El documento narra la historia de Ceferino, un gaucho que trabaja en una estancia. Su madre cae gravemente enferma y es internada en el hospital del pueblo. Ceferino pide permiso a su patrón para ir a ver a su madre, el cual se lo concede y le da dinero para el viaje. Ceferino cabalga rápidamente hacia el pueblo pero llega cuando su madre ya ha fallecido. Organiza el velorio y entierro, despidiéndose tristemente de su madre.
1. Un gaucho despidiendo a su madre:<br />Con su licencia patrón: el viejo peón se dirigió con estas respetuosas palabras a su patrón en la estancia, y el patrón levantó su cabeza y frunciendo entrecejos, arrugando su curtida frente, miró a su antiguo empleado rural y le preguntó: <br />¿Qué te sucede Ceferino?<br />Sucede patrón, que hace un rato me entero al recorrer el potrero de enfrente al encontrarme en el fondo en la divisa, alambre mediante con el capataz de la estancia vecina y él me dijo que le llegó la novedad que mi madre que es anciana ha sido internada de urgencia en la sala general del hospital del pueblo, y quería que me conceda permiso para viajar al pueblo.<br />Ya he preparado mis maletas y tengo ya atado mi caballo y pronto para ensillarlo, y no puedo por ser su subordinado irme sin su venia.<br />El patrón se levantó de la silla donde estaba sentado, conmovido y su rostro cambió de color, y esto le respondió: “Ceferino tiene mi permiso y no vuelva hasta que su madre se recupere, usted hace casi cuatro meses que no va para el poblado, así que tiene casi cinco sueldos acumulados, espéreme que voy adentro y le traigo el importe de cinco sueldos, y cuando antes monte en su caballo y acuda en su auxilio ella debe estar necesitando su presencia”.<br />Después de poner su dinero en las guayacas del cinto, Ceferino entrecruzó su mirada con su patrón, y le pasó la mano, sus ojos querían decir algo aparte de su agradecimiento, era una mirada que algo auguraba, era más de presentimiento. Y sin pronunciar más palabras giro sobre sí mismo y salió hacia el galpón con pasos largos haciendo fuertemente sonar las rodajas de sus espuelas de largo piguelo.<br />Rápidamente ensilló su caballo, revisó bien si estaba bien ajustadas la cincha y la sobrecincha, y de un solo salto obviando el estribo montó en su bayo. Dándole un espuelazo y un azote a su caballo emprendió un rápido galope. Una hora tenía hasta llegar a la ruta, en donde debía tomar la primera conducción que encontrara.<br />Entre ese agitado galope forzado, iba rezando, encomendase a su santo, para que le ayude por lo menos llegar a despedirse de su madre antes de su muerte.<br />Después de cuatro horas llegó al pueblo y tomó un coche de alquiler y cargando en uno de sus hombros el ponchillo, y en el otro una maleta, pidió que le lleve derecho hacia el hospital.<br />Bajó rápidamente, golpeando se frente con la parte de arriba del techo del auto, y se fue derecho a la recepción a preguntar en dónde estaba su vieja madre internada.<br />Con su sombrero de ala ancha en su mano, camino por el pasillo de la larga galería hacia el fondo y entró en ese gran pabellón, recorrió con su mirada buscando a su madre y allá en un costado a la derecha vio a su madre, y rápidamente se dirigió hacia su cama.<br />Se sentó a un costado y le acarició su frente arrugada ya casi fría, ella lo miró y en su boca esbozó una sonrisa, y emitió un gemido y cerró sus ojos y exhalando el último aire que le quedaba en sus pulmones dejó allí su existencia.<br />Ceferino, sacudió su cabeza, acaricio a su madre, peinó con sus rudas manos sus cenicientos cabellos, y tragó saliva, tenía un nudo en su garganta, y ya no pudo en su ruda estampa contenerse y se largó en un llanto.<br />Llamó la atención del médico y la enfermera que recorrían en ese momento atendiendo a otros pacientes, que rápidamente se acercaron, para preguntarle si se sentía bien, si quería un vaso de agua.<br />El secó sus lágrimas y se repuso, y les respondió “No muchas gracias” y les preguntó cómo podía hallar al funebrero para conseguir un cajón y que más debía hacer para tramitar para que ella reciba cristiana sepultura.<br />Luego de las indicaciones salió y al rato volvió para acomodarla en el cajón y llevar al velatorio en ese humilde rancho en dónde su madre vivió.<br />Pasó con ella a su lado tocando toda la noche su fría mano. Los vecinos entraban y salían y el inmutable pasó como si fuera una estatua.<br />A la mañana siguiente llegó el transporte funerario, y rumbearon hacia el campo santo. <br />Allá estaba ya abierta la fosa en el terreno, a sus costados dos montañas de tierras y una cruz de madera improvisada. <br />Qué triste momento para Ceferino el de dejar para siempre a su madre enterrada.<br />Rezó e hizo la señal de la cruz y se dio media vuelta y puso su sombrero a la salida del portal del cementerio, y con pasos lentos y cansinos hacia el rancho se dirigió.<br />Un hijo perdió a su madre, un simple hombre de campo, uno más que experimento esa amarga sensación, el de quedarse sin madre.<br />Autor: Muá.<br /> <br />