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Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005
LA EXPLICACIÓN EN LAS CIENCIAS SOCIALES:
CONSIDERACIONES INTEMPESTIVAS CONTRA EL DUALISMO
METODOLÓGICO EN LA TEORÍA SOCIAL
Mainor E. Salas Solís*
msalas@derecho.ucr.ac.cr
Resumen
La discusión metodológica respecto a la explicación científica en la teoría social ha estado dominada,
históricamente, por el mito de que existe una separación tajante entre los métodos de las ciencias socia-
les y los de las ciencias naturales. Este mito ha asumido la forma de un dualismo metodológico que se
expresa a través de conceptos como: lo “nomotético” y lo “ideográfico”, la “explicación” (Erklären) y
la “comprensión” (Verstehen), la “razón” y la “causa”. Estos binomios conceptuales han representado,
no obstante, mamparas semánticas para fomentar la impostura y la falta de rigor empírico, especial-
mente en el campo de lo social. El empleo de estos artilugios no es una cuestión del pasado, sino que en
la actualidad está presente en corrientes de moda como las “post-modernistas”, “discursivas”, “herme-
néuticas”, “funcionalistas”, “teorías de la estructuración”, entre otras. A continuación se realiza una
crítica del dualismo metodológico y sus fundamentos.
Palabras clave: método, explicación, comprensión, razón, causa, dualismo, nomotético, ideográfico.
Abstract
Methodological debate about scientific explanation in the social theory has been historically domi-
nated by the Myth that there exists a radical gap between the methods of social sciences and those of
natural sciences. This Myth brings about a methodological dualism, which takes the form of concepts
like: “nomothetic”, “ideographic”, “explanation” (Erklären), “comprehension” (Verstehen), “reason”,
“cause”. These polar concepts have been used, nevertheless, as verbal magic to disguise lack of empi-
rical rigor in the social field. The use of these notions is not a matter of the past, since nowadays they
are in vogue in social theories like “postmodernism”, “hermeneutics”, “functionalism”, “theories of
Structuration”, among others. Hereafter follows a critic of methodological dualism and its philosophi-
cal fundaments.
Keywords: method, explanation, comprehension, reason, cause, dualism, nomothetic, ideographic.
* Facultad de Derecho, Cátedras de Filosofía del Derecho
y de Derecho Penal, Universidad de Costa Rica
Fecha de recibido: 17 de febrero 2006 / Fecha de aceptación: 25 de abril 2006
“El deseo que nos anima es muy simple: denunciar la impostura y
la deshonestidad intelectuales, cualquiera que sea su procedencia.”
A. Sokal / J. Bricmont •
• Epígrafe tomado de la obra de Alan Sokal y Jean
Bricmont [1999]: Imposturas Intelectuales, traducción
de Joan Carles Guix, Editorial Paidós, Barcelona,
Buenos Aires, México, p. 33.
52 Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 Mainor E. Salas Solís
Desde el surgimiento de las ciencias
sociales en los siglos XVIII y XIX se han
generado allí tres dogmas fundamentales que,
de una u otra forma, han influido enormemente
en la praxis de la teoría social: el primero de
estos dogmas expresa que, para el estudio de
la sociedad, debe existir un método particular
mediante el cual los expertos de estas discipli-
nas lleven a cabo su trabajo; el segundo dogma
postula que este método especial (algo así como
una “receta mágica” para el estudio de la socie-
dad) se diferencia, en aspectos primordiales, del
método empleado por los científicos naturales;
finalmente, el tercer dogma dice que entre el
método propio de las ciencias sociales y el de
las ciencias naturales existen grandes diferencias
que deben ser respetadas para no violentar el
objeto de estudio.1
Estos tres dogmas se conjugaron (en el
plano epistemológico) de tal suerte que dieron
origen al llamado dualismo metodológico.2 El
dualismo metodológico consiste, básicamente,
en la tesis de que la actividad científica se vale
de diferentes reglas, según el tipo de fenómeno
(objeto) que se quiera estudiar. De acuerdo con
esta posición, resulta inadecuado que el método
científico empleado por un físico, por un biólogo
o por un ingeniero mecánico, sea también utili-
zado por un sociólogo, un psicólogo o un jurista.
La realidad social –por ser histórica, dialéctica y
contradictoria– requiere, según este enfoque, de
unos procedimientos sui generis para ser capta-
da en su vasta complejidad. Es un error, por lo
tanto, aplicar al estudio de los fenómenos huma-
nos las mismas reglas de trabajo que se utilizan
para estudiar un mineral o una célula. La socie-
dad es mutable e impredecible, las leyes físicas
no tanto; una roca no reacciona ante nuestros
pronósticos y predicciones, una persona sí; un
elemento químico tiene estas o aquellas propie-
dades que pueden ser determinadas a priori con
mucha exactitud; las propiedades de un grupo
humano son emergentes y no pueden conocerse
de antemano; las personas reaccionan frente a
los intereses, las ideologías o las mentiras, las
cosas físicas no. Todo esto hace que el universo
de la realidad socio-histórica sea infinitamen-
te más complejo y vasto que el de la realidad
natural y que, por lo tanto, esté justificada una
neta separación en sus respectivos protocolos
investigativos.3 Hasta aquí la tesis esencial del
dualismo metodológico.
Ahora bien, para justificar esta dicotomía
tajante entre las ciencias naturales y las ciencias
sociales se han utilizado muy diversas estrate-
gias argumentativas a lo largo de la historia de
la Metodología. Estas estrategias consisten, en lo
esencial, en el uso de ciertos topoi (conceptos)
que defienden, de una u otra manera, el empleo
de métodos distintos en el campo social y natu-
ral. En lo sucesivo, estudiaremos críticamente4
algunas de estas estrategias que favorecen el
1 Para una discusión detallada de los problemas que se
anuncian con estos tres dogmas, véase la obra clásica
(lamentablemente no traducida al español) de Topitsch,
E. [1980]: Logik der Sozialwissenschaften,10. edición,
Verlagsgruppe Athenäum. Haim. Scriptor. Hanstein,
Königstein/Ts., in toto.
2 Anunciando ya el surgimiento del dualismo metodo-
lógico: Dilthey, W. [1966]: Introducción a las cien-
cias del espíritu. Ensayo de una fundamentación del
estudio de la sociedad y de la historia, traducción al
castellano de Julián Marías, prólogo de José Ortega
y Gasset, 2. edición, Revista de Occidente, Madrid,
España. Siempre vale la pena leer al respecto los tra-
bajos de Homans, G. [1967]: en especial, The Nature
of Social Science, Harcourt, Bace & World, New York.
Una discusión clara en: Bunge, M. [1999]: Buscar
la filosofía en las ciencias sociales, trad. de Tziviah
Aguilar Aks, Editores Siglo XXI, México, cap. 9. Para
una discusión general véase Giddens, A., Turner, J., et.
al. [2000]: La teoría social, hoy, trad. de Jesús Alborés,
Alianza Universidad, Madrid.
3 Es interesante señalar el gran “parecido de familia”
(Wittgenstein) que existe entre el dualismo metodoló-
gico y lo que Karl Popper denominó el “historicismo”.
Según esta última posición “the course of historical
development is never shaped by theoretical construc-
tions, however excellent, although such schemes might,
admittedly, exert some influence, along with many
other less rational (or even quite irrational) factors.”
Vid. Popper, K. [1974]: The Poverty of Historicism,
Routledge & Kegan Paul, Londres, p. 47.
4 El enfoque crítico que aquí se adopta justifica, al menos
eso espero, lo relativo a las “consideraciones intempes-
tivas” que se anuncian en el subtítulo. Hay que aclarar,
empero, que el libro de Nietzsche, con ese nombre, no
fue utilizado más que de inspiración.
Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 53La explicación en las Ciencias Sociales...
dualismo metodológico, y trataremos posterior-
mente, de medir su consistencia lógica y rigor
discursivo.
El conflicto entre lo “nomotético”
y lo “ideográfico”
Una de las principales formas discursivas
en que se introdujo el dualismo metodológico en
el análisis científico de la sociedad consistió en
postular una división tajante entre lo nomotético
y lo ideográfico. Según este esquema, propues-
to originalmente por el filósofo neokantiano
Windelband y desarrollado por su discípulo Ric-
kert, las ciencias naturales se basan en criterios
universalizadores; es decir, en leyes (de allí el
término “nomos”) que son aplicables de manera
extensiva a una misma categoría de objetos ónti-
cos; es decir, de fenómenos físicos. Por su parte,
las disciplinas sociales e históricas son, funda-
mentalmente, “ideográficas” en el tanto ellas
buscan captar lo individual, lo biográfico y, por
ende, lo irrepetible en el acontecer humano.5
Muchos de los argumentos a favor de esta
dicotomía (que ha influido tanto en autores como
Weber, Collinwood o Popper), se encuentran en
la obra clásica de Heinrich Rickert: “Ciencia
Cultural y Ciencia Natural”.6 Es allí donde este
autor postula los elementos fundamentales para
justificar metodológicamente la separación que
aquí nos ocupa:
a) La división refleja, según Rickert, el con-
traste de intereses cognoscitivos que hay
entre un científico natural y uno cultural. Si
negásemos la distinción, negaríamos tam-
bién, se dice, la diferencia de los intereses,
lo cual es, a todas luces, absurdo. Siempre
habrá individuos con gustos epistemológicos
distintos: unos que se preocupan (y ocupan)
de la realidad humana e histórica y otros de
la realidad física. Ello será siempre así y no
se ven razones por las cuales deba cambiar.
b) Las ciencias naturales se valen de un método
empírico (natural), mientras que las disci-
plinas culturales emplean un método histó-
rico. Lo característico del método natural
radica en la pretensión de legalidad de
sus preconceptos, es decir, en una validez
generalizadora; mientras que lo propio del
método histórico es su naturaleza singular o
individualizadora. Tal y como dice Rickert:
“La realidad se hace naturaleza cuando la
consideramos con referencia a lo universal;
se hace historia cuando la consideramos
con referencia a lo particular e individual.
Y, en concordancia con ello, quiero oponer
al proceder generalizador de la ciencia
natural el proceder individualizador de la
historia.”7
c) Las ciencias naturales apelan, en su labor, al
conocimiento puramente fáctico, mientras
que lo social está también emparentado, en
no raras ocasiones, con lo intuitivo.
d) Las ciencias culturales operan sobre bases
valorativas, “en oposición a la ciencia natu-
ral, que es una investigación encaminada a
descubrir las conexiones legales o de con-
ceptos universales, sin preocuparse lo más
mínimo de los valores culturales...”8
Creo que con este pequeño listado (que
no es exhaustivo, por supuesto) quedará suficien-
temente neta la distinción entre una disciplina
nomotética y una ideográfica. Por lo demás,
resulta claro que desde el nacimiento de este
esquema hasta la fecha ha corrido mucha agua
5 Para una discusión actual del problema: Bunge, M.
[1999]: Las ciencias sociales en discusión. Una pers-
pectiva filosófica, traducción de Horacio Pons, Editorial
Sudamericana, Buenos Aires, Argentina, en especial las
páginas 36-48, aunque con algunas tesis que nos pare-
cen insostenibles (o al menos exageradas). Sigue siendo
clásico el trabajo de Dilthey citado, así como la obra de
Heinrich Rickert que se menciona en la siguiente nota
al pie [No. 5].
6 Rickert, H. [1965]: Ciencia Cultural y Ciencia Natural,
traducido del alemán por Manuel García Morente,
Espasa-Calpe S.A., cuarta edición, Madrid.
7 Ibid., p. 92.
8 Ibid., p. 131-132.
54 Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 Mainor E. Salas Solís54
bajo el puente. Hoy día no es posible sostener,
sin reservas, que las ciencias naturales se basan
solo en lo empírico, que allí no juega un papel la
intuición o que los valores están al margen del
conocimiento natural. Estas aseveraciones han
sido, entretanto, descartadas como insuficientes
o, en muchos casos, como ilusorias. Pero de esto
nos encargaremos más adelante. Por ahora, vea-
mos un segundo argumento que se utiliza a favor
del dualismo metodológico.
El conflicto entre el “erklären”
(explicar) y el “verstehen” (comprender)
Se ha dicho que las ciencias naturales
explican los fenómenos, mientras que las cien-
cias sociales los comprenden. La diferencia entre
estos dos conceptos reposa en que, mientras en
el primero se buscan las causas materiales (onto-
lógicas) de un acontecimiento, en el segundo se
buscan las razones del fenómeno en cuestión.
La explicación apunta, por lo tanto, hacia las
estructuras empírico-reales de la naturaleza,
mientras que la comprensión hacia el significado
social de esas estructuras para las comunidades
humanas. De allí que la explicación suele ser una
respuesta a la pregunta por qué; la comprensión
a la pregunta cómo.9 Un ejemplo sencillo servirá
para ilustrar mejor la diferencia entre ambos
enfoques:
Imaginemos que en una determinada
comunidad se comete semanalmente una serie
de homicidios violentos contra las mujeres. Un
seguidor del esquema de la explicación tratará
de encontrar una (o varias) hipótesis de trabajo
que le permitan conocer las condiciones (cau-
sas eficientes) por las cuales se han cometido
esos delitos. Por ejemplo, podría asumir que
los homicidios son explicables a partir del alto
consumo de drogas que existe en la comuni-
dad, o a partir de la pobreza extrema del sitio,
u otras hipótesis semejantes. Sobre esta base,
tratará de someter las hipótesis en cuestión a
una validación empírica, investigando si hay
una relación causa-efecto entre el consumo de
drogas, la pobreza y la comisión de los críme-
nes. Si no se estable tal correlación nomotética
o legal, entonces la hipótesis será descartada
como insuficiente o falsa. Lo que priva en estos
casos, como puede fácilmente apreciarse, es la
necesidad de falsar o confirmar fácticamente
los enunciados universales adoptados por el
científico. Es decir, en términos de Popper, se
trata de postular teorías verdaderas sobre los
hechos examinados.10
El esquema de explicación dominante en
la actualidad, en el campo de la filosofía de la
ciencia, es el propuesto por Carl Hempel y Paul
Oppenheim.11 La explicación obedece, según
este enfoque, a un modelo con la siguiente forma
lógica: SI (se presentan ciertas circunstancias),
ENTONCES (se producen ciertos efectos)12.
Para comprender mejor el alcance de dicho
modelo podemos ofrecer otro ejemplo:
9 Una posición crítica, catalogando la discusión como
“falsa querella del método” en: Boudon, R. [1978]:
Los métodos en Sociología, traducción de Amanda M.
Forns de Gioia, Librería “El Ateneo” Editorial, Buenos
Aires, et. al., en especial el primer capítulo. Igualmente
puede consultarse los trabajos recogidos en el libro edi-
tado por Borger, R., y Cioffi, F. [1970]: Explanation in
the Behavioural Sciences, Cambridge University Press,
Cambridge.
10 Sobre este procedimiento y el proceso de inducción
que él lleva aparejado véase Popper, K. [1994]: Logik
der Forschung, 10. edición, J.C.B. Mohr, Tübingen,
en especial los capítulos 1-4 y 10. Para el análisis de
ejemplos propios del Derecho (penal) véase la obra:
Salas, Minor E. [2005]: Kritik des strafprozessualen
Denkens. Rechtstheoretische Grundlagen einer (realis-
tischen) Theorie des Strafverfahrens Verlag C.H. Beck,
Munich, Alemania, en especial el parágrafo 1.
11 Véase el libro: Hempel, C., y Oppenheim, P. [1979]:
La explicación científica. Estudios sobre la filosofía
de la ciencia, traducción castellana de M. Frassineti de
Gallo et al., Editorial Paidós, Buenos Aires, en especial
la cuarta parte, páginas 233 y siguientes.
12 Por supuesto, se trata aquí de una presentación bastan-
te simplificada del esquema de Hempel-Oppenheim.
Más detalles se podrán encontrar en: Stegmüller, W.
[1978]: Hauptströmungen der Gegenwartsphilosophie,
Bd. I, S. 449 ff.; Opp, K.-D. [1970]: Methodologie der
Sozialwissenschaften, Kap. II und VII y, finalmente,
Hempel, C. y Oppenheim, P., en la obra citada en la
nota al pie número 10 supra.
Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 55La explicación en las Ciencias Sociales...
Ejemplo: SI una persona enfrenta graves problemas finan-
cieros y familiares, ENTONCES es probable que cometa
ciertos delitos (por ejemplo hurtos).13
Esta primera parte del esquema (conocido
como el „explanans“) se debe complementar con
dos partes adicionales, a saber: con las condicio-
nes marginales y con el llamado „explanandum“.
El esquema completo de lo que es una teoría
explicativa, en este sentido estricto de la teoría de
las ciencias, sería, entonces, el siguiente:
Esquema de explicación:
1. Teoría: SI una persona tiene graves proble-
mas financieros y familiares, ENTONCES
comete, con mayor frecuencia, ciertos deli-
tos (por ejemplo hurtos).
2. Condiciones marginales: La persona X tiene
graves problemas financieros y familiares.
3. Explanandum: La persona X cometió un
delito de hurto.
Por supuesto, en este trabajo no es posible
profundizar en todos los detalles y problemas
particulares de este esquema.14 Baste únicamen-
te con observar que una explicación, en este sen-
tido específico, ofrece un modelo metodológico
para la dilucidación analítica de los fenómenos
sociales a partir de su validación empírica. Ade-
más, no hay que olvidar que, si bien es cierto el
esquema de Hempel-Oppenheim goza de prefe-
rencia en el ámbito científico, este no excluye
otros tipos de explicación (que no se ajusten
exactamente a lo postulado por esos autores).
Por su parte, un seguidor de la “verste-
hen” (comprensión) verá las cosas muy distintas
a como se ha expuesto. Argumentará que las
hipótesis empíricas postuladas por el defensor de
los métodos explicativos no son suficientes para
entender el fenómeno social de la delincuencia.
Considerará que es necesario ir mucho más allá
de las causas puramente materiales o empíricas,
e incluso, es probable que califique al partidario
de la “erklären” (explicación) como un reduc-
cionista metodológico.15 Para una comprensión
profunda de lo sucedido, dirá, es pertinente acu-
dir a otros baremos, en especial, al sentido que
tienen los delitos para la comunidad estudiada,
a la experiencia subjetiva de quien cometió el
delito, al significado psicológico profundo del
homicidio para el ser humano, etc.
El conflicto entre “razón” y “causa”
El tercer y último binomio conceptual
que se utiliza para justificar el dualismo meto-
dológico está dado por las nociones de causa y
de razón. Se dice que en las ciencias naturales
es posible (y deseable) localizar las “causas”
materiales de los fenómenos: “Felix, qui potuit
rerum cognoscere causam”; mientras que en las
ciencias sociales hay que conformarse con las
“razones” que existen para adoptar una decisión
determinada. Dado que la conducta humana, en
especial la acción social, no está sujeta a patrones
puramente físicos o mecánicos, entonces resulta
ilusorio encontrar siempre las causas subyacentes
a cualquier evento. Lo pertinente es entender la
conducta sobre la base de los motivos (expresos o
no) que se ofrezcan para su ejecución.16
El concepto de razón está relacionado
(a diferencia de lo que sucede con la noción de
causa) con el fenómeno de la justificación. Por lo
tanto, cuando se le pide a una persona que ofrez-
ca las razones por las cuales actuó de una cierta
manera, lo que estamos haciendo es, en realidad,
13 Aquí es importante tener en cuenta la forma lógica de
la teoría y no necesariamente su contenido de verdad.
14 Para mayores detalles, véase la obra de Opp, K.D.,
citada supra [nota al pie número 11], en especial el
capítulo I.
15 Respecto a la objeción del “reduccionismo metodoló-
gico” véase la clásica disputa entre Jürgen Habermas
y Hans Albert, recogida en: Adorno, Th., Albert, H.,
et.al. [1993]: Der Positivismusstreit in der deutschen
Soziologie, Deutscher Taschenbuch Verlag, Hamburg.
16 Consúltese el esclarecedor ensayo de Stephen
Toulmin, “Reasons and Causes”, en la obra de Borger/
Cioffi ya citada en la nota al pie número 8, a partir de
la página 1.
56 Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 Mainor E. Salas Solís56
solicitándole que justifique su conducta. Esta
justificación opera, por lo general, sobre bases
morales, religiosas, éticas o ideológicas en
general y no sobre elementos puramente físi-
co-naturales. Así, por ejemplo, si se le solicita
a un creyente que nos diga por qué asiste a
Misa, es probable que nos llame la atención
sobre sus convicciones religiosas, sobre sus
tradiciones familiares o sobre las creencias
de su círculo cultural. Resultaría inusual una
respuesta en el sentido de que sus visitas a la
iglesia obedecen a un desbalance neuronal,
a un desequilibrio bioquímico o alguna otra
causa de índole fisiológica.
De allí –concluyen muchos teóricos de las
ciencias sociales partidarios de la “verstehen”
y de lo ideográfico– que la comprensión de los
fenómenos humanos es imposible si no se toman
en cuenta las motivaciones (no siempre racio-
nales) que subyacen a la conducta. Una acción
social no es solo un conjunto de causas y efectos
mecánicos, sino un agregado de sentido (sim-
bólico), cuya base está dada por las creencias,
las convicciones y los valores de los individuos
particulares.
Estos han sido, pues, los argumentos más
comunes que se ofrecen como apoyo al dua-
lismo metodológico. Ahora bien: ¿Qué pensar
al respecto? ¿Es defendible, desde el punto de
vista epistemológico, la distinción entre ciencias
“nomotéticas” e “ideográficas”, entre “expli-
cación” y “comprensión” o entre “razón” y
“causa”? ¿O se trata todo ello de una impos-
tura intelectual, de un falso planteamiento del
problema? De estas preguntas nos ocuparemos
seguidamente.
Críticas al planteamiento dualista
Procedamos, acto seguido, a presentar
nuestro punto de vista respecto al problema
planteado, así como respecto a las distinciones
que se han hecho.
Punto de partida. Cualquier debate en torno
al concepto de “explicación” en las ciencias
sociales debe partir, desde nuestro punto de
vista, de la siguiente idea básica:
Qué se acepte como una “explicación cien-
tífica” en una disciplina determinada (no importa
si esta es “natural” o “social”), depende, final-
mente, de los valores en juego del investigador.
De allí que, y sin necesidad de recurrir a redun-
dancias o tautologías inútiles, se puede decir que
una “explicación” es aquello que se admite como
una “explicación” en la comunidad respectiva.17
Un debate (racional) sobre cualquier tema solo es
posible para aquellos que acepten un conjunto de
postulados lógicos, epistemológicos y, sobre todo,
axiológicos iguales o similares. De no aceptarse
dichos postulados, entonces cualquier discusión
al respecto es literalmente imposible. En este
caso, no hay nada que discutir y nos encontramos
ante tesis inconmensurables, o sea, ante un diá-
logo de sordos. Así, por ejemplo, si una persona
insiste (en virtud de sus convicciones religiosas
básicas) que la cura a su enfermedad terminal se
debe a un “milagro de Dios” y no a las interven-
ciones de la ciencia médica, entonces NO habrá
explicación racional que valga. Su “explicación”
será siempre la de los milagros. En este supuesto,
los marcos de referencia (tanto cognitivos como
vitales) resultan incompatibles en virtud de las
visiones de mundo que sustentan los participan-
tes del debate. Aquí se da, tal y como lo expuso
Thomas Kuhn, una “inconmensurabilidad” radi-
cal en las teorías defendidas, lo que significa, a
la postre, la imposibilidad de una comunicación
horizontal y productiva.
En fin: las explicaciones científicas solo
son aceptadas como tales por aquellos que
creen en la ciencia. Para quienes adoren a otras
deidades, no habrá templos, ni oraciones, ni san-
tuarios, pero tampoco laboratorios científicos
que logren mermar su incredulidad. Tal y como
sabiamente sostenía F. Waismann: “El descon-
suelo del corazón no ha de ser jamás acallado
por la lógica”.18 Esto no significa, por supuesto,
17 Quien me llamó la atención sobre este hecho, muy
elemental pero frecuentemente olvidado y de una gran
importancia práctica, fue el Profesor E. P. Haba.
18 F. Waismann [1968], en su extraordinario artículo:
“How I See Philosophie”, en la obra con el mismo
título, editor R. Harré, Editorial Macmillan, New York,
página 13. Trad. M.E.S.
Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 57La explicación en las Ciencias Sociales...
que cualquier explicación sea igualmente válida.
Una cosa es el derecho (fe) a creer y otra cosa dis-
tinta es pretender que nuestra creencia se ajuste a
la realidad del mundo. Un hombre de ciencia no
tiene por qué rechazar a priori las creencias que
no concuerden con sus esquemas, pero tampoco
tiene por qué aceptar acríticamente aquellos
postulados que contradigan, de manera abierta,
todas las evidencias empíricas y los hechos cono-
cidos hasta ese momento.
Estrategia de inmunización
Lo más grave de postular una tajante dico-
tomía entre la ciencia social y la ciencia natural
radica en que quien no acepte este dualismo
(por ejemplo, porque considera que para ambos
casos los métodos son básicamente los mismos)
es considerado como un “positivista” que quiere
reducir lo social a la física, según el mejor estilo
de Comte.19 El discurso del dualismo metodo-
lógico puede servir, pues, como un “expediente
de inmunización” (Albert)20 para desestimar, a
priori, cualquier tipo de crítica o, peor aún, para
justificar la falta de rigor, la charlatanería y la
ignorancia de las evidencias empíricas.
No es inusual, así, que quienes predican
unos ciertos “métodos” muy especiales (herme-
néuticos, dialécticos, post-estructuralistas) para
las ciencias sociales, sean los mismos que se
cobijan bajo los mantos de una jerga incompren-
sible o bajo la negativa a discutir abiertamente
sus postulados epistemológicos. Son ellos quie-
nes, precisamente, consideran que pueden hacer
teoría social sin tomar en cuenta la realidad o sin
acercarse a las evidencias fácticas; es decir, que
se puede hacer ciencia desde un “inmaculado
cielo de los conceptos” (R. von Jhering).
Función ideológica: En tercer lugar, es nece-
sario señalar que el dualismo metodológico
cumple, visto bien el problema, una doble
función (ideológica):
Por un lado, legitima la especialización
del saber y con ello la consecuente división gre-
mial del trabajo, lo que conduce a una justifica-
ción de ciertos grupos de poder académicos: los
“gurus intelectuales” y su séquito de aduladores
y falsos profetas. Es claro que si para el análisis
de un problema social se requiere un conjunto de
conocimientos sui generis, entonces es necesario
que existan personas que dominen precisamente
esos conocimientos. Estos serán los legitimados
(y autorizados) para decidir cuándo se han res-
petado los “juegos del lenguaje” (Wittgenstein)
admitidos en la disciplina y cuándo un miembro
de esa comunidad se encuentra acreditado para
ejercer la profesión respectiva. Esta función, pro-
pia de la sociología de las profesiones, no es del
todo irrelevante, pues ella viene, en la práctica
cotidiana del saber, a determinar, en una gran
medida, la difusión, la relevancia o la aceptación
que tenga una concepción teorética en el mundo
académico respectivo.21 La defensa de una espe-
cialización metodológica, es decir, la afirma-
ción de que el ejercicio de las ciencias sociales
requiere, necesariamente, de unos conocimientos
especializados (que solo pueden ser ejecutados
por una casta sacerdotal entrenada) garantiza un
puesto de trabajo, o al menos un mercado laboral
abierto. En definitiva: la praxis del conocimiento
está aquí sujeta a las condiciones materiales e
ideológicas de su reproducción mercantil.
Pero, por otro lado, y esto también es
importante, el dualismo metodológico tiene
como función (al menos latente) soslayar la falta
de rigor e incluso ocultar la charlatanería en el
planteamiento de hipótesis de trabajo. Si yo no
me encuentro obligado a confutar empíricamente
mis afirmaciones y si, por otra parte, tampoco
19 Véase el ilustrativo caso de Habermas y su calificación
de Popper y Albert como “reduccionistas”, “panfle-
teros” y “positivistas”, en: Adorno, Th., Albert, H.,
et.al. [1993]: Der Positivismusstreit in der deutschen
Soziologie, Deutscher Taschenbuch Verlag, Hamburg.
20 Respecto al importante tema de los “expedientes
o estrategias de inmunización” hay que consultar
sobre todo a Albert, H. [2000]: "Wissen, Glaube und
Heilsgewissheit",recogidoen:KritischerRationalismus.
Vier Kapitel zur Kritik illusionären Denkens, UTB für
Wissenschaft, Tübingen, pp. 138 y ss.
21 Respecto al tema, se puede consultar: MacDonald,
K. [1999]: The Sociology of the Professions, Sage
Publications, Londres et al.
58 Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 Mainor E. Salas Solís
mis colegas se interesan por ello (pues les basta
algunos planteamientos supergenerales sobre la
“cultura” o sobre la “postmodernidad”), entonces
las puertas se encuentran abiertas para defender
los más descabellados planteamientos.22 Tal
y como certeramente lo han denunciado Alan
Sokal y Jean Bricmont, detrás de algunos plan-
teamientos “relativistas” de la teoría social con-
temporánea, acechan, en no raras ocasiones, ver-
daderas “imposturas intelectuales”. “Cuando se
combina el olvido de lo empírico con una buena
dosis de dogmatismo cientificista, se suele caer
en las peores lucubraciones...”23
Ausencia de un criterio (o método) único: En
último lugar, es necesario tener presente que
en la investigación científica NO existen
–contrario a lo que predican algunos de los
gurus de la ciencia social– unos criterios de
distinción definitivos. Pretender que haya
una fórmula mágica (llámesele “verifica-
ción”, al estilo del positivismo lógico, “falsa-
ción”, al estilo de Popper o “explicación”, a
lo Hempel) para dividir el terreno de lo his-
tórico del de lo físico es ilusorio. Lo anterior
no implica, claro está, que conceptos como
“explicación” y “comprensión” o “causa”
y “razón” no posean una cierta utilidad
heurística. De hecho, la tienen. Lo que no
se puede aceptar es que estas nociones sean
absolutizadas. Un poco de información –y
sobre todo de honradez intelectual– bastará
para darse cuenta de que, prácticamente
en ninguna cuestión humana, existe “la”
piedra filosofal que permita resolver todos
los enigmas. Si analizamos con cuidado,
por ejemplo, el tema de la explicación y
la comprensión nos percataremos de que
hay ámbitos, o sea, problemas específicos,
en los que la explicación es mucho más
factible que en otros y, por su parte, hay
problemas en los cuales no es posible una
explicación causal, resultando necesario, por
ende, valerse de argumentos comprensivos.
En definitiva: todo depende de los casos o
problemas concretos que se encuentren bajo
nuestro estudio. No es conveniente incurrir
en las típicas “falacias del todo” y en las
falsas generalizaciones, propias de algunas
corrientes “holistas” de la sociología.
Así, es probable que en lo que atañe a las
cuestiones históricas (¿por qué Alemania invadió
Rusia durante la II Guerra Mundial? o ¿por qué
Julio César cruzó el Rubicón en el 49 A.C.?)
no se puedan encontrar con facilitad “causas” o
“explicaciones” en el sentido de las ciencias natu-
rales. Sin embargo, y esto es lo fundamental, ello
no significa que las causas o las explicaciones
naturalistas no tengan validez en otros ámbitos
de las ciencias sociales y que sean allí plenamen-
te posibles. Por ejemplo, hoy día es más o menos
aceptado de que determinados factores fisioló-
gicos (determinables médica- y químicamente)
juegan un papel en ciertas formas de agresión
y, por lo tanto, en la comisión de ciertos delitos.
Sería absurdo que el Derecho o la Sociología
criminal cerrara las puertas a este tipo de datos
por mera pureza metodológica, indicando que en
estas disciplinas están vedadas las explicaciones
y que hay que aspirar a la comprensión.
Conclusiones
La clásica distinción entre los métodos de
las ciencias naturales y los de las ciencias sociales
es artificial. Se trata de un pseudo-problema. No
hay que dejarse aquí marear por las modas o los
esquemas metodológicos “facilistas y simplifi-
cadores de distinta ralea. Esta separación puede
inducirnos a errores e incluso a engaños. Detrás
del pretendido “dualismo metodológico” (con sus
estrategias argumentativas) pueden esconderse
muchas cosas: una ideología gremial que propi-
cia las elites intelectuales de poder, una falta de
rigor en lo relativo a la constatación empírica de
los postulados básicos de la disciplina, una poca
seriedad en cuanto las exigencias con que se uti-
liza el lenguaje científico o, incluso, al decir de
22 Estas situaciones las denunciaba Andreski muchos
años atrás, vid: Andreski, S. [1974]: Die Hexenmeister
der Sozialwissenschaften. Missbrauch, Mode
und Manipulation einer Wissenschaft, List Verlag,
Munich.
23 Sokal, A., Bricmont, J., op.cit., p. 211.
Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 59La explicación en las Ciencias Sociales...
Sokal y Bricmont, una buena dosis de “impostura
intelectual”.
No existe, pues, en la ciencia social [o
natural] un "punto arquimédico del conocimien-
to” (Albert); es decir, una base única y segura
para comprender los distintos fenómenos, ello
puesto que el científico capta únicamente parce-
las del mundo mediante procesos muy complejos
de selección. Presuponer una unidad ontológica
subyacente que pueda ser capturada mediante la
explicación científica es el resultado de un prejui-
cio racionalista. Dicha “unidad del mundo” refle-
ja más que todo el carácter sintetizador y, por
qué no, mitológico de nuestra conciencia, mas no
el estatuto empírico de la realidad. Tal y como
decía hermosamente William Blake: “Menos
que Todo no puede satisfacer al hombre”.24
El científico tendrá que enfrentarse, empero,
quiéralo o no, con un universo fragmentario,
contingente, discontinuo y, en muchas ocasiones,
arbitrario y azaroso. De allí que la búsqueda de
un instrumento teorético que genere una síntesis
total (llámesele “explicación” o “comprensión”)
es producto más de sus deseos, de su afectividad
existencial, que de las evidencias fácticas que se
le presentan.
La llamada “explicación científica” es,
por lo dicho, una mezcla indisoluble de hecho y
valor, de conocimiento y creencia. Solo quienes
comparten un sistema axiológico o una visión de
mundo similares, es decir, quienes cultivan una
misma “forma de vida”, al decir de Wittgenstein,
están en capacidad de aceptar la legitimidad
epistemológica de la explicación y de recorrer
así su estatuto científico. Para quien no acepte
esas mismas premisas, es decir, para aquellos
que manejan “gramáticas” diferentes de inter-
pretación del mundo, no habrá tal “explicación”
ni puede ser catalogada como “científica”. Él se
adscribirá, probablemente, más a la sentencia de
Oscar Wilde:
“La ciencia es la historia de las religiones muertas.” 25'
Bibliografía
Adorno, Th.y H. Albert, [1993]. Der
Positivismusstreit in der deutschen
Soziologie,DeutscherTaschenbuchVerlag,
Hamburg.
Albert, H. 2000. "Wissen, Glaube und
Heilsgewissheit", recogido en: Kritischer
Rationalismus. Vier Kapitel zur Kritik illu-
sionären Denkens, UTB für Wissenschaft,
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traducción de Amanda M. Forns de Gioia,
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Giddens, A., J. Turner, et al. 2000. La teo-
ría social, hoy, trad. de Jesús Alborés,
Alianza Universidad, Madrid.
Hempel, C. 1979. La explicación científica.
Estudios sobre la filosofía de la ciencia,
24 Citado en Kolakowski, L. [1974]: Die Gegenwärtigkeit
des Mitos, R. Piper & Co. Verlag, Munich, p. 11.
25 Citado en Strich, M., y Hossfeld, P. [1985]: Wissenschaft
im Zitat, Verlag Werner Dausien Hanau, Leipzig, p. 19,
trad. del autor.
60 Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 Mainor E. Salas Solís
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editada por Ernst Topitsch, 10. edición,
Verlagsgruppe Athenäum. Haim. Scriptor.
Hanstein, Königstein/Ts.
Waismann, F. 1968. “How I See Philosophie”,
en la obra con el mismo título, editor
R. Harré, Editorial Macmillan, New
York.

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Explicacion en cs soc y dualismo metodológico

  • 1. Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 LA EXPLICACIÓN EN LAS CIENCIAS SOCIALES: CONSIDERACIONES INTEMPESTIVAS CONTRA EL DUALISMO METODOLÓGICO EN LA TEORÍA SOCIAL Mainor E. Salas Solís* msalas@derecho.ucr.ac.cr Resumen La discusión metodológica respecto a la explicación científica en la teoría social ha estado dominada, históricamente, por el mito de que existe una separación tajante entre los métodos de las ciencias socia- les y los de las ciencias naturales. Este mito ha asumido la forma de un dualismo metodológico que se expresa a través de conceptos como: lo “nomotético” y lo “ideográfico”, la “explicación” (Erklären) y la “comprensión” (Verstehen), la “razón” y la “causa”. Estos binomios conceptuales han representado, no obstante, mamparas semánticas para fomentar la impostura y la falta de rigor empírico, especial- mente en el campo de lo social. El empleo de estos artilugios no es una cuestión del pasado, sino que en la actualidad está presente en corrientes de moda como las “post-modernistas”, “discursivas”, “herme- néuticas”, “funcionalistas”, “teorías de la estructuración”, entre otras. A continuación se realiza una crítica del dualismo metodológico y sus fundamentos. Palabras clave: método, explicación, comprensión, razón, causa, dualismo, nomotético, ideográfico. Abstract Methodological debate about scientific explanation in the social theory has been historically domi- nated by the Myth that there exists a radical gap between the methods of social sciences and those of natural sciences. This Myth brings about a methodological dualism, which takes the form of concepts like: “nomothetic”, “ideographic”, “explanation” (Erklären), “comprehension” (Verstehen), “reason”, “cause”. These polar concepts have been used, nevertheless, as verbal magic to disguise lack of empi- rical rigor in the social field. The use of these notions is not a matter of the past, since nowadays they are in vogue in social theories like “postmodernism”, “hermeneutics”, “functionalism”, “theories of Structuration”, among others. Hereafter follows a critic of methodological dualism and its philosophi- cal fundaments. Keywords: method, explanation, comprehension, reason, cause, dualism, nomothetic, ideographic. * Facultad de Derecho, Cátedras de Filosofía del Derecho y de Derecho Penal, Universidad de Costa Rica Fecha de recibido: 17 de febrero 2006 / Fecha de aceptación: 25 de abril 2006 “El deseo que nos anima es muy simple: denunciar la impostura y la deshonestidad intelectuales, cualquiera que sea su procedencia.” A. Sokal / J. Bricmont • • Epígrafe tomado de la obra de Alan Sokal y Jean Bricmont [1999]: Imposturas Intelectuales, traducción de Joan Carles Guix, Editorial Paidós, Barcelona, Buenos Aires, México, p. 33.
  • 2. 52 Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 Mainor E. Salas Solís Desde el surgimiento de las ciencias sociales en los siglos XVIII y XIX se han generado allí tres dogmas fundamentales que, de una u otra forma, han influido enormemente en la praxis de la teoría social: el primero de estos dogmas expresa que, para el estudio de la sociedad, debe existir un método particular mediante el cual los expertos de estas discipli- nas lleven a cabo su trabajo; el segundo dogma postula que este método especial (algo así como una “receta mágica” para el estudio de la socie- dad) se diferencia, en aspectos primordiales, del método empleado por los científicos naturales; finalmente, el tercer dogma dice que entre el método propio de las ciencias sociales y el de las ciencias naturales existen grandes diferencias que deben ser respetadas para no violentar el objeto de estudio.1 Estos tres dogmas se conjugaron (en el plano epistemológico) de tal suerte que dieron origen al llamado dualismo metodológico.2 El dualismo metodológico consiste, básicamente, en la tesis de que la actividad científica se vale de diferentes reglas, según el tipo de fenómeno (objeto) que se quiera estudiar. De acuerdo con esta posición, resulta inadecuado que el método científico empleado por un físico, por un biólogo o por un ingeniero mecánico, sea también utili- zado por un sociólogo, un psicólogo o un jurista. La realidad social –por ser histórica, dialéctica y contradictoria– requiere, según este enfoque, de unos procedimientos sui generis para ser capta- da en su vasta complejidad. Es un error, por lo tanto, aplicar al estudio de los fenómenos huma- nos las mismas reglas de trabajo que se utilizan para estudiar un mineral o una célula. La socie- dad es mutable e impredecible, las leyes físicas no tanto; una roca no reacciona ante nuestros pronósticos y predicciones, una persona sí; un elemento químico tiene estas o aquellas propie- dades que pueden ser determinadas a priori con mucha exactitud; las propiedades de un grupo humano son emergentes y no pueden conocerse de antemano; las personas reaccionan frente a los intereses, las ideologías o las mentiras, las cosas físicas no. Todo esto hace que el universo de la realidad socio-histórica sea infinitamen- te más complejo y vasto que el de la realidad natural y que, por lo tanto, esté justificada una neta separación en sus respectivos protocolos investigativos.3 Hasta aquí la tesis esencial del dualismo metodológico. Ahora bien, para justificar esta dicotomía tajante entre las ciencias naturales y las ciencias sociales se han utilizado muy diversas estrate- gias argumentativas a lo largo de la historia de la Metodología. Estas estrategias consisten, en lo esencial, en el uso de ciertos topoi (conceptos) que defienden, de una u otra manera, el empleo de métodos distintos en el campo social y natu- ral. En lo sucesivo, estudiaremos críticamente4 algunas de estas estrategias que favorecen el 1 Para una discusión detallada de los problemas que se anuncian con estos tres dogmas, véase la obra clásica (lamentablemente no traducida al español) de Topitsch, E. [1980]: Logik der Sozialwissenschaften,10. edición, Verlagsgruppe Athenäum. Haim. Scriptor. Hanstein, Königstein/Ts., in toto. 2 Anunciando ya el surgimiento del dualismo metodo- lógico: Dilthey, W. [1966]: Introducción a las cien- cias del espíritu. Ensayo de una fundamentación del estudio de la sociedad y de la historia, traducción al castellano de Julián Marías, prólogo de José Ortega y Gasset, 2. edición, Revista de Occidente, Madrid, España. Siempre vale la pena leer al respecto los tra- bajos de Homans, G. [1967]: en especial, The Nature of Social Science, Harcourt, Bace & World, New York. Una discusión clara en: Bunge, M. [1999]: Buscar la filosofía en las ciencias sociales, trad. de Tziviah Aguilar Aks, Editores Siglo XXI, México, cap. 9. Para una discusión general véase Giddens, A., Turner, J., et. al. [2000]: La teoría social, hoy, trad. de Jesús Alborés, Alianza Universidad, Madrid. 3 Es interesante señalar el gran “parecido de familia” (Wittgenstein) que existe entre el dualismo metodoló- gico y lo que Karl Popper denominó el “historicismo”. Según esta última posición “the course of historical development is never shaped by theoretical construc- tions, however excellent, although such schemes might, admittedly, exert some influence, along with many other less rational (or even quite irrational) factors.” Vid. Popper, K. [1974]: The Poverty of Historicism, Routledge & Kegan Paul, Londres, p. 47. 4 El enfoque crítico que aquí se adopta justifica, al menos eso espero, lo relativo a las “consideraciones intempes- tivas” que se anuncian en el subtítulo. Hay que aclarar, empero, que el libro de Nietzsche, con ese nombre, no fue utilizado más que de inspiración.
  • 3. Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 53La explicación en las Ciencias Sociales... dualismo metodológico, y trataremos posterior- mente, de medir su consistencia lógica y rigor discursivo. El conflicto entre lo “nomotético” y lo “ideográfico” Una de las principales formas discursivas en que se introdujo el dualismo metodológico en el análisis científico de la sociedad consistió en postular una división tajante entre lo nomotético y lo ideográfico. Según este esquema, propues- to originalmente por el filósofo neokantiano Windelband y desarrollado por su discípulo Ric- kert, las ciencias naturales se basan en criterios universalizadores; es decir, en leyes (de allí el término “nomos”) que son aplicables de manera extensiva a una misma categoría de objetos ónti- cos; es decir, de fenómenos físicos. Por su parte, las disciplinas sociales e históricas son, funda- mentalmente, “ideográficas” en el tanto ellas buscan captar lo individual, lo biográfico y, por ende, lo irrepetible en el acontecer humano.5 Muchos de los argumentos a favor de esta dicotomía (que ha influido tanto en autores como Weber, Collinwood o Popper), se encuentran en la obra clásica de Heinrich Rickert: “Ciencia Cultural y Ciencia Natural”.6 Es allí donde este autor postula los elementos fundamentales para justificar metodológicamente la separación que aquí nos ocupa: a) La división refleja, según Rickert, el con- traste de intereses cognoscitivos que hay entre un científico natural y uno cultural. Si negásemos la distinción, negaríamos tam- bién, se dice, la diferencia de los intereses, lo cual es, a todas luces, absurdo. Siempre habrá individuos con gustos epistemológicos distintos: unos que se preocupan (y ocupan) de la realidad humana e histórica y otros de la realidad física. Ello será siempre así y no se ven razones por las cuales deba cambiar. b) Las ciencias naturales se valen de un método empírico (natural), mientras que las disci- plinas culturales emplean un método histó- rico. Lo característico del método natural radica en la pretensión de legalidad de sus preconceptos, es decir, en una validez generalizadora; mientras que lo propio del método histórico es su naturaleza singular o individualizadora. Tal y como dice Rickert: “La realidad se hace naturaleza cuando la consideramos con referencia a lo universal; se hace historia cuando la consideramos con referencia a lo particular e individual. Y, en concordancia con ello, quiero oponer al proceder generalizador de la ciencia natural el proceder individualizador de la historia.”7 c) Las ciencias naturales apelan, en su labor, al conocimiento puramente fáctico, mientras que lo social está también emparentado, en no raras ocasiones, con lo intuitivo. d) Las ciencias culturales operan sobre bases valorativas, “en oposición a la ciencia natu- ral, que es una investigación encaminada a descubrir las conexiones legales o de con- ceptos universales, sin preocuparse lo más mínimo de los valores culturales...”8 Creo que con este pequeño listado (que no es exhaustivo, por supuesto) quedará suficien- temente neta la distinción entre una disciplina nomotética y una ideográfica. Por lo demás, resulta claro que desde el nacimiento de este esquema hasta la fecha ha corrido mucha agua 5 Para una discusión actual del problema: Bunge, M. [1999]: Las ciencias sociales en discusión. Una pers- pectiva filosófica, traducción de Horacio Pons, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, Argentina, en especial las páginas 36-48, aunque con algunas tesis que nos pare- cen insostenibles (o al menos exageradas). Sigue siendo clásico el trabajo de Dilthey citado, así como la obra de Heinrich Rickert que se menciona en la siguiente nota al pie [No. 5]. 6 Rickert, H. [1965]: Ciencia Cultural y Ciencia Natural, traducido del alemán por Manuel García Morente, Espasa-Calpe S.A., cuarta edición, Madrid. 7 Ibid., p. 92. 8 Ibid., p. 131-132.
  • 4. 54 Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 Mainor E. Salas Solís54 bajo el puente. Hoy día no es posible sostener, sin reservas, que las ciencias naturales se basan solo en lo empírico, que allí no juega un papel la intuición o que los valores están al margen del conocimiento natural. Estas aseveraciones han sido, entretanto, descartadas como insuficientes o, en muchos casos, como ilusorias. Pero de esto nos encargaremos más adelante. Por ahora, vea- mos un segundo argumento que se utiliza a favor del dualismo metodológico. El conflicto entre el “erklären” (explicar) y el “verstehen” (comprender) Se ha dicho que las ciencias naturales explican los fenómenos, mientras que las cien- cias sociales los comprenden. La diferencia entre estos dos conceptos reposa en que, mientras en el primero se buscan las causas materiales (onto- lógicas) de un acontecimiento, en el segundo se buscan las razones del fenómeno en cuestión. La explicación apunta, por lo tanto, hacia las estructuras empírico-reales de la naturaleza, mientras que la comprensión hacia el significado social de esas estructuras para las comunidades humanas. De allí que la explicación suele ser una respuesta a la pregunta por qué; la comprensión a la pregunta cómo.9 Un ejemplo sencillo servirá para ilustrar mejor la diferencia entre ambos enfoques: Imaginemos que en una determinada comunidad se comete semanalmente una serie de homicidios violentos contra las mujeres. Un seguidor del esquema de la explicación tratará de encontrar una (o varias) hipótesis de trabajo que le permitan conocer las condiciones (cau- sas eficientes) por las cuales se han cometido esos delitos. Por ejemplo, podría asumir que los homicidios son explicables a partir del alto consumo de drogas que existe en la comuni- dad, o a partir de la pobreza extrema del sitio, u otras hipótesis semejantes. Sobre esta base, tratará de someter las hipótesis en cuestión a una validación empírica, investigando si hay una relación causa-efecto entre el consumo de drogas, la pobreza y la comisión de los críme- nes. Si no se estable tal correlación nomotética o legal, entonces la hipótesis será descartada como insuficiente o falsa. Lo que priva en estos casos, como puede fácilmente apreciarse, es la necesidad de falsar o confirmar fácticamente los enunciados universales adoptados por el científico. Es decir, en términos de Popper, se trata de postular teorías verdaderas sobre los hechos examinados.10 El esquema de explicación dominante en la actualidad, en el campo de la filosofía de la ciencia, es el propuesto por Carl Hempel y Paul Oppenheim.11 La explicación obedece, según este enfoque, a un modelo con la siguiente forma lógica: SI (se presentan ciertas circunstancias), ENTONCES (se producen ciertos efectos)12. Para comprender mejor el alcance de dicho modelo podemos ofrecer otro ejemplo: 9 Una posición crítica, catalogando la discusión como “falsa querella del método” en: Boudon, R. [1978]: Los métodos en Sociología, traducción de Amanda M. Forns de Gioia, Librería “El Ateneo” Editorial, Buenos Aires, et. al., en especial el primer capítulo. Igualmente puede consultarse los trabajos recogidos en el libro edi- tado por Borger, R., y Cioffi, F. [1970]: Explanation in the Behavioural Sciences, Cambridge University Press, Cambridge. 10 Sobre este procedimiento y el proceso de inducción que él lleva aparejado véase Popper, K. [1994]: Logik der Forschung, 10. edición, J.C.B. Mohr, Tübingen, en especial los capítulos 1-4 y 10. Para el análisis de ejemplos propios del Derecho (penal) véase la obra: Salas, Minor E. [2005]: Kritik des strafprozessualen Denkens. Rechtstheoretische Grundlagen einer (realis- tischen) Theorie des Strafverfahrens Verlag C.H. Beck, Munich, Alemania, en especial el parágrafo 1. 11 Véase el libro: Hempel, C., y Oppenheim, P. [1979]: La explicación científica. Estudios sobre la filosofía de la ciencia, traducción castellana de M. Frassineti de Gallo et al., Editorial Paidós, Buenos Aires, en especial la cuarta parte, páginas 233 y siguientes. 12 Por supuesto, se trata aquí de una presentación bastan- te simplificada del esquema de Hempel-Oppenheim. Más detalles se podrán encontrar en: Stegmüller, W. [1978]: Hauptströmungen der Gegenwartsphilosophie, Bd. I, S. 449 ff.; Opp, K.-D. [1970]: Methodologie der Sozialwissenschaften, Kap. II und VII y, finalmente, Hempel, C. y Oppenheim, P., en la obra citada en la nota al pie número 10 supra.
  • 5. Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 55La explicación en las Ciencias Sociales... Ejemplo: SI una persona enfrenta graves problemas finan- cieros y familiares, ENTONCES es probable que cometa ciertos delitos (por ejemplo hurtos).13 Esta primera parte del esquema (conocido como el „explanans“) se debe complementar con dos partes adicionales, a saber: con las condicio- nes marginales y con el llamado „explanandum“. El esquema completo de lo que es una teoría explicativa, en este sentido estricto de la teoría de las ciencias, sería, entonces, el siguiente: Esquema de explicación: 1. Teoría: SI una persona tiene graves proble- mas financieros y familiares, ENTONCES comete, con mayor frecuencia, ciertos deli- tos (por ejemplo hurtos). 2. Condiciones marginales: La persona X tiene graves problemas financieros y familiares. 3. Explanandum: La persona X cometió un delito de hurto. Por supuesto, en este trabajo no es posible profundizar en todos los detalles y problemas particulares de este esquema.14 Baste únicamen- te con observar que una explicación, en este sen- tido específico, ofrece un modelo metodológico para la dilucidación analítica de los fenómenos sociales a partir de su validación empírica. Ade- más, no hay que olvidar que, si bien es cierto el esquema de Hempel-Oppenheim goza de prefe- rencia en el ámbito científico, este no excluye otros tipos de explicación (que no se ajusten exactamente a lo postulado por esos autores). Por su parte, un seguidor de la “verste- hen” (comprensión) verá las cosas muy distintas a como se ha expuesto. Argumentará que las hipótesis empíricas postuladas por el defensor de los métodos explicativos no son suficientes para entender el fenómeno social de la delincuencia. Considerará que es necesario ir mucho más allá de las causas puramente materiales o empíricas, e incluso, es probable que califique al partidario de la “erklären” (explicación) como un reduc- cionista metodológico.15 Para una comprensión profunda de lo sucedido, dirá, es pertinente acu- dir a otros baremos, en especial, al sentido que tienen los delitos para la comunidad estudiada, a la experiencia subjetiva de quien cometió el delito, al significado psicológico profundo del homicidio para el ser humano, etc. El conflicto entre “razón” y “causa” El tercer y último binomio conceptual que se utiliza para justificar el dualismo meto- dológico está dado por las nociones de causa y de razón. Se dice que en las ciencias naturales es posible (y deseable) localizar las “causas” materiales de los fenómenos: “Felix, qui potuit rerum cognoscere causam”; mientras que en las ciencias sociales hay que conformarse con las “razones” que existen para adoptar una decisión determinada. Dado que la conducta humana, en especial la acción social, no está sujeta a patrones puramente físicos o mecánicos, entonces resulta ilusorio encontrar siempre las causas subyacentes a cualquier evento. Lo pertinente es entender la conducta sobre la base de los motivos (expresos o no) que se ofrezcan para su ejecución.16 El concepto de razón está relacionado (a diferencia de lo que sucede con la noción de causa) con el fenómeno de la justificación. Por lo tanto, cuando se le pide a una persona que ofrez- ca las razones por las cuales actuó de una cierta manera, lo que estamos haciendo es, en realidad, 13 Aquí es importante tener en cuenta la forma lógica de la teoría y no necesariamente su contenido de verdad. 14 Para mayores detalles, véase la obra de Opp, K.D., citada supra [nota al pie número 11], en especial el capítulo I. 15 Respecto a la objeción del “reduccionismo metodoló- gico” véase la clásica disputa entre Jürgen Habermas y Hans Albert, recogida en: Adorno, Th., Albert, H., et.al. [1993]: Der Positivismusstreit in der deutschen Soziologie, Deutscher Taschenbuch Verlag, Hamburg. 16 Consúltese el esclarecedor ensayo de Stephen Toulmin, “Reasons and Causes”, en la obra de Borger/ Cioffi ya citada en la nota al pie número 8, a partir de la página 1.
  • 6. 56 Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 Mainor E. Salas Solís56 solicitándole que justifique su conducta. Esta justificación opera, por lo general, sobre bases morales, religiosas, éticas o ideológicas en general y no sobre elementos puramente físi- co-naturales. Así, por ejemplo, si se le solicita a un creyente que nos diga por qué asiste a Misa, es probable que nos llame la atención sobre sus convicciones religiosas, sobre sus tradiciones familiares o sobre las creencias de su círculo cultural. Resultaría inusual una respuesta en el sentido de que sus visitas a la iglesia obedecen a un desbalance neuronal, a un desequilibrio bioquímico o alguna otra causa de índole fisiológica. De allí –concluyen muchos teóricos de las ciencias sociales partidarios de la “verstehen” y de lo ideográfico– que la comprensión de los fenómenos humanos es imposible si no se toman en cuenta las motivaciones (no siempre racio- nales) que subyacen a la conducta. Una acción social no es solo un conjunto de causas y efectos mecánicos, sino un agregado de sentido (sim- bólico), cuya base está dada por las creencias, las convicciones y los valores de los individuos particulares. Estos han sido, pues, los argumentos más comunes que se ofrecen como apoyo al dua- lismo metodológico. Ahora bien: ¿Qué pensar al respecto? ¿Es defendible, desde el punto de vista epistemológico, la distinción entre ciencias “nomotéticas” e “ideográficas”, entre “expli- cación” y “comprensión” o entre “razón” y “causa”? ¿O se trata todo ello de una impos- tura intelectual, de un falso planteamiento del problema? De estas preguntas nos ocuparemos seguidamente. Críticas al planteamiento dualista Procedamos, acto seguido, a presentar nuestro punto de vista respecto al problema planteado, así como respecto a las distinciones que se han hecho. Punto de partida. Cualquier debate en torno al concepto de “explicación” en las ciencias sociales debe partir, desde nuestro punto de vista, de la siguiente idea básica: Qué se acepte como una “explicación cien- tífica” en una disciplina determinada (no importa si esta es “natural” o “social”), depende, final- mente, de los valores en juego del investigador. De allí que, y sin necesidad de recurrir a redun- dancias o tautologías inútiles, se puede decir que una “explicación” es aquello que se admite como una “explicación” en la comunidad respectiva.17 Un debate (racional) sobre cualquier tema solo es posible para aquellos que acepten un conjunto de postulados lógicos, epistemológicos y, sobre todo, axiológicos iguales o similares. De no aceptarse dichos postulados, entonces cualquier discusión al respecto es literalmente imposible. En este caso, no hay nada que discutir y nos encontramos ante tesis inconmensurables, o sea, ante un diá- logo de sordos. Así, por ejemplo, si una persona insiste (en virtud de sus convicciones religiosas básicas) que la cura a su enfermedad terminal se debe a un “milagro de Dios” y no a las interven- ciones de la ciencia médica, entonces NO habrá explicación racional que valga. Su “explicación” será siempre la de los milagros. En este supuesto, los marcos de referencia (tanto cognitivos como vitales) resultan incompatibles en virtud de las visiones de mundo que sustentan los participan- tes del debate. Aquí se da, tal y como lo expuso Thomas Kuhn, una “inconmensurabilidad” radi- cal en las teorías defendidas, lo que significa, a la postre, la imposibilidad de una comunicación horizontal y productiva. En fin: las explicaciones científicas solo son aceptadas como tales por aquellos que creen en la ciencia. Para quienes adoren a otras deidades, no habrá templos, ni oraciones, ni san- tuarios, pero tampoco laboratorios científicos que logren mermar su incredulidad. Tal y como sabiamente sostenía F. Waismann: “El descon- suelo del corazón no ha de ser jamás acallado por la lógica”.18 Esto no significa, por supuesto, 17 Quien me llamó la atención sobre este hecho, muy elemental pero frecuentemente olvidado y de una gran importancia práctica, fue el Profesor E. P. Haba. 18 F. Waismann [1968], en su extraordinario artículo: “How I See Philosophie”, en la obra con el mismo título, editor R. Harré, Editorial Macmillan, New York, página 13. Trad. M.E.S.
  • 7. Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 57La explicación en las Ciencias Sociales... que cualquier explicación sea igualmente válida. Una cosa es el derecho (fe) a creer y otra cosa dis- tinta es pretender que nuestra creencia se ajuste a la realidad del mundo. Un hombre de ciencia no tiene por qué rechazar a priori las creencias que no concuerden con sus esquemas, pero tampoco tiene por qué aceptar acríticamente aquellos postulados que contradigan, de manera abierta, todas las evidencias empíricas y los hechos cono- cidos hasta ese momento. Estrategia de inmunización Lo más grave de postular una tajante dico- tomía entre la ciencia social y la ciencia natural radica en que quien no acepte este dualismo (por ejemplo, porque considera que para ambos casos los métodos son básicamente los mismos) es considerado como un “positivista” que quiere reducir lo social a la física, según el mejor estilo de Comte.19 El discurso del dualismo metodo- lógico puede servir, pues, como un “expediente de inmunización” (Albert)20 para desestimar, a priori, cualquier tipo de crítica o, peor aún, para justificar la falta de rigor, la charlatanería y la ignorancia de las evidencias empíricas. No es inusual, así, que quienes predican unos ciertos “métodos” muy especiales (herme- néuticos, dialécticos, post-estructuralistas) para las ciencias sociales, sean los mismos que se cobijan bajo los mantos de una jerga incompren- sible o bajo la negativa a discutir abiertamente sus postulados epistemológicos. Son ellos quie- nes, precisamente, consideran que pueden hacer teoría social sin tomar en cuenta la realidad o sin acercarse a las evidencias fácticas; es decir, que se puede hacer ciencia desde un “inmaculado cielo de los conceptos” (R. von Jhering). Función ideológica: En tercer lugar, es nece- sario señalar que el dualismo metodológico cumple, visto bien el problema, una doble función (ideológica): Por un lado, legitima la especialización del saber y con ello la consecuente división gre- mial del trabajo, lo que conduce a una justifica- ción de ciertos grupos de poder académicos: los “gurus intelectuales” y su séquito de aduladores y falsos profetas. Es claro que si para el análisis de un problema social se requiere un conjunto de conocimientos sui generis, entonces es necesario que existan personas que dominen precisamente esos conocimientos. Estos serán los legitimados (y autorizados) para decidir cuándo se han res- petado los “juegos del lenguaje” (Wittgenstein) admitidos en la disciplina y cuándo un miembro de esa comunidad se encuentra acreditado para ejercer la profesión respectiva. Esta función, pro- pia de la sociología de las profesiones, no es del todo irrelevante, pues ella viene, en la práctica cotidiana del saber, a determinar, en una gran medida, la difusión, la relevancia o la aceptación que tenga una concepción teorética en el mundo académico respectivo.21 La defensa de una espe- cialización metodológica, es decir, la afirma- ción de que el ejercicio de las ciencias sociales requiere, necesariamente, de unos conocimientos especializados (que solo pueden ser ejecutados por una casta sacerdotal entrenada) garantiza un puesto de trabajo, o al menos un mercado laboral abierto. En definitiva: la praxis del conocimiento está aquí sujeta a las condiciones materiales e ideológicas de su reproducción mercantil. Pero, por otro lado, y esto también es importante, el dualismo metodológico tiene como función (al menos latente) soslayar la falta de rigor e incluso ocultar la charlatanería en el planteamiento de hipótesis de trabajo. Si yo no me encuentro obligado a confutar empíricamente mis afirmaciones y si, por otra parte, tampoco 19 Véase el ilustrativo caso de Habermas y su calificación de Popper y Albert como “reduccionistas”, “panfle- teros” y “positivistas”, en: Adorno, Th., Albert, H., et.al. [1993]: Der Positivismusstreit in der deutschen Soziologie, Deutscher Taschenbuch Verlag, Hamburg. 20 Respecto al importante tema de los “expedientes o estrategias de inmunización” hay que consultar sobre todo a Albert, H. [2000]: "Wissen, Glaube und Heilsgewissheit",recogidoen:KritischerRationalismus. Vier Kapitel zur Kritik illusionären Denkens, UTB für Wissenschaft, Tübingen, pp. 138 y ss. 21 Respecto al tema, se puede consultar: MacDonald, K. [1999]: The Sociology of the Professions, Sage Publications, Londres et al.
  • 8. 58 Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 Mainor E. Salas Solís mis colegas se interesan por ello (pues les basta algunos planteamientos supergenerales sobre la “cultura” o sobre la “postmodernidad”), entonces las puertas se encuentran abiertas para defender los más descabellados planteamientos.22 Tal y como certeramente lo han denunciado Alan Sokal y Jean Bricmont, detrás de algunos plan- teamientos “relativistas” de la teoría social con- temporánea, acechan, en no raras ocasiones, ver- daderas “imposturas intelectuales”. “Cuando se combina el olvido de lo empírico con una buena dosis de dogmatismo cientificista, se suele caer en las peores lucubraciones...”23 Ausencia de un criterio (o método) único: En último lugar, es necesario tener presente que en la investigación científica NO existen –contrario a lo que predican algunos de los gurus de la ciencia social– unos criterios de distinción definitivos. Pretender que haya una fórmula mágica (llámesele “verifica- ción”, al estilo del positivismo lógico, “falsa- ción”, al estilo de Popper o “explicación”, a lo Hempel) para dividir el terreno de lo his- tórico del de lo físico es ilusorio. Lo anterior no implica, claro está, que conceptos como “explicación” y “comprensión” o “causa” y “razón” no posean una cierta utilidad heurística. De hecho, la tienen. Lo que no se puede aceptar es que estas nociones sean absolutizadas. Un poco de información –y sobre todo de honradez intelectual– bastará para darse cuenta de que, prácticamente en ninguna cuestión humana, existe “la” piedra filosofal que permita resolver todos los enigmas. Si analizamos con cuidado, por ejemplo, el tema de la explicación y la comprensión nos percataremos de que hay ámbitos, o sea, problemas específicos, en los que la explicación es mucho más factible que en otros y, por su parte, hay problemas en los cuales no es posible una explicación causal, resultando necesario, por ende, valerse de argumentos comprensivos. En definitiva: todo depende de los casos o problemas concretos que se encuentren bajo nuestro estudio. No es conveniente incurrir en las típicas “falacias del todo” y en las falsas generalizaciones, propias de algunas corrientes “holistas” de la sociología. Así, es probable que en lo que atañe a las cuestiones históricas (¿por qué Alemania invadió Rusia durante la II Guerra Mundial? o ¿por qué Julio César cruzó el Rubicón en el 49 A.C.?) no se puedan encontrar con facilitad “causas” o “explicaciones” en el sentido de las ciencias natu- rales. Sin embargo, y esto es lo fundamental, ello no significa que las causas o las explicaciones naturalistas no tengan validez en otros ámbitos de las ciencias sociales y que sean allí plenamen- te posibles. Por ejemplo, hoy día es más o menos aceptado de que determinados factores fisioló- gicos (determinables médica- y químicamente) juegan un papel en ciertas formas de agresión y, por lo tanto, en la comisión de ciertos delitos. Sería absurdo que el Derecho o la Sociología criminal cerrara las puertas a este tipo de datos por mera pureza metodológica, indicando que en estas disciplinas están vedadas las explicaciones y que hay que aspirar a la comprensión. Conclusiones La clásica distinción entre los métodos de las ciencias naturales y los de las ciencias sociales es artificial. Se trata de un pseudo-problema. No hay que dejarse aquí marear por las modas o los esquemas metodológicos “facilistas y simplifi- cadores de distinta ralea. Esta separación puede inducirnos a errores e incluso a engaños. Detrás del pretendido “dualismo metodológico” (con sus estrategias argumentativas) pueden esconderse muchas cosas: una ideología gremial que propi- cia las elites intelectuales de poder, una falta de rigor en lo relativo a la constatación empírica de los postulados básicos de la disciplina, una poca seriedad en cuanto las exigencias con que se uti- liza el lenguaje científico o, incluso, al decir de 22 Estas situaciones las denunciaba Andreski muchos años atrás, vid: Andreski, S. [1974]: Die Hexenmeister der Sozialwissenschaften. Missbrauch, Mode und Manipulation einer Wissenschaft, List Verlag, Munich. 23 Sokal, A., Bricmont, J., op.cit., p. 211.
  • 9. Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 59La explicación en las Ciencias Sociales... Sokal y Bricmont, una buena dosis de “impostura intelectual”. No existe, pues, en la ciencia social [o natural] un "punto arquimédico del conocimien- to” (Albert); es decir, una base única y segura para comprender los distintos fenómenos, ello puesto que el científico capta únicamente parce- las del mundo mediante procesos muy complejos de selección. Presuponer una unidad ontológica subyacente que pueda ser capturada mediante la explicación científica es el resultado de un prejui- cio racionalista. Dicha “unidad del mundo” refle- ja más que todo el carácter sintetizador y, por qué no, mitológico de nuestra conciencia, mas no el estatuto empírico de la realidad. Tal y como decía hermosamente William Blake: “Menos que Todo no puede satisfacer al hombre”.24 El científico tendrá que enfrentarse, empero, quiéralo o no, con un universo fragmentario, contingente, discontinuo y, en muchas ocasiones, arbitrario y azaroso. De allí que la búsqueda de un instrumento teorético que genere una síntesis total (llámesele “explicación” o “comprensión”) es producto más de sus deseos, de su afectividad existencial, que de las evidencias fácticas que se le presentan. La llamada “explicación científica” es, por lo dicho, una mezcla indisoluble de hecho y valor, de conocimiento y creencia. Solo quienes comparten un sistema axiológico o una visión de mundo similares, es decir, quienes cultivan una misma “forma de vida”, al decir de Wittgenstein, están en capacidad de aceptar la legitimidad epistemológica de la explicación y de recorrer así su estatuto científico. Para quien no acepte esas mismas premisas, es decir, para aquellos que manejan “gramáticas” diferentes de inter- pretación del mundo, no habrá tal “explicación” ni puede ser catalogada como “científica”. Él se adscribirá, probablemente, más a la sentencia de Oscar Wilde: “La ciencia es la historia de las religiones muertas.” 25' Bibliografía Adorno, Th.y H. Albert, [1993]. Der Positivismusstreit in der deutschen Soziologie,DeutscherTaschenbuchVerlag, Hamburg. Albert, H. 2000. "Wissen, Glaube und Heilsgewissheit", recogido en: Kritischer Rationalismus. Vier Kapitel zur Kritik illu- sionären Denkens, UTB für Wissenschaft, Tübingen, pp. 138 y ss. Andreski, S. 1974. Die Hexenmeister der Sozialwissenschaften. Missbrauch, Mode und Manipulation einer Wissenschaft, List Verlag, Munich. Borger, R. y F. Cioffi, 1970. Explanation in the Behavioural Sciences, Cambridge University Press, Cambridge. Boudon, R. 1978. Los métodos en Sociología, traducción de Amanda M. Forns de Gioia, Librería “El Ateneo” Editorial, Buenos Aires, et. al. Bunge, M. 1999. Buscar la filosofía en las cien- cias sociales, trad. de Tziviah Aguilar Aks, Editores Siglo XXI, México. Bunge, M. 1999. Las ciencias sociales en dis- cusión. Una perspectiva filosófica, traducción de Horacio Pons, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, Argentina. Dilthey, W. 1966. Introducción a las ciencias del espíritu. Ensayo de una fundamentación del estudio de la sociedad y de la historia, trad. de Julián Marías, prólogo de José Ortega y Gasset, 2. edición, Revista de Occidente, Madrid, España. Giddens, A., J. Turner, et al. 2000. La teo- ría social, hoy, trad. de Jesús Alborés, Alianza Universidad, Madrid. Hempel, C. 1979. La explicación científica. Estudios sobre la filosofía de la ciencia, 24 Citado en Kolakowski, L. [1974]: Die Gegenwärtigkeit des Mitos, R. Piper & Co. Verlag, Munich, p. 11. 25 Citado en Strich, M., y Hossfeld, P. [1985]: Wissenschaft im Zitat, Verlag Werner Dausien Hanau, Leipzig, p. 19, trad. del autor.
  • 10. 60 Rev. Reflexiones 84 (2): 51-60, ISSN: 1021-1209 / 2005 Mainor E. Salas Solís traducción castellana de M. Frassineti de Gallo et al., Editorial Paidós, Buenos Aires. Homans, G. 1967. The Nature of Social Science, Harcourt, Bace & World, New York. Kolakowski, L. 1974. Die Gegenwärtigkeit des Mythos, R. Piper & Co. Verlag, Munich. MacDonald, K. 1999. The Sociology of the Professions, Sage Publications, Londres et al. Opp, K.-D. 1970. Methodologie der Sozialwissenschaften. Einführung in Probleme ihrer Theoriebildung, Rowolt, Hamburg. Popper, K. 1974. The Poverty of Historicism, Routledge & Kegan Paul, Londres. Popper, K. 1994. Logik der Forschung, 10. edi- ción, J.C.B. Mohr, Tübingen. Rickert, H. 1965. Ciencia Cultural y Ciencia Natural, traducido del alemán por Manuel García Morente, Espasa-Calpe S.A., cuar- ta edición, Madrid. Salas, M. E. 2005. Kritik des strafprozes- sualen Denkens. Rechtstheoretische Grundlagen einer (realistischen) Theorie des Strafverfahrens, Verlag C.H. Beck, Munich, Alemania. Sokal, A. y J. Bricmont, 1999. Imposturas Intelectuales, traducción de Joan Carles Guix, Editorial Paidós, Barcelona, Buenos Aires, México. Stegmüller, W. 1978. Hauptströmungen der Gegenwartsphilosophie, Tomos I y II, Alfred Kröner Verlag, Stuttgart. Strich, M., y P. Hossfeld, [1985]: Wissenschaft im Zitat, Verlag Werner Dausien Hanau, Leipzig. Topitsch,E.1980.LogikderSozialwissenschaften, editada por Ernst Topitsch, 10. edición, Verlagsgruppe Athenäum. Haim. Scriptor. Hanstein, Königstein/Ts. Waismann, F. 1968. “How I See Philosophie”, en la obra con el mismo título, editor R. Harré, Editorial Macmillan, New York.