1. Santísima Trinidad En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
«Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden
comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los
introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que
dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.
El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.
Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: «Recibirá de lo mío y
se lo anunciará a ustedes» (Jn 16,12-15).
Un relación recíproca
El Evangelio de Juan presenta al Dios de Israel como PADRE y a Jesús
como HIJO, en una relación singularísima:
El Padre envía y ama al Hijo.
El Hijo ama al Padre y cumple sus mandatos.
Por su parte, el Espíritu Santo, que en otros textos aparece como luz y
fuerza de Dios, en Juan es presentado como PARÁCLITO, enviado por
el Padre y por Jesús para continuar su presencia junto a los discípulos
en su ausencia.
El Evangelio no intenta explicar la naturaleza de esa relación recíproca.
Quiere mostrar que esa relación involucra a los discípulos:
«Como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en
nosotros» (Jn 17,21).
2. Santísima Trinidad En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Lo que el Evangelio de Juan expone en forma de discursos de Jesús,
sobre todo durante su despedida, es el desarrollo del mensaje pascual
predicado por los Apóstoles, como se encuentra en el libro de los Hechos:
Un acontecimiento revelado en la historia
La predicación apostólica es un
testimonio de la manifestación de
Dios en la historia de Jesús, y no la
revelación de un secreto divino que
está más allá del tiempo. Los
apóstoles hablan de lo que han visto
y oído (Hech 4,20).
Si pueden hablar de la «Vida eterna,
que estaba vuelta hacia el Padre»,
es porque ella se les «manifestó», la
contemplaron y tocaron con sus
manos (1 Jn 1,1-2).
«A este Jesús Dios lo resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos.
Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo
prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís» (Hech 2,30-31).
ESPÍRITU
Discípulos
JESÚS
DIOS resucitó a Jesús
recibió el Espíritu
lo derramó en los suyos
3. Santísima Trinidad En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
El acontecimiento pascual ha sido para los apóstoles la manifestación
histórica de la relación que une a Dios con Jesús. En la resurrección de
Jesús Dios se ha manifestado plenamente como su Padre:
Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy
«Nosotros les anunciamos esta Buena Noticia: la promesa que Dios hizo
a nuestros padres, fue cumplida por él en favor de sus hijos, que somos
nosotros, resucitando a Jesús, como está escrito en el Salmo segundo:
Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy» (Hech 13,32-33).
ESPÍRITU
JESÚS
DIOS
ESPÍRITU
HIJO
PADREAsí lo refiere Pablo a los Romanos:
«Jesucristo, nuestro Señor,
• nacido de la estirpe de David
según la carne,
• constituido Hijo de Dios con
poder según el Espíritu santificador
por su resurrección de entre los
muertos» (Rom 1,3-4)
La relación recíproca se establece desde la obediencia de Jesús y
desde la fidelidad de Dios que no lo abandona al poder de la muerte.
4. Santísima Trinidad En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
En otros textos la relación entre Dios con Jesús precede al acontecimiento
pascual, y se remonta al comienzo de su ministerio:
Bajó sobre él el Espíritu Santo
«Cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús
y puesto en oración, se abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo
en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: «Tú eres
mi hijo; yo hoy te he engendrado» (Lc 3,21-22).ESPÍRITU
JESÚS
DIOS
ESPÍRITU
HIJO
PADRE
La relación recíproca se establece desde la presencia de Dios, que
concede a Jesús un poder «mesiánico» para extender su Reinado.
«Después que Juan predicó el
bautismo, Dios ungió a Jesús de
Nazaret con el Espíritu Santo y con
poder, y él pasó haciendo el bien y
curando a todos los oprimidos por el
Diablo, porque Dios estaba con él;
nosotros somos testigos de todo lo
que hizo» (Hech 10,37-39).
Ungido (Cristo - Mesías)
5. Santísima Trinidad En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
En un estadio aún más desarrollado de la tradición, la relación entre Dios
con Jesús comienza antes de su nacimiento:
Será santo y será llamado Hijo de Dios
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti [María] y el poder del Altísimo te
cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será
llamado Hijo de Dios» (Lc 1,35).
ESPÍRITU
La paternidad de Dios no se extiende sólo a la conciencia y a la acción
de Jesús, sino a toda su existencia.
A diferencia de los esquemas precedentes,
en los relatos del nacimiento Jesús no
llega a ser Hijo de Dios en un determinado
momento (Bautismo o resurrección),
• sino toda su existencia supone la
relación filial con Dios.
• Llega a la existencia por el Espíritu, y
toda su vida estará animada por él desde
su mismo comienzo.
DIOS PADRE
JESUS HIJO
6. Santísima Trinidad En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Finalmente, el Evangelio de Juan, presenta a Jesús como la plenitud de la
comunicación de Dios con los hombres:
Hijo único, lleno de gracia y de verdad
«Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos
contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad» (Lc 1,14).
En la vida concreta [carne] de Jesús, la Sabiduría divina [Palabra] se
realiza plenamente, estableciendo una relación filial única con Dios.
PARACLITO
HIJO
PADREDIOS Palabra
«sehizo»
ESPÍRITU
Carne JESUS
Discípulos Discípulos
«seaman»
envían
«la Palabra
estaba con
Dios, y la
Palabra era
Dios» (Jn 1,1)
«el mundo fue hecho
por ella» (1,10)
«los suyos no la
recibieron» (1,11)
[en los profetas]
«Aquel a quien
Dios ha enviado
habla las palabras
de Dios, porque
da el Espíritu sin
medida» (3,34)
«Recibirádelomíoyseloanunciaráa
ustedes»(16,15)
7. Santísima Trinidad En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
De la vida a la teología
Estos desarrollos teológicos, antes de ser formulados como doctrina, han
sido una experiencia de fe vivida por los creyentes.
En el PLANO PERSONAL, el creyente vive en su propia vida una
participación de la relación entre Dios y Jesús mediante el Espíritu Santo:
Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo.
Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo.
Hay diversidad de actividades, pero uno mismo es el Dios que
obra en todos (1 Co 12,4-6)
«La prueba de que ustedes son hijos es que Dios ha enviado a nuestros
corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!» (Gal 4,6).
En el PLANO COMUNITARIO, los creyentes viven en comunión entre sí
por medio de los dones divinos recibidos, más allá de su diversidad:
Los creyentes reconocen que los dones diferentes que posee cada uno
están todos inspirados por el Espíritu Santo.
Más allá de sus oficios y jerarquía en la comunidad, todos los
creyentes son servidores de Jesús, el Señor.
Todos los emprendimientos pueden realizarse porque es Dios el que
obra en ellos.
8. Santísima Trinidad En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Del rito al Credo
La formulación trinitaria, que hoy se profesa de un modo más extenso en
el CREDO, en los orígenes del cristianismo se expresó de forma muy
concisa en el rito bautismal:
«Hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19).
«Derrama agua en la cabeza tres veces en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo» (Didakhé VII,2-3).
La vida nueva experimentada por el creyente es un don gratuito del amor
de Dios, que recibe por mediación de Jesús en el Espíritu Santo. Por eso
en la liturgia el que preside desea a todos la perseverancia en esta vida
con el saludo del Apóstol:
Y las oraciones son dirigidas:
al Padre Destinatario
por el Hijo Mediador
en el Espíritu Santo Vivificador y Animador
«La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del
Espíritu Santo sean con todos ustedes» (2 Co 13,13).
9. Santísima Trinidad En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Misterio de fe
Cuando se habla de «misterio» con frecuencia se hace referencia a lo
desconocido. Pablo menciona «una sabiduría de Dios en misterio», que
trata de «lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó:
lo que Dios preparó para los que le aman»; y que «a nosotros nos lo reveló
Dios por medio del Espíritu, que todo lo sondea, hasta las profundidades
de Dios» (1 Co 2,7-10).
El Evangelio de Juan afirma que es el Hijo quien «explica» al Dios a quien
«nadie le ha visto jamás» (Jn 1,18). Pero ese conocimiento no se queda en
una consideración intelectual, por más profunda que ésta sea. Está
orientado a vivir en la comunión de amor entre Dios y Jesús:
«Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en
nosotros» (Jn 17,21).
«Damos testimonio y les anunciamos la Vida eterna, que estaba
vuelta hacia el Padre y que se nos manifestó - lo que hemos visto y oído,
se lo anunciamos, para que también ustedes estén en comunión con
nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo
Jesucristo» (1 Jn 1,2-3).
El misterio no es una puerta entreabierta para asomarnos. Es una puerta
que nos invita a vivir en un espacio que nunca se termina de recorrer.
10. Santísima Trinidad En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Misterio de fe
Cuando se habla de «misterio» con frecuencia se hace referencia a lo
desconocido. Pablo menciona «una sabiduría de Dios en misterio», que
trata de «lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó:
lo que Dios preparó para los que le aman»; y que «a nosotros nos lo reveló
Dios por medio del Espíritu, que todo lo sondea, hasta las profundidades
de Dios» (1 Co 2,7-10).
El Evangelio de Juan afirma que es el Hijo quien «explica» al Dios a quien
«nadie le ha visto jamás» (Jn 1,18). Pero ese conocimiento no se queda en
una consideración intelectual, por más profunda que ésta sea. Está
orientado a vivir en la comunión de amor entre Dios y Jesús:
«Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en
nosotros» (Jn 17,21).
«Damos testimonio y les anunciamos la Vida eterna, que estaba
vuelta hacia el Padre y que se nos manifestó - lo que hemos visto y oído,
se lo anunciamos, para que también ustedes estén en comunión con
nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo
Jesucristo» (1 Jn 1,2-3).
El misterio no es una puerta entreabierta para asomarnos. Es una puerta
que nos invita a vivir en un espacio que nunca se termina de recorrer.