MINERIA: Real Potencial Minero del Ecuador, por Pablo Duque
Desde Ecuador APOYAMOS la marcha por el TIPNIPS
1. “En los territorios
indígenas se defiende a
la vida”
Plataforma del Cambio Climático
A cuatro días de su inicio, se duplicó la cantidad de caminantes de la
Octava Marcha Indígena en defensa de los derechos indígenas y del
Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), por
donde el gobierno nacional pretende tender una carretera, contra el
deseo de los mojeños, yuracarés y chimanes dueños de ese millón de
hectáreas. Hermanas y hermanos de todo el país, más que nada de la
Amazonía, alcanzaron a la marcha luego de que dejaran sus
comunidades hace varios días. El miércoles por la noche, 1200
indígenas durmieron en Fátima de Moxos algunas horas, para
reanudar la travesía el jueves a las dos. Anduvieron hasta el
amanecer, con la seguridad de que estarían en San Ignacio de Moxos
el viernes por la mañana. Allí se anunció que estarán el ministro de la
Presidencia, Carlos Romero, y el ministro de Obras Públicas, Walter
Delgadillo, para dialogar con ellos. Pero en la marcha avisaron que
solamente hablarán con el presidente Evo Morales, porque él es quien
toma las decisiones y no sus funcionarios.
Al atardecer del miércoles, la marcha llegó a Fátima. Todos comieron
y se quedaron dormidos de inmediato. Unos 150 se reunieron en la
cancha de fútbol cinco para ver noticias sobre la marcha, que una
organización de derechos humanos había grabado de la televisión
para proyectarlas. Luego, un técnico barajó power points para explicar
los efectos adversos de una carretera a través del TIPNIS. Los
indígenas largaban profundas exclamaciones cuando se informaban,
por ejemplo, de que cada kilómetro del pavimento entre Villa Tunari y
San Ignacio de Moxos costaría un millón trescientos mil dólares.
2. A las 9.30, ya todos descansaban en decenas de carpas iglú. Otros se
habían envuelto en mantas y se acostaron en el pasto, en el hotel mil
estrellas, o aprovecharon el cemento tibio de la cancha de fútbol,
recuerdo del día pasado, de 36 grados constantes. Una luna
amarillenta que empezaba a menguar ascendía para llenar la noche
de nitidez. A esa hora los marchistas se durmieron, arrullados por hits
románticos, cumbias y risas que venían del boliche del pueblo, del otro
lado del camino.
Salir a sacrificarse
El Primer Gran Cacique de la Organización Indígena Chiquitana
(OICH), José Bailaba, participó de la Primera Marcha Indígena, en
1990, que llegó a La Paz por este mismo recorrido. “La marcha de
1990 era para que fueran reconocidos los pueblos indígenas de tierras
bajas, porque en aquel año todavía no se quería reconocer la
existencia de los pueblos indígenas diversos que vivimos. Por eso se
empezó a pensar que la única forma de hacerse reconocer era
saliendo a manifestarse, a pronunciarse, a sacrificarse en una marcha.
Porque sin tierra y territorio no podemos vivir, ya no estuviéramos
existiendo sin tierra y territorio. Pero nos siguen invadiendo, nos
siguen quitando los espacios territoriales de cada uno de los pueblos
indígenas”, dijo Bailaba, que en la primera marcha era presidente de la
Central de Comunidades Indígenas de Concepción.
“Es verdad que la existencia nuestra esta constitucionalizada -agregó-,
pero en la práctica se ve que otra vez se está revertiendo o se está
quitando, invadiendo estratégicamente nuestros territorios ¿De qué
nos sirve estar constitucionalizados, si la política va arrasando
nuevamente? Creemos que los pueblos indígenas de tierras bajas
deben hacerse notar otra vez. No es suficiente mandar una nota o
solicitar una audiencia cuando todos estos compromisos se quedan en
nada”.
“Existe el peligro de volver hacia atrás. Lo triste es que el presidente
conoce lo que está pasando; sabe que en la Constitución dice una
cosa, pero sus funcionarios y sus colaboradores aplican todo lo
contrario. Creemos que si lo dejamos pasar con un pueblo, con un
territorio, esto va a pasar con todos. Las desgracias que pasen en un
pueblo indígena son de todos los pueblos. La vulneración de los
derechos de los pueblos indígenas es de todos los pueblos indígenas.
No podemos seguir callando, hacia afuera al presidente lo pintan como
3. que es muy bueno con la Madre Tierra, y hacia adentro es desastroso.
Por eso no podemos seguir callándonos, es nuestra obligación
manifestarnos. Como la experiencia lo indica, siempre estas
movilizaciones son pacíficas, sacrificadas, duras, son un instrumento
que nos permite concentrarnos, unirnos y reclamar el cumplimiento de
nuestros derechos”, dijo el gran cacique chiquitano.
Señaló a cientos de indígenas alrededor, de todos los pueblos de
Bolivia, que descansaban las piernas doloridas. “Cuando empezamos
el lunes, éramos casi la mitad que hoy tenemos. Cada día vienen más
compañeros y ya va a ser difícil parar esta marcha. Esta gran cantidad
demuestra el sentimiento de que peligran nuestras vidas. Esto es vida,
el territorio es vida, no simplemente para los pueblos indígenas, sino
para todo el mundo. Donde existen los territorios se defiende a la vida
y al planeta”, dijo.
Día Cuatro
-¡Vamos a marchar! ¡Son casi la una pues!
Los relojes decían que eran las 0.49, horario que hacía más difícil
despegar los ojos. Pero el ascenso de la luna casi llena había
establecido su propio día. Ella se reflejaba fuerte en los vidrios de las
movilidades, proyectaba las sombras que se movían lentas por el
cansancio acumulado, así deshacían sus camas y se vestían para
enfrentar de nuevo al camino.
A la una en punto, comenzaron a quemar tres tiros para levantar hasta
al último. Dos tambores y una flauta retomaron la melodía funcional de
la marcha. En la carretera se alinearon en filas de cuatro, cerca del
boliche cuya fiesta era cenizas. Todavía sonaba la canción “Fuiste”, de
Gilda. Arrancaron a las dos en punto.
La brisa de la noche hacía que no fuera tan ruda la caminata. Los
marchistas iban haciendo chistes y riendo, los amazónicos con arcos y
flechas, las señoras con bebés, otros con banderas, carteles. Cuando
pasaba alguna movilidad se pegaban contra la derecha y carajeaban
contra el polvo que levantaban, polvo para los cuerpos sudados y
cuidado con los ojos. De todas maneras, las y los caminantes volvían
a lanzar carajazos y vivas en pro de los 36 pueblos indígenas.
-¡Ahí viene el sol!
4. Después de cuatro horas de caminata, detenida una vez para hacer
pis, la marcha entró al amanecer.
-Hay que apurarnos, sino vamos a quedar babeando como chancho
atado-, opinó un camba.
Todavía faltaba hora y media para llegar al parador, a 22 kilómetros de
donde había partido la marcha. Fue tiempo para que los pies dolieran
más y la ropa quedara más mojada.
-Ahí estamos-, indicó uno cuando llegaban adonde descansarían.
-Ahí es?
-¡Música!
-¡Música, flojo!
Resucitaron los golpes de la tamborita, las banderas se agitaron en el
aire de la mañana.
-¡Que vivan los marchistas!
En el lugar, las ollas humeaban, algunas mujeres con sus niños se
habían adelantado y habían hecho el desayuno para los de su
organización.
-¡Los de CIRABO vengan aquí a comer!
En el sector del Consejo Nacional de Markas y Ayllus del Qullasuyu
(CONAMAQ) desayunaron engrudo (harina, agua y azúcar) con un
pan por boca.
El Jiliri Apu Mallku de esta organización, tata Sergio Hinojosa, dijo que
“desde 1990 hemos luchado por tierra, territorio y dignidad, por el
respeto a los territorios ancestrales, pero hoy no hay. Por eso más que
nunca estamos unidos con nuestros hermanos de tierras bajas. Este
país no está como debe estar. Por esto no hemos luchado”.
“El señor presidente es muy consciente de por quiénes está siendo
asesorado. Si no hay reacción, la marcha va a llegar a La Paz. Y se
está masificando, se pone más fuerte con hermanos que todo el
tiempo están llegando”, dijo el tata Sergio.
“Sabemos por qué luchamos. Está muy mal nuestro país, no hay
respeto a nuestros derechos, algunas leyes han salido así nomás, sin
recoger nuestras propuestas. En el movimiento de las tierras altas
5. tenemos muy claras nuestras demandas. No nos andamos por
intereses u otras cosas. Tenemos clara nuestra visión de lucha porque
respondemos a las mayorías”, agregó.
El líder del CONAMAQ recordó que en el Altiplano deberían empezar
a sembrar desde el 24 de agosto, pero “ahora más nos importa esta
lucha, por eso aquí estamos firmemente. Posiblemente van a llegar
más hermanos de tierras altas, después de pasar San Ignacio de
Moxos”.
Luego de descansar una hora, a muchos marchistas les dieron ganas
de seguir el viaje. Más porque en el lugar donde se habían detenido no
había baños, lo que podía afectarles a la salud. Volvieron de nuevo al
camino, con las banderas en alto, hasta el próximo lugar que los
pudiera recibir, con el sol de las nueve de la mañana ya en las
espaldas.
Sobre el TIPNIS
El TIPNIS, que en el mapa parece un triángulo apuntando al sur, tiene
1,2 millones de hectáreas y es una de las zonas más biodiversas de
Bolivia. De acuerdo con el Servicio Nacional de Áreas Protegidas
(Sernap), en esa área protegida hay 108 especies de mamíferos (el 30
por ciento de las especies del país) y más de 470 especies de aves,
que son el 34 por ciento del total de Bolivia. También tiene 39
especies de reptiles, 53 especies de anfibios y 188 especies de peces
y mamíferos nadadores, como el bufeo, un delfín rosado en peligro de
extinción, como otras especies que habitan el territorio, según datos
de la Fundación Tierra.
De las 1.236.000 hectáreas del TIPNIS, 1.091.000 son de la TCO de
los indígenas. Las casi 200 mil hectáreas de diferencia están en
manos de aproximadamente 20 mil familias de colonizadores, que
cultivan mayormente coca.
La carretera
Tendría 306 kilómetros, entre los municipios de Villa Tunari
(Cochabamba) y San Ignacio de Moxos (Beni). Requeriría una
inversión de 436,2 millones de dólares, de los cuales 332 millones
provendrían de un crédito del gobierno de Brasil. Así, cada kilómetro
costará en promedio 1,4 millones de dólares.
Comisión de comunicacion
6. 19 de agosto desde la Marcha
--
Raúl Prada Alcoreza
Comuna
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La Paz-Bolivia