Los magos del bosque del Harz crearon un pájaro cantor para ayudar al hombre a reconectarse con la naturaleza y encontrar paz y serenidad. Entrenaron al pájaro para que cantara melodiosamente sobre los paisajes y sonidos del bosque, transportando así el espíritu de la naturaleza a los hogares humanos. El canto mágico del pájaro puede llevar al hombre a un estado de tranquilidad y aliviar su ansiedad en los momentos de descanso.
1. LA LEYENDA DEL HARZ
Existían unos magos ----- ermitaños de las aromatizadas selvas---
que experimentaban una gran pesadumbre por la narcosis con que el
progreso agobiaba el espíritu del hombre: éste se había alejado de la
naturaleza y se aleja cada vez más agravando su mal; los buenos magos
pensaron en ayudarle de alguna forma para devolverle la paz, la
serenidad, el amor a la poesía de la vida tranquila y sosegada.
Estudiaron…, pensaron en lo intricado de sus selvas, en medio de los
valles, en las riberas de los largos riachuelos, cerca de las rugientes
cascadas en las gargantas rocosas.
El hombre –decían – se halla en trance de embrutecerse porque se
ha alejado y se aleja cada vez más y más de la naturaleza, de lo que Dios le
dio. De dia en día, se vuelve más esclavo del progreso, del vertiginoso
avance de su propia obra; la técnica, que lo arrastra. Se aleja cada vez
más, sujeto por el demonio del modernismo a todo aquello que,
aparentemente, pueda aliviarlo de la agobiante fatiga que le envuelve,
pero que le trae deseos siempre nuevos y placeres engañosos.
Corre, corre con su cuerpo y su espíritu cada vez más
vertiginosamente hacia un nuevo paganismo, corre y sufre sin poder darse
nunca por vencido.
Aquellos magos pensaron, buscaron… Gartner, Volkmann, Ertges,
Trute, Seifert… en medio de los bosques de Turingia y del Harz, entre el
silbido del viento, entre los pinares y los agetales, entre los rugidos del
agua turbulenta de los torrentes, entre el agua turbulenta de los
torrentes, entre el incesante tintinear de los apacibles rebaños.
¿Qué hacer?
Una criatura alada, procedente de las islas Canarias, había sido
llevada entre ellos por los mercaderes; ellos, los magos ermitaños de los
bosques vírgenes, la tomaron, tanto uno como otro, e hicieron lo posible
por introducir en su corazón, ya tan grande y puro, en su voz ya tan
agradable y dulce, el sublime y mágico espíritu del Harz; de esta forma
este pajarillo se convirtió en la criatura que llevó a las viviendas de los
hombres el canto de los valles y, los bosque. Ese espíritu tenía algo más
que el Ruiseñor, ya que también canta durante la noche como éste, pero
lo lleva en sí mismo, justamente porque fue creado gracias a una
inspiración sobrenatural, expresa y mágicamente, para el hombre. Este
pájaro, a diferencia de sus semejantes, ama la penumbra verde más que la
viva luz del día; por ello es por lo que la viva luz del día; por ello es por lo
que se guarda, casi siempre, su pequeña y tranquila morada velada por un
cortinaje verde: para embriagar con su lirica armonía y para llevar alivio al
2. hombre, necesita un medio tal como aquel donde nació su canto excelso.
Canturrea incluso durante la noche en casa de sus amigos, a la luz
domestica y, a veces, en la profunda oscuridad, en la noche avanzada,
sueña posiblemente con las soberbias, sublimes y mágicas bellezas del
Harz, su patria de adopción , y patria de su canto, que reproduce con alta
musicalidad el rulado turbulento, impetuoso o los mugidos del viento en
los valles y por entre las ramas: vruruvíroviro… víruu; parece que se ven y
se oyen los murmullos de las sílfides en los torbellinos de aire: rururocore
rorororoerururu; al principio es un ruido débil, se le oye apenas, luego se
acentúa en <<crescendo>>, revoloteando a continuación en un
<<disminuyendo >> progresivo, para pasar enseguida a la resonancia
sorda y profunda de un derrumbamiento de rocas en un barranco
cavernoso y repercutiendo por entre los escarpados peñascales: Krrrr…
Knorr…Knorr… Knorr… el gorgoteo del agua en la grava de los arroyos
límpidos y centelleantes de espumas, que reflejan los multicolores rayos
del sol, o los plateados de la nocturna luna, al filtrarse a través de los
verdes y espesos follajes de sus riberas verdegueantes; grlrldrgrligldrbrr y
verdegueantes: grlorldrgrligldrbrr y las alegres evoluciones de las náyades:
blo-blo-blo-blo-blo. A continuación, el cloqueo de gallina madre a sus
polluelos: Gluck- gluck, glock- glock, glock, kluch… La serenata del grillo
enamorado; Rilirr… El repiqueteo de una pequeña iglesia aislada en los
linderos de un bosque o los tintineos de apacibles rebaños: he – ho – ho –
ho – ho – hu – hi; flotante, arrulladora… si, segura mente como un
arrullador murmullo a un rabioso infante que no quiere conciliar su sueño.
De cuando en cuando, en la flauta de un bucólico pastor, como la
llamada angustiada de un fauno a su hermosa y rebelde compañera y
amigo: <<! Corre, corre, Dau, dau (amor) hoe… hoe ¡>>. A través del eco
del valle, ella le responde: <<! A mí, hoe, hoe ¡>>.
Esta sublime criatura nació. El hombre, el que cree y aspira aún
ardientemente a la poesía del mundo y de la creación, ha recibido ese
inquieto alado que los poéticos ermitaños del bosque le han hecho como
regalo, lo ha llevado a su morada para aligerar su ansiedad en los escasos
momentos de descanso de su atormentada existencia y para relajarse
escuchando la música del canto dulce y agradable: gracias a esas sublimes
notas que expresan la pureza de la naturaleza, el corazón del hombre es
mágicamente transportado a un oasis de dulzura y de paz y su alma
atormentada y transida vuelve a tiempos lejanos, al Paraíso perdido…
RICCARDO MADDALENA (Italia)