6. Golpeando menos juguetonamente en las costillas, me dijo: - “¡Es más de 2 veces por semana. De él si que debieras aprender!” En el siguiente toro, su letrero decía:
8. Mi mujer estaba tan excitada que casi me rompió las costillas con el codo y dijo: - “¡Eso es una vez al día, ahora sí que DEBIERAS aprender de este toro”.
9. Yo molesto la miré y le dije: - “Anda y pregúntale si fue con la misma vaca”