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                                COMENTARIO


            EXEGETICO Y EXPLICATIVO


                                 DE LA BIBLIA


 TOMO II: EL NUEVO TESTAMENTO


                                     POR Roberto


                                   Jamieson A. R.


                                           Fausset


                                    David Brown
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 LA EPISTOLA DEL APOSTOL PABLO A LOS HEBREOS

 INTRODUCCION

      CANONICIDAD Y AUTENTICIDAD LITERARIA—Clemente de Roma, a fines del primer siglo de nuestra era, la
 usa extensamente, adoptando las palabras de ésta en la misma manera que las de los demás libros del Nuevo
 Testamento, sin dar a ninguno, es cierto, el término de “Escritura”, el que reserva para el Antiguo Testamento (no
 estando aún establecido formalmente el canon del Nuevo Testamento), pero es cierto también que no le da categoría
 inferior a las demás Epístolas reconocidas del Nuevo Testamento. Como nuestra Epístola se atribuye autoridad por
 parte del escritor, el hecho de que Clemente adopta porciones de ella virtualmente viene a ser el reconocimiento de
 esta autoridad, y esto en la misma época apostólica. Justino Mártir la cita como divinamente autorizada, para
 establecer los títulos de “apóstol”, así como de “ángel,” como se aplica al Hijo de Dios. Clemente de Alejandría la
 refiere expresamente a Pablo, basándose en Panteno, jefe de la escuela de catecúmenos de Alejandría a mediados del
 siglo segundo, diciendo que, como a Jesús se le intitula en ella el “apóstol” enviado a los hebreos, Pablo, por su
 humildad, no se llama apóstol de los hebreos, siendo como era apóstol a los gentiles. Clemente también dice que
 Pablo, por cuanto los hebreos estaban predispuestos en su contra, prudentemente omite poner su nombre en el
 encabezamiento; además, que fué escrita originalmente en hebreo para los hebreos, y que Lucas la tradujo al griego
 para los griegos; de ahí que el estilo es parecido al de Los Hechos. Cita frecuentemente, sin embargo, las palabras de la
 Epístola existente en griego como palabras de San Pablo. Orígenes, asimismo, la cita como Epístola de San Pablo. Sin
 embargo, en sus homilías, él considera que el estilo es distinto del empleado por Pablo y como “más helenista”, pero
 que el pensamiento es el del apóstol; agregando que “los antiguos que transmitieron la tradición del origen literario
 paulino debieron tener buena razón para hacerlo, aunque Dios solo sabe con certeza quién fué en realidad el escritor”
 (es decir, el que “transcribió” los pensamientos del apóstol). En la Iglesia africana, al principio del tercer siglo,
 Tertuliano se la atribuye a Bernabé. Ireneo, obispo de Lyon, está mencionado en Eusebio como citando esta Epístola
 pero sin adjudicársela expresamente a Pablo. Más o menos en la misma época, Cayo, obispo de la Iglesia de Roma,
 menciona solamente trece Epístolas de Pablo mientras que, si la Epístola de los Hebreos se incluyese, serían catorce. Así
 también el fragmento del canon del fin del segundo siglo o del principio del tercero, publicado por Muratori,
 aparentemente omite mención de ella. Tampoco la reconoció la Iglesia latina como escrita por Pablo sino hasta
 bastante tiempo después del comienzo del siglo tercero. Así también Novaciano de Roma, Cipriano de Cartago, y
 Victorino, también de la Iglesia latina. Pero en el siglo cuarto, Hilario de Poitiers (año 368), Lúcifer de Cagliari (año
 371), Ambrosio de Milano (año 397) [PAG. 607] y otros latinos la citan como paulina; y el quinto Concilio de Cartago
 (año 419) formalmente la reconoce entre las catorce Epístolas de Pablo.

      Tocante a la similitud de estilo al de los escritos de San Lucas, ésta se debe al hecho de que él había sido por tanto
 tiempo compañero de Pablo. Crisóstomo, comparando a Lucas y Marcos, dice: “Cada uno imitaba a su maestro: Lucas
 a Pablo, quien fluía cual río desbordante; Marcos imitaba a Pedro, quien estudió la brevedad de estilo.” Además, hay
 aparente en esta Epístola mayor predominancia de sentimiento judaico y mayor conocimiento de las peculiaridades
 de las escuelas de pensamiento judaicas que en los escritos de Lucas. No hay ninguna evidencia clara para atribuirle a
 él la redacción de la Epístola, ni tampoco a Apolos, a quien apoya Alford como el autor. Las razones alegadas a favor
 de esta idea son la supuesta fraseología alejandrina y los modos de pensamiento de la Epístola. Pero éstos son tales
 como cualquier judío palestino hubiera podido emplear; y Pablo, por su instrucción hebreo helénica en Jerusalén y
 Tarso, conocería los modos de pensamiento de Filón, todos los cuales modos de pensamiento no se derivan, como
 algunos piensan, necesariamente de su preparación alejandrina sino también de su educación judaica. Sería bien
 improbable que la Iglesia alejandrina hubiera declarado tan indubitablemente la autenticidad literaria paulina, si
 Apolos, su propio compatriota, hubiese sido en realidad el autor. La elocuencia del estilo y la retórica son características
 de Apolos en Corinto mientras que Pablo en ésa habló con palabras que carecían de la sabiduría humana, sin duda
 adaptándose a propósito a las mentes de aquellos a quienes se dirige en esta Epístola. A los griegos de Corinto, que
 estaban en peligro de idolatrar la elocuencia y sabiduría humanas, escribe en estilo sin adornos, a fin de hacer que se
 fijen más en el evangelio mismo. Pero los hebreos no estaban en semejante peligro. Y su preparación hebreo helénica
 le facilitaría el escribir en un estilo agradable a los hebreos de Alejandría, donde la filosofía griega se había
 confundido con el judaísmo. La versión de los Setenta (la Septuaginta) hecha en Alejandría, había formado el eslabón
 de enlace entre éste y aquélla; y es notable el que todas las citas del Antiguo Testamento, menos dos (10:30; 13:5), son
 de la versión de los Setenta. El hecho de que las peculiaridades de la versión de los Setenta están entretejidas en el
 argumento, comprueba que la Epístola griega está en su forma original y que no es una traducción; de haber sido
 originalmente hebrea, las citas hubieran sido del hebreo del Antiguo Testamento. Se llega a la misma conclusión
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 tomando en cuenta los juegos de palabras homófonas griegas, las aliteraciones, y los períodos rítmicamente
 construídos, Calvino observa que, si la Epístola hubiese sido escrita en hebreo, los versículos 15–17 del capítulo nueve
 hubieran perdido todo su valor, el cual consiste en el juego hecho sobre el doble significado en el griego de diathéke,
 “convenio” o “testamento”, mientras que el hebreo berith solamente significa “convenio”.

      La evidencia interna favorece la redacción paulina. El tema tan plenamente desarrollado en esta Epístola, de que el
 cristianismo es tanto superior al judaísmo cuanto la realidad excede al tipo y lo reemplaza, es tema favorito de Pablo
 (véase 2 Corintios 3:6–18; Gálatas 3:23–25; 4:1–9, 21–31, donde el modo alegórico de interpretación aparece en su
 aplicación divinamente sancionada: modo que se lleva a un exceso injustificable en la escuela alejandrina). Asimismo
 el divino Hijo aparece en el capítulo 3, etc., como en otras Epístolas de Pablo (Filipenses 2:6; Colosenses 1:15–20). como
 la imagen o manifestación de la deidad; igualmente su humillación de sí mismo por amor al hombre, cotéjese el 2:9 con 2
 Corintios 8:9; Filipenses 2:7, 8; también la exaltación final de Cristo, véase el 2:8; 10:13; 12:2 con 1 Corintios 15:25, 27.
 La palabra “Mediador” es peculiar a Pablo; compárese el 8:6 con Gálatas 3:19, 20. La muerte de Cristo está
 representada como el sacrificio por el pecado prefigurado en los sacrificios judaicos, compárese Romanos 3:22–26; 1
 Corintios 5:7, con Hebreos caps. 7 al 10. La frase “el Dios de paz” es peculiar a Pablo; véase el 13:20; Romanos 15:33; 1
 Tesalonicenses 5:23. También compárese el 2:4, marginal, con 1 Corintios 12:4. La justificación, o la “justicia por la fe”,
 aparece en el 11:7; 10:38, como en Romanos 1:17; 4:22; 5:1; Gálatas 3:11; Filipenses 3:9. La palabra de Dios es la “espada
 del Espíritu”, véase el 4:12 con Efesios 6:17. Los cristianos que carecen del desarrollo espiritual son niños que necesitan
 de la leche, o sea, de la instrucción en los elementos, mientras que los cristianos maduros, como hombres formados,
 requieren la vianda fuerte, véase el 5:12, 13; 6:1, con 1 Corintios 3:1, 2; 14:20; Gálatas 4:9; Colosenses 3:14. La salvación
 está representada como franqueza de acceso a Dios por Cristo (comp. el 10:19 con Romanos 5:2; Efesios 2:18; 3:12). Las
 aflicciones son una pelea (10:32 con Filipenses 1:30; Colosenses 2:1). La vida cristiana es una carrera (12:1 con 1
 Corintios 9:24; Filipenses 3:12–14). El ritual judaico es un culto (Romanos 9:4 con el 9:1, 6). Compárese “sujeto a [PAG.
 608] servidumbre”, 2:15, con Gálatas 5:1. Otras características del estilo paulino aparecen en esta Epístola, a saber: la
 inclinación a la digresión y a un largo paréntesis sugerido por alguna palabra, el gusto de hacer juego de palabras
 homófonas, y la disposición de repetir alguna palabra favorita. La frecuente apelación al Antiguo Testamento y la
 expresión ilativa, “y otra vez”, compárese el 1:5; 2:12, 13, con Romanos 15:9–12. También citas de aplicación especial;
 compárese el 2:8 con 1 Corintios 15:27; Efesios 1:22. También la cita del mismo pasaje en una forma no concordante
 con la versión de los Setenta, y con la adición de “dice el Señor (Jehová)”, no hallada en el Hebreo de 10:30; Romanos
 12:19.

      Las supuestas características alejandrinas (que son más bien “filonistas”) de la Epístola, se deben probablemente
 al hecho de que los hebreos estaban generalmente imbuídos de las formas de pensar alejandrinas de Filón, etc., y
 Pablo sin colorear ni alterar la verdad evangélica, “a los judíos, se hacía (en estilo) como judío, para ganar a los judíos”
 (1 Corintios 9:20). Esto explicará el que fué reconocida como Epístola de Pablo unánimemente en las iglesias
 alejandrina y jerosolimitana por los hebreos, los probables destinatarios de la Epístola. Ni un padre griego atribuye la
 Epístola sino a Pablo, mientras que en las Iglesias occidentales y latinas, a las que tardó en llegar, se dudaba de ella
 por mucho tiempo, debido a su forma anónima y a su estilo en general menos distintivamente paulino. Su razón por
 no aceptarla como paulina, ni por cierto como canónica, en los primeros tres siglos, era negativa, la insuficiente
 evidencia de ella, no la positiva evidencia en su contra. La evidencia positiva es generalmente a favor de su origen
 paulino. En las iglesias latinas, debido a su distancia de las iglesias de los destinatarios hebreos, no había ninguna
 tradición generalmente aceptada sobre el particular. La Epístola era en efecto poco o nada conocida, por lo cual
 hallamos que no hay mención alguna de ella en el canon de Muratori. Cuando al fin, en el siglo cuarto, los latinos
 supieron que era tenida por paulina y canónica por buenos motivos en las iglesias griegas, la reconocieron
 universalmente como tal. Todas las noticias personales favorecen la redacción paulina, que son: su intención de visitar
 en breve a los destinatarios, junto con Timoteo, a quien titula “nuestro hermano” (13:23); su presente encarcelamiento
 (13:19); su anterior encarcelamiento en Palestina, de conformidad con nuestra versión (10:34); las salutaciones
 enviadas a ellos de parte de creyentes de Italia (13:24). La razón de no preponer el nombre puede explicarse por el
 carácter retórico de la Epístola, que indujera al autor a omitir la forma ordinaria de inscripción epistolar.

     EL PROPOSITO.—Su finalidad es enseñar la superioridad del cristianismo sobre el judaísmo, por cuanto fué
 introducido por uno muy superior a los ángeles y a Moisés, por medio de los cuales los judíos recibieron la ley, y por
 cuanto su sacerdocio y sus sacrificios carecían de la virtud perfeccionadora respecto de la salvación que tienen los de
 Cristo; que él es la substancia de la cual los anteriores no son sino la sombra, y que el tipo forzosamente cede lugar al
 precursor del tipo; y que ahora ya no estamos detenidos a tanta distancia como cuando bajo la ley, sino que tenemos
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 libertad de acceso por el velo abierto, es decir, por la carne de Cristo; por lo tanto, les advierte el peligro de la
 apostasía, tentación a la que los judíos estaban expuestos al ver perseguidos a los judíos convertidos, mientras que el
 judaísmo era tolerado por las autoridades romanas. Intima la obligación de una vida de fe, de la que la historia
 judaica, en la menos perfecta dispensación del Antiguo Testamento, contenía brillantes ejemplos. Concluye de la
 manera paulina acostumbrada, con exhortaciones prácticas y oraciones piadosas a favor de ellos.

      SU MODO DE PRESENTACION en la Epístola es exhortatorio más bien que mandatario, precisamente lo que se
 hubiera esperado de parte de Pablo al dirigirse a los judíos. No se dirige a los dirigentes judeo cristianos, porque en
 efecto no había iglesia exclusivamente judía; y su Epístola, dirigida primordialmente a judíos palestinos, estaba
 destinada para incluír a los hebreos de las iglesias circunvecinas. Inculca la obediencia y el respeto en relación a sus
 dirigentes (13:17, 24); obviando tácitamente la objeción de que al escribir la Epístola estaba interviniendo en las
 prerrogativas de Pedro, el apóstol de la circuncisión, y de Jacobo el obispo de Jerusalén. De ahí, pues, surge este modo
 apacible y delicado de tratarlos (13:22). Lejos de admirarnos por las discrepancias de estilo entre la Epístola a los
 Hebreos y las epístolas a los gentiles, es precisamente lo que debiéramos esperar. El Espíritu Santo le guió en la
 elección de los medios más adaptados a la naturaleza de los fines perseguidos. Wordsworth nota una construcción
 griega peculiarmente paulina (Romanos 12:9): “Sea (vuestro) amor sin fingimiento: aborreciendo lo malo, llegándoos a
 lo bueno”, que no se encuentra en ninguna otra parte salvo en Hebreos 13:5, es decir: “Sea vuestra [PAG. 609]
 conducta sin avaricia, contentos con lo presente” (un sustantivo femenino, conducta, que pasa súbitamente a participio
 absoluto en el nominativo masculino del plural, estando contentos). También al citar la escritura del Antiguo
 Testamento, el escritor de la Epístola a los Hebreos la cita tal cual la citaría un judío: “Dios habló a nuestros padres”, y
 no: “Está escrito”. Así también el 13:18, “Confiamos que tenemos buena conciencia”, es un sentimiento del todo
 paulino (Hechos 23:1; 24:16; 2 Timoteo 1:3; 2 Corintios 1:12; 4:2). Aunque no ha prefijado su nombre, ha dado al fin su
 seña universal que le identifica, a saber: su salutación apostólica de “la gracia sea con todos vosotros”; esta “salutación
 con su propia mano” la declaró (2 Tesalonicenses 3:17, 18) ser “su marca en toda epístola”; así 1 Corintios 16:21, 23;
 Colosenses 4:18. La misma oración de salutación cierra cada una de sus Epístolas, y no se halla en Epístola alguna de
 los demás apóstoles escrita durante la vida de Pablo; pero se encuentra en el último libro del Nuevo Testamento, el
 Apocalipsis, y posteriormente en la Epístola de Clemente de Roma. Esto prueba que, sea a quien fuese encomendada
 la escritura del cuerpo de la Epístola (a un mero escribiente que tomase el dictado, o a algún compañero de Pablo que
 por el don del Espíritu de interpretar lenguas, 1 Corintios 12:10, transcribiera los sentimientos inspirados de Pablo en su
 propia dicción guiada por el Espíritu), Pablo al final pone su sello al conjunto como si en verdad fuese suyo y
 sancionado por él como tal. Las iglesias del oriente y de Jerusalén, su centro, a donde fué primero enviada, la
 recibieron como epístola de Pablo desde los tiempos primitivos, de conformidad con Cirilo, obispo de Jerusalén (año
 349). Jerónimo, llevando consigo como llevó de Roma los prejuicios de los latinos en contra de la Epístola a los
 Hebreos, agravados sin duda por su aparente sanción de la herejía novaciana (6:4–6), fué constreñido por la fuerza de
 los hechos a recibirla por paulina por el casi unánime testimonio de los cristianos griegos desde los primeros tiempos;
 y fué probablemente el instrumento principal en la corrección del error anterior de Roma de rechazarla. El testimonio
 de la Iglesia de Alejandría es particularmente valioso porque fué fundada por Marcos, quien estaba con Pablo en su
 primer encarcelamiento cuando esta Epístola parece haber sido escrita (Colosenses 4:10), y quien fué probablemente el
 portador de la misma, visitando al mismo tiempo a Colosas de paso para Jerusalén (donde vivía la madre de Marcos),
 y de allí para Alejandría. Además, 2 Pedro 3:15, 16, escrito un poco antes de la muerte de Pedro, y—como su primera
 epístola escrita por él, “el apóstol de la circuncisión”—a los cristianos hebreos dispersos en el este, dice: “Como nuestro
 amado hermano Pablo os ha escrito”, es decir, a los hebreos; y las palabras agregadas: “Como también en todas sus
 epístolas”, distinguen a la Epístola a los Hebreos de las demás; luego sigue hablando de ella como al par con “otras
 escrituras”, así declarando a la vez su redacción paulina y también su inspiración divina. Una ilustración interesante
 del poder de la fe y amor cristianos; Pedro, que había sido reprochado públicamente por Pablo (Gálatas 2:7–14),
 plenamente adoptó lo que Pablo escribió; no había diferencia alguna entre el evangelio del apóstol de la circuncisión y
 el del apóstol de la incircuncisión. Demuestra notablemente la soberanía de Dios, el que escogió como instrumento
 para confirmar a los hebreos a Pablo el apóstol de los gentiles; y por otra parte, a Pedro para abrir la puerta evangélica a
 los gentiles (Hechos 10:1), aunque él es el apóstol de los judíos; así reina la perfecta unidad entre la diversidad de
 agencias.

     Roma, en la persona de Clemente de Roma, en un tiempo recibió esta Epístola. Luego siguió un período en que
 dejó de ser recibida por las iglesias romanas. Después, en el siglo cuarto, Roma se retractó de su error. Una prueba
 clara de que Roma no es inmutable ni infalible. Cuanto a Roma toca, la Epístola a los Hebreos no sólo estaba perdida
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 por tres siglos, sino que nunca hubiera sido recobrada si no hubiese sido por las iglesias orientales; es, pues, una gran
 suerte para la cristiandad que Roma no es la iglesia católica.

     Es claro que la Epístola fué escrita antes de la destrucción de Jerusalén, hecho que hubiera sido mencionado en la
 Epístola de haber ocurrido antes (13:10), dirigida probablemente a iglesias en las que los miembros judíos eran los
 más numerosos, como era el caso en Judea y acaso en Alejandría. En ésta había el mayor número de judíos residentes
 que en toda otra ciudad excepto Jerusalén. En Leontópolis, en Egipto, había otro templo, a los arreglos del cual, piensa
 Wieseler, las noticias de esta Epístola corresponden más que a los de Jerusalén. Fué desde Alejandría de donde la
 Epístola parece haber llegado primero al conocimiento del mundo cristiano. Además, “la Epístola a los alejandrinos”,
 mencionada en el canon de Muratori, pudiera acaso ser esta misma Epístola a los Hebreos. Se dirige a los judíos
 particularmente como “el pueblo de Dios” (2:17; 4:9; 13:12), “simiente de Abrah{n”, eso es, el tronco original al que los
 creyentes gentiles son injertados, a lo que corresponde Romanos 11:16–24; pero [PAG. 610] les urge a que salgan de la
 Jerusalén carnal y terrenal y realicen su unión espiritual con “la Jerusalén celestial” (12:18–23; 13:13).

     El uso del griego en preferencia al hebreo se debe sin duda al hecho de que la Epístola se destinaba no sólo a los
 hebreos, sino también a los judíos helenistas convertidos, no sólo de la Palestina sino también de otras partes; una
 opinión confirmada por el uso de la versión de los Setenta. Bengel cree que probablemente (véase 2 Pedro 3:15, 16, ya
 explicada) los judíos, los destinatarios primordiales pero no exclusivos, eran los que a causa de la guerra habían salido
 de Jerusalén y se habían establecido en Asia Menor.

     La noción de que hubiese sido redactada originalmente en hebreo surgió probablemente de su tono y su método,
 y sus temas. Se la clasifica entre las Epístolas no generalmente reconocidas al principio, conjuntamente con Santiago, 2
 Pedro y 3 Juan, Judas y el Apocalipsis. Un vínculo hermoso existe entre éstas y las Epístolas universalmente reconocidas.
 Hebreos liga las ordenanzas de Levítico con su cumplimiento evangélico del tipo. Santiago es el eslabón entre las
 supremas doctrinas del cristianismo y la ley universal del deber moral—un comentario sobre el Sermón del Monte—
 que armoniza el decálogo y la revelación hecha a Job y Elías con la ley cristiana de la libertad. 2 Pedro une la
 enseñanza de Pedro con la de Pablo. Judas liga la primitiva revelación oral con la última revelación escrita, el
 Apocalipsis. Las dos más breves Epístolas de Juan, como la Epístola a Filemón, aplican el cristianismo a los pequeños
 detalles de la vida cristiana, y demuestran que el cristianismo puede santificar todas las relaciones terrenales.

 CAPITULO 1

      Ver. 1–14. LA MAYOR DE TODAS LAS REVELACIONES NOS ES DADA AHORA EN EL HIJO DE DIOS,
 QUIEN ES MAYOR QUE LOS ANGELES Y QUIEN, HABIENDO TERMINADO LA REDENCION, ESTA
 ENTRONIZADO A LA DIESTRA DE DIOS. El autor, aunque no firma su nombre, era bien conocido a los
 destinatarios (13:19). Para las pruebas de que Pablo era el autor, véase mi Introducción. En el método paulino, la
 exposición del tema y la división anteceden a la discusión; y en la conclusión, la porción práctica sigue a la
 doctrinaria. El ardor de espritu en esta Epístola, como en la Primera de Juan, que se lanza al corazón de la discusión
 (sin inscripción preliminar de nombre y de salutación), con tanto más efecto impresiona a los oyentes. Debe fecharse
 la carta mientras estaba el templo en pie, antes de su destrucción en el año 70 d. de Cristo; algo antes del martirio de
 Pedro, quien menciona esta carta de Pablo (2 Pedro 3:15, 16); en una época cuando muchos de los primeros oyentes del
 Señor ya estaban muertos. 1. muchas veces—El griego: “en muchas porciones”. No todo fué revelado a cada uno de los
 profetas, sino que uno recibió una porción de la revelación y otro otra. A Noé fué revelada la región del mundo a que
 pertenecería el Mesías; a Jacob, la tribu; a David e Isaías, la familia; a Miqueas, la aldea de la natividad; a Daniel, el
 tiempo preciso; a Malaquías, la venida del precursor y el segundo advenimiento; por medio de Jonás, su entierro y su
 resurrección; por Isaías y Oseas, la resurrección. Cada uno conoció en parte; pero cuando lo perfecto hubo venido en
 el Mesías, lo que era en parte fué quitado (1 Corintios 13:12). en muchas maneras—es decir, por sugestiones
 interiores, por voces audibles, por Urim y Thumim, sueños y visiones. “El fué visto de un modo por Abrahán, de otro
 modo por Moisés, de otro por Elías; Isaías, Daniel y Ezequiel percibieron diferentes formas” [Theodoreto] (Compárese
 Números 12:6–8). Las revelaciones del Antiguo Testamento fueron fragmentarias en sustancia, y múltiples en forma;
 la misma multitud de profetas demuestra que profetizaron sólo en parte. En Cristo, la revelación de Dios es plena: no
 en variables tonos de diversos colores, sino él mismo es la pura luz que confunde en su propia persona todo el
 espectro “el esplendor de su gloria”). hablado—la expresión usual que emplea un judío al dirigirse a judíos. Así
 Mateo, judío que escribe en especial para judíos, cita las escrituras, no con la fórmula, “Está escrito”, sino con el “Dijo
 <” en otro tiempo—en tiempos idos. Desde Malaquías, el último de los profetas del Antiguo Testamento, por
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     cuatrocientos años no se había levantado profeta, a fin de que el Hijo fuese tanto más objeto de expectativa. [Bengel].
     Como Dios (el Padre) está presentado aquí como quien habló, así Dios el Hijo en el 2:3, y Dios el Espíritu Santo en el
     3:7. los padres—los padres judaicos. Los judíos de días anteriores (1 Corintios 10:1). por el Hijo—El Griego, en un Hijo.
     Un rey mortal habla por medio de su embajador, no (como el Rey de reyes) EN su embajador. El Hijo es la última y la
     más sublime manifestación de Dios (Mateo 21:34, 37); en él mora corporalmente no meramente una medida, como en
     los profetas, sino la plenitud del Espíritu de Dios (Juan 1:16; 3:34; Colosenses 2:9). Así contesta él a la objeción que los
     judíos sacaron de sus profetas. Jesús es el fin de toda la profecía (Apocalipsis 19:10), y de toda la ley de Moisés (Juan
     1:17; 5:46). 2. En estos postreros días—En los manuscritos más antiguos el griego reza: “En la última parte de estos
     días”. Los rabinos dividían la cronología en “este siglo” (edad, o mundo) y “el siglo venidero” (2:5; 6:5). Los días del
     Mesías fueron el período de transición, o la “última parte de estos días” (en contraste con “en otros tiempos”), el fin
     de la dispensación existente y el principio de la final, de la cual la segunda venida de Cristo será la culminación
     gloriosa. por el Hijo—el griego: “en (su) Hijo” (Juan 14:10). El verdadero “Profeta” de Dios. “Su majestad es
     manifestada: (1) Absolutamente por el mismo nombre de “Hijo” [PAG. 611] y por tres gloriosos predicados: “Al cual
     constituyó”, “por el cual hizo el universo”, y “se sentó a la diestra de la majestad en las alturas”: así se describe su
     curso desde el principio hasta que él llega a su meta (1:2, 3). (2) Relativamente, en comparación con los ángeles (1:4); la
     confirmación de esto sigue, y el mismo nombre de Hijo se prueba (en el 1:5); por su condición de heredero (1:6–9); la
     creación de los mundos por él (1:10–12); el sentarse a la diestra de Dios (1:13, 14);. El ser hecho heredero sigue de su
     estado de Hijo, y precede la creación por él de los mundos (Proverbios 8:22, 23; Efesios 3:11). Como el primogénito es el
     heredero del universo (v. 6), el cual él creó instrumentalmente según el 11:3, donde la frase “por la Palabra de Dios”
     corresponde con “por el cual” (el Hijo de Dios) aquí (véase Juan 1:3). Cristo fué constituído (en el eterno consejo de
     Dios) para el oficio de la creación; y el universo así creado le fué asignado a él como un reino. El es “heredero de todas
     las cosas” por el derecho de la creación, y en especial por el derecho de la redención. La promesa hecha a Abrahán de
     que él sería heredero del mundo tuvo su cumplimiento, y lo tendrá aún más plenamente en Cristo (Romanos 4:13;
     Gálatas 3:16; 4:7). el universo—el mundo inferior y el superior (Colosenses 1:16). Es decir, siglos o edades, con todas
     las cosas y las personas que les pertenecen; el universo, inclusive todo el espacio y las eras cronológicas y todo lo
     existente, tanto material como espiritual. El griego presupone que Dios no sólo constituyó a su Hijo heredero de todas
     las cosas antes de la creación, sino que también por medio de él hizo el universo. El cual siendo—por el ser
     preexistente y esencial. resplandor de su gloria—“Luz de (parte de) luz”. [Credo Niceno]. ¿“Quién es tan fatuo como
     para dudar el eterno ser del Hijo? Pues ¿cuándo se ha visto luz sin refulgencia?” *Atanasio contra Ario, Oratatio, 2]. “El
     sol nunca se ve sin su efulgencia, ni el Padre sin el Hijo”. [Teofilacto.] Por cuanto él es el resplandor < y por cuanto él
     sustenta < por tanto se sentó a la diestra < Fué un retorno a su gloria divina (Juan 6:62; 17:5). la imagen misma—
     impresión grabada. Pero velada en la carne.

 “Del Sol de Dios el resplandor

 ¿quién lo podrá mirar?

 de su Hijo empero el fulgor

 podemos contemplar”.—2 Corintios 3:18.

     de su sustancia—Griego, “de su esencia sustancial”; hypóstasis. sustentando todas las cosas—del universo. Véase
     Colosenses 1:15, 17, 20, que exponen en orden los tres hechos de este texto. con la palabra—Por tanto el Hijo de Dios
     es una persona, porque tiene la papalabra. [Bengel]. Su palabra es la palabra de Dios (11:3). de su potencia—“La
     palabra” es la pronunciación que procede del poder del Hijo y le da expresión al mismo. la purgación—griego, la
     purificación < de pecados, es decir, por su propiciación, que cubre la culpabilidad del pecado. “Nuestros” se omite de
     los manuscritos más antiguos. El pecado es la gran inmundicia a los ojos de Dios, de la que efectuó la purgación por su
     sacrificio. [Alford]. Nuestra naturaleza, cargada de culpa, no podría—si nuestro gran sumo Sacerdote no hubiese
     rociado el propiciatorio celestial con su sangre de expiación—entrar en contacto inmediato con Dios. Ebrard dice: “La
     mediación entre el hombre y Dios, que estaba presente en el lugar santísimo, se revelaba en tres formas: (1) En los
     sacrificios (típicas expiaciones por la culpa); (2) En el sacerdocio (los agentes de estos sacrificios); (3) En las leyes
     levíticas de la pureza (Se alcanzaba la pureza levítica, en forma positiva, mediante el sacrificio, y en forma negativa,
     evitando la contaminación levítica, pudiendo así el pueblo entrar en la presencia de Dios sin morir; Deuteronomio
     5:26)”. por sí mismo—frase omitida de los manuscritos más antiguos. se sentó a la diestra de la Majestad en las
     alturas—en cumplimiento del Salmo 110. El sentarse el Hijo a la diestra de Dios fué por el acto del Padre (8:1; Efesios
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                                                       7
 1:20). Nunca se refiere a su estado preexistente de igualdad con el Padre, sino siempre a su estado de exaltación
 gloriosa como el Hijo del hombre después de sus padecimientos, y como mediador a favor del hombre en la presencia
 de Dios (Romanos 8:34): una relación para con Dios y nosotros que está por terminar cuando se alcance su finalidad (1
 Corintios 15:28). 4. Hecho tanto más excelente—por su exaltación por el Padre (vv. 3, 13): en contraste con el haber
 sido “hecho un poco menor que los ángeles” (2:9): “mejor”, o superior a ellos. Como el “siendo” del v. 3 expresa su ser
 esencial, así “hecho” de este v. (compárese el 7:26) señala lo que vino a ser en su humildad asumida (Filipenses 2:6–9).
 Pablo demuestra que su forma de humillación (posible motivo de escándalo para los judíos) no se oponía a su
 divinidad mesiánica. Como la ley fué dada por la ministración de ángeles y de Moisés, fué pues inferior al evangelio
 dado por el divino Hijo, quien es (vv. 4–14) como Dios, y fué hecho como el exaltado Hijo del hombre (2:5–18), mucho
 más excelente que los ángeles. Las manifestaciones de Dios mediante los ángeles (y hasta por el ángel del pacto) en
 diversas ocasiones en el Antiguo Testamento, no ponían al hombre y a Dios en unión personal, como lo hace la
 manifestación de Dios en carne. alcanzó por herencia—Siempre tuvo eso mismo, es decir, la filiación divina; pero
 “alcanzó por herencia”, heredó, según la promesa del Padre, el nombre de “Hijo”, con el cual nombre fué hecho
 conocer a hombres y a ángeles. El es “el Hijo de Dios” en un sentido mucho más sublime que aquel en que los ángeles
 son llamados “hijos de Dios” (Job 1:6; 38:7). “La plenitud de la gloria del peculiar nombre de el Hijo de Dios supera a
 todo vocablo o pensamiento humano. Todos los títulos son meros fragmentos de sus gloriosos rayos que se
 concentran como en un sol de gloria. Nombre que nadie conoció sino él solo” (Apocalipsis 9:12). 5. Porque—Por cuanto
 alcanzó más excelente nombre que los ángeles. ¿a cuál …—Un argumento frecuente de esta Epístola se basa en el
 silencio de la Escritura (1:13; 2:16; 7:3, 14). [Bengel.] hoy yo te he engendrado—(Salmo 2:7.) Cumplido en la resurrección
 de Jesús, por la cual el Padre “declaró”, vale decir, manifestó su filiación divina, hasta entonces velada por su
 humillación (Hechos 13:33; Romanos 1:4). Cristo tiene un cuádruplo derecho al título de “Hijo de Dios”: (1) Por la
 generación, como engendrado por Dios; (2) por la ordenación, como enviado de Dios; (3) por la resurrección, como “el
 primogénito de los muertos” (véase Lucas 20:36; [PAG. 612] Romanos 1:4; Apocalipsis 1:5); (4) por la posesión efectiva,
 como heredero de todo. [El Obispo Pearson.] El Salmo aquí citado se aplicaba en primer orden y en sentido menos
 pleno a Salomón, de quien Dios prometió por medio de Natán: “Yo seré su Padre, y él será mi hijo”. Pero como toda la
 teocracia era de significado mesiánico, el triunfo de David sobre Hadadezer y los reyes vecinos (2 Samuel 8; Salmo 2:2,
 3, 9–12) es un tipo del sojuzgamiento final por Dios de todos los enemigos bajo su Hijo, a quien coloca (hebreo, ungió,
 Salmo 2:6) sobre “su santo monte Sión”, como Rey de los judíos y de toda la tierra, antitipo de Salomón, hijo de David.
 El “yo” en el griego es enfático: Yo el Padre eterno te he engendrado hoy, el día de tu manifestación como mi Hijo. “El
 primogénito de los muertos” (Colosenses 1:18; Apocalipsis 1:5), cuando has rescatado a tu pueblo y les has abierto el
 cielo. Siempre había sido Hijo, pero ahora por vez primera fué manifestado como tal en su humanidad antes
 humillada, ahora exaltada, unida a su divinidad. Alford aplica este “hoy” a la eterna generación; el día cuando el Hijo
 fué engendrado por el Padre es un hoy sempiterno: para él nunca hubo un ayer o tiempo pretérito, ni un mañana ni
 tiempo futuro: “Nada hay por venir, nada pasado; pero el eterno AHORA nunca se acabará” (Proverbios 30:4; Juan
 10:30, 38; 16:28; 17:8). La comunicación de la esencia divina en su plenitud envuelve la generación eterna; porque la
 esencia eterna no tiene principio. No obstante, el contexto señala un punto cronológico determinado; es decir, cuando
 el Hijo recibió su herencia (v. 4). La introducción del primogénito en la tierra (v. 6) no es subsiguiente al v. 5, como
 opina Alford, sino anterior (Hechos 2:30–35). 6. Y—griego, “Pero <” No sólo está comprobada ya su superioridad,
 sino que el Salmo 97:7 ofrece prueba más decisiva, que demuestra que no sólo en su resurrección sino también en vista
 de ser introducido en la tierra (véase 9:11; 10:5) como hombre; en su encarnación, en su natividad (Lucas 2:9–14), en su
 tentación (Mateo 4:10, 11), en su resurrección (Mateo 28:2), y futuro advenimiento en gloria, los ángeles estaban
 ordenados por Dios para que se sujetasen a él. Véase 1 Timoteo 3:16, “Visto de ángeles”: que Dios manifiesta al Mesías
 como quien debe ser contemplado con devoción por las inteligencias celestiales (Efesios 3:10; 2 Tesalonicenses 1:9; 1
 Pedro 3:22). La más plena realización de su señorío será en su segunda venida (Salmo 97:7; 1 Corintios 15:24, 25;
 Filipenses 2:9. “Adoradle vosotros dioses todos” (seres sublimes, como ángeles), significa culto a Dios; pero se
 concedía universalmente entre los hebreos que Dios moraría, en un sentido peculiar, en el Mesías (de modo que
 podría en la frase talmúdica “ser capaz de ser señalado con el dedo”); de modo que lo que se decía de Dios, se
 aplicaba también al Mesías y se cumplía en él. Kimchi dice que los Salmos 93 al 101 contienen el misterio del Mesías.
 Dios gobernaba la teocracia en él y por él. la tierra—el mundo sujetado a Cristo (2:5). Como “primogénito” él tiene los
 derechos de primogenitura (Romanos 8:29; Colosenses 1:15, 16, 18). En Deuteronomio 32:43, la versión de los Setenta
 tiene: “Adórenle todos los ángeles de Dios”, palabras omitidas en el hebreo. Este pasaje de la versión de los Setenta
 podría haber estado en la mente del autor respecto de la forma, pero la sustancia se deriva del Salmo 97:7. David el
 tipo, en el Salmo 89:27 (citado en el v. 5), es llamado el “primogénito de Dios, superior a los reyes de la tierra”; así el
 primogénito antitípico, el hijo de David, ha de ser adorado por todos los señores inferiores, como ángeles (“dioses”,
 Salmo 97:7); pues él es “Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19:16). En el griego “otra vez” está pospuesta y
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 no nos obliga, como opina Alford, a traducir: “Cuando haya introducido otra vez <”, es decir, en la segunda venida;
 porque no hay mención anterior de una primera introducción; y “otra vez” a menudo se usa en citas, no unida al
 verbo, sino parentéticamente. 7. de—griego, “referente a los ángeles <” espíritus—o vientos: El que emplea a sus
 ángeles como vientos y a sus ministros como rayos; o, el que hace a sus ministros angélicos los poderes directivos de
 vientos y llamas, cuando éstos hacen falta para cumplir su voluntad. “Los constituye para que asuman la agencia o
 forma de llamas para los propósitos de él”. [Alford.] “Hace a sus ángeles espíritus” significa que los hace de una
 naturaleza sutil, incorpórea, veloz como el viento. Así el Salmo 18:10: “Un querubín < alas de viento”. “Espíritus
 administradores” del v. 14 favorece esta versión. Como “espiritus” envuelve la velocidad del viento y la forma sutil
 del querubín, así “llama de fuego” expresa la ardiente devoción e intenso celo consumidor del leal serafín (significa
 “ardiente”), Isaías 6:1. La traducción, “Hace vientos sus mensajeros y una llama de fuego sus ministros” es por cierto
 incorrecta. En el Salmo 104:3, 4, el sujeto en cada frase viene primero, y el predicado atributivo en segundo término;
 así el artículo griego aquí señala “{ngeles” y ministros” como los sujetos, y “vientos” y “llama de fuego”, como
 predicados. Schemoth Rabba dice: “Dios se llama el Dios de Zebaoth (las huestes celestiales), porque hace lo que le place
 con sus ángeles. Cuando le place, los hace sentarse (Jueces 6:11); otras veces, ponerse en pie (Isaías 6:2); ya sea tomar
 la forma de mujeres Zacarías 5:9), ya la semejanza de varones (Génesis 18:2); a veces los hace “espíritus”; a veces,
 “fuego.” “Hace” denota que por lo exaltados que sean, no son sino criaturas, mientras que el Hijo es Creador (v. 10):
 no engendrados desde la eternidad, ni para ser adorados, como el Hijo (Apocalipsis 14:7; 22:8, 9). 8. oh Dios—el griego lleva
 el artículo para indicar énfasis (Salmo 45:6, 7). por el siglo—La duración eterna y la rectitud van unidas (Salmo 45:2;
 89:14). vara de equidad—cetro de rectitud, de honradez, sin rodeos. Véase “cetro de oro” (Esther 4:11). 9. maldad—
 iniquidad, injusticia, “anarquía” según los manuscritos más antiguos. por lo cual—porque Dios ama la justicia y
 aborrece la iniquidad. Dios … el Dios tuyo—Jerónimo, Agustín, etc., traducen el Salmo 45:7: “Oh Dios, tu Dios, te
 ungió”, por lo cual se llama Dios a Cristo. Esta es probablemente la traducción correcta del hebreo aquí; porque es
 probable que el Hijo sea invocado aquí con “oh Dios” como en el v. 8. El “ungió” no significa la unción de su
 bautismo, cuando solemnemente emprendió su ministerio a nuestro favor; sino que es la del “óleo de alegría”, o de
 “gozo inefable” [PAG. 613] (que denota un triunfo, y sigue como la consecuencia de su manifestado amor de la justicia y
 su odio de la iniquidad), con el cual, tras la triunfante terminación de su obra, ha sido ungido por el Padre más que (por
 encima de) sus compañeros (no sólo más que a nosotros, sus semejantes, adoptados a la familia de Dios, a los que no
 se avergüenza de llamar sus hermanos, sino más que a los ángeles, copartícipes con él en parte, pero infinitamente
 inferiores a él en gloria, santidad, y goces celestiales; “hijos de Dios”, mensajeros angelicales pero subordinados al
 Angel del Señor, Mensajero del pacto). Así es antitipo de Salomón, “elegido entre los muchos hijos de David para
 sentarse en el trono del reino del Señor sobre todo Israel”, como David fué escogido antes que toda la casa de los hijos
 de su padre. La figura se saca de la costumbre de ungir a los huéspedes en la fiesta (Salmo 23:5); o más bien de ungir
 reyes: no fué antes de su ascensión cuando asumió el reino como Hijo del hombre. Un acontecimiento más pleno aún
 ha de ser, cuando él será visiblemente el Rey ungido sobre toda la tierra (puesto por el Padre) sobre su santo monte de
 Sión (Salmo 2:6, 8). Así David, tipo de él, fué ungido primero en Belén (1 Samuel 16:13; Salmo 89:20); y aun otra vez en
 Hebrón, primero sobre Judá (2 Samuel 2:4), luego sobre todo Israel (2 Samuel 5:3); hasta después de la muerte de Saúl
 no ocupó en realidad el reino, así como no fué sino hasta después de la muerte de Cristo que el Padre lo colocó a su
 diestra sobre toda principalidad (Efesios 1:20, 21). El Salmo 45 en su primer concepto se aplicaba a Salomón; pero el
 Espíritu Santo inspiró al escritor a usar lenguaje que en su plenitud puede aplicarse sólo al Salomón del tipo, la
 verdadera Cabeza Real de la teocracia. 10. Y—en otro texto (Salmo 102:25–27) él dice. en el principio—Otra versión:
 “desde antiguo”; el hebreo: “antes”, “anteriormente”; la versión de los Setenta: “en el principio” (como en Génesis 1:1),
 en parangón con la idea del fin entendido en “ellos perecerán”, etc. El orden del griego aquí (no en la Versión de los
 Setenta) es: “Tú en el principio, oh Señor”, lo que hace hincapié en “Señor”. “Cristo es promulgado en algunos textos
 que muchas personas podrían insistir se refieren al Padre”. [Bengel.] fundaste la tierra—firmemente cimentada es la
 idea del griego. los cielos—en plural: no uno, sino muchos, e incluyen las varias órdenes de las inteligencias celestiales
 (Efesios 4:10). obras de tus manos—como un velo tejido o una cortina tendida. 11. Ellos—La tierra y los cielos en su
 presente estado y forma perecerán (12:26, 27; 2 Pedro 3:13). “Pereceran” no significa aniquilación; así como tampoco
 fué el sentido del caso cuando “el mundo anegado bajo el agua pereció” bajo Noé (2 Pedro 3:6). El pacto de la posesión
 de la tierra fué renovado con Noé y su simiente en la tierra renovada. Así será también después que perezca con fuego
 (2 Pedro 3:12, 13). eres permanente—permanecerás, a través de (así el griego) todas las alteraciones. 12. vestidura—
 “envoltura”, manto, tapado, así el griego. envolverás—así la versión de los Setenta, Salmo 102:26; pero el hebreo tiene
 “los cambiará”. El Espíritu, por medio de Pablo, trata el hebreo del Antiguo Testamento con independencia en el uso,
 presentando la divina verdad bajo varios aspectos, sancionando a veces, como aquí, a la versión de los Setenta (véase
 Isaías 34:4; Apocalipsis 6:14); a veces al texto hebreo; a veces difiriendo de ambos. mudados—como uno hace de un
 lado una prenda y se viste otra. tú eres el mismo—(Isaías 46:4; Malaquías 3:6.) El mismo en naturaleza, por lo tanto el
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 mismo en la fidelidad pactual con tu pueblo. no acabarán—el hebreo, “no terminarán”. Israel, en el cautiverio
 babilónico, en el Salmo 102, pone sus esperanzas de liberación en el Mesías, el inmutable Dios pactual de Israel (el
 Dios del pacto). 13. Cita del Salmo 110:1. La figura viene de la costumbre de los conquistadores de poner el pie sobre
 el cuello del vencido (Josué 10:24, 25). 14. espíritus adminis tradores—Véase el v. 7, “espíritus < ministros”. Son
 espíritus incorpóreos, como lo es Dios, que sirven no obstante como inferiores. enviados—participio presente: enviados
 continuamente, en su servicio constante de todos los siglos. para servicio—Los ángeles son enviados para servir en
 primer orden a Dios y a Cristo, no a los hombres primordialmente. a favor—pero sirven “para el bien de” los que están
 por (así el griego) heredar la salvación: de los elegidos, que creen, o que creerán, por los cuales todas las cosas,
 inclusive los ángeles, cooperan para bien (Romanos 8:28). Las ministraciones de los ángeles no se efectúan
 propiamente dicho a los hombres, puesto que éstos no tienen autoridad alguna para mandarlos, aun cuando el
 servicio de ellos muchas veces se dirige para el bien de los hombres. Así se demuestra la superioridad del Hijo de
 Dios sobre los ángeles. Ellos “todos”, sea cual fuera su rango, administran; él es a quien administran. Ellos “están en
 pie” (Lucas 1:19) delante de Dios, o “son enviados” para ejecutar las divinas órdenes a favor de aquellos a los cuales le
 place salvar; él “está sentado” a la diestra de la majestad en las alturas (vv. 3, 13). El reina; ellos sirven.

 CAPITULO 2

      Ver. 1–18. EL PELIGRO DE DESCUIDAR LA TAN GRANDE SALVACION, PUBLICADA PRIMERO POR
 CRISTO, A QUIEN—NO A LOS ANGELES—FUE SUJETADA LA NUEVA DISPENSACION; AUNQUE FUE POR
 UN TIEMPO HUMILLADO, REBAJADO MAS QUE LOS ANGELES, ESTO SE EFECTUO POR LA NECESIDAD
 DIVINA PARA NUESTRA SALVACION. 1. Por tanto—Por cuanto Cristo, el Mediador del nuevo pacto, es tan
 superior a los ángeles, los mediadores del antiguo. con más diligencia—el griego, “más abundantemente”. oído—cosas
 por Dios habladas (1:1), y por el Señor (v. 3). escurramos—es decir, no sea que las pasemos a la deriva (4:1). 2. Véase el
 v. 3. Argumento a fortiori. dicha por los ángeles—La ley mosaica fué hablada por la administración de ángeles
 (Deuteronomio 33:2; Salmo 68:17; Hechos 7:53; Gálatas 3:19). Cuando se dice en Exodo 20:1 que “Dios habló”, quiere
 decir que habló por ángeles como portavoces, o al menos que los ángeles repetían a unísono con la voz de Dios las
 palabras del decálogo; mientras que el evangelio fué hablado primero por el Señor. fué firme—El griego, “fué
 confirmada”; cumplida a fuerza de penas impuestas por las violaciones. rebelión—transgresión, el malhacer; [PAG.
 614] es decir, sobrepasar los límites: abierta violación de órdenes. desobediencia—descuido, dejar de hacer el bien:
 violación negativa de la palabra hablada. retribución—Deuteronomio 32:35. 3. nosotros—los que hemos recibido el
 mensaje de la salvación tan claramente presentado (12:25). salud tan grande?—salvación, encarnada en Cristo, cuyo
 nombre mismo significa salvación, que incluye no sólo la liberación de los enemigos y de la muerte, y las grandes
 bendiciones temporales (que la ley promete a los obedientes), sino también la gracia del Espíritu, el perdón de los
 pecados, y la promesa del cielo, la gloria y la vida eterna (v. 10). La cual—“por cuanto es una salvación que comenzó a
 ser <” publicada por el Señor—el instrumento de su publicación. No como la ley, hablada por instrumentalidad de
 ángeles (v. 2). Tanto la ley como el evangelio vinieron de Dios; la diferencia aquí mentada estriba en la respectiva
 instrumentali dad de su promulgación (v. 5). Los ángeles lo reconocen por “el Señor” (Mateo 28:6; Lucas 2:11).
 confirmada—para nosotros, no por penas impuestas, como se confirmó la ley, sino por los dones espirituales (v. 4). por
 los que (le) oyeron—compárese Lucas 1:2. Aunque Pablo tuvo de Cristo una revelación especial e independiente
 (Gálatas 1:16, 17, 19), con todo se pone en la misma clase con aquellos judíos a quienes se dirige: “hasta (o para)
 nosotros”; porque para muchos detalles (verbi gracia, la agonía en el Getsemaní, 5:7), Pablo como ellos dependía de la
 confirmación presencial de los apóstoles. Del mismo modo, los discursos de Jesús, el Sermón del Monte, la primera
 proclamación del evangelio del reino por el Señor (Mateo 4:17), él pudo conocerlos sólo por el informe de los doce. Al
 decir: “M{s bienaventurada cosa es dar que recibir” (Hechos 20:35), Pablo relata lo que ellos habían oído más bien que
 lo que habían visto en conformidad con lo que empezó diciendo (vv. 1, 2). Propiamente en sus epístolas a los gentiles,
 hace hincapié en su llamamiento independiente al apostolado a los gentiles; en su Epístola a los Hebreos, se apoya en
 los apóstoles que largo tiempo estuvieron con el Señor (Hechos 1:21; 10:41): asimismo en su sermón a los judíos en
 Antioquía de Pisidia (Hechos 13:31); y “sólo invoca el testimonio de estos apóstoles de manera general, a fin de poder
 hacer llegar a los hebreos al Señor solo” [Bengel], no para hacerse partidario de apóstoles individuales, como Pedro el
 apóstol de la circuncisión, o Jacobo el obispo de Jerusalén. Este texto enseña que esta Epístola se dirige
 primordialmente a los hebreos de las iglesias de Palestina y Siria (o a aquellos dispersos de Asia Menor [Bengel], 1
 Pedro 1:1,o de Alejandría); pues a ningunos otros se podría tan bien decir que el evangelio fuera confirmado para ellos
 por los testigos oculares del Señor; el tiempo pretérito, “fué confirmado”, denota que ya había pasado bastante tiempo
 desde esta confirmación por dichos testigos. 4. con ellos—Dios también (así como Cristo, v. 3) testificando de la
 salvación publicada, se unió en la confirmación. señales y milagros—hechos por Cristo y sus apóstoles. “Señales” y
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 milagros, u otros hechos se toman por pruebas de una misión divina; “maravillas” son milagros vistos como prodigios
 que causan admiración, maravilla (Hechos 2:22, 33); poderes son milagros vistos como evidencia de poder
 sobrehumano. diversas maravillas—Griego, “variados poderes (milagrosos)” (2 Corintios 12:12) concedidos a los
 apóstoles después de la ascensión. repartimientos—El don del Espíritu Santo fué hecho a Cristo sin medida (Juan
 3:34), mas a nosotros es distribuído en varias medidas y operaciones (Romanos 12:3, 6, etc.; 1 Corintios 12:4–11). según
 su voluntad—La voluntad libre, soberana de Dios, que asigna un don del Espíritu a uno, y otro a otro (Hechos 5:32;
 Efesios 1:5). 5. Porque—en confirmación de lo aseverado en el v. 2 y 3, de que el nuevo pacto fué hablado por uno
 superior a los mediadores del antiguo, es decir, los ángeles. Nótese el énfasis del orden griego: “Porque no a ángeles
 sujetó <” el mundo venidero—Indica que sí sujetó a ángeles el mundo actual, la dispensación del Antiguo Testamento
 (existente hasta entonces cuanto a su “armazón”), v. 2, los reinos políticos de la tierra (Daniel 4:13; 10:13, 20, 21; 12:1),
 y los elementos naturales (Apocalipsis 9:11; 16:4), y aun a los individuos (Mateo 18:10). “El mundo venidero” es la
 nueva dispensación introducida por Cristo, principiada en gracia aquí, para ser terminada en gloria en el más allá. Se
 llama “venidero”, o “que está por ser”, pues, cuando por decreto divino fué sujetado a Cristo, era aún cosa del futuro,
 y todavía lo es para nosotros tocante a su plena consumación. Cuando a la sujeción de todas las cosas a Cristo en
 cumplimiento del Salmo 8, la realización está aún “por venir”. Mirado desde el punto de vista del Antiguo
 Testamento, que contempla proféticamente al Nuevo Testamento—y el sacerdocio judaico y el ritual del Antiguo
 Testamento estaban en vigor aún cuando Pablo escribió, y así siguió hasta su forzada abrogación por la destrucción de
 Jerusalén—, es el “mundo por venir”; Pablo, hablando a judíos, así lo llama con propiedad, según la manera
 convencional de ellos de denominarlo. Nosotros, como ellos, todavía oramos: “Venga tu reino”; pues su manifestación
 en gloria es aún futura. “Este mundo” se usa en parangón para expresar la condición actual caída del mundo (Efesios
 2:2). Los creyentes pertenecen al presente curso del mundo, pero por fe se elevan en el espíritu hasta el “mundo
 venidero”, haciéndolo una realidad presente, pero interior. Con todo, en el presente mundo natural y social, los
 ángeles son los gobernadores mediatos bajo Dios, en un sentido; no así en el venidero: en él el hombre y el Hijo del
 hombre, Cabeza del hombre, han de ser supremos. Por lo tanto, mayor reverencia se tributaba a los ángeles en el
 Antiguo Testamento que en el Nuevo; pues la naturaleza del hombre es ahora, en Cristo, exaltada, de modo que los
 ángeles son ya nuestros “hermanos siervos” (Apocalipsis 22:9). Ellos en sus ministraciones ocupan un puesto
 diferente del que ocupaban para con nosotros en el Antiguo Testamento. Nosotros somos “hermanos” de Cristo en
 una intimidad que ni los ángeles gozan (vv. 10–12, 16). 6. empero—No es a ángeles que el reino evangélico está sujeto,
 “pero <” Testificó … uno—La manera usual de citar la escritura a los conocedores de ella. El Salmo 8:5–7 alaba a
 Jehová, porque él ha engrandecido al HOMBRE al punto de sujetar a él todas las obras de Dios en la tierra: perdida
 esta dignidad [PAG. 615] por el primer Adán, es realizada solamente en Cristo el Hijo del hombre, el Hombre
 representativo y Cabeza de nuestra raza redimida. Así comprueba Pablo que es al hombre, y no a ángeles, a quien Dios
 ha sujetado al “mundo venidero”. En los vv. 6–8, se habla del HOMBRE en el sentido general; luego en el v. 9 se
 introduce a JESUS primero como quien cumple como hombre todas las condiciones de la profecía, y que pasa él
 mismo por la muerte, y como consecuencia nos trae a nosotros los hombres, sus “hermanos”, a “gloria y honra”. ¿Qué
 …—¡Cuán insignificante en sí, pero cuán exaltado por la gracia de Dios! (Véase Salmo 144:3). El hebreo, Enosh y Ben‐
 Adam, expresan el hombre y el hijo del hombre en su flaqueza; “hijo del hombre” se aplica a cualquiera y todo hijo de
 hombre, en condición semejante, al parecer, de señor de la creación, tal cual era una vez (Génesis 1 y 2) y tal cual debe
 llegar a ser (Salmo 8), y tal cual lo es efectivamente por título, y cual ha de ser después más plenamente en la persona
 y en unión con Jesús, preeminentemente el Hijo del hombre (v. 9). te aceurdas de él?—como de un ausente. visitas?—
 cuidas como de uno presente. 7. un poco—No como dice Bengel, “un poco de tiempo”. que los ángeles—El hebreo
 (Salmo 8:5), “que Dios”, Elohim, en plural, es decir, las cualidades abstractas de Dios, tales como poseen los ángeles en
 forma inferior, o sea, de naturalezas celestiales, espirituales, incorpóreas. El hombre en su original creación, fué puesto
 en segundo término, bajo ellos. Así el hombre Jesús, no obstante ser Señor de ángeles, cuando se despojó de las formas
 exteriores de su divinidad (véase Nota, Filipenses 2:6, 7), estaba en su naturaleza humana “un poco inferior a los
 ángeles”; aunque esto no es la referencia primordial aquí, sino que es el hombre en general. Coronástele—como el real
 vicegerente ordenado de Dios sobre esta tierra (Génesis 1 y 2). Y pusístele sobre las obras de tus manos—texto
 omitido en algunos de los manuscritos más antiguos; incluído en otros y en las versiones más antiguas: así el Salmo
 8:6, “Hicístele enseñorear de las obras de tus manos”. 8. (1 Corintios 15:27.) Porque en cuanto—Es decir que por
 cuanto Dios dijo en el Salmo 8 que sujetó “todas las cosas debajo de los pies de él” (el hombre), las cosas antes
 mencionadas, “nada dejó <” Como ninguna limtiación aparece en las sagradas escrituras, dichas “todas las cosas”
 deben incluír las celestiales así como las terrenales (1 Corintios 3:21, 22). mas aun—En la actualidad, todavía no vemos
 todas las cosas sujetadas, puestas debajo de los pies del hombre. 9. Empero—Todavía no vemos al hombre
 enseñoreándose de todas las cosas, sino “más bien a aquel < que fué hecho un poco menor que los ángeles” (Véase
 Lucas 22:43) lo vemos (por la fe: este verbo vemos es diferente del del v. 8, el que expresa la impresión que reciben
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 pasivamente los ojos de los objetos circunstantes; mientras que contemplamos o miramos, expresa la dirección y la intención
 deliberada de uno respecto de algo que trata de ver: así el griego en el 3:19 y 10:23), a saber, “a Jesús a causa del
 padecimiento de la muerte, de gloria y honra coronado”. Ya está coronado, invisible a nosotros, salvo por la fe; más
 adelante todas las cosas le quedarán sujetas visible y plenamente. La razón de su exaltación es “por haber sufrido él la
 muerte” (v. 10; Filipenses 2:8, 9). para que por gracia de Dios—(Tito 2:11; 3:4). La lección de Orígenes, “que él sin
 Dios” (es decir, haciendo a un lado su divinidad; o bien, a favor de todos menos Dios; o acaso aludiendo al haber sido
 “desamparado” temporalmente, como el cargador del pecado, por el Padre en la cruz) no está apoyada por los
 manuscritos. “Para que” se relaciona con “coronado de gloria”, y así su exaltación después de los padecimientos es el
 perfeccionamiento o consumación de su obra (v. 10) a nuestro favor; sin ella su muerte hubiera sido ineficaz; con ella y
 de ella, mana el resultado de que él gustara la muerte eficazmente por (a favor de, en bien de) todos los hombres. El está
 coronado como la Cabeza en el cielo de toda nuestra común humanidad, presentando su sangre como la defensa todo
 prevaleciente por nosotros. Esta coronación arriba hace aplicable su muerte a todo hombre individual (nótese bien el
 singular: no meramente “por todos los hombres”), 4:14; 9:24; 1 Juan 2:2. gustase la muerte—denota su sufrimiento
 personal de la muerte: muerte del cuerpo, y muerte (espiritual) del alma, al haber sido abandonado por el Padre.
 “Como el médico prueba, gusta, los remedios para animar al enfermo a tomarlos, así Cristo, cuando todos temían la
 muerte, a fin de persuadirlos a tener valor al hacerle frente, la gustó él mismo, aunque él no tenía necesidad
 [Crisóstomo.] (vv. 14, 15). 10. Porque—La razón por qué “la gracia de Dios” requería que Jesús “gustase la muerte”.
 convenía—el plan entero (no sólo no era derogatorio, ofensivo a Dios, sino que) era en alto grado propio y decoroso
 para Dios, aun cuando la incredulidad lo considera vergonzoso. [Bengel.] Es una respuesta a los judíos, a los cristianos
 hebreos, a todos los que impacientes por la demora del prometido advenimiento de la gloria de Cristo, estaban en
 peligro de la apostasía, tropezando en el Cristo crucificado. Los cristianos jerosolimitanos en particular estaban
 expuestos a este peligro. Este plan de la redención era tal que armoniza perfectamente con el amor, la justicia y la
 sabiduría de Dios. por cuya causa—a saber, de Dios el Padre (Romanos 11:36; 1 Corintios 8:6; Apocalipsis 4:11). En
 Colosenses 1:16, lo mismo se dice de Cristo. todas las cosas—El griego: “el universo de cosas”, “las cosas todas”. Por
 “Dios” emplea la perífrasis “aquel por cuya causa < por el cual son todas las cosas”, para señalar lo propio que era el
 sufrimiento de Cristo como la manera de su “perfeccionamiento” como “Autor (Capitán) de nuestra salvación”,
 puesto que la suya era la manera que plugo a aquel cuya voluntad y cuya gloria son el fin de todas las cosas, y por cuya
 operación todas las cosas subsisten. habiendo de llevar—El pretérito del griego: habiendo llevado como llevó, es decir,
 en su propósito electivo (véase “Sois hijos”, es decir, en los propósitos de él, Gálatas 4:6; Efesios 1:4), propósito que se
 realiza en Jesús, en su perfeccionamiento mediante sus aflicciones, padecimientos. muchos—(Mateo 20:28). “La
 Iglesia” (v. 12), “la asamblea general” (12:23). hijos—ya no hijos como bajo la ley del Antiguo Testamento, sino hijos
 por la adopción. a la gloria—para participar de la gloria de Cristo (v. 9; Juan 17:10, 22, 24; [PAG. 616] Romanos 8:21).
 La filiación, la santidad (v. 11), y la gloria, están inseparablemente unidas (2 Timoteo 2:10). La salvación presupone la
 destrucción, nuestra salvación de ella requiriendo los “sufrimientos” de Cristo. hiciese consumado—llevase a la gloria
 consumada, por medio de los padecimientos como camino ordenado que lleva a ella. “El que padece por otro, no sólo
 beneficia a aquél, sino que él mismo se pone más contento y más perfecto”. [Crisóstomo.] Llegando hasta el fin de las
 aflicciones y hasta la meta gloriosa: metáfora de los concursos de juegos públicos. Véase “Acabado es” (Lucas 24:26;
 Juan 19:30). Prefiero, con Calvino, entender “hacer perfecto como sacrificio consumado”: perfección legal y oficial, no
 moral, es el signifciado: “consagrar” (así se traduce el mismo griego en el 7:28) por la terminada expiación de su muerte
 como nuestro perfecto Sumo Sacerdote y así nuestro “Capitán de la salvación” (Lucas 13:32). Esto concuerda con el v.
 11, “el que santifica”, es decir, los consagra por el hecho de que él fué hecho ofrenda consagrada a favor de ellos. Así
 el 10:14, 29; Juan 17:19: por el perfeccionamiento de su consagración por ellos en su muerte, él perfecciona la
 consagración de ellos, y así abre de par en par el acceso a la gloria (10:19–21: el 5:9; 9:9 concuerdan con este sentido). al
 autor—Vale decir, Principe guiador; como Josué, no Moisés, guió al pueblo a la Tierra Santa, así nuestro Josué, Jesús,
 nos guiará a la herencia celestial (Hechos 13:39). El mismo vocablo griego está en el 12:2, “Autor de nuestra fe”. “Autor
 de la vida”, Hechos 3:15. “Principe y Salvador”, Hechos 5:31. El va delante de todos por su ejemplo, como es también
 el Originador de nuestra salvación. 11. el que santifica—Cristo, quien una vez por todas consagra a su pueblo a Dios
 (acercándolos a él en consecuencia, Judas 1) y a gloria eterna, con haberse consagrado por ellos, siendo hecho perfecto
 (como el sacrificio expiatorio de ellos) por medio del padecimiento (v. 10; 10:10, 14, 29; Juan 17:17, 19). Dios, por su
 amor electivo, por la obra acabada de Cristo, perfectamente los santifica al servicio de Dios y al cielo una vez por todas;
 después son progresivamente santificados por medio del Espíritu transformador. “La santificación es la gloria que obra
 en embrión; la gloria es la santificación nacida y manifestada”. [Alford]. los santificados—griego, “los que están
 siendo santificados”. (Véase el uso de “santificados” en 1 Corintios 7:14). de uno—de Dios, el Padre: no en el sentido
 en que él es Padre de todos los seres, como los ángeles, porque éstos están excluídos por el argumento (v. 16); pero él
 es Padre de sus hijos humanos espirituales: Cristo la Cabeza y hermano mayor, y su pueblo creyente, miembros de su
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 cuerpo, de su familia. Este y los versículos siguientes tienen por fin justificar el haber dicho él “muchos hijos” (v. 10).
 “De uno” no significa “de un padre Adán”, ni “de Abrahán”, como suponen Bengel y otros, porque la participación
 del Salvador de la bajeza de nuestra humanidad no se menciona hasta el v. 14, y entonces como consecuencia de lo que
 precede. Adem{s, “hijos de Dios”, según el uso de las Escrituras, es la dignidad obtenida por nuestra unión con Cristo;
 y nuestra fraternidad con él viene del hecho de que Dios es su Padre de él y el nuestro. La filiación de Cristo (por
 engendramiento) en relación con Dios, se refleja en la filiación (por la adopción) en sus hermanos. no se avergüenza—
 aunque él es Hijo de Dios, puesto que ellos ya obtuvieron por la adopción igual dignidad, de modo que su majestad
 no se compromete cùando él fraterniza con ellos (11:16). Un marcado rasgo del cristianismo es que unifica tan
 asombrosos contrastes como “nuestro hermano y nuestro Dios”. [Tholuck]. “Dios hace de los hijos de los hombres,
 hijos de Dios, porque Dios ha hecho del Hijo de Dios, hijo de hombre”. [Agustín, sobre el Salmo 2.] 12. (Salmo 22:22). El
 Mesías anuncia el nombre del Padre, no conocido plenamente como el Padre de Cristo, y por tanto Padre de ellos, sino
 después de la crucifixión (Juan 20:17), entre sus hermanos (“la Iglesia”, eso es, la congregación), para que ellos a la vez
 le alaben (Salmo 22:23). En el v. 22 del Salmo 22, que empieza con el clamor de Cristo, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué
 me has desamparado?” y detalla minuciosamente sus aflicciones, pasa de sus padecimientos a su triunfo,
 prefigurados en la experiencia de David. alabaré—como director del coro (Salmo 8:2). 13. confiaré en él—De la
 versión de los Setenta, Isaías 8:17, que precede al texto siguiente, “He aquí, yo y los hijos <” Se objeta a la expresión
 “y otra vez”, que comúnmente introduce una cita nueva, mientras que éste es uno y el mismo texto. Sin embargo, no
 vale la objeción, puesto que las dos proposiciones expresan distintas ideas. “Yo confiaré en él” expresa su confianza
 filial en Dios como su Padre, a quien huye de sus sufrimientos, y no sufre chasco; lo que imitan sus hermanos
 creyentes confiando sólo en el Padre por medio de Cristo, y no en sus propios méritos. “Cristo demostró esta confianza,
 no por sí mismo, puesto que él y su Padre son uno, sino por su propio pueblo” (v. 16). Cada auxilio nuevo que le era
 dado le aseguraba, como les asegura a ellos, la ayuda para el futuro, hasta que fuese ganada la victoria completa sobre
 la muerte y el infierno (Filipenses 1:16). [Bengel]. He aquí, yo y los hijos—(Isaías 8:18.) “Hijos” (v. 10), “hermanos” (v.
 12) y “niños” (v. 13, paidía, no huioí) expresan su derecho de propiedad sobre ellos desde la eternidad. Habla de ellos
 como niños, sin serlo ellos en realidad, pero así considerados en sus propósitos; y los presenta ante Dios el Padre para
 que sean glorificados juntamente con él. Isaías (que significa “salvación de Jehová”) representaba figurativamente al
 Mesías, que es a la vez Padre e Hijo, Isaías y Emanuel (Isaías 9:6). Expresa su resolución de confiar, él y sus hijos, no
 en el rey de Asiria como Acaz y los judíos, en contra de la confederación de Peka, de Israel, y Rezín, de Siria, sino en
 Jehová; y luego predice la liberación de Judá por Dios, en lenguaje que encuentra su plena realización de tipo sólo en
 la liberación mucho más grande por el Mesías. Cristo el Profeta antitípico, asimismo, en lugar de los objetos de
 confianza humanos de su edad, confía él mismo, y con él los hijos de Dios el Padre (que son por tanto hijos de él, y así
 los antitípicos hijos de Isaías, aunque son tenidos aquí por “hermanos” de él: véase “Padre”, Isaías 9:6; y “su
 simiente”, 53:10), guiados por él, confían plenamente en Dios para la salvación. Las palabras y hechos de todos los
 profetas cumplen su tipo en el gran Profeta [PAG. 617] (Apocalipsis 19:10), así como su oficio real está representado
 típicamente en el de los reyes teocráticos; y su oficio sacerdotal lo está en los tipos y ritos del sacerdocio aarónico. 14.
 El que fué manifestado ser “Capitán (Guía, Jefe) de la salvación” para los “muchos hijos”, confiando y sufriendo como
 ellos, debe por tanto venir a ser hombre como ellos, para que su muerte sea eficaz para ellos [Alford]. los hijos—Paidia,
 niños (v. 13), existentes en su eterno propósito, no en efecto. participaron—Han sido participantes, todos en común, en
 el propósito de él. de carne y sangre—Los manuscristos más antiguos tienen “sangre y carne”. El elemento interior y
 más importante, la sangre, como vehículo más inmediato del alma, se pone antes del elemento más palpable, la carne;
 también, con referencia al vertimiento de la sangre de Cristo, para consumar el cual él entró en comunión con nuestra
 vida corpórea. “La vida de la carne está en la sangre; es la sangre la que hace propiciación por el alma” (Levítico 17:11).
 él también—paraplesios, de un modo algo parecido, no del todo de la misma manera; porque él, al desigual de ellos, fué
 concebido y nació sin pecado (4:15). De manera semejante, no en mera semejanza de cuerpo, como enseñaban los
 herejes docetistas. participó—La herencia perdida era (según la ley judaica) rescatada por el pariente más cercano; así
 Jesús vino a ser nuestro pariente más cercano por su humanidad asumida, a fin de ser nuestro Redentor. para … por
 la muerte—que no podría haber sufrido como Dios, sino sólo haciéndose hombre. No por la omnipotencia sino “por
 su muerte” (así el griego) venció la muerte. “Jesús, sufriendo la muerte, venció; Satanás, sembrando la muerte,
 sucumbió” [Bengel]. Así como David cortó la cabeza a Goliat con la misma espada del gigante con la cual éste solía
 ganarse las victorias. Viniendo para redimir al hombre, Cristo se hizo en cierto sentido el lazo para destruír al diablo;
 porque en él había su humanidad para atraer hacia sí al devorador, su divinidad para traspasarlo, su aparente
 debilidad para provocarlo, poder escondido para fulminar al hambriento destruidor. Dice el epigrama latino: “Mors
 mortis morti mortem nisi morte tulisset, Aeternae vitae janua clausa foret”. Si la muerte mediante la muerte no hubiese
 llevado a muerte la muerte de la muerte, la puerta de la vida eterna hubiera sido cerrada. destruir—es decir, “hacer
 impotente”, quitarle todo el poder de dañar a su pueblo. “Para hacer cesar al enemigo, y al que se venga” (Salmo 8:2).
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 El mismo verbo griego se emplea en 2 Timoteo 1:10: “Abolió la muerte”. No hay muerte ya para los creyentes. Cristo
 implanta en ellos simiente inmortal, el germen de la inmortalidad celestial, aunque los creyentes tienen que sufrir la
 muerte natural. imperio—poder; Satanás es, “fuerte” (Mateo 12:29). de la muerte—denota que la muerte misma es un
 poder que, una vez extraña a la naturaleza humana, ahora se enseñorea de ella (Romanos 5:12; 6:9). El poder que la
 muerte tiene lo maneja Satanás. El autor del pecado es el autor de las consecuencias del pecado. Compárese “toda
 fuerza del enemigo” (Lucas 10:19). Satanás adquirió sobre el hombre (por la ley de Dios, Génesis 2:17; Romanos 6:23)
 el poder de la muerte mediante el pecado del hombre, siendo la muerte el verdugo del pecado, y el hombre le
 “cautivo lícito” de Satanás. Jesús, muriendo, ha hecho suyo aquel morir (Romanos 14:9), y así ha quitado la presa al
 poderoso. El poder de la muerte era manifiesto; quien manejaba dicho poder, escondido bajo el mismo, se declara
 aquí, a saber, Satanás. “Por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo” (Sabiduría 2:24). 15. temor de la
 muerte—aun antes de experimentar su poder efectivo. por toda la vida—Tal vida apenas puede llamarse vida.
 sujetos a servidumbre—es decir, “súbditos de servidumbre”; no meramente expuestos a ella, sino encadenados en ella
 (Romanos 8:15; Gálatas 5:1). Compárese con esta servidumbre, la gloria de “hijos” (v. 10) “La servidumbre”, dice
 Aristóteles’ “es vivir como uno no elige; “la libertad, vivir como uno escoge”. Cristo, al librarnos de la maldición
 divina contra nuestro pecado, ha quitado a la muerte todo aquello que la hacía formidable. La muerte, vista aparte de
 Cristo, no puede sino horrorizar al pecador si éste se atreve a pensar en ella. 16. ciertamente—griego, “Porque como
 todos sabemos”; “porque como sin duda concederéis”. Pablo probablemente se refiere a Isaías 41:8; Jeremías 31:32,
 versión de los Setenta, textos por los cuales los judíos bien sabrían que lo que aquí está afirmado respecto del Mesías
 era lo que los profetas les hicieron esperar. no tomó—más bien, “No es a los ángeles a quienes está ayudando (tiempo
 presente, que indica duración), sino es a la simiente de Abrahán a la que está ayudando”. El verbo significa ayudar a
 uno tomándolo de la mano, como se dice en 8:9; así corresponde a socorrer (v. 18) y a librar (v 15): no “a los ángeles”,
 que no tienen carne ni sangre, sino a los hijos, que sí las tienen: él los sostiene con su mano para ayudarlos, mediante
 su participación de las mismas (v. 14). Sea cual fuere el efecto de la obra de Cristo sobre los ángeles, no les extiende la
 mano para ayudarlos con sufrir él en la naturaleza de ellos para librarlos de la muerte, como en el caso nuestro sí.
 simiente de Abraham—Trata la redención de Cristo (en obsequio a los hebreos, a quienes se dirige y como suficiente
 para su propósito inmediato) con referencia a la simiente de Abrahán, la nación judía, en primer término; no que
 excluya a los gentiles (v. 9, “por todos”), los que son, si son creyentes, espiritualmente simiente de Abrahán (véase el
 v. 12; Salmo 22:22, 25, 27), sino referencia directa a ellos, como en Romanos 4:11, 12, 16; Gálatas 3:7, 14, 28, 29, no
 vendría al caso en el presente argumento. Es el mismo argumento que usa Mateo apoyando el que Jesús es el Cristo al
 escribir su evangelio para los hebreos, trazando la genealogía de Jesús desde Abrahán, el padre de los judíos y aquel a
 quien fueron dadas las promesas, de las cuales los judíos en especial se enorgullecían (Romanos 9:4, 5). 17. Por lo
 cual—Griego, “de donde”, como en el discurso de Pablo en Hechos 26:19. en todo—en todas las cosas incidentales al
 ser humano: nacer, ser alimentado, desarrollarse, sufrir. El pecado no es, en la constitución original del hombre, un
 acompañante necesario del ser humano; él pues no tuvo pecado. debía—por la necesidad moral, en atención a lo que
 la justicia y el amor de Dios requerían de él como Mediador (5:3), [PAG. 618] oficio que él voluntariamente había
 asumido a fin de “ayudar” al hombre (v. 16). sus hermanos—(v. 11)—“La simiente de Abrahán” (v. 16), y así también
 la simiente espiritual, sus elegidos de entre toda la humanidad. venir a ser … Pontífice—Fué llamado pontífice, sumo
 sacerdote, “hecho perfecto por lo que sufrió” (v. 10; 5:8–10). Lo fué hecho en efecto cuando penetró dentro del velo, de
 donde procede su constante intercesión sacerdotal a nuestro favor. Su muerte, como hombre, debe intervenir primero
 para que la introducción de la sangre en el lugar santo celestial siguiese, en lo que consiste la expiación de sumo
 sacerdote. misericordioso—al “pueblo”, que merecía la ira a causa de los “pecados”. La misericordia es el primer
 requisito del sacerdote, dado que su oficio es para ayudar a los desgraciados y levantar a los caídos: tal misericordia se
 hallará con más probabilidad en uno que tenga sentimiento piadoso para con los afligidos, afligido alguna vez él
 mismo (4:15); no que al Hijo de Dios le faltara ser enseñado a ser misericordioso por el sufrimiento, pero a fin de
 salvarnos él debió asumir nuestra condición humana con todas las aflicciones, haciéndose así apto por la condolencia
 experimental con nosotros, para ser nuestro compasivo Sumo Sacerdote, y asegurándonos su absoluta simpatía con
 nosotros en toda nuestra tristeza. Así observa Calvino en general sobre este punto. fiel—fiel a Dios (3:5, 6) y al
 hombre (10:23) en el oficio de mediador que ha emprendido. Pontífice—(Sumo Sacerdote) que no lo fué Moisés, aun
 cuando fué fiel. Sólo en el Salmo 110, Zacarías 6:13 y en esta Epístola es Cristo llamado expresamente Sacerdote. En
 ésta sola se discute ex profeso su sacerdocio; por lo cual es evidente cuán necesario es este libro en el Nuevo
 Testamento. En el Salmo 110 y en Zacarías 6:13 está también la mención del reino de Cristo, mentado muy a menudo
 en otras partes sin el sacerdocio. Sobre la cruz, donde como Sacerdote ofreció el sacrificio, tuvo inscripto el título de
 “Rey” [Bengel]. para expiar los pecados—El griego, “hacer propiciación respecto del pecado”. Es la justicia divina la
 que debe ser “propiciada”; por lo tanto, para que no se pensara que el sacrificio de Cristo, o los sacrificios legales,
 tipos de aquél, fuesen antecedentes de la gracia y amor de Cristo, ni aquél ni éstos se dice en el Antiguo Testamento ni
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 en el Nuevo que hayan “propiciado” a Dios; de otro modo se podría haber pensado que los sacrificios de Cristo
 hubiesen inducido a Dios a amar y a apiadarse del hombre, y no lo contrario (que es la realidad), que su amor ha
 originado el sacrificio de Cristo por medio del que la divina justicia y el divino amor se armonizan. Por medio de aquel
 sacrificio el pecador llega a gozar el favor de Dios, perdido por el pecado; de modo que su súplica propia es: “Dios, sé
 propicio (así el griego) a mí el pecador” (Lucas 18:13). Los pecados traen la muerte y el “temor de la muerte” (2:15).
 Cristo mismo no tuvo pecado, e “hizo reconciliación por la iniquidad” de todos los demás (Daniel 9:24). del pueblo—
 “la simiente de Abrahán” (v. 16); el Israel literal primero, y luego (en los designios de Dios), por medio de Israel, los
 gentiles creyentes, el Israel espiritual (1 Pedro 2:10). 18. Porque—la explicación de cómo el que él fuera hecho como sus
 hermanos en todo, le ha hecho misericordioso y fiel Sumo Sacerdote para nosotros (v. 17). en cuanto—griego “en lo que …
 padeció”, en ello puede socorrer. Habiendo sido tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados en la misma
 tentación; y por cuanto “fué tentado (probado y afligido) en todo”, en todos los puntos, puede (por el poder de la
 simpatía) socorrernos en todas las posibles tentaciones y pruebas comunes al hombre (4:16; 5:2). El es el Salomón
 antitípico, que tiene para cada grano de la simiente de Abrahán (innumerables como la arena del mar), “anchura de
 corazón como la arena que está a la orilla del mar” (1 Reyes 4:29). “No sólo como divino conoce nuestras pruebas, sino
 también como hombre las conoce por el sentir de la experiencia”.

 CAPITULO 3

      Vers. 1–19. EL HIJO DE DIOS ES MAYOR QUE MOISES, POR TANTO LA INCREDULIDAD HACIA EL
 MERECE MAS GRAVE CASTIGO DEL QUE TOCO A LOS ISRAELITAS INFIELES EN EL DESIERTO. Como Moisés
 fué en especial el profeta por el cual “Dios en otro tiempo habló a los padres”, siendo el mediador de la ley, Pablo cree
 necesario ahora demostrar que, por grande que era Moisés, el Hijo de Dios es más grande. Observa Ebrard en Alford:
 El ángel del pacto vino en el nombre de Dios ante Israel; Moisés en el nombre de Israel, ante Dios; mientras que el
 Sumo Sacerdote vino tanto en el nombre de Dios (llevando el nombre de JEHOVA en la frente) ante Israel, como en el
 nombre de Israel (llevando sobre el pecho el nombre de las doce tribus) ante Dios (Exodo 28:9–29, 36, 38). Cristo es
 superior a los ángeles, según los capítulos 1 y 2, porque (1) como Hijo de Dios es superior; y (2) porque la humanidad,
 en el principio inferior a los ángeles, queda en Cristo exaltada sobre los ángeles hasta el “señorío del mundo
 venidero”, por cuanto él es a la vez Mensajero de Dios a los hombres y de parte de los hombres ante Dios, es
 Sacerdote representativo propiciatorio (2:17, 18). Paralelo con este argumento de su superioridad a los ángeles (1:4)
 está lo siguiente respecto de su superioridad a Moisés (v. 3): (1) Porque como hijo sobre la casa es superior al siervo en
 la casa (vv. 5, 6), así como los ángeles son espíritus servidores (1:14), mientras que él es el Hijo (vv. 7, 8); (2) porque la
 introducción de Israel en la tierra prometida, que no fué acabada por Moisés, es llevada a cabo por Cristo (4:1–11), por
 ser él no meramente jefe y legislador como Moisés, sino también Sumo Sacerdote propiciador (4:14; 5:10). 1. Por
 tanto—griego, “De donde”, visto que tenemos a un Ayudador tan compasivo, debéis “considerar
 atentamente”<“contemplar”; fijar los ojos y la mente en él a fin de aprovechar la contemplación (12:2). Este vocablo
 lo usa a menudo Lucas, compañero de Pablo (Lucas 12:24, 27). hermanos—en Cristo, el vínculo común de unión.
 participantes—“del Espíritu Santo.” vocación celestial—que nos viene del cielo y nos lleva al cielo, su procedencia.
 Filipenses 3:14, “la soberana vocación”; griego, “la vocación arriba”, eso es, celestial. al Apóstol y Pontífice de nuestra
 profesión—Hay un solo artículo con ambos sustantivos: “al que es a la vez Apóstol y Sumo Sacerdote”: Apóstol,
 Embajador (título [PAG. 619] superior a “{ngel”, mensajero) enviado del Padre (Juan 20:21), para defender la causa de
 Dios para con nosotros; Sumo Sacerdote como para defender nuestra causa ante Dios. Su apostolado y su pontificado se
 comprenden ambos en un solo título, Mediador. [Bengel]. Aunque el título de “Apóstol” no se usa en otra parte en
 relación a Cristo, viene bien aquí en palabras dirigidas a hebreos, los que aplicaban el término a los delegados
 enviados por el sumo sacerdote para cobrar el impuesto del templo a judíos residentes en el exterior, así como Cristo
 era Delegado del Padre enviado lejos a este mundo (Mateo 21:37). Asimismo, lo que se le aplica a él, se aplica también
 a su pueblo; los doce se llaman apóstoles de Cristo, como él lo es del Padre (Juan 20:21). Conviene evitarle aquí la
 designación de “ángel”, a fin de distinguir su naturaleza de la de ángeles, antes discutida, aunque él es “el Angel del
 pacto”. El “legado de la Iglesia” (Sheliach Tsibbur) ofrecía las oraciones en la sinagoga en nombre de todos y por todos.
 Así Jesús, “el Apóstol de nuestra profesión” es delegado para interceder por la Iglesia ante el Padre. La frase “de
 nuestra profesión” indica que no es del ritual legal sino de nuestra fe cristiana que él es el Sumo Sacerdote. Pablo lo
 compara como Apóstol a Moisés; como Sumo Sacerdote, a Aarón. El solo tiene los dos oficios combinados, y en grado
 más eminente que cualquiera de los dos: oficios que los hermanos tienen por separado. “Profesión” o “confesión”
 corresponde al hecho de que Dios nos ha hablado por su Hijo, enviado como Apóstol y Sumo Sacerdote. Lo que Dios
 proclama, lo confesamos. 2. Primero él nota los rasgos de semejanza entre Moisés y Cristo, a fin de aplacar a los
 cristianos hebreos aludidos, los cuales conservaban aún altísima opinión de Moisés. es fiel—Cristo fué fiel y lo es
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 todavía como nuestro Sumo Sacerdote mediador, fiel en el cargo que Dios le confió (2:17). Así Moisés en la casa de Dios
 (Números 12:7) le constituyó—“le hizo” Sumo Sacerdote: entendido por el contexto. El griego es “hizo”; así en el 5:5; 1
 Samuel 12:6, marginal; Hechos 2:36; así los padres griegos. No como Alford, con Ambrosio y los latinos: “lo creó”, eso
 es, como hombre, en su encarnación. La semejanza de Moisés al Mesías fué predicha por Moisés mismo
 (Deuteronomio 18:15). Otros profetas sólo explicaron a Moisés, el que en este respecto fué superior a ellos; pero Cristo
 fué semejante a Moisés, y con todo superior. 3. Porque—asignando la razón por qué ellos debían considerar
 atentamente a “Cristo” (v. 1), por lo altamente que estiman a Moisés, quien se le asemejaba en fidelidad” (v. 3). es
 estimado—griego, “ha sido estimado”. tanto mayor gloria … digno—por Dios, cuando lo exaltó a su diestra. Los
 cristianos hebreos admitían ese hecho (1:13). la fabricó—“La preparó”, o “la estableció” [Alford]. El verbo griego se
 usa a propósito en preferencia a “edificó”, a fin de señalar que se significa no una casa literal sino una espiritual: la
 Iglesia tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento; y que la edificación de tal casa incluye todas las
 disposiciones de providencia y de gracia que hacían falta para proveerla de “piedras vivas” y de “siervos” indicados.
 Así como Cristo el Fundador y Establecedor (en el Antiguo Testamento así como en el Nuevo) es mayor que la casa
 así establecida, inclusive los siervos, él es también mayor que Moisés, quien no fué sino “siervo”. Moisés, como siervo,
 es parte de la casa, y menos que la casa: Cristo, como Creador Instrumental de todas las cosas, debe ser Dios, y así
 mayor que la casa, de la que Moisés no es sino una parte. La gloria es el resultado del honor, dignidad. 4. Debe haber
 quien establezca toda casa: Moisés no fué quien estableció la casa, sino que fué una porción de ella (pero el que
 estableció todas las cosas y por tanto, la referida casa espiritual es Dios). Cristo, siendo instrumentalmente el
 Establecedor de todas las cosas, debe ser el Establecedor de la casa, y así es mayor que Moisés. 5. fiel sobre toda su
 casa—es decir, la casa de Dios (v. 4). siervo—No aquí el griego por “esclavo”, sino “servidor acompañante”; que indica
 el alto oficio de Moisés ante Dios, inferior a Cristo, especie de administrador. para testificar—griego, “para testimonio”,
 para que diera en sus instituciones típicas “testimonio” a Israel de “lo que se había de decir” después por Cristo
 acerca del evangelio (8:5; 9:8, 23; 10:1). 6. Mas Cristo—fué y es fiel (v. 2) como Hijo sobre la casa de él; no su casa, la
 casa de Dios (v. 4); y por tanto, como se infiere que es uno con el Padre, sobre su propia casa. Así el 10:21: “Sumo
 Sacerdote sobre la casa de Dios”. Cristo entra en la casa del Padre como Señor de la casa; Moisés entra como siervo (en
 ella, vv. 2, 5). [Crisóstomo]. Un embajador en la ausencia del rey es muy distinguido; en la presencia del rey vuelve a
 ser uno entre muchos. [Bengel]. la cual casa somos—Pablo y sus lectores hebreos. Los mejores manuscritos: “cuya
 casa (casa de quien) somos”. si retuviéremos … esperanza—la nuestra. Por cuanto todas las cosas buenas nuestras
 reposan en la esperanza, debemos mantener nuestras esperanzas como para regocijarnos en ellas ya, como si
 estuviesen ya realizadas. [Crisóstomo]. hasta el cabo … firme—Omitidas en Lucifer y Ambrosio y en un manuscrito
 antiguo; constan en los mejores. 7. Una exhortación (Salmo 95), a no perder, por incredulidad, la participación en la
 casa espiritual. Por lo cual—viendo que somos la casa de Dios si mantenemos nuestra confianza < (v. 6). Jesús es fiel;
 no seáis infieles vosotros (vv. 2, 12). La oración que principia con “por lo cual”, interrumpida por el paréntesis que
 confirma el argumento del Salmo 95, se completa en el v. 12: “Mirad, hermanos <” dice el Espíritu—por el salmista a
 quien inspiró, de modo que las palabras del profeta son palabras de Dios mismo. Si oyereis—obedientemente. hoy—
 al fin; en el día de David, en contraste con el día de Moisés, y siempre después; mientras eran desobedientes contra la
 voz de Dios como, por ejemplo, en el desierto (v. 8). El Salmo, cada vez que se emplee en el culto público, significará
 por “hoy” el día particular cuando se usa. su voz—de gracia. 8. No endurezcáis …—Esta frase se usa aquí como acto
 de hombre mismo; comúnmente es acto de Dios (Romanos 9:18). Cuando se habla del hombre como agente, se usa más
 bien la frase “endurecer la cerviz”, o “la espalda” (Nehemías 9:17). provocación … tentación—Massah—meribah:
 traducción marginal, “tentación < contención”, o “contienda” (Exodo 17:1–7). Ambos vocablos significan la
 murmuración [PAG. 620] del pueblo contra el Señor en Refidim por falta de agua. La primera ofensa debe ser evitada
 particularmente, y se reprende con severidad porque es capaz de producir otras muchas más. Números 20:1–13 y
 Deuteronomio 33:8 mencionan una segunda ocasión similar en el desierto de Sin, cerca de Cades, también llamado
 Meriba. en el día—griego; “según el día <” 9. Donde—en el desierto. me tentaron … me probaron—Los manuscritos
 más antiguos rezan: “me tentaron en (por medio de) la población”, experimentando conmigo por ver si yo podía o quería
 liberarlos, dudándolo. vieron mis obras cuarenta años—Vieron, sin ser por eso llevados al arrepentimiento, mis obras
 de poder, que en parte prestaban ayuda milagrosa y en parte ejecutaban venganza, durante cuarenta años. Los
 “cuarenta años” unidos en el hebreo y en la versión de los Setenta y en el v. 17 con “me enemisté” (“me enojé”), aquí
 van unidos con “vieron”. Ambas cosas son verdad; pues durante los mismos cuarenta años cuando tentaban a Dios
 por la incredulidad, no obstante ver las obras milagrosas de Dios, Dios era afligido. La leccion que se trata de enseñar
 a los cristianos hebreos es que el “hoy” de ellos ha de durar sólo entre la primera predicación del evangelio y la
 inminente destrucción de Jerusalén, a saber: cuarenta años; precisamente el número de años de la peregrinación de
 Israel en el desierto, hasta que la plena medida de su culpabilidad se hubiera cumplido y los rebeldes fueran
 derribados. 10. me enemisté—Fuí disgustado, me enojé (Levítico 26:24, 28). esta generación—Así los manuscritos más
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 antiguos. La lección “aquella generación” denota distanciamiento o enemistad. dije—en mi disgusto, por su primera
 ofensa. Subsecuentemente, cuando endurecieron aun más el corazón en la incredulidad, juró en su ira (v. 11); una
 graduación ascendente (véase vv. 17, 18). Y no han conocido—“ellos mismos” (así el griego); percibieron que yo estaba
 disgustado; sin embargo, ellos, las mismas personas, por nada quisieron conocer mis caminos [Bengel]; véase “Pero
 ellos”, Salmo 106:43. mis caminos—no los conocieron en la práctica y obediencia, caminos en que yo quería que
 caminasen para que alcanzasen mi descanso (Exodo 18:20). 11. Juré—Bengel observa que el juramento precedió los
 cuarenta años. pues—griego “Como juré”. No entrarán—es decir, “Si es que entrarán <” (Dios me haga así y más, si
 entrasen <” véase 2 Samuel 3:35). El griego es similar en Marcos 8:12. mi reposo—Canaán, en primer orden, después
 de las peregrinaciones en el desierto, aun cuando allí nunca lo gozaron plenamente; de lo que se entiende que la
 amonestación abarcaba más que la exclusión de los infieles de la literal tierra de reposo, y que el reposo prometido a
 los creyentes en toda la plena bienaventuranza era, y es, aún futuro. Los textos, Salmo 25:13; 37:9, 11, 22, 29 y la
 bienaventuranza de Cristo mismo (Mateo 5:5) concuerdan todos en esto. 12. Mirad—léase con “por lo cual” del v. 7.
 [no] haya—El indicativo en el griego, lo que denota no meramente una posible contingencia, sino que hay razón por
 qué creer que así será. en ninguno de vosotros—No sólo deberían estar apercibidos en general, sino que deberían estar
 tan preocupados cada miembro por la seguridad del otro, a fin de que ninguno pereciese por la negligencia de ellos.
 [Calvino]. corazón—No debe ponerse confianza en el corazón: v. 10: “siempre divagan ellos de corazón”.
 incredulidad—infidelidad. Cristo es fiel; por lo tanto, dice Pablo a los hebreos, no debemos ser infieles como nuestros
 padres bajo Moisés. apartarse—lo opuesto de “lleguémonos” del 4:16. Dios castiga a tales apóstatas de la misma
 manera: se aparta de ellos: la peor desgracia. Dios vivo—viviente, real: la característica distintiva del Dios de Israel,
 no como los dioses inertes de los paganos: uno, pues, cuyas amenazas son horribles realidades. El apostatar de Cristo
 es apostatar de Dios (2:3). 13. exhortaos—cada uno a sí mismo y a su prójimo. cada día—día por día. entre tanto que
 se dice Hoy—mientras dure el “hoy” (el día de la gracia, Lucas 4:21, antes de la llegada del día de gloria y de juicio a
 la venida de Cristo, 10:25, 37). Mañana es el día cuando trabajarán los ociosos y los necios se arrepentirán. Mañana es
 el hoy de Satanás; no le importa cuán buenas resoluciones adoptéis, siempre que sean para mañana. ninguno de
 vosotros—“vosotros” es enfático, en distinción de “vuestros padres (v. 9). “Para que de entre vosotros ninguno (así el
 orden griego de los mejores manuscritos) sea endurecido” (v. 8). engaño—que haga que “erréis en vuestros
 corazones”. de pecado—de la incredulidad. 14. Porque—subrayando el v. 12. participantes de Cristo—(Véanse vv. 1,
 6.) También “partícipes del Espíritu Santo” (6:4). conservemos—griego, “tengamos bien asido”. el principio …
 conifanza—eso es: la confianza (es decir, la confianza substancial, sólida) de la fe que hemos comenzado (6:11; 12:2).
 El cristiano mientras no sea hecho perfecto, se considera principiante [Bengel]. hasta el fin—hasta la venida de Cristo
 (12:2). 15. Entre tanto que se dice—enlazado con el v. 13, “exhortaos entre tanto < hoy”; “porque (v. 14) fuimos
 hechos participantes,” forma un paréntesis. “Depende del todo de vosotros mismos que la invitación del Salmo 95 no
 sea meramente una invitación, sino también en efecto un gozo”. Alford, traduce: “Por cuanto se dice <”, opinando
 que el v. 15 es una prueba de que debemos “conservar firme la confianza hasta el fin <” para poder ser “participantes
 de Cristo”. 16. Porque algunos—griego, “Porque ¿quiénes..: interrogación como en los vv. 17, 18: “Quiénes eran
 aquellos que oyeron (refiriéndose a “si oyereis”, v. 15) y provocaron” a Dios? El “porque” denota que debemos mirar,
 cuidarnos de la incredulidad: porque ¿no fué a causa de la incredulidad que todos nuestros padres fueron excluídos
 (Ezequiel 2:3)? “Algunos” y “no todos” sería una manera débil de exponer el argumento, cuando el objetivo es de
 demostrar la universalidad de aquel mal. No meramente algunos sino todos los israelitas porque la sola excepción de
 Josué y Caleb apenas se tomaría en cuenta en una declaración tan general. Asimismo los vv. 17, 18 son interrogativos:
 (1) El principio de la provocación en el desierto a poco de salir de Egipto (v. 16); (2) los cuarenta años de provocación
 en el desierto (v. 17); (3) la denegación de la entrada en la tierra de reposo (v. 18). Véase 1 Corintios 10:5, “con la
 mayoría de ellos se desagradó Dios”. no todos—Léase: “Pero ¿no provocaron todos los que salieron de Egipto?”
 (Exodo 17:1, 2) con Moisés—por la instrumentalidad de Moisés, [PAG. 621] el jefe de ellos. 17. Mas—no “pero” sino
 “además”; conjunción ilativa, no adversativa; extiende el pensamiento del v. 16. cuerpos—es decir, “extremidades”, lo
 que significa que cayeron desmembrados. 18. no obedecieron—la incredulidad práctica. 19. no pudieron entrar—
 aunque deseaban hacerlo.

 CAPITULO 4

     Ver. 1–16. LA PROMESA DEL REPOSO DE DIOS SE REALIZA PLENAMENTE EN CRISTO: ESFORCEMONOS
 A ALCANZARLO POR MEDIO DE EL, NUESTRO COMPASIVO SUMO SACERDOTE. 1. Temamos—no con servil
 terror, sino con piadoso “temor y temblor” (Filipenses 2:12). Dado que muchos han caído (3:17–19), tenemos razón por
 qué temer. quedando aún—a nosotros, después que los otros, por descuido, la perdieron. en su reposo—el reposo
 celestial de Dios, del que Canaán es el tipo. El “hoy” continúa aún y mientras tanto, existe el peligro de no alcanzar el
La gloria del Dios tres veces santo en la Epístola a los Hebreos
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La gloria del Dios tres veces santo en la Epístola a los Hebreos

  • 1. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLA A LOS HEBREO 1 COMENTARIO EXEGETICO Y EXPLICATIVO DE LA BIBLIA TOMO II: EL NUEVO TESTAMENTO POR Roberto Jamieson A. R. Fausset David Brown
  • 2. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLA A LOS HEBREO 2 LA EPISTOLA DEL APOSTOL PABLO A LOS HEBREOS INTRODUCCION CANONICIDAD Y AUTENTICIDAD LITERARIA—Clemente de Roma, a fines del primer siglo de nuestra era, la usa extensamente, adoptando las palabras de ésta en la misma manera que las de los demás libros del Nuevo Testamento, sin dar a ninguno, es cierto, el término de “Escritura”, el que reserva para el Antiguo Testamento (no estando aún establecido formalmente el canon del Nuevo Testamento), pero es cierto también que no le da categoría inferior a las demás Epístolas reconocidas del Nuevo Testamento. Como nuestra Epístola se atribuye autoridad por parte del escritor, el hecho de que Clemente adopta porciones de ella virtualmente viene a ser el reconocimiento de esta autoridad, y esto en la misma época apostólica. Justino Mártir la cita como divinamente autorizada, para establecer los títulos de “apóstol”, así como de “ángel,” como se aplica al Hijo de Dios. Clemente de Alejandría la refiere expresamente a Pablo, basándose en Panteno, jefe de la escuela de catecúmenos de Alejandría a mediados del siglo segundo, diciendo que, como a Jesús se le intitula en ella el “apóstol” enviado a los hebreos, Pablo, por su humildad, no se llama apóstol de los hebreos, siendo como era apóstol a los gentiles. Clemente también dice que Pablo, por cuanto los hebreos estaban predispuestos en su contra, prudentemente omite poner su nombre en el encabezamiento; además, que fué escrita originalmente en hebreo para los hebreos, y que Lucas la tradujo al griego para los griegos; de ahí que el estilo es parecido al de Los Hechos. Cita frecuentemente, sin embargo, las palabras de la Epístola existente en griego como palabras de San Pablo. Orígenes, asimismo, la cita como Epístola de San Pablo. Sin embargo, en sus homilías, él considera que el estilo es distinto del empleado por Pablo y como “más helenista”, pero que el pensamiento es el del apóstol; agregando que “los antiguos que transmitieron la tradición del origen literario paulino debieron tener buena razón para hacerlo, aunque Dios solo sabe con certeza quién fué en realidad el escritor” (es decir, el que “transcribió” los pensamientos del apóstol). En la Iglesia africana, al principio del tercer siglo, Tertuliano se la atribuye a Bernabé. Ireneo, obispo de Lyon, está mencionado en Eusebio como citando esta Epístola pero sin adjudicársela expresamente a Pablo. Más o menos en la misma época, Cayo, obispo de la Iglesia de Roma, menciona solamente trece Epístolas de Pablo mientras que, si la Epístola de los Hebreos se incluyese, serían catorce. Así también el fragmento del canon del fin del segundo siglo o del principio del tercero, publicado por Muratori, aparentemente omite mención de ella. Tampoco la reconoció la Iglesia latina como escrita por Pablo sino hasta bastante tiempo después del comienzo del siglo tercero. Así también Novaciano de Roma, Cipriano de Cartago, y Victorino, también de la Iglesia latina. Pero en el siglo cuarto, Hilario de Poitiers (año 368), Lúcifer de Cagliari (año 371), Ambrosio de Milano (año 397) [PAG. 607] y otros latinos la citan como paulina; y el quinto Concilio de Cartago (año 419) formalmente la reconoce entre las catorce Epístolas de Pablo. Tocante a la similitud de estilo al de los escritos de San Lucas, ésta se debe al hecho de que él había sido por tanto tiempo compañero de Pablo. Crisóstomo, comparando a Lucas y Marcos, dice: “Cada uno imitaba a su maestro: Lucas a Pablo, quien fluía cual río desbordante; Marcos imitaba a Pedro, quien estudió la brevedad de estilo.” Además, hay aparente en esta Epístola mayor predominancia de sentimiento judaico y mayor conocimiento de las peculiaridades de las escuelas de pensamiento judaicas que en los escritos de Lucas. No hay ninguna evidencia clara para atribuirle a él la redacción de la Epístola, ni tampoco a Apolos, a quien apoya Alford como el autor. Las razones alegadas a favor de esta idea son la supuesta fraseología alejandrina y los modos de pensamiento de la Epístola. Pero éstos son tales como cualquier judío palestino hubiera podido emplear; y Pablo, por su instrucción hebreo helénica en Jerusalén y Tarso, conocería los modos de pensamiento de Filón, todos los cuales modos de pensamiento no se derivan, como algunos piensan, necesariamente de su preparación alejandrina sino también de su educación judaica. Sería bien improbable que la Iglesia alejandrina hubiera declarado tan indubitablemente la autenticidad literaria paulina, si Apolos, su propio compatriota, hubiese sido en realidad el autor. La elocuencia del estilo y la retórica son características de Apolos en Corinto mientras que Pablo en ésa habló con palabras que carecían de la sabiduría humana, sin duda adaptándose a propósito a las mentes de aquellos a quienes se dirige en esta Epístola. A los griegos de Corinto, que estaban en peligro de idolatrar la elocuencia y sabiduría humanas, escribe en estilo sin adornos, a fin de hacer que se fijen más en el evangelio mismo. Pero los hebreos no estaban en semejante peligro. Y su preparación hebreo helénica le facilitaría el escribir en un estilo agradable a los hebreos de Alejandría, donde la filosofía griega se había confundido con el judaísmo. La versión de los Setenta (la Septuaginta) hecha en Alejandría, había formado el eslabón de enlace entre éste y aquélla; y es notable el que todas las citas del Antiguo Testamento, menos dos (10:30; 13:5), son de la versión de los Setenta. El hecho de que las peculiaridades de la versión de los Setenta están entretejidas en el argumento, comprueba que la Epístola griega está en su forma original y que no es una traducción; de haber sido originalmente hebrea, las citas hubieran sido del hebreo del Antiguo Testamento. Se llega a la misma conclusión
  • 3. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLA A LOS HEBREO 3 tomando en cuenta los juegos de palabras homófonas griegas, las aliteraciones, y los períodos rítmicamente construídos, Calvino observa que, si la Epístola hubiese sido escrita en hebreo, los versículos 15–17 del capítulo nueve hubieran perdido todo su valor, el cual consiste en el juego hecho sobre el doble significado en el griego de diathéke, “convenio” o “testamento”, mientras que el hebreo berith solamente significa “convenio”. La evidencia interna favorece la redacción paulina. El tema tan plenamente desarrollado en esta Epístola, de que el cristianismo es tanto superior al judaísmo cuanto la realidad excede al tipo y lo reemplaza, es tema favorito de Pablo (véase 2 Corintios 3:6–18; Gálatas 3:23–25; 4:1–9, 21–31, donde el modo alegórico de interpretación aparece en su aplicación divinamente sancionada: modo que se lleva a un exceso injustificable en la escuela alejandrina). Asimismo el divino Hijo aparece en el capítulo 3, etc., como en otras Epístolas de Pablo (Filipenses 2:6; Colosenses 1:15–20). como la imagen o manifestación de la deidad; igualmente su humillación de sí mismo por amor al hombre, cotéjese el 2:9 con 2 Corintios 8:9; Filipenses 2:7, 8; también la exaltación final de Cristo, véase el 2:8; 10:13; 12:2 con 1 Corintios 15:25, 27. La palabra “Mediador” es peculiar a Pablo; compárese el 8:6 con Gálatas 3:19, 20. La muerte de Cristo está representada como el sacrificio por el pecado prefigurado en los sacrificios judaicos, compárese Romanos 3:22–26; 1 Corintios 5:7, con Hebreos caps. 7 al 10. La frase “el Dios de paz” es peculiar a Pablo; véase el 13:20; Romanos 15:33; 1 Tesalonicenses 5:23. También compárese el 2:4, marginal, con 1 Corintios 12:4. La justificación, o la “justicia por la fe”, aparece en el 11:7; 10:38, como en Romanos 1:17; 4:22; 5:1; Gálatas 3:11; Filipenses 3:9. La palabra de Dios es la “espada del Espíritu”, véase el 4:12 con Efesios 6:17. Los cristianos que carecen del desarrollo espiritual son niños que necesitan de la leche, o sea, de la instrucción en los elementos, mientras que los cristianos maduros, como hombres formados, requieren la vianda fuerte, véase el 5:12, 13; 6:1, con 1 Corintios 3:1, 2; 14:20; Gálatas 4:9; Colosenses 3:14. La salvación está representada como franqueza de acceso a Dios por Cristo (comp. el 10:19 con Romanos 5:2; Efesios 2:18; 3:12). Las aflicciones son una pelea (10:32 con Filipenses 1:30; Colosenses 2:1). La vida cristiana es una carrera (12:1 con 1 Corintios 9:24; Filipenses 3:12–14). El ritual judaico es un culto (Romanos 9:4 con el 9:1, 6). Compárese “sujeto a [PAG. 608] servidumbre”, 2:15, con Gálatas 5:1. Otras características del estilo paulino aparecen en esta Epístola, a saber: la inclinación a la digresión y a un largo paréntesis sugerido por alguna palabra, el gusto de hacer juego de palabras homófonas, y la disposición de repetir alguna palabra favorita. La frecuente apelación al Antiguo Testamento y la expresión ilativa, “y otra vez”, compárese el 1:5; 2:12, 13, con Romanos 15:9–12. También citas de aplicación especial; compárese el 2:8 con 1 Corintios 15:27; Efesios 1:22. También la cita del mismo pasaje en una forma no concordante con la versión de los Setenta, y con la adición de “dice el Señor (Jehová)”, no hallada en el Hebreo de 10:30; Romanos 12:19. Las supuestas características alejandrinas (que son más bien “filonistas”) de la Epístola, se deben probablemente al hecho de que los hebreos estaban generalmente imbuídos de las formas de pensar alejandrinas de Filón, etc., y Pablo sin colorear ni alterar la verdad evangélica, “a los judíos, se hacía (en estilo) como judío, para ganar a los judíos” (1 Corintios 9:20). Esto explicará el que fué reconocida como Epístola de Pablo unánimemente en las iglesias alejandrina y jerosolimitana por los hebreos, los probables destinatarios de la Epístola. Ni un padre griego atribuye la Epístola sino a Pablo, mientras que en las Iglesias occidentales y latinas, a las que tardó en llegar, se dudaba de ella por mucho tiempo, debido a su forma anónima y a su estilo en general menos distintivamente paulino. Su razón por no aceptarla como paulina, ni por cierto como canónica, en los primeros tres siglos, era negativa, la insuficiente evidencia de ella, no la positiva evidencia en su contra. La evidencia positiva es generalmente a favor de su origen paulino. En las iglesias latinas, debido a su distancia de las iglesias de los destinatarios hebreos, no había ninguna tradición generalmente aceptada sobre el particular. La Epístola era en efecto poco o nada conocida, por lo cual hallamos que no hay mención alguna de ella en el canon de Muratori. Cuando al fin, en el siglo cuarto, los latinos supieron que era tenida por paulina y canónica por buenos motivos en las iglesias griegas, la reconocieron universalmente como tal. Todas las noticias personales favorecen la redacción paulina, que son: su intención de visitar en breve a los destinatarios, junto con Timoteo, a quien titula “nuestro hermano” (13:23); su presente encarcelamiento (13:19); su anterior encarcelamiento en Palestina, de conformidad con nuestra versión (10:34); las salutaciones enviadas a ellos de parte de creyentes de Italia (13:24). La razón de no preponer el nombre puede explicarse por el carácter retórico de la Epístola, que indujera al autor a omitir la forma ordinaria de inscripción epistolar. EL PROPOSITO.—Su finalidad es enseñar la superioridad del cristianismo sobre el judaísmo, por cuanto fué introducido por uno muy superior a los ángeles y a Moisés, por medio de los cuales los judíos recibieron la ley, y por cuanto su sacerdocio y sus sacrificios carecían de la virtud perfeccionadora respecto de la salvación que tienen los de Cristo; que él es la substancia de la cual los anteriores no son sino la sombra, y que el tipo forzosamente cede lugar al precursor del tipo; y que ahora ya no estamos detenidos a tanta distancia como cuando bajo la ley, sino que tenemos
  • 4. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLA A LOS HEBREO 4 libertad de acceso por el velo abierto, es decir, por la carne de Cristo; por lo tanto, les advierte el peligro de la apostasía, tentación a la que los judíos estaban expuestos al ver perseguidos a los judíos convertidos, mientras que el judaísmo era tolerado por las autoridades romanas. Intima la obligación de una vida de fe, de la que la historia judaica, en la menos perfecta dispensación del Antiguo Testamento, contenía brillantes ejemplos. Concluye de la manera paulina acostumbrada, con exhortaciones prácticas y oraciones piadosas a favor de ellos. SU MODO DE PRESENTACION en la Epístola es exhortatorio más bien que mandatario, precisamente lo que se hubiera esperado de parte de Pablo al dirigirse a los judíos. No se dirige a los dirigentes judeo cristianos, porque en efecto no había iglesia exclusivamente judía; y su Epístola, dirigida primordialmente a judíos palestinos, estaba destinada para incluír a los hebreos de las iglesias circunvecinas. Inculca la obediencia y el respeto en relación a sus dirigentes (13:17, 24); obviando tácitamente la objeción de que al escribir la Epístola estaba interviniendo en las prerrogativas de Pedro, el apóstol de la circuncisión, y de Jacobo el obispo de Jerusalén. De ahí, pues, surge este modo apacible y delicado de tratarlos (13:22). Lejos de admirarnos por las discrepancias de estilo entre la Epístola a los Hebreos y las epístolas a los gentiles, es precisamente lo que debiéramos esperar. El Espíritu Santo le guió en la elección de los medios más adaptados a la naturaleza de los fines perseguidos. Wordsworth nota una construcción griega peculiarmente paulina (Romanos 12:9): “Sea (vuestro) amor sin fingimiento: aborreciendo lo malo, llegándoos a lo bueno”, que no se encuentra en ninguna otra parte salvo en Hebreos 13:5, es decir: “Sea vuestra [PAG. 609] conducta sin avaricia, contentos con lo presente” (un sustantivo femenino, conducta, que pasa súbitamente a participio absoluto en el nominativo masculino del plural, estando contentos). También al citar la escritura del Antiguo Testamento, el escritor de la Epístola a los Hebreos la cita tal cual la citaría un judío: “Dios habló a nuestros padres”, y no: “Está escrito”. Así también el 13:18, “Confiamos que tenemos buena conciencia”, es un sentimiento del todo paulino (Hechos 23:1; 24:16; 2 Timoteo 1:3; 2 Corintios 1:12; 4:2). Aunque no ha prefijado su nombre, ha dado al fin su seña universal que le identifica, a saber: su salutación apostólica de “la gracia sea con todos vosotros”; esta “salutación con su propia mano” la declaró (2 Tesalonicenses 3:17, 18) ser “su marca en toda epístola”; así 1 Corintios 16:21, 23; Colosenses 4:18. La misma oración de salutación cierra cada una de sus Epístolas, y no se halla en Epístola alguna de los demás apóstoles escrita durante la vida de Pablo; pero se encuentra en el último libro del Nuevo Testamento, el Apocalipsis, y posteriormente en la Epístola de Clemente de Roma. Esto prueba que, sea a quien fuese encomendada la escritura del cuerpo de la Epístola (a un mero escribiente que tomase el dictado, o a algún compañero de Pablo que por el don del Espíritu de interpretar lenguas, 1 Corintios 12:10, transcribiera los sentimientos inspirados de Pablo en su propia dicción guiada por el Espíritu), Pablo al final pone su sello al conjunto como si en verdad fuese suyo y sancionado por él como tal. Las iglesias del oriente y de Jerusalén, su centro, a donde fué primero enviada, la recibieron como epístola de Pablo desde los tiempos primitivos, de conformidad con Cirilo, obispo de Jerusalén (año 349). Jerónimo, llevando consigo como llevó de Roma los prejuicios de los latinos en contra de la Epístola a los Hebreos, agravados sin duda por su aparente sanción de la herejía novaciana (6:4–6), fué constreñido por la fuerza de los hechos a recibirla por paulina por el casi unánime testimonio de los cristianos griegos desde los primeros tiempos; y fué probablemente el instrumento principal en la corrección del error anterior de Roma de rechazarla. El testimonio de la Iglesia de Alejandría es particularmente valioso porque fué fundada por Marcos, quien estaba con Pablo en su primer encarcelamiento cuando esta Epístola parece haber sido escrita (Colosenses 4:10), y quien fué probablemente el portador de la misma, visitando al mismo tiempo a Colosas de paso para Jerusalén (donde vivía la madre de Marcos), y de allí para Alejandría. Además, 2 Pedro 3:15, 16, escrito un poco antes de la muerte de Pedro, y—como su primera epístola escrita por él, “el apóstol de la circuncisión”—a los cristianos hebreos dispersos en el este, dice: “Como nuestro amado hermano Pablo os ha escrito”, es decir, a los hebreos; y las palabras agregadas: “Como también en todas sus epístolas”, distinguen a la Epístola a los Hebreos de las demás; luego sigue hablando de ella como al par con “otras escrituras”, así declarando a la vez su redacción paulina y también su inspiración divina. Una ilustración interesante del poder de la fe y amor cristianos; Pedro, que había sido reprochado públicamente por Pablo (Gálatas 2:7–14), plenamente adoptó lo que Pablo escribió; no había diferencia alguna entre el evangelio del apóstol de la circuncisión y el del apóstol de la incircuncisión. Demuestra notablemente la soberanía de Dios, el que escogió como instrumento para confirmar a los hebreos a Pablo el apóstol de los gentiles; y por otra parte, a Pedro para abrir la puerta evangélica a los gentiles (Hechos 10:1), aunque él es el apóstol de los judíos; así reina la perfecta unidad entre la diversidad de agencias. Roma, en la persona de Clemente de Roma, en un tiempo recibió esta Epístola. Luego siguió un período en que dejó de ser recibida por las iglesias romanas. Después, en el siglo cuarto, Roma se retractó de su error. Una prueba clara de que Roma no es inmutable ni infalible. Cuanto a Roma toca, la Epístola a los Hebreos no sólo estaba perdida
  • 5. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLA A LOS HEBREO 5 por tres siglos, sino que nunca hubiera sido recobrada si no hubiese sido por las iglesias orientales; es, pues, una gran suerte para la cristiandad que Roma no es la iglesia católica. Es claro que la Epístola fué escrita antes de la destrucción de Jerusalén, hecho que hubiera sido mencionado en la Epístola de haber ocurrido antes (13:10), dirigida probablemente a iglesias en las que los miembros judíos eran los más numerosos, como era el caso en Judea y acaso en Alejandría. En ésta había el mayor número de judíos residentes que en toda otra ciudad excepto Jerusalén. En Leontópolis, en Egipto, había otro templo, a los arreglos del cual, piensa Wieseler, las noticias de esta Epístola corresponden más que a los de Jerusalén. Fué desde Alejandría de donde la Epístola parece haber llegado primero al conocimiento del mundo cristiano. Además, “la Epístola a los alejandrinos”, mencionada en el canon de Muratori, pudiera acaso ser esta misma Epístola a los Hebreos. Se dirige a los judíos particularmente como “el pueblo de Dios” (2:17; 4:9; 13:12), “simiente de Abrah{n”, eso es, el tronco original al que los creyentes gentiles son injertados, a lo que corresponde Romanos 11:16–24; pero [PAG. 610] les urge a que salgan de la Jerusalén carnal y terrenal y realicen su unión espiritual con “la Jerusalén celestial” (12:18–23; 13:13). El uso del griego en preferencia al hebreo se debe sin duda al hecho de que la Epístola se destinaba no sólo a los hebreos, sino también a los judíos helenistas convertidos, no sólo de la Palestina sino también de otras partes; una opinión confirmada por el uso de la versión de los Setenta. Bengel cree que probablemente (véase 2 Pedro 3:15, 16, ya explicada) los judíos, los destinatarios primordiales pero no exclusivos, eran los que a causa de la guerra habían salido de Jerusalén y se habían establecido en Asia Menor. La noción de que hubiese sido redactada originalmente en hebreo surgió probablemente de su tono y su método, y sus temas. Se la clasifica entre las Epístolas no generalmente reconocidas al principio, conjuntamente con Santiago, 2 Pedro y 3 Juan, Judas y el Apocalipsis. Un vínculo hermoso existe entre éstas y las Epístolas universalmente reconocidas. Hebreos liga las ordenanzas de Levítico con su cumplimiento evangélico del tipo. Santiago es el eslabón entre las supremas doctrinas del cristianismo y la ley universal del deber moral—un comentario sobre el Sermón del Monte— que armoniza el decálogo y la revelación hecha a Job y Elías con la ley cristiana de la libertad. 2 Pedro une la enseñanza de Pedro con la de Pablo. Judas liga la primitiva revelación oral con la última revelación escrita, el Apocalipsis. Las dos más breves Epístolas de Juan, como la Epístola a Filemón, aplican el cristianismo a los pequeños detalles de la vida cristiana, y demuestran que el cristianismo puede santificar todas las relaciones terrenales. CAPITULO 1 Ver. 1–14. LA MAYOR DE TODAS LAS REVELACIONES NOS ES DADA AHORA EN EL HIJO DE DIOS, QUIEN ES MAYOR QUE LOS ANGELES Y QUIEN, HABIENDO TERMINADO LA REDENCION, ESTA ENTRONIZADO A LA DIESTRA DE DIOS. El autor, aunque no firma su nombre, era bien conocido a los destinatarios (13:19). Para las pruebas de que Pablo era el autor, véase mi Introducción. En el método paulino, la exposición del tema y la división anteceden a la discusión; y en la conclusión, la porción práctica sigue a la doctrinaria. El ardor de espritu en esta Epístola, como en la Primera de Juan, que se lanza al corazón de la discusión (sin inscripción preliminar de nombre y de salutación), con tanto más efecto impresiona a los oyentes. Debe fecharse la carta mientras estaba el templo en pie, antes de su destrucción en el año 70 d. de Cristo; algo antes del martirio de Pedro, quien menciona esta carta de Pablo (2 Pedro 3:15, 16); en una época cuando muchos de los primeros oyentes del Señor ya estaban muertos. 1. muchas veces—El griego: “en muchas porciones”. No todo fué revelado a cada uno de los profetas, sino que uno recibió una porción de la revelación y otro otra. A Noé fué revelada la región del mundo a que pertenecería el Mesías; a Jacob, la tribu; a David e Isaías, la familia; a Miqueas, la aldea de la natividad; a Daniel, el tiempo preciso; a Malaquías, la venida del precursor y el segundo advenimiento; por medio de Jonás, su entierro y su resurrección; por Isaías y Oseas, la resurrección. Cada uno conoció en parte; pero cuando lo perfecto hubo venido en el Mesías, lo que era en parte fué quitado (1 Corintios 13:12). en muchas maneras—es decir, por sugestiones interiores, por voces audibles, por Urim y Thumim, sueños y visiones. “El fué visto de un modo por Abrahán, de otro modo por Moisés, de otro por Elías; Isaías, Daniel y Ezequiel percibieron diferentes formas” [Theodoreto] (Compárese Números 12:6–8). Las revelaciones del Antiguo Testamento fueron fragmentarias en sustancia, y múltiples en forma; la misma multitud de profetas demuestra que profetizaron sólo en parte. En Cristo, la revelación de Dios es plena: no en variables tonos de diversos colores, sino él mismo es la pura luz que confunde en su propia persona todo el espectro “el esplendor de su gloria”). hablado—la expresión usual que emplea un judío al dirigirse a judíos. Así Mateo, judío que escribe en especial para judíos, cita las escrituras, no con la fórmula, “Está escrito”, sino con el “Dijo <” en otro tiempo—en tiempos idos. Desde Malaquías, el último de los profetas del Antiguo Testamento, por
  • 6. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLA A LOS HEBREO 6 cuatrocientos años no se había levantado profeta, a fin de que el Hijo fuese tanto más objeto de expectativa. [Bengel]. Como Dios (el Padre) está presentado aquí como quien habló, así Dios el Hijo en el 2:3, y Dios el Espíritu Santo en el 3:7. los padres—los padres judaicos. Los judíos de días anteriores (1 Corintios 10:1). por el Hijo—El Griego, en un Hijo. Un rey mortal habla por medio de su embajador, no (como el Rey de reyes) EN su embajador. El Hijo es la última y la más sublime manifestación de Dios (Mateo 21:34, 37); en él mora corporalmente no meramente una medida, como en los profetas, sino la plenitud del Espíritu de Dios (Juan 1:16; 3:34; Colosenses 2:9). Así contesta él a la objeción que los judíos sacaron de sus profetas. Jesús es el fin de toda la profecía (Apocalipsis 19:10), y de toda la ley de Moisés (Juan 1:17; 5:46). 2. En estos postreros días—En los manuscritos más antiguos el griego reza: “En la última parte de estos días”. Los rabinos dividían la cronología en “este siglo” (edad, o mundo) y “el siglo venidero” (2:5; 6:5). Los días del Mesías fueron el período de transición, o la “última parte de estos días” (en contraste con “en otros tiempos”), el fin de la dispensación existente y el principio de la final, de la cual la segunda venida de Cristo será la culminación gloriosa. por el Hijo—el griego: “en (su) Hijo” (Juan 14:10). El verdadero “Profeta” de Dios. “Su majestad es manifestada: (1) Absolutamente por el mismo nombre de “Hijo” [PAG. 611] y por tres gloriosos predicados: “Al cual constituyó”, “por el cual hizo el universo”, y “se sentó a la diestra de la majestad en las alturas”: así se describe su curso desde el principio hasta que él llega a su meta (1:2, 3). (2) Relativamente, en comparación con los ángeles (1:4); la confirmación de esto sigue, y el mismo nombre de Hijo se prueba (en el 1:5); por su condición de heredero (1:6–9); la creación de los mundos por él (1:10–12); el sentarse a la diestra de Dios (1:13, 14);. El ser hecho heredero sigue de su estado de Hijo, y precede la creación por él de los mundos (Proverbios 8:22, 23; Efesios 3:11). Como el primogénito es el heredero del universo (v. 6), el cual él creó instrumentalmente según el 11:3, donde la frase “por la Palabra de Dios” corresponde con “por el cual” (el Hijo de Dios) aquí (véase Juan 1:3). Cristo fué constituído (en el eterno consejo de Dios) para el oficio de la creación; y el universo así creado le fué asignado a él como un reino. El es “heredero de todas las cosas” por el derecho de la creación, y en especial por el derecho de la redención. La promesa hecha a Abrahán de que él sería heredero del mundo tuvo su cumplimiento, y lo tendrá aún más plenamente en Cristo (Romanos 4:13; Gálatas 3:16; 4:7). el universo—el mundo inferior y el superior (Colosenses 1:16). Es decir, siglos o edades, con todas las cosas y las personas que les pertenecen; el universo, inclusive todo el espacio y las eras cronológicas y todo lo existente, tanto material como espiritual. El griego presupone que Dios no sólo constituyó a su Hijo heredero de todas las cosas antes de la creación, sino que también por medio de él hizo el universo. El cual siendo—por el ser preexistente y esencial. resplandor de su gloria—“Luz de (parte de) luz”. [Credo Niceno]. ¿“Quién es tan fatuo como para dudar el eterno ser del Hijo? Pues ¿cuándo se ha visto luz sin refulgencia?” *Atanasio contra Ario, Oratatio, 2]. “El sol nunca se ve sin su efulgencia, ni el Padre sin el Hijo”. [Teofilacto.] Por cuanto él es el resplandor < y por cuanto él sustenta < por tanto se sentó a la diestra < Fué un retorno a su gloria divina (Juan 6:62; 17:5). la imagen misma— impresión grabada. Pero velada en la carne. “Del Sol de Dios el resplandor ¿quién lo podrá mirar? de su Hijo empero el fulgor podemos contemplar”.—2 Corintios 3:18. de su sustancia—Griego, “de su esencia sustancial”; hypóstasis. sustentando todas las cosas—del universo. Véase Colosenses 1:15, 17, 20, que exponen en orden los tres hechos de este texto. con la palabra—Por tanto el Hijo de Dios es una persona, porque tiene la papalabra. [Bengel]. Su palabra es la palabra de Dios (11:3). de su potencia—“La palabra” es la pronunciación que procede del poder del Hijo y le da expresión al mismo. la purgación—griego, la purificación < de pecados, es decir, por su propiciación, que cubre la culpabilidad del pecado. “Nuestros” se omite de los manuscritos más antiguos. El pecado es la gran inmundicia a los ojos de Dios, de la que efectuó la purgación por su sacrificio. [Alford]. Nuestra naturaleza, cargada de culpa, no podría—si nuestro gran sumo Sacerdote no hubiese rociado el propiciatorio celestial con su sangre de expiación—entrar en contacto inmediato con Dios. Ebrard dice: “La mediación entre el hombre y Dios, que estaba presente en el lugar santísimo, se revelaba en tres formas: (1) En los sacrificios (típicas expiaciones por la culpa); (2) En el sacerdocio (los agentes de estos sacrificios); (3) En las leyes levíticas de la pureza (Se alcanzaba la pureza levítica, en forma positiva, mediante el sacrificio, y en forma negativa, evitando la contaminación levítica, pudiendo así el pueblo entrar en la presencia de Dios sin morir; Deuteronomio 5:26)”. por sí mismo—frase omitida de los manuscritos más antiguos. se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas—en cumplimiento del Salmo 110. El sentarse el Hijo a la diestra de Dios fué por el acto del Padre (8:1; Efesios
  • 7. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLA A LOS HEBREO 7 1:20). Nunca se refiere a su estado preexistente de igualdad con el Padre, sino siempre a su estado de exaltación gloriosa como el Hijo del hombre después de sus padecimientos, y como mediador a favor del hombre en la presencia de Dios (Romanos 8:34): una relación para con Dios y nosotros que está por terminar cuando se alcance su finalidad (1 Corintios 15:28). 4. Hecho tanto más excelente—por su exaltación por el Padre (vv. 3, 13): en contraste con el haber sido “hecho un poco menor que los ángeles” (2:9): “mejor”, o superior a ellos. Como el “siendo” del v. 3 expresa su ser esencial, así “hecho” de este v. (compárese el 7:26) señala lo que vino a ser en su humildad asumida (Filipenses 2:6–9). Pablo demuestra que su forma de humillación (posible motivo de escándalo para los judíos) no se oponía a su divinidad mesiánica. Como la ley fué dada por la ministración de ángeles y de Moisés, fué pues inferior al evangelio dado por el divino Hijo, quien es (vv. 4–14) como Dios, y fué hecho como el exaltado Hijo del hombre (2:5–18), mucho más excelente que los ángeles. Las manifestaciones de Dios mediante los ángeles (y hasta por el ángel del pacto) en diversas ocasiones en el Antiguo Testamento, no ponían al hombre y a Dios en unión personal, como lo hace la manifestación de Dios en carne. alcanzó por herencia—Siempre tuvo eso mismo, es decir, la filiación divina; pero “alcanzó por herencia”, heredó, según la promesa del Padre, el nombre de “Hijo”, con el cual nombre fué hecho conocer a hombres y a ángeles. El es “el Hijo de Dios” en un sentido mucho más sublime que aquel en que los ángeles son llamados “hijos de Dios” (Job 1:6; 38:7). “La plenitud de la gloria del peculiar nombre de el Hijo de Dios supera a todo vocablo o pensamiento humano. Todos los títulos son meros fragmentos de sus gloriosos rayos que se concentran como en un sol de gloria. Nombre que nadie conoció sino él solo” (Apocalipsis 9:12). 5. Porque—Por cuanto alcanzó más excelente nombre que los ángeles. ¿a cuál …—Un argumento frecuente de esta Epístola se basa en el silencio de la Escritura (1:13; 2:16; 7:3, 14). [Bengel.] hoy yo te he engendrado—(Salmo 2:7.) Cumplido en la resurrección de Jesús, por la cual el Padre “declaró”, vale decir, manifestó su filiación divina, hasta entonces velada por su humillación (Hechos 13:33; Romanos 1:4). Cristo tiene un cuádruplo derecho al título de “Hijo de Dios”: (1) Por la generación, como engendrado por Dios; (2) por la ordenación, como enviado de Dios; (3) por la resurrección, como “el primogénito de los muertos” (véase Lucas 20:36; [PAG. 612] Romanos 1:4; Apocalipsis 1:5); (4) por la posesión efectiva, como heredero de todo. [El Obispo Pearson.] El Salmo aquí citado se aplicaba en primer orden y en sentido menos pleno a Salomón, de quien Dios prometió por medio de Natán: “Yo seré su Padre, y él será mi hijo”. Pero como toda la teocracia era de significado mesiánico, el triunfo de David sobre Hadadezer y los reyes vecinos (2 Samuel 8; Salmo 2:2, 3, 9–12) es un tipo del sojuzgamiento final por Dios de todos los enemigos bajo su Hijo, a quien coloca (hebreo, ungió, Salmo 2:6) sobre “su santo monte Sión”, como Rey de los judíos y de toda la tierra, antitipo de Salomón, hijo de David. El “yo” en el griego es enfático: Yo el Padre eterno te he engendrado hoy, el día de tu manifestación como mi Hijo. “El primogénito de los muertos” (Colosenses 1:18; Apocalipsis 1:5), cuando has rescatado a tu pueblo y les has abierto el cielo. Siempre había sido Hijo, pero ahora por vez primera fué manifestado como tal en su humanidad antes humillada, ahora exaltada, unida a su divinidad. Alford aplica este “hoy” a la eterna generación; el día cuando el Hijo fué engendrado por el Padre es un hoy sempiterno: para él nunca hubo un ayer o tiempo pretérito, ni un mañana ni tiempo futuro: “Nada hay por venir, nada pasado; pero el eterno AHORA nunca se acabará” (Proverbios 30:4; Juan 10:30, 38; 16:28; 17:8). La comunicación de la esencia divina en su plenitud envuelve la generación eterna; porque la esencia eterna no tiene principio. No obstante, el contexto señala un punto cronológico determinado; es decir, cuando el Hijo recibió su herencia (v. 4). La introducción del primogénito en la tierra (v. 6) no es subsiguiente al v. 5, como opina Alford, sino anterior (Hechos 2:30–35). 6. Y—griego, “Pero <” No sólo está comprobada ya su superioridad, sino que el Salmo 97:7 ofrece prueba más decisiva, que demuestra que no sólo en su resurrección sino también en vista de ser introducido en la tierra (véase 9:11; 10:5) como hombre; en su encarnación, en su natividad (Lucas 2:9–14), en su tentación (Mateo 4:10, 11), en su resurrección (Mateo 28:2), y futuro advenimiento en gloria, los ángeles estaban ordenados por Dios para que se sujetasen a él. Véase 1 Timoteo 3:16, “Visto de ángeles”: que Dios manifiesta al Mesías como quien debe ser contemplado con devoción por las inteligencias celestiales (Efesios 3:10; 2 Tesalonicenses 1:9; 1 Pedro 3:22). La más plena realización de su señorío será en su segunda venida (Salmo 97:7; 1 Corintios 15:24, 25; Filipenses 2:9. “Adoradle vosotros dioses todos” (seres sublimes, como ángeles), significa culto a Dios; pero se concedía universalmente entre los hebreos que Dios moraría, en un sentido peculiar, en el Mesías (de modo que podría en la frase talmúdica “ser capaz de ser señalado con el dedo”); de modo que lo que se decía de Dios, se aplicaba también al Mesías y se cumplía en él. Kimchi dice que los Salmos 93 al 101 contienen el misterio del Mesías. Dios gobernaba la teocracia en él y por él. la tierra—el mundo sujetado a Cristo (2:5). Como “primogénito” él tiene los derechos de primogenitura (Romanos 8:29; Colosenses 1:15, 16, 18). En Deuteronomio 32:43, la versión de los Setenta tiene: “Adórenle todos los ángeles de Dios”, palabras omitidas en el hebreo. Este pasaje de la versión de los Setenta podría haber estado en la mente del autor respecto de la forma, pero la sustancia se deriva del Salmo 97:7. David el tipo, en el Salmo 89:27 (citado en el v. 5), es llamado el “primogénito de Dios, superior a los reyes de la tierra”; así el primogénito antitípico, el hijo de David, ha de ser adorado por todos los señores inferiores, como ángeles (“dioses”, Salmo 97:7); pues él es “Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19:16). En el griego “otra vez” está pospuesta y
  • 8. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLA A LOS HEBREO 8 no nos obliga, como opina Alford, a traducir: “Cuando haya introducido otra vez <”, es decir, en la segunda venida; porque no hay mención anterior de una primera introducción; y “otra vez” a menudo se usa en citas, no unida al verbo, sino parentéticamente. 7. de—griego, “referente a los ángeles <” espíritus—o vientos: El que emplea a sus ángeles como vientos y a sus ministros como rayos; o, el que hace a sus ministros angélicos los poderes directivos de vientos y llamas, cuando éstos hacen falta para cumplir su voluntad. “Los constituye para que asuman la agencia o forma de llamas para los propósitos de él”. [Alford.] “Hace a sus ángeles espíritus” significa que los hace de una naturaleza sutil, incorpórea, veloz como el viento. Así el Salmo 18:10: “Un querubín < alas de viento”. “Espíritus administradores” del v. 14 favorece esta versión. Como “espiritus” envuelve la velocidad del viento y la forma sutil del querubín, así “llama de fuego” expresa la ardiente devoción e intenso celo consumidor del leal serafín (significa “ardiente”), Isaías 6:1. La traducción, “Hace vientos sus mensajeros y una llama de fuego sus ministros” es por cierto incorrecta. En el Salmo 104:3, 4, el sujeto en cada frase viene primero, y el predicado atributivo en segundo término; así el artículo griego aquí señala “{ngeles” y ministros” como los sujetos, y “vientos” y “llama de fuego”, como predicados. Schemoth Rabba dice: “Dios se llama el Dios de Zebaoth (las huestes celestiales), porque hace lo que le place con sus ángeles. Cuando le place, los hace sentarse (Jueces 6:11); otras veces, ponerse en pie (Isaías 6:2); ya sea tomar la forma de mujeres Zacarías 5:9), ya la semejanza de varones (Génesis 18:2); a veces los hace “espíritus”; a veces, “fuego.” “Hace” denota que por lo exaltados que sean, no son sino criaturas, mientras que el Hijo es Creador (v. 10): no engendrados desde la eternidad, ni para ser adorados, como el Hijo (Apocalipsis 14:7; 22:8, 9). 8. oh Dios—el griego lleva el artículo para indicar énfasis (Salmo 45:6, 7). por el siglo—La duración eterna y la rectitud van unidas (Salmo 45:2; 89:14). vara de equidad—cetro de rectitud, de honradez, sin rodeos. Véase “cetro de oro” (Esther 4:11). 9. maldad— iniquidad, injusticia, “anarquía” según los manuscritos más antiguos. por lo cual—porque Dios ama la justicia y aborrece la iniquidad. Dios … el Dios tuyo—Jerónimo, Agustín, etc., traducen el Salmo 45:7: “Oh Dios, tu Dios, te ungió”, por lo cual se llama Dios a Cristo. Esta es probablemente la traducción correcta del hebreo aquí; porque es probable que el Hijo sea invocado aquí con “oh Dios” como en el v. 8. El “ungió” no significa la unción de su bautismo, cuando solemnemente emprendió su ministerio a nuestro favor; sino que es la del “óleo de alegría”, o de “gozo inefable” [PAG. 613] (que denota un triunfo, y sigue como la consecuencia de su manifestado amor de la justicia y su odio de la iniquidad), con el cual, tras la triunfante terminación de su obra, ha sido ungido por el Padre más que (por encima de) sus compañeros (no sólo más que a nosotros, sus semejantes, adoptados a la familia de Dios, a los que no se avergüenza de llamar sus hermanos, sino más que a los ángeles, copartícipes con él en parte, pero infinitamente inferiores a él en gloria, santidad, y goces celestiales; “hijos de Dios”, mensajeros angelicales pero subordinados al Angel del Señor, Mensajero del pacto). Así es antitipo de Salomón, “elegido entre los muchos hijos de David para sentarse en el trono del reino del Señor sobre todo Israel”, como David fué escogido antes que toda la casa de los hijos de su padre. La figura se saca de la costumbre de ungir a los huéspedes en la fiesta (Salmo 23:5); o más bien de ungir reyes: no fué antes de su ascensión cuando asumió el reino como Hijo del hombre. Un acontecimiento más pleno aún ha de ser, cuando él será visiblemente el Rey ungido sobre toda la tierra (puesto por el Padre) sobre su santo monte de Sión (Salmo 2:6, 8). Así David, tipo de él, fué ungido primero en Belén (1 Samuel 16:13; Salmo 89:20); y aun otra vez en Hebrón, primero sobre Judá (2 Samuel 2:4), luego sobre todo Israel (2 Samuel 5:3); hasta después de la muerte de Saúl no ocupó en realidad el reino, así como no fué sino hasta después de la muerte de Cristo que el Padre lo colocó a su diestra sobre toda principalidad (Efesios 1:20, 21). El Salmo 45 en su primer concepto se aplicaba a Salomón; pero el Espíritu Santo inspiró al escritor a usar lenguaje que en su plenitud puede aplicarse sólo al Salomón del tipo, la verdadera Cabeza Real de la teocracia. 10. Y—en otro texto (Salmo 102:25–27) él dice. en el principio—Otra versión: “desde antiguo”; el hebreo: “antes”, “anteriormente”; la versión de los Setenta: “en el principio” (como en Génesis 1:1), en parangón con la idea del fin entendido en “ellos perecerán”, etc. El orden del griego aquí (no en la Versión de los Setenta) es: “Tú en el principio, oh Señor”, lo que hace hincapié en “Señor”. “Cristo es promulgado en algunos textos que muchas personas podrían insistir se refieren al Padre”. [Bengel.] fundaste la tierra—firmemente cimentada es la idea del griego. los cielos—en plural: no uno, sino muchos, e incluyen las varias órdenes de las inteligencias celestiales (Efesios 4:10). obras de tus manos—como un velo tejido o una cortina tendida. 11. Ellos—La tierra y los cielos en su presente estado y forma perecerán (12:26, 27; 2 Pedro 3:13). “Pereceran” no significa aniquilación; así como tampoco fué el sentido del caso cuando “el mundo anegado bajo el agua pereció” bajo Noé (2 Pedro 3:6). El pacto de la posesión de la tierra fué renovado con Noé y su simiente en la tierra renovada. Así será también después que perezca con fuego (2 Pedro 3:12, 13). eres permanente—permanecerás, a través de (así el griego) todas las alteraciones. 12. vestidura— “envoltura”, manto, tapado, así el griego. envolverás—así la versión de los Setenta, Salmo 102:26; pero el hebreo tiene “los cambiará”. El Espíritu, por medio de Pablo, trata el hebreo del Antiguo Testamento con independencia en el uso, presentando la divina verdad bajo varios aspectos, sancionando a veces, como aquí, a la versión de los Setenta (véase Isaías 34:4; Apocalipsis 6:14); a veces al texto hebreo; a veces difiriendo de ambos. mudados—como uno hace de un lado una prenda y se viste otra. tú eres el mismo—(Isaías 46:4; Malaquías 3:6.) El mismo en naturaleza, por lo tanto el
  • 9. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLA A LOS HEBREO 9 mismo en la fidelidad pactual con tu pueblo. no acabarán—el hebreo, “no terminarán”. Israel, en el cautiverio babilónico, en el Salmo 102, pone sus esperanzas de liberación en el Mesías, el inmutable Dios pactual de Israel (el Dios del pacto). 13. Cita del Salmo 110:1. La figura viene de la costumbre de los conquistadores de poner el pie sobre el cuello del vencido (Josué 10:24, 25). 14. espíritus adminis tradores—Véase el v. 7, “espíritus < ministros”. Son espíritus incorpóreos, como lo es Dios, que sirven no obstante como inferiores. enviados—participio presente: enviados continuamente, en su servicio constante de todos los siglos. para servicio—Los ángeles son enviados para servir en primer orden a Dios y a Cristo, no a los hombres primordialmente. a favor—pero sirven “para el bien de” los que están por (así el griego) heredar la salvación: de los elegidos, que creen, o que creerán, por los cuales todas las cosas, inclusive los ángeles, cooperan para bien (Romanos 8:28). Las ministraciones de los ángeles no se efectúan propiamente dicho a los hombres, puesto que éstos no tienen autoridad alguna para mandarlos, aun cuando el servicio de ellos muchas veces se dirige para el bien de los hombres. Así se demuestra la superioridad del Hijo de Dios sobre los ángeles. Ellos “todos”, sea cual fuera su rango, administran; él es a quien administran. Ellos “están en pie” (Lucas 1:19) delante de Dios, o “son enviados” para ejecutar las divinas órdenes a favor de aquellos a los cuales le place salvar; él “está sentado” a la diestra de la majestad en las alturas (vv. 3, 13). El reina; ellos sirven. CAPITULO 2 Ver. 1–18. EL PELIGRO DE DESCUIDAR LA TAN GRANDE SALVACION, PUBLICADA PRIMERO POR CRISTO, A QUIEN—NO A LOS ANGELES—FUE SUJETADA LA NUEVA DISPENSACION; AUNQUE FUE POR UN TIEMPO HUMILLADO, REBAJADO MAS QUE LOS ANGELES, ESTO SE EFECTUO POR LA NECESIDAD DIVINA PARA NUESTRA SALVACION. 1. Por tanto—Por cuanto Cristo, el Mediador del nuevo pacto, es tan superior a los ángeles, los mediadores del antiguo. con más diligencia—el griego, “más abundantemente”. oído—cosas por Dios habladas (1:1), y por el Señor (v. 3). escurramos—es decir, no sea que las pasemos a la deriva (4:1). 2. Véase el v. 3. Argumento a fortiori. dicha por los ángeles—La ley mosaica fué hablada por la administración de ángeles (Deuteronomio 33:2; Salmo 68:17; Hechos 7:53; Gálatas 3:19). Cuando se dice en Exodo 20:1 que “Dios habló”, quiere decir que habló por ángeles como portavoces, o al menos que los ángeles repetían a unísono con la voz de Dios las palabras del decálogo; mientras que el evangelio fué hablado primero por el Señor. fué firme—El griego, “fué confirmada”; cumplida a fuerza de penas impuestas por las violaciones. rebelión—transgresión, el malhacer; [PAG. 614] es decir, sobrepasar los límites: abierta violación de órdenes. desobediencia—descuido, dejar de hacer el bien: violación negativa de la palabra hablada. retribución—Deuteronomio 32:35. 3. nosotros—los que hemos recibido el mensaje de la salvación tan claramente presentado (12:25). salud tan grande?—salvación, encarnada en Cristo, cuyo nombre mismo significa salvación, que incluye no sólo la liberación de los enemigos y de la muerte, y las grandes bendiciones temporales (que la ley promete a los obedientes), sino también la gracia del Espíritu, el perdón de los pecados, y la promesa del cielo, la gloria y la vida eterna (v. 10). La cual—“por cuanto es una salvación que comenzó a ser <” publicada por el Señor—el instrumento de su publicación. No como la ley, hablada por instrumentalidad de ángeles (v. 2). Tanto la ley como el evangelio vinieron de Dios; la diferencia aquí mentada estriba en la respectiva instrumentali dad de su promulgación (v. 5). Los ángeles lo reconocen por “el Señor” (Mateo 28:6; Lucas 2:11). confirmada—para nosotros, no por penas impuestas, como se confirmó la ley, sino por los dones espirituales (v. 4). por los que (le) oyeron—compárese Lucas 1:2. Aunque Pablo tuvo de Cristo una revelación especial e independiente (Gálatas 1:16, 17, 19), con todo se pone en la misma clase con aquellos judíos a quienes se dirige: “hasta (o para) nosotros”; porque para muchos detalles (verbi gracia, la agonía en el Getsemaní, 5:7), Pablo como ellos dependía de la confirmación presencial de los apóstoles. Del mismo modo, los discursos de Jesús, el Sermón del Monte, la primera proclamación del evangelio del reino por el Señor (Mateo 4:17), él pudo conocerlos sólo por el informe de los doce. Al decir: “M{s bienaventurada cosa es dar que recibir” (Hechos 20:35), Pablo relata lo que ellos habían oído más bien que lo que habían visto en conformidad con lo que empezó diciendo (vv. 1, 2). Propiamente en sus epístolas a los gentiles, hace hincapié en su llamamiento independiente al apostolado a los gentiles; en su Epístola a los Hebreos, se apoya en los apóstoles que largo tiempo estuvieron con el Señor (Hechos 1:21; 10:41): asimismo en su sermón a los judíos en Antioquía de Pisidia (Hechos 13:31); y “sólo invoca el testimonio de estos apóstoles de manera general, a fin de poder hacer llegar a los hebreos al Señor solo” [Bengel], no para hacerse partidario de apóstoles individuales, como Pedro el apóstol de la circuncisión, o Jacobo el obispo de Jerusalén. Este texto enseña que esta Epístola se dirige primordialmente a los hebreos de las iglesias de Palestina y Siria (o a aquellos dispersos de Asia Menor [Bengel], 1 Pedro 1:1,o de Alejandría); pues a ningunos otros se podría tan bien decir que el evangelio fuera confirmado para ellos por los testigos oculares del Señor; el tiempo pretérito, “fué confirmado”, denota que ya había pasado bastante tiempo desde esta confirmación por dichos testigos. 4. con ellos—Dios también (así como Cristo, v. 3) testificando de la salvación publicada, se unió en la confirmación. señales y milagros—hechos por Cristo y sus apóstoles. “Señales” y
  • 10. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLA A LOS HEBREO 1 0 milagros, u otros hechos se toman por pruebas de una misión divina; “maravillas” son milagros vistos como prodigios que causan admiración, maravilla (Hechos 2:22, 33); poderes son milagros vistos como evidencia de poder sobrehumano. diversas maravillas—Griego, “variados poderes (milagrosos)” (2 Corintios 12:12) concedidos a los apóstoles después de la ascensión. repartimientos—El don del Espíritu Santo fué hecho a Cristo sin medida (Juan 3:34), mas a nosotros es distribuído en varias medidas y operaciones (Romanos 12:3, 6, etc.; 1 Corintios 12:4–11). según su voluntad—La voluntad libre, soberana de Dios, que asigna un don del Espíritu a uno, y otro a otro (Hechos 5:32; Efesios 1:5). 5. Porque—en confirmación de lo aseverado en el v. 2 y 3, de que el nuevo pacto fué hablado por uno superior a los mediadores del antiguo, es decir, los ángeles. Nótese el énfasis del orden griego: “Porque no a ángeles sujetó <” el mundo venidero—Indica que sí sujetó a ángeles el mundo actual, la dispensación del Antiguo Testamento (existente hasta entonces cuanto a su “armazón”), v. 2, los reinos políticos de la tierra (Daniel 4:13; 10:13, 20, 21; 12:1), y los elementos naturales (Apocalipsis 9:11; 16:4), y aun a los individuos (Mateo 18:10). “El mundo venidero” es la nueva dispensación introducida por Cristo, principiada en gracia aquí, para ser terminada en gloria en el más allá. Se llama “venidero”, o “que está por ser”, pues, cuando por decreto divino fué sujetado a Cristo, era aún cosa del futuro, y todavía lo es para nosotros tocante a su plena consumación. Cuando a la sujeción de todas las cosas a Cristo en cumplimiento del Salmo 8, la realización está aún “por venir”. Mirado desde el punto de vista del Antiguo Testamento, que contempla proféticamente al Nuevo Testamento—y el sacerdocio judaico y el ritual del Antiguo Testamento estaban en vigor aún cuando Pablo escribió, y así siguió hasta su forzada abrogación por la destrucción de Jerusalén—, es el “mundo por venir”; Pablo, hablando a judíos, así lo llama con propiedad, según la manera convencional de ellos de denominarlo. Nosotros, como ellos, todavía oramos: “Venga tu reino”; pues su manifestación en gloria es aún futura. “Este mundo” se usa en parangón para expresar la condición actual caída del mundo (Efesios 2:2). Los creyentes pertenecen al presente curso del mundo, pero por fe se elevan en el espíritu hasta el “mundo venidero”, haciéndolo una realidad presente, pero interior. Con todo, en el presente mundo natural y social, los ángeles son los gobernadores mediatos bajo Dios, en un sentido; no así en el venidero: en él el hombre y el Hijo del hombre, Cabeza del hombre, han de ser supremos. Por lo tanto, mayor reverencia se tributaba a los ángeles en el Antiguo Testamento que en el Nuevo; pues la naturaleza del hombre es ahora, en Cristo, exaltada, de modo que los ángeles son ya nuestros “hermanos siervos” (Apocalipsis 22:9). Ellos en sus ministraciones ocupan un puesto diferente del que ocupaban para con nosotros en el Antiguo Testamento. Nosotros somos “hermanos” de Cristo en una intimidad que ni los ángeles gozan (vv. 10–12, 16). 6. empero—No es a ángeles que el reino evangélico está sujeto, “pero <” Testificó … uno—La manera usual de citar la escritura a los conocedores de ella. El Salmo 8:5–7 alaba a Jehová, porque él ha engrandecido al HOMBRE al punto de sujetar a él todas las obras de Dios en la tierra: perdida esta dignidad [PAG. 615] por el primer Adán, es realizada solamente en Cristo el Hijo del hombre, el Hombre representativo y Cabeza de nuestra raza redimida. Así comprueba Pablo que es al hombre, y no a ángeles, a quien Dios ha sujetado al “mundo venidero”. En los vv. 6–8, se habla del HOMBRE en el sentido general; luego en el v. 9 se introduce a JESUS primero como quien cumple como hombre todas las condiciones de la profecía, y que pasa él mismo por la muerte, y como consecuencia nos trae a nosotros los hombres, sus “hermanos”, a “gloria y honra”. ¿Qué …—¡Cuán insignificante en sí, pero cuán exaltado por la gracia de Dios! (Véase Salmo 144:3). El hebreo, Enosh y Ben‐ Adam, expresan el hombre y el hijo del hombre en su flaqueza; “hijo del hombre” se aplica a cualquiera y todo hijo de hombre, en condición semejante, al parecer, de señor de la creación, tal cual era una vez (Génesis 1 y 2) y tal cual debe llegar a ser (Salmo 8), y tal cual lo es efectivamente por título, y cual ha de ser después más plenamente en la persona y en unión con Jesús, preeminentemente el Hijo del hombre (v. 9). te aceurdas de él?—como de un ausente. visitas?— cuidas como de uno presente. 7. un poco—No como dice Bengel, “un poco de tiempo”. que los ángeles—El hebreo (Salmo 8:5), “que Dios”, Elohim, en plural, es decir, las cualidades abstractas de Dios, tales como poseen los ángeles en forma inferior, o sea, de naturalezas celestiales, espirituales, incorpóreas. El hombre en su original creación, fué puesto en segundo término, bajo ellos. Así el hombre Jesús, no obstante ser Señor de ángeles, cuando se despojó de las formas exteriores de su divinidad (véase Nota, Filipenses 2:6, 7), estaba en su naturaleza humana “un poco inferior a los ángeles”; aunque esto no es la referencia primordial aquí, sino que es el hombre en general. Coronástele—como el real vicegerente ordenado de Dios sobre esta tierra (Génesis 1 y 2). Y pusístele sobre las obras de tus manos—texto omitido en algunos de los manuscritos más antiguos; incluído en otros y en las versiones más antiguas: así el Salmo 8:6, “Hicístele enseñorear de las obras de tus manos”. 8. (1 Corintios 15:27.) Porque en cuanto—Es decir que por cuanto Dios dijo en el Salmo 8 que sujetó “todas las cosas debajo de los pies de él” (el hombre), las cosas antes mencionadas, “nada dejó <” Como ninguna limtiación aparece en las sagradas escrituras, dichas “todas las cosas” deben incluír las celestiales así como las terrenales (1 Corintios 3:21, 22). mas aun—En la actualidad, todavía no vemos todas las cosas sujetadas, puestas debajo de los pies del hombre. 9. Empero—Todavía no vemos al hombre enseñoreándose de todas las cosas, sino “más bien a aquel < que fué hecho un poco menor que los ángeles” (Véase Lucas 22:43) lo vemos (por la fe: este verbo vemos es diferente del del v. 8, el que expresa la impresión que reciben
  • 11. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLA A LOS HEBREO 1 1 pasivamente los ojos de los objetos circunstantes; mientras que contemplamos o miramos, expresa la dirección y la intención deliberada de uno respecto de algo que trata de ver: así el griego en el 3:19 y 10:23), a saber, “a Jesús a causa del padecimiento de la muerte, de gloria y honra coronado”. Ya está coronado, invisible a nosotros, salvo por la fe; más adelante todas las cosas le quedarán sujetas visible y plenamente. La razón de su exaltación es “por haber sufrido él la muerte” (v. 10; Filipenses 2:8, 9). para que por gracia de Dios—(Tito 2:11; 3:4). La lección de Orígenes, “que él sin Dios” (es decir, haciendo a un lado su divinidad; o bien, a favor de todos menos Dios; o acaso aludiendo al haber sido “desamparado” temporalmente, como el cargador del pecado, por el Padre en la cruz) no está apoyada por los manuscritos. “Para que” se relaciona con “coronado de gloria”, y así su exaltación después de los padecimientos es el perfeccionamiento o consumación de su obra (v. 10) a nuestro favor; sin ella su muerte hubiera sido ineficaz; con ella y de ella, mana el resultado de que él gustara la muerte eficazmente por (a favor de, en bien de) todos los hombres. El está coronado como la Cabeza en el cielo de toda nuestra común humanidad, presentando su sangre como la defensa todo prevaleciente por nosotros. Esta coronación arriba hace aplicable su muerte a todo hombre individual (nótese bien el singular: no meramente “por todos los hombres”), 4:14; 9:24; 1 Juan 2:2. gustase la muerte—denota su sufrimiento personal de la muerte: muerte del cuerpo, y muerte (espiritual) del alma, al haber sido abandonado por el Padre. “Como el médico prueba, gusta, los remedios para animar al enfermo a tomarlos, así Cristo, cuando todos temían la muerte, a fin de persuadirlos a tener valor al hacerle frente, la gustó él mismo, aunque él no tenía necesidad [Crisóstomo.] (vv. 14, 15). 10. Porque—La razón por qué “la gracia de Dios” requería que Jesús “gustase la muerte”. convenía—el plan entero (no sólo no era derogatorio, ofensivo a Dios, sino que) era en alto grado propio y decoroso para Dios, aun cuando la incredulidad lo considera vergonzoso. [Bengel.] Es una respuesta a los judíos, a los cristianos hebreos, a todos los que impacientes por la demora del prometido advenimiento de la gloria de Cristo, estaban en peligro de la apostasía, tropezando en el Cristo crucificado. Los cristianos jerosolimitanos en particular estaban expuestos a este peligro. Este plan de la redención era tal que armoniza perfectamente con el amor, la justicia y la sabiduría de Dios. por cuya causa—a saber, de Dios el Padre (Romanos 11:36; 1 Corintios 8:6; Apocalipsis 4:11). En Colosenses 1:16, lo mismo se dice de Cristo. todas las cosas—El griego: “el universo de cosas”, “las cosas todas”. Por “Dios” emplea la perífrasis “aquel por cuya causa < por el cual son todas las cosas”, para señalar lo propio que era el sufrimiento de Cristo como la manera de su “perfeccionamiento” como “Autor (Capitán) de nuestra salvación”, puesto que la suya era la manera que plugo a aquel cuya voluntad y cuya gloria son el fin de todas las cosas, y por cuya operación todas las cosas subsisten. habiendo de llevar—El pretérito del griego: habiendo llevado como llevó, es decir, en su propósito electivo (véase “Sois hijos”, es decir, en los propósitos de él, Gálatas 4:6; Efesios 1:4), propósito que se realiza en Jesús, en su perfeccionamiento mediante sus aflicciones, padecimientos. muchos—(Mateo 20:28). “La Iglesia” (v. 12), “la asamblea general” (12:23). hijos—ya no hijos como bajo la ley del Antiguo Testamento, sino hijos por la adopción. a la gloria—para participar de la gloria de Cristo (v. 9; Juan 17:10, 22, 24; [PAG. 616] Romanos 8:21). La filiación, la santidad (v. 11), y la gloria, están inseparablemente unidas (2 Timoteo 2:10). La salvación presupone la destrucción, nuestra salvación de ella requiriendo los “sufrimientos” de Cristo. hiciese consumado—llevase a la gloria consumada, por medio de los padecimientos como camino ordenado que lleva a ella. “El que padece por otro, no sólo beneficia a aquél, sino que él mismo se pone más contento y más perfecto”. [Crisóstomo.] Llegando hasta el fin de las aflicciones y hasta la meta gloriosa: metáfora de los concursos de juegos públicos. Véase “Acabado es” (Lucas 24:26; Juan 19:30). Prefiero, con Calvino, entender “hacer perfecto como sacrificio consumado”: perfección legal y oficial, no moral, es el signifciado: “consagrar” (así se traduce el mismo griego en el 7:28) por la terminada expiación de su muerte como nuestro perfecto Sumo Sacerdote y así nuestro “Capitán de la salvación” (Lucas 13:32). Esto concuerda con el v. 11, “el que santifica”, es decir, los consagra por el hecho de que él fué hecho ofrenda consagrada a favor de ellos. Así el 10:14, 29; Juan 17:19: por el perfeccionamiento de su consagración por ellos en su muerte, él perfecciona la consagración de ellos, y así abre de par en par el acceso a la gloria (10:19–21: el 5:9; 9:9 concuerdan con este sentido). al autor—Vale decir, Principe guiador; como Josué, no Moisés, guió al pueblo a la Tierra Santa, así nuestro Josué, Jesús, nos guiará a la herencia celestial (Hechos 13:39). El mismo vocablo griego está en el 12:2, “Autor de nuestra fe”. “Autor de la vida”, Hechos 3:15. “Principe y Salvador”, Hechos 5:31. El va delante de todos por su ejemplo, como es también el Originador de nuestra salvación. 11. el que santifica—Cristo, quien una vez por todas consagra a su pueblo a Dios (acercándolos a él en consecuencia, Judas 1) y a gloria eterna, con haberse consagrado por ellos, siendo hecho perfecto (como el sacrificio expiatorio de ellos) por medio del padecimiento (v. 10; 10:10, 14, 29; Juan 17:17, 19). Dios, por su amor electivo, por la obra acabada de Cristo, perfectamente los santifica al servicio de Dios y al cielo una vez por todas; después son progresivamente santificados por medio del Espíritu transformador. “La santificación es la gloria que obra en embrión; la gloria es la santificación nacida y manifestada”. [Alford]. los santificados—griego, “los que están siendo santificados”. (Véase el uso de “santificados” en 1 Corintios 7:14). de uno—de Dios, el Padre: no en el sentido en que él es Padre de todos los seres, como los ángeles, porque éstos están excluídos por el argumento (v. 16); pero él es Padre de sus hijos humanos espirituales: Cristo la Cabeza y hermano mayor, y su pueblo creyente, miembros de su
  • 12. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLA A LOS HEBREO 1 2 cuerpo, de su familia. Este y los versículos siguientes tienen por fin justificar el haber dicho él “muchos hijos” (v. 10). “De uno” no significa “de un padre Adán”, ni “de Abrahán”, como suponen Bengel y otros, porque la participación del Salvador de la bajeza de nuestra humanidad no se menciona hasta el v. 14, y entonces como consecuencia de lo que precede. Adem{s, “hijos de Dios”, según el uso de las Escrituras, es la dignidad obtenida por nuestra unión con Cristo; y nuestra fraternidad con él viene del hecho de que Dios es su Padre de él y el nuestro. La filiación de Cristo (por engendramiento) en relación con Dios, se refleja en la filiación (por la adopción) en sus hermanos. no se avergüenza— aunque él es Hijo de Dios, puesto que ellos ya obtuvieron por la adopción igual dignidad, de modo que su majestad no se compromete cùando él fraterniza con ellos (11:16). Un marcado rasgo del cristianismo es que unifica tan asombrosos contrastes como “nuestro hermano y nuestro Dios”. [Tholuck]. “Dios hace de los hijos de los hombres, hijos de Dios, porque Dios ha hecho del Hijo de Dios, hijo de hombre”. [Agustín, sobre el Salmo 2.] 12. (Salmo 22:22). El Mesías anuncia el nombre del Padre, no conocido plenamente como el Padre de Cristo, y por tanto Padre de ellos, sino después de la crucifixión (Juan 20:17), entre sus hermanos (“la Iglesia”, eso es, la congregación), para que ellos a la vez le alaben (Salmo 22:23). En el v. 22 del Salmo 22, que empieza con el clamor de Cristo, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” y detalla minuciosamente sus aflicciones, pasa de sus padecimientos a su triunfo, prefigurados en la experiencia de David. alabaré—como director del coro (Salmo 8:2). 13. confiaré en él—De la versión de los Setenta, Isaías 8:17, que precede al texto siguiente, “He aquí, yo y los hijos <” Se objeta a la expresión “y otra vez”, que comúnmente introduce una cita nueva, mientras que éste es uno y el mismo texto. Sin embargo, no vale la objeción, puesto que las dos proposiciones expresan distintas ideas. “Yo confiaré en él” expresa su confianza filial en Dios como su Padre, a quien huye de sus sufrimientos, y no sufre chasco; lo que imitan sus hermanos creyentes confiando sólo en el Padre por medio de Cristo, y no en sus propios méritos. “Cristo demostró esta confianza, no por sí mismo, puesto que él y su Padre son uno, sino por su propio pueblo” (v. 16). Cada auxilio nuevo que le era dado le aseguraba, como les asegura a ellos, la ayuda para el futuro, hasta que fuese ganada la victoria completa sobre la muerte y el infierno (Filipenses 1:16). [Bengel]. He aquí, yo y los hijos—(Isaías 8:18.) “Hijos” (v. 10), “hermanos” (v. 12) y “niños” (v. 13, paidía, no huioí) expresan su derecho de propiedad sobre ellos desde la eternidad. Habla de ellos como niños, sin serlo ellos en realidad, pero así considerados en sus propósitos; y los presenta ante Dios el Padre para que sean glorificados juntamente con él. Isaías (que significa “salvación de Jehová”) representaba figurativamente al Mesías, que es a la vez Padre e Hijo, Isaías y Emanuel (Isaías 9:6). Expresa su resolución de confiar, él y sus hijos, no en el rey de Asiria como Acaz y los judíos, en contra de la confederación de Peka, de Israel, y Rezín, de Siria, sino en Jehová; y luego predice la liberación de Judá por Dios, en lenguaje que encuentra su plena realización de tipo sólo en la liberación mucho más grande por el Mesías. Cristo el Profeta antitípico, asimismo, en lugar de los objetos de confianza humanos de su edad, confía él mismo, y con él los hijos de Dios el Padre (que son por tanto hijos de él, y así los antitípicos hijos de Isaías, aunque son tenidos aquí por “hermanos” de él: véase “Padre”, Isaías 9:6; y “su simiente”, 53:10), guiados por él, confían plenamente en Dios para la salvación. Las palabras y hechos de todos los profetas cumplen su tipo en el gran Profeta [PAG. 617] (Apocalipsis 19:10), así como su oficio real está representado típicamente en el de los reyes teocráticos; y su oficio sacerdotal lo está en los tipos y ritos del sacerdocio aarónico. 14. El que fué manifestado ser “Capitán (Guía, Jefe) de la salvación” para los “muchos hijos”, confiando y sufriendo como ellos, debe por tanto venir a ser hombre como ellos, para que su muerte sea eficaz para ellos [Alford]. los hijos—Paidia, niños (v. 13), existentes en su eterno propósito, no en efecto. participaron—Han sido participantes, todos en común, en el propósito de él. de carne y sangre—Los manuscristos más antiguos tienen “sangre y carne”. El elemento interior y más importante, la sangre, como vehículo más inmediato del alma, se pone antes del elemento más palpable, la carne; también, con referencia al vertimiento de la sangre de Cristo, para consumar el cual él entró en comunión con nuestra vida corpórea. “La vida de la carne está en la sangre; es la sangre la que hace propiciación por el alma” (Levítico 17:11). él también—paraplesios, de un modo algo parecido, no del todo de la misma manera; porque él, al desigual de ellos, fué concebido y nació sin pecado (4:15). De manera semejante, no en mera semejanza de cuerpo, como enseñaban los herejes docetistas. participó—La herencia perdida era (según la ley judaica) rescatada por el pariente más cercano; así Jesús vino a ser nuestro pariente más cercano por su humanidad asumida, a fin de ser nuestro Redentor. para … por la muerte—que no podría haber sufrido como Dios, sino sólo haciéndose hombre. No por la omnipotencia sino “por su muerte” (así el griego) venció la muerte. “Jesús, sufriendo la muerte, venció; Satanás, sembrando la muerte, sucumbió” [Bengel]. Así como David cortó la cabeza a Goliat con la misma espada del gigante con la cual éste solía ganarse las victorias. Viniendo para redimir al hombre, Cristo se hizo en cierto sentido el lazo para destruír al diablo; porque en él había su humanidad para atraer hacia sí al devorador, su divinidad para traspasarlo, su aparente debilidad para provocarlo, poder escondido para fulminar al hambriento destruidor. Dice el epigrama latino: “Mors mortis morti mortem nisi morte tulisset, Aeternae vitae janua clausa foret”. Si la muerte mediante la muerte no hubiese llevado a muerte la muerte de la muerte, la puerta de la vida eterna hubiera sido cerrada. destruir—es decir, “hacer impotente”, quitarle todo el poder de dañar a su pueblo. “Para hacer cesar al enemigo, y al que se venga” (Salmo 8:2).
  • 13. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLA A LOS HEBREO 1 3 El mismo verbo griego se emplea en 2 Timoteo 1:10: “Abolió la muerte”. No hay muerte ya para los creyentes. Cristo implanta en ellos simiente inmortal, el germen de la inmortalidad celestial, aunque los creyentes tienen que sufrir la muerte natural. imperio—poder; Satanás es, “fuerte” (Mateo 12:29). de la muerte—denota que la muerte misma es un poder que, una vez extraña a la naturaleza humana, ahora se enseñorea de ella (Romanos 5:12; 6:9). El poder que la muerte tiene lo maneja Satanás. El autor del pecado es el autor de las consecuencias del pecado. Compárese “toda fuerza del enemigo” (Lucas 10:19). Satanás adquirió sobre el hombre (por la ley de Dios, Génesis 2:17; Romanos 6:23) el poder de la muerte mediante el pecado del hombre, siendo la muerte el verdugo del pecado, y el hombre le “cautivo lícito” de Satanás. Jesús, muriendo, ha hecho suyo aquel morir (Romanos 14:9), y así ha quitado la presa al poderoso. El poder de la muerte era manifiesto; quien manejaba dicho poder, escondido bajo el mismo, se declara aquí, a saber, Satanás. “Por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo” (Sabiduría 2:24). 15. temor de la muerte—aun antes de experimentar su poder efectivo. por toda la vida—Tal vida apenas puede llamarse vida. sujetos a servidumbre—es decir, “súbditos de servidumbre”; no meramente expuestos a ella, sino encadenados en ella (Romanos 8:15; Gálatas 5:1). Compárese con esta servidumbre, la gloria de “hijos” (v. 10) “La servidumbre”, dice Aristóteles’ “es vivir como uno no elige; “la libertad, vivir como uno escoge”. Cristo, al librarnos de la maldición divina contra nuestro pecado, ha quitado a la muerte todo aquello que la hacía formidable. La muerte, vista aparte de Cristo, no puede sino horrorizar al pecador si éste se atreve a pensar en ella. 16. ciertamente—griego, “Porque como todos sabemos”; “porque como sin duda concederéis”. Pablo probablemente se refiere a Isaías 41:8; Jeremías 31:32, versión de los Setenta, textos por los cuales los judíos bien sabrían que lo que aquí está afirmado respecto del Mesías era lo que los profetas les hicieron esperar. no tomó—más bien, “No es a los ángeles a quienes está ayudando (tiempo presente, que indica duración), sino es a la simiente de Abrahán a la que está ayudando”. El verbo significa ayudar a uno tomándolo de la mano, como se dice en 8:9; así corresponde a socorrer (v. 18) y a librar (v 15): no “a los ángeles”, que no tienen carne ni sangre, sino a los hijos, que sí las tienen: él los sostiene con su mano para ayudarlos, mediante su participación de las mismas (v. 14). Sea cual fuere el efecto de la obra de Cristo sobre los ángeles, no les extiende la mano para ayudarlos con sufrir él en la naturaleza de ellos para librarlos de la muerte, como en el caso nuestro sí. simiente de Abraham—Trata la redención de Cristo (en obsequio a los hebreos, a quienes se dirige y como suficiente para su propósito inmediato) con referencia a la simiente de Abrahán, la nación judía, en primer término; no que excluya a los gentiles (v. 9, “por todos”), los que son, si son creyentes, espiritualmente simiente de Abrahán (véase el v. 12; Salmo 22:22, 25, 27), sino referencia directa a ellos, como en Romanos 4:11, 12, 16; Gálatas 3:7, 14, 28, 29, no vendría al caso en el presente argumento. Es el mismo argumento que usa Mateo apoyando el que Jesús es el Cristo al escribir su evangelio para los hebreos, trazando la genealogía de Jesús desde Abrahán, el padre de los judíos y aquel a quien fueron dadas las promesas, de las cuales los judíos en especial se enorgullecían (Romanos 9:4, 5). 17. Por lo cual—Griego, “de donde”, como en el discurso de Pablo en Hechos 26:19. en todo—en todas las cosas incidentales al ser humano: nacer, ser alimentado, desarrollarse, sufrir. El pecado no es, en la constitución original del hombre, un acompañante necesario del ser humano; él pues no tuvo pecado. debía—por la necesidad moral, en atención a lo que la justicia y el amor de Dios requerían de él como Mediador (5:3), [PAG. 618] oficio que él voluntariamente había asumido a fin de “ayudar” al hombre (v. 16). sus hermanos—(v. 11)—“La simiente de Abrahán” (v. 16), y así también la simiente espiritual, sus elegidos de entre toda la humanidad. venir a ser … Pontífice—Fué llamado pontífice, sumo sacerdote, “hecho perfecto por lo que sufrió” (v. 10; 5:8–10). Lo fué hecho en efecto cuando penetró dentro del velo, de donde procede su constante intercesión sacerdotal a nuestro favor. Su muerte, como hombre, debe intervenir primero para que la introducción de la sangre en el lugar santo celestial siguiese, en lo que consiste la expiación de sumo sacerdote. misericordioso—al “pueblo”, que merecía la ira a causa de los “pecados”. La misericordia es el primer requisito del sacerdote, dado que su oficio es para ayudar a los desgraciados y levantar a los caídos: tal misericordia se hallará con más probabilidad en uno que tenga sentimiento piadoso para con los afligidos, afligido alguna vez él mismo (4:15); no que al Hijo de Dios le faltara ser enseñado a ser misericordioso por el sufrimiento, pero a fin de salvarnos él debió asumir nuestra condición humana con todas las aflicciones, haciéndose así apto por la condolencia experimental con nosotros, para ser nuestro compasivo Sumo Sacerdote, y asegurándonos su absoluta simpatía con nosotros en toda nuestra tristeza. Así observa Calvino en general sobre este punto. fiel—fiel a Dios (3:5, 6) y al hombre (10:23) en el oficio de mediador que ha emprendido. Pontífice—(Sumo Sacerdote) que no lo fué Moisés, aun cuando fué fiel. Sólo en el Salmo 110, Zacarías 6:13 y en esta Epístola es Cristo llamado expresamente Sacerdote. En ésta sola se discute ex profeso su sacerdocio; por lo cual es evidente cuán necesario es este libro en el Nuevo Testamento. En el Salmo 110 y en Zacarías 6:13 está también la mención del reino de Cristo, mentado muy a menudo en otras partes sin el sacerdocio. Sobre la cruz, donde como Sacerdote ofreció el sacrificio, tuvo inscripto el título de “Rey” [Bengel]. para expiar los pecados—El griego, “hacer propiciación respecto del pecado”. Es la justicia divina la que debe ser “propiciada”; por lo tanto, para que no se pensara que el sacrificio de Cristo, o los sacrificios legales, tipos de aquél, fuesen antecedentes de la gracia y amor de Cristo, ni aquél ni éstos se dice en el Antiguo Testamento ni
  • 14. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLA A LOS HEBREO 1 4 en el Nuevo que hayan “propiciado” a Dios; de otro modo se podría haber pensado que los sacrificios de Cristo hubiesen inducido a Dios a amar y a apiadarse del hombre, y no lo contrario (que es la realidad), que su amor ha originado el sacrificio de Cristo por medio del que la divina justicia y el divino amor se armonizan. Por medio de aquel sacrificio el pecador llega a gozar el favor de Dios, perdido por el pecado; de modo que su súplica propia es: “Dios, sé propicio (así el griego) a mí el pecador” (Lucas 18:13). Los pecados traen la muerte y el “temor de la muerte” (2:15). Cristo mismo no tuvo pecado, e “hizo reconciliación por la iniquidad” de todos los demás (Daniel 9:24). del pueblo— “la simiente de Abrahán” (v. 16); el Israel literal primero, y luego (en los designios de Dios), por medio de Israel, los gentiles creyentes, el Israel espiritual (1 Pedro 2:10). 18. Porque—la explicación de cómo el que él fuera hecho como sus hermanos en todo, le ha hecho misericordioso y fiel Sumo Sacerdote para nosotros (v. 17). en cuanto—griego “en lo que … padeció”, en ello puede socorrer. Habiendo sido tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados en la misma tentación; y por cuanto “fué tentado (probado y afligido) en todo”, en todos los puntos, puede (por el poder de la simpatía) socorrernos en todas las posibles tentaciones y pruebas comunes al hombre (4:16; 5:2). El es el Salomón antitípico, que tiene para cada grano de la simiente de Abrahán (innumerables como la arena del mar), “anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar” (1 Reyes 4:29). “No sólo como divino conoce nuestras pruebas, sino también como hombre las conoce por el sentir de la experiencia”. CAPITULO 3 Vers. 1–19. EL HIJO DE DIOS ES MAYOR QUE MOISES, POR TANTO LA INCREDULIDAD HACIA EL MERECE MAS GRAVE CASTIGO DEL QUE TOCO A LOS ISRAELITAS INFIELES EN EL DESIERTO. Como Moisés fué en especial el profeta por el cual “Dios en otro tiempo habló a los padres”, siendo el mediador de la ley, Pablo cree necesario ahora demostrar que, por grande que era Moisés, el Hijo de Dios es más grande. Observa Ebrard en Alford: El ángel del pacto vino en el nombre de Dios ante Israel; Moisés en el nombre de Israel, ante Dios; mientras que el Sumo Sacerdote vino tanto en el nombre de Dios (llevando el nombre de JEHOVA en la frente) ante Israel, como en el nombre de Israel (llevando sobre el pecho el nombre de las doce tribus) ante Dios (Exodo 28:9–29, 36, 38). Cristo es superior a los ángeles, según los capítulos 1 y 2, porque (1) como Hijo de Dios es superior; y (2) porque la humanidad, en el principio inferior a los ángeles, queda en Cristo exaltada sobre los ángeles hasta el “señorío del mundo venidero”, por cuanto él es a la vez Mensajero de Dios a los hombres y de parte de los hombres ante Dios, es Sacerdote representativo propiciatorio (2:17, 18). Paralelo con este argumento de su superioridad a los ángeles (1:4) está lo siguiente respecto de su superioridad a Moisés (v. 3): (1) Porque como hijo sobre la casa es superior al siervo en la casa (vv. 5, 6), así como los ángeles son espíritus servidores (1:14), mientras que él es el Hijo (vv. 7, 8); (2) porque la introducción de Israel en la tierra prometida, que no fué acabada por Moisés, es llevada a cabo por Cristo (4:1–11), por ser él no meramente jefe y legislador como Moisés, sino también Sumo Sacerdote propiciador (4:14; 5:10). 1. Por tanto—griego, “De donde”, visto que tenemos a un Ayudador tan compasivo, debéis “considerar atentamente”<“contemplar”; fijar los ojos y la mente en él a fin de aprovechar la contemplación (12:2). Este vocablo lo usa a menudo Lucas, compañero de Pablo (Lucas 12:24, 27). hermanos—en Cristo, el vínculo común de unión. participantes—“del Espíritu Santo.” vocación celestial—que nos viene del cielo y nos lleva al cielo, su procedencia. Filipenses 3:14, “la soberana vocación”; griego, “la vocación arriba”, eso es, celestial. al Apóstol y Pontífice de nuestra profesión—Hay un solo artículo con ambos sustantivos: “al que es a la vez Apóstol y Sumo Sacerdote”: Apóstol, Embajador (título [PAG. 619] superior a “{ngel”, mensajero) enviado del Padre (Juan 20:21), para defender la causa de Dios para con nosotros; Sumo Sacerdote como para defender nuestra causa ante Dios. Su apostolado y su pontificado se comprenden ambos en un solo título, Mediador. [Bengel]. Aunque el título de “Apóstol” no se usa en otra parte en relación a Cristo, viene bien aquí en palabras dirigidas a hebreos, los que aplicaban el término a los delegados enviados por el sumo sacerdote para cobrar el impuesto del templo a judíos residentes en el exterior, así como Cristo era Delegado del Padre enviado lejos a este mundo (Mateo 21:37). Asimismo, lo que se le aplica a él, se aplica también a su pueblo; los doce se llaman apóstoles de Cristo, como él lo es del Padre (Juan 20:21). Conviene evitarle aquí la designación de “ángel”, a fin de distinguir su naturaleza de la de ángeles, antes discutida, aunque él es “el Angel del pacto”. El “legado de la Iglesia” (Sheliach Tsibbur) ofrecía las oraciones en la sinagoga en nombre de todos y por todos. Así Jesús, “el Apóstol de nuestra profesión” es delegado para interceder por la Iglesia ante el Padre. La frase “de nuestra profesión” indica que no es del ritual legal sino de nuestra fe cristiana que él es el Sumo Sacerdote. Pablo lo compara como Apóstol a Moisés; como Sumo Sacerdote, a Aarón. El solo tiene los dos oficios combinados, y en grado más eminente que cualquiera de los dos: oficios que los hermanos tienen por separado. “Profesión” o “confesión” corresponde al hecho de que Dios nos ha hablado por su Hijo, enviado como Apóstol y Sumo Sacerdote. Lo que Dios proclama, lo confesamos. 2. Primero él nota los rasgos de semejanza entre Moisés y Cristo, a fin de aplacar a los cristianos hebreos aludidos, los cuales conservaban aún altísima opinión de Moisés. es fiel—Cristo fué fiel y lo es
  • 15. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLA A LOS HEBREO 1 5 todavía como nuestro Sumo Sacerdote mediador, fiel en el cargo que Dios le confió (2:17). Así Moisés en la casa de Dios (Números 12:7) le constituyó—“le hizo” Sumo Sacerdote: entendido por el contexto. El griego es “hizo”; así en el 5:5; 1 Samuel 12:6, marginal; Hechos 2:36; así los padres griegos. No como Alford, con Ambrosio y los latinos: “lo creó”, eso es, como hombre, en su encarnación. La semejanza de Moisés al Mesías fué predicha por Moisés mismo (Deuteronomio 18:15). Otros profetas sólo explicaron a Moisés, el que en este respecto fué superior a ellos; pero Cristo fué semejante a Moisés, y con todo superior. 3. Porque—asignando la razón por qué ellos debían considerar atentamente a “Cristo” (v. 1), por lo altamente que estiman a Moisés, quien se le asemejaba en fidelidad” (v. 3). es estimado—griego, “ha sido estimado”. tanto mayor gloria … digno—por Dios, cuando lo exaltó a su diestra. Los cristianos hebreos admitían ese hecho (1:13). la fabricó—“La preparó”, o “la estableció” [Alford]. El verbo griego se usa a propósito en preferencia a “edificó”, a fin de señalar que se significa no una casa literal sino una espiritual: la Iglesia tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento; y que la edificación de tal casa incluye todas las disposiciones de providencia y de gracia que hacían falta para proveerla de “piedras vivas” y de “siervos” indicados. Así como Cristo el Fundador y Establecedor (en el Antiguo Testamento así como en el Nuevo) es mayor que la casa así establecida, inclusive los siervos, él es también mayor que Moisés, quien no fué sino “siervo”. Moisés, como siervo, es parte de la casa, y menos que la casa: Cristo, como Creador Instrumental de todas las cosas, debe ser Dios, y así mayor que la casa, de la que Moisés no es sino una parte. La gloria es el resultado del honor, dignidad. 4. Debe haber quien establezca toda casa: Moisés no fué quien estableció la casa, sino que fué una porción de ella (pero el que estableció todas las cosas y por tanto, la referida casa espiritual es Dios). Cristo, siendo instrumentalmente el Establecedor de todas las cosas, debe ser el Establecedor de la casa, y así es mayor que Moisés. 5. fiel sobre toda su casa—es decir, la casa de Dios (v. 4). siervo—No aquí el griego por “esclavo”, sino “servidor acompañante”; que indica el alto oficio de Moisés ante Dios, inferior a Cristo, especie de administrador. para testificar—griego, “para testimonio”, para que diera en sus instituciones típicas “testimonio” a Israel de “lo que se había de decir” después por Cristo acerca del evangelio (8:5; 9:8, 23; 10:1). 6. Mas Cristo—fué y es fiel (v. 2) como Hijo sobre la casa de él; no su casa, la casa de Dios (v. 4); y por tanto, como se infiere que es uno con el Padre, sobre su propia casa. Así el 10:21: “Sumo Sacerdote sobre la casa de Dios”. Cristo entra en la casa del Padre como Señor de la casa; Moisés entra como siervo (en ella, vv. 2, 5). [Crisóstomo]. Un embajador en la ausencia del rey es muy distinguido; en la presencia del rey vuelve a ser uno entre muchos. [Bengel]. la cual casa somos—Pablo y sus lectores hebreos. Los mejores manuscritos: “cuya casa (casa de quien) somos”. si retuviéremos … esperanza—la nuestra. Por cuanto todas las cosas buenas nuestras reposan en la esperanza, debemos mantener nuestras esperanzas como para regocijarnos en ellas ya, como si estuviesen ya realizadas. [Crisóstomo]. hasta el cabo … firme—Omitidas en Lucifer y Ambrosio y en un manuscrito antiguo; constan en los mejores. 7. Una exhortación (Salmo 95), a no perder, por incredulidad, la participación en la casa espiritual. Por lo cual—viendo que somos la casa de Dios si mantenemos nuestra confianza < (v. 6). Jesús es fiel; no seáis infieles vosotros (vv. 2, 12). La oración que principia con “por lo cual”, interrumpida por el paréntesis que confirma el argumento del Salmo 95, se completa en el v. 12: “Mirad, hermanos <” dice el Espíritu—por el salmista a quien inspiró, de modo que las palabras del profeta son palabras de Dios mismo. Si oyereis—obedientemente. hoy— al fin; en el día de David, en contraste con el día de Moisés, y siempre después; mientras eran desobedientes contra la voz de Dios como, por ejemplo, en el desierto (v. 8). El Salmo, cada vez que se emplee en el culto público, significará por “hoy” el día particular cuando se usa. su voz—de gracia. 8. No endurezcáis …—Esta frase se usa aquí como acto de hombre mismo; comúnmente es acto de Dios (Romanos 9:18). Cuando se habla del hombre como agente, se usa más bien la frase “endurecer la cerviz”, o “la espalda” (Nehemías 9:17). provocación … tentación—Massah—meribah: traducción marginal, “tentación < contención”, o “contienda” (Exodo 17:1–7). Ambos vocablos significan la murmuración [PAG. 620] del pueblo contra el Señor en Refidim por falta de agua. La primera ofensa debe ser evitada particularmente, y se reprende con severidad porque es capaz de producir otras muchas más. Números 20:1–13 y Deuteronomio 33:8 mencionan una segunda ocasión similar en el desierto de Sin, cerca de Cades, también llamado Meriba. en el día—griego; “según el día <” 9. Donde—en el desierto. me tentaron … me probaron—Los manuscritos más antiguos rezan: “me tentaron en (por medio de) la población”, experimentando conmigo por ver si yo podía o quería liberarlos, dudándolo. vieron mis obras cuarenta años—Vieron, sin ser por eso llevados al arrepentimiento, mis obras de poder, que en parte prestaban ayuda milagrosa y en parte ejecutaban venganza, durante cuarenta años. Los “cuarenta años” unidos en el hebreo y en la versión de los Setenta y en el v. 17 con “me enemisté” (“me enojé”), aquí van unidos con “vieron”. Ambas cosas son verdad; pues durante los mismos cuarenta años cuando tentaban a Dios por la incredulidad, no obstante ver las obras milagrosas de Dios, Dios era afligido. La leccion que se trata de enseñar a los cristianos hebreos es que el “hoy” de ellos ha de durar sólo entre la primera predicación del evangelio y la inminente destrucción de Jerusalén, a saber: cuarenta años; precisamente el número de años de la peregrinación de Israel en el desierto, hasta que la plena medida de su culpabilidad se hubiera cumplido y los rebeldes fueran derribados. 10. me enemisté—Fuí disgustado, me enojé (Levítico 26:24, 28). esta generación—Así los manuscritos más
  • 16. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLA A LOS HEBREO 1 6 antiguos. La lección “aquella generación” denota distanciamiento o enemistad. dije—en mi disgusto, por su primera ofensa. Subsecuentemente, cuando endurecieron aun más el corazón en la incredulidad, juró en su ira (v. 11); una graduación ascendente (véase vv. 17, 18). Y no han conocido—“ellos mismos” (así el griego); percibieron que yo estaba disgustado; sin embargo, ellos, las mismas personas, por nada quisieron conocer mis caminos [Bengel]; véase “Pero ellos”, Salmo 106:43. mis caminos—no los conocieron en la práctica y obediencia, caminos en que yo quería que caminasen para que alcanzasen mi descanso (Exodo 18:20). 11. Juré—Bengel observa que el juramento precedió los cuarenta años. pues—griego “Como juré”. No entrarán—es decir, “Si es que entrarán <” (Dios me haga así y más, si entrasen <” véase 2 Samuel 3:35). El griego es similar en Marcos 8:12. mi reposo—Canaán, en primer orden, después de las peregrinaciones en el desierto, aun cuando allí nunca lo gozaron plenamente; de lo que se entiende que la amonestación abarcaba más que la exclusión de los infieles de la literal tierra de reposo, y que el reposo prometido a los creyentes en toda la plena bienaventuranza era, y es, aún futuro. Los textos, Salmo 25:13; 37:9, 11, 22, 29 y la bienaventuranza de Cristo mismo (Mateo 5:5) concuerdan todos en esto. 12. Mirad—léase con “por lo cual” del v. 7. [no] haya—El indicativo en el griego, lo que denota no meramente una posible contingencia, sino que hay razón por qué creer que así será. en ninguno de vosotros—No sólo deberían estar apercibidos en general, sino que deberían estar tan preocupados cada miembro por la seguridad del otro, a fin de que ninguno pereciese por la negligencia de ellos. [Calvino]. corazón—No debe ponerse confianza en el corazón: v. 10: “siempre divagan ellos de corazón”. incredulidad—infidelidad. Cristo es fiel; por lo tanto, dice Pablo a los hebreos, no debemos ser infieles como nuestros padres bajo Moisés. apartarse—lo opuesto de “lleguémonos” del 4:16. Dios castiga a tales apóstatas de la misma manera: se aparta de ellos: la peor desgracia. Dios vivo—viviente, real: la característica distintiva del Dios de Israel, no como los dioses inertes de los paganos: uno, pues, cuyas amenazas son horribles realidades. El apostatar de Cristo es apostatar de Dios (2:3). 13. exhortaos—cada uno a sí mismo y a su prójimo. cada día—día por día. entre tanto que se dice Hoy—mientras dure el “hoy” (el día de la gracia, Lucas 4:21, antes de la llegada del día de gloria y de juicio a la venida de Cristo, 10:25, 37). Mañana es el día cuando trabajarán los ociosos y los necios se arrepentirán. Mañana es el hoy de Satanás; no le importa cuán buenas resoluciones adoptéis, siempre que sean para mañana. ninguno de vosotros—“vosotros” es enfático, en distinción de “vuestros padres (v. 9). “Para que de entre vosotros ninguno (así el orden griego de los mejores manuscritos) sea endurecido” (v. 8). engaño—que haga que “erréis en vuestros corazones”. de pecado—de la incredulidad. 14. Porque—subrayando el v. 12. participantes de Cristo—(Véanse vv. 1, 6.) También “partícipes del Espíritu Santo” (6:4). conservemos—griego, “tengamos bien asido”. el principio … conifanza—eso es: la confianza (es decir, la confianza substancial, sólida) de la fe que hemos comenzado (6:11; 12:2). El cristiano mientras no sea hecho perfecto, se considera principiante [Bengel]. hasta el fin—hasta la venida de Cristo (12:2). 15. Entre tanto que se dice—enlazado con el v. 13, “exhortaos entre tanto < hoy”; “porque (v. 14) fuimos hechos participantes,” forma un paréntesis. “Depende del todo de vosotros mismos que la invitación del Salmo 95 no sea meramente una invitación, sino también en efecto un gozo”. Alford, traduce: “Por cuanto se dice <”, opinando que el v. 15 es una prueba de que debemos “conservar firme la confianza hasta el fin <” para poder ser “participantes de Cristo”. 16. Porque algunos—griego, “Porque ¿quiénes..: interrogación como en los vv. 17, 18: “Quiénes eran aquellos que oyeron (refiriéndose a “si oyereis”, v. 15) y provocaron” a Dios? El “porque” denota que debemos mirar, cuidarnos de la incredulidad: porque ¿no fué a causa de la incredulidad que todos nuestros padres fueron excluídos (Ezequiel 2:3)? “Algunos” y “no todos” sería una manera débil de exponer el argumento, cuando el objetivo es de demostrar la universalidad de aquel mal. No meramente algunos sino todos los israelitas porque la sola excepción de Josué y Caleb apenas se tomaría en cuenta en una declaración tan general. Asimismo los vv. 17, 18 son interrogativos: (1) El principio de la provocación en el desierto a poco de salir de Egipto (v. 16); (2) los cuarenta años de provocación en el desierto (v. 17); (3) la denegación de la entrada en la tierra de reposo (v. 18). Véase 1 Corintios 10:5, “con la mayoría de ellos se desagradó Dios”. no todos—Léase: “Pero ¿no provocaron todos los que salieron de Egipto?” (Exodo 17:1, 2) con Moisés—por la instrumentalidad de Moisés, [PAG. 621] el jefe de ellos. 17. Mas—no “pero” sino “además”; conjunción ilativa, no adversativa; extiende el pensamiento del v. 16. cuerpos—es decir, “extremidades”, lo que significa que cayeron desmembrados. 18. no obedecieron—la incredulidad práctica. 19. no pudieron entrar— aunque deseaban hacerlo. CAPITULO 4 Ver. 1–16. LA PROMESA DEL REPOSO DE DIOS SE REALIZA PLENAMENTE EN CRISTO: ESFORCEMONOS A ALCANZARLO POR MEDIO DE EL, NUESTRO COMPASIVO SUMO SACERDOTE. 1. Temamos—no con servil terror, sino con piadoso “temor y temblor” (Filipenses 2:12). Dado que muchos han caído (3:17–19), tenemos razón por qué temer. quedando aún—a nosotros, después que los otros, por descuido, la perdieron. en su reposo—el reposo celestial de Dios, del que Canaán es el tipo. El “hoy” continúa aún y mientras tanto, existe el peligro de no alcanzar el