1. Este fragmento se encuentra en el final del último acto de La casa de Bernarda Alba. Esta obra
teatral fue escrita por el prestigioso poeta y dramaturgo Federico García Lorca
(Fuentevaqueros, 1898 – Granada, 1936), aunque no la llegó a ver publicada porque murió
fusilado a comienzos de la Guerra Civil. Perteneció al movimiento literario conocido como
Generación del 27, junto a otros grandes escritores, como Miguel Hernández o Vicente
Aleixandre. Este movimiento se originó a raíz de la conmemoración del tercer centenario de la
muerte de Góngora, escritor al que admiraban. Lorca se caracteriza porque, a pesar de
pertenecer al sector acomodado de la sociedad, se sentía identificado con los personajes más
desfavorecidos (gitanos, negros…). También vio en las mujeres, especialmente a las de los
pueblos, a un grupo oprimido por las convenciones sociales, y a ellas están dedicadas casi
todas sus producciones dramáticas, como se puede observar en esta obra, o también en sus
creaciones Yerma o Bodas de sangre.
Los únicos personajes que aparecen en este trabajo de Lorca son figuras femeninas: Bernarda,
le da título al drama, donde bien indica que es la dueña de la casa. Se caracteriza por ser un
personaje dominante (“¡Trae un martillo!”), frío (“no quiero llantos”), insensible (“Se acabó
Pepe el Romano”), que cree en la supremacía del hombre (“No fue culpa mía, una mujer no
sabe apuntar”) y obsesionada por el qué dirán (“¡Descolgarla! ¡Mi hija a muerto virgen!”): En
suma, podríamos afirmar que personifica todos los defectos de la sociedad de la época.
Bernarda, a su vez, tiene cinco hijas: Angustias, la mayor, tiene una relación con Pepe el
Romano; la siguiente es Magdalena; Martirio, que está secretamente enamorada de Pepe;
Amelia; y Adela, que destaca por ser la más joven de las hermanas y por ser la única que se
rebela en contra de la madre (“¡Aquí se acabaron las voces de presidio!”). Se puede percibir
que los nombres de las hijas de Bernarda tienen nombres con significados relacionado con
calamidades. En la casa también se encuentra Poncia, la fiel criada de Bernarda que se mueve
constantemente entre el amor que siente por su ama, debido a la antigüedad de su amistosa
relación, y el rechazo recibido de la misma. Por último, señalamos a Pepe el Romano, que,
aunque no aparece en escena, está continuamente presente en todas las conversaciones y es
el desencadenante de la tragedia.
La obra presenta siempre un único espacio: el interior de la casa, que se describe como una
cárcel, de blancos y gruesos muros, cerrada al exterior y, por lo tanto, calurosa. En ella viven
prisioneras las cinco hermanas, en una prolongada angustia hasta el final del tiempo señalado
para el luto.
No hay alusiones claras respecto al tiempo. Sin embargo, se observa que desde que comienza
hasta que finaliza la obra han pasado varios años. Se inicia con los primeros momentos de luto,
ya que el marido de Bernarda ha muerto, y acaba con el final de este periodo; por lo tanto, se
deduce que a lo largo de la obra transcurren ocho años. Lorca introduce las unidades
aristotélicas de acción, espacio y tiempo, pero esta última es utilizada de forma simbólica:
desarrolla el primer acto en un caluroso día de verano por la mañana; el segundo se sitúa en
una tarde, calurosa también, de un verano distinto; el tercero se puede deducir, a través de los
hechos, que es una noche de otro verano. Es decir, simboliza un período de ocho años y parece
que solo han pasado veinticuatro horas, destacando con ello la monotonía de los días para las
mujeres que sufren la imposición de un luto y unas normas tan duras.
2. Respecto de las acotaciones (notas utilizadas en el teatro que sustituyen al narrador), son
breves, pero las hay en gran cantidad. Podemos encontrar acotaciones con tres funciones
diferentes: las que describen hechos o situaciones que ocurren sobre el escenario (“Se dirige a
Adela”); las que informan al lector de los acontecimientos ocurridos fuera del escenario (“se
oye como un golpe”); finalmente, las encargadas de describir o caracterizar a los personajes
(“viene un poco despeinada”, “enérgica”, “despechada”).