El poema describe la vida diaria de un minero en 4 secciones. La primera sección describe al minero preparándose temprano en la mañana para ir a trabajar en el río. La segunda sección detalla cómo pasa su tiempo entre su casa y el trabajo, llegando cansado al río cada día. La tercera sección describe cómo trabaja arduamente excavando todo el día bajo el frío, a veces sin tiempo para comer. La cuarta sección trata sobre cómo regresa a casa cansado cada noche y cómo gasta su dinero los fines de semana antes de volver a empezar su rutina el lunes
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El minero
1. EL MINERO
I
Al despertar de la aurora, se oye el rumor de unas sombras, es el clamor y las voces de mi
gente laboriosa.
Temprano por la mañana, va caminando el minero, con paso presuroso, sacudiéndose del
frío, con la ilusión en su mente sacar el oro del río; en la mochila su fiambre, son sus
herramientas una pala, su batea y su almocafre.
Entre zancadas y zancadas va meditando el minero, para mis obligaciones, necesito tanto
dinero………..y como tradición ferviente, al vender el oro, primero mi botella de
aguardiente.
II
Así le pasa el tiempo entre la casa y su trabajo, para empezar su labor ya casi medio
cansado. Acucioso y pensativo a la salida del sol, llega hasta la rivera a comenzar su labor;
entre murmullos y zambullidos y tiritando del frío.
III
Excavar hasta lo más profundo, y sin descanso ninguno, para haber si con un poquito de
suerte termina tanto infortunio. Y así va transcurriendo el día, entre paradas, idas, vueltas
y revueltas, el tiempo se le escapa, sin pensar ni en su merienda.
En el desarrollo de su tarea, medita en su cabeza, si le gano a la pereza, tendré mi noche
buena. Concentrado en su trabajo y sin mirar el morral; a veces queda tiempo para un
cigarrillo o apenas para medio almorzar.
Con la llegada del ocaso termina el agotador jornal, con unas pequeñas chispas del
precioso metal.
IV
De regreso a la casita, cansadito y fatigado, lo espera su familia y un plato de atollao...
El día de la venta en la plaza se le ve, un poco decepcionado,
Pues si compra su aguardiente hay que mermar el mercado.
El domingo en la plaza, se le ve feliz con sus colegas, los traguitos van y vienen mientras le
echa a la talega. Y por la tarde en la casita, peladito, borrachito, y con dolor de cabeza,
vuelve a su cama intranquilo, pues otra vez es lunes, y vuelve a empezar la faena.
Poesía Criolla
Arbey Chocó Díaz