Los principales desafíos que enfrenta la liturgia incluyen: (1) asegurar que los fieles comprendan el verdadero significado de la "participación activa"; (2) promover una preparación más cuidadosa de la liturgia y su evaluación para hacerla más fructífera; y (3) desarrollar más la mistagogía litúrgica basada en símbolos en lugar de explicaciones.
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• El Concilio nos recordó que la liturgia no agota la actividad
de la Iglesia. El fiel cristiano, en su condición de tal, realiza
una actividad multiforme, por la que anuncia y testifica su
fe, y eso lo vive a través de la evangelización, el servicio, la
comunión. Pero a través de la liturgia debe ser capaz
también de celebrar esa fe que ha sido vivida, anunciada y
testificada. En pocas palabras, darle sentido real y profundo
a la definición de liturgia como MANANTIALY CUMBRE DE
LAVIDA CRISTIANA.
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• La insistencia del Concilio en la participación de los fieles no
ha sido desatendida, y las iniciativas en tal sentido han sido
laudables. Sin embargo, no siempre se ha entendido
correctamente el concepto de “participación activa”.
Además, de la participación exterior (cantos, respuestas,
servicios, etc.), es importante comprender lo que
celebramos o a quien celebramos, y esto se logra, en la
adoración del Misterio mismo de Cristo Jesús.
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• Otro desafío será que tanto los ministros como los fieles
laicos se acostumbren no sólo a celebrar debidamente la
liturgia, sino a prepararla cuidadosamente e incluso a
evaluarla. Esto nos tendrá que llevar a una liturgia màs
FRUCTUOSA.
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• Cabe mencionar también como desafío el impulsar o
desarrollar mucho más la llamada mistagogía litúrgica. Esta
mistagogía se basa más en los símbolos que en las
explicaciones, porque los signos llegan más fácilmente al
corazón que las palabras.
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• La Iglesia a desarrollado mucho la exigencia de preparación
para la recepción de los sacramentos (catequesis, charlas,
cursillos). Sin embargo, no parece que esto aún sea
suficiente. Es importante seguir impulsando dicho elemento
tomando en consideración la cantidad de estímulos,
mensajes y reclamos que el hombre de hoy vive o está
sujeto a ellos, evitando así el sincretismo religioso y la
individualización/privatización de la religión.
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Hay muchos fieles que viven la liturgia sòlo en el ámbito de lo
emocional y no desean que se les hable del compromiso
cristiano respecto al mundo.
Frente a la tentación de una religiosidad vaga y a veces
desencarnada, es necesario que se reafirme y se exprese con
palabras y signos que el misterio de la liturgia remite
constantemente a la persona y al mensaje de Jesús, que es
siempre una llamada a la conversión personal y social.
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• Otro tanto desafío se encuentra en el campo de la música
litúrgica, y aquí, hay mucho quehacer. Inspirar los cantos y
alabanzas en la Sagrada Escritura y en la misma liturgia (SC
121). Buscar que las comisiones respectivas apoyen para la
aprobación y delimitación de tantas composiciones
existentes, muchas de ellas sin un contenido sòlido /
teológico / bíblico, y con una melodía asimétrica que no
reviste el texto sino lo ensombrece y empobrece.
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• La renovación litúrgica sigue necesitando una adaptación a
las costumbres y tradiciones de los pueblos y culturas
10. ETC.
•El resto de los desafíos es de cada
uno de nosotros. Busquemos y
encontraremos grandes retos.