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LA PALABRA DE “EL
                    UNGIDO”

LOS ORANTES AGUSTINIANOS CON

         LA    LECTIO DIVINA
SON DISCÍPULOS Y MISIONEROS DE
JESUCRISTO , PARA QUE COLOMBIA,
             TENGA VIDA EN ÉL.

EL DISCÍPULO SIGUE A JESUS DANDO TESTIMONIO
      CON SUS MANOS, SUS PIES Y SUS OJOS


Domingo XXVI (B) 30 de Septiembre de 2012

      “Cristo declaró en venta el Reino de los cielos,
         y fijó su precio en un vaso de agua fresca”
                        San Agustín


        EL CAMINO DE JESÚS HACIA JERUSALÉN
       Y LA FORMACIÓN DE LOS DISCÍPULOS (III):
 El comportamiento distintivo del discípulo con los de fuera,
             con los pequeños y consigo mismo
             Lectio de Marcos 9,38-43.45.47-48
“Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen,
           mejor le es que le pongan al cuello
  una de esas piedras de molino que mueven los asnos
                 y que le echen al mar”.
Introducción


En nuestro recorrido del Evangelio de Marcos en este año litúrgico,
llegamos al corazón del Evangelio:


El camino de Jesús y sus discípulos hacia Jerusalén, un camino en el cual
Jesús se dedica a la formación de sus discípulos (Marcos 8,27-10,52).


Es tan importante esta sección del Evangelio, que le dedicaremos 7
domingos a la lectura orante de los pasajes más significativos.


Repasemos el itinerario que realizaremos en estos 7 domingos:


(1) Domingo 24: Marcos 8,27-35
     Confesión de fe – Primer anuncio de la Pasión –
Llamado al seguimiento de la Cruz


(2) Domingo 25: Marcos 9,30-37
     Segundo anuncio de la Pasión –
Consecuencias comunitarias del seguimiento: la autoridad y el servicio


(3) Domingo 26: Marcos 9,38-43
     Consecuencias     comunitarias    del   seguimiento:   convivencia   y
escándalos


(4) Domingo 27: Marcos 10,2-16
     Consecuencias comunitarias del seguimiento: fidelidad matrimonial


(5) Domingo 28: Marcos 10,17-30
Consecuencias comunitarias del seguimiento: la nueva comunidad de
Jesús


(6) Domingo 29: Marcos 10,35-45
Tercer anuncio de la pasión – Consecuencia: la autoridad y el
servicio


(7) Domingo 30: Marcos 10,46-52
Un modelo de discípulo que sabe entrar en el camino de Jesús: Bartimeo


Tenemos, entonces, la oportunidad de vivir muy de cerca el camino del
discipulado en el Evangelio según san Marcos.


Estos siete domingos son una verdadera escuela sobre el “seguimiento”
del Señor.


Jesús continúa la formación de los discípulos.


Lo hace con instrucciones precisas y prácticas en el llamado “discurso de
Cafarnaúm” (Marcos 9,35-52), del cual leímos el domingo pasado la
primera parte: la regla del servicio.
Vamos a profundizarlas…


      1. El texto y su contexto


      1.1.    Leamos        el   pasaje      de     Marcos     9,38-43.45.47-48,
              siguiendo las tres partes de su estructura:


(1) El comportamiento con los de fuera de la comunidad


 38
“ Un día Juan le dijo: ‘Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu
nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con
nosotros’
39
     Pero Jesús dijo: ‘No se lo impidan, pues no hay nadie que obre un milagro
invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí.
40
     Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.
41
     Todo aquel que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo,
les aseguro que no perderá su recompensa.


(2) El comportamiento con los pequeños de la comunidad
42
      Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le
pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le
echen al mar.


(3) El comportamiento consigo mismo

43
     Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la
Vida
que, con las dos manos, ir a la gehena, al fuego que no se apaga.
45
     Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida
que, con los dos pies, ser arrojado a la gehena.
47
     Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo
en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehena,
48
     donde su gusano no muere y el fuego no se apaga’”.



      1.2.    Veamos ahora el contexto en que Jesús pronuncia
         esas enseñanzas:


• El lugar: Cafarnaúm


Nos situamos en la instrucción que Jesús les da a los Doce en Cafarnaúm
(9,33-50), inmediatamente después del segundo anuncio de la Pasión.


Cafarnaúm es uno de los lugares en los que más ha obrado Jesús (ver Mc
1,21; 2,1…).


Esta es la última vez que esta ciudad se menciona en el Evangelio.


Los discípulos ya no están en el camino sino en una casa (9,33; ver 1,29;
2,1; 3,20).


En la visión que Marcos nos da del discipulado, la “casa” es el lugar de la
profundización: allí es donde los discípulos le piden a Jesús que profundice
alguna de sus enseñanzas o, al contrario, donde Jesús les hace pregunta a
ellos y les clarifica situaciones.
• El conjunto de las instrucciones a los discípulos


Después de haber confrontado a sus discípulos por el tema que venían
conversando por el camino (9,33-34), Jesús les explica que el verdadero
camino hacia la grandeza es el de la pequeñez humilde en el servicio (9,35-
37); luego les fija el comportamiento con relación a los que no son de la
comunidad (9,38-41), los previene expresamente sobre el escándalo (9,42-
49) y finalmente los exhorta a ser pacíficos (9,50).


  1.3.    La estructura de los dichos del Señor que leemos hoy


Al principio les pone como meta el ser servidores de todos:


“Si alguno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos” (9,35).



Las enseñanzas siguientes parecen depender esta regla de vida que el
Señor establece para su comunidad.


La imagen del “servidor” que se desprende de este dicho de Jesús, es la
del “diákono”, es decir, un servidor de la mesa (ver Mc 1,31), una persona
que no come junto con las otras sino que está pendiente todo el tiempo
para que todos tengan lo que necesitan.


El “servidor” (a diferencia del “esclavo ”) es una persona que trabaja con
gusto y está siempre atenta al bien de los demás, ella percibe lo que les
hace falta y se ocupa de conseguirlo.


Lo suyo, entonces, es ayudar sin imponerse límites, la única preocupación
es el bien de los demás.
Pues bien, es a la luz de esta enseñanza fundamental, y a partir de la
disposición interior que ella implica, que hay que resolver las tres
situaciones y conflictos que se enumeran a continuación.


  2. El comportamiento con los de fuera de la comunidad (9,38-
     41)


El pasaje comienza como un diálogo entre Juan y Jesús:


  2.1.     El relato de Juan (9,38)


Uno de los tres discípulos más cercanos a Jesús, el discípulo Juan (ver
3,16-17; 5,37; 9,2; 14,33), le expone a Jesús algo que le sucedió a los
discípulos:


“Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con
nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros” (9,38).



A diferencia del relato anterior, los discípulos no se quedan callados ante
Jesús sino que le cuentan lo que les ha causado preocupación –una
persona que expulsaba demonios valiéndose del nombre de Jesús- y la
manera como han resuelto el conflicto –se lo han prohibido-.


El tema de la expulsión de demonios apareció desde el comienzo del
ministerio de Jesús (ver 1,25.39…) y fue parte de la encomienda que Jesús
le dio a sus misioneros (ver 3,15; 6,7.13).


No hay que olvidar que está entre los objetivos del discipulado:


 “Estar con Jesús y ser enviados a predicar con poder de expulsar demonios” (3,15).



A pesar de haber cumplido con el encargo al principio (ver 6,30), después
de su resistencia frente al tema de la Cruz, los discípulos parecían
impotentes para expulsar demonios (ver 9,18.28).
El argumento que los discípulos dan para impedir que otra persona haga
esto mismo es: “Porque no venía con nosotros ”.


Es decir, que solamente quien es discípulo de Jesús y pertenece al grupo
de los discípulos puede también obrar en su nombre.


      2.2.    La respuesta de Jesús (9,39-40)

 39
“ Pero Jesús dijo: ‘No se lo impidan, pues no hay nadie que obre un milagro
invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí.
40
     Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.
41
     Todo aquel que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo,
les aseguro que no perderá su recompensa”.



La reacción de Jesús parece desconcertante, ya que desautoriza lo que
han hecho los discípulos.


Jesús le da un criterio a sus discípulos: donde se hace el bien en el nombre
y con el nombre suyo, no hay que impedirlo.


Ahora bien, esto no quiere decir que una persona así esté siendo admitida
automáticamente como discípula suya.


Simplemente la corrección es puesta en horizonte más amplio:


(1) Es positivo el hecho de que esa persona se abstenga de hablar mal de
él (9,39) y de agredirlo a él a y sus discípulos (9,40).


(2) Es positivo que una persona haga el bien, aún en lo más mínimo como
es el dar un vaso de agua, con la conciencia de que los discípulos “son de
Cristo ” (9,41; ver Mateo 25,35), ya que tienen asegurada la recompensa.


Si es verdad, por una parte, que los discípulos están en estrecha relación
con Dios (“son de Cristo ”, 9,41a), también es verdad que Dios no sólo los
bendice a ellos sino a todo el que hace el bien (“no perderá su
recompensa ”, 9,41b).


Si este es un valor que Dios les reconoce a todos, entonces los discípulos
deben hacer lo mismo.


De ahí que el gran parámetro del comportamiento de los discípulos también
tenga vigencia en el campo conflictivo con los de fuera de la comunidad:


                   “Ser el último de todos y el servidor de todos” (9,35).



   3. El comportamiento con los pequeños de la comunidad
          (9,42)


El campo de los conflictos ahora se amplía.


Primero había sido por el tema de la autoridad dentro de la comunidad
(9,34), luego por la intolerancia frente a las personas que no son discípulas
de Jesús (9,38), de aquí en adelante será por los escándalos que
eventualmente pueden surgir entre los cristianos (9,42-49).


En primer lugar se afronta el problema de los escándalos con los
“pequeños que creen ” en Jesús:


“Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan
al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar”
(9,42).



Jesús cuida mucho a sus seguidores más “pequeños”: gente sencilla y
vulnerable, los que tienen la fe más débil e insegura.


Por eso muestra lo grave que el escandalizarlos (=poner piedra de
tropiezo), es decir, el apartarlos de la fe en Jesús (=sucumbe en su fe):
¿Cómo puede darse el “escándalo ”?


En dos textos de Marcos encontramos pistas:


-    Según Mc 4,17, una persona puede perder la fe por causa de la
     tribulación y la persecución.


16 Otros reciben la palabra como un terreno lleno de piedras. Apenas reciben la
palabra, la aceptan con alegría;
17 pero no se arraiga en ellos y no duran más que una temporada; en cuanto
sobreviene alguna prueba o persecución por causa de la Palabra, al momento caen.



-    Según Mc 14,27.29 se anuncia un “escándalo” que ocurre
     justamente en el momento de la captura de Jesús, cuando los Doce
     “sucumben” en su fe mediante la renuncia al seguimiento y el
     emprender la fuga (14,50).


27 Y Jesús les dijo: «Todos ustedes caerán esta noche, pues dice la Escritura:
Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas.
29 Entonces Pedro le dijo: «Aunque todos tropiecen y caigan, yo no.»



El escándalo, entonces, se refiere al alejamiento de una persona de la
persona de Jesús por causa de una palabra mal dicha o un
comportamiento inadecuado por parte de un discípulo de Jesús.


La gravedad de la situación, Jesús la ilustra enseguida con imagen
elocuente del castigo de una persona culpable:


“Mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los
asnos y que le echen al mar” (9,42b).



Sin duda que en las profundidades del mar una persona así estará lejos de
afectar a alguien con su mal comportamiento.
Pero la cuestión va más a fondo todavía:


Las consecuencias, tanto para los victimarios como las víctimas, tanto para
quien se equivoca como para quien hace equivocar, tienen que ver con la
salvación o la perdición para siempre.


Se dice drásticamente que es preferible estar muertos que cometer tales
actos.


Tengamos en cuenta que Jesús en esta enseñanza no entra a describir los
comportamientos que caben bajo el título “escándalo”, pero el contexto
del pasaje deja entrever dos posibilidades:


(1) Las luchas por la autoridad (9,33-35):


33 Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, Jesús les preguntó: « ¿De qué venían
discutiendo por el camino?»
34 Ellos se quedaron callados, pues habían discutido entre sí sobre quién era el más
importante de todos.
35 Entonces se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Si alguno quiere ser el primero,
que se haga el último y el servidor de todos.»



Un discípulo puede pervertirse por su ambición de grandeza y arrastrar a
otros por ese mismo camino.


Evidentemente los más pequeños quedarán escandalizados.


(2) Los propios pecados (9,43-49):


43 Si tu mano te está haciendo caer, córtatela; pues es mejor para ti entrar con una
sola mano en la vida que ir con las dos a la gehena, al fuego que no se apaga.
44 Y si tu pie te está haciendo caer, córtatelo;
45 pues es mejor para ti entrar cojo en la vida que ser arrojado con los dos pies a la
gehena.
46 Y si tu ojo prepara tu caída, sácatelo;
47 pues es mejor para ti entrar con un solo ojo en el Reino de Dios que ser arrojado
con los dos al infierno,
48 donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.
49 Pues el mismo fuego los conservará.



Un discípulo puede involucrar a otros discípulos en sus mismas debilidades
y caídas. ¡Esto es gravísimo!


También esta enseñanza está relacionada con la regla cristiana del
servicio:


Un discípulo falta a este deber de manera ruin cuando escandaliza a los
pequeños y los lleva a apartarse de Jesús y de su Palabra.


El verdadero servicio siempre conduce a las demás personas a una
relación más estrecha con Jesús.


      4. El comportamiento consigo mismo (9,43-48)

 43
“ Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la
Vida
que, con las dos manos, ir a la gehena, al fuego que no se apaga.
45
     Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida
que, con los dos pies, ser arrojado a la gehena.
47
     Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo
en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehena,
48
     donde su gusano no muere y el fuego no se apaga”.



El conflicto ya no tiene que ver con los que no son cristianos, ni con los
propios hermanos en la fe, sino consigo mismo:


       ¿Qué hacer cuando mi propio comportamiento me aleja del
                                         Señor?


Jesús expone tres ejemplos bien dicientes.
En ellos se dice:


(1) qué es lo que un órgano importante del cuerpo trata de hacer,


(2) qué es lo que uno tiene que hacer y


(3) qué es lo que está en juego si se continúa en la misma línea de
comportamiento.


    4.1.   Tres órganos importantes relacionados con el pecado


Se trata de: mano, pies y ojo.


Los tres están en pareja y cumplen una función importante para la persona
entera.
El conflicto aparece cuando éstos quieren alejarlo a uno de Jesús y de su
enseñanza mediante comportamientos negativos:


-     El apego a la vida terrena (ver 8,34-35)


34 Luego Jesús llamó a sus discípulos y a toda la gente y les dijo: «El que quiera
seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga.
35 Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, y el que sacrifique su vida (por mí
y) por el Evangelio, la salvará.



-     El querer quedar siempre bien con los demás, aún sacrificando los
      valores del Reino (8,38)


38 Yo les aseguro: si alguno se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de
esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del Hombre se avergonzará de
él cuando venga con la Gloria de su Padre rodeado de sus santos ángeles.»



-     Las ganas de tener puestos y grandeza (9,34).
34 Ellos se quedaron callados, pues habían discutido entre sí sobre quién era el más
importante de todos.



Estas tres actitudes, que son propias de la naturaleza humana, pueden
terminar dominando todo el comportamiento de la persona, llevándolo a
apartarse del camino de Jesús.


Por otra parte, está en juego la misión del discípulo, ya que en lugar de
apartar a los “pequeños”, se le pide al discípulo que haga lo contrario.


Él debe ofrecer:


-     Una mano que los asegure,


-     Una mirada que los ilumine,
-
-     Un pie que apoye sus pasos vacilantes.


Cuando en vez de tender la mano, empuja; cuando el ojo guía hacia las
tinieblas; cuando el pie arremete al hermano, ahí se da un escándalo.


    4.2.   Qué es lo que hay que hacer


Se debe tomar una decisión radical.


No se puede aspirar a la connivencia entre el bien y el mal, no se puede
pretender andar en los caminos de Jesús y al mismo tiempo con los
antivalores.


Puesto que el valor mayor para un discípulo es Jesús, es a él a quien
buscará, aún a costa de grandes sacrificios.
Lo que justifica el sacrificio es el hecho que hay un valor mayor; siendo así,
este tipo de pérdida en la práctica es una ganancia:
“Quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará ” (8,35).



De ahí que un discípulo debe velar por su comportamiento, teniendo en
cuenta la influencia que éste puede tener en el prójimo.


  4.3.    Lo que está en juego


Lo que está en juego, en última instancia, es la meta del camino: el “entrar
en la vida ” (=en el Reino) o el frustrar nuestra existencia (=lo que se llama
infierno: el dolor insoportable, profundo y violento por no haber podido
lograr la meta de la vida).


Jesús usa la palabra “gehena” para designar el aspecto negativo:


La “gehena” era un valle que quedaba al occidente de Jerusalén, que en
otro tiempo sirvió para los sacrificios humanos en honra del dios Moloc; en
los tiempos de Jesús era el local donde se quemaba la basura de la ciudad.


Por eso la frase “arrojar a la gehena ” es lo contrario del “entrar en la
vida ”, donde el término “vida” es en griego “zoé” y no “bios”, ya que se
refiere ante todo a la vida de comunión con Dios.


Por lo tanto, el discipulado es un camino hacia la vida, una entrada en el
Reino.


Este es el sentido definitivo del “seguimiento ” del camino de Jesús y si no
era para llegar hasta la plenitud, entonces no tendría sentido.


Es aquí donde la enseñanza básica sobre el servicio a todos (8,35) se
convierte también en un llamado de atención al necesario servicio a sí
mismo: trabajar por la propia salvación velando hasta el final por la fidelidad
al camino de Jesús.
5. Releamos el Evangelio con un Padre de la Iglesia




                  Domingo 26º Tiempo Ordinario (B)
                Mc 9, 37-42: Homilía de san Agustín
                               Sermón 39, 6
«Así pues, porque nada trajiste, nada te podrás llevar de aquí.


Envía a lo alto lo que has conseguido, y no lo perderás.


Dáselo a Cristo, pues Él quiso recibirlo aquí.


Dáselo a Cristo, y no lo perderás.


No lo pierdes cuando confías a tu siervo lo que has adquirido, ¿y lo vas a
perder cuando confías a tu Señor lo que has recibido del mismo Señor?


Cristo quiso tener necesidades aquí, pero por nosotros.


Cristo pudo alimentar a todos los pobres que ustedes ven, como alimentó a
Elías mediante un cuervo; sin embargo, también a Elías le sustrajo el
cuervo: para que fuera alimentado por la viuda, no socorrió a Elías sino a la
viuda (3Re 17, 6).


Así pues, cuando Dios permite que haya pobres, por no hacer que posean
bienes, lo hace para probar a los ricos.
Pues así está escrito: El pobre y el rico se encontraron (Prov. 22, 2).


¿Dónde se encontraron? En esta vida. Nació éste, y nació también aquel:
vinieron a coincidir, vinieron a encontrarse.


¿Y quién fue el que hizo a los dos? El Señor.


Hizo al rico para que ayudara al pobre, y al pobre para probar al rico.


Cada uno de ellos obra según sus haberes: no obra ninguno de modo que
llegue a pasar angustias. No imponemos esto.


Lo que es superfluo para ti, es necesario para el otro.


Lo han escuchado hace un momento, al leer el evangelio:


Quienquiera que diere un vaso de agua fresca a uno de mis pequeños por
causa de mí no perderá su recompensa (Mt 10, 42; cf. Mc 9, 40).


Cristo declaró en venta el reino de los cielos, y fijó su precio en un vaso de
agua fresca».




                                San Agustín
                    Comentario a los salmos 127, 7


“Allí no morirá su gusano y no se apagará el fuego que le
devora” (Mc 9,48).


Escuchando estas amenazas, que ciertamente impresionarán a
los impíos, algunos, llenos de miedo, evitarán el pecado.
Tienen miedo y por este miedo no cometen pecados.


Son personas que temen (el castigo) pero todavía no aman la
justicia.


Sin embargo ese temor que los impulsa a abstenerse del
pecado crea en ellos una inclinación constante por la justicia, y
lo que antes era difícil comienza a gustar y se saborea la
dulzura de Dios.


A tal punto el hombre comienza a vivir en la justicia, no por
temor de las penas sino por amor de la eternidad”.


6.   Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del
corazón


6.1. ¿Cómo se correlaciona la enseñanza de Jesús sobre el
     servicio (ver domingo pasado) con las enseñanzas de hoy?


6.2. ¿Cómo es mi relación con las personas que no están en los
     caminos del Señor? ¿Soy capaz de reconocerles acciones
     positivas y buenas a los ojos de Dios?


6.3. ¿Mi comportamiento o mis palabras han llevado a alguna
     persona a alejarse de Jesús?


6.4. Uno de los grandes problemas actuales es que queremos
     tener todo al mismo tiempo: lo que es de Dios y lo que no
     es de Dios. Pero esto no es posible.


     ¿Es Jesús el valor más grande de mi vida, hasta el punto
     de estar dispuesto(a) a sacrificar muchas cosas agradables
del mundo para andar en comunión con él y con sus
    caminos?


6.5. ¿Qué   decisiones   tomo   hoy   como   respuesta   a   las
enseñanzas que me da Jesús?
Anexo 1
Algunas pistas sobre las otras lecturas del Domingo


Sumario:


En el libro de los Números, Dios muestra que su Espíritu puede reposar
tanto sobre aquellos que vienen al Santuario como sobre aquellos que no
vienen.


Él es libre para entregar sus dones.


En el Evangelio, Jesús dice: “Quien no está contra nosotros, está con
nosotros”.


Nadie puede acaparar a Dios para él solo.


Nadie puede acaparar los bienes de este mundo y hacer lo que quiera,
escribe Santiago.


Los ricos deben tener en cuenta a Dios en su gestión.


En todas las cosas, el creyente está llamado a observar la Ley de Dios
porque la Ley del Señor es perfecta, como dice el Salmo.


                   Primera lectura: Números 11,25-29


25 Una vez, estando los israelitas en el desierto, El Señor bajó en la nube y habló,
luego tomó del espíritu que estaba en Moisés y lo puso en los setenta hombres
ancianos. Cuando el espíritu se posó sobre ellos, se pusieron a profetizar, pero
después no lo hicieron más.
26 Dos hombres se habían quedado en el campamento, el primero se llamaba Eldad
y el otro, Medad; el espíritu se posó sobre ellos. Pertenecían a los inscritos, pero no
habían ido a la Tienda, y profetizaron en el campamento.
27 Un muchacho corrió para anunciárselo a Moisés: «Eldad y Medad están
profetizando en el campamento».
28 Josué, hijo de Nun, servidor de Moisés desde su juventud, tomó la palabra: « ¡Mi
señor Moisés, prohíbeselo!»
29 Pero Moisés le respondió: « ¿Así que te pones celoso por mí? ¡Ojalá que todo el
pueblo de El Señor fuera profeta, que El Señor les diera a todos su espíritu!»



En la travesía del desierto, después de la salida de Egipto, los israelitas se
lamentan porque les hace falta la comida de Egipto.


Para ellos era mejor que el maná insípido que Dios les envía cada día.


Sus críticas, entonces, comienzan a indisponer a Dios.


Moisés trata de intervenir, pero se cansa de servir de intermediario:


“No puedo cargar yo solo con todo este pueblo: es una carga pesada para
mí”, le dice a Dios.
El Señor le ordena entonces que escoja 70 ancianos del pueblo y los reúna
junto a la Tienda del Encuentro.


Dios entonces se manifiesta dándoles a estos hombres un poco del espíritu
de Moisés.


La palabra “espíritu” aquí designa las cualidades que Dios le comunica a
una persona para que cumpla con su misión.


En consecuencia, los ancianos “profetizan”, es decir, entran en trance para
comunicarle al pueblo el querer de Dios.


Pero resulta que dos hombre, que no vinieron a la Tienda del Encuentro,
resultaron también profetizando.


Moisés evita desautorizarlos; aún cuando no hayan venido a la Tienda,
ellos han sido escogidos por Moisés para figurar en la lista de los 70.
Entonces, Moisés expresa un deseo: que todo el pueblo se convierta en un
pueblo de profetas habitado por el Espíritu de Dios.


Este deseo se realizará en Pentecostés.


                                       Salmo 18


Tu espíritu, Señor, llena la tierra.


La ley del señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.


Tu espíritu, Señor, llena la tierra.


La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.


Tu espíritu, Señor, llena la tierra.


Aunque tu siervo vigila
para guardarlos con cuidado,
¿Quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta.


Tu espíritu, Señor, llena la tierra.


Preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré libre e inocente del gran pecado.


Tu espíritu, Señor, llena la tierra.




Este Salmo es una bella meditación sobre la Ley del Señor.


El Salmista enumera sus cualidades: es perfecta, segura, justa.
Quien observa la Ley encontrará lo que conduce armoniosamente la vida.


La Ley, en efecto, es fuente de vida y de sabiduría.


Esta palabra hay que tomarla en su acepción bíblica.


El sabio no es aquel que sabe muchas cosas y que tiene muchos diplomas.


Sabio es aquel que se no se apoya únicamente sobre sí mismo, ni en su
propio razonamiento, sino que se remite a la sabiduría de Dios comunicada
por su Ley.


Una persona sencilla, o sea, una persona sin instrucción, puede acceder a
la verdadera sabiduría por medio de la puesta en práctica de la Ley del
Señor.


Al contrario, el orgulloso, que se apoya en sus propias fuerzas y decide
todo a partir de sus ideas, se arriesga a comportarse como un insensato.


                       Segunda lectura: Santiago 5,1-6

1 Oigan esto los ricos: lloren y laméntense porque les han venido encima desgracias.
2 Los gusanos se han metido en sus reservas y la polilla se come sus vestidos,
3 su oro y su plata se han oxidado. El óxido se levanta como acusador contra
ustedes y como un fuego les devora las carnes. ¿Cómo han atesorado, si ya estamos
en los últimos días?
4 El salario de los trabajadores que cosecharon sus campos se ha puesto a gritar,
pues ustedes no les pagaron; las quejas de los segadores ya habían llegado a los
oídos del Señor de los ejércitos.
5 Han conocido sólo lujo y placeres en este mundo, y lo pasaron muy bien, mientras
otros eran asesinados.
6 Condenaron y mataron al inocente, pues ¿cómo podía defenderse?



Tenemos un conjunto de reproches: la riqueza insultante, la injusticia, la
crueldad, el despilfarro, el mal pago de los trabajadores.
Santiago ve la sociedad en general más que a la comunidad, sin embargo
esto sucede entre los cristianos.


Lo peor es que ocurre de forma continuada contra víctimas indefensas,
permaneciendo impune hasta el final de la vida.


Una frase revela todo: “Se pusieron a amontonar riquezas, precisamente a
última hora”.


Aquí está la clave de la inteligencia de la vida: un creyente sabe que con
Jesús está “en la última hora”, ya que con Jesús tiene todo y en todo
encuentra a Jesús.
Una persona coherente con su fe, está por encima de la codicia y se
comporta fraternamente.


Anexo 2
Para los animadores de la Liturgia


I
La oración “colecta” de Eucaristía de hoy tiene una frase que merece ser
destacada.


En ella, por ejemplo, se puede abrir el acto penitencial: “Señor, que
manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia”.


II
El tema central común a la primera lectura y al Evangelio nos recuerda que
el Espíritu no es prisionero de las instituciones –por muy buenas y santas
que sean- sino que “sopla donde quiere”, de ahí que se verifique una cierta
actividad carismática más allá de las personas “oficialmente cualificadas”.


III
La idea central de la Liturgia de la Palabra puede ayudar a los grupos
encargados de la liturgia (y demás equipos parroquiales) a evaluar la
manera como realizan el ministerio de la acogida: sea de las personas, sea
de los dones y carismas que el Espíritu no deja de derramar tanto sobre los
miembros del equipo como sobre muchos otros que no han encontrado su
lugar en los equipos pastorales.


Anexo 3
             LA ADHESIÓN A CRISTO Y A SU IGLESIA
                     Mc 9,38-43.45.47-48


En el Evangelio de hoy Jesús insinúa que su Persona y su Iglesia tendrían
oposición.


En efecto, ante la consulta del apóstol Juan responde indicando dos grados
de adhesión a él y a su Iglesia y dos grados de oposición:


“No hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea
capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por
nosotros”.


Obrar un milagro invocando el nombre de Jesús es el grado máximo de
adhesión a él.


Es el grado de adhesión que han tenido los santos canonizados por cuyo
medio Dios ha obrado milagros.


Es el grado de adhesión que tenía Pedro, después de haber recibido el
Espíritu Santo en Pentecostés.


Lo demuestra sanando al tullido que le pedía una limosna en la puerta del
templo: “No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te lo doy: En nombre de
Jesucristo, el Nazareno, echa a andar” (Hech 3,6).
El que hace un milagro en el nombre de Jesús habla bien de él, como lo
hacía Pedro, incluso ante las autoridades judías que le prohibían hablar en
el nombre de Cristo: “No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres
por el que nosotros debamos salvarnos” (Hech 4,12).


El grado máximo de oposición a Cristo es hablar mal de él.


El otro grado de adhesión a Cristo consiste simplemente en no estar contra
su Iglesia.


Jesús ha definido su Iglesia diciendo a sus discípulos:


“Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos” (Mt 18,20).


Y les promete: “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”
(Mt 28,20).


Por eso, si primero habla de invocar “su nombre”, ahora usa el pronombre
“nosotros” incluyendo a sus discípulos: “El que no está contra nosotros,
está a favor de nosotros”.


No se puede separar a Jesús de su Iglesia. Muchos que hoy día dicen:
“Jesús sí; la Iglesia no”, en realidad están también negando a Jesús.


Él mismo diría: “Están contra nosotros”.


Jesús define la condición del discípulo no sólo por la unión con él, sino
también por la pertenencia a él: “ser de Cristo”, y promete recompensará a
quien contribuya con su Iglesia aunque sea mínimamente:
“Todo aquel que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que son
de Cristo, les aseguro que no perderá su recompensa”.


En cambio, amenaza severamente a quien ponga obstáculo –escandalice-
a quien tiene una fe confiada: “Y al que escandalice a uno de estos
pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas
piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar”.


Nuestro tiempo en gran medida ha perdido el sentido del pecado y la
conciencia de su gravedad.


El pecado pone a quien lo comete en estado de condenación eterna.


Jesús llama a ese estado “la gehena” y la define como un lugar donde “su
gusano no muere y el fuego no se apaga”, es decir, de inextinguible
sufrimiento moral –el gusano- y físico –el fuego-.


Y expresa la gravedad del pecado repitiendo tres veces (indica una doctrina
firme) que más vale perder un miembro en esta tierra que ceder al pecado:


“Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela... Y si tu pie te es ocasión
de pecado, córtatelo... Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo...”.


La razón es clara: Más vale entrar en la Vida (en el Reino de Dios) manco o
cojo o ciego que ser arrojado a “la gehena” con todos esos miembros.


                                                + Felipe Bacarreza Rodríguez
                                      Obispo de Santa María de Los Ángeles
Lunes 1 de Octubre
                          Vigésimo sexta semana del tiempo ordinario


                                 Lucas 9, 46-50
                       “Se suscitó una discusión entre ellos…”



46 En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién sería el más grande.

47 Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo,

48 les dijo: «El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me

recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es
el más grande» .
49 Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba

demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros».
50 Pero Jesús le dijo: «No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está

con ustedes» .



                    Cuando se pierde de vista la Cruz

Lucas nos ha venido presentando a Jesús como Maestro rodeado de
numerosas personas interesadas en reconocerlo por la fe, para escucharlo
y presenciar sus curaciones.


Ahora, se abre una nueva etapa en el itinerario público del Maestro de
Nazaret.


Jesús no monopoliza la atención de la muchedumbre, por el contrario, el
Maestro, poco a poco, se va alejando de los suyos para ir al Padre.


Este itinerario supone el viaje a Jerusalén.


Cuando está a punto de emprender este viaje, la marcha hacia su Pascua
definitiva, Jesús les revela a los suyos el final inminente por el cual debe
pasar (Lc 9, 22).
Después se transfigura ante ellos para indicar el punto de partida de su
"éxodo" hacia Jerusalén.


Pero de inmediato, después de la experiencia de la luz en el acontecimiento
de la transfiguración, Jesús vuelve a anunciar su pasión y deja así a los
discípulos en la inseguridad y en la turbación.


Las palabras de Jesús sobre su pasión, "el Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de los hombres", encuentran la incomprensión de los
discípulos y un temor silencioso (Lc 9, 45).


Hoy volvemos al capítulo 9 de Lucas, donde se ha confesado la fe en Jesús
como el Mesías-Cristo y donde Jesús ha trazado la nueva ruta del
seguimiento: el misterio de la Cruz.


El sábado pasado habíamos visto un primer signo de “inmadurez
espiritual” de los discípulos al no conseguir entrar en sintonía con la
propuesta de Jesús.


Hoy vemos otros dos signos más.


¿Qué es lo que pasa cuando una persona o una comunidad caminan con
Jesús pero dejan de lado la Cruz?


Se dan estas dos situaciones:


Primero: Hay problemas de autoridad


Cuando una comunidad se divide, cuando algún líder arrastra una parte de
la comunidad consigo y la pone en contra de otro líder, cuando hay peleas
del tipo “yo mando aquí”, cuando hay presunción entre las personas y
sometimiento de unas a otras.
Si esto sucede, ES QUE SE PERDIÓ DE VISTA LA CRUZ DEL
SEÑOR .


Segunda: Hay censuras y acusaciones a otras comunidades


Cuando en la comunidad brotan actitudes de intolerancia, cuando entre las
comunidades entran en competencias para mostrar quién hace más y mejor
para llevarse los aplausos de la Iglesia, cuando hay envidias entre los
líderes, cuando se difama a otra comunidad, cuando se tergiversa sus
actuaciones, ES QUE SE PERDIÓ DE VISTA LA CRUZ DEL
SEÑOR .


Jesús le recuerda a sus discípulos que la Cruz es humildad y pequeñez,
como el niño que coloca en medio de la comunidad:


                    “Tomó a un niño y lo puso a su lado ” (9,47).



Pero también es acogida del diferente, es apertura de corazón para captar
lo bueno que hay en los otros y trabajar por una sana armonía, así no
coincidamos en todos los puntos de vista.


Cuando se tiene en vista la Cruz, entonces las relaciones son diferentes:


“El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí,
recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es
mayor ” (9,48).



Ponerles a nuestras comunidades la dinámica y el sabor del evangelio.

El enigma de la entrega de Jesús desencadena una disputa entre los
discípulos sobre a quién le corresponde el primer puesto.


Y sin ser invitado a manifestar su parecer, Jesús, quien como el mismo Dios
lee en el corazón de los seres humanos, interviene con un gesto simbólico.
En primer lugar toma a un niño y lo pone junto a él.


Este gesto indica que la elección, el privilegio se recibe en el momento en el
cual uno pasa a ser cristiano (Le 10, 21-22).


Pero el gesto no permanece mudo o sin significado, Jesús continúa con una
palabra de explicación: no se enfatiza la "grandeza" del niño, sino la
tendencia a la "acogida".


El Señor considera "grande" a quien, como el niño, sabe acoger a Dios y a
sus enviados.


La salvación presenta dos aspectos:


La elección por parte de Dios que se simboliza en el gesto de Jesús cuando
acoge al niño, y la acogida de Jesús (el Hijo) y de todo ser humano por parte
de quien lo ha enviado, el Padre.


El niño, en este caso, encarna a Jesús, y los dos juntos, en la pequeñez y en
el sufrimiento, realizan la presencia de Dios.


Pero estos dos aspectos de la salvación son también indicativos de la fe: en
el don de la elección emerge el elemento pasivo y en el servicio, el
elemento activo; son dos pilares de la existencia cristiana.


Acoger a Dios o a Jesús en la fe tiene como consecuencia acoger al
pequeño como creyente o como un miembro de la comunidad.


El hecho de llegar a "ser grandes", título sobre el cual discutían los
discípulos, no es una realidad del más allá, sino en estrecha relación con el
momento presente y se expresa en la diaconía del servicio.
El amor y la fe vividos realizan dos funciones:


Somos acogidos por Cristo (toma al niño) y tenemos el don singular de
recibirlo ("quien acoge al niño, lo acoge a él y al Padre", v. 48).


A continuación sigue un breve diálogo entre Jesús y Juan (vv. 49-50).


Este último discípulo es contado entre los llamados de la primera hora por
parte de Jesús.


Juan encontró a un exorcista, pero no hace parte del círculo de los
discípulos de Jesús, aunque realiza una acción semejante a aquella
confiada a los discípulos.


Este anónimo exorcista, por una parte, es externo al grupo, pero por la otra,
está dentro, pues entendió el origen cristológico de la fuerza divina con la
cual ha sido favorecido ("en tu nombre").


La enseñanza de Jesús es evidente: un grupo cristiano no pone obstáculos a
la acción misionera de otros grupos.


No existen cristianos más "grandes", al contrario, se es "grande" por el he-
cho de ser cada vez más cristiano, servidor de la humanidad y hacedor del
bien.


Además, la actividad misionera debe estar al servicio de Dios y no para
aumentar la propia notoriedad.


Es crucial este inciso sobre el poder de Jesús:


Se trata de una alusión a la libertad del Espíritu Santo, cuya presencia en el
seno de la Iglesia es segura, pero se extiende más allá de los ministerios por
nosotros conocidos.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón


¿En mi vida personal, en mi familia, en mi grupo o en mi
comunidad, percibo los signos de inmadurez espiritual que
señala el evangelio de hoy?
¿Cuál es la causa?
¿Cuál es el camino de superación?
¿Cómo vivo los momentos de éxito y aquellos de sufri miento?
Al servir a los demás, ¿qué tipo de "grandeza" culti vo?
¿Soy capaz de transformar la competitividad en cooperación?


          Algunos pensamientos de San Vicente de Paul


               “Al servir a los Pobres se sirve a Jesucristo”


     “Por consiguiente, debe vaciarse de sí mismo para revestirse de
                                 Jesucristo”


         “No me basta con amar a Dios, si no lo ama mi prójimo”


   “¡Cómo! ¡Ser cristiano y ver afligido a un hermano, sin llorar con él ni
   sentirse enfermo con él! Eso es no tener caridad; es ser cristiano en
                                  pintura.”


        “No puede haber caridad sino va acompañada de justicia”"
Martes 2 de octubre
                           Vigésimo sexta semana del tiempo ordinario


                                 Lucas 9, 51-56
                     “Se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén”


51 Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se

encaminó decididamente hacia Jerusalén
52 y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de

Samaría para prepararle alojamiento.
53 Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.

54 Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres

que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?».
55 Pero él se dio vuelta y los reprendió.

56 Y se fueron a otro pueblo.




                        Para un seguimiento radical


El evangelio de hoy cuenta cómo Jesús "toma la firme decisión de ira
Jerusalén", y nos describe también las primeras dificultades surgidas a lo
largo del camino.


Trae el comienzo de la larga y dura caminata desde la periferia hacia la
capital.


Jesús deja Galilea y va hacia Jerusalén.


No todos lo comprenden.


Muchos lo abandonan, pues las exigencias son grandes.


El evangelio nos pone hoy de frente a la hora de las coyunturas decisivas.


(1) Para Jesús es el tiempo del “cumplimiento ” según el proyecto
mesiánico fijado por el Padre. Nada ni nadie lo podrá detener.


Ni la hostilidad de los samaritanos, ni la pobreza, ni el padre que hay que
sepultar, ni los parientes de los que hay que despedirse, son suficientes
para “mirar atrás ”.


(2) Para el discípulo es el tiempo de evaluar previamente el “costo” del ser
discípulo, analizando las implicaciones de la opción y decidiendo libre y
conscientemente entrar en el camino del Maestro sin ponerle condiciones.


Lo que vale para el Maestro también vale para el discípulo: el camino del
discipulado requiere decisiones así de fuertes.


El seguimiento del Maestro en la ruta hacia Jerusalén lleva la impronta de
la radicalidad y de la jerarquía de valores de Jesús.
  1. Jesús decide ir hacia Jerusalén.


Esta decisión va a marcar la larga y dura caminata de Jesús desde Galilea
hasta Jerusalén.


Este camino ocupa más de una tercera parte de todo el evangelio de Lucas
(Lc 9, 51-19, 28).


Para la comunidad responsable de este texto, el camino hasta Jerusalén
tiene una importancia muy grande en la vida de Jesús.


La larga caminata simboliza, al mismo tiempo, el camino de las
comunidades en el momento en el cual se escribe el evangelio.


Este camino era un signo del paso difícil del mundo judío al mundo de la
cultura griega.


De otro lado, el camino simboliza también la tensión entre el avance
progresivo de un mundo nuevo (la comunidad reunida en torno a Jesús) y la
comunidad antigua cada vez más encerrada en sí misma.


Y simboliza, además, la conversión de cada uno de nosotros, para asumir
con responsabilidad el seguimiento de Jesús.


Durante el camino, los discípulos y las discípulas tratan de seguir a Jesús
sin volverse atrás.


No siempre lo consiguen.


Jesús dedica mucho tiempo a la formación de quienes le siguen de cerca.


Un ejemplo concreto de esta formación se halla en el evangelio de hoy.


Al inicio del camino, Jesús sale de Galilea y lleva a sus discípulos hacia
dentro del territorio de los samaritanos.


Trata de formarlos para entender la apertura hacia lo nuevo, hacia el
"otro", para encontrarse con quien es diferente.


Incluso con quienes son vistos por los judíos como enemigos.


El texto griego dice de manera literal:


           "Cuando se completaron los días de su asunción (o arrebato),
                      Jesús volvió su rostro hacia Jerusalén".



La expresión asunción o arrebato evoca al profeta Elías quien fue
arrebatado al cielo según el relato de la Biblia Hebrea (2 R 2, 9-11).


La expresión volver el rostro, evoca al servidor sufriente del Señor:


      "Puse mi cara dura como piedras, y sé que no seré engañado" (Is 50, 7).
Evoca también la orden de Dios al profeta Ezequiel:


                  "¡Vuelve tu rostro hacia Jerusalén!" (Ez 21,7).



Lucas, con estas referencias, muestra cómo el camino hacia Jerusalén
comienza con una oposición clara de Jesús contra el proyecto de la
ideología oficial del templo de Jerusalén.


La ideología del templo quería un Mesías glorioso y nacionalista.


Jesús quiere ser un Mesías-Siervo.


Durante el largo desplazamiento esta oposición aumenta y, al final, termina
en el arrebato o en la asunción de Jesús.


La asunción de Jesús es su muerte en la cruz acompañada por la
resurrección.


Jesús sabe cerrar y abrir etapas en su vida.


Así lo vemos cuando termina su ministerio en la amplitud montañosa,
marítima y siempre verde de Galilea (Lucas 5,1-9-50).


Entonces se abre una nueva página con estas palabras:


         “Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción,
                él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén ” (9,51).



Veamos tres elementos claves insertos en esta frase lucana:


(1) la realización del plan de Dios;


(2) el interés por Jerusalén;
(3) la toma de la decisión.


  1.1.    La realización del plan de Dios


El indicador de este giro decisivo en el ministerio de Jesús es el
“cumplimiento de los días de su asunción ”.


Observemos que:


  (1)     No se trata de una decisión tomada a la ligera.


     Ya dos veces había anunciado la segunda parte de su programa
     misionero en los así llamados “anuncios de la pasión” (ver 9,22 y
     9,44-45).


  (2)     La referencia que Jesús tiene es el tiempo establecido por el
     Padre.


     Pues bien este tiempo va llegando a su fin. Jesús quiere cumplir su
     cita puntualmente.


  1.2.    La mirada puesta en la meta: ¡Jerusalén, Jerusalén!


La mirada está puesta en Jerusalén:


                     “se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén ”.



Jesús sabe lo que le espera:


              “no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén ” (13,33).



De aquí en adelante Jerusalén permanecerá en la mira de los movimientos
de Jesús.


  1.3.      La toma de decisión


Lucas nos presenta la toma de decisión de Jesús con una frase que a
primera vista parecen enigmática, pero que en realidad es bella y de una
gran profundidad: “Se afirmó en su voluntad de… ”.


Ante el fatídico destino Jesús toma una decisión radical: rompe con Galilea
y se dirige en la dirección de Jerusalén.


La iniciativa es de Él: Jesús escoge el camino del Padre.


Para nosotros ya es mucho si aceptamos el destino que se acerca y no
podemos evitar.


Jesús, en cambio, avanza decidido hacia su destino.


Es así como la frase “se afirmó en su voluntad de… ”, que literalmente
en griego suena “endureció el rostro ”, describe el impulso de una fuerte
decisión.


Algunas imágenes de fondo, en el Antiguo Testamento, nos permiten
comprender la trascendencia del gesto de Jesús.


Esta expresión de “fuerte decisión” la vemos en la valentía del Rey de
Aram cuando avanza contra la ciudad santa para la guerra:


               “y se volvió para subir contra Jerusalén ” (2 Reyes 12,18).



Lo mismo se dice también del Siervo Sufriente de Yahvé , profetizado
por Isaías, pero esta vez en la actitud terca y defensiva de quien no cede a
pesar de la adversidad:
“Puse mi cara como el pedernal, a sabiendas de que no quedaría avergonzado ” (50,7).



Los dos aspectos contenidos en las citas anteriores parecen estar
presentes en la frase redactada por Lucas y aplicada a Jesús:


                               “endureció el rostro ”.



Jesús con una gran fortaleza enfrenta su destino, se compromete y toma
decisiones firmes.


Lo que Jesús va a hacer es el preludio de su muerte, que será para
nosotros el preludio de la vida.


Esto mismo le va a pedir hacer enseguida a sus seguidores.


  2.   El camino comienza mal: en Samaría no lo reciben (9,52-
       56)


Para llegar a Jerusalén, bajando desde la norteña Galilea, el camino más
directo pasaba por Samaría.


Pero la mayor parte de los judíos evitaban esta ruta.


Había una enemistad de siglos entre judíos y samaritanos (ver Juan 4,9).


De hecho, por razones de intolerancia religiosa y por motivos nacionalistas,
los samaritanos hacían de todo para fastidiar a los viajeros, incluso le
hacían daño a los grupos de peregrinos que cruzaban su territorio en
caravanas.


Jesús supera las fronteras del territorio y de la raza.
Manda a sus discípulos a preparar su arribo a una aldea de Samaría.


Jesús se arriesga por esta ruta.


No lo hace solamente como una persona que va “de paso”, la expresión
“envió mensajeros delante de sí ” (9,52) indica que tiene intenciones
misioneras (como se verá después en los Hechos de los Apóstoles aquí
nacerán comunidades cristianas: 1,8; 8,4-8).


Esta opción de Jesús, la más peligrosa, deja entrever su misericordia:
Jesús le está ofreciendo una mano amiga a un pueblo enemigo.


Pero se le niega la hospitalidad a la misión y a la amistad de Jesús:


       “Pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén ” (9,53).



Si Jesús y los suyos hubiesen utilizado alguna otra excusa, a lo mejor
hubiesen obtenido el hospedaje solicitado en la tierra de los samaritanos,
pero primó la verdad y por eso este primer intento de una misión en Samaría
fracasó.


En la obra de Lucas debemos esperar hasta después de la resurrección de
Jesús, cuando discípulos suyos lleguen a Samaría y sean en verdad, bien
acogidos (Hch 8, 4-8.14-17).


De otro lado, los discípulos no entendieron la apertura de Jesús hacia
pueblos y culturas, y por eso la misión en este instante naufragó.


  3. Jesús no acepta la venganza.


Así como en el primer día de su misión en Galilea (ver Lucas 4,16-30),
también esta vez se le cierran las puertas al Maestro, el rechazo anunciado
ha comenzado.
Los discípulos Santiago y Juan, conocidos como “hijos del trueno” por la
impetuosidad de su temperamento (Marcos 3,17), le hacen honor a su
apodo y reaccionan violentamente, no comprenden la negativa de los
samaritanos y reaccionan airados:


   “Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma? ” (9,54).



Santiago y Juan no quieren llevarse la derrota para su casa.


No aceptan a su alrededor personas con un pensamiento diferente.


Piden arrasar con fuego esa ciudad, lo cual es un gesto de maldición.


Ciertas Biblias añaden: "¡No saben qué espíritu los mueve!".


¿Será esta la manera de manejar un fracaso?


La actitud nos recuerda lo que hizo el profeta Elías cuando el malvado rey
Ocozías mandó llamarlo:


“Que baje fuego del cielo y te devore a ti y a tus cincuenta hombres ” (2 Reyes 1,10ss).



En ese momento fue una estrategia de defensa.
La lección de Jesús


Pero Jesús no le permite a los discípulos que lleven a cabo sus propósitos
y por segunda vez los reprende por su intolerancia y por su violencia:


                          “Pero volviéndose, les reprendió ”
                           (9,55; ver la primera vez en 9,49-50).



Es verdad que Jesús pide ser acogido, pero también es verdad que deja a
los hombres en libertad para acogerlo y no trata de forzar a nadie para que
crea en él.


La mala decisión de los samaritanos no pude castigarse con medidas
drásticas.


Aquí vemos una consecuencia de la decisión por el camino de la Cruz por
parte de Jesús:


El rechazo que experimenta a lo largo del camino no lo amarga, por el
contrario sigue adelante con la frente alta: “Y se fueron a otro pueblo ”
(9,56; así ya lo había hecho en 4,30 y así procederán posteriormente los
misioneros itinerantes en los rechazos que les propinan en las diversas
ciudades en los Hechos de los Apóstoles).


Así, desde el primer paso en la subida a Jerusalén, comienza la pasión.


Jesús sabe afrontar la violencia que se le viene en contra y no devuelve
con la misma moneda; el no someterlos inmediatamente a la justicia de
Dios ya es un signo de misericordia y el buen resultado de esta decisión se
verá venir más adelante (en la evangelización de Samaría en los Hechos
de los Apóstoles).


Desde el principio el discípulo aprende que “tomar la Cruz todos los
días ” es saber pasar los tragos amargos del desprecio, con la madurez de
quien es capaz de afrontar con altura y pro-activamente los rechazos –con
amor al adversario (ver 6,27)-.


El que es libre de corazón sabrá respetar también las decisiones libres de
los otros.


Para Jesús, la reacción de sus discípulos no era una reacción nacida del
Espíritu de Dios.
Cuando Pedro sugiere a Jesús no continuar por el camino del Mesías
servidor, Jesús llamó a Pedro Satanás (Mc 8, 33).


Satanás es el mal espíritu que quiere mudar el rumbo de la misión de Jesús.


Para este tercer evangelio:


¡Quienes quieren impedir la misión entre los gentiles están
movidos por el mal espíritu!


Durante los diez capítulos en los cuales se describe el camino de Jesús y
los suyos hasta Jerusalén (Lc 9, 51-19, 28), Lucas, de forma constante, nos
muestra cómo Jesús está de camino hacia Jerusalén (Lc 9, 51.53.57; 10,
1.38; 11, 1; 13, 22.33; 14, 25; 17, 11; 18, 31.37; 19, 1.11.28).


Y muy rara vez nos dice por dónde pasa Jesús.


Sólo aquí, al comienzo del viaje (Lc 9, 51), en medio (Lc 17, 11) y al final (Lc
18, 35; 19, 1) se sabe algún dato del lugar por donde Jesús va pasando.


Para Lucas, para su comunidad y para nosotros, este hecho encierra una
verdad evangélica:


No nos podemos parar, no nos podemos detener ni volver discípulos
pasivos del reinado, aunque no siempre esté claro y definido el camino por
el cual debemos transitar.


El objetivo siempre será muy preciso: Jerusalén.


A todos nos espera la Pascua.


Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
¿Cuáles son las exigencias que Jesús nos plantea para poderlo
     seguir incondicionalmente? ¿Cómo reaccionó Jesús ante el
     rechazo de los samaritanos?


2.   En algunas ocasiones también yo, como Jesús, me siento
     rechazado en mis opiniones o actitudes. ¿Cuál es mi
     reacción   espontánea?     ¿Me      cierro     en   un     silencio
     amenazante    y   vengativo?      ¿Reacciono    con      violencia?
     ¿Actúo con la misericordia de Jesús que ‘ofreció su mano
     amiga a un pueblo enemigo’?


3.   Como   familia,   como   grupo,    como   comunidad       estamos
     llamados a seguir a Jesús. ¿En qué forma nos estamos
     ayudando y animando mutuamente en este camino? ¿Me
     siento responsable de la respuesta que mi hermano(a) está
     dando diariamente a Jesús o pienso que es mejor no
     meterse en la vida de nadie?


¿Cuáles problemas aparecen en tu vida como resul tado del
seguimiento de Jesús?


¿Vivo situaciones donde experimento un deseo de venganza
como los discípulos frente a los samaritanos?


¿Cómo orar este texto cuando voy de camino hacia la Pascua?
Miércoles 3 de octubre
                           Vigésimo sexta semana del tiempo ordinario


                                   Lucas 9, 57-62
                                “Te seguiré a donde vayas”



57 En aquel tiempo, mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: « ¡Te seguiré

adonde vayas!».
58 Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos,

pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza» .
59 Y dijo a otro: «Sígueme» . Él respondió: «Permíteme que vaya primero a enterrar a

mi padre».
60 Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a

anunciar el Reino de Dios» .
61 Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos».

62 Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no

sirve para el Reino de Dios».



                        Para un seguimiento radical


El pasaje del evangelio de este día nos pone delante del seguimiento
incondicional de Jesús, de acuerdo con los criterios de la comunidad de
Lucas.


El reproche dado a los discípulos agresivos, da paso a nuevas lecciones
sobre el discipulado.


Sobre el camino, en el cual va decididamente al encuentro de su destino en
Jerusalén, Jesús establece criterios para aquellos que lo acompañan,
profundizando en lo que significa renunciar a sí mismo, tomar la cruz
cada día y seguirlo (ver 9,23).


Se presentan tres candidatos al discipulado misionero.
El primero (v. 57) y el tercero de los candidatos (v. 61) vienen ante Jesús
por iniciativa propia.


El segundo, en cambio, es llamado por el Maestro: "Sígueme" (v. 59).


No sabemos los motivos por los cuales se aproximaron a Jesús, pero es
evidente: ellos están fascinados con el Maestro y desean quedarse con él.


Y Jesús les propone a ellos con toda claridad:


1) Abandonar todo.


2) Privilegiar el anuncio testimonial del Evangelio.


3) Mirar siempre hacia delante.


En otras palabras, el Maestro les propone: el olvido del pasado, la pasión
por el presente y la esperanza en el porvenir (futuro).


De esta manera, con la narración de estos pequeños episodios, Lucas
estimula a quienes están a punto de optar por Jesús (ver 9,23) para que
disciernan los motivos del seguimiento y sus implicaciones.


Si bien el discipulado es una gracia que proviene de la vocación, no se
puede seguir a Jesús de cualquier manera.


1.   Seguir a Jesús implica estar dispuesto a compartir su
pobreza (vv. 57-58).


El primer candidato le expresa a Jesús una disponibilidad sin condiciones:


                    "Te seguiré adondequiera que vayas" (v. 57).
Pero Jesús no tiene un hospedaje seguro.


Incluso Jesús propone esa realidad como un estilo de vida.


Él le dice al candidato:


"Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no
tiene dónde reclinar la cabeza" (v.58).



Desde el establo de Belén (Lc 2,7), Jesús no tiene morada.


Su vida es errante, precaria, sin hogar ni lugar.


Andar con Jesús supone estar dispuesto a salir de la comodidad de una vida
instalada para afrontar imprevistos y pobreza.


La mención del "Hijo del hombre" nos remite también al despojo absoluto
de la cruz.


La desnudez de la cruz es el camino de Jesús para sus discípulos, deseosos
de ir tras él por los caminos del seguimiento y del Evangelio.


2.   Seguir a Jesús implica salir del ámbito de la muerte para
entrar en el reinado de la vida (vv. 59-60).


Jesús llama al siguiente candidato, no se trata de un deseo sino de una
invitación, casi de una orden de Jesús: "Sígueme" (v. 59), pero esa persona
le pone una condición a Jesús:


                  "Déjame ir primero a enterrar a mi padre" (v. 59).



Se antepone un "primero" al seguimiento.


La meta de Jesús no es en este momento la prioridad.
En la frase del candidato no es claro si desea esperar hasta la muerte de su
padre o si éste ya murió y quiere asistir a las exequias.


La respuesta de Jesús coloca una prioridad:


"Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reinado de Dios"
                                         (v. 60).



El Evangelio tiene la primera opción: ser testigo del reinado de Dios.


Jesús no acepta aplazar la misión, más bien pide una obediencia
comparable a la de Abrahán, a quien se le dijo:


   "Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te
                                mostraré" (Gen 12,1).



El candidato había hecho una solicitud en nombre de la piedad filial -tema
del cuarto mandamiento de la ley de Dios-.


Sepultar al padre, cabeza de la familia, era un deber muy estricto y ningún
hijo -sobre todo el mayor de la casa- podía dejar de hacerlo.


Pero los compromisos de la vocación constituyen un deber superior.


El amor por el Señor está por encima al amor por la familia (cf. Lc 14, 26).


Este criterio propuesto por Jesús es una característica de la novedad del
reinado de Dios.


En el Antiguo Testamento, cuando Elíseo fue llamado, Elías le dio permiso
para despedirse de su padre y de su madre antes de partir (1 R 19,19-21).


En los nuevos tiempos esto ya no se permite.
Con este mismo sentido leemos la intuición del Sirácida, quien recomendó
no llorar a un muerto más de un día, máximo dos, porque la tristeza "a él
no le aprovechará, y te harás daño a ti mismo" (Si 38, 21).


¿Por qué no hay dilación?


Porque el Reino del cual es testigo Jesús, es de vivos:


              "Deja que los muertos entierren a sus muertos" (v. 60).



Desde la otra cara de la moneda, quienes no escuchan a Jesús y no lo
siguen están "muertos" en su espíritu.


En consecuencia, Jesús invita a reconocer en el discipulado la plenitud de la
vida; todos estamos invitados a dar ese paso.


Cuando se entra en el Reino, en el ámbito de la vida (¿por qué buscan
entre los muertos al viviente?, Lc 24, 5), ya no se da marcha atrás.


Por tanto, Jesús no recomienda un desasimiento de la familia, sino todo lo
contrario.


El anuncio testimonial del reinado de Dios es lo esencial y es superior a los
deberes humanos más preciados y si ése es el deber mayor, todo se
reconduce hacia él.


Y esta elección evangeliza a la propia familia y la pone en comunión con el
Dios de Jesús.


El seguimiento de Jesús y el testimonio del reinado de Dios nos exige
dedicarnos sólo a Él.
3. Seguir a Jesús implica un adiós al pasado y seguir adelante (vv.
61-62).


Llega el tercer candidato, pero exterioriza una condición:


    "Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa" (v. 61).



El "pero" se deja sentir.


En aquella época, de ordinario, los miembros de la familia vivían en la
misma casa (abuelos, papas, tíos, yernos, nueras, niños...).


Todavía hoy ocurre con cierta frecuencia en las culturas orientales.


La frase del tercer candidato evidencia un peligro: la despedida, así fuera
muy sencilla, invertía buen tiempo e incluso podía enfriar, o peor todavía,
llevar a cambiar la decisión.


En su respuesta, Jesús echa mano de una imagen gráfica proveniente de la
sabiduría popular campesina y bien popular en el ámbito intelectual gracias
a un escritor romano Plinio "el Viejo" (23 a.C):


Cuando se ara el campo no se puede hacer un surco recto y profundo si el agricultor
se pone a mirar para atrás.



En la mayor parte de los casos -de las familias pudientes- el arado,
antiquísima herramienta de agricultura, era tirado por bueyes y por eso se
necesitaba un ojo atento en el campo.


Un trabajador debía mirar siempre el surco y el arado, sólo así el campo
estaría preparado para recibir la semilla y lograr una buena cosecha.


Jesús aplica la imagen para explicar la absoluta novedad del reinado de
Dios:
"Quien pone la mano en el arado y mira hacia atrás no es apto para el Reino de Dios"
                                      (v. 62).



Con sus palabras "duras", Jesús no legitima una falta de amor por la familia.


Pero sí subraya la decisión radical ante el seguimiento; las relaciones vividas
hasta ahora ya no continúan de la manera practicada hasta hoy.


En la vida, todo paso hacia adelante supone asumir las dolorosas renuncias
frente al pasado y decidirse por el presente y el futuro.


Jesús da ejemplo cuando rompe con su entrañable Galilea y toma la "firme
decisión" de afrontar el camino por el cual se va hasta Jerusalén, para morir
y resucitar allí (cf. Lc 9, 51).


   4.   Inspirados en Jesús, tomar bien las decisiones


Jesús no acepta decisiones tibias: el seguimiento exige una ruptura, un
cambio de valores; debemos tomar bien las decisiones, así como lo hace el
Maestro.


Este evangelio podría ser "difícil" y, sin embargo, estamos delante del
evangelista de la ternura y de la misericordia, quien nos habla en esta
página con un tono riguroso más no rígido.


Quien quiera seguir a Jesús debe decidirse por él.


La hora de las decisiones es la hora de la verdad.


El discipulado no admite tibieza espiritual, es tiempo de rupturas enérgicas
con el pasado para abrirse a un futuro lleno de promesas.
Y la decisión no se define en términos de acontecimientos presentes o
futuros, sino en términos de gracia (regalo, don y dádiva de Dios), la cual
debemos aprovechar cuando pasa, así asomen en la ventana de la vida los
dolores de las rupturas.


Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón


¿Cuáles son las exigencias de Jesús para seguirlo?
¿Cuál es mi reacción ante la indiferencia o el rechazo de los
otros?
¿Qué     debo    dejar     para   seguir   a   Jesús?   ¿Me    cuesta   el
desprendimiento?
Jesús nos pide abandonarlo todo para seguirlo a Él. En este
momento de mi vida ¿qué es lo que siento con más fuerza que
debo dejar para seguirlo? ¿Por qué me cuesta tanto ese
desprendimiento? ¿Qué pasos concretos daré al respecto?


Jesús está esperando una respuesta a su invitación ‘ sígueme ’
¿Poseo la suficiente valentía para optar radicalmente por Él?
¿Qué circunstancias o personas me ayudan a hacer realidad
esta opción y cuáles son para mí un obstáculo?
Jueves 4 de Octubre
                           Vigésimo sexta semana del tiempo ordinario


                                 Lucas 10, 1-12
                            Descansará sobre ellos su paz



1 En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos

para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.
2 Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al

dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
3 ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.

4 No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el

camino.
5 Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!” .

6 Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario,

volverá a ustedes.
7 Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el

que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.
8 En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;

9 curen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes” .

10 Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y

digan: 11 “¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo
sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca”.
12 Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que

esa ciudad.



                La identidad de un hombre de la Palabra


El texto que hoy nos propone la liturgia nos coloca precisamente ante el
perfil de una persona que es servidora de la Palabra.


No hemos sido llamados solamente para “oír” la Palabra sino también para
“anunciarla” a todos nuestros hermanos.
Siguiendo el hilo del texto de hoy veamos esquemáticamente, para que
cada uno luego lo lleve a la meditación, la oración y la acción
contemplativa, los rasgos de un misionero:


(1) El misionero reconoce que no se manda a sí mismo, es Jesús quien
escoge y envía.


                      “Designó el Señor… y los envió ” (10,1ac)



(2) El misionero sabe que la misión es tarea de todos los discípulos de
Jesús, todos son llamados a ser portadores de la Palabra, eso sí, en
comunión con los Doce.


                         “…A otros setenta y dos… ” (10,1b)



(3) El misionero tiene conciencia eclesial, no anda por cuenta propia sino
en equipo.
                              “De dos en dos… ” (10,1d)



(4) El misionero es ante todo un orante: en ella capta la urgencia de la
misión y la recibe de Dios.


      “Rueguen, pues al dueño de la mies que envíe obreros a su mies ” (10,2b)



(5) El misionero es consciente del riesgo de su tarea: anuncian la Palabra
en una sociedad llena de conflictos, la persecución será una constante.


                “Los envío como corderos en medio de lobos ” (10,3)



(6) El misionero se hace uno con los pobres, la suya es una opción
consciente de despojo personal para que lo que brille en él sea la eficacia
del mismo Dios; además, no se apega a nada ni a nadie, porque la misión
es urgente y no admite distracciones.
“No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saluden a nadie en el camino ” (10,4)



(7) El misionero es una persona de paz, con su manera de ser se
inauguran un nuevo tipo de relaciones entre las personas donde quiera que
entra.


                      “Digan primero: Paz a esta casa… ” (10,5-6)



(8) El misionero no está afanado por la ganancia o la acumulación de
bienes, pero igualmente “merece su salario”.


         “Permanezcan en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan,
                      porque el obrero merece su salario ” (10,7)



(9) El misionero va prioritariamente donde los marginados y las personas
que sufren para que en medio de ellas acontezca el Reino de Dios.


                           “Curen a los enfermos… ” (10,8-9)



(10) El misionero no hace alianzas con la sociedad que rechaza el proyecto
de Dios, sino que proféticamente muestra su indignación y su toma de
distancia de las actitudes que son contrarias al querer de Dios; le deja le
corresponderá a Dios.


    “Digan: hasta el polvo de su ciudad que se nos ha pegado a los pies, nos lo
                    sacudimos. Pero sepan, con todo… ” (10,10-11)



Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón


  1. ¿Por qué un “oyente” de la Palabra, debe convertirse en
     “servidor” de ella?
  2. ¿Qué características debe tener un misionero, según el
     texto de hoy?
3. ¿Qué propósito me voy a hacer para incrementar mi vida de
  oración y compromiso por los caminos de la Palabra?
Viernes 5 de Octubre
                                                       Vigésimo sexta semana


                                 Lucas 10,13-16
                     “Quien a ustedes escucha a mi me escucha”



1 Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos

para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.
2 Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al

dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
3 ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos.

4 No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el

camino.
5 Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!” .

6 Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario,

volverá a ustedes.
7 Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el

que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa.
8 En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;

9 curen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes” .

10 Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y

digan: 11 “¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo
sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca” .
12 Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que

esa ciudad.


13 ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran

hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido,
poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza.
14 Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente

que ustedes.
15 Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás

precipitada hasta el infierno.
16 El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me

rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió».



                             El perfil del misionero
Leamos atentamente el texto del Evangelio desde el inicio del capítulo.


Procuremos descubrir su riqueza, de manera que su lectura se convierta en
una especie de cursillo-orante de formación misionera. Aquí daremos
algunas pautas para que las profundicemos a nivel personal y comunitario.


                              Introducción:
          La Convocación y el envío a la misión (Lc 10,1)


“Después de esto”.


Se refiere a dos escenas anteriores del Evangelio:


- Al comenzar la subida a Jerusalén, Jesús ya había mandado a dos
discípulos “por delante de él” (9,52).
Esta primera misión fue un fracaso (9,53-54).


- Inmediatamente después, Jesús se encontró en el camino con tres
candidatos al discipulado y a ellos les dio tres indicaciones relacionadas
con la misión:


(1) vivirán siempre como itinerantes y desprendidos de todo


(Adondequiera que vayas… sin reclinar la cabeza”, 9,57-58);


(2) serán proclamadores de la Palabra


(Tú vete a anunciar el Reino de Dios”, 9,60);


(3) trabajarán intensamente como obreros


(Poner “la mano en el arado”, 9,62).
“Designó a otros setenta y dos”.


La misión de los 72 discípulos, que se sitúa después de una primera misión
realizada por los 12 (ver Lc 9,1.10), es el preludio de la evangelización de
todas las naciones del mundo; de hecho, el número 72 (o 70) evoca el
número de las naciones paganas según Gen 10.


Por otra parte, a diferencia de la primera misión ya mencionada, Jesús
enseña ahora que la tarea de la evangelización responsabiliza a todos los
miembros de la Iglesia y no sólo a unos cuantos.


Que esta misión sea anticipo de la misión universal y que anuncien el
compromiso de todos, lo podemos ver con mayor claridad en la segunda
parte del libro de los Hechos (13-18), cuando sea una realidad plenamente
asumida.


“Los envío de dos en dos delante de sí” .


Los discípulos van delante para prepararle el camino a Jesús (como en
9,52) en todos los lugares a donde iba a ir, tal como lo había hecho Juan
Bautista un poco antes (ver 7,27).


El envío por parejas es signo de testimonio, de la misma manera que en el
ámbito judicial la palabra de uno no vale si no es con la confirmación de un
testigo.


El misionero predica la verdad, no sólo de boca sino también con la
ratificación en su propia vida: otro se lo podría ratificar o negar.


Este tipo de envío será característico en el Evangelio y en Hechos (ver Lc
19,29; 22,8 –Pedro y Juan- 24,13-35 –Discípulos de Emaús -; Hech3 –
Pedro y Juan- 13,2 –Pablo y Bernabé-).
En Lucas 10,2-12 Jesús da las instrucciones básicas sobre el
procedimiento de sus misioneros.


Uno podría ir leyendo esta parte deteniéndose en los imperativos más
importantes que de una forma rítmica van delineando el perfil de un
misionero a quien se le dice: ¡Vaya! (10,13a).


Estos imperativos son:


(1) ¡Rueguen!;
(2) ¡Miren!;
(3) ¡No lleven!;
(4) ¡Digan primero!;
(5) ¡Permanezcan!;
(6) ¡Curen!;
(7) ¡Proclamen!;
(8) ¡Salgan!;
(9) ¡Digan!;
(10) ¡Sepan!


La evangelización comienza en el corazón orante del discípulo-misionero
(primer imperativo) y termina con esta convicción: sea que los destinatarios
acojan o no la Palabra, de todas formas la oferta de salvación es un hecho.


Hay que proclamar fuertemente que el “Reino de Dios está cerca”
(imperativo 10)


Una serie de contraposiciones caracteriza la instrucción.


(1) Muchos/pocos;
(2) Corderos/lobos;
(3) La paz que reposa/que vuelve;
(4) Permanecer/ir de casa en casa;
(5) Acoger/ Rechazar;
(6) Entrar/Salir de la ciudad.


Vale la pena observarlas en el texto y deducir personalmente de allí toda la
dinámica interna que caracteriza la misión.


El tema de la acogida (vv8-9) y del rechazo (vv10-11) está puesto de
relieve.


De hecho a lo largo de la narración –lo que hemos leído y lo que vendrá- el
evangelio pone siempre ante esa disyuntiva, al fin y al cabo, como se había
profetizado,


           “Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel,
                    y para ser señal de contradicción” (Lc 2,34).



El rechazo del Evangelio tiene consecuencias graves (vv11-12).


Con relación al ámbito de la misión puede notarse que en esta instrucción
Jesús le da una preferencia a la misión en las casas (puede entenderse
también casas de campo) y en la ciudad.


No hay misión de “masas” sino que se busca a las personas dentro de su
tejido social propio; el mundo familiar y el tejido urbano.


Jesús cita tres ciudades del norte de Galilea que le cierran las puertas al
evangelio: Corozaín , Betsaida y Cafarnaúm, mientras que las ciudades
paganas de Tiro y Sidón parecen mejor dispuestas.


Frente a este rechazo, modelo de todas las misiones que se cierran, se
pone en evidencia:
1.   Que el objetivo de la misión es la CONVERSIÓN :


                             “Se habrían convertido” (10,13).



     Lo que en última instancia predican los misioneros es el don del
     perdón de los pecados (don pascual) para lo cual es necesario la
     apertura de la conversión.


     Así lo recoge el kerigma pascual, según el cual, los misioneros son
     enviados para predicar


     “en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones”
                    (24,47; ver Hech 2,38s; 3,17-20; 5,31; 10,42s; 13,38.41).



     El misionero obra en la línea de Jesús quien vino a


                    “llamar a conversión… a los pecadores” (6,32).



2.   Que, con relación a los medios misioneros, a la conversión, no se
     llama solamente por medio de Palabras sino también de HECHOS
     palpables y contundentes:


                     “Si se hubieran hecho los milagros…” (10,13).



3.   Que, con relación a la actitud esperada en los destinatarios, es
     fundamental el ESCUCHAR (10,16).


     Esta no es una actitud pasiva, sino la aceptación (lo contrario del
     rechazo) del mensaje y su asimilación en la propia vida (ver 6,46-49).


4. Que no es indiferente la aceptación o el rechazo del mensaje.


     Quien “escucha” la predicación escucha al mismo Cristo y comienza
     a vivir como discípulo suyo.
Quien rechaza tendrá que asumir la responsabilidad de su actitud ante
       Dios. (ver 10,14-15)


  5.   Que, con relación a los agentes, se habla de una IDENTIDAD
       TOTAL de estilo, de palabras, de acción entre Jesús y sus
       misioneros.


       Por lo tanto, la manera como sean tratados los discípulos-misioneros
       se dirige finalmente a la persona de Jesús:


                  “quien a ustedes los escucha, a mi me escucha” (10,16).



       ¡Para el misionero esta es una gran responsabilidad, una exigencia
       que lo invita a estar atento todo el tiempo a su propia vida!




Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón


¿Qué       debe      tener    presente      un    auténtico       misionero   de
Jesucristo? Y yo, ¿qué aspecto de la instrucción de Jesús a los
misioneros debo trabajar más?


¿La tarea evangelizadora que ejerzo o debo ejercer, tiene como
fundamento el testimonio? ¿Los que me conocen pueden dar
testimonio sobre si aquello que predico está arraigado primero
en mi vida? ¿Mi vida es anuncio de Jesucristo?
Sábado 6 de Octubre
                           Vigésimo sexta semana del tiempo ordinario


                                 Lucas 10,17-24
              “Alégrense de que sus nombres estén escritos en el cielo”



17 Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: «Señor, hasta los

demonios se nos someten en tu Nombre».
18 Él les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.

19 Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer

todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos.
20 No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más

bien de que sus nombres estén escritos en el cielo».
21 En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y

dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas
a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque
así lo has querido.
22 Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre,

como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar».
23 Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: « ¡Felices

los ojos que ven lo que ustedes ven!
24 ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no

lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!».



              El misionero en el gozo del Espíritu Santo.


Retomemos el texto de Lucas que nos ha ocupado durante esta semana.


Los 72 misioneros vuelven de la misión.


Para el evangelista Lucas, que está interesado en exponer el proceso de
formación de los discípulos de Jesús para la misión, no es suficiente
presentarnos todos los detalles relativos al envío –como lo vimos en los
dos días anteriores–,       para él también es importante que aprendamos
nuevas lecciones con el regreso.
Así como el misionero tiene que saber salir, también tiene que saber volver.


A diferencia del evangelio de Marcos, los discípulos no vienen a descansar
sino que se toman un tiempo para contarle al Maestro lo que han vivido
(10,17).


Y esto se vuelve costumbre entre las comunidades primitivas.


Es lo que le vemos hacer a Pablo y Bernabé al final de su primera misión:


              “A su llegada reunieron a la Iglesia y se pusieron a contar
           todo cuanto Dios había hecho juntamente con ellos” (Hch 14,27).



El relato de los discípulos es el punto de partida para nuevas lecciones de
Jesús para los misioneros.
Enumeremos las nuevas lecciones:


  1.   La oración.


       La misión que, comenzó en la oración (10,2), debe terminar también
       en la oración (10,21).


El mismo reporte que los discípulos le dan a Jesús ya tiene la forma de una
oración: “¡Señor!” (10,17).


Por su parte, Jesús dirige sus miradas un poco más hacia lo alto: entona un
himno de alabanza a Dios Padre, en el gozo del Espíritu, por la obra
realizada por su discípulos (10,21-22).


En su oración retoma lo esencial de lo sucedido: la revelación de Dios a los
pequeños.
Los destinatarios, en el perdón recibido, han conocido lo central de la
misión de Jesús, y en la persona de Jesús han tenido acceso a lo profundo
del misterio de Dios: el rostro de un Padre que se desvela por sus
pequeñitos y los ama a través de las acciones de su amado Hijo.


¡El Señor del cielo y de la tierra se ha inclinado benévolamente ante su
amada humanidad!


Los discípulos están siendo invitados a alabar también al Padre junto con
Jesús.


  2.   La alegría.


       Los discípulos han sido testigos del poder del nombre de Jesús y por
       eso irrumpe la alegría festiva.


Los setenta y dos “regresaron alegres” (10,17).


Estaban alegres por el éxito de su trabajo: la victoria sobre el mal, una
victoria lograda por la invocación del nombre de Jesús.


Ahora los discípulos no sólo conocen más a Jesús sino que conocen
también la grandeza del ser discípulo: Jesús les ha dado


“poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder enemigo” (10,19).



¿Qué puede causar más alegría que una victoria?


Pero Jesús les hace caer en cuenta enseguida que la verdadera victoria es
la del cielo:


         “alégrense de que sus nombres estén escritos en los cielos” (10,20),
esto es, no sólo la obra que han realizado por la salvación de otros sino la
misma salvación de ellos.


Jesús, entonces, les enseña a poner su alegría en la suya (10,21), es la
alegría en el Espíritu Santo, signo de plenitud, de “cielo en la tierra”, como
la vivieron María y los primeros testigos del Señor (ver Lc 1,14.228.40.58;
2,10), como lo experimentaron todos aquellos que fueron tocados por la
misericordia de Jesús (ver Lc 5,25-26; 6,20-23; 15,4-32; 19,37-44; 24,50-
53; igualmente Hch 2,26-27.42-47; 13,48.52; 15,3.31).


Es la alegría que se vuelve oración continua ante la contemplación de la
obra de Dios todos los días en la historia de la humanidad.


  3.   La formación continua.


       Al final queda claro que los misioneros, que ya han comenzado a
       enseñar, deben volver a la escuela (10,23-24).


El misionero no debe olvidar que él ante todo es un discípulo, que lo que él
enseña debe ir en coherencia con lo que vive, que lo que él proclama es la
expresión de lo que su vida testimonia, que lo que él da es la expresión de
lo que lleva dentro.


Por eso las últimas palabras de Jesús suenan a una nueva invitación a la
escuela.


Los discípulos están siendo testigos privilegiados de una revelación que
muchos otros de mayor categoría quisieron “ver” y “oír”.


Jesús les llama por esto “dichosos” y al mismo tiempo les recuerda que
deben seguir siendo receptores activos de la Palabra.


Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
1. ¿He estado alguna vez en una misión? ¿Qué he hecho al
  regreso?
2. ¿La misión es el contenido de mi oración? ¿La vivo en el
  gozo del Espíritu Santo como Jesús?
3. ¿Dónde está la verdadera felicidad para un discípulo del
  Señor? ¿Qué debe hacer para llegar a esta meta?

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El comportamiento distintivo del discípulo con los de fuera, con los pequeños y consigo mismo

  • 1. LA PALABRA DE “EL UNGIDO” LOS ORANTES AGUSTINIANOS CON LA LECTIO DIVINA SON DISCÍPULOS Y MISIONEROS DE JESUCRISTO , PARA QUE COLOMBIA, TENGA VIDA EN ÉL. EL DISCÍPULO SIGUE A JESUS DANDO TESTIMONIO CON SUS MANOS, SUS PIES Y SUS OJOS Domingo XXVI (B) 30 de Septiembre de 2012 “Cristo declaró en venta el Reino de los cielos, y fijó su precio en un vaso de agua fresca” San Agustín EL CAMINO DE JESÚS HACIA JERUSALÉN Y LA FORMACIÓN DE LOS DISCÍPULOS (III): El comportamiento distintivo del discípulo con los de fuera, con los pequeños y consigo mismo Lectio de Marcos 9,38-43.45.47-48
  • 2. “Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar”.
  • 3. Introducción En nuestro recorrido del Evangelio de Marcos en este año litúrgico, llegamos al corazón del Evangelio: El camino de Jesús y sus discípulos hacia Jerusalén, un camino en el cual Jesús se dedica a la formación de sus discípulos (Marcos 8,27-10,52). Es tan importante esta sección del Evangelio, que le dedicaremos 7 domingos a la lectura orante de los pasajes más significativos. Repasemos el itinerario que realizaremos en estos 7 domingos: (1) Domingo 24: Marcos 8,27-35 Confesión de fe – Primer anuncio de la Pasión – Llamado al seguimiento de la Cruz (2) Domingo 25: Marcos 9,30-37 Segundo anuncio de la Pasión – Consecuencias comunitarias del seguimiento: la autoridad y el servicio (3) Domingo 26: Marcos 9,38-43 Consecuencias comunitarias del seguimiento: convivencia y escándalos (4) Domingo 27: Marcos 10,2-16 Consecuencias comunitarias del seguimiento: fidelidad matrimonial (5) Domingo 28: Marcos 10,17-30 Consecuencias comunitarias del seguimiento: la nueva comunidad de Jesús (6) Domingo 29: Marcos 10,35-45
  • 4. Tercer anuncio de la pasión – Consecuencia: la autoridad y el servicio (7) Domingo 30: Marcos 10,46-52 Un modelo de discípulo que sabe entrar en el camino de Jesús: Bartimeo Tenemos, entonces, la oportunidad de vivir muy de cerca el camino del discipulado en el Evangelio según san Marcos. Estos siete domingos son una verdadera escuela sobre el “seguimiento” del Señor. Jesús continúa la formación de los discípulos. Lo hace con instrucciones precisas y prácticas en el llamado “discurso de Cafarnaúm” (Marcos 9,35-52), del cual leímos el domingo pasado la primera parte: la regla del servicio. Vamos a profundizarlas… 1. El texto y su contexto 1.1. Leamos el pasaje de Marcos 9,38-43.45.47-48, siguiendo las tres partes de su estructura: (1) El comportamiento con los de fuera de la comunidad 38 “ Un día Juan le dijo: ‘Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros’ 39 Pero Jesús dijo: ‘No se lo impidan, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. 40 Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros. 41 Todo aquel que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no perderá su recompensa. (2) El comportamiento con los pequeños de la comunidad
  • 5. 42 Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar. (3) El comportamiento consigo mismo 43 Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehena, al fuego que no se apaga. 45 Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehena. 47 Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehena, 48 donde su gusano no muere y el fuego no se apaga’”. 1.2. Veamos ahora el contexto en que Jesús pronuncia esas enseñanzas: • El lugar: Cafarnaúm Nos situamos en la instrucción que Jesús les da a los Doce en Cafarnaúm (9,33-50), inmediatamente después del segundo anuncio de la Pasión. Cafarnaúm es uno de los lugares en los que más ha obrado Jesús (ver Mc 1,21; 2,1…). Esta es la última vez que esta ciudad se menciona en el Evangelio. Los discípulos ya no están en el camino sino en una casa (9,33; ver 1,29; 2,1; 3,20). En la visión que Marcos nos da del discipulado, la “casa” es el lugar de la profundización: allí es donde los discípulos le piden a Jesús que profundice alguna de sus enseñanzas o, al contrario, donde Jesús les hace pregunta a ellos y les clarifica situaciones.
  • 6. • El conjunto de las instrucciones a los discípulos Después de haber confrontado a sus discípulos por el tema que venían conversando por el camino (9,33-34), Jesús les explica que el verdadero camino hacia la grandeza es el de la pequeñez humilde en el servicio (9,35- 37); luego les fija el comportamiento con relación a los que no son de la comunidad (9,38-41), los previene expresamente sobre el escándalo (9,42- 49) y finalmente los exhorta a ser pacíficos (9,50). 1.3. La estructura de los dichos del Señor que leemos hoy Al principio les pone como meta el ser servidores de todos: “Si alguno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos” (9,35). Las enseñanzas siguientes parecen depender esta regla de vida que el Señor establece para su comunidad. La imagen del “servidor” que se desprende de este dicho de Jesús, es la del “diákono”, es decir, un servidor de la mesa (ver Mc 1,31), una persona que no come junto con las otras sino que está pendiente todo el tiempo para que todos tengan lo que necesitan. El “servidor” (a diferencia del “esclavo ”) es una persona que trabaja con gusto y está siempre atenta al bien de los demás, ella percibe lo que les hace falta y se ocupa de conseguirlo. Lo suyo, entonces, es ayudar sin imponerse límites, la única preocupación es el bien de los demás.
  • 7. Pues bien, es a la luz de esta enseñanza fundamental, y a partir de la disposición interior que ella implica, que hay que resolver las tres situaciones y conflictos que se enumeran a continuación. 2. El comportamiento con los de fuera de la comunidad (9,38- 41) El pasaje comienza como un diálogo entre Juan y Jesús: 2.1. El relato de Juan (9,38) Uno de los tres discípulos más cercanos a Jesús, el discípulo Juan (ver 3,16-17; 5,37; 9,2; 14,33), le expone a Jesús algo que le sucedió a los discípulos: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros” (9,38). A diferencia del relato anterior, los discípulos no se quedan callados ante Jesús sino que le cuentan lo que les ha causado preocupación –una persona que expulsaba demonios valiéndose del nombre de Jesús- y la manera como han resuelto el conflicto –se lo han prohibido-. El tema de la expulsión de demonios apareció desde el comienzo del ministerio de Jesús (ver 1,25.39…) y fue parte de la encomienda que Jesús le dio a sus misioneros (ver 3,15; 6,7.13). No hay que olvidar que está entre los objetivos del discipulado: “Estar con Jesús y ser enviados a predicar con poder de expulsar demonios” (3,15). A pesar de haber cumplido con el encargo al principio (ver 6,30), después de su resistencia frente al tema de la Cruz, los discípulos parecían impotentes para expulsar demonios (ver 9,18.28).
  • 8. El argumento que los discípulos dan para impedir que otra persona haga esto mismo es: “Porque no venía con nosotros ”. Es decir, que solamente quien es discípulo de Jesús y pertenece al grupo de los discípulos puede también obrar en su nombre. 2.2. La respuesta de Jesús (9,39-40) 39 “ Pero Jesús dijo: ‘No se lo impidan, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. 40 Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros. 41 Todo aquel que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no perderá su recompensa”. La reacción de Jesús parece desconcertante, ya que desautoriza lo que han hecho los discípulos. Jesús le da un criterio a sus discípulos: donde se hace el bien en el nombre y con el nombre suyo, no hay que impedirlo. Ahora bien, esto no quiere decir que una persona así esté siendo admitida automáticamente como discípula suya. Simplemente la corrección es puesta en horizonte más amplio: (1) Es positivo el hecho de que esa persona se abstenga de hablar mal de él (9,39) y de agredirlo a él a y sus discípulos (9,40). (2) Es positivo que una persona haga el bien, aún en lo más mínimo como es el dar un vaso de agua, con la conciencia de que los discípulos “son de Cristo ” (9,41; ver Mateo 25,35), ya que tienen asegurada la recompensa. Si es verdad, por una parte, que los discípulos están en estrecha relación
  • 9. con Dios (“son de Cristo ”, 9,41a), también es verdad que Dios no sólo los bendice a ellos sino a todo el que hace el bien (“no perderá su recompensa ”, 9,41b). Si este es un valor que Dios les reconoce a todos, entonces los discípulos deben hacer lo mismo. De ahí que el gran parámetro del comportamiento de los discípulos también tenga vigencia en el campo conflictivo con los de fuera de la comunidad: “Ser el último de todos y el servidor de todos” (9,35). 3. El comportamiento con los pequeños de la comunidad (9,42) El campo de los conflictos ahora se amplía. Primero había sido por el tema de la autoridad dentro de la comunidad (9,34), luego por la intolerancia frente a las personas que no son discípulas de Jesús (9,38), de aquí en adelante será por los escándalos que eventualmente pueden surgir entre los cristianos (9,42-49). En primer lugar se afronta el problema de los escándalos con los “pequeños que creen ” en Jesús: “Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar” (9,42). Jesús cuida mucho a sus seguidores más “pequeños”: gente sencilla y vulnerable, los que tienen la fe más débil e insegura. Por eso muestra lo grave que el escandalizarlos (=poner piedra de tropiezo), es decir, el apartarlos de la fe en Jesús (=sucumbe en su fe):
  • 10. ¿Cómo puede darse el “escándalo ”? En dos textos de Marcos encontramos pistas: - Según Mc 4,17, una persona puede perder la fe por causa de la tribulación y la persecución. 16 Otros reciben la palabra como un terreno lleno de piedras. Apenas reciben la palabra, la aceptan con alegría; 17 pero no se arraiga en ellos y no duran más que una temporada; en cuanto sobreviene alguna prueba o persecución por causa de la Palabra, al momento caen. - Según Mc 14,27.29 se anuncia un “escándalo” que ocurre justamente en el momento de la captura de Jesús, cuando los Doce “sucumben” en su fe mediante la renuncia al seguimiento y el emprender la fuga (14,50). 27 Y Jesús les dijo: «Todos ustedes caerán esta noche, pues dice la Escritura: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. 29 Entonces Pedro le dijo: «Aunque todos tropiecen y caigan, yo no.» El escándalo, entonces, se refiere al alejamiento de una persona de la persona de Jesús por causa de una palabra mal dicha o un comportamiento inadecuado por parte de un discípulo de Jesús. La gravedad de la situación, Jesús la ilustra enseguida con imagen elocuente del castigo de una persona culpable: “Mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar” (9,42b). Sin duda que en las profundidades del mar una persona así estará lejos de afectar a alguien con su mal comportamiento.
  • 11. Pero la cuestión va más a fondo todavía: Las consecuencias, tanto para los victimarios como las víctimas, tanto para quien se equivoca como para quien hace equivocar, tienen que ver con la salvación o la perdición para siempre. Se dice drásticamente que es preferible estar muertos que cometer tales actos. Tengamos en cuenta que Jesús en esta enseñanza no entra a describir los comportamientos que caben bajo el título “escándalo”, pero el contexto del pasaje deja entrever dos posibilidades: (1) Las luchas por la autoridad (9,33-35): 33 Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, Jesús les preguntó: « ¿De qué venían discutiendo por el camino?» 34 Ellos se quedaron callados, pues habían discutido entre sí sobre quién era el más importante de todos. 35 Entonces se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos.» Un discípulo puede pervertirse por su ambición de grandeza y arrastrar a otros por ese mismo camino. Evidentemente los más pequeños quedarán escandalizados. (2) Los propios pecados (9,43-49): 43 Si tu mano te está haciendo caer, córtatela; pues es mejor para ti entrar con una sola mano en la vida que ir con las dos a la gehena, al fuego que no se apaga. 44 Y si tu pie te está haciendo caer, córtatelo; 45 pues es mejor para ti entrar cojo en la vida que ser arrojado con los dos pies a la gehena. 46 Y si tu ojo prepara tu caída, sácatelo;
  • 12. 47 pues es mejor para ti entrar con un solo ojo en el Reino de Dios que ser arrojado con los dos al infierno, 48 donde su gusano no muere y el fuego no se apaga. 49 Pues el mismo fuego los conservará. Un discípulo puede involucrar a otros discípulos en sus mismas debilidades y caídas. ¡Esto es gravísimo! También esta enseñanza está relacionada con la regla cristiana del servicio: Un discípulo falta a este deber de manera ruin cuando escandaliza a los pequeños y los lleva a apartarse de Jesús y de su Palabra. El verdadero servicio siempre conduce a las demás personas a una relación más estrecha con Jesús. 4. El comportamiento consigo mismo (9,43-48) 43 “ Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehena, al fuego que no se apaga. 45 Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehena. 47 Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehena, 48 donde su gusano no muere y el fuego no se apaga”. El conflicto ya no tiene que ver con los que no son cristianos, ni con los propios hermanos en la fe, sino consigo mismo: ¿Qué hacer cuando mi propio comportamiento me aleja del Señor? Jesús expone tres ejemplos bien dicientes.
  • 13. En ellos se dice: (1) qué es lo que un órgano importante del cuerpo trata de hacer, (2) qué es lo que uno tiene que hacer y (3) qué es lo que está en juego si se continúa en la misma línea de comportamiento. 4.1. Tres órganos importantes relacionados con el pecado Se trata de: mano, pies y ojo. Los tres están en pareja y cumplen una función importante para la persona entera. El conflicto aparece cuando éstos quieren alejarlo a uno de Jesús y de su enseñanza mediante comportamientos negativos: - El apego a la vida terrena (ver 8,34-35) 34 Luego Jesús llamó a sus discípulos y a toda la gente y les dijo: «El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga. 35 Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, y el que sacrifique su vida (por mí y) por el Evangelio, la salvará. - El querer quedar siempre bien con los demás, aún sacrificando los valores del Reino (8,38) 38 Yo les aseguro: si alguno se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga con la Gloria de su Padre rodeado de sus santos ángeles.» - Las ganas de tener puestos y grandeza (9,34).
  • 14. 34 Ellos se quedaron callados, pues habían discutido entre sí sobre quién era el más importante de todos. Estas tres actitudes, que son propias de la naturaleza humana, pueden terminar dominando todo el comportamiento de la persona, llevándolo a apartarse del camino de Jesús. Por otra parte, está en juego la misión del discípulo, ya que en lugar de apartar a los “pequeños”, se le pide al discípulo que haga lo contrario. Él debe ofrecer: - Una mano que los asegure, - Una mirada que los ilumine, - - Un pie que apoye sus pasos vacilantes. Cuando en vez de tender la mano, empuja; cuando el ojo guía hacia las tinieblas; cuando el pie arremete al hermano, ahí se da un escándalo. 4.2. Qué es lo que hay que hacer Se debe tomar una decisión radical. No se puede aspirar a la connivencia entre el bien y el mal, no se puede pretender andar en los caminos de Jesús y al mismo tiempo con los antivalores. Puesto que el valor mayor para un discípulo es Jesús, es a él a quien buscará, aún a costa de grandes sacrificios. Lo que justifica el sacrificio es el hecho que hay un valor mayor; siendo así, este tipo de pérdida en la práctica es una ganancia:
  • 15. “Quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará ” (8,35). De ahí que un discípulo debe velar por su comportamiento, teniendo en cuenta la influencia que éste puede tener en el prójimo. 4.3. Lo que está en juego Lo que está en juego, en última instancia, es la meta del camino: el “entrar en la vida ” (=en el Reino) o el frustrar nuestra existencia (=lo que se llama infierno: el dolor insoportable, profundo y violento por no haber podido lograr la meta de la vida). Jesús usa la palabra “gehena” para designar el aspecto negativo: La “gehena” era un valle que quedaba al occidente de Jerusalén, que en otro tiempo sirvió para los sacrificios humanos en honra del dios Moloc; en los tiempos de Jesús era el local donde se quemaba la basura de la ciudad. Por eso la frase “arrojar a la gehena ” es lo contrario del “entrar en la vida ”, donde el término “vida” es en griego “zoé” y no “bios”, ya que se refiere ante todo a la vida de comunión con Dios. Por lo tanto, el discipulado es un camino hacia la vida, una entrada en el Reino. Este es el sentido definitivo del “seguimiento ” del camino de Jesús y si no era para llegar hasta la plenitud, entonces no tendría sentido. Es aquí donde la enseñanza básica sobre el servicio a todos (8,35) se convierte también en un llamado de atención al necesario servicio a sí mismo: trabajar por la propia salvación velando hasta el final por la fidelidad al camino de Jesús.
  • 16. 5. Releamos el Evangelio con un Padre de la Iglesia Domingo 26º Tiempo Ordinario (B) Mc 9, 37-42: Homilía de san Agustín Sermón 39, 6 «Así pues, porque nada trajiste, nada te podrás llevar de aquí. Envía a lo alto lo que has conseguido, y no lo perderás. Dáselo a Cristo, pues Él quiso recibirlo aquí. Dáselo a Cristo, y no lo perderás. No lo pierdes cuando confías a tu siervo lo que has adquirido, ¿y lo vas a perder cuando confías a tu Señor lo que has recibido del mismo Señor? Cristo quiso tener necesidades aquí, pero por nosotros. Cristo pudo alimentar a todos los pobres que ustedes ven, como alimentó a Elías mediante un cuervo; sin embargo, también a Elías le sustrajo el cuervo: para que fuera alimentado por la viuda, no socorrió a Elías sino a la viuda (3Re 17, 6). Así pues, cuando Dios permite que haya pobres, por no hacer que posean bienes, lo hace para probar a los ricos.
  • 17. Pues así está escrito: El pobre y el rico se encontraron (Prov. 22, 2). ¿Dónde se encontraron? En esta vida. Nació éste, y nació también aquel: vinieron a coincidir, vinieron a encontrarse. ¿Y quién fue el que hizo a los dos? El Señor. Hizo al rico para que ayudara al pobre, y al pobre para probar al rico. Cada uno de ellos obra según sus haberes: no obra ninguno de modo que llegue a pasar angustias. No imponemos esto. Lo que es superfluo para ti, es necesario para el otro. Lo han escuchado hace un momento, al leer el evangelio: Quienquiera que diere un vaso de agua fresca a uno de mis pequeños por causa de mí no perderá su recompensa (Mt 10, 42; cf. Mc 9, 40). Cristo declaró en venta el reino de los cielos, y fijó su precio en un vaso de agua fresca». San Agustín Comentario a los salmos 127, 7 “Allí no morirá su gusano y no se apagará el fuego que le devora” (Mc 9,48). Escuchando estas amenazas, que ciertamente impresionarán a los impíos, algunos, llenos de miedo, evitarán el pecado.
  • 18. Tienen miedo y por este miedo no cometen pecados. Son personas que temen (el castigo) pero todavía no aman la justicia. Sin embargo ese temor que los impulsa a abstenerse del pecado crea en ellos una inclinación constante por la justicia, y lo que antes era difícil comienza a gustar y se saborea la dulzura de Dios. A tal punto el hombre comienza a vivir en la justicia, no por temor de las penas sino por amor de la eternidad”. 6. Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón 6.1. ¿Cómo se correlaciona la enseñanza de Jesús sobre el servicio (ver domingo pasado) con las enseñanzas de hoy? 6.2. ¿Cómo es mi relación con las personas que no están en los caminos del Señor? ¿Soy capaz de reconocerles acciones positivas y buenas a los ojos de Dios? 6.3. ¿Mi comportamiento o mis palabras han llevado a alguna persona a alejarse de Jesús? 6.4. Uno de los grandes problemas actuales es que queremos tener todo al mismo tiempo: lo que es de Dios y lo que no es de Dios. Pero esto no es posible. ¿Es Jesús el valor más grande de mi vida, hasta el punto de estar dispuesto(a) a sacrificar muchas cosas agradables
  • 19. del mundo para andar en comunión con él y con sus caminos? 6.5. ¿Qué decisiones tomo hoy como respuesta a las enseñanzas que me da Jesús?
  • 20. Anexo 1 Algunas pistas sobre las otras lecturas del Domingo Sumario: En el libro de los Números, Dios muestra que su Espíritu puede reposar tanto sobre aquellos que vienen al Santuario como sobre aquellos que no vienen. Él es libre para entregar sus dones. En el Evangelio, Jesús dice: “Quien no está contra nosotros, está con nosotros”. Nadie puede acaparar a Dios para él solo. Nadie puede acaparar los bienes de este mundo y hacer lo que quiera, escribe Santiago. Los ricos deben tener en cuenta a Dios en su gestión. En todas las cosas, el creyente está llamado a observar la Ley de Dios porque la Ley del Señor es perfecta, como dice el Salmo. Primera lectura: Números 11,25-29 25 Una vez, estando los israelitas en el desierto, El Señor bajó en la nube y habló, luego tomó del espíritu que estaba en Moisés y lo puso en los setenta hombres ancianos. Cuando el espíritu se posó sobre ellos, se pusieron a profetizar, pero después no lo hicieron más. 26 Dos hombres se habían quedado en el campamento, el primero se llamaba Eldad y el otro, Medad; el espíritu se posó sobre ellos. Pertenecían a los inscritos, pero no habían ido a la Tienda, y profetizaron en el campamento. 27 Un muchacho corrió para anunciárselo a Moisés: «Eldad y Medad están profetizando en el campamento».
  • 21. 28 Josué, hijo de Nun, servidor de Moisés desde su juventud, tomó la palabra: « ¡Mi señor Moisés, prohíbeselo!» 29 Pero Moisés le respondió: « ¿Así que te pones celoso por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo de El Señor fuera profeta, que El Señor les diera a todos su espíritu!» En la travesía del desierto, después de la salida de Egipto, los israelitas se lamentan porque les hace falta la comida de Egipto. Para ellos era mejor que el maná insípido que Dios les envía cada día. Sus críticas, entonces, comienzan a indisponer a Dios. Moisés trata de intervenir, pero se cansa de servir de intermediario: “No puedo cargar yo solo con todo este pueblo: es una carga pesada para mí”, le dice a Dios. El Señor le ordena entonces que escoja 70 ancianos del pueblo y los reúna junto a la Tienda del Encuentro. Dios entonces se manifiesta dándoles a estos hombres un poco del espíritu de Moisés. La palabra “espíritu” aquí designa las cualidades que Dios le comunica a una persona para que cumpla con su misión. En consecuencia, los ancianos “profetizan”, es decir, entran en trance para comunicarle al pueblo el querer de Dios. Pero resulta que dos hombre, que no vinieron a la Tienda del Encuentro, resultaron también profetizando. Moisés evita desautorizarlos; aún cuando no hayan venido a la Tienda, ellos han sido escogidos por Moisés para figurar en la lista de los 70.
  • 22. Entonces, Moisés expresa un deseo: que todo el pueblo se convierta en un pueblo de profetas habitado por el Espíritu de Dios. Este deseo se realizará en Pentecostés. Salmo 18 Tu espíritu, Señor, llena la tierra. La ley del señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. Tu espíritu, Señor, llena la tierra. La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. Tu espíritu, Señor, llena la tierra. Aunque tu siervo vigila para guardarlos con cuidado, ¿Quién conoce sus faltas? Absuélveme de lo que se me oculta. Tu espíritu, Señor, llena la tierra. Preserva a tu siervo de la arrogancia, para que no me domine: así quedaré libre e inocente del gran pecado. Tu espíritu, Señor, llena la tierra. Este Salmo es una bella meditación sobre la Ley del Señor. El Salmista enumera sus cualidades: es perfecta, segura, justa.
  • 23. Quien observa la Ley encontrará lo que conduce armoniosamente la vida. La Ley, en efecto, es fuente de vida y de sabiduría. Esta palabra hay que tomarla en su acepción bíblica. El sabio no es aquel que sabe muchas cosas y que tiene muchos diplomas. Sabio es aquel que se no se apoya únicamente sobre sí mismo, ni en su propio razonamiento, sino que se remite a la sabiduría de Dios comunicada por su Ley. Una persona sencilla, o sea, una persona sin instrucción, puede acceder a la verdadera sabiduría por medio de la puesta en práctica de la Ley del Señor. Al contrario, el orgulloso, que se apoya en sus propias fuerzas y decide todo a partir de sus ideas, se arriesga a comportarse como un insensato. Segunda lectura: Santiago 5,1-6 1 Oigan esto los ricos: lloren y laméntense porque les han venido encima desgracias. 2 Los gusanos se han metido en sus reservas y la polilla se come sus vestidos, 3 su oro y su plata se han oxidado. El óxido se levanta como acusador contra ustedes y como un fuego les devora las carnes. ¿Cómo han atesorado, si ya estamos en los últimos días? 4 El salario de los trabajadores que cosecharon sus campos se ha puesto a gritar, pues ustedes no les pagaron; las quejas de los segadores ya habían llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. 5 Han conocido sólo lujo y placeres en este mundo, y lo pasaron muy bien, mientras otros eran asesinados. 6 Condenaron y mataron al inocente, pues ¿cómo podía defenderse? Tenemos un conjunto de reproches: la riqueza insultante, la injusticia, la crueldad, el despilfarro, el mal pago de los trabajadores.
  • 24. Santiago ve la sociedad en general más que a la comunidad, sin embargo esto sucede entre los cristianos. Lo peor es que ocurre de forma continuada contra víctimas indefensas, permaneciendo impune hasta el final de la vida. Una frase revela todo: “Se pusieron a amontonar riquezas, precisamente a última hora”. Aquí está la clave de la inteligencia de la vida: un creyente sabe que con Jesús está “en la última hora”, ya que con Jesús tiene todo y en todo encuentra a Jesús. Una persona coherente con su fe, está por encima de la codicia y se comporta fraternamente. Anexo 2 Para los animadores de la Liturgia I La oración “colecta” de Eucaristía de hoy tiene una frase que merece ser destacada. En ella, por ejemplo, se puede abrir el acto penitencial: “Señor, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia”. II El tema central común a la primera lectura y al Evangelio nos recuerda que el Espíritu no es prisionero de las instituciones –por muy buenas y santas que sean- sino que “sopla donde quiere”, de ahí que se verifique una cierta actividad carismática más allá de las personas “oficialmente cualificadas”. III
  • 25. La idea central de la Liturgia de la Palabra puede ayudar a los grupos encargados de la liturgia (y demás equipos parroquiales) a evaluar la manera como realizan el ministerio de la acogida: sea de las personas, sea de los dones y carismas que el Espíritu no deja de derramar tanto sobre los miembros del equipo como sobre muchos otros que no han encontrado su lugar en los equipos pastorales. Anexo 3 LA ADHESIÓN A CRISTO Y A SU IGLESIA Mc 9,38-43.45.47-48 En el Evangelio de hoy Jesús insinúa que su Persona y su Iglesia tendrían oposición. En efecto, ante la consulta del apóstol Juan responde indicando dos grados de adhesión a él y a su Iglesia y dos grados de oposición: “No hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros”. Obrar un milagro invocando el nombre de Jesús es el grado máximo de adhesión a él. Es el grado de adhesión que han tenido los santos canonizados por cuyo medio Dios ha obrado milagros. Es el grado de adhesión que tenía Pedro, después de haber recibido el Espíritu Santo en Pentecostés. Lo demuestra sanando al tullido que le pedía una limosna en la puerta del templo: “No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te lo doy: En nombre de Jesucristo, el Nazareno, echa a andar” (Hech 3,6).
  • 26. El que hace un milagro en el nombre de Jesús habla bien de él, como lo hacía Pedro, incluso ante las autoridades judías que le prohibían hablar en el nombre de Cristo: “No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hech 4,12). El grado máximo de oposición a Cristo es hablar mal de él. El otro grado de adhesión a Cristo consiste simplemente en no estar contra su Iglesia. Jesús ha definido su Iglesia diciendo a sus discípulos: “Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20). Y les promete: “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Por eso, si primero habla de invocar “su nombre”, ahora usa el pronombre “nosotros” incluyendo a sus discípulos: “El que no está contra nosotros, está a favor de nosotros”. No se puede separar a Jesús de su Iglesia. Muchos que hoy día dicen: “Jesús sí; la Iglesia no”, en realidad están también negando a Jesús. Él mismo diría: “Están contra nosotros”. Jesús define la condición del discípulo no sólo por la unión con él, sino también por la pertenencia a él: “ser de Cristo”, y promete recompensará a quien contribuya con su Iglesia aunque sea mínimamente:
  • 27. “Todo aquel que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no perderá su recompensa”. En cambio, amenaza severamente a quien ponga obstáculo –escandalice- a quien tiene una fe confiada: “Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar”. Nuestro tiempo en gran medida ha perdido el sentido del pecado y la conciencia de su gravedad. El pecado pone a quien lo comete en estado de condenación eterna. Jesús llama a ese estado “la gehena” y la define como un lugar donde “su gusano no muere y el fuego no se apaga”, es decir, de inextinguible sufrimiento moral –el gusano- y físico –el fuego-. Y expresa la gravedad del pecado repitiendo tres veces (indica una doctrina firme) que más vale perder un miembro en esta tierra que ceder al pecado: “Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela... Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo... Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo...”. La razón es clara: Más vale entrar en la Vida (en el Reino de Dios) manco o cojo o ciego que ser arrojado a “la gehena” con todos esos miembros. + Felipe Bacarreza Rodríguez Obispo de Santa María de Los Ángeles
  • 28. Lunes 1 de Octubre Vigésimo sexta semana del tiempo ordinario Lucas 9, 46-50 “Se suscitó una discusión entre ellos…” 46 En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién sería el más grande. 47 Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, 48 les dijo: «El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande» . 49 Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros». 50 Pero Jesús le dijo: «No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes» . Cuando se pierde de vista la Cruz Lucas nos ha venido presentando a Jesús como Maestro rodeado de numerosas personas interesadas en reconocerlo por la fe, para escucharlo y presenciar sus curaciones. Ahora, se abre una nueva etapa en el itinerario público del Maestro de Nazaret. Jesús no monopoliza la atención de la muchedumbre, por el contrario, el Maestro, poco a poco, se va alejando de los suyos para ir al Padre. Este itinerario supone el viaje a Jerusalén. Cuando está a punto de emprender este viaje, la marcha hacia su Pascua definitiva, Jesús les revela a los suyos el final inminente por el cual debe pasar (Lc 9, 22).
  • 29. Después se transfigura ante ellos para indicar el punto de partida de su "éxodo" hacia Jerusalén. Pero de inmediato, después de la experiencia de la luz en el acontecimiento de la transfiguración, Jesús vuelve a anunciar su pasión y deja así a los discípulos en la inseguridad y en la turbación. Las palabras de Jesús sobre su pasión, "el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres", encuentran la incomprensión de los discípulos y un temor silencioso (Lc 9, 45). Hoy volvemos al capítulo 9 de Lucas, donde se ha confesado la fe en Jesús como el Mesías-Cristo y donde Jesús ha trazado la nueva ruta del seguimiento: el misterio de la Cruz. El sábado pasado habíamos visto un primer signo de “inmadurez espiritual” de los discípulos al no conseguir entrar en sintonía con la propuesta de Jesús. Hoy vemos otros dos signos más. ¿Qué es lo que pasa cuando una persona o una comunidad caminan con Jesús pero dejan de lado la Cruz? Se dan estas dos situaciones: Primero: Hay problemas de autoridad Cuando una comunidad se divide, cuando algún líder arrastra una parte de la comunidad consigo y la pone en contra de otro líder, cuando hay peleas del tipo “yo mando aquí”, cuando hay presunción entre las personas y sometimiento de unas a otras.
  • 30. Si esto sucede, ES QUE SE PERDIÓ DE VISTA LA CRUZ DEL SEÑOR . Segunda: Hay censuras y acusaciones a otras comunidades Cuando en la comunidad brotan actitudes de intolerancia, cuando entre las comunidades entran en competencias para mostrar quién hace más y mejor para llevarse los aplausos de la Iglesia, cuando hay envidias entre los líderes, cuando se difama a otra comunidad, cuando se tergiversa sus actuaciones, ES QUE SE PERDIÓ DE VISTA LA CRUZ DEL SEÑOR . Jesús le recuerda a sus discípulos que la Cruz es humildad y pequeñez, como el niño que coloca en medio de la comunidad: “Tomó a un niño y lo puso a su lado ” (9,47). Pero también es acogida del diferente, es apertura de corazón para captar lo bueno que hay en los otros y trabajar por una sana armonía, así no coincidamos en todos los puntos de vista. Cuando se tiene en vista la Cruz, entonces las relaciones son diferentes: “El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor ” (9,48). Ponerles a nuestras comunidades la dinámica y el sabor del evangelio. El enigma de la entrega de Jesús desencadena una disputa entre los discípulos sobre a quién le corresponde el primer puesto. Y sin ser invitado a manifestar su parecer, Jesús, quien como el mismo Dios lee en el corazón de los seres humanos, interviene con un gesto simbólico.
  • 31. En primer lugar toma a un niño y lo pone junto a él. Este gesto indica que la elección, el privilegio se recibe en el momento en el cual uno pasa a ser cristiano (Le 10, 21-22). Pero el gesto no permanece mudo o sin significado, Jesús continúa con una palabra de explicación: no se enfatiza la "grandeza" del niño, sino la tendencia a la "acogida". El Señor considera "grande" a quien, como el niño, sabe acoger a Dios y a sus enviados. La salvación presenta dos aspectos: La elección por parte de Dios que se simboliza en el gesto de Jesús cuando acoge al niño, y la acogida de Jesús (el Hijo) y de todo ser humano por parte de quien lo ha enviado, el Padre. El niño, en este caso, encarna a Jesús, y los dos juntos, en la pequeñez y en el sufrimiento, realizan la presencia de Dios. Pero estos dos aspectos de la salvación son también indicativos de la fe: en el don de la elección emerge el elemento pasivo y en el servicio, el elemento activo; son dos pilares de la existencia cristiana. Acoger a Dios o a Jesús en la fe tiene como consecuencia acoger al pequeño como creyente o como un miembro de la comunidad. El hecho de llegar a "ser grandes", título sobre el cual discutían los discípulos, no es una realidad del más allá, sino en estrecha relación con el momento presente y se expresa en la diaconía del servicio.
  • 32. El amor y la fe vividos realizan dos funciones: Somos acogidos por Cristo (toma al niño) y tenemos el don singular de recibirlo ("quien acoge al niño, lo acoge a él y al Padre", v. 48). A continuación sigue un breve diálogo entre Jesús y Juan (vv. 49-50). Este último discípulo es contado entre los llamados de la primera hora por parte de Jesús. Juan encontró a un exorcista, pero no hace parte del círculo de los discípulos de Jesús, aunque realiza una acción semejante a aquella confiada a los discípulos. Este anónimo exorcista, por una parte, es externo al grupo, pero por la otra, está dentro, pues entendió el origen cristológico de la fuerza divina con la cual ha sido favorecido ("en tu nombre"). La enseñanza de Jesús es evidente: un grupo cristiano no pone obstáculos a la acción misionera de otros grupos. No existen cristianos más "grandes", al contrario, se es "grande" por el he- cho de ser cada vez más cristiano, servidor de la humanidad y hacedor del bien. Además, la actividad misionera debe estar al servicio de Dios y no para aumentar la propia notoriedad. Es crucial este inciso sobre el poder de Jesús: Se trata de una alusión a la libertad del Espíritu Santo, cuya presencia en el seno de la Iglesia es segura, pero se extiende más allá de los ministerios por nosotros conocidos.
  • 33. Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón ¿En mi vida personal, en mi familia, en mi grupo o en mi comunidad, percibo los signos de inmadurez espiritual que señala el evangelio de hoy? ¿Cuál es la causa? ¿Cuál es el camino de superación? ¿Cómo vivo los momentos de éxito y aquellos de sufri miento? Al servir a los demás, ¿qué tipo de "grandeza" culti vo? ¿Soy capaz de transformar la competitividad en cooperación? Algunos pensamientos de San Vicente de Paul “Al servir a los Pobres se sirve a Jesucristo” “Por consiguiente, debe vaciarse de sí mismo para revestirse de Jesucristo” “No me basta con amar a Dios, si no lo ama mi prójimo” “¡Cómo! ¡Ser cristiano y ver afligido a un hermano, sin llorar con él ni sentirse enfermo con él! Eso es no tener caridad; es ser cristiano en pintura.” “No puede haber caridad sino va acompañada de justicia”"
  • 34. Martes 2 de octubre Vigésimo sexta semana del tiempo ordinario Lucas 9, 51-56 “Se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén” 51 Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén 52 y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. 53 Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. 54 Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?». 55 Pero él se dio vuelta y los reprendió. 56 Y se fueron a otro pueblo. Para un seguimiento radical El evangelio de hoy cuenta cómo Jesús "toma la firme decisión de ira Jerusalén", y nos describe también las primeras dificultades surgidas a lo largo del camino. Trae el comienzo de la larga y dura caminata desde la periferia hacia la capital. Jesús deja Galilea y va hacia Jerusalén. No todos lo comprenden. Muchos lo abandonan, pues las exigencias son grandes. El evangelio nos pone hoy de frente a la hora de las coyunturas decisivas. (1) Para Jesús es el tiempo del “cumplimiento ” según el proyecto
  • 35. mesiánico fijado por el Padre. Nada ni nadie lo podrá detener. Ni la hostilidad de los samaritanos, ni la pobreza, ni el padre que hay que sepultar, ni los parientes de los que hay que despedirse, son suficientes para “mirar atrás ”. (2) Para el discípulo es el tiempo de evaluar previamente el “costo” del ser discípulo, analizando las implicaciones de la opción y decidiendo libre y conscientemente entrar en el camino del Maestro sin ponerle condiciones. Lo que vale para el Maestro también vale para el discípulo: el camino del discipulado requiere decisiones así de fuertes. El seguimiento del Maestro en la ruta hacia Jerusalén lleva la impronta de la radicalidad y de la jerarquía de valores de Jesús. 1. Jesús decide ir hacia Jerusalén. Esta decisión va a marcar la larga y dura caminata de Jesús desde Galilea hasta Jerusalén. Este camino ocupa más de una tercera parte de todo el evangelio de Lucas (Lc 9, 51-19, 28). Para la comunidad responsable de este texto, el camino hasta Jerusalén tiene una importancia muy grande en la vida de Jesús. La larga caminata simboliza, al mismo tiempo, el camino de las comunidades en el momento en el cual se escribe el evangelio. Este camino era un signo del paso difícil del mundo judío al mundo de la cultura griega. De otro lado, el camino simboliza también la tensión entre el avance
  • 36. progresivo de un mundo nuevo (la comunidad reunida en torno a Jesús) y la comunidad antigua cada vez más encerrada en sí misma. Y simboliza, además, la conversión de cada uno de nosotros, para asumir con responsabilidad el seguimiento de Jesús. Durante el camino, los discípulos y las discípulas tratan de seguir a Jesús sin volverse atrás. No siempre lo consiguen. Jesús dedica mucho tiempo a la formación de quienes le siguen de cerca. Un ejemplo concreto de esta formación se halla en el evangelio de hoy. Al inicio del camino, Jesús sale de Galilea y lleva a sus discípulos hacia dentro del territorio de los samaritanos. Trata de formarlos para entender la apertura hacia lo nuevo, hacia el "otro", para encontrarse con quien es diferente. Incluso con quienes son vistos por los judíos como enemigos. El texto griego dice de manera literal: "Cuando se completaron los días de su asunción (o arrebato), Jesús volvió su rostro hacia Jerusalén". La expresión asunción o arrebato evoca al profeta Elías quien fue arrebatado al cielo según el relato de la Biblia Hebrea (2 R 2, 9-11). La expresión volver el rostro, evoca al servidor sufriente del Señor: "Puse mi cara dura como piedras, y sé que no seré engañado" (Is 50, 7).
  • 37. Evoca también la orden de Dios al profeta Ezequiel: "¡Vuelve tu rostro hacia Jerusalén!" (Ez 21,7). Lucas, con estas referencias, muestra cómo el camino hacia Jerusalén comienza con una oposición clara de Jesús contra el proyecto de la ideología oficial del templo de Jerusalén. La ideología del templo quería un Mesías glorioso y nacionalista. Jesús quiere ser un Mesías-Siervo. Durante el largo desplazamiento esta oposición aumenta y, al final, termina en el arrebato o en la asunción de Jesús. La asunción de Jesús es su muerte en la cruz acompañada por la resurrección. Jesús sabe cerrar y abrir etapas en su vida. Así lo vemos cuando termina su ministerio en la amplitud montañosa, marítima y siempre verde de Galilea (Lucas 5,1-9-50). Entonces se abre una nueva página con estas palabras: “Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén ” (9,51). Veamos tres elementos claves insertos en esta frase lucana: (1) la realización del plan de Dios; (2) el interés por Jerusalén;
  • 38. (3) la toma de la decisión. 1.1. La realización del plan de Dios El indicador de este giro decisivo en el ministerio de Jesús es el “cumplimiento de los días de su asunción ”. Observemos que: (1) No se trata de una decisión tomada a la ligera. Ya dos veces había anunciado la segunda parte de su programa misionero en los así llamados “anuncios de la pasión” (ver 9,22 y 9,44-45). (2) La referencia que Jesús tiene es el tiempo establecido por el Padre. Pues bien este tiempo va llegando a su fin. Jesús quiere cumplir su cita puntualmente. 1.2. La mirada puesta en la meta: ¡Jerusalén, Jerusalén! La mirada está puesta en Jerusalén: “se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén ”. Jesús sabe lo que le espera: “no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén ” (13,33). De aquí en adelante Jerusalén permanecerá en la mira de los movimientos
  • 39. de Jesús. 1.3. La toma de decisión Lucas nos presenta la toma de decisión de Jesús con una frase que a primera vista parecen enigmática, pero que en realidad es bella y de una gran profundidad: “Se afirmó en su voluntad de… ”. Ante el fatídico destino Jesús toma una decisión radical: rompe con Galilea y se dirige en la dirección de Jerusalén. La iniciativa es de Él: Jesús escoge el camino del Padre. Para nosotros ya es mucho si aceptamos el destino que se acerca y no podemos evitar. Jesús, en cambio, avanza decidido hacia su destino. Es así como la frase “se afirmó en su voluntad de… ”, que literalmente en griego suena “endureció el rostro ”, describe el impulso de una fuerte decisión. Algunas imágenes de fondo, en el Antiguo Testamento, nos permiten comprender la trascendencia del gesto de Jesús. Esta expresión de “fuerte decisión” la vemos en la valentía del Rey de Aram cuando avanza contra la ciudad santa para la guerra: “y se volvió para subir contra Jerusalén ” (2 Reyes 12,18). Lo mismo se dice también del Siervo Sufriente de Yahvé , profetizado por Isaías, pero esta vez en la actitud terca y defensiva de quien no cede a pesar de la adversidad:
  • 40. “Puse mi cara como el pedernal, a sabiendas de que no quedaría avergonzado ” (50,7). Los dos aspectos contenidos en las citas anteriores parecen estar presentes en la frase redactada por Lucas y aplicada a Jesús: “endureció el rostro ”. Jesús con una gran fortaleza enfrenta su destino, se compromete y toma decisiones firmes. Lo que Jesús va a hacer es el preludio de su muerte, que será para nosotros el preludio de la vida. Esto mismo le va a pedir hacer enseguida a sus seguidores. 2. El camino comienza mal: en Samaría no lo reciben (9,52- 56) Para llegar a Jerusalén, bajando desde la norteña Galilea, el camino más directo pasaba por Samaría. Pero la mayor parte de los judíos evitaban esta ruta. Había una enemistad de siglos entre judíos y samaritanos (ver Juan 4,9). De hecho, por razones de intolerancia religiosa y por motivos nacionalistas, los samaritanos hacían de todo para fastidiar a los viajeros, incluso le hacían daño a los grupos de peregrinos que cruzaban su territorio en caravanas. Jesús supera las fronteras del territorio y de la raza.
  • 41. Manda a sus discípulos a preparar su arribo a una aldea de Samaría. Jesús se arriesga por esta ruta. No lo hace solamente como una persona que va “de paso”, la expresión “envió mensajeros delante de sí ” (9,52) indica que tiene intenciones misioneras (como se verá después en los Hechos de los Apóstoles aquí nacerán comunidades cristianas: 1,8; 8,4-8). Esta opción de Jesús, la más peligrosa, deja entrever su misericordia: Jesús le está ofreciendo una mano amiga a un pueblo enemigo. Pero se le niega la hospitalidad a la misión y a la amistad de Jesús: “Pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén ” (9,53). Si Jesús y los suyos hubiesen utilizado alguna otra excusa, a lo mejor hubiesen obtenido el hospedaje solicitado en la tierra de los samaritanos, pero primó la verdad y por eso este primer intento de una misión en Samaría fracasó. En la obra de Lucas debemos esperar hasta después de la resurrección de Jesús, cuando discípulos suyos lleguen a Samaría y sean en verdad, bien acogidos (Hch 8, 4-8.14-17). De otro lado, los discípulos no entendieron la apertura de Jesús hacia pueblos y culturas, y por eso la misión en este instante naufragó. 3. Jesús no acepta la venganza. Así como en el primer día de su misión en Galilea (ver Lucas 4,16-30), también esta vez se le cierran las puertas al Maestro, el rechazo anunciado ha comenzado.
  • 42. Los discípulos Santiago y Juan, conocidos como “hijos del trueno” por la impetuosidad de su temperamento (Marcos 3,17), le hacen honor a su apodo y reaccionan violentamente, no comprenden la negativa de los samaritanos y reaccionan airados: “Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma? ” (9,54). Santiago y Juan no quieren llevarse la derrota para su casa. No aceptan a su alrededor personas con un pensamiento diferente. Piden arrasar con fuego esa ciudad, lo cual es un gesto de maldición. Ciertas Biblias añaden: "¡No saben qué espíritu los mueve!". ¿Será esta la manera de manejar un fracaso? La actitud nos recuerda lo que hizo el profeta Elías cuando el malvado rey Ocozías mandó llamarlo: “Que baje fuego del cielo y te devore a ti y a tus cincuenta hombres ” (2 Reyes 1,10ss). En ese momento fue una estrategia de defensa. La lección de Jesús Pero Jesús no le permite a los discípulos que lleven a cabo sus propósitos y por segunda vez los reprende por su intolerancia y por su violencia: “Pero volviéndose, les reprendió ” (9,55; ver la primera vez en 9,49-50). Es verdad que Jesús pide ser acogido, pero también es verdad que deja a los hombres en libertad para acogerlo y no trata de forzar a nadie para que
  • 43. crea en él. La mala decisión de los samaritanos no pude castigarse con medidas drásticas. Aquí vemos una consecuencia de la decisión por el camino de la Cruz por parte de Jesús: El rechazo que experimenta a lo largo del camino no lo amarga, por el contrario sigue adelante con la frente alta: “Y se fueron a otro pueblo ” (9,56; así ya lo había hecho en 4,30 y así procederán posteriormente los misioneros itinerantes en los rechazos que les propinan en las diversas ciudades en los Hechos de los Apóstoles). Así, desde el primer paso en la subida a Jerusalén, comienza la pasión. Jesús sabe afrontar la violencia que se le viene en contra y no devuelve con la misma moneda; el no someterlos inmediatamente a la justicia de Dios ya es un signo de misericordia y el buen resultado de esta decisión se verá venir más adelante (en la evangelización de Samaría en los Hechos de los Apóstoles). Desde el principio el discípulo aprende que “tomar la Cruz todos los días ” es saber pasar los tragos amargos del desprecio, con la madurez de quien es capaz de afrontar con altura y pro-activamente los rechazos –con amor al adversario (ver 6,27)-. El que es libre de corazón sabrá respetar también las decisiones libres de los otros. Para Jesús, la reacción de sus discípulos no era una reacción nacida del Espíritu de Dios.
  • 44. Cuando Pedro sugiere a Jesús no continuar por el camino del Mesías servidor, Jesús llamó a Pedro Satanás (Mc 8, 33). Satanás es el mal espíritu que quiere mudar el rumbo de la misión de Jesús. Para este tercer evangelio: ¡Quienes quieren impedir la misión entre los gentiles están movidos por el mal espíritu! Durante los diez capítulos en los cuales se describe el camino de Jesús y los suyos hasta Jerusalén (Lc 9, 51-19, 28), Lucas, de forma constante, nos muestra cómo Jesús está de camino hacia Jerusalén (Lc 9, 51.53.57; 10, 1.38; 11, 1; 13, 22.33; 14, 25; 17, 11; 18, 31.37; 19, 1.11.28). Y muy rara vez nos dice por dónde pasa Jesús. Sólo aquí, al comienzo del viaje (Lc 9, 51), en medio (Lc 17, 11) y al final (Lc 18, 35; 19, 1) se sabe algún dato del lugar por donde Jesús va pasando. Para Lucas, para su comunidad y para nosotros, este hecho encierra una verdad evangélica: No nos podemos parar, no nos podemos detener ni volver discípulos pasivos del reinado, aunque no siempre esté claro y definido el camino por el cual debemos transitar. El objetivo siempre será muy preciso: Jerusalén. A todos nos espera la Pascua. Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
  • 45. ¿Cuáles son las exigencias que Jesús nos plantea para poderlo seguir incondicionalmente? ¿Cómo reaccionó Jesús ante el rechazo de los samaritanos? 2. En algunas ocasiones también yo, como Jesús, me siento rechazado en mis opiniones o actitudes. ¿Cuál es mi reacción espontánea? ¿Me cierro en un silencio amenazante y vengativo? ¿Reacciono con violencia? ¿Actúo con la misericordia de Jesús que ‘ofreció su mano amiga a un pueblo enemigo’? 3. Como familia, como grupo, como comunidad estamos llamados a seguir a Jesús. ¿En qué forma nos estamos ayudando y animando mutuamente en este camino? ¿Me siento responsable de la respuesta que mi hermano(a) está dando diariamente a Jesús o pienso que es mejor no meterse en la vida de nadie? ¿Cuáles problemas aparecen en tu vida como resul tado del seguimiento de Jesús? ¿Vivo situaciones donde experimento un deseo de venganza como los discípulos frente a los samaritanos? ¿Cómo orar este texto cuando voy de camino hacia la Pascua?
  • 46. Miércoles 3 de octubre Vigésimo sexta semana del tiempo ordinario Lucas 9, 57-62 “Te seguiré a donde vayas” 57 En aquel tiempo, mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: « ¡Te seguiré adonde vayas!». 58 Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza» . 59 Y dijo a otro: «Sígueme» . Él respondió: «Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». 60 Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios» . 61 Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos». 62 Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios». Para un seguimiento radical El pasaje del evangelio de este día nos pone delante del seguimiento incondicional de Jesús, de acuerdo con los criterios de la comunidad de Lucas. El reproche dado a los discípulos agresivos, da paso a nuevas lecciones sobre el discipulado. Sobre el camino, en el cual va decididamente al encuentro de su destino en Jerusalén, Jesús establece criterios para aquellos que lo acompañan, profundizando en lo que significa renunciar a sí mismo, tomar la cruz cada día y seguirlo (ver 9,23). Se presentan tres candidatos al discipulado misionero.
  • 47. El primero (v. 57) y el tercero de los candidatos (v. 61) vienen ante Jesús por iniciativa propia. El segundo, en cambio, es llamado por el Maestro: "Sígueme" (v. 59). No sabemos los motivos por los cuales se aproximaron a Jesús, pero es evidente: ellos están fascinados con el Maestro y desean quedarse con él. Y Jesús les propone a ellos con toda claridad: 1) Abandonar todo. 2) Privilegiar el anuncio testimonial del Evangelio. 3) Mirar siempre hacia delante. En otras palabras, el Maestro les propone: el olvido del pasado, la pasión por el presente y la esperanza en el porvenir (futuro). De esta manera, con la narración de estos pequeños episodios, Lucas estimula a quienes están a punto de optar por Jesús (ver 9,23) para que disciernan los motivos del seguimiento y sus implicaciones. Si bien el discipulado es una gracia que proviene de la vocación, no se puede seguir a Jesús de cualquier manera. 1. Seguir a Jesús implica estar dispuesto a compartir su pobreza (vv. 57-58). El primer candidato le expresa a Jesús una disponibilidad sin condiciones: "Te seguiré adondequiera que vayas" (v. 57).
  • 48. Pero Jesús no tiene un hospedaje seguro. Incluso Jesús propone esa realidad como un estilo de vida. Él le dice al candidato: "Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza" (v.58). Desde el establo de Belén (Lc 2,7), Jesús no tiene morada. Su vida es errante, precaria, sin hogar ni lugar. Andar con Jesús supone estar dispuesto a salir de la comodidad de una vida instalada para afrontar imprevistos y pobreza. La mención del "Hijo del hombre" nos remite también al despojo absoluto de la cruz. La desnudez de la cruz es el camino de Jesús para sus discípulos, deseosos de ir tras él por los caminos del seguimiento y del Evangelio. 2. Seguir a Jesús implica salir del ámbito de la muerte para entrar en el reinado de la vida (vv. 59-60). Jesús llama al siguiente candidato, no se trata de un deseo sino de una invitación, casi de una orden de Jesús: "Sígueme" (v. 59), pero esa persona le pone una condición a Jesús: "Déjame ir primero a enterrar a mi padre" (v. 59). Se antepone un "primero" al seguimiento. La meta de Jesús no es en este momento la prioridad.
  • 49. En la frase del candidato no es claro si desea esperar hasta la muerte de su padre o si éste ya murió y quiere asistir a las exequias. La respuesta de Jesús coloca una prioridad: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reinado de Dios" (v. 60). El Evangelio tiene la primera opción: ser testigo del reinado de Dios. Jesús no acepta aplazar la misión, más bien pide una obediencia comparable a la de Abrahán, a quien se le dijo: "Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré" (Gen 12,1). El candidato había hecho una solicitud en nombre de la piedad filial -tema del cuarto mandamiento de la ley de Dios-. Sepultar al padre, cabeza de la familia, era un deber muy estricto y ningún hijo -sobre todo el mayor de la casa- podía dejar de hacerlo. Pero los compromisos de la vocación constituyen un deber superior. El amor por el Señor está por encima al amor por la familia (cf. Lc 14, 26). Este criterio propuesto por Jesús es una característica de la novedad del reinado de Dios. En el Antiguo Testamento, cuando Elíseo fue llamado, Elías le dio permiso para despedirse de su padre y de su madre antes de partir (1 R 19,19-21). En los nuevos tiempos esto ya no se permite.
  • 50. Con este mismo sentido leemos la intuición del Sirácida, quien recomendó no llorar a un muerto más de un día, máximo dos, porque la tristeza "a él no le aprovechará, y te harás daño a ti mismo" (Si 38, 21). ¿Por qué no hay dilación? Porque el Reino del cual es testigo Jesús, es de vivos: "Deja que los muertos entierren a sus muertos" (v. 60). Desde la otra cara de la moneda, quienes no escuchan a Jesús y no lo siguen están "muertos" en su espíritu. En consecuencia, Jesús invita a reconocer en el discipulado la plenitud de la vida; todos estamos invitados a dar ese paso. Cuando se entra en el Reino, en el ámbito de la vida (¿por qué buscan entre los muertos al viviente?, Lc 24, 5), ya no se da marcha atrás. Por tanto, Jesús no recomienda un desasimiento de la familia, sino todo lo contrario. El anuncio testimonial del reinado de Dios es lo esencial y es superior a los deberes humanos más preciados y si ése es el deber mayor, todo se reconduce hacia él. Y esta elección evangeliza a la propia familia y la pone en comunión con el Dios de Jesús. El seguimiento de Jesús y el testimonio del reinado de Dios nos exige dedicarnos sólo a Él.
  • 51. 3. Seguir a Jesús implica un adiós al pasado y seguir adelante (vv. 61-62). Llega el tercer candidato, pero exterioriza una condición: "Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa" (v. 61). El "pero" se deja sentir. En aquella época, de ordinario, los miembros de la familia vivían en la misma casa (abuelos, papas, tíos, yernos, nueras, niños...). Todavía hoy ocurre con cierta frecuencia en las culturas orientales. La frase del tercer candidato evidencia un peligro: la despedida, así fuera muy sencilla, invertía buen tiempo e incluso podía enfriar, o peor todavía, llevar a cambiar la decisión. En su respuesta, Jesús echa mano de una imagen gráfica proveniente de la sabiduría popular campesina y bien popular en el ámbito intelectual gracias a un escritor romano Plinio "el Viejo" (23 a.C): Cuando se ara el campo no se puede hacer un surco recto y profundo si el agricultor se pone a mirar para atrás. En la mayor parte de los casos -de las familias pudientes- el arado, antiquísima herramienta de agricultura, era tirado por bueyes y por eso se necesitaba un ojo atento en el campo. Un trabajador debía mirar siempre el surco y el arado, sólo así el campo estaría preparado para recibir la semilla y lograr una buena cosecha. Jesús aplica la imagen para explicar la absoluta novedad del reinado de Dios:
  • 52. "Quien pone la mano en el arado y mira hacia atrás no es apto para el Reino de Dios" (v. 62). Con sus palabras "duras", Jesús no legitima una falta de amor por la familia. Pero sí subraya la decisión radical ante el seguimiento; las relaciones vividas hasta ahora ya no continúan de la manera practicada hasta hoy. En la vida, todo paso hacia adelante supone asumir las dolorosas renuncias frente al pasado y decidirse por el presente y el futuro. Jesús da ejemplo cuando rompe con su entrañable Galilea y toma la "firme decisión" de afrontar el camino por el cual se va hasta Jerusalén, para morir y resucitar allí (cf. Lc 9, 51). 4. Inspirados en Jesús, tomar bien las decisiones Jesús no acepta decisiones tibias: el seguimiento exige una ruptura, un cambio de valores; debemos tomar bien las decisiones, así como lo hace el Maestro. Este evangelio podría ser "difícil" y, sin embargo, estamos delante del evangelista de la ternura y de la misericordia, quien nos habla en esta página con un tono riguroso más no rígido. Quien quiera seguir a Jesús debe decidirse por él. La hora de las decisiones es la hora de la verdad. El discipulado no admite tibieza espiritual, es tiempo de rupturas enérgicas con el pasado para abrirse a un futuro lleno de promesas.
  • 53. Y la decisión no se define en términos de acontecimientos presentes o futuros, sino en términos de gracia (regalo, don y dádiva de Dios), la cual debemos aprovechar cuando pasa, así asomen en la ventana de la vida los dolores de las rupturas. Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón ¿Cuáles son las exigencias de Jesús para seguirlo? ¿Cuál es mi reacción ante la indiferencia o el rechazo de los otros? ¿Qué debo dejar para seguir a Jesús? ¿Me cuesta el desprendimiento? Jesús nos pide abandonarlo todo para seguirlo a Él. En este momento de mi vida ¿qué es lo que siento con más fuerza que debo dejar para seguirlo? ¿Por qué me cuesta tanto ese desprendimiento? ¿Qué pasos concretos daré al respecto? Jesús está esperando una respuesta a su invitación ‘ sígueme ’ ¿Poseo la suficiente valentía para optar radicalmente por Él? ¿Qué circunstancias o personas me ayudan a hacer realidad esta opción y cuáles son para mí un obstáculo?
  • 54. Jueves 4 de Octubre Vigésimo sexta semana del tiempo ordinario Lucas 10, 1-12 Descansará sobre ellos su paz 1 En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. 2 Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. 3 ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. 4 No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. 5 Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!” . 6 Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. 7 Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. 8 En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; 9 curen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes” . 10 Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: 11 “¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca”. 12 Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad. La identidad de un hombre de la Palabra El texto que hoy nos propone la liturgia nos coloca precisamente ante el perfil de una persona que es servidora de la Palabra. No hemos sido llamados solamente para “oír” la Palabra sino también para “anunciarla” a todos nuestros hermanos.
  • 55. Siguiendo el hilo del texto de hoy veamos esquemáticamente, para que cada uno luego lo lleve a la meditación, la oración y la acción contemplativa, los rasgos de un misionero: (1) El misionero reconoce que no se manda a sí mismo, es Jesús quien escoge y envía. “Designó el Señor… y los envió ” (10,1ac) (2) El misionero sabe que la misión es tarea de todos los discípulos de Jesús, todos son llamados a ser portadores de la Palabra, eso sí, en comunión con los Doce. “…A otros setenta y dos… ” (10,1b) (3) El misionero tiene conciencia eclesial, no anda por cuenta propia sino en equipo. “De dos en dos… ” (10,1d) (4) El misionero es ante todo un orante: en ella capta la urgencia de la misión y la recibe de Dios. “Rueguen, pues al dueño de la mies que envíe obreros a su mies ” (10,2b) (5) El misionero es consciente del riesgo de su tarea: anuncian la Palabra en una sociedad llena de conflictos, la persecución será una constante. “Los envío como corderos en medio de lobos ” (10,3) (6) El misionero se hace uno con los pobres, la suya es una opción consciente de despojo personal para que lo que brille en él sea la eficacia del mismo Dios; además, no se apega a nada ni a nadie, porque la misión es urgente y no admite distracciones.
  • 56. “No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saluden a nadie en el camino ” (10,4) (7) El misionero es una persona de paz, con su manera de ser se inauguran un nuevo tipo de relaciones entre las personas donde quiera que entra. “Digan primero: Paz a esta casa… ” (10,5-6) (8) El misionero no está afanado por la ganancia o la acumulación de bienes, pero igualmente “merece su salario”. “Permanezcan en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario ” (10,7) (9) El misionero va prioritariamente donde los marginados y las personas que sufren para que en medio de ellas acontezca el Reino de Dios. “Curen a los enfermos… ” (10,8-9) (10) El misionero no hace alianzas con la sociedad que rechaza el proyecto de Dios, sino que proféticamente muestra su indignación y su toma de distancia de las actitudes que son contrarias al querer de Dios; le deja le corresponderá a Dios. “Digan: hasta el polvo de su ciudad que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos. Pero sepan, con todo… ” (10,10-11) Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón 1. ¿Por qué un “oyente” de la Palabra, debe convertirse en “servidor” de ella? 2. ¿Qué características debe tener un misionero, según el texto de hoy?
  • 57. 3. ¿Qué propósito me voy a hacer para incrementar mi vida de oración y compromiso por los caminos de la Palabra?
  • 58. Viernes 5 de Octubre Vigésimo sexta semana Lucas 10,13-16 “Quien a ustedes escucha a mi me escucha” 1 Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. 2 Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. 3 ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. 4 No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. 5 Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!” . 6 Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. 7 Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. 8 En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; 9 curen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes” . 10 Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: 11 “¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca” . 12 Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad. 13 ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. 14 Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. 15 Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. 16 El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió». El perfil del misionero
  • 59. Leamos atentamente el texto del Evangelio desde el inicio del capítulo. Procuremos descubrir su riqueza, de manera que su lectura se convierta en una especie de cursillo-orante de formación misionera. Aquí daremos algunas pautas para que las profundicemos a nivel personal y comunitario. Introducción: La Convocación y el envío a la misión (Lc 10,1) “Después de esto”. Se refiere a dos escenas anteriores del Evangelio: - Al comenzar la subida a Jerusalén, Jesús ya había mandado a dos discípulos “por delante de él” (9,52). Esta primera misión fue un fracaso (9,53-54). - Inmediatamente después, Jesús se encontró en el camino con tres candidatos al discipulado y a ellos les dio tres indicaciones relacionadas con la misión: (1) vivirán siempre como itinerantes y desprendidos de todo (Adondequiera que vayas… sin reclinar la cabeza”, 9,57-58); (2) serán proclamadores de la Palabra (Tú vete a anunciar el Reino de Dios”, 9,60); (3) trabajarán intensamente como obreros (Poner “la mano en el arado”, 9,62).
  • 60. “Designó a otros setenta y dos”. La misión de los 72 discípulos, que se sitúa después de una primera misión realizada por los 12 (ver Lc 9,1.10), es el preludio de la evangelización de todas las naciones del mundo; de hecho, el número 72 (o 70) evoca el número de las naciones paganas según Gen 10. Por otra parte, a diferencia de la primera misión ya mencionada, Jesús enseña ahora que la tarea de la evangelización responsabiliza a todos los miembros de la Iglesia y no sólo a unos cuantos. Que esta misión sea anticipo de la misión universal y que anuncien el compromiso de todos, lo podemos ver con mayor claridad en la segunda parte del libro de los Hechos (13-18), cuando sea una realidad plenamente asumida. “Los envío de dos en dos delante de sí” . Los discípulos van delante para prepararle el camino a Jesús (como en 9,52) en todos los lugares a donde iba a ir, tal como lo había hecho Juan Bautista un poco antes (ver 7,27). El envío por parejas es signo de testimonio, de la misma manera que en el ámbito judicial la palabra de uno no vale si no es con la confirmación de un testigo. El misionero predica la verdad, no sólo de boca sino también con la ratificación en su propia vida: otro se lo podría ratificar o negar. Este tipo de envío será característico en el Evangelio y en Hechos (ver Lc 19,29; 22,8 –Pedro y Juan- 24,13-35 –Discípulos de Emaús -; Hech3 – Pedro y Juan- 13,2 –Pablo y Bernabé-).
  • 61. En Lucas 10,2-12 Jesús da las instrucciones básicas sobre el procedimiento de sus misioneros. Uno podría ir leyendo esta parte deteniéndose en los imperativos más importantes que de una forma rítmica van delineando el perfil de un misionero a quien se le dice: ¡Vaya! (10,13a). Estos imperativos son: (1) ¡Rueguen!; (2) ¡Miren!; (3) ¡No lleven!; (4) ¡Digan primero!; (5) ¡Permanezcan!; (6) ¡Curen!; (7) ¡Proclamen!; (8) ¡Salgan!; (9) ¡Digan!; (10) ¡Sepan! La evangelización comienza en el corazón orante del discípulo-misionero (primer imperativo) y termina con esta convicción: sea que los destinatarios acojan o no la Palabra, de todas formas la oferta de salvación es un hecho. Hay que proclamar fuertemente que el “Reino de Dios está cerca” (imperativo 10) Una serie de contraposiciones caracteriza la instrucción. (1) Muchos/pocos; (2) Corderos/lobos; (3) La paz que reposa/que vuelve;
  • 62. (4) Permanecer/ir de casa en casa; (5) Acoger/ Rechazar; (6) Entrar/Salir de la ciudad. Vale la pena observarlas en el texto y deducir personalmente de allí toda la dinámica interna que caracteriza la misión. El tema de la acogida (vv8-9) y del rechazo (vv10-11) está puesto de relieve. De hecho a lo largo de la narración –lo que hemos leído y lo que vendrá- el evangelio pone siempre ante esa disyuntiva, al fin y al cabo, como se había profetizado, “Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción” (Lc 2,34). El rechazo del Evangelio tiene consecuencias graves (vv11-12). Con relación al ámbito de la misión puede notarse que en esta instrucción Jesús le da una preferencia a la misión en las casas (puede entenderse también casas de campo) y en la ciudad. No hay misión de “masas” sino que se busca a las personas dentro de su tejido social propio; el mundo familiar y el tejido urbano. Jesús cita tres ciudades del norte de Galilea que le cierran las puertas al evangelio: Corozaín , Betsaida y Cafarnaúm, mientras que las ciudades paganas de Tiro y Sidón parecen mejor dispuestas. Frente a este rechazo, modelo de todas las misiones que se cierran, se pone en evidencia:
  • 63. 1. Que el objetivo de la misión es la CONVERSIÓN : “Se habrían convertido” (10,13). Lo que en última instancia predican los misioneros es el don del perdón de los pecados (don pascual) para lo cual es necesario la apertura de la conversión. Así lo recoge el kerigma pascual, según el cual, los misioneros son enviados para predicar “en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones” (24,47; ver Hech 2,38s; 3,17-20; 5,31; 10,42s; 13,38.41). El misionero obra en la línea de Jesús quien vino a “llamar a conversión… a los pecadores” (6,32). 2. Que, con relación a los medios misioneros, a la conversión, no se llama solamente por medio de Palabras sino también de HECHOS palpables y contundentes: “Si se hubieran hecho los milagros…” (10,13). 3. Que, con relación a la actitud esperada en los destinatarios, es fundamental el ESCUCHAR (10,16). Esta no es una actitud pasiva, sino la aceptación (lo contrario del rechazo) del mensaje y su asimilación en la propia vida (ver 6,46-49). 4. Que no es indiferente la aceptación o el rechazo del mensaje. Quien “escucha” la predicación escucha al mismo Cristo y comienza a vivir como discípulo suyo.
  • 64. Quien rechaza tendrá que asumir la responsabilidad de su actitud ante Dios. (ver 10,14-15) 5. Que, con relación a los agentes, se habla de una IDENTIDAD TOTAL de estilo, de palabras, de acción entre Jesús y sus misioneros. Por lo tanto, la manera como sean tratados los discípulos-misioneros se dirige finalmente a la persona de Jesús: “quien a ustedes los escucha, a mi me escucha” (10,16). ¡Para el misionero esta es una gran responsabilidad, una exigencia que lo invita a estar atento todo el tiempo a su propia vida! Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón ¿Qué debe tener presente un auténtico misionero de Jesucristo? Y yo, ¿qué aspecto de la instrucción de Jesús a los misioneros debo trabajar más? ¿La tarea evangelizadora que ejerzo o debo ejercer, tiene como fundamento el testimonio? ¿Los que me conocen pueden dar testimonio sobre si aquello que predico está arraigado primero en mi vida? ¿Mi vida es anuncio de Jesucristo?
  • 65. Sábado 6 de Octubre Vigésimo sexta semana del tiempo ordinario Lucas 10,17-24 “Alégrense de que sus nombres estén escritos en el cielo” 17 Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre». 18 Él les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. 19 Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. 20 No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo». 21 En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. 22 Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». 23 Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: « ¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! 24 ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!». El misionero en el gozo del Espíritu Santo. Retomemos el texto de Lucas que nos ha ocupado durante esta semana. Los 72 misioneros vuelven de la misión. Para el evangelista Lucas, que está interesado en exponer el proceso de formación de los discípulos de Jesús para la misión, no es suficiente presentarnos todos los detalles relativos al envío –como lo vimos en los dos días anteriores–, para él también es importante que aprendamos nuevas lecciones con el regreso.
  • 66. Así como el misionero tiene que saber salir, también tiene que saber volver. A diferencia del evangelio de Marcos, los discípulos no vienen a descansar sino que se toman un tiempo para contarle al Maestro lo que han vivido (10,17). Y esto se vuelve costumbre entre las comunidades primitivas. Es lo que le vemos hacer a Pablo y Bernabé al final de su primera misión: “A su llegada reunieron a la Iglesia y se pusieron a contar todo cuanto Dios había hecho juntamente con ellos” (Hch 14,27). El relato de los discípulos es el punto de partida para nuevas lecciones de Jesús para los misioneros. Enumeremos las nuevas lecciones: 1. La oración. La misión que, comenzó en la oración (10,2), debe terminar también en la oración (10,21). El mismo reporte que los discípulos le dan a Jesús ya tiene la forma de una oración: “¡Señor!” (10,17). Por su parte, Jesús dirige sus miradas un poco más hacia lo alto: entona un himno de alabanza a Dios Padre, en el gozo del Espíritu, por la obra realizada por su discípulos (10,21-22). En su oración retoma lo esencial de lo sucedido: la revelación de Dios a los pequeños.
  • 67. Los destinatarios, en el perdón recibido, han conocido lo central de la misión de Jesús, y en la persona de Jesús han tenido acceso a lo profundo del misterio de Dios: el rostro de un Padre que se desvela por sus pequeñitos y los ama a través de las acciones de su amado Hijo. ¡El Señor del cielo y de la tierra se ha inclinado benévolamente ante su amada humanidad! Los discípulos están siendo invitados a alabar también al Padre junto con Jesús. 2. La alegría. Los discípulos han sido testigos del poder del nombre de Jesús y por eso irrumpe la alegría festiva. Los setenta y dos “regresaron alegres” (10,17). Estaban alegres por el éxito de su trabajo: la victoria sobre el mal, una victoria lograda por la invocación del nombre de Jesús. Ahora los discípulos no sólo conocen más a Jesús sino que conocen también la grandeza del ser discípulo: Jesús les ha dado “poder de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo poder enemigo” (10,19). ¿Qué puede causar más alegría que una victoria? Pero Jesús les hace caer en cuenta enseguida que la verdadera victoria es la del cielo: “alégrense de que sus nombres estén escritos en los cielos” (10,20),
  • 68. esto es, no sólo la obra que han realizado por la salvación de otros sino la misma salvación de ellos. Jesús, entonces, les enseña a poner su alegría en la suya (10,21), es la alegría en el Espíritu Santo, signo de plenitud, de “cielo en la tierra”, como la vivieron María y los primeros testigos del Señor (ver Lc 1,14.228.40.58; 2,10), como lo experimentaron todos aquellos que fueron tocados por la misericordia de Jesús (ver Lc 5,25-26; 6,20-23; 15,4-32; 19,37-44; 24,50- 53; igualmente Hch 2,26-27.42-47; 13,48.52; 15,3.31). Es la alegría que se vuelve oración continua ante la contemplación de la obra de Dios todos los días en la historia de la humanidad. 3. La formación continua. Al final queda claro que los misioneros, que ya han comenzado a enseñar, deben volver a la escuela (10,23-24). El misionero no debe olvidar que él ante todo es un discípulo, que lo que él enseña debe ir en coherencia con lo que vive, que lo que él proclama es la expresión de lo que su vida testimonia, que lo que él da es la expresión de lo que lleva dentro. Por eso las últimas palabras de Jesús suenan a una nueva invitación a la escuela. Los discípulos están siendo testigos privilegiados de una revelación que muchos otros de mayor categoría quisieron “ver” y “oír”. Jesús les llama por esto “dichosos” y al mismo tiempo les recuerda que deben seguir siendo receptores activos de la Palabra. Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
  • 69. 1. ¿He estado alguna vez en una misión? ¿Qué he hecho al regreso? 2. ¿La misión es el contenido de mi oración? ¿La vivo en el gozo del Espíritu Santo como Jesús? 3. ¿Dónde está la verdadera felicidad para un discípulo del Señor? ¿Qué debe hacer para llegar a esta meta?