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Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
1 
INSTITUTO BÍBLICO DEL AIRE 
FASCÍCULO INTERNACIONAL NÚMERO 11 
Estudio general de Lucas y Juan 
Capítulo 1 
Una perspectiva del evangelio de Lucas 
El autor del evangelio de Lucas no era judío ni tampoco uno 
de los doce apóstoles. Era griego y escribió su evangelio para un 
hombre que también era griego. Los estudiosos creen que Lucas tuvo 
como testigos oculares a María, la madre de Jesús; a Santiago, el 
hermano de Jesús; y muchos otros como fuentes de información 
mientras investigaba y escribía su evangelio. Pablo habla de Lucas 
como su “médico amado” y su compañero de viaje. Obviamente, 
viajó con Pablo para atender los síntomas físicos del “aguijón en su 
carne” (2 Corintios 12). Pablo menciona a Lucas tres veces en sus 
inspiradas cartas (Colosenses 4:14; 2 Timoteo 4:11; Filemón 24). 
Lucas, además, es el autor del libro de Hechos, que dirigió 
también al mismo hombre, Teófilo. Como este nombre significa “el 
que ama a Dios”, algunos estudiosos creen que los dos libros están 
dirigidos a cualquier persona que ama a Dios, en tanto que otros 
creen que Teófilo era un hombre que conocía Lucas. 
El autor de este evangelio era un hombre culto. En su tiempo, 
habría sido considerado un científico. Usa más términos médicos que 
Hipócrates, el “padre de la medicina moderna”, y su gramática es la 
mejor de todos los escritores del Nuevo Testamento, entre ellos, 
Pablo. Era un escritor talentoso y un historiador muy preciso. 
Cuando Lucas registra los viajes misioneros de Pablo, usa los 
pronombres “nosotros” y “ellos” indistintamente. Un estudio
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
2 
cuidadoso de los pasajes donde aparece la palabra “nosotros” en el 
libro de Hechos nos indica cuándo Lucas acompañó a Pablo en esos 
viajes misioneros. Pablo escribe a los colosenses que Dios no llama a 
la salvación a muchas personas que el mundo considera sabios (1 
Corintios 1:26-29). Él y Lucas eran excepciones de esa regla, lo cual 
podría, también, explicar su estrecha relación. 
Lucas registra veinte milagros, de los cuales seis solo se 
encuentran en su evangelio. Registra veintitrés parábolas, de las 
cuales dieciocho solo aparecen en su evangelio. 
Lucas es el evangelio favorito de muchos porque el Cristo 
que nos describe es muy humano, compasivo, afectuoso y 
sumamente identificado con nuestra humanidad. Como médico, 
Lucas tenía una gran conciencia social, y nos ofrece una biografía de 
un Cristo con una gran conciencia social. Lucas –siempre poniendo 
énfasis en el toque humano- nos dice que Marta estaba enojada 
porque María no quería ayudar en los preparativos y el servicio 
cuando invitaron a Jesús a cenar (10:38-42). Con el ojo para los 
detalles de un historiador preciso y el corazón de un médico 
compasivo, Lucas es quien nos cuenta que la mirada de Jesús se 
cruzó con la de Pedro en el preciso instante en que el gallo cantó, 
cuando Pedro ya había negado a su Señor por tercera vez (22:60,61). 
A lo largo de todo el evangelio de Lucas vemos el toque 
humano de Jesús. Cuando sumamos todo, tenemos una descripción y 
una imagen mental de Jesucristo que contribuye mucho al relato de 
cómo fue y cómo es hoy, verdaderamente, el Hijo de Dios y el Hijo 
del Hombre. El mensaje del tercer evangelio es la humanidad del 
Dios-Hombre. El énfasis está en que este Hombre, que era Dios, se 
identificó con nuestra humanidad. 
Como historiador preciso y excelente escritor, Lucas presenta 
un relato ordenado para su amigo Teófilo, que yo estoy convencido 
de que era una persona real y muy destacada que amaba a Dios, y 
que Lucas amaba (1:3). En su introducción al único libro de historia 
inspirado del Nuevo Testamento, describe este tercer evangelio como 
“todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día 
en que fue recibido arriba” (Hechos 1:1,2). 
Este historiador inspirado nos dice más acerca del nacimiento 
y los primeros treinta años de vida de Jesús que cualquiera de los 
otros escritores de evangelios. Sus primeros dos capítulos dedican 
132 versículos a romper ese silencio. El evangelio de Lucas es un 
relato ordenado e históricamente preciso de las cosas que Jesús hizo 
y enseñó desde su nacimiento hasta su ascensión. Muchos estudiosos 
creen que el versículo decisivo y clave de este evangelio es el 19:10: 
“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había 
perdido”.
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
3 
Capítulo 2 
Pensamientos de Navidad 
Según Lucas, cuando Dios penetró en la historia humana y se 
convirtió en hombre, invitó a ciertas personas a participar en su gran 
milagro. Si bien solo fueron unas pocas personas, cada una de ellas 
tiene algo que enseñarnos con su ejemplo. 
La virgen María 
El ángel Gabriel visitó a María, una virgen que estaba 
comprometida con un hombre llamado José. Gabriel dio a María la 
misma noticia que había dado a Zacarías, un sacerdote que fue el 
padre de Juan el Bautista: Dios se convertiría en hombre. El 
sacerdote no le creyó, y por esa incredulidad el ángel le dijo que su 
boca permanecería cerrada –quedaría mudo- y no se le permitiría 
contar a nadie acerca de este milagro hasta que ocurriera. El ángel 
Gabriel dijo a María que ella iba a concebir al Hijo de Dios y lo 
llevaría en su vientre. María preguntó al ángel: “¿Cómo será esto? 
pues no conozco varón” (1:34). 
Si bien María le preguntó al ángel cómo podía ser que una 
virgen tuviera un hijo, no respondió con la incredulidad de Zacarías. 
El sacerdote no creyó que el milagro de su hijo fuera posible, en vista 
de la esterilidad de su esposa y la edad avanzada de ambos. Por 
cierto, nos damos cuenta de que María sí creyó las palabras del ángel 
cuando Elizabet le dice: “Y bienaventurada la que creyó, porque se 
cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor” (45). 
La fe de los pastores 
Una multitud de ángeles se les apareció a algunos pastores 
que estaban cuidando sus rebaños de noche. Los ángeles les contaron 
las Buenas Nuevas del nacimiento de Cristo (2:10,11). Note que estas 
Buenas Nuevas anunciadas por los ángeles eran para todos. Luego de 
recibir este mensaje –antes y después de ver este milagro- los 
sacerdotes contaron a todos lo que los ángeles les habían dicho. 
¿Alguna vez se preguntó por qué Dios les contó a los pastores 
acerca de la primera Navidad? Todas las demás personas a las que se 
les contó este milagro jugaron un papel vital, y parece que Dios se lo 
dijera solamente a las personas que necesitaban saberlo. El sacerdote 
y su esposa, Elisabet –los padres de Juan el Bautista- necesitaban 
saberlo. María y José necesitaban saberlo, y creyeron, pero leemos 
que María “guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” 
(19). 
Los pastores, por otra parte, dijeron a todos lo que habían 
visto y oído, tanto antes como después de ver este gran milagro. ¿Por 
qué incluyó Dios a los pastores en su gran milagro? Porque sabía que 
creerían y contarían a todos acerca del milagro de un Salvador, quien 
es Cristo, el Mesías prometido, y el Señor.
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
4 
Jesús, a los doce años, en el templo 
Lucas rompe el silencio y nos dice lo único que conocemos 
acerca de los treinta años que vivió Jesús entre su nacimiento y el 
comienzo de sus tres años de ministerio público. Este es un incidente 
que tuvo lugar cuanto tenía doce años de edad. Sus padres lo llevaron 
a Jerusalén con lo que, aparentemente, era un grupo grande de 
peregrinos religiosos. 
Cuando están volviendo a su casa, les lleva tres días darse 
cuenta de que Jesús no está con ellos. Desandan el camino 
desesperadamente hacia Jerusalén y lo encuentran en el templo 
haciéndoles preguntas a los líderes religiosos. Cuando sus padres le 
cuentan cómo lo habían buscado desesperadamente, les contesta: 
“¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi 
Padre me es necesario estar?” (1:49). 
Esto presenta a los padres de Jesús como muy humanos; 
pierden a su hijo y lo encuentran en el último lugar donde pensarían 
que podría estar. Luego, cuando escuchan de su boca que deberían 
haberse dado cuenta de que Él estaría en los asuntos de su Padre en el 
templo, donde lo encuentran haciéndoles preguntas a los escribas y 
rabinos instruidos, este suceso se convierte en algo asombroso. 
Aplicaciones personales 
El Antiguo y el Nuevo Testamento nos dicen que Jesús 
volverá a cruzarse físicamente con la historia humana en el milagro 
de la Segunda Venida de Jesucristo. La esencia de la primera 
Navidad es que Dios se encarnó para nuestra salvación. La esencia de 
la Segunda Venida es la misma. En otras palabras, Dios va a hacer 
otra Navidad; hay otra Navidad en camino. Así como la primera 
Navidad fue la única esperanza que teníamos para ser salvos, su 
Segunda Venida es la bendita esperanza de la Iglesia y la única 
esperanza del mundo. 
Dios nos ha dado conocimiento de esta única y bendita 
esperanza a través de su Palabra. Él quiere usarnos para proclamar 
las Buenas Nuevas del retorno de su Hijo a un mundo lleno de 
personas que no tienen esperanza. Si dudamos acerca de este 
milagro, como Zacarías, nuestra incredulidad cierra nuestras bocas y 
no compartimos esta esperanza con nadie. Si cuestionamos y 
analizamos todos los detalles de su retorno, como María, tal vez 
estemos guardando estas cosas en nuestro corazón y no les estemos 
hablando a las personas desesperadas de la única esperanza que 
existe para ellas. 
Debemos seguir el ejemplo de los pastores, y contar estas 
Buenas Nuevas a todos aun antes de verlas por nosotros mismos. 
¿Seguirá usted el ejemplo de los pastores y dirá a todos quienes 
conoce acerca de la bendita esperanza que tiene como creyente y cuál 
es, literalmente, la única esperanza de este mundo?
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
5 
Capítulo 3 
El manifiesto del Mesías 
Hay, en realidad, dos pasajes que abren nuestra comprensión 
del evangelio de Lucas. Ya he mencionado el primero (19:10). Jesús 
nos da el segundo cuando va a la sinagoga de su ciudad natal y lee 
del rollo del profeta Isaías (4:18). Si compara los dos pasajes, verá 
que ambos indican claramente el propósito por el cual vino Jesús. 
“Considerado dentro de su contexto, el primer versículo 
presenta al Salvador del mundo haciendo lo que hizo, 
verdaderamente, gran parte del tiempo: buscar y salvar a los perdidos 
(19:10)”. Sin embargo, cuando se considera el otro pasaje en su 
contexto, sirve como “el manifiesto del Mesías” (4:18). Este 
manifiesto es una declaración más amplia acerca de por qué vino y 
qué vino a hacer acá. A veces se lo llama “el manifiesto de Nazaret”, 
porque fue anunciado en su ciudad natal al principio de sus tres años 
de ministerio público. 
La proclamación del manifiesto 
“Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo 
entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y 
se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló 
el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por 
cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha 
enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a 
los cautivos, Y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; 
a predicar el año agradable del Señor. 
“Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los 
ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a 
decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” 
(Lucas 4:16-21). 
Muchos líderes mundiales han iniciado su misión escribiendo 
un manifiesto, que es una declaración de las respuestas y soluciones 
que dicen tener para los problemas que las personas tienen en este 
mundo. Cuando leemos que Jesús comenzó sus tres años de 
ministerio público anunciando el manifiesto de Nazaret, debemos 
darnos cuenta de que estamos oyendo el mayor manifiesto que haya 
escuchado el mundo jamás. Esto es cierto no solo porque está 
formado por Escrituras inspiradas y es el cumplimiento de una 
profecía. El manifiesto de Nazaret es el mayor manifiesto que jamás 
haya conocido este mundo, porque fue implementado perfectamente 
por la Persona que lo declaró. 
También deberíamos darnos cuenta de que Jesús estaba 
anunciando el manifiesto de la Iglesia hoy, por la forma que dice 
Lucas que comenzó su ministerio. El manifiesto de Nazaret no solo 
nos muestra lo que hacía Jesús cuando vivió su vida aquí en la carne, 
sino lo que desea hacer a través de quienes hoy nos llamamos “el 
cuerpo de Cristo”. 
Cierto movimiento mundial contaba con muy pocos 
miembros, aunque habían pasado varios años después que fue escrito
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
6 
su manifiesto. Entonces, un miembro escribió un pequeño folleto 
titulado “¿Qué debe hacerse?”. Lo que quería decir, principalmente, 
era: “¿Qué deberían hacer los que creen en el manifiesto?”. Ese 
pequeño folleto movilizó a millones de personas a incorporarse a ese 
movimiento. 
La vida y las enseñanzas de Jesucristo son el manifiesto del 
discípulo de Jesucristo. Los verdaderos seguidores de Jesucristo 
creen que el Cristo resucitado y vivo tiene las únicas soluciones que 
existen para las necesidades y problemas de la gente de este mundo. 
Esta declaración de propósito de Jesús al inicio de su ministerio es su 
pequeño manifiesto resumido que nos dice no solo lo que Él se 
proponía hacer, sino lo que debe hacer cada uno de sus discípulos en 
este mundo hoy. 
Esta declaración, breve pero amplia, de los objetivos de la 
misión de Jesús será el bosquejo de mi breve estudio general del 
evangelio de Lucas. Al recorrer el tercer evangelio juntos, voy a 
demostrar cómo Jesús proclamó su manifiesto cuando leyó de ese 
rollo de Isaías en Nazaret, y luego probó a los líderes religiosos de su 
tiempo que tenía la autoridad para implementar su manifiesto. El 
evangelio de Lucas luego nos muestra cómo Jesús practicó el 
manifiesto que proclamaba y probaba. Finalmente, voy a mostrar 
cómo Lucas pinta un cuadro de un Jesús que invita y desafía a otros 
(incluyéndonos usted y a mí) a convertirse en partícipes con Él en la 
implementación de su manifiesto y su misión en este mundo. 
La forma en que Lucas presenta su biografía de Jesús nos da 
otra definición esencial de lo que significa ser un discípulo de 
Jesucristo. Nos muestra lo que debe hacer la Iglesia de Jesucristo en 
el mundo hoy. 
Muchas veces pensé que sería maravilloso si un discípulo de 
Jesús leyera nuestro manifiesto y luego escribiera un folleto titulado: 
“¿Qué debe hacer un discípulo que cree en el manifiesto de Jesús?”. 
Con el tiempo, me di cuenta de que ningún discípulo podría escribir 
ese folleto para todos nosotros, porque Dios ha dispuesto su voluntad 
para la vida de cada uno de nosotros, junto con su revelación de esa 
voluntad, de forma tal que todos debemos presentarnos ante Él, como 
hizo Pablo en el camino a Damasco, y preguntar: “Señor, ¿qué 
quieres que yo haga?” (Hechos 9:6). 
Si usted no es un seguidor de Jesús, mi oración es que este 
fascículo le haga conocer a Aquel que se cruzó con la humanidad en 
una forma personal y demostró ser el Prometido que quiere tocar su 
vida también. Si usted es un discípulo de Jesucristo, mi oración es 
que este estudio general del evangelio de Lucas le muestre lo que Él 
quiere que haga usted. Que cada uno de nosotros podamos oír la 
pequeña y queda voz de nuestro Señor resucitado y vivo que nos 
hace saber lo que quiere que hagamos al participar con Él, que 
implementa su manifiesto en nuestra carne mortal y a través de ella 
hoy.
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
7 
El manifiesto del Mesías, probado 
Jesús está sanando y enseñando en una casa en Capernaum. 
Los líderes religiosos, descriptos como “doctores de la Ley”, han 
viajado a lo largo de Israel, desde Jerusalén a Galilea, para investigar 
el milagro innegable de la curación de un leproso por Jesús. Esto 
brinda el contexto en el cual Jesús prueba el manifiesto que había 
proclamado en Nazaret. Realiza otra sanidad milagrosa en este 
entorno, que fue “para que [supieran] que el Hijo del Hombre tiene 
potestad en la tierra para perdonar pecados” (Lucas 5:17-26). 
Mientras Jesús estaba enseñando, cuatro hombres rompieron 
literalmente el techo y bajaron, usando sogas, a un amigo que estaba 
paralizado sobre una litera y lo pusieron ante Él. Para Jesús no 
existían las interrupciones, sino las oportunidades. Y usó esta 
oportunidad para probar su manifiesto, al decir al hombre que tenía 
delante de Él: “Tus pecados te son perdonados”. Los destacados 
líderes religiosos estaban consternados, y preguntaron: “¿Quién 
puede perdonar pecados sino solo Dios?”. 
Les contestó con una pregunta: “¿Qué es más fácil, decir: Tus 
pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? Pues para que 
sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para 
perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu 
lecho, y vete a tu casa. Al instante, levantándose en presencia de 
ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, 
glorificando a Dios” (5:23-25). 
Cuando Jesús dijo al hombre que sus pecados eran 
perdonados, estos visitantes distinguidos podrían haber estado 
pensando: “¡Es fácil decirlo!”. Jesús concordaba con los teólogos en 
que solo Dios perdona pecados. A través de este milagro, demostró 
que Él era Dios con nosotros y que tenía la misma autoridad para 
perdonar pecados en la tierra que la que tiene Dios en el cielo. Por lo 
tanto, probó que tenía el poder y la autoridad para implementar su 
manifiesto. 
El manifiesto de Nazaret, practicado 
Jesús proclamó que el Espíritu de Dios lo había ungido para 
un propósito. “Me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres”. 
No estaba hablando de pobres en un sentido económico, sino de los 
espiritualmente pobres, los que nunca habían oído las Buenas Nuevas 
de salvación. Eran pobres porque eran espiritualmente ciegos, 
personas cautivas y de corazones quebrantados. 
Los ciegos espirituales eran aquellas personas que no podían 
distinguir su mano derecha de su izquierda (Mateo 9:36). Eran ciegos 
espiritualmente. El objetivo de su misión era predicar el evangelio y 
enseñar con el objetivo de que estos ciegos espirituales pudieran ver. 
Jesús usó sus enseñanzas en forma de discursos, parábolas, 
entrevistas y acciones para dar la vista a las personas espiritualmente 
ciegas. 
Jesús también dirigió sus Buenas Nuevas a los cautivos. Fue 
enviado a “pregonar libertad a los cautivos”; en otras palabras, a
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
8 
libertar a los que estaban atados (Lucas 4:18). Observe que en ningún 
lugar de los evangelios Jesús encontró a una persona que no fuera 
libre y la dejó en lo que Él describía como una cautividad. Este 
fenómeno se ilustra de forma muy hermosa en el caso de la mujer 
que había estado atada por Satanás por dieciocho años y fue liberada 
por Jesús (Lucas 3:16). También aclaró el objetivo de su misión en 
un diálogo hostil con los líderes religiosos (Juan 5-8:30-35). 
Jesús describía las duras realidades de la vida como 
tormentas. Él proclamó que todos tendríamos tormentas en nuestras 
vidas. Cuando esas tormentas caen sobre las personas, algunas 
trastabillan, y algunas se derrumban. Lo que tanto Isaías como Jesús 
describían como personas magulladas y quebrantadas eran las que se 
derrumban ante sus tormentas. La compasión de Jesús por estas 
personas quebradas es una de las dimensiones más conmovedoras de 
su vida y su ministerio. Como médico compasivo, Lucas enfatiza la 
conciencia y la compasión social de Jesús por las personas 
quebrantadas de este mundo. 
¿Es usted espiritualmente ciego? ¿Se siente tan perdido que 
no sabe adónde dirigirse? ¿Es usted libre? ¿Hace usted lo que quiere 
o lo que debe hacer? ¿Es usted cautivo del pecado o de un hábito, y 
no puede hacer nada fuera de aquellas cosas que lo controlan? ¿Está 
usted magullado o quebrantado, e incapaz de encontrar sanidad en su 
quebrantamiento? 
Si contestó “sí” a alguna de todas estas preguntas, Lucas 
presenta su biografía de Jesús de forma tal que nos muestra y nos 
dice a usted y a mí que somos exactamente el tipo de personas para 
las que Jesucristo vino a este mundo. Vino a darle vista a usted en su 
ceguera, para liberarlo de su cautividad, y darle sanidad a su 
quebrantamiento. Tome la decisión de confiar y recibir al Cristo que 
usted conocerá en el evangelio de Lucas. Tome el compromiso de 
seguirlo como su discípulo, y Él lo restaurará en todas estas áreas. 
Capítulo 4 
Participantes del manifiesto 
Una observación final acerca de la forma en que este 
manifiesto presenta un bosquejo de todo el evangelio de Lucas es 
darse cuenta de que Jesús enseña continuamente a sus apóstoles 
como aprendices y desafía a los demás a ser partícipes con Él en la 
implementación de los objetivos de su misión, según los declaró en 
Nazaret. El primer ejemplo claro de esto es la forma en que recluta a 
Pedro para que participe con Él en la implementación de su 
manifiesto. 
Una mañana, muy temprano, a orillas del Mar de Galilea, 
donde le estaba enseñando a una gran multitud, Jesús le preguntó a 
Pedro, que acababa de volver de una noche infructuosa de pesca, si 
podía usar su barco como púlpito. Aparentemente, Jesús necesitaba 
un lugar más elevado para poder comunicarse mejor con una gran 
gentío que lo había empujado hasta el borde del agua (Lucas 5:1-11).
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
9 
No fue esta la primera vez que Jesús se encontró con Pedro. 
Eso había ocurrido cuando el hermano de Pedro, Andrés, los presentó 
(Juan 1:41,42). Se nos dice que Jesús hizo una invitación a estos 
hermanos y a sus socios en el negocio de la pesca, Santiago y Juan, 
que eran también hermanos. Esa invitación fue: “Venid en pos de mí, 
y os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19). Esta podría ser la 
versión ampliada de Lucas de lo que Mateo describe en un solo 
versículo. O podría ser que Lucas nos esté diciendo que Jesús repite 
y refuerza su invitación, y, al mismo tiempo, indica lo que Pedro 
debe aprender si quiere llegar a ser un pescador de hombres. 
Luego de la sesión de enseñanza, le dice a Pedro, 
básicamente: “Me gustaría que me llevaras a pescar”. Desafía a 
Pedro a volver a llevar su barco adonde el agua es profunda. ¡Luego 
le pide que arroje sus redes al agua para recoger una gran pesca! (4). 
Mientras Jesús enseñaba a esa multitud, leemos que Pedro 
estaba lavando sus redes y haciendo la limpieza luego de una noche 
de pesca improductiva. Me imagino que no estaría de muy buen 
humor esa mañana. También me imagino que, mientras le enseñaba a 
ese gran gentío, Jesús estaba más interesado en este gran pescador 
que en la gran multitud. 
Jesús sabe que dentro de solo tres años, este hombre, que ni 
siquiera podía atrapar peces, predicaría un sermón el día de 
Pentecostés que daría como resultado la conversión de tres mil 
personas, y que miles serían salvas cada vez que predicara el 
evangelio en los días posteriores a Pentecostés (Hechos 2:14-42). 
También sabe que, dentro de tres años, cuando la sombra de 
este gran pescador cayera sobre los cuerpos de personas 
desesperadamente lisiadas, ¡ellas serían sanadas milagrosamente! 
(Hechos 5:12-16). Es por eso que creo que estaba más interesado en 
Pedro ese día que en todas las demás personas. 
¿Cómo hace Jesús para convertir a este hombre, que es 
incapaz de atrapar peces, en un alguien que, junto con Pablo, sería el 
más grande pescador de hombres que el mundo haya conocido 
jamás? La dinámica espiritual que contesta mi pregunta tiene lugar 
en el encuentro de Jesús con Pedro. Jesús desafía a Pedro a que sea 
partícipe con Él en la implementación de los objetivos de su misión, 
según aparecen en su manifiesto de Nazaret. 
Cuando Jesús y Pedro estaban en lo profundo del agua, Jesús 
dijo a Pedro que bajara las redes al agua. Pedro respondió: “Maestro, 
toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado…”. 
Vuelvo a usar mi imaginación y pienso que podría haber habido una 
breve pausa en el medio de la respuesta de Pedro al cruzarse su 
mirada con la de Jesús, luego de lo cual continúa: “…mas en tu 
palabra echaré la red” (5). 
Cuando esa red (o “redes”, NVI) volvió a la superficie, 
¡estaba llena de peces! (6,7). En respuesta a este gran milagro, Pedro 
cayó a los pies de Jesús y dijo: “Apártate de mí, Señor, porque soy 
hombre pecador” (8). Jesús le contestó: “No temas; desde ahora 
serás pescador de hombres” (10).
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
10 
Antes de conocer a Jesús, la vida de Pedro tenía una prioridad 
absorbente: atrapar peces. Estas tres palabras que habló Jesús a Pedro 
son mi versión favorita de los que se llama la Gran Comisión: 
“¡pescador de hombres!”. Muchos en la Iglesia tienen una tendencia 
a evangelizar a mujeres y niños, porque resulta más fácil. Pero Jesús 
sabía que las mujeres y los niños siguen a los hombres, y que si 
“atrapamos” hombres alcanzaremos a hogares enteros para Él. 
¿Por qué reaccionó Pedro a la pesca milagrosa diciendo que 
era un pecador y, básicamente, diciendo al Señor que no tuviera nada 
que ver con él? Algunos eruditos sugieren que Cristo había estado 
predicando a la multitud acerca de la condición pecaminosa del 
hombre, que Pedro estaba experimentando la convicción del pecado, 
y que esta fue, en realidad, la conversión de Simón Pedro. 
Otros eruditos creen que Jesús estaba reclutando a Pedro para 
colaborara con Él para ayudarlo a implementar su manifiesto. Pedro, 
tal vez, se dio cuenta de lo que Cristo le estaba preguntando: 
“¿Quieres ser partícipe conmigo en dar vista a los ciegos, libertad a 
los cautivos y sanidad a los quebrantados? ¿Quieres cambiar tu 
prioridad, de atrapar peces a atrapar hombres?”. Estos estudiosos 
creen que la reacción de Pedro estaba expresando la intensa 
convicción de que se sentía totalmente indigno de ese llamado. 
Tal vez estaba diciendo, básicamente: “Señor, tienes al 
hombre equivocado. ¡No puede ser que me estés llamando para 
atrapar hombres, porque soy completamente indigno e 
incompetente!”. Si esta es la esencia de lo que estaba diciendo Pedro, 
entonces estaba demostrando la primera bienaventuranza que Jesús 
prescribió para todos sus discípulos: “Bienaventurados los pobres en 
espíritu” (Mateo 5:3). 
Para transformar a Pedro de un infructuoso pescador de peces 
a un pescador exitoso de hombres, Jesús tenía que enseñarle primero 
Quién era el pescador en su barco ese día. Cuando Pedro dijo: 
“Maestro”, estaba sugiriendo que Jesús era el Maestro, pero él era el 
pescador. Luego pasa a darle instrucciones a Jesús acerca de la pesca: 
“Todo pescador sabe que, si uno no tiene éxito de noche, nunca 
atrapará peces a la luz del día”. Este parece ser el espíritu de la 
objeción de Pedro. 
En segundo lugar, Jesús tenía que enseñar a Pedro que nunca 
podría atrapar hombres hasta que aprendiera que el Cristo resucitado 
y viviente es el único y verdadero Pescador de hombres. Estos dos 
viajes de pesca de Pedro –uno muy infructuoso y el otro 
sobrenaturalmente exitoso- lo convencieron para siempre de algunos 
secretos espirituales: 
“Pescar hombres no es cuestión de quién soy yo, sino de 
quién es Él. Atrapar a hombres para Jesús no es cuestión de lo que 
puedo hacer yo, sino de lo que puede hacer Él. Convertirse en un 
pescador de hombres no tiene que ver con lo que yo quiero, sino con 
lo que Él quiere. Y cuando hay pescas milagrosas de hombres, 
siempre debo recordar que todas esas conversiones milagrosas no 
fueron por algo que hice yo, sino un milagro sobrenatural que Él 
operó a través de mi carne débil y mortal”.
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
11 
¿Se da cuenta de por qué el Cristo resucitado y viviente 
escogió a Pedro para predicar ese sermón del día de Pentecostés y los 
sermones después de Pentecostés que llevaron a miles a la salvación? 
Fue porque Pedro había aprendido esos secretos espirituales mejora 
que cualquiera de los otros apóstoles. En el día de Pentecostés, 
cuando estaban ocurriendo todos los milagros, señales y maravillas, 
Pedro anunció que el Cristo resucitado y viviente era el responsable 
de lo que estaba ocurriendo ese día (Hechos 2:32,33). 
Por Cristo, en Cristo y para Cristo 
Luego de este encuentro, leemos que Pedro y sus socios en el 
negocio “dejándolo todo, le siguieron” (11). Este capítulo en el viaje 
espiritual de Pedro nos muestra varios niveles de relación en nuestro 
andar con Cristo. El primer nivel es vivir por Cristo; esto significa 
recibir y ser bendecido por todas las formas maravillosas en que Él 
salva y transforma gloriosamente nuestras vidas. Pedro experimentó 
este primer nivel de relación con Cristo cuando fue bendecido con 
esa pesca sobrenatural. 
El segundo nivel de relación con Cristo es cuando entramos 
en sus planes para nuestras vidas. ¿Alguna vez escuchó a personas 
que dijeran: “He decidido incorporar a Jesucristo a mis planes”? Esto 
tal vez suene algo noble al principio, pero si uno lo piensa, no somos 
nosotros quienes debemos invitar amablemente a Jesús a que sea 
parte de nuestros planes. Es Él quien quiere invitarnos amablemente 
a participar en sus planes. 
Hay una frase en el Nuevo Testamento que es la preferida de 
los apóstoles para describir este segundo nivel de relación con Cristo. 
Esa frase consta simplemente de dos palabras: “en Cristo”. Jesús 
describió este nivel de relación en una metáfora hermosa. Según 
Jesús, debemos relacionarnos con Él de la misma forma que una 
rama está vinculada con una vid (Juan 15:1-16). En esta metáfora de 
Jesús, el fruto crece abundantemente. Esto nos enseña que estas dos 
palabras –en Cristo- también indican el medio humano a través de 
quien se lleva a cabo la obra de Cristo en este mundo, porque 
estamos correctamente insertados (“en”) el Cristo resucitado y 
viviente. 
El tercer nivel de relación con Cristo es vivir para Cristo (11). 
Este nivel de relación centra nuestra motivación para seguir y servir a 
Cristo cuando Él nos guía a participar en sus planes para alcanzar a 
nuestro mundo con su evangelio de salvación. En este nivel de 
relación, pasamos a ser partícipes con Cristo cuando da vista a los 
espiritualmente ciegos, libera a los cautivos y sana a los magullados 
y quebrantados de este mundo. Por Cristo, en Cristo y para Cristo, 
participamos con Él en su labor de cumplir los objetivos de la misión 
que declaró en su manifiesto de Nazaret. En esta hermosa historia, 
Pedro recorre estos tres niveles de relación con Cristo y es un modelo 
de ellos. 
¿Ha sido usted bendecido por Cristo? ¿Está usted en Cristo? 
¿Es fructífero? ¿Está viviendo para usted o para Cristo?
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
12 
Capítulo 5 
Parábolas de participación 
Cuando usted lea el capítulo 15 del evangelio de Lucas, tiene 
que darse cuenta de que está leyendo una de las más magníficas 
parábolas que jamás enseñó Jesús. La idea central de esta parábola 
consiste en enseñarnos la misma verdad que hemos visto en este 
capítulo relacionada con el viaje espiritual de Pedro. Jesús está 
reclutando personas que participen con Él en el trabajo de lograr los 
objetivos de su misión en este mundo. El capítulo 14 concluye con 
uno de los sermones más fuertes de Jesús, conocido como uno de los 
“dichos duros” de Jesús. En este sermón, Él les pide un compromiso 
total a aquellos que se convertirían en sus discípulos. 
La parábola de las cosas perdidas 
El capítulo 15 comienza diciéndonos que hubo dos respuestas 
muy diferentes a su poderoso sermón. Los publicanos y pecadores 
respondieron entusiastamente a su predicación. Se acercaron a Jesús 
y formaron un círculo interior alrededor de Él. Pero los fariseos y 
escribas se retiraron unos veinte pasos y formaron un círculo 
exterior. Jesús dirigió la que tal vez fuera su más grande parábola a 
dos círculos concéntricos de dos tipos de personas muy distintas: 
alrededor de Jesús había un apretado círculo de pecadores y 
publicanos que estaban siendo salvados. Luego, había un círculo más 
grande de religiosos que habían dado un paso atrás y se preguntaban: 
“¿Por qué se mete con pecadores y publicanos?”. 
Esta gran enseñanza de Jesús no es, como piensan algunos, 
una serie de varias parábolas, sino una continua “Parábola de las 
cosas perdidas”. Esta parábola está dirigida principalmente a ese 
círculo exterior, y les explica lo que está ocurriendo en el círculo 
interior. En este contexto, Jesús también está rogando a los que están 
en el círculo exterior que participen con Él en lo que está ocurriendo 
en el círculo interior. 
Jesús comienza la parábola de esta forma: “¿Qué hombre de 
vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 
noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta 
encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros, 
gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: 
Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había 
perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador 
que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de 
arrepentimiento”. 
Jesús está diciendo a los del círculo exterior: “Ustedes miran 
al círculo interior de personas y todo lo que ven son publicanos y 
pecadores, proxenetas, prostitutas, bandidos y ladrones. Pero 
déjenme decirles lo que ve Dios. Él ve a estas personas como ovejas 
perdidas. Y cada vez que se encuentra una oveja perdida, hay gozo 
en el cielo”. Jesús desafía al círculo exterior de esta forma: “Dios
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
13 
valora a los pecadores perdidos. ¿Por qué no se regocijan ustedes 
cuando las ovejas perdidas son encontradas?”. 
Luego Jesús cuenta la historia de la moneda perdida. Dice 
que una mujer tenía diez monedas, y perdió una. Tomó una escoba y 
una luz, y barrió y buscó todo el día hasta que encontró la moneda 
que había perdido. “Gozaos conmigo, porque he encontrado la 
dracma que había perdido”. Hay varias interpretaciones posibles de 
esta parte de la parábola. La enseñanza esencial es que la moneda 
había sido propiedad de la mujer, se había perdido y fue recuperada 
nuevamente. 
Yo perdí una moneda valiosa cuando era un niño. Fue 
rodando a un desagüe, que estaba cubierto con una rejilla de hierro. 
Mi moneda estaba a unos cuarenta centímetros de donde yo estaba, 
pero no la podía alcanzar porque el espacio entre las rejas era 
demasiado pequeño para que mi mano y mi brazo pudieran pasar. 
Estaba desesperado. 
En ese momento, pasó un hombre con un paraguas, que se 
ofreció a ayudarme. Tomó goma de mascar de su boca y la fijó a la 
punta de su paraguas. Luego lo metió por el desagüe, hizo que la 
moneda se pegara a la goma de mascar, retiró el paraguas y me 
alcanzó la moneda. Esa moneda, ahora, tenía un valor doble para mí, 
porque la había perdido y la había recuperado. 
“Redimir” significa “volver a comprar” y “traer de nuevo” lo 
que se ha perdido. Usted y yo somos más preciosos para el Señor 
porque somos como esa moneda perdida cuando nos recupera a 
través de la redención que es hecha posible por la muerte y 
resurrección de su Hijo. 
Esa es la esencia del concepto de redención, y de esta moneda 
perdida y recuperada en la parábola de Jesús. Esto es obviamente una 
metáfora de la redención que se enseña en toda la Biblia en libros 
como Éxodo, Deuteronomio, Rut y en los libros de los apóstoles en 
el Nuevo Testamento (1 Pedro 1:18,19). Jesús, obviamente, está 
diciendo al círculo exterior: “Estas personas están perdidas, pero 
están siendo redimidas. ¡Todos los ángeles del cielo se están 
regocijando! ¿Por qué no se regocijan ustedes?”. 
Entonces dijo Jesús: “Un hombre tenía dos hijos; y el menor 
de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me 
corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, 
juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; 
y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente”. Esta es la 
historia, muy conocida, del Hijo Pródigo. Los círculos concéntricos 
son el contexto en el cual Jesús cuenta esta historia. Está explicando 
a ese círculo exterior lo que ocurre en el círculo interior cuando 
enseña la parábola del Hijo Pródigo: “Algunas de estas personas son 
hijos pródigos y están volviendo nuevamente a casa. Todos los 
ángeles del cielo se están regocijando ¿Por qué no se regocijan 
ustedes cuando vuelven hijos pródigos?”. 
En resumen, el contexto de esta gran parábola es un retrato de 
Jesús, que le dice al círculo exterior: “Todo lo que ustedes ven son 
publicanos y pecadores. Déjenme decirles lo que ve Dios. Dios ve
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
14 
personas que son como ovejas perdidas. No distinguen su mano 
derecha de su mano izquierda, pero están siendo encontradas, y todo 
el cielo se regocija. Dios ve personas que están perdidas como esa 
moneda. Dios está redimiendo y reclamando a estos que han perdido 
el camino. Dios ve personas que pueden parecerse a cerdos, y hasta 
pueden oler a cerdos, pero no son cerdos simplemente porque hayan 
estado viviendo en las pocilgas de este mundo. ¡Vuelven de estas 
pocilgas porque son hijos! Todo el cielo se regocija cuando los 
perdidos son encontrados. ¿Por qué no se están regocijando 
ustedes?”. 
Cuando apreciamos el contexto en el cual se enseña esta 
parábola del Hijo Pródigo, debemos darnos cuenta de que el corazón 
de la parábola es la vuelta del hijo pródigo. Hay una gran fiesta, con 
baile y grandes festejos. Matan al becerro gordo. El hermano mayor 
del hijo pródigo vuelve de su largo día de trabajo. Siempre ha 
trabajado todo el día, todos los días, para su padre. Pregunta a uno de 
los sirvientes: “¿Por qué hace esta celebración mi padre?”. El 
sirviente le contesta: “Ah, porque su hermano ha vuelto a casa, y su 
padre ha matado el becerro gordo, y está tan contento que no puede 
contener su alegría”. 
Luego leemos que este hermano mayor estaba enojado y no 
quería entrar para unirse a su padre y a su hermano que había vuelto 
en su tiempo de celebración. Sin embargo, el padre, que es reflejado 
como un anciano que corre para abrazar al hijo pródigo, ama también 
a su hijo mayor. El padre sale y le ruega, diciéndole básicamente: 
“Hijo, tú estás siempre conmigo y me has sido fiel, y todo lo que 
tengo es tuyo, pero tu hermano estaba perdido; ¿no comprendes? 
Ahora ha sido hallado. Estaba muerto y ahora está vivo. ¿Por qué no 
entras y participas en la celebración de este glorioso milagro?”. 
Esta profunda parábola muestra el contexto en que Jesús la 
enseña. El hermano mayor en esta parábola es ese círculo exterior de 
fariseos y escribas que no quieren entrar y participar con los ángeles 
en la celebración celestial porque los perdidos están siendo hallados. 
El padre que ruega al hijo mayor que se una a la celebración es Jesús, 
que invita a estos líderes religiosos que sean partícipes con Él en el 
gran objetivo de su misión de buscar y salvar a los que están 
perdidos, como lo proclaman los versículos clave de este evangelio 
(Lucas 4:18; 19:10). 
En cierto sentido, Jesús hace lo mismo aquí que cuando pidió 
a Pedro que lo llevara a pescar (Lucas 5:1-11). Si bien no lo puedo 
probar, creo que es posible que el más grande misionero que Jesús 
haya llamado jamás haya sido uno de los líderes religiosos de ese 
círculo exterior: Saulo de Tarso. 
Al imaginarse a Jesús parado en ese círculo interior, rodeado 
por publicanos y pecadores e invitando a la dirigencia religiosa a 
participar en la salvación de las almas perdidas, la aplicación 
personal y devocional de esta hermosa parábola es que Jesús también 
nos invita a usted y a mí a ser partícipes con Él en la implementación 
de su manifiesto de Nazaret. En un sentido, podemos decir que Jesús 
está explicando a las diversas denominaciones de quienes profesan
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
15 
ser su Iglesia hoy por qué nosotros, los evangélicos, valoramos la 
evangelización, el compartir las Buenas Nuevas con los perdidos. 
Dos parábolas sobre ricos 
En el capítulo 16 leemos dos tremendas parábolas de Jesús 
sobre hombres ricos. Estas dos parábolas deben verse en el contexto 
en el cual Jesús enseñó la parábola de las cosas perdidas, en el 
capítulo 15. Él dirigió estas dos parábolas a sus discípulos, pero 
cuando finalizó la primera, los fariseos se sintieron ofendidos. Esto 
significa que escucharon estas enseñanzas y que el Señor, 
obviamente, quiso que estas dos historias también fueran para ellos. 
La primera parábola acerca de un hombre rico, conocida 
como “la parábola del mayordomo infiel”, parece una ilustración 
negativa, pero es, en realidad, una declaración positiva acerca de lo 
que es participar con Cristo en su manifiesto de Nazaret. La segunda 
historia, “el rico y Lázaro”, es una declaración muy negativa acerca 
de un hombre que era todo lo contrario del colaborador que estaba 
reclutando Jesús. 
La primera parábola confunde a algunos, porque creen que 
Jesús está dando su aprobación a las acciones dudosas de un 
estafador. Pero no interpretan la parábola correctamente. La parábola 
es acerca de un hombre que tiene un mayordomo, o sea un gerente o 
tesorero de su empresa. Es aquí donde encontramos una de las más 
importantes palabras del Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento 
enseña acerca del diezmo, de dar ofrendas, que van más allá del 
diezmo, y también enseña que el pueblo de Dios debía hacer 
sacrificios que les costaras algo (2 Samuel 24:24). Pero cuando uno 
llega al Nuevo Testamento, la palabra operativa es “mayordomo”. El 
concepto de la “mayordomía” no es que damos a Dios el diez por 
ciento de todo lo que tenemos o lo que ganamos. La mayordomía 
significa que todo lo que somos y todo lo que tenemos le pertenece. 
La cuestión, en realidad, es la administración. ¿Está usted 
administrando lo que Él le ha encomendado? Esto incluye su dinero, 
pero también su talento, su tiempo, su energía, sus dones y 
habilidades. En otras palabras, todo lo que usted es y tiene. 
Recuerde que una parábola (para ‘al lado de’; ballo ‘arrojar’) 
es una historia que se arroja al lado de una verdad que Jesús quiere 
enseñar. La verdad que quiere enseñar Jesús es la mayordomía. La 
historia que arroja al lado de esa verdad es, básicamente, la historia 
de un hombre muy rico que tiene un mayordomo, un administrador. 
El amo se entera de que este hombre no es un buen administrador y 
está malgastando su dinero, o aun estafándolo. Le dice al 
administrador que va a llamar a los auditores y que van a revisar los 
libros. 
El mayordomo entonces se sienta y tiene una pequeña 
conversación consigo mismo. Se dice: “En este momento tengo 
control sobre el dinero de mi amo. Pero apenas esos auditores revisen 
los libros, me van a despedir, y voy a perder ese control que tengo 
sobre el dinero de mi amo. ¿Qué puedo hacer?”. Piensa en sus
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
16 
opciones y entonces hace planes para visitar a las personas que tienen 
deudas con su amo. 
Su estrategia es que está cuidando de su futuro. Está diciendo: 
“En este momento estoy viviendo en una esfera donde tengo empleo 
y tengo control sobre dinero y bienes que no son míos. Voy a usar 
estos bienes, que no son míos, de forma tal que cuando me despidan 
y pase a otra dimensión, y pierda el control del dinero y los bienes de 
mi amo, habré hecho amigos que me recibirán gustosamente en sus 
casas. Serán hospitalarios conmigo cuando no tenga adónde ir”. 
Cuando su amo (su empleador, no el Señor Jesús), oye acerca 
de lo que su mayordomo ha hecho, no lo elogia porque es un 
estafador. Una traducción dice: “Fue elogiado porque pensó en su 
futuro”. 
Aplicación personal 
¿Cuál es la verdad que Jesús quiere enseñar cuando cuenta 
esta historia? La interpretación y la aplicación de la parábola son, 
ciertamente, profundas. Jesús está enseñando: “Ustedes son como ese 
mayordomo. Todo lo que tienen, en realidad, le pertenece a Dios. 
Ustedes simplemente administran lo que se les ha sido dado. Así 
como el mayordomo sabía que un día sería despedido, ustedes deben 
saber que un día morirán y perderán el control de todo el dinero y los 
bienes que Dios les ha dado para administrar. Luego oirán esas serias 
palabras: ‘Ya no puedes ser mayordomo. Ahora, da cuenta de tu 
mayordomía’”. 
La esencia de esta parábola es que el mayordomo vivía en dos 
dimensiones. En la primera dimensión tenía el control del dinero y 
los bienes de su amo, pero sabía que pronto pasaría a otra dimensión 
donde perdería ese control. Mientras estaba en la primera dimensión, 
usó su control sobre esa riqueza de forma tal que se hizo de amigos 
que estarían dispuestos a recibirlo cuando pasara a la segunda 
dimensión. 
Así como el mayordomo infiel usó la riqueza que no era suya 
para hacerse de amigos para la próxima dimensión, nosotros 
deberíamos usar lo que tenemos para hacernos de amigos para la 
próxima dimensión, o sea el estado eterno. Cuando nos “despidan” 
(es decir, cuando morimos), tendremos amigos que estarán 
esperándonos para darnos la bienvenida a nuestras habitaciones 
eternales, los lugares donde viviremos. 
“El que gana almas es sabio” (Proverbios 11:30). Esto es lo 
que enseña, en esencia, esta parábola. Use lo que se le ha dado en 
esta dimensión de forma tal que, cuando muera, haya personas en el 
estado eterno que le digan: “Usted ofrendó dinero para que un 
misionero pudiera hacer un viaje para predicar. En ese viaje 
misionero, yo conocí a Cristo. Yo no estaría aquí, en este estado 
eternal, si usted no hubiera sido un mayordomo infiel”. 
En otras palabras, esta parábola está diciendo que todo lo que 
usted tiene no es suyo y no se lo puede llevar con usted. Pero puede 
“comprar acciones en el cielo”. Una forma de hacer esto es manejar 
su dinero y sus bienes de forma tal que el reino de Dios sea extendido
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
17 
y Jesucristo edifique su Iglesia. Las personas pueden llegar a un 
conocimiento salvador de Cristo porque usted administra fielmente lo 
que Dios le ha encomendado. 
Luego que Jesús contó esta historia, hizo esta grave 
aplicación: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; 
y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. 
Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará 
lo verdadero?”. 
Esta aplicación significa, en esencia, que Dios no nos 
bendecirá si no somos fieles en la forma en que manejamos el dinero. 
Este no es, en realidad, un enfoque sobre cuánto damos, sino qué tan 
bien administramos lo que se nos ha dado. La administración, o la 
mayordomía fiel y responsable, es la idea central de esta enseñanza. 
¿Está usted participando con Jesús en la implementación de 
su manifiesto? ¿Está usted siendo partícipe con Cristo en la 
aplicación e implementación de su gran ministerio en este mundo y 
para él? Usted puede hacerlo siendo misionero, evangelista, pastor o 
como un fiel testigo de Jesucristo. Según esta parábola, usted puede 
hacerlo, también, invirtiendo lo que Dios le ha encomendado para 
financiar a quienes están siendo partícipes con Cristo como 
misioneros, evangelistas, pastores, y fieles testigos de Cristo. 
Hay muchas cosas en las que podemos participar con Cristo, 
pero la pregunta que debo hacerle es: ¿está usted, verdaderamente, 
participando con el Cristo resucitado y viviente para llevar a cabo los 
objetivos de su misión en el mundo actual? Muchas de las 
enseñanzas de Jesús nos dicen que viviremos toda la eternidad en el 
estado eternal según la tremenda realidad de cómo contestamos esa 
pregunta hoy. 
En su segunda historia acerca de un hombre rico, Jesús dice, 
básicamente: “Había cierto rico que vivía una vida de lujo, día a día: 
vestía de púrpura y lino fino, vivía en una mansión y no podría haber 
tenido una vida mejor. Echado en su puerta había un hombre llamado 
Lázaro, y éste no podría haber tenido una vida peor”. 
Si pensamos en esta historia como si fuera una obra en tres 
actos, en el Acto 1 tenemos un hombre rico que usa sábanas de seda 
y hace banquetes a diario. Y, cada día, cuando pasa por su puerta, 
hay un mendigo acostado con los perros lamiéndole las llagas. El 
hombre rico no podría haber tenido una vida mejor; el pobre, Lázaro, 
no podría haber tenido una vida peor. Este es el Acto 1. 
El Acto 2 es la muerte de ambos. Los dos mueren. La muerte 
es el gran denominador común. El rico muere entre sábanas de seda 
en su mansión y es enterrado con gran pompa y ceremonial. Lázaro 
muere acostado a la puerta del rico. No leemos que haya sido 
enterrado. Podemos suponer que vino el equipo sanitario, levantó el 
cadáver y lo tiró sobre una carretilla. Su cuerpo probablemente fue 
arrojado sobre el gran basural ubicado fuera de Jerusalén, conocido 
como “Gehenna”. El Acto 2 es la muerte de los dos hombres. 
Cuando se levanta el telón para el Acto 3, descubrimos la 
verdad que Jesús quiere enseñarnos al contar esta historia. Ahora 
ambos están en el estado eternal. El mendigo –Lázaro- no podría
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
18 
estar mejor. Está en el seno de Abraham, que significa que está en 
una comunión íntima con Abraham. El rico está en el infierno. No 
podría estar peor. 
Leemos que el rico es atormentado. Hay una gran separación, 
un gran abismo entre estos dos hombres, y ese abismo es final y 
permanente. No se puede hacer nada al respecto. Cuando se le 
informa esto al rico esto, él dice: “Padre Abraham, ten misericordia 
de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y 
refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama”. Pero 
la respuesta que recibe es: “No, una gran sima está puesta entre 
nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a 
vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá”. 
Ahora bien, cuando entiende esto, se preocupa mucho por sus 
cinco hermanos. Dice: “Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa 
de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a 
fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento”. Y le 
responden: “A Moisés y los profetas tienen; óiganlos”. Y él ruega: 
“Pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán”. 
Jesús asigna un gran valor a los escritos inspirados de Moisés 
y los profetas en su respuesta al hombre rico: “Si no oyen a Moisés y 
a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de 
los muertos”. Esto se cumple literalmente cuando Jesús resucita de 
los muertos y no es creído cuando proclama el evangelio que puede 
hacer que las personas no sufran el destino del hombre rico. 
¡Esta es una historia tremenda! Es el retrato más gráfico del 
estado eternal en la Biblia. De aquí obtenemos los conceptos del 
fuego del infierno, la condenación eterna, la retribución eterna y el 
tormento eterno. Esta no es la única enseñanza de Jesús sobre el 
infierno. El terrible lugar de refugio fuera de la ciudad de Jerusalén, 
llamado “Gehenna”, representa la palabra favorita de Jesús para su 
concepto del infierno. La palabra indica un gran valle afuera de 
Jerusalén donde se arrojaba todo tipo de basura, incluyendo los 
cuerpos de animales y de personas pobres. Durante algunos capítulos 
muy oscuros de la historia hebrea, padres judíos ofrecieron a sus 
hijos como sacrificios humanos a dioses paganos en ese valle. 
Cuando Jesús enseñó que si llamamos necio a nuestro hermano 
corremos peligro de ir al infierno, usó la palabra “Gehenna”. La 
palabra transmite el concepto de desperdicio. Según Jesús, ser 
salvado del infierno significa ser salvado de una vida desperdiciada. 
Sin embargo, esta historia acerca del rico y Lázaro es su 
descripción más definitiva del destino eterno de quienes no son 
salvos. Una de las peores cosas acerca de esta descripción vívida del 
estado eternal es que el rico tiene memoria. Tiene una eternidad 
interminable para recordar su vida, los cincuenta o sesenta o setenta 
años que vivió su vida aquí en la tierra. ¿Qué hizo con su vida? Ese 
hombre existe con el tormento eterno de esa pregunta. 
Esta historia sigue a la parábola del mayordomo infiel. Dios 
da a cada uno de nosotros una vida, y somos administradores de esa 
vida, y no solo de nuestro dinero, que en realidad podría ser la
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
19 
dimensión menos importante de nuestra mayordomía. Nuestra vida, 
nuestro tiempo, nuestra energía, nuestros dones, nuestros talentos, 
nuestra salud son la esencia de nuestra vida. La pregunta eterna que 
enfrenta el rico es: “¿Qué hiciste con tu vida?”. 
En la parábola del mayordomo infiel, Jesús nos pregunta, a 
usted y a mí: “¿Quieres ser partícipe conmigo en la implementación 
y la aplicación de mi manifiesto, administrando fielmente tu vida y 
todo lo que se te ha encomendado?”. Esta segunda historia acerca de 
un hombre rico es la ilustración tremenda de alguien que contestó esa 
pregunta de Jesús con un rotundo “¡No!”. 
La aplicación de esta segunda historia sobre un hombre rico 
también se centra en la conciencia social de Jesús y del compasivo y 
amado médico, Lucas. Cuando leemos el relato, los detalles del 
estado eternal son tan gráficos y trágicos que podríamos perdernos 
las aplicaciones sociales. 
Un hombre llamado Albert Schweitzer dijo que fue esta 
enseñanza de Jesús la que cambió su vida para siempre. Renunció a 
todos los símbolos de prestigio que disfrutaba como uno de los más 
grandes organistas, filósofos, médicos y teólogos de Europa, y fue al 
África para trabajar como médico misionero. Practicó la medicina en 
una zona remota de África, donde los que estaban enfermos no 
habrían tenido ninguna atención médica si él no se la hubiera 
brindado. Schweitzer dijo que, cuando leyó esta historia de Jesús, no 
le llevó mucho tiempo darse cuenta de que el Lázaro echado a las 
puertas del rico es un mundo doliente que está a las puertas de 
nuestras vidas. 
Cuando Schweitzer se dirigió a África, dijo: “África es 
Lázaro”. También dijo: “La vida de una persona es su propio 
argumento”. Creo que esta es una afirmación muy profunda. Con su 
vida, él declaró: “Lo que creemos realmente, es lo que hacemos. 
Todo el resto son solo palabras religiosas”. Me pregunto si usted y yo 
sabemos quién es Lázaro. 
Yo creo que el desafío de esta gran enseñanza es considerar el 
retrato gráfico y trágico que Jesús describe del estado eternal de los 
perdidos. Esta perspectiva de la condenación eternal debería 
motivarnos a presentar el evangelio a todos los que nunca han oído 
del evangelio. Como el apóstol Pablo, debemos estar motivados por 
los tres absolutos de la misión: uno murió por todos, todos están 
perdidos, y todos deben oír las Buenas Nuevas (2 Corintios 5:13- 
6:2). 
Sin embargo, otra aplicación de esta historia es la idea central 
y el tema del evangelio de Lucas: ¿Queremos –usted y yo- ser 
partícipes con Jesús en la implementación y la aplicación de los 
objetivos de su misión en este mundo según se describen en su 
manifiesto de Nazaret? ¿Queremos participar con Él en dar vista a 
los ciegos, libertad a los cautivos y sanidad a los quebrantados y 
magullados de este mundo?
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20 
Tres filosofías de vida 
En el evangelio de Lucas, note cuántas veces y en cuántos 
lugares distintos Jesús nos desafía a ser partícipes con Él en la 
implementación de su manifiesto. Quizá, porque es médico, Lucas es 
el único escritor que nos da la parábola del Buen Samaritano. Jesús 
cuenta la historia de un hombre que es robado y abandonado, casi 
muerto, al costado del camino. Luego de esto, tres personas 
diferentes pasan y lo ven allí, indefenso y sin esperanzas (10:25-37). 
El camino, en esta historia, va de Jerusalén a Jericó. Los 
sacerdotes solían viajar por este camino para descansar en Jericó de 
sus tareas en el templo de Salomón. De a uno por vez, dos de estos 
sacerdotes pasan y ven la condición terrible de este hombre 
moribundo e indefenso. Básicamente, cada uno dice: “Te has metido 
en un gran problema, pero no me voy a involucrar”. Leemos que 
pasaron de largo. 
Sin embargo, hay un samaritano que recorre ese camino 
también. Cuando ve al moribundo, se detiene y se ocupa de sus 
heridas, lo coloca sobre su animal y lo lleva a una posada. Luego de 
darle dinero al mesonero, le dice: “Si necesitas más, cuando vuelva te 
lo pagaré”. 
Jesús enseñó esta parábola en respuesta a una pregunta que le 
hizo un intérprete de la ley: “¿Quién es mi prójimo?”. Esta profunda 
respuesta de Jesús presenta tres filosofías de la vida o del prójimo. 
Luego de contar esta historia, Jesús contesta la pregunta del 
intérprete de la ley con otra pregunta: “¿Quién, pues, de estos tres te 
parece que fue un buen prójimo?”. 
Jesús contesta primero la pregunta del intérprete de la ley con 
el ejemplo de los bandidos que robaron e hirieron de muerte a este 
hombre. La filosofía de ellos es: “Lo que es mío es mío, y lo que es 
tuyo será mío tan pronto como pueda tomarlo”. Hay muchas 
personas en el mundo con esa filosofía de la vida. Por eso tenemos 
gobiernos, policías y fuerzas armadas. 
El sacerdote y el levita –los religiosos de la historia- reflejan 
una segunda respuesta a esta pregunta y una segunda filosofía del 
prójimo: “Lo que es mío es mío, y lo que es tuyo es tuyo. Yo tengo 
mis bendiciones, y tú tienes tus bendiciones. Realmente tienes un 
problema, pero mi filosofía de la vida es ‘vive y deja vivir’. Lo mío 
es mío; lo tuyo es tuyo. ¡No me voy a involucrar!”. Hay demasiadas 
personas religiosas que tienen esta filosofía de la vida y del prójimo 
hoy. 
Hay una tercera respuesta en esta historia a la pregunta de 
Jesús acerca de nuestra filosofía de la vida y del prójimo. El Maestro 
absoluto en el uso de las parábolas arrojó esta historia al lado junto a 
una verdad que quería enseñarnos. Esa verdad se expresa en la forma 
en que el samaritano contesta la pregunta de Jesús. La filosofía de la 
vida y del prójimo del samaritano era: “Lo que es tuyo es tuyo, y lo 
que es mío es tuyo cuando lo necesites”. 
Esa filosofía de la vida y del prójimo no nos hará ricos, pero 
es la filosofía que tiene que ver con el Lázaro que está echado a
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
21 
nuestras puertas: un mundo de personas que son espiritualmente 
pobres porque están ciegas, cautivas y quebrantadas. 
Cuando usted se mueva entre la gente cada día, aprenda a ver 
a todas las personas que se cruzan con su vida como personas ciegas, 
cautivas y quebradas para quienes vino Jesús. Aprenda a ver a las 
personas de este mundo como ovejas, monedas e hijos perdidos, y 
como el gran “Lázaro” que está echado a las puertas de la Iglesia. 
Luego dese cuenta de que el Cristo que vive en usted desea 
alcanzarlos a través de usted, y quiere que sea parte de la solución y 
la respuesta a sus necesidades en esta vida y en la eternidad. 
Se ha dicho que la Iglesia, en la actualidad, es como un 
partido de la Copa del Mundo. Cuando uno asiste a un partido de la 
Copa del Mundo, o lo mira por televisión, ¡ve descansar a miles de 
personas que necesitan desesperadamente más ejercicio, mientras ven 
ejercitarse a veintidós hombres que necesitan desesperadamente más 
descanso! Al pensar en la misión mundial de Jesús hoy, 
comprométase decididamente con el Cristo resucitado y viviente a no 
ser un espectador, sino un participante y un jugador importante que 
hará discípulos para Él en cada nación, comenzando por sus 
prójimos. 
Capítulo 6 
El Salvador que busca 
Una hermosa historia de sanidad (Lucas 8:26-39) 
Quienes han trabajado en hospitales psiquiátricos antes de 
que existieran los tranquilizantes podrán apreciar esta conmovedora 
historia. Todos los que han enviado a familiares o seres queridos a 
hospitales psiquiátricos darían todo lo que tienen para verlos sanos 
mentalmente. Los profesionales de la salud que trabajan con personas 
que consideramos enfermas mentales deberían fijarse bien cómo 
Jesús logró esta sanidad milagrosa. 
Cuando Jesús y sus discípulos fueron a la tierra de los 
gadarenos, se encontraron con un hombre poseído por demonios. 
Este hombre patético hizo una pregunta conmovedora a Jesús cuando 
se encontraron: “¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios 
Altísimo?” (8:28). Hay muchas personas en este mundo que tienen 
tantos problemas que no creen que Jesús y su salvación puedan tener 
alguna relevancia para ellas. Sufren tanto por sus terribles síntomas 
que no pueden imaginarse que a Jesús le importen o que pueda 
identificarse con sus problemas. En esta hermosa historia, un hombre 
poseído por muchos demonios descubre que Jesús y la salvación 
tienen mucho que ver con él y con las circunstancias trágicas de su 
vida. 
Hay otro mensaje importante en esta hermosa historia. Luego 
de ser sanado, cuando Jesús está por partir, el hombre quiere entrar
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
22 
en el barco para irse con Él. Podemos imaginarnos fácilmente por 
qué querría dejar este lugar donde todo el mundo sabía de los 
trágicos síntomas de sus años de tormento. También podemos darnos 
cuenta de por qué quería estar con Jesús. 
Pero se le dice: “Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes 
cosas ha hecho Dios contigo” (8:39). Otra traducción dice que debía 
mostrar las grandes cosas que Dios había hecho por él. Este hombre, 
que es un milagro de Jesús, es ahora un misionero de Él para los de 
su casa, los que mejor lo conocen. 
Esto nos da una definición de un misionero. Si Dios ha hecho 
grandes cosas por usted, entonces, usted es un misionero. Como una 
vela sobre un candelero, o esa ciudad sobre un monte que no puede 
ser oculta, debemos mostrar y contar las grandes cosas que Dios ha 
hecho por nosotros. Esta tarea misionera debe comenzar donde más 
cuesta, donde más nos conocen, y donde más significado tendrá: en 
nuestras propias casas. 
Este milagro de sanidad es, en realidad, un exorcismo. Jesús 
habla y trata directamente con los demonios de este hombre. 
¿Trataría Jesús a un hombre así de una forma diferente si estuviera 
hoy aquí? ¿Llamaría la condición de este hombre “esquizofrénico 
con rasgos paranoides”, lo enviaría a un psiquiátrico y lo mantendría 
sedado por el resto de su vida? ¿Qué piensa usted? 
El fariseo y el publicano (Lucas 18:9-14) 
Aquí tenemos dos hombres, dos oraciones, dos posturas y dos 
pronunciamientos. Lo importante acerca de estos dos hombres es 
que, al final de la historia, uno de ellos fue declarado “justificado” 
por Jesús, y el otro, no; en otras palabras, uno fue salvo, y el otro, no. 
Otra forma de decir lo mismo es que uno de ellos estaba en un estado 
de gracia, y el otro, no. 
La palabra “justificado” significa “como si nunca hubiera 
pecado”. Además de esto, significa que Dios nos ha declarado justos. 
El libro de Romanos nos dice, en forma muy completa, cómo hace 
esto Dios. En esta parábola, Jesús nos da las Buenas Nuevas de que 
esto es cierto. Según Jesús, la forma de ser justificados es orar como 
lo hizo este publicano: “Dios, sé propicio a mí, pecador”. 
Leemos que el fariseo oraba “consigo mismo”. Su oración 
comenzaba con él, trataba de él y finalizaba con él. Nunca iba más 
allá de él. “Orar” significa, literalmente, “pedir”. Según esta 
definición, el fariseo no oraba, porque no pedía nada a Dios. 
Esta parábola fue dirigida a quienes confiaban en sí mismos, 
creyéndose justos, y despreciaban a los demás. ¿Cómo pasa a ser 
justo un pecador? ¿Cómo puede Dios declarar justo a un pecador? 
¿Es el resultado del esfuerzo propio? ¿Soy justo o justificado porque 
confío en mis propios esfuerzos para ser justo? Esta parábola dice: 
“¡No!”. Dios me declarará “como si nunca hubiera pecado” cuando 
yo confiese que soy un pecador, que no puedo salvarme a mí mismo, 
y pida que Dios tenga misericordia de mí.
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
23 
En esta parábola, ¡Jesús declara las Buenas Nuevas de que 
esto es cierto! Todo hombre, mujer, niño o niña de este mundo puede 
ser justificado si tan solo asume una postura de humildad, contrición, 
confesión y arrepentimiento y ruega: “Dios, ¡ten piedad de mí, 
pecador!”. La postura que asumió el fariseo era justamente lo 
contrario de la de oración, humildad, contrición, confesión y 
arrepentimiento que nos coloca y nos mantiene en un estado de 
gracia. 
Un erudito devoto creía que Zaqueo, el jefe de los publicanos 
-con quien nos encontraremos en el próximo capítulo- era el 
publicano que describe esta parábola. Se basa en el hecho de que 
Jesús lo llamó por su nombre, lo que sugiere que se conocían. Esto 
también sugeriría entonces que Jesús fue a Jericó para “hacer un 
seguimiento” de la oración de Zaqueo, para explicarle lo que 
significaba el arrepentimiento y cómo debía ser implementado en su 
vida. Esto aparentemente involucraba repartir su dinero, que había 
obtenido deshonestamente. Si bien esto es, en gran parte, 
especulación, aumenta nuestro interés en una de las historias más 
hermosas del Nuevo Testamento. 
Jesús y el jefe de los publicanos (Lucas 19:1-10) 
Cuando leemos los capítulos 18 y 19 de Lucas, encontramos 
dos historias más de hombres ricos. También podríamos considerar la 
entrevista con este jefe de los publicanos como una obra en tres 
actos. El Acto 1 es cuando Jesús saluda a Zaqueo. El Acto 2 
transcurre en la casa de Zaqueo, donde Jesús pasó todo el día 
conversando e interactuando con este hombre que era despreciado 
por todos en Jericó. 
Cuando se levanta el telón del Acto 3, Jesús y Zaqueo están 
saliendo de la casa de Zaqueo luego de haber pasado todo el día 
juntos. Las primeras palabras salen de la boca de Zaqueo. Le dice 
“Señor” a Jesús, y anuncia que va a dar la mitad de su dinero a los 
pobres y que usará la otra mitad para pagar –al 400%- a quienes ha 
estafado en Jericó. (Si no hubiera estafado a nadie, no habría 
calculado que requeriría la mitad de su fortuna solucionar el 
problema). 
El Acto 2 es la parte más importante de esta “obra”. No 
sabemos absolutamente nada acerca de lo que ocurrió en el Acto 2, 
es decir, en la casa de Zaqueo. ¿De qué hablaron todo el día? Tienen 
que haber hablado de lo que significa arrepentirse, ser perdonado y 
seguir a Jesús. Esa discusión debe haber involucrado el dinero, si 
tenemos en cuenta esas primeras palabras que pronunció Zaqueo. 
Cuando Jesús escucha esas palabras del mayor pecador de Jericó, lo 
declara un hijo de Abraham y anuncia que la salvación ha llegado a 
su casa ese día. 
Mi parte favorita de esta historia es cuando Jesús pasa su 
único día en Jericó con este pequeño delincuente, y toda la gente se 
queja. Me gustaría encargar a un artista que pinte a Jesús que, según 
el historiador judío Josefa, era un hombre de contextura grande, 
caminando hacia la casa del pequeño Zaqueo, rodeándolo con un
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
24 
brazo, mientras todos los santurrones se quejaban porque Jesús 
pasaba su único día en Jericó con el jefe de los publicanos. 
Las hermosas palabras con las que termina la historia podrían 
grabarse en una placa de bronce debajo de esa pintura: “Porque el 
Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” 
(19:10). Estas palabras son uno de los versículos definitivos de este 
tercer evangelio y resumen la declaración de misión de la vida más 
importante que haya vivido jamás sobre la tierra. 
También vemos la estrategia de Jesús en esta entrevista. Él 
solo está pasando por Jericó, y su estrategia obviamente consiste en 
alcanzar a un hombre que puede impactar y alcanzar a Jericó luego 
que Él haya pasado más allá de los límites de la ciudad. 
Trate de imaginarse el impacto en la ciudad cuando Zaqueo 
comenzó a llamar a las personas a las que les había cobrado 
impuestos excesivos en Jericó, tal vez agregando un generoso 
porcentaje para sí mismo, como hacían los publicanos 
frecuentemente. ¡Imagine su sorpresa, su alegría y su estupor, cuando 
ellos, pensando que les sacaría todavía más dinero, descubren que 
solo quería devolverles cuatro veces lo que les había sacado porque 
se había encontrado con Jesús! Me imagino que fue el mayor suceso 
que ocurrió allí desde que los muros de la ciudad se derrumbaron en 
el tiempo de Josué. 
Otra entrevista con un rico (Lucas 18:18-27) 
Hay otra historia acerca de un hombre rico en el capítulo 
anterior que debería ser colocada junto a esta historia de Jesús y 
Zaqueo. Cuando comparamos, y especialmente cuando contrastamos 
a estos dos hombres, notemos primero lo que tienen en común: 
Ambos eran ricos. Ambos eran judíos. Ambos ansiaban ver a 
Jesús. Zaqueo se trepó a un árbol, mientras que el hombre que 
llamamos el joven rico vino corriendo a Jesús y se arrodilló ante Él. 
Ambos acudieron a Jesús públicamente. Aparentemente, ambos 
estaban interesados en saber cómo ser salvos, o como tener vida 
eterna. Jesús, obviamente, amaba a estos dos hombres. 
Aparentemente, Jesús les dijo a ambos que se arrepintieran y 
demostraran su arrepentimiento desprendiéndose de su dinero. 
Al contrastarlos, notemos las diferencias asombrosas entre 
ambos: El joven era moral y religioso, en tanto Zaqueo no era ni una 
cosa ni la otra. El primero sería respetado por la comunidad, mientras 
que se nos dice, claramente, que este no era el caso de Zaqueo. 
La diferencia más importante entre estos dos hombres es que 
Zaqueo se arrepintió y repartió su dinero, mientras que el joven 
religioso y moral no lo hizo. Si bien el joven tenía integridad, 
podemos suponer que murió moral y religioso, pero como un hombre 
perdido. Esto significa que aun cuando Zaqueo era un bandido y no 
era religioso ni moral antes de encontrarse con Jesús, ¡él está en el 
cielo hoy, y el joven rico está en el infierno!
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
25 
No debemos malinterpretar esta historia. Jesús no nos dice 
que somos salvados por lo que hacemos ni por lo que dejamos de 
hacer. Nos enseña que, cuando somos salvados verdaderamente, nos 
arrepentimos y nos apartamos de nuestros pecados. Vemos que esto 
aparece ilustrado vívidamente en el contraste de la forma en que 
estos dos hombres respondieron a Jesús. 
La historia de Jesús y Zaqueo, en realidad, comienza con la 
parábola del fariseo y el publicano. Cuando leemos la secuela de esa 
parábola, descubrimos el otro versículo definitivo que describe a 
Jesús el Salvador que nos busca. Vemos ese retrato de Jesús y su 
manifiesto una última vez cuando Lucas nos da su versión de la Gran 
Comisión al finalizar su evangelio (Lucas 24:46-49). 
Epílogo 
Pensamiento cristiano 
Jesús dio muchas enseñanzas, como su “parábola del 
sembrador”, que nos dicen cómo encarar y cómo responder a su 
enseñanza. Lucas registra tres metáforas que usó Jesús con este 
propósito (Lucas 5:36-39; 7:31-35). Las primeras dos se refieren a un 
parche de tela nueva colocada sobe un vestido viejo, y a un vino 
nuevo (no fermentado) que ha sido vertido en odres viejos. 
Las personas que escuchaban a Jesús entendieron estas 
metáforas porque eran ilustraciones comunes, cotidianas y profundas. 
Toda mujer que había cosido parches en ropa sabía que nunca se 
debía coser material nuevo sobre un vestido viejo. El material nuevo 
y fuerte tiraría de la tela vieja y haría un agujero más grande en el 
vestido. 
Muchos de sus oyentes probablemente habían cometido 
también el error de echar vino nuevo o no fermentado en un odre 
viejo y quebradizo. Al fermentar el vino nuevo, el odre viejo y 
quebradizo, al ser rígido, no cedería ante esta presión interior. Un día 
oirían un fuerte sonido de algo que estallaba, y verían el vino 
corriendo por la pared donde habían colgado el odre. Entonces se 
darían cuenta del error que habían cometido y que había provocado 
el estallido, la destrucción del odre y la pérdida del vino. 
La aplicación es que la enseñanza de Jesús (como el parche 
nuevo y el vino nuevo) pondrá presión en nosotros cuando la 
incorporamos a nuestra mente. Quienes son nuevas criaturas como 
resultado del nuevo nacimiento son, obviamente, los “odres nuevos” 
donde debe derramarse el “vino nuevo” de su enseñanza (2 Corintios 
5:17). Solo estas nuevas criaturas tienen la capacidad de entender, 
aceptar y aplicar su enseñanza; esta parece ser la aplicación de esta 
metáfora. 
¡Si no cedemos a la presión que su enseñanza ejerce sobre 
nuestras voluntades, nuestras mentes explotarán, literalmente! Por 
esta razón, Jesús no dice que no seamos “esquizofrénicos 
espirituales” que tratan de servir a dos amos (Mateo 6:24). Si no 
encaramos la enseñanza de Jesús y respondemos a ella con el
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
26 
compromiso de obedecerla, lo que el apóstol Juan llama una 
profesión de fe “tibia” en Cristo nos dará náuseas, y le dará náuseas 
al Cristo resucitado cuando piense en nosotros (Apocalipsis 3:15,16). 
Jesús usó la tercera metáfora como comentario sobre la forma 
en que los líderes religiosos rechazaron su enseñanza y la predicación 
de Juan el Bautista (7:31-35). En el mercado, los niños jugaban “al 
casamiento” o “al funeral”, porque habían observado estos sucesos. 
Solían pedirles a los ocupados mercaderes que se detuvieran a jugar 
sus juegos de niños con ellos. 
Mediante estas metáforas, Jesús estaba diciendo que los 
escribas y fariseos eran como pequeños niños que le pedían a Él que 
jugara al “funeral”, porque presentaba la imagen del hombre bendito 
o feliz. Pedían a Juan el Bautista que jugara al “casamiento”, porque 
era muy serio, vivía una vida espiritualmente disciplinada en el 
desierto y predicaba el arrepentimiento. 
El punto que quería destacar Jesús era que Él y Juan no 
habían venido a jugar sus juegos de niños. No se iban a conformar a 
la enseñanza de ellos, sino habían venido a revolucionar la enseñanza 
religiosa establecida. 
Usted ha sido expuesto a algunas de las dinámicas enseñanzas 
de Jesucristo. ¿Cómo responderá a lo que ha aprendido en este breve 
estudio general del evangelio de Lucas? ¿Qué hará con relación a lo 
que sabe acerca de los objetivos de la misión del Cristo resucitado 
que vive en usted? Esta enseñanza apunta a revolucionar su mente, su 
vida y sus valores. Jesús nos advirtió a usted y a mí que, si no 
hacemos nada con relación a su enseñanza, nuestra “doble visión 
espiritual” hará que nuestras mentes exploten, literalmente. 
El evangelio de Juan brinda el registro más completo de la 
muerte y la resurrección de Jesús. Dado que tengo seis fascículos con 
comentarios sobre 130 programas de radio acerca del evangelio de 
Juan, reservaré mi comentario sobre esa parte vital de su vida y 
ministerio para esos fascículos. Obtenemos la perspectiva más 
significativa de su muerte en Lucas cuando Jesús dice a los apóstoles 
que la Pascua sería cumplida cuando Él muriera en la cruz (22:16). 
Con la excepción de Juan, los autores del evangelio simplemente nos 
dicen que “lo crucificaron” cuando informan la muerte de Jesucristo 
en la cruz. 
Si usted no conoce a Cristo personalmente como su Salvador, 
le ruego, como ministro del evangelio de Cristo, que se dé cuenta de 
que Jesús vino a darle vista en la ceguera espiritual que tiene usted y 
a liberarlo de su adicción a las diversas formas de pecado. Él quiere 
sanar su corazón y su vida rotos, convirtiéndose en su Salvador 
personal. Luego quiere darle un mayor propósito a su vida al hacerlo 
partícipe con Él en su gran misión de buscar y salvar a los perdidos. 
Confíe en Él ahora como su Salvador. Hágalo su Señor, y luego pase 
el resto de su vida en relación con el Cristo resucitado y vivo, 
cumpliendo el mayor manifiesto del mundo.
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
27 
El evangelio de Juan 
Capítulo 7 
La lengua de señas de Juan 
En otros seis fascículos doy notas para nuestros oyentes que 
escucharon los 130 programas de radio en los que enseño sobre el 
evangelio de Juan, versículo por versículo. En este fascículo quiero 
presentar algunas notas para quienes han escuchado las transmisiones 
que dan un breve estudio general del cuarto evangelio, como parte de 
nuestro estudio general del Nuevo Testamento. 
Estamos acercándonos a mi favorito entre los cuatro 
evangelios. El evangelio de Juan es el favorito de millones de 
personas porque Dios ha usado este evangelio para llevarlas a la fe en 
Cristo. Me encanta la forma literaria inspirada en que Juan escribió 
este evangelio porque los propósitos por los que escribió este 
evangelio y el argumento sistemático que presenta a lo largo de sus 
veintiún capítulos me dicen que este evangelio se trata en su totalidad 
de Jesucristo. Este es mi evangelio favorito porque Juan no solo me 
muestra cómo ser salvo sino que, a través de la lectura de este 
evangelio, también llego a conocer al Salvador que me salvó. 
El apóstol Juan, el mismo hombre que escribió el libro de 
Apocalipsis, es el autor de este evangelio. Si usted conoce el último 
libro de la Biblia, tendrá alguna perspectiva del estilo de escritura y 
la forma literaria de Juan. Cuando él escribió el libro de Apocalipsis, 
usó una palabra que nos ayuda a entender su forma literaria y su 
estilo de escritura. Al comenzar el último libro del Nuevo 
Testamento, escribe: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, 
para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la 
declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”. 
El hecho de que Juan usara esta palabra tan interesante 
cuando escribe Apocalipsis y este evangelio, nos dice que escribió 
usando una hermosa y bíblica “lengua de señas”. 
El apóstol Pablo escribió que el evangelio era locura para los 
griegos porque ellos estaban en una búsqueda intelectual, y los judíos 
“piden señales”. Lo que quería decir Pablo era que los judíos pedían 
a Dios señales frecuentemente para probar que Él estaba con ellos y 
los estaba guiando (Mateo 12:38-42). También quería decir que los 
judíos a veces pensaban y se comunicaban por medio de una hermosa 
“lengua de señas”. 
Todo el libro de Apocalipsis es inspirado, profundo y está 
escrito en una lengua de señas hebrea. Si bien la lengua de señas no 
es demasiado obvia, Juan usa la misma forma literaria en su 
evangelio. 
Claves para el evangelio de Juan 
Cuando Juan aporta estos dos libros inspirados al Nuevo 
Testamento (el evangelio de Juan y el libro de Apocalipsis), es casi 
como si estuviera escribiendo mensajes al pueblo de Dios usando un 
código inspirado. Al leer estos mensajes, el pueblo de Dios necesita
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
28 
“las claves que descifran el código”. He aquí algunas claves que le 
ayudarán a “descifrar el código” de la profunda lengua de señas que 
usa Juan en este evangelio. 
Clave número uno 
La primera clave para entender este evangelio es darse cuenta 
de que el noventa por ciento de su contenido no se encuentra en los 
primeros tres evangelios. Al leer este evangelio, debemos darnos 
cuenta de que Dios tiene una perspectiva que quiere compartir con 
nosotros acerca de la vida de Cristo que no se encuentra en Mateo, 
Marcos o Lucas. Por lo tanto, deberíamos esperar leer una biografía 
de Jesús muy diferente de las que hemos leído en los primeros tres 
evangelios. 
Clave número dos 
Una segunda clave que nos ayudará a descifrar el código del 
mensaje de este evangelio único es darnos cuenta de que el evangelio 
de Juan es el único libro de la Biblia que está dirigido 
específicamente al incrédulo, para llevarlo a la fe y a la vida eterna. 
El apóstol Pablo escribe que el propósito de toda la Biblia es 
“…que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para 
toda buena obra (2 Timoteo 3:17). Por lo tanto, la Biblia no está 
dirigida, en general, al incrédulo, sino al creyente. 
En la Biblia, Dios, en realidad tiene un mensaje para el 
incrédulo. Ese mensaje es que se arrepienta y crea en el evangelio. 
Sin embargo, cuando los incrédulos se arrepienten y creen, Dios 
luego tiene 66 libros inspirados que están llenos de verdad para ellos, 
porque Dios quiere que los creyentes estén equipados para toda 
buena obra que Él quiere realizar a través de sus vidas. Dios quiere 
que todos los creyentes crezcan espiritualmente y sean 
perfeccionados hasta llegar a ser las personas que Él las creó y recreó 
para que fueran (Efesios 2:10; 4:12). 
El evangelio de Juan es aquel mensaje de Dios para el 
incrédulo que es el requisito previo para todo lo que Él quiere 
decirles en los otros 65 libros de la Biblia. Si bien en el cuarto 
evangelio hay mucha verdad profunda para perfeccionar al creyente, 
este es el único libro de la Biblia que está dirigido claramente y 
específicamente a los incrédulos con el objetivo de llevarlos a la fe 
en Jesucristo. 
Juan nos dice por qué escribió este profundo evangelio: “Hizo 
además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las 
cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para 
que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que 
creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:30,31). 
Una traducción moderna tiene una nota a pie de página que 
dice: “Una señal es una evidencia milagrosa que apunta al poder de 
Dios en su gracia redentora”. Por lo tanto, una señal es un milagro 
que demuestra que Jesús era el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios y el 
Salvador del mundo.
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
29 
En el último versículo de este evangelio, Juan escribió que, si 
se hubieran registrado todas estas señales de Jesús, el mundo entero 
no podría contener los libros que tendrían que escribirse. Trate de 
descubrir cuántos libros se han escrito sobre la vida, las obras y la 
influencia de Jesucristo, y apreciará la verdad del comentario final de 
Juan sobre Jesús. 
Juan quiere que examinemos su registro de estas señales que 
demuestran sus afirmaciones acerca de Jesús. En esencia, nos está 
diciendo: “De entre todas las muchas señales milagrosas que realizó 
Jesús, consideren –con una mente abierta- las que he registrado en 
este libro. Ellas deberían convencerlos de que Jesús de Nazaret era el 
Mesías, el Hijo de Dios. Quiero que crean esto, porque cuando crean 
en estas verdades acerca de Jesucristo, nacerán de nuevo y recibirán 
vida eterna” (20:30,31; 1:12,13). 
Cuando una persona le dice a un pastor que le gustaría 
comenzar a leer la Biblia, y le pregunta dónde debería comenzar, el 
pastor quizá le pregunte: “¿Es usted creyente?”. Dado que Juan 
escribió para la persona que aún no cree, cuando contesta: “No, pero 
estoy interesado”, el pastor suele decir: “Comience a leer su Biblia 
desde el evangelio de Juan”. Los pastores dan este consejo, 
frecuentemente, debido al propósito que indica Juan: que él escribió 
este evangelio para que el incrédulo pudiera llegar a ser creyente y 
experimentar la vida eterna. 
Clave número tres 
Otra clave para entender el evangelio de Juan es darse cuenta 
de que este evangelio presenta un argumento teológico acerca de 
Jesús. Los evangelios de Mateo y de Lucas presentan estrategias del 
ministerio de Jesús en sus inspiradas biografías. Sin embargo, el 
argumento lógico y sistemático que presenta Juan en su evangelio es 
específico, continuo y coherente a lo largo de cada uno de sus 
veintiún capítulos. 
El propósito de los cuatro evangelios es decirnos que Jesús 
vino. Mientras Mateo presentó a Jesús como el Rey del reino de los 
cielos, Marcos lo presentó como el Siervo y el Hijo del Hombre, 
Lucas enfatizó su humanidad, Juan quería decirnos principalmente 
que Él era Dios. 
El argumento sistemático de Juan es que Jesús es el Cristo, el 
Mesías prometido, el Hijo de Dios. Busque esa verdad a lo largo del 
evangelio de Juan, a partir del capítulo 1, hasta llegar al final del 
evangelio, y verá que en capítulo tras capítulo de su evangelio, Juan 
enfatiza continuamente este argumento: el Jesús de Nazaret histórico 
es el Cristo, el Hijo de Dios y el Salvador del mundo. 
Jesucristo no tenía nombre y apellido, como en el caso de un 
hombre que se llame “Juan Pérez”. “Jesús” era su nombre; “Cristo” 
era su título. Cuando decimos que es “Jesucristo” estamos diciendo 
que Jesús –el Jesús de Nazaret histórico- es el Cristo. La palabra 
“Cristo” es la forma de decir “Mesías” en griego. Cuando Juan nos 
dice que Jesús es el Cristo, nos dice que el Jesús que vemos en el
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
30 
Nuevo Testamento es el Mesías acerca de quien se profetiza y que es 
prometido en el Antiguo Testamento. 
En el libro de Hechos se nos dice que, en sus viajes 
misioneros, el apóstol Pablo, que era un rabino, iba a las sinagogas 
en ciudad tras ciudad y razonaba a partir de las Escrituras con los 
rabinos judíos con quienes se encontraba, mostrando que Jesús es el 
Cristo (Hechos 17:2,3). En sus cartas, el apóstol Pablo nos dice que 
la base doctrinal fundamental de la comunión en la Iglesia del Nuevo 
Testamento era que Jesús era el Señor (1 Corintios 12:3). 
En la primera de las tres cartas inspiradas que escribió Juan, 
que usted podrá encontrar casi al final del Nuevo Testamento, el 
apóstol escribe que la base doctrinal de la comunión en la Iglesia del 
Nuevo Testamento era que “Jesús es el Cristo” (1 Juan 2:22; 5:1). El 
argumento que Juan expresa en dos breves frases en su primera carta 
es el mismo que presenta sistemáticamente en su evangelio. 
Clave número cuatro 
Basándome en las primeras tres claves de este evangelio, esta 
es la forma en que creo que debemos leer el evangelio de Juan. 
Debemos leer cada uno de los veintiún capítulos buscando respuestas 
a estas tres preguntas: ¿Quién es Jesús? ¿Qué es la fe? ¿Qué es la 
vida? 
Juan escribió este evangelio para darnos un registro de las 
señales, o evidencias milagrosas, que realizó Jesús y que él eligió 
porque quiere convencernos de que la respuesta a esa primera 
pregunta es que Jesús es el Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios. En 
capítulo tras capítulo, Juan nos mostrará y nos contará de muchas 
formas hermosas que Jesús es el Cristo, el Mesías, el Hijo unigénito 
de Dios. Juan expresará esta verdad básica de diferentes formas en 
cada uno de los veintiún capítulos. 
En cada capítulo, deberíamos buscar también la respuesta a la 
pregunta: ¿Qué es la fe? Juan dijo, en cierta forma: “Voy a contarles 
estas cosas acerca de Jesús. Si creen estas verdades acerca de Él, 
nacerán de nuevo y recibirán vida eterna” (20:30,31; 1:12,13). En 
cada capítulo, Juan no solo nos desafiará a creer en este argumento 
sistemático acerca de Jesús. También nos mostrará lo que es la fe 
para él, cuando nos exhorte a creer en su argumento acerca de quién 
es Jesús. 
Pero, ¿qué es la fe? Este es un concepto muy difícil de definir 
y mantener en foco. Por lo tanto, en capítulo tras capítulo, y de 
muchas formas hermosas, Juan nos ilustrará lo que significa creer 
que Jesús es el Cristo. 
En cada capítulo, Juan también nos mostrará y nos contará lo 
que es para él la vida eterna. La vida eterna no es solo una vida 
interminable. Va a usar este concepto también, pero la vida eterna no 
es meramente una cantidad de vida, sino también, y principalmente, 
un calidad de vida. Juan escribe que Jesús dijo: “Yo he venido para 
que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). 
¿Qué es esta calidad de vida abundante que Dios ha ideado y que, por 
lo tanto, Él espera que experimenten los seres humanos?
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
31 
Es la calidad de vida lo que describe Juan cuando usa la 
expresión “vida eterna”. La vida eterna es una calidad y cantidad de 
vida. La vida eterna es una calidad de vida abundante que comienza 
en esta vida y se prolonga en el estado eterno. 
Juan nos dice que no experimentamos esta calidad de vida 
eterna como consecuencia de nuestro nacimiento físico. En cambio, 
si experimentamos otro nacimiento, que él llama “nacer de lo alto”, 
como resultado de ese segundo nacimiento viviremos una mayor 
calidad de vida en un nivel superior. Tendremos “vida 
abundantemente” o “vida eterna”. 
En capítulo tras capítulo de este evangelio, Juan no solo nos 
dirá, sino que nos mostrará lo que es para él la vida eterna. Por lo 
tanto, al leer cada capítulo de este evangelio, deberíamos hacernos la 
siguiente pregunta: “¿Qué es la vida eterna en este capítulo, Juan?”. 
Cuando usted lea en oración cada capítulo, pregunte: “En este 
capítulo, Juan, ¿quién es Jesús, qué es la fe y qué es la vida?”. Notará 
que Juan contestará profundamente estas tres preguntas en cada 
capítulo de su evangelio. 
Clave número cinco 
Otra clave para entender el evangelio de Juan es esa hermosa 
e inspirada lengua de señas que usa. El evangelio está escrito en dos 
niveles. Un niño puede entender el primer nivel. Usted puede usar 
este evangelio para enseñar a leer a sus hijos, porque Juan usa 
palabras más simples que los autores de los demás evangelios. Un 
niño puede leer y entender el evangelio de Juan en el nivel uno. Sin 
embargo, siempre hay un nivel más profundo de significado en este 
evangelio. El más devoto y maduro hombre de Dios jamás alcanzará 
las profundidades de ese segundo nivel de significado en este 
evangelio. 
El evangelio de Juan es mi evangelio favorito por ese 
segundo nivel en el que Juan escribe su hermosa, inspirada, alegórica 
y espiritual lengua de señas. Se me ha dicho que se necesita, al 
menos, una maestría en Teología y Filosofía para entender el nivel de 
significado más profundo de este evangelio. No estoy de acuerdo. Yo 
creo que necesitamos que el Espíritu Santo nos muestre ese 
significado más profundo mientras leemos el evangelio de Juan. Al 
leer usted este evangelio, pida al Espíritu Santo que le muestre ese 
nivel más profundo de significado en cada capítulo. 
Clave número seis 
Hay una perspectiva adicional que quisiera compartir con 
usted mientras leemos el evangelio de Juan juntos. En el capítulo 
doce, unos griegos se acercan al apóstol Felipe con este pedido: 
“Señor, quisiéramos ver a Jesús”. Haga que este pedido de los 
griegos sea su oración personal y devocional mientras lee este 
evangelio. Mi clave final para descifrar el código de esta lengua de 
señas es desafiarlo a leer este evangelio orando: “Padre, quisiera ver 
a Jesús”.
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
32 
Si hace esto, descubrirá que el evangelio de Juan es como una 
“galería de arte espiritual”. Cada capítulo es como una “sala” de esa 
galería de arte. Usted encontrará que de las “paredes” (versículos) de 
cada una de esas salas (capítulos) cuelgan hermosos “retratos” de 
Jesucristo. El apóstol del amor exhibe estos “retratos” inspirados de 
Jesucristo en cada uno de los capítulos de este evangelio. 
Yo encontré quince retratos de Cristo en el primer capítulo y 
catorce en el cuarto capítulo. Vea cuántos puede encontrar usted 
mientras lee el evangelio de Juan. Luego, escoja un retrato de Jesús 
para cada capítulo del evangelio de Juan. Imagine una placa de 
bronce bajo cada uno de los retratos. Memorice los veintiún títulos de 
estas placas. Por la noche, duérmase adorando mientras recorre el 
evangelio de Juan, meditando en los retratos de Cristo que ha 
escogido para cada capítulo de este evangelio. 
Estas son las “placas de bronce” que he puesto bajo mis 
retratos de Cristo para cada capítulo. En los capítulos 1 a 7: 
El Cordero de Dios – El que puede convertir tu agua en vino 
– El único Salvador de Dios – El Agua de vida – La Clave para las 
Escrituras – El Pan de vida – El Maestro que vino de Dios. 
En los capítulos 8 a 14: 
El Hijo que nos hace verdaderamente libres – La Luz del 
mundo – El gran Pastor de las ovejas – La Resurrección y la Vida – 
El Grano de trigo que cae a la tierra y muere para glorificar a su 
Padre – El Siervo que tomó la toalla – El Camino, la Verdad y la 
Vida. 
En los capítulos 15 a 21: 
Una Vid que busca ramas – El que envía al Espíritu Santo – 
El Sumo Sacerdote que ora – El Testigo perfecto – El Cristo 
crucificado – El Cristo resucitado y el Cristo que encomienda. 
Estos son mis retratos favoritos de Cristo en los veintiún 
capítulos del evangelio de Juan. Mientras estudia este evangelio, 
escriba los retratos que encuentra en cada uno de los capítulos, 
porque sus retratos personales tendrán mucha más importancia para 
usted que los míos. 
Los ancianos de mi primera iglesia pusieron el pedido de esos 
griegos en una pequeña plaqueta de bronce y la fijaron a la parte 
interior del púlpito, de forma que, cada vez que subía al púlpito, yo 
veía: “Señor, quisiéramos ver a Jesús”. Ellos no solo querían que yo 
viera esas palabras cuando predicara, sino que también querían que, 
cada vez que tuviéramos un orador invitado, él también viera: 
“Señor, quisiéramos ver a Jesús”. Los ancianos estaban diciendo: 
“Queremos ver a Jesús cada vez que se predica la Palabra de Dios en 
este púlpito”. 
Pida al Espíritu Santo que le dé una revelación multifacética 
de Jesucristo mientras lee el evangelio de Juan. Luego conteste estas 
otras dos preguntas: “¿Qué es la fe, y qué es la vida eterna?”. Cuando 
vea a Jesús, ¡crea, nazca de nuevo y reciba la vida eterna!
Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 
33 
Capítulo 8 
Un estudio general del evangelio de Juan 
Cuando los predicadores están aprendiendo a predicar un 
sermón, se les dice que hagan tres cosas. “Primero, díganles lo que 
van a decirles. Luego, díganselo. Después, ¡díganles lo que les han 
dicho!”. Cuando Juan escribe este evangelio, sus primeros dieciocho 
versículos son considerados un prólogo en el que nos dice lo que nos 
va a decir. Luego, a partir del versículo diecinueve del capítulo 1 
hasta el versículo veintinueve del capítulo 20, nos lo dice. 
Finalmente, en los versículos treinta y treinta y uno de ese capítulo, 
nos dice lo que nos ha dicho. 
Cuando nos dice lo que nos va a decir, entre otras verdades, 
nos dice que cuando el Verbo vivo se hizo carne y vivió entre 
nosotros, cuando las personas lo recibieron (creyeron en Él) o 
respondieron adecuadamente a Él, nacieron de nuevo. 
Experimentaron un nacimiento que no era físico o natural. Nacieron 
de Dios. 
Luego de habernos dicho lo que nos dirá, pasa a darnos 
ejemplos de lo que escribió, que quienes respondieron correctamente 
a Jesús nacieron de lo alto. En capítulo tras capítulo, nos dará 
ejemplos de cómo las personas nacían de nuevo cuando respondían 
correctamente a Jesucristo. Comienza diciéndonos cómo algunos de 
sus apóstoles se encontraron por primera vez con su Señor y 
Salvador. Le preguntaron dónde vivía. Él los invitó a que vieran 
dónde vivía. Dado que su decisión de ir a ver dónde y cómo vivía los 
llevó a vivir para Él y morir por Él, obviamente experimentaron lo 
que significa nacer de Dios cuando vivieron con Jesús. 
En el capítulo 2, el nuevo nacimiento se describe 
alegóricamente cuando Jesús aparece como el que puede transformar 
el agua en vino. Los pasos que llevan a este milagro, -y, por 
aplicación, al nuevo nacimiento- se nos retratan alegóricamente. 
Primero, por las palabras de María: “No tienen vino” (2:3). Dado que 
el vino es un símbolo de alegría en las Escrituras, podemos aplicar 
estas palabras de María en forma devocional como una confesión de 
que no tenemos alegría, o que no hemos nacido de nuevo. 
El agua es a veces un símbolo que representa a las Escrituras. 
También leemos que la Palabra de Dios es la “semilla” que genera el 
nuevo nacimiento, y se nos dice que la fe viene cuando oímos la 
Palabra. Algunos ven en las grandes tinajas de 70 litros que son 
llenadas de agua un cuadro de nuestras vidas, que son llenadas con la 
Palabra de Dios como un paso que conduce al nuevo nacimiento 
(2:7; Efesios 5:26; 1 Pedro 1:23; Romanos 10:17). 
Las palabras de María a los sirvientes representan la clave 
para convertir a la Palabra de Dios en un poder en nuestras vidas: 
“Haced todo lo que os dijere” (2:5). Mientras usted llena su mente y 
su corazón con la Palabra de Dios, haga todo lo que Él le diga que 
haga. Estos pasos que conducen al nuevo nacimiento también pueden 
ser aplicados como una fórmula para una renovación espiritual 
personal, cuando esta sea necesaria.
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Lucas y Juan: Perspectivas de los Evangelios

  • 1. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 1 INSTITUTO BÍBLICO DEL AIRE FASCÍCULO INTERNACIONAL NÚMERO 11 Estudio general de Lucas y Juan Capítulo 1 Una perspectiva del evangelio de Lucas El autor del evangelio de Lucas no era judío ni tampoco uno de los doce apóstoles. Era griego y escribió su evangelio para un hombre que también era griego. Los estudiosos creen que Lucas tuvo como testigos oculares a María, la madre de Jesús; a Santiago, el hermano de Jesús; y muchos otros como fuentes de información mientras investigaba y escribía su evangelio. Pablo habla de Lucas como su “médico amado” y su compañero de viaje. Obviamente, viajó con Pablo para atender los síntomas físicos del “aguijón en su carne” (2 Corintios 12). Pablo menciona a Lucas tres veces en sus inspiradas cartas (Colosenses 4:14; 2 Timoteo 4:11; Filemón 24). Lucas, además, es el autor del libro de Hechos, que dirigió también al mismo hombre, Teófilo. Como este nombre significa “el que ama a Dios”, algunos estudiosos creen que los dos libros están dirigidos a cualquier persona que ama a Dios, en tanto que otros creen que Teófilo era un hombre que conocía Lucas. El autor de este evangelio era un hombre culto. En su tiempo, habría sido considerado un científico. Usa más términos médicos que Hipócrates, el “padre de la medicina moderna”, y su gramática es la mejor de todos los escritores del Nuevo Testamento, entre ellos, Pablo. Era un escritor talentoso y un historiador muy preciso. Cuando Lucas registra los viajes misioneros de Pablo, usa los pronombres “nosotros” y “ellos” indistintamente. Un estudio
  • 2. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 2 cuidadoso de los pasajes donde aparece la palabra “nosotros” en el libro de Hechos nos indica cuándo Lucas acompañó a Pablo en esos viajes misioneros. Pablo escribe a los colosenses que Dios no llama a la salvación a muchas personas que el mundo considera sabios (1 Corintios 1:26-29). Él y Lucas eran excepciones de esa regla, lo cual podría, también, explicar su estrecha relación. Lucas registra veinte milagros, de los cuales seis solo se encuentran en su evangelio. Registra veintitrés parábolas, de las cuales dieciocho solo aparecen en su evangelio. Lucas es el evangelio favorito de muchos porque el Cristo que nos describe es muy humano, compasivo, afectuoso y sumamente identificado con nuestra humanidad. Como médico, Lucas tenía una gran conciencia social, y nos ofrece una biografía de un Cristo con una gran conciencia social. Lucas –siempre poniendo énfasis en el toque humano- nos dice que Marta estaba enojada porque María no quería ayudar en los preparativos y el servicio cuando invitaron a Jesús a cenar (10:38-42). Con el ojo para los detalles de un historiador preciso y el corazón de un médico compasivo, Lucas es quien nos cuenta que la mirada de Jesús se cruzó con la de Pedro en el preciso instante en que el gallo cantó, cuando Pedro ya había negado a su Señor por tercera vez (22:60,61). A lo largo de todo el evangelio de Lucas vemos el toque humano de Jesús. Cuando sumamos todo, tenemos una descripción y una imagen mental de Jesucristo que contribuye mucho al relato de cómo fue y cómo es hoy, verdaderamente, el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre. El mensaje del tercer evangelio es la humanidad del Dios-Hombre. El énfasis está en que este Hombre, que era Dios, se identificó con nuestra humanidad. Como historiador preciso y excelente escritor, Lucas presenta un relato ordenado para su amigo Teófilo, que yo estoy convencido de que era una persona real y muy destacada que amaba a Dios, y que Lucas amaba (1:3). En su introducción al único libro de historia inspirado del Nuevo Testamento, describe este tercer evangelio como “todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba” (Hechos 1:1,2). Este historiador inspirado nos dice más acerca del nacimiento y los primeros treinta años de vida de Jesús que cualquiera de los otros escritores de evangelios. Sus primeros dos capítulos dedican 132 versículos a romper ese silencio. El evangelio de Lucas es un relato ordenado e históricamente preciso de las cosas que Jesús hizo y enseñó desde su nacimiento hasta su ascensión. Muchos estudiosos creen que el versículo decisivo y clave de este evangelio es el 19:10: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”.
  • 3. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 3 Capítulo 2 Pensamientos de Navidad Según Lucas, cuando Dios penetró en la historia humana y se convirtió en hombre, invitó a ciertas personas a participar en su gran milagro. Si bien solo fueron unas pocas personas, cada una de ellas tiene algo que enseñarnos con su ejemplo. La virgen María El ángel Gabriel visitó a María, una virgen que estaba comprometida con un hombre llamado José. Gabriel dio a María la misma noticia que había dado a Zacarías, un sacerdote que fue el padre de Juan el Bautista: Dios se convertiría en hombre. El sacerdote no le creyó, y por esa incredulidad el ángel le dijo que su boca permanecería cerrada –quedaría mudo- y no se le permitiría contar a nadie acerca de este milagro hasta que ocurriera. El ángel Gabriel dijo a María que ella iba a concebir al Hijo de Dios y lo llevaría en su vientre. María preguntó al ángel: “¿Cómo será esto? pues no conozco varón” (1:34). Si bien María le preguntó al ángel cómo podía ser que una virgen tuviera un hijo, no respondió con la incredulidad de Zacarías. El sacerdote no creyó que el milagro de su hijo fuera posible, en vista de la esterilidad de su esposa y la edad avanzada de ambos. Por cierto, nos damos cuenta de que María sí creyó las palabras del ángel cuando Elizabet le dice: “Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor” (45). La fe de los pastores Una multitud de ángeles se les apareció a algunos pastores que estaban cuidando sus rebaños de noche. Los ángeles les contaron las Buenas Nuevas del nacimiento de Cristo (2:10,11). Note que estas Buenas Nuevas anunciadas por los ángeles eran para todos. Luego de recibir este mensaje –antes y después de ver este milagro- los sacerdotes contaron a todos lo que los ángeles les habían dicho. ¿Alguna vez se preguntó por qué Dios les contó a los pastores acerca de la primera Navidad? Todas las demás personas a las que se les contó este milagro jugaron un papel vital, y parece que Dios se lo dijera solamente a las personas que necesitaban saberlo. El sacerdote y su esposa, Elisabet –los padres de Juan el Bautista- necesitaban saberlo. María y José necesitaban saberlo, y creyeron, pero leemos que María “guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (19). Los pastores, por otra parte, dijeron a todos lo que habían visto y oído, tanto antes como después de ver este gran milagro. ¿Por qué incluyó Dios a los pastores en su gran milagro? Porque sabía que creerían y contarían a todos acerca del milagro de un Salvador, quien es Cristo, el Mesías prometido, y el Señor.
  • 4. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 4 Jesús, a los doce años, en el templo Lucas rompe el silencio y nos dice lo único que conocemos acerca de los treinta años que vivió Jesús entre su nacimiento y el comienzo de sus tres años de ministerio público. Este es un incidente que tuvo lugar cuanto tenía doce años de edad. Sus padres lo llevaron a Jerusalén con lo que, aparentemente, era un grupo grande de peregrinos religiosos. Cuando están volviendo a su casa, les lleva tres días darse cuenta de que Jesús no está con ellos. Desandan el camino desesperadamente hacia Jerusalén y lo encuentran en el templo haciéndoles preguntas a los líderes religiosos. Cuando sus padres le cuentan cómo lo habían buscado desesperadamente, les contesta: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (1:49). Esto presenta a los padres de Jesús como muy humanos; pierden a su hijo y lo encuentran en el último lugar donde pensarían que podría estar. Luego, cuando escuchan de su boca que deberían haberse dado cuenta de que Él estaría en los asuntos de su Padre en el templo, donde lo encuentran haciéndoles preguntas a los escribas y rabinos instruidos, este suceso se convierte en algo asombroso. Aplicaciones personales El Antiguo y el Nuevo Testamento nos dicen que Jesús volverá a cruzarse físicamente con la historia humana en el milagro de la Segunda Venida de Jesucristo. La esencia de la primera Navidad es que Dios se encarnó para nuestra salvación. La esencia de la Segunda Venida es la misma. En otras palabras, Dios va a hacer otra Navidad; hay otra Navidad en camino. Así como la primera Navidad fue la única esperanza que teníamos para ser salvos, su Segunda Venida es la bendita esperanza de la Iglesia y la única esperanza del mundo. Dios nos ha dado conocimiento de esta única y bendita esperanza a través de su Palabra. Él quiere usarnos para proclamar las Buenas Nuevas del retorno de su Hijo a un mundo lleno de personas que no tienen esperanza. Si dudamos acerca de este milagro, como Zacarías, nuestra incredulidad cierra nuestras bocas y no compartimos esta esperanza con nadie. Si cuestionamos y analizamos todos los detalles de su retorno, como María, tal vez estemos guardando estas cosas en nuestro corazón y no les estemos hablando a las personas desesperadas de la única esperanza que existe para ellas. Debemos seguir el ejemplo de los pastores, y contar estas Buenas Nuevas a todos aun antes de verlas por nosotros mismos. ¿Seguirá usted el ejemplo de los pastores y dirá a todos quienes conoce acerca de la bendita esperanza que tiene como creyente y cuál es, literalmente, la única esperanza de este mundo?
  • 5. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 5 Capítulo 3 El manifiesto del Mesías Hay, en realidad, dos pasajes que abren nuestra comprensión del evangelio de Lucas. Ya he mencionado el primero (19:10). Jesús nos da el segundo cuando va a la sinagoga de su ciudad natal y lee del rollo del profeta Isaías (4:18). Si compara los dos pasajes, verá que ambos indican claramente el propósito por el cual vino Jesús. “Considerado dentro de su contexto, el primer versículo presenta al Salvador del mundo haciendo lo que hizo, verdaderamente, gran parte del tiempo: buscar y salvar a los perdidos (19:10)”. Sin embargo, cuando se considera el otro pasaje en su contexto, sirve como “el manifiesto del Mesías” (4:18). Este manifiesto es una declaración más amplia acerca de por qué vino y qué vino a hacer acá. A veces se lo llama “el manifiesto de Nazaret”, porque fue anunciado en su ciudad natal al principio de sus tres años de ministerio público. La proclamación del manifiesto “Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. “Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” (Lucas 4:16-21). Muchos líderes mundiales han iniciado su misión escribiendo un manifiesto, que es una declaración de las respuestas y soluciones que dicen tener para los problemas que las personas tienen en este mundo. Cuando leemos que Jesús comenzó sus tres años de ministerio público anunciando el manifiesto de Nazaret, debemos darnos cuenta de que estamos oyendo el mayor manifiesto que haya escuchado el mundo jamás. Esto es cierto no solo porque está formado por Escrituras inspiradas y es el cumplimiento de una profecía. El manifiesto de Nazaret es el mayor manifiesto que jamás haya conocido este mundo, porque fue implementado perfectamente por la Persona que lo declaró. También deberíamos darnos cuenta de que Jesús estaba anunciando el manifiesto de la Iglesia hoy, por la forma que dice Lucas que comenzó su ministerio. El manifiesto de Nazaret no solo nos muestra lo que hacía Jesús cuando vivió su vida aquí en la carne, sino lo que desea hacer a través de quienes hoy nos llamamos “el cuerpo de Cristo”. Cierto movimiento mundial contaba con muy pocos miembros, aunque habían pasado varios años después que fue escrito
  • 6. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 6 su manifiesto. Entonces, un miembro escribió un pequeño folleto titulado “¿Qué debe hacerse?”. Lo que quería decir, principalmente, era: “¿Qué deberían hacer los que creen en el manifiesto?”. Ese pequeño folleto movilizó a millones de personas a incorporarse a ese movimiento. La vida y las enseñanzas de Jesucristo son el manifiesto del discípulo de Jesucristo. Los verdaderos seguidores de Jesucristo creen que el Cristo resucitado y vivo tiene las únicas soluciones que existen para las necesidades y problemas de la gente de este mundo. Esta declaración de propósito de Jesús al inicio de su ministerio es su pequeño manifiesto resumido que nos dice no solo lo que Él se proponía hacer, sino lo que debe hacer cada uno de sus discípulos en este mundo hoy. Esta declaración, breve pero amplia, de los objetivos de la misión de Jesús será el bosquejo de mi breve estudio general del evangelio de Lucas. Al recorrer el tercer evangelio juntos, voy a demostrar cómo Jesús proclamó su manifiesto cuando leyó de ese rollo de Isaías en Nazaret, y luego probó a los líderes religiosos de su tiempo que tenía la autoridad para implementar su manifiesto. El evangelio de Lucas luego nos muestra cómo Jesús practicó el manifiesto que proclamaba y probaba. Finalmente, voy a mostrar cómo Lucas pinta un cuadro de un Jesús que invita y desafía a otros (incluyéndonos usted y a mí) a convertirse en partícipes con Él en la implementación de su manifiesto y su misión en este mundo. La forma en que Lucas presenta su biografía de Jesús nos da otra definición esencial de lo que significa ser un discípulo de Jesucristo. Nos muestra lo que debe hacer la Iglesia de Jesucristo en el mundo hoy. Muchas veces pensé que sería maravilloso si un discípulo de Jesús leyera nuestro manifiesto y luego escribiera un folleto titulado: “¿Qué debe hacer un discípulo que cree en el manifiesto de Jesús?”. Con el tiempo, me di cuenta de que ningún discípulo podría escribir ese folleto para todos nosotros, porque Dios ha dispuesto su voluntad para la vida de cada uno de nosotros, junto con su revelación de esa voluntad, de forma tal que todos debemos presentarnos ante Él, como hizo Pablo en el camino a Damasco, y preguntar: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (Hechos 9:6). Si usted no es un seguidor de Jesús, mi oración es que este fascículo le haga conocer a Aquel que se cruzó con la humanidad en una forma personal y demostró ser el Prometido que quiere tocar su vida también. Si usted es un discípulo de Jesucristo, mi oración es que este estudio general del evangelio de Lucas le muestre lo que Él quiere que haga usted. Que cada uno de nosotros podamos oír la pequeña y queda voz de nuestro Señor resucitado y vivo que nos hace saber lo que quiere que hagamos al participar con Él, que implementa su manifiesto en nuestra carne mortal y a través de ella hoy.
  • 7. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 7 El manifiesto del Mesías, probado Jesús está sanando y enseñando en una casa en Capernaum. Los líderes religiosos, descriptos como “doctores de la Ley”, han viajado a lo largo de Israel, desde Jerusalén a Galilea, para investigar el milagro innegable de la curación de un leproso por Jesús. Esto brinda el contexto en el cual Jesús prueba el manifiesto que había proclamado en Nazaret. Realiza otra sanidad milagrosa en este entorno, que fue “para que [supieran] que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados” (Lucas 5:17-26). Mientras Jesús estaba enseñando, cuatro hombres rompieron literalmente el techo y bajaron, usando sogas, a un amigo que estaba paralizado sobre una litera y lo pusieron ante Él. Para Jesús no existían las interrupciones, sino las oportunidades. Y usó esta oportunidad para probar su manifiesto, al decir al hombre que tenía delante de Él: “Tus pecados te son perdonados”. Los destacados líderes religiosos estaban consternados, y preguntaron: “¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?”. Les contestó con una pregunta: “¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios” (5:23-25). Cuando Jesús dijo al hombre que sus pecados eran perdonados, estos visitantes distinguidos podrían haber estado pensando: “¡Es fácil decirlo!”. Jesús concordaba con los teólogos en que solo Dios perdona pecados. A través de este milagro, demostró que Él era Dios con nosotros y que tenía la misma autoridad para perdonar pecados en la tierra que la que tiene Dios en el cielo. Por lo tanto, probó que tenía el poder y la autoridad para implementar su manifiesto. El manifiesto de Nazaret, practicado Jesús proclamó que el Espíritu de Dios lo había ungido para un propósito. “Me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres”. No estaba hablando de pobres en un sentido económico, sino de los espiritualmente pobres, los que nunca habían oído las Buenas Nuevas de salvación. Eran pobres porque eran espiritualmente ciegos, personas cautivas y de corazones quebrantados. Los ciegos espirituales eran aquellas personas que no podían distinguir su mano derecha de su izquierda (Mateo 9:36). Eran ciegos espiritualmente. El objetivo de su misión era predicar el evangelio y enseñar con el objetivo de que estos ciegos espirituales pudieran ver. Jesús usó sus enseñanzas en forma de discursos, parábolas, entrevistas y acciones para dar la vista a las personas espiritualmente ciegas. Jesús también dirigió sus Buenas Nuevas a los cautivos. Fue enviado a “pregonar libertad a los cautivos”; en otras palabras, a
  • 8. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 8 libertar a los que estaban atados (Lucas 4:18). Observe que en ningún lugar de los evangelios Jesús encontró a una persona que no fuera libre y la dejó en lo que Él describía como una cautividad. Este fenómeno se ilustra de forma muy hermosa en el caso de la mujer que había estado atada por Satanás por dieciocho años y fue liberada por Jesús (Lucas 3:16). También aclaró el objetivo de su misión en un diálogo hostil con los líderes religiosos (Juan 5-8:30-35). Jesús describía las duras realidades de la vida como tormentas. Él proclamó que todos tendríamos tormentas en nuestras vidas. Cuando esas tormentas caen sobre las personas, algunas trastabillan, y algunas se derrumban. Lo que tanto Isaías como Jesús describían como personas magulladas y quebrantadas eran las que se derrumban ante sus tormentas. La compasión de Jesús por estas personas quebradas es una de las dimensiones más conmovedoras de su vida y su ministerio. Como médico compasivo, Lucas enfatiza la conciencia y la compasión social de Jesús por las personas quebrantadas de este mundo. ¿Es usted espiritualmente ciego? ¿Se siente tan perdido que no sabe adónde dirigirse? ¿Es usted libre? ¿Hace usted lo que quiere o lo que debe hacer? ¿Es usted cautivo del pecado o de un hábito, y no puede hacer nada fuera de aquellas cosas que lo controlan? ¿Está usted magullado o quebrantado, e incapaz de encontrar sanidad en su quebrantamiento? Si contestó “sí” a alguna de todas estas preguntas, Lucas presenta su biografía de Jesús de forma tal que nos muestra y nos dice a usted y a mí que somos exactamente el tipo de personas para las que Jesucristo vino a este mundo. Vino a darle vista a usted en su ceguera, para liberarlo de su cautividad, y darle sanidad a su quebrantamiento. Tome la decisión de confiar y recibir al Cristo que usted conocerá en el evangelio de Lucas. Tome el compromiso de seguirlo como su discípulo, y Él lo restaurará en todas estas áreas. Capítulo 4 Participantes del manifiesto Una observación final acerca de la forma en que este manifiesto presenta un bosquejo de todo el evangelio de Lucas es darse cuenta de que Jesús enseña continuamente a sus apóstoles como aprendices y desafía a los demás a ser partícipes con Él en la implementación de los objetivos de su misión, según los declaró en Nazaret. El primer ejemplo claro de esto es la forma en que recluta a Pedro para que participe con Él en la implementación de su manifiesto. Una mañana, muy temprano, a orillas del Mar de Galilea, donde le estaba enseñando a una gran multitud, Jesús le preguntó a Pedro, que acababa de volver de una noche infructuosa de pesca, si podía usar su barco como púlpito. Aparentemente, Jesús necesitaba un lugar más elevado para poder comunicarse mejor con una gran gentío que lo había empujado hasta el borde del agua (Lucas 5:1-11).
  • 9. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 9 No fue esta la primera vez que Jesús se encontró con Pedro. Eso había ocurrido cuando el hermano de Pedro, Andrés, los presentó (Juan 1:41,42). Se nos dice que Jesús hizo una invitación a estos hermanos y a sus socios en el negocio de la pesca, Santiago y Juan, que eran también hermanos. Esa invitación fue: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19). Esta podría ser la versión ampliada de Lucas de lo que Mateo describe en un solo versículo. O podría ser que Lucas nos esté diciendo que Jesús repite y refuerza su invitación, y, al mismo tiempo, indica lo que Pedro debe aprender si quiere llegar a ser un pescador de hombres. Luego de la sesión de enseñanza, le dice a Pedro, básicamente: “Me gustaría que me llevaras a pescar”. Desafía a Pedro a volver a llevar su barco adonde el agua es profunda. ¡Luego le pide que arroje sus redes al agua para recoger una gran pesca! (4). Mientras Jesús enseñaba a esa multitud, leemos que Pedro estaba lavando sus redes y haciendo la limpieza luego de una noche de pesca improductiva. Me imagino que no estaría de muy buen humor esa mañana. También me imagino que, mientras le enseñaba a ese gran gentío, Jesús estaba más interesado en este gran pescador que en la gran multitud. Jesús sabe que dentro de solo tres años, este hombre, que ni siquiera podía atrapar peces, predicaría un sermón el día de Pentecostés que daría como resultado la conversión de tres mil personas, y que miles serían salvas cada vez que predicara el evangelio en los días posteriores a Pentecostés (Hechos 2:14-42). También sabe que, dentro de tres años, cuando la sombra de este gran pescador cayera sobre los cuerpos de personas desesperadamente lisiadas, ¡ellas serían sanadas milagrosamente! (Hechos 5:12-16). Es por eso que creo que estaba más interesado en Pedro ese día que en todas las demás personas. ¿Cómo hace Jesús para convertir a este hombre, que es incapaz de atrapar peces, en un alguien que, junto con Pablo, sería el más grande pescador de hombres que el mundo haya conocido jamás? La dinámica espiritual que contesta mi pregunta tiene lugar en el encuentro de Jesús con Pedro. Jesús desafía a Pedro a que sea partícipe con Él en la implementación de los objetivos de su misión, según aparecen en su manifiesto de Nazaret. Cuando Jesús y Pedro estaban en lo profundo del agua, Jesús dijo a Pedro que bajara las redes al agua. Pedro respondió: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado…”. Vuelvo a usar mi imaginación y pienso que podría haber habido una breve pausa en el medio de la respuesta de Pedro al cruzarse su mirada con la de Jesús, luego de lo cual continúa: “…mas en tu palabra echaré la red” (5). Cuando esa red (o “redes”, NVI) volvió a la superficie, ¡estaba llena de peces! (6,7). En respuesta a este gran milagro, Pedro cayó a los pies de Jesús y dijo: “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador” (8). Jesús le contestó: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres” (10).
  • 10. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 10 Antes de conocer a Jesús, la vida de Pedro tenía una prioridad absorbente: atrapar peces. Estas tres palabras que habló Jesús a Pedro son mi versión favorita de los que se llama la Gran Comisión: “¡pescador de hombres!”. Muchos en la Iglesia tienen una tendencia a evangelizar a mujeres y niños, porque resulta más fácil. Pero Jesús sabía que las mujeres y los niños siguen a los hombres, y que si “atrapamos” hombres alcanzaremos a hogares enteros para Él. ¿Por qué reaccionó Pedro a la pesca milagrosa diciendo que era un pecador y, básicamente, diciendo al Señor que no tuviera nada que ver con él? Algunos eruditos sugieren que Cristo había estado predicando a la multitud acerca de la condición pecaminosa del hombre, que Pedro estaba experimentando la convicción del pecado, y que esta fue, en realidad, la conversión de Simón Pedro. Otros eruditos creen que Jesús estaba reclutando a Pedro para colaborara con Él para ayudarlo a implementar su manifiesto. Pedro, tal vez, se dio cuenta de lo que Cristo le estaba preguntando: “¿Quieres ser partícipe conmigo en dar vista a los ciegos, libertad a los cautivos y sanidad a los quebrantados? ¿Quieres cambiar tu prioridad, de atrapar peces a atrapar hombres?”. Estos estudiosos creen que la reacción de Pedro estaba expresando la intensa convicción de que se sentía totalmente indigno de ese llamado. Tal vez estaba diciendo, básicamente: “Señor, tienes al hombre equivocado. ¡No puede ser que me estés llamando para atrapar hombres, porque soy completamente indigno e incompetente!”. Si esta es la esencia de lo que estaba diciendo Pedro, entonces estaba demostrando la primera bienaventuranza que Jesús prescribió para todos sus discípulos: “Bienaventurados los pobres en espíritu” (Mateo 5:3). Para transformar a Pedro de un infructuoso pescador de peces a un pescador exitoso de hombres, Jesús tenía que enseñarle primero Quién era el pescador en su barco ese día. Cuando Pedro dijo: “Maestro”, estaba sugiriendo que Jesús era el Maestro, pero él era el pescador. Luego pasa a darle instrucciones a Jesús acerca de la pesca: “Todo pescador sabe que, si uno no tiene éxito de noche, nunca atrapará peces a la luz del día”. Este parece ser el espíritu de la objeción de Pedro. En segundo lugar, Jesús tenía que enseñar a Pedro que nunca podría atrapar hombres hasta que aprendiera que el Cristo resucitado y viviente es el único y verdadero Pescador de hombres. Estos dos viajes de pesca de Pedro –uno muy infructuoso y el otro sobrenaturalmente exitoso- lo convencieron para siempre de algunos secretos espirituales: “Pescar hombres no es cuestión de quién soy yo, sino de quién es Él. Atrapar a hombres para Jesús no es cuestión de lo que puedo hacer yo, sino de lo que puede hacer Él. Convertirse en un pescador de hombres no tiene que ver con lo que yo quiero, sino con lo que Él quiere. Y cuando hay pescas milagrosas de hombres, siempre debo recordar que todas esas conversiones milagrosas no fueron por algo que hice yo, sino un milagro sobrenatural que Él operó a través de mi carne débil y mortal”.
  • 11. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 11 ¿Se da cuenta de por qué el Cristo resucitado y viviente escogió a Pedro para predicar ese sermón del día de Pentecostés y los sermones después de Pentecostés que llevaron a miles a la salvación? Fue porque Pedro había aprendido esos secretos espirituales mejora que cualquiera de los otros apóstoles. En el día de Pentecostés, cuando estaban ocurriendo todos los milagros, señales y maravillas, Pedro anunció que el Cristo resucitado y viviente era el responsable de lo que estaba ocurriendo ese día (Hechos 2:32,33). Por Cristo, en Cristo y para Cristo Luego de este encuentro, leemos que Pedro y sus socios en el negocio “dejándolo todo, le siguieron” (11). Este capítulo en el viaje espiritual de Pedro nos muestra varios niveles de relación en nuestro andar con Cristo. El primer nivel es vivir por Cristo; esto significa recibir y ser bendecido por todas las formas maravillosas en que Él salva y transforma gloriosamente nuestras vidas. Pedro experimentó este primer nivel de relación con Cristo cuando fue bendecido con esa pesca sobrenatural. El segundo nivel de relación con Cristo es cuando entramos en sus planes para nuestras vidas. ¿Alguna vez escuchó a personas que dijeran: “He decidido incorporar a Jesucristo a mis planes”? Esto tal vez suene algo noble al principio, pero si uno lo piensa, no somos nosotros quienes debemos invitar amablemente a Jesús a que sea parte de nuestros planes. Es Él quien quiere invitarnos amablemente a participar en sus planes. Hay una frase en el Nuevo Testamento que es la preferida de los apóstoles para describir este segundo nivel de relación con Cristo. Esa frase consta simplemente de dos palabras: “en Cristo”. Jesús describió este nivel de relación en una metáfora hermosa. Según Jesús, debemos relacionarnos con Él de la misma forma que una rama está vinculada con una vid (Juan 15:1-16). En esta metáfora de Jesús, el fruto crece abundantemente. Esto nos enseña que estas dos palabras –en Cristo- también indican el medio humano a través de quien se lleva a cabo la obra de Cristo en este mundo, porque estamos correctamente insertados (“en”) el Cristo resucitado y viviente. El tercer nivel de relación con Cristo es vivir para Cristo (11). Este nivel de relación centra nuestra motivación para seguir y servir a Cristo cuando Él nos guía a participar en sus planes para alcanzar a nuestro mundo con su evangelio de salvación. En este nivel de relación, pasamos a ser partícipes con Cristo cuando da vista a los espiritualmente ciegos, libera a los cautivos y sana a los magullados y quebrantados de este mundo. Por Cristo, en Cristo y para Cristo, participamos con Él en su labor de cumplir los objetivos de la misión que declaró en su manifiesto de Nazaret. En esta hermosa historia, Pedro recorre estos tres niveles de relación con Cristo y es un modelo de ellos. ¿Ha sido usted bendecido por Cristo? ¿Está usted en Cristo? ¿Es fructífero? ¿Está viviendo para usted o para Cristo?
  • 12. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 12 Capítulo 5 Parábolas de participación Cuando usted lea el capítulo 15 del evangelio de Lucas, tiene que darse cuenta de que está leyendo una de las más magníficas parábolas que jamás enseñó Jesús. La idea central de esta parábola consiste en enseñarnos la misma verdad que hemos visto en este capítulo relacionada con el viaje espiritual de Pedro. Jesús está reclutando personas que participen con Él en el trabajo de lograr los objetivos de su misión en este mundo. El capítulo 14 concluye con uno de los sermones más fuertes de Jesús, conocido como uno de los “dichos duros” de Jesús. En este sermón, Él les pide un compromiso total a aquellos que se convertirían en sus discípulos. La parábola de las cosas perdidas El capítulo 15 comienza diciéndonos que hubo dos respuestas muy diferentes a su poderoso sermón. Los publicanos y pecadores respondieron entusiastamente a su predicación. Se acercaron a Jesús y formaron un círculo interior alrededor de Él. Pero los fariseos y escribas se retiraron unos veinte pasos y formaron un círculo exterior. Jesús dirigió la que tal vez fuera su más grande parábola a dos círculos concéntricos de dos tipos de personas muy distintas: alrededor de Jesús había un apretado círculo de pecadores y publicanos que estaban siendo salvados. Luego, había un círculo más grande de religiosos que habían dado un paso atrás y se preguntaban: “¿Por qué se mete con pecadores y publicanos?”. Esta gran enseñanza de Jesús no es, como piensan algunos, una serie de varias parábolas, sino una continua “Parábola de las cosas perdidas”. Esta parábola está dirigida principalmente a ese círculo exterior, y les explica lo que está ocurriendo en el círculo interior. En este contexto, Jesús también está rogando a los que están en el círculo exterior que participen con Él en lo que está ocurriendo en el círculo interior. Jesús comienza la parábola de esta forma: “¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros, gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”. Jesús está diciendo a los del círculo exterior: “Ustedes miran al círculo interior de personas y todo lo que ven son publicanos y pecadores, proxenetas, prostitutas, bandidos y ladrones. Pero déjenme decirles lo que ve Dios. Él ve a estas personas como ovejas perdidas. Y cada vez que se encuentra una oveja perdida, hay gozo en el cielo”. Jesús desafía al círculo exterior de esta forma: “Dios
  • 13. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 13 valora a los pecadores perdidos. ¿Por qué no se regocijan ustedes cuando las ovejas perdidas son encontradas?”. Luego Jesús cuenta la historia de la moneda perdida. Dice que una mujer tenía diez monedas, y perdió una. Tomó una escoba y una luz, y barrió y buscó todo el día hasta que encontró la moneda que había perdido. “Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido”. Hay varias interpretaciones posibles de esta parte de la parábola. La enseñanza esencial es que la moneda había sido propiedad de la mujer, se había perdido y fue recuperada nuevamente. Yo perdí una moneda valiosa cuando era un niño. Fue rodando a un desagüe, que estaba cubierto con una rejilla de hierro. Mi moneda estaba a unos cuarenta centímetros de donde yo estaba, pero no la podía alcanzar porque el espacio entre las rejas era demasiado pequeño para que mi mano y mi brazo pudieran pasar. Estaba desesperado. En ese momento, pasó un hombre con un paraguas, que se ofreció a ayudarme. Tomó goma de mascar de su boca y la fijó a la punta de su paraguas. Luego lo metió por el desagüe, hizo que la moneda se pegara a la goma de mascar, retiró el paraguas y me alcanzó la moneda. Esa moneda, ahora, tenía un valor doble para mí, porque la había perdido y la había recuperado. “Redimir” significa “volver a comprar” y “traer de nuevo” lo que se ha perdido. Usted y yo somos más preciosos para el Señor porque somos como esa moneda perdida cuando nos recupera a través de la redención que es hecha posible por la muerte y resurrección de su Hijo. Esa es la esencia del concepto de redención, y de esta moneda perdida y recuperada en la parábola de Jesús. Esto es obviamente una metáfora de la redención que se enseña en toda la Biblia en libros como Éxodo, Deuteronomio, Rut y en los libros de los apóstoles en el Nuevo Testamento (1 Pedro 1:18,19). Jesús, obviamente, está diciendo al círculo exterior: “Estas personas están perdidas, pero están siendo redimidas. ¡Todos los ángeles del cielo se están regocijando! ¿Por qué no se regocijan ustedes?”. Entonces dijo Jesús: “Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente”. Esta es la historia, muy conocida, del Hijo Pródigo. Los círculos concéntricos son el contexto en el cual Jesús cuenta esta historia. Está explicando a ese círculo exterior lo que ocurre en el círculo interior cuando enseña la parábola del Hijo Pródigo: “Algunas de estas personas son hijos pródigos y están volviendo nuevamente a casa. Todos los ángeles del cielo se están regocijando ¿Por qué no se regocijan ustedes cuando vuelven hijos pródigos?”. En resumen, el contexto de esta gran parábola es un retrato de Jesús, que le dice al círculo exterior: “Todo lo que ustedes ven son publicanos y pecadores. Déjenme decirles lo que ve Dios. Dios ve
  • 14. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 14 personas que son como ovejas perdidas. No distinguen su mano derecha de su mano izquierda, pero están siendo encontradas, y todo el cielo se regocija. Dios ve personas que están perdidas como esa moneda. Dios está redimiendo y reclamando a estos que han perdido el camino. Dios ve personas que pueden parecerse a cerdos, y hasta pueden oler a cerdos, pero no son cerdos simplemente porque hayan estado viviendo en las pocilgas de este mundo. ¡Vuelven de estas pocilgas porque son hijos! Todo el cielo se regocija cuando los perdidos son encontrados. ¿Por qué no se están regocijando ustedes?”. Cuando apreciamos el contexto en el cual se enseña esta parábola del Hijo Pródigo, debemos darnos cuenta de que el corazón de la parábola es la vuelta del hijo pródigo. Hay una gran fiesta, con baile y grandes festejos. Matan al becerro gordo. El hermano mayor del hijo pródigo vuelve de su largo día de trabajo. Siempre ha trabajado todo el día, todos los días, para su padre. Pregunta a uno de los sirvientes: “¿Por qué hace esta celebración mi padre?”. El sirviente le contesta: “Ah, porque su hermano ha vuelto a casa, y su padre ha matado el becerro gordo, y está tan contento que no puede contener su alegría”. Luego leemos que este hermano mayor estaba enojado y no quería entrar para unirse a su padre y a su hermano que había vuelto en su tiempo de celebración. Sin embargo, el padre, que es reflejado como un anciano que corre para abrazar al hijo pródigo, ama también a su hijo mayor. El padre sale y le ruega, diciéndole básicamente: “Hijo, tú estás siempre conmigo y me has sido fiel, y todo lo que tengo es tuyo, pero tu hermano estaba perdido; ¿no comprendes? Ahora ha sido hallado. Estaba muerto y ahora está vivo. ¿Por qué no entras y participas en la celebración de este glorioso milagro?”. Esta profunda parábola muestra el contexto en que Jesús la enseña. El hermano mayor en esta parábola es ese círculo exterior de fariseos y escribas que no quieren entrar y participar con los ángeles en la celebración celestial porque los perdidos están siendo hallados. El padre que ruega al hijo mayor que se una a la celebración es Jesús, que invita a estos líderes religiosos que sean partícipes con Él en el gran objetivo de su misión de buscar y salvar a los que están perdidos, como lo proclaman los versículos clave de este evangelio (Lucas 4:18; 19:10). En cierto sentido, Jesús hace lo mismo aquí que cuando pidió a Pedro que lo llevara a pescar (Lucas 5:1-11). Si bien no lo puedo probar, creo que es posible que el más grande misionero que Jesús haya llamado jamás haya sido uno de los líderes religiosos de ese círculo exterior: Saulo de Tarso. Al imaginarse a Jesús parado en ese círculo interior, rodeado por publicanos y pecadores e invitando a la dirigencia religiosa a participar en la salvación de las almas perdidas, la aplicación personal y devocional de esta hermosa parábola es que Jesús también nos invita a usted y a mí a ser partícipes con Él en la implementación de su manifiesto de Nazaret. En un sentido, podemos decir que Jesús está explicando a las diversas denominaciones de quienes profesan
  • 15. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 15 ser su Iglesia hoy por qué nosotros, los evangélicos, valoramos la evangelización, el compartir las Buenas Nuevas con los perdidos. Dos parábolas sobre ricos En el capítulo 16 leemos dos tremendas parábolas de Jesús sobre hombres ricos. Estas dos parábolas deben verse en el contexto en el cual Jesús enseñó la parábola de las cosas perdidas, en el capítulo 15. Él dirigió estas dos parábolas a sus discípulos, pero cuando finalizó la primera, los fariseos se sintieron ofendidos. Esto significa que escucharon estas enseñanzas y que el Señor, obviamente, quiso que estas dos historias también fueran para ellos. La primera parábola acerca de un hombre rico, conocida como “la parábola del mayordomo infiel”, parece una ilustración negativa, pero es, en realidad, una declaración positiva acerca de lo que es participar con Cristo en su manifiesto de Nazaret. La segunda historia, “el rico y Lázaro”, es una declaración muy negativa acerca de un hombre que era todo lo contrario del colaborador que estaba reclutando Jesús. La primera parábola confunde a algunos, porque creen que Jesús está dando su aprobación a las acciones dudosas de un estafador. Pero no interpretan la parábola correctamente. La parábola es acerca de un hombre que tiene un mayordomo, o sea un gerente o tesorero de su empresa. Es aquí donde encontramos una de las más importantes palabras del Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento enseña acerca del diezmo, de dar ofrendas, que van más allá del diezmo, y también enseña que el pueblo de Dios debía hacer sacrificios que les costaras algo (2 Samuel 24:24). Pero cuando uno llega al Nuevo Testamento, la palabra operativa es “mayordomo”. El concepto de la “mayordomía” no es que damos a Dios el diez por ciento de todo lo que tenemos o lo que ganamos. La mayordomía significa que todo lo que somos y todo lo que tenemos le pertenece. La cuestión, en realidad, es la administración. ¿Está usted administrando lo que Él le ha encomendado? Esto incluye su dinero, pero también su talento, su tiempo, su energía, sus dones y habilidades. En otras palabras, todo lo que usted es y tiene. Recuerde que una parábola (para ‘al lado de’; ballo ‘arrojar’) es una historia que se arroja al lado de una verdad que Jesús quiere enseñar. La verdad que quiere enseñar Jesús es la mayordomía. La historia que arroja al lado de esa verdad es, básicamente, la historia de un hombre muy rico que tiene un mayordomo, un administrador. El amo se entera de que este hombre no es un buen administrador y está malgastando su dinero, o aun estafándolo. Le dice al administrador que va a llamar a los auditores y que van a revisar los libros. El mayordomo entonces se sienta y tiene una pequeña conversación consigo mismo. Se dice: “En este momento tengo control sobre el dinero de mi amo. Pero apenas esos auditores revisen los libros, me van a despedir, y voy a perder ese control que tengo sobre el dinero de mi amo. ¿Qué puedo hacer?”. Piensa en sus
  • 16. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 16 opciones y entonces hace planes para visitar a las personas que tienen deudas con su amo. Su estrategia es que está cuidando de su futuro. Está diciendo: “En este momento estoy viviendo en una esfera donde tengo empleo y tengo control sobre dinero y bienes que no son míos. Voy a usar estos bienes, que no son míos, de forma tal que cuando me despidan y pase a otra dimensión, y pierda el control del dinero y los bienes de mi amo, habré hecho amigos que me recibirán gustosamente en sus casas. Serán hospitalarios conmigo cuando no tenga adónde ir”. Cuando su amo (su empleador, no el Señor Jesús), oye acerca de lo que su mayordomo ha hecho, no lo elogia porque es un estafador. Una traducción dice: “Fue elogiado porque pensó en su futuro”. Aplicación personal ¿Cuál es la verdad que Jesús quiere enseñar cuando cuenta esta historia? La interpretación y la aplicación de la parábola son, ciertamente, profundas. Jesús está enseñando: “Ustedes son como ese mayordomo. Todo lo que tienen, en realidad, le pertenece a Dios. Ustedes simplemente administran lo que se les ha sido dado. Así como el mayordomo sabía que un día sería despedido, ustedes deben saber que un día morirán y perderán el control de todo el dinero y los bienes que Dios les ha dado para administrar. Luego oirán esas serias palabras: ‘Ya no puedes ser mayordomo. Ahora, da cuenta de tu mayordomía’”. La esencia de esta parábola es que el mayordomo vivía en dos dimensiones. En la primera dimensión tenía el control del dinero y los bienes de su amo, pero sabía que pronto pasaría a otra dimensión donde perdería ese control. Mientras estaba en la primera dimensión, usó su control sobre esa riqueza de forma tal que se hizo de amigos que estarían dispuestos a recibirlo cuando pasara a la segunda dimensión. Así como el mayordomo infiel usó la riqueza que no era suya para hacerse de amigos para la próxima dimensión, nosotros deberíamos usar lo que tenemos para hacernos de amigos para la próxima dimensión, o sea el estado eterno. Cuando nos “despidan” (es decir, cuando morimos), tendremos amigos que estarán esperándonos para darnos la bienvenida a nuestras habitaciones eternales, los lugares donde viviremos. “El que gana almas es sabio” (Proverbios 11:30). Esto es lo que enseña, en esencia, esta parábola. Use lo que se le ha dado en esta dimensión de forma tal que, cuando muera, haya personas en el estado eterno que le digan: “Usted ofrendó dinero para que un misionero pudiera hacer un viaje para predicar. En ese viaje misionero, yo conocí a Cristo. Yo no estaría aquí, en este estado eternal, si usted no hubiera sido un mayordomo infiel”. En otras palabras, esta parábola está diciendo que todo lo que usted tiene no es suyo y no se lo puede llevar con usted. Pero puede “comprar acciones en el cielo”. Una forma de hacer esto es manejar su dinero y sus bienes de forma tal que el reino de Dios sea extendido
  • 17. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 17 y Jesucristo edifique su Iglesia. Las personas pueden llegar a un conocimiento salvador de Cristo porque usted administra fielmente lo que Dios le ha encomendado. Luego que Jesús contó esta historia, hizo esta grave aplicación: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?”. Esta aplicación significa, en esencia, que Dios no nos bendecirá si no somos fieles en la forma en que manejamos el dinero. Este no es, en realidad, un enfoque sobre cuánto damos, sino qué tan bien administramos lo que se nos ha dado. La administración, o la mayordomía fiel y responsable, es la idea central de esta enseñanza. ¿Está usted participando con Jesús en la implementación de su manifiesto? ¿Está usted siendo partícipe con Cristo en la aplicación e implementación de su gran ministerio en este mundo y para él? Usted puede hacerlo siendo misionero, evangelista, pastor o como un fiel testigo de Jesucristo. Según esta parábola, usted puede hacerlo, también, invirtiendo lo que Dios le ha encomendado para financiar a quienes están siendo partícipes con Cristo como misioneros, evangelistas, pastores, y fieles testigos de Cristo. Hay muchas cosas en las que podemos participar con Cristo, pero la pregunta que debo hacerle es: ¿está usted, verdaderamente, participando con el Cristo resucitado y viviente para llevar a cabo los objetivos de su misión en el mundo actual? Muchas de las enseñanzas de Jesús nos dicen que viviremos toda la eternidad en el estado eternal según la tremenda realidad de cómo contestamos esa pregunta hoy. En su segunda historia acerca de un hombre rico, Jesús dice, básicamente: “Había cierto rico que vivía una vida de lujo, día a día: vestía de púrpura y lino fino, vivía en una mansión y no podría haber tenido una vida mejor. Echado en su puerta había un hombre llamado Lázaro, y éste no podría haber tenido una vida peor”. Si pensamos en esta historia como si fuera una obra en tres actos, en el Acto 1 tenemos un hombre rico que usa sábanas de seda y hace banquetes a diario. Y, cada día, cuando pasa por su puerta, hay un mendigo acostado con los perros lamiéndole las llagas. El hombre rico no podría haber tenido una vida mejor; el pobre, Lázaro, no podría haber tenido una vida peor. Este es el Acto 1. El Acto 2 es la muerte de ambos. Los dos mueren. La muerte es el gran denominador común. El rico muere entre sábanas de seda en su mansión y es enterrado con gran pompa y ceremonial. Lázaro muere acostado a la puerta del rico. No leemos que haya sido enterrado. Podemos suponer que vino el equipo sanitario, levantó el cadáver y lo tiró sobre una carretilla. Su cuerpo probablemente fue arrojado sobre el gran basural ubicado fuera de Jerusalén, conocido como “Gehenna”. El Acto 2 es la muerte de los dos hombres. Cuando se levanta el telón para el Acto 3, descubrimos la verdad que Jesús quiere enseñarnos al contar esta historia. Ahora ambos están en el estado eternal. El mendigo –Lázaro- no podría
  • 18. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 18 estar mejor. Está en el seno de Abraham, que significa que está en una comunión íntima con Abraham. El rico está en el infierno. No podría estar peor. Leemos que el rico es atormentado. Hay una gran separación, un gran abismo entre estos dos hombres, y ese abismo es final y permanente. No se puede hacer nada al respecto. Cuando se le informa esto al rico esto, él dice: “Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama”. Pero la respuesta que recibe es: “No, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá”. Ahora bien, cuando entiende esto, se preocupa mucho por sus cinco hermanos. Dice: “Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento”. Y le responden: “A Moisés y los profetas tienen; óiganlos”. Y él ruega: “Pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán”. Jesús asigna un gran valor a los escritos inspirados de Moisés y los profetas en su respuesta al hombre rico: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos”. Esto se cumple literalmente cuando Jesús resucita de los muertos y no es creído cuando proclama el evangelio que puede hacer que las personas no sufran el destino del hombre rico. ¡Esta es una historia tremenda! Es el retrato más gráfico del estado eternal en la Biblia. De aquí obtenemos los conceptos del fuego del infierno, la condenación eterna, la retribución eterna y el tormento eterno. Esta no es la única enseñanza de Jesús sobre el infierno. El terrible lugar de refugio fuera de la ciudad de Jerusalén, llamado “Gehenna”, representa la palabra favorita de Jesús para su concepto del infierno. La palabra indica un gran valle afuera de Jerusalén donde se arrojaba todo tipo de basura, incluyendo los cuerpos de animales y de personas pobres. Durante algunos capítulos muy oscuros de la historia hebrea, padres judíos ofrecieron a sus hijos como sacrificios humanos a dioses paganos en ese valle. Cuando Jesús enseñó que si llamamos necio a nuestro hermano corremos peligro de ir al infierno, usó la palabra “Gehenna”. La palabra transmite el concepto de desperdicio. Según Jesús, ser salvado del infierno significa ser salvado de una vida desperdiciada. Sin embargo, esta historia acerca del rico y Lázaro es su descripción más definitiva del destino eterno de quienes no son salvos. Una de las peores cosas acerca de esta descripción vívida del estado eternal es que el rico tiene memoria. Tiene una eternidad interminable para recordar su vida, los cincuenta o sesenta o setenta años que vivió su vida aquí en la tierra. ¿Qué hizo con su vida? Ese hombre existe con el tormento eterno de esa pregunta. Esta historia sigue a la parábola del mayordomo infiel. Dios da a cada uno de nosotros una vida, y somos administradores de esa vida, y no solo de nuestro dinero, que en realidad podría ser la
  • 19. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 19 dimensión menos importante de nuestra mayordomía. Nuestra vida, nuestro tiempo, nuestra energía, nuestros dones, nuestros talentos, nuestra salud son la esencia de nuestra vida. La pregunta eterna que enfrenta el rico es: “¿Qué hiciste con tu vida?”. En la parábola del mayordomo infiel, Jesús nos pregunta, a usted y a mí: “¿Quieres ser partícipe conmigo en la implementación y la aplicación de mi manifiesto, administrando fielmente tu vida y todo lo que se te ha encomendado?”. Esta segunda historia acerca de un hombre rico es la ilustración tremenda de alguien que contestó esa pregunta de Jesús con un rotundo “¡No!”. La aplicación de esta segunda historia sobre un hombre rico también se centra en la conciencia social de Jesús y del compasivo y amado médico, Lucas. Cuando leemos el relato, los detalles del estado eternal son tan gráficos y trágicos que podríamos perdernos las aplicaciones sociales. Un hombre llamado Albert Schweitzer dijo que fue esta enseñanza de Jesús la que cambió su vida para siempre. Renunció a todos los símbolos de prestigio que disfrutaba como uno de los más grandes organistas, filósofos, médicos y teólogos de Europa, y fue al África para trabajar como médico misionero. Practicó la medicina en una zona remota de África, donde los que estaban enfermos no habrían tenido ninguna atención médica si él no se la hubiera brindado. Schweitzer dijo que, cuando leyó esta historia de Jesús, no le llevó mucho tiempo darse cuenta de que el Lázaro echado a las puertas del rico es un mundo doliente que está a las puertas de nuestras vidas. Cuando Schweitzer se dirigió a África, dijo: “África es Lázaro”. También dijo: “La vida de una persona es su propio argumento”. Creo que esta es una afirmación muy profunda. Con su vida, él declaró: “Lo que creemos realmente, es lo que hacemos. Todo el resto son solo palabras religiosas”. Me pregunto si usted y yo sabemos quién es Lázaro. Yo creo que el desafío de esta gran enseñanza es considerar el retrato gráfico y trágico que Jesús describe del estado eternal de los perdidos. Esta perspectiva de la condenación eternal debería motivarnos a presentar el evangelio a todos los que nunca han oído del evangelio. Como el apóstol Pablo, debemos estar motivados por los tres absolutos de la misión: uno murió por todos, todos están perdidos, y todos deben oír las Buenas Nuevas (2 Corintios 5:13- 6:2). Sin embargo, otra aplicación de esta historia es la idea central y el tema del evangelio de Lucas: ¿Queremos –usted y yo- ser partícipes con Jesús en la implementación y la aplicación de los objetivos de su misión en este mundo según se describen en su manifiesto de Nazaret? ¿Queremos participar con Él en dar vista a los ciegos, libertad a los cautivos y sanidad a los quebrantados y magullados de este mundo?
  • 20. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 20 Tres filosofías de vida En el evangelio de Lucas, note cuántas veces y en cuántos lugares distintos Jesús nos desafía a ser partícipes con Él en la implementación de su manifiesto. Quizá, porque es médico, Lucas es el único escritor que nos da la parábola del Buen Samaritano. Jesús cuenta la historia de un hombre que es robado y abandonado, casi muerto, al costado del camino. Luego de esto, tres personas diferentes pasan y lo ven allí, indefenso y sin esperanzas (10:25-37). El camino, en esta historia, va de Jerusalén a Jericó. Los sacerdotes solían viajar por este camino para descansar en Jericó de sus tareas en el templo de Salomón. De a uno por vez, dos de estos sacerdotes pasan y ven la condición terrible de este hombre moribundo e indefenso. Básicamente, cada uno dice: “Te has metido en un gran problema, pero no me voy a involucrar”. Leemos que pasaron de largo. Sin embargo, hay un samaritano que recorre ese camino también. Cuando ve al moribundo, se detiene y se ocupa de sus heridas, lo coloca sobre su animal y lo lleva a una posada. Luego de darle dinero al mesonero, le dice: “Si necesitas más, cuando vuelva te lo pagaré”. Jesús enseñó esta parábola en respuesta a una pregunta que le hizo un intérprete de la ley: “¿Quién es mi prójimo?”. Esta profunda respuesta de Jesús presenta tres filosofías de la vida o del prójimo. Luego de contar esta historia, Jesús contesta la pregunta del intérprete de la ley con otra pregunta: “¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue un buen prójimo?”. Jesús contesta primero la pregunta del intérprete de la ley con el ejemplo de los bandidos que robaron e hirieron de muerte a este hombre. La filosofía de ellos es: “Lo que es mío es mío, y lo que es tuyo será mío tan pronto como pueda tomarlo”. Hay muchas personas en el mundo con esa filosofía de la vida. Por eso tenemos gobiernos, policías y fuerzas armadas. El sacerdote y el levita –los religiosos de la historia- reflejan una segunda respuesta a esta pregunta y una segunda filosofía del prójimo: “Lo que es mío es mío, y lo que es tuyo es tuyo. Yo tengo mis bendiciones, y tú tienes tus bendiciones. Realmente tienes un problema, pero mi filosofía de la vida es ‘vive y deja vivir’. Lo mío es mío; lo tuyo es tuyo. ¡No me voy a involucrar!”. Hay demasiadas personas religiosas que tienen esta filosofía de la vida y del prójimo hoy. Hay una tercera respuesta en esta historia a la pregunta de Jesús acerca de nuestra filosofía de la vida y del prójimo. El Maestro absoluto en el uso de las parábolas arrojó esta historia al lado junto a una verdad que quería enseñarnos. Esa verdad se expresa en la forma en que el samaritano contesta la pregunta de Jesús. La filosofía de la vida y del prójimo del samaritano era: “Lo que es tuyo es tuyo, y lo que es mío es tuyo cuando lo necesites”. Esa filosofía de la vida y del prójimo no nos hará ricos, pero es la filosofía que tiene que ver con el Lázaro que está echado a
  • 21. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 21 nuestras puertas: un mundo de personas que son espiritualmente pobres porque están ciegas, cautivas y quebrantadas. Cuando usted se mueva entre la gente cada día, aprenda a ver a todas las personas que se cruzan con su vida como personas ciegas, cautivas y quebradas para quienes vino Jesús. Aprenda a ver a las personas de este mundo como ovejas, monedas e hijos perdidos, y como el gran “Lázaro” que está echado a las puertas de la Iglesia. Luego dese cuenta de que el Cristo que vive en usted desea alcanzarlos a través de usted, y quiere que sea parte de la solución y la respuesta a sus necesidades en esta vida y en la eternidad. Se ha dicho que la Iglesia, en la actualidad, es como un partido de la Copa del Mundo. Cuando uno asiste a un partido de la Copa del Mundo, o lo mira por televisión, ¡ve descansar a miles de personas que necesitan desesperadamente más ejercicio, mientras ven ejercitarse a veintidós hombres que necesitan desesperadamente más descanso! Al pensar en la misión mundial de Jesús hoy, comprométase decididamente con el Cristo resucitado y viviente a no ser un espectador, sino un participante y un jugador importante que hará discípulos para Él en cada nación, comenzando por sus prójimos. Capítulo 6 El Salvador que busca Una hermosa historia de sanidad (Lucas 8:26-39) Quienes han trabajado en hospitales psiquiátricos antes de que existieran los tranquilizantes podrán apreciar esta conmovedora historia. Todos los que han enviado a familiares o seres queridos a hospitales psiquiátricos darían todo lo que tienen para verlos sanos mentalmente. Los profesionales de la salud que trabajan con personas que consideramos enfermas mentales deberían fijarse bien cómo Jesús logró esta sanidad milagrosa. Cuando Jesús y sus discípulos fueron a la tierra de los gadarenos, se encontraron con un hombre poseído por demonios. Este hombre patético hizo una pregunta conmovedora a Jesús cuando se encontraron: “¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo?” (8:28). Hay muchas personas en este mundo que tienen tantos problemas que no creen que Jesús y su salvación puedan tener alguna relevancia para ellas. Sufren tanto por sus terribles síntomas que no pueden imaginarse que a Jesús le importen o que pueda identificarse con sus problemas. En esta hermosa historia, un hombre poseído por muchos demonios descubre que Jesús y la salvación tienen mucho que ver con él y con las circunstancias trágicas de su vida. Hay otro mensaje importante en esta hermosa historia. Luego de ser sanado, cuando Jesús está por partir, el hombre quiere entrar
  • 22. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 22 en el barco para irse con Él. Podemos imaginarnos fácilmente por qué querría dejar este lugar donde todo el mundo sabía de los trágicos síntomas de sus años de tormento. También podemos darnos cuenta de por qué quería estar con Jesús. Pero se le dice: “Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo” (8:39). Otra traducción dice que debía mostrar las grandes cosas que Dios había hecho por él. Este hombre, que es un milagro de Jesús, es ahora un misionero de Él para los de su casa, los que mejor lo conocen. Esto nos da una definición de un misionero. Si Dios ha hecho grandes cosas por usted, entonces, usted es un misionero. Como una vela sobre un candelero, o esa ciudad sobre un monte que no puede ser oculta, debemos mostrar y contar las grandes cosas que Dios ha hecho por nosotros. Esta tarea misionera debe comenzar donde más cuesta, donde más nos conocen, y donde más significado tendrá: en nuestras propias casas. Este milagro de sanidad es, en realidad, un exorcismo. Jesús habla y trata directamente con los demonios de este hombre. ¿Trataría Jesús a un hombre así de una forma diferente si estuviera hoy aquí? ¿Llamaría la condición de este hombre “esquizofrénico con rasgos paranoides”, lo enviaría a un psiquiátrico y lo mantendría sedado por el resto de su vida? ¿Qué piensa usted? El fariseo y el publicano (Lucas 18:9-14) Aquí tenemos dos hombres, dos oraciones, dos posturas y dos pronunciamientos. Lo importante acerca de estos dos hombres es que, al final de la historia, uno de ellos fue declarado “justificado” por Jesús, y el otro, no; en otras palabras, uno fue salvo, y el otro, no. Otra forma de decir lo mismo es que uno de ellos estaba en un estado de gracia, y el otro, no. La palabra “justificado” significa “como si nunca hubiera pecado”. Además de esto, significa que Dios nos ha declarado justos. El libro de Romanos nos dice, en forma muy completa, cómo hace esto Dios. En esta parábola, Jesús nos da las Buenas Nuevas de que esto es cierto. Según Jesús, la forma de ser justificados es orar como lo hizo este publicano: “Dios, sé propicio a mí, pecador”. Leemos que el fariseo oraba “consigo mismo”. Su oración comenzaba con él, trataba de él y finalizaba con él. Nunca iba más allá de él. “Orar” significa, literalmente, “pedir”. Según esta definición, el fariseo no oraba, porque no pedía nada a Dios. Esta parábola fue dirigida a quienes confiaban en sí mismos, creyéndose justos, y despreciaban a los demás. ¿Cómo pasa a ser justo un pecador? ¿Cómo puede Dios declarar justo a un pecador? ¿Es el resultado del esfuerzo propio? ¿Soy justo o justificado porque confío en mis propios esfuerzos para ser justo? Esta parábola dice: “¡No!”. Dios me declarará “como si nunca hubiera pecado” cuando yo confiese que soy un pecador, que no puedo salvarme a mí mismo, y pida que Dios tenga misericordia de mí.
  • 23. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 23 En esta parábola, ¡Jesús declara las Buenas Nuevas de que esto es cierto! Todo hombre, mujer, niño o niña de este mundo puede ser justificado si tan solo asume una postura de humildad, contrición, confesión y arrepentimiento y ruega: “Dios, ¡ten piedad de mí, pecador!”. La postura que asumió el fariseo era justamente lo contrario de la de oración, humildad, contrición, confesión y arrepentimiento que nos coloca y nos mantiene en un estado de gracia. Un erudito devoto creía que Zaqueo, el jefe de los publicanos -con quien nos encontraremos en el próximo capítulo- era el publicano que describe esta parábola. Se basa en el hecho de que Jesús lo llamó por su nombre, lo que sugiere que se conocían. Esto también sugeriría entonces que Jesús fue a Jericó para “hacer un seguimiento” de la oración de Zaqueo, para explicarle lo que significaba el arrepentimiento y cómo debía ser implementado en su vida. Esto aparentemente involucraba repartir su dinero, que había obtenido deshonestamente. Si bien esto es, en gran parte, especulación, aumenta nuestro interés en una de las historias más hermosas del Nuevo Testamento. Jesús y el jefe de los publicanos (Lucas 19:1-10) Cuando leemos los capítulos 18 y 19 de Lucas, encontramos dos historias más de hombres ricos. También podríamos considerar la entrevista con este jefe de los publicanos como una obra en tres actos. El Acto 1 es cuando Jesús saluda a Zaqueo. El Acto 2 transcurre en la casa de Zaqueo, donde Jesús pasó todo el día conversando e interactuando con este hombre que era despreciado por todos en Jericó. Cuando se levanta el telón del Acto 3, Jesús y Zaqueo están saliendo de la casa de Zaqueo luego de haber pasado todo el día juntos. Las primeras palabras salen de la boca de Zaqueo. Le dice “Señor” a Jesús, y anuncia que va a dar la mitad de su dinero a los pobres y que usará la otra mitad para pagar –al 400%- a quienes ha estafado en Jericó. (Si no hubiera estafado a nadie, no habría calculado que requeriría la mitad de su fortuna solucionar el problema). El Acto 2 es la parte más importante de esta “obra”. No sabemos absolutamente nada acerca de lo que ocurrió en el Acto 2, es decir, en la casa de Zaqueo. ¿De qué hablaron todo el día? Tienen que haber hablado de lo que significa arrepentirse, ser perdonado y seguir a Jesús. Esa discusión debe haber involucrado el dinero, si tenemos en cuenta esas primeras palabras que pronunció Zaqueo. Cuando Jesús escucha esas palabras del mayor pecador de Jericó, lo declara un hijo de Abraham y anuncia que la salvación ha llegado a su casa ese día. Mi parte favorita de esta historia es cuando Jesús pasa su único día en Jericó con este pequeño delincuente, y toda la gente se queja. Me gustaría encargar a un artista que pinte a Jesús que, según el historiador judío Josefa, era un hombre de contextura grande, caminando hacia la casa del pequeño Zaqueo, rodeándolo con un
  • 24. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 24 brazo, mientras todos los santurrones se quejaban porque Jesús pasaba su único día en Jericó con el jefe de los publicanos. Las hermosas palabras con las que termina la historia podrían grabarse en una placa de bronce debajo de esa pintura: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (19:10). Estas palabras son uno de los versículos definitivos de este tercer evangelio y resumen la declaración de misión de la vida más importante que haya vivido jamás sobre la tierra. También vemos la estrategia de Jesús en esta entrevista. Él solo está pasando por Jericó, y su estrategia obviamente consiste en alcanzar a un hombre que puede impactar y alcanzar a Jericó luego que Él haya pasado más allá de los límites de la ciudad. Trate de imaginarse el impacto en la ciudad cuando Zaqueo comenzó a llamar a las personas a las que les había cobrado impuestos excesivos en Jericó, tal vez agregando un generoso porcentaje para sí mismo, como hacían los publicanos frecuentemente. ¡Imagine su sorpresa, su alegría y su estupor, cuando ellos, pensando que les sacaría todavía más dinero, descubren que solo quería devolverles cuatro veces lo que les había sacado porque se había encontrado con Jesús! Me imagino que fue el mayor suceso que ocurrió allí desde que los muros de la ciudad se derrumbaron en el tiempo de Josué. Otra entrevista con un rico (Lucas 18:18-27) Hay otra historia acerca de un hombre rico en el capítulo anterior que debería ser colocada junto a esta historia de Jesús y Zaqueo. Cuando comparamos, y especialmente cuando contrastamos a estos dos hombres, notemos primero lo que tienen en común: Ambos eran ricos. Ambos eran judíos. Ambos ansiaban ver a Jesús. Zaqueo se trepó a un árbol, mientras que el hombre que llamamos el joven rico vino corriendo a Jesús y se arrodilló ante Él. Ambos acudieron a Jesús públicamente. Aparentemente, ambos estaban interesados en saber cómo ser salvos, o como tener vida eterna. Jesús, obviamente, amaba a estos dos hombres. Aparentemente, Jesús les dijo a ambos que se arrepintieran y demostraran su arrepentimiento desprendiéndose de su dinero. Al contrastarlos, notemos las diferencias asombrosas entre ambos: El joven era moral y religioso, en tanto Zaqueo no era ni una cosa ni la otra. El primero sería respetado por la comunidad, mientras que se nos dice, claramente, que este no era el caso de Zaqueo. La diferencia más importante entre estos dos hombres es que Zaqueo se arrepintió y repartió su dinero, mientras que el joven religioso y moral no lo hizo. Si bien el joven tenía integridad, podemos suponer que murió moral y religioso, pero como un hombre perdido. Esto significa que aun cuando Zaqueo era un bandido y no era religioso ni moral antes de encontrarse con Jesús, ¡él está en el cielo hoy, y el joven rico está en el infierno!
  • 25. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 25 No debemos malinterpretar esta historia. Jesús no nos dice que somos salvados por lo que hacemos ni por lo que dejamos de hacer. Nos enseña que, cuando somos salvados verdaderamente, nos arrepentimos y nos apartamos de nuestros pecados. Vemos que esto aparece ilustrado vívidamente en el contraste de la forma en que estos dos hombres respondieron a Jesús. La historia de Jesús y Zaqueo, en realidad, comienza con la parábola del fariseo y el publicano. Cuando leemos la secuela de esa parábola, descubrimos el otro versículo definitivo que describe a Jesús el Salvador que nos busca. Vemos ese retrato de Jesús y su manifiesto una última vez cuando Lucas nos da su versión de la Gran Comisión al finalizar su evangelio (Lucas 24:46-49). Epílogo Pensamiento cristiano Jesús dio muchas enseñanzas, como su “parábola del sembrador”, que nos dicen cómo encarar y cómo responder a su enseñanza. Lucas registra tres metáforas que usó Jesús con este propósito (Lucas 5:36-39; 7:31-35). Las primeras dos se refieren a un parche de tela nueva colocada sobe un vestido viejo, y a un vino nuevo (no fermentado) que ha sido vertido en odres viejos. Las personas que escuchaban a Jesús entendieron estas metáforas porque eran ilustraciones comunes, cotidianas y profundas. Toda mujer que había cosido parches en ropa sabía que nunca se debía coser material nuevo sobre un vestido viejo. El material nuevo y fuerte tiraría de la tela vieja y haría un agujero más grande en el vestido. Muchos de sus oyentes probablemente habían cometido también el error de echar vino nuevo o no fermentado en un odre viejo y quebradizo. Al fermentar el vino nuevo, el odre viejo y quebradizo, al ser rígido, no cedería ante esta presión interior. Un día oirían un fuerte sonido de algo que estallaba, y verían el vino corriendo por la pared donde habían colgado el odre. Entonces se darían cuenta del error que habían cometido y que había provocado el estallido, la destrucción del odre y la pérdida del vino. La aplicación es que la enseñanza de Jesús (como el parche nuevo y el vino nuevo) pondrá presión en nosotros cuando la incorporamos a nuestra mente. Quienes son nuevas criaturas como resultado del nuevo nacimiento son, obviamente, los “odres nuevos” donde debe derramarse el “vino nuevo” de su enseñanza (2 Corintios 5:17). Solo estas nuevas criaturas tienen la capacidad de entender, aceptar y aplicar su enseñanza; esta parece ser la aplicación de esta metáfora. ¡Si no cedemos a la presión que su enseñanza ejerce sobre nuestras voluntades, nuestras mentes explotarán, literalmente! Por esta razón, Jesús no dice que no seamos “esquizofrénicos espirituales” que tratan de servir a dos amos (Mateo 6:24). Si no encaramos la enseñanza de Jesús y respondemos a ella con el
  • 26. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 26 compromiso de obedecerla, lo que el apóstol Juan llama una profesión de fe “tibia” en Cristo nos dará náuseas, y le dará náuseas al Cristo resucitado cuando piense en nosotros (Apocalipsis 3:15,16). Jesús usó la tercera metáfora como comentario sobre la forma en que los líderes religiosos rechazaron su enseñanza y la predicación de Juan el Bautista (7:31-35). En el mercado, los niños jugaban “al casamiento” o “al funeral”, porque habían observado estos sucesos. Solían pedirles a los ocupados mercaderes que se detuvieran a jugar sus juegos de niños con ellos. Mediante estas metáforas, Jesús estaba diciendo que los escribas y fariseos eran como pequeños niños que le pedían a Él que jugara al “funeral”, porque presentaba la imagen del hombre bendito o feliz. Pedían a Juan el Bautista que jugara al “casamiento”, porque era muy serio, vivía una vida espiritualmente disciplinada en el desierto y predicaba el arrepentimiento. El punto que quería destacar Jesús era que Él y Juan no habían venido a jugar sus juegos de niños. No se iban a conformar a la enseñanza de ellos, sino habían venido a revolucionar la enseñanza religiosa establecida. Usted ha sido expuesto a algunas de las dinámicas enseñanzas de Jesucristo. ¿Cómo responderá a lo que ha aprendido en este breve estudio general del evangelio de Lucas? ¿Qué hará con relación a lo que sabe acerca de los objetivos de la misión del Cristo resucitado que vive en usted? Esta enseñanza apunta a revolucionar su mente, su vida y sus valores. Jesús nos advirtió a usted y a mí que, si no hacemos nada con relación a su enseñanza, nuestra “doble visión espiritual” hará que nuestras mentes exploten, literalmente. El evangelio de Juan brinda el registro más completo de la muerte y la resurrección de Jesús. Dado que tengo seis fascículos con comentarios sobre 130 programas de radio acerca del evangelio de Juan, reservaré mi comentario sobre esa parte vital de su vida y ministerio para esos fascículos. Obtenemos la perspectiva más significativa de su muerte en Lucas cuando Jesús dice a los apóstoles que la Pascua sería cumplida cuando Él muriera en la cruz (22:16). Con la excepción de Juan, los autores del evangelio simplemente nos dicen que “lo crucificaron” cuando informan la muerte de Jesucristo en la cruz. Si usted no conoce a Cristo personalmente como su Salvador, le ruego, como ministro del evangelio de Cristo, que se dé cuenta de que Jesús vino a darle vista en la ceguera espiritual que tiene usted y a liberarlo de su adicción a las diversas formas de pecado. Él quiere sanar su corazón y su vida rotos, convirtiéndose en su Salvador personal. Luego quiere darle un mayor propósito a su vida al hacerlo partícipe con Él en su gran misión de buscar y salvar a los perdidos. Confíe en Él ahora como su Salvador. Hágalo su Señor, y luego pase el resto de su vida en relación con el Cristo resucitado y vivo, cumpliendo el mayor manifiesto del mundo.
  • 27. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 27 El evangelio de Juan Capítulo 7 La lengua de señas de Juan En otros seis fascículos doy notas para nuestros oyentes que escucharon los 130 programas de radio en los que enseño sobre el evangelio de Juan, versículo por versículo. En este fascículo quiero presentar algunas notas para quienes han escuchado las transmisiones que dan un breve estudio general del cuarto evangelio, como parte de nuestro estudio general del Nuevo Testamento. Estamos acercándonos a mi favorito entre los cuatro evangelios. El evangelio de Juan es el favorito de millones de personas porque Dios ha usado este evangelio para llevarlas a la fe en Cristo. Me encanta la forma literaria inspirada en que Juan escribió este evangelio porque los propósitos por los que escribió este evangelio y el argumento sistemático que presenta a lo largo de sus veintiún capítulos me dicen que este evangelio se trata en su totalidad de Jesucristo. Este es mi evangelio favorito porque Juan no solo me muestra cómo ser salvo sino que, a través de la lectura de este evangelio, también llego a conocer al Salvador que me salvó. El apóstol Juan, el mismo hombre que escribió el libro de Apocalipsis, es el autor de este evangelio. Si usted conoce el último libro de la Biblia, tendrá alguna perspectiva del estilo de escritura y la forma literaria de Juan. Cuando él escribió el libro de Apocalipsis, usó una palabra que nos ayuda a entender su forma literaria y su estilo de escritura. Al comenzar el último libro del Nuevo Testamento, escribe: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”. El hecho de que Juan usara esta palabra tan interesante cuando escribe Apocalipsis y este evangelio, nos dice que escribió usando una hermosa y bíblica “lengua de señas”. El apóstol Pablo escribió que el evangelio era locura para los griegos porque ellos estaban en una búsqueda intelectual, y los judíos “piden señales”. Lo que quería decir Pablo era que los judíos pedían a Dios señales frecuentemente para probar que Él estaba con ellos y los estaba guiando (Mateo 12:38-42). También quería decir que los judíos a veces pensaban y se comunicaban por medio de una hermosa “lengua de señas”. Todo el libro de Apocalipsis es inspirado, profundo y está escrito en una lengua de señas hebrea. Si bien la lengua de señas no es demasiado obvia, Juan usa la misma forma literaria en su evangelio. Claves para el evangelio de Juan Cuando Juan aporta estos dos libros inspirados al Nuevo Testamento (el evangelio de Juan y el libro de Apocalipsis), es casi como si estuviera escribiendo mensajes al pueblo de Dios usando un código inspirado. Al leer estos mensajes, el pueblo de Dios necesita
  • 28. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 28 “las claves que descifran el código”. He aquí algunas claves que le ayudarán a “descifrar el código” de la profunda lengua de señas que usa Juan en este evangelio. Clave número uno La primera clave para entender este evangelio es darse cuenta de que el noventa por ciento de su contenido no se encuentra en los primeros tres evangelios. Al leer este evangelio, debemos darnos cuenta de que Dios tiene una perspectiva que quiere compartir con nosotros acerca de la vida de Cristo que no se encuentra en Mateo, Marcos o Lucas. Por lo tanto, deberíamos esperar leer una biografía de Jesús muy diferente de las que hemos leído en los primeros tres evangelios. Clave número dos Una segunda clave que nos ayudará a descifrar el código del mensaje de este evangelio único es darnos cuenta de que el evangelio de Juan es el único libro de la Biblia que está dirigido específicamente al incrédulo, para llevarlo a la fe y a la vida eterna. El apóstol Pablo escribe que el propósito de toda la Biblia es “…que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra (2 Timoteo 3:17). Por lo tanto, la Biblia no está dirigida, en general, al incrédulo, sino al creyente. En la Biblia, Dios, en realidad tiene un mensaje para el incrédulo. Ese mensaje es que se arrepienta y crea en el evangelio. Sin embargo, cuando los incrédulos se arrepienten y creen, Dios luego tiene 66 libros inspirados que están llenos de verdad para ellos, porque Dios quiere que los creyentes estén equipados para toda buena obra que Él quiere realizar a través de sus vidas. Dios quiere que todos los creyentes crezcan espiritualmente y sean perfeccionados hasta llegar a ser las personas que Él las creó y recreó para que fueran (Efesios 2:10; 4:12). El evangelio de Juan es aquel mensaje de Dios para el incrédulo que es el requisito previo para todo lo que Él quiere decirles en los otros 65 libros de la Biblia. Si bien en el cuarto evangelio hay mucha verdad profunda para perfeccionar al creyente, este es el único libro de la Biblia que está dirigido claramente y específicamente a los incrédulos con el objetivo de llevarlos a la fe en Jesucristo. Juan nos dice por qué escribió este profundo evangelio: “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:30,31). Una traducción moderna tiene una nota a pie de página que dice: “Una señal es una evidencia milagrosa que apunta al poder de Dios en su gracia redentora”. Por lo tanto, una señal es un milagro que demuestra que Jesús era el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios y el Salvador del mundo.
  • 29. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 29 En el último versículo de este evangelio, Juan escribió que, si se hubieran registrado todas estas señales de Jesús, el mundo entero no podría contener los libros que tendrían que escribirse. Trate de descubrir cuántos libros se han escrito sobre la vida, las obras y la influencia de Jesucristo, y apreciará la verdad del comentario final de Juan sobre Jesús. Juan quiere que examinemos su registro de estas señales que demuestran sus afirmaciones acerca de Jesús. En esencia, nos está diciendo: “De entre todas las muchas señales milagrosas que realizó Jesús, consideren –con una mente abierta- las que he registrado en este libro. Ellas deberían convencerlos de que Jesús de Nazaret era el Mesías, el Hijo de Dios. Quiero que crean esto, porque cuando crean en estas verdades acerca de Jesucristo, nacerán de nuevo y recibirán vida eterna” (20:30,31; 1:12,13). Cuando una persona le dice a un pastor que le gustaría comenzar a leer la Biblia, y le pregunta dónde debería comenzar, el pastor quizá le pregunte: “¿Es usted creyente?”. Dado que Juan escribió para la persona que aún no cree, cuando contesta: “No, pero estoy interesado”, el pastor suele decir: “Comience a leer su Biblia desde el evangelio de Juan”. Los pastores dan este consejo, frecuentemente, debido al propósito que indica Juan: que él escribió este evangelio para que el incrédulo pudiera llegar a ser creyente y experimentar la vida eterna. Clave número tres Otra clave para entender el evangelio de Juan es darse cuenta de que este evangelio presenta un argumento teológico acerca de Jesús. Los evangelios de Mateo y de Lucas presentan estrategias del ministerio de Jesús en sus inspiradas biografías. Sin embargo, el argumento lógico y sistemático que presenta Juan en su evangelio es específico, continuo y coherente a lo largo de cada uno de sus veintiún capítulos. El propósito de los cuatro evangelios es decirnos que Jesús vino. Mientras Mateo presentó a Jesús como el Rey del reino de los cielos, Marcos lo presentó como el Siervo y el Hijo del Hombre, Lucas enfatizó su humanidad, Juan quería decirnos principalmente que Él era Dios. El argumento sistemático de Juan es que Jesús es el Cristo, el Mesías prometido, el Hijo de Dios. Busque esa verdad a lo largo del evangelio de Juan, a partir del capítulo 1, hasta llegar al final del evangelio, y verá que en capítulo tras capítulo de su evangelio, Juan enfatiza continuamente este argumento: el Jesús de Nazaret histórico es el Cristo, el Hijo de Dios y el Salvador del mundo. Jesucristo no tenía nombre y apellido, como en el caso de un hombre que se llame “Juan Pérez”. “Jesús” era su nombre; “Cristo” era su título. Cuando decimos que es “Jesucristo” estamos diciendo que Jesús –el Jesús de Nazaret histórico- es el Cristo. La palabra “Cristo” es la forma de decir “Mesías” en griego. Cuando Juan nos dice que Jesús es el Cristo, nos dice que el Jesús que vemos en el
  • 30. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 30 Nuevo Testamento es el Mesías acerca de quien se profetiza y que es prometido en el Antiguo Testamento. En el libro de Hechos se nos dice que, en sus viajes misioneros, el apóstol Pablo, que era un rabino, iba a las sinagogas en ciudad tras ciudad y razonaba a partir de las Escrituras con los rabinos judíos con quienes se encontraba, mostrando que Jesús es el Cristo (Hechos 17:2,3). En sus cartas, el apóstol Pablo nos dice que la base doctrinal fundamental de la comunión en la Iglesia del Nuevo Testamento era que Jesús era el Señor (1 Corintios 12:3). En la primera de las tres cartas inspiradas que escribió Juan, que usted podrá encontrar casi al final del Nuevo Testamento, el apóstol escribe que la base doctrinal de la comunión en la Iglesia del Nuevo Testamento era que “Jesús es el Cristo” (1 Juan 2:22; 5:1). El argumento que Juan expresa en dos breves frases en su primera carta es el mismo que presenta sistemáticamente en su evangelio. Clave número cuatro Basándome en las primeras tres claves de este evangelio, esta es la forma en que creo que debemos leer el evangelio de Juan. Debemos leer cada uno de los veintiún capítulos buscando respuestas a estas tres preguntas: ¿Quién es Jesús? ¿Qué es la fe? ¿Qué es la vida? Juan escribió este evangelio para darnos un registro de las señales, o evidencias milagrosas, que realizó Jesús y que él eligió porque quiere convencernos de que la respuesta a esa primera pregunta es que Jesús es el Cristo, el Mesías, el Hijo de Dios. En capítulo tras capítulo, Juan nos mostrará y nos contará de muchas formas hermosas que Jesús es el Cristo, el Mesías, el Hijo unigénito de Dios. Juan expresará esta verdad básica de diferentes formas en cada uno de los veintiún capítulos. En cada capítulo, deberíamos buscar también la respuesta a la pregunta: ¿Qué es la fe? Juan dijo, en cierta forma: “Voy a contarles estas cosas acerca de Jesús. Si creen estas verdades acerca de Él, nacerán de nuevo y recibirán vida eterna” (20:30,31; 1:12,13). En cada capítulo, Juan no solo nos desafiará a creer en este argumento sistemático acerca de Jesús. También nos mostrará lo que es la fe para él, cuando nos exhorte a creer en su argumento acerca de quién es Jesús. Pero, ¿qué es la fe? Este es un concepto muy difícil de definir y mantener en foco. Por lo tanto, en capítulo tras capítulo, y de muchas formas hermosas, Juan nos ilustrará lo que significa creer que Jesús es el Cristo. En cada capítulo, Juan también nos mostrará y nos contará lo que es para él la vida eterna. La vida eterna no es solo una vida interminable. Va a usar este concepto también, pero la vida eterna no es meramente una cantidad de vida, sino también, y principalmente, un calidad de vida. Juan escribe que Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). ¿Qué es esta calidad de vida abundante que Dios ha ideado y que, por lo tanto, Él espera que experimenten los seres humanos?
  • 31. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 31 Es la calidad de vida lo que describe Juan cuando usa la expresión “vida eterna”. La vida eterna es una calidad y cantidad de vida. La vida eterna es una calidad de vida abundante que comienza en esta vida y se prolonga en el estado eterno. Juan nos dice que no experimentamos esta calidad de vida eterna como consecuencia de nuestro nacimiento físico. En cambio, si experimentamos otro nacimiento, que él llama “nacer de lo alto”, como resultado de ese segundo nacimiento viviremos una mayor calidad de vida en un nivel superior. Tendremos “vida abundantemente” o “vida eterna”. En capítulo tras capítulo de este evangelio, Juan no solo nos dirá, sino que nos mostrará lo que es para él la vida eterna. Por lo tanto, al leer cada capítulo de este evangelio, deberíamos hacernos la siguiente pregunta: “¿Qué es la vida eterna en este capítulo, Juan?”. Cuando usted lea en oración cada capítulo, pregunte: “En este capítulo, Juan, ¿quién es Jesús, qué es la fe y qué es la vida?”. Notará que Juan contestará profundamente estas tres preguntas en cada capítulo de su evangelio. Clave número cinco Otra clave para entender el evangelio de Juan es esa hermosa e inspirada lengua de señas que usa. El evangelio está escrito en dos niveles. Un niño puede entender el primer nivel. Usted puede usar este evangelio para enseñar a leer a sus hijos, porque Juan usa palabras más simples que los autores de los demás evangelios. Un niño puede leer y entender el evangelio de Juan en el nivel uno. Sin embargo, siempre hay un nivel más profundo de significado en este evangelio. El más devoto y maduro hombre de Dios jamás alcanzará las profundidades de ese segundo nivel de significado en este evangelio. El evangelio de Juan es mi evangelio favorito por ese segundo nivel en el que Juan escribe su hermosa, inspirada, alegórica y espiritual lengua de señas. Se me ha dicho que se necesita, al menos, una maestría en Teología y Filosofía para entender el nivel de significado más profundo de este evangelio. No estoy de acuerdo. Yo creo que necesitamos que el Espíritu Santo nos muestre ese significado más profundo mientras leemos el evangelio de Juan. Al leer usted este evangelio, pida al Espíritu Santo que le muestre ese nivel más profundo de significado en cada capítulo. Clave número seis Hay una perspectiva adicional que quisiera compartir con usted mientras leemos el evangelio de Juan juntos. En el capítulo doce, unos griegos se acercan al apóstol Felipe con este pedido: “Señor, quisiéramos ver a Jesús”. Haga que este pedido de los griegos sea su oración personal y devocional mientras lee este evangelio. Mi clave final para descifrar el código de esta lengua de señas es desafiarlo a leer este evangelio orando: “Padre, quisiera ver a Jesús”.
  • 32. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 32 Si hace esto, descubrirá que el evangelio de Juan es como una “galería de arte espiritual”. Cada capítulo es como una “sala” de esa galería de arte. Usted encontrará que de las “paredes” (versículos) de cada una de esas salas (capítulos) cuelgan hermosos “retratos” de Jesucristo. El apóstol del amor exhibe estos “retratos” inspirados de Jesucristo en cada uno de los capítulos de este evangelio. Yo encontré quince retratos de Cristo en el primer capítulo y catorce en el cuarto capítulo. Vea cuántos puede encontrar usted mientras lee el evangelio de Juan. Luego, escoja un retrato de Jesús para cada capítulo del evangelio de Juan. Imagine una placa de bronce bajo cada uno de los retratos. Memorice los veintiún títulos de estas placas. Por la noche, duérmase adorando mientras recorre el evangelio de Juan, meditando en los retratos de Cristo que ha escogido para cada capítulo de este evangelio. Estas son las “placas de bronce” que he puesto bajo mis retratos de Cristo para cada capítulo. En los capítulos 1 a 7: El Cordero de Dios – El que puede convertir tu agua en vino – El único Salvador de Dios – El Agua de vida – La Clave para las Escrituras – El Pan de vida – El Maestro que vino de Dios. En los capítulos 8 a 14: El Hijo que nos hace verdaderamente libres – La Luz del mundo – El gran Pastor de las ovejas – La Resurrección y la Vida – El Grano de trigo que cae a la tierra y muere para glorificar a su Padre – El Siervo que tomó la toalla – El Camino, la Verdad y la Vida. En los capítulos 15 a 21: Una Vid que busca ramas – El que envía al Espíritu Santo – El Sumo Sacerdote que ora – El Testigo perfecto – El Cristo crucificado – El Cristo resucitado y el Cristo que encomienda. Estos son mis retratos favoritos de Cristo en los veintiún capítulos del evangelio de Juan. Mientras estudia este evangelio, escriba los retratos que encuentra en cada uno de los capítulos, porque sus retratos personales tendrán mucha más importancia para usted que los míos. Los ancianos de mi primera iglesia pusieron el pedido de esos griegos en una pequeña plaqueta de bronce y la fijaron a la parte interior del púlpito, de forma que, cada vez que subía al púlpito, yo veía: “Señor, quisiéramos ver a Jesús”. Ellos no solo querían que yo viera esas palabras cuando predicara, sino que también querían que, cada vez que tuviéramos un orador invitado, él también viera: “Señor, quisiéramos ver a Jesús”. Los ancianos estaban diciendo: “Queremos ver a Jesús cada vez que se predica la Palabra de Dios en este púlpito”. Pida al Espíritu Santo que le dé una revelación multifacética de Jesucristo mientras lee el evangelio de Juan. Luego conteste estas otras dos preguntas: “¿Qué es la fe, y qué es la vida eterna?”. Cuando vea a Jesús, ¡crea, nazca de nuevo y reciba la vida eterna!
  • 33. Fascículo No. 11: El evangelio de Lucas y el evangelio de Juan 33 Capítulo 8 Un estudio general del evangelio de Juan Cuando los predicadores están aprendiendo a predicar un sermón, se les dice que hagan tres cosas. “Primero, díganles lo que van a decirles. Luego, díganselo. Después, ¡díganles lo que les han dicho!”. Cuando Juan escribe este evangelio, sus primeros dieciocho versículos son considerados un prólogo en el que nos dice lo que nos va a decir. Luego, a partir del versículo diecinueve del capítulo 1 hasta el versículo veintinueve del capítulo 20, nos lo dice. Finalmente, en los versículos treinta y treinta y uno de ese capítulo, nos dice lo que nos ha dicho. Cuando nos dice lo que nos va a decir, entre otras verdades, nos dice que cuando el Verbo vivo se hizo carne y vivió entre nosotros, cuando las personas lo recibieron (creyeron en Él) o respondieron adecuadamente a Él, nacieron de nuevo. Experimentaron un nacimiento que no era físico o natural. Nacieron de Dios. Luego de habernos dicho lo que nos dirá, pasa a darnos ejemplos de lo que escribió, que quienes respondieron correctamente a Jesús nacieron de lo alto. En capítulo tras capítulo, nos dará ejemplos de cómo las personas nacían de nuevo cuando respondían correctamente a Jesucristo. Comienza diciéndonos cómo algunos de sus apóstoles se encontraron por primera vez con su Señor y Salvador. Le preguntaron dónde vivía. Él los invitó a que vieran dónde vivía. Dado que su decisión de ir a ver dónde y cómo vivía los llevó a vivir para Él y morir por Él, obviamente experimentaron lo que significa nacer de Dios cuando vivieron con Jesús. En el capítulo 2, el nuevo nacimiento se describe alegóricamente cuando Jesús aparece como el que puede transformar el agua en vino. Los pasos que llevan a este milagro, -y, por aplicación, al nuevo nacimiento- se nos retratan alegóricamente. Primero, por las palabras de María: “No tienen vino” (2:3). Dado que el vino es un símbolo de alegría en las Escrituras, podemos aplicar estas palabras de María en forma devocional como una confesión de que no tenemos alegría, o que no hemos nacido de nuevo. El agua es a veces un símbolo que representa a las Escrituras. También leemos que la Palabra de Dios es la “semilla” que genera el nuevo nacimiento, y se nos dice que la fe viene cuando oímos la Palabra. Algunos ven en las grandes tinajas de 70 litros que son llenadas de agua un cuadro de nuestras vidas, que son llenadas con la Palabra de Dios como un paso que conduce al nuevo nacimiento (2:7; Efesios 5:26; 1 Pedro 1:23; Romanos 10:17). Las palabras de María a los sirvientes representan la clave para convertir a la Palabra de Dios en un poder en nuestras vidas: “Haced todo lo que os dijere” (2:5). Mientras usted llena su mente y su corazón con la Palabra de Dios, haga todo lo que Él le diga que haga. Estos pasos que conducen al nuevo nacimiento también pueden ser aplicados como una fórmula para una renovación espiritual personal, cuando esta sea necesaria.