1. Proponemos maneras concretas de vivir el Adviento.
Sugerencias
– Espacio de silencio. Crearlo en la familia, a pesar del ruido ambiental para poder escuchar la Palabra; no
dejarse emborrachar por el ruido.
– Poner en un lugar especial del hogar la Palabra. Alguien de la familia que se ocupe de abrirla cada día en
un pasaje, leerlo en común o dejarlo ahí, para que lo lea el que quiera de la familia y cuando quiera.
– Aprender a apagar la televisión unos minutos (2, 5, etc.). No apagar por apagar la televisión; si la
apagamos es porque hay «cosas más importantes» que escuchar, es el silencio, o mirarnos a los ojos,
hablarnos, etc.
– Ser conscientes del silencio mientras vamos en autobús, coche, o estamos en casa. Escuchar lo que hay
dentro de nosotros: deseos, ansiedades, palabras bonitas. Hacer «carne», verbal izar lo que llevamos dentro
y es más íntimo.
– Hacer silencio para que el otro pueda hablar. Silencio para escuchar las palabras de los otros. Silencio para
mirar despacio y contemplar, sin consumir nada, a nadie… Silencio para gustar y alegrarnos. Silencio para
orar y gritar: iVen, Señor, ven, salvador!
– Espacio de penumbra. Para no dejarnos deslumbrar por nada, por las cosas, por lo que se nos ofrece, por el
martillo de la publicidad. Saber apagar la luz y vivir con una vela durante dos minutos. El Dios de la Biblia
aparecerá como tenue luz en medio de la noche. Saber mirar allí donde hay poca luz y descubrir lo (a los) que
vive(n) en las tinieblas, en la penumbra; acostumbrar nuestros ojos a ver y mirar lo que no está en los
escaparates, pero está presente. Desde la penumbra podremos gritar la salvación que descubrimos como
necesaria para nosotros, para los hombres y mujeres que conocemos.
– Espacio para el diálogo en familia. Decimos que son fiestas de familia las fiestas navideñas. Familia es
hablar, hablarnos, darnos tiempo para escucharnos. Estamos juntos, pero nos hablamos poco, nos
contemplamos poco. Nos damos poco tiempo, nos interesamos poco por lo íntimo del otro, resolvemos
rápidamente lo inmediato. Más allá de lo inmediato hay muchas cosas importantes en cada persona…
Escuchar los verdaderos problemas de los nuestros: sus ansias… Lo importante de cada uno se dice no
cuando se nos pregunta, sino cuando queremos decirlo. Para eso necesitamos clima y oportunidades
creadas…
– Espacio y tiempo para acoger a otros . «Lo siento, está completo; no haysitio”, es la respuesta que dan a
María y José… y tienen que buscar sitio donde sólo caben los pobres… Dar tiempo a otros es hoy uno de los
regalos más grandes… Dar ese aguinaldo.
– Espacio para la felicidad sencilla. No caer en la tentación de comprar la felicidad con cosas, con grandes
gastos, no poner la felicidad en «trastos”, disfrutar con lo sencillo, con cosas pequeñas. Reunirse en familia y
hacer el presupuesto de gastos, de regalos. Hacer presupuesto para los que no tienen, para las ONG, para
personas concretas. Tenemos bastante con menos. Sentirnos regalados por Dios con el regalo de Jesús nos
lleva a regalar, a reconocer al otro.
– Adornar el espacio del hogar. Procurar que sea tarea de todos los miembros. Cada uno que haga algo, que
se reconozca: «Esto lo he hecho, lo he puesto yo”. Tener como criterio hacer las cosas antes que
comprarlas. Si es posible, que no sea cosa de un día, sino de muchos, que dure…
– Preparar las cosas es una manera de celebrarlas, de vivirlas. Lo bonito de las fiestas es la preparación. No
adornamos la casa para los demás, la adornamos para la familia en primer lugar. Que no falten los elementos
específicamente cristianos: la corona del Adviento, el pesebre. Después ya puedes poner el árbol y lo que
quieras. Pero lo central es lo central.
2. – Una leyenda sobre el árbol de Navidad. Cuando llegaron los misioneros a los pueblos germánicos, al
principio de todo, se encontraron con una tradición: las tribus que poblaban aquellas tierras, en este tiempo
de diciembre, adornaban y adoraban a un árbol seco, sin ramas. Los misioneros tomaron esta tradición y la
«retocaron un poco” cambiando el árbol seco por un árbol de hoja perenne, un pino de Navidad, porque
Jesús es perenne, no caduco, ha vencido al tiempo y a la muerte, es principio y fin de todo. Además, colgaron
del árbol manzanas, sí, manzanas (hoy se han convertido en bolas de luces y en regalos de sorpresa) porque
este árbol que es Jesús es nuestra salvación. En el árbol del paraíso había manzanas que fueron ocasión de la
«caída” de los primeros hombres. Las manzanas colgadas en el árbol de Navidad son recuerdo de nuestros
pecados, los que Jesús viene a redimir.
– Y también una tradición: en muchos hogares ponen una cunita vacía. Cada día, todos los miembros de la
familia están invitados a realizar algo bueno en la jornada. Al final, antes de acostarse, se coloca una pajita en
la cuna para que Jesús tenga paja donde reclinarse y con qué calentarse. Es una manera de ir preparando la
venida de Jesús, preparando su cuna.
– Espacio para la alegría. No somos unas tristes personas… Dios nos visita, nos da valor. Valemos tanto
que Dios se «desplaza hasta nosotros». Esto no es para estar tristes. Es para estar agradecidos y alegres.
Manifestaciones de la alegría: la cara, la fiesta, la participación de todos en hacer cosas… Hacer algo que
nunca se ha hecho en comidas, por ejemplo, donde todos «puedan meter la mano,,; si sale bien, fenomenal;
si sale a medias, nos reímos…
– Cultivar las tradiciones familiares. Vale la pena conservar todo lo bueno que en cada familia el Espíritu
ha suscitado y es tradicional en estos días de Navidad. Es importante que los hijos puedan decir mañana: «En
mi casa, en Navidad, teníamos la costumbre de…”.
Algunas tradiciones es posible que las tengas que modificar o retocar de acuerdo con tu actual vivencia del
mensaje del Señor o la situación.
El año pasado, me comentaba una pareja que está en grupos cristianos, desde la fuerza del Evangelio, tuvo
una idea y la pusieron en práctica rompiendo «la tradición,,: sintieron la necesidad de hacer algo distinto: no
regalarse nada y se lo explicaron así a los hijos: «Este año papá y mamá no nos regalaremos nada el uno al
otro. Lo hacemos desde lo que sentimos dentro del corazón, desde nuestra opción de fe. El importe irá a una
asociación de ayuda contra la droga. A vosotros «no os castigamos,,; seguiremos regalándoos algo como
siempre. Si vosotros queréis regalarnos algo, lo hacéis. Si nos dais el importe en dinero, sabéis que el dinero
lo uniremos a lo nuestro para entregarlo”. Los hijos respetaron y aprendieron. Estas lecciones dan fruto más
tarde, cuando uno ve las cosas «con otra luz”.