarino “Madame Safo”, construido en 1914 en el barrio de la Pichinga, famoso por ser una “zona roja” en esos tiempos (pues en el se asentaron la mayor parte de las casas de tolerancia en la época de la regulación). Una descripción de este lugar se nos presenta mediante la entrevista que realizara el periodista e investigador rosarino Hector Zinni a algunos de los parroquianos de ese lugar. 12 Texto original: “Buenos Aires was not the only city to regulate cabarets, the sew form of nightclub that became popular in Argentina after 1910. In 1925 Rosario officials enacted ordinances to deal with the presumed medical consequences of urban entertainment” (Guy 1990: 143).
  • 29. 47 “- El de Madame Safó era el más caro, ¿no? - Si era de cinco pesos, que es donde ahora está el Ideal, la posada esa. […] - Nos dijeron que el Madame Safo tenía espejos hasta en el techo en las habitaciones… ‘Pero no todas ¿eh? - ¿No todas? ‘Había dos con espejos a los costados y en el techo. Entonces a solicitud del cliente iba a esa pieza. Pero había que poner más. Había que poner una diferencia. Ya no eran cinco pesos. Serían quince o veinte. […] - Las paredes estaban cubiertas de pinturas de famosos artistas - Monet, Nicolás, ¿que tipo de cuadros eran? ¿paisajes artísticos o alusiones a la cosa? ‘No. Eran mujeres desnudas, nada más. Poses distintas. - Entonces, ¿era lujoso? ‘¡Si lo era! En el centro de la sala había jarrones grandes y tenía sofás de este lado y ese lado para dos personas. El que entraba se sentaba. Venía una, usted le decía que no, venía otra, la tercera lo escupía. Si usted le decía no, yo vengo a acompañar a fulano, no lo molestaban más, porque era la madama la que las mandaba. […]. No era como en los prostíbulos que venia una, agarraba a la otra. No: ahí las mandaba la madama. (Caride Bartrons 2009: 24) Si bien existieron particularidades en los distintos estados del país, la ley de 1875 fue promulgada en Buenos Aires, hubo diversas modificaciones que sirvieron para tratar de gestionar de la mejor manera los problemas que se devenían con el transcurso de los años. Es interesante destacar este punto, porque la legalización de la prostitución no fue homogénea en Argentina. Existieron diferencias entre Buenos Aires y el resto de las provincias, así como también entre estas segundas. Dicha ley, se mantiene con modificaciones, hasta 1934, cuando se prohíbe la existencia de prostíbulos en Buenos Aires, lo que luego se hace extensivo al resto del país. Una cuestión a tener en cuenta es la de la clandestinidad. Normalmente, la prostitución que se ejercía de manera irregular era muy penada por la ley. Es decir, las prostitutas que decidían ejercer por cuenta propia, tanto en la calle como en locales eran perseguidas y sancionadas. Tenían pues que regirse a la ley para ejercer el oficio. Liliana Mabel Martiello (2005) deja constancia de ello: “La prostitución legal era cortejada y protegida. La clandestina, competidora desleal, muy perseguida.”(Martiello 2005: 3).
  • 30. 48 Una manera común de trabajar fuera de la ley, era organizando espectáculos en los cuales había muchas mujeres en un escenario, cada una con un instrumento, pero solo se podían escuchar algunos de ellos, pues las demás que no sabían tocar, esperaban a que algún cliente las eligiese para irse a alguna habitación cercana. La manera de comunicarse generalmente era a través de las camareras del bar. 3.4 La constitución de mafias A fines del siglo XIX, la prostitución en Buenos Aires era un fenómeno muy común en el devenir cotidiano de la ciudad. Como refería anteriormente, el aumento de la cantidad de prostíbulos era más que notable año a año. Los lugares donde se ejercía la prostitución, fueron cambiando de nombre con los tiempos: “café de camareras”, “quilombos”13 , “casas de tolerancia”, “cabarets”... entre otros. Si bien la mayoría de los prostíbulos estaban habitados por mujeres de procedencia europea, también se incorporaron a este trabajo las argentinas, y no de manera puntual. Fue un fenómeno lo suficientemente significativo como para desarrollar una literatura en torno a esta figura. Se las denominó “milonguitas”.14 La “milonguitas” solían ser chicas que provienen de estratos bajos de la sociedad. Eran chicas normalmente pobres que buscaban el rápido ascenso social. Está presente cierta ambición por salir del estado de pobreza, pero también hay la intención de la autonomía de la mujer. En estos tiempos de principios de siglo XX, la mujer tenía un rol social que le impedía prácticamente ejercer vida pública, pues su papel estaba relegado al cuidado de los niños, de la casa y la vida de barrio. El hecho de llegar a trabajar en un cabaret15 significaba en cierta forma una reivindicación de los derechos de la mujer, así lo dice Diego Armus (2002): “La “milonguita” buscaba en el cabaret y en la noche del centro una alternativa al barrio, a sus limitaciones y su modestia, a sus rutinas hogareñas y laborales. Frente a un futuro de 13 Palabra lunfarda que quiere decir embrollo. 14 Palabra que tiene el siguiente significado: “mujer de vida airada, mujer muy afecta al baile”. 15 Trabajar en un cabaret no significaba necesariamente trabajar como prostituta, había la posibilidad de hacer carrera artística, y era un ideal que muchas mujeres perseguían.
  • 31. 47 trabajo y sacrificio, muchas veces pegado a la máquina de coser, el cabaret ofrecía las tentaciones del lujo, es ascenso social rápido, incluso una carrera artística.” (Armus 2002: 193). Existían diversos trabajos que las mujeres podían realizar en un cabaret, y Diego Armus (2002), citando a Tania en “Discepulín y yo” nombra a tres tipos de mujeres que circulaban en el cabaret: las “artistas”, cantantes consagradas; las “coperas”; que daban conversación y bailaban con los clientes, los acompañaban con la bebida y, luego de una larga y paciente ceremonia, vendían amor y sexo; las “queridas” y “mantenidas”, amantes de los clientes con dinero que encontraban en el cabaret un espacio íntimo y permisivo. Así pues se fue creando esta situación en que algunas mujeres de barrio, se animaban o arriesgaban a buscar una vida que pudiese aportarle mayor felicidad de la que les esperaba en la vida cotidiana. La situación laboral no era muy positiva para las mujeres en la Argentina de la segunda mitad del XIX. Era escasa la oferta y se limitaba sólo a un reducido tipo de empleos. Guy (1990) explica que las Las perspectivas de trabajo eran escasas en Buenos Aires para 1869, cuando aproximadamente el 16 por ciento de la población femenina trabajaba en el sector textil, siendo costurera, o en la fabricación de cigarrillos, que eran las formas comunes de mano de obra femenina en Argentina. Esto provocaba, que una mujer de la época que buscaba cierta indepencia económica, no tenía muchas ofertas de posibilidades. Las letras de tango se ocuparon mucho de esta figura de la “milonguita”. Todas tenían un discurso moralista en el cual la historia siempre comenzaba con la presentación de una linda joven, que por ambición salió del barrio para buscar una vida de felicidad y riqueza, y tras los años de juventud se ve sola y abandonada, y en muchos casos tuberculosa. Hay que dejar claro que los tangos eran escritos por hombres generalmente. Es preciso puntualizar también, el hecho de que las muchachas criollas no eran las mejor pagadas. Los hombres que habitaban Buenos Aires buscaban especialmente francesas y mujeres de pelo y ojos claros (las de Europa del este). Pero si bien este suceso de la “miloguita” se dio en el Buenos Aires de principios del XX, no fue lo más común. La cantidad de prostitutas extranjeras en la Argentina de inicios del XX superó largamente a las nacionales, por lo menos en lo que se refiere a
  • 32. 48 las que ejercían este trabajo en los burdeles y no en la calle. Como se ha dicho eran mejor consideradas las prostitutas nacidas fuera del país, especialmente si eran francesas, luego si eran polacas relegando a un puesto más bajo a las nacidas en territorio argentino. Esto da cuenta de cuan real era el tráfico de mujeres que llegaron hasta Buenos Aires y de cómo finalmente se constituía el mapa del comercio sexual en la ciudad. “La creencia en que los prostíbulos argentinos fueron alimentados por la trata internacional de blancas creció a medida que la proporción de prostitutas con registro de nacimiento extranjero fue en aumento. Entre 1889 y 1901, existían 6.413 mujeres registradas en Buenos Aires, y sólo el 25 por ciento de ellas eran argentinas. Por el contrario, casi el 19 por ciento eran de origen ruso, y combinando éstas con las de origen rumano, alemán o austro-húngaros, la cifra ascendía a un 35 por ciento, mucho más que la proporción de las nacionales en la ciudad. Los siguientes grupos fueron las provenientes de Italia (13 por ciento) y Francia (9 por ciento). Sólo 65 mujeres inglesas fueron registradas durante ese tiempo (1 por ciento). Cuando el plazo se extiende hasta 1915, el porcentaje de mujeres argentinas registradas disminuyó, la proporción de mujeres rusas seguía siendo el mismo, y las francesas aumentaron a un 15 por ciento. No fue sino hasta la década de 1920 que el porcentaje de prostitutas argentinas registradas comenzó a aumentar, representando en 1934 el 43,9 por ciento del total, mientras que las mujeres polacas y rusas constituían el 48,6 por ciento" (Guy 1990: 16)16 . La mayoría de la prostitución vino de la mano de mafias constituidas por extranjeros que traían de sus tierras de origen enormes cantidades de mujeres para obligarlas a ejercer la prostitución su propio provecho. Hubo mafias de diversos orígenes, pero este trabajo va a ocupar las dos mafias más conocidas no solo por fama sino por las grandes cantidades de prostitutas que esclavizaron. Una de ellas de procedencia francesa, fue la conocida Milieu y la famosa 16 Texto original: “The belief that Argentine bordellos were fed by the international white slave traffic grew as the proportion of foreign to native-born registered prostitutes increased. Between 1889 and 1901, there were 6,413 women registered in Buenos Aires, and only 25 percent were Argentine. In contrast, almost 19 percent were Russian, and combined with the Romanian, German and Austro-Hungarian women they totaled 35 percent – far more than the proportion of those nationalities to the city’s female population. The next largest groups came from Italy (13 percent) and France (9 percent). Only 65 English women registered during this time (1 percent). When the time period is extended to 1915, the percentage of registered Argentine women decreased, the proportion of Russians women remained the same, and the French increased to 15 percent. It was not until the 1920s that the percentage of registered Argentine prostitutes began to rise, and by 1934 they represented 43.9 percent of the total, while Polish and Russian women made up 48,6 percent” (Guy 1990: 16).
  • 33. 47 por excelencia, debido a que hubo procesos judiciales que la desmantelaron, fue la Zwi Migdal que hacía la trata con personas procedentes sobre todo de Polonia, aunque también de Rusia, Ucrania y Europa del este. 3.5 Milieu La Milieu fue una organización de origen francés que se dedicó a la trata de personas desde Francia a Buenos Aires. Casi toda la información que poseemos en nuestro tiempo, es por la magnífica obra “El camino a Buenos Aires” de Albert Londres, escritor que logra integrarse en la organización delictiva para vivir en primera persona las acciones que llevaban a cabo, así como la moral que apoyaba dicho negocio y las condiciones de la víctima con anterioridad a la trata. Normalmente el perfil del rufián era el de un ex-convicto, de cualquier edad, que tras salir de prisión descubre que el de la trata, es un verdadero negocio. Londres, cruzó el océano para poder documentarse sobre el tema de la trata, poniendo interés en los mafiosos franceses. Partió con un integrante de la Milieu desde Francia que viajaba con una mujer que usaría para el negocio. Los franceses hacían trabajar a dos o tres mujeres (que normalmente iban a buscar ellos mismos, aunque a veces también las compraban) y de ellas, solo una era su mujer, la verdadera. Con esta, se retiraban una vez que la jubilaban para disfrutar juntos de la fortuna que el negocio había dado, en cambio las demás, no podían esperar por tal “privilegio”, y eran vendidas cuando el tratante se retiraba del negocio. La forma de interactuar con las mujeres era también diferente a otras mafias (en concreto a la Zwi Migdal que se tratará más adelante). Los alcahuetes tenían la potestad para tener relaciones con sus chicas antes de introducirlas en el prostíbulo, de hecho se creaba un vínculo afectivo en el cual la mujer aceptaba el papel que le tocaba para ayudar económicamente a su “querido”. La mayoría de las mujeres viajaban normalmente hacia América en unas condiciones muy diferentes a otras mujeres europeas, pues muchas sabían a qué iban, o incluso ellas mismas buscaban la manera de partir para América. Guy argumenta este punto:
  • 34. 48 "Los franceses operaron uno de los principales organizaciones dedicadas a la prostitución. El 1889 la Asociación Nacional de Vigilancia en uno de sus informe reportó que al puerto de Havre como "el mejor puerto para que zarpe una chica, ya que los barcos americanos las llamaban desde allí". Curiosamente, esta declaración implica que las mujeres buscaban voluntariamente emigrar hacia Francia, así como a hacia las Américas, lo que es un fuerte contraste con las historias sobre las mujeres judías." (Guy 1990: 11).17 Es interesante hacer hincapié en el hecho de que no hay un acuerdo académico sobre el facto de si la gran mayoría de las mujeres sabían qué iban a hacer al otro lado del océano o no. Bra y Londres no están de acuerdo. Silvia Chejter (2009) dice que “con frecuencia, los padres conocían el motivo y el destino del viaje al Nuevo Mundo y, en ocasiones, también la hija” compartiendo esta teoría con Londres que subraya “saben el camino que han emprendido” mientras que Bra (1999) advierte que ellas eran reclutadas “la mayoría de la veces con engaños, para convertirlas por coacción en carne de prostíbulo”. Donna J. Guy (1990) sostiene las dos ideas: defiende que Buenos Aires era conocida internacionalmente como un tenebroso puerto de mujeres desaparecidas y vírgenes europeas secuestradas que se veían obligadas a vender su cuerpo y bailar el tango, pero que si bien es cierto que la Capital tenía por ese entonces una población mayoritariamente masculina, y en consecuencia la prostitución legalizada era un negocio activo y rentable para el que se solía reclutar con engaños a mujeres europeas, también es real, que hubo muchas inmigrantes trabajadoras del sexo que llegaron a estas playas sabiendo a qué atenerse. Volviendo a la experiencia de Alberto Londres, cuando este desembarcó en Buenos Aires, acudía a las reuniones que se celebraban de manera clandestina en diferentes ambientes de Buenos Aires, a veces bares aunque también recurrían a librerías francesas u otros emplazamientos (siempre de compatriotas). Los proxenetas provenían de diferentes lugares de Francia, no tenían porqué conocerse anteriormente, su unión se producía por la nacionalidad. La ascendencia de estatus social era muy 17 Texto original: “French men operated one of several other major organized prostitution rings. The 1889 National Vigilance Association report named the port of Havre as “the best port for the girl to go to, as so many American ships called there”. Curiously, this statement implied that omen voluntarily sought to migrate to France as well as to the Americas, a strong contrast to the accompanying stories about Jewish women” (Guy 1990: 11).
  • 35. 47 rápida para este tipo de personaje. Es muy interesante esta reflexión sociológica que hace Londres (1927) en su obra: “Allí estaban ellos. ¡Demonio! ¡Bonita asamblea! Había enviados especiales del faubourg Saint-Denis y del faubourg Saint-Martin. Marsella también estaba representada. ¡Es consolador encontrar compatriotas lejos de la patria! Impresión inesperada: aquí no chocan estos sujetos. No parecen individuos raros, como en París. En Francia, lo mismo en los medios populares que entre los burgueses, se señalan, y ni soñar siquiera en que puedan confundirse con las capas superiores, a pesar de sus ropas. En Buenos Aires están a tono con el conjunto del paisaje argentino...” (Londres 1927: 57-58). La Milieu fue una organización que se estructuró sin jerarquías, no tenían jefes, eran socios.18 Ellos se relacionaban de manera horizontal, se aconsejaban entre ellos y se defendían y apoyaban. Normalmente los hombres que pertenecían a esta organización, tenían algunas mujeres explotadas en Buenos Aires (u otras regiones de la Argentina) y de vez en cuando volvían a la remonta.19 Pero es importante destacar que ellos decidían de manera autónoma, a diferencia de los polacos que eran designados por las jerarquías superiores. Cuando conseguían una mujer, partían con ella y la desembarcaban en Uruguay o en Buenos Aires. Este negocio funcionaba de la misma manera que podría funcionar una empresa convencional. Se tenían en cuenta los activos y los pasivos, las relaciones diplomáticas, la oferta, la demanda y la competencia. Es curiosa la siguiente cita de Londres (1927) en la cual describe la manera como la organización se relaciona con las instituciones: “El ambiente es una sociedad de hombres que explotan a la mujer, como otros explotan los bosques, la ganadería, las minas o las fuentes medicinales. Es una corporación: un Estado, como Mónaco en la RepúblicaFrancesa, San Marino en el reino de Italia y Andorra en los Pirineos. […] Han roto con todos los poderes públicos, excepto con la policía, a la que reconocen como potencia extranjera, por lo que le envían sus embajadores, encargados de asegurar las buenas relaciones de frontera.” (Londres 1927: 93). Existía la compra y a venta de las mujeres, que pasaban a manos de otros rufianes, que tenían desde entonces el derecho de explotarlas como propiedad privada 18 Es importante mencionar esto porque no era la manera más común de organización, pues las mafias solían estructurarse de manera jerárquica. 19 Venir de remonta significaba ir a buscar más mujeres al país de origen.
  • 36. 48 suya. Se negociaba por su valía de la misma manera que un objecto. No existía ningún tipo de aprensión sobre el tema, se convirtió en un hecho cotidiano dentro del ambiente de la trata. Y en cuanto al funcionamiento del negocio, es decir, a lo que había que tener en cuenta para ponerlo en marcha y mantenerlo, es muy ilustrativo el siguiente fragmento: “Y los gastos? Para poner en marcha una mujer hay que gastar alrededor de treinta mil francos: ir a buscarla a Francia, ponerla en Buenos Aires, colocarla. Esto no es nada. Luego viene: el alquiler de la casa ¡setecientos u ochocientos pesos mensuales!; sostener una encargada y una criada, envíos a la familia todos los meses, multas, ¡los regalos!, ¡la sisa! ¿Creía usted que no teníamos más que poner la mano? El oficio de chulo, monsieur Alberto, tiene bastantes complicaciones: hay que ser administrador, educador, paño de lágrimas, higienista. Exige mucha sangre fría, golpe de vista, ser un gran psicólogo, dulzura, firmeza y abnegación. ¿Sabe usted cuáles son nuestros principios, o mejor cuáles eran en los tiempos en que el ambiente no estaba maleado? Ser correctos en todas partes, lo mismo en buenos que en malos lugares. […] Defender al débil contra el fuerte. Dejarse arrancar las uñas antes que entregar al camarada, aunque sea culpable.” (Londres 1927: 118-119). Al final del texto se puede ver cómo la relación entre los rufianes franceses es horizontal y cooperativa. Ellos se defienden mutuamente, son compañeros de negocios y suelen tener buena relación. Es bien distinto el caso de la organización de polacos que ahora vamos a ocupar. 3.6 Zwi Migdal La Zwi Migdal fue la organización que manejó más volumen de protíbulos a principios del siglo XX, y es famosa no solo por este dato, sino porque fueron denunciados, detenidos y juzgados numerosos rufianes y madamas en el año 1930. La organización Varsovia, luego conocida con el nombre de Zwi Migdal llegó a tener inmenso que no solo se remitía a la ciudad de Buenos Aires, sino que también con sedes en las provincias como es el caso de Rosario y Córdoba, además de Brasil. Había nacido en los alrededores de 1906 como la Sociedad Israelita de Socorros Mutuos La Varsovia, pero que luego dejó al descubierto su verdadero cariz. Tenía antecedentes en un grupo de proxenetas ya organizados con anterioridad y que se
  • 37. 47 conocían desde 1889 como “Los Cuarenta” o “El Club de los Cuarenta” agrupando a polacos judíos que trabajaban ese rubro y que desde sus primeros movimientos en provincia lograron obtener la personalidad jurídica bajo el rótulo de Sociedad de Socorros Mutuos La Varsovia. Schnabel (2009) trata con profundidad este tema: “En 1891 llegan a Buenos Aires 3.000 judíos provenientes de Europa del este, algunos de ellos en el marco del proyecto de colonización agraria financiada por el Barón Hirsch. Sin embargo ya en 1879 se registra la primera mención de tráfico de rufianes judíos en Buenos Aires. Para principios del siglo XX ya había en Argentina alrededor de 18.000 extranjeros de religión judía. En gran medida esa afluencia migratoria respondía a la persecución racial que sufrieron en Europa, los llamados “pogroms”. (Schnabel 2009: 15). Si bien, como ya se señalaba, su nombre original era Varsovia, el de Migdal se lo debe a uno de sus fundadores, Luis o Zwi Migdal, quien con 42 años de edad, pelirrojo y de nacionalidad rusa, aparece en los archivos policiales publicados en 1896. Con solo este dato se puede ver como esta organización si que estaba altamente jerarquizada, a diferencia de la Milieu. El Club de los Cuarenta, hizo posible que los rufianes judíos se conociesen y cooperasen para darse apoyo mutuo y compartir información para poder esquivar a la justicia de una manera exitosa. Según Schnabel, citando a Goldar, para poder entrar a la organización había que acreditar la condición de rufián. Me parece interesante citar las características a cumplir para poder ingresar en dicho Club: “La Asociación establecía que a la Comisión Directiva le correspondía intervenir en las operaciones corrientes de: 1) compraventa de mujeres; 2) indemnizaciones a los socios que por una u otra causa quedaran sin mujeres... La indemnización tenía como única finalidad permitir al caftén trasladarse a Europa para obtener otra mujer; 3) todo lo relativo al traslado de prostitutas a los distintos lenocinios; 4) aplicación de multas a los remisos en el cumplimiento de sus obligaciones; 5) la fijación de cuotas sociales para hacer frente a las coimas20 , dádivas, donaciones, etc.; 6) el estricto control del remate...; 7) las sanciones a las prostitutas que no cumplían con las exigencias de su caftén, pues había que enviarlas a prostíbulos de “campo” donde la estadía ser tornaba espantosa”. (Schnabel 2009:19). Fue sin lugar a dudas la más afamada red de prostitución que operó en Argentina. La red era conocida ya no sólo dentro de la comunidad judía, sino que 20 Coima es un sinónimo de prostituta, pero en Argentina la palabra se usa con el significado de soborno.
  • 38. 48 también en toda la ciudad, lo que provocó una necesidad de distanciamiento con esta por parte de la comunidad hebrea para no generar una estigmatización que ya venía creciendo. Empezó a vincularse la religión judía con el proxenetismo, creciendo así el anti-semitismo. Los proxenetas alcanzaron tal popularidad entre la población argentina, que llegó al punto en que los judíos se avergonzaban de confesar su condición de tales. Goldar (1996) señala en sus estudios que la existencia de esta red o sociedad de prostitución llegó a repercutir tan desfavorablemente en la colectividad judía que palabras como “judío” y “polaco” eran sinónimos de rufián. Por ello, los participantes de la red fueron expulsados de los templos e incluso les fue prohibido ser enterrados en el cementerio de judíos. Este es el motivo por el que se organizan para crear sus propias instituciones. Los rufianes judíos, destacan en comparación a otros tratantes por convalidar la trata de personas con la religión. Eran creyentes y querían una muerte digna (pues para los judíos el entierro es muy importante). Gerardo Bra, uno de los escritores célebres del caso de la Migdal señala lo siguiente en su obra “La organización negra: la increíble historia de la Zwi Migdal”: “Fueron rechazados, unánimemente, con la sola repulsión que despertaba su sola presencia física. Les negaron el acceso a los escasos templos hebraicos existentes por aquellos años, llegando la exclusión hasta el estado post-mortem, prohibiendo inhumaciones en los cementerios israelitas de todo aquel que en vida había medrado con el vil comercio.” (Bra 1982:18-19). Sus negocios fueron tan rentables que consiguieron tener una sinagoga propia en Córdoba al 3200. Este lugar fue como la oficina de la organización durante muchos años. Aquí se efectuaban parodias de casamientos (con falsos rabinos) con las mujeres judías traídas bajo engaños. La organización además, consigue (en colaboración de una comunidad sefardí) compara el terreno para un cementerio propio. Se encuentra ubicado en Avellaneda, y hoy en día, aunque sigue existiendo, no se puede visitar. En este cementerio fueron enterrados los “tmein” o impuros. Tanto prostitutas como rufianes tuvieron desde este entonces un lugar donde ser enterrados. Aunque en 1930 la organización fue desarticulada, solo en 1952 la Municipaliad de Avellaneda dio fin al permiso que tenía la Zwi Migdal para establecer el cementerio y tomó posesión de las tierras. Los rufianes y las madamas siguieron siendo sepultadas allí hasta 1954.
  • 39. 47 El poder de esta organización era tan fuerte que podía permitirse el comprar una sinagoga, un cementerio y por supuesto pagar los sobornos necesarios a políticos y policías que cuidasen de su negocio. Quizás uno de los políticos más involucrados con las redes de prostitución para ese primer tercio del siglo XX en Argentina es Alberto Barceló (1873-1946), diputado y senador nacional conservador por Avellaneda. Desde 1909 hasta bien entrada la década de los 30 tuvo el poder de manera casi ininterrumpida en la intendencia de Avellaneda. El creó su propio partido llamado “Provincialista”, pero se integró en una confederación conservadora tras el golpe de estado de José Félix Uriburu en 1930. Fue famoso por su mano dura, y la creación de empleos lícitos e ilícitos. Aceptaba los sobornos de proxenetas (Zwi Migdal) que manejaban altas sumas, y a cambio le concedía protección política. Pero hacía falta una persona, que ofreciese la protección material, en la calle. Esa persona fue el famoso “Ruggerito”. Si bien no se ha escrito mucho sobre los enredos de la prostitución porteña de inicios de siglo, la figura de Ruggerito ha sido y es famosa en la ciudad. Ruggerito pegaba carteles para el partido conservador de Alberto Barceló, con solo 14 años de edad. Era así mismo, escolta del hermano del político. En un tiroteo fuera de un prostíbulo, se ganó la fama necesaria para ser el colaborador de Barceló, ejecutando en la calle la política de protección de la mafia por la cual la Migdal pagaba. Ruggerito tenía una banda conocida como “chicos del gatillo fácil” que actuaba cuando era necesario preservar los intereses de los alcahuetes. Fue definido de la siguiente manera por Adrián Pignatelli (2005) en su libro “Ruggerito: Política y negocios sucios en la Avellaneda violenta de 1920-1930”: “un tanto pistolero, otro tanto político y otras cosas más, que vivió muy aprisa, en un ambiente donde se hacía mucho dinero sin trabajar”. Juan Rugerio fue una persona odiada por muchos y muy querida por otros. Pero de una manera u otra fue una figura muy destacada interrelacionada entre la política y la mafia de trata y la explotación sexual. El desbaratamiento de la Zwi Migdal, vino de la mano de una mujer que ha pasado a la historia por enfrentarse a una organización con tanto poder y tan pocos escrúpulos. Ella, Raquel Liberman, de procedencia polaca, fue una de más de las que sufrieron la trata y la explotación. Consiguió ahorrar para darle el dinero a un cliente que se apiadó de ella y que la “compró” a su rufián.
  • 40. 48 Una vez en libertad, Raquel puso una denuncia en 1926 que no prosperó, porque fue descubierta por la Migdal y reclutada de nuevo. En 1929 contacta con el comisario Julio Alsogaray y decide sostener la denuncia. Con esta demanda, el comisario y el juez Manuel Rodriguez Ocampo (que no se dejó corromper en tal situación) tienen las pruebas para comenzar la captura y el desmantelamiento de toda una organización, e inician el juicio contra rufianes y madamas. En la investigación que llevan a cabo ven como hay una gran relación entre este negocio ilícito y otros como el comercio de drogas. Julio Alsogaray, además de iniciar la denuncia de Raquel Liberman y trabajar activamente en el caso, escribió un libro para explicar los pormenores de la organización y sus métodos de actuación. El libro fue publicado en 1933 y lleva por título “Trilogía de la trata de blancas”. De esta obra se puede destacar los siguiente: “Nada faltaba para que su parecido fuera semejante al de las asociaciones lícitas: la Migdal tenía un activo y un pasivo, representando el primero por la mujer convertida en capital y el e segundo, aunque infinitamente menor, por las coimas y otras dádivas ilegales que se veía forzada a dar para asegurarse la impunidad. El problema de la trata de blancas no es una novedad en el país ni puede causar extrañeza su difusión, tal cual se practicaba años atrás. Lo extraño, lo increíble, lo inaudito, es el perfeccionamiento y organización adquiridas en los últimos tiempos, como si se tratara de la explotación de una industria o empresa comercial, basada en cálculos matemáticos.” (Alsogaray 1933: 220). Así las cosas, el juez decreta la captura de los integrantes de la organización, se ordenan allanamientos y se le retira la personalidad jurídica a la organización. Rodriguez Ocampo dicta prisión preventiva por corrupción y asociación ilícita contra 108 detenidos, aunque ordena la captura de otros 334 prófugos. Pero todo este proceso se vio envuelto en momentos políticos complicados. Se desenlaza el golpe de estado del militar José Félix Uriburu, y se detiene la marcha de los esclarecimientos. Con el estado de sitio que se produjo tras el golpe, la situación fue propicia para “que se continuara con los interminables arreglos y acomodos” (Alsogaray 1933: 237). Tras el cambio político el 4 de diciembre de 1930 el Comisario Alsogaray debe dejar su cargo. Nunca se supo por qué y en qué condiciones. Sobre el final de la feria judicial, el 27 de enero de 1931, la Cámara sólo confirma la prisión preventiva de tres rufianes y deja sin efecto la de los restantes, aduciendo que muchos se pudieron asociar
  • 41. 47 sólo por los fines ostensibles y lícitos y no tenían por qué conocer los propósitos delictivos. No hubo un efecto tan fuerte sobre el hecho como el que en un inicio se pretendía. La mayor parte de los imputados son deportados a Uruguay y Brasil. Muchos de ellos se quedan en estos países y siguen con el negocio, otros vuelven a Buenos Aires para continuarlo y algunos regresan para reformularse y establecer otro tipo de comercio. Casi ninguno de los incriminados termina cumpliendo su condena, a causa del desarrollo del nuevo régimen político. Aun con este infortunio, el trabajo de Alsogaray y Ocampo da resultados sociales. La trata, sufrió un duro golpe. El fenómeno del proxenetismo se torna muy conocido públicamente, la sociedad conoce el negocio, el trato que se le daba a las víctimas, la corruptela de los funcionarios, la vinculación de este delito organizado con los estamentos públicos y se comienza a valorar la permisividad de la prostitución “como mal necesario”. Así se va creando la conciencia pública que repercutirá en la “Ley de Profilaxis de Enfermedades Venéreas” que se aprueba en 1936. Esta ley prohíbe la existencia de locales para el ejercicio de la prostitución en todo el país y castiga a las personas que los dirigen. También impone un examen prenupcial para conocer la existencia de enfermedades venéreas en los contrayentes. El proceso de abolicionismo comienza en la década de los 20 pero no se materializa hasta 193421 para la ciudad de Buenos Aires y 1936 para todo el país. Aunque la desarticulación de la organización acaba repercutiendo en la ley contra el desarrollo de la prostitución, no se puede decir que la esclavitud sexual desapareciese con este capítulo. Schnabel (2009) recalca este punto: “La prostitución se ejercía de modo disimulado en cabarets, cafés, restaurantes y las mujeres solían tener arreglos con hoteles céntricos.” (Schnabel 2009: 34). Tras el abolicionismo, la policía puso en práctica el manyamiento22 . Este sistema se puso en práctica sobre todo con prostitutas. Las detenían y después pasaban al sanatorio para recibir el control médico. Después de este procedimiento, y si estaban 21 En este año se prohíbe la existencia de prostíbulos para la Ciudad de Buenos Aires. El motivo de esta anticipación es el estallido del escándalo en la ciudad en primera instancia. Luego se desarticuló en los demás lugares del Estado Argentino donde también operaba. 22 Sistema por el cual la policía recorría las calles (de civil) para buscar a delincuentes conocidos. Se les detenía para hacer averiguaciones.