1. DOMINGO SEGUNDO DEL TO. CICLO B. DIA 18 DE ENERO DEL 2015
Monición de entrada
Tras las fiestas del Bautismo del Señor, la Iglesia inicia el Tiempo
Ordinario. Cada domingo la liturgia de la Palabra nos irá aproximando a la persona, vida y mensaje de
Jesucristo.
En este II domingo, se nos plantea el inicio del ministerio público de Jesús.
Jesús va llamando, reuniendo para “estar”, “aprender” y “compartir” con Él un estilo de vida diferente, a los
que luego serán “su grupo”, “sus seguidores”.
Dios sale también a nuestro encuentro, nos llama por nuestro nombre, se sirve de mediaciones, de otras
personas, acontecimientos de la vida… Y nos invita a ser de “su grupo”, nos deja libertad para acogerle y
libremente seguirle. Él nos va modelando, cambia el corazón de las personas, nos da la fortaleza, el coraje
para dejarlo todo y responder con generosidad a su llamada para anunciar el mensaje del Reino.
Que la Eucaristía nos ayude a abrir nuestro corazón para la escucha.
Saludo del sacerdote
El amor y la paz de Dios nuestro Padre estén con todos vosotros.
Pedimos perdón
Somos cristianos, seguidores de Jesús, pero muchas veces sólo de palabra, porque nuestras vidas no se
parecen demasiado a la suya. Por eso vamos a pedir perdón:
* Muchas veces pregonamos que somos cristianos, pero no aceptamos a los que nos rodean: SEÑOR, TEN
PIEDAD…
* Muchas veces decimos que somos cristianos, de los del grupo de Jesús, pero no le reconocemos a El en los
demás, ni ayudamos a los hermanos. CRISTO, TEN PIEDAD…
* Muchas veces hablamos bien de Jesús, pero sólo hablamos, y no seguimos sus enseñanzas y el ejemplo de
su vida. SEÑOR, TEN PIEDAD…
Monición a la Primera Lectura
Dios tiene la iniciativa y nos llama, como a Samuel, en el silencio de la noche, o en el quehacer cotidiano. No
le importa ni el lugar, ni la hora, ni la edad; Él sabe esperar el momento oportuno. Lo importante es “estar”
abierto, receptivo, vigilante como lo estaba Samuel y que podamos decir:
“Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.
Lectura del primer libro de Samuel 3, 3b-10. 19
En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor
llamó a Samuel, y él respondió:
«Aquí estoy.»
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: - «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Respondió Elí: - «No te he llamado; vuelve a acostarte.» Samuel volvió a acostarse.
Volvió a llamar el Señor a Samuel. Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: - «Aquí estoy; vengo
porque me has llamado.» Respondió Elí:
- «No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.» Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido
revelada la palabra del Señor. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo:
- «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» El comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y
dijo a Samuel: «Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha"»
2. Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes:
- «¡Samuel, Samuel!» Él respondió: - «Habla, Señor, que tu siervo te escucha.» Samuel crecía, y el Señor
estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.
Palabra de Dios.
Salmo Responsorial. Sal 39, 2 y 4ab. 7. 8~9. 10 (W.: 8a y 9a)
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un
himno a nuestro Dios. R.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio. R
Entonces Yo digo: «Aquí estoy - como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y
llevo tu ley en las entrañas. R
He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes. R
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 6. 13c-15a. 17-20
Hermanos: El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo.
Dios, con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros. ¿No sabéis que vuestros cuerpos
son miembros de Cristo? El que se une al Señor es un espíritu con él.
Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que
fornica peca en su propio cuerpo. ¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? El
habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios.
No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros.
Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!
Palabra de Dios
Monición al Evangelio
Cristo nos sale al encuentro, pero no se nos impone. Eso sí: se deja seguir por los discípulos del Bautista o por
cada uno de nosotros mismos… Se inicia un diálogo de amigos… y surge la chispa, la que le hace a uno
responder con generosidad al seguimiento de Jesús.
Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 35-42
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
- «Éste es el Cordero de Dios.»
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les
pregunta:
- «¿Qué buscáis?»
Ellos le contestaron: - «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?»
Él les dijo: - «Venid y lo veréis.»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra
primero a su hermano Simón y le dice:
_ «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo).»
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
- «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).»
Palabra de Dios
Homilía
«Dime con quién andas y te diré quién eres» es un viejo proverbio. Hoy lo podemos aplicar a los primeros
discípulos. La escena que relata Juan es sobria, con cierta tensión interna. Dos discípulos de Juan le oyen
decir, al paso de Jesús: «Ahí está el cordero de Dios», y los discípulos abandonan a Juan y «se pasan» a Jesús.
Desde ahora, para saber quiénes son estos discípulos tendremos que saber quién es el Maestro.
Jesús se da cuenta de lo que pasa y les pregunta: ¿Qué buscáis? No hay preguntas de por qué, ni quiénes
3. sois, ni qué queréis… La pregunta original al inicio de la formación del grupo de discípulos se centra en la
búsqueda. Los primeros seguidores son dos buscadores, dos inquietos, dos apasionados por la verdad. La
verdad pone en movimiento y nos exige movimientos, éxodos… Es más importante la Verdad que la mentira
por fidelidades que amordazan la Verdad. «Quien está por la verdad escucha mi voz», le responderá Jesús a
Pilato (Jn 18,37). Pilato despachará la pregunta con un escepticismo descomprometido: «¿Qué es la
verdad?» (Jn 18,38). Y se marchó.
Es importante destacar la concreción de la búsqueda en estos discípulos primeros porque nos puede dar
ideas a los discípulos de todos los tiempos. Los buscadores, al ser interrogados por Jesús, se manifiestan con
una preocupación: Habitar; morar; vivir; experimentar la vida ordinaria del Maestro, gozar de su compañía.
La búsqueda no se conforma con respuestas, la búsqueda no tiene como objetivo algo intelectual
simplemente. La búsqueda llega a la vida ordinaria, a la vida de todos los días, a la monotonía del día a día
donde se revela de verdad de qué estamos habitados en el hondón del corazón. «Maestro, ¿dónde
habitas?». No le siguen por las respuestas que les da. Le siguen porque vieron dónde residía.
«Fueron, vieron dónde residía y se quedaron con él aquel día». No se especifica lo que vieron. Pero «vieron
algo» tan atractivo que dijeron: «esto es lo que andábamos buscando». Experiencia que no nos es lejana.
«Esto es lo que yo buscaba». Cuando nos topamos con «lo que andábamos buscando», dejamos todo porque
hemos encontrado «lo que el corazón nos dictaba». Los dos discípulos perciben algo. Lo que llevamos dentro
se transforma en «entorno» que atrae. La vida que nos alienta se convierte también en «exterior» que habla,
en forma de vida que revela lo que nos anima por dentro. No son indiferentes las formas ni los espacios
exteriores que creamos. A Andrés le basta lo que percibe para reconocer que está ante el Mesías, el Ungido.
Y le falta tiempo para invitar a su hermano Simón. Jesús mira a Simón tan profundamente que le cambia, le
transforma. Sí, hay miradas transformadoras. Hay miradas que no se olvidan. Hay miradas que se clavan para
siempre. Hay miradas que remueven el alma. Jesús mira a Simón tan profundamente que le cambia hasta de
nombre: «Tú te llamarás Cefas, Piedra».
Sorprende que todo pase tan rápido. ¿Por qué? Quizá porque hay tanta confianza, tanta búsqueda en estos
discípulos que Jesús no pide más. Todavía no es conocido y ellos ya se fían de él, y Jesús de ellos. Donde hay
buscadores de la verdad hay cimientos de futuro seguro.
Oración de los fieles
Oremos a Dios, nuestro Padre, por medio de Jesucristo.
1.- Por la Iglesia, para que, desde el Evangelio, nos ayude a experimentar la fe cristiana como fuente de
felicidad. Roguemos al Señor.
2.- Todos tenemos mucha necesidad de encontrarnos con nosotros mismos; para que busquemos momentos
de silencio, en los que podamos escuchar la pregunta de Jesús: ¿Qué buscáis?. Roguemos al Señor.
3.- Por nuestro mundo, para que la comprensión y la paz sean, además de un mensaje, una realidad que
llene el corazón de las personas. Roguemos al Señor.
4.- Para que quienes nos reunimos en la celebración dominical, nos comprometamos con fidelidad, en el
seguimiento a Jesús. Roguemos al Señor.
Escucha, Padre, lo que te pedimos con fe. Por JNS.
Rito de ofrendas
. Radio o megáfono: Señor, actualmente sigues llamando; ayúdanos a ser responsables de las propuestas que
nos haces.
. Anillos de boda: Señor, muchos hemos sentido tu llamada a vivir en matrimonio, a hacer familia, a fundar
un hogar con inquietudes evangélicas y sociales.
4. . Paleta de albañil, azada, bata de trabajo, cesto de costura, cuaderno y bolígrafo…: Señor, acoge por medio
de estos símbolos nuestra respuesta de fe en medio de la vida laboral y profesional.
. Piñas: Señor, como los primeros discípulos, queremos formar una piña en torno a Jesús.
Padre Nuestro
Padre, guíanos hacia la verdad del Evangelio.
Ayúdanos a ser consecuentes con tu llamada.
Concédenos el coraje de Jesús.
Confiados en Ti y agradeciendo tus dones, te decimos:
Padre nuestro…
Rito de la Paz
Buscamos la Paz, pero sólo de palabra. Muchas veces en nuestras vidas, con nuestras actuaciones buscamos
discusión y discordia. Vamos a pedir a Dios que nos dé su Paz, y vamos a colaborar para que sea una realidad
en nuestras vidas.
– Que la Paz del Señor esté con todos nosotros.
– Como amigos y hermanos nos deseamos la Paz…
Compartimos el Pan
Hemos pedido a Dios Padre el pan nuestro de cada día. Hemos hecho las paces y unidos nos acercamos a la
Comunión, porque, también hoy nos invita Jesús.
– Dichosos nosotros por haber sido invitados a esta Comunión. – Señor, no soy digno de que entres en mi
casa…
Oración
Señor, no es que la vida nos vaya demasiado mal.
Muchos otros tienen más problemas que nosotros.
Pero, cuando entramos en nuestro interior,
nos damos cuenta de que deseamos “otra cosa “.
Parecemos un pozo sin fondo.
Nada nos satisface y nos llena del todo.
Debe ser la misma enfermedad que
San Agustín describía con aquella frase:
“Me has hecho para Tí y mi corazón
no será feliz hasta que descanse en Ti”.
Tú nos prometes otra Vida de mas calidad.
Ayúdanos a caminar en esa dirección,
Queremos admirar, cantar y saborear la vida.
Queremos crear vida, optar siempre por la vida.
Queremos anunciar la plenitud de la vida.
Te queremos a Ti, porque Tú eres la Vida.
Despedida
La escucha de Dios fue determinante para el joven Samuel. El encuentro con Jesús fue decisivo para los
primeros discípulos. El impacto fue tan fuerte que provocó una reacción en cadena. Unos a otros se iban
dando la noticia de haberse encontrado con el Señor.
Salgamos de la celebración todavía más convencidos de lo que vale seguir a Jesús. Llevemos a lo largo de la
semana una vida digna de nuestra condición de cristianos. Que el Señor nos ayude.
La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros…