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Cuentos
Cuentos
COLECCIÓN
PENSAMIENTO DOMINICANO
VOLUMEN II

Cuentos
Cuentos
COLECCIÓN
PENSAMIENTO DOMINICANO
VOLUMEN II

Cuentos

SÓCRATES NOLASCO | EL CUENTO EN SANTO DOMINGO  |  SELECCIÓN ANTOLÓGICA – TOMOS I Y II
J. M. SANZ LAJARA  |  EL CANDADO
JUAN BOSCH  |  CUENTOS ESCRITOS EN EL EXILIO Y APUNTES SOBRE EL ARTE DE ESCRIBIR CUENTOS
EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI  |  CUENTOS DE POLÍTICA CRIOLLA
JUAN BOSCH  |  MÁS CUENTOS ESCRITOS EN EL EXILIO
VIRGILIO DÍAZ GRULLÓN  |  CRÓNICAS DE ALTOCERRO
EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI  |  TRADICIONES Y CUENTOS DOMINICANOS 

Introducción a la primera y segunda sección:

Diógenes Céspedes

Santo Domingo, República Dominicana
2008
Sociedad Dominicana
de Bibliófilos

CONSEJO DIRECTIVO

Mariano Mella, Presidente

Dennis R. Simó Torres, Vicepresidente
Antonio Morel, Tesorero

Manuel García Arévalo, Vicetesorero

Octavio Amiama de Castro, Secretario
Sócrates Olivo Álvarez, Vicesecretario
Vocales

Eugenio Pérez Montás • Miguel de Camps

Edwin Espinal • Julio Ortega Tous • Mu-Kien Sang Ben
Marino Incháustegui, Comisario de Cuentas
asesores

José Alcántara Almánzar • Andrés L. Mateo • Manuel Mora Serrano
Eduardo Fernández Pichardo • Virtudes Uribe • Amadeo Julián

Guillermo Piña Contreras • Emilio Cordero Michel • Raymundo González
María Filomena González • Eleanor Grimaldi Silié • Tomás Fernández W.
ex-presidentes

Enrique Apolinar Henríquez +

Gustavo Tavares Espaillat • Frank Moya Pons • Juan Tomás Tavares K.
Bernardo Vega • José Chez Checo • Juan Daniel Balcácer
Jesús R. Navarro Zerpa, Director Ejecutivo
Banco de Reservas
de la República Dominicana
Daniel Toribio

Administrador General
Miembro ex oficio

consejo de directores
Lic. Vicente Bengoa

Secretario de Estado de Hacienda
Presidente ex oficio

Lic. Mícalo E. Bermúdez
Miembro

Vicepresidente
Dra. Andreína Amaro Reyes
Secretaria General
Vocales

Ing. Manuel Guerrero V.

Lic. Domingo Dauhajre Selman

Lic. Luis A. Encarnación Pimentel
Dr. Joaquín Ramírez de la Rocha
Lic. Luis Mejía Oviedo
Lic. Mariano Mella

Suplentes de Vocales
Lic. Danilo Díaz

Lic. Héctor Herrera Cabral

Ing. Ramón de la Rocha Pimentel

Ing. Manuel Enrique Tavárez Mirabal
Lic. Estela Fernández de Abreu
Lic. Ada N. Wiscovitch C.
Esta publicación, sin valor comercial,
es un producto cultural de la conjunción de esfuerzos
del Banco de Reservas de la República Dominicana
y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc.

COMITÉ DE EVALUACIÓN Y SELECCIÓN
Orión Mejía
Director General de Comunicaciones y Mercadeo, Coordinador
Luis O. Brea Franco
Gerente de Cultura, Miembro
Juan Salvador Tavárez Delgado
Gerente de Relaciones Públicas, Miembro
Emilio Cordero Michel
Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Asesor
Raymundo González
Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Asesor
María Filomena González
Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Asesora
Jesús Navarro Zerpa
Director Ejecutivo de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Secretario
Los editores han decidido respetar los criterios gramaticales utilizados por los autores
en las ediciones que han servido de base para la realización de este volumen

COLECCIÓN
PENSAMIENTO DOMINICANO
VOLUMEN II

Cuentos

SÓCRATES NOLASCO | EL CUENTO EN SANTO DOMINGO  |  SELECCIÓN ANTOLÓGICA – TOMOS I Y II
J. M. SANZ LAJARA  |  EL CANDADO
JUAN BOSCH  |  CUENTOS ESCRITOS EN EL EXILIO Y APUNTES SOBRE EL ARTE DE ESCRIBIR CUENTOS
EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI  |  CUENTOS DE POLÍTICA CRIOLLA
JUAN BOSCH  |  MÁS CUENTOS ESCRITOS EN EL EXILIO
VIRGILIO DÍAZ GRULLÓN  |  CRÓNICAS DE ALTOCERRO
EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI  |  TRADICIONES Y CUENTOS DOMINICANOS 

ISBN: Colección completa: 978-9945-8613-9-6
ISBN: Volumen II: 978-9945-457-01-08

Coordinadores:
Luis O. Brea Franco, por Banreservas; y
Jesús Navarro Zerpa, por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos
Ilustración de la portada: Rafael Hutchinson  |  Diseño y arte final: Ninón León de Saleme 
Corrección de pruebas: Jaime Tatem Brache  |  Impresión: Amigo del Hogar
Santo Domingo, República Dominicana. Junio, 2008

8
contenido

Presentación
Origen de la Colección Pensamiento Dominicano y criterios de reedición.............................. 	
Daniel Toribio
Administrador General del Banco de Reservas de la República Dominicana

11

Exordio.................................................................................................................................... 	
.
Mariano Mella
Presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos

15

Introducción a la primera sección....................................................................................... 	
.
Diógenes Céspedes

17

Sócrates nolasco
	 El Cuento en Santo Domingo. selección antológica
	 Tomo I: Aparición y evolución del cuento en Santo Domingo. Noticias preliminares...... 	
	 Tomo II............................................................................................................................... 	

37	
109

J. m. sanz lajara
	 El Candado
	 (Prólogo): Manuel Valldeperes . ...................................................................................... 	

193

juan BOSCH
	cuentos escritos en el exilio
	y Apuntes sobre el arte de escribir cuentos
	 Apuntes sobre el arte de escribir cuentos............................................................................ 	
	 Cuentos escritos en el exilio................................................................................................ 	

259
271

Introducción a la segunda sección....................................................................................... 	
Diógenes Céspedes
emilio rodríguez demorizi
	 Cuentos de política criolla
	 (Prólogo): Un libro de cuentos políticos. .............................................................................. 	
.
	 Juan Bosch

363

385

Juan BOSCH
	mÁs cuentos escritos en el exilio................................................................ 	

475

virgilio díaz grullón
	 Crónicas de Altocerro. Cuentos
	 (Prólogo): Carlos Curiel..................................................................................................... 	

599

emilio rodríguez demorizi
	 Tradiciones y cuentos dominicanos
	 Presentación ....................................................................................................................... 	

655

Semblanza de Julio D. Postigo, editor de la Colección Pensamiento Dominicano............ 	

771

9
Cuentos
presentación

Origen de la Colección Pensamiento Dominicano
y criterios de reedición
Es con suma complacencia que, en mi calidad de Administrador General del Banco de

Reservas de la República Dominicana, presento al país la reedición completa de la Colección Pensamiento Dominicano realizada con la colaboración de la Sociedad Dominicana de
Bibliófilos, que abarca cincuenta y cuatro tomos de la autoría de reconocidos intelectuales
y clásicos de nuestra literatura, publicada entre 1949 y 1980.
Esta compilación constituye un memorable legado editorial nacido del tesón y la entrega
de un hombre bueno y laborioso, don Julio Postigo, que con ilusión y voluntad de Quijote
se dedica plenamente a la promoción de la lectura entre los jóvenes y a la difusión del libro
dominicano, tanto en el país como en el exterior, durante más de setenta años.
Don Julio, originario de San Pedro de Macorís, en su dilatada y fecunda existencia ejerce
como pastor y librero, y se convierte en el editor por antonomasia de la cultura dominicana
de su generación.
El conjunto de la Colección versa sobre temas variados. Incluye obras que abarcan desde
la poesía y el teatro, la historia, el derecho, la sociología y los estudios políticos, hasta incluir
el cuento, la novela, la crítica de arte, biografías y evocaciones.
Don Julio Postigo es designado en 1937 gerente de la Librería Dominicana, una dependencia de la Iglesia Evangélica Dominicana, y es a partir de ese año que comienza la
prehistoria de la Colección.
Como medida de promoción cultural para atraer nuevos públicos al local de la Librería
y difundir la cultura nacional organiza tertulias, conferencias, recitales y exposiciones de
libros nacionales y latinoamericanos, y abre una sala de lectura permanente para que los
estudiantes puedan documentarse.
Es en ese contexto que en 1943, en plena guerra mundial, la Librería Dominicana publica
su primer título, cuando aún no había surgido la idea de hacer una colección que reuniera
las obras dominicanas de mayor relieve cultural de los siglos XIX y XX.
El libro publicado en esa ocasión fue Antología Poética Dominicana, cuya selección y prólogo estuvo a cargo del eminente crítico literario don Pedro René Contín Aybar. Esa obra
viene posteriormente recogida con el número 43 de la Colección e incluye algunas variantes
con respecto al original y un nuevo título: Poesía Dominicana.
En 1946 la Librería da inicio a la publicación de una colección que denomina Estudios,
con el fin de poner al alcance de estudiantes en general, textos fundamentales para complementar sus programas académicos.
Es en el año 1949 cuando se publica el primer tomo de la Colección Pensamiento Dominicano, una antología de escritos del Lic. Manuel Troncoso de la Concha titulada Narraciones
Dominicanas, con prólogo de Ramón Emilio Jiménez. Mientras que el último volumen, el
número 54, corresponde a la obra Frases dominicanas, de la autoría del Lic. Emilio Rodríguez
Demorizi, publicado en 1980.
11
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  POESÍA Y TEATRO

Una reimpresión de tan importante obra pionera de la bibliografía dominicana del
siglo XX, como la Colección Pensamiento Dominicano, presenta graves problemas para editarse acorde con parámetros vigentes en nuestros días, debido a que originariamente no
fue diseñada para desplegarse como un conjunto armónico, planificado y visualizado en
todos sus detalles.
Esta hazaña, en sus inicios, se logra gracias a la voluntad incansable y al heroísmo
cotidiano que exige ahorrar unos centavos cada día, para constituir el fondo necesario que
permita imprimir el siguiente volumen –y así sucesivamente– asesorándose puntualmente
con los más destacados intelectuales del país, que sugerían medidas e innovaciones adecuadas para la edición y títulos de obras a incluir. A veces era necesario que ellos mismos
crearan o seleccionaran el contenido en forma de antologías, para ser presentadas con un
breve prólogo o un estudio crítico sobre el tema del libro tratado o la obra en su conjunto,
del autor considerado.
Los editores hemos decidido establecer algunos criterios generales que contribuyen a
la unidad y coherencia de la compilación, y explicar el porqué del formato condensado en
que se presenta esta nueva versión. A continuación presentamos, por mor de concisión, una
serie de apartados de los criterios acordados:

 Al considerar la cantidad de obras que componen la Colección, los editores, atendiendo a razones vinculadas con la utilización adecuada de los recursos técnicos y financieros
disponibles, hemos acordado agruparlas en un número reducido de volúmenes, que
podrían ser 7 u 8. La definición de la cantidad dependerá de la extensión de los textos
disponibles cuando se digitalicen todas las obras.

 Se han agrupado las obras por temas, que en ocasiones parecen coincidir con algunos

géneros, pero ésto sólo ha sido posible hasta cierto punto. Nuestra edición comprenderá
los siguientes temas: poesía y teatro, cuento, biografía y evocaciones, novela, crítica de
arte, derecho, sociología, historia, y estudios políticos.

 Cada uno de los grandes temas estará precedido de una introducción, elaborada por
un especialista destacado de la actualidad, que será de ayuda al lector contemporáneo,
para comprender las razones de por qué una determinada obra o autor llegó a considerarse relevante para ser incluida en la Colección Pensamiento Dominicano, y lo auxiliará
para situar en el contexto de nuestra época, tanto la obra como al autor seleccionado. Al
final de cada tomo se recogen en una ficha técnica los datos personales y profesionales
de los especialistas que colaboran en el volumen, así como una semblanza de don Julio
Postigo y la lista de los libros que componen la Colección en su totalidad.
 De los tomos presentados se hicieron varias ediciones, que en algunos casos mo-

dificaban el texto mismo o el prólogo, y en otros casos más extremos se podía agregar
otro volumen al anteriormente publicado. Como no era posible realizar un estudio filológico para determinar el texto correcto críticamente establecido, se ha tomado como
ejemplar original la edición cuya portada aparece en facsímil en la página preliminar
de cada obra.
12
PRESENTACIÓN  |  Daniel Toribio, Administrador General de Banreservas

 Se decidió, igualmente, respetar los criterios gramaticales utilizados por los autores

o curadores de las ediciones que han servido de base para la realización de esta publicación.

 Las portadas de los volúmenes se han diseñado para esta ocasión, ya que los planteamientos gráficos de los libros originales variaban de una publicación a otra, así como
la tonalidad de los colores que identificaban los temas incluidos.
 Finalmente se decidió que, además de incluir una biografía de don Julio Postigo y
una relación de los contenidos de los diversos volúmenes de la edición completa, agregar,
en el último tomo, un índice onomástico de los nombres de las personas citadas, y otro
índice, también onomástico, de los personajes de ficción citados en la Colección.

En Banreservas nos sentimos jubilosos de poder contribuir a que los lectores de nuestro
tiempo, en especial los más jóvenes, puedan disfrutar y aprender de una colección bibliográfica que representa una selección de las mejores obras de un período áureo de nuestra
cultura. Con ello resaltamos y auspiciamos los genuinos valores de nuestras letras, ampliamos
nuestro conocimiento de las esencias de la dominicanidad y renovamos nuestro orgullo de
ser dominicanos.

Daniel Toribio
Administrador General

13
Cuentos
exordio

Reedición de la Colección Pensamiento Dominicano:
una realidad

Como presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, siento una gran emoción al

poner a disposición de nuestros socios y público en general la reedición completa de la Colección Pensamiento Dominicano, cuyo creador y director fue don Julio Postigo. Los 54 libros
que componen la Colección original fueron editados entre 1949 y 1980.
Salomé Ureña, Sócrates Nolasco, Juan Bosch, Manuel Rueda, Emilio Rodríguez Demorizi,
son algunos autores de una constelación de lo más excelso de la intelectualidad dominicana
del siglo XIX y del pasado siglo XX, cuyas obras fueron seleccionadas para conformar los
cincuenta y cuatro tomos de la Colección Pensamiento Dominicano. A la producción intelectual
de todos ellos debemos principalmente que dicha Colección se haya podido conformar por
iniciativa y dedicación de ese gran hombre que se llamó don Julio Postigo.
Qué mejor que las palabras del propio señor Postigo para saber cómo surge la idea o la inspiración de hacer la Colección. En 1972, en el tomo n.º 50, titulado Autobiografía, de Heriberto Pieter,
en el prólogo, Julio Postigo escribió lo siguiente: (…) “Reconociendo nuestra poca idoneidad
en estos menesteres editoriales, un sentimiento de gratitud nos embarga hacia Dios, que no
sólo nos ha ayudado en esta labor, sino que creemos fue Él quien nos inspiró para iniciar esta
publicación” (…); y luego añade: (…) “nuestra más ferviente oración a Dios es que esta Colección continúe publicándose y que sea exponente, dentro y fuera de nuestra tierra, de nuestros
más altos valores”. En estos extractos podemos percibir la gran humildad de la persona que
hasta ese momento llevaba 23 años editando lo mejor de la literatura dominicana.
La reedición de la Colección Pensamiento Dominicano es fruto del esfuerzo mancomunado
de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, institución dedicada al rescate de obras clásicas
dominicanas agotadas, y del Banco de Reservas de la República Dominicana, el más importante del sistema financiero dominicano, en el ejercicio de una función de inversión social de
extraordinaria importancia para el desarrollo cultural. Es justo valorar el permanente apoyo
del Lic. Daniel Toribio, Administrador General de Banreservas, para que esta reedición sea
una realidad.
Agradecemos al señor José Antonio Postigo, hijo de don Julio, por ser tan receptivo con
nuestro proyecto y dar su permiso para la reedición de la Colección Pensamiento Dominicano.
Igualmente damos las gracias a los herederos de los autores por conceder su autorización
para reeditar las obras en el nuevo formato que condensa en 7 u 8 volúmenes los 54 tomos
de la Colección original.
Mis deseos se unen a los de Postigo para que esta Colección se dé a conocer en nuestro
territorio y en el extranjero, como exponente de nuestros más altos valores.
Mariano Mella
Presidente
Sociedad Dominicana de Bibliófilos
15
Cuentos
introducción
a la primera sección
Diógenes Céspedes
Sócrates Nolasco: El cuento en Santo Domingo
a) Visión del presentador

En la introducción titulada “Aparición y evolución del cuento en Santo Domingo”, que figura en el tomo I del libro El cuento en Santo Domingo, Sócrates Nolasco1 afirma que el cuento
antiguo como género cultivado en España desde el Renacimiento –y cita a El Conde Lucanor,
de don Juan Manuel, y el “Rinconete y Cortadillo”, de Cervantes, como ejemplos– llegó a
Santo Domingo, donde se conservó “sin esenciales alteraciones”. (I, 7)
Afirma también Nolasco que “en El Conde Lucanor vino además el cuento correcto; y
siguiendo los ejemplos del precavido y atildado don Juan Manuel, las Antillas pudieron
producir cuentistas siglos antes de que el cuento y la leyenda se imprimieran en los países
del continente americano. Pero si alguno de nuestros hombres de letras, pertenecientes a los
siglos anteriores al siglo XIX, se entretuvo en un género que pasó a ser por mucho tiempo
desestimado, carecemos de testimonio.” (Ibíd.)
Existen pruebas documentales de remisión a las Antillas y Tierra Firme de estas obras
de don Juan Manuel y Cervantes y otros autores de la misma época por parte de los mercaderes de libros de Sevilla, pero la ausencia de imprenta entre los siglos XV y XVIII, amén de
la prohibición imperial de imprimir libros en las colonias, salvo que no trataran de asuntos
religiosos o morales, explica la ausencia de escritores que escribieran acerca de temas profanos, mentirosas historias y fantasías2.
No sé si Nolasco conoció la polémica entre Irving Leonard y Pedro Henríquez Ureña
acerca de este tema, pero lo cierto es que el cuentista dominicano tiene su propia versión de
por qué el cuento no fructificó en Santo Domingo si teníamos la fuente directa de España:
“Aquel modelo de ‘cuento universal’, de enseñanzas y moraleja sin moral rígida, fácilmente
traslaticio, sin otro sitio determinado ni sabor regional, ni juego descriptivo de una realidad
impresionante, tan pronto se formaron nuestras ciudades abandonó el vecindario urbano, y
antes que el romance, la décima y la copla, se refugió entre aldeanos logrando perdurar con
variantes adquiridas y bautizado con el pintoresco apelativo de cuento de camino, familiar y
repetido para entretenimiento en las veladas nocturnas.” (I, 7-8)
Harto difícil es el creer que el cuento correcto al modo de El conde Lucanor o Cervantes,
es decir, el género tal como lo conocemos hoy, se haya aposentado en las Antillas y que
estas hayan producido cuentistas siglos antes de la introducción de la imprenta en América
hispánica, sobre todo si carecemos de testimonios.
1
Ciudad Trujillo: Librería Dominicana, Colección Pensamiento Dominicano n.o 12, 1957 (dos tomos). Las citas
remiten directamente al tomo y la página.
2
Irving Leonard. Los libros del conquistador. México: Fondo de Cultura Económica, 1979, pp.12, 222, 265-280.

17
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS

El mismo Nolasco sugiere que después de la introducción de la imprenta en el continente
americano, los grandes cuentistas hispanoamericanos son deudores del cuento francés del
siglo XIX –Alfonso Daudet y Guy de Maupassant– y no del cuento español. Y cita Nolasco
en apoyo de su tesis a Rubén Darío y Manuel Díaz Rodríguez, cuyos cuentos “no pierden la
gracia de productos de escritorio.” (I, 9) El antólogo precisa que la primera gran antología
de cuentos españoles de Antonio Paz y Meliá, publicada en 1890, no surtió la influencia
esperada en América hispánica porque tampoco la tuvo en la Península, aparte de que en
ultramar muy pocos poseyeron un ejemplar.
De esto se desprende que si la cultura de lengua española ofrecía, con la picaresca,
“modelos sobresalientes para el estudio y la pintura de tipos, y para entenderlo así bastaba
con fijarse en “Rinconete y Cortadillo”, de Cervantes (I, 8), ¿por qué ir a abrevar en el naturalismo francés a fin de aprender a fijar en el marco del cuento artístico lo esencial de la
vida circunstante?” (Ibíd.)
La moda y la traducción, así como el acceso a tales traducciones, sumado a la demanda
y la oferta del mercado francés y la prontitud de entrega con respecto al mercado español,
atravesado por la crisis del imperio (guerra de Cuba y guerra hispano-norteamericana en las
Filipinas), quizá expliquen la preferencia de los autores franceses, así como de otros extranjeros, rusos por lo demás, tales como Tolstoi, Gorki, Andreiev y Chéjov, citados por el propio
Nolasco, los cuales ofrecían también lo mismo que los cuentistas franceses, pero además, el
valor agregado de una moda diferente: el exotismo, según la expresión del referido antólogo,
producido por “observadores de un mundo remoto y desconocido.” (Ibíd.)
¿Cuál fue el resultado de la aclimatación de esos cuentos y autores naturalistas, modernistas
y rusos en el ambiente literario y cultural dominicano? Un bello artificio, como lo prueba el
caso paradigmático de Fabio Fiallo, un escritor de talento, modelo para otros aclimatadores
de cuentos exóticos, pero que no cambia el ritmo de la cuentística dominicana hasta que no
abandona esas frivolidades literarias plenas de exotismo y retórica contenidas en Cuentos
frágiles, del tipo “Yubr”, que abre el libro, o “La domadora”, “Tiranías”, “Entre ellas”, “Ernesto de Anquises”, “La condesita del Castañar”, “Soika”, “Rivales” y “El nabab”3. Aunque
Nolasco achaca el resultado de esa aclimatación a un historicismo: la aparición tardía del
cuento moderno en América, este mito racionalista no explica la ausencia de grandes cuentistas en Santo Domingo cuando Nicaragua ofrece el ejemplo de un Darío y Cuba el de un
Martí, un Casal o una Avellaneda y Venezuela el de un Díaz Rodríguez.
La modernización, la técnica y la tecnología pueden explicar el desarrollo capitalista de
un país con respecto a otro que no haya accedido a esa especificidad histórica, pero no su
modernidad, ya que esta es criticidad radical de los discursos y prácticas de una sociedad.
La aparición de esta criticidad radical es el verdadero “progreso” y “desarrollo” de una
sociedad, si suscribiera yo, que no es el caso, esas dos nociones del sentido de la historia.
La aparición de un poeta, de un escritor que asuma en su sociedad esta crítica radical,
no obedece al alto grado de su sistema educativo, sino a la inteligencia personal de ese intelectual. Este tipo de intelectual (sea el cuentista, el novelista, el poeta o el ensayista) es el que
Santo Domingo no produjo en aquel final de siglo XIX y principio de siglo XX. A finales del
segundo decenio del siglo XX y hasta su muerte en 1946, Pedro Henríquez Ureña será ese
intelectual crítico que la cultura dominicana no produjo en el período que he considerado
Obras completas. Sociedad Dominicana de Bibliófilos. Volumen II. Santo Domingo: Editora de Santo Domingo, 1980.

3

18
INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA SECCIÓN  |  Diógenes Céspedes

más arriba, con la salvedad de que los efectos de su labor se sintieron con toda eficacia en
México y Argentina, España y los Estados Unidos y con menos peso en el Caribe y el resto
de la América hispánica por razones explicables conforme a su exilio político e intelectual.
De ahí el resultado obtenido por la cultura dominicana y que Nolasco explica tan lúcidamente: “Los críticos no han tenido la oportunidad de decir que aquel modelo exótico produjo
en nuestro país engendros endebles, numerosos y afectados. Asombra que sin vocación ni
necesidad tantas personas honorables se dieran a producir tan pobres resultados. Abogados,
notarios, comerciantes, honestas señoritas y señoras, compitiendo por ser cuentistas llenaban
La Revista Ilustrada de Miguel Ángel Garrido –1898-1900– creyendo seguir el dechado de
Francia. Pararon de repente sorprendidos por los cuentos de dos maestros del modernismo:
Manuel Díaz Rodríguez y Rubén Darío…” (Ibíd.)
Nolasco suministra en nota al calce una lista larga de esos “cuentistas” y asiduos colaboradores de la revista de Garrido, carentes de vocación y que competían por figurear en la
referida publicación. Esta observación del antólogo, a medio siglo de haber sido formulada,
tiene hoy vigorosa vigencia en nuestro medio social: cantidad enorme de hombres y mujeres
de todas las clases sociales, sin vocación ni necesidad, salvo que no sea el salir del anonimato
y la chatura a que les reduce el capitalismo, el aparentar o el escalar socialmente, se pelean
por aparecer con su firma en revistas, periódicos y suplementos, con los mismos resultados
endebles y afectados de ayer.
En el siglo XIX, dice Nolasco que quienes “le dieron realidad precisa al cuento en la República Dominicana”, aun con grandes y pequeños defectos, fueron Virginia Elena Ortea, José
Ramón López, Augusto Franco Bidó, Fabio Fiallo, Rafael Justino Castillo, Rafael Deligne, Federico García Godoy, Ulises Heureaux hijo y ocasionalmente Federico Henríquez y Carvajal. Ha
de suponerse que cada uno de estos autores aplicó en sus cuentos la teoría que define a finales
del siglo XIX y principio del XX los rasgos distintivos del género, según Nolasco, a saber: 1)
realidad del personaje, 2) lugar y ambiente, 3) dominio del idioma o corrección conveniente,
4) la originalidad como virtud, y 5) la no confusión entre anécdota y cuento.
Naturalmente, con esos rasgos distintivos o atributos del cuento no se mide el valor
literario. Solo el dominio del idioma o corrección conveniente sí es uno de los atributos
específicos del valor literario. Pero sospecho que en la época de la escritura de Nolasco esta
corrección conveniente tenía que ver con la gramática normativa. La originalidad, ya se sabe,
que no remite a nada y sí a lo indemostrable, lo inasible, aunque se la ha confundido con la
novedad desde los tiempos de Aristóteles. La realidad del personaje remite a lo convincente,
a lo verosímil, a un cierto nacionalismo como ideología literaria, pero si se le concibe como
remisión a la especificidad cultural puede ser semánticamente productivo, mientras que el
lugar y el ambiente son ideologías que oponen lo nacional a lo extranjero, pero como copia o
imitación, tal como la rechaza Nolasco con respecto al uso que hicieron algunos aficionados
al cuento con Alfonso Daudet y Guy de Maupassant o con los cuentistas rusos.
Tres años más tarde, en 1960, Juan Bosch esbozará en el ensayo publicado en Caracas con
el título de Apuntes sobre el arte de escribir cuentos, nuevas reglas más específicas a lo literario,
las cuales cambian las de Nolasco y las que se conocían acerca de este género en América
hispana. Y luego de su llegada al país en octubre de 1961, Julio D. Postigo emprende la publicación del libro Cuentos escritos en el exilio, cuya introducción es nada más y nada menos
que el célebre ensayo publicado en Caracas, cuyos antecedentes remiten a los años 40 del
siglo pasado en La Habana.
19
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS

De modo que este texto teórico, que Nolasco leyó sin duda, sepulta las ideas acerca de
lo que es el valor literario del cuento. A partir de 1964 y en la misma colección donde se
publicaron los dos tomos de Nolasco en 1957, abrió Bosch el camino para una generación
nueva que surgía sin una idea clara de las características del cuento. Creo que el libro de
Nolasco no tuvo el tiempo necesario para ejercer influencia en la generación de cuentistas
que surgió luego de la caída de la dictadura trujillista, pues las imágenes del mundo que
surgió después del 30 de mayo de 1961 no cabían en el recetario de Nolasco, hombre literariamente conservador y políticamente vinculado con el trujillismo, del cual fue Senador
en el Congreso.
Tampoco ejerció Nolasco influencia en los antologados, muchos de los cuales estaban
todavía vivos en 1957, ya que estos participan de las mismas ideas de Nolasco en política y
literatura. Esto explica que los criterios de Nolasco para escoger los cuentos que forman su
obra sean los de “una recopilación intentada sin mayor rigor de florilegio”, como él mismo
aclara (I, 12) y como, tal vez, al copiar a su primo Max Henríquez Ureña y a la autoridad
literaria de la cual estaba investido, sucumbió a la misma idea de don Max al escribir su
Panorama histórico de la literatura dominicana en 19454.
Salvo que el libro de Emilio Rodríguez Demorizi titulado Cuentos de política criolla no
tuviera en su edición de 1963 el prólogo de Bosch (reproducido en la segunda edición de
1977), Nolasco no leyó la definición de lo que era el cuento para Bosch y esta le encaja perfectamente a casi todos los textos de su antología.
Sin embargo, el valor de la antología de Noslasco es principalmente histórico como
documento de primera mano para el estudio antropológico de la mentalidad y la cultura
dominicanas de fin de siglo XIX y principio del XX, es decir, lo que aquella cultura de treinta
años de autoritarismo entendió por cuento, literatura y sujeto.
De acuerdo a la visión del presentador de la antología, Nolasco tenía la siguiente esperanza al entregar al público el primer tomo de su obra: “Responde a estas observaciones
la recopilación que se entrega al público sin la severidad que requieren los florilegios, que
implican selección obtenida mediante examen comparativo de los ejemplares de cada autor.”
(I, 25) Y promete “pronto dar a la publicidad otro volumen en el cual tendrán cabida autores
de no menor calidad y reputación que los comprendidos en el presente.” (Ibíd.)
El párrafo final explica la selección sin rigor de florilegio hecha por Nolasco: “Librería
Dominicana, entendiendo que el cuento en nuestro país ha alcanzado su plenitud durante
la era de Trujillo, realiza ahora un nuevo aporte como entusiasta colaboradora en la obra del
desarrollo cultural que le imprime sin desmayo a la república de las letras el Benefactor de
la Patria y Padre de la Patria Nueva.” (Ibíd.) Este solo párrafo bastó para que la generación
de escritores surgida luego del ajusticiamiento de Trujillo, rechazara en bloque la antología
de Nolasco. A casi cincuenta años de aquellos acontecimientos, sin la pasión política que
obnubila, la antología de Nolasco hay que verla, tanto en su prólogo como en su selección,
con criterios estrictamente literarios y la propaganda trujillista contenida en sus páginas
debe ser situada en sus efectos políticos e ideológicos, sin conciliación ni atribuciones de
responsabilidad al tiempo o a las circunstancias. Es dicho párrafo una hábil maniobra literaria
que responsabilizaba al editor del contenido de una alabanza a Trujillo que se convirtió en
aquellos 31 años en un estereotipo obligado.
Publicada en Río de Janeiro en 1945 para la época en que fue embajador en Brasil.

4

20
INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA SECCIÓN  |  Diógenes Céspedes

En la antología de Nolasco todos los cuentistas elegidos son funcionarios del régimen.
Y sin embargo, el hombre que en 1933 cambió para siempre la forma de escribir cuentos en
el país con Camino real quedó excluido de esa antología a causa de su condición de exiliado
político y líder del partido de oposición más importante en el exilio. Aunque quienes siguieron
su enseñanza y escribieron influidos por él (Hilma Contreras, Virgilio Díaz Ordóñez, Ramón
Marrero Aristy, Ramón Lacay Polanco, J. M. Sanz Lajara, Néstor Caro y José Rijo, para citar
a los más importantes), figuran en la antología de Nolasco. Hay que acotar que Hilma Contreras fue siempre una disidente discreta del régimen y que no llegó nunca ostentar cargos
públicos de responsabilidad política en el régimen de Trujillo.
Sanz Lajara no figura en la obra quizá debido a la ideología literaria del nacionalismo
de la antología de Nolasco, la cual repugnaba por artificiales o exóticos los cuentos que trataran temas sin vinculación con la historia y la cultura dominicanas, como son Aconcagua
y Cotopaxi. Nolasco debió leer estos dos libros de viajes y cuentos, el primero publicado en
1949 y el segundo en 1950.
Nolasco se incluyó en su propia antología, procedimiento que han seguido, salvo una
que otra excepción, casi todos nuestros antólogos literarios, hombres o mujeres.
En ese primer tomo, casi todos los textos son posteriores a Camino real, de Bosch, publicado
en 1933, pero algunos de los cuentos contenidos en este volumen vieron la luz antes de su
inclusión en el referido volumen, de modo que casi todos los escritores y escritoras incluidos
en la obra de Nolasco debieron leer los cuentos de Bosch. Aunque pocas veces Nolasco da
la procedencia de los textos incluidos en los dos volúmenes, se infiere, aunque no siempre,
que el cuento antologado se encuentra en las obras de los autores que se citan al calce.

b) Visión de cada obra

Haré una lista de los textos que más se aproximan a lo que Bosch entendió por cuento,
con sus dos leyes de la palabra precisa para describir la acción y la fluencia constante, pero
que el propio Nolasco les encuentra defectos, ya que no cumplen con los rasgos que él ha
dado a conocer en el prólogo a su libro:
En “El forastero” (II, 159), de José María Pichardo, la acción no se detiene, pero contiene
zonas donde la palabra precisa para la descripción de la acción no es la perfecta. Los dos
libros de cuentos de Pichardo son de 1917 y 1927.
En “Mujeres” (II, 37) y “El fugitivo” (II, 45), de Marrero Aristy, domina el procedimiento
de los cuadros de costumbres.
En “Pero él era así” (p.II, 9), de Ángel Rafael Lamarche, prevalece el procedimiento
artificial y exótico de Fabio Fiallo, recusado por Nolasco, y que el lector puede encontrar en
“El príncipe del mar” (I, 87).
En “El tren no expreso” (II, 203) dominan la estampa y el exotismo, aunque aparece el
contexto local, rasgo exigido por Nolasco, así como el nacionalismo literario que primó en
la era de Trujillo y que luego fue recogido por la teoría marxista del compromiso literario.
En “Floreo” (I, 179), de José Rijo, se cumplen las leyes del cuento boschiano.
En “El regidor Payano” (II, 81), de Francisco Moscoso Puello, se cumple el procedimiento
de la estampa literaria localista.
En “Ma Paula se fue al otro mundo” (II, 95) y “Ángel Liberata” (II, 105) los dos temas
son excelentes, propios del realismo mágico, pero las digresiones y desvíos a que el narrador
somete a los personajes les inhabilitan para calificar como cuentos bien logrados. Nolasco
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS

aplicó a los dos textos el principio de la moraleja sin moral rígida y los dejó en estampas
clásicas regionales del Sur.
“Los diamantes de Plutón” (II, 123), de Virginia Elena Ortea, es considerado por Nolasco
como “un puente entre el cuento moderno y el cuento antiguo” y personificación del “mito
heleno de Perséfone” (I, 10), carente de sitio y tiempo, defectos del modelo de cuento del
antólogo, pero con “estilo sobrio, claro y animado”, lo cual no significa nada.
“A mí no me apunta nadie con carabina vacía” (I, 29), de Julín Varona, tiene, al igual que
“El forastero”, de Pichardo, el mismo mérito: la acción no se detiene nunca y las palabras que
describen las acciones del personaje principal, Ismenio, y del asaltante, Benceslao, son las
precisas. Este es un cuento de la estirpe de los de Camino real. El pintoresquismo del idioma
del Sur es igual al pintoresquismo del español cibaeño que tan bien domina Bosch. Es una
ideología lingüística de época, propia del realismo de la novela de la tierra.
En “Cielo negro” y “Guanuma” (I, 43, 48), de Néstor Caro, coexisten dos temas boschianos
–el buey y el diablo como personajes– cultivados desde Camino real con “La pájara” y reanudados
en Cuentos escritos en el exilio y Más cuentos escritos en el exilio con “El funeral”, “Maravilla” y “El
Socio”. Igualmente, “La cuenta del malo” (II, 171), de Freddy Prestol Castillo, se queda en estampa
del tema del diablo, muy ligado al cuento de camino que emigró al campo dominicano.
En “La eracra de oro” (II, 131), de Virginia de Peña de Bordas, existe un mayor acercamiento a las reglas del cuento de Nolasco, pues la cultura taína empalma con la afrohispana como
parte de la historia dominicana, es decir, que este texto responde a la exigencia de lo local,
del sitio y tiempo, dominio del idioma y, también, a las dos leyes del cuento boschiano.
Igualmente, responden a las mismas exigencias los cuentos “El centavo” (I, 39), de
Manuel del Cabral, “La Virgen del aljibe” (I, 55), de Hilma Contreras, “Aquel hospital”
(I, 79), de Virgilio Díaz Ordóñez, “Deleite” (I, 145), de Tomás Hernández Franco, y “Mi
traje nuevo” (I, 163), de Miguel Ángel Jiménez. Con respecto a “La conga se va” (I, 123),
de Max Henríquez Ureña, y “La sombra” (I, 139), de Pedro Henríquez Ureña, hay que decir
que no responden a la exigencia nolasqueña de lo local, pues ambos textos están ubicados el
primero, en Santiago de Cuba, y el segundo no determina sitio ni tiempo. Ambos responden
a las dos leyes boschianas del cuento y en esta teoría no es pertinente la determinación del
espacio geográfico o la fecha de la escritura para que un texto tenga valor literario, como lo
prueban los cuentos de ambiente y época hispanoamericana escritos por Bosch, verbigracia
“La muchacha de La Guaira”, “El indio Manuel Sicuri”, “El hombre que lloró”, “La muerte
no se equivoca dos veces”, “Rumbo al puerto de origen”, “La mancha indeleble”, por no
citar otros. Finalmente, el cuento “La bruja” (I, 189) anda cerca de la exigencia boschiana,
pero hay digresiones y desvíos que matan el interés del lector.
El texto de Gustavo Díaz “Dos veces capitán” (I, 73) es una ideología patriótica que cae
perfectamente en la tradición al estilo de Penson o Troncoso de la Concha. Lo mismo se
puede decir de “La cita” (I, 93) de Federico García Godoy. Igualmente, caen en las tradiciones dominicanas los textos de Antonio Hoepelman “Nobleza castellana” (I, 157) y “Honor
trinitario” (I, 171) de Miguel Ángel Jiménez, ideología hispánica el primero e ideología
patriótica el segundo, aunque este último tiene madera de cuento con final sorprendente.
Pero en la teoría boschiana este es un rasgo que puede estar presente o ausente del cuento.
El texto “El general José Pelota” (II, 53), de Miguel Ángel Monclús, y “Cándido Espuela”
(II, 215), de Vigil Díaz, son, al igual que “El general Fico”, de José Ramón López, cuadros
de costumbres de la época montonera o de Concho Primo.
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INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA SECCIÓN  |  Diógenes Céspedes

En cambio, “Las tres tumbas misteriosas” (II, 149), ¿cuento gótico con moraleja sin moral
rígida?, de José Joaquín Pérez, y “Una decepción” (II, 189) y “El proceso a Santín” (II, 196), de
Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, así como “Humorada trágica” (I, 113), de Federico
Henríquez y Carvajal, y “Modus vivendi” (I, 65), de Rafael Damirón, bien escritas, con las
dos leyes boschianas presentes y con los requisitos nolasqueños en acción, son, sin embargo,
tradiciones dominicanas en el mejor sentido.
Los textos de Ramón Emilio Jiménez titulados “La escalera inesperada” (II, 179) y “Duelo
comercial” (II, 183) son perfectos cuadros de costumbres pintorescos y picarescos, llenos de
malicia cibaeña, de gracejo y humor.
En “El sueño del guerrero” (I, 105), del general Máximo Gómez, existe determinación
de sitio y tiempo (Cuba, Cuartel de la Demajagua, junio de 1889) y con una contra-ideología
que recusa la matanza de los indios por Colón y los conquistadores del Nuevo Mundo y
coloca al Almirante en un limbo o purgatorio donde expía sus crímenes, sin posibilidad de
acceder al Paraíso.
Y, finalmente, “Por qué el negro tiene la piel así” (II, 220) es, como su nombre lo indica,
un verdadero cuento de camino, no exento de una ideología legendaria y mítica que no atina
a explicar el racismo en contra de los negros sino por mediación de una fabulación.
c) Visión de hoy
Todos estos textos, sean estampas, anécdotas, cuadro de costumbres o tradiciones han
envejecido con las circunstancias que les dieron origen.
No han envejecido, sin embargo, “Floreo”, de Rijo, “Aquel hospital”, de Díaz Ordóñez,
“Mi traje nuevo”, de Miguel Ángel Jiménez, “El centavo”, de Manuel del Cabral, y “Deleite”,
de Hernández Franco.
Hay que señalar que el envejecimiento no significa que no leamos dichos textos con
curiosidad a fin de saber qué temas prefirieron nuestros escritores y cuáles teorías literarias
e históricas pusieron en juego a finales del siglo XIX y un poco más allá de la mitad del siglo
XX. Son documentos que simbolizan la arqueología del cuento dominicano y sus vicisitudes antes de llegar a las puertas del hecho-tema único y las leyes de la palabra precisa para
describir la acción y la fluencia constante de Bosch.
A pesar de las circunstancias de época, los cuentos que no han envejecido tienen un
valor humano indudable y no han perdido el interés del lector gracias al ritmo que anima
los sentidos y las acciones del hecho-tema único de cada uno de ellos.

J. M. Sanz Lajara5 : El Candado
a) Visión del presentador

Si existen dos temas ideológicos que definen la cuentística de J. M. Sanz Lajara, de acuerdo al
diagnóstico de Manuel Valldeperes y al del propio autor, son el vitalismo y el americanismo.
Esos dos leit-motiv son, por supuesto, conceptos pertenecientes a una teoría literaria:
el nacionalismo literario, el cual surgió primeramente como metáfora política a partir del
movimiento de independencia de las colonias americanas del imperio español y luego como
5
Ciudad Trujillo: Editorial Librería Dominicana, Colección Pensamiento Dominicano n.º 16, 1959, 154pp. Solo
daré para las citas, el número de la página.

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS

concepto literario con Martí, Hostos, Pedro Henríquez Ureña y una legión de escritores, filósofos y críticos literarios. Ese nacionalismo literario tuvo diferentes aplicaciones y resultados
según la especificidad de cada república hispanoamericana.
En el prólogo de Valldeperes al libro de cuentos El candado, el conocido crítico remontaba
al año 1949 la aparición del vitalismo y el americanismo de Sanz Lajara con la publicación
de Cotopaxi, libro de viajes y cuentos “de ambiente americano”6. (I)
Pero Sanz Lajara toma estas nociones literarias de un discurso ajeno, pues en la presentación de su obra afirmó: “Alguien dijo, hablando de la vida (en 1939, DC) que en ella existe
toda plasmación. Añadiremos que la fantasía en literatura está desapareciendo, si no ha
desaparecido ya. Este libro se formó en la vida, con ella y de ella. Los hombres que voy a
presentar cruzaron sus caminos con el mío. Las mujeres pasaron por mi puerta y algunas
–¡benditas sean!– dejaron un beso, una caricia y una que otra lágrima, que sin dolor no hay
sentido del propio destino.” ( (Ibíd.)
La teoría y la práctica son dialécticamente inseparables. Por eso pasaron idénticas de Cotopaxi
a Aconcagua y de estas dos obras a El candado con el nombre de realismo o verismo literario.
Existe quizá un malentendido que es preciso aclarar. Cuando Sanz Lajara dice que la
fantasía está en camino de desaparecer, si no ha desaparecido ya en 1949, en modo alguno
se refiere él a la capacidad de imaginar, fantasear, crear mundos no vistos o que no existen
en la vida real, sino que se refiere a un subgénero entendido como evasión literaria donde
el compromiso del texto en cuestión es el olvido de lo político.
Esa es la característica de la literatura frívola, de ensueño o light. Ni siquiera el cuento
fantástico escapa a lo político, como podía pensarse, pues sus sentidos están orientados al
prevalecimiento de la justicia en contra de los desafueros de los poderosos.
Quede claro, pues, que los cuentos de Sanz Lajara son ficción, no documentos o testimonios históricos. Y las crónicas de viaje, aunque no son cuentos, están salpicadas de ficción,
son más signo que símbolo. Algunos cuentos de Sanz Lajara podrán no tener valor literario,
pero son una invención, no una crónica de viaje. El nudo de sus cuentos radica en la experiencia del otro, de los demás. Ese trabajo artístico de la cotidianidad es lo simbolizado en
los cuentos de El candado. Puede decirse incluso que casi todos los héroes de los cuentos de
esta obra son negros, negras e indios elevados a la categoría de sujetos. Aunque Valldeperes
sí reparó en este detalle, no toda la crítica de la época lo hizo. Si bien lo puramente rural
jerarquizado por la teoría de la novela de la tierra va de paso, en los textos de Sanz Lajara
prima más lo semi-urbano y lo urbano con su constelación de pobres y grupos étnicos olvidados, los cuales constituyen un significante social.
¿Cuál fue la recepción de Valldeperes a los cuentos de El candado en 1959? ¿Con los
términos de la Poesía Sorprendida? Oigamos lo que dice: “El americanismo de este libro
–americanismo con anhelos y angustias para y por el hombre universal– no discrimina:
presenta los hechos con toda su intrínseca e influyente veracidad. Por eso, precisamente,
el hombre de América se reconoce en sus páginas. Se reconoce como colectividad con un
destino común y con la sola ambición de este destino.” (III)
Existen también ideas de época y puntos de contacto con el mesoamericanismo postumista de Moreno Jimenes y con la teoría y la práctica del cuento de Camino real de Juan
6
El prólogo no tiene numeración de página. Le he puesto números romanos para distinguirlo de los números
arábigos de los cuentos.

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INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA SECCIÓN  |  Diógenes Céspedes

Bosch. La vida del hombre o la mujer comunes es el tema por excelencia de los cuentistas
del realismo dominicano. Ser humano y ambiente, según Valldeperes: “Y a descubrir esta
felicidad, después de haber descubierto el hombre y el paisaje americanos –su naturaleza
incitante–, tienden las inquietantes y sutiles páginas de El candado. A descubrir esta felicidad
al través de la vida cotidiana, con todo lo que hay en ella de alegre y de bueno y también
de angustia y sufrimiento.” (Ibíd.)
Los rasgos pertinentes para el nacionalismo literario de Nolasco, Valldeperes y los partidarios de esta teoría son, como se ha visto, el ser humano y el ambiente, es decir, lo nacional,
local o regional, la corrección conveniente, la originalidad como virtud y si universalizada,
mejor. En la teoría de Bosch estos elementos pueden estar presentes o ausentes, pero no definen el valor del cuento, ya que solo el hecho-tema único, la ley de la palabra precisa para
describir la acción y la ley de la fluencia constante constituyen la calidad de un cuento.
Las características literarias de la escritura de Sanz Lajara han sido realzadas por Valldeperes, de la siguiente manera: “estilo impresionista, ágil; descripción clara y precisa; escritor
de temple que sabe descubrir en la actualidad viva lo que hay de legendario en América,
diversidad de tipos y temas americanos captados en un instante de vida, captación de la
sana alegría de vivir, que es la gran esperanza y el gran estímulo del hombre.” (IV)
Refuta Valldeperes la teoría que sostiene que “el cuento literario es la transformación
de la verdad verdadera, al través de una mente apasionada, hasta convertirla en una mentira bella.” (Ibíd.) Para el crítico, Sanz Lajara es original y no se queda “nunca en el interés
puramente descriptivo” y por eso “se mantiene en ese punto intermedio, vital y emotivo
al mismo tiempo, entre el desprecio de los hechos, que conduce a un lirismo estéril, y la
supervaloración de estos, que nos sitúa en el campo estricto del reportaje.” (V)
El crítico literario también consideró que Sanz Lajara fue “un escritor original, de la estirpe
de los grandes de América, porque contempla la vida con afán analítico.” (Ibíd.) Y agrega
además que el autor de El candado “no desarma nunca la estructura interna de la realidad
para narrar los hechos. Tampoco cae en el boceto costumbrista, porque en sus narraciones
hay emoción.” (Ibíd.)
¿Cuáles son los rasgos de los personajes de los cuentos de Sanz Lajara? Valldeperes los
ve de esta manera: “son reales, vivos, arrancados de la desnuda y aleccionadora realidad de
cada día y el autor no los aparta, al darles vida literaria, de esa realidad, de su realidad. Son
seres que no se miran vivir, sino que viven. Sus miradas se vuelven hacia dentro para verse
tal como son, para mostrarse, en la plenitud de su vigencia humana, tal como son.” (Ibíd.)
Otra característica de los personajes de estos cuentos, según el crítico literario, es que
no presentan “el más mínimo atisbo de falsedad.” (V-VI)
Ha encontrado Valldeperes que lo más impresionante de los cuentos de Sanz Lajara no
son los personajes y su existencia real, “sino su vida espiritual, con todo lo que hay en ella
de videncia y de presentimiento, de sugestión de otras vidas. Se trata de un trasunto de lo
individual a lo universal y humano al través del cual trata de descubrir el sentido superior
del hombre como paso seguro hacia la fijación de su destino.” (VI)
Rechaza también el crítico la teoría de una obligada nacionalidad de los temas de la
cuentística de Sanz Lajara. Valldeperes ve solamente en lo textos del autor prologado, “una
necesidad intrínseca de su obra y, por consiguiente, un atributo de esta: la fuerza y la vivencia
del origen. Por eso, a pesar del ámbito americano de los cuentos de Sanz Lajara, la presencia
del dominicano está latente en todos ellos.” (Ibíd.)
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS

b) Visión de cada obra
A casi cincuenta años de la publicación de El candado, los distintos textos que componen
la obra no han perdido su valor de época, excepto quizá “Ñico”, que se asemeja más a la
tradición o a la estampa, si bien su técnica está elaborada con la recomendación boschiana
del personaje central único, aunque las diferentes anécdotas contadas por Ñico a los niños,
incluido el autor José Mariano, vuelto también personaje del cuento, disgregan lo que debe
ser el hecho tema-único, si bien el hilo que sostiene las acciones corre por cuenta del mismo
protagonista, quien es personaje-narrador.
Mantiene la vigencia de los cuentos un humor que, manifestado de varias formas, produce en quien los lee una orientación del sentido en contra de la dominación y la injusticia
que el sistema social y los poderosos ejercen sobre los personajes que pueblan el mundo
americano que Sanz Lajara ha querido reivindicar, incluso en cuentos como “Curiosidad”, el
cual no tiene que ver con un cambio o una crítica a lo social, aunque el personaje femenino
ha experimentado una transformación de su concepción del amor al cambiar un sentimiento
confuso previo entre amor y pasión que la había arrastrado a la infidelidad, a despecho de las
razones valederas que pudo haber tenido a causa de la insatisfacción sexual en que la sumió
su esposo, más interesado en los negocios que en el sexo con amor. Otras son las medidas
por adoptar ante situación parecida, pero los personajes son lo que el texto nos presenta, no
lo que quisiéramos que fueran, según nuestro deseo.
c) Visión de hoy
Pocos han sido los estudios que se han producido en la sociedad dominicana en torno
a los cuentos, o incluso las novelas, de Sanz Lajara. Con excepción de las opiniones convencionales de las antologías y las historias literarias tradicionales, dos son los ensayos, que
sobre este escritor –que vivió casi toda su vida en el extranjero en misión diplomática– han
visto la luz en el país después de su muerte el 20 de junio de 1963 en Madrid7.
Di Pietro ha sido el primero en llamar la atención acerca de la cuentística y la novelística
de Sanz Lajara8 y el estatuto contradictorio entre su vida y sus textos literarios.
La pregunta que se ha formulado Di Pietro es cómo Sanz Lajara, a pesar de escribir cuentos que plantean el problema social de campesinos, obreros y proletarios, no llega nunca a
oponerse a la dictadura de Trujillo. El crítico ha analizado novelas como El príncipe y la comunista y Caonex y concluye en que la primera es una “pornografía política” y la segunda un
“respaldo incondicional a la dictadura de Trujillo.” (Temas, 86) ¿Cuál ha sido la única teoría
literaria que desde los griegos hasta hoy lee las obras literarias como un reflejo de la vida del
autor? Desde los presocráticos, desde Aristóteles y Platón y todos sus epígonos hasta hoy
7
Véase “J. M. Sanz Lajara, su prosa de viajes y sus cuentos”, en Temas de literatura y de cultura dominicana.
Santo Domingo: Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), 1993, pp.79-94. Di Pietro analizó parcialmente
las novelas de Sanz Lajara en el libro citado y a “Caonex, una novela conservadora dominicana”, en Quince ensayos de novelística dominicana. Santo Domingo: Departamento de Publicaciones del Banco Central de la República
Dominicana, 2006, pp.17-40.
8
Cabe realzar que la primera antología de cuentos que incluyó profusamente a Sanz Lajara (con cinco textos) fue
La narrativa yugulada, de Pedro Peix. Santo Domingo: Biblioteca Nacional, 1981, pp.271-287. La de Diógenes Céspedes contiene un solo texto, “Curiosidad”, pero esta antología se fija esa cantidad como límite por cada autor. Santo
Domingo: Editora de Colores, 1996, 1ª ed., y 2ª ed. Santo Domingo: Editora Búho, 2000. Los estudios académicos más
serios hasta ahora son los de Di Pietro y el extenso prólogo titulado “Noticias”, de Andrés L. Mateo, a la edición de
los cuentos de Sanz Lajara publicados en Santo Domingo por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos en 1994. Ambos
autores partieron de lo ya hecho por Manuel Valldeperes en sus dos artículos sobre Sanz Lajara.

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INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA SECCIÓN  |  Diógenes Céspedes

esa ha sido la norma, el método de las poéticas aristotélicas, cuya culminación cierra una
época con Buffon cuando proclamó que el estilo era el hombre. Lo que hicieron después en
los siglos XIX y XX las teorías del arte por el arte, la sociología marxista de la literatura y los
estructuralismos lingüísticos y semióticos fue confirmar el dogma buffoniano.
Pero la poética meschonniciana plantea, desde 1970, que casi nunca la ideología del
escritor es la de su obra. La vida de los escritores está hecha de intereses muy contradictorios, de ideologías y creencias ancestrales que se remontan al seno de la cultura familiar,
las tradiciones repetidas desde la infancia y de las cuales es muy difícil desembarazarse,
sin que importen la inteligencia del escritor y los estudios realizados en prestigiosas universidades.
Pero sea revolucionaria o conservadora, la ideología de un escritor no pasa como biografía
a la obra, pues eso sería producir un reflejo mecánico que identifica y lee las obras artísticas y
literarias como vida del autor. Cuando el escritor tiene conciencia de lo que es la obra como
valor, ¿qué hace? Como su vida y sus opiniones carecen de interés para que figuren en su
obra literaria, él o ella dota, consciente o inconscientemente, a uno o varios personajes o a
estructuras del sistema del texto, de sentidos que se orientan políticamente en contra de las
ideologías o creencias que funcionan como verdades en la sociedad y en la época donde vive
el escritor o escritora.
En este sentido, la poética meschonniciana postula entonces que existe una homogeneidad entre el decir-vivir-escribir del sujeto de la escritura y la obra. El sujeto de la escritura
no es idéntico al autor. El primero es contra-ideología, mientras que el segundo es ideología.
Son escasísimos los casos donde autor y sujeto de la escritura son homogeneidad entre el
decir y el hacer y el vivir-escribir. Talvez José Martí sea un caso único en América.
El siglo XX encumbró el mito de que el hombre era el estilo, es decir, que la obra literaria
se explicaba a través de la vida del autor. Y ese mismo siglo XX acabó con semejante mito. Las
obras anónimas, según ese cliché literario, jamás podrán analizarse, ya que no conocemos a
su autor. Pero sabemos todo lo contrario, que esas obras han sido muy bien analizadas.
En este contexto tiene sentido la respuesta que busca Di Pietro al analizar “Hormiguitas”,
ese cuento de El candado que el crítico lee simbólicamente como un sentido político orientado
en contra de la dictadura de Trujillo. Pero no es Sanz Lajara como diplomático al servicio de
la dictadura quien es antitrujillista. Esto no se produce en toda su vida. Sus variados intereses
no se lo permitían. Entonces, él, como escritor, consciente o inconscientemente, estructura
dos instancias que en el cuento “Hormiguitas” simbolizan esa crítica en contra del sistema:
a) el personaje del idiota, y b) la estructura del narrador, quien, en el sistema de la obra,
distribuye en el discurso literario la crítica a las ideologías de época que el régimen encarna. Tales ideologías son analizadas casi en su totalidad por Di Pietro y Mateo, aunque este
último manifieste en poco de recelo con respecto al método utilizado por el primero. Mateo
dice entender la propuesta de lectura de Di Pietro, y “aunque sigue siendo una propuesta”
o tesis, “parecería arriesgado asumir[la]. (“Noticias”, 29)
Lo que produce la duda en Mateo es la doblez que Di Pietro imprime al personaje del
idiota, el cual encarna la parte rebelde de Sanz Lajara como intelectual consciente de lo que
sucedía durante la dictadura, mientras que el coronel encarna al Sanz Lajara diplomático,
conservador, trujillista y ex miembro del Capítulo de la Falange en Santo Domingo.
Esta es la tesis estilística que lee la obra literaria como reflejo de la vida del autor. En la
poética se examina cómo está orientada la política del sentido que el ritmo ha organizado
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS

en el discurso literario, pero a partir de instancias o estructuras del sistema semántico
de la obra, no con conceptos prefabricados ad-hoc por otros discursos que no tienen nada
que ver con la especificidad de lo literario, como es el de la biografía del autor. El resultado
obtenido con el uso de conceptos extraños a la especificidad de la obra literaria es, como
lectura, un determinismo político, histórico, social o biográfico que no pasa de ser una metáfora improductiva.
Los cuentos de Sanz Lajara son una mezcla de hechos-temas únicos extraídos de tres
canteras: a) la vida campesina, b) la vida de los indios y negros de los países latinoamericanos, y c) la vida semi-urbana o urbana de esos mismos países. La trashumancia como
diplomático es la responsable de que Sanz Lajara, hombre extremadamente conservador,
se volcara, aunque de manera paternalista a veces, a valorar desde su cuentística, la vida
de la gente humilde. ¿Por qué eligió a los humildes si él provenía de la pequeña burguesía
alta, de sangre española y enquistada con el trujillismo a través de Peña Batlle, cuya esposa,
Carmen Defilló Sanz, era prima de José Mariano Sanz Lajara?9
En esto también el responsable, con la teoría y la práctica en acción, fue Juan Bosch,
quien en 1933 les dejó Camino real como herencia a los escritores que surgieron después de su
salida al exilio en 1938. La tesis de Bosch acerca del arte de escribir cuentos está implícita en
Camino real, pero comenzó a hacerse más explícita en las notas de presentación que escribía
para el Listín Dominical10 y finalmente el bosquejo en la revista Bohemia, de La Habana, de lo
que habría de ser en 1958 el ensayo “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”, publicado
en la revista Shell, de Caracas11 y reproducido en varios libros, revistas y antologías dominicanas y extranjeras y desde 1964 en Cuentos escritos en el exilio (Santo Domingo: Colección
Pensamiento Dominicano n.o 23).
Esta es la herencia teórico-práctica de Bosch a los cuentistas de su país y desde su salida
a Puerto Rico en 1938, él se preocupó por que sus mejores textos llegaran a manos de dichos
intelectuales, ya fuera por mediación de sus amigos Mario Sánchez Guzmán o de sus colegas
escritores Emilio Rodríguez Demorizi, Héctor Incháustegui Cabral, Ramón Marrero Aristy
y otros, así como a través de viajeros ocasionales de extrema confianza y discreción. Por eso
Sanz Lajara, Hilma Contreras, José Rijo, Lacay Polanco, Virgilio Díaz Ordónez12 y otros se
beneficiaron de las ideas claras de Bosch acerca de cómo escribir cuentos y, sin duda, influyó
decididamente en todos ellos y de todos fue amigo, relación que incrementó a su llegada
al país en octubre de 1961.
De igual manera, decisiva fue también su influencia en los cuentistas y novelistas surgidos después de la caída de la dictadura, pero esta influencia se atenuó un poco después de la
irrupción del boom latinoamericano.
9
El dato de los lazos familiares con la familia Peña Batlle-Defilló Sanz lo confirma Manuel Núñez en su libro Peña
Batlle en la era de Trujillo. Santo Domingo: Letra Gráfica, 2007, p.20.
10
En la carta dirigida a Silvia Hilcon (seudónimo de Hilma Contreras), de fecha 8 de marzo de 1937, están esbozados
los grandes temas de la teoría del cuento de Bosch, tal como los conocemos hoy. Véase la carta en Hilma Contreras:
La carnada. Cuentos. Santo Domingo: Editorial Letra Gráfica, 2007, pp.4-5. Para los escritos teóricos de La Habana que
prefiguran el ensayo “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”, véase su conferencia titulada “Características del
cuento”, publicada en Mirador Literario. La Habana, julio de 1944, pp.6-9, reproducida en el libro de Guillermo Piña
Contreras titulado Juan Bosch: imagen, trayectoria y escritura. Imágenes de una vida. Santo Domingo: Comisión Permanente
de la Feria del Libro, t. I. pp.63-68.
11
Año IX n.º 37, diciembre de 1960, pp.44-49.
12
Hay que acotar que Bosch también fue amigo de Virgilio Díaz Grullón, hijo de Díaz Ordóñez, también buen
cuentista que recibió la influencia boschiana, tal como él mismo lo confesaba a menudo y como se advierte en sus
obras Crónicas de Altocerro, Un día cualquiera y Más allá del espejo.

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INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA SECCIÓN  |  Diógenes Céspedes

Para cerrar este excurso, creo que El candado, con su cuento que da títulado al libro,
así como “El otro”, “Hormiguitas”, “El milagro”, y el último titulado “Curiosidad”, cuya
influencia es patente en “El gato”, de Armando Almánzar Rodríguez, donde el felino y Ernesto simbolizan el gato, mientras que el perro simboliza al esperado amante innominado
de “Curiosidad”; y, el ratón, a la amante asesinada.
En el texto de Sanz Lajara, la amante se transforma en un sujeto femenino, mientras
que en el de Almánzar Rodríguez la mujer es una víctima de su pareja, Ernesto, quien
la asesina al regresar a su hogar luego de pasar un rato donde su amante Julián. Este
asesinato simboliza en “El gato” un castigo a ese tipo de relación amorosa, condenado
también por los Códigos Penales, mientras que en Sanz Lajara dicha relación simboliza
la libertad y el fin de la moral convencional sobre el adulterio. Es decir, que en Almánzar Rodríguez no existe ni siquiera lo que Nolasco llama, como atributo del cuento, una
moraleja sin moral rígida, mientras que en “Curiosidad” los sentidos están orientados
políticamente a la ausencia total de castigo moral. En uno ideología, en el otro contraideología.

Juan Bosch: Cuentos escritos en el exilio
a) Visión del presentador

Los antecedentes teóricos de “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos” que figuran
como prólogo o introducción a Cuentos escritos en el exilio13 son la carta a Silvia Hilcon14 (seudónimo de Hilma Contreras) que figura en su libro de cuentos La carnada y la conferencia
“Características del cuento”15, dictada por Juan Bosch en 1944 en la Institución Hispanocubana de Cultura16.
Esos mismos “Apuntes…” son los que figuran como visión del presentador17 de los
cuentos que integran los dos tomos de Cuentos escritos en el exilio y Más cuentos escritos en el
exilio marcados con los números 23 y 32 de la Colección Pensamiento Dominicano publicados
en 1962 y 1964, respectivamente.
En los “Apuntes…” existen pocas referencias de Juan Bosch a los cuentos de estos dos
volúmenes. La mayoría de las referencias a estos y otros cuentos, escritos o no en el exilio,
figuran en entrevistas posteriores concedidas a los medios.
Las dos referencias más famosas son las que Bosch asumió cuando dijo que su dominio de
la técnica del cuento se consumó con la escritura de “El río y su enemigo” y que consideraba
13
Santo Domingo: Julio D. Postigo e hijos, Editores, Colección Pensamiento Dominicano n.º 23, 1964. Fue publicado
en forma de folleto en la revista Shell, IX n.º 37, diciembre de 1960, Caracas, como ya se dijo.
14
En La carnada. Cuentos, bibliografía ya citada.
15
Publicada en Mirador Literario, La Habana, julio de 1944.
16
En Guillermo Piña Contreras, bibliografía ya citada.
17
Existe una Nota de los Editores que sirve, más que de presentación, de advertencia a los lectores y, de ninguna
manera, aunque contiene opiniones sobre los cuentos y los apuntes, puede ser considerada, en este contexto, como
un estudio. Dice así: “Los cuentos del presente volumen no fueron seleccionados ni por el autor ni por los Editores. Se
reunieron los que estaban más a la mano, entre los originales de Bosch, antes de que él pudiera reorganizar su archivo
a su vuelta a la República Dominicana. […] Los editores recomiendan muy especialmente a los lectores interesados
la introducción del libro que aparece bajo el título de “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”, pues en esa materia
hay muy poco escrito en lengua española, e incluso lo que sobre el arte del cuento, considerado el más difícil de los
géneros literarios, se ha publicado en otros idiomas como material de texto para Escuelas Superiores y Universidades,
es generalmente incompleto. Creemos que este trabajo de Juan Bosch es el más amplio producido por un escritor
profesional de cuentos de todos los que se han publicado hasta ahora.”

29
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS

que los textos que figuran en su libro Camino real, aunque aceptables, no tenían todavía la
maestría de los que escribió en el exilio.
Acaso tenga razón y los únicos cuentos que se salvan de Camino real sean “La mujer” y “Dos
pesos de agua”, tan llevado y traído el primero por el realismo cuya ideología hace previsible el
mecanismo de la escritura, y menor en el segundo cuento debido al trabajo de lo fantástico. Si se
los compara con “La mancha indeleble”, “La Nochebuena de Encarnación Mendoza”, “El indio
Manuel Sicuri”, “El hombre que lloró”, “Los amos” y “Luis Pie”, la apuesta política del sentido
de estos textos de Cuentos escritos en el exilio es de transformación de las ideologías mayores de la
sociedad dominicana y latinoamericana de la época: la crítica al partido único que es inseparable
de cualquier dictadura de derechas o de izquierdas, en “La mancha…”; la crítica a la jerarquía
militar y su espíritu corporativo en dictadura o democracia, en “La Nochebuena…”; la crítica a
la justicia de los seres humanos prevista por los códigos en oposición al derecho natural donde
las ofensas al honor se lavan con sangre, en “El indio…”; la crítica al racismo de los dominicanos en contra de los haitianos a causa de la enajenación ideológica, en “Luis Pie”; la crítica a la
ética del deber y el sacrificio por la revolución opuestos a los valores del amor filial y familiar,
en “El hombre que lloró” y, finalmente, en “Los amos”, la crítica a la explotación despiadada
al campesino dominicano por parte de los terratenientes precapitalistas.
Pero este excurso lo empalmo con los “Apuntes…”, lugar teórico donde todo lector de
los cuentos de Bosch debe volver si desea constatar por sí mismo si la práctica de la escritura
iguala y, luego, sobrepuja las ideas contenidas en el referido ensayo.
En tres nudos de los “Apuntes…” debe concentrarse el lector de los cuentos boschianos
para saber si estos responden al rigor implacable de la técnica: a) la ineludible ley de la
fluencia constante, b) la ley ineludible de la palabra precisa para describir la acción, y c) el
ineludible hecho-tema único.
La primera ley, de la fluencia constante, consiste en que “la acción no puede detenerse
jamás; tiene que correr con libertad en el cauce que le haya fijado el cuentista, dirigiéndose
sin cesar al fin que persigue el autor; debe correr sin obstáculos y sin meandros; debe moverse al ritmo que imponga el tema –más lento, más vivaz– pero moverse siempre. La acción
puede ser objetiva o subjetiva, externa o interna, física o psicológica; puede incluso ocultar
el hecho que sirve de tema si el cuentista desea sorprendernos con un final inesperado. Pero
no puede detenerse.” (1962: 31)
“La segunda ley –dice Bosch– se infiere de lo que acabamos de decir y puede expresarse
así: el cuentista debe usar solo las palabras indispensables para expresar acción. […] La palabra
puede exponer la acción, pero no puede suplantarla. Miles de frases son incapaces de decir tanto
como una acción. En el cuento, la frase justa y necesaria es la que dé paso a la acción, en el estado
mayor de pureza que pueda ser compatible con la tarea de expresarla a través de palabras y
con la manera peculiar que tenga cada cuentista de usar su propio léxico.” (1962: 32)
Un rodeo antes de pasar al hecho-tema único, el cual es, junto a las dos leyes definidas
más arriba, una de las tres características esenciales, necesarias, para quien desee dominar la
técnica del cuento concebido como lenguaje (=tema), acción (=ritmo y economía lingüística o
las palabras indispensables para describir la acción). El resto son los detalles o las variantes
combinatorias asociadas a las tres características.
Los detalles más importantes confluyen y están subordinadas al hecho-tema único y
las dos leyes del cuento. Por ejemplo, la definición del cuento: “un cuento es el relato de un
hecho que tiene indudable importancia.” (1962: 7)
30
INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA SECCIÓN  |  Diógenes Céspedes

Si el meollo del suceso o hecho carece de importancia, estamos en presencia de “un cuadro, una escena, una estampa, pero no de un cuento.” (Ibíd.) Según Bosch, “la importancia no
quiere decir novedad, caso insólito, acaecimiento singular” (Ibíd.), sino que la importancia
radica en que el hecho es de indudable valor humano o humanizado.
La técnica es el ritmo y el ritmo es la técnica y esta consiste en “mantener vivo el interés del
lector y por tanto sostener sin caídas la tensión, la fuerza interior con que el suceso va produciéndose. El final sorprendente no es una condición imprescindible en el buen cuento.” (1962: 10)
La técnica exige que si hay descripción, esta debe ser muy breve y debe poner de inmediato al protagonista en acción, física o psicológica (1962: 11) ¿Cómo evitar que el lector
se canse o se aburra? Bosch señala que hay que colocar el principio a poca “distancia del
meollo mismo del cuento”. (Ibíd.)
Al citar a Quiroga, Bosch dice que “un cuento es una flecha disparada hacia un blanco”. (Ibíd.) Lo de la flecha, el aviador o el tigre que nunca se desvían de su objetivo son las
metáforas con que Bosch define el cuento como unidad de un hecho-tema único y sus dos
leyes ineludibles, todo lo cual significa que hay que saber comenzar y terminar un cuento,
integrar al lector, atraparle y no soltarle: “comenzar bien un cuento y llevarlo hacia su final
sin una digresión, sin una debilidad, sin un desvío: he ahí en pocas palabras el núcleo de la
técnica del cuento.” (1962: 12)
De detalle es esconder o no al lector el hecho-tema único, pero el buen cuentista lo hace con
sucesos secundarios subordinados a dicho hecho-tema, con palabras o ideas ajenas al hecho
tema o “el cuentista esconde el hecho a la atención del lector” (1962: 16) y “lo va sustrayendo
frase a frase de la visión de quien lee, pero lo mantiene presente en el fondo de la narración y
no lo muestra sino sorpresivamente en las cinco a seis palabras finales del cuento.” (Ibíd.)
Para Bosch es menos importante un final sorprendente en el cuento que el “mantener
en avance continuo la marcha que lo lleva del punto de partida al hecho que ha escogido
como tema.” (Ibíd.)
Cuando el cuentista escoge este tipo de técnica de ocultamiento del hecho, a lo cual se
prestan todos los temas, tal procedimiento consiste, en quien domina la técnica, en llevar
“al lector hacia ese hecho que ha escogido como tema; y que debe llevarlo sin decirle en qué
consiste el hecho. En ocasiones resulta útil desviar la atención del lector haciéndole creer,
mediante una frase discreta, que el hecho es otro.” (1962: 17)
La literatura de enredo, sobre todo en la comedia y el teatro, es especialista en ocultar el
hecho-tema, pero en el cuento el desvío no puede ser tan brusco que el lector pierda el interés y
se canse o se sienta descaminado y confundido: “El cuento debe ser presentado al lector como
un fruto de numerosas cáscaras que van siendo desprendidas a los ojos de un niño goloso.” (Ibíd.)
Un hecho tiene varios ángulos, vertientes o perspectivas. Según Bosch, el buen cuentista
“tiene que estudiar el hecho para saber cuál de sus ángulos servirá para un cuento.” (1962: 19)
El hecho que da el tema deber ser “humano o por lo menos humanizado” y debe responder
a valores universales positivos o negativos. (1962: 18)
Otro detalle importante, según Bosch, es el que marca la diferencia entre novela y cuento:
“en la novela la acción está determinada por los caracteres de sus protagonistas, en el cuento
el tema es la acción.” (1962: 21) Esto determina, a juicio de Bosch, que “los personajes de
una novela pueden dedicar diez minutos a hablar de un cuadro que no tiene función en la
trama de la novela: en el cuento no debe mencionarse siquiera un cuadro si él no es parte
importante en el curso de la acción.” (Ibíd.)
31
COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS

El lector y el tema del cuento están indisolublemente unidos. Son un significante y un
significado, el anverso y el reverso de una hoja de papel. Si se corta la hoja, los dos componentes del texto –lector y tema– sufren la misma cortadura: “el lector y el tema tienen un
mismo corazón. Se dispara a uno para herir al otro.” (1962: 22)
En cuanto a las nociones trabajadas por Bosch en la tercera parte de sus “Apuntes…” (estilo
como “el modo, la forma, la manera particular de hacer algo”), su concepto de la lengua como
instrumento (1962: 23), su idea acerca del tema y la forma, su unidad indisoluble en música,
pero no en la escritura (1962: 25), su creencia de que “en el cuento el tema importa más que
en la novela”, son deudoras de la estilística dualista propia de las poéticas aristotélicas y de
las cuales jamás saldría bien librado18, salvo en asuntos de intuiciones de escritor como la de
que “el cuento es el relato de un hecho, uno solo, y ese hecho –que es el tema– tiene que ser
importante, debe tener importancia por sí mismo, no por la manera de presentarlo.” (Ibíd.)
El hecho es importante porque debe ser humano o humanizado y tiene categoría universal. El hecho es el tema y el tema es el hecho es un axioma que significa, en el método
boschiano, una unidad indisoluble, es decir, una unidad dialéctica. Entendida la dialéctica
como la contradicción indefinida, sin posibilidad de solución.
b) Visión de cada obra
La visión que tengo de los “Apuntes…” y de los cuentos incluidos en este volumen, y
el de la crítica de mi generación, así como el juicio es, con respecto a la teoría, que esta será
siempre una ayuda indispensable para los que se inician en la escritura del “género” cuento.
Por lo menos, del cuento conocido y practicado hasta la época de Juan Bosch, es decir, el
llamado cuento tradicional.
¿A qué se llama cuento no tradicional? Al que ha cuestionado los fundamentos esbozados por Poe, Quiroga, Alone, Chéjov y sistematizado por Bosch: el del hecho-tema único
que obedece a las dos leyes ineludibles: la fluencia constante y la palabra imprescindible
para describir la acción.
Todos los cuentos de este volumen responden de manera irrestricta y rigurosa a esas tres
características del cuento esbozadas por Bosch y él se aventura, en muchos de estos, luego
de dominar el “género”, a navegar o crear todos los ardides y trampas que el buen cuentista
avezado lanza al lector para esconderle el hecho y atraparle en su interés.
Por supuesto, unos cuentos más que otros responden cabalmente al dominio de la
técnica –teoría y práctica en acción– contenida en los “Apuntes…”. Por ejemplo, pienso
en “La mancha indeleble”, “La Nochebuena de Encarnación Mendoza”, “El indio Manuel
Sicuri”, “El hombre que lloró”, “Luis Pie”, “Los amos”, “Rumbo al puerto de origen”. En la
medida en que la forma-tema del cuento se inscribe en el realismo puro, como “Los amos”
o “Victoriano Segura”, las estructuras del sistema de los textos boschianos halan el sentido
hacia soluciones morales binarias donde triunfa la fuerza del bien y se cumple el rasgo que
Nolasco señala como “moraleja sin moral rígida”.
En otros, como en “Los amos” no hay, de parte del sujeto de la escritura, condena moral en contra de don Pío, sino que se deja al lector, a quien se le ha presentado la acción, la
posibilidad de orientar él mismo el sentido en contra de lo injusto del patrón.
18
Para la crítica y una valoración de las nociones y creencias literarias de Bosch en estos apuntes, véase mi libro
Lenguaje y poesía en Santo Domingo en el siglo XX. Santo Domingo: Editora de la Universidad Autónoma de Santo
Domingo, 1985, pp.198-210.

32
INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA SECCIÓN  |  Diógenes Céspedes

Pero aquí habría que escrutar el juicio de un lector que sea finquero y tenga la misma
ideología precapitalista y los mismos intereses de don Pío para constatar si el cuento suscita
el mismo espíritu de indignación y revuelta que en un proletario campesino o en un pequeño
burgués revolucionario.
c) Visión de hoy
La dimensión nacional del liderato político ejercido por Juan Bosch desde octubre de
1961 hasta su muerte en 2001 opacó, en el ámbito histórico y social, su dimensión de escritor
y teórico de la literatura.
Dentro de 50 ó 100 años, cuando las pasiones o el fanatismo de quienes él animó desde
1940 hasta la hora de su muerte hayan desaparecido del escenario de la República Dominicana, no es principalmente por su condición de político que Juan Bosch será recordado,
sino eternamente por su carrera de escritor, al lado de sus grandes cuentos, su novela La
Mañosa y su teoría del cuento.
Su magisterio en la política y su efímero paso por el poder merecerán, dentro de 50 ó
100 años, la misma cantidad de páginas que un historiador dedica hoy en un manual de
historia dominicana al gobierno de Ulises Francisco Espaillat o en Venezuela al período de
Rómulo Gallegos. Los proyectos políticos de los tres intelectuales no cuajaron, no porque
estuvieron muy adelantados a su época, como sugeriría cualquier racionalismo historicista,
sino debido a los intereses que afectó el simple conocimiento de la catadura ética y moral
de los tres presidentes.
Lo político tiene un peso extraordinario, en la hora actual, para juzgar a Bosch desde
esa tribuna y él mismo impuso ese ucase al declarar, siempre que se presentaba la ocasión,
que había decidido abandonar la literatura desde el momento en que abrazó para siempre
la política.
De modo que en los dos partidos que fundó y que llegaron a ejercer el poder político
del país, el primado de lo político ahogó lo literario y esta última práctica fue siempre vista
como un complemento instrumental del líder político.
Por supuesto, eso mismo ocurrió con Balaguer cuando al contrario de Bosch, que la
abrazó para defender ideales en contra del patrimonialismo y el clientelismo, el hombre
de Navarrete decidió, para resolver problemas económicos de su familia empobrecida por
la crisis de 1922 al 29, abrazar la política al lado de Trujillo y abandonar la literatura. Para
Balaguer la literatura fue siempre un adorno instrumental que prestigiaba al político y le
daba un aire de intelectual culto. Este mito es una herencia del siglo XIX, sobre todo a partir
del romanticismo y luego con el modernismo.
La prueba de que este mito no funciona para los escritores de oficio es que allí donde
los intelectuales o los escritores han gobernado, han dejado intacto, o lo han reforzado, el
patrimonialismo y el clientelismo, las dos plagas que han impedido en Hispanoamérica la
fundación de verdaderos Estados nacionales como los surgidos en Europa y América del
Norte con los Estados Unidos y Canadá entre el siglo XVIII y el XIX.
Tal como veo hoy el valor de las obras literarias de Bosch, es esta situación la que me lleva
a considerar que será la literatura la que terminará imponiéndose como el rasgo distintivo de
la personalidad de Juan Bosch. Sus obras teóricas, hijas del contexto y la cultura de su época,
caducarán cuando las condiciones sociales que denunció hayan desaparecido. En cambio,
sus grandes cuentos de valor literario hablarán por él eternamente.
33
Cuentos
No. 12

sócrates nolasco

No. 13

el cuento en santo domingo
selección antológica
–Tomos I y II–
Cuentos
Tomo I

aparición y evolución del cuento
en santo domingo
Noticias Preliminares

Cuando la cultura medieval se iluminaba con los albores del renacimiento embarcó en España
y llegó el cuento antiguo a Santo Domingo, en donde lo conservaron sin esenciales alteraciones.
En El Conde Lucanor vino además el cuento correcto; y siguiendo los ejemplos del precavido
y atildado don Juan Manuel, las Antillas pudieron producir cuentistas siglos antes de que
el cuento y la leyenda se imprimieran en los países del continente americano. Pero si alguno
de nuestros hombres de letra, pertenecientes a los siglos anteriores al XIX, se entretuvo en
un género que pasó a ser por mucho tiempo desestimado, carecemos de testimonio.
Aquel modelo de “cuento universal”, de enseñanza y moraleja sin moral rígida, fácilmente traslaticio, sin sitio determinado ni sabor regional, ni juego descriptivo de una realidad
impresionante, tan pronto se formaron nuestras ciudades abandonó el vecindario urbano, y
antes que el romance, la décima y la copla, se refugió entre aldeanos logrando perdurar con
variantes adquiridas, y bautizado con el pintoresco apelativo de cuento de camino, familiar
y repetido para entretenimiento en las veladas nocturnas.1
La aparición del cuento moderno fue en América un fenómeno tardío y de expresión
vacilante; y a pesar de Santo Domingo ser primero entre las sociedades del Nuevo Mundo,
durante años aparecimos siendo de los rezagados en el cultivo de una expresión artística
tan interesante.
Ningún lector ignora que el señorío de las artes y su irradiante influjo, ni tienen patria
ni residencia fijas: son veleidosos y las naciones alternan en la principalía. Autores y lectores cambian de gusto, y no fue raro que a fines del siglo XIX el lector dominicano, vástago
desprendido del solar materno y sin frecuentes relaciones, no continuara viendo el cuento
español como arquetipo del género, cuando los mismos peninsulares, de espaldas al caudal
propio, pasaban a ser imitadores de los franceses. Si el florilegio de cuentos clásicos españoles,
escogidos con exigente y depurado gusto en 1890 por don Antonio Paz y Meliá, no bastó
para detener a los noveleros de allá, menos podía surtir efecto en el continente americano
y en Santo Domingo, donde lo leerían muy pocos o no se le conocía.
No parece reacción de pensamiento llegar a la conclusión de que no era indispensable
esperar a que en Francia fructificara la escuela naturalista para que aprendiéramos a fijar
en el marco del cuento artístico lo esencial de la vida circunstante. Modelos sobresalientes
para el estudio y la pintura de tipos, ofrecía la picaresca, y para entenderlo así bastaba con
fijarse en Rinconete y Cortadillo, de Cervantes. Pero el cuento francés moderno, esquema o
trasunto de aspectos de una sociedad de viejo refinamiento, se puso de moda, facilitando
su lectura entre nosotros la colección traducida por el francófilo Enrique Gómez Carrillo.
Alfonse Daudet y Guy de Maupassant acabaron siendo los favoritos. Importadas sus obras
y entregadas a la comprensión de un medio social todavía precario, de pronto no parece que
estábamos preparados para aprovechar su incitación a fijar en dimensiones breves el calor
humano y los rasgos distintivos, locales, que lejos de restar interés universalizan.
En la página final del 2º tomo, se incluye un ejemplar de Cuento de Camino, o folklórico.

1

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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS

Los críticos no han tenido oportunidad de decir que aquel modelo exótico produjo en
nuestro país engendros endebles, numerosos y afectados. Asombra que sin vocación ni
necesidad tantas personas honorables se dieran a producir tan pobres frutos. Abogados,
notarios, comerciantes, honestas señoritas y señoras, compitiendo por ser cuentistas llenaban
La Revista Ilustrada de Miguel Ángel Garrido2 –1898-1900– creyendo seguir el dechado de
Francia. Pararon de repente sorprendidos por los cuentos de dos maestros del modernismo:
Manuel Díaz Rodríguez y Rubén Darío; maestros que se entretenían y regodeaban jugando
con el matiz, con los primores de forma, y que por la misma pulcritud del apurado estilo
en vez de animar trataban el posible impulso. Todavía hoy, leídos con el respeto debido, los
cuentos de Darío y Díaz Rodríguez pierden la gracia de productos de escritorio.
A continuación de Maupassant y Daudet vinieron obras de León Tolstoy, Máximo Gorki,
Leónidas Andreyev, Antón Chéjov, observadores de un mundo remoto y desconocido.
¿Quiénes y cuándo le dieron realidad precisa al cuento en la República Dominicana?
Los cuentistas que sobresalieron a fines del siglo XIX y a principio del XX fueron
Virginia Elena Ortea, José Ramón López, Augusto Franco Bidó, Fabio F. Fiallo, Rafael J.
Castillo, Rafael Deligne, Federico García Godoy, Ulises Heureaux hijo, ocasionalmente
don Federico Henríquez y Carvajal, y abundaron otros de significación menor. La primera, culta relatora de sobrio, claro y animado estilo, en su más acabada producción
personificó el mito heleno de Perséfone (Los Diamantes de Plutón) y sin determinar sitio ni
tiempo, tendió un puente entre el cuento moderno y el antiguo. Lo más importante de ese
ejemplar, que aparece en todos los propósitos de selección antológica realizados hasta la
Colección Trujillo, así como En Tu Glorieta (primer premio de certamen celebrado el 27 de
febrero de 1899) sigue siendo la personalidad de la escritora. El segundo, José R. López,
miró hacia adentro tratando de enfocar lo genuinamente nuestro, aunque con desenfado
notorio olvidó a menudo la corrección conveniente, y burlando la guardarraya entre lo
suyo y lo ajeno, igual que varios autores antiguos no creyó que la originalidad era virtud
y a ratos se sintió heredero de don Juan Manuel. Con regocijada ligereza confundió más
de una vez la anécdota con el cuento y no se percibe a simple vista si al contar consiguió
todo lo que se propuso. De su producción literaria suelen encomiar El Loco, “laureado
en certamen con accésit al primer premio de prosa”. A pesar de la acción flaca, la carencia de realidad del personaje único y el olvido de lugar y ambiente, la tentativa podría
aceptarse siquiera como cuento antiguo, si interesara. Al escribir El General Fico realizó
José Ramón López, su esfuerzo más apreciable: trazó con brío y le dio realidad local a
un rústico mandatario de carne y hueso, a quien hizo al fin morir en improvisada forma.
Del conjunto de sus Cuentos Puertoplateños no están ausentes los rasgos característicos y
la naturalidad y gracia corrientes, aunque dispersos en diferentes unidades. Que el autor
fue un buen periodista, afirman. Acaso la facilidad adquirida en el ejercicio del periodismo se sobrepusiera, como enemiga, a las cualidades exigentes del cuentista. Pero es
oportuno reconocer que con José Ramón López la literatura cuentística se inclinó hacia las
costumbres campesinas nuestras. A pesar de sus defectos abundantes, los dominicanos
le deben agradecer a López que en El General Fico se asomara a ver una fisonomía, en su
tiempo intacta, de lo criollo.
2
“Cuentistas” y asiduos colaboradores de La Revista Ilustrada fueron Alberto Arredondo Miura, Luis A. Bermúdez,
Andrés Freites, Rafael O. Galván, Esteban Buñols, Jacinto de Castro, Jacinto B. Peynado, Luis Garrido, Amalia Freites,
Amelia Francasci, Luisa O. Pellerano, E. Prud’Homme, Rafael Justino Castillo, etc., etc.

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SÓCRATES NOLASCO  |  EL CUENTO EN SANTO DOMINGO – TOMO I

Preciso y cuidadoso de las dimensiones, elegante y casi siempre correcto en el estilo,
Fabio Federico Fiallo se evadía de la realidad presente para darle vuelo a su imaginación
de poeta lírico a la hora de escribir cuentos. A uno de los más interesantes por el feliz
desarrollo le encontró escenario en la Rusia de los Zares, totalmente desconocida de él
y de los demás dominicanos. Discurre la acción de otros en ámbitos indeterminados,
vagos; pero nunca en Santo Domingo. El Príncipe del Mar, cuento de fantasía delicadísima,
prueba que en cualquiera modalidad se logran triunfos, cuando se tiene el don de escritor
que era natural en Fiallo. Difundió sobre esta obra un hálito de simpatía tan sugestiva que
hará siempre agradable su lectura. Fabio F. Fiallo fue amigo personal de Díaz Rodríguez y
Rubén Darío. Conoció sus cuentos; pero se mantuvo romántico y libre del avasallamiento
de ambos.
Don Federico Henríquez y Carvajal escribió seis cuentos en veinte y nueve años: en
1895 Un Rey Destronado y Dualidad de Amor en 1924. Seis cuentos en tan largo tiempo dan
testimonio suficiente para convencer de que el venerado maestro y periodista, aunque no
desdeñó el género, se entretuvo en él sólo en momentos circunstanciales.
Sorprenderá que en el presente volumen figure Máximo Gómez entre escritores con un
cuento legendario. A uno de los que primero se atrevieron a mirar sin desdén esa forma
literaria, porque fuera ante todo hombre de armas y no vislumbrara la importancia que el
cuento alcanzaría en su patria después de cincuenta y ocho años de haber escrito, no se le
debe excluir de una recopilación intentada sin rigor de florilegio.
El Sueño del Guerrero es página de campamento bosquejada en tregua nocturna (1898). El
viejo posó ahí la garra y marcó su huella. Del moribundo romanticismo puso lo desmesurado
y el escrutar mirando atrás; del guerrero mandón la osadía con que Simón Bolívar dialoga
todavía con el dios de Colombia sobre el Chimborazo. ¿Capricho? Oleaje de pesimismo,
quizás, en humanísimo señor endurecido en sucesivas guerras. El último Quijote combate
por cerrar la independencia del Nuevo Mundo. Abarca y pondera la suma de sacrificios a
raíz de Martí y Maceo morir y, ensombrecido por el vaticinio de “la posible ingratitud de
los hombres”, como premio, la mano fatigada se le cae sobre la pluma. Escudriña. Encarna
en Cristóbal Colón el afán de los descubridores, la saña y los trabajos imponderables de los
exploradores y conquistadores y finalmente de los libertadores, para, en resumen, beneficiarios extraños y de hostilidad disimulada.
Cuando los críticos dominicanos rescaten nuestros valores literarios que ruedan dispersos
en tierra ajena, ocupará Máximo Gómez el sitial de escritor que le corresponde. El crítico
Juan Jerez Villarreal, de orgulloso abolengo dominicano, apuntó en Cuba irónicamente:
—¡Y el viejo tuvo coqueteos literarios!… Fíjense: con menos desagrado hubiese tolerado
él que le criticaran su estrategia que los frutos de su pluma”.
¡Y qué coqueteos! La descripción de la Batalla de Mal Tiempo no ha sido superada en la
épica antillana. Su relato de las andanzas y muerte de José Maceo tiene más valor de vida
y emociona más que una de las Vidas Paralelas de Plutarco. En su pésame a María Cabrales
late tan profunda angustia que su lectura emocionará mientras el dolor exista. Pero tratar
de Gómez escritor ahora es salirse del marco destinado sólo a las noticias y apuntes que
anteceden a la evolución del cuento en Santo Domingo, que autoriza la Colección Pensamiento
Dominicano.
El publicista Manuel de Jesús Troncoso de la Concha puso a un lado momentáneamente
la leyenda, cultivada por él con pericia y jovial espíritu, para concurrir en 1909 a un certamen
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COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS

y ganar el primer premio con Una Decepción. Por aquel triunfo figura como uno de los primeros cultores del cuento moderno en la República Dominicana. Puntualizó el momento
definitivo en que se deja atrás la creación carente de realidad humana.
Con medalla de oro le premiarona a Gustavo A. Díaz (1910) Dos veces Capitán, cuento
de atisbos psicológicos, conflictivos, en que el autor redime a un seguidor del Gral. Pedro
Santana en los azares de “la anexión” o eclipse de la soberanía dominicana. En el feliz ensayo,
aunque el fondo histórico del motivo hace olvidar el ambiente de la manigua, se evidencian
en su autor cualidades literarias postergadas desde entonces, o completamente desvanecidas.
Quizás si aquella medalla de oro convenció al joven escritor de que la literatura es menos
generosa que la política. El triunfo le sirvió de estribo para escalar posiciones en “la cosa
pública”, y las buenas letras trocaron al escritor por un político alerta. Del mismo tiempo es
Manuel Florentino Cestero, periodista, autor de Cuentos a Lila.
Con Pan de Flor, volumen publicado en 1912 por José María Pichardo, Nino, confirma el
cuento nacional la propia fisonomía. El veterano ensayista y crítico Federico García Godoy
escribió Carmelita y Sor Clara en 1898 y 1899, y ya en 1888, con Margarita, había intentado
realizar la novela corta. Por fin en 1914, en Guanuma –”episodio nacional”– intercaló un
cuento que es joya de primer orden. El crítico Joaquín Balaguer, perspicaz y certero, lo desprendió y puso a vivir aparte. García Godoy no tuvo un capricho sin precedentes: igual que
él procedió Cervantes enriqueciendo Don Quijote de la Mancha y Persiles y Segismunda, y en la
antiquísima Ciropedia injertó Xenofonte aquella Pentea que, desvinculada de la obra histórica,
se reproduce de tiempo en tiempo conservando vida fresca e imperecedera. Nuestro don
Federico García Godoy fue superior cuentista en capítulos de sus “episodios nacionales”
que en sus cuentos de juventud. Todas sus grandes cualidades de escritor están palpitando en el ejemplar admirable que se inserta en la recopilación presente; pero sobre todo, el
insuperable don descriptivo, la embriaguez amorosa de los sentidos ante los panoramas y
la maestría del narrador, palpitan, viven, resaltan y para siempre jamás serán testimonio
cierto de cómo fueron aquellos bosques vírgenes y terrenos exuberantes hoy convertidos
en potreros y cañaverales.
El periodista Antonio Hoepelman vuelve la mirada atrás y refresca anécdotas y episodios insuflándoles vida y valor artístico. Aunque su cuento El Tesoro de Moncada es más
interesante por el enredo y el estilo vivaz, se le da ahora preferencia a Nobleza Antillana por
el escenario y el motivo de sabor histórico, y por lo que en las letras dominicanas significa
como trasunto de la vida colonial.
Enrique A. Henríquez y Rafael Vidal y Torres mantuvieron en certámenes las características y el realce adquiridos por el cuento moderno, con Tindito (historia de un toro joven)
premiado al primero en certamen de 1916, y con un relato de ardiente nacionalismo, otro
primer premio, ganado por el segundo. A continuación el poeta J. Furcy Pichardo alcanzó
otro galardón con asunto igual, de nacionalismo auténtico, y en 1921 publicó Manuel Patín
Maceo sus cuentos intitulados Serpentinas.
El periodista y novelista Rafael Damirón incluyó en sus Estampas volanderas (1938) un
cuento, de viejo escrito, que es acertada caracterización de un tipo de mujer capitaleña a
quien el crecimiento de la ciudad y la multiplicación de las familias ricas descartaron de las
costumbres y relegaron a la memoria de algunos sobrevivientes. No parece que Balaguer
haya tenido la intención de agrupar en su Historia de la Literatura Dominicana a aquel veterano del periodismo entre los escritores que califica como pertenecientes a la Era de Trujillo.
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  • 6. Sociedad Dominicana de Bibliófilos CONSEJO DIRECTIVO Mariano Mella, Presidente Dennis R. Simó Torres, Vicepresidente Antonio Morel, Tesorero Manuel García Arévalo, Vicetesorero Octavio Amiama de Castro, Secretario Sócrates Olivo Álvarez, Vicesecretario Vocales Eugenio Pérez Montás • Miguel de Camps Edwin Espinal • Julio Ortega Tous • Mu-Kien Sang Ben Marino Incháustegui, Comisario de Cuentas asesores José Alcántara Almánzar • Andrés L. Mateo • Manuel Mora Serrano Eduardo Fernández Pichardo • Virtudes Uribe • Amadeo Julián Guillermo Piña Contreras • Emilio Cordero Michel • Raymundo González María Filomena González • Eleanor Grimaldi Silié • Tomás Fernández W. ex-presidentes Enrique Apolinar Henríquez + Gustavo Tavares Espaillat • Frank Moya Pons • Juan Tomás Tavares K. Bernardo Vega • José Chez Checo • Juan Daniel Balcácer Jesús R. Navarro Zerpa, Director Ejecutivo
  • 7. Banco de Reservas de la República Dominicana Daniel Toribio Administrador General Miembro ex oficio consejo de directores Lic. Vicente Bengoa Secretario de Estado de Hacienda Presidente ex oficio Lic. Mícalo E. Bermúdez Miembro Vicepresidente Dra. Andreína Amaro Reyes Secretaria General Vocales Ing. Manuel Guerrero V. Lic. Domingo Dauhajre Selman Lic. Luis A. Encarnación Pimentel Dr. Joaquín Ramírez de la Rocha Lic. Luis Mejía Oviedo Lic. Mariano Mella Suplentes de Vocales Lic. Danilo Díaz Lic. Héctor Herrera Cabral Ing. Ramón de la Rocha Pimentel Ing. Manuel Enrique Tavárez Mirabal Lic. Estela Fernández de Abreu Lic. Ada N. Wiscovitch C.
  • 8. Esta publicación, sin valor comercial, es un producto cultural de la conjunción de esfuerzos del Banco de Reservas de la República Dominicana y la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Inc. COMITÉ DE EVALUACIÓN Y SELECCIÓN Orión Mejía Director General de Comunicaciones y Mercadeo, Coordinador Luis O. Brea Franco Gerente de Cultura, Miembro Juan Salvador Tavárez Delgado Gerente de Relaciones Públicas, Miembro Emilio Cordero Michel Sociedad Dominicana de Bibliófilos Asesor Raymundo González Sociedad Dominicana de Bibliófilos Asesor María Filomena González Sociedad Dominicana de Bibliófilos Asesora Jesús Navarro Zerpa Director Ejecutivo de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos Secretario Los editores han decidido respetar los criterios gramaticales utilizados por los autores en las ediciones que han servido de base para la realización de este volumen COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO VOLUMEN II Cuentos SÓCRATES NOLASCO | EL CUENTO EN SANTO DOMINGO  |  SELECCIÓN ANTOLÓGICA – TOMOS I Y II J. M. SANZ LAJARA  |  EL CANDADO JUAN BOSCH  |  CUENTOS ESCRITOS EN EL EXILIO Y APUNTES SOBRE EL ARTE DE ESCRIBIR CUENTOS EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI  |  CUENTOS DE POLÍTICA CRIOLLA JUAN BOSCH  |  MÁS CUENTOS ESCRITOS EN EL EXILIO VIRGILIO DÍAZ GRULLÓN  |  CRÓNICAS DE ALTOCERRO EMILIO RODRÍGUEZ DEMORIZI  |  TRADICIONES Y CUENTOS DOMINICANOS  ISBN: Colección completa: 978-9945-8613-9-6 ISBN: Volumen II: 978-9945-457-01-08 Coordinadores: Luis O. Brea Franco, por Banreservas; y Jesús Navarro Zerpa, por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos Ilustración de la portada: Rafael Hutchinson  |  Diseño y arte final: Ninón León de Saleme  Corrección de pruebas: Jaime Tatem Brache  |  Impresión: Amigo del Hogar Santo Domingo, República Dominicana. Junio, 2008 8
  • 9. contenido Presentación Origen de la Colección Pensamiento Dominicano y criterios de reedición.............................. Daniel Toribio Administrador General del Banco de Reservas de la República Dominicana 11 Exordio.................................................................................................................................... . Mariano Mella Presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos 15 Introducción a la primera sección....................................................................................... . Diógenes Céspedes 17 Sócrates nolasco El Cuento en Santo Domingo. selección antológica Tomo I: Aparición y evolución del cuento en Santo Domingo. Noticias preliminares...... Tomo II............................................................................................................................... 37 109 J. m. sanz lajara El Candado (Prólogo): Manuel Valldeperes . ...................................................................................... 193 juan BOSCH cuentos escritos en el exilio y Apuntes sobre el arte de escribir cuentos Apuntes sobre el arte de escribir cuentos............................................................................ Cuentos escritos en el exilio................................................................................................ 259 271 Introducción a la segunda sección....................................................................................... Diógenes Céspedes emilio rodríguez demorizi Cuentos de política criolla (Prólogo): Un libro de cuentos políticos. .............................................................................. . Juan Bosch 363 385 Juan BOSCH mÁs cuentos escritos en el exilio................................................................ 475 virgilio díaz grullón Crónicas de Altocerro. Cuentos (Prólogo): Carlos Curiel..................................................................................................... 599 emilio rodríguez demorizi Tradiciones y cuentos dominicanos Presentación ....................................................................................................................... 655 Semblanza de Julio D. Postigo, editor de la Colección Pensamiento Dominicano............ 771 9
  • 11. presentación Origen de la Colección Pensamiento Dominicano y criterios de reedición Es con suma complacencia que, en mi calidad de Administrador General del Banco de Reservas de la República Dominicana, presento al país la reedición completa de la Colección Pensamiento Dominicano realizada con la colaboración de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, que abarca cincuenta y cuatro tomos de la autoría de reconocidos intelectuales y clásicos de nuestra literatura, publicada entre 1949 y 1980. Esta compilación constituye un memorable legado editorial nacido del tesón y la entrega de un hombre bueno y laborioso, don Julio Postigo, que con ilusión y voluntad de Quijote se dedica plenamente a la promoción de la lectura entre los jóvenes y a la difusión del libro dominicano, tanto en el país como en el exterior, durante más de setenta años. Don Julio, originario de San Pedro de Macorís, en su dilatada y fecunda existencia ejerce como pastor y librero, y se convierte en el editor por antonomasia de la cultura dominicana de su generación. El conjunto de la Colección versa sobre temas variados. Incluye obras que abarcan desde la poesía y el teatro, la historia, el derecho, la sociología y los estudios políticos, hasta incluir el cuento, la novela, la crítica de arte, biografías y evocaciones. Don Julio Postigo es designado en 1937 gerente de la Librería Dominicana, una dependencia de la Iglesia Evangélica Dominicana, y es a partir de ese año que comienza la prehistoria de la Colección. Como medida de promoción cultural para atraer nuevos públicos al local de la Librería y difundir la cultura nacional organiza tertulias, conferencias, recitales y exposiciones de libros nacionales y latinoamericanos, y abre una sala de lectura permanente para que los estudiantes puedan documentarse. Es en ese contexto que en 1943, en plena guerra mundial, la Librería Dominicana publica su primer título, cuando aún no había surgido la idea de hacer una colección que reuniera las obras dominicanas de mayor relieve cultural de los siglos XIX y XX. El libro publicado en esa ocasión fue Antología Poética Dominicana, cuya selección y prólogo estuvo a cargo del eminente crítico literario don Pedro René Contín Aybar. Esa obra viene posteriormente recogida con el número 43 de la Colección e incluye algunas variantes con respecto al original y un nuevo título: Poesía Dominicana. En 1946 la Librería da inicio a la publicación de una colección que denomina Estudios, con el fin de poner al alcance de estudiantes en general, textos fundamentales para complementar sus programas académicos. Es en el año 1949 cuando se publica el primer tomo de la Colección Pensamiento Dominicano, una antología de escritos del Lic. Manuel Troncoso de la Concha titulada Narraciones Dominicanas, con prólogo de Ramón Emilio Jiménez. Mientras que el último volumen, el número 54, corresponde a la obra Frases dominicanas, de la autoría del Lic. Emilio Rodríguez Demorizi, publicado en 1980. 11
  • 12. COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  POESÍA Y TEATRO Una reimpresión de tan importante obra pionera de la bibliografía dominicana del siglo XX, como la Colección Pensamiento Dominicano, presenta graves problemas para editarse acorde con parámetros vigentes en nuestros días, debido a que originariamente no fue diseñada para desplegarse como un conjunto armónico, planificado y visualizado en todos sus detalles. Esta hazaña, en sus inicios, se logra gracias a la voluntad incansable y al heroísmo cotidiano que exige ahorrar unos centavos cada día, para constituir el fondo necesario que permita imprimir el siguiente volumen –y así sucesivamente– asesorándose puntualmente con los más destacados intelectuales del país, que sugerían medidas e innovaciones adecuadas para la edición y títulos de obras a incluir. A veces era necesario que ellos mismos crearan o seleccionaran el contenido en forma de antologías, para ser presentadas con un breve prólogo o un estudio crítico sobre el tema del libro tratado o la obra en su conjunto, del autor considerado. Los editores hemos decidido establecer algunos criterios generales que contribuyen a la unidad y coherencia de la compilación, y explicar el porqué del formato condensado en que se presenta esta nueva versión. A continuación presentamos, por mor de concisión, una serie de apartados de los criterios acordados:  Al considerar la cantidad de obras que componen la Colección, los editores, atendiendo a razones vinculadas con la utilización adecuada de los recursos técnicos y financieros disponibles, hemos acordado agruparlas en un número reducido de volúmenes, que podrían ser 7 u 8. La definición de la cantidad dependerá de la extensión de los textos disponibles cuando se digitalicen todas las obras.  Se han agrupado las obras por temas, que en ocasiones parecen coincidir con algunos géneros, pero ésto sólo ha sido posible hasta cierto punto. Nuestra edición comprenderá los siguientes temas: poesía y teatro, cuento, biografía y evocaciones, novela, crítica de arte, derecho, sociología, historia, y estudios políticos.  Cada uno de los grandes temas estará precedido de una introducción, elaborada por un especialista destacado de la actualidad, que será de ayuda al lector contemporáneo, para comprender las razones de por qué una determinada obra o autor llegó a considerarse relevante para ser incluida en la Colección Pensamiento Dominicano, y lo auxiliará para situar en el contexto de nuestra época, tanto la obra como al autor seleccionado. Al final de cada tomo se recogen en una ficha técnica los datos personales y profesionales de los especialistas que colaboran en el volumen, así como una semblanza de don Julio Postigo y la lista de los libros que componen la Colección en su totalidad.  De los tomos presentados se hicieron varias ediciones, que en algunos casos mo- dificaban el texto mismo o el prólogo, y en otros casos más extremos se podía agregar otro volumen al anteriormente publicado. Como no era posible realizar un estudio filológico para determinar el texto correcto críticamente establecido, se ha tomado como ejemplar original la edición cuya portada aparece en facsímil en la página preliminar de cada obra. 12
  • 13. PRESENTACIÓN  |  Daniel Toribio, Administrador General de Banreservas  Se decidió, igualmente, respetar los criterios gramaticales utilizados por los autores o curadores de las ediciones que han servido de base para la realización de esta publicación.  Las portadas de los volúmenes se han diseñado para esta ocasión, ya que los planteamientos gráficos de los libros originales variaban de una publicación a otra, así como la tonalidad de los colores que identificaban los temas incluidos.  Finalmente se decidió que, además de incluir una biografía de don Julio Postigo y una relación de los contenidos de los diversos volúmenes de la edición completa, agregar, en el último tomo, un índice onomástico de los nombres de las personas citadas, y otro índice, también onomástico, de los personajes de ficción citados en la Colección. En Banreservas nos sentimos jubilosos de poder contribuir a que los lectores de nuestro tiempo, en especial los más jóvenes, puedan disfrutar y aprender de una colección bibliográfica que representa una selección de las mejores obras de un período áureo de nuestra cultura. Con ello resaltamos y auspiciamos los genuinos valores de nuestras letras, ampliamos nuestro conocimiento de las esencias de la dominicanidad y renovamos nuestro orgullo de ser dominicanos. Daniel Toribio Administrador General 13
  • 15. exordio Reedición de la Colección Pensamiento Dominicano: una realidad Como presidente de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, siento una gran emoción al poner a disposición de nuestros socios y público en general la reedición completa de la Colección Pensamiento Dominicano, cuyo creador y director fue don Julio Postigo. Los 54 libros que componen la Colección original fueron editados entre 1949 y 1980. Salomé Ureña, Sócrates Nolasco, Juan Bosch, Manuel Rueda, Emilio Rodríguez Demorizi, son algunos autores de una constelación de lo más excelso de la intelectualidad dominicana del siglo XIX y del pasado siglo XX, cuyas obras fueron seleccionadas para conformar los cincuenta y cuatro tomos de la Colección Pensamiento Dominicano. A la producción intelectual de todos ellos debemos principalmente que dicha Colección se haya podido conformar por iniciativa y dedicación de ese gran hombre que se llamó don Julio Postigo. Qué mejor que las palabras del propio señor Postigo para saber cómo surge la idea o la inspiración de hacer la Colección. En 1972, en el tomo n.º 50, titulado Autobiografía, de Heriberto Pieter, en el prólogo, Julio Postigo escribió lo siguiente: (…) “Reconociendo nuestra poca idoneidad en estos menesteres editoriales, un sentimiento de gratitud nos embarga hacia Dios, que no sólo nos ha ayudado en esta labor, sino que creemos fue Él quien nos inspiró para iniciar esta publicación” (…); y luego añade: (…) “nuestra más ferviente oración a Dios es que esta Colección continúe publicándose y que sea exponente, dentro y fuera de nuestra tierra, de nuestros más altos valores”. En estos extractos podemos percibir la gran humildad de la persona que hasta ese momento llevaba 23 años editando lo mejor de la literatura dominicana. La reedición de la Colección Pensamiento Dominicano es fruto del esfuerzo mancomunado de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, institución dedicada al rescate de obras clásicas dominicanas agotadas, y del Banco de Reservas de la República Dominicana, el más importante del sistema financiero dominicano, en el ejercicio de una función de inversión social de extraordinaria importancia para el desarrollo cultural. Es justo valorar el permanente apoyo del Lic. Daniel Toribio, Administrador General de Banreservas, para que esta reedición sea una realidad. Agradecemos al señor José Antonio Postigo, hijo de don Julio, por ser tan receptivo con nuestro proyecto y dar su permiso para la reedición de la Colección Pensamiento Dominicano. Igualmente damos las gracias a los herederos de los autores por conceder su autorización para reeditar las obras en el nuevo formato que condensa en 7 u 8 volúmenes los 54 tomos de la Colección original. Mis deseos se unen a los de Postigo para que esta Colección se dé a conocer en nuestro territorio y en el extranjero, como exponente de nuestros más altos valores. Mariano Mella Presidente Sociedad Dominicana de Bibliófilos 15
  • 17. introducción a la primera sección Diógenes Céspedes Sócrates Nolasco: El cuento en Santo Domingo a) Visión del presentador En la introducción titulada “Aparición y evolución del cuento en Santo Domingo”, que figura en el tomo I del libro El cuento en Santo Domingo, Sócrates Nolasco1 afirma que el cuento antiguo como género cultivado en España desde el Renacimiento –y cita a El Conde Lucanor, de don Juan Manuel, y el “Rinconete y Cortadillo”, de Cervantes, como ejemplos– llegó a Santo Domingo, donde se conservó “sin esenciales alteraciones”. (I, 7) Afirma también Nolasco que “en El Conde Lucanor vino además el cuento correcto; y siguiendo los ejemplos del precavido y atildado don Juan Manuel, las Antillas pudieron producir cuentistas siglos antes de que el cuento y la leyenda se imprimieran en los países del continente americano. Pero si alguno de nuestros hombres de letras, pertenecientes a los siglos anteriores al siglo XIX, se entretuvo en un género que pasó a ser por mucho tiempo desestimado, carecemos de testimonio.” (Ibíd.) Existen pruebas documentales de remisión a las Antillas y Tierra Firme de estas obras de don Juan Manuel y Cervantes y otros autores de la misma época por parte de los mercaderes de libros de Sevilla, pero la ausencia de imprenta entre los siglos XV y XVIII, amén de la prohibición imperial de imprimir libros en las colonias, salvo que no trataran de asuntos religiosos o morales, explica la ausencia de escritores que escribieran acerca de temas profanos, mentirosas historias y fantasías2. No sé si Nolasco conoció la polémica entre Irving Leonard y Pedro Henríquez Ureña acerca de este tema, pero lo cierto es que el cuentista dominicano tiene su propia versión de por qué el cuento no fructificó en Santo Domingo si teníamos la fuente directa de España: “Aquel modelo de ‘cuento universal’, de enseñanzas y moraleja sin moral rígida, fácilmente traslaticio, sin otro sitio determinado ni sabor regional, ni juego descriptivo de una realidad impresionante, tan pronto se formaron nuestras ciudades abandonó el vecindario urbano, y antes que el romance, la décima y la copla, se refugió entre aldeanos logrando perdurar con variantes adquiridas y bautizado con el pintoresco apelativo de cuento de camino, familiar y repetido para entretenimiento en las veladas nocturnas.” (I, 7-8) Harto difícil es el creer que el cuento correcto al modo de El conde Lucanor o Cervantes, es decir, el género tal como lo conocemos hoy, se haya aposentado en las Antillas y que estas hayan producido cuentistas siglos antes de la introducción de la imprenta en América hispánica, sobre todo si carecemos de testimonios. 1 Ciudad Trujillo: Librería Dominicana, Colección Pensamiento Dominicano n.o 12, 1957 (dos tomos). Las citas remiten directamente al tomo y la página. 2 Irving Leonard. Los libros del conquistador. México: Fondo de Cultura Económica, 1979, pp.12, 222, 265-280. 17
  • 18. COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS El mismo Nolasco sugiere que después de la introducción de la imprenta en el continente americano, los grandes cuentistas hispanoamericanos son deudores del cuento francés del siglo XIX –Alfonso Daudet y Guy de Maupassant– y no del cuento español. Y cita Nolasco en apoyo de su tesis a Rubén Darío y Manuel Díaz Rodríguez, cuyos cuentos “no pierden la gracia de productos de escritorio.” (I, 9) El antólogo precisa que la primera gran antología de cuentos españoles de Antonio Paz y Meliá, publicada en 1890, no surtió la influencia esperada en América hispánica porque tampoco la tuvo en la Península, aparte de que en ultramar muy pocos poseyeron un ejemplar. De esto se desprende que si la cultura de lengua española ofrecía, con la picaresca, “modelos sobresalientes para el estudio y la pintura de tipos, y para entenderlo así bastaba con fijarse en “Rinconete y Cortadillo”, de Cervantes (I, 8), ¿por qué ir a abrevar en el naturalismo francés a fin de aprender a fijar en el marco del cuento artístico lo esencial de la vida circunstante?” (Ibíd.) La moda y la traducción, así como el acceso a tales traducciones, sumado a la demanda y la oferta del mercado francés y la prontitud de entrega con respecto al mercado español, atravesado por la crisis del imperio (guerra de Cuba y guerra hispano-norteamericana en las Filipinas), quizá expliquen la preferencia de los autores franceses, así como de otros extranjeros, rusos por lo demás, tales como Tolstoi, Gorki, Andreiev y Chéjov, citados por el propio Nolasco, los cuales ofrecían también lo mismo que los cuentistas franceses, pero además, el valor agregado de una moda diferente: el exotismo, según la expresión del referido antólogo, producido por “observadores de un mundo remoto y desconocido.” (Ibíd.) ¿Cuál fue el resultado de la aclimatación de esos cuentos y autores naturalistas, modernistas y rusos en el ambiente literario y cultural dominicano? Un bello artificio, como lo prueba el caso paradigmático de Fabio Fiallo, un escritor de talento, modelo para otros aclimatadores de cuentos exóticos, pero que no cambia el ritmo de la cuentística dominicana hasta que no abandona esas frivolidades literarias plenas de exotismo y retórica contenidas en Cuentos frágiles, del tipo “Yubr”, que abre el libro, o “La domadora”, “Tiranías”, “Entre ellas”, “Ernesto de Anquises”, “La condesita del Castañar”, “Soika”, “Rivales” y “El nabab”3. Aunque Nolasco achaca el resultado de esa aclimatación a un historicismo: la aparición tardía del cuento moderno en América, este mito racionalista no explica la ausencia de grandes cuentistas en Santo Domingo cuando Nicaragua ofrece el ejemplo de un Darío y Cuba el de un Martí, un Casal o una Avellaneda y Venezuela el de un Díaz Rodríguez. La modernización, la técnica y la tecnología pueden explicar el desarrollo capitalista de un país con respecto a otro que no haya accedido a esa especificidad histórica, pero no su modernidad, ya que esta es criticidad radical de los discursos y prácticas de una sociedad. La aparición de esta criticidad radical es el verdadero “progreso” y “desarrollo” de una sociedad, si suscribiera yo, que no es el caso, esas dos nociones del sentido de la historia. La aparición de un poeta, de un escritor que asuma en su sociedad esta crítica radical, no obedece al alto grado de su sistema educativo, sino a la inteligencia personal de ese intelectual. Este tipo de intelectual (sea el cuentista, el novelista, el poeta o el ensayista) es el que Santo Domingo no produjo en aquel final de siglo XIX y principio de siglo XX. A finales del segundo decenio del siglo XX y hasta su muerte en 1946, Pedro Henríquez Ureña será ese intelectual crítico que la cultura dominicana no produjo en el período que he considerado Obras completas. Sociedad Dominicana de Bibliófilos. Volumen II. Santo Domingo: Editora de Santo Domingo, 1980. 3 18
  • 19. INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA SECCIÓN  |  Diógenes Céspedes más arriba, con la salvedad de que los efectos de su labor se sintieron con toda eficacia en México y Argentina, España y los Estados Unidos y con menos peso en el Caribe y el resto de la América hispánica por razones explicables conforme a su exilio político e intelectual. De ahí el resultado obtenido por la cultura dominicana y que Nolasco explica tan lúcidamente: “Los críticos no han tenido la oportunidad de decir que aquel modelo exótico produjo en nuestro país engendros endebles, numerosos y afectados. Asombra que sin vocación ni necesidad tantas personas honorables se dieran a producir tan pobres resultados. Abogados, notarios, comerciantes, honestas señoritas y señoras, compitiendo por ser cuentistas llenaban La Revista Ilustrada de Miguel Ángel Garrido –1898-1900– creyendo seguir el dechado de Francia. Pararon de repente sorprendidos por los cuentos de dos maestros del modernismo: Manuel Díaz Rodríguez y Rubén Darío…” (Ibíd.) Nolasco suministra en nota al calce una lista larga de esos “cuentistas” y asiduos colaboradores de la revista de Garrido, carentes de vocación y que competían por figurear en la referida publicación. Esta observación del antólogo, a medio siglo de haber sido formulada, tiene hoy vigorosa vigencia en nuestro medio social: cantidad enorme de hombres y mujeres de todas las clases sociales, sin vocación ni necesidad, salvo que no sea el salir del anonimato y la chatura a que les reduce el capitalismo, el aparentar o el escalar socialmente, se pelean por aparecer con su firma en revistas, periódicos y suplementos, con los mismos resultados endebles y afectados de ayer. En el siglo XIX, dice Nolasco que quienes “le dieron realidad precisa al cuento en la República Dominicana”, aun con grandes y pequeños defectos, fueron Virginia Elena Ortea, José Ramón López, Augusto Franco Bidó, Fabio Fiallo, Rafael Justino Castillo, Rafael Deligne, Federico García Godoy, Ulises Heureaux hijo y ocasionalmente Federico Henríquez y Carvajal. Ha de suponerse que cada uno de estos autores aplicó en sus cuentos la teoría que define a finales del siglo XIX y principio del XX los rasgos distintivos del género, según Nolasco, a saber: 1) realidad del personaje, 2) lugar y ambiente, 3) dominio del idioma o corrección conveniente, 4) la originalidad como virtud, y 5) la no confusión entre anécdota y cuento. Naturalmente, con esos rasgos distintivos o atributos del cuento no se mide el valor literario. Solo el dominio del idioma o corrección conveniente sí es uno de los atributos específicos del valor literario. Pero sospecho que en la época de la escritura de Nolasco esta corrección conveniente tenía que ver con la gramática normativa. La originalidad, ya se sabe, que no remite a nada y sí a lo indemostrable, lo inasible, aunque se la ha confundido con la novedad desde los tiempos de Aristóteles. La realidad del personaje remite a lo convincente, a lo verosímil, a un cierto nacionalismo como ideología literaria, pero si se le concibe como remisión a la especificidad cultural puede ser semánticamente productivo, mientras que el lugar y el ambiente son ideologías que oponen lo nacional a lo extranjero, pero como copia o imitación, tal como la rechaza Nolasco con respecto al uso que hicieron algunos aficionados al cuento con Alfonso Daudet y Guy de Maupassant o con los cuentistas rusos. Tres años más tarde, en 1960, Juan Bosch esbozará en el ensayo publicado en Caracas con el título de Apuntes sobre el arte de escribir cuentos, nuevas reglas más específicas a lo literario, las cuales cambian las de Nolasco y las que se conocían acerca de este género en América hispana. Y luego de su llegada al país en octubre de 1961, Julio D. Postigo emprende la publicación del libro Cuentos escritos en el exilio, cuya introducción es nada más y nada menos que el célebre ensayo publicado en Caracas, cuyos antecedentes remiten a los años 40 del siglo pasado en La Habana. 19
  • 20. COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS De modo que este texto teórico, que Nolasco leyó sin duda, sepulta las ideas acerca de lo que es el valor literario del cuento. A partir de 1964 y en la misma colección donde se publicaron los dos tomos de Nolasco en 1957, abrió Bosch el camino para una generación nueva que surgía sin una idea clara de las características del cuento. Creo que el libro de Nolasco no tuvo el tiempo necesario para ejercer influencia en la generación de cuentistas que surgió luego de la caída de la dictadura trujillista, pues las imágenes del mundo que surgió después del 30 de mayo de 1961 no cabían en el recetario de Nolasco, hombre literariamente conservador y políticamente vinculado con el trujillismo, del cual fue Senador en el Congreso. Tampoco ejerció Nolasco influencia en los antologados, muchos de los cuales estaban todavía vivos en 1957, ya que estos participan de las mismas ideas de Nolasco en política y literatura. Esto explica que los criterios de Nolasco para escoger los cuentos que forman su obra sean los de “una recopilación intentada sin mayor rigor de florilegio”, como él mismo aclara (I, 12) y como, tal vez, al copiar a su primo Max Henríquez Ureña y a la autoridad literaria de la cual estaba investido, sucumbió a la misma idea de don Max al escribir su Panorama histórico de la literatura dominicana en 19454. Salvo que el libro de Emilio Rodríguez Demorizi titulado Cuentos de política criolla no tuviera en su edición de 1963 el prólogo de Bosch (reproducido en la segunda edición de 1977), Nolasco no leyó la definición de lo que era el cuento para Bosch y esta le encaja perfectamente a casi todos los textos de su antología. Sin embargo, el valor de la antología de Noslasco es principalmente histórico como documento de primera mano para el estudio antropológico de la mentalidad y la cultura dominicanas de fin de siglo XIX y principio del XX, es decir, lo que aquella cultura de treinta años de autoritarismo entendió por cuento, literatura y sujeto. De acuerdo a la visión del presentador de la antología, Nolasco tenía la siguiente esperanza al entregar al público el primer tomo de su obra: “Responde a estas observaciones la recopilación que se entrega al público sin la severidad que requieren los florilegios, que implican selección obtenida mediante examen comparativo de los ejemplares de cada autor.” (I, 25) Y promete “pronto dar a la publicidad otro volumen en el cual tendrán cabida autores de no menor calidad y reputación que los comprendidos en el presente.” (Ibíd.) El párrafo final explica la selección sin rigor de florilegio hecha por Nolasco: “Librería Dominicana, entendiendo que el cuento en nuestro país ha alcanzado su plenitud durante la era de Trujillo, realiza ahora un nuevo aporte como entusiasta colaboradora en la obra del desarrollo cultural que le imprime sin desmayo a la república de las letras el Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva.” (Ibíd.) Este solo párrafo bastó para que la generación de escritores surgida luego del ajusticiamiento de Trujillo, rechazara en bloque la antología de Nolasco. A casi cincuenta años de aquellos acontecimientos, sin la pasión política que obnubila, la antología de Nolasco hay que verla, tanto en su prólogo como en su selección, con criterios estrictamente literarios y la propaganda trujillista contenida en sus páginas debe ser situada en sus efectos políticos e ideológicos, sin conciliación ni atribuciones de responsabilidad al tiempo o a las circunstancias. Es dicho párrafo una hábil maniobra literaria que responsabilizaba al editor del contenido de una alabanza a Trujillo que se convirtió en aquellos 31 años en un estereotipo obligado. Publicada en Río de Janeiro en 1945 para la época en que fue embajador en Brasil. 4 20
  • 21. INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA SECCIÓN  |  Diógenes Céspedes En la antología de Nolasco todos los cuentistas elegidos son funcionarios del régimen. Y sin embargo, el hombre que en 1933 cambió para siempre la forma de escribir cuentos en el país con Camino real quedó excluido de esa antología a causa de su condición de exiliado político y líder del partido de oposición más importante en el exilio. Aunque quienes siguieron su enseñanza y escribieron influidos por él (Hilma Contreras, Virgilio Díaz Ordóñez, Ramón Marrero Aristy, Ramón Lacay Polanco, J. M. Sanz Lajara, Néstor Caro y José Rijo, para citar a los más importantes), figuran en la antología de Nolasco. Hay que acotar que Hilma Contreras fue siempre una disidente discreta del régimen y que no llegó nunca ostentar cargos públicos de responsabilidad política en el régimen de Trujillo. Sanz Lajara no figura en la obra quizá debido a la ideología literaria del nacionalismo de la antología de Nolasco, la cual repugnaba por artificiales o exóticos los cuentos que trataran temas sin vinculación con la historia y la cultura dominicanas, como son Aconcagua y Cotopaxi. Nolasco debió leer estos dos libros de viajes y cuentos, el primero publicado en 1949 y el segundo en 1950. Nolasco se incluyó en su propia antología, procedimiento que han seguido, salvo una que otra excepción, casi todos nuestros antólogos literarios, hombres o mujeres. En ese primer tomo, casi todos los textos son posteriores a Camino real, de Bosch, publicado en 1933, pero algunos de los cuentos contenidos en este volumen vieron la luz antes de su inclusión en el referido volumen, de modo que casi todos los escritores y escritoras incluidos en la obra de Nolasco debieron leer los cuentos de Bosch. Aunque pocas veces Nolasco da la procedencia de los textos incluidos en los dos volúmenes, se infiere, aunque no siempre, que el cuento antologado se encuentra en las obras de los autores que se citan al calce. b) Visión de cada obra Haré una lista de los textos que más se aproximan a lo que Bosch entendió por cuento, con sus dos leyes de la palabra precisa para describir la acción y la fluencia constante, pero que el propio Nolasco les encuentra defectos, ya que no cumplen con los rasgos que él ha dado a conocer en el prólogo a su libro: En “El forastero” (II, 159), de José María Pichardo, la acción no se detiene, pero contiene zonas donde la palabra precisa para la descripción de la acción no es la perfecta. Los dos libros de cuentos de Pichardo son de 1917 y 1927. En “Mujeres” (II, 37) y “El fugitivo” (II, 45), de Marrero Aristy, domina el procedimiento de los cuadros de costumbres. En “Pero él era así” (p.II, 9), de Ángel Rafael Lamarche, prevalece el procedimiento artificial y exótico de Fabio Fiallo, recusado por Nolasco, y que el lector puede encontrar en “El príncipe del mar” (I, 87). En “El tren no expreso” (II, 203) dominan la estampa y el exotismo, aunque aparece el contexto local, rasgo exigido por Nolasco, así como el nacionalismo literario que primó en la era de Trujillo y que luego fue recogido por la teoría marxista del compromiso literario. En “Floreo” (I, 179), de José Rijo, se cumplen las leyes del cuento boschiano. En “El regidor Payano” (II, 81), de Francisco Moscoso Puello, se cumple el procedimiento de la estampa literaria localista. En “Ma Paula se fue al otro mundo” (II, 95) y “Ángel Liberata” (II, 105) los dos temas son excelentes, propios del realismo mágico, pero las digresiones y desvíos a que el narrador somete a los personajes les inhabilitan para calificar como cuentos bien logrados. Nolasco 21
  • 22. COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS aplicó a los dos textos el principio de la moraleja sin moral rígida y los dejó en estampas clásicas regionales del Sur. “Los diamantes de Plutón” (II, 123), de Virginia Elena Ortea, es considerado por Nolasco como “un puente entre el cuento moderno y el cuento antiguo” y personificación del “mito heleno de Perséfone” (I, 10), carente de sitio y tiempo, defectos del modelo de cuento del antólogo, pero con “estilo sobrio, claro y animado”, lo cual no significa nada. “A mí no me apunta nadie con carabina vacía” (I, 29), de Julín Varona, tiene, al igual que “El forastero”, de Pichardo, el mismo mérito: la acción no se detiene nunca y las palabras que describen las acciones del personaje principal, Ismenio, y del asaltante, Benceslao, son las precisas. Este es un cuento de la estirpe de los de Camino real. El pintoresquismo del idioma del Sur es igual al pintoresquismo del español cibaeño que tan bien domina Bosch. Es una ideología lingüística de época, propia del realismo de la novela de la tierra. En “Cielo negro” y “Guanuma” (I, 43, 48), de Néstor Caro, coexisten dos temas boschianos –el buey y el diablo como personajes– cultivados desde Camino real con “La pájara” y reanudados en Cuentos escritos en el exilio y Más cuentos escritos en el exilio con “El funeral”, “Maravilla” y “El Socio”. Igualmente, “La cuenta del malo” (II, 171), de Freddy Prestol Castillo, se queda en estampa del tema del diablo, muy ligado al cuento de camino que emigró al campo dominicano. En “La eracra de oro” (II, 131), de Virginia de Peña de Bordas, existe un mayor acercamiento a las reglas del cuento de Nolasco, pues la cultura taína empalma con la afrohispana como parte de la historia dominicana, es decir, que este texto responde a la exigencia de lo local, del sitio y tiempo, dominio del idioma y, también, a las dos leyes del cuento boschiano. Igualmente, responden a las mismas exigencias los cuentos “El centavo” (I, 39), de Manuel del Cabral, “La Virgen del aljibe” (I, 55), de Hilma Contreras, “Aquel hospital” (I, 79), de Virgilio Díaz Ordóñez, “Deleite” (I, 145), de Tomás Hernández Franco, y “Mi traje nuevo” (I, 163), de Miguel Ángel Jiménez. Con respecto a “La conga se va” (I, 123), de Max Henríquez Ureña, y “La sombra” (I, 139), de Pedro Henríquez Ureña, hay que decir que no responden a la exigencia nolasqueña de lo local, pues ambos textos están ubicados el primero, en Santiago de Cuba, y el segundo no determina sitio ni tiempo. Ambos responden a las dos leyes boschianas del cuento y en esta teoría no es pertinente la determinación del espacio geográfico o la fecha de la escritura para que un texto tenga valor literario, como lo prueban los cuentos de ambiente y época hispanoamericana escritos por Bosch, verbigracia “La muchacha de La Guaira”, “El indio Manuel Sicuri”, “El hombre que lloró”, “La muerte no se equivoca dos veces”, “Rumbo al puerto de origen”, “La mancha indeleble”, por no citar otros. Finalmente, el cuento “La bruja” (I, 189) anda cerca de la exigencia boschiana, pero hay digresiones y desvíos que matan el interés del lector. El texto de Gustavo Díaz “Dos veces capitán” (I, 73) es una ideología patriótica que cae perfectamente en la tradición al estilo de Penson o Troncoso de la Concha. Lo mismo se puede decir de “La cita” (I, 93) de Federico García Godoy. Igualmente, caen en las tradiciones dominicanas los textos de Antonio Hoepelman “Nobleza castellana” (I, 157) y “Honor trinitario” (I, 171) de Miguel Ángel Jiménez, ideología hispánica el primero e ideología patriótica el segundo, aunque este último tiene madera de cuento con final sorprendente. Pero en la teoría boschiana este es un rasgo que puede estar presente o ausente del cuento. El texto “El general José Pelota” (II, 53), de Miguel Ángel Monclús, y “Cándido Espuela” (II, 215), de Vigil Díaz, son, al igual que “El general Fico”, de José Ramón López, cuadros de costumbres de la época montonera o de Concho Primo. 22
  • 23. INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA SECCIÓN  |  Diógenes Céspedes En cambio, “Las tres tumbas misteriosas” (II, 149), ¿cuento gótico con moraleja sin moral rígida?, de José Joaquín Pérez, y “Una decepción” (II, 189) y “El proceso a Santín” (II, 196), de Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, así como “Humorada trágica” (I, 113), de Federico Henríquez y Carvajal, y “Modus vivendi” (I, 65), de Rafael Damirón, bien escritas, con las dos leyes boschianas presentes y con los requisitos nolasqueños en acción, son, sin embargo, tradiciones dominicanas en el mejor sentido. Los textos de Ramón Emilio Jiménez titulados “La escalera inesperada” (II, 179) y “Duelo comercial” (II, 183) son perfectos cuadros de costumbres pintorescos y picarescos, llenos de malicia cibaeña, de gracejo y humor. En “El sueño del guerrero” (I, 105), del general Máximo Gómez, existe determinación de sitio y tiempo (Cuba, Cuartel de la Demajagua, junio de 1889) y con una contra-ideología que recusa la matanza de los indios por Colón y los conquistadores del Nuevo Mundo y coloca al Almirante en un limbo o purgatorio donde expía sus crímenes, sin posibilidad de acceder al Paraíso. Y, finalmente, “Por qué el negro tiene la piel así” (II, 220) es, como su nombre lo indica, un verdadero cuento de camino, no exento de una ideología legendaria y mítica que no atina a explicar el racismo en contra de los negros sino por mediación de una fabulación. c) Visión de hoy Todos estos textos, sean estampas, anécdotas, cuadro de costumbres o tradiciones han envejecido con las circunstancias que les dieron origen. No han envejecido, sin embargo, “Floreo”, de Rijo, “Aquel hospital”, de Díaz Ordóñez, “Mi traje nuevo”, de Miguel Ángel Jiménez, “El centavo”, de Manuel del Cabral, y “Deleite”, de Hernández Franco. Hay que señalar que el envejecimiento no significa que no leamos dichos textos con curiosidad a fin de saber qué temas prefirieron nuestros escritores y cuáles teorías literarias e históricas pusieron en juego a finales del siglo XIX y un poco más allá de la mitad del siglo XX. Son documentos que simbolizan la arqueología del cuento dominicano y sus vicisitudes antes de llegar a las puertas del hecho-tema único y las leyes de la palabra precisa para describir la acción y la fluencia constante de Bosch. A pesar de las circunstancias de época, los cuentos que no han envejecido tienen un valor humano indudable y no han perdido el interés del lector gracias al ritmo que anima los sentidos y las acciones del hecho-tema único de cada uno de ellos. J. M. Sanz Lajara5 : El Candado a) Visión del presentador Si existen dos temas ideológicos que definen la cuentística de J. M. Sanz Lajara, de acuerdo al diagnóstico de Manuel Valldeperes y al del propio autor, son el vitalismo y el americanismo. Esos dos leit-motiv son, por supuesto, conceptos pertenecientes a una teoría literaria: el nacionalismo literario, el cual surgió primeramente como metáfora política a partir del movimiento de independencia de las colonias americanas del imperio español y luego como 5 Ciudad Trujillo: Editorial Librería Dominicana, Colección Pensamiento Dominicano n.º 16, 1959, 154pp. Solo daré para las citas, el número de la página. 23
  • 24. COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS concepto literario con Martí, Hostos, Pedro Henríquez Ureña y una legión de escritores, filósofos y críticos literarios. Ese nacionalismo literario tuvo diferentes aplicaciones y resultados según la especificidad de cada república hispanoamericana. En el prólogo de Valldeperes al libro de cuentos El candado, el conocido crítico remontaba al año 1949 la aparición del vitalismo y el americanismo de Sanz Lajara con la publicación de Cotopaxi, libro de viajes y cuentos “de ambiente americano”6. (I) Pero Sanz Lajara toma estas nociones literarias de un discurso ajeno, pues en la presentación de su obra afirmó: “Alguien dijo, hablando de la vida (en 1939, DC) que en ella existe toda plasmación. Añadiremos que la fantasía en literatura está desapareciendo, si no ha desaparecido ya. Este libro se formó en la vida, con ella y de ella. Los hombres que voy a presentar cruzaron sus caminos con el mío. Las mujeres pasaron por mi puerta y algunas –¡benditas sean!– dejaron un beso, una caricia y una que otra lágrima, que sin dolor no hay sentido del propio destino.” ( (Ibíd.) La teoría y la práctica son dialécticamente inseparables. Por eso pasaron idénticas de Cotopaxi a Aconcagua y de estas dos obras a El candado con el nombre de realismo o verismo literario. Existe quizá un malentendido que es preciso aclarar. Cuando Sanz Lajara dice que la fantasía está en camino de desaparecer, si no ha desaparecido ya en 1949, en modo alguno se refiere él a la capacidad de imaginar, fantasear, crear mundos no vistos o que no existen en la vida real, sino que se refiere a un subgénero entendido como evasión literaria donde el compromiso del texto en cuestión es el olvido de lo político. Esa es la característica de la literatura frívola, de ensueño o light. Ni siquiera el cuento fantástico escapa a lo político, como podía pensarse, pues sus sentidos están orientados al prevalecimiento de la justicia en contra de los desafueros de los poderosos. Quede claro, pues, que los cuentos de Sanz Lajara son ficción, no documentos o testimonios históricos. Y las crónicas de viaje, aunque no son cuentos, están salpicadas de ficción, son más signo que símbolo. Algunos cuentos de Sanz Lajara podrán no tener valor literario, pero son una invención, no una crónica de viaje. El nudo de sus cuentos radica en la experiencia del otro, de los demás. Ese trabajo artístico de la cotidianidad es lo simbolizado en los cuentos de El candado. Puede decirse incluso que casi todos los héroes de los cuentos de esta obra son negros, negras e indios elevados a la categoría de sujetos. Aunque Valldeperes sí reparó en este detalle, no toda la crítica de la época lo hizo. Si bien lo puramente rural jerarquizado por la teoría de la novela de la tierra va de paso, en los textos de Sanz Lajara prima más lo semi-urbano y lo urbano con su constelación de pobres y grupos étnicos olvidados, los cuales constituyen un significante social. ¿Cuál fue la recepción de Valldeperes a los cuentos de El candado en 1959? ¿Con los términos de la Poesía Sorprendida? Oigamos lo que dice: “El americanismo de este libro –americanismo con anhelos y angustias para y por el hombre universal– no discrimina: presenta los hechos con toda su intrínseca e influyente veracidad. Por eso, precisamente, el hombre de América se reconoce en sus páginas. Se reconoce como colectividad con un destino común y con la sola ambición de este destino.” (III) Existen también ideas de época y puntos de contacto con el mesoamericanismo postumista de Moreno Jimenes y con la teoría y la práctica del cuento de Camino real de Juan 6 El prólogo no tiene numeración de página. Le he puesto números romanos para distinguirlo de los números arábigos de los cuentos. 24
  • 25. INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA SECCIÓN  |  Diógenes Céspedes Bosch. La vida del hombre o la mujer comunes es el tema por excelencia de los cuentistas del realismo dominicano. Ser humano y ambiente, según Valldeperes: “Y a descubrir esta felicidad, después de haber descubierto el hombre y el paisaje americanos –su naturaleza incitante–, tienden las inquietantes y sutiles páginas de El candado. A descubrir esta felicidad al través de la vida cotidiana, con todo lo que hay en ella de alegre y de bueno y también de angustia y sufrimiento.” (Ibíd.) Los rasgos pertinentes para el nacionalismo literario de Nolasco, Valldeperes y los partidarios de esta teoría son, como se ha visto, el ser humano y el ambiente, es decir, lo nacional, local o regional, la corrección conveniente, la originalidad como virtud y si universalizada, mejor. En la teoría de Bosch estos elementos pueden estar presentes o ausentes, pero no definen el valor del cuento, ya que solo el hecho-tema único, la ley de la palabra precisa para describir la acción y la ley de la fluencia constante constituyen la calidad de un cuento. Las características literarias de la escritura de Sanz Lajara han sido realzadas por Valldeperes, de la siguiente manera: “estilo impresionista, ágil; descripción clara y precisa; escritor de temple que sabe descubrir en la actualidad viva lo que hay de legendario en América, diversidad de tipos y temas americanos captados en un instante de vida, captación de la sana alegría de vivir, que es la gran esperanza y el gran estímulo del hombre.” (IV) Refuta Valldeperes la teoría que sostiene que “el cuento literario es la transformación de la verdad verdadera, al través de una mente apasionada, hasta convertirla en una mentira bella.” (Ibíd.) Para el crítico, Sanz Lajara es original y no se queda “nunca en el interés puramente descriptivo” y por eso “se mantiene en ese punto intermedio, vital y emotivo al mismo tiempo, entre el desprecio de los hechos, que conduce a un lirismo estéril, y la supervaloración de estos, que nos sitúa en el campo estricto del reportaje.” (V) El crítico literario también consideró que Sanz Lajara fue “un escritor original, de la estirpe de los grandes de América, porque contempla la vida con afán analítico.” (Ibíd.) Y agrega además que el autor de El candado “no desarma nunca la estructura interna de la realidad para narrar los hechos. Tampoco cae en el boceto costumbrista, porque en sus narraciones hay emoción.” (Ibíd.) ¿Cuáles son los rasgos de los personajes de los cuentos de Sanz Lajara? Valldeperes los ve de esta manera: “son reales, vivos, arrancados de la desnuda y aleccionadora realidad de cada día y el autor no los aparta, al darles vida literaria, de esa realidad, de su realidad. Son seres que no se miran vivir, sino que viven. Sus miradas se vuelven hacia dentro para verse tal como son, para mostrarse, en la plenitud de su vigencia humana, tal como son.” (Ibíd.) Otra característica de los personajes de estos cuentos, según el crítico literario, es que no presentan “el más mínimo atisbo de falsedad.” (V-VI) Ha encontrado Valldeperes que lo más impresionante de los cuentos de Sanz Lajara no son los personajes y su existencia real, “sino su vida espiritual, con todo lo que hay en ella de videncia y de presentimiento, de sugestión de otras vidas. Se trata de un trasunto de lo individual a lo universal y humano al través del cual trata de descubrir el sentido superior del hombre como paso seguro hacia la fijación de su destino.” (VI) Rechaza también el crítico la teoría de una obligada nacionalidad de los temas de la cuentística de Sanz Lajara. Valldeperes ve solamente en lo textos del autor prologado, “una necesidad intrínseca de su obra y, por consiguiente, un atributo de esta: la fuerza y la vivencia del origen. Por eso, a pesar del ámbito americano de los cuentos de Sanz Lajara, la presencia del dominicano está latente en todos ellos.” (Ibíd.) 25
  • 26. COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS b) Visión de cada obra A casi cincuenta años de la publicación de El candado, los distintos textos que componen la obra no han perdido su valor de época, excepto quizá “Ñico”, que se asemeja más a la tradición o a la estampa, si bien su técnica está elaborada con la recomendación boschiana del personaje central único, aunque las diferentes anécdotas contadas por Ñico a los niños, incluido el autor José Mariano, vuelto también personaje del cuento, disgregan lo que debe ser el hecho tema-único, si bien el hilo que sostiene las acciones corre por cuenta del mismo protagonista, quien es personaje-narrador. Mantiene la vigencia de los cuentos un humor que, manifestado de varias formas, produce en quien los lee una orientación del sentido en contra de la dominación y la injusticia que el sistema social y los poderosos ejercen sobre los personajes que pueblan el mundo americano que Sanz Lajara ha querido reivindicar, incluso en cuentos como “Curiosidad”, el cual no tiene que ver con un cambio o una crítica a lo social, aunque el personaje femenino ha experimentado una transformación de su concepción del amor al cambiar un sentimiento confuso previo entre amor y pasión que la había arrastrado a la infidelidad, a despecho de las razones valederas que pudo haber tenido a causa de la insatisfacción sexual en que la sumió su esposo, más interesado en los negocios que en el sexo con amor. Otras son las medidas por adoptar ante situación parecida, pero los personajes son lo que el texto nos presenta, no lo que quisiéramos que fueran, según nuestro deseo. c) Visión de hoy Pocos han sido los estudios que se han producido en la sociedad dominicana en torno a los cuentos, o incluso las novelas, de Sanz Lajara. Con excepción de las opiniones convencionales de las antologías y las historias literarias tradicionales, dos son los ensayos, que sobre este escritor –que vivió casi toda su vida en el extranjero en misión diplomática– han visto la luz en el país después de su muerte el 20 de junio de 1963 en Madrid7. Di Pietro ha sido el primero en llamar la atención acerca de la cuentística y la novelística de Sanz Lajara8 y el estatuto contradictorio entre su vida y sus textos literarios. La pregunta que se ha formulado Di Pietro es cómo Sanz Lajara, a pesar de escribir cuentos que plantean el problema social de campesinos, obreros y proletarios, no llega nunca a oponerse a la dictadura de Trujillo. El crítico ha analizado novelas como El príncipe y la comunista y Caonex y concluye en que la primera es una “pornografía política” y la segunda un “respaldo incondicional a la dictadura de Trujillo.” (Temas, 86) ¿Cuál ha sido la única teoría literaria que desde los griegos hasta hoy lee las obras literarias como un reflejo de la vida del autor? Desde los presocráticos, desde Aristóteles y Platón y todos sus epígonos hasta hoy 7 Véase “J. M. Sanz Lajara, su prosa de viajes y sus cuentos”, en Temas de literatura y de cultura dominicana. Santo Domingo: Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), 1993, pp.79-94. Di Pietro analizó parcialmente las novelas de Sanz Lajara en el libro citado y a “Caonex, una novela conservadora dominicana”, en Quince ensayos de novelística dominicana. Santo Domingo: Departamento de Publicaciones del Banco Central de la República Dominicana, 2006, pp.17-40. 8 Cabe realzar que la primera antología de cuentos que incluyó profusamente a Sanz Lajara (con cinco textos) fue La narrativa yugulada, de Pedro Peix. Santo Domingo: Biblioteca Nacional, 1981, pp.271-287. La de Diógenes Céspedes contiene un solo texto, “Curiosidad”, pero esta antología se fija esa cantidad como límite por cada autor. Santo Domingo: Editora de Colores, 1996, 1ª ed., y 2ª ed. Santo Domingo: Editora Búho, 2000. Los estudios académicos más serios hasta ahora son los de Di Pietro y el extenso prólogo titulado “Noticias”, de Andrés L. Mateo, a la edición de los cuentos de Sanz Lajara publicados en Santo Domingo por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos en 1994. Ambos autores partieron de lo ya hecho por Manuel Valldeperes en sus dos artículos sobre Sanz Lajara. 26
  • 27. INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA SECCIÓN  |  Diógenes Céspedes esa ha sido la norma, el método de las poéticas aristotélicas, cuya culminación cierra una época con Buffon cuando proclamó que el estilo era el hombre. Lo que hicieron después en los siglos XIX y XX las teorías del arte por el arte, la sociología marxista de la literatura y los estructuralismos lingüísticos y semióticos fue confirmar el dogma buffoniano. Pero la poética meschonniciana plantea, desde 1970, que casi nunca la ideología del escritor es la de su obra. La vida de los escritores está hecha de intereses muy contradictorios, de ideologías y creencias ancestrales que se remontan al seno de la cultura familiar, las tradiciones repetidas desde la infancia y de las cuales es muy difícil desembarazarse, sin que importen la inteligencia del escritor y los estudios realizados en prestigiosas universidades. Pero sea revolucionaria o conservadora, la ideología de un escritor no pasa como biografía a la obra, pues eso sería producir un reflejo mecánico que identifica y lee las obras artísticas y literarias como vida del autor. Cuando el escritor tiene conciencia de lo que es la obra como valor, ¿qué hace? Como su vida y sus opiniones carecen de interés para que figuren en su obra literaria, él o ella dota, consciente o inconscientemente, a uno o varios personajes o a estructuras del sistema del texto, de sentidos que se orientan políticamente en contra de las ideologías o creencias que funcionan como verdades en la sociedad y en la época donde vive el escritor o escritora. En este sentido, la poética meschonniciana postula entonces que existe una homogeneidad entre el decir-vivir-escribir del sujeto de la escritura y la obra. El sujeto de la escritura no es idéntico al autor. El primero es contra-ideología, mientras que el segundo es ideología. Son escasísimos los casos donde autor y sujeto de la escritura son homogeneidad entre el decir y el hacer y el vivir-escribir. Talvez José Martí sea un caso único en América. El siglo XX encumbró el mito de que el hombre era el estilo, es decir, que la obra literaria se explicaba a través de la vida del autor. Y ese mismo siglo XX acabó con semejante mito. Las obras anónimas, según ese cliché literario, jamás podrán analizarse, ya que no conocemos a su autor. Pero sabemos todo lo contrario, que esas obras han sido muy bien analizadas. En este contexto tiene sentido la respuesta que busca Di Pietro al analizar “Hormiguitas”, ese cuento de El candado que el crítico lee simbólicamente como un sentido político orientado en contra de la dictadura de Trujillo. Pero no es Sanz Lajara como diplomático al servicio de la dictadura quien es antitrujillista. Esto no se produce en toda su vida. Sus variados intereses no se lo permitían. Entonces, él, como escritor, consciente o inconscientemente, estructura dos instancias que en el cuento “Hormiguitas” simbolizan esa crítica en contra del sistema: a) el personaje del idiota, y b) la estructura del narrador, quien, en el sistema de la obra, distribuye en el discurso literario la crítica a las ideologías de época que el régimen encarna. Tales ideologías son analizadas casi en su totalidad por Di Pietro y Mateo, aunque este último manifieste en poco de recelo con respecto al método utilizado por el primero. Mateo dice entender la propuesta de lectura de Di Pietro, y “aunque sigue siendo una propuesta” o tesis, “parecería arriesgado asumir[la]. (“Noticias”, 29) Lo que produce la duda en Mateo es la doblez que Di Pietro imprime al personaje del idiota, el cual encarna la parte rebelde de Sanz Lajara como intelectual consciente de lo que sucedía durante la dictadura, mientras que el coronel encarna al Sanz Lajara diplomático, conservador, trujillista y ex miembro del Capítulo de la Falange en Santo Domingo. Esta es la tesis estilística que lee la obra literaria como reflejo de la vida del autor. En la poética se examina cómo está orientada la política del sentido que el ritmo ha organizado 27
  • 28. COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS en el discurso literario, pero a partir de instancias o estructuras del sistema semántico de la obra, no con conceptos prefabricados ad-hoc por otros discursos que no tienen nada que ver con la especificidad de lo literario, como es el de la biografía del autor. El resultado obtenido con el uso de conceptos extraños a la especificidad de la obra literaria es, como lectura, un determinismo político, histórico, social o biográfico que no pasa de ser una metáfora improductiva. Los cuentos de Sanz Lajara son una mezcla de hechos-temas únicos extraídos de tres canteras: a) la vida campesina, b) la vida de los indios y negros de los países latinoamericanos, y c) la vida semi-urbana o urbana de esos mismos países. La trashumancia como diplomático es la responsable de que Sanz Lajara, hombre extremadamente conservador, se volcara, aunque de manera paternalista a veces, a valorar desde su cuentística, la vida de la gente humilde. ¿Por qué eligió a los humildes si él provenía de la pequeña burguesía alta, de sangre española y enquistada con el trujillismo a través de Peña Batlle, cuya esposa, Carmen Defilló Sanz, era prima de José Mariano Sanz Lajara?9 En esto también el responsable, con la teoría y la práctica en acción, fue Juan Bosch, quien en 1933 les dejó Camino real como herencia a los escritores que surgieron después de su salida al exilio en 1938. La tesis de Bosch acerca del arte de escribir cuentos está implícita en Camino real, pero comenzó a hacerse más explícita en las notas de presentación que escribía para el Listín Dominical10 y finalmente el bosquejo en la revista Bohemia, de La Habana, de lo que habría de ser en 1958 el ensayo “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”, publicado en la revista Shell, de Caracas11 y reproducido en varios libros, revistas y antologías dominicanas y extranjeras y desde 1964 en Cuentos escritos en el exilio (Santo Domingo: Colección Pensamiento Dominicano n.o 23). Esta es la herencia teórico-práctica de Bosch a los cuentistas de su país y desde su salida a Puerto Rico en 1938, él se preocupó por que sus mejores textos llegaran a manos de dichos intelectuales, ya fuera por mediación de sus amigos Mario Sánchez Guzmán o de sus colegas escritores Emilio Rodríguez Demorizi, Héctor Incháustegui Cabral, Ramón Marrero Aristy y otros, así como a través de viajeros ocasionales de extrema confianza y discreción. Por eso Sanz Lajara, Hilma Contreras, José Rijo, Lacay Polanco, Virgilio Díaz Ordónez12 y otros se beneficiaron de las ideas claras de Bosch acerca de cómo escribir cuentos y, sin duda, influyó decididamente en todos ellos y de todos fue amigo, relación que incrementó a su llegada al país en octubre de 1961. De igual manera, decisiva fue también su influencia en los cuentistas y novelistas surgidos después de la caída de la dictadura, pero esta influencia se atenuó un poco después de la irrupción del boom latinoamericano. 9 El dato de los lazos familiares con la familia Peña Batlle-Defilló Sanz lo confirma Manuel Núñez en su libro Peña Batlle en la era de Trujillo. Santo Domingo: Letra Gráfica, 2007, p.20. 10 En la carta dirigida a Silvia Hilcon (seudónimo de Hilma Contreras), de fecha 8 de marzo de 1937, están esbozados los grandes temas de la teoría del cuento de Bosch, tal como los conocemos hoy. Véase la carta en Hilma Contreras: La carnada. Cuentos. Santo Domingo: Editorial Letra Gráfica, 2007, pp.4-5. Para los escritos teóricos de La Habana que prefiguran el ensayo “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”, véase su conferencia titulada “Características del cuento”, publicada en Mirador Literario. La Habana, julio de 1944, pp.6-9, reproducida en el libro de Guillermo Piña Contreras titulado Juan Bosch: imagen, trayectoria y escritura. Imágenes de una vida. Santo Domingo: Comisión Permanente de la Feria del Libro, t. I. pp.63-68. 11 Año IX n.º 37, diciembre de 1960, pp.44-49. 12 Hay que acotar que Bosch también fue amigo de Virgilio Díaz Grullón, hijo de Díaz Ordóñez, también buen cuentista que recibió la influencia boschiana, tal como él mismo lo confesaba a menudo y como se advierte en sus obras Crónicas de Altocerro, Un día cualquiera y Más allá del espejo. 28
  • 29. INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA SECCIÓN  |  Diógenes Céspedes Para cerrar este excurso, creo que El candado, con su cuento que da títulado al libro, así como “El otro”, “Hormiguitas”, “El milagro”, y el último titulado “Curiosidad”, cuya influencia es patente en “El gato”, de Armando Almánzar Rodríguez, donde el felino y Ernesto simbolizan el gato, mientras que el perro simboliza al esperado amante innominado de “Curiosidad”; y, el ratón, a la amante asesinada. En el texto de Sanz Lajara, la amante se transforma en un sujeto femenino, mientras que en el de Almánzar Rodríguez la mujer es una víctima de su pareja, Ernesto, quien la asesina al regresar a su hogar luego de pasar un rato donde su amante Julián. Este asesinato simboliza en “El gato” un castigo a ese tipo de relación amorosa, condenado también por los Códigos Penales, mientras que en Sanz Lajara dicha relación simboliza la libertad y el fin de la moral convencional sobre el adulterio. Es decir, que en Almánzar Rodríguez no existe ni siquiera lo que Nolasco llama, como atributo del cuento, una moraleja sin moral rígida, mientras que en “Curiosidad” los sentidos están orientados políticamente a la ausencia total de castigo moral. En uno ideología, en el otro contraideología. Juan Bosch: Cuentos escritos en el exilio a) Visión del presentador Los antecedentes teóricos de “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos” que figuran como prólogo o introducción a Cuentos escritos en el exilio13 son la carta a Silvia Hilcon14 (seudónimo de Hilma Contreras) que figura en su libro de cuentos La carnada y la conferencia “Características del cuento”15, dictada por Juan Bosch en 1944 en la Institución Hispanocubana de Cultura16. Esos mismos “Apuntes…” son los que figuran como visión del presentador17 de los cuentos que integran los dos tomos de Cuentos escritos en el exilio y Más cuentos escritos en el exilio marcados con los números 23 y 32 de la Colección Pensamiento Dominicano publicados en 1962 y 1964, respectivamente. En los “Apuntes…” existen pocas referencias de Juan Bosch a los cuentos de estos dos volúmenes. La mayoría de las referencias a estos y otros cuentos, escritos o no en el exilio, figuran en entrevistas posteriores concedidas a los medios. Las dos referencias más famosas son las que Bosch asumió cuando dijo que su dominio de la técnica del cuento se consumó con la escritura de “El río y su enemigo” y que consideraba 13 Santo Domingo: Julio D. Postigo e hijos, Editores, Colección Pensamiento Dominicano n.º 23, 1964. Fue publicado en forma de folleto en la revista Shell, IX n.º 37, diciembre de 1960, Caracas, como ya se dijo. 14 En La carnada. Cuentos, bibliografía ya citada. 15 Publicada en Mirador Literario, La Habana, julio de 1944. 16 En Guillermo Piña Contreras, bibliografía ya citada. 17 Existe una Nota de los Editores que sirve, más que de presentación, de advertencia a los lectores y, de ninguna manera, aunque contiene opiniones sobre los cuentos y los apuntes, puede ser considerada, en este contexto, como un estudio. Dice así: “Los cuentos del presente volumen no fueron seleccionados ni por el autor ni por los Editores. Se reunieron los que estaban más a la mano, entre los originales de Bosch, antes de que él pudiera reorganizar su archivo a su vuelta a la República Dominicana. […] Los editores recomiendan muy especialmente a los lectores interesados la introducción del libro que aparece bajo el título de “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”, pues en esa materia hay muy poco escrito en lengua española, e incluso lo que sobre el arte del cuento, considerado el más difícil de los géneros literarios, se ha publicado en otros idiomas como material de texto para Escuelas Superiores y Universidades, es generalmente incompleto. Creemos que este trabajo de Juan Bosch es el más amplio producido por un escritor profesional de cuentos de todos los que se han publicado hasta ahora.” 29
  • 30. COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS que los textos que figuran en su libro Camino real, aunque aceptables, no tenían todavía la maestría de los que escribió en el exilio. Acaso tenga razón y los únicos cuentos que se salvan de Camino real sean “La mujer” y “Dos pesos de agua”, tan llevado y traído el primero por el realismo cuya ideología hace previsible el mecanismo de la escritura, y menor en el segundo cuento debido al trabajo de lo fantástico. Si se los compara con “La mancha indeleble”, “La Nochebuena de Encarnación Mendoza”, “El indio Manuel Sicuri”, “El hombre que lloró”, “Los amos” y “Luis Pie”, la apuesta política del sentido de estos textos de Cuentos escritos en el exilio es de transformación de las ideologías mayores de la sociedad dominicana y latinoamericana de la época: la crítica al partido único que es inseparable de cualquier dictadura de derechas o de izquierdas, en “La mancha…”; la crítica a la jerarquía militar y su espíritu corporativo en dictadura o democracia, en “La Nochebuena…”; la crítica a la justicia de los seres humanos prevista por los códigos en oposición al derecho natural donde las ofensas al honor se lavan con sangre, en “El indio…”; la crítica al racismo de los dominicanos en contra de los haitianos a causa de la enajenación ideológica, en “Luis Pie”; la crítica a la ética del deber y el sacrificio por la revolución opuestos a los valores del amor filial y familiar, en “El hombre que lloró” y, finalmente, en “Los amos”, la crítica a la explotación despiadada al campesino dominicano por parte de los terratenientes precapitalistas. Pero este excurso lo empalmo con los “Apuntes…”, lugar teórico donde todo lector de los cuentos de Bosch debe volver si desea constatar por sí mismo si la práctica de la escritura iguala y, luego, sobrepuja las ideas contenidas en el referido ensayo. En tres nudos de los “Apuntes…” debe concentrarse el lector de los cuentos boschianos para saber si estos responden al rigor implacable de la técnica: a) la ineludible ley de la fluencia constante, b) la ley ineludible de la palabra precisa para describir la acción, y c) el ineludible hecho-tema único. La primera ley, de la fluencia constante, consiste en que “la acción no puede detenerse jamás; tiene que correr con libertad en el cauce que le haya fijado el cuentista, dirigiéndose sin cesar al fin que persigue el autor; debe correr sin obstáculos y sin meandros; debe moverse al ritmo que imponga el tema –más lento, más vivaz– pero moverse siempre. La acción puede ser objetiva o subjetiva, externa o interna, física o psicológica; puede incluso ocultar el hecho que sirve de tema si el cuentista desea sorprendernos con un final inesperado. Pero no puede detenerse.” (1962: 31) “La segunda ley –dice Bosch– se infiere de lo que acabamos de decir y puede expresarse así: el cuentista debe usar solo las palabras indispensables para expresar acción. […] La palabra puede exponer la acción, pero no puede suplantarla. Miles de frases son incapaces de decir tanto como una acción. En el cuento, la frase justa y necesaria es la que dé paso a la acción, en el estado mayor de pureza que pueda ser compatible con la tarea de expresarla a través de palabras y con la manera peculiar que tenga cada cuentista de usar su propio léxico.” (1962: 32) Un rodeo antes de pasar al hecho-tema único, el cual es, junto a las dos leyes definidas más arriba, una de las tres características esenciales, necesarias, para quien desee dominar la técnica del cuento concebido como lenguaje (=tema), acción (=ritmo y economía lingüística o las palabras indispensables para describir la acción). El resto son los detalles o las variantes combinatorias asociadas a las tres características. Los detalles más importantes confluyen y están subordinadas al hecho-tema único y las dos leyes del cuento. Por ejemplo, la definición del cuento: “un cuento es el relato de un hecho que tiene indudable importancia.” (1962: 7) 30
  • 31. INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA SECCIÓN  |  Diógenes Céspedes Si el meollo del suceso o hecho carece de importancia, estamos en presencia de “un cuadro, una escena, una estampa, pero no de un cuento.” (Ibíd.) Según Bosch, “la importancia no quiere decir novedad, caso insólito, acaecimiento singular” (Ibíd.), sino que la importancia radica en que el hecho es de indudable valor humano o humanizado. La técnica es el ritmo y el ritmo es la técnica y esta consiste en “mantener vivo el interés del lector y por tanto sostener sin caídas la tensión, la fuerza interior con que el suceso va produciéndose. El final sorprendente no es una condición imprescindible en el buen cuento.” (1962: 10) La técnica exige que si hay descripción, esta debe ser muy breve y debe poner de inmediato al protagonista en acción, física o psicológica (1962: 11) ¿Cómo evitar que el lector se canse o se aburra? Bosch señala que hay que colocar el principio a poca “distancia del meollo mismo del cuento”. (Ibíd.) Al citar a Quiroga, Bosch dice que “un cuento es una flecha disparada hacia un blanco”. (Ibíd.) Lo de la flecha, el aviador o el tigre que nunca se desvían de su objetivo son las metáforas con que Bosch define el cuento como unidad de un hecho-tema único y sus dos leyes ineludibles, todo lo cual significa que hay que saber comenzar y terminar un cuento, integrar al lector, atraparle y no soltarle: “comenzar bien un cuento y llevarlo hacia su final sin una digresión, sin una debilidad, sin un desvío: he ahí en pocas palabras el núcleo de la técnica del cuento.” (1962: 12) De detalle es esconder o no al lector el hecho-tema único, pero el buen cuentista lo hace con sucesos secundarios subordinados a dicho hecho-tema, con palabras o ideas ajenas al hecho tema o “el cuentista esconde el hecho a la atención del lector” (1962: 16) y “lo va sustrayendo frase a frase de la visión de quien lee, pero lo mantiene presente en el fondo de la narración y no lo muestra sino sorpresivamente en las cinco a seis palabras finales del cuento.” (Ibíd.) Para Bosch es menos importante un final sorprendente en el cuento que el “mantener en avance continuo la marcha que lo lleva del punto de partida al hecho que ha escogido como tema.” (Ibíd.) Cuando el cuentista escoge este tipo de técnica de ocultamiento del hecho, a lo cual se prestan todos los temas, tal procedimiento consiste, en quien domina la técnica, en llevar “al lector hacia ese hecho que ha escogido como tema; y que debe llevarlo sin decirle en qué consiste el hecho. En ocasiones resulta útil desviar la atención del lector haciéndole creer, mediante una frase discreta, que el hecho es otro.” (1962: 17) La literatura de enredo, sobre todo en la comedia y el teatro, es especialista en ocultar el hecho-tema, pero en el cuento el desvío no puede ser tan brusco que el lector pierda el interés y se canse o se sienta descaminado y confundido: “El cuento debe ser presentado al lector como un fruto de numerosas cáscaras que van siendo desprendidas a los ojos de un niño goloso.” (Ibíd.) Un hecho tiene varios ángulos, vertientes o perspectivas. Según Bosch, el buen cuentista “tiene que estudiar el hecho para saber cuál de sus ángulos servirá para un cuento.” (1962: 19) El hecho que da el tema deber ser “humano o por lo menos humanizado” y debe responder a valores universales positivos o negativos. (1962: 18) Otro detalle importante, según Bosch, es el que marca la diferencia entre novela y cuento: “en la novela la acción está determinada por los caracteres de sus protagonistas, en el cuento el tema es la acción.” (1962: 21) Esto determina, a juicio de Bosch, que “los personajes de una novela pueden dedicar diez minutos a hablar de un cuadro que no tiene función en la trama de la novela: en el cuento no debe mencionarse siquiera un cuadro si él no es parte importante en el curso de la acción.” (Ibíd.) 31
  • 32. COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS El lector y el tema del cuento están indisolublemente unidos. Son un significante y un significado, el anverso y el reverso de una hoja de papel. Si se corta la hoja, los dos componentes del texto –lector y tema– sufren la misma cortadura: “el lector y el tema tienen un mismo corazón. Se dispara a uno para herir al otro.” (1962: 22) En cuanto a las nociones trabajadas por Bosch en la tercera parte de sus “Apuntes…” (estilo como “el modo, la forma, la manera particular de hacer algo”), su concepto de la lengua como instrumento (1962: 23), su idea acerca del tema y la forma, su unidad indisoluble en música, pero no en la escritura (1962: 25), su creencia de que “en el cuento el tema importa más que en la novela”, son deudoras de la estilística dualista propia de las poéticas aristotélicas y de las cuales jamás saldría bien librado18, salvo en asuntos de intuiciones de escritor como la de que “el cuento es el relato de un hecho, uno solo, y ese hecho –que es el tema– tiene que ser importante, debe tener importancia por sí mismo, no por la manera de presentarlo.” (Ibíd.) El hecho es importante porque debe ser humano o humanizado y tiene categoría universal. El hecho es el tema y el tema es el hecho es un axioma que significa, en el método boschiano, una unidad indisoluble, es decir, una unidad dialéctica. Entendida la dialéctica como la contradicción indefinida, sin posibilidad de solución. b) Visión de cada obra La visión que tengo de los “Apuntes…” y de los cuentos incluidos en este volumen, y el de la crítica de mi generación, así como el juicio es, con respecto a la teoría, que esta será siempre una ayuda indispensable para los que se inician en la escritura del “género” cuento. Por lo menos, del cuento conocido y practicado hasta la época de Juan Bosch, es decir, el llamado cuento tradicional. ¿A qué se llama cuento no tradicional? Al que ha cuestionado los fundamentos esbozados por Poe, Quiroga, Alone, Chéjov y sistematizado por Bosch: el del hecho-tema único que obedece a las dos leyes ineludibles: la fluencia constante y la palabra imprescindible para describir la acción. Todos los cuentos de este volumen responden de manera irrestricta y rigurosa a esas tres características del cuento esbozadas por Bosch y él se aventura, en muchos de estos, luego de dominar el “género”, a navegar o crear todos los ardides y trampas que el buen cuentista avezado lanza al lector para esconderle el hecho y atraparle en su interés. Por supuesto, unos cuentos más que otros responden cabalmente al dominio de la técnica –teoría y práctica en acción– contenida en los “Apuntes…”. Por ejemplo, pienso en “La mancha indeleble”, “La Nochebuena de Encarnación Mendoza”, “El indio Manuel Sicuri”, “El hombre que lloró”, “Luis Pie”, “Los amos”, “Rumbo al puerto de origen”. En la medida en que la forma-tema del cuento se inscribe en el realismo puro, como “Los amos” o “Victoriano Segura”, las estructuras del sistema de los textos boschianos halan el sentido hacia soluciones morales binarias donde triunfa la fuerza del bien y se cumple el rasgo que Nolasco señala como “moraleja sin moral rígida”. En otros, como en “Los amos” no hay, de parte del sujeto de la escritura, condena moral en contra de don Pío, sino que se deja al lector, a quien se le ha presentado la acción, la posibilidad de orientar él mismo el sentido en contra de lo injusto del patrón. 18 Para la crítica y una valoración de las nociones y creencias literarias de Bosch en estos apuntes, véase mi libro Lenguaje y poesía en Santo Domingo en el siglo XX. Santo Domingo: Editora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1985, pp.198-210. 32
  • 33. INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA SECCIÓN  |  Diógenes Céspedes Pero aquí habría que escrutar el juicio de un lector que sea finquero y tenga la misma ideología precapitalista y los mismos intereses de don Pío para constatar si el cuento suscita el mismo espíritu de indignación y revuelta que en un proletario campesino o en un pequeño burgués revolucionario. c) Visión de hoy La dimensión nacional del liderato político ejercido por Juan Bosch desde octubre de 1961 hasta su muerte en 2001 opacó, en el ámbito histórico y social, su dimensión de escritor y teórico de la literatura. Dentro de 50 ó 100 años, cuando las pasiones o el fanatismo de quienes él animó desde 1940 hasta la hora de su muerte hayan desaparecido del escenario de la República Dominicana, no es principalmente por su condición de político que Juan Bosch será recordado, sino eternamente por su carrera de escritor, al lado de sus grandes cuentos, su novela La Mañosa y su teoría del cuento. Su magisterio en la política y su efímero paso por el poder merecerán, dentro de 50 ó 100 años, la misma cantidad de páginas que un historiador dedica hoy en un manual de historia dominicana al gobierno de Ulises Francisco Espaillat o en Venezuela al período de Rómulo Gallegos. Los proyectos políticos de los tres intelectuales no cuajaron, no porque estuvieron muy adelantados a su época, como sugeriría cualquier racionalismo historicista, sino debido a los intereses que afectó el simple conocimiento de la catadura ética y moral de los tres presidentes. Lo político tiene un peso extraordinario, en la hora actual, para juzgar a Bosch desde esa tribuna y él mismo impuso ese ucase al declarar, siempre que se presentaba la ocasión, que había decidido abandonar la literatura desde el momento en que abrazó para siempre la política. De modo que en los dos partidos que fundó y que llegaron a ejercer el poder político del país, el primado de lo político ahogó lo literario y esta última práctica fue siempre vista como un complemento instrumental del líder político. Por supuesto, eso mismo ocurrió con Balaguer cuando al contrario de Bosch, que la abrazó para defender ideales en contra del patrimonialismo y el clientelismo, el hombre de Navarrete decidió, para resolver problemas económicos de su familia empobrecida por la crisis de 1922 al 29, abrazar la política al lado de Trujillo y abandonar la literatura. Para Balaguer la literatura fue siempre un adorno instrumental que prestigiaba al político y le daba un aire de intelectual culto. Este mito es una herencia del siglo XIX, sobre todo a partir del romanticismo y luego con el modernismo. La prueba de que este mito no funciona para los escritores de oficio es que allí donde los intelectuales o los escritores han gobernado, han dejado intacto, o lo han reforzado, el patrimonialismo y el clientelismo, las dos plagas que han impedido en Hispanoamérica la fundación de verdaderos Estados nacionales como los surgidos en Europa y América del Norte con los Estados Unidos y Canadá entre el siglo XVIII y el XIX. Tal como veo hoy el valor de las obras literarias de Bosch, es esta situación la que me lleva a considerar que será la literatura la que terminará imponiéndose como el rasgo distintivo de la personalidad de Juan Bosch. Sus obras teóricas, hijas del contexto y la cultura de su época, caducarán cuando las condiciones sociales que denunció hayan desaparecido. En cambio, sus grandes cuentos de valor literario hablarán por él eternamente. 33
  • 35. No. 12 sócrates nolasco No. 13 el cuento en santo domingo selección antológica –Tomos I y II–
  • 37. Tomo I aparición y evolución del cuento en santo domingo Noticias Preliminares Cuando la cultura medieval se iluminaba con los albores del renacimiento embarcó en España y llegó el cuento antiguo a Santo Domingo, en donde lo conservaron sin esenciales alteraciones. En El Conde Lucanor vino además el cuento correcto; y siguiendo los ejemplos del precavido y atildado don Juan Manuel, las Antillas pudieron producir cuentistas siglos antes de que el cuento y la leyenda se imprimieran en los países del continente americano. Pero si alguno de nuestros hombres de letra, pertenecientes a los siglos anteriores al XIX, se entretuvo en un género que pasó a ser por mucho tiempo desestimado, carecemos de testimonio. Aquel modelo de “cuento universal”, de enseñanza y moraleja sin moral rígida, fácilmente traslaticio, sin sitio determinado ni sabor regional, ni juego descriptivo de una realidad impresionante, tan pronto se formaron nuestras ciudades abandonó el vecindario urbano, y antes que el romance, la décima y la copla, se refugió entre aldeanos logrando perdurar con variantes adquiridas, y bautizado con el pintoresco apelativo de cuento de camino, familiar y repetido para entretenimiento en las veladas nocturnas.1 La aparición del cuento moderno fue en América un fenómeno tardío y de expresión vacilante; y a pesar de Santo Domingo ser primero entre las sociedades del Nuevo Mundo, durante años aparecimos siendo de los rezagados en el cultivo de una expresión artística tan interesante. Ningún lector ignora que el señorío de las artes y su irradiante influjo, ni tienen patria ni residencia fijas: son veleidosos y las naciones alternan en la principalía. Autores y lectores cambian de gusto, y no fue raro que a fines del siglo XIX el lector dominicano, vástago desprendido del solar materno y sin frecuentes relaciones, no continuara viendo el cuento español como arquetipo del género, cuando los mismos peninsulares, de espaldas al caudal propio, pasaban a ser imitadores de los franceses. Si el florilegio de cuentos clásicos españoles, escogidos con exigente y depurado gusto en 1890 por don Antonio Paz y Meliá, no bastó para detener a los noveleros de allá, menos podía surtir efecto en el continente americano y en Santo Domingo, donde lo leerían muy pocos o no se le conocía. No parece reacción de pensamiento llegar a la conclusión de que no era indispensable esperar a que en Francia fructificara la escuela naturalista para que aprendiéramos a fijar en el marco del cuento artístico lo esencial de la vida circunstante. Modelos sobresalientes para el estudio y la pintura de tipos, ofrecía la picaresca, y para entenderlo así bastaba con fijarse en Rinconete y Cortadillo, de Cervantes. Pero el cuento francés moderno, esquema o trasunto de aspectos de una sociedad de viejo refinamiento, se puso de moda, facilitando su lectura entre nosotros la colección traducida por el francófilo Enrique Gómez Carrillo. Alfonse Daudet y Guy de Maupassant acabaron siendo los favoritos. Importadas sus obras y entregadas a la comprensión de un medio social todavía precario, de pronto no parece que estábamos preparados para aprovechar su incitación a fijar en dimensiones breves el calor humano y los rasgos distintivos, locales, que lejos de restar interés universalizan. En la página final del 2º tomo, se incluye un ejemplar de Cuento de Camino, o folklórico. 1 37
  • 38. COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS Los críticos no han tenido oportunidad de decir que aquel modelo exótico produjo en nuestro país engendros endebles, numerosos y afectados. Asombra que sin vocación ni necesidad tantas personas honorables se dieran a producir tan pobres frutos. Abogados, notarios, comerciantes, honestas señoritas y señoras, compitiendo por ser cuentistas llenaban La Revista Ilustrada de Miguel Ángel Garrido2 –1898-1900– creyendo seguir el dechado de Francia. Pararon de repente sorprendidos por los cuentos de dos maestros del modernismo: Manuel Díaz Rodríguez y Rubén Darío; maestros que se entretenían y regodeaban jugando con el matiz, con los primores de forma, y que por la misma pulcritud del apurado estilo en vez de animar trataban el posible impulso. Todavía hoy, leídos con el respeto debido, los cuentos de Darío y Díaz Rodríguez pierden la gracia de productos de escritorio. A continuación de Maupassant y Daudet vinieron obras de León Tolstoy, Máximo Gorki, Leónidas Andreyev, Antón Chéjov, observadores de un mundo remoto y desconocido. ¿Quiénes y cuándo le dieron realidad precisa al cuento en la República Dominicana? Los cuentistas que sobresalieron a fines del siglo XIX y a principio del XX fueron Virginia Elena Ortea, José Ramón López, Augusto Franco Bidó, Fabio F. Fiallo, Rafael J. Castillo, Rafael Deligne, Federico García Godoy, Ulises Heureaux hijo, ocasionalmente don Federico Henríquez y Carvajal, y abundaron otros de significación menor. La primera, culta relatora de sobrio, claro y animado estilo, en su más acabada producción personificó el mito heleno de Perséfone (Los Diamantes de Plutón) y sin determinar sitio ni tiempo, tendió un puente entre el cuento moderno y el antiguo. Lo más importante de ese ejemplar, que aparece en todos los propósitos de selección antológica realizados hasta la Colección Trujillo, así como En Tu Glorieta (primer premio de certamen celebrado el 27 de febrero de 1899) sigue siendo la personalidad de la escritora. El segundo, José R. López, miró hacia adentro tratando de enfocar lo genuinamente nuestro, aunque con desenfado notorio olvidó a menudo la corrección conveniente, y burlando la guardarraya entre lo suyo y lo ajeno, igual que varios autores antiguos no creyó que la originalidad era virtud y a ratos se sintió heredero de don Juan Manuel. Con regocijada ligereza confundió más de una vez la anécdota con el cuento y no se percibe a simple vista si al contar consiguió todo lo que se propuso. De su producción literaria suelen encomiar El Loco, “laureado en certamen con accésit al primer premio de prosa”. A pesar de la acción flaca, la carencia de realidad del personaje único y el olvido de lugar y ambiente, la tentativa podría aceptarse siquiera como cuento antiguo, si interesara. Al escribir El General Fico realizó José Ramón López, su esfuerzo más apreciable: trazó con brío y le dio realidad local a un rústico mandatario de carne y hueso, a quien hizo al fin morir en improvisada forma. Del conjunto de sus Cuentos Puertoplateños no están ausentes los rasgos característicos y la naturalidad y gracia corrientes, aunque dispersos en diferentes unidades. Que el autor fue un buen periodista, afirman. Acaso la facilidad adquirida en el ejercicio del periodismo se sobrepusiera, como enemiga, a las cualidades exigentes del cuentista. Pero es oportuno reconocer que con José Ramón López la literatura cuentística se inclinó hacia las costumbres campesinas nuestras. A pesar de sus defectos abundantes, los dominicanos le deben agradecer a López que en El General Fico se asomara a ver una fisonomía, en su tiempo intacta, de lo criollo. 2 “Cuentistas” y asiduos colaboradores de La Revista Ilustrada fueron Alberto Arredondo Miura, Luis A. Bermúdez, Andrés Freites, Rafael O. Galván, Esteban Buñols, Jacinto de Castro, Jacinto B. Peynado, Luis Garrido, Amalia Freites, Amelia Francasci, Luisa O. Pellerano, E. Prud’Homme, Rafael Justino Castillo, etc., etc. 38
  • 39. SÓCRATES NOLASCO  |  EL CUENTO EN SANTO DOMINGO – TOMO I Preciso y cuidadoso de las dimensiones, elegante y casi siempre correcto en el estilo, Fabio Federico Fiallo se evadía de la realidad presente para darle vuelo a su imaginación de poeta lírico a la hora de escribir cuentos. A uno de los más interesantes por el feliz desarrollo le encontró escenario en la Rusia de los Zares, totalmente desconocida de él y de los demás dominicanos. Discurre la acción de otros en ámbitos indeterminados, vagos; pero nunca en Santo Domingo. El Príncipe del Mar, cuento de fantasía delicadísima, prueba que en cualquiera modalidad se logran triunfos, cuando se tiene el don de escritor que era natural en Fiallo. Difundió sobre esta obra un hálito de simpatía tan sugestiva que hará siempre agradable su lectura. Fabio F. Fiallo fue amigo personal de Díaz Rodríguez y Rubén Darío. Conoció sus cuentos; pero se mantuvo romántico y libre del avasallamiento de ambos. Don Federico Henríquez y Carvajal escribió seis cuentos en veinte y nueve años: en 1895 Un Rey Destronado y Dualidad de Amor en 1924. Seis cuentos en tan largo tiempo dan testimonio suficiente para convencer de que el venerado maestro y periodista, aunque no desdeñó el género, se entretuvo en él sólo en momentos circunstanciales. Sorprenderá que en el presente volumen figure Máximo Gómez entre escritores con un cuento legendario. A uno de los que primero se atrevieron a mirar sin desdén esa forma literaria, porque fuera ante todo hombre de armas y no vislumbrara la importancia que el cuento alcanzaría en su patria después de cincuenta y ocho años de haber escrito, no se le debe excluir de una recopilación intentada sin rigor de florilegio. El Sueño del Guerrero es página de campamento bosquejada en tregua nocturna (1898). El viejo posó ahí la garra y marcó su huella. Del moribundo romanticismo puso lo desmesurado y el escrutar mirando atrás; del guerrero mandón la osadía con que Simón Bolívar dialoga todavía con el dios de Colombia sobre el Chimborazo. ¿Capricho? Oleaje de pesimismo, quizás, en humanísimo señor endurecido en sucesivas guerras. El último Quijote combate por cerrar la independencia del Nuevo Mundo. Abarca y pondera la suma de sacrificios a raíz de Martí y Maceo morir y, ensombrecido por el vaticinio de “la posible ingratitud de los hombres”, como premio, la mano fatigada se le cae sobre la pluma. Escudriña. Encarna en Cristóbal Colón el afán de los descubridores, la saña y los trabajos imponderables de los exploradores y conquistadores y finalmente de los libertadores, para, en resumen, beneficiarios extraños y de hostilidad disimulada. Cuando los críticos dominicanos rescaten nuestros valores literarios que ruedan dispersos en tierra ajena, ocupará Máximo Gómez el sitial de escritor que le corresponde. El crítico Juan Jerez Villarreal, de orgulloso abolengo dominicano, apuntó en Cuba irónicamente: —¡Y el viejo tuvo coqueteos literarios!… Fíjense: con menos desagrado hubiese tolerado él que le criticaran su estrategia que los frutos de su pluma”. ¡Y qué coqueteos! La descripción de la Batalla de Mal Tiempo no ha sido superada en la épica antillana. Su relato de las andanzas y muerte de José Maceo tiene más valor de vida y emociona más que una de las Vidas Paralelas de Plutarco. En su pésame a María Cabrales late tan profunda angustia que su lectura emocionará mientras el dolor exista. Pero tratar de Gómez escritor ahora es salirse del marco destinado sólo a las noticias y apuntes que anteceden a la evolución del cuento en Santo Domingo, que autoriza la Colección Pensamiento Dominicano. El publicista Manuel de Jesús Troncoso de la Concha puso a un lado momentáneamente la leyenda, cultivada por él con pericia y jovial espíritu, para concurrir en 1909 a un certamen 39
  • 40. COLECCIÓN PENSAMIENTO DOMINICANO  |  Volumen II  |  CUENTOS y ganar el primer premio con Una Decepción. Por aquel triunfo figura como uno de los primeros cultores del cuento moderno en la República Dominicana. Puntualizó el momento definitivo en que se deja atrás la creación carente de realidad humana. Con medalla de oro le premiarona a Gustavo A. Díaz (1910) Dos veces Capitán, cuento de atisbos psicológicos, conflictivos, en que el autor redime a un seguidor del Gral. Pedro Santana en los azares de “la anexión” o eclipse de la soberanía dominicana. En el feliz ensayo, aunque el fondo histórico del motivo hace olvidar el ambiente de la manigua, se evidencian en su autor cualidades literarias postergadas desde entonces, o completamente desvanecidas. Quizás si aquella medalla de oro convenció al joven escritor de que la literatura es menos generosa que la política. El triunfo le sirvió de estribo para escalar posiciones en “la cosa pública”, y las buenas letras trocaron al escritor por un político alerta. Del mismo tiempo es Manuel Florentino Cestero, periodista, autor de Cuentos a Lila. Con Pan de Flor, volumen publicado en 1912 por José María Pichardo, Nino, confirma el cuento nacional la propia fisonomía. El veterano ensayista y crítico Federico García Godoy escribió Carmelita y Sor Clara en 1898 y 1899, y ya en 1888, con Margarita, había intentado realizar la novela corta. Por fin en 1914, en Guanuma –”episodio nacional”– intercaló un cuento que es joya de primer orden. El crítico Joaquín Balaguer, perspicaz y certero, lo desprendió y puso a vivir aparte. García Godoy no tuvo un capricho sin precedentes: igual que él procedió Cervantes enriqueciendo Don Quijote de la Mancha y Persiles y Segismunda, y en la antiquísima Ciropedia injertó Xenofonte aquella Pentea que, desvinculada de la obra histórica, se reproduce de tiempo en tiempo conservando vida fresca e imperecedera. Nuestro don Federico García Godoy fue superior cuentista en capítulos de sus “episodios nacionales” que en sus cuentos de juventud. Todas sus grandes cualidades de escritor están palpitando en el ejemplar admirable que se inserta en la recopilación presente; pero sobre todo, el insuperable don descriptivo, la embriaguez amorosa de los sentidos ante los panoramas y la maestría del narrador, palpitan, viven, resaltan y para siempre jamás serán testimonio cierto de cómo fueron aquellos bosques vírgenes y terrenos exuberantes hoy convertidos en potreros y cañaverales. El periodista Antonio Hoepelman vuelve la mirada atrás y refresca anécdotas y episodios insuflándoles vida y valor artístico. Aunque su cuento El Tesoro de Moncada es más interesante por el enredo y el estilo vivaz, se le da ahora preferencia a Nobleza Antillana por el escenario y el motivo de sabor histórico, y por lo que en las letras dominicanas significa como trasunto de la vida colonial. Enrique A. Henríquez y Rafael Vidal y Torres mantuvieron en certámenes las características y el realce adquiridos por el cuento moderno, con Tindito (historia de un toro joven) premiado al primero en certamen de 1916, y con un relato de ardiente nacionalismo, otro primer premio, ganado por el segundo. A continuación el poeta J. Furcy Pichardo alcanzó otro galardón con asunto igual, de nacionalismo auténtico, y en 1921 publicó Manuel Patín Maceo sus cuentos intitulados Serpentinas. El periodista y novelista Rafael Damirón incluyó en sus Estampas volanderas (1938) un cuento, de viejo escrito, que es acertada caracterización de un tipo de mujer capitaleña a quien el crecimiento de la ciudad y la multiplicación de las familias ricas descartaron de las costumbres y relegaron a la memoria de algunos sobrevivientes. No parece que Balaguer haya tenido la intención de agrupar en su Historia de la Literatura Dominicana a aquel veterano del periodismo entre los escritores que califica como pertenecientes a la Era de Trujillo. 40