Dios escribe una carta a sus hijos en la que expresa su deseo de que los hombres se conviertan espiritualmente a través del amor a un Padre que no conocen. Dios dice que tanto los buenos como los malos son sus hijos y que aquel que lo ame de corazón, tenga mucha fe y se sacrifique por Él, será su hijo. Finalmente, Dios espera que sus hijos sigan sus pasos y tomen medidas sobre lo suyo.