El documento discute cómo el día de culto cambió del sábado al domingo. Menciona que la Biblia advierte que este cambio sucedería. Luego, describe que en el 321 d.C. el Concilio de Laodicea decretó transferir la solemnidad del sábado al domingo. Finalmente, reconoce que fue la Iglesia la que tomó el día pagano del domingo y lo convirtió en el día cristiano de culto, en contra de la voluntad de los apóstoles.