2. (Después de la transfiguración). Sus discípulos le
preguntaban, diciéndole: ¿Por qué, pues, los
escribas dicen que es preciso que Elías venga
antes? Mas Jesús les respondió: Es verdad que
Elías debe venir y restablecer todas las cosas; mas
yo les declaro que Elías ya vino, y no le conocieron,
mas lo trataron como quisieron. Así ellos harán
sufrir al Hijo del Hombre. Entonces sus discípulos
comprendieron que era de Juan el Bautista que les
había hablado. (Mateo, cap. XVII, v. de 10 a 13;
Marcos, cap. IX, v. 11, 12, y 13).
3. RESURRECCIÓN Y REENCARNACIÓN
La reencarnación formaba
parte de los dogmas judaicos,
bajo el nombre de
resurrección; sólo los
saduceos que creían que todo
terminaba con la muerte, no
creían en ella.
Designaban con la palabra
resurrección, lo que el
Espiritismo llama más
juiciosamente reencarnación.
4. En efecto, la resurrección
supone el regreso a la vida del
cuerpo que murió, lo que la
Ciencia demuestra ser
materialmente imposible,
sobre todo cuando los
elementos de ese cuerpo
están, desde hace mucho,
dispersos y absortos.
La reencarnación es el retorno
del alma o Espíritu, a la vida
corporal, pero en otro cuerpo
nuevamente formado para
ella, y que nada tiene de
común con el antiguo.
5. La palabra resurrección podía de este modo, aplicarse a
Lázaro, pero no a Elías, ni a los profetas. Pues, si según
su creencia, Juan el Bautista era Elías, el cuerpo de Juan
no podía ser el de Elías, puesto que se había visto a
Juan niño y se conocía a su padre y a su madre. Así,
Juan podía ser Elías reencarnado, pero no resucitado.
6. Había un hombre entre los fariseos llamado Nicodemo,
senador de los Judíos, que fue de noche a encontrarse con
Jesús y le dijo: Maestro, sabemos que has venido de parte de
Dios para instruirnos como un doctor; porque nadie puede
hacer los milagros que haces, si Dios no estuviese con él. Jesús
le respondió: En verdad, en verdad, os digo: Nadie puede ver
el reino de Dios si no naciere de nuevo. Nicodemo le dijo:
¿Cómo puede nacer un hombre que ya está viejo? ¿Puede
volver al vientre de su madre, para nacer por segunda vez?
Jesús le respondió: En verdad, en verdad, os digo: Si un
hombre no renaciere del agua y del Espíritu, no puede entrar
en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne es carne y lo
que es nacido del Espíritu es Espíritu. No os maravilléis de lo
que os he dicho; os es necesario nacer de nuevo. El Espíritu
sopla donde quiere y oís su voz, pero no sabéis de donde
viene y hacia donde va. Sucede lo mismo con todo hombre
que es nacido del Espíritu. (Juan, cap. III, v. de 1 a 12).
7. Estas palabras: “Si un
hombre no renace del
agua y del Espíritu”, fueron
interpretadas en el sentido
de la regeneración por el
agua del bautismo; pero el
texto primitivo traía
simplemente:
No renace del agua y del
Espíritu, mientras que en
ciertas traducciones, se ha
substituido Espíritu por
Santo Espíritu, lo que no
corresponde al mismo
pensamiento.
8. Los conocimientos de los
antiguos, sobre las
ciencias físicas, eran muy
imperfectos, pues creían
que la Tierra había salido
de las aguas y por eso,
consideraban el agua
como el elemento
generador absoluto; así es
que en El Génesis se dice:
“el Espíritu de Dios era
llevado sobre las aguas.
9. Según esta creencia, el
agua venía a ser el símbolo
de la naturaleza material,
como el Espíritu era el de
la naturaleza inteligente.
Estas palabras: “Si el
hombre no renace del
agua y del Espíritu, o en
agua y en Espíritu”,
significan, pues: “Si el
hombre no renace con su
cuerpo y su alma”. En este
sentido fueron
comprendidas al principio.
10. El Espíritu sopla donde quiere; oís su voz, pero no
sabéis ni de donde viene, ni para donde va, se
puede entender como el Espíritu de Dios, que da
vida a quien quiere o el alma del hombre; en esta
última acepción, “vosotros no sabéis de donde
viene, ni adonde va” significa que no se conoce lo
que fue, ni lo que el Espíritu será.
11. Aquellos de vuestro pueblo a los que hicieron morir
vivirán de nuevo; los que estaban muertos a mí
alrededor, resucitarán. Despertad de vuestro sueño y
cantad loas a Dios, vosotros que habitáis en el polvo;
porque el rocío que os cae encima es rocío de luz, y
porque arruinaréis la Tierra y el reino de los gigantes.
(Isaías, cap. XXVI, v. 19).
Cuando el hombre está muerto, vive siempre;
terminando los días de mi existencia terrestre,
esperaré, porque a ella volveré de nuevo. (Job, cap. XIV,
v. 10, 14. Traducción de Le Maistre de Sacy).
No se puede suponer que Job haya querido hablar de la
regeneración por el agua del bautismo, que
ciertamente no conocía.
12. No es, pues, dudoso
que bajo el nombre
de resurrección, el
principio de la
reencarnación era una
de las creencias
fundamentales de los
Judíos, siendo
confirmada por Jesús
y los profetas de una
manera formal.
13. Pero a esta autoridad, desde el punto de vista religioso,
viene a unirse desde el punto de vista filosófico, el de
las pruebas que resultan de la observación de los
hechos; cuando se quiere remontar de los efectos a la
causa, la reencarnación aparece como una necesidad
absoluta, como una condición inherente a la
Humanidad, en una palabra…
Como una ley natural; se revela por sus resultados de
una manera, por decirlo así, material, como el motor
oculto se revela por el movimiento; sólo ella puede
decir al hombre de donde viene y para donde va y
porque está en la Tierra, y justificar todas las
anomalías y todas las injusticias aparentes que
presenta la vida.
14. Sin el principio de la
preexistencia del alma y
de la pluralidad de
existencias, la mayor
parte de las máximas del
Evangelio son
ininteligibles; por eso
dieron lugar a
interpretaciones tan
contradictorias; ese
principio es la clave que
debe restituirles su
verdadero sentido.
15. LOS LAZOS DE FAMILIA FORTALECIDOS
POR LA REENCARNACIÓN Y
QUEBRADOS POR LA UNICIDAD DE LA
EXISTENCIA.
16. Los lazos de familia no son
destruidos por la reencarnación,
como piensan ciertas personas; al
contrario, se fortifican y se
estrechan; el principio opuesto es
el que los destruye.
Los Espíritus en el espacio forman
grupos o familias unidas por el
afecto, la simpatía y la semejanza
de inclinaciones; esos Espíritus,
felices porque están juntos, se
buscan; la encarnación sólo les
separa momentáneamente,
porque después que vuelven a la
erraticidad se encuentran como
los amigos al regresar de un viaje.
17. Entiéndase que se trata
aquí del afecto real de
alma a alma, el único que
sobrevive a la
destrucción del cuerpo,
porque los seres que no
se unen en este mundo
sino por los sentidos, no
tienen ningún motivo
para buscarse en el
mundo de los Espíritus.
18. Dios permite en las familias estas encarnaciones de
Espíritus antipáticos o extraños con el doble objeto de
servir de prueba para los unos y de medio de adelanto
para los otros.
Además, los malos se mejoran poco a poco con el
contacto de los buenos y por los cuidados que de
éstos reciben;
• Su carácter se suaviza
• Sus costumbres se purifican
• Sus antipatías se deshacen
Y así es cómo se establece la fusión entre las
diferentes categorías de Espíritus, como ocurre en la
Tierra, entre las razas y los pueblos.
19. El temor al aumento indefinido de la parentela, como
consecuencia de la reencarnación, es un temor
egoísta, y prueba que no se siente un amor bastante
grande para tenerlo a un gran número de personas. Un
padre que tiene muchos hijos, ¿acaso no les ama tanto
como si tuviera uno? Pero tranquilícense los egoístas,
pues ese temor no tiene fundamento.
20. Con la reencarnación y el
progreso, que es su
consecuencia, todos los que se
han amado se reencuentran en
la Tierra y en el espacio, y
marchan juntos para llegar a
Dios.
Los que fallan en el camino,
retardan su adelanto y su
felicidad, pero no se ha perdido
toda esperanza; ayudados,
animados y sustentados por
aquellos que los aman, saldrán
un día del cenagal en que están
sumergidos.
21. Alternativas que se presentan al hombre para su futuro
después de la muerte:
• Primera: la nada, de acuerdo con la doctrina
materialista;
• Segunda: la absorción en el todo universal, de
acuerdo con la doctrina panteísta;
• Tercera: la individualidad con la fijación definitiva de
su suerte, según la doctrina de la Iglesia;
• Cuarta: la individualidad con progreso indefinido,
según la Doctrina Espírita.
22. LÍMITES DE LA ENCARNACIÓN
¿Cuáles son los límites de la encarnación?
Propiamente hablando, la encarnación no tiene límites
bien marcados, si se entiende por eso la envoltura que
constituye el cuerpo del Espíritu, ya que la materialidad
de ese envoltorio disminuye a medida que el Espíritu se
purifica.
Si se considera la encarnación bajo el punto de vista
material, como ocurre en la Tierra, se puede decir que
está limitada a los mundos inferiores; por consiguiente,
depende del Espíritu librarse de ella, con mayor o menor
rapidez, trabajando por su purificación.
23. NECESIDAD DE LA ENCARNACIÓN
¿Es un castigo la encarnación y sólo están sujetos a
ella los Espíritus culpables?
El tránsito de los Espíritus por la vida corporal es
necesario para que puedan cumplir, con la ayuda de
una acción material, los designios cuya ejecución
Dios les confió; es necesario para ellos mismos
porque la actividad que están obligados a
desempeñar ayuda el desarrollo de su inteligencia.
24. Siendo Dios soberanamente justo, debe considerar
igualmente a todos sus hijos; por esto da a todos un
mismo punto de partida, la misma aptitud, las
mismas obligaciones que cumplir y la misma libertad
de obrar, todo privilegio sería una referencia y toda
preferencia una injusticia.
25. Pero la encarnación, para todos los Espíritus, sólo es un estado
transitorio; es un deber que Dios les impone al empezar su vida,
como primera prueba del uso que harán de su libre albedrío.
Los que desempeñan ese deber con celo, pasan rápidamente y
con menos pena los primeros grados de iniciación, y gozan más
pronto del fruto de sus trabajos. Por el contrario, aquellos que
hacen mal uso de la libertad que Dios les concede, retardan su
adelanto.