1. “Deberes del Aprendiz Masón”
Cualquiera que haya sido el propósito y el anhelo para ingresar en nuestra Aug:. Ord:., , no nos
permite un entendimiento suficiente para comprender la importancia espiritual de este gran
paso, ni de las posibilidades de progreso que con ello se nos han abierto.
El rito de Iniciac:. no tiene virtud sacramental. A pesar de haber sido recibidos como Mmas:.,
según formas tradicionales, no adquirimos; con el rito; las cualidades que distinguen al verdadero
masón. Sin embargo, la ceremonia es sumamente importante como primer paso hacia el
desarrollo de nuestro perfeccionamiento.
Debemos, por ello, releer los pasos de la Cer:. de Inic:. y situarlos en paralelo con lo que ocurre
en nuestras vidas; y meditar las enseñanzas del Ritual a fin de proceder en conformidad a ellas,
porque es un hermoso derrotero para la existencia. Este es el primer deber, por excelencia, que
debe abarcar todos los demás.
Para coadyuvar a ello, al principiante se le dan prescripciones precisas, las cuales se contemplan
en el compromiso contraído antes de recibir la Luz. Entre las más importantes: Callar ante los
Profanos. Buscar la Verdad. Querer la Justicia. Amar a sus hermanos. Someterse a la Ley.
Estas prescripciones, queda entendido, configuran los principales deberes del Mas:.; permítanme
hacer mención a los más importantes, de manera sucinta:
Discreción Masónica.- Limitarse a escuchar, es una excelente disciplina intelectual cuando se
desea aprender a pensar. Las ideas se maduran por la meditación silenciosa, que es una
conversación consigo mismo: las opiniones razonadas son el resultado de debates íntimos que se
maduran en el secreto del pensamiento. “El sabio piensa mucho y habla poco”. Un masón joven
debe, pues, en general, mostrarse muy reservado. De otro lado, al Ap:. y a todo Mas:., le está
privado todo proselitismo intempestivo. No hay peor error que la verdad mal comprendida, es
preciso que siempre nos pongamos en el nivel de los que nos escuchan porque tratar de
asombrar exponiendo ideas atrevidas es esencialmente antimasónico.
El Secreto.- Un masón debe abstenerse de divulgar todo aquello que pueda perjudicar a la
Francmas:. o a sus miembros. Todos los miembros de la Ord:. están solidarizados por un formal
contrato de reciprocidad. Tienen obligaciones los unos para con los otros y para cumplirlas es
indispensable que se puedan distinguir de los profanos.
2. La Tolerancia.- Todas las formas de divergencias son respetables cuando emanan de personas
sinceras. Estas expresan la verdad bajo los diferentes aspectos que puedan tenerse, en razón de
los múltiples puntos de vista de que es susceptible de ser considerada. Se encuentra, pues, una
parte de la verdad en todas las opiniones. Nadie está en el error absoluto y nadie, por otra parte,
puede enorgullecerse de poseer la verdad perfecta. “Debemos ser indulgentes y no pidamos a los
demás que vean las cosas conforme a nuestro enfoque”.
Investigación de la Verdad.- Las enseñanzas masónicas no envuelven dogmas ni credo de
ninguna especie. Cada masón está llamado a construir, por sí mismo, el edificio de sus propias
convicciones. Con este propósito se ha iniciado en la práctica del Arte del Pensamiento, arte que
se ejecuta en materiales que es preciso desbastar. En otros términos: se trata de eliminar los
errores que desfiguran la verdad, que está en todas partes, pero oculta; y pide ser extraída de
todo lo que parece falso o supersticioso.
Realización.- Si la Francmasonería se dedicara sólo a la especulación pura, se quedaría en el
dominio abstracto, sin compartir los males que acosan a la humanidad. Estos males tienen una
repercusión sensible en el corazón de todo hombre generoso. El iniciado no se aísla del mundo,
evita imitar a los místicos egoístas que buscan la perfección lejos del contacto de la corrupción
general. Mucho menos comparte la indiferencia de los satisfechos que sólo tienden a gozar los
favores acordados a unos pocos. El masón se siente herido por toda iniquidad aun cuando no sea
él una víctima directa.
Fraternidad entre los Iniciados.- La fuerza de una sociedad reside esencialmente en la cohesión
de sus miembros, mientras más unidos, más potente. En Masonería la unión no es el efecto de
una Disciplina impuesta: esa unión no puede nacer sino del afecto que experimentan los
iniciados entre sí. Es, por lo tanto, de la más alta importancia estrechar por todos los medios los
lazos que unen a los masones. Antes que nada es necesario vernos, con la finalidad de
conocernos, apreciarnos y estimarnos. Debemos, pues, concurrir con la mayor alegría a todas las
reuniones masónicas. Hay que tratar de merecer la simpatía de cada uno de los Hermanos y ser
indulgente con los defectos que puedan tener. El hombre es siempre imperfecto. No hay que
detenerse en las debilidades de los demás, apreciemos las cualidades y pasemos por alto las
imperfecciones de las piedras que debe unir indisolublemente los cimientos de la más franca
amistad.
Respeto a la Ley.- Por sobre las leyes convencionales hay una Ley ideal, escrita en el corazón de
los hombres de bien. A esta Regla Soberana es a la que el Iniciado se somete sin reserva. Las
leyes constituyen el elemento fundamental de toda civilización, nos dan garantías contra las
arbitrariedades, aseguran el orden y se imponen en el marco del pacto social. Un Iniciado se
3. somete a ellas aun cuando fueren injustas. El se inclina ante la voluntad general aunque ésta
esté equivocada. Sócrates prefirió beber la cicuta antes que sustraerse a la sentencia legal pero
inicua, que lo humillaba. Robespierre cayó rehusando llamar al pueblo a la revuelta. Estos son
grandes ejemplos.
La Justicia.- Para el Masón el juez está por dentro y es producto de sus convicciones y
determinaciones reflexivas y deliberativas. Dicho juez se apoya en la Ley de nuestro propio ser. Al
respecto dice Aldo Lavagnini: “La única ley y la ley más verdadera que siempre necesitamos
observar es, la ley de nuestro ser, nuestra propia íntima ley, que infaliblemente nos indica en
toda circunstancia una línea de acción recta, justa y digna”. En otras palabras, el verdadero
proceso judicial en la Masonería se da en nuestra propia conciencia, en nuestros corazones, en
nuestro mundo interior y no en el mundo exterior. Sin embargo, el Masón es respetuoso de la ley
profana y de la autoridad legítimamente constituida. Así lo señala la Liturgia del Grado de
Aprendiz, cuando asevera: “Nosotros, bien lo sabéis, no enseñamos la violación de ley alguna, no
olvidamos el respeto debido al César, ni nos negamos a pagarle tributo”. Pero reconocemos, por
encima de toda ley y autoridad humana, la Ley Suprema de la Verdad y la Suprema Autoridad del
Espíritu. En ese reconocimiento encontramos una libertad interior que ninguna condición externa
podría quitarnos ni limitar.
Finalmente, el Ap:. Mas:. debe tener en cuenta, que la educación masónica fundamental no es de
orden científico, filosófico, filantrópico ni estético: es tan solo de orden humano. Así lo
comprueba la historia de la Francmasonería, sus métodos de iniciación, sus símbolos, sus
alegorías y ritos. La masonería se dirige al corazón, a nuestros sentimientos de tolerancia, de paz,
de concordia y amor fraternal - aspectos que nunca comprenderá el intelectualismo -. De modo
que sí deseamos una Francmasonería fuerte y consciente de sus deberes, debemos procurar que
el verdadero espíritu masónico sea escrupulosamente observado en nuestro Tall:., porque él es
el único que debe inspirar nuestros Ttrab:., e ilumina el corazón de los HH:., para mantener en
ellos el amor a la humanidad.
Valle de Lambayeque, 10 SET.12, e:.v:.
Q:.H:. Juan Alonso Fiestas Ramírez
2º Vig:. L:. y R:. L:. S:.
Fraternidad y Concordia Lambayecana Nº 9