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E – 14-600 
Escoliosis idiopática del adulto 
J. Bernard, S. Aunoble, J.-C. Le Huec 
La escoliosis idiopática (o primaria) aparece en la infancia y continúa su evolución en la 
edad adulta, no sólo en el aspecto angular sino, además, con la aparición de rigidez y de 
lesiones degenerativas, sobre todo en las zonas de transición. El envejecimiento muscular, 
óseo y neurológico contribuye a agravar la deformación en los planos del espacio. El equi-librio 
sagital es un factor fundamental para la comprensión de los síndromes raquídeos 
dolorosos y las indicaciones quirúrgicas. Desde un punto de vista clínico, las raquialgias y 
el perjuicio estético son las quejas más corrientes de los pacientes. También se observan 
trastornos neurológicos (radiculalgias, etc.), sobre todo en caso de lesión degenerativa 
y de luxación rotatoria. En el adulto, las complicaciones respiratorias derivadas de las 
grandes deformaciones torácicas son cada vez más infrecuentes debido a la detección y 
al tratamiento precoz durante el crecimiento. Las radiografías digitales y los programas 
informáticos específicos permiten identificar las referencias anatómicas de manera muy 
precisa, lo que facilita el análisis óptimo de los parámetros raquídeos y pélvicos. En el 
aspecto terapéutico, el tratamiento médico inespecífico y de rehabilitación se destina a los 
pacientes que presentan una deformación estable sin repercusión funcional. El objetivo 
de la cirugía, que en todos los casos debe estar precedida por una valoración completa, 
es enderezar la curvatura o curvaturas escolióticas y obtener la fusión ósea. Después 
de los 70 a˜nos, el tratamiento quirúrgico puede limitarse a una liberación neurológica 
localizada en caso de radiculalgias invalidantes. La posible corrección de una curvatura 
se basa esencialmente en la restitución de un equilibrio sagital satisfactorio. 
© 2013 Elsevier Masson SAS. Todos los derechos reservados. 
Palabras clave: Escoliosis idiopática; Escoliosis degenerativa; Equilibrio sagital; 
Radiografías digitales; Parámetros raquídeos; Parámetros pélvicos 
Plan 
■ Introducción y definiciones 2 
■ Anatomía patológica de la deformación 2 
Deformación en los dos planos del espacio 2 
Luxación en las zonas de transición 2 
Colapso en carga 3 
■ Aspectos anatómicos del envejecimiento 3 
Agravamiento de la angulación 3 
Envejecimiento muscular 4 
Menopausia, osteoporosis 5 
Segmento torácico 5 
Segmento lumbar 5 
Equilibrio sagital y escoliosis 6 
■ Manifestaciones clínicas 9 
Raquialgias 9 
Manifestaciones neurológicas 9 
Perjuicio estético y psicológico 9 
Dificultades respiratorias 10 
■ Pruebas complementarias 10 
Radiografías simples 10 
Pruebas de imagen de tipo EOS 11 
Radiografías dinámicas 11 
Tomografía computarizada 12 
Resonancia magnética 12 
Sacorradiculografía acoplada a la tomografía 
computarizada 13 
Electromiograma 13 
Potenciales provocados somestésicos 13 
■ Métodos terapéuticos 13 
Tratamiento médico 13 
Kinesiterapia 13 
Tratamiento ortopédico 14 
Tratamiento quirúrgico 14 
■ Indicaciones terapéuticas 15 
Tratamiento conservador 15 
Tratamiento quirúrgico 15 
Complicaciones del tratamiento quirúrgico 16 
■ Conclusión 18 
EMC - Aparato locomotor 1 
Volume 46  n◦2  junio 2013 
http://dx.doi.org/10.1016/S1286-935X(13)64915-1
E – 14-600  Escoliosis idiopática del adulto 
 Introducción y definiciones 
La escoliosis es una deformación estructural de la 
columna vertebral en los dos planos del espacio. Aun-que 
la anatomía tiene tres planos, coronal, sagital y axial, 
desde Tales, la geometría define el espacio en dos pla-nos 
(por lo que debe marcarse la diferencia con la simple 
actitud escoliótica que se reduce en decúbito). 
Se denomina idiopática (o primaria) a la escoliosis 
que no es secundaria a una malformación congénita o 
a una enfermedad neuromuscular o tumoral. Aparece en 
la infancia y se agrava durante el crecimiento. 
La edad ósea es un elemento principal para determinar 
el potencial evolutivo antes de la edad adulta, que marca 
el final del crecimiento óseo. Esta evolución se aprecia 
gracias a distintas pruebas radiológicas, de las cuales la 
más conocida es la prueba de Risser que analiza la fusión 
del núcleo epifisario con el núcleo primario del ala ilíaca. 
Guillaumat [1] dividió el período adulto en tres fases: 
• adulto joven de 20-30 a˜nos: continuación de la adoles-cencia; 
• adulto verdadero de 30-50 a˜nos: aparición progresiva de 
rigidez, pico de agravamiento premenopáusico; 
• adulto maduro a partir de los 50 a˜nos: aparición de 
lesiones artrósicas degenerativas. 
Este artículo se refiere al estado de estas escoliosis pri-marias 
en la edad adulta, que deben distinguirse de las 
deformaciones artrósicas adquiridas después del final del 
crecimiento (escoliosis degenerativa o de novo). 
Esta distinción no siempre es fácil: un número consi-derable 
de pacientes con escoliosis idiopática (a menudo 
ignorada si es leve) desarrolla lesiones raquídeas degene-rativas; 
se habla entonces de escoliosis mixta. 
Las escoliosis idiopáticas que necesitan un tratamiento 
quirúrgico en la edad adulta han disminuido en los paí-ses 
desarrollados, tanto en número como en gravedad, 
gracias a la detección y al tratamiento precoz durante el 
crecimiento. 
En el adulto, la búsqueda sistemática de escoliosis sin 
repercusión clínica necesariamente revela una frecuencia 
del 1,4-9% [2]. 
La escoliosis idiopática afecta a ocho mujeres por cada 
dos varones [1]. 
 Anatomía patológica 
de la deformación 
Deformación en los dos planos 
del espacio 
La escoliosis idiopática es una deformación estructural 
tridimensional. 
En el plano frontal se analizan: 
• la inclinación raquídea con relación a la vértebra apical 
horizontal; 
• las vértebras límite de una curvatura, lugar de la incli-nación 
máxima en los extremos de la deformación 
(medida del ángulo de Cobb) (Fig. 1). 
En el plano horizontal, se observa una rotación máxima 
de la vértebra apical. Es la desviación fundamental y causa 
de la gibosidad, debido a la deformación costal en el 
segmento torácico y al rodete muscular en el segmento 
lumbar. Esta deformación es a menudo el primer signo 
advertido por el paciente o sus allegados. 
En el plano sagital, las curvaturas fisiológicas se des-dibujan 
a causa de la rotación (hipocifosis torácica, 
hipolordosis lumbar), con aparición concomitante de la 
deformación frontal. Esto se debe a la torsión escoliótica. 
Además, en las curvaturas contrarias, el cambio de sen-tido 
de la rotación produce una cifosis en la zona de 
transición. 
1 
2 
1 
Figura 1. Medida de la amplitud de una curvatura simple 
(método de Cobb) (según [40]). 1. Vértebra apical; 2. vértebra 
límite. 
La torsión escoliótica se caracteriza en cada disco por 
una extensión (lordosis) intersegmentaria. Esto es con-tradictorio 
con la clásica deformación en cifoescoliosis, 
pero corresponde sin embargo a la realidad del análisis 
anatómico. 
La deformación sagital se compensa inicialmente por 
varios factores: 
• hiperlordosis subyacente a la deformación (fenómeno 
muy teórico, ya que las deformaciones escolióticas son 
a menudo poco flexibles en la edad adulta); 
• retroversión pélvica y extensión de las caderas: posibi-lidad 
de compensación variable en cada persona, con 
aumento de la versión pélvica (cf infra); 
• flexión de las rodillas. 
Más allá, la verticalidad del tronco ya no es posible y el 
paciente se inclina hacia delante: la cifosis está descom-pensada 
(Fig. 2). 
Luxación en las zonas de transición 
En los extremos superiores e inferiores de las escoliosis 
lumbares y toracolumbares se producen luxaciones carac-terizadas 
por un desfase lateral entre dos vértebras en la 
radiografía anteroposterior. 
Tassin ha descrito con precisión dos tipos de 
luxaciones [3]. 
Luxaciones abiertas 
El disco está abierto del lado del deslizamiento (con-vexidad 
de la escoliosis). Se producen por encima de 
la vértebra límite inferior. La rotación intervertebral es 
constante (10-35◦). Las lesiones posteriores se reducen a 
un desplazamiento en rotación de las apófisis articulares 
inferiores de la vértebra suprayacente con relación a las 
apófisis articulares superiores de la vértebra subyacente. 
Las alteraciones artrósicas siempre son moderadas y simé-tricas. 
El desplazamiento hacia el conducto de la apófisis 
articular inferior cóncava constri˜ne el receso lateral (y en 
algunos casos se asocia una radiculalgia) y deforma el saco 
dural, con una posible evolución hacia la estenosis cen-tral. 
El diámetro de los agujeros intervertebrales no se 
modifica (Fig. 3). 
2 EMC - Aparato locomotor
Escoliosis idiopática del adulto  E – 14-600 
A B C D 
E 
Figura 2. Deformación tridimensional de la columna vertebral (sistema EOS) (A-E). 
Figura 3. Luxación abierta L3-L4. 
Luxaciones cerradas 
El disco luxado está pinzado del lado del deslizamiento 
(pinzamiento del lado discal más declive). Estas luxacio-nes 
se producen por debajo de la vértebra límite inferior. 
La rotación y la inclinación intervertebrales son variables, 
desde unos pocos grados hasta 30◦. Las lesiones de las 
apófisis articulares posteriores corresponden a una artro-sis 
erosiva del macizo posterior convexo, que permite la 
traslación lateral, y a una separación de las superficies 
articulares cóncavas (sin artrosis). El receso lateral cón-cavo 
está constre˜nido por la traslación anterógrada y hacia 
la convexidad de la apófisis articular inferior y el receso 
convexo, por las construcciones artrósicas, con evolución 
hacia una estenosis central. El diámetro del agujero con-vexo 
se reduce, en ocasiones con repercusión radicular 
(Figs. 4 y 5). 
Vital [4] afirma que la vértebra L3 está muy expuesta a 
este mecanismo de luxación por razones topográficas de 
curvatura contraria, pero también porque está más libre 
con relación a la pelvis que L4 y, sobre todo, L5, las cuales 
están estabilizadas por el ligamento iliolumbar. 
Colapso en carga [5] 
La angulación escoliótica aumenta al pasar del decú-bito 
supino a la bipedestación; este efecto de colapso se 
debe a la posición en carga. Es habitual una escasa reper-cusión 
clínica, excepto después de los 50 a˜nos, período 
durante el cual la cifosis se agrava con el correr de las 
horas por disminución del tono muscular a causa del 
cansancio. Este fenómeno doloroso se alivia en posición 
sentada. La mayoría de las veces, el agravamiento del dese-quilibrio 
anterior corresponde a un aumento objetivo del 
componente cifótico, en asociación con una disminución 
de las capacidades de compensación por las caderas y las 
rodillas, debido al cansancio, a los dolores o a procesos 
degenerativos artrósicos. 
 Aspectos anatómicos del 
envejecimiento 
Agravamiento de la angulación 
Algunas escoliosis siguen agravándose después del final 
del crecimiento. Si esto ocurre, la evolución es lenta: 
0.5-1,8◦ al a˜no en función del autor y de las localizaciones 
escolióticas. Dado que el error de medida es de 4-5◦, hacen 
falta al menos 3 a˜nos para confirmar el agravamiento. 
La reciente aplicación del sistema EOS [6], que suprime 
la distorsión vertical de las imágenes, permite hacer un 
análisis más fino y preciso de la deformación (cf infra) 
(Fig. 6). 
La evolución natural de una escoliosis del adulto se 
analiza con un seguimiento regular cada 5 a˜nos hasta la 
aparición de los primeros signos de modificación radio-lógica, 
a partir de los cuales pueden incluso acortarse los 
plazos entre las consultas (3-4 a˜nos). 
En numerosas publicaciones se intenta determinar, con 
estudios longitudinales, el aumento del ángulo de Cobb 
en grados por a˜no y los factores de agravamiento. 
EMC - Aparato locomotor 3
E – 14-600  Escoliosis idiopática del adulto 
A 
B 
Figura 4. Reconstrucción 3D de una luxación cerrada T12-L1 
(disco pinzado del lado del deslizamiento) (A, B). 
Figura 5. Tomografía computarizada: corte axial de una luxa-ción 
cerrada. Separación de las superficies articulares cóncavas; 
engrosamiento artrósico del macizo posterior convexo. 
Weinstein y Ponsetti [7] han efectuado el seguimiento 
de 102 adultos escolióticos durante 40 a˜nos después del 
final del crecimiento; el 68% de las escoliosis mantenía 
un carácter evolutivo. Las que más evolucionan son las 
escoliosis torácicas superiores a 50◦ al final del crecimiento 
(1◦/a˜no). Para las toracolumbares y lumbares superiores a 
30◦, la evolución es de 0,4-0,5◦/a˜no. 
Los autores francófonos, sobre todo Duriez [8], han 
se˜nalado agravamientos angulares más marcados, con 
1,8◦/a˜no en el segmento lumbar, 1,4◦/a˜no en el 
A B 
Figura 6. Sistema EOS (radiografía en 2D digital que permite 
un análisis más preciso de los elementos anatómicos) (A, B). 
toracolumbar, 1,2◦/a˜no en el torácico y 0,8◦/a˜no en las 
escoliosis combinadas, que son más estables. 
De una manera general, los criterios de agravamiento 
para una escoliosis idiopática son: 
• un ángulo de Cobb superior a 30◦ al final del creci-miento; 
• una rotación vertebral apical de grado 3 (técnica de 
Nash y Moe: cf infra) [7]; 
• la posición de la vértebra L5 más o menos encastrada 
en la pelvis intervendría en la evolución de la deforma-ción 
[7]; 
• un gran desequilibrio lateral del tronco (mayor o igual 
a 2 cm) en la proyección anteroposterior [9]. La posi-ción 
de equilibrio del paciente es inestable y requiere 
esfuerzo, por lo que la bipedestación necesita esfuerzos 
musculares más intensos y simétricos [9]; 
• la traslación medida en las caras laterales de los cuer-pos 
a nivel de las luxaciones (Korovessis [10] la considera 
un criterio de agravamiento, pero Tassin [5] afirma que 
una luxación no modifica la pendiente evolutiva de una 
escoliosis); 
• el coeficiente de cizalladura determinado por la incli-nación 
de la vértebra límite inferior [4]. 
Todos estos criterios son básicamente radiológicos. En 
la evolución de una escoliosis en la edad adulta, consi-deramos 
indispensable tener en cuenta criterios relativos 
a la participación de los tejidos blandos, sobre todo los 
músculos y los ligamentos. 
Cuando el arco de círculo de los músculos de la conca-vidad 
rebasa el centro de equilibrio de la curva, sobre todo 
alrededor de la vértebra apical de una curvatura en la que 
la rotación es máxima, estos músculos se convierten en 
un factor de agravamiento de la deformación (Fig. 7). 
Envejecimiento muscular 
El envejecimiento induce amiotrofia y una involución 
adiposa, principalmente del músculo multífido en con-tacto 
con los arcos posteriores. Hadar [11] ha estudiado esta 
degeneración en cortes axiales de resonancia magnética 
(RM) y tomografía computarizada (TC) y ha descrito tres 
estadios (Fig. 8). 
En las escoliosis, los músculos convexos son los más 
afectados y dejan de cumplir su función de reajuste raquí-deo: 
se habla de «aflojamiento del colágeno» [4]. Además, 
esta insuficiencia de los extensores (que puede asociarse 
a una deficiencia de los músculos glúteos mayores) con-trasta 
con una integridad prolongada de los psoas, más 
bien contraídos, que participan en el desarrollo de una 
cifosis artrogénica. 
4 EMC - Aparato locomotor
Escoliosis idiopática del adulto  E – 14-600 
1 
2 
1 
Figura 7. Representación esquemática de las masas muscu-lares 
en la concavidad, que se convierten en un factor de 
desequilibrio en la zona de rotación máxima. 1. Vértebra límite; 
2. vértebra apical. 
Menopausia, osteoporosis 
Es sabido que un aplastamiento osteoporótico puede 
agravar una escoliosis preexistente en el plano sagital y 
aumentar la cifosis toracolumbar [12, 13]. 
Dado que la escoliosis es una afección que afecta 
mayoritariamente al sexo femenino, esta parte del enve-jecimiento 
debe tenerse en cuenta. Con relación a la 
escoliosis degenerativa, la menopausia es un período crí-tico 
[10]. 
En un estudio efectuado en 2008 por Marty- 
Poumarat [12] se demuestra que el tratamiento hormonal 
sustitutivo retrasaría el efecto de la edad sobre la aparición 
de luxaciones. Ante una escoliosis degenerativa, el mismo 
autor recomienda una valoración analítica fosfocálcica 
y una determinación de la 25-OH vitamina D y de la 
hormona paratiroidea (PTH) [13]. 
Sin embargo, los estudios sobre la osteoporosis y la 
escoliosis idiopática son discordantes y resulta difícil dis-tinguir 
la causa de la consecuencia [14, 15]. Según Robin [16], 
basándose en el seguimiento de 554 pacientes, no existe 
ningún nexo entre el grado de osteoporosis y la presencia 
de escoliosis o su agravamiento. 
Figura 9. Escoliosis torácica derecha. 
Segmento torácico 
El agravamiento angular se debe a una disminución 
de la altura discal en la concavidad y al engrosamiento 
artrósico de las apófisis articulares inferiores. 
En los casos extremos, las costillas del vértice de la cur-vatura 
contribuyen a la rigidez por osteofitosis, entre ellas 
y con las apófisis transversas. Cuando la curvatura está 
completamente rígida, como es el caso de las curvaturas 
lumbares, pueden aparecer calcificaciones u osificaciones 
discales (Fig. 9). 
Segmento lumbar 
La evolución es más compleja: los discos en el vértice 
evolucionan hacia la rigidez, mientras que las zonas de 
transición (sobre todo inferior) lo hacen hacia la inesta-bilidad 
y el desarrollo de deslizamientos intervertebrales 
(luxaciones). En la escoliosis idiopática, las luxaciones se 
producen en el transcurso de la evolución y con un ángulo 
considerable debido a la gran rotación vertebral en las 
zonas de transición. No se observan antes de los 40 a˜nos 
en las curvaturas de menos de 40◦ [5]. 
A B C 
Figura 8. Clasificación de Hadar. 
A. Atrofia de los músculos espinales inferior al 50%. 
B. Atrofia de los músculos espinales igual al 50%. 
C. Atrofia de los músculos espinales superior al 50%. 
EMC - Aparato locomotor 5
E – 14-600  Escoliosis idiopática del adulto 
Figura 10. Escoliosis lumbar degenerativa con luxación 
abierta L3-L4. 
Esta fisiopatología es distinta a la de las luxaciones que 
se observan en las escoliosis degenerativas, en cuyo caso la 
aparición de una luxación es el factor inicial y se produce 
con un ángulo bajo [17] (Fig. 10). 
Equilibrio sagital y escoliosis 
Tener en cuenta el equilibrio sagital es fundamental 
para comprender los síndromes raquídeos referidos por el 
paciente (sobre todo algunas lumbalgias de origen mecá-nico, 
a veces ignoradas) y para la indicación quirúrgica. 
Como se ha visto antes, las curvaturas fisiológicas tien-den 
a aplanarse durante la evolución de la escoliosis, con 
una propensión global al aumento de la cifosis (torsión 
escoliótica y cifosis de transición en las curvaturas con-trarias). 
Con el envejecimiento, varios procesos modificarán 
también las curvaturas raquídeas y agravarán la cifosis: 
• la degeneración discal con pérdida de la altura del disco; 
• los aplastamientos osteoporóticos, siempre cifosantes, 
sobre todo en el segmento torácico; 
• la hipertrofia progresiva de las apófisis articulares y la 
aproximación gradual de los procesos espinosos, que 
provocan la formación de un bloque posterior que 
reduce las posibilidades de enderezamiento; 
• la insuficiencia muscular de los extensores (cf 
«Envejecimiento muscular») y de los glúteos mayores 
a menudo se compensa por una retroversión pélvica. 
El proceso degenerativo agravará entonces de forma 
progresiva el desequilibrio anterior inducido y mante-nido 
por el proceso escoliótico idiopático. Si, como sucede 
a menudo, se a˜nade un desequilibrio lateral, el colapso 
anterolateral del tronco conduce a una discapacidad 
sumamente grave. El equilibrio sagital se aprecia en bipe-destación, 
con la pelvis en normoversión y las caderas y 
las rodillas en extensión. El análisis global del equilibrio 
de la columna vertebral obliga a incluir la cifosis torácica 
superior. La vertical trazada desde C7 debe proyectarse a 
nivel de la meseta sacra, la mayoría de las veces en su 
parte posterior, y en todos los casos por detrás de las cabe-zas 
femorales [18]. Esta línea vertical presenta una fuerte 
correlación con la línea de gravedad. Paralela a ésta, repre-senta 
una manera cómoda de analizar el equilibrio global 
de la columna vertebral [18]. 
La comprensión correcta del equilibrio raquídeo 
comienza por el análisis de los parámetros pélvicos que 
definen la geometría de la pelvis [19] (verdadera vértebra 
pélvica descrita por J. Dubousset) y, luego, de los paráme-tros 
raquídeos. 
Parámetros pélvicos 
La pelvis rígida se caracteriza por el ángulo de inciden-cia 
pélvica (IP), definido [19] como el ángulo formado por 
la intersección de una línea trazada desde el centro de 
las cabezas femorales hasta el centro de la meseta sacra 
y la perpendicular a este último centro. Es un parámetro 
anatómico constante: nunca se modifica en una misma 
persona. 
Los valores oscilan entre 35-85◦ [20]: un ángulo bajo 
corresponde a una pelvis estrecha y un ángulo alto, a una 
pelvis alargada en sentido anteroposterior. Este parámetro 
estructural no tiene un valor que indique «normalidad», 
mientras que el valor promedio carece de interés porque 
la columna se adapta a este parámetro impuesto por la 
genética para mantener el equilibrio sin esfuerzo. Esto se 
define claramente en la clasificación de Roussouly [20]. 
Hay otros dos parámetros que correlacionan directa-mente 
con la IP: 
• la versión pélvica (VP) es el ángulo entre la vertical que 
pasa por el centro de las cabezas femorales y una línea 
que une el centro de las cabezas femorales con el centro 
de la meseta sacra. Cuando la pelvis gira hacia atrás 
(retroversión), la VP aumenta y, al contrario, disminuye 
en anteversión; 
• la pendiente sacra (PS), definida por el ángulo de la 
meseta sacra con la horizontal. 
La VP y la PS son parámetros de posición variables y 
complementarios (la PS disminuye cuando la VP aumenta 
y a la inversa) (Fig. 11). 
Si la IP es baja, la pelvis humana se asemeja a la de 
los primates: es alta y reducida en su diámetro antero-posterior. 
Esta forma muy vertical se adapta menos a la 
verticalidad, ya que una pelvis vertical tiene una pen-diente 
sacra suave y una baja capacidad de versión pélvica 
(por tanto, menor capacidad de retroversión de la pelvis). 
Si la IP es considerable, la pelvis es más horizontal, tiene 
una pendiente sacra pronunciada y, en consecuencia, una 
mayor posibilidad de versión pélvica. 
En el contexto de los procesos cifóticos inducidos por la 
escoliosis idiopática, la retroversión pélvica es uno de los 
mecanismos de compensación aplicados por el paciente 
para mantener el equilibrio en el plano sagital (Fig. 12). 
Así, según la forma de la pelvis, cada paciente tiene su 
propia capacidad de adaptación a un desequilibrio ante-rior. 
Además, la experiencia ha demostrado que la forma de 
la pelvis y su relación con la pendiente sacra influyen en 
el tipo de lordosis lumbar, otro mecanismo de compensa-ción 
frente al desequilibrio sagital [21–23]. Sin embargo, las 
excelentes radiografías digitales y el sistema EOS permiten 
tomar T1 como referencia, lo que es más lógico. 
Parámetros raquídeos 
La lordosis cervical se mide entre el anillo de C1 y la 
cara superior de T1. 
La cifosis torácica se mide entre las caras superior de T4 
e inferior de T12 (debido a la visualización defectuosa de 
T1 en las radiografías). 
El límite teórico de la lordosis lumbar abarca de T12/L1 a 
la cara inferior de L5. Sin embargo, esta regla clásica, que 
carece de un fundamento biomecánico, ha sido modifi-cada 
por Roussouly [24], quien demostró el interés de otro 
método de cálculo para clasificar mejor las diversas formas 
raquídeas en función de sus parámetros pélvicos. 
6 EMC - Aparato locomotor
Escoliosis idiopática del adulto  E – 14-600 
IP 
VP 
+ 
PS + 
Figura 11. Parámetros pélvicos (A-C). IP: 
incidencia pélvica; VP: versión pélvica; PS: 
pendiente sacra. IP = VP + PS. 
1 1 1 
Figura 12. Cambio progresivo de la versión pélvica con el 
envejecimiento, durante el proceso cifótico (A-C). El ángulo de 
incidencia no varía (1). La basculación de la pelvis compensa la 
pérdida de la lordosis (B). Cuando la compensación se vuelve 
ineficaz, el equilibrio se mantiene mediante la flexión de las 
rodillas (C). 
En la práctica, si se tienen en cuenta las vértebras más 
inclinadas que delimitan segmentos en cifosis y en lordo-sis, 
se ve que no corresponden forzosamente a los límites 
anatómicos clásicos. 
Desde un punto de vista mecánico, la longitud de la 
lordosis lumbar (sobre todo) puede ser variable. Según 
los autores de este artículo, sería preferible redefinir los 
puntos de referencia de su medición: 
• la cara de S1 en límite distal; 
• el punto de inflexión en límite superior. Este punto de 
inflexión es un nuevo punto de orientación definido 
por un profundo análisis de la forma de la columna en 
el eje sagital; 
• el vértice de la lordosis lumbar definido como el punto 
más anterior de la lordosis en una columna vertebral en 
posición vertical (Fig. 13). 
Relaciones entre los parámetros pélvicos y 
raquídeos 
Así pues, la lordosis lumbar y la pendiente sacra están 
estrechamente relacionadas, lo mismo que la pendiente 
sacra y la IP. Hay entonces distintos tipos de comple-jos 
pelvirraquídeos. Roussouly [20] ha tenido en cuenta 
estos diversos parámetros en un estudio prospectivo de 
una población normal asintomática para definir cuatro 
tipos de columna vertebral en función de los parámetros 
pélvicos (Fig. 14). 
Correlación entre el equilibrio sagital de la 
columna vertebral y la posición de la pelvis 
En proyección lateral, el proceso escoliótico idiopático 
se caracteriza por una evolución hacia la cifosis global, 
EMC - Aparato locomotor 7
E – 14-600  Escoliosis idiopática del adulto 
1 
2 
3 
4 
5 
6 
Figura 13. Parámetros raquídeos sagitales. 1. Lordosis cervi-cal; 
2. cifosis torácica; 3. punto de inflexión; 4. vértice; 5. lordosis 
lumbar; 6. pendiente sacra. 
en cuyo caso la pérdida inevitable de la lordosis lumbar 
(sobre todo en las deformaciones toracolumbares y dobles 
mayores) puede acentuarse por la aparición de cambios 
degenerativos. 
Este potencial desequilibrio sagital debe tenerse en 
cuenta en el seguimiento de una escoliosis idiopática del 
adulto. 
Es fundamental analizar las adaptaciones mecánicas del 
complejo pelvirraquídeo, que permiten compensar esta 
nueva situación y combatir el desequilibrio anterior. 
La solución para mantener un equilibrio correcto es 
la retroversión o basculación posterior de la pelvis. Este 
mecanismo acerca lo máximo posible el centro de grave-dad 
de la cabeza (y, por tanto, la línea vertical trazada 
desde C7) a la meseta sacra, disminuyendo entonces la 
pendiente sacra por aumento de la VP. La retroversión 
máxima se alcanza con la hiperextensión máxima de las 
caderas. 
Es un mecanismo de compensación potencialmente 
doloroso, sobre todo en caso de flexión de las rodillas, 
para mejorar la inclinación de la pelvis; la contractura 
permanente del cuádriceps para mantener la flexión de 
las rodillas provoca dolores anteriores en el muslo (que 
pueden confundirse con cruralgias). Con el tiempo, la 
retracción de los músculos subpélvicos, sobre todo los 
isquiosurales, puede fijar la hiperextensión de la cadera 
y la flexión de la rodilla. 
Conociendo la IP, puede encontrarse una aproximación 
a la forma inicial de las curvaturas raquídeas, previa a las 
modificaciones producidas durante la evolución. Cuanto 
más aumenta la incidencia, más hay que aumentar la 
intensidad y la longitud de la lordosis lumbar para redu-cir 
la basculación posterior de la pelvis. Una pelvis vertical 
con una IP baja es menos apta para compensar mediante 
este mecanismo de retroversión que una pelvis horizontal 
con una IP elevada. 
Este conocimiento anatomoclínico es indispensable 
para la decisión quirúrgica destinada a corregir de manera 
óptima una deformación restableciendo los parámetros 
raquídeos (se le devuelve a la columna vertebral su posi-ción 
más armoniosa). 
En un estudio estadounidense publicado en Bos-ton 
en 2010 [25] se analizaron los parámetros sagitales 
de 124 pacientes afectados por una escoliosis idiopá-tica. 
La edad promedio era de 47,4 a˜nos. La IP fue 
significativamente más elevada en los adultos esco-lióticos 
que en los adultos sanos (58,1±13◦). La VP 
también estaba más elevada en el adulto escoliótico 
(19,9±10,6◦) que en el adulto sano y en el adolescente 
con escoliosis idiopática. A medida que la edad aumenta 
Figura 14. Los cuatro 
tipos de columna verte-bral. 
A. Tipo 1. 
B. Tipo 2. 
C. Tipo 3. 
D. Tipo 4. 
8 EMC - Aparato locomotor
Escoliosis idiopática del adulto  E – 14-600 
en los pacientes escolióticos, los autores observan un 
aumento de la VP y una disminución de la lordosis 
lumbar. 
La presencia de una IP relativamente elevada en estos 
pacientes escolióticos idiopáticos (58,1±13◦) es un ele-mento 
que hay que tener en cuenta para la planificación 
quirúrgica, ya que la corrección de la deformación debe 
restituir una lordosis lumbar suficiente para devolverle a 
la columna vertebral un equilibrio sagital sin esfuerzo (IP 
elevada: lordosis lumbar considerable). 
 Manifestaciones clínicas 
Raquialgias 
Los dolores de los pacientes escolióticos aparecen bási-camente 
a partir de los 40 a˜nos de edad [5] y pueden afectar 
a todos los segmentos raquídeos, pero predominan clara-mente 
en el segmento lumbar. Desde un punto de vista 
fisiopatológico, el dolor en el lado convexo se relaciona 
más bien con los fenómenos de tracción, mientras que 
el dolor en el lado cóncavo responde a mecanismos de 
compresión [4]. 
Cervicalgias 
El paciente escoliótico puede presentar cervicalgias 
invalidantes cuya incidencia es del 7,8% (el 17,6% en 
los pacientes operados) [26]. Suelen deberse a un trastorno 
postural de la columna vertebral. Se trata de dolores 
musculares o articulares en un segmento cervical que a 
menudo se presenta en hipolordosis e incluso en cifo-sis. 
En un estudio de 2009 efectuado en Minneapolis [27] 
con 48 pacientes escolióticos tratados mediante cirugía, 
se observó una incidencia significativamente más elevada 
de cambios degenerativos cervicales que en el grupo de 
escolióticos no tratados de forma quirúrgica. 
Dolores torácicos 
Los dolores en el lado de la convexidad son de tipo 
mecánico (espasmos musculares) y afectan más bien al 
adulto joven. Los dolores en el lado cóncavo aparecen más 
tarde y corresponden a un síndrome articular posterior 
causado por compresión [28]. 
En las escoliosis acentuadas, se se˜nala el dolor costoi-líaco 
específico por contacto de las costillas con la cresta 
ilíaca en el lado cóncavo [13]. 
Lumbalgias 
El dolor debe valorarse con la ayuda de escalas: la escala 
visual analógica, la escala de Oswestry [29], indispensable 
para evaluar la calidad de vida de un paciente con una 
afección del aparato locomotor, y la escala de Eiffel [30] 
para las lumbalgias crónicas. 
La prevalencia de la lumbalgia en la persona escoliótica 
y su evolución en el transcurso del agravamiento angular 
de la deformación son temas controvertidos. 
Varios autores observan una incidencia y una intensi-dad 
de dolor idénticas a los de la población general [31, 32]. 
Ponsetti, Collis y Weinstein [33] han analizado en varias 
ocasiones la repercusión funcional de las escoliosis del 
adulto, con una última revisión en 2003: en 117 casos, 
con un promedio de edad de 66 a˜nos, las lumbalgias eran 
más frecuentes en los pacientes escolióticos que en los 
controles, sin correlación con la angulación frontal. 
Kostuik y Bentivoglio [34] han analizado 159 escoliosis 
detectadas en 5.000 urografías intravenosas (detección 
realizada con los pacientes en decúbito); el 59% de los 
pacientes escolióticos presentaba una lumbalgia de mayor 
intensidad, con una angulación más elevada y más fre-cuente 
a partir de los 60 a˜nos. 
De forma global, los factores etiológicos que deben bus-carse 
ante una lumbalgia en un paciente escoliótico son: 
• una artrosis articular posterior máxima en la concavi-dad, 
en el sitio en que se ejercen las fuerzas compresivas; 
• una inestabilidad en los extremos de la curvatura, 
donde existen fuerzas de cizalladura y de torsión res-ponsables 
de las luxaciones: dolores más intensos 
relacionados con movimientos de rotación o con falsos 
movimientos; 
• una pérdida de la lordosis lumbar: equilibrio sagital con 
esfuerzo y, sobre todo, en los pacientes con una baja IP, 
capacidades de inclinación posterior de la pelvis rápida-mente 
superadas (capacidades de retroversión pélvica 
limitadas) [19]. El ángulo espinosacro [35], verdadero fac-tor 
intrínseco de equilibrio global, es útil sobre todo en 
los desequilibrios sagitales de una columna vertebral no 
escoliótica; 
• un desequilibrio anterior más acentuado debido al 
colapso en carga: desplazamiento hacia delante de 
la vertical trazada desde C7 con relación al ángulo 
anteroposterior del sacro. Los músculos espinales y 
glúteos trabajan de forma permanente para restable-cer 
el equilibrio sagital y son responsables de los 
dolores [36]. 
Manifestaciones neurológicas 
Son menos frecuentes en la escoliosis idiopática que 
en la degenerativa. En general, se expresan como radi-culalgias 
mecánicas que aumentan con el esfuerzo y 
desaparecen en decúbito. Pueden aparecer en el contexto 
de una estenosis lumbar inespecífica de la deformación 
(estenosis central bilateral o foraminal, principalmente 
en el lado de la concavidad). Las lesiones artrósicas están 
favorecidas por la frecuente hiperlordosis que se desarro-lla 
por debajo de las escoliosis lumbares o toracolumbares. 
Además, pueden encontrarse radiculalgias más específicas 
de la afección, vinculadas a las luxaciones bajas con com-presiones 
en el receso lateral del lado cóncavo y el agujero 
intervertebral. Las estenosis suelen ser dinámicas al prin-cipio 
de la evolución de la escoliosis y después se hacen 
permanentes. La hernia discal verdadera es posible pero 
infrecuente. 
En las escoliosis idiopáticas, las complicaciones medu-lares 
son tan infrecuentes que su presencia debe poner en 
duda la naturaleza idiopática de la deformación [5]. 
Perjuicio estético y psicológico 
Es una parte importante del problema y a menudo 
correlaciona directamente con la magnitud de la defor-mación. 
La exploración física dinámica es indispensable 
para evaluar la flexibilidad y la reducibilidad clínica de la 
deformación. 
En el segmento torácico se encuentra una gibosidad 
vinculada a la elevación de las costillas por efecto de 
la rotación vertebral y una asimetría de la línea de los 
hombros. La gibosidad se mide con el tronco en flexión 
anterior, estableciendo la diferencia de altura en centíme-tros 
del punto más saliente del vértice de la gibosidad con 
relación al punto simétrico de la concavidad. El escolió-metro 
de Bunnel [37] permite, gracias a un sistema de nivel 
de agua, medir la gibosidad en grados. En la evolución de 
una escoliosis tratada de forma ortopédica, puede com-probarse 
una disminución clínica de la gibosidad que se 
expresa por una mejora de los ángulos de escoliometría, 
mientras que el ángulo de Cobb no se modifica [4]. En el 
segmento lumbar, la gibosidad transversa es en general 
poco marcada; lo que provoca molestia es más bien la asi-metría 
del pliegue de la cintura (aplanamiento del lado 
convexo y signo del «hachazo» en el lado de la concavi-dad). 
EMC - Aparato locomotor 9
E – 14-600  Escoliosis idiopática del adulto 
A B 
Figura 15. Aspecto clínico de la defor-mación 
(A, B). 
La repercusión funcional y estética ha sido objeto de 
estudios recientes con una escala de calidad de vida ela-borada 
por la Scoliosis Research Society (SRS) para valorar 
el dolor, el aspecto estético y la repercusión funcional y 
psicológica (SRS 22 y 30) [36] (Fig. 15). 
Dificultades respiratorias 
La insuficiencia respiratoria complica las escoliosis torá-cicas 
de más de 80◦ no intervenidas quirúrgicamente en 
la adolescencia [5], creando un síndrome restrictivo puro 
con disminución de la capacidad vital y perturbación de 
la gasometría (hipoxemia, hipercapnia). La reducción de 
la capacidad vital correlaciona con el ángulo de Cobb: del 
orden del 60% para una angulación de 100◦ [1]. 
En caso de infección pulmonar aguda, en las for-mas 
mayores puede producirse una insuficiencia cardíaca 
derecha [38]. Con idéntica angulación, la repercusión respi-ratoria 
consecutiva a la curvatura torácica de las escoliosis 
dobles mayores es mucho menos intensa que la de las 
escoliosis torácicas [5]. 
 Pruebas complementarias 
Radiografías simples 
Anteroposterior 
Se efectúan en carga con un chasis alargado (30×90 o 
30×120) para visualizar la base del cráneo y toda la pel-vis 
con una distancia focal de 2 m. Es necesario compensar 
una posible desigualdad de longitud de los miembros infe-riores. 
Las rodillas y las caderas se disponen en extensión 
completa y la pelvis, en normoversión. La incidencia es 
posteroanterior en las mujeres (protección de las mamas 
y los ovarios) y anteroposterior en los varones, con un 
protector plomado de gónadas. 
Por convención, en patología escoliótica la radiogra-fía 
se presenta en sentido posteroanterior (con el lado 
izquierdo del paciente en el lado izquierdo de la placa). 
En la radiografía anteroposterior se analizan varios ele-mentos: 
• la deformación frontal: se aprecia el aspecto frontal 
de la deformación de forma cualitativa (el lado está 
definido por la convexidad) y cuantitativa gracias al 
método de Cobb (cf supra); 
• la deformación axial: la rotación vertebral se valora 
a la altura de la vértebra apical (donde es máxima) 
con el método de Nash y Moe[39]. Dado que el cuerpo 
1 
2 
3 
4 
5 
Figura 16. Medida de la rotación vertebral con el método 
de Nash y Moe. 1. Cero; 2. grado I; 3. grado II; 4. grado III; 
5. grado IV. 
vertebral se divide en seis sectores verticales, la proyec-ción 
del pedículo del lado de la convexidad en uno de 
los sectores permite apreciar la magnitud de la rota-ción. 
La desaparición progresiva del pedículo del lado 
de la concavidad también permite evaluar el grado de 
rotación (Fig. 16). 
La radiografía anteroposterior también sirve para ana-lizar 
el equilibrio pelvirraquídeo frontal, que incluye la 
postura raquídea en vista anteroposterior y la posición de 
la pelvis: 
• el equilibrio de la columna vertebral se aprecia gracias a 
la vertical trazada desde la apófisis espinosa de C7, que 
debe pasar por la mediana sacra [40]. Guigui [9] tiene en 
10 EMC - Aparato locomotor
Escoliosis idiopática del adulto  E – 14-600 
Figura 17. Medida del eje biilíaco en la radiografía anteropos-terior 
de la pelvis. 
cuenta la línea de gravedad trazada desde T9, que debe 
pasar por el medio de la recta que une el centro de las 
cabezas femorales y representa el centro de la base de 
sustentación. Sea cual sea el método empleado, hay que 
tener en cuenta la posición de la pelvis en sentido ante-roposterior, 
ya que en caso de oblicuidad puede inducir 
un desequilibrio raquídeo; 
• la postura de la pelvis se valora por la tangente al pie de 
las articulaciones sacroilíacas (eje biilíaco o sacroilíaco). 
La postura normal corresponde a una línea horizontal. 
La oblicuidad de la pelvis impone la búsqueda de un 
desnivel de las cabezas femorales [40] (Fig. 17). 
Lateral 
La dirección de la mirada es horizontal, la convexidad 
de la curvatura principal apoya en el chasis y los brazos 
se colocan en ligera antepulsión con el fin de despejar la 
columna vertebral sin modificar las curvaturas sagitales 
(si los miembros superiores están demasiado levantados, 
la lordosis lumbar se acentúa de forma artificial [41]). 
Los ángulos de lordosis cervical, cifosis torácica y lordo-sis 
lumbar se miden en función de los criterios anatómicos 
y mecánicos ya descritos (cf supra). 
Cabe recordar que estos ángulos están disminuidos por 
el proceso escoliótico idiopático de torsión y que existen 
zonas cifóticas localizadas que corresponden a los cambios 
de rotación en las zonas de transición. 
También se miden los parámetros pélvicos en la pelvis 
(cf equilibrio sagital). 
La vertical trazada desde C7 debe pasar por la parte 
posterior de la meseta sacra. 
Los sistemas de digitalización de las películas radiográ-ficas, 
así como las radiografías digitales y los programas 
informáticos específicos, permiten identificar todas las 
referencias anatómicas de una manera más precisa, pro-porcionando 
un análisis más detallado de los parámetros 
raquídeos y pélvicos. 
Pruebas de imagen de tipo EOS 
Se trata de placas 2D (anteroposterior y lateral) digita-les, 
cuya ventaja es la de poder efectuar un acercamiento 
sobre un sector y tener una imagen comparable a la de una 
placa centrada estándar, sin deformación y con una dosis 
de irradiación 8-10 veces menor que para las radiografías 
simples en chasis de 30×90 [42]. 
Este método permite mejorar la precisión de las medi-ciones 
y la realización de las reconstrucciones de superficie 
3D de las piezas óseas [43]. 
También es posible usar una plataforma de fuerza con 
proyección de la línea de gravedad. 
A B 
Figura 18. Sistema EOS 2D (escoliosis toracolumbar) (A, B). 
De este modo, en bipedestación, con baja irradiación y 
en 3D se puede hacer: 
• un estudio global del esqueleto en posición funcional 
(al contrario que la TC en decúbito); 
• un estudio volumétrico y espacial (sobre todo del plano 
horizontal) en volumen 3D (y no en superficie como en 
la TC). 
Las aplicaciones raquídeas son múltiples: 
• en particular, la utilidad de la bipedestación, que, 
comparada con las reconstrucciones 3D de la TC, pro-porciona 
la imagen de las luxaciones a menudo ocultas 
en decúbito; 
• una valoración precisa de los parámetros biomecáni-cos 
de la columna vertebral, los parámetros clásicos del 
equilibrio sagital y el análisis de los mecanismos de 
compensación extrarraquídea, que permiten adaptar la 
estrategia quirúrgica para considerar mejor la compen-sación 
de la pelvis y de los miembros inferiores; 
• la observación de la columna vertebral desde arriba 
demuestra claramente el volumen de las deformaciones 
escolióticas; es muy distinta a las proyecciones usuales 
anteroposterior y lateral y conduce a consideraciones 
patológicas, a clasificaciones y a nuevos tratamien-tos 
[44] (Figs. 18 y 19). 
Radiografías dinámicas 
Las radiografías dinámicas evalúan la reducibilidad de 
las curvaturas y de este modo permiten determinar el 
grado de rigidez de la deformación. Estos datos pueden 
obtenerse gracias a una placa anteroposterior con tracción 
axial en una mesa ortopédica de Risser o de Cotrel [45]. 
En la práctica, las radiografías con inclinación lateral 
forzada pasiva o activa [46] constituyen el método más 
usual para determinar el grado de reducibilidad de una 
escoliosis. 
Una curvatura escoliótica se considera rígida si su redu-cibilidad 
es inferior al 30%. Puede discutirse entonces una 
posible liberación quirúrgica anterior torácica y/o lumbar. 
Se habla de curvatura «flexible» cuando la reducción es 
superior al 50%. 
Las radiografías laterales en flexión-extensión pueden 
indicarse para analizar la reducibilidad de un posible tras-torno 
del equilibrio sagital (Fig. 20). 
EMC - Aparato locomotor 11
E – 14-600  Escoliosis idiopática del adulto 
A B C D 
Figura 19. Reconstrucciones 3D en el sistema EOS (escoliosis degenerativa con luxación cerrada L3-L4) (A-D). 
A INCLINACIÓN IZQUIERDA B 
INCLINACIÓN 
C 
Figura 20. Valoración radiológica 
de la reducibilidad y de la movili-dad 
de una curvatura toracolumbar 
(radiografías dinámicas) (A-C). 
Tomografía computarizada 
La TC proporciona datos fundamentales, sobre todo 
con un objetivo preterapéutico. 
Por un lado, permite estudiar la calidad del tejido óseo 
a efectos de detectar posibles zonas de fragilidad que 
podrían hacer modificar el montaje quirúrgico. Por otro 
lado, la TC revela con precisión los osteofitos vertebra-les, 
que pueden estar fusionados y frenar la reducibilidad 
potencial de la deformación (los clásicos puentes óseos en 
la concavidad). 
Los límites se encuentran en el análisis del contenido 
y de los tejidos blandos, que se estudian mejor con RM. 
Además, es una exploración muy irradiante. 
Resonancia magnética 
La RM es el método más preciso para explorar el con-tenido 
raquídeo, sobre todo en presencia de un síndrome 
lesional como las radiculalgias (búsqueda de una compre-sión 
posterolateral, foraminal o extraforaminal). 
El estado de los discos y de los platillos vertebrales 
también se aprecia mucho mejor que con la TC. La des-hidratación 
discal se caracteriza por una hipose˜nal T2. La 
lesión de los platillos y del hueso subcondral puede ser, 
según Modic, de tres tipos [47]: 
• tipo 1 (inflamatorio): hipose˜nal T1, hiperse˜nal T2; 
• tipo 2 (adiposo): hiperse˜nal T1, hiperse˜nal T2; 
• tipo 3 (escleroso): hipose˜nal T1, hipose˜nal T2. 
12 EMC - Aparato locomotor
Escoliosis idiopática del adulto  E – 14-600 
A B C 
Figura 21. Evaluación de lumbal-gias 
en una paciente de 34 a˜nos 
intervenida por una escoliosis en la 
adolescencia. Discopatía inflamato-ria 
L5-S1 Modic 1 subyacente a la 
artrodesis: hiperse˜nal de los platillos 
vertebrales en las secuencias T2 y 
STIR (A-C). 
La evolución progresa desde el tipo 1 edematoso y dolo-roso 
hasta el tipo 3, semejante a la fusión natural (Fig. 21). 
Vital precisa que, en las discopatías asimétricas con 
compresión foraminal del lado del pinzamiento discal 
correspondiente a la luxación cerrada, el signo de Modic 1 
puede presentarse en el lado de la compresión [48]. 
La RM también permite apreciar el volumen y la estruc-tura 
de los músculos (paravertebrales y psoas). 
El límite de este método reside en el hecho de que se 
realiza en decúbito y, por tanto, soslaya el componente 
compresivo dinámico. La difusión de la RM vertical toda-vía 
es reducida, pero podría ser realmente útil en caso de 
discordancia clinicorradiológica. 
Sacorradiculografía acoplada a la 
tomografía computarizada 
Para esta exploración es necesario hacer una punción 
con aguja fina, que puede ser difícil en una persona esco-liótica 
debido a la rotación vertebral y a una potencial 
artrosis articular. Su interés reside en el hecho de poder 
efectuar placas dinámicas con carga, en flexión y en exten-sión. 
Pueden visualizarse entonces posibles compresiones 
durales, mínimas en decúbito. La TC completa el análisis 
para reconocer la causa exacta de la compresión. 
Electromiograma 
No se indica como primera elección, pero puede solici-tarse 
en caso de lesión radicular sensitiva y/o motora sin 
una concordancia clara entre las pruebas de imagen y las 
manifestaciones clínicas. 
Potenciales provocados somestésicos 
Permiten estudiar las vías de conducción sensitivas pro-cedentes 
de los miembros hasta el vértice del cráneo y 
detectar una posible anomalía subclínica. 
 Métodos terapéuticos 
Tratamiento médico 
No hay un tratamiento médico específico sino única-mente 
sintomático de los diversos de dolores provocados 
por la escoliosis [13]. Las clases de analgésicos deben esco-gerse 
en función de la intensidad y del tipo de dolores que 
refiere el paciente (sobre todo, por exceso de nocicepción 
o neurogénico). 
También pueden indicarse distintos tipos de infiltracio-nes, 
siempre con finalidad sintomática: 
• infiltración articular en caso de síndrome articular pos-terior; 
• infiltración epidural en presencia de una compresión 
radicular central; 
• infiltración foraminal. 
Estas infiltraciones pueden efectuarse también con 
objetivo diagnóstico al reproducir el dolor con la inyec-ción. 
Desde un punto de vista más general, es muy impor-tante 
optimizar al máximo los aportes nutricionales, sobre 
todo en los pacientes de edad avanzada, con el fin de evitar 
cualquier complicación derivada de una carencia. 
El tratamiento preventivo de la osteoporosis debe ins-taurarse 
en caso de necesidad para asegurar el mejor 
capital óseo posible y evitar el agravamiento de la defor-mación 
por la fragilidad ósea. 
La psicoterapia de apoyo puede indicarse en presencia 
de dolores crónicos que afecten al estado de ánimo o de 
un estado de angustia vinculados a la deformación física 
de la escoliosis y a su evolución. 
Kinesiterapia 
Deben considerarse varios ejes de trabajo de rehabilita-ción: 
• el trabajo postural: la automatización de los ejerci-cios 
de expansión alrededor de un eje de gravedad 
bien centrado permite corregir la postura en sentido 
anteroposterior y, sobre todo, lateral [13]. El objetivo es 
recuperar un equilibrio sin esfuerzo con una lordosis 
lumbar adecuada y un enderezamiento de la cifosis 
torácica o toracolumbar. En sentido anteroposterior se 
efectúa un trabajo de decoaptación de las concavida-des 
mediante ejercicios de flexibilización, con el fin 
de preservar la movilidad articular y mantener una 
homeostasis discal óptima [4]; 
• el fortalecimiento muscular ata˜ne básicamente a los 
músculos extensores del tronco (espinales, glúteos) con 
un trabajo de extensión de la cadera, que contribuye a 
una buena orientación de la pelvis; 
EMC - Aparato locomotor 13
E – 14-600  Escoliosis idiopática del adulto 
A B 
Figura 22. Reducción clínica de la defor-mación 
con corsé (A, B). 
• la kinesiterapia respiratoria, indispensable en las gran-des 
curvaturas torácicas; 
• la fisioterapia: masajes, etc. 
La persona escoliótica debe aprender a hacer por sí 
misma su rehabilitación. Si la reacción no basta para auto-corregirse, 
habrá que pensar en el tratamiento ortopédico. 
Tratamiento ortopédico 
Las ortesis ayudan a la autocorrección aprendida a partir 
de las estrategias de reeducación. 
De forma global, el tratamiento se dirige a todas las 
deformaciones de evolución demostrada, con o sin dete-rioro 
de la función [13]. 
En el adulto, los corsés de polietileno o de polipropileno 
se prescriben en las deformaciones relativamente flexibles 
y durante un período de unos 6 meses [4]. 
En las formas más graves, la corrección que genera el 
corsé de yeso es superior a la del corsé de polietileno [4]. Se 
usa al menos durante 1 mes y después se sustituye por un 
corsé clásico, manteniendo el programa de rehabilitación. 
El estudio de Biot y Simon [49] refiere un freno global 
de la evolución natural de la deformación con este tipo 
de tratamiento (2-0,14◦/a˜no) y el alivio de los dolores en 
más del 20% de los pacientes. En otro estudio de 2010 
sobre las escoliosis evolutivas del adulto, se demuestra la 
eficacia del tratamiento ortopédico sobre la evolución de 
la deformación [50]. Sin embargo, en la escoliosis de la edad 
adulta no se produce ninguna reducción angular (Fig. 22). 
Tratamiento quirúrgico 
Objetivos de la cirugía 
Los dos objetivos son enderezar y fusionar las curvatu-ras 
escolióticas. 
Corrección de la deformación 
Permite obtener un beneficio estético y mejorar la fun-ción 
respiratoria en caso de grandes curvaturas torácicas. 
De forma indirecta, la corrección de la escoliosis dismi-nuye 
los dolores gracias a la restitución del equilibrio 
de las cargas mecánicas sobre los segmentos adyacentes 
al montaje. En este sentido, la horizontalización de la 
vértebra límite inferior en el plano frontal endereza el 
segmento raquídeo subyacente (sobre todo la zona de 
transición lumbosacra), con simetrización de las cargas 
sobre los espacios intervertebrales. En teoría, esta conside-ración 
biomecánica es comparable a la de las osteotomías 
tibiales destinadas a corregir el genu varo [1]. En el plano 
sagital, se aplica el mismo razonamiento: la supresión 
del componente cifótico disminuye el trabajo muscular 
compensatorio necesario para mantener en equilibrio una 
postura raquídea con esfuerzo. 
Fusión 
Detiene la progresión angular de la curvatura y, en teo-ría, 
actúa sobre los dolores localizados en la curvatura o 
curvaturas vinculados a las luxaciones o al colapso de la 
columna vertebral [5]. 
Valoración preterapéutica 
El estado general del paciente debe evaluarse con pre-cisión 
antes de indicar este tipo de cirugía, que supone 
riesgos cuando el resultado ha de ser muy a menudo fun-cional. 
La función respiratoria se estudia con la exploración 
física, la gasometría, la radiografía pulmonar y las pruebas 
funcionales respiratorias. 
La valoración cardiovascular consiste, previa evalua-ción 
clínica, en un electrocardiograma (ECG) y, en 
ocasiones, en una ecografía cardíaca. 
El riesgo inherente a la cirugía debe correlacionar con 
los riesgos vinculados al estado de salud del paciente, sus 
antecedentes y su edad. 
Cirugía posterior 
Liberación 
Consiste en una resección de las apófisis espinosas, de 
la parte caudal de las láminas y de la parte inferior de las 
apófisis articulares inferiores, lo que permite obtener una 
movilidad en lordosis. 
Cuando la deformación requiere una corrección impor-tante 
en el plano sagital, para restablecer un equilibrio 
sagital satisfactorio puede ser necesario efectuar osteoto-mías 
escalonadas de los arcos posteriores o incluso una 
osteotomía transpedicular. 
Instrumentación posterior 
El material de osteosíntesis permite corregir la deforma-ción 
y mantener la reducción hasta obtener una fusión 
ósea. Se usa material de fijación segmentaria (tornillos o 
ganchos) y barras metálicas, en general conectadas por sis-temas 
transversales para aumentar la solidez del montaje. 
14 EMC - Aparato locomotor
Escoliosis idiopática del adulto  E – 14-600 
Hay diversas técnicas de reducción: rotación de la barra 
metálica (método de Cotrel y Dubousset), alineación de 
los segmentos vertebrales u oscilación in situ (Steib). 
Al final de la intervención se colocan los injertos 
óseos autólogos, previa descorticación y revitalización 
de los arcos posteriores. La consolidación ósea se 
adquiere en 6-12 meses y asegura, desde el punto de 
vista mecánico, la estabilidad de la reducción. Si fra-casa, 
el material soporta las fuerzas mecánicas derivadas 
de la reducción de la deformación y, por tanto, ter-mina 
rompiéndose, lo que certifica el diagnóstico de 
seudoartrosis. 
Cirugía anterior 
Liberación 
La vía de acceso se realiza en el lado de la convexidad y 
consiste en una toracofrenolumbotomía o en una cirugía 
endoscópica en el segmento torácico a efectos de dismi-nuir 
los dolores postoperatorios y las secuelas estéticas [51]. 
La curvatura se libera con discectomías escalonadas a 
ambos lados de la vértebra apical (de cinco a siete niveles). 
La resección de los platillos cartilaginosos y la revitaliza-ción 
de los platillos vertebrales, asociadas a injertos óseos 
intersomáticos, permiten obtener la artrosis anterior por 
fusión ósea. Pueden usarse celdas intersomáticas debido a 
su efecto lordosante. 
Las amplias resecciones de anillos, osteofitos y posibles 
puentes óseos restablecen una buena movilidad inter-vertebral 
y permiten corregir la escoliosis gracias a la 
instrumentación (anterior y/o posterior). 
Instrumentación anterior 
La fijación se efectúa con tornillos transversales implan-tados 
en los cuerpos vertebrales y con una o dos barras 
rígidas sobre la cara convexa de los cuerpos vertebrales. 
La ausencia de artrosis articular posterior es un criterio 
indispensable para corregir satisfactoriamente una esco-liosis 
por la vía anterior [5]. La osteoporosis vertebral puede 
comprometer la estabilidad de este tipo de montaje que, 
por tanto, se indica principalmente en los adultos jóvenes. 
La corrección frontal y la desrotación son fundamentales 
y el restablecimiento de una lordosis fisiológica puede ser 
más difícil de lograr [52]. Las ventajas de esta técnica qui-rúrgica 
residen en que preserva la musculatura espinal y 
permite efectuar montajes más cortos que en la fijación 
posterior. En el contexto de una curvatura toracolumbar, 
este tipo de instrumentación preserva los últimos niveles 
lumbares [4]. 
 Indicaciones terapéuticas 
Tratamiento conservador 
Según Tassin [5], el tratamiento médico y de reha-bilitación 
se refiere a las deformaciones estables, sin 
repercusión funcional y en pacientes mayores de 30 a˜nos. 
Incluso con una angulación importante, la cirugía no 
está indicada para las escoliosis idiopáticas del adulto 
que no se agravan ni presentan una repercusión funcio-nal 
considerable. La vigilancia clínica y radiológica debe 
efectuarse cada 4 o 5 a˜nos. El autor menciona una excep-ción: 
las escoliosis torácicas de más de 100◦, en las que 
puede justificarse la cirugía preventiva debido a la evolu-ción 
desfavorable de este tipo de curvatura en relación con 
los intercambios gaseosos. Con este tipo de indicación se 
supera el contexto de la cirugía «funcional». Los límites 
del tratamiento conservador se alcanzan cuando el equi-librio 
global, primero compensado por la retroversión de 
la pelvis, es superado debido a la casi imposibilidad de 
mantenerse de pie sin ayuda o sin una contractura mus-cular 
excesiva y dolorosa. La evaluación de la corrección 
necesaria para restablecer buenos parámetros de equilibrio 
(sin ser ideales) es posible con el método FBI (full balance 
1 
2 
3 
Figura 23. Método de cálculo de la escala FBI (full balance 
integrated). 1. Versión de ángulo C7 (C7TA); 2. versión pélvica 
(VP); 3. ángulo de oblicuidad del fémur (FOA). 
integrated), que permite integrar en un solo cálculo el aná-lisis 
de todos los parámetros: pélvicos, de los miembros 
inferiores y raquídeos [53] (Fig. 23). 
Tratamiento quirúrgico 
Las indicaciones quirúrgicas dependen de la edad, de 
los antecedentes y del estado general del paciente. Las eta-pas 
de la edad adulta descritas por Guillaumat [1] permiten 
adaptar la estrategia quirúrgica. 
Adulto joven (20-30 a˜nos) 
Las escoliosis tratadas mediante cirugía en este período 
corresponden al diagnóstico tardío de una deformación 
quirúrgica del ni˜no o a una escoliosis clínica y radiológi-camente 
evolutiva después del tratamiento ortopédico. 
Para la decisión quirúrgica, a esta edad se tienen en 
cuenta el contexto, que suele ser favorable, y el conside-rable 
riesgo evolutivo a largo plazo. 
Las cifras de angulación frontal para justificar un tra-tamiento 
quirúrgico sin prueba de progresión en un 
paciente menor de 30 a˜nos difieren según las localizacio-nes: 
• torácica y toracolumbar: ángulo de Cobb superior a 45◦; 
• lumbar: 50◦; 
• escoliosis doble mayor: 50◦. 
Estos valores no pueden considerarse como el único cri-terio 
de la indicación quirúrgica. También hay que tener 
en cuenta la existencia de un desequilibrio del tronco, 
de una oblicuidad estructural del sector lumbar sub-yacente, 
de exigencias funcionales vinculadas al medio 
profesional, a las condiciones de seguimiento clínico y 
radiológico, etc. 
EMC - Aparato locomotor 15
E – 14-600  Escoliosis idiopática del adulto 
En el seguimiento de una deformación, también es 
indispensable analizar de forma correcta el equilibrio sagi-tal: 
en este sentido, algunas escoliosis (sobre todo las 
dobles mayores) pueden presentar una evolución cifó-tica 
pura que no hay que subestimar. Además, el tipo 
de instrumentación (número de niveles, vía de acceso) 
depende de la presencia o ausencia de un desequilibrio 
anterior en las radiografías laterales. Si existe una cifo-sis 
torácica superior desequilibrante por encima de una 
escoliosis toracolumbar o lumbar, es necesario extender 
el montaje hacia arriba. En realidad, el problema prin-cipal 
es corregir una cifosis de transición o de rotación. 
Los estudios de Duval-Beaupère et al [19] sobre el equilibrio 
sagital de la columna vertebral y sus correlaciones con la 
incidencia permiten determinar en cada caso la lordosis 
ideal. 
Adulto verdadero (30-50 a˜nos) 
Este período se caracteriza por la aparición progresiva 
de una rigidez que hace más complejo el programa quirúr-gico, 
potencialmente con dos fases quirúrgicas (liberación 
anterior previa a la reducción por vía posterior). Las 
radiografías dinámicas (cf supra) sirven para evaluar la 
reducibilidad de la deformación. 
Los trastornos funcionales suelen ser más marcados, 
sobre todo las raquialgias y, a veces, las dificultades respira-torias, 
que requieren una acción terapéutica más intensa. 
La eficacia de la cirugía en el tratamiento de los dolores 
raquídeos de los escolióticos es un aspecto muy discu-tido 
[54, 55]. Algunas localizaciones serían más frecuentes, 
como los dolores lumboglúteos y cervicales, mientras que 
los dolores por conflicto costoilíaco y el cansancio por 
colapso raquídeo mejoran ostensiblemente [54]. 
En un estudio de 2009 efectuado en Minneapolis [27] 
con 48 pacientes escolióticos operados, se observó una 
incidencia significativamente más alta de cambios dege-nerativos 
cervicales que en el grupo de escolióticos no 
sometidos a cirugía. 
Hay que ser prudente en la formulación de una indi-cación 
quirúrgica ante los dolores raquídeos aislados. La 
eficacia a largo plazo depende de que para la intervención 
se tenga en cuenta la deformación raquídea en su con-junto 
(y sobre todo en los dos planos del espacio), aun si 
el dolor se mantiene localizado en un segmento. 
La mayoría de las escoliosis torácicas se tratan durante 
la adolescencia, por lo que las curvaturas toracolumbares 
y lumbares representan en este período la parte esencial 
del tratamiento quirúrgico. A esta edad, es fundamental 
conservar la máxima libertad posible de la zona de tran-sición 
lumbosacra. Si la fusión debe descender hasta el 
sacro, es preferible diferir la intervención hasta el período 
de la edad adulta madura por razones de repercusión fun-cional 
[56]. 
Adulto maduro (50-65 a˜nos) 
Se asiste al desarrollo de una escoliosis mixta por agra-vamiento 
progresivo de los signos degenerativos, sobre 
todo en la zona lumbar. Además, la aparición potencial de 
una osteoporosis posmenopáusica es un factor adicional 
de fragilización ósea y desequilibrio raquídeo. 
Las manifestaciones clínicas a modo de radiculalgias 
son frecuentes en esta fase de la afección por compre-sión 
central y/o foraminal, sobre todo en la concavidad 
de la curvatura. Si la deformación es estable y se tolera 
bien desde el punto de vista clínico, el tratamiento qui-rúrgico 
a esta edad puede consistir sólo en la liberación 
neurológica y la fijación localizada del nivel estenosado. 
Durante este período, las correcciones quirúrgicas se 
basan esencialmente en la restitución de un equilibrio 
sagital satisfactorio. 
Después de los 70 a˜nos 
La evolución de las escoliosis idiopáticas y degenerati-vas, 
asociada al envejecimiento neuromuscular, produce 
con frecuencia un desequilibrio frontal y sagital consi-derable. 
Las indicaciones de las correcciones quirúrgicas 
a esta edad deben formularse con suma prudencia, en 
función de los antecedentes y del estado general. Si pre-dominan 
las radiculalgias, en algunos casos sería más 
razonable proponer sólo una cirugía localizada de des-compresión/ 
artrodesis limitada al segmento estenosado. 
Complicaciones del tratamiento 
quirúrgico 
Son frecuentes porque la cirugía de la escoliosis en el 
adulto incluye a menudo programas complejos y porque 
su incidencia aumenta con la edad. Su gravedad es varia-ble; 
puede conducir al fallecimiento del paciente en el 
0,5% de los casos [5]. 
Precoces 
Las pérdidas sanguíneas intra y postoperatorias pueden 
ser abundantes, por lo que es indispensable prevenirlas. 
La recuperación sanguínea intraoperatoria por aspiración 
quirúrgica es un método interesante para reducir las trans-fusiones 
de sedimentos de eritrocitos heterólogos. 
Las complicaciones neurológicas se observan en el 1% 
de los pacientes [4] y su mecanismo puede ser traumá-tico, 
compresivo (por la propia reducción o un hematoma 
extradural) o isquémico. La vigilancia eléctrica intrao-peratoria 
de los potenciales provocados somestésicos y 
motores proporciona seguridad a las maniobras de reduc-ción. 
Las complicaciones tromboembólicas deben prevenirse 
en todos los casos (medias de contención, levantamiento 
precoz, anticoagulantes). 
El riesgo infeccioso es más elevado en las instru-mentaciones 
posteriores que en las cirugías anteriores 
aisladas [57]. En la mayoría de los casos, el lavado quirúr-gico 
precoz asociado a un tratamiento antibiótico doble 
específico permite dejar el material in situ y obtener una 
cicatrización limpia y satisfactoria. 
Tardías 
La ausencia de consolidación ósea 6 meses después de 
la intervención es un indicio del diagnóstico de seudoar-trosis. 
Es la complicación mecánica más temida por el 
cirujano, pues causa dolores y una ruptura inevitable del 
material de fijación que a menudo certifica el diagnóstico. 
La reintervención quirúrgica es necesaria para obtener la 
fusión ósea. 
Otra complicación mecánica es el desarrollo de una 
cifosis por encima de la zona de artrodesis, favorecida 
por una insuficiencia de longitud del montaje y por la 
mala calidad ósea. Esto conduce a un desequilibrio sagi-tal, 
causa de dolores debido a la insuficiencia muscular 
para mantener una posición vertical equilibrada. 
En ausencia de estas complicaciones mecánicas, la causa 
más frecuente de dolores postoperatorios es la presencia 
de una alteración del equilibrio sagital en razón de la fija-ción 
raquídea en una posición inadecuada y, por tanto, 
costosa de mantener en términos de esfuerzo. La clásica 
«espalda plana postoperatoria» suele deberse a una valo-ración 
inadecuada de los parámetros sagitales pélvicos y 
raquídeos, de modo que la fijación no restituye de forma 
adecuada las curvaturas fisiológicas. La única solución 
terapéutica para tratar este tipo de desequilibrio con-siste 
en una técnica de corrección apropiada: osteotomías 
interpediculares escalonadas, osteotomía transpedicular, 
etcétera (Fig. 24A-J). 
16 EMC - Aparato locomotor
Escoliosis idiopática del adulto  E – 14-600 
A B C D 
E F G H 
Figura 24. Escoliosis toracolumbar mixta evolutiva (mujer de 62 a˜nos). 
A, B. Preoperatorio. 
C, D. Control postoperatorio inmediato. 
E-G. Control radiológico a los 2 a˜nos: aparición de un desequilibrio anterior y de lumbalgias invalidantes (retroversión pélvica máxima). 
H-J. Reintervención: osteotomía vertebral con cu˜na posterior de L4 y extensión del montaje (la única solución para restituir un equilibrio 
sagital satisfactorio). 
EMC - Aparato locomotor 17
E – 14-600  Escoliosis idiopática del adulto 
I J 
Figura 24. (continuación) Escoliosis toracolumbar mixta evolutiva 
(mujer de 62 a˜nos). 
H-J. Reintervención: osteotomía vertebral con cu˜na posterior de L4 y 
extensión del montaje (la única solución para restituir un equilibrio 
sagital satisfactorio). 
“ Puntos esenciales 
• La escoliosis idiopática es una deformación 
estructural tridimensional que aparece durante el 
crecimiento y puede continuar agravándose en la 
edad adulta. 
• Las deformaciones con un ángulo de Cobb 
superior a 30◦ al final del crecimiento tienden a 
agravarse. 
• La comprensión correcta del equilibrio raquídeo 
comienza por el análisis de los parámetros pélvi-cos. 
• La radiología digital y los programas informáti-cos 
específicos permiten identificar las referencias 
anatómicas con precisión y realizar un análisis 
óptimo los parámetros raquídeos y pélvicos. 
 Conclusión 
La escoliosis idiopática es una afección cuyo segui-miento 
evolutivo riguroso es indispensable porque 
condiciona la conducta terapéutica. 
En el adulto joven, el enfoque es similar al que se aplica 
en el adolescente, mientras que en el adulto «maduro» se 
observa el desarrollo de una escoliosis mixta con lesiones 
degenerativas. 
El análisis preciso de la deformación en los diferentes 
planos del espacio es un elemento capital para la decisión 
quirúrgica. 
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B47, 33076 Bordeaux cedex, France. 
Cualquier referencia a este artículo debe incluir la mención del artículo: Bernard J, Aunoble S, Le Huec JC. Escoliosis idiopática del adulto. 
EMC - Aparato locomotor 2013;46(2):1-19 [Artículo E – 14-600]. 
Disponibles en www.em-consulte.com/es 
Algoritmos Ilustraciones 
complementarias 
Videos/ 
Animaciones 
Aspectos 
legales 
Información 
al paciente 
Informaciones 
complementarias 
Auto-evaluación 
Caso 
clinico 
EMC - Aparato locomotor 19

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  • 1. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto J. Bernard, S. Aunoble, J.-C. Le Huec La escoliosis idiopática (o primaria) aparece en la infancia y continúa su evolución en la edad adulta, no sólo en el aspecto angular sino, además, con la aparición de rigidez y de lesiones degenerativas, sobre todo en las zonas de transición. El envejecimiento muscular, óseo y neurológico contribuye a agravar la deformación en los planos del espacio. El equi-librio sagital es un factor fundamental para la comprensión de los síndromes raquídeos dolorosos y las indicaciones quirúrgicas. Desde un punto de vista clínico, las raquialgias y el perjuicio estético son las quejas más corrientes de los pacientes. También se observan trastornos neurológicos (radiculalgias, etc.), sobre todo en caso de lesión degenerativa y de luxación rotatoria. En el adulto, las complicaciones respiratorias derivadas de las grandes deformaciones torácicas son cada vez más infrecuentes debido a la detección y al tratamiento precoz durante el crecimiento. Las radiografías digitales y los programas informáticos específicos permiten identificar las referencias anatómicas de manera muy precisa, lo que facilita el análisis óptimo de los parámetros raquídeos y pélvicos. En el aspecto terapéutico, el tratamiento médico inespecífico y de rehabilitación se destina a los pacientes que presentan una deformación estable sin repercusión funcional. El objetivo de la cirugía, que en todos los casos debe estar precedida por una valoración completa, es enderezar la curvatura o curvaturas escolióticas y obtener la fusión ósea. Después de los 70 a˜nos, el tratamiento quirúrgico puede limitarse a una liberación neurológica localizada en caso de radiculalgias invalidantes. La posible corrección de una curvatura se basa esencialmente en la restitución de un equilibrio sagital satisfactorio. © 2013 Elsevier Masson SAS. Todos los derechos reservados. Palabras clave: Escoliosis idiopática; Escoliosis degenerativa; Equilibrio sagital; Radiografías digitales; Parámetros raquídeos; Parámetros pélvicos Plan ■ Introducción y definiciones 2 ■ Anatomía patológica de la deformación 2 Deformación en los dos planos del espacio 2 Luxación en las zonas de transición 2 Colapso en carga 3 ■ Aspectos anatómicos del envejecimiento 3 Agravamiento de la angulación 3 Envejecimiento muscular 4 Menopausia, osteoporosis 5 Segmento torácico 5 Segmento lumbar 5 Equilibrio sagital y escoliosis 6 ■ Manifestaciones clínicas 9 Raquialgias 9 Manifestaciones neurológicas 9 Perjuicio estético y psicológico 9 Dificultades respiratorias 10 ■ Pruebas complementarias 10 Radiografías simples 10 Pruebas de imagen de tipo EOS 11 Radiografías dinámicas 11 Tomografía computarizada 12 Resonancia magnética 12 Sacorradiculografía acoplada a la tomografía computarizada 13 Electromiograma 13 Potenciales provocados somestésicos 13 ■ Métodos terapéuticos 13 Tratamiento médico 13 Kinesiterapia 13 Tratamiento ortopédico 14 Tratamiento quirúrgico 14 ■ Indicaciones terapéuticas 15 Tratamiento conservador 15 Tratamiento quirúrgico 15 Complicaciones del tratamiento quirúrgico 16 ■ Conclusión 18 EMC - Aparato locomotor 1 Volume 46 n◦2 junio 2013 http://dx.doi.org/10.1016/S1286-935X(13)64915-1
  • 2. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto Introducción y definiciones La escoliosis es una deformación estructural de la columna vertebral en los dos planos del espacio. Aun-que la anatomía tiene tres planos, coronal, sagital y axial, desde Tales, la geometría define el espacio en dos pla-nos (por lo que debe marcarse la diferencia con la simple actitud escoliótica que se reduce en decúbito). Se denomina idiopática (o primaria) a la escoliosis que no es secundaria a una malformación congénita o a una enfermedad neuromuscular o tumoral. Aparece en la infancia y se agrava durante el crecimiento. La edad ósea es un elemento principal para determinar el potencial evolutivo antes de la edad adulta, que marca el final del crecimiento óseo. Esta evolución se aprecia gracias a distintas pruebas radiológicas, de las cuales la más conocida es la prueba de Risser que analiza la fusión del núcleo epifisario con el núcleo primario del ala ilíaca. Guillaumat [1] dividió el período adulto en tres fases: • adulto joven de 20-30 a˜nos: continuación de la adoles-cencia; • adulto verdadero de 30-50 a˜nos: aparición progresiva de rigidez, pico de agravamiento premenopáusico; • adulto maduro a partir de los 50 a˜nos: aparición de lesiones artrósicas degenerativas. Este artículo se refiere al estado de estas escoliosis pri-marias en la edad adulta, que deben distinguirse de las deformaciones artrósicas adquiridas después del final del crecimiento (escoliosis degenerativa o de novo). Esta distinción no siempre es fácil: un número consi-derable de pacientes con escoliosis idiopática (a menudo ignorada si es leve) desarrolla lesiones raquídeas degene-rativas; se habla entonces de escoliosis mixta. Las escoliosis idiopáticas que necesitan un tratamiento quirúrgico en la edad adulta han disminuido en los paí-ses desarrollados, tanto en número como en gravedad, gracias a la detección y al tratamiento precoz durante el crecimiento. En el adulto, la búsqueda sistemática de escoliosis sin repercusión clínica necesariamente revela una frecuencia del 1,4-9% [2]. La escoliosis idiopática afecta a ocho mujeres por cada dos varones [1]. Anatomía patológica de la deformación Deformación en los dos planos del espacio La escoliosis idiopática es una deformación estructural tridimensional. En el plano frontal se analizan: • la inclinación raquídea con relación a la vértebra apical horizontal; • las vértebras límite de una curvatura, lugar de la incli-nación máxima en los extremos de la deformación (medida del ángulo de Cobb) (Fig. 1). En el plano horizontal, se observa una rotación máxima de la vértebra apical. Es la desviación fundamental y causa de la gibosidad, debido a la deformación costal en el segmento torácico y al rodete muscular en el segmento lumbar. Esta deformación es a menudo el primer signo advertido por el paciente o sus allegados. En el plano sagital, las curvaturas fisiológicas se des-dibujan a causa de la rotación (hipocifosis torácica, hipolordosis lumbar), con aparición concomitante de la deformación frontal. Esto se debe a la torsión escoliótica. Además, en las curvaturas contrarias, el cambio de sen-tido de la rotación produce una cifosis en la zona de transición. 1 2 1 Figura 1. Medida de la amplitud de una curvatura simple (método de Cobb) (según [40]). 1. Vértebra apical; 2. vértebra límite. La torsión escoliótica se caracteriza en cada disco por una extensión (lordosis) intersegmentaria. Esto es con-tradictorio con la clásica deformación en cifoescoliosis, pero corresponde sin embargo a la realidad del análisis anatómico. La deformación sagital se compensa inicialmente por varios factores: • hiperlordosis subyacente a la deformación (fenómeno muy teórico, ya que las deformaciones escolióticas son a menudo poco flexibles en la edad adulta); • retroversión pélvica y extensión de las caderas: posibi-lidad de compensación variable en cada persona, con aumento de la versión pélvica (cf infra); • flexión de las rodillas. Más allá, la verticalidad del tronco ya no es posible y el paciente se inclina hacia delante: la cifosis está descom-pensada (Fig. 2). Luxación en las zonas de transición En los extremos superiores e inferiores de las escoliosis lumbares y toracolumbares se producen luxaciones carac-terizadas por un desfase lateral entre dos vértebras en la radiografía anteroposterior. Tassin ha descrito con precisión dos tipos de luxaciones [3]. Luxaciones abiertas El disco está abierto del lado del deslizamiento (con-vexidad de la escoliosis). Se producen por encima de la vértebra límite inferior. La rotación intervertebral es constante (10-35◦). Las lesiones posteriores se reducen a un desplazamiento en rotación de las apófisis articulares inferiores de la vértebra suprayacente con relación a las apófisis articulares superiores de la vértebra subyacente. Las alteraciones artrósicas siempre son moderadas y simé-tricas. El desplazamiento hacia el conducto de la apófisis articular inferior cóncava constri˜ne el receso lateral (y en algunos casos se asocia una radiculalgia) y deforma el saco dural, con una posible evolución hacia la estenosis cen-tral. El diámetro de los agujeros intervertebrales no se modifica (Fig. 3). 2 EMC - Aparato locomotor
  • 3. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600 A B C D E Figura 2. Deformación tridimensional de la columna vertebral (sistema EOS) (A-E). Figura 3. Luxación abierta L3-L4. Luxaciones cerradas El disco luxado está pinzado del lado del deslizamiento (pinzamiento del lado discal más declive). Estas luxacio-nes se producen por debajo de la vértebra límite inferior. La rotación y la inclinación intervertebrales son variables, desde unos pocos grados hasta 30◦. Las lesiones de las apófisis articulares posteriores corresponden a una artro-sis erosiva del macizo posterior convexo, que permite la traslación lateral, y a una separación de las superficies articulares cóncavas (sin artrosis). El receso lateral cón-cavo está constre˜nido por la traslación anterógrada y hacia la convexidad de la apófisis articular inferior y el receso convexo, por las construcciones artrósicas, con evolución hacia una estenosis central. El diámetro del agujero con-vexo se reduce, en ocasiones con repercusión radicular (Figs. 4 y 5). Vital [4] afirma que la vértebra L3 está muy expuesta a este mecanismo de luxación por razones topográficas de curvatura contraria, pero también porque está más libre con relación a la pelvis que L4 y, sobre todo, L5, las cuales están estabilizadas por el ligamento iliolumbar. Colapso en carga [5] La angulación escoliótica aumenta al pasar del decú-bito supino a la bipedestación; este efecto de colapso se debe a la posición en carga. Es habitual una escasa reper-cusión clínica, excepto después de los 50 a˜nos, período durante el cual la cifosis se agrava con el correr de las horas por disminución del tono muscular a causa del cansancio. Este fenómeno doloroso se alivia en posición sentada. La mayoría de las veces, el agravamiento del dese-quilibrio anterior corresponde a un aumento objetivo del componente cifótico, en asociación con una disminución de las capacidades de compensación por las caderas y las rodillas, debido al cansancio, a los dolores o a procesos degenerativos artrósicos. Aspectos anatómicos del envejecimiento Agravamiento de la angulación Algunas escoliosis siguen agravándose después del final del crecimiento. Si esto ocurre, la evolución es lenta: 0.5-1,8◦ al a˜no en función del autor y de las localizaciones escolióticas. Dado que el error de medida es de 4-5◦, hacen falta al menos 3 a˜nos para confirmar el agravamiento. La reciente aplicación del sistema EOS [6], que suprime la distorsión vertical de las imágenes, permite hacer un análisis más fino y preciso de la deformación (cf infra) (Fig. 6). La evolución natural de una escoliosis del adulto se analiza con un seguimiento regular cada 5 a˜nos hasta la aparición de los primeros signos de modificación radio-lógica, a partir de los cuales pueden incluso acortarse los plazos entre las consultas (3-4 a˜nos). En numerosas publicaciones se intenta determinar, con estudios longitudinales, el aumento del ángulo de Cobb en grados por a˜no y los factores de agravamiento. EMC - Aparato locomotor 3
  • 4. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto A B Figura 4. Reconstrucción 3D de una luxación cerrada T12-L1 (disco pinzado del lado del deslizamiento) (A, B). Figura 5. Tomografía computarizada: corte axial de una luxa-ción cerrada. Separación de las superficies articulares cóncavas; engrosamiento artrósico del macizo posterior convexo. Weinstein y Ponsetti [7] han efectuado el seguimiento de 102 adultos escolióticos durante 40 a˜nos después del final del crecimiento; el 68% de las escoliosis mantenía un carácter evolutivo. Las que más evolucionan son las escoliosis torácicas superiores a 50◦ al final del crecimiento (1◦/a˜no). Para las toracolumbares y lumbares superiores a 30◦, la evolución es de 0,4-0,5◦/a˜no. Los autores francófonos, sobre todo Duriez [8], han se˜nalado agravamientos angulares más marcados, con 1,8◦/a˜no en el segmento lumbar, 1,4◦/a˜no en el A B Figura 6. Sistema EOS (radiografía en 2D digital que permite un análisis más preciso de los elementos anatómicos) (A, B). toracolumbar, 1,2◦/a˜no en el torácico y 0,8◦/a˜no en las escoliosis combinadas, que son más estables. De una manera general, los criterios de agravamiento para una escoliosis idiopática son: • un ángulo de Cobb superior a 30◦ al final del creci-miento; • una rotación vertebral apical de grado 3 (técnica de Nash y Moe: cf infra) [7]; • la posición de la vértebra L5 más o menos encastrada en la pelvis intervendría en la evolución de la deforma-ción [7]; • un gran desequilibrio lateral del tronco (mayor o igual a 2 cm) en la proyección anteroposterior [9]. La posi-ción de equilibrio del paciente es inestable y requiere esfuerzo, por lo que la bipedestación necesita esfuerzos musculares más intensos y simétricos [9]; • la traslación medida en las caras laterales de los cuer-pos a nivel de las luxaciones (Korovessis [10] la considera un criterio de agravamiento, pero Tassin [5] afirma que una luxación no modifica la pendiente evolutiva de una escoliosis); • el coeficiente de cizalladura determinado por la incli-nación de la vértebra límite inferior [4]. Todos estos criterios son básicamente radiológicos. En la evolución de una escoliosis en la edad adulta, consi-deramos indispensable tener en cuenta criterios relativos a la participación de los tejidos blandos, sobre todo los músculos y los ligamentos. Cuando el arco de círculo de los músculos de la conca-vidad rebasa el centro de equilibrio de la curva, sobre todo alrededor de la vértebra apical de una curvatura en la que la rotación es máxima, estos músculos se convierten en un factor de agravamiento de la deformación (Fig. 7). Envejecimiento muscular El envejecimiento induce amiotrofia y una involución adiposa, principalmente del músculo multífido en con-tacto con los arcos posteriores. Hadar [11] ha estudiado esta degeneración en cortes axiales de resonancia magnética (RM) y tomografía computarizada (TC) y ha descrito tres estadios (Fig. 8). En las escoliosis, los músculos convexos son los más afectados y dejan de cumplir su función de reajuste raquí-deo: se habla de «aflojamiento del colágeno» [4]. Además, esta insuficiencia de los extensores (que puede asociarse a una deficiencia de los músculos glúteos mayores) con-trasta con una integridad prolongada de los psoas, más bien contraídos, que participan en el desarrollo de una cifosis artrogénica. 4 EMC - Aparato locomotor
  • 5. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600 1 2 1 Figura 7. Representación esquemática de las masas muscu-lares en la concavidad, que se convierten en un factor de desequilibrio en la zona de rotación máxima. 1. Vértebra límite; 2. vértebra apical. Menopausia, osteoporosis Es sabido que un aplastamiento osteoporótico puede agravar una escoliosis preexistente en el plano sagital y aumentar la cifosis toracolumbar [12, 13]. Dado que la escoliosis es una afección que afecta mayoritariamente al sexo femenino, esta parte del enve-jecimiento debe tenerse en cuenta. Con relación a la escoliosis degenerativa, la menopausia es un período crí-tico [10]. En un estudio efectuado en 2008 por Marty- Poumarat [12] se demuestra que el tratamiento hormonal sustitutivo retrasaría el efecto de la edad sobre la aparición de luxaciones. Ante una escoliosis degenerativa, el mismo autor recomienda una valoración analítica fosfocálcica y una determinación de la 25-OH vitamina D y de la hormona paratiroidea (PTH) [13]. Sin embargo, los estudios sobre la osteoporosis y la escoliosis idiopática son discordantes y resulta difícil dis-tinguir la causa de la consecuencia [14, 15]. Según Robin [16], basándose en el seguimiento de 554 pacientes, no existe ningún nexo entre el grado de osteoporosis y la presencia de escoliosis o su agravamiento. Figura 9. Escoliosis torácica derecha. Segmento torácico El agravamiento angular se debe a una disminución de la altura discal en la concavidad y al engrosamiento artrósico de las apófisis articulares inferiores. En los casos extremos, las costillas del vértice de la cur-vatura contribuyen a la rigidez por osteofitosis, entre ellas y con las apófisis transversas. Cuando la curvatura está completamente rígida, como es el caso de las curvaturas lumbares, pueden aparecer calcificaciones u osificaciones discales (Fig. 9). Segmento lumbar La evolución es más compleja: los discos en el vértice evolucionan hacia la rigidez, mientras que las zonas de transición (sobre todo inferior) lo hacen hacia la inesta-bilidad y el desarrollo de deslizamientos intervertebrales (luxaciones). En la escoliosis idiopática, las luxaciones se producen en el transcurso de la evolución y con un ángulo considerable debido a la gran rotación vertebral en las zonas de transición. No se observan antes de los 40 a˜nos en las curvaturas de menos de 40◦ [5]. A B C Figura 8. Clasificación de Hadar. A. Atrofia de los músculos espinales inferior al 50%. B. Atrofia de los músculos espinales igual al 50%. C. Atrofia de los músculos espinales superior al 50%. EMC - Aparato locomotor 5
  • 6. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto Figura 10. Escoliosis lumbar degenerativa con luxación abierta L3-L4. Esta fisiopatología es distinta a la de las luxaciones que se observan en las escoliosis degenerativas, en cuyo caso la aparición de una luxación es el factor inicial y se produce con un ángulo bajo [17] (Fig. 10). Equilibrio sagital y escoliosis Tener en cuenta el equilibrio sagital es fundamental para comprender los síndromes raquídeos referidos por el paciente (sobre todo algunas lumbalgias de origen mecá-nico, a veces ignoradas) y para la indicación quirúrgica. Como se ha visto antes, las curvaturas fisiológicas tien-den a aplanarse durante la evolución de la escoliosis, con una propensión global al aumento de la cifosis (torsión escoliótica y cifosis de transición en las curvaturas con-trarias). Con el envejecimiento, varios procesos modificarán también las curvaturas raquídeas y agravarán la cifosis: • la degeneración discal con pérdida de la altura del disco; • los aplastamientos osteoporóticos, siempre cifosantes, sobre todo en el segmento torácico; • la hipertrofia progresiva de las apófisis articulares y la aproximación gradual de los procesos espinosos, que provocan la formación de un bloque posterior que reduce las posibilidades de enderezamiento; • la insuficiencia muscular de los extensores (cf «Envejecimiento muscular») y de los glúteos mayores a menudo se compensa por una retroversión pélvica. El proceso degenerativo agravará entonces de forma progresiva el desequilibrio anterior inducido y mante-nido por el proceso escoliótico idiopático. Si, como sucede a menudo, se a˜nade un desequilibrio lateral, el colapso anterolateral del tronco conduce a una discapacidad sumamente grave. El equilibrio sagital se aprecia en bipe-destación, con la pelvis en normoversión y las caderas y las rodillas en extensión. El análisis global del equilibrio de la columna vertebral obliga a incluir la cifosis torácica superior. La vertical trazada desde C7 debe proyectarse a nivel de la meseta sacra, la mayoría de las veces en su parte posterior, y en todos los casos por detrás de las cabe-zas femorales [18]. Esta línea vertical presenta una fuerte correlación con la línea de gravedad. Paralela a ésta, repre-senta una manera cómoda de analizar el equilibrio global de la columna vertebral [18]. La comprensión correcta del equilibrio raquídeo comienza por el análisis de los parámetros pélvicos que definen la geometría de la pelvis [19] (verdadera vértebra pélvica descrita por J. Dubousset) y, luego, de los paráme-tros raquídeos. Parámetros pélvicos La pelvis rígida se caracteriza por el ángulo de inciden-cia pélvica (IP), definido [19] como el ángulo formado por la intersección de una línea trazada desde el centro de las cabezas femorales hasta el centro de la meseta sacra y la perpendicular a este último centro. Es un parámetro anatómico constante: nunca se modifica en una misma persona. Los valores oscilan entre 35-85◦ [20]: un ángulo bajo corresponde a una pelvis estrecha y un ángulo alto, a una pelvis alargada en sentido anteroposterior. Este parámetro estructural no tiene un valor que indique «normalidad», mientras que el valor promedio carece de interés porque la columna se adapta a este parámetro impuesto por la genética para mantener el equilibrio sin esfuerzo. Esto se define claramente en la clasificación de Roussouly [20]. Hay otros dos parámetros que correlacionan directa-mente con la IP: • la versión pélvica (VP) es el ángulo entre la vertical que pasa por el centro de las cabezas femorales y una línea que une el centro de las cabezas femorales con el centro de la meseta sacra. Cuando la pelvis gira hacia atrás (retroversión), la VP aumenta y, al contrario, disminuye en anteversión; • la pendiente sacra (PS), definida por el ángulo de la meseta sacra con la horizontal. La VP y la PS son parámetros de posición variables y complementarios (la PS disminuye cuando la VP aumenta y a la inversa) (Fig. 11). Si la IP es baja, la pelvis humana se asemeja a la de los primates: es alta y reducida en su diámetro antero-posterior. Esta forma muy vertical se adapta menos a la verticalidad, ya que una pelvis vertical tiene una pen-diente sacra suave y una baja capacidad de versión pélvica (por tanto, menor capacidad de retroversión de la pelvis). Si la IP es considerable, la pelvis es más horizontal, tiene una pendiente sacra pronunciada y, en consecuencia, una mayor posibilidad de versión pélvica. En el contexto de los procesos cifóticos inducidos por la escoliosis idiopática, la retroversión pélvica es uno de los mecanismos de compensación aplicados por el paciente para mantener el equilibrio en el plano sagital (Fig. 12). Así, según la forma de la pelvis, cada paciente tiene su propia capacidad de adaptación a un desequilibrio ante-rior. Además, la experiencia ha demostrado que la forma de la pelvis y su relación con la pendiente sacra influyen en el tipo de lordosis lumbar, otro mecanismo de compensa-ción frente al desequilibrio sagital [21–23]. Sin embargo, las excelentes radiografías digitales y el sistema EOS permiten tomar T1 como referencia, lo que es más lógico. Parámetros raquídeos La lordosis cervical se mide entre el anillo de C1 y la cara superior de T1. La cifosis torácica se mide entre las caras superior de T4 e inferior de T12 (debido a la visualización defectuosa de T1 en las radiografías). El límite teórico de la lordosis lumbar abarca de T12/L1 a la cara inferior de L5. Sin embargo, esta regla clásica, que carece de un fundamento biomecánico, ha sido modifi-cada por Roussouly [24], quien demostró el interés de otro método de cálculo para clasificar mejor las diversas formas raquídeas en función de sus parámetros pélvicos. 6 EMC - Aparato locomotor
  • 7. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600 IP VP + PS + Figura 11. Parámetros pélvicos (A-C). IP: incidencia pélvica; VP: versión pélvica; PS: pendiente sacra. IP = VP + PS. 1 1 1 Figura 12. Cambio progresivo de la versión pélvica con el envejecimiento, durante el proceso cifótico (A-C). El ángulo de incidencia no varía (1). La basculación de la pelvis compensa la pérdida de la lordosis (B). Cuando la compensación se vuelve ineficaz, el equilibrio se mantiene mediante la flexión de las rodillas (C). En la práctica, si se tienen en cuenta las vértebras más inclinadas que delimitan segmentos en cifosis y en lordo-sis, se ve que no corresponden forzosamente a los límites anatómicos clásicos. Desde un punto de vista mecánico, la longitud de la lordosis lumbar (sobre todo) puede ser variable. Según los autores de este artículo, sería preferible redefinir los puntos de referencia de su medición: • la cara de S1 en límite distal; • el punto de inflexión en límite superior. Este punto de inflexión es un nuevo punto de orientación definido por un profundo análisis de la forma de la columna en el eje sagital; • el vértice de la lordosis lumbar definido como el punto más anterior de la lordosis en una columna vertebral en posición vertical (Fig. 13). Relaciones entre los parámetros pélvicos y raquídeos Así pues, la lordosis lumbar y la pendiente sacra están estrechamente relacionadas, lo mismo que la pendiente sacra y la IP. Hay entonces distintos tipos de comple-jos pelvirraquídeos. Roussouly [20] ha tenido en cuenta estos diversos parámetros en un estudio prospectivo de una población normal asintomática para definir cuatro tipos de columna vertebral en función de los parámetros pélvicos (Fig. 14). Correlación entre el equilibrio sagital de la columna vertebral y la posición de la pelvis En proyección lateral, el proceso escoliótico idiopático se caracteriza por una evolución hacia la cifosis global, EMC - Aparato locomotor 7
  • 8. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto 1 2 3 4 5 6 Figura 13. Parámetros raquídeos sagitales. 1. Lordosis cervi-cal; 2. cifosis torácica; 3. punto de inflexión; 4. vértice; 5. lordosis lumbar; 6. pendiente sacra. en cuyo caso la pérdida inevitable de la lordosis lumbar (sobre todo en las deformaciones toracolumbares y dobles mayores) puede acentuarse por la aparición de cambios degenerativos. Este potencial desequilibrio sagital debe tenerse en cuenta en el seguimiento de una escoliosis idiopática del adulto. Es fundamental analizar las adaptaciones mecánicas del complejo pelvirraquídeo, que permiten compensar esta nueva situación y combatir el desequilibrio anterior. La solución para mantener un equilibrio correcto es la retroversión o basculación posterior de la pelvis. Este mecanismo acerca lo máximo posible el centro de grave-dad de la cabeza (y, por tanto, la línea vertical trazada desde C7) a la meseta sacra, disminuyendo entonces la pendiente sacra por aumento de la VP. La retroversión máxima se alcanza con la hiperextensión máxima de las caderas. Es un mecanismo de compensación potencialmente doloroso, sobre todo en caso de flexión de las rodillas, para mejorar la inclinación de la pelvis; la contractura permanente del cuádriceps para mantener la flexión de las rodillas provoca dolores anteriores en el muslo (que pueden confundirse con cruralgias). Con el tiempo, la retracción de los músculos subpélvicos, sobre todo los isquiosurales, puede fijar la hiperextensión de la cadera y la flexión de la rodilla. Conociendo la IP, puede encontrarse una aproximación a la forma inicial de las curvaturas raquídeas, previa a las modificaciones producidas durante la evolución. Cuanto más aumenta la incidencia, más hay que aumentar la intensidad y la longitud de la lordosis lumbar para redu-cir la basculación posterior de la pelvis. Una pelvis vertical con una IP baja es menos apta para compensar mediante este mecanismo de retroversión que una pelvis horizontal con una IP elevada. Este conocimiento anatomoclínico es indispensable para la decisión quirúrgica destinada a corregir de manera óptima una deformación restableciendo los parámetros raquídeos (se le devuelve a la columna vertebral su posi-ción más armoniosa). En un estudio estadounidense publicado en Bos-ton en 2010 [25] se analizaron los parámetros sagitales de 124 pacientes afectados por una escoliosis idiopá-tica. La edad promedio era de 47,4 a˜nos. La IP fue significativamente más elevada en los adultos esco-lióticos que en los adultos sanos (58,1±13◦). La VP también estaba más elevada en el adulto escoliótico (19,9±10,6◦) que en el adulto sano y en el adolescente con escoliosis idiopática. A medida que la edad aumenta Figura 14. Los cuatro tipos de columna verte-bral. A. Tipo 1. B. Tipo 2. C. Tipo 3. D. Tipo 4. 8 EMC - Aparato locomotor
  • 9. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600 en los pacientes escolióticos, los autores observan un aumento de la VP y una disminución de la lordosis lumbar. La presencia de una IP relativamente elevada en estos pacientes escolióticos idiopáticos (58,1±13◦) es un ele-mento que hay que tener en cuenta para la planificación quirúrgica, ya que la corrección de la deformación debe restituir una lordosis lumbar suficiente para devolverle a la columna vertebral un equilibrio sagital sin esfuerzo (IP elevada: lordosis lumbar considerable). Manifestaciones clínicas Raquialgias Los dolores de los pacientes escolióticos aparecen bási-camente a partir de los 40 a˜nos de edad [5] y pueden afectar a todos los segmentos raquídeos, pero predominan clara-mente en el segmento lumbar. Desde un punto de vista fisiopatológico, el dolor en el lado convexo se relaciona más bien con los fenómenos de tracción, mientras que el dolor en el lado cóncavo responde a mecanismos de compresión [4]. Cervicalgias El paciente escoliótico puede presentar cervicalgias invalidantes cuya incidencia es del 7,8% (el 17,6% en los pacientes operados) [26]. Suelen deberse a un trastorno postural de la columna vertebral. Se trata de dolores musculares o articulares en un segmento cervical que a menudo se presenta en hipolordosis e incluso en cifo-sis. En un estudio de 2009 efectuado en Minneapolis [27] con 48 pacientes escolióticos tratados mediante cirugía, se observó una incidencia significativamente más elevada de cambios degenerativos cervicales que en el grupo de escolióticos no tratados de forma quirúrgica. Dolores torácicos Los dolores en el lado de la convexidad son de tipo mecánico (espasmos musculares) y afectan más bien al adulto joven. Los dolores en el lado cóncavo aparecen más tarde y corresponden a un síndrome articular posterior causado por compresión [28]. En las escoliosis acentuadas, se se˜nala el dolor costoi-líaco específico por contacto de las costillas con la cresta ilíaca en el lado cóncavo [13]. Lumbalgias El dolor debe valorarse con la ayuda de escalas: la escala visual analógica, la escala de Oswestry [29], indispensable para evaluar la calidad de vida de un paciente con una afección del aparato locomotor, y la escala de Eiffel [30] para las lumbalgias crónicas. La prevalencia de la lumbalgia en la persona escoliótica y su evolución en el transcurso del agravamiento angular de la deformación son temas controvertidos. Varios autores observan una incidencia y una intensi-dad de dolor idénticas a los de la población general [31, 32]. Ponsetti, Collis y Weinstein [33] han analizado en varias ocasiones la repercusión funcional de las escoliosis del adulto, con una última revisión en 2003: en 117 casos, con un promedio de edad de 66 a˜nos, las lumbalgias eran más frecuentes en los pacientes escolióticos que en los controles, sin correlación con la angulación frontal. Kostuik y Bentivoglio [34] han analizado 159 escoliosis detectadas en 5.000 urografías intravenosas (detección realizada con los pacientes en decúbito); el 59% de los pacientes escolióticos presentaba una lumbalgia de mayor intensidad, con una angulación más elevada y más fre-cuente a partir de los 60 a˜nos. De forma global, los factores etiológicos que deben bus-carse ante una lumbalgia en un paciente escoliótico son: • una artrosis articular posterior máxima en la concavi-dad, en el sitio en que se ejercen las fuerzas compresivas; • una inestabilidad en los extremos de la curvatura, donde existen fuerzas de cizalladura y de torsión res-ponsables de las luxaciones: dolores más intensos relacionados con movimientos de rotación o con falsos movimientos; • una pérdida de la lordosis lumbar: equilibrio sagital con esfuerzo y, sobre todo, en los pacientes con una baja IP, capacidades de inclinación posterior de la pelvis rápida-mente superadas (capacidades de retroversión pélvica limitadas) [19]. El ángulo espinosacro [35], verdadero fac-tor intrínseco de equilibrio global, es útil sobre todo en los desequilibrios sagitales de una columna vertebral no escoliótica; • un desequilibrio anterior más acentuado debido al colapso en carga: desplazamiento hacia delante de la vertical trazada desde C7 con relación al ángulo anteroposterior del sacro. Los músculos espinales y glúteos trabajan de forma permanente para restable-cer el equilibrio sagital y son responsables de los dolores [36]. Manifestaciones neurológicas Son menos frecuentes en la escoliosis idiopática que en la degenerativa. En general, se expresan como radi-culalgias mecánicas que aumentan con el esfuerzo y desaparecen en decúbito. Pueden aparecer en el contexto de una estenosis lumbar inespecífica de la deformación (estenosis central bilateral o foraminal, principalmente en el lado de la concavidad). Las lesiones artrósicas están favorecidas por la frecuente hiperlordosis que se desarro-lla por debajo de las escoliosis lumbares o toracolumbares. Además, pueden encontrarse radiculalgias más específicas de la afección, vinculadas a las luxaciones bajas con com-presiones en el receso lateral del lado cóncavo y el agujero intervertebral. Las estenosis suelen ser dinámicas al prin-cipio de la evolución de la escoliosis y después se hacen permanentes. La hernia discal verdadera es posible pero infrecuente. En las escoliosis idiopáticas, las complicaciones medu-lares son tan infrecuentes que su presencia debe poner en duda la naturaleza idiopática de la deformación [5]. Perjuicio estético y psicológico Es una parte importante del problema y a menudo correlaciona directamente con la magnitud de la defor-mación. La exploración física dinámica es indispensable para evaluar la flexibilidad y la reducibilidad clínica de la deformación. En el segmento torácico se encuentra una gibosidad vinculada a la elevación de las costillas por efecto de la rotación vertebral y una asimetría de la línea de los hombros. La gibosidad se mide con el tronco en flexión anterior, estableciendo la diferencia de altura en centíme-tros del punto más saliente del vértice de la gibosidad con relación al punto simétrico de la concavidad. El escolió-metro de Bunnel [37] permite, gracias a un sistema de nivel de agua, medir la gibosidad en grados. En la evolución de una escoliosis tratada de forma ortopédica, puede com-probarse una disminución clínica de la gibosidad que se expresa por una mejora de los ángulos de escoliometría, mientras que el ángulo de Cobb no se modifica [4]. En el segmento lumbar, la gibosidad transversa es en general poco marcada; lo que provoca molestia es más bien la asi-metría del pliegue de la cintura (aplanamiento del lado convexo y signo del «hachazo» en el lado de la concavi-dad). EMC - Aparato locomotor 9
  • 10. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto A B Figura 15. Aspecto clínico de la defor-mación (A, B). La repercusión funcional y estética ha sido objeto de estudios recientes con una escala de calidad de vida ela-borada por la Scoliosis Research Society (SRS) para valorar el dolor, el aspecto estético y la repercusión funcional y psicológica (SRS 22 y 30) [36] (Fig. 15). Dificultades respiratorias La insuficiencia respiratoria complica las escoliosis torá-cicas de más de 80◦ no intervenidas quirúrgicamente en la adolescencia [5], creando un síndrome restrictivo puro con disminución de la capacidad vital y perturbación de la gasometría (hipoxemia, hipercapnia). La reducción de la capacidad vital correlaciona con el ángulo de Cobb: del orden del 60% para una angulación de 100◦ [1]. En caso de infección pulmonar aguda, en las for-mas mayores puede producirse una insuficiencia cardíaca derecha [38]. Con idéntica angulación, la repercusión respi-ratoria consecutiva a la curvatura torácica de las escoliosis dobles mayores es mucho menos intensa que la de las escoliosis torácicas [5]. Pruebas complementarias Radiografías simples Anteroposterior Se efectúan en carga con un chasis alargado (30×90 o 30×120) para visualizar la base del cráneo y toda la pel-vis con una distancia focal de 2 m. Es necesario compensar una posible desigualdad de longitud de los miembros infe-riores. Las rodillas y las caderas se disponen en extensión completa y la pelvis, en normoversión. La incidencia es posteroanterior en las mujeres (protección de las mamas y los ovarios) y anteroposterior en los varones, con un protector plomado de gónadas. Por convención, en patología escoliótica la radiogra-fía se presenta en sentido posteroanterior (con el lado izquierdo del paciente en el lado izquierdo de la placa). En la radiografía anteroposterior se analizan varios ele-mentos: • la deformación frontal: se aprecia el aspecto frontal de la deformación de forma cualitativa (el lado está definido por la convexidad) y cuantitativa gracias al método de Cobb (cf supra); • la deformación axial: la rotación vertebral se valora a la altura de la vértebra apical (donde es máxima) con el método de Nash y Moe[39]. Dado que el cuerpo 1 2 3 4 5 Figura 16. Medida de la rotación vertebral con el método de Nash y Moe. 1. Cero; 2. grado I; 3. grado II; 4. grado III; 5. grado IV. vertebral se divide en seis sectores verticales, la proyec-ción del pedículo del lado de la convexidad en uno de los sectores permite apreciar la magnitud de la rota-ción. La desaparición progresiva del pedículo del lado de la concavidad también permite evaluar el grado de rotación (Fig. 16). La radiografía anteroposterior también sirve para ana-lizar el equilibrio pelvirraquídeo frontal, que incluye la postura raquídea en vista anteroposterior y la posición de la pelvis: • el equilibrio de la columna vertebral se aprecia gracias a la vertical trazada desde la apófisis espinosa de C7, que debe pasar por la mediana sacra [40]. Guigui [9] tiene en 10 EMC - Aparato locomotor
  • 11. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600 Figura 17. Medida del eje biilíaco en la radiografía anteropos-terior de la pelvis. cuenta la línea de gravedad trazada desde T9, que debe pasar por el medio de la recta que une el centro de las cabezas femorales y representa el centro de la base de sustentación. Sea cual sea el método empleado, hay que tener en cuenta la posición de la pelvis en sentido ante-roposterior, ya que en caso de oblicuidad puede inducir un desequilibrio raquídeo; • la postura de la pelvis se valora por la tangente al pie de las articulaciones sacroilíacas (eje biilíaco o sacroilíaco). La postura normal corresponde a una línea horizontal. La oblicuidad de la pelvis impone la búsqueda de un desnivel de las cabezas femorales [40] (Fig. 17). Lateral La dirección de la mirada es horizontal, la convexidad de la curvatura principal apoya en el chasis y los brazos se colocan en ligera antepulsión con el fin de despejar la columna vertebral sin modificar las curvaturas sagitales (si los miembros superiores están demasiado levantados, la lordosis lumbar se acentúa de forma artificial [41]). Los ángulos de lordosis cervical, cifosis torácica y lordo-sis lumbar se miden en función de los criterios anatómicos y mecánicos ya descritos (cf supra). Cabe recordar que estos ángulos están disminuidos por el proceso escoliótico idiopático de torsión y que existen zonas cifóticas localizadas que corresponden a los cambios de rotación en las zonas de transición. También se miden los parámetros pélvicos en la pelvis (cf equilibrio sagital). La vertical trazada desde C7 debe pasar por la parte posterior de la meseta sacra. Los sistemas de digitalización de las películas radiográ-ficas, así como las radiografías digitales y los programas informáticos específicos, permiten identificar todas las referencias anatómicas de una manera más precisa, pro-porcionando un análisis más detallado de los parámetros raquídeos y pélvicos. Pruebas de imagen de tipo EOS Se trata de placas 2D (anteroposterior y lateral) digita-les, cuya ventaja es la de poder efectuar un acercamiento sobre un sector y tener una imagen comparable a la de una placa centrada estándar, sin deformación y con una dosis de irradiación 8-10 veces menor que para las radiografías simples en chasis de 30×90 [42]. Este método permite mejorar la precisión de las medi-ciones y la realización de las reconstrucciones de superficie 3D de las piezas óseas [43]. También es posible usar una plataforma de fuerza con proyección de la línea de gravedad. A B Figura 18. Sistema EOS 2D (escoliosis toracolumbar) (A, B). De este modo, en bipedestación, con baja irradiación y en 3D se puede hacer: • un estudio global del esqueleto en posición funcional (al contrario que la TC en decúbito); • un estudio volumétrico y espacial (sobre todo del plano horizontal) en volumen 3D (y no en superficie como en la TC). Las aplicaciones raquídeas son múltiples: • en particular, la utilidad de la bipedestación, que, comparada con las reconstrucciones 3D de la TC, pro-porciona la imagen de las luxaciones a menudo ocultas en decúbito; • una valoración precisa de los parámetros biomecáni-cos de la columna vertebral, los parámetros clásicos del equilibrio sagital y el análisis de los mecanismos de compensación extrarraquídea, que permiten adaptar la estrategia quirúrgica para considerar mejor la compen-sación de la pelvis y de los miembros inferiores; • la observación de la columna vertebral desde arriba demuestra claramente el volumen de las deformaciones escolióticas; es muy distinta a las proyecciones usuales anteroposterior y lateral y conduce a consideraciones patológicas, a clasificaciones y a nuevos tratamien-tos [44] (Figs. 18 y 19). Radiografías dinámicas Las radiografías dinámicas evalúan la reducibilidad de las curvaturas y de este modo permiten determinar el grado de rigidez de la deformación. Estos datos pueden obtenerse gracias a una placa anteroposterior con tracción axial en una mesa ortopédica de Risser o de Cotrel [45]. En la práctica, las radiografías con inclinación lateral forzada pasiva o activa [46] constituyen el método más usual para determinar el grado de reducibilidad de una escoliosis. Una curvatura escoliótica se considera rígida si su redu-cibilidad es inferior al 30%. Puede discutirse entonces una posible liberación quirúrgica anterior torácica y/o lumbar. Se habla de curvatura «flexible» cuando la reducción es superior al 50%. Las radiografías laterales en flexión-extensión pueden indicarse para analizar la reducibilidad de un posible tras-torno del equilibrio sagital (Fig. 20). EMC - Aparato locomotor 11
  • 12. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto A B C D Figura 19. Reconstrucciones 3D en el sistema EOS (escoliosis degenerativa con luxación cerrada L3-L4) (A-D). A INCLINACIÓN IZQUIERDA B INCLINACIÓN C Figura 20. Valoración radiológica de la reducibilidad y de la movili-dad de una curvatura toracolumbar (radiografías dinámicas) (A-C). Tomografía computarizada La TC proporciona datos fundamentales, sobre todo con un objetivo preterapéutico. Por un lado, permite estudiar la calidad del tejido óseo a efectos de detectar posibles zonas de fragilidad que podrían hacer modificar el montaje quirúrgico. Por otro lado, la TC revela con precisión los osteofitos vertebra-les, que pueden estar fusionados y frenar la reducibilidad potencial de la deformación (los clásicos puentes óseos en la concavidad). Los límites se encuentran en el análisis del contenido y de los tejidos blandos, que se estudian mejor con RM. Además, es una exploración muy irradiante. Resonancia magnética La RM es el método más preciso para explorar el con-tenido raquídeo, sobre todo en presencia de un síndrome lesional como las radiculalgias (búsqueda de una compre-sión posterolateral, foraminal o extraforaminal). El estado de los discos y de los platillos vertebrales también se aprecia mucho mejor que con la TC. La des-hidratación discal se caracteriza por una hipose˜nal T2. La lesión de los platillos y del hueso subcondral puede ser, según Modic, de tres tipos [47]: • tipo 1 (inflamatorio): hipose˜nal T1, hiperse˜nal T2; • tipo 2 (adiposo): hiperse˜nal T1, hiperse˜nal T2; • tipo 3 (escleroso): hipose˜nal T1, hipose˜nal T2. 12 EMC - Aparato locomotor
  • 13. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600 A B C Figura 21. Evaluación de lumbal-gias en una paciente de 34 a˜nos intervenida por una escoliosis en la adolescencia. Discopatía inflamato-ria L5-S1 Modic 1 subyacente a la artrodesis: hiperse˜nal de los platillos vertebrales en las secuencias T2 y STIR (A-C). La evolución progresa desde el tipo 1 edematoso y dolo-roso hasta el tipo 3, semejante a la fusión natural (Fig. 21). Vital precisa que, en las discopatías asimétricas con compresión foraminal del lado del pinzamiento discal correspondiente a la luxación cerrada, el signo de Modic 1 puede presentarse en el lado de la compresión [48]. La RM también permite apreciar el volumen y la estruc-tura de los músculos (paravertebrales y psoas). El límite de este método reside en el hecho de que se realiza en decúbito y, por tanto, soslaya el componente compresivo dinámico. La difusión de la RM vertical toda-vía es reducida, pero podría ser realmente útil en caso de discordancia clinicorradiológica. Sacorradiculografía acoplada a la tomografía computarizada Para esta exploración es necesario hacer una punción con aguja fina, que puede ser difícil en una persona esco-liótica debido a la rotación vertebral y a una potencial artrosis articular. Su interés reside en el hecho de poder efectuar placas dinámicas con carga, en flexión y en exten-sión. Pueden visualizarse entonces posibles compresiones durales, mínimas en decúbito. La TC completa el análisis para reconocer la causa exacta de la compresión. Electromiograma No se indica como primera elección, pero puede solici-tarse en caso de lesión radicular sensitiva y/o motora sin una concordancia clara entre las pruebas de imagen y las manifestaciones clínicas. Potenciales provocados somestésicos Permiten estudiar las vías de conducción sensitivas pro-cedentes de los miembros hasta el vértice del cráneo y detectar una posible anomalía subclínica. Métodos terapéuticos Tratamiento médico No hay un tratamiento médico específico sino única-mente sintomático de los diversos de dolores provocados por la escoliosis [13]. Las clases de analgésicos deben esco-gerse en función de la intensidad y del tipo de dolores que refiere el paciente (sobre todo, por exceso de nocicepción o neurogénico). También pueden indicarse distintos tipos de infiltracio-nes, siempre con finalidad sintomática: • infiltración articular en caso de síndrome articular pos-terior; • infiltración epidural en presencia de una compresión radicular central; • infiltración foraminal. Estas infiltraciones pueden efectuarse también con objetivo diagnóstico al reproducir el dolor con la inyec-ción. Desde un punto de vista más general, es muy impor-tante optimizar al máximo los aportes nutricionales, sobre todo en los pacientes de edad avanzada, con el fin de evitar cualquier complicación derivada de una carencia. El tratamiento preventivo de la osteoporosis debe ins-taurarse en caso de necesidad para asegurar el mejor capital óseo posible y evitar el agravamiento de la defor-mación por la fragilidad ósea. La psicoterapia de apoyo puede indicarse en presencia de dolores crónicos que afecten al estado de ánimo o de un estado de angustia vinculados a la deformación física de la escoliosis y a su evolución. Kinesiterapia Deben considerarse varios ejes de trabajo de rehabilita-ción: • el trabajo postural: la automatización de los ejerci-cios de expansión alrededor de un eje de gravedad bien centrado permite corregir la postura en sentido anteroposterior y, sobre todo, lateral [13]. El objetivo es recuperar un equilibrio sin esfuerzo con una lordosis lumbar adecuada y un enderezamiento de la cifosis torácica o toracolumbar. En sentido anteroposterior se efectúa un trabajo de decoaptación de las concavida-des mediante ejercicios de flexibilización, con el fin de preservar la movilidad articular y mantener una homeostasis discal óptima [4]; • el fortalecimiento muscular ata˜ne básicamente a los músculos extensores del tronco (espinales, glúteos) con un trabajo de extensión de la cadera, que contribuye a una buena orientación de la pelvis; EMC - Aparato locomotor 13
  • 14. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto A B Figura 22. Reducción clínica de la defor-mación con corsé (A, B). • la kinesiterapia respiratoria, indispensable en las gran-des curvaturas torácicas; • la fisioterapia: masajes, etc. La persona escoliótica debe aprender a hacer por sí misma su rehabilitación. Si la reacción no basta para auto-corregirse, habrá que pensar en el tratamiento ortopédico. Tratamiento ortopédico Las ortesis ayudan a la autocorrección aprendida a partir de las estrategias de reeducación. De forma global, el tratamiento se dirige a todas las deformaciones de evolución demostrada, con o sin dete-rioro de la función [13]. En el adulto, los corsés de polietileno o de polipropileno se prescriben en las deformaciones relativamente flexibles y durante un período de unos 6 meses [4]. En las formas más graves, la corrección que genera el corsé de yeso es superior a la del corsé de polietileno [4]. Se usa al menos durante 1 mes y después se sustituye por un corsé clásico, manteniendo el programa de rehabilitación. El estudio de Biot y Simon [49] refiere un freno global de la evolución natural de la deformación con este tipo de tratamiento (2-0,14◦/a˜no) y el alivio de los dolores en más del 20% de los pacientes. En otro estudio de 2010 sobre las escoliosis evolutivas del adulto, se demuestra la eficacia del tratamiento ortopédico sobre la evolución de la deformación [50]. Sin embargo, en la escoliosis de la edad adulta no se produce ninguna reducción angular (Fig. 22). Tratamiento quirúrgico Objetivos de la cirugía Los dos objetivos son enderezar y fusionar las curvatu-ras escolióticas. Corrección de la deformación Permite obtener un beneficio estético y mejorar la fun-ción respiratoria en caso de grandes curvaturas torácicas. De forma indirecta, la corrección de la escoliosis dismi-nuye los dolores gracias a la restitución del equilibrio de las cargas mecánicas sobre los segmentos adyacentes al montaje. En este sentido, la horizontalización de la vértebra límite inferior en el plano frontal endereza el segmento raquídeo subyacente (sobre todo la zona de transición lumbosacra), con simetrización de las cargas sobre los espacios intervertebrales. En teoría, esta conside-ración biomecánica es comparable a la de las osteotomías tibiales destinadas a corregir el genu varo [1]. En el plano sagital, se aplica el mismo razonamiento: la supresión del componente cifótico disminuye el trabajo muscular compensatorio necesario para mantener en equilibrio una postura raquídea con esfuerzo. Fusión Detiene la progresión angular de la curvatura y, en teo-ría, actúa sobre los dolores localizados en la curvatura o curvaturas vinculados a las luxaciones o al colapso de la columna vertebral [5]. Valoración preterapéutica El estado general del paciente debe evaluarse con pre-cisión antes de indicar este tipo de cirugía, que supone riesgos cuando el resultado ha de ser muy a menudo fun-cional. La función respiratoria se estudia con la exploración física, la gasometría, la radiografía pulmonar y las pruebas funcionales respiratorias. La valoración cardiovascular consiste, previa evalua-ción clínica, en un electrocardiograma (ECG) y, en ocasiones, en una ecografía cardíaca. El riesgo inherente a la cirugía debe correlacionar con los riesgos vinculados al estado de salud del paciente, sus antecedentes y su edad. Cirugía posterior Liberación Consiste en una resección de las apófisis espinosas, de la parte caudal de las láminas y de la parte inferior de las apófisis articulares inferiores, lo que permite obtener una movilidad en lordosis. Cuando la deformación requiere una corrección impor-tante en el plano sagital, para restablecer un equilibrio sagital satisfactorio puede ser necesario efectuar osteoto-mías escalonadas de los arcos posteriores o incluso una osteotomía transpedicular. Instrumentación posterior El material de osteosíntesis permite corregir la deforma-ción y mantener la reducción hasta obtener una fusión ósea. Se usa material de fijación segmentaria (tornillos o ganchos) y barras metálicas, en general conectadas por sis-temas transversales para aumentar la solidez del montaje. 14 EMC - Aparato locomotor
  • 15. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600 Hay diversas técnicas de reducción: rotación de la barra metálica (método de Cotrel y Dubousset), alineación de los segmentos vertebrales u oscilación in situ (Steib). Al final de la intervención se colocan los injertos óseos autólogos, previa descorticación y revitalización de los arcos posteriores. La consolidación ósea se adquiere en 6-12 meses y asegura, desde el punto de vista mecánico, la estabilidad de la reducción. Si fra-casa, el material soporta las fuerzas mecánicas derivadas de la reducción de la deformación y, por tanto, ter-mina rompiéndose, lo que certifica el diagnóstico de seudoartrosis. Cirugía anterior Liberación La vía de acceso se realiza en el lado de la convexidad y consiste en una toracofrenolumbotomía o en una cirugía endoscópica en el segmento torácico a efectos de dismi-nuir los dolores postoperatorios y las secuelas estéticas [51]. La curvatura se libera con discectomías escalonadas a ambos lados de la vértebra apical (de cinco a siete niveles). La resección de los platillos cartilaginosos y la revitaliza-ción de los platillos vertebrales, asociadas a injertos óseos intersomáticos, permiten obtener la artrosis anterior por fusión ósea. Pueden usarse celdas intersomáticas debido a su efecto lordosante. Las amplias resecciones de anillos, osteofitos y posibles puentes óseos restablecen una buena movilidad inter-vertebral y permiten corregir la escoliosis gracias a la instrumentación (anterior y/o posterior). Instrumentación anterior La fijación se efectúa con tornillos transversales implan-tados en los cuerpos vertebrales y con una o dos barras rígidas sobre la cara convexa de los cuerpos vertebrales. La ausencia de artrosis articular posterior es un criterio indispensable para corregir satisfactoriamente una esco-liosis por la vía anterior [5]. La osteoporosis vertebral puede comprometer la estabilidad de este tipo de montaje que, por tanto, se indica principalmente en los adultos jóvenes. La corrección frontal y la desrotación son fundamentales y el restablecimiento de una lordosis fisiológica puede ser más difícil de lograr [52]. Las ventajas de esta técnica qui-rúrgica residen en que preserva la musculatura espinal y permite efectuar montajes más cortos que en la fijación posterior. En el contexto de una curvatura toracolumbar, este tipo de instrumentación preserva los últimos niveles lumbares [4]. Indicaciones terapéuticas Tratamiento conservador Según Tassin [5], el tratamiento médico y de reha-bilitación se refiere a las deformaciones estables, sin repercusión funcional y en pacientes mayores de 30 a˜nos. Incluso con una angulación importante, la cirugía no está indicada para las escoliosis idiopáticas del adulto que no se agravan ni presentan una repercusión funcio-nal considerable. La vigilancia clínica y radiológica debe efectuarse cada 4 o 5 a˜nos. El autor menciona una excep-ción: las escoliosis torácicas de más de 100◦, en las que puede justificarse la cirugía preventiva debido a la evolu-ción desfavorable de este tipo de curvatura en relación con los intercambios gaseosos. Con este tipo de indicación se supera el contexto de la cirugía «funcional». Los límites del tratamiento conservador se alcanzan cuando el equi-librio global, primero compensado por la retroversión de la pelvis, es superado debido a la casi imposibilidad de mantenerse de pie sin ayuda o sin una contractura mus-cular excesiva y dolorosa. La evaluación de la corrección necesaria para restablecer buenos parámetros de equilibrio (sin ser ideales) es posible con el método FBI (full balance 1 2 3 Figura 23. Método de cálculo de la escala FBI (full balance integrated). 1. Versión de ángulo C7 (C7TA); 2. versión pélvica (VP); 3. ángulo de oblicuidad del fémur (FOA). integrated), que permite integrar en un solo cálculo el aná-lisis de todos los parámetros: pélvicos, de los miembros inferiores y raquídeos [53] (Fig. 23). Tratamiento quirúrgico Las indicaciones quirúrgicas dependen de la edad, de los antecedentes y del estado general del paciente. Las eta-pas de la edad adulta descritas por Guillaumat [1] permiten adaptar la estrategia quirúrgica. Adulto joven (20-30 a˜nos) Las escoliosis tratadas mediante cirugía en este período corresponden al diagnóstico tardío de una deformación quirúrgica del ni˜no o a una escoliosis clínica y radiológi-camente evolutiva después del tratamiento ortopédico. Para la decisión quirúrgica, a esta edad se tienen en cuenta el contexto, que suele ser favorable, y el conside-rable riesgo evolutivo a largo plazo. Las cifras de angulación frontal para justificar un tra-tamiento quirúrgico sin prueba de progresión en un paciente menor de 30 a˜nos difieren según las localizacio-nes: • torácica y toracolumbar: ángulo de Cobb superior a 45◦; • lumbar: 50◦; • escoliosis doble mayor: 50◦. Estos valores no pueden considerarse como el único cri-terio de la indicación quirúrgica. También hay que tener en cuenta la existencia de un desequilibrio del tronco, de una oblicuidad estructural del sector lumbar sub-yacente, de exigencias funcionales vinculadas al medio profesional, a las condiciones de seguimiento clínico y radiológico, etc. EMC - Aparato locomotor 15
  • 16. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto En el seguimiento de una deformación, también es indispensable analizar de forma correcta el equilibrio sagi-tal: en este sentido, algunas escoliosis (sobre todo las dobles mayores) pueden presentar una evolución cifó-tica pura que no hay que subestimar. Además, el tipo de instrumentación (número de niveles, vía de acceso) depende de la presencia o ausencia de un desequilibrio anterior en las radiografías laterales. Si existe una cifo-sis torácica superior desequilibrante por encima de una escoliosis toracolumbar o lumbar, es necesario extender el montaje hacia arriba. En realidad, el problema prin-cipal es corregir una cifosis de transición o de rotación. Los estudios de Duval-Beaupère et al [19] sobre el equilibrio sagital de la columna vertebral y sus correlaciones con la incidencia permiten determinar en cada caso la lordosis ideal. Adulto verdadero (30-50 a˜nos) Este período se caracteriza por la aparición progresiva de una rigidez que hace más complejo el programa quirúr-gico, potencialmente con dos fases quirúrgicas (liberación anterior previa a la reducción por vía posterior). Las radiografías dinámicas (cf supra) sirven para evaluar la reducibilidad de la deformación. Los trastornos funcionales suelen ser más marcados, sobre todo las raquialgias y, a veces, las dificultades respira-torias, que requieren una acción terapéutica más intensa. La eficacia de la cirugía en el tratamiento de los dolores raquídeos de los escolióticos es un aspecto muy discu-tido [54, 55]. Algunas localizaciones serían más frecuentes, como los dolores lumboglúteos y cervicales, mientras que los dolores por conflicto costoilíaco y el cansancio por colapso raquídeo mejoran ostensiblemente [54]. En un estudio de 2009 efectuado en Minneapolis [27] con 48 pacientes escolióticos operados, se observó una incidencia significativamente más alta de cambios dege-nerativos cervicales que en el grupo de escolióticos no sometidos a cirugía. Hay que ser prudente en la formulación de una indi-cación quirúrgica ante los dolores raquídeos aislados. La eficacia a largo plazo depende de que para la intervención se tenga en cuenta la deformación raquídea en su con-junto (y sobre todo en los dos planos del espacio), aun si el dolor se mantiene localizado en un segmento. La mayoría de las escoliosis torácicas se tratan durante la adolescencia, por lo que las curvaturas toracolumbares y lumbares representan en este período la parte esencial del tratamiento quirúrgico. A esta edad, es fundamental conservar la máxima libertad posible de la zona de tran-sición lumbosacra. Si la fusión debe descender hasta el sacro, es preferible diferir la intervención hasta el período de la edad adulta madura por razones de repercusión fun-cional [56]. Adulto maduro (50-65 a˜nos) Se asiste al desarrollo de una escoliosis mixta por agra-vamiento progresivo de los signos degenerativos, sobre todo en la zona lumbar. Además, la aparición potencial de una osteoporosis posmenopáusica es un factor adicional de fragilización ósea y desequilibrio raquídeo. Las manifestaciones clínicas a modo de radiculalgias son frecuentes en esta fase de la afección por compre-sión central y/o foraminal, sobre todo en la concavidad de la curvatura. Si la deformación es estable y se tolera bien desde el punto de vista clínico, el tratamiento qui-rúrgico a esta edad puede consistir sólo en la liberación neurológica y la fijación localizada del nivel estenosado. Durante este período, las correcciones quirúrgicas se basan esencialmente en la restitución de un equilibrio sagital satisfactorio. Después de los 70 a˜nos La evolución de las escoliosis idiopáticas y degenerati-vas, asociada al envejecimiento neuromuscular, produce con frecuencia un desequilibrio frontal y sagital consi-derable. Las indicaciones de las correcciones quirúrgicas a esta edad deben formularse con suma prudencia, en función de los antecedentes y del estado general. Si pre-dominan las radiculalgias, en algunos casos sería más razonable proponer sólo una cirugía localizada de des-compresión/ artrodesis limitada al segmento estenosado. Complicaciones del tratamiento quirúrgico Son frecuentes porque la cirugía de la escoliosis en el adulto incluye a menudo programas complejos y porque su incidencia aumenta con la edad. Su gravedad es varia-ble; puede conducir al fallecimiento del paciente en el 0,5% de los casos [5]. Precoces Las pérdidas sanguíneas intra y postoperatorias pueden ser abundantes, por lo que es indispensable prevenirlas. La recuperación sanguínea intraoperatoria por aspiración quirúrgica es un método interesante para reducir las trans-fusiones de sedimentos de eritrocitos heterólogos. Las complicaciones neurológicas se observan en el 1% de los pacientes [4] y su mecanismo puede ser traumá-tico, compresivo (por la propia reducción o un hematoma extradural) o isquémico. La vigilancia eléctrica intrao-peratoria de los potenciales provocados somestésicos y motores proporciona seguridad a las maniobras de reduc-ción. Las complicaciones tromboembólicas deben prevenirse en todos los casos (medias de contención, levantamiento precoz, anticoagulantes). El riesgo infeccioso es más elevado en las instru-mentaciones posteriores que en las cirugías anteriores aisladas [57]. En la mayoría de los casos, el lavado quirúr-gico precoz asociado a un tratamiento antibiótico doble específico permite dejar el material in situ y obtener una cicatrización limpia y satisfactoria. Tardías La ausencia de consolidación ósea 6 meses después de la intervención es un indicio del diagnóstico de seudoar-trosis. Es la complicación mecánica más temida por el cirujano, pues causa dolores y una ruptura inevitable del material de fijación que a menudo certifica el diagnóstico. La reintervención quirúrgica es necesaria para obtener la fusión ósea. Otra complicación mecánica es el desarrollo de una cifosis por encima de la zona de artrodesis, favorecida por una insuficiencia de longitud del montaje y por la mala calidad ósea. Esto conduce a un desequilibrio sagi-tal, causa de dolores debido a la insuficiencia muscular para mantener una posición vertical equilibrada. En ausencia de estas complicaciones mecánicas, la causa más frecuente de dolores postoperatorios es la presencia de una alteración del equilibrio sagital en razón de la fija-ción raquídea en una posición inadecuada y, por tanto, costosa de mantener en términos de esfuerzo. La clásica «espalda plana postoperatoria» suele deberse a una valo-ración inadecuada de los parámetros sagitales pélvicos y raquídeos, de modo que la fijación no restituye de forma adecuada las curvaturas fisiológicas. La única solución terapéutica para tratar este tipo de desequilibrio con-siste en una técnica de corrección apropiada: osteotomías interpediculares escalonadas, osteotomía transpedicular, etcétera (Fig. 24A-J). 16 EMC - Aparato locomotor
  • 17. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600 A B C D E F G H Figura 24. Escoliosis toracolumbar mixta evolutiva (mujer de 62 a˜nos). A, B. Preoperatorio. C, D. Control postoperatorio inmediato. E-G. Control radiológico a los 2 a˜nos: aparición de un desequilibrio anterior y de lumbalgias invalidantes (retroversión pélvica máxima). H-J. Reintervención: osteotomía vertebral con cu˜na posterior de L4 y extensión del montaje (la única solución para restituir un equilibrio sagital satisfactorio). EMC - Aparato locomotor 17
  • 18. E – 14-600 Escoliosis idiopática del adulto I J Figura 24. (continuación) Escoliosis toracolumbar mixta evolutiva (mujer de 62 a˜nos). H-J. Reintervención: osteotomía vertebral con cu˜na posterior de L4 y extensión del montaje (la única solución para restituir un equilibrio sagital satisfactorio). “ Puntos esenciales • La escoliosis idiopática es una deformación estructural tridimensional que aparece durante el crecimiento y puede continuar agravándose en la edad adulta. • Las deformaciones con un ángulo de Cobb superior a 30◦ al final del crecimiento tienden a agravarse. • La comprensión correcta del equilibrio raquídeo comienza por el análisis de los parámetros pélvi-cos. • La radiología digital y los programas informáti-cos específicos permiten identificar las referencias anatómicas con precisión y realizar un análisis óptimo los parámetros raquídeos y pélvicos. Conclusión La escoliosis idiopática es una afección cuyo segui-miento evolutivo riguroso es indispensable porque condiciona la conducta terapéutica. En el adulto joven, el enfoque es similar al que se aplica en el adolescente, mientras que en el adulto «maduro» se observa el desarrollo de una escoliosis mixta con lesiones degenerativas. El análisis preciso de la deformación en los diferentes planos del espacio es un elemento capital para la decisión quirúrgica. Bibliografía [1] Guillaumat M, Lebar JP, Khouri N, Tassin JL. Scoliose idiopat-hique à l’âge adulte. EMC Appareil locomoteur, 15-874-B-10, 1991 : 7p. [2] Bradford DS, Tay BK, Hu SS. Adult scoliosis : surgical indi-cations, operative management, complications, and outcomes. Spine 1999;24:2617–29. [3] Tassin JL, Defives T. Dislocations dégénératives des scolio-ses lombaires et thoracolombaires adultes. En: Gastambide D, editor. Instabilités vertébrales lombaires. Paris: Expansion Scientifique Franc¸aise; 1995. [4] Vital JM, Blot B, Vadier F, Diard F, Claverie JP. Scoliose idio-pathique de l’adulte. EMC Appareil locomoteur, 15-876-A-10, 2002 : 24p. [5] Tassin JL. Les scolioses idiopathiques adultes. Rev Rhum Mal Osteoartic 2004;71:277–85. [6] Dubousset J, Charpak G, Dorion I, Skalli W, Lavaste F, Deguise J, et al. A new 2D and 3D imaging approach to musculos-keletal physiology and pathology with low-dose radiation and the standing position : the EOS system. Bull Acad Natl Med 2005;189:287–97. [7] Weinstein SL, Ponsetti IV. Curve progression in idiopathic sco-liosis. J Bone Joint Surg Am 1983;65:447–53. [8] Duriez J. Évolution de la scoliose idiopathique chez l’adulte. Acta Orthop Belg 1967;33:547–50. [9] Guigui P, Morvan P. Les troubles de la statique rachidienne de l’adulte. J Radiol 2002;83:1143–7. [10] Korovessis P, Piperos G, Sidiropoulos P, Dimas A. Adult idio-pathic lumbarscoliosis. A formula for prediction of progression and review of the literature. Spine 1994;19:1926–32. [11] Hadar H, Godoth M, Heifetz M. Fatty replacement of lower paraspinal muscles normal and neuromuscular disorders. AJR Am J Roentgenol 1983;141:895–8. [12] Marty-Poumarat C, Ostertag A, Baudoin C. Effet protecteur du traitement hormonal substitutif sur la scoliose « dégénérative », présenté au GES Mars 2008 (Groupe étude scoliose) et Sofmer octobre 2007. Livre des résumés du 22e congrès de la Société franc¸aise de médecine physique et de réadaptation ; 2009. p. 72. [13] Marty-Poumarat C. Scoliose du sujet « mûr ». Aspects médicaux. Rev Rhum Mal Osteoartic 2011;78:54–9. [14] Routh RH, Lee KM, Burshell AL. The effects of anti-resorptive therapies and estrogen withdrawal in adult scoliosis measured by sub-segmental vertebral BMD analys. Bone 2009;45:193–9. [15] Pappou IP, Girardi FP, Dandhu HS. Discordantly high spinal bone mineral density values in patients with adult lumbar sco-liosis. Spine 2006;31:1614–20. [16] Robin GC, Spen Y, Steinberg R, Makin M, Menczel J. Scoliosis in the elderly : a follow-up study. Spine 1982;7:355–9. [17] Pritchett JN, Bortel DT. Degenerative symptomatic lumbar sco-liose. Spine 1993;18:700–3. [18] Roussouly P, Gollogly S, Noseda O. The vertical projection of the sum of the ground reactive forces of a standing patient is not the same as the C7 plumb line : a radiographic study of the sagittal alignment of 153 asymptomatic volunteers. Spine 2006;31:E320–5. 18 EMC - Aparato locomotor
  • 19. Escoliosis idiopática del adulto E – 14-600 [19] Legaye J, Duval-Beaupère G, Hecquet J. Pelvic Inci-dence : a fundamental pelvic parameter for three-dimensional regulation of spinal sagittal curves. Eur Spine J 1998;7: 99–103. [20] Roussouly P, Gollogly S, Berthonnaud E. Classification of the normal variation in the sagittal alignment of the human lumbar spine and pelvis. Spine 2005;30:346–53. [21] Rajnics P, Templier A, Skalli W. The importance of spinopel-vic parameters in patients with lumbar disc lesions. Int Orthop 2002;26:104–8. [22] Berthonnaud E, Dimnet J, Roussouly P. Analysis of the sagit-tal balance of the spine and pelvis using shape and orientation parameters. Spinal Disord Tech 2005;18:40–7. [23] Roussouly P, Gollogly S, Berthonnaud E. Sagittal alignment of the spine and pelvis in the presence of L5-S1 isthmic lysis and low-grade spondylolisthesis. Spine 2006;31:2484–90. [24] Roussouly P, Pinheiro-Franco JL. 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Disponibles en www.em-consulte.com/es Algoritmos Ilustraciones complementarias Videos/ Animaciones Aspectos legales Información al paciente Informaciones complementarias Auto-evaluación Caso clinico EMC - Aparato locomotor 19