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Uno
Una nueva regla


Había pasado ya una semana desde que Lorena robo el frasco
“Incitación” del cuarto de Ana, su mejor amiga. Después de pedir su
primer deseo, el nuevo cambio era un éxito, parecía que las cosas
para Lorena por fin irían bien. Quizá desear un cambio físico y
atraer a los chicos fue lo mejor que pudo desear. Aquel chico con
quien pasó en frente de aquella cafetería, llamado Jorge, un chico
atlético, no significaba nada para Lorena. Solo fue un choque y
fuga, solo quería probar si en verdad el genio podía hacer cumplir
sus deseos.


Entonces Lorena abrió el frasco y entre un humo espeso salio un
geniecito verde de aquel frasco tan raro:


- Si que es duro estar hay adentro, ya tan solo me faltan 1 001
deseos más y conseguiré ser un elfo - dijo el genio estirándose un
poco - Y tú, ¿como vas? - agregó.
- De maravilla, ¡en verdad tienes poderes! - dijo Lorena con una
gran sonrisa.
- Y ¿ya pensaste tu segundo deseo? Recuerda las reglas ¡eh!, que
no debes hablarle a nadie de mí, que tus deseos deben ser claros y
hay uno nuevo, que...
- Si, si, si, lo que digas. Y no hables mucho que me aburre tu voz
tan chillona.
- Si tú lo dices.
- Y no, aun no he pensado mi segundo deseo, es que este deseo es
perfecto y lo haré durar.
- Lo mismo pensó mi antigua ama - susurró el genio.
- ¿Cómo? - preguntó Lorena, que no alcanzó a oír lo que el genio
dijo.
- No, nada, nada.
- Mejor escóndete no quiero que mi padre te vea. Últimamente anda
muy mal desde que se fue mi madre, no lo ha podido superar y solo
para borracho.
- Lo siento mucho - dijo el genio, que con un chasquido se metió de
nuevo al frasco.


Olvidando penas, Lorena se paró frente al espejo muy pensativa.
Tenía muy en claro para que quería ese deseo y era solo para
conquistar a Carlos, pero había un problema, Ana, ¿que pensaría
de ella si se vuelve a aparecer por su casa preguntando por su
hermano?, o peor aún, si lo ve con su hermano. Pensará que soy
una hipócrita, se decía Lorena frente al espejo.




                                Dos
Una cita especial

Pasó poco rato. Entonces sonó el teléfono y Lorena con cierto
temor contestó.


- Aló
- ¿Lorena eres tú?
- Si ella habla.
- ¡Lorena!, habla Ana.
- A...a...na - tartamudeó Lorena, un poco asustada por lo que le iba
a decir.
- ¿Por qué no me has llamado? Ah pasado una semana que no nos
vemos
- Aaaahhhhh......
- Bueno no importa, quería saber si tienes tiempo para salir a tomar
un café, iré con Juan y mi hermano. ¿Te animas o no?
- No sé - dijo Lorena más calmada, pues acababa de comprobar de
que Ana había olvidado lo del frasco o que no le importaba - Acepto
ir.
- Bien, nos veremos mañana a las cinco de la tarde, en el café de
siempre
- Nos vemos entonces.


Lorena colgó y la esperanza de conquistar a Carlos renació. Ahora
tenía que ir a estudiar y su padre no llegaba, como siempre. Dejó
una nota, la dobló, la puso sobre la mesa al alcance de la vista de
cualquiera y se fue.
                               Tres
Problemas que separan

Al volver ya de noche, tropezó con una botella de licor en la entrada
de su casa, entró y vio la nota aún doblada sobre la mesa. No le
importa nada, ni siquiera en donde estoy, que haré con él. Entonces
apareció su padre agarrándose de las paredes porque aún estaba
mareado.


- Perdóname hija no se lo que hago, debes comprenderme.
- Es que siempre es lo mismo. A veces quisiera aquí a mi madre,
pero ya no nos quiere, y ni siquiera un genio la haría cambiar de
opinión.
- ¿Cómo?
- Lo que quiero que entiendas es que me haces sufrir con tu
indiferencia - cambió de tema Lorena.
- Es que, a veces me recuerdas a tu......
- ¿A mi madre?, ¿Acaso eso ibas a decir? Mi madre quizá alguna
vez nos quiso, pero quien en realidad la alejó de nosotros fuiste tú y
tu vicio al licor - dijo Lorena, que con furia, agarró la botella y la
arrojó contra la pared, al instante esta se rompió. Entonces subió a
su cuarto rápidamente y se encerró, se metió en su cama y unas
lágrimas se desprendieron de su rostro. Ya no sabía en quien
confiar. Ciertamente el licor destruía su pequeño hogar.
A la mañana siguiente su padre le toco la puerta, pero Lorena
estaba muy resentida y no le abrió, solo esperó a que se fuera a
trabajar, para por fin abrir su puerta.
                                 Cuatro
Café, peleas y más problemas


Se acordó entonces de su cita en el café, así que comenzó a
alistarse primero escogiendo su ropa, luego planchándola hasta que
no le quede ninguna arrugadita, cuidando como siempre de
cualquier imperfección. Entonces sonó el teléfono.


- ¡Hola Lorena soy Jorge!
- ¿Jorge?, pero ¿Cómo conseguiste mi número?
- Eso no importa, te llamó para suplicarte que volvamos.
- Estas loco.
- Pero loco por ti - insistió Jorge - No se que me pasa, pero me
siento atraído por ti, no puedo vivir sin ti. Te encontraré, y seremos
felices....


Entonces Lorena colgó un poco confundida. Volvió entonces a
sonar el teléfono. Pero Lorena no contestó. Aquel ruido se volvía
insoportable, el teléfono timbró diez largos minutos y luego se
calmó.


Lorena no le dio importancia y ya siendo las cinco y cuarenta se
apuro en salir. Pasando por su sala divisó en la mesa una nota.
Quizá es de mi padre - pensó Lorena - no la leeré, no me importa,
así como no le importo. Y con esas se fue.
Llegó y allí estaban sentados Ana, Juan y Carlos, justo en medio del
café. Lorena llevaba una ropa muy sexy. Y ni siquiera puso un pie
en el café para que todos los hombres voltearan a verla. Las
miradas la avergonzaron un poco y con cierta timidez se acercó a la
mesa y Ana la recibió.


- Hola Lorena, pensé que no venias, vamos siéntate.


Había un solo asiento libre, el que estaba justo entre Carlos y Juan.
A Lorena se le veía confiada, confiada en que su deseo le
funcionaría. Entonces pidieron unos cafés.


- Estás muy bonita - dijo Carlos a Lorena
- Gracias - dijo Lorena con una sonrisa coqueta.


Así pasaron un rato entre halagos y sonrisitas. Carlos se estaba
enamorando de Lorena. Pero al parecer Juan también había
quedado deslumbrado por la reciente belleza de Lorena y al igual
que Carlos la silla de Juan se acercaba hacia Lorena poco a poco.
Entonces Ana cortó aquella situación.


- Juan ¿me acompañas a la barra, por favor? - dijo Ana, tratando de
dejar a la parejita a solas.
- Está bien - respondió Juan, no muy feliz de alejarse de Lorena.


Estando a solas.
- Lorena, esto lo que siento es algo muy fuerte, algo mágico.
- Y si que lo es - dijo Lorena, recordando al genio.
- Me gustas mucho - dijo Carlos elevando su mano hacia el rostro
de Lorena, quien cerró los ojos y se dejó llevar, acercaron sus
labios, y un eterno beso se produjo entre ellos. En ese momento las
miradas acosadoras de todos en la cafetería, hasta incluso la de
Juan, desaparecieron para Lorena, que no podía pensar en otra
cosa que en Carlos.


Entonces aquel casi eterno besó se cortó cuando de pronto Carlos
quedo tendido en el suelo. Lorena de un salto se puso de pie. Y
cuando alzó la cara lo vio, era él.


- Jorge, ¿pero qué haces aquí?
- Te dije que te encontraría, no puedo creer que me cambies por
este, piénsalo Lorena, nacimos para estar juntos - dijo Jorge con un
tono obsesivo - yo te amo.
- ¿Quién es este tipo? - preguntó Carlos levantándose del suelo.
- Soy Jorge, su novio.
- Eso no es cierto - dijo Lorena.
- No me niegues.
- Cállate - dijo muy molestó Carlos, que le propinó un golpe a Jorge
en la boca.


Entonces comenzaron a pelearse Ana y Juan que no estaban muy
lejos se acercaron. Juan trató de separarlos, vinieron entonces los
de seguridad y los separaron. Sacaron a Jorge por haber iniciado la
pelea y a los cuatro los dejaron quedarse en el café. Entonces se
sentaron Ana, Juan, Lorena y Carlos en su mesa, un silencio
profundo invadió la mesa hasta que Lorena se paró - Con permiso -
y se dirigió al baño.
Al salir Lorena del baño, vio a Juan en frente de ella, al parecer la
estaba esperando, Lorena camino de frente tratando de ignorarlo,
Pero no pudo porque Juan le cerró el pase.


- ¿Qué pasa Juan? - preguntó Lorena inocentemente.
- Que, ¿no te das cuenta?
- ¿Cuenta?, ¿de qué?
- Me gustas Lorena, creo que fue un amor a primera vista.
- Pero y Ana.
- A quién le importa Ana


Entones Juan acaricio su pelo y la besó. Lorena quedó inmóvil, no
supo que hacer y de la nada empujó a Juan, miró hacia un costado
y allí estaba Ana, parada y pasmada. Lorena supo que su deseo se
había salido de control.


- A...a...a...ana, este.......yo - tartamudeo Lorena


Entonces Lorena no vio otra salida sino que irse de ese lugar. Se
dirigió a la mesa, donde estaba Carlos sentado, tomo su cartera y
se fue. Cuando Lorena llegó a salir del café escuchó - ¡Te amo
Lorena! - Y Lorena no llegó a distinguir si fue Carlos, Juan o algún
cliente del Café.
Cinco


             Un irremediable deseo


Llegó a su casa con lágrimas en la cara, no sabía que hacer.
Lorena subió a su cuarto, y se encerró. No quería saber de nadie,
entonces abrió el frasquito de quinqué y en un espiral de humo salió
el geniecillo.


- ¿Ya pensaste tu segundo deseo? - dijo el genio de muy buen
humor.
- No, todavía - dijo Lorena que aun lloraba
- ¿Y para qué me llamaste?
- Es que el deseo no funcionó, todo esta fuera de control, ¡Vamos
genio, ayúdame!


El padre que estaba cerca, escuchó sus llantos y gritos de Lorena.


- ¿Estás bien hija? - dijo el padre a punto de abrir la puerta del
cuarto de Lorena, pero no pudo porque Lorena hay mismo le hecho
seguro a su puerta - Abre hijita.
- ¿Acaso ahora te importo?
- Siempre me has importado.
- Eso es lo que crees - dijo Lorena que no controlaba su llanto y la
furia que sentía por que las cosas le habían salido mal.
Lorena tenía miedo de presentarse ante su papá, en parte por
temor a que el deseo lo afecte. Aunque hasta entonces no había
pasado nada, pero con el genio nunca se sabía. Pero su padre le
insistía tanto, en verdad se había preocupado. A Lorena le hacía
falta un consejo de madre.


Entonces Lorena se sintió tan ofuscada por lo del Café, que dijo, sin
percatarse de que el genio aún estaba fuera de la botella –
Desearía que mi padre desaparezca para siempre y me deje sola.
El genio dio un chasquido y se metió de nuevo al frasco. De pronto
quedo en silencio la casa. Lorena quedó pasmada, arrepentida de
lo que acababa de decir. Abrió entonces la puerta, miró hacia fuera
y no encontró a nadie, rápidamente abrió el frasco y salió el genio.


- Espero que me saques para tu tercer deseo - dijo el genio con
gran soltura.
- ¡Devuélveme a mi padre!
- No puedo, ni siquiera tu tercer deseo puede romper lo que acabas
de decir.
- Pero porque.
- Esta en tu contrató.
- ¿Qué contrato, no firme nada?
- Pues lo firmaste cuando pediste tu primer deseo. Hay dice que
tienes derecho a tres deseos, que deben ser claros, que no debes
mencionarle a nadie de mí y que en tus deseos no debes mencionar
las palabras: nunca, jamás, para siempre o por la eternidad, porque
sino el deseo es casi imposible de romper. Eso es nuevo, te gusta o
no.
- Déjate de bromas. Entonces, ¿hay una solución?
- Si, pero es muy difícil, debes encontrar el deseo perfecto - y
diciendo esto, el genio se disolvió y se metió de nuevo al frasco


Lorena, salió a caminar un rato, tratando de calmarse un poco,
tratando de calmar su pena, porque todo le salía mal y no debía
fallar en su último deseo. Sin darse cuenta, terminó en frente de la
casa de Ana, se paro frente a ella, se dispuso a tocar la puerta; pero
ya no había sentido en disculparse. Retrocedió y siguió su caminó
cabizbaja. Entonces de repente sintió un empujón.


- Hola Carlos - suspiró Lorena - disculpa no te vi.
- Hola Lorena - respondió él, saludó tajantemente y sin nada más
que decir se metió a la casa de Ana.


A Carlos ya no le interesaba Lorena, pues ya se había anulado su
primer deseo. Todo ese amor solo fue una farsa y Lorena ya lo
había entendido.
Seis


         Un deseo a la perfección



Entonces regresó a su casa cerca de los ocho de la noche. Vio la
nota aún sobre la mesa, la de su padre, se acercó a ella la
desenvolvió y comenzó a leer:


Hijita sé que no soy el mejor padre del mundo, pero trato de
serlo, debes comprender mi dolor. Si últimamente te he
descuidado, pues te pido perdón, por el amor de padre que te
tengo dejaré el vicio, me esforzaré.


Entonces Lorena cayó en llanto y se acordó cuando le quiso hablar
pero no le escuchó. Entonces siguió leyendo:


Hija, a veces quisiera retroceder el tiempo, y evitar cosas, para
que nada de lo que este pasando ahora, en realidad no
estuvieran pasando...


Entonces Lorena soltó la nota, se secó las lágrimas y se fue
corriendo a su cuarto. Rápidamente ubicó aquel frasco de nombre
“Incitación” y lo abrió. Entonces salió un humo espeso y entre esto
una pequeña sombra, el humo se disipó y el geniecillo se hizo notar.


- Espero que hayas pensado bien tu deseo.
- Si, ya lo tengo - afirmó Lorena.
- Bien, ¿y cuál es?
- Deseo que Ana nunca hubiera obtenido el frasco de forma de
quinqué de nombre “Incitación”.
- Bien dicho - dijo el genio


Entonces el genio alzó sus manos y dio una palmada. Enseguida
una luz enceguecedora nació del frasco y todo empezó a dar
vueltas tan rápido que ya no se distinguían las cosas.


De repente Lorena apareció sentada en la sala de su casa. Empezó
a buscar a su padre por todos lados. Cuando de pronto se abrió la
puerta.


- ¡Papá eres tú! - dijo Lorena corriendo a abrazarlo.
- Vaya sorpresa.
- ¡Y no estas borracho!
- Sabes hija - dijo el padre a Lorena mientras se sentaban - Cuando
me dirigía al bar, no se que pasó que algo me hizo reaccionar, me
acordé de ti y lo mucho que me importas, así que me vine y de
ahora en adelante estaremos juntos.
- Te quiero mucho.
Epílogo



Por otro lado, en el centro comercial.


Entró en la tienda tan nerviosa como si fuera a cometer un atraco a
punta de pistola.


Llegó al departamento de perfumería y se paró como por casualidad
delante de un extraño frasquito que no había visto nunca. Era rojo,
en forma de quinqué. Ana ni siquiera sabía que tipo de perfume
podía contener.


Lo agarró, vio el nombre “Glamur”, pero se arrepintió y lo dejó en su
lugar.




Trabajo realizado por los estudiantes del 4°A .I.E “Raúl Porras
Barrenechea” Carmen de la legua Reynoso. 2010.
Luis Aod Vaca Huamaní.
Evelyn Palacios Díaz.
Bryan Tataje D.
Fin

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Cuidado con lo que deseas 2 parte[1]

  • 1. Uno
  • 2. Una nueva regla Había pasado ya una semana desde que Lorena robo el frasco “Incitación” del cuarto de Ana, su mejor amiga. Después de pedir su primer deseo, el nuevo cambio era un éxito, parecía que las cosas para Lorena por fin irían bien. Quizá desear un cambio físico y atraer a los chicos fue lo mejor que pudo desear. Aquel chico con quien pasó en frente de aquella cafetería, llamado Jorge, un chico atlético, no significaba nada para Lorena. Solo fue un choque y fuga, solo quería probar si en verdad el genio podía hacer cumplir sus deseos. Entonces Lorena abrió el frasco y entre un humo espeso salio un geniecito verde de aquel frasco tan raro: - Si que es duro estar hay adentro, ya tan solo me faltan 1 001 deseos más y conseguiré ser un elfo - dijo el genio estirándose un poco - Y tú, ¿como vas? - agregó. - De maravilla, ¡en verdad tienes poderes! - dijo Lorena con una gran sonrisa. - Y ¿ya pensaste tu segundo deseo? Recuerda las reglas ¡eh!, que no debes hablarle a nadie de mí, que tus deseos deben ser claros y hay uno nuevo, que... - Si, si, si, lo que digas. Y no hables mucho que me aburre tu voz tan chillona. - Si tú lo dices.
  • 3. - Y no, aun no he pensado mi segundo deseo, es que este deseo es perfecto y lo haré durar. - Lo mismo pensó mi antigua ama - susurró el genio. - ¿Cómo? - preguntó Lorena, que no alcanzó a oír lo que el genio dijo. - No, nada, nada. - Mejor escóndete no quiero que mi padre te vea. Últimamente anda muy mal desde que se fue mi madre, no lo ha podido superar y solo para borracho. - Lo siento mucho - dijo el genio, que con un chasquido se metió de nuevo al frasco. Olvidando penas, Lorena se paró frente al espejo muy pensativa. Tenía muy en claro para que quería ese deseo y era solo para conquistar a Carlos, pero había un problema, Ana, ¿que pensaría de ella si se vuelve a aparecer por su casa preguntando por su hermano?, o peor aún, si lo ve con su hermano. Pensará que soy una hipócrita, se decía Lorena frente al espejo. Dos
  • 4. Una cita especial Pasó poco rato. Entonces sonó el teléfono y Lorena con cierto temor contestó. - Aló - ¿Lorena eres tú? - Si ella habla. - ¡Lorena!, habla Ana. - A...a...na - tartamudeó Lorena, un poco asustada por lo que le iba a decir. - ¿Por qué no me has llamado? Ah pasado una semana que no nos vemos - Aaaahhhhh...... - Bueno no importa, quería saber si tienes tiempo para salir a tomar un café, iré con Juan y mi hermano. ¿Te animas o no? - No sé - dijo Lorena más calmada, pues acababa de comprobar de que Ana había olvidado lo del frasco o que no le importaba - Acepto ir. - Bien, nos veremos mañana a las cinco de la tarde, en el café de siempre - Nos vemos entonces. Lorena colgó y la esperanza de conquistar a Carlos renació. Ahora tenía que ir a estudiar y su padre no llegaba, como siempre. Dejó una nota, la dobló, la puso sobre la mesa al alcance de la vista de cualquiera y se fue. Tres
  • 5. Problemas que separan Al volver ya de noche, tropezó con una botella de licor en la entrada de su casa, entró y vio la nota aún doblada sobre la mesa. No le importa nada, ni siquiera en donde estoy, que haré con él. Entonces apareció su padre agarrándose de las paredes porque aún estaba mareado. - Perdóname hija no se lo que hago, debes comprenderme. - Es que siempre es lo mismo. A veces quisiera aquí a mi madre, pero ya no nos quiere, y ni siquiera un genio la haría cambiar de opinión. - ¿Cómo? - Lo que quiero que entiendas es que me haces sufrir con tu indiferencia - cambió de tema Lorena. - Es que, a veces me recuerdas a tu...... - ¿A mi madre?, ¿Acaso eso ibas a decir? Mi madre quizá alguna vez nos quiso, pero quien en realidad la alejó de nosotros fuiste tú y tu vicio al licor - dijo Lorena, que con furia, agarró la botella y la arrojó contra la pared, al instante esta se rompió. Entonces subió a su cuarto rápidamente y se encerró, se metió en su cama y unas lágrimas se desprendieron de su rostro. Ya no sabía en quien confiar. Ciertamente el licor destruía su pequeño hogar. A la mañana siguiente su padre le toco la puerta, pero Lorena estaba muy resentida y no le abrió, solo esperó a que se fuera a trabajar, para por fin abrir su puerta. Cuatro
  • 6. Café, peleas y más problemas Se acordó entonces de su cita en el café, así que comenzó a alistarse primero escogiendo su ropa, luego planchándola hasta que no le quede ninguna arrugadita, cuidando como siempre de cualquier imperfección. Entonces sonó el teléfono. - ¡Hola Lorena soy Jorge! - ¿Jorge?, pero ¿Cómo conseguiste mi número? - Eso no importa, te llamó para suplicarte que volvamos. - Estas loco. - Pero loco por ti - insistió Jorge - No se que me pasa, pero me siento atraído por ti, no puedo vivir sin ti. Te encontraré, y seremos felices.... Entonces Lorena colgó un poco confundida. Volvió entonces a sonar el teléfono. Pero Lorena no contestó. Aquel ruido se volvía insoportable, el teléfono timbró diez largos minutos y luego se calmó. Lorena no le dio importancia y ya siendo las cinco y cuarenta se apuro en salir. Pasando por su sala divisó en la mesa una nota. Quizá es de mi padre - pensó Lorena - no la leeré, no me importa, así como no le importo. Y con esas se fue.
  • 7. Llegó y allí estaban sentados Ana, Juan y Carlos, justo en medio del café. Lorena llevaba una ropa muy sexy. Y ni siquiera puso un pie en el café para que todos los hombres voltearan a verla. Las miradas la avergonzaron un poco y con cierta timidez se acercó a la mesa y Ana la recibió. - Hola Lorena, pensé que no venias, vamos siéntate. Había un solo asiento libre, el que estaba justo entre Carlos y Juan. A Lorena se le veía confiada, confiada en que su deseo le funcionaría. Entonces pidieron unos cafés. - Estás muy bonita - dijo Carlos a Lorena - Gracias - dijo Lorena con una sonrisa coqueta. Así pasaron un rato entre halagos y sonrisitas. Carlos se estaba enamorando de Lorena. Pero al parecer Juan también había quedado deslumbrado por la reciente belleza de Lorena y al igual que Carlos la silla de Juan se acercaba hacia Lorena poco a poco. Entonces Ana cortó aquella situación. - Juan ¿me acompañas a la barra, por favor? - dijo Ana, tratando de dejar a la parejita a solas. - Está bien - respondió Juan, no muy feliz de alejarse de Lorena. Estando a solas. - Lorena, esto lo que siento es algo muy fuerte, algo mágico. - Y si que lo es - dijo Lorena, recordando al genio.
  • 8. - Me gustas mucho - dijo Carlos elevando su mano hacia el rostro de Lorena, quien cerró los ojos y se dejó llevar, acercaron sus labios, y un eterno beso se produjo entre ellos. En ese momento las miradas acosadoras de todos en la cafetería, hasta incluso la de Juan, desaparecieron para Lorena, que no podía pensar en otra cosa que en Carlos. Entonces aquel casi eterno besó se cortó cuando de pronto Carlos quedo tendido en el suelo. Lorena de un salto se puso de pie. Y cuando alzó la cara lo vio, era él. - Jorge, ¿pero qué haces aquí? - Te dije que te encontraría, no puedo creer que me cambies por este, piénsalo Lorena, nacimos para estar juntos - dijo Jorge con un tono obsesivo - yo te amo. - ¿Quién es este tipo? - preguntó Carlos levantándose del suelo. - Soy Jorge, su novio. - Eso no es cierto - dijo Lorena. - No me niegues. - Cállate - dijo muy molestó Carlos, que le propinó un golpe a Jorge en la boca. Entonces comenzaron a pelearse Ana y Juan que no estaban muy lejos se acercaron. Juan trató de separarlos, vinieron entonces los de seguridad y los separaron. Sacaron a Jorge por haber iniciado la pelea y a los cuatro los dejaron quedarse en el café. Entonces se sentaron Ana, Juan, Lorena y Carlos en su mesa, un silencio profundo invadió la mesa hasta que Lorena se paró - Con permiso - y se dirigió al baño.
  • 9. Al salir Lorena del baño, vio a Juan en frente de ella, al parecer la estaba esperando, Lorena camino de frente tratando de ignorarlo, Pero no pudo porque Juan le cerró el pase. - ¿Qué pasa Juan? - preguntó Lorena inocentemente. - Que, ¿no te das cuenta? - ¿Cuenta?, ¿de qué? - Me gustas Lorena, creo que fue un amor a primera vista. - Pero y Ana. - A quién le importa Ana Entones Juan acaricio su pelo y la besó. Lorena quedó inmóvil, no supo que hacer y de la nada empujó a Juan, miró hacia un costado y allí estaba Ana, parada y pasmada. Lorena supo que su deseo se había salido de control. - A...a...a...ana, este.......yo - tartamudeo Lorena Entonces Lorena no vio otra salida sino que irse de ese lugar. Se dirigió a la mesa, donde estaba Carlos sentado, tomo su cartera y se fue. Cuando Lorena llegó a salir del café escuchó - ¡Te amo Lorena! - Y Lorena no llegó a distinguir si fue Carlos, Juan o algún cliente del Café.
  • 10. Cinco Un irremediable deseo Llegó a su casa con lágrimas en la cara, no sabía que hacer. Lorena subió a su cuarto, y se encerró. No quería saber de nadie, entonces abrió el frasquito de quinqué y en un espiral de humo salió el geniecillo. - ¿Ya pensaste tu segundo deseo? - dijo el genio de muy buen humor. - No, todavía - dijo Lorena que aun lloraba - ¿Y para qué me llamaste? - Es que el deseo no funcionó, todo esta fuera de control, ¡Vamos genio, ayúdame! El padre que estaba cerca, escuchó sus llantos y gritos de Lorena. - ¿Estás bien hija? - dijo el padre a punto de abrir la puerta del cuarto de Lorena, pero no pudo porque Lorena hay mismo le hecho seguro a su puerta - Abre hijita. - ¿Acaso ahora te importo? - Siempre me has importado. - Eso es lo que crees - dijo Lorena que no controlaba su llanto y la furia que sentía por que las cosas le habían salido mal.
  • 11. Lorena tenía miedo de presentarse ante su papá, en parte por temor a que el deseo lo afecte. Aunque hasta entonces no había pasado nada, pero con el genio nunca se sabía. Pero su padre le insistía tanto, en verdad se había preocupado. A Lorena le hacía falta un consejo de madre. Entonces Lorena se sintió tan ofuscada por lo del Café, que dijo, sin percatarse de que el genio aún estaba fuera de la botella – Desearía que mi padre desaparezca para siempre y me deje sola. El genio dio un chasquido y se metió de nuevo al frasco. De pronto quedo en silencio la casa. Lorena quedó pasmada, arrepentida de lo que acababa de decir. Abrió entonces la puerta, miró hacia fuera y no encontró a nadie, rápidamente abrió el frasco y salió el genio. - Espero que me saques para tu tercer deseo - dijo el genio con gran soltura. - ¡Devuélveme a mi padre! - No puedo, ni siquiera tu tercer deseo puede romper lo que acabas de decir. - Pero porque. - Esta en tu contrató. - ¿Qué contrato, no firme nada? - Pues lo firmaste cuando pediste tu primer deseo. Hay dice que tienes derecho a tres deseos, que deben ser claros, que no debes mencionarle a nadie de mí y que en tus deseos no debes mencionar las palabras: nunca, jamás, para siempre o por la eternidad, porque sino el deseo es casi imposible de romper. Eso es nuevo, te gusta o no. - Déjate de bromas. Entonces, ¿hay una solución?
  • 12. - Si, pero es muy difícil, debes encontrar el deseo perfecto - y diciendo esto, el genio se disolvió y se metió de nuevo al frasco Lorena, salió a caminar un rato, tratando de calmarse un poco, tratando de calmar su pena, porque todo le salía mal y no debía fallar en su último deseo. Sin darse cuenta, terminó en frente de la casa de Ana, se paro frente a ella, se dispuso a tocar la puerta; pero ya no había sentido en disculparse. Retrocedió y siguió su caminó cabizbaja. Entonces de repente sintió un empujón. - Hola Carlos - suspiró Lorena - disculpa no te vi. - Hola Lorena - respondió él, saludó tajantemente y sin nada más que decir se metió a la casa de Ana. A Carlos ya no le interesaba Lorena, pues ya se había anulado su primer deseo. Todo ese amor solo fue una farsa y Lorena ya lo había entendido.
  • 13. Seis Un deseo a la perfección Entonces regresó a su casa cerca de los ocho de la noche. Vio la nota aún sobre la mesa, la de su padre, se acercó a ella la desenvolvió y comenzó a leer: Hijita sé que no soy el mejor padre del mundo, pero trato de serlo, debes comprender mi dolor. Si últimamente te he descuidado, pues te pido perdón, por el amor de padre que te tengo dejaré el vicio, me esforzaré. Entonces Lorena cayó en llanto y se acordó cuando le quiso hablar pero no le escuchó. Entonces siguió leyendo: Hija, a veces quisiera retroceder el tiempo, y evitar cosas, para que nada de lo que este pasando ahora, en realidad no estuvieran pasando... Entonces Lorena soltó la nota, se secó las lágrimas y se fue corriendo a su cuarto. Rápidamente ubicó aquel frasco de nombre “Incitación” y lo abrió. Entonces salió un humo espeso y entre esto una pequeña sombra, el humo se disipó y el geniecillo se hizo notar. - Espero que hayas pensado bien tu deseo.
  • 14. - Si, ya lo tengo - afirmó Lorena. - Bien, ¿y cuál es? - Deseo que Ana nunca hubiera obtenido el frasco de forma de quinqué de nombre “Incitación”. - Bien dicho - dijo el genio Entonces el genio alzó sus manos y dio una palmada. Enseguida una luz enceguecedora nació del frasco y todo empezó a dar vueltas tan rápido que ya no se distinguían las cosas. De repente Lorena apareció sentada en la sala de su casa. Empezó a buscar a su padre por todos lados. Cuando de pronto se abrió la puerta. - ¡Papá eres tú! - dijo Lorena corriendo a abrazarlo. - Vaya sorpresa. - ¡Y no estas borracho! - Sabes hija - dijo el padre a Lorena mientras se sentaban - Cuando me dirigía al bar, no se que pasó que algo me hizo reaccionar, me acordé de ti y lo mucho que me importas, así que me vine y de ahora en adelante estaremos juntos. - Te quiero mucho.
  • 15. Epílogo Por otro lado, en el centro comercial. Entró en la tienda tan nerviosa como si fuera a cometer un atraco a punta de pistola. Llegó al departamento de perfumería y se paró como por casualidad delante de un extraño frasquito que no había visto nunca. Era rojo, en forma de quinqué. Ana ni siquiera sabía que tipo de perfume podía contener. Lo agarró, vio el nombre “Glamur”, pero se arrepintió y lo dejó en su lugar. Trabajo realizado por los estudiantes del 4°A .I.E “Raúl Porras Barrenechea” Carmen de la legua Reynoso. 2010. Luis Aod Vaca Huamaní. Evelyn Palacios Díaz. Bryan Tataje D.
  • 16. Fin