1. BOLÍVAR, MARX Y EL SOCIALISMO
Víctor Rodríguez (Dic. 2009)
Simón Bolívar nunca supo nada sobre Karl Marx. Cuando el Libertador murió en 1830,
Marx era un párvulo de apenas 12 años que soportaba las burlas por su condición de
judío converso al protestantismo luterano, única vía que consiguió su progenitor para
mantener a su familia como burócrata, en una sociedad cerrada por el dogmatismo
fanático que predominaba en la Alemania de esa época. Por consiguiente, no tiene nada
de extraño que Bolívar desconociera de su existencia y mucho menos de su obra que
todavía no había producido.
Por el contrario, cuando Karl Marx escribió en 1858 un artículo para “The New American
Cyclopedia”, además de ser un filósofo de 40 años, había escrito conjuntamente con
Federico Engels “El Manifiesto Comunista”; obra que lo convirtió en el padre del
“Socialismo Científico”, es decir del Comunismo. De manera, que cuando leemos “Bolívar
y Ponte”, estamos ante una manifestación fiel de su concepción sociopolítica y de una
representación altamente ilustrativa y pedagógica de la visión que Marx tenía de nuestro
Libertador.
El título seleccionado, explícitamente quería poner en evidencia la condición aristocrática
de Bolívar, con títulos nobiliarios porque “…Descendía de una de las familias mantuanas,
que en la época de la dominación española constituían la nobleza criolla en
Venezuela”(*). Marx enfatiza en su intención de estigmatizar al Libertador al señalar que
“…Con arreglo a la costumbre de los americanos acaudalados de la época, se le envió a
Europa…” tratando de banalizar sus viajes y describiendo su permanencia en Europa
como una suerte de “tournée” por las cortes imperiales de España, Inglaterra y hasta su
asistencia “…en 1804 a la coronación de Napoleón como emperador, hallándose
presente, asimismo, cuando Bonaparte se ciñó la corona de hierro de Lombardía”.
Como correlato de esta apreciación, Marx presenta a un Bolívar apático e indiferente que
“…pese a las instancias de su primo José Félix Ribas, rehusó adherirse a la revolución
que estalló en Caracas el 19 de abril de 1810”. Más aún, luego que Bolívar ingresó en
1811 al ejército libertador liderizado por Francisco de Miranda, Marx describió su
desempeño en Puerto Cabello como pusilánime y hasta traicionero al señalar que “…
Cuando los prisioneros de guerra españoles… lograron atacar por sorpresa la guardia y la
dominaron, apoderándose de la ciudadela, Bolívar, aunque los españoles estaban
desarmados, mientras que él disponía de una fuerte guarnición y de un gran arsenal, se
embarcó precipitadamente por la noche con ocho de sus oficiales, sin poner al tanto de lo
que ocurría ni a sus propias tropas, arribó al amanecer a La Guaira y se retiró a su
hacienda de San Mateo”. Para Carlos Marx “…Este acontecimiento inclinó la balanza a
favor de España y forzó a Miranda a suscribir, el 26 de julio de 1812, por encargo del
congreso, el tratado de La Victoria, que sometió nuevamente a Venezuela al dominio
español”. Adicionalmente y como corolario de la infamación de Bolívar, Marx escribió “…A
2. las dos de la madrugada, encontrándose Miranda profundamente dormido, Casas, Peña y
Bolívar se introdujeron en su habitación con cuatro soldados armados, se apoderaron
precavidamente de su espada y su pistola, lo despertaron y con rudeza le ordenaron que
se levantara y vistiera, tras lo cual lo engrillaron y entregaron a Monteverde”. Estas
aseveraciones reflejan la baja estima y el desprecio que Marx sentía por nuestro
Libertador y que se evidencian abiertamente cuando en su artículo cita a Monteverde en
ocasión que Bolívar solicitó su pasaporte, según Marx el jefe español declaró: "Debe
satisfacerse el pedido del coronel Bolívar, como recompensa al servicio prestado al rey de
España con la entrega de Miranda".
De acuerdo a la apreciación de Marx, los esfuerzos bélicos de Simón Bolívar y demás
próceres no representaron un mayor esfuerzo, correspondiendo más bien a una especie
de plácida marcha porque “…La capacidad de resistencia de los españoles estaba
quebrantada, de un lado porque las tres cuartas partes de su ejército se componían de
nativos, que en cada encuentro se pasaban al enemigo; del otro debido a la cobardía de
generales tales como Tízcar, Cajigal y Fierro, que a la menor oportunidad abandonaban a
sus propias tropas”. No apreciaba Marx ningún heroísmo o tenacidad alguna en la gesta
patriótica. Su crónica expresa su percepción del proceso de liberación que vivía la Patria
en construcción con una mera descripción de eventos. No recurre Marx siquiera a
comentar la extensa obra escrita por Bolívar para analizar su pensamiento. Por el
contrario, sentencia “…A Bolívar se le tributó entonces una entrada apoteósica. De pie, en
un carro de triunfo, al que arrastraban doce damiselas vestidas de blanco y ataviadas con
los colores nacionales, elegidas todas ellas entre las mejores familias caraqueñas,
Bolívar, la cabeza descubierta y agitando un bastoncillo en la mano, fue llevado en una
media hora desde la entrada de la ciudad hasta su residencia. Se proclamó Dictador y
Libertador de las Provincias Occidentales de Venezuela,… creó la Orden del Libertador,
formó un cuerpo de tropas escogidas a las que denominó guardia de corps y se rodeó de
la pompa propia de una corte. Pero, como la mayoría de sus compatriotas, era incapaz de
todo esfuerzo de largo aliento y su dictadura degeneró pronto en una anarquía militar, en
la cual asuntos más importantes quedaban en manos de favoritos que arruinaban las
finanzas públicas y luego recurrían a medios odiosos para reorganizarlas. De este modo
el novel entusiasmo popular se transformó en descontento, y las dispersas fuerzas del
enemigo dispusieron de tiempo para rehacerse”. Esta singular descripción refleja
claramente el prejuicio euro centrista, cargado de racismo y de subestimación a la
capacidad intelectual de Bolívar y “sus compatriotas”.
Para Marx, Bolívar lejos de ser el personaje que hemos conocido a través de la Historia
de la Patria, era una persona voluble, carente de valor y principios que ante las
adversidades no dudaba en abandonar furtivamente sus tropas para luego “… cohonestar
su huida, publicando una memoria de justificación, henchida de frases altisonantes” . Más
aún, Marx afirmó que “…Si Ribas, Páez y los demás generales hubieran seguido al
dictador en su fuga, todo se habría perdido”. Es significativo que a lo largo del artículo se
insistiera en identificar al Libertador con el epíteto de “dictador” con la clara intención de
excluirlo del santoral de los “revolucionarios” y presentarlo más bien como un intrigante
3. conspirador contra la gesta emancipadora de Sudamérica a quien llega a denominar
como el “Napoleón de las retiradas”.
El Bolívar dibujado por Marx era un inepto en las artes militares que dependía de las
capacidades bélicas de tropas y oficiales “…ingleses, irlandeses, hannoverianos y otros
extranjeros bien disciplinados”; y sin visión estratégica para liderizar una campaña de
guerra exitosa “…A pesar de que disponía de fuerzas holgadamente superiores, Bolívar
se las arregló para no conseguir nada durante la campaña de 1820…Si Bolívar hubiese
avanzado con resolución, sus solas tropas europeas habrían bastado para aniquilar a los
españoles. Pero prefirió prolongar la guerra cinco años más”.
El “genio de Carabobo” (como se califica al Libertador durante los desfiles militares para
conmemorar la fecha patria), para Karl Marx era un timorato que al divisar en el terreno de
Carabobo “…La posición del enemigo le pareció tan imponente a Bolívar, que propuso a
su consejo de guerra la concertación de una nueva tregua, idea que, sin embargo,
rechazaron sus subalternos”. De esta manera, de acuerdo a la versión de Marx el triunfo
en la batalla que selló nuestra independencia se le debe fundamentalmente al accionar de
Páez y de la Legión Británica.
Si existiera alguna duda de la apreciación que el padre del Comunismo tenía sobre el
Libertador, esta se despeja cuando aquel puntualiza: “…Durante las campañas contra los
españoles en el Bajo y el Alto Perú (1823-1824) Bolívar ya no consideró necesario
representar el papel de comandante en jefe, sino que delegó en el general Sucre la
conducción de la cosa militar y restringió sus actividades a las entradas triunfales, los
manifiestos y la proclamación de constituciones”. Para Marx lejos de estarse
desarrollando un proceso de liberación lo que sucedía era un proceso de dominación que
mantenía al pueblo “…sometido a las bayonetas de Sucre, Bolívar dio curso libre a sus
tendencias al despotismo y proclamó el Código Boliviano, remedo del Código de
Napoleón”.
Como podemos apreciar no existía ninguna empatía e identificación de Karl Marx hacia la
figura de Simón Bolívar quién nunca tuvo nada que ver con aquel.
Finalmente, es pertinente señalar que el pensamiento socialista es anterior al marxismo.
Durante los años finales del siglo XVIII pensadores como Francoise Fourier y el conde
Saint Simon ya habían formulado sus propuestas socialistas. Es decir que los precursores
del Socialismo fueron contemporáneos de Simón Bolívar quien tenía una sólida formación
intelectual para la época, lo cual nos hace suponer que tuvo conocimiento de tales
propuestas. Sin embargo, en sus escritos no se refleja ninguna influencia y mucho menos
podemos encontrar alguna alusión directa que pudiera identificarlo con el Socialismo.
Entonces cabe preguntarnos: Si Bolívar nunca manifestó ser partidario del Socialismo y el
mismísimo Marx se encargó de dejar bien clara su condición oligárquica, ¿Cómo se
puede hablar de “socialismo bolivariano?. (*) Todas las citas corresponden al artículo
publicado en el tomo III de The New American Cyclopedia. Escrito por Karl Marx en enero de 1858.