Nuestra memoria nos pertenece de manera muy personal. Acumula alegrías pero también tristezas. Viene a nuestro auxilio con más claridad cuando nos encontramos solos, o distantes de alguien o del lugar que amamos. Ella se convierte en fuente de sabiduría.
Manejo del Dengue, generalidades, actualización marzo 2024 minsa
NUESTRA MEMORIA UN LIBRO ABANDONADO
1. Nuestra memoria nos perte-
nece de manera muy perso-
nal. Acumula alegrías pero tam-
bién tristezas. Viene a nuestro
auxilio con más claridad cuando
nos encontramos solos, o distan-
tes de alguien o del lugar que
amamos. Ella se convierte en
fuente de sabiduría. Sin embargo,
como no frecuentamos la soledad,
el silencio, sea porque no tenemos
esa oportunidad, o porque traba-
jamos 10 horas, vemos TV 2 ho-
ras, comemos 2 horas, conversa-
mos 2
h o r a s ,
leemos 1
hora y
d o r m i -
mos 7
horas; no
nos da-
mos esos
momen-
tos de
confron-
t a c i ó n
c o n
nuestra
memoria
y con
ello per-
demos mucho de su valía. El libro
de nuestra vida, de la vida para
generalizar, está allí. Eso lo en-
tendieron hace mucho tiempo, y
lo practican como cuestión natu-
ral, cultural, los orientales, los
hindúes bajo la denominan de
MEDITACION.
Así, el libro de nuestras experien-
cias de vida de 80 o 50 o 20 años
radica en nuestra memoria, de la
misma manera que cada fin de
año las organizaciones presentan
sus Memorias Anuales, conte-
niendo la información relevante
de la gestión que finaliza. Lo que
observamos, en la gran mayoría,
es que nuestra memoria particu-
lar, la usamos poco o casi nada.
Algunos por su profesión la explo-
tan mucho más, es el caso de los
escritores. Generalmente ellos
construyen sus mejores libros
hurgando en su memoria. Es el
caso de Los jefes de Vargas Llosa,
Los Ríos Profundos de José María
Arguedas, Los Heraldos Negros
de César Vallejo etc. Obras mara-
villosas que admiramos y muchas
veces nos identificamos.
Pero nuestra memoria no solo se
nutre de lo vivido hace 50 años o
más, también se integran las vi-
vencias de hace pocos años, del
presente año, del mes, del día a
día. Por eso cuando abrimos el
libro de nuestra memoria, los
acontecimientos del día de ayer se
mezclan con los ocurridos en la
infancia, adolescencia o adultos.
Y, con eso, construimos historias
integradas que por su consisten-
cia y coherencia son enseñanzas
que se han validado en esos perio-
dos 15 o 30 o 50 años. Y precisa-
mente por eso son enseñanzas
que merecen compartirlas.
Allí aparece la esencia de la natu-
raleza humana que es nuestra
vida, las regularidades que obser-
vamos muestran sus aspectos
inmutables. Y que a pesar del
tiempo, y las transformaciones
ocurridas, prevalecen y valen todo
el tiempo: antes, hoy y después.
Estas regularidades, son casi
“leyes universales” que se mani-
fiestan independientes de la loca-
lidad y la temporalidad. Observa-
das en el laboratorio de nuestra
vida y validadas en 40 o 50 años o
más de experiencia. Ahí radica lo
valioso de compartir nuestras
memorias. Compartamos, regula-
ridades, caminos, trillas, por don-
de el ser humano, que aún no
transitó debería hacerlo, a fin de
alcanzar mejor futuro, moral e
integral. Este camino es el mismo
que siguieron las grandes obras,
desde los griegos, hasta los judíos.
La biblia es un libro de esta cate-
goría.
A pesar de esa valía, ¿cuánto de
nuestra memoria sabemos?,
¿cuánto de ella la usamos? La
respuesta es contundente, poco o
casi nada. Simplemente porque
no tenemos la cultura de la refle-
xión, de la meditación, de buscar
el silencio, aprovechar la soledad;
propiciar espacios de encuentro
con nuestra memoria y luego
transmitirlas, contarlas, escribir-
las y compartirlas. Esta es una
tarea que debe incorporarse en la
educación. La reflexión y la comu-
nicación.
Desde pequeños deberíamos
aprender a comunicar nuestras
experiencias de vida. Buscando
entrelazar el presente con el pasa-
do y mirar qué es lo que se repite.
Qué es lo que se mantiene. Y
cuando hallemos algo, compartá-
moslo. Eso es valioso. Pero para
compartir, necesitamos promover
escritores, cronistas, espacios
para escuchar y conocer las apre-
Nuestra Memoria un Libro Abandonado
Página 6 EL ZAGUÁN DE ORO PUQUIO Volumen 1, nº 12
Con mi maestro de primaria don Arcadio Zubieta, que con sus 94
años, es un libro abierto, que mucho tiene por enseñar.
“No tenemos la cultura
de la reflexión, de la
meditación, de buscar
el silencio, aprovechar
la soledad; propiciar
espacios de encuentro
con nuestra memoria y
luego transmitirlas,
contarlas, escribirlas y
compartirlas”
Luego de dar charlas de física en el Colegio Bracale, con los
profesores. En al calle comercio recibiendo a nuestra visita
Susana Pinilla. En el Rímac, después de jugar, gustar, ga-
nar y campeonar.
2. “necesitamos promover
escritores, cronistas,
espacios para escuchar
y conocer las
apreciaciones de
generaciones pasadas.
En fin, espacios para
dialogar sobre
experiencias del
presente y el pasado.
”
ciaciones de generaciones pasa-
das. En fin, espacios para dialogar
sobre experiencias del presente y
el pasado.
No dejemos que se nos vayan
ancianos sin haber compartido
sus enseñanzas, busquémoslos,
oigámoslos y reflexionemos. Ese
es el camino a la sabiduría, es la
demostración de respeto a nues-
tra cultura. Es hacer realidad el
mensaje que “lo local es univer-
sal”. Es la vigencia y trascenden-
cia de una “ley universal”, la loca-
lidad y la temporalidad. Es decir
vale para el ser humano que vive
en Chiquián como para el japo-
nés, francés o alemán. Y si tam-
bién valió para nuestros abuelos,
vale para nosotros y segu-
ramente valdrán para las
futuras descendencias.
Esto es lo que le da fortale-
za y vigencia a las leyes de
la física donde la conoce-
mos como las simetrías
espacial y temporal. Que
también pueden aplicarse
en ciencias relacionadas
con el ser humano, como lo
hemos mostrado ahora.
Esta reflexión surgió de mi
visita a la fecha final del
campeonato de futbol del
CUHPB (Centro Unión
Hijos de la Provincia de
Bolognesi), donde se coro-
nó campeón el Club Sport Cahui-
de de mi ciudad natal Chiquián, y
pude reconocer el similar com-
portamiento de las personas,
cuando hace 30 años, vestía ,
también, la misma casaquilla en
campeonatos similares. Por eso
mientras miraba y conversaba
con amigos de siempre, traté de
responder a las preguntas: ¿Qué
es lo que se repite hoy de lo que
fue hace 30 años?, ¿Qué busca-
mos las personas viniendo a estos
eventos?, ¿Qué piensan los padres
de sus hijos que vienen aquí?,
¿Qué motiva a las personas mayo-
res continuar dirigiendo sus equi-
pos?, ¿Qué les espera a los jóve-
nes que gustan de libar hasta
obscurecer?, ¿El dinero que se
Los premios surgen (Capulí) como aparecidos huraños que cuando
los recuerdas se esconden tras las ruinas o valles.
recauda a dónde va?. Las conclu-
siones a las que llegué, segura-
mente volverán a valer cuando de
aquí a 30 años, retorne a mirar
nuevos campeonatos. Y como algo
inmutable, también, volverá a
brillar la casaca roja y negra del
Cahuide luciendo su cartel de
Campeón.
La Pluma del Viento
Lima, 12 de diciembre de 2009
Página 7EL ZAGUÁN DE ORO PUQUIO Volumen 1, nº 12
El trajín radial (Antarki), y la agitación de la pluma,
fue natural al lado del periodista Vladimiro Reyes, y
del escritor Nalo de Chiquián, muchas movilizaciones
frente de ministerios para pavimentar la carretera.
En nuestra casita del Jr. Sáenz Peña, mi madre se afa-
naba en vestirnos como nunca en los días de fiestas
patrias. Y, mucho más para cumplir con los sacramen-
tos católicos. Como la primera comunión.
Contrastes de la vida, campeones de futbol (AIB), inspectores de
obras (Carretera) y papa Noel (con Tadeo).