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El tercer sentido

                                                             Notas acerca de
                                                           algunos fotogramas
                                                           de S. M. Eisenstein

                                                           para N ordine Sall,


            Lo o 8 v lO
                                                          director de Cinéma 3




            J      Lb                                                                                                           1




                              f-   1   !(YA L ot:J 
                                                           Esta es una imagen de Iván el Terrible (I);1 dos
                                                        dos ayudantes, dos comparsas (no importa que yo no
                                                        exactamente los detalles de la historia) de:rraman una nuvia
                                                        oro         la cabeza del joven zar. En es ta escena creo
                                                        distinguir tres niveles de serrtido:
                                                            1. Un nivel informativo que recoge todos los conocimi
                                                        que me proporcionan el decorado, los ropajes, los
                                                        sus relaciones, su inserción en una anécdota que (aunque
                                                        forma vaga) conozco. Es el nivel de la cornunicación. Si
                                                        que encontrar un modelo de análisis para él, me inclinaría
                                                        la primera semiótica, la del «mensaje». (Pero aquí no nos
                                                        veremos a ocupar de este nivel ni de esta semiótica.)
                                                           2. Un nivel simbólico: el oro derrama do. Este nivel
                                                        estar estratificado. Por una parte. el simbolismo referencial:

                            ÓTl CA
                                                        trata del ritual imperial del bautismo con oro. Por otra, el
                 S-;B   t                               bolismo diegético: el tema del oro, de la riqueza (supullleIlluu
                                                        que exista) en Iván el Terrible, tendría          una inte

                  sw                                   significativa. En tercer lugar, el simbolisII1o eisensteiniano ...
                                                        caso de que a algún crítico se le ocurriera desvelar que el

                                                           1. Todos los fotogramas de Eisenstein de que aquí se trata nrrlrpf'f'n
                                                        de los números 217 y 218 de Cahiers du cinéma. El fotograma de
                                                        (Le Fasclsme ordinaire) procede del número 219.




!.
            _--------_._--- ---
..............
          .
51                                                       LA IMAG N
LA ESCRITURA DE LO VISIBLE                                               50

la lluvia, o la cortina, o la desfiguración pertenecen a una red                con el sen tido dramático del episodio: decir que estos rasg s
de desplazamientos y sustituciones propia de Eisenstein. Y, por                 remiten a un «aire » significativo de los cortesanos, distante, ab -
último, un simbolismo histórico, en el caso de que, de manera                   rrido, en uno, aplicado en el otro «<Simplemente ejercen de c r-
más amplia aún que las . precedentes, fuera d emostrable que el                 te san.os ») no me satisface por completo: hay algo en estas d s
oro introduce en un juego (teatral), en una escenografía que                    caras que va más allá de la psicología, de la anécdota, de la fu -
sería la escenografía del intercambio, constatable psicoanalítica               ción y hasta, hablando claro, del sentido, y que no se redu e,
y, a la vez, económicamente, es decir, de forma semiológica. Este               sin embargo, al empecinamiento con que todo cuerpo huma o
nivel, tomado en su conjunto, es el de la significación. Se anali-              se empeña en estar en un lugar. En oposición a los otros d
zar ía en base de una semiótica algo más elaborada que la p ri-                 niveles, el de la comunicación y el de la significación, este t erc r
mera, una semiótica segunda, o neosemiótica, de la que ya no                    nivel -por más azarosa que siga siendo su lectura- es el de
se ocuparía la ciencia del mensaje, sino las ciencias del símbolo               sigl1ificancia; este término tiene la ventaja de referirse al ca -
 (psicoanálisis, economía, drama turgia).                                       po del significado (no de la significación) y de conectar con
     3. ¿Ahí se acaba todo? No, puesto que todo esto no basta                   semiótica del texto, a través de la vía abierta por Julia Kriste
par a librarme de la imagen. Aún leo, aún recibo (y quizá, pro-                 que es quien lo ha propuesto.
bablemente, antes que ningún otro) un tercer sentido,2 evidente,                    La significación y la significancia -que no la comunicación
 errático y tozudo. No sé cuál es su significado. Por lo' menos,                es lo único que me interesa aquí. De manera que me veo ob i-
no soy capaz de nombrarlo, pero distingo perfectamente los ras-                 gado a nombrar, con la mayor economía posible, al segundo y
 gos, los acCidentes significantes que componen este signo, incom-              terce r sentidos . El sentido simbólico (el oro derramado, el p -
 pleto, por supuesto: una cierta compacidad del maquillaje de                   der, la riqueza, el rito imperial) se -me impone gracias a u a
 los cortesanos; espeso, pesado, en uno de ellos, liso, distinguido             doble determinación: es intencional (lo que ha querido de ir
 en el otro;. la nariz «b estial» -de éste, las cejas finamente dibu-           el autor) y procede de una especie de léxico general, común, e
 jadas de aquél, su insulsa rubicundez, su tez de una blancura                  los síínbolos; es un sentido que viene en mi busca, en bus a
 mortecina, su apretado y aplastado peinado, que recuerda a un                  del destinatario del mensaje, del sujeto lector, un sentido q e
 postizo, en consonancia con el maquillaje de polvo de arroz.                   parte de S.M.E. y que va por delante de mí: evidente, es cier o
 nora si esta tercera lectura tiene una base -si es posible gene-               (también lo es el otro), pero con una evidencia cerrada, suje a
 nilizarla-, pero empiezo a creer que su significante (los rasgos               a un sistema completo de destinación. Propongo para este sig o
 que he intentado p r onunciar, ya que no describir) posee una in-              completo la denominación de sentido obvio; Obvius quiere e-
 dividualidad teórica; pues, por una parte, no es posible confun-               cir: que va por delante, y éste es el caso de este sentido, q e
 dirlo con un simple estar .ahí de la escena, excede a la pura                  viene a mi encuentro; en teología se llama sentido obvio al «q e
 copia del motivo referencial, obliga a una lectura interrogativa               se pr esenta naturalmente al espíritu », y también es éste el cas
  (justamente la interrogación se refiere al significante, no al sig-           el simbolismo de la lluvia de oro se me aparece como dota
  nificado , a la iectura, no a la intelección: se traia de una cap-            de un ::! claridad <<natural» desde siempre. En .::uanto al ot ;:o, l
  tación «poética»); y, por otra parte, no se confunde tampoco                  tercer sentiJo, al que se me da «por añadido», como un sup e-
                                                                                mento que mi intelección no consigue absorber por complet ,
    2. En el p aradigma clásico de los cinco sentidos, el ter cero es el oído   testar udo y huidizo a la vez, liso y resbaladizo, propongo den -
(el prímer o en importancia p ara la Edad Media); es una feliz coincidencia,    minarlo sentido obtuso. Es -la primera palabra que se me ocur e
pues se trata realmente de una escucha; en primer lugar porque las ob-
servaciones de Eisenstein de las que aquÍ nos serviremos proceden de            y: oh maravilla, su misma etimología, al manifestarse, prop r-
una reflexión sobre el advenimiento de lo auditivo en el cine' en seaundo               ya una teoría del sentido suplementario; obtusus quie e
lugar, porque la escucha (sin referencia a la foné única)              :n po-   deCIr: romo, de forma redondeada; ahora bien, los rasgos in i-
 tencia la metáfora que mejor conviene a lo «textual,,; la orquestación (pa-
labra de S. M. Eisenstein), el contrapunto, la estereofonÍa.                    cados (el maquillaj e, la blancura, el postizo, etcétera) ¿acaso
LA ESCRITURA DE LO VISIBLE
                                                                    52

   son algo así como el redondeo de un sentido demasiado claro,
  demasiado violento? ¿Acaso no proporcionan al sentido obvio
  una redondez poco aprehensible, acaso no hacen resbalar a mi
  lectura? El ángulo obtuso es mayor que el recto: ángulo obtuso
  de 1000, dice el diccionario; asimismo, el tercer sentido se me
  aparece como más grande que la perpendicular pura, recta, ta-
  jante, legal del relato: parece como si me abriera por completo
 el campo del sentido, infinitamente; incluso, llego a aceptar el
 sentido peyorativo de este sentido obtuso: el sentido obtuso
 parece como si se manifestara fuera de la cultura, del saber,
 de la informacióú; desde un punto de vista analítico tiene un
 aspecto algo irrisorio; en la medida en que se abre al infinito
 del lenguaje, resulta limitado para la razón analítica; es de la
 misma raza de los juegos de palabras, de las bromas, de los
 gastos inútiles; indiferente a las categorías morales o estéticas        II
 (lo trivial, lo fútil, lo postizo y el "pastiche»), pertenece a la es-
wfera del carnaval. De manera que obtuso es la palabra adecuada.



 El sentido obvio

    Diremos cuatro palabras sobre el sentido obvio, aunque no
 es el objetivo de la presente investigación. Tenemos aquÍ dos
 imágenes que lo presentan en estado puro. Las cuatro figuras
 de la imagen II «simboJizan» tres épocas de la vida, la unanimi-
 dad del duelo (los funerales de Vakulintchuk). El puño apretado          III
 de la imagen IV, montado en «detalle», significa la indignación,
 la cólera contenida, canalizada, la determinación al combate;
unido metonímicamente a toda la historia del Potemkin «sim-
boliza" la clase obrera, su potencia y :;u voluntad; pues, por un
milagro de inteligencia semáhtiui, este puño visto del revés,
mantenido por su dueño en una especie de clandestinidad (es la
mano que primero cuelga con naturalidad a lo largo del panta-
lón y a continuación se cierra, se endurece, piensa a la vez su
combate futuro, su paciencia y su prudencia), no puede leerse
como el puño de un bravucón, es más, de un fascista: aparece
de manera inmediata como un puño de proletario. Esto nos per-
mite ver que el «arte» de S. M. Eisenstein no es polisémico:
                                                                           IV
-




LA ESCRITURA DE LO VISIBLE
                                                                        55                                                      LA lMA EN


                                                                        El sentido obtuso

                                                                            Obtuve por primera vez la convicción del sentido obtuso a te
                                                                        la imagen V. Se me planteó esta pregunta: ¿qué es lo que, en
                                                                        esta anciana que llora, me obliga a preguntarme sobre el si ni-
                                                                        Ji.cante? En seguida me persuadí de que, aunque perfectos, no
                                                                        c'ran ni el aspecto ni la gesticulación propia del dolor (párpa os
                                                                        ccrrados, boca estirada, puño sobre el pecho): todo esto pe te-
                                                                        Decía a la plena significación, al sentido obvio de la imagen al
                                                                        realismo y al decorativismo eisensteinianos. Tenia la sensac ón
                              V    VI                                   de que el rasgo penetrante, inquietante como un invitado ue
                                                                        se obstina en quedarse sin decir nada en un lugar en que no
                                                                        hace ninguna falta , se situaba probablemente en la región f
 elige el sentido, lo impone, lo abruma (por mucho que él sentido       tal: la toca, el pañuelo, estaba ahí por alguna razón. Sin
 obtuso desborde la significación, no por ello resulta ésta nega-       bargo, en la imagen VI desaparece el sentido obtuso, queda
 da, emborronada); el sentido eisensteiniano fulmina toda ambi-         sólo un            de dolor. Entonces comprendí que esa esp cie
 güedad. ¿Cómo lo 'hace? Con la ayuda de un valor estético, el          de escándalo, de suplemento o de desvío que se añadía a la re-
 énfasis. El «decorativismo» de Eisenstein tiene una función eco-       presentación clásica del dolor provenía con toda exactitud de
 nómica : profiere la verdad. Veamos la imagen lII: de una ma-          una tenue relación: la que se establecía entre la toca baja, los
 nera muy clásica, el dolor se expresa en las cabezas abatidas,         ojOS ' Gerrados y la boca convexa; o, m ás                   la is-
 los gestos de sufrimiento, la , mano que se apoya sobre la boca        tinción que el mismo Eisenstein hacía entre <      das tinieblas de
 para con-tener el sollozo; pero una vez dicho todo esto, y con         la catedra!» y «la catedral en tinieblas», de una relación e tre
 creces, un rasgo decorativo lo repite de nuevo: la superposición       la «baj ura» de la línea del tocado, estirado hasta las cejas de
 de las dos manos, dispuestas estéticamente en una ascensión            manera anormal, como en los disfraces en que uno quiere to-
 delicada, maternal, floral, hacia el rostro que se inclina; en el      mar un aspecto ridículo y necio, la elevación circunfleja de las
'detalle general (las dos mujeres) , se inscribe en profundidad         cejas mustias, apagadas, viejas, la curva excesiva ele los p á a-
 otro detalle: procedente de un orden pictórico, como una cita          dos bajos que se aproximan como si bizquearan; y la línea
 de los gestos de los iconos y de las piera, no distrae del sentido;    la boca entreabierta, metafó ricamente hablando, «como de
 sino que lo acentúa; esta acentuación (propia de todo arte rea-        fuera del agua», en respuesta a la línea de la toca y las ce as.
 lista) tiene algo que ver con la «verdad »: ' la de Potemkin. Bau-     Todos estos rasgos (el ridículo tocado, la vieja, los párpa os
 delairc hablaba de <da verda d enfática del gesto en las grandes       bizqueantes, el pez) tienen como vaga referencia un lengu je
 circunstancias de la vida»; aquí es la verdad de la «gran circuns-     más bien bajo, el de un disfraz lamentable; unidos al noble 0-
 tancia proletaria» la que r equiere énfasis . La estética de Eisens-   101' dd sentido obvio adquieren un dialogismo tan tenue
 tein no constituye un nivel independiente: forma parte del sen-        no es posible garantizar su intencionalidad. En efecto, la ro-
 tido obvio y, en Eisenstein, el sentido obvio es la revolución.        piedad principal de este tercer sentido consiste -al menos en
                                                                        S,M.E.- en borrar los límites entre la expresión y el disf
                                                                        pero también en ofrecer de manera sucinta esta oscilación:
                                                                        énfasis elíptico, por así decirlo: disppsición compleja, muy re-
                                                                        torcida (ya que implica una temporalidad de la significaci 'n),
LA ESCRITURA DE LO VISIBLE


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                                   que el propio Eisen
                                   júbilo la regla de
                                   vuelta atrás, al lle
                                      De manera que
                                  disfraz. Véase la ba
                                  opinión, al sentido
                                  ello renuncia a la «
                                  del zar): un actor
                                  tor de la anécdota,
                                  que un disfraz des
                                 siempre permite su
                                 formación geológica
                                 tradicho: a Brecht
                                 tica (con dos térmi
                                 postizo de sí mismo
                                 que deja ver corte
                                punto de unión, lue
                                perpendicular y el
                                parte más «obtusa»
                                moño (imagen VIII)
                                sí que es irrisorio (e
                                No es por tañ"to 'par
                                está torpemente rem
                               revolucionario, el du
                               Vakulintchuk tiene u
                               «encarnado» en ese
                               taminacié:1; el populi
                               se detiene en el moñ
                              como una irrisión no
                              obtuso (su capacidad
                              del pelo; veamos otr
                              contradiciendo al puñ
                              reducción tenga el má
                              prolongarse en patill
                              delo ovino, dota a la
                             sería cierta ingenuida
                             bras fuera de lugar,
                             más mistificadas que
                             midas; creo que el sen
                             tro del disfraz, esta e




                                 .
LA ESCRITURA DE LO- VISIBLE
                              58
                                   59




          XI                                                   XIV   XV


                                     emoción que se limita a designar lo que se ama, lo que se
                                     defender; se trata de una emoción-valor, de una valoración.
                                     que todo el mundo estaría de acuerdo en que la etnografía
                                     letaria de S .M.E., que aparece fragmentada a lo largo de
                                     funerales de Vakulintchuk, presenta constantemente algo
                                     amoroso (tomando esta palabra sin especificación de edad ni
                                   - sexo): maternal, cordial, viril, «simpático» sin recurrir a los
                                     tereotipos, el pueblo de Eisenstein es en esencia amabie:
                                     reamas, amamos los círculos de las gorras de la imagen
                                     entramos en complicidad, en inteligencia con ellos.
                                     belleza, sin duda, puede tener el papel de sentido obtuso :
          XII                        el caso de la imagen XI, en que el sentido obvio, muy
                                     (mímica de Iván, ingenuidad retrasada del joven Vladimir)
                                     amarrado y/o desviado por la belleza de Basmanov; pero el
                                     tismo incluido en este sentido obtuso (o , mejor, llevado al
                                     por este sentido) no tiene preferencias estéticas:
                                     fea, «obtusa» (imágenes XII y XIII), al igual que el monje
                                     la imagen XIV, pero su obtusez va más allá de la anécdota,
                                     ve romo al sentido, lo hace desviar: en el sentido obtuso
                                     un erotismo que incluye lo contrario de lo bello y hasta
                                     que queda fuera de la contrariedad, es decir, el límite, la
                                     sión, el malestar y hasta el sadismo: obsérvese la blanda
                                     cencia de los Niños en el Horno (XV), el ridículo escolar
                                     bufanda cuidadosamente anudada hasta la barbilla, el co
                                     choso de su .piel (de los ojos, de la boca en la piel) que
         XIlI
                                     haber repetido FellinÍ en el andrógino del Satiricón:
LA ESCRITURA DE LO VISIBLE
                                                                         60   61                                                      LA

   lo que habla Georges Bataille, especialmente en ese texto de               descolorida, disfrazada (también), del joven que lleva
   los Documents que sitúa, para mí, una de las regiones posibles             chas, la blandura de sus manos y de su boca (no lo estoy de -
   del sentido obtuso: Le gros orteil de la reine (no recuerdo el tí-         cribiendo, no me es posible, tan sólo señalo un punto en el e -
   tulo exacto ).3
                                                                              pacia), las gruesas uñas de Goering, su sortija de pacotilla (ace -
       Sigamos (suponiendo que estos ejemplos hayan bastado para              cándose ya a la frontera con el sentido obvio, del mismo mo o
   inducir a observaciones de carácter más teórico). El sentido ob-           que el meloso servilismo de la sonrisa imbécil del hombre de le S
   tuso no está en la lengua (ni siquiera en la de los símbolos):             aafas, al fondo: un obsecuente, con toda seguridad). En otr s
   si lo retiramos, la comunicación y la significación aun persisten,         '"
                                                                              palabras, el sentido obtuso no tiene un lugar estructural, un s
   circulan, pasan; sin él, sigue siendo posible decir y leer; pero           mantólogo no le concedería existencia objetiva (pero ¿hay le -
   tampoco está en el habla; es posible que exista una cierta cons-           tura objetiva?) y, si ese sentido es evidente (para mí), quizá t -
  tante 'en el sentido obtuso eisensteiniano, pero en tal caso se             davía lo es (por el momento) en virtud de la misma «aberr -
  trataría de un habla temática, de un idiolecto, y este idiolecto            ción» que obligaba al solitario y desdichado Saussure a escuch r
  sería provisional (el crítico que escribiera un libro sobre S.M.E.          en el verso arcaico una voz enigmática, obsesiva y sin origen: a
  simplemente lo paralizaría por un instante); pues si bien es                voz del anagrama. Igual incertidumbre se experimenta cuan o
  verdad que hay sentidos obtusos, éstos no se encuentran, en                 se pretende describir el sentido obtuso (dar una idea acerca e
  absoluto, por todas partes (el significante, figura con futuro, es           dónde viene ' o adónde va); el sentido obtuso es un significan e
  algo raro), sino sólo en algunas partes: en otros realizadores de            sin significado; por ello resulta tan difícil nombrarlo: mi 1 c-
  films (quizás), en cierto modo de leer la «vIda» y, por tanto, lo            tura se queda suspendida entre la imagen y 'su descripción,       -
, «real» (tomamos esta palabra aquí, entendiéndola en oposición                tre la definición y la aproximación. El sentido obtuso no pue e
  a lo deliberadamente ficticio); así, en esta imagen, documental,             describirse porque, frente al sentido obvio, no está copian o
  del Fascismo común LXYI), leo fácilmente un sentido obvio, el.               nada: ¿cómo describir lo que no representa nada? En este ca o
  de fascismo (estética y simbólica de la fuerza, de la caza tea-              es imposible una expresión pictórica ' en palabras. En consecu n-
  tral), pero, además,       un suplemento obtuso: la ingenuidad               cia, si usted y yo nos mantenemos, ante estas imágenes, a ni el
                                                                               del lenguaje articulado -es decir, el lenguaje de mi pro io
                                                                               texto-":', el sentido obtuso no conseguirá acceder a la existenc a,
                                                                               entrar en el metalenguaje de la crítica. Lo cual significa que el
                                                                               sentido obtuso está fuera del 'lenguaje (articulado), pero, in
                                                                               embargo, dentro de la interlocución. Pues si usted observa as
                                                                               imágenes a que me refiero, verá su sentido: podemos entend r-
                                                                               nos acerca del sentido obtuso «por encima del hombro» o «a
                                                                               espaldas» del lenguaje articulado: gracias a la imagen (eso sí,
                                                                               inmovilizada: volveremos a hablar del asunto), o mejor: grac ú3
                                                                               a lo que en la imagen es imagen pura (bien poca cosa, a de ir
                                                                               verdad) podemos prescindir de la palabra sin dejar por ello de
                                                                               entendernos.
                                                                                   En resumen, lo que el sentido obtuso perturba y esteriliza es
                                    XVI                                        precisamente el metalenguaje (la crítica). Se pueden enume ar
                                                                               varias de las razones de que así suceda. En primer lugar, el s n-
   3. Véase a partir de "Les sarties du texte» en Bataille «10/18», París,     tido obtuso es ·discontinuo, indiferente a la historia y al sent do
1973. (N. del E. francés .)                   "
                                                                               obvio (como significación de la historia); esta disociación ti ne




                                                                                         . ,..   ;-
LA ESCRITURA DE LO VISIBLE
                                                                     62    63

   un efecto antinatural o al menos de distanciamiento respecto al           inútil, como un lujo; este lujo todavía no pertenece a la políti a
   referente (lo «real» como naturaleza, la instancia realista). Pro-        ele · hoy pero, no obstante, ya pertenece a la política de mañan .
  bablemente Eis-enstein habría asumido esta in-congruencia, esta                 Todavía queda algo por decir acerca de la responsabilid d
  im-pertinencia del significante, ya que, hablando del sonido y             sinlagmática de este tercer sentido: ¿cuál es el lugar que oc -
  el color, ha sido capaz de decir (n.o 208): «El arte comienza a           pa en la secuencia de la anécdota, en el sistema lógico-tempor 1,
  partir del momento en que el crujido de la bota (sonido) se                sin el que parece ser que es imposible que la «masa" de l s
  superpone a un plano visual diferente y suscita así las asocia-           lectore s y espectadores entienda un relato? Es evidente que 1
  ciones correspondientes. Lo mismo pasa con el color: el color             sentido obtuso es el antirrelato por excel(mcia; diseminado, 1 -
  empieza en el punto en que ya no se corresponde con la colora-            versiblc, sujeto a su propia duración, no podemos basarnos n
  ción naturaL.». Además, el significante (el tercer sentido) nun-          él para una segmentación que no sea totalmente ajena a la se -
-ca se llena; está en un estado de . permanente depleción (tér-             m entación en planos, secuencias y sintagmas (técnicos o nar -
 mino lingüístico que designa a los verbos vacíos, los comodines,           tivos): daría una segmentación inaudita, antilógica y, no o s-
 por ejemplo el verbo hacer en español); ciertamente, también               tan te, «verdadera)}. Imaginémonos «siguiendo)} no ya la maql i-
 se podría decir -y con la misma justeza- lo contrario a saber              nación de Eufrosinia, ni tampoco el personaje (en cuanto en i-
 que ese tipo de significante no se vacía nunca (no acaba                   dad diegética o figura simbólica), ni siquiera el rostro de a
 de -;aciarse); se mantiene en un estado de perpetuo eretismo;              Mala Madre, sino tan sólo la inclinación de ese rostro, ei ve o
 en el, el deseo no culmina jamás en ese espasmo del significado            negro, su opª-ca y pesada fealdad: obtendríamos otra tempo -
 que, normalmente, permite al sujeto reposar de nuevo en la paz             lidad, que ya no sería diegética ni onírica, obtendríamos ot a
 d.e las denominaciones. Por último, el sentido obtuso podría con-          película. El sentido obvio es temático: existe el tema de 1 s
            un acento, la propia forma de una emergencia, de un             Funer ales. El sentido obtuso, tema sin variantes ni desarroll ,
plregue (d.e una arruga) que ha quedado marcado en· el pesado               no puede hacer más que apareeer y desaparecer; el juego le
            las informaciones y las significaciones. Si pudiéramos          presencia/ausencia remeda al personaje y lo reduce a un si -
descnbIrlo (lo que sería un contrasentido), tendría un carácter             ple espacio ocupado por las distintas facetas: el mismo Eise s-
parecido al del haiku japonés: gesto anafórico sin contenido                tein enunció en otro punto esta disyunción: «Lo característi o
significativo, tajo que corta el sentido (el deseo de sentido); de          es que las diferentes posiciones de un zar único que siemp e
manera que la imagen V sería algo así :                                     es el mismo .. . aparecen sin el paso de una posición a otra".
                                                                                 En esto consiste todo: la indiferencia o libertad de posici n
         Estirada la boca, los cerrados ojos bizquean tes,                  elel significante suplementario en relación al relato, permite i-
         Bajo el tocado que cubre la frente,                               tuar con bastante exactitud la tarea histórica, política y teóri a
         La mujer llora.                                                   llevada a cabo por Eisenstein. En su obra, la historia (la rep e-
                                                                           sentación anecdótica, diegética) no resulta destruida, sino to o
    Este acento (al que hemos atribuido una naturaleza enfttica            lo contrario: ¿hay una historia más bella que la de Iván o la e
y elíptica a la :vez) no va en dirección del sentido (como hace           'Potemlcin? El relato debe alcanzar cierta estatura para hacer e
la histeria), no teatraliza (el decorativismo eisensteinümo perte-         entender por una sociedad que, al no poder reso.1ver las cont a-
nece a otro nivel), ni siquiera indica un más allá del sentido             dicciones de la historia sin un largo camino político, se sir e
(otro contenido, añadido al sentido obvio), sino que hace fra-             (¿provisionalmente?) de soluciones míticas (narrativas); el p 0-
casar al sentido, ya que no se limita a subvertir el contenido'            bIema actual no consiste en destruir el relato, sino en subv r-
subvierte la misma práctica del sentido. Este sentido, el                  tirIo: la tarea de hoy consistiría en disociar subversión y d s-
do obtuso, nueva y extraña práctica que se afirma contra una               trucción. A mi parecer, S.M.E. consigue operar esta distinció :
práctica mayoritaria (la de la significaciÓn), surge como un gasto         la presencia de llll tercer sentido suplementario, obtuso - a n-
LA ESCRITU RA DE LO VISIBLE                                                          óS
                                                                                             64
                       que sólo se dé en alguna s imágen es, pero, eso sí, éomo                             a surgir a partir de una civiliza ción del signific ado,
                                                                                         una
                       firma impere cedera, como un sello que avala todas y cada                  ,   '
                                                                                                            poco frecuen te (rasgos sueltos en S.M.E ., ¿quizás en otro
                                                                                         una "    ,
                       de sus obras- , esta presen cia remode la profun damen te la              ..         hasta el punto de que podríam os afirma r que el film, com
                                                                                          po-                                                                                    el
                       sición teórica de la anécdo ta: la histori a (la diégesi s) ya no                    texto, aún no existe: lo que hay sólo es «cine», o sea lengua
                                                                                            es                                                                                 es,
                       tan sólo un sistema podero so (el sistema narrati vo ".m ilenario                    relatos , poemas , a veces muy «moder nos», «traduc idos» en «i
                                                                                            ),                                                                                   á-
                       sino además , y de manera contrad ictoria , un simple espacio ,                    , genes» que llamam os «anima das»; tampoc o hay que asomb
                                                                                           un                                                                               r
                       campo de perman encias y permut acione s; la anécdo ta es                            de que no sea posible apercib irse de ello sino despué s' de ha
                                                                                          esa                                                                                   er
                       configu ración, esa escena en la que los falsos límites multip lican                 atraves ado -analí ticame nte- lo «esenci a!», la "profu ndid
                                                                                                                                                                                d»
                       el juego de permut acione s del signific ante; es tambié n ese                       y la «comp lejidad » de la obra cinema tográfi ca; que son, to
                                                                                         am-                                                                                    as
                       plio trazado que, por su diferen cia, obliga a hacer una lectura                     ellas, riqueza s del leIlgua je articula do, con las que la consti
                                                                                                                                                                               ui-
                       vertica l (la palabra es de S .M.E.); es ese orden falso que permit                  mas y creemo s agotarl a. Pues lo fílmico no es el film: lo fílm'co
                                                                                             e "
                       darle la vuelta a la pura serie, a la con1binacÍón aleator ia                        está tan lejos de la películ a como lo noveles co de la no
                                                                                          (el                                                                                  ela
                      azar no pasa de ser un vil signific ante, un signific ante barato                     (puedo escribi r novele scamen te sin escribi r jamás una nove
                                                                                             )                                                                                 a).
                      y alcanza r una estruct uración que se escapa del interio r.
                                                                                          De
                      manera que podríam os decir que con Eisens tein hay que volver
                      del revés el clisé que pretend e que cuanto más gratuit o es
                                                                                          un
                      sentido , más parasit ario aparece en relació n a la histori a con-                  El fotog rama
                      tada: por el contrar io, es esta histori a la que se vuelve en cierto
                      modo paramé trica respect o al signific ante, del que ,s implem ente
                      constit uye el terreno en que se desplaz a, la negativ idad consti-                     Por esa razón, en cierta medida (que es la de nuestro s al-
                      tutiva, o, es más : la compa ñera de viaje.                                          buceos teórico s), lo , fílmico no puede' ser captad o en el
                                                                               _                                                                                            t 1m
                          En r esumen , el tercer sentido da' otra estruct ura a 'lapelí cu-              '«en ' situació n», «en movim iento», «al natural », sino tan
                                                                                                                                                                           s lo,
                      la, sin subver tir Ta histori a (al menos en S .M.E.); y quizá                      por muy paradó jico que parezca , en ese formid able artifi
                                                                                        por                                                                                      io
                      eso mismo , es a su nivel, y sólo a su nivel donde aparec e                          que es el fotogra ma. Hace mucho tiempo que me intriga el
                                                                                          'lo                                                                                   si-
                      «fílmic o». En la pdícula , lo fílmico es lo que no puede descÍ-i-                  guiente fenóme no: uno se siente interes ado, hasta fascina do
                                                                                                                                                                                or
                     birse, la represe ntación que no puede ser represe ntada. Lo                         las fotogra fías de películ as (en la entrad a del cine, en las
                                                                                         fíl-                                                                                  re-
                     mico empiez a donde acaban lengua je y metale nguaje articula                        vistas cinema tográfi cas) y, al pasar a la sala, las pierde por e
                                                                                            -                                                                                  m-
                     dos: ?odo lo que puede decirse sobre Iván o Potemk in podría                         pleto (no sólo su misma captaci ón, sino incluso el recuerd o
                                                                                                                                                                               de
                     deCIrse sobre un texto escrito (llamad o Iván el Terribl e o                         la imagen ): mutaci ón ésta que puede llevar a una subver
                                                                                          El                                                                                 són
                     acorazado Potemk in), excepto lo que constit uye el sentido ob-                      comple ta de los valores . Al princip io, atribuí a mi gusto por
                                                                                                                                                                               ' el
                     tuso; puedo coment arlo todo D.cerca de Eufros inia, salvo la cua-                   fotogra ma a mi incultu ra cinema tográfi ca, a mi resiste
                                                                                                                                                                            n ia
                     lidad obtusa de su rostro :aní precisa mente está lo fílmico                         al film; pensab a que me ocurría como a los niños que prefie
                                                                                         en                                                                                    en
                     e:e            en el que el lengua je articula do no es más 'que                     la <dlustración» al texto, o como los cliente s ' que, al no po
                                                                                                                                                                                er
                     XImatlVo y donde comien za otro lengua je (cuya «cienci a»                           accede r a la posesió n adulta de los objetos (demas iado car
                                                                                         no                                                                                    s),
                     podrá ser la lingüís tica, pronto abando nada como una nave                          se conten tan con el placer de mirar muestr arios o catálog os
                                                                                                                                                                               de
                     nodriza ). El tercer sentido , que es posible situar de forma                        los grande s almace nes. Esta explica ción se limita a reprod
                                                                                       teó-                                                                                 u ir
                     rica:              describ ir, aparece como el paso del lengua je a                  la opinión que se tiene normal mente sobre el fotogra ma: lej
                                                                                                                                                                                 o
                     la sIgmfic ancIa y el acto fundad or de lo fílmico propiam ente                      sub-pro ducto del film, muestr a, medio de atracci ón del públi
                                                                                         di-                                                                                    o,
                     cho. No es motivo de asombr o que lo fílmico (a pesar de la can-                     extract o pornog ráfico y, técnica mente hablan do, una reducc
                                                                                                                                                                             i 'n
                     tidad incalcu lable de películ as que hay en el mundo ), obligad                     de la obra por medio de la inmovi lizació n de lo que se ca
                                                                                           o                                                                                   si-


'   .. - :
       ;     - -:

             ',,;-
'LA ESCRITURA DE LO VISIBLE                                                             67                                                        LA IMAGE


ciera la sagrada esencia del cine: el movimiento de las imágenes.                        sino una cita (concepto que caela vez tomámás importanci
    No obstante, si lo propiamente fílmico (lo fílmico del futu-                   1     en la teoría del texto); es, por tanto, a la vez paródico y disem -
                                                                                         nador, no un pellizco quitado de la sustancia química del fil ,
ro) no está tanto en el movimiento como en un tercer sentido "          !
inarticulable, que ni la simple fotografía ni la pintura                                 sino más bien la huella de la distribución superior de unos ra -
podrían asumir, por faltarles horizonte diegético, la posibllidad                        gas respecto a los cuales el film vivido, transcurrido, animad ,
ele c.onfiguración ya mencionada,4 entonces, el «movimiento» que                         no sería sino un texto más entre otros. Así pues, el fotogram
se reputa como esencia del film no sería en absoluto animación                           es el fragmento de un segundo texto cuyo ser no excede al fra -
flujo, movilidad, «vida», copia, sino simplemente el armazón                             mento jamás; fotograma y película se relacionan a la maner
que se distribuyen las permutaciones, y se haría imprescindible                          de un palimpsesto, sin que pueda decirse cuál se superpone
una teoría del fotograma de la que debemos, para acabar, in di- ¡)                       cuál, ni que uno sea un extracto del otro . Por último, el fot -
car los posibles puntos de observación.                                ;1                grama se libera de la constricción del tiempo fílmico; constri -
    El              nos entrega el interior del fra gmento; podría-                      ción muy poderosa que continúa constituyendo un obstácul
mas utllIzar a su respecto, desplazándolas, las formulaciones ffi                        para el advenimiento de lo que podríamos llamar el estado adu -
del propio Eisenstein al enunciar las nuevas posibilidades del 1                         to del film (ya nacido técnicamente, incluso a veces estéticame -
montaje audiovisual (.q.o 218): « .. . el centro de gravedad fun-                        te, aún está por nacer teóricamente). En lo que se refiere a lo
damental.. . se transfiere al interior del fragmento, a los elemen-                      textos escritos, el tiempo de lectura es libre, .salvo si son texto
tos incluidos en la propia imagen. Y el centro de gravedad ya                            muy convencionales, comprometidos en profundidad con el o -
n.o es un elemento "entre los planos" (el choque entre ellos),                           den lógico-temporal;. en cambio, no es así en el film, ya que 1
SIno un elemento "dentro del plano", la acentuación en el inte-                         imagen ·no· puede ir más a prisa ni más despacio, salvo a riesg
rior       frag.mento .. . ». Por supuesto, en el f?tograma no hay                       ele perder su figura perceptiva. El fotograma, al instaurar un
montaje                     pero la fórmula de S .M.E. es más general,                   lectura instantánea .y a la vez vertical, se ríe del tiempo lógic
en la teona del texto); es, por tanto, a la vez paródico y disemi-                       (que es tan sólo un tiempo operatorio); enseña a disociar la ex-
tagmática de las imágenes y exige una lectura vertical (de nuevo                        gencia técnica (el «rodaje»), de lo                      fílmico, qu
p alabras de S.M.E .) de la articulación . Además, el fotograma                          es el sentido <<indescriptible». Quizá lo que reclamaba S.M. .
no es una muestra (noción que supondría algo así como una.                               cra la lectura de este otro texto, cuari.do decía que el film no sól
naturaleza estadística, homogénea, de los elementos del film),                           debe ser mirado y escuchado, sino que es necesario tambiél
                                                                                         escrutarlo y escucharlo con oído atento (n.o 218). Tales manera
                                                                                         de mirar y escuchar no se limitan evidentemente a postular 1
. 4.   Hay otras «artes» que combinan el fo tograma (o al m enos el dibu-                aplicación del espíritu (ruego trivial o piadoso deseo), sino qu
JO) y la hlstona, la diégcsis: son la fo tonovela y el cómic. Estoy conven-
CIdo dc q ue esas «artes», nacidas en los bajos fondos de la gran cultura               .más bien postulan una auténtica mutación de la lectura y s 1
                                                                                   .¡
?oseen un a cuaJ¡ficación t.e órica y ponen en escena un nuevo significante        "
                                                                                   .i   objeto, texto o película: un gran problema de nuestro tiemp
                 con el sentlcio obtuso); esto está ya reconocido (:n cuantc
al cOmic; pero yo experimento ese ligero trauma t:le .la significancia ante
                       «su. es tupid ez me emociona» (ésta podría ser una po-                                                     1970, Cahiers du ciném
sible             del sentido obtuso); habría pues una verdad futura (o de
un antiguo pasado) en esas formas irrisorias, vulgares, tontas, dialógicas,
de la Su?cultura de                y habría un "arte» (un "texto») autónomo,
el del               (llnagenes "anecdotizadas», sentido obtuso situado en
u.n espacIO dlegetlco); este arte retomaría, de refilón, producciones histó-
       y cultural.mente heteróclitas: pictogramas etnográficos, vitales, la
Lt;ge.nde de. samte. prsztle de Carpaccio, "images d'Épinal», fotonovelas,
comles. La mn,ovaclOn                    por el fotograma (respecto a otros pic-
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Lo obvio y lo obtuso. R, BARTHES

  • 1. El tercer sentido Notas acerca de algunos fotogramas de S. M. Eisenstein para N ordine Sall, Lo o 8 v lO director de Cinéma 3 J Lb 1 f- 1 !(YA L ot:J Esta es una imagen de Iván el Terrible (I);1 dos dos ayudantes, dos comparsas (no importa que yo no exactamente los detalles de la historia) de:rraman una nuvia oro la cabeza del joven zar. En es ta escena creo distinguir tres niveles de serrtido: 1. Un nivel informativo que recoge todos los conocimi que me proporcionan el decorado, los ropajes, los sus relaciones, su inserción en una anécdota que (aunque forma vaga) conozco. Es el nivel de la cornunicación. Si que encontrar un modelo de análisis para él, me inclinaría la primera semiótica, la del «mensaje». (Pero aquí no nos veremos a ocupar de este nivel ni de esta semiótica.) 2. Un nivel simbólico: el oro derrama do. Este nivel estar estratificado. Por una parte. el simbolismo referencial: ÓTl CA trata del ritual imperial del bautismo con oro. Por otra, el S-;B t bolismo diegético: el tema del oro, de la riqueza (supullleIlluu que exista) en Iván el Terrible, tendría una inte sw significativa. En tercer lugar, el simbolisII1o eisensteiniano ... caso de que a algún crítico se le ocurriera desvelar que el 1. Todos los fotogramas de Eisenstein de que aquí se trata nrrlrpf'f'n de los números 217 y 218 de Cahiers du cinéma. El fotograma de (Le Fasclsme ordinaire) procede del número 219. !. _--------_._--- --- .............. .
  • 2. 51 LA IMAG N LA ESCRITURA DE LO VISIBLE 50 la lluvia, o la cortina, o la desfiguración pertenecen a una red con el sen tido dramático del episodio: decir que estos rasg s de desplazamientos y sustituciones propia de Eisenstein. Y, por remiten a un «aire » significativo de los cortesanos, distante, ab - último, un simbolismo histórico, en el caso de que, de manera rrido, en uno, aplicado en el otro «<Simplemente ejercen de c r- más amplia aún que las . precedentes, fuera d emostrable que el te san.os ») no me satisface por completo: hay algo en estas d s oro introduce en un juego (teatral), en una escenografía que caras que va más allá de la psicología, de la anécdota, de la fu - sería la escenografía del intercambio, constatable psicoanalítica ción y hasta, hablando claro, del sentido, y que no se redu e, y, a la vez, económicamente, es decir, de forma semiológica. Este sin embargo, al empecinamiento con que todo cuerpo huma o nivel, tomado en su conjunto, es el de la significación. Se anali- se empeña en estar en un lugar. En oposición a los otros d zar ía en base de una semiótica algo más elaborada que la p ri- niveles, el de la comunicación y el de la significación, este t erc r mera, una semiótica segunda, o neosemiótica, de la que ya no nivel -por más azarosa que siga siendo su lectura- es el de se ocuparía la ciencia del mensaje, sino las ciencias del símbolo sigl1ificancia; este término tiene la ventaja de referirse al ca - (psicoanálisis, economía, drama turgia). po del significado (no de la significación) y de conectar con 3. ¿Ahí se acaba todo? No, puesto que todo esto no basta semiótica del texto, a través de la vía abierta por Julia Kriste par a librarme de la imagen. Aún leo, aún recibo (y quizá, pro- que es quien lo ha propuesto. bablemente, antes que ningún otro) un tercer sentido,2 evidente, La significación y la significancia -que no la comunicación errático y tozudo. No sé cuál es su significado. Por lo' menos, es lo único que me interesa aquí. De manera que me veo ob i- no soy capaz de nombrarlo, pero distingo perfectamente los ras- gado a nombrar, con la mayor economía posible, al segundo y gos, los acCidentes significantes que componen este signo, incom- terce r sentidos . El sentido simbólico (el oro derramado, el p - pleto, por supuesto: una cierta compacidad del maquillaje de der, la riqueza, el rito imperial) se -me impone gracias a u a los cortesanos; espeso, pesado, en uno de ellos, liso, distinguido doble determinación: es intencional (lo que ha querido de ir en el otro;. la nariz «b estial» -de éste, las cejas finamente dibu- el autor) y procede de una especie de léxico general, común, e jadas de aquél, su insulsa rubicundez, su tez de una blancura los síínbolos; es un sentido que viene en mi busca, en bus a mortecina, su apretado y aplastado peinado, que recuerda a un del destinatario del mensaje, del sujeto lector, un sentido q e postizo, en consonancia con el maquillaje de polvo de arroz. parte de S.M.E. y que va por delante de mí: evidente, es cier o nora si esta tercera lectura tiene una base -si es posible gene- (también lo es el otro), pero con una evidencia cerrada, suje a nilizarla-, pero empiezo a creer que su significante (los rasgos a un sistema completo de destinación. Propongo para este sig o que he intentado p r onunciar, ya que no describir) posee una in- completo la denominación de sentido obvio; Obvius quiere e- dividualidad teórica; pues, por una parte, no es posible confun- cir: que va por delante, y éste es el caso de este sentido, q e dirlo con un simple estar .ahí de la escena, excede a la pura viene a mi encuentro; en teología se llama sentido obvio al «q e copia del motivo referencial, obliga a una lectura interrogativa se pr esenta naturalmente al espíritu », y también es éste el cas (justamente la interrogación se refiere al significante, no al sig- el simbolismo de la lluvia de oro se me aparece como dota nificado , a la iectura, no a la intelección: se traia de una cap- de un ::! claridad <<natural» desde siempre. En .::uanto al ot ;:o, l tación «poética»); y, por otra parte, no se confunde tampoco tercer sentiJo, al que se me da «por añadido», como un sup e- mento que mi intelección no consigue absorber por complet , 2. En el p aradigma clásico de los cinco sentidos, el ter cero es el oído testar udo y huidizo a la vez, liso y resbaladizo, propongo den - (el prímer o en importancia p ara la Edad Media); es una feliz coincidencia, minarlo sentido obtuso. Es -la primera palabra que se me ocur e pues se trata realmente de una escucha; en primer lugar porque las ob- servaciones de Eisenstein de las que aquÍ nos serviremos proceden de y: oh maravilla, su misma etimología, al manifestarse, prop r- una reflexión sobre el advenimiento de lo auditivo en el cine' en seaundo ya una teoría del sentido suplementario; obtusus quie e lugar, porque la escucha (sin referencia a la foné única) :n po- deCIr: romo, de forma redondeada; ahora bien, los rasgos in i- tencia la metáfora que mejor conviene a lo «textual,,; la orquestación (pa- labra de S. M. Eisenstein), el contrapunto, la estereofonÍa. cados (el maquillaj e, la blancura, el postizo, etcétera) ¿acaso
  • 3. LA ESCRITURA DE LO VISIBLE 52 son algo así como el redondeo de un sentido demasiado claro, demasiado violento? ¿Acaso no proporcionan al sentido obvio una redondez poco aprehensible, acaso no hacen resbalar a mi lectura? El ángulo obtuso es mayor que el recto: ángulo obtuso de 1000, dice el diccionario; asimismo, el tercer sentido se me aparece como más grande que la perpendicular pura, recta, ta- jante, legal del relato: parece como si me abriera por completo el campo del sentido, infinitamente; incluso, llego a aceptar el sentido peyorativo de este sentido obtuso: el sentido obtuso parece como si se manifestara fuera de la cultura, del saber, de la informacióú; desde un punto de vista analítico tiene un aspecto algo irrisorio; en la medida en que se abre al infinito del lenguaje, resulta limitado para la razón analítica; es de la misma raza de los juegos de palabras, de las bromas, de los gastos inútiles; indiferente a las categorías morales o estéticas II (lo trivial, lo fútil, lo postizo y el "pastiche»), pertenece a la es- wfera del carnaval. De manera que obtuso es la palabra adecuada. El sentido obvio Diremos cuatro palabras sobre el sentido obvio, aunque no es el objetivo de la presente investigación. Tenemos aquÍ dos imágenes que lo presentan en estado puro. Las cuatro figuras de la imagen II «simboJizan» tres épocas de la vida, la unanimi- dad del duelo (los funerales de Vakulintchuk). El puño apretado III de la imagen IV, montado en «detalle», significa la indignación, la cólera contenida, canalizada, la determinación al combate; unido metonímicamente a toda la historia del Potemkin «sim- boliza" la clase obrera, su potencia y :;u voluntad; pues, por un milagro de inteligencia semáhtiui, este puño visto del revés, mantenido por su dueño en una especie de clandestinidad (es la mano que primero cuelga con naturalidad a lo largo del panta- lón y a continuación se cierra, se endurece, piensa a la vez su combate futuro, su paciencia y su prudencia), no puede leerse como el puño de un bravucón, es más, de un fascista: aparece de manera inmediata como un puño de proletario. Esto nos per- mite ver que el «arte» de S. M. Eisenstein no es polisémico: IV
  • 4. - LA ESCRITURA DE LO VISIBLE 55 LA lMA EN El sentido obtuso Obtuve por primera vez la convicción del sentido obtuso a te la imagen V. Se me planteó esta pregunta: ¿qué es lo que, en esta anciana que llora, me obliga a preguntarme sobre el si ni- Ji.cante? En seguida me persuadí de que, aunque perfectos, no c'ran ni el aspecto ni la gesticulación propia del dolor (párpa os ccrrados, boca estirada, puño sobre el pecho): todo esto pe te- Decía a la plena significación, al sentido obvio de la imagen al realismo y al decorativismo eisensteinianos. Tenia la sensac ón V VI de que el rasgo penetrante, inquietante como un invitado ue se obstina en quedarse sin decir nada en un lugar en que no hace ninguna falta , se situaba probablemente en la región f elige el sentido, lo impone, lo abruma (por mucho que él sentido tal: la toca, el pañuelo, estaba ahí por alguna razón. Sin obtuso desborde la significación, no por ello resulta ésta nega- bargo, en la imagen VI desaparece el sentido obtuso, queda da, emborronada); el sentido eisensteiniano fulmina toda ambi- sólo un de dolor. Entonces comprendí que esa esp cie güedad. ¿Cómo lo 'hace? Con la ayuda de un valor estético, el de escándalo, de suplemento o de desvío que se añadía a la re- énfasis. El «decorativismo» de Eisenstein tiene una función eco- presentación clásica del dolor provenía con toda exactitud de nómica : profiere la verdad. Veamos la imagen lII: de una ma- una tenue relación: la que se establecía entre la toca baja, los nera muy clásica, el dolor se expresa en las cabezas abatidas, ojOS ' Gerrados y la boca convexa; o, m ás la is- los gestos de sufrimiento, la , mano que se apoya sobre la boca tinción que el mismo Eisenstein hacía entre < das tinieblas de para con-tener el sollozo; pero una vez dicho todo esto, y con la catedra!» y «la catedral en tinieblas», de una relación e tre creces, un rasgo decorativo lo repite de nuevo: la superposición la «baj ura» de la línea del tocado, estirado hasta las cejas de de las dos manos, dispuestas estéticamente en una ascensión manera anormal, como en los disfraces en que uno quiere to- delicada, maternal, floral, hacia el rostro que se inclina; en el mar un aspecto ridículo y necio, la elevación circunfleja de las 'detalle general (las dos mujeres) , se inscribe en profundidad cejas mustias, apagadas, viejas, la curva excesiva ele los p á a- otro detalle: procedente de un orden pictórico, como una cita dos bajos que se aproximan como si bizquearan; y la línea de los gestos de los iconos y de las piera, no distrae del sentido; la boca entreabierta, metafó ricamente hablando, «como de sino que lo acentúa; esta acentuación (propia de todo arte rea- fuera del agua», en respuesta a la línea de la toca y las ce as. lista) tiene algo que ver con la «verdad »: ' la de Potemkin. Bau- Todos estos rasgos (el ridículo tocado, la vieja, los párpa os delairc hablaba de <da verda d enfática del gesto en las grandes bizqueantes, el pez) tienen como vaga referencia un lengu je circunstancias de la vida»; aquí es la verdad de la «gran circuns- más bien bajo, el de un disfraz lamentable; unidos al noble 0- tancia proletaria» la que r equiere énfasis . La estética de Eisens- 101' dd sentido obvio adquieren un dialogismo tan tenue tein no constituye un nivel independiente: forma parte del sen- no es posible garantizar su intencionalidad. En efecto, la ro- tido obvio y, en Eisenstein, el sentido obvio es la revolución. piedad principal de este tercer sentido consiste -al menos en S,M.E.- en borrar los límites entre la expresión y el disf pero también en ofrecer de manera sucinta esta oscilación: énfasis elíptico, por así decirlo: disppsición compleja, muy re- torcida (ya que implica una temporalidad de la significaci 'n),
  • 5. LA ESCRITURA DE LO VISIBLE 57 que el propio Eisen júbilo la regla de vuelta atrás, al lle De manera que disfraz. Véase la ba opinión, al sentido ello renuncia a la « del zar): un actor tor de la anécdota, que un disfraz des siempre permite su formación geológica tradicho: a Brecht tica (con dos térmi postizo de sí mismo que deja ver corte punto de unión, lue perpendicular y el parte más «obtusa» moño (imagen VIII) sí que es irrisorio (e No es por tañ"to 'par está torpemente rem revolucionario, el du Vakulintchuk tiene u «encarnado» en ese taminacié:1; el populi se detiene en el moñ como una irrisión no obtuso (su capacidad del pelo; veamos otr contradiciendo al puñ reducción tenga el má prolongarse en patill delo ovino, dota a la sería cierta ingenuida bras fuera de lugar, más mistificadas que midas; creo que el sen tro del disfraz, esta e .
  • 6. LA ESCRITURA DE LO- VISIBLE 58 59 XI XIV XV emoción que se limita a designar lo que se ama, lo que se defender; se trata de una emoción-valor, de una valoración. que todo el mundo estaría de acuerdo en que la etnografía letaria de S .M.E., que aparece fragmentada a lo largo de funerales de Vakulintchuk, presenta constantemente algo amoroso (tomando esta palabra sin especificación de edad ni - sexo): maternal, cordial, viril, «simpático» sin recurrir a los tereotipos, el pueblo de Eisenstein es en esencia amabie: reamas, amamos los círculos de las gorras de la imagen entramos en complicidad, en inteligencia con ellos. belleza, sin duda, puede tener el papel de sentido obtuso : XII el caso de la imagen XI, en que el sentido obvio, muy (mímica de Iván, ingenuidad retrasada del joven Vladimir) amarrado y/o desviado por la belleza de Basmanov; pero el tismo incluido en este sentido obtuso (o , mejor, llevado al por este sentido) no tiene preferencias estéticas: fea, «obtusa» (imágenes XII y XIII), al igual que el monje la imagen XIV, pero su obtusez va más allá de la anécdota, ve romo al sentido, lo hace desviar: en el sentido obtuso un erotismo que incluye lo contrario de lo bello y hasta que queda fuera de la contrariedad, es decir, el límite, la sión, el malestar y hasta el sadismo: obsérvese la blanda cencia de los Niños en el Horno (XV), el ridículo escolar bufanda cuidadosamente anudada hasta la barbilla, el co choso de su .piel (de los ojos, de la boca en la piel) que XIlI haber repetido FellinÍ en el andrógino del Satiricón:
  • 7. LA ESCRITURA DE LO VISIBLE 60 61 LA lo que habla Georges Bataille, especialmente en ese texto de descolorida, disfrazada (también), del joven que lleva los Documents que sitúa, para mí, una de las regiones posibles chas, la blandura de sus manos y de su boca (no lo estoy de - del sentido obtuso: Le gros orteil de la reine (no recuerdo el tí- cribiendo, no me es posible, tan sólo señalo un punto en el e - tulo exacto ).3 pacia), las gruesas uñas de Goering, su sortija de pacotilla (ace - Sigamos (suponiendo que estos ejemplos hayan bastado para cándose ya a la frontera con el sentido obvio, del mismo mo o inducir a observaciones de carácter más teórico). El sentido ob- que el meloso servilismo de la sonrisa imbécil del hombre de le S tuso no está en la lengua (ni siquiera en la de los símbolos): aafas, al fondo: un obsecuente, con toda seguridad). En otr s si lo retiramos, la comunicación y la significación aun persisten, '" palabras, el sentido obtuso no tiene un lugar estructural, un s circulan, pasan; sin él, sigue siendo posible decir y leer; pero mantólogo no le concedería existencia objetiva (pero ¿hay le - tampoco está en el habla; es posible que exista una cierta cons- tura objetiva?) y, si ese sentido es evidente (para mí), quizá t - tante 'en el sentido obtuso eisensteiniano, pero en tal caso se davía lo es (por el momento) en virtud de la misma «aberr - trataría de un habla temática, de un idiolecto, y este idiolecto ción» que obligaba al solitario y desdichado Saussure a escuch r sería provisional (el crítico que escribiera un libro sobre S.M.E. en el verso arcaico una voz enigmática, obsesiva y sin origen: a simplemente lo paralizaría por un instante); pues si bien es voz del anagrama. Igual incertidumbre se experimenta cuan o verdad que hay sentidos obtusos, éstos no se encuentran, en se pretende describir el sentido obtuso (dar una idea acerca e absoluto, por todas partes (el significante, figura con futuro, es dónde viene ' o adónde va); el sentido obtuso es un significan e algo raro), sino sólo en algunas partes: en otros realizadores de sin significado; por ello resulta tan difícil nombrarlo: mi 1 c- films (quizás), en cierto modo de leer la «vIda» y, por tanto, lo tura se queda suspendida entre la imagen y 'su descripción, - , «real» (tomamos esta palabra aquí, entendiéndola en oposición tre la definición y la aproximación. El sentido obtuso no pue e a lo deliberadamente ficticio); así, en esta imagen, documental, describirse porque, frente al sentido obvio, no está copian o del Fascismo común LXYI), leo fácilmente un sentido obvio, el. nada: ¿cómo describir lo que no representa nada? En este ca o de fascismo (estética y simbólica de la fuerza, de la caza tea- es imposible una expresión pictórica ' en palabras. En consecu n- tral), pero, además, un suplemento obtuso: la ingenuidad cia, si usted y yo nos mantenemos, ante estas imágenes, a ni el del lenguaje articulado -es decir, el lenguaje de mi pro io texto-":', el sentido obtuso no conseguirá acceder a la existenc a, entrar en el metalenguaje de la crítica. Lo cual significa que el sentido obtuso está fuera del 'lenguaje (articulado), pero, in embargo, dentro de la interlocución. Pues si usted observa as imágenes a que me refiero, verá su sentido: podemos entend r- nos acerca del sentido obtuso «por encima del hombro» o «a espaldas» del lenguaje articulado: gracias a la imagen (eso sí, inmovilizada: volveremos a hablar del asunto), o mejor: grac ú3 a lo que en la imagen es imagen pura (bien poca cosa, a de ir verdad) podemos prescindir de la palabra sin dejar por ello de entendernos. En resumen, lo que el sentido obtuso perturba y esteriliza es XVI precisamente el metalenguaje (la crítica). Se pueden enume ar varias de las razones de que así suceda. En primer lugar, el s n- 3. Véase a partir de "Les sarties du texte» en Bataille «10/18», París, tido obtuso es ·discontinuo, indiferente a la historia y al sent do 1973. (N. del E. francés .) " obvio (como significación de la historia); esta disociación ti ne . ,.. ;-
  • 8. LA ESCRITURA DE LO VISIBLE 62 63 un efecto antinatural o al menos de distanciamiento respecto al inútil, como un lujo; este lujo todavía no pertenece a la políti a referente (lo «real» como naturaleza, la instancia realista). Pro- ele · hoy pero, no obstante, ya pertenece a la política de mañan . bablemente Eis-enstein habría asumido esta in-congruencia, esta Todavía queda algo por decir acerca de la responsabilid d im-pertinencia del significante, ya que, hablando del sonido y sinlagmática de este tercer sentido: ¿cuál es el lugar que oc - el color, ha sido capaz de decir (n.o 208): «El arte comienza a pa en la secuencia de la anécdota, en el sistema lógico-tempor 1, partir del momento en que el crujido de la bota (sonido) se sin el que parece ser que es imposible que la «masa" de l s superpone a un plano visual diferente y suscita así las asocia- lectore s y espectadores entienda un relato? Es evidente que 1 ciones correspondientes. Lo mismo pasa con el color: el color sentido obtuso es el antirrelato por excel(mcia; diseminado, 1 - empieza en el punto en que ya no se corresponde con la colora- versiblc, sujeto a su propia duración, no podemos basarnos n ción naturaL.». Además, el significante (el tercer sentido) nun- él para una segmentación que no sea totalmente ajena a la se - -ca se llena; está en un estado de . permanente depleción (tér- m entación en planos, secuencias y sintagmas (técnicos o nar - mino lingüístico que designa a los verbos vacíos, los comodines, tivos): daría una segmentación inaudita, antilógica y, no o s- por ejemplo el verbo hacer en español); ciertamente, también tan te, «verdadera)}. Imaginémonos «siguiendo)} no ya la maql i- se podría decir -y con la misma justeza- lo contrario a saber nación de Eufrosinia, ni tampoco el personaje (en cuanto en i- que ese tipo de significante no se vacía nunca (no acaba dad diegética o figura simbólica), ni siquiera el rostro de a de -;aciarse); se mantiene en un estado de perpetuo eretismo; Mala Madre, sino tan sólo la inclinación de ese rostro, ei ve o en el, el deseo no culmina jamás en ese espasmo del significado negro, su opª-ca y pesada fealdad: obtendríamos otra tempo - que, normalmente, permite al sujeto reposar de nuevo en la paz lidad, que ya no sería diegética ni onírica, obtendríamos ot a d.e las denominaciones. Por último, el sentido obtuso podría con- película. El sentido obvio es temático: existe el tema de 1 s un acento, la propia forma de una emergencia, de un Funer ales. El sentido obtuso, tema sin variantes ni desarroll , plregue (d.e una arruga) que ha quedado marcado en· el pesado no puede hacer más que apareeer y desaparecer; el juego le las informaciones y las significaciones. Si pudiéramos presencia/ausencia remeda al personaje y lo reduce a un si - descnbIrlo (lo que sería un contrasentido), tendría un carácter ple espacio ocupado por las distintas facetas: el mismo Eise s- parecido al del haiku japonés: gesto anafórico sin contenido tein enunció en otro punto esta disyunción: «Lo característi o significativo, tajo que corta el sentido (el deseo de sentido); de es que las diferentes posiciones de un zar único que siemp e manera que la imagen V sería algo así : es el mismo .. . aparecen sin el paso de una posición a otra". En esto consiste todo: la indiferencia o libertad de posici n Estirada la boca, los cerrados ojos bizquean tes, elel significante suplementario en relación al relato, permite i- Bajo el tocado que cubre la frente, tuar con bastante exactitud la tarea histórica, política y teóri a La mujer llora. llevada a cabo por Eisenstein. En su obra, la historia (la rep e- sentación anecdótica, diegética) no resulta destruida, sino to o Este acento (al que hemos atribuido una naturaleza enfttica lo contrario: ¿hay una historia más bella que la de Iván o la e y elíptica a la :vez) no va en dirección del sentido (como hace 'Potemlcin? El relato debe alcanzar cierta estatura para hacer e la histeria), no teatraliza (el decorativismo eisensteinümo perte- entender por una sociedad que, al no poder reso.1ver las cont a- nece a otro nivel), ni siquiera indica un más allá del sentido dicciones de la historia sin un largo camino político, se sir e (otro contenido, añadido al sentido obvio), sino que hace fra- (¿provisionalmente?) de soluciones míticas (narrativas); el p 0- casar al sentido, ya que no se limita a subvertir el contenido' bIema actual no consiste en destruir el relato, sino en subv r- subvierte la misma práctica del sentido. Este sentido, el tirIo: la tarea de hoy consistiría en disociar subversión y d s- do obtuso, nueva y extraña práctica que se afirma contra una trucción. A mi parecer, S.M.E. consigue operar esta distinció : práctica mayoritaria (la de la significaciÓn), surge como un gasto la presencia de llll tercer sentido suplementario, obtuso - a n-
  • 9. LA ESCRITU RA DE LO VISIBLE óS 64 que sólo se dé en alguna s imágen es, pero, eso sí, éomo a surgir a partir de una civiliza ción del signific ado, una firma impere cedera, como un sello que avala todas y cada , ' poco frecuen te (rasgos sueltos en S.M.E ., ¿quizás en otro una " , de sus obras- , esta presen cia remode la profun damen te la .. hasta el punto de que podríam os afirma r que el film, com po- el sición teórica de la anécdo ta: la histori a (la diégesi s) ya no texto, aún no existe: lo que hay sólo es «cine», o sea lengua es es, tan sólo un sistema podero so (el sistema narrati vo ".m ilenario relatos , poemas , a veces muy «moder nos», «traduc idos» en «i ), á- sino además , y de manera contrad ictoria , un simple espacio , , genes» que llamam os «anima das»; tampoc o hay que asomb un r campo de perman encias y permut acione s; la anécdo ta es de que no sea posible apercib irse de ello sino despué s' de ha esa er configu ración, esa escena en la que los falsos límites multip lican atraves ado -analí ticame nte- lo «esenci a!», la "profu ndid d» el juego de permut acione s del signific ante; es tambié n ese y la «comp lejidad » de la obra cinema tográfi ca; que son, to am- as plio trazado que, por su diferen cia, obliga a hacer una lectura ellas, riqueza s del leIlgua je articula do, con las que la consti ui- vertica l (la palabra es de S .M.E.); es ese orden falso que permit mas y creemo s agotarl a. Pues lo fílmico no es el film: lo fílm'co e " darle la vuelta a la pura serie, a la con1binacÍón aleator ia está tan lejos de la películ a como lo noveles co de la no (el ela azar no pasa de ser un vil signific ante, un signific ante barato (puedo escribi r novele scamen te sin escribi r jamás una nove ) a). y alcanza r una estruct uración que se escapa del interio r. De manera que podríam os decir que con Eisens tein hay que volver del revés el clisé que pretend e que cuanto más gratuit o es un sentido , más parasit ario aparece en relació n a la histori a con- El fotog rama tada: por el contrar io, es esta histori a la que se vuelve en cierto modo paramé trica respect o al signific ante, del que ,s implem ente constit uye el terreno en que se desplaz a, la negativ idad consti- Por esa razón, en cierta medida (que es la de nuestro s al- tutiva, o, es más : la compa ñera de viaje. buceos teórico s), lo , fílmico no puede' ser captad o en el _ t 1m En r esumen , el tercer sentido da' otra estruct ura a 'lapelí cu- '«en ' situació n», «en movim iento», «al natural », sino tan s lo, la, sin subver tir Ta histori a (al menos en S .M.E.); y quizá por muy paradó jico que parezca , en ese formid able artifi por io eso mismo , es a su nivel, y sólo a su nivel donde aparec e que es el fotogra ma. Hace mucho tiempo que me intriga el 'lo si- «fílmic o». En la pdícula , lo fílmico es lo que no puede descÍ-i- guiente fenóme no: uno se siente interes ado, hasta fascina do or birse, la represe ntación que no puede ser represe ntada. Lo las fotogra fías de películ as (en la entrad a del cine, en las fíl- re- mico empiez a donde acaban lengua je y metale nguaje articula vistas cinema tográfi cas) y, al pasar a la sala, las pierde por e - m- dos: ?odo lo que puede decirse sobre Iván o Potemk in podría pleto (no sólo su misma captaci ón, sino incluso el recuerd o de deCIrse sobre un texto escrito (llamad o Iván el Terribl e o la imagen ): mutaci ón ésta que puede llevar a una subver El són acorazado Potemk in), excepto lo que constit uye el sentido ob- comple ta de los valores . Al princip io, atribuí a mi gusto por ' el tuso; puedo coment arlo todo D.cerca de Eufros inia, salvo la cua- fotogra ma a mi incultu ra cinema tográfi ca, a mi resiste n ia lidad obtusa de su rostro :aní precisa mente está lo fílmico al film; pensab a que me ocurría como a los niños que prefie en en e:e en el que el lengua je articula do no es más 'que la <dlustración» al texto, o como los cliente s ' que, al no po er XImatlVo y donde comien za otro lengua je (cuya «cienci a» accede r a la posesió n adulta de los objetos (demas iado car no s), podrá ser la lingüís tica, pronto abando nada como una nave se conten tan con el placer de mirar muestr arios o catálog os de nodriza ). El tercer sentido , que es posible situar de forma los grande s almace nes. Esta explica ción se limita a reprod teó- u ir rica: describ ir, aparece como el paso del lengua je a la opinión que se tiene normal mente sobre el fotogra ma: lej o la sIgmfic ancIa y el acto fundad or de lo fílmico propiam ente sub-pro ducto del film, muestr a, medio de atracci ón del públi di- o, cho. No es motivo de asombr o que lo fílmico (a pesar de la can- extract o pornog ráfico y, técnica mente hablan do, una reducc i 'n tidad incalcu lable de películ as que hay en el mundo ), obligad de la obra por medio de la inmovi lizació n de lo que se ca o si- ' .. - : ; - -: ',,;-
  • 10. 'LA ESCRITURA DE LO VISIBLE 67 LA IMAGE ciera la sagrada esencia del cine: el movimiento de las imágenes. sino una cita (concepto que caela vez tomámás importanci No obstante, si lo propiamente fílmico (lo fílmico del futu- 1 en la teoría del texto); es, por tanto, a la vez paródico y disem - nador, no un pellizco quitado de la sustancia química del fil , ro) no está tanto en el movimiento como en un tercer sentido " ! inarticulable, que ni la simple fotografía ni la pintura sino más bien la huella de la distribución superior de unos ra - podrían asumir, por faltarles horizonte diegético, la posibllidad gas respecto a los cuales el film vivido, transcurrido, animad , ele c.onfiguración ya mencionada,4 entonces, el «movimiento» que no sería sino un texto más entre otros. Así pues, el fotogram se reputa como esencia del film no sería en absoluto animación es el fragmento de un segundo texto cuyo ser no excede al fra - flujo, movilidad, «vida», copia, sino simplemente el armazón mento jamás; fotograma y película se relacionan a la maner que se distribuyen las permutaciones, y se haría imprescindible de un palimpsesto, sin que pueda decirse cuál se superpone una teoría del fotograma de la que debemos, para acabar, in di- ¡) cuál, ni que uno sea un extracto del otro . Por último, el fot - car los posibles puntos de observación. ;1 grama se libera de la constricción del tiempo fílmico; constri - El nos entrega el interior del fra gmento; podría- ción muy poderosa que continúa constituyendo un obstácul mas utllIzar a su respecto, desplazándolas, las formulaciones ffi para el advenimiento de lo que podríamos llamar el estado adu - del propio Eisenstein al enunciar las nuevas posibilidades del 1 to del film (ya nacido técnicamente, incluso a veces estéticame - montaje audiovisual (.q.o 218): « .. . el centro de gravedad fun- te, aún está por nacer teóricamente). En lo que se refiere a lo damental.. . se transfiere al interior del fragmento, a los elemen- textos escritos, el tiempo de lectura es libre, .salvo si son texto tos incluidos en la propia imagen. Y el centro de gravedad ya muy convencionales, comprometidos en profundidad con el o - n.o es un elemento "entre los planos" (el choque entre ellos), den lógico-temporal;. en cambio, no es así en el film, ya que 1 SIno un elemento "dentro del plano", la acentuación en el inte- imagen ·no· puede ir más a prisa ni más despacio, salvo a riesg rior frag.mento .. . ». Por supuesto, en el f?tograma no hay ele perder su figura perceptiva. El fotograma, al instaurar un montaje pero la fórmula de S .M.E. es más general, lectura instantánea .y a la vez vertical, se ríe del tiempo lógic en la teona del texto); es, por tanto, a la vez paródico y disemi- (que es tan sólo un tiempo operatorio); enseña a disociar la ex- tagmática de las imágenes y exige una lectura vertical (de nuevo gencia técnica (el «rodaje»), de lo fílmico, qu p alabras de S.M.E .) de la articulación . Además, el fotograma es el sentido <<indescriptible». Quizá lo que reclamaba S.M. . no es una muestra (noción que supondría algo así como una. cra la lectura de este otro texto, cuari.do decía que el film no sól naturaleza estadística, homogénea, de los elementos del film), debe ser mirado y escuchado, sino que es necesario tambiél escrutarlo y escucharlo con oído atento (n.o 218). Tales manera de mirar y escuchar no se limitan evidentemente a postular 1 . 4. Hay otras «artes» que combinan el fo tograma (o al m enos el dibu- aplicación del espíritu (ruego trivial o piadoso deseo), sino qu JO) y la hlstona, la diégcsis: son la fo tonovela y el cómic. Estoy conven- CIdo dc q ue esas «artes», nacidas en los bajos fondos de la gran cultura .más bien postulan una auténtica mutación de la lectura y s 1 .¡ ?oseen un a cuaJ¡ficación t.e órica y ponen en escena un nuevo significante " .i objeto, texto o película: un gran problema de nuestro tiemp con el sentlcio obtuso); esto está ya reconocido (:n cuantc al cOmic; pero yo experimento ese ligero trauma t:le .la significancia ante «su. es tupid ez me emociona» (ésta podría ser una po- 1970, Cahiers du ciném sible del sentido obtuso); habría pues una verdad futura (o de un antiguo pasado) en esas formas irrisorias, vulgares, tontas, dialógicas, de la Su?cultura de y habría un "arte» (un "texto») autónomo, el del (llnagenes "anecdotizadas», sentido obtuso situado en u.n espacIO dlegetlco); este arte retomaría, de refilón, producciones histó- y cultural.mente heteróclitas: pictogramas etnográficos, vitales, la Lt;ge.nde de. samte. prsztle de Carpaccio, "images d'Épinal», fotonovelas, comles. La mn,ovaclOn por el fotograma (respecto a otros pic- togramas) sena que lo fllmlco (constituido por él) estaría duplicado en otro texto, el film.